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Acoger desde
el corazón
El proceso del duelo
Parroquia Beato
Manuel Domingo y
Sol
Diciembre 2019
“Amar la vida”
“Acoger desde el corazón”
SABIDURÍA DEL CORAZÓN. El duelo.
Introducción:
Nos hemos convertido en la máxima expresión de individualismo egocéntrico.
Un individuo cada vez más aislado centrado en la realización personal asociada
al bienestar emocional, que prácticamente ha perdido el sentido comunitario (de
grupo), que ha dejado de implicarse e interesarse por la comunidad, patria,
país… dejándola en manos de los “profesionales” de la política, y que reduce la
dimensión comunitaria a la más mínima expresión (familia, pareja, hijos
amigos…)
La consecuencia resultaría clara si miramos al hombre en toda su unidad: A más
individualismo, posiblemente, más soledades se deriven, más oscuridades en la
propia vida, más sufrimiento, dependencias, agotamientos no verbalizados.
Creo a pie juntillas que cualquier profesional que se precie de ello, (en el caso
de ser creyente tiene un plus de exigencia evangélica), puede ayudar a recuperar
la dimensión comunitaria, descubierta a partir de la propia persona, aquella que
sea capaz de emocionarse, expresar sentimientos, valorarse a sí mismo,
recuperando así la vitalidad que tiene cada ser humano, aprender a vivir con
fracasos y triunfos, descubrir más profundamente la relación humana que le re-
lance al propio descubrimiento del otro, y de sí mismo. Necesaria valoración del
individuo y del sentido comunitario que lo conduce a la solidaridad y al
compromiso más allá del pequeño grupo que sus relaciones lo han ido
construyendo. La persona como ser individual y social a la vez. Vivir la vida
como posibilidad de ser apreciada como don, como regalo y no sólo como una
construcción personal.
Así podemos aprender a valorar la dimensión gratuita de las relaciones humanas
y de toda la propia vida. Descubrir que a menudo somos, porque alguien nos ha
amado cuando éramos débiles, sin esperar nada a cambio.
EL ser humano no son sólo relaciones pactadas que tienden a desaparecer
cuando descubre la gratuidad de la vida.
Película Witt:
FICHA TÉCNICA
Witt (Gran Bretaña - EE.UU., 2001). D.: Mike Nichols.
G.: Margaret Edson (autora del libro), Emma
Thompson. P.: Simon Bosanquet. F.: Seamos Mc
Garvey. M.: Henryk Mikolaj Gorecki, Arvo Pärt, Dimitri
Shostako. Mo.: John Bloom. I.: Emma Thompson
(Vivian Bearing), Christopher Lloyd (Dr. Harvey
Kelekian), Eileen Atkins (Evelyn ‘E.M.’ Ashford), Audra
Mcdonald (Susi Monahan), Jonathan M. Woodward
(Dr. Jason Posner), Harold Pinter (padre de Vivian).
94’.
SINOPSIS
Vivian Bearing de 48 años es una brillante e ingeniosa profesora de literatura
inglesa, doctorada en filosofía y experta en poemas del siglo XVII. Sobre todo en
un autor (John Donne) cuyo poema hace de eje transversal de la película.
Vivian se ha dedicado por completo a la vida universitaria, siendo una profesora
exigente e intransigente. Su tranquila y solitaria existencia se ve alterada cuando
se le diagnostica un cáncer de difícil curación (cáncer ovárico metastático en
estadio IV). Su única alternativa es someterse a un tratamiento experimental
cuya eficacia no ha sido todavía demostrada y que, irónicamente, le será
administrado por un joven doctor que fue antiguo alumno suyo.
Haciendo uso de su inteligencia e ingenio, Vivian afronta esta dura prueba, en la
que acabará por darse cuenta de que el amor a la vida es su mejor arma.
SELECCIÓN DE ESCENAS
Escena 1.
No hay barreras insalvables
(Vivian sentada en la cama de la clínica, con la bata y una gorra disimulando su
falta de cabello, hablando directamente a los espectadores) Vivian Tengo
cáncer, un cáncer insidioso con graves efectos secundarios, perdón, con nocivos
efectos secundarios.
Tengo un cáncer ovárico metastásico en fase cuatro. La verdad, es que no hay
fase cinco. Ah, y tengo que ser muy fuerte. Como se suele decir normalmente,
es una cuestión de vida o muerte. Y lo sé todo sobre eso. Al fin y al cabo, soy
profesora de poesía del siglo XVll, especializada en los Sonetos de John Donne,
que exploran la mortalidad mejor que cualquier otra obra escrita en inglés, y lo
sé por el hecho de que soy fuerte. Una profesora exigente e intransigente. Nunca
rehuyo un desafío. Por eso elegí estudiar a John Donne, como alumna de la gran
E.M. Ashford.
(Cambio de plano, en flash-back. Entra Vivian, de joven, en el despacho de la
profesora Ashford) Ashford: Ah, sí. Su ensayo sobre el sexto Soneto Sagrado,
es un melodrama pretencioso impropio de usted, y no digamos de Donne. Vuelva
a hacerlo. (El contra plano de Vivian es en el momento actual, en la clínica)
Vivian: Yo... Ashford: Comience por el texto, Srta. Bearing, no por una sensación.
“Muerte, no te enorgullezcas, (Volvemos al despacho) aunque algunos te llamen
poderosa y terrible puesto que nada de eso eres”. No ha entendido en absoluto
el sentido del poema porque, debo decir, que ha usado una edición del texto,
incorrectamente puntuada. Y la edición de Gardner del texto... Vivian: La edición
que usé fue revisada... Ashford: ¿Srta. Bearing...? Vivian: Perdone. Ashford: Se
lo toma a la ligera. Esto es poesía metafísica, no novela moderna. Los criterios
de erudición y lectura crítica, que se aplicarían a cualquier otro texto, aquí son
insuficientes.
Para que el resultado sea significativo, el esfuerzo debe ser total. ¿Cree usted
que la puntuación de la última línea de ese soneto es un detalle insignificante?
(Vivian dice que no con la cara) El soneto comienza con una valerosa lucha con
la muerte, convocando a todas las fuerzas del intelecto para vencer al enemigo.
Se trata, en última instancia, de la superación de las insalvables barreras que
separan la vida, la muerte... y la vida eterna. En la edición que usted eligió, ese
significado profundamente simple se ve sacrificado por una puntuación histérica.
''Y la Muerte'', M mayúscula, ''dejará de existir'', punto y coma; '' ¡Muerte, ‘‘M
mayúscula, coma, seguido de ''morirás!'', entre signos de admiración.
Si eso es lo que busca, le sugiero que se dedique a Shakespeare. (De nuevo en
la clínica) La edición de Gardner de los Sonetos Sagrados vuelve a las fuentes
del Manuscrito Westmoreland de 1610. No por razones sentimentales, se lo
aseguro, sino porque Helen Gardner es una erudita. Ella dice ''Y la muerte dejará
de existir'', coma, ''muerte morirás''. Ni un suspiro, ni una coma, que separe la
vida de la vida eterna. Con la puntuación original, la muerte ya no es algo
(Volvemos al despacho) que se representa en un escenario entre signos de
admiración. Es una coma. Una pausa. De esta forma, una forma inflexible, uno
aprende algo del poema, ¿no cree? Vida, muerte, alma, Dios, pasado, presente.
No hay barreras insalvables. No hay puntos y comas. Sólo una coma.
Vivian Vida, muerte, entiendo. Es un concepto metafísico, ingenio.
Volveré a la biblioteca y... Ashford: Mire, no es ingenio, Srta. Bearing, es verdad.
La teoría no sirve de nada.
(De nuevo en la clínica)
Vivian: ¿Ah no? Ashford: Vivian, es una joven brillante. Use su inteligencia. No
vuelva a la biblioteca. Salga por ahí. Diviértase con amigos.
Escena 2.
El último paso
(Vivian sentada al lado de la cama de la clínica. La vemos en plano general. A lo
largo de su monólogo la cámara se va acercando hasta enfocarla en primer
plano) Vivian: ''Esta es la última escena de mi drama. Aquí fijan los cielos el
último metro de mi peregrinaje. Aquí, tarde, aunque, sin duda, veloz fue su curso,
da mi carrera el último paso; halla mi palmo su último centímetro, mi minuto su
último punto.
Aquí la muerte voraz vendrá a separar en un instante mi cuerpo de mi alma.
‘‘John Donne, 1609. Este poema me atrae particularmente. En abstracto. Ahora
encuentro la imagen de ''mi minuto su último punto'', podríamos decir que
demasiado, directa. No es que quiera quejarme pero, me estoy poniendo muy
enferma. Muy, muy enferma. Terminantemente enferma, como quien dice.
Escena 3.
El conejito fugitivo
(Vivian en la cama de la clínica con muchos dolores acompañada de Susie. Entra
el doctor Kelekian y Jason, vestido de calle) Kelekian: Dra. Bearing, ¿tiene
dolores? Vivian: ¡No puedo creerlo! Kelekian: Quiero un gotero de morfina. Susie:
Con el auto administrable estaría más despierta. Kelekian: Generalmente sí,
pero en su caso, no. Susie: Pero yo creo que ella preferiría... Kelekian: Se
merece descansar. Morfina. Diez unidades ahora y 10 cada hora. Dra. Bearing,
intente descansar, nosotros vamos a ayudarla. No se preocupe. ¿Dra.
Bearing...? (Ella intenta responder pero apenas puede articular palabras)
Estupendo. (A Susie) Susie. (Abandonan la habitación. Queda ella con Jason,
que deja en la cama el historial y abandona la habitación)
1. El sentido de la vida
La renuncia a las dimensiones espirituales y su reducción a la materia termina
por deshumanizar. La enfermedad no puede ser un refugio en la abstracción
metafísica .y en el ejercicio profesional.
La profesora Evelyn E.M. Ashford que viene en ayuda de Vivian en la hora de la
muerte. Más allá de las complicadas abstracciones le cuenta un cuento infantil
que no es más que “una pequeña alegoría del alma. Donde quiera que se
esconda, Dios la encontrará”. Este es el sentido, la vida es Witt, es gracia de
Dios.
3. La aceptación de la muerte
La aceptación supone la rebelión y la búsqueda. Allí se concentran los sentidos
en cada acto y en cada momento. “Esta es la última escena de mi drama…”.
Afirmación fuerte del final del tiempo, del final del cuerpo exhausto y caduco.
El texto del poema primero dirá: “la muerte dejará de existir, muerte morirás”. El
asunto de la polémica es nimio, un punto o una coma. Ella defiende la coma.
Tras la muerte “una coma, una pausa”, tras un paso, el salto entre esta vida y la
eternidad.
5. La resurrección
La escena última nos habla que “entre la vida y la muerte, el alma y Dios no hay
barreras infranqueables”. Hay una unidad profunda que muestra la esperanza
del clérigo poeta que sabe que la muerte ha sido vencida en la resurrección de
Cristo.
La simbología de la resurrección se significa con el rostro muerto de Vivian que
progresivamente se confunde en un fundido en blanco signo de la luz divina en
la que se transforma y el encadenado de la fotografía sonriente de la profesora.
Hay una transformación hacia la plenitud que Vivian ha recorrido tras su muerte,
una vida nueva.
1.- Apego: inicio de la relación. Para que pueda darse las necesidades de todos
los que componen la relación deberán estar tenidas en cuenta.
MPATÍA
MPATÍA
E MPA
En el proceso del duelo necesitamos:
La escucha activa
• Ansiedad • Pasividad
• Superficialidad • Predicar
• Emisión de juicios
• Impaciencia
TIPO CONCEPTO VENTAJAS COMPORTAMIENTOS
Hacemos Relaciones más Hacen aserciones breves y apropiadas:
respetar satisfactorias; Yo pienso, creo, quiero, necesito.
nuestros mayor
Distinguen claramente entre hechos y
derechos de una confianza en
opiniones.
forma que no nosotros
viola los mismos y en los Evitan palabras como: Tú deberías.
derechos del demás;
otro. Expresando aumento del Hacen preguntas abiertas para
de manera propio sentido descubrir los pensamientos, las
honesta y abierta de opiniones y los deseo de los demás.
nuestros puntos responsabilidad Usan un lenguaje no verbal con un
de vista, al y autocontrol. tono de voz firme, decidido, pero
tiempo que también cálido; su discurso fluye de
manifestamos manera uniforme; su rostro expresa
que entendemos
Asertivo
Ser lo suficientemente asertivos depende del nivel de autoestima que hayamos adquirido.
Síntesis: La inteligencia emocional es nuestra capacidad de reconocer nuestros propios
sentimientos y los de los demás y manejarlos adecuadamente en las relaciones, siendo dueños de
ellos y conduciéndonos por los valores, aprovechando la energía de los sentimientos.
La persona emocionalmente inteligente se autoafirma a sí misma en medio de los impactos
emocionales que experimenta como fruto de las interacciones con los demás. Previene así el
burnout en aquella relación en la que puede verse afectada por el sufrimiento ajeno, y se mueve
por los valores de actitud, incluso en medio de la incomodidad emocional: es dueña de lo que siente
Asertividad
Cultivar el optimismo y construir relatos de esperanza, no sólo promover las malas noticias del
telediario, que amplifican lo negativo. Construir historias positivas, no solo de rencor, sino de
perdón… Usar cuentos para potenciar la narrativa.
Érase una vez un hombre malvado, Ben Sadok, que atravesaba un oasis. Tenía un carácter tan
violento que no podía ver nada sano ni bonito sin estropearlo.
En la orilla del oasis había una joven palmera que estaba creciendo con energía. Ésta le hirió los
ojos a Ben Sadok. Entonces cogió una piedra pesada y la puso encima de la corona de la joven
palmera. Y, echando una risa pérfida, continuó su camino.
La joven palmera se sacudió y se inclinó e intentó deshacerse de la pesada carga sin éxito. La
piedra estaba fuertemente puesta encima de su corona. Por más que intentaba empujar, no tenía
fuerzas suficientes para deshacerse de ella.
Entonces la joven palmera arañó el suelo y excavó y se mantuvo a pesar de la pesada carga,
empujándola. Como no podía estirar sus ramas, fue hundiendo y hundiendo sus raíces tan
profundamente que encontró las vetas de agua más escondidas del oasis.
Esas aguas frescas y profundas la alimentaron y fortalecieron, dándole tanta fuerza que empujó la
piedra tan alta, que ya ningún árbol hacía sombra a su corona. El agua de las profundidades y el
sol de las alturas convirtieron al joven árbol en una palmera reina
Al cabo de unos años volvió Ben Sadok, para alegrarse la vista con el árbol enfermo que él había
estropeado. Buscó sin éxito.
Entonces la palmera, más orgullosa ahora, bajó su corona, enseñó la piedra y dijo:
“Ben Sadok, tengo que darte las gracias porque tu carga me ha hecho fuerte.”
Resiliencia
La persona auténtica
SIENTE PROFUNDAMENTE
SABE LO QUE SIENTE
DICE LO QUE SABE QUE SIENTE
EL SANADOR HERIDO
La imagen del sanador herido (que cada vez se emplea más en la literatura médica, psicológica y
espiritual) sirve para poner en evidencia el proceso interior al que son llamados todos cuantos
prestan ayuda a quien atraviesa un momento difícil en la vida, marcado por el sufrimiento físico,
psíquico o espiritual. Significa, pues, el reconocimiento, la aceptación y la integración de las
propias heridas, de la propia vulnerabilidad y condición de finitud.
Integración y manejo de la propia “herida”
El sanador herido es, pues, la figura ejemplar de la relación terapéutica, donde el ayudante
ejecuta el arte de curar más allá de un método o una terapia puntual, involucrando todo su ser en
ese acto y empatizando con la herida del paciente que le rememora y activa su propia herida
devolviéndole así su percepción, de modo que ayudado y ayudante se “pasan” sus roles haciendo
fructíferamente sanador el dolor de ambos.
Servir
Nadie puede ofrecer su servicio a otros si no hace notar su presencia, es decir, si no se adelanta
y emerge del anonimato y de la apatía de su medio, y hace real la posibilidad de la amistad.
Muchos pacientes han sido engañados con cuentos sobre su recuperación y con una vida mejor
después de ella, aunque pocas de esas personas que trataban de consolar así al enfermo creían
en sus propias palabras. ¿Qué sentido tiene hablar sobre la espera del día de mañana cuando esas
palabras, muy probablemente, van a ser las últimas dirigidas a un enfermo?
Quién puede salvar a un niño de una casa en llamas sin ponerse en peligro de ser abrasado por
ellas? ¿Quién puede escuchar una historia de soledad y desesperación sin arriesgarse a
experimentar penas semejantes en su propio corazón, e incluso a perder su preciosa paz mental?
Hemos olvidado que ningún Dios puede salvarnos, salvo el Dios sufriente, y que ningún hombre
puede guiar a las personas a las que sirve, salvo el que se siente aplastado por sus pecados. Una
palabra, ¿quién puede librar a alguien del sufrimiento sin meterse de cabeza en él?
Como los nómadas semitas, vivimos en un desierto con muchos viajeros solitarios que buscan un
momento de paz, una bebida refrescante y una señal de ánimo para poder continuar luego su
misteriosa búsqueda de la libertad.
¿Qué exige la hospitalidad para convertirse en poder curativo? En primer lugar, que el que
hospeda se sienta en el hogar en su propia casa y, en segundo lugar, que cree un lugar libre y sin
miedo para el visitante inesperado
El ministro que ha llegado a hablar de igual a igual con su propia soledad y está en el hogar de su
propia casa, es un anfitrión que ofrece hospitalidad a sus huéspedes.
Entonces les regala amigablemente un espacio donde puedan sentirse libres para llegar, para estar
cerca y distantes, para descansar y jugar, para hablar y callar, para comer y ayunar. La paradoja
es que esta hospitalidad exige la creación de un espacio vacío donde el huésped pueda encontrar
su propio espíritu.
Paradójicamente, retirándonos al interior de nosotros mismos, no por autocompasión, sino con
sentido de humildad, creamos el espacio para que el otro sea él mismo y para que pueda
abordarnos desde sus propias realidades.
Pero la retirada del hombre hacia su interior es un proceso doloroso y que nos llena de sentido de
soledad porque nos fuerza a enfrentarnos directamente a nuestra propia condición en toda su
belleza tanto como en toda su miseria. Cuando no nos asusta entrar en nuestro propio centro,
introducirnos hacia la agitación de lo más íntimo de nuestra alma, llegamos a conocer que estar
vivo significa ser amado.
La mirada
Hay miradas…
Que matan
Que sorprenden
Que interrogan
Que envuelven
Que seducen
Que estremecen
Que hablan de soledad
Que espían
Que desprecian
Que hablan de sueños
Que se apagan
Que enternecen
Que interrogan
Que hablan de pena
Que esperan
Que reflexionan
Que hablan de éxito
Que están de fiesta
Luminosas
De foto
Que acumulan
POR QUÉ LA MIRADA DE JESÚS SEDUCE Y MOLESTA TANTO
Los evangelios están llenos de enfermos, muchos de los cuales eran marginados sociales,
enfermedades muy típicas de su época y su entorno. También están llenos los evangelios de
una serie de figuras de la clase más baja: prostitutas, recaudadores, mujeres, pobres... y un sin
Estos son sus dos protagonistas en sentido grupal, sin que ello sea obstáculo para que Jesús
tuviera trato y amistad personal con gentes de la llamada “buena sociedad”.
Más allá de la historicidad de cada escena concreta, este balance de protagonistas resiste
perfectamente a la crítica histórica. También es innegable que Jesús, mirado desde la
religiosidad judía, contrajo muchas veces “impureza” por el trato con aquellas gentes. Se dejó
tocar por ellos, tomó la decisión de ir a casa de un pagano... Y esa impureza no parecía afectarle
demasiado.
Cuando Jesús dice bienaventurados... no está queriendo decir que se lo pasan bien o que son
felices de acuerdo a nuestros cánones materialistas de bienestar. Sabe de sobra que pobres,
hambrientos, perseguidos y dolientes no son felices en ese sentido. Pero para Jesús el meollo
de la felicidad es el favor de Dios. La bienaventuranza de Dichosos los pobres porque Dios es
de ellos. De ahí que les sigan esas cuatro terribles malaventuranzas: ay de vosotros los ricos
etc. etc. Y esto es así porque, también para Jesús, «es imposible servir a Dios y a la riqueza
privada». Es de gran interés estudiar los mil escudos, corazas y otras defensas que, a lo largo
de la historia, hemos ido tejiendo los cristianos para defendernos de Jesús en este punto.
Resumiendo pues: Dios no es sólo una figura maternal (o paterna) sino que es además «amor
desigual» Como reza una de las mejores plegarias de la liturgia católica, su amor es manifiesto
a todos, pero más intensamente a los pobres y oprimidos. Lo cual no nos es fácil de aceptar a
quienes tendemos a creernos sus privilegiados.
Dos conductas: curaciones y comidas
Se puede discutir la historicidad de casi cada uno de los relatos milagrosos de Jesús; pero la
crítica histórica se considera autorizada para garantizar que Jesús realizó frecuentes
curaciones, prescindiendo ahora de qué dimensión “sobrenatural” tuvieran aquellos actos. Podrá
parecer incomprensible que las curaciones provoquen miedo o conflictividad, a menos que
tengamos en cuenta todo su contexto: aparte de que Jesús no cobraba por ellas como los
magos de la antigüedad, muchas de sus curaciones «violaban directamente las normas judías...
de segregación. Curaba en sábado desafiando así la vieja ley que prohibía trabajar el día del
descanso de Dios», y dando así al enfermo todo el protagonismo de la escena en lugar de
dárselo al taumaturgo. De este modo «declaraba el perdón de los pecados que habrían podido
causar la enfermedad que él mismo sanaba» (cf. Mc 2,1-2). Innecesariamente, y devaluando la
curación, los evangelistas repiten que «curaba a personas que estaban en los mismos límites
de las normas de la piedad judía a causa de sus ocupaciones, de su raza, de su lugar de
residencia de sus circunstancias rituales»11 (hijos del centurión o de la cananea, endemoniado
de Gerasa, mujer con flujo de sangre...). La crítica histórica parece confirmar que los relatos
evangélicos más primitivos de curación no presentan «pruebas para legitimar a su autor», sino
«acogidas que hacen visible una enseñanza» (la acogida de Dios). Los relatos más tardíos van
pasando de esta segunda concepción a la primera aunque, naturalmente, ambas concepciones
no son contradictorias y, a la larga, la segunda puede volverse más digna de crédito que la
primera. Prescindiendo de la cuestión de su historicidad, parece seguro que la frase que cierra
el episodio de Gerasa: «comenzaron a pedirle que se ausentase de sus confines» (Mc 5,17),
tiene un sentido simbólico, insinuando una discreta expulsión de Jesús. Y esta reacción en
contra sería aún más significativa si el endemoniado simbolizaba a los roma- nos, tal como
sugiere la respuesta de que su nombre era «legión». Una liberación a tal precio podía gustar
pero daba miedo.
Lo que Dios pretende es sacar la máxima humanidad posible de esta mar turbia de inhumanidad
que somos tantas veces los seres humanos
Las manos son uno de los instrumentos comunicadores por excelencia; esto lo constatan cada día
más los especialistas en relaciones humanas, que han comprobado que quienes durante su
infancia no recibieron caricias de sus padres son más proclives a mostrar dificultades para dar o
recibir afecto, a mantener una postura corporal rígida y a las limitaciones para expresar emotividad.
Asimismo, manifiestan una tendencia a evitar el contacto físico con los demás, a verlo como algo
inapropiado o "sucio". Son vistas como personas distantes, "frías". Al parecer, personas que
evidencian también una dificultad mayor de la habitual para sentirse queridas y aceptadas por los
demás. Acariciemos a nuestros hijos para que ellos sepan cuidarnos, cuando lo necesitemos, con
sus caricias.
La demencia es un proceso degenerativo progresivo e irreversible que va minando de forma
progresiva las capacidades intelectuales del enfermo; es una enfermedad que golpea el cerebro
del enfermo y el corazón de la familia. Pero no olvidemos que aún recuerda el amor. Cuidar al
enfermo de Alzheimer es cuidar a alguien que recibe sin darse cuenta; él nos recompensa nuestro
trabajo con una mirada o una sonrisa; supone hacer que nuestro tiempo se componga de paciencia,
amor y buena voluntad. No nos pide más que una mano que estreche la suya, un corazón que le
cuide y una mente que piense por él cuando ya no puede hacerlo. El cerebro de este enfermo está
estropeado, pero su corazón, al menos, el afectivo, no. Su corazón biológico necesita que sus
coronarias le aporten sangre suficiente; cuando éstas no cumplen bien su función podremos aportar
soluciones con los medicamentos o con la cirugía. Sin embargo, su corazón afectivo sólo precisa
de afecto y para alimentarse de este afecto tan sólo necesita que le transmitamos el nuestro a
través de nuestra sonrisa, con palabras agradables y con nuestras caricias.
Con nuestro contacto físico le transmitimos el importante mensaje de que no será abandonado y
que siempre tendrá a su lado un ser que le aprecia. En ocasiones, el tacto suele ser la única forma
de comunicación y de expresión de cuidado que se le puede dar. Si tiene que cuidar a alguien que
presenta esta terrible enfermedad, hágale compañía, siéntese junto a su cama y cójale de las
manos. ¡No le ignore! Aunque parece que no entiende nada, piense que siempre le queda la
afectividad. Es muy importante que el enfermo de Alzheimer y su cuidador mantengan alguna forma
de comunicación, sobre todo en los estadios avanzados en los que el enfermo ya casi no se
comunica verbalmente. Si quien le cuida o acompaña sigue hablándole, sonriéndole o
acariciándole, esta comunicación afectiva con el enfermo permanecerá intacta aun cuando la
comunicación verbal se pierda.
Gestos
ENTONCES apareció el zorro:
-¡Buenos días! -dijo el zorro. ¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio
nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa “domesticar”?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa “domesticar”?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo
único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa “domesticar”? -volvió a preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa “crear lazos… ”
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil
muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre
otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú
serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor… creo que ella me ha domesticado
¿Cómo aprender a escuchar, saber escuchar, a todo ser humano que está buscando, que está sufriendo, que llora
y se muere interiormente porque no encuentra el sentido de su vida?
Compadecerse de los trabajos y miserias ajenas, creando un clima cálido, para aquel que está
empezando un proceso de aceptación de sí mismo.
Podría tener algún efecto positivo desde la posición de Rogers. Sí. Él le llama, auto comprensión
desde un clima acogedor, cálido, de aceptación incondicional para el otro. Ya veremos más
adelante el clima que ha de presidir una entrevista.
Llegaremos posiblemente a ayudarnos a “domesticar”, sólo y desde las entrañas de misericordia,
nunca jamás imponiendo juicios o patrones que a más de uno no nos han permitido crecer, e
inclinar la cabeza ante la perplejidad de las relaciones humanas.
Efesios 6:10-18