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SALARIO MÍNIMO

Y MERCADO DE TRABAJO
La CONSEJERÍA DE EMPLEO Y M UJER DE LA COMUNIDAD DE MADRID
ha patrocinado la elaboración y edición de este libro

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© 2005 Carlos Pérez Domínguez e Inmaculada González Güemes


© 2005 INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS
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SALARIO MÍNIMO
Y MERCADO DE TRABAJO

Carlos Pérez Domínguez


Profesor Titular de Fundamentos del Análisis Económico
Universidad de Valladolid

Inmaculada González Güemes


Profesora Titular de Fundamentos del Análisis Económico
Universidad de Valladolid

INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS


CARLOS PÉREZ DOMÍNGUEZ
(San Román de la Cuba –Palencia–, 1966)

Es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad


de Valladolid, y Profesor Titular de Fundamentos del Análisis Económico
en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha
Universidad. Ha impartido docencia en Teoría Económica, Economía
Laboral e Historia del Pensamiento Económico en los niveles de
licenciatura y de doctorado. Ha dirigido o participado en múltiples
proyectos de investigación. Cuenta con numerosas publicaciones en
revistas científicas nacionales e internacionales sobre determinación y
diferencias salariales, salarios mínimos, reparto de trabajo, discriminación
salarial, participación laboral, índices de precios, etc. Forma parte, desde
el año 1996, del equipo técnico que elabora el Informe Socioeconómico
Anual del Consejo Económico y Social de Castilla y León. Entre sus
publicaciones se encuentran Los salarios en España durante la década
de los ochenta (1997), Los efectos del salario mínimo sobre el empleo
(1999) y Effects of a Reduction of Standard Working Hours on Labour
Market Performance (2004).

INMACULADA GONZÁLEZ GÜEMES


(Robredo Temiño –Burgos–, 1964)

Es Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad


de Valladolid. En la actualidad es Profesora Titular de Universidad del
Departamento de Fundamentos del Análisis Económico. Es autora de
diversos trabajos de Economía Laboral, entre los que cabe destacar el
libro Salario mínimo y empleo en España (Universidad de Valladolid,
Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2000) y los artículos
“Los efectos del salario mínimo sobre el empleo de adolescentes, jóvenes
y mujeres: evidencia empírica para el caso español” y “Equating-out
Minimum Wages in Spain by Age”.
Índice

I. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

II. El salario mínimo en España y en los países de su entorno 13


1. Historia y evolución del salario mínimo en España . . 13
2. El salario mínimo en los países de la OCDE: un análisis
comparado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

III. La teoría de los salarios mínimos . . . . . . . . . . . . . . . . 35


1. El modelo competitivo de referencia . . . . . . . . . . . . 35
2. Ampliaciones del modelo competitivo . . . . . . . . . . 38
3. El monopsonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
4. La «competencia monopsonística» . . . . . . . . . . . . . 44
5. La importancia del trabajo empírico . . . . . . . . . . . . 46

IV. El trabajo empírico con los salarios mínimos . . . . . . . 47


1. Principales enfoques empíricos . . . . . . . . . . . . . . . . 47
2. Principales resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

V. Los efectos del salario mínimo sobre el mercado laboral


en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
1. Los efectos del salario mínimo sobre el empleo . . . 55
2. Los efectos del salario mínimo sobre el paro . . . . . 59
3. Los efectos del salario mínimo en las distintas Comu-
nidades Autónomas españolas . . . . . . . . . . . . . . . . . 62

7
Salario mínimo y mercado de trabajo

VI. ¿Qué hemos aprendido sobre los efectos del salario mí-
nimo en España? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
1. Cómo ha afectado el SMI a las magnitudes laborales
básicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
2. ¿Qué efectos laborales debemos esperar del plan de
elevación del salario mínimo? . . . . . . . . . . . . . . . 66
3. Indiciación salarial: viejas soluciones y nuevos
errores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
4. ¿Y la regularización de los inmigrantes ilegales? . . 70

VII. Una estimación de los efectos directos del salario mí-


nimo sobre el empleo en la Comunidad de Madrid . 73
1. El modelo econométrico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
2. Resultados de las estimaciones . . . . . . . . . . . . . . . 79
3. Algunas predicciones del impacto sobre el empleo
en la Comunidad de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Anexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
A.1.Las variables y las fuentes estadísticas . . . . . 85
A.2.Resultados completos de las estimaciones . . 88

VIII. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

IX. Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

8
I. Introducción

Cuando a mediados de los años 90 nos preguntábamos sobre los


efectos que el salario mínimo podría tener sobre las magnitudes
básicas del mercado de trabajo en España, nos encontrábamos con
el sorprendente resultado de que, a diferencia de lo que ocurría en
los países de nuestro entorno, la escasez de este tipo de estudios para
España era absoluta. A partir de ese momento varios autores hemos
ido acometiendo la tarea pendiente y, durante los años subsiguientes,
fue apareciendo para nuestro país abundante evidencia empírica al
respecto. Diez años después de aquellos primeros estudios la polé-
mica ha surgido con fuerza renovada.
Durante varios años el Salario Mínimo Interprofesional (SMI)
fijado anualmente ha ido creciendo a ritmos idénticos a la inflación
prevista. No obstante, e inmediatamente después de la llegada al
poder del gobierno del Partido Socialista, se decreta un aumento
del mismo que, con fecha 1 de julio de 2004, sitúa al SMI un 6,6%
por encima del que el 1 de enero de ese mismo año se fijara bajo el
gobierno del Partido Popular. En enero de 2005 el SMI volvió a
crecer un 4,5% más. Las promesas electorales comprometen, ade-
más, nuevas elevaciones que, con toda probabilidad, superarán
ampliamente tanto al índice de precios, como a los incrementos
salariales medios de la economía, y que continuarán hasta dejar

9
Salario mínimo y mercado de trabajo

fijado el SMI en 600 euros mensuales a la altura del año 2008. Para
cubrir este objetivo, al mínimo salarial legal le resta por crecer un
17% más.
Las promesas no se detienen ahí, a partir de 2008 se plantea la
revisión automática del SMI de acuerdo con la inflación pasada, para
que el crecimiento del salario mínimo «nunca» sea inferior al incre-
mento de los precios de los últimos doce meses. Se trata de la reins-
tauración parcial de una vieja práctica de fijación de los salarios
que a finales de los setenta propiciara en España niveles de infla-
ción no conocidos en su historia reciente, y que parecía haber sido
desterrada definitivamente por los Pactos de la Moncloa.
El presente libro se estructura en dos partes. En la primera, se
pretende arrojar luz sobre un problema eminentemente actual, utili-
zando para ello los resultados que parecen ser ya aceptados global-
mente por la profesión para nuestro país. De esta forma, en el Capí-
tulo II, se analizan de forma descriptiva las características del salario
mínimo en España y se encuadra a nuestro país mediante compara-
ciones con los países del entorno. Más adelante, en el Capítulo III,
se revisa y comenta lo que la teoría económica al uso predice sobre
los efectos de la implantación o revisión de un salario mínimo en
el mercado de trabajo. El Capítulo IV explica cómo se ha venido
plasmando esa teoría en los trabajos empíricos en general, dando
paso, en el Capítulo V, al resumen y comentario de los principales
resultados empíricos obtenidos para nuestro país. El Capítulo VI,
con el que concluye esta primera parte, sintetiza lo que hemos apren-
dido en España de todos estos estudios y, muy especialmente, lo
que podemos esperar que ocurra, a la luz de todo lo anterior, con la
presente revisión del SMI.
La segunda parte del trabajo, coincidente con el Capítulo VII,
desarrolla un estudio específico de los efectos directos del salario
mínimo sobre la ocupación en la Comunidad de Madrid. Para ello

10
Introducción

se estiman varias ecuaciones de empleo utilizando los datos esta-


dísticos más recientes. Los resultados permiten identificar cuáles
son los colectivos ocupacionales más susceptibles de verse afecta-
dos por las revisiones del salario mínimo y efectuar alguna previ-
sión sobre el coste de las mismas para Madrid, en términos de
empleo, tomando como horizonte el año 2008. Este Capítulo se
acompaña de un anexo técnico en el que se describen las fuentes
estadísticas, las variables utilizadas y los resultados completos de
las estimaciones.

11
Salario mínimo y mercado de trabajo

12
II. El salario mínimo en España
y en los países de su entorno

En el presente Capítulo se pretende dar una visión puramente


descriptiva del fenómeno de los salarios mínimos, tanto en España
como en los principales países de su entorno. Se analiza brevemente,
en primer lugar, la historia de esta normativa, así como la influencia
de la misma sobre los distintos grupos sociales en el caso español;
y, en segundo lugar, se describen las principales características de
los salarios mínimos en algunos países de la OCDE, detallando las
diferencias fundamentales existentes a este respecto entre ellos.

1. Historia y evolución del salario mínimo en España

En España, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) fue intro-


ducido por un decreto del 17 de enero de 1963. Con anterioridad
existía un sistema de reglamentos salariales donde los salarios mí-
nimos variaban por provincias, por sectores y por edades.
La remuneración mínima en nuestro país afecta a todos los em-
pleados, independientemente del sector al que pertenezcan y de su
categoría profesional, sin distinción de sexo ni edad, tanto para tra-
bajadores fijos como para los eventuales o temporeros, así como
13
Salario mínimo y mercado de trabajo

para los empleados del hogar. Esta situación no siempre ha sido así;
han existido ciertas excepciones para empleados del hogar y traba-
jadores eventuales. Entre 1994 y 1997 se introdujeron contratos de
aprendizaje o formación para trabajadores menores de 25 años que
permitían una remuneración por debajo del salario mínimo. La
duración de esos contratos estaba comprendida entre seis meses y
tres años. A los empresarios se les permitía pagar, en este periodo,
el 70% del SMI en el primer año, el 80% en el segundo año y el
90% en el tercer año.
Por lo que se refiere al modo de fijar el SMI, conviene destacar
que, a partir de 1980, éste se ha venido estableciendo por el gobier-
no con periodicidad anual1, tras consultar a las organizaciones sin-
dicales y empresariales. Este sistema se establece en el artículo 27
del Estatuto de los Trabajadores cuyo texto dice lo siguiente: «El
Gobierno fijará, previa consulta con las organizaciones sindicales
y asociaciones empresariales más representativas, anualmente, el
salario mínimo interprofesional […]».
Es preciso recalcar que, históricamente, el salario mínimo no ha
sido el mismo para todos los ocupados, como se puede observar en
el Gráfico 1. Durante el periodo 1980-1990 existían tres salarios
mínimos: el correspondiente a los empleados de 16 años, el de los
trabajadores de 17 años, y el que hacía referencia a los individuos
de 18 y más años. Sin embargo, a partir de 1990, se fija un salario
mínimo para menores de 18 años y otro para trabajadores de 18 y
más años2. Por último, desde el 1 de enero de 1998 el SMI es el
mismo para todos los grupos de edad.

1 Aunque era legalmente posible realizar una revisión semestral para el caso

de que no se cumplieran las previsiones sobre el índice de precios.


2 Con anterioridad a 1980 también existían solamente dos salarios mínimos:

el que hacía referencia a los menores de 18 años y el correspondiente a los mayo-


res de 18 años.

14
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

Si se analiza la evolución de las tasas de crecimiento del salario


mínimo durante los últimos veinte años (Cuadro 1) se puede apre-
ciar que hasta 1990, la tasa de crecimiento anual del SMI era simi-
lar para todos los grupos de edad. Sin embargo, la homogeneización
de salarios para los trabajadores de 16 y 17 años, en 1990, supuso
unos aumentos muy dispares del salario mínimo por edades. En
concreto, el salario mínimo de los empleados de 16 años se incre-
mentó ese año un 83%, el de los trabajadores de 17 años un 15% y
el de los mayores de 18 años el 7%. La igualación de salarios míni-
mos para todos los grupos de edad, en 1998, supuso que el SMI de
los menores de 18 años se incrementara un 15% frente al 2,1% que
aumentó el de los empleados mayores de 18 años. En síntesis, el
resultado de ese proceso de homogeneización por edades supuso
que el salario mínimo de los trabajadores de 16 años se incrementara,
en términos nominales, en menos de 10 años un 284% y el de los
de 17 años un 142%.
Desde 1998 hasta 2004 el salario mínimo se ha venido incre-
mentando cada año en torno al 2%, como también se puede obser-
var en el Cuadro 1. Sin embargo, en este último año, entre enero de
2004 y enero de 2005 y, en respuesta a una promesa electoral del
Partido Socialista, el salario mínimo se ha incrementado un 11,4%3.
Este incremento se ha producido en dos fases. En la primera, en julio
de 2004, y coincidiendo con la entrada en vigor del nuevo decreto
para la regularización del SMI, se ha incrementado un 6,57% (de
460 euros y medio al mes, que regían desde enero de 2004 de

3 El gobierno socialista se ha comprometido a que al final de la legislatura


(en 2008) el SMI alcance los 600 euros mensuales. Hasta entonces, el Ministe-
rio, CEOE, CC.OO. y UGT han acordado que para 2006 y 2007 la cuantía del
SMI sea superior a la tasa de inflación real registrada el año anterior y a la evolu-
ción del salario medio. Concretamente, el salario mínimo tendrá que subir un 17%
más en los próximos tres años para alcanzar en 2008 la remuneración prometida
de 600 euros mensuales.

15
GRÁFICO 1

16
PROCESO DE EQUIPARACIÓN DEL SMI POR EDADES EN ESPAÑA
(Evolución del SMI en euros/mensuales, 1981-2008)

600

16 años 17 años 18 y más años

500

400

300

200

euros / mensuales
100
Salario mínimo y mercado de trabajo

0
20 08

20 07

19 81
19 82
19 83
19 84
19 85
19 86
19 87
19 88
19 89
19 90
19 91
19 92
19 93
19 94
19 95
19 96
19 97
19 98
19 99
20 00
20 01
20 02
200 3
200 4
20 05
20 06

Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Previsiones para 2006-2008 de acuerdo con el programa del PSOE.
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

CUADRO 1
VARIACIONES INTERANUALES DEL SMI POR EDADES,
DEL SALARIO MEDIO Y DEL IPC

Año SMI 16 SMI 17 SMI 18+ Salario medio IPC


1985 6,9% 7,0% 7,0% 9,6% 8,2%
1986 7,9% 8,0% 8,0% 11,4% 8,3%
1987 5,0% 5,0% 5,0% 7,1% 4,6%
1988 4,4% 4,5% 4,5% 6,0% 5,8%
1989 6,0% 6,0% 6,0% 5,8% 6,9%
1990 83,0% 15,2% 7,1% 8,6% 6,5%
1991 6,5% 6,5% 7,6% 5,5%
1992 5,7% 5,7% 7,5% 5,3%
1993 4,0% 4,0% 6,4% 4,9%
1994 3,5% 3,5% 4,8% 4,3%
1995 3,5% 3,5% 4,5% 4,3%
1996 21,2% 3,5% 4,5% 3,2%
1997 17,7% 2,6% 3,4% 2,0%
1998 15,1% 2,1% 2,3% 1,4%
1999 1,8% 2,3% 2,9%
2000 2,0% 2,3% 4,0%
2001 2,0% 3,5% 2,7%
2002 2,0% 3,9% 4,0%
2003 2,0% 3,8% 2,6%
2004 5,4% 2,8% 3,2%
2005 11,4%

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Trabajo y


Asuntos Sociales, Encuesta Trimestral de Coste Laboral (INE) e IPC (INE).

acuerdo con la última revisión llevada a cabo por el anterior gobierno


del Partido Popular, a 490,5 euros al mes). En una segunda fase, en
enero de 2005, el salario mínimo se ha incrementado un 4,52% (de
490,5 a 513 euros al mes).
Conviene destacar también que, de acuerdo con la legislación
vigente, en la fijación del salario mínimo se deben tener en cuenta
los siguientes factores: el Índice de Precios al Consumo (IPC), la
productividad media nacional alcanzada, el incremento de la parti-
cipación del trabajo en la renta nacional, y la coyuntura económica

17
Salario mínimo y mercado de trabajo

general. No obstante, y, a pesar de estas previsiones legales, se ha


utilizado en los últimos años como elemento exclusivo para la actua-
lización del SMI la previsión oficial del Índice de Precios al Con-
sumo (IPC). El Gráfico 2 compara precisamente el crecimiento del
SMI de los de 18 y más años y del IPC en la economía española. El
aumento porcentual de ambas variables ha sido, grosso modo, para-
lelo a lo largo del tiempo, excepto cuando se produjeron las homo-
geneizaciones del salario mínimo por edades (1990 y 1998). Por lo
que respecta a este último año, en el que se equipararon los salarios
mínimos de todas las edades, el salario mínimo de los menores de
18 años (no mostrado en el Gráfico) se incrementó un 15% frente
al 1,4% que aumentó el IPC. A partir de 1998 el salario mínimo ha
aumentado a un ritmo menor que el IPC (por ejemplo, en el periodo
comprendido entre 1996 y 2004, el SMI ha aumentado un 15%,
mientras que la inflación lo ha hecho un 21,6%). A partir de 2004
esta última tendencia se ha invertido: entre enero de 2004 y enero
de 2005 el salario mínimo se ha incrementado un 11,4% mientras
que la inflación ha aumentado un 3,2%. Esta tendencia continuará
en el futuro si finalmente se incorpora, para el año 2008, la polémica
cláusula de revisión automática del SMI a la inflación pasada (para
que el crecimiento del salario mínimo «nunca» sea inferior al in-
cremento de los precios de los últimos doce meses), tal como
solicitan los sindicatos.
Con el objetivo de analizar la influencia del salario mínimo, la
teoría económica ha utilizado tradicionalmente dos tipos de medi-
das: por un lado, el Índice de Kaitz (que se define, para el caso es-
pañol, como el cociente entre el salario mínimo y el salario medio
de la economía); y por otro lado, el porcentaje de perceptores del
salario mínimo.
Si comparásemos cómo ha evolucionado el salario mínimo res-
pecto a la ganancia media de la economía (o sea, el Índice de Kaitz)

18
GRÁFICO 2
VARIACIÓN INTERANUAL DEL SMI DE 18 Y MÁS AÑOS Y DEL IPC EN ESPAÑA
(1985-2004)

10%
Incr. Real Incr. IPC Incr. SMI
8%

6%

4%

2%

0%

-2%

Tasas de crecimiento interanuales


-4%

198 5
198 6
198 7
198 8
1 989
19 90
199 1
199 2
199 3
199 4
1 995
19 96
19 97
199 8
199 9
200 0
2 001
2 002
20 03
200 4

19
Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales e Instituto Nacional de Estadística.
Salario mínimo y mercado de trabajo

observaríamos una tendencia decreciente a lo largo de las últimas


décadas. Como ilustración valga decir que hasta mediados de los
años 70 destacó el alto peso relativo que tuvo el mínimo salarial
legal (entre 1966 y 1975 el SMI suponía el 47,7% del salario me-
dio). Dicho peso se redujo velozmente durante la segunda mitad de
la década (pasando a suponer, entre 1976 y 1982, un 39,5% del
salario medio) y ha continuado descendiendo, aunque más lenta-
mente, hasta la actualidad (Gráfico 3). No obstante, en 1990, la
homogeneización del salario mínimo para los colectivos de 16 y
17 años supuso que los Índices de Kaitz por edades evolucionaran
de forma diversa. En concreto, el del grupo de 16 años se incrementó
en 9 puntos, el del grupo de 17 años aumentó 1 punto, mientras que
el correspondiente a los mayores de 18 años descendió casi medio
punto. En 1998, con la equiparación de los salarios mínimos para
todos los grupos de edad, el Índice de Kaitz de los menores de edad
también evolucionó de forma distinta al de los mayores de 18 años,
como se deriva de dicho Gráfico. Desde 1998 hasta la actualidad el
Índice de Kaitz, para todas las edades, oscila en torno al 0,32 (es
decir, el salario mínimo viene representando alrededor del 32% del
salario medio de la economía)4.

4 A este respecto, la Carta Social Europea recomienda que el salario mínimo

represente, al menos, el 68% de la retribución media. Sin embargo, es conveniente


apuntar que existen varias razones que pueden ser postuladas tanto a favor como
en contra del establecimiento o el incremento de los salarios mínimos. Los de-
tractores de esta figura apuntan los efectos perniciosos que causan los salarios
mínimos sobre el empleo de los colectivos con menor cualificación —Gramlich
(1976), Deere et al. (1995) y Neumark y Wascher (2004)—. Además, señalan
que la fijación de salarios mínimos no reduce necesariamente la pobreza; los per-
ceptores de salarios mínimos no son mayoritariamente miembros de familias de
renta baja. Por el contrario, los defensores de los salarios mínimos —Card y
Krueger (1995), Manning y Machin (1996) y Manning (2003)— señalan que estos
no reducen el empleo, o incluso pueden llegar a incrementarlo, y además, pro-
porcionan al trabajador un salario digno para evitar una explotación excesiva en
el mercado laboral.

20
GRÁFICO 3
EVOLUCIÓN DEL ÍNDICE DE KAITZ POR EDADES EN ESPAÑA
(1981-2004)

40%
16 años 17 años 18 y más años
35%

30%

25%

20%

15%

10%

IK = Salario mínimo según edad / Salario medio de la economía


1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004

21
Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Encuesta Trimestral de Coste Laboral (INE).
Salario mínimo y mercado de trabajo

En cuanto al número de trabajadores afectados por el SMI deben


distinguirse tres casos. El de los asalariados cuya remuneración
viene fijada «directamente» por el mínimo, el de aquellos que la
fijan en los convenios colectivos pero que, «indirectamente», pue-
den verse afectados por el SMI y, por último, el de los beneficiarios
de prestaciones socio-laborales que toman como referencia el SMI.
De forma «directa» el número de trabajadores afectados por el
SMI en España es bastante reducido y, además, ha ido en descenso
a lo largo de los últimos años. Dolado y Felgueroso (1997) estima-
ron que en 1995 en torno a 500.000 asalariados serían perceptores
del mismo. En el año 2003, de acuerdo con la información provista
por Eurostat, la cobertura directa del SMI abarcaba al 0,86% de los
asalariados españoles, lo que significa un montante de 116.900
personas.
Aunque el salario mínimo afecte de manera «directa» a un redu-
cido número de trabajadores, de forma «indirecta» puede influir
sobre el resto de los salarios de la economía, dado que, en general,
puede decirse que el salario mínimo es un punto de referencia para
la negociación colectiva, relevante sobre todo para los grupos menos
cualificados. A este respecto nos referiremos con algún detalle adi-
cional en el Capítulo V.
Hasta el nuevo decreto de julio de 2004, el salario mínimo servía
también como indicador de acceso o referencia para numerosos
subsidios y prestaciones sociales (desempleo, topes mínimos y
máximos de la prestación por desempleo, renta activa de inserción,
subsidio agrario, etc.) Además, tenía trascendencia para poder ac-
ceder a determinados beneficios sociales como ayudas para vivien-
das de protección oficial, becas de estudios, pensiones y justicia
gratuita. A modo de ejemplo, la prestación asistencial al desempleo
era el 75% del SMI para un parado mayor de 18 años sin de-
pendientes familiares, y el 100-125% del SMI para desocupados

22
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

mayores de 45 años con dos o más dependientes5. Para poder obtener


una vivienda de protección oficial se habían de tener unos ingresos
inferiores a 5 veces el SMI. En todos estos casos la repercusión del
salario mínimo sobre el gasto público era plena, ya que dichas pres-
taciones aumentaban sistemáticamente cuando lo hacía el SMI. Por
tanto, si se producían cambios importantes en el salario mínimo
también se producían sustanciales efectos presupuestarios.
Con el decreto de 2004 sobre regulación del SMI se ha creado
un nuevo indicador de referencia: el Indicador Público de Rentas
de Efectos Múltiples (IPREM) de igual cuantía que el salario míni-
mo anterior al nuevo decreto, revalorizándose en el futuro de acuer-
do con la tasa de inflación prevista6. Dicho indicador se utilizará
como referencia del nivel de renta que sirva para determinar la cuan-
tía de determinadas prestaciones o para acceder a determinados be-
neficios. El seguro de paro y las otras partidas presupuestarias,
anteriormente mencionadas, que antes estaban ligadas al SMI crece-
rán a partir de ahora de acuerdo con el IPREM. A modo de ejem-
plo, la cuantía mínima de dicha prestación será del 80% o del 107%
del IPREM, según el trabajador no tenga o tenga, respectivamente,
hijos a su cargo. La cuantía máxima de la prestación por desem-
pleo será del 175% del IPREM, salvo cuando el trabajador tenga
uno o más hijos a su cargo; en tal caso, la cuantía será del 200% o
del 225% de dicho indicador (véase el Cuadro 2). Este Cuadro
recoge igualmente información sobre la indiciación del subsidio de
desempleo, la renta activa de inserción, etc.). No obstante, se

5 Además, como tope máximo, la prestación al desempleo era el 170% del


Salario Mínimo Interprofesional para un parado mayor de 18 años sin dependientes
familiares y el 220% para parados con dos o más hijos.
6 La cuantía de dicho indicador se determinará anualmente en la Ley de Presu-

puestos Generales del Estado teniendo en cuenta, al menos, la previsión de la


inflación, tras consulta previa del Gobierno a las organizaciones empresariales y
sindicales más representativas.

23
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 2
SISTEMA DE PROTECCIÓN AL DESEMPLEO

SMI IPREM
PRESTACIÓN POR DESEMPLEO CONTRIBUTIVO
Los requisitos de las rentas y, en su Cuantías máximas y mínimas de la
caso, responsabilidades familiares prestación:
para el acceso y mantenimiento de MÁXIMAS:175% del IPREM para
la misma trabajadores sin hijos
Cómputo de las rentas de los hijos 200% del IPREM para
para fijar las cuantías máximas y mí- trabajadores con 1 hijo
nimas de la prestación, así como en 225% del IPREM para
relación con la estimación de respon- trabajadores con más de 1 hijo
sabilidades familiares MÍNIMAS: 80% del IPREM para tra-
bajadores sin hijos
107% del IPREM para
trabajadores con hijos
* (Desempleo por pérdida de empleo
a tiempo parcial. Porcentaje del
IPREM en función de las horas tra-
bajadas)

SUBSIDIO POR DESEMPLEO (NIVEL ASISTENCIAL)


Los requisitos de las rentas y, en su Cuantía general del subsidio: 80%
caso, responsabilidades familiares del IPREM mensual vigente
para el acceso y mantenimiento del Mayores 45 años: se determinará en
mismo función de las responsabilidades fa-
miliares:
80% del IPREM con 1 o
ningún familiar a su cargo
107% del IPREM con 2
familiares a su cargo
133% del IPREM con 3 o
más familiares a su cargo
RENTA ACTIVA DE INSERCIÓN

Los requisitos de las rentas y, en su Cuantía de la renta activa de inser-


caso, responsabilidades familiares ción: 80% del IPREM
para el acceso y mantenimiento del
mismo

24
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

CUADRO 2
SISTEMA DE PROTECCIÓN AL DESEMPLEO
(Continuación)

SUBSIDIO POR DESEMPLEO A FAVOR DE LOS TRABAJADORES


EVENTUALES INCLUIDOS EN EL RÉGIMEN ESPECIAL AGRARIO

Los requisitos de las rentas y, en su Cuantía del subsidio: 80% del


caso, responsabilidades familiares IPREM
para el acceso y mantenimiento del
mismo

Fuente: Elaboración propia a partir del Artículo 3, R.D.L. 3/ 2004 de 25 de junio.

mantienen vinculados al salario mínimo los requisitos para el ac-


ceso y mantenimiento de las prestaciones por desempleo y los re-
quisitos de acceso o mantenimiento de las pensiones de viudedad y
orfandad.

2. El salario mínimo en los países de la OCDE:


un análisis comparado

Existen, básicamente, dos sistemas para establecer el salario mí-


nimo en los países de la Unión Europea y en Estados Unidos: a tra-
vés de la ley o a través de la negociación colectiva. En el primer
sistema, los salarios mínimos pueden ser establecidos por la legis-
lación nacional. Más específicamente, los salarios mínimos suelen
ser fijados por el gobierno, normalmente, tras consulta previa con
las organizaciones empresariales y sindicales. Esto es así en deter-
minados países como España, Francia, Holanda, Portugal, Luxem-
burgo, el Reino Unido y Estados Unidos. En estos países existen
también mínimos salariales sectoriales impuestos por la negocia-
ción colectiva. Además, en todos estos países, excepto en EE.UU.,
estos salarios mínimos establecidos en los convenios colectivos (que
25
Salario mínimo y mercado de trabajo

no pueden ser inferiores al mínimo fijado por el gobierno) pueden


extenderse a las partes no firmantes si así lo considera oportuno el
gobierno.
Hay que destacar el caso del Reino Unido donde se ha implan-
tado en 1999, por primera vez en su historia, un salario mínimo
nacional. Con anterioridad no había salarios mínimos, desde la abo-
lición en 1993 de los Consejos Salariales (Wages Councils). En con-
secuencia, los salarios quedaban enteramente al arbitrio de las ne-
gaciones individuales o colectivas, según los sectores.
En el segundo sistema, los salarios mínimos son fijados a través
de la negociación colectiva y suelen ser vinculantes para las partes
no firmantes. Este es el sistema, por ejemplo, de Bélgica, Grecia,
Alemania e Italia. Sin embargo, existen importantes diferencias en
el salario mínimo de estos países. En Bélgica y Grecia existe un
único salario mínimo para toda la economía, mientras que en Italia
y Alemania existen distintos salarios mínimos por sectores, los
cuales pueden diferir considerablemente.
El Cuadro 3 proporciona información de estos sistemas de fija-
ción, así como de la entrada en vigor de los salarios mínimos en
diversos países de la OCDE (en Alemania, Bélgica, España, Fran-
cia, el Reino Unido, Grecia, Holanda, Italia, Luxemburgo, Portu-
gal y Estados Unidos). Respecto a este último aspecto, hay que se-
ñalar que fue EE.UU. el primer país que introdujo un salario mínimo,
concretamente en el año 1938. Sesenta años más tarde se estable-
ció en el Reino Unido.
Los salarios mínimos pueden variar, según el país considerado,
por edad, ocupación industrial, región, estado civil, antigüedad en
el puesto de trabajo e incluso por el número de dependientes. Así,
por ejemplo, en Bélgica, Francia, el Reino Unido, Holanda, Luxem-
burgo, Portugal, EE.UU., Alemania e Italia, se les permite a las em-
presas remunerar a cierto tipo de trabajadores (los más jóvenes) por

26
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

CUADRO 3
CARACTERÍSTICAS DE LOS SALARIOS MÍNIMOS
EN ALGUNOS PAÍSES DE LA OCDE

País Entrada Características


en vigor
ALEMANIA No hay salario mínimo nacional. Existen dis-
tintos salarios mínimos por sectores fijados por
acuerdos nacionales
BÉLGICA 1975 Negociación colectiva. Acuerdos nacionales
mejorados por los convenios de ramas
ESPAÑA 1963 Salario mínimo legal nacional, mejorado por los
convenios colectivos
FRANCIA 1950 Salario mínimo legal nacional, mejorado por los
convenios de ramas
R. UNIDO 1999 Salario mínimo legal nacional. Desde 1993 a
1999 no hubo salario mínimo. Con anterioridad
a 1993 se fijaban por los Consejos Salariales
(Wages Councils)
GRECIA 1953 Negociación colectiva. Acuerdo nacional de
obligado cumplimiento (o fijado por el gobier-
no en ausencia de acuerdos)
HOLANDA 1968 Salario mínimo legal nacional, mejorado por los
convenios colectivos. El gobierno puede sus-
pender o alterar el incremento del salario míni-
mo si la tasa de desempleo está por encima de
cierto nivel
ITALIA No hay salario mínimo nacional. Existen dis-
tintos salarios mínimos por sectores fijados por
acuerdos nacionales
LUXEMB. 1944 Salario mínimo legal nacional
PORTUGAL 1974 Salario mínimo legal nacional fijado por el go-
bierno tras consulta con la Comisión Permanente
para la Cooperación Social. Mejorado por los
convenios colectivos
EE.UU. 1938 Salario mínimo legal nacional. Salario mínimo
para cada Estado igual o por encima del salario
mínimo federal

Fuente: Dolado et al. (1996), OCDE (1998), Neumark y Wascher (2004), Low
Pay Commission, Dept. of Trade and Industry, UK (2004).

27
Salario mínimo y mercado de trabajo

debajo del mínimo legal. España se diferencia, en la actualidad, de


los países europeos considerados y de Estados Unidos, en que es el
único país en el que no existe una reducción por edad o exención
para ciertos grupos de trabajadores. Véase a este respecto el Cuadro
4. En dicho Cuadro se puede apreciar también que existe una clara
tendencia a la relajación de las leyes de salarios mínimos. Los apren-
dices o los trabajadores del sector público no están cubiertos fre-
cuentemente por el mínimo legal (Bélgica, Francia, Grecia, el Reino
Unido y Luxemburgo).
El salario mínimo de los jóvenes en relación con el salario mí-
nimo de los adultos en los países europeos y en EE.UU. se puede
observar en el Cuadro 5. Hay que destacar que en Bélgica, Francia,
Holanda y Luxemburgo existen diferentes submínimos para cada
grupo de edad (pudiendo oscilar entre el 30% y el 94% del salario
mínimo de los adultos). Sin embargo, en Portugal y en el Reino
Unido existe un único submínimo para los empleados de menor edad
(entre el 75% y el 85% del salario mínimo de los adultos). El Cuadro
5 proporciona también información acerca de los factores que inci-
den en la determinación del salario mínimo. Estos factores son,
básicamente, dos: la evolución del Índice de Precios al Consumo y
la situación coyuntural (España, Francia, Grecia y Portugal). Otra
regularidad que se puede constatar a partir del Cuadro es la tendencia
que se registra en los últimos años a reducir o incluso a suprimir, el
requisito de que los salarios mínimos se ajusten a la evolución del
coste de la vida. Así, por ejemplo, de los países considerados sólo
en Bélgica y en Luxemburgo existe indiciación automática a los
precios.
La medida más frecuentemente utilizada para estudiar el impacto
de los salarios mínimos sobre el mercado laboral es, como se ha
visto anteriormente, el Índice de Kaitz. La evolución de estos índices
se puede ver en el Cuadro 6. En la mayoría de los países considerados

28
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

CUADRO 4
VARIANTES Y EXCLUSIONES DEL SALARIO MÍNIMO
EN ALGUNOS PAÍSES DE LA OCDE

País Variantes Exclusiones


ALEMANIA Industria. Algunas industrias
poseen submínimos para jó-
venes
BÉLGICA Edad. Submínimos para em- Trabajadores del sector pú-
pleados menores de 21 años blico. Aprendices
ESPAÑA
FRANCIA Edad. Submínimos para tra- Minusválidos, incapacitados.
bajadores menores de 18 Trabajadores públicos. Los
años aprendices reciben entre el
25% y el 75% del salario mí-
nimo
R. UNIDO Edad. En 2004 se ha intro- Aprendices en edades com-
ducido un salario mínimo prendidas entre 16 y 17 años
para menores de 18 años
GRECIA Antigüedad y estado civil Trabajadores de 16 y 17 años.
Trabajadores públicos
HOLANDA Edad. Submínimos para los
empleados menores de 23
años
ITALIA Industria. Algunas industrias
poseen submínimos para jó-
venes
LUXEMB. Edad. Submínimos para los Trabajadores del sector público
menores de 18 años

PORTUGAL Edad. Submínimos para los Empleados de las fuerzas


menores de 18 años armadas
EE.UU. Por Estados. Submínimos Personal ejecutivo, adminis-
para jóvenes y aprendices en trativo y profesional, así como
ciertos Estados otros grupos específicos y re-
ducidos de trabajadores

Fuentes: Dolado et al. (1996), OCDE (1998), Neumark y Wascher (2004), Low
Pay Commission, Dept. of Trade and Industry, UK (2004).

29
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 5
DETERMINACIÓN DEL SALARIO MÍNIMO GENERAL
Y SUBMÍNIMOS POR EDAD EN ALGUNOS
PAÍSES DE LA OCDE

País Determinación Submínimos


por edad
(% del mínimo
de los adultos)

ALEMANIA Los mínimos acordados en el ámbito Submínimos para


industrial se generalizan si los empre- jóvenes en ciertas
sarios firmantes del mismo engloban, industrias
al menos, al 50% del total de trabaja-
dores de dicha industria. En caso con-
trario, el Estado puede convocar una
comisión en la que participan los agen-
tes sociales
BÉLGICA En función de la evolución del índice 70% para trabajado-
de precios al consumo res de 16 años o
menos años y un in-
cremento adicional
de un 6% por cada
año, hasta los 21
ESPAÑA Tiene en cuenta el IPC, la productivi- No hay distinción
dad media nacional alcanzada, el in- por edades desde
cremento de la participación del traba- 1998
jo en la renta nacional y la coyuntura
económica en general
FRANCIA Depende del incremento de los precios 80% para los traba-
al consumo y del aumento del salario jadores de 16 años
real de los trabajadores manuales
90% para los de 17
años (durante 6 me-
ses)
R. UNIDO Se revisa regularmente de acuerdo con 85% para los traba-
las recomendaciones de una comisión jadores entre 18 y
independiente (Low Pay Commission). 21 años
No está prevista la indiciación a los
precios
GRECIA No hay indiciación automática. La tasa Menores de 18 años
puede revisarse 2 o 3 veces al año no cubiertos

30
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

CUADRO 5
DETERMINACIÓN DEL SALARIO MÍNIMO GENERAL
Y SUBMÍNIMOS POR EDAD EN ALGUNOS
PAÍSES DE LA OCDE (continuación)

País Determinación Submínimos


por edad
(% del mínimo
de los adultos)

HOLANDA Depende de la evolución del salario Submínimos para


medio negociado en el sector privado. menores de 23 años,
El gobierno puede alterar el incremen- que fluctúan entre
to si la tasa de desempleo supera cierto el 85% para los de
nivel 22 años y el 30%
para los de 17 años
ITALIA Acuerdos específicos en el ámbito sec- Submínimos para
torial que se generalizan a toda la in- jóvenes en ciertas
dustria industrias
LUXEMB. Indiciación a los precios al consumo. 40% para los traba-
Revalorización bianual en función de jadores de 15 años,
la evolución de los precios y salarios 70% para los traba-
jadores de 16 años,
80% para los traba-
jadores de 17 años
PORTUGAL Revisión anual de acuerdo con la in- 75% para los me-
flación y las circunstancias económicas nores de 18 años
EE.UU. No hay indiciación automática a pre- Submínimos para
cios o salarios jóvenes en ciertos
Estados

Fuentes: Dolado et al. (1996), OCDE (1998), Neumark y Wascher (2004), Low
Pay Commission, Dept. of Trade and Industry, UK (2004).

el salario mínimo ha descendido en relación con el salario medio


de las respectivas economías. Los niveles de estas ratios eran supe-
riores a mediados de los años 70 que en el año 2000 o, en los casos
en que se dispone de información, que en 2004, (lo que supone que
la variación de los salarios mínimos ha sido menor a la de los salarios

31
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 6
EVOLUCIÓN DE LOS ÍNDICES DE KAITZ
EN ALGUNOS PAÍSES DE LA OCDE

País 1976 1992 2000 2004


(a) (b) (c) (d)
ALEMANIA 0,60 0,55 (1991) 0,58
BÉLGICA 0,58 0,60 0,49
ESPAÑA 0,48 0,32 (1994) 0,32 0,35
FRANCIA 0,58 0,50 (1993) 0,62 0,50
REINO UNIDO 0,43 0,40 (1993) 0,42 0,39
GRECIA 0,69 0,62 (1995) 0,51 0,43
HOLANDA 0,64 0,55 (1993) 0,47 0,62
ITALIA 0,78 0,71 (1991) 0,71
LUXEMBURGO 0,41 0,56 0,49
PORTUGAL 0,48 0,45 (1993) 0,38 0,43
EE.UU. 0,47 0,39 (1993) 0,36 0,32

Fuentes:
(a) Neumark y Wascher (2004). Salario mínimo como porcentaje del salario
medio y del mediano.
(b) Dolado et al. (1996). Salario mínimo como porcentaje del salario medio.
(c) Neumark y Wascher (2004). Salario mínimo como porcentaje del salario
medio y del mediano.
(d) Low Pay Commission (2004). Salario mínimo como porcentaje del salario
medio.

medios). Es conveniente señalar, además, que España y Estados


Unidos cuentan con los Índices de Kaitz más bajos de los países en
cuestión (0,35 y 0,32 respectivamente, en 2004), por debajo de la
media existente en el resto de los países europeos (alrededor del
0,40-0,60). No obstante, conviene subrayar que este fenómeno es
relativo para el caso español, ya que en el resto de los países consi-
derados existen submínimos para los trabajadores de menor edad
como se acaba de constatar.
Por lo que respecta a los trabajadores afectados hay que destacar,
según los últimos datos disponibles, que existen diferencias conside-
rables entre países. Francia (13,4%) y Luxemburgo (18%) cuentan

32
El salario mínimo en España y en los países de su entorno

con un porcentaje de trabajadores sujetos al salario mínimo sensi-


blemente superior al resto de los países considerados. Además de
estos datos hay que destacar que, en la mayoría de los países seña-
lados, los más afectados por las modificaciones de los salarios mí-
nimos son, básicamente, las mujeres y los trabajadores a tiempo
parcial. Por ejemplo en Holanda, en Portugal y en el Reino Unido
el porcentaje de mujeres afectadas por el salario mínimo más que
duplica al de los hombres. En algunos países, como por ejemplo en
España y en el Reino Unido, además de los grupos anteriormente
mencionados, son sensibles al salario mínimo los trabajadores más
jóvenes (en concreto los menores de 21 años). Véase, para mayor
detalle, el Cuadro de la página siguiente.

33
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 7
TRABAJADORES AFECTADOS POR SALARIO MÍNIMO
EN ALGUNOS PAÍSES DE LA OCDE
1985 1993 2003
García de Blas (1986) Dolado et al. (1996) Eurostat
ALEMANIA
BÉLGICA 4%
ESPAÑA 5% asalariados 6,5% (básicamente 0,86%
(380.000) mujeres, menores
de 21 años y traba-
jadores a tiempo
parcial)
FRANCIA 9% asalariados de 11% (básicamente 13,4%
agricultura, indus- mujeres y trabaja-
tria y servicios dores a tiempo par-
(1.500.000) cial)
REINO 13% asalariados Básicamente muje- 1,4% (dato de
UNIDO (2.700.000) res, menores de 21 2004)
años y trabajadores
a tiempo parcial
GRECIA 20% asalariados 20%
(340.000)
HOLANDA 3,2% (básicamente 2,24%
mujeres y trabaja-
dores a tiempo par-
cial)
ITALIA
LUXEMB. 11% 18% (dato de
2004)
PORTUGAL 20% asalariados de 8% 5,69%
industria y servi-
cios (1.500.000)
EE.UU. 6%-11% asalaria- 4% (básicamente 1,4%
dos (10.000.000) jóvenes, mujeres,
trabajadores de co-
lor, hispanos y tra-
bajadores a tiempo
parcial)
Fuentes: García de Blas (1986), Dolado et al. (1996), Haugen (2003) y Eurostat
(2005).

34
III. La teoría
de los salarios mínimos

En este Capítulo efectuaremos una breve reseña sobre los efec-


tos que, desde el punto de vista teórico, tiene el establecimiento o
la revisión de un salario mínimo sobre las principales magnitudes
del mercado de trabajo. Comenzaremos describiendo las prediccio-
nes que se derivan del modelo perfectamente competitivo para con-
tinuar con algunas ampliaciones del mismo. Más tarde nos referi-
remos al monopsonio y una variante del mismo formulada muy
recientemente a la que podríamos denominar de «competencia
monopsonística».

1. El modelo competitivo de referencia

De entre las diferentes alternativas teóricas existentes, el mode-


lo competitivo nos ofrece un buen punto de partida para analizar el
efecto del establecimiento o de la revisión de un salario mínimo
sobre las magnitudes fundamentales del mercado de trabajo.
La versión más simple (Figura 1) de este modelo presupone la
existencia de trabajadores homogéneos (en cuanto a su cualifica-
ción y al nivel de esfuerzo que desarrollan), la plena movilidad del
trabajo y la existencia de un número muy amplio de oferentes y

35
Salario mínimo y mercado de trabajo

FIGURA 1
ESTABLECIMIENTO DE UN SALARIO MÍNIMO EN
UN MERCADO DE TRABAJO PERFECTAMENTE COMPETITIVO
w

SL

w mín

w0

DL

E mín E0 S mín E
Fuente: Elaboración propia.

demandantes independientes (estructura atomizada del mercado)


que aceptan el salario como un dato. En estas condiciones se esta-
blecería un salario de equilibrio en el que el mercado «se vacía», y
en el que no existen demandas (puestos vacantes) ni ofertas (perso-
nas en busca de empleo) insatisfechas.
En este caso, los efectos del establecimiento de un salario míni-
mo legal wmín efectivo (por encima del nivel de equilibrio, w0 ) son
inmediatamente predecibles: a la nueva tarifa salarial los empresa-
rios contratarán menos trabajadores que antes ( Emín < E0 ), aumen-
tará el número de buscadores de empleo ( S mín > E0 ), dado que el
36
La teoría de los salarios mínimos

coste de oportunidad de no trabajar es mayor y, en consonancia,


aparecerá un montante de desempleo involuntario ( S mín − Emín ),
tanto mayor cuanto mayores sean, en valor absoluto, las elasticida-
des de la oferta y de la demanda de trabajo y cuanto más grande sea
la distancia que separe al salario mínimo del de equilibrio.
No existe, probablemente, ningún mercado laboral que funcio-
ne bajo estas condiciones idealizadas, incluido, ciertamente, el es-
pañol. La composición laboral es sumamente heterogénea, existen
restricciones a la movilidad del trabajo, la fijación de los salarios
no se lleva a cabo, normalmente, mediante un «tira y afloja» indi-
vidual y los agentes tienen deficiencias en su información. A pesar
de todo ello, puede argumentarse cómo las herramientas básicas del
esquema competitivo (esto es, el análisis basado en el juego de la
oferta y la demanda) van a seguir siendo, en esencia, válidas.
Centrémonos, primeramente en la cuestión de quién fija las ta-
rifas salariales. Como señala Sánchez Molinero (1992), es norma
habitual en muchos países que los salarios se fijen mediante un me-
canismo de negociación colectiva en el que, idealmente, estarían
implicados dos sindicatos, uno laboral y otro de empresarios. Es
cierto que el salario ya no se fijaría mediante un cúmulo de nego-
ciaciones bilaterales, sino mediante una única negociación a escala
multilateral en la que primarían especialmente los argumentos de
presión que cada uno de los dos grupos pueda aducir. No obstante,
las funciones de oferta y demanda de trabajo seguirían existiendo,
y tras de ellas se seguirían escondiendo las decisiones de un am-
plio número de agentes individuales y optimizadores que, además,
continuarían aceptando el salario negociado como un dato.
El segundo problema que debemos abordar se refiere a la hete-
rogeneidad de las plantillas. Cualquier estudio, a escala más o me-
nos agregada, presupone considerar la existencia de trabajadores
con características diversas y, por tanto, presumir la existencia de

37
Salario mínimo y mercado de trabajo

diferencias salariales incluso en condiciones de equilibrio. Estas di-


ferencias serían, en el largo plazo, de carácter básicamente com-
pensatorio, aunque en el corto plazo podrían reflejar la existencia,
entre otras cosas, de deficiencias informativas o de restricciones a
la movilidad laboral. En un entorno con estas características, el es-
tablecimiento o revisión de un salario mínimo legal afectaría con
mayor probabilidad a aquellas industrias o sectores más intensivos
en mano de obra descualificada y de escasa experiencia, y a aque-
llos colectivos poblacionales en los que abunden dichas caracterís-
ticas, como es el grupo de los adolescentes.

2. Ampliaciones del modelo competitivo

Sin abandonar las herramientas básicas que nos provee el mo-


delo de competencia, es posible incorporar al análisis algunas am-
pliaciones o «refinamientos» con los que resulta posible racionali-
zar ciertos comportamientos que, en ocasiones, se han observado
en los estudios empíricos.
El primero de estos efectos, centrado en la oferta de trabajo,
explica cómo es posible que los salarios mínimos reduzcan el em-
pleo de los colectivos afectados y, sin embargo, afecten de una
manera más amortiguada a la actividad y al desempleo de los mis-
mos. Se trata del denominado «efecto desánimo» que operaría de
la forma siguiente. En un marco sencillo de decisión intertemporal
con incertidumbre, los oferentes de trabajo tendrán en cuenta, a la
hora de decidir su participación o no en el mercado laboral, el flujo
de ingresos presentes y futuros descontados que tal decisión aca-
rrea. Centrémonos, por ejemplo, en el colectivo adolescente que,
como hemos visto, es muy susceptible de verse afectado por los
efectos de un salario mínimo. Siguiendo el argumento de Pérez et

38
La teoría de los salarios mínimos

al. (2002), las alternativas de un individuo de este grupo son, en


esencia, dos: buscar empleo hoy en los sectores más descualificados
o bien aguardar, formarse e iniciar la búsqueda más tarde en secto-
res que reclaman mayor grado de cualificación. Los ingresos espe-
rados, en el primer caso, dependen inversamente de la tasa de paro
de los colectivos de menor cualificación y directamente del salario
que, presumiblemente, se cobraría (con gran probabilidad el míni-
mo). En el caso de formarse y de retrasar la incorporación al mer-
cado laboral, los ingresos esperados dependerían, de forma inversa,
de los costes de formación y de la tasa de paro de los más cualifica-
dos, y de manera directa del salario que cobran los trabajadores con
formación (superior al salario mínimo). En estas circunstancias, los
efectos sobre la participación adolescente de un aumento del salario
mínimo no resultan directamente predecibles. Por un lado, aumen-
taría su participación laboral (dado que el salario que, presumi-
blemente, cobrarían de encontrar trabajo hoy es mayor); pero, por
otro lado, se desincentivaría dicha participación, «efecto desánimo»,
dado que, en la medida en que la revisión del mínimo salarial au-
mente la tasa de paro adolescente, la probabilidad de encontrar
trabajo en el sector descualificado es ahora menor.
En la Figura 2 el impacto del «efecto desánimo» queda plasma-
do en la contracción que experimenta la curva de oferta de trabajo
inicial, (desde S L hasta S L′ ), asociada a la reducción en la probabi-
lidad de encontrar empleo que acarrea el establecimiento del sala-
rio mínimo. Puede apreciarse cómo el aumento total en el montante
de activos es menor que en ausencia de este efecto ( S mín ′ < S mín ), y
algo similar ocurre en el caso del aumento del desempleo involun-
′ − Emín < S mín − Emín ).
tario ( S mín
El segundo refinamiento del modelo competitivo predice unos
efectos sobre el empleo más suavizados. Se trata del denominado
«efecto shock». De acuerdo con González (2000), este efecto pre-

39
Salario mínimo y mercado de trabajo

FIGURA 2
EL «EFECTO DESÁNIMO»

w
,
SL SL

wmín

w0

DL

,
E mín E 0 S mín S mín E
Fuente: Elaboración propia.

supone que los empresarios, ante el encarecimiento del trabajo que


implica un aumento del mínimo salarial, revisan sus procesos pro-
ductivos y tienden a organizar mejor la tecnología y el stock de
capital disponibles. En la medida en que esto sea cierto, la revisión
del salario mínimo vendría acompañada por la mejora en la pro-
ductividad del trabajo, que expandiría la demanda de dicho factor
y amortiguaría los efectos perniciosos que, en principio, cabría
esperar que se derivasen sobre el nivel de empleo. En la Figura 3 el
«efecto shock» se plasmaría en la expansión de la curva de demanda
de trabajo (desde DL hasta DL′ ). En este caso, el impacto sobre el
empleo sería menor que en ausencia del efecto, ( Emín′ > Emín ).
40
La teoría de los salarios mínimos

FIGURA 3
EL «EFECTO SHOCK»

SL

wmín

w0

,
DL
DL

,
E mín E mín E 0 S mín E
Fuente: Elaboración propia.

Debe apuntarse, no obstante, que para que este efecto tenga


sentido es necesario presuponer que los empresarios adolecen de
ciertas deficiencias informativas asociadas a que, con incertidum-
bre, la adquisición de la información acarrea un coste. Estas defi-
ciencias les inducirían, con salarios bajos, a no optar por la solu-
ción organizativa de menor coste. No obstante, el encarecimiento
del trabajo podría hacer rentable la búsqueda de nuevas formas
organizativas que antes, simplemente, no eran tomadas en consi-
deración.

41
Salario mínimo y mercado de trabajo

3. El monopsonio

Durante largo tiempo el modelo de monopsonio fue considera-


do poco más que una simple curiosidad teórica en cuanto a su apli-
cación al asunto de los salarios mínimos. No obstante, la publica-
ción a mediados de los años noventa de varias investigaciones en
las que aparecían resultados que contradecían las predicciones del
modelo competitivo, confirieron al modelo de monopsonio cierta
relevancia7.
En el monopsonio puro solamente existe un único demandante
de trabajo (una única empresa o entidad a la que ofrecer los servi-
cios laborales). De acuerdo con ello, la oferta de trabajo de todo el
mercado (con pendiente positiva) y la oferta particular de la em-
presa monopsonística coincidirán. Con una curva de oferta creciente,
la única forma que tiene la empresa de captar un trabajador adicio-
nal es satisfacer (a él y al resto de la plantilla) un salario mayor.
Por este motivo, a cada nivel de empleo, el coste asociado a la cap-
tación de un empleado adicional (o sea, el coste marginal del factor
– CMg L –) es superior al salario que debe pagarse a ese trabajador
(que vendría reflejado en la curva de oferta – S L –). Este es el mo-
tivo por el que en la Figura 4, la curva CMg L discurre siempre sobre
S L ).
El empleo de equilibrio en monopsonio, E0 , se determina por
la intersección entre la curva de demanda ( DL , que se asocia con
el valor de la productividad marginal o ingreso marginal que la em-
presa deriva del uso del factor) y la curva de coste marginal del factor
( CMg L ). Para conseguir reclutar ese volumen de empleo la empresa

7Entre otras, tienen especial relevancia las de Katz y Krueger (1992), Card
y Krueger (1994), Dickens et al. (1994), Manning y Machin (1996) y Dolado et
al. (1996).

42
La teoría de los salarios mínimos

FIGURA 4
EL MONOPSONIO
w
CMgL

SL
w PMgL b

wCP c
w0 a

DL

E0 E CP E

Fuente: Elaboración propia.

pagará a cada trabajador un salario ( w0 ), determinado por la curva


de oferta ( S L ). La remuneración recibida es, por tanto, inferior al
ingreso marginal del trabajo, hecho conocido como «poder monop-
sonista» (segmento ab de la Figura 4). Si este mercado hubiera fun-
cionado en condiciones competitivas, el equilibrio lo determinaría
el punto c, donde se igualaría la demanda y la oferta (que en este
caso estaría atomizada entre una gran variedad de empresas). Esto
es, se habrían contratado ECP trabajadores y se pagaría un salario
wCP . Así pues, el poder monopsonista se materializa en un menor
montante de empleo y un salario más reducido que en condiciones
competitivas. Evidentemente, la contrapartida de este fenómeno es

43
Salario mínimo y mercado de trabajo

que el beneficio del empresario monopsonista se sitúa por encima


de la suma de los que obtendrían los empresarios competitivos.
Los efectos de un salario mínimo fuera del segmento ab son los
mismos que en condiciones competitivas. Un salario mínimo por
debajo del salario de monopsonio ( w0 ) resultaría inoperante; uno
por encima del valor de la productividad marginal del trabajo
( wPMgL ) reduciría el empleo (con respecto a E0 ). No obstante, los
salarios mínimos ubicados dentro del segmento ab acarrean un efec-
to paradójico: el salario cobrado por los trabajadores aumentaría (al
nivel del salario mínimo) y también lo haría el nivel de empleo y
de eficiencia. La razón de esto se encuentra, evidentemente, en el
recorte del «poder monopsonista» al que obliga la implantación del
salario mínimo. De hecho, un mínimo establecido al nivel wCP
aumentaría el empleo hasta ECP y emularía perfectamente el equi-
librio competitivo.

4. La «competencia monopsonística»

Una de las aportaciones más recientes sobre la posible vigencia


del modelo de monopsonio como una correcta interpretación de los
mercados de trabajo contemporáneos se recoge en el libro de Manning
(2003). De acuerdo con esta visión, cada empresa individual man-
tiene un determinado grado de «poder monopsonístico» asociado a
una cierta «fidelidad» de sus trabajadores, los cuales no abandona-
rían masivamente la empresa si ésta redujera marginalmente el sa-
lario que les ofrece. Esta «fidelidad» se explicaría por las múltiples
rigideces que los procesos de búsqueda de empleo acarrean: las
deficiencias informativas de los trabajadores, las limitaciones a la
movilidad geográfica u ocupacional, las restricciones domésticas,
etc. El resultado es que cada empresa concreta se enfrentará a una

44
La teoría de los salarios mínimos

curva de oferta individual con perfil creciente, lo que le conferirá


un cierto grado de «poder de monopsonio». Este último fenómeno
posibilitaría, como hemos visto, potenciales efectos beneficiosos
sobre el empleo de ciertos salarios mínimos.
Así pues, según la hipótesis de Manning, podríamos concebir a
buena parte de los mercados laborales como estructuras conforma-
das por múltiples unidades contratadoras de trabajo, cada una de
ellas dotada de un cierto grado de «poder monopsonista». De acuer-
do con lo anterior (y a diferencia del monopsonio puro), la compe-
tencia entre empresas sigue estando presente, lo que nos permite
augurar que el «poder monopsonista» de cada unidad ha de ser bas-
tante limitado y tanto menor, cuanto mayor sea el periodo de tiempo
que consideremos, dado que a largo plazo se perfeccionan los pro-
cesos de búsqueda y se resuelven buena parte de las incertidum-
bres. Este limitado «poder monopsonista» se traduciría, por tanto,
en una menor probabilidad de «éxito» del salario mínimo.
Es más, si pensamos que la empresa goza de capacidad para
contratar trabajadores con diferentes niveles de calidad, el «poder
monopsonista» asociado a cada calidad en particular podría ser prác-
ticamente nulo. Una reducción marginal del salario ofrecido aca-
rrearía una sustitución de los trabadores con mayor productividad
marginal por otros con una calidad más acorde al nuevo salario. En
términos agregados, el tamaño de la plantilla puede no haber variado
en demasía, pero en lo referente a los de calidad alta (la afectada,
en este caso, por la reducción salarial) la curva de oferta no distaría
demasiado de la horizontal. De acuerdo con esto, y en lo referente
a la captación de cada uno de los tipos de trabajo de calidad deter-
minada, el «poder de monopsonio» de una empresa concreta sería
tremendamente reducido.

45
Salario mínimo y mercado de trabajo

5. La importancia del trabajo empírico

Puede que el enfoque perfectamente competitivo no se adecue


con precisión a las estructuras laborales de la práctica totalidad de
los países occidentales y, especialmente, a las españolas. No obs-
tante, tampoco resulta plausible adoptar como esquema teórico
univalente el modelo de monopsonio, ni en sus revisiones más
modernas, aunque con ello no negamos su posible operatividad en
situaciones muy determinadas. En todo caso, seguimos manteniendo
que el juego de la oferta y la demanda continúa siendo la mejor
herramienta para resumir el efecto conjunto de una multiplicidad
de decisiones que siguen tomándose en el ámbito individual, aun-
que sujetas, evidentemente, a un amplio abanico de limitaciones de
carácter informativo e institucional.
Por todo ello, el trabajo empírico tiene en el mundo de la eco-
nomía laboral, en general y, muy particularmente, en el caso de los
salarios mínimos una importancia trascendental. A estos enfoques
aplicados dedicaremos, precisamente, el siguiente Capítulo.

46
IV. El trabajo empírico
con los salarios mínimos

El número de estudios que estiman los efectos del salario míni-


mo sobre el empleo es tan amplio, fundamentalmente para Estados
Unidos, que en este Capítulo sólo se revisarán los más relevantes.
Previamente, se pasará revista a los principales enfoques empíri-
cos que han sido utilizados para estimar los efectos del salario mí-
nimo en el mercado laboral.

1. Principales enfoques empíricos

Muchos de los trabajos empíricos efectuados tienen como obje-


to la estimación de una ecuación de empleo en forma reducida. Para
ello se establece una relación funcional entre la tasa de empleo de
ciertos colectivos (generalmente los de menor cualificación y ex-
periencia) y una variable que intenta medir la influencia relativa del
salario mínimo y que habitualmente es el Índice de Kaitz. Además
de esta variable explicativa fundamental, la ecuación de empleo
suele incorporar otras variables independientes. Dichas variables
intentan recoger la influencia de otros factores que, con indepen-
dencia de los costes laborales, puedan influir sobre la oferta y so-
bre la demanda de trabajo.

47
Salario mínimo y mercado de trabajo

La ecuación de empleo que se estima en este tipo de trabajos


puede tener como base la idea de un mercado laboral competitivo.
En otras palabras, lo que esta ecuación intenta captar es la noción
de que, cuanto más alto sea el salario mínimo (medido a través del
Índice de Kaitz) menor será, en condiciones ceteris paribus, la tasa
de empleo. En la cláusula ceteris paribus se incluyen todos aque-
llos factores que puedan hacer que la demanda o la oferta de traba-
jo se desplacen de forma exógena.
Conviene destacar que, aunque muchos de los trabajos donde
se estiman ecuaciones de empleo fundamentan su análisis en la ló-
gica de los modelos competitivos, existen algunos que optan por
una perspectiva no competitiva. A pesar de esto, la metodología uti-
lizada es similar a la anteriormente discutida. Este tipo de metodo-
logía ha sido seguida por un amplísimo número de autores; a modo
de ejemplo, véanse las excelentes revisiones realizadas por Brown
et al. (1982), Card y Krueger (1995) y el estudio de la OCDE (1998).
A pesar de la utilización generalizada de las ecuaciones de em-
pleo para calibrar los efectos del salario mínimo, estos estudios no
están exentos de críticas, de las cuales convine destacar dos. La
primera crítica se centra en la variable explicativa fundamental, el
Índice de Kaitz. Esta crítica plantea el posible carácter endógeno
de este índice. Es decir, como señalan Card y Krueger (1995), no
está claro si las condiciones de empleo afectan al incremento de los
salarios mínimos, o por el contrario, si el incremento en los sala-
rios mínimos afecta a las condiciones de empleo. La segunda críti-
ca se refiere a que los resultados obtenidos con este tipo de meto-
dología suelen ser muy sensibles a las distintas especificaciones del
modelo. Es decir, a los controles que se realizan en la demanda y
en la oferta de trabajo.
Otro enfoque empírico que ha sido utilizado en la literatura eco-
nómica es el que se basa en los llamados «experimentos natura-

48
El trabajo empírico con los salarios mínimos

les»8. La metodología que se utiliza en este enfoque es la siguien-


te. Se trata de analizar los efectos que produce un fuerte incremen-
to del salario mínimo, localizado en el tiempo y en el espacio, so-
bre el empleo de un determinado grupo de población (teóricamente
susceptible de ser afectado por dicho incremento). Para ello es in-
dispensable escoger otro grupo, denominado grupo de control, con
características similares a las del grupo que es objeto de análisis
excepto en que no debe estar influido por las variaciones del sala-
rio mínimo. Los trabajos más importantes en esta línea son los de
Katz y Krueger (1992), Card (1992) y Card y Krueger (1994).
Como críticas fundamentales a este enfoque pueden apuntarse
dos. La primera hace referencia a la elección de un grupo de con-
trol, ya que es imprescindible para la correcta aplicación de este
método. En caso de que el grupo de control no sea el adecuado, las
estimaciones obtenidas estarían sesgadas. En otras palabras, no se
podría saber qué parte de las modificaciones en el empleo se deben
a la elevación del salario mínimo y qué parte a otros factores, y lo
cierto es que nunca se puede estar seguro de que el grupo de con-
trol elegido sea el adecuado. La segunda crítica se refiere a que el
análisis del impacto del salario mínimo sobre el empleo se realiza
excesivamente pronto. Ello puede aminorar los efectos sobre el em-
pleo, el cual es posible que reaccione con cierto retraso.

2. Principales resultados

A continuación se revisan, sucintamente, los principales resul-


tados obtenidos desde la década de los 80 hasta la actualidad.

8 Además, han sido utilizadas, ocasionalmente, la aproximación de Meyer y


Wise (1983) y la denominada metodología del desequilibrio —Neumark y
Wascher (1994)—.

49
Salario mínimo y mercado de trabajo

Hasta principios de los años 80 prácticamente todos los traba-


jos realizados, fundamentalmente para EE.UU., encuentran una
relación negativa entre el salario mínimo y el empleo de los más
jóvenes. Más específicamente, Brown et al. (1982) después de sin-
tetizar y comparar casi 30 estudios en los que se estima una ecua-
ción de empleo (o desempleo) con datos de series de tiempo, con-
cluyen que un incremento del salario mínimo en un 10% reduce el
empleo adolescente (el empleo del grupo en edades comprendidas
entre 16-19 años) entre un 1% y un 3%, siendo más probable el
menor de estos dos valores.
Las investigaciones realizadas a finales de los años 80 y princi-
pios de los 90, siguen obteniendo una relación negativa entre el
salario mínimo y el empleo de los colectivos menos cualificados,
aunque el valor de la elasticidad estimada es sensiblemente infe-
rior —véanse, por ejemplo, Wellington (1991), Klerman (1992),
Neumark y Wascher (1992) y Williams (1993)—. En definitiva, la
gran mayoría de los estudios realizados hasta principios de los años
90, confirman las conclusiones de la teoría tradicional. Esto es, el
incremento del salario mínimo por encima del salario de equilibrio
reduce el empleo de los colectivos menos cualificados, tal y como
predice el mercado laboral competitivo.
A principios de los años 90 los trabajos de Katz y Krueger (1992),
Card (1992) y Card y Krueger (1994) basados en «experimentos
naturales» obtienen unos resultados que contradicen lo que se po-
dría llamar «sabiduría convencional» en este terreno. La evidencia
empírica basada en este tipo de metodología, para Estados Unidos,
indica que el efecto del salario mínimo sobre el empleo de los co-
lectivos que tienen menor nivel de cualificación es nulo o incluso
positivo, aunque estos resultados no están exentos de controversia9.

9 Véanse, en este sentido, la colección de artículos de la American Econonomic

50
El trabajo empírico con los salarios mínimos

Estos estudios fueron, precisamente, los que rescataron la idea de


un mercado laboral de tipo monopsonístico.
Desde las investigaciones de Katz, Card y Krueger hasta la actua-
lidad se ha desatado una intensa polémica en torno a los posibles
efectos del establecimiento de un salario mínimo sobre el mercado
laboral. La razón de ello es que se han obtenido resultados empíri-
cos bastante contradictorios. Los efectos del salario mínimo sobre
el empleo de los colectivos con menor cualificación varían consi-
derablemente en función del método de estimación y del periodo
muestral empleados. Por un lado, algunas investigaciones conclu-
yen que el incremento del salario mínimo destruye empleo entre
los colectivos menos cualificados, siendo mayor, en general, el efec-
to cuánto más joven es el grupo de referencia objeto de estudio. Por
ejemplo, encuentran una relación negativa entre el salario mínimo
y el empleo: Bazen y Skourias (1997), Abowd et al. (1997) y
Kramark et al. (2000) para Francia; Van Soest (1994) para Holan-
da; Dickens et al. (1999) y Metcalf (2004) para el Reino Unido;
Pereira (2003) para Portugal; Deere et al. (1995), Bazen y
Marimotou (1997), Neumark y Wascher (1995), Currie y Fallick
(1996) y Williams y Mills (2001) para EE.UU10. Por otro lado,
varias investigaciones encuentran que el salario mínimo no tiene
efectos sobre el empleo o incluso puede tener el efecto paradójico
de incrementarlo. A modo de ejemplo cabe destacar las investiga-
ciones de Dolado et al. (1996) y Machin y Manning (1997) para
Francia; Dolado et al. (1996) para Holanda; Machin y Manning

Review (1995) . Además pueden consultarse Card y Krueger (2000) y Neumark


y Wascher (2000).
10 Otros trabajos recientes que también encuentran efectos adversos del sala-

rio mínimo sobre el empleo son, por ejemplo, Laroque y Salanie (1999), Kramark
y Philippon (2000) y Cahuc y Zylberberg (2004) para Francia; Petrakis y Minas
(2004) para Grecia; Heitger (2001) para Alemania; Stewart y Swaffiel (2004) para
el Reino Unido; Keil et al. (2001) y Wulff (2002) para EE.UU.

51
Salario mínimo y mercado de trabajo

(1994, 1996) y Stewart (2004) para el Reino Unido; Portugal y


Cardoso (2002) para Portugal y Card y Krueger (1995, 1997) para
EE.UU.11
Al objeto de obtener algún tipo de conclusión relevante sobre
los efectos del salario mínimo en los distintos países considerados,
hay que abordar los estudios realizados por la OCDE (1998) y
Neumark y Wascher (2004). Dichos estudios utilizan datos de pa-
nel para estimar los efectos del salario mínimo sobre el empleo de
los colectivos menos cualificados en distintos países de la OCDE.
Los principales resultados obtenidos de estas investigaciones son
los siguientes. En primer lugar, existe una clara relación negativa
entre el salario mínimo y el empleo adolescente para la mayoría de
los países considerados. No obstante, la elasticidad estimada varía
considerablemente según el país examinado. Mientras que en cier-
tos países se ha estimado que un incremento del salario mínimo del
10% reduce el empleo de los más jóvenes en más de un 5% en otros,
dicha elasticidad puede considerarse como nula. Más específica-
mente, según Neumark y Wascher (2004), se obtiene un efecto
negativo del salario mínimo sobre el empleo juvenil, por ejemplo,
para Alemania, España, Francia, Grecia, Holanda, el Reino Unido
y EE.UU. En cambio, para Italia, Bélgica y Portugal el efecto del
salario mínimo puede considerarse básicamente nulo.
En segundo lugar, hay poca evidencia de que los países con ma-
yores salarios mínimos sufran los mayores efectos adversos sobre
el empleo de los colectivos menos cualificados. Como señalan
Neumark y Wascher (2004) existen otros factores que pueden ex-
plicar las diferentes elasticidades entre países. Entre los factores que

11
Otros trabajos que obtienen resultados similares son, por ejemplo, Kapou-
poulos et al. (2003) para Grecia; Connolly y Gregory (2002), y Dickens y Draca
(2004) para el Reino Unido y Kramark et al. (2000) para EE.UU.

52
El trabajo empírico con los salarios mínimos

pueden mitigar, al menos en parte, los efectos adversos del salario


mínimo destacan los siguientes: la existencia de salarios submíni-
mos para jóvenes, las políticas activas de empleo y las leyes de
protección al empleo. En contraste, una mayor rigidez en las con-
diciones de empleo y una mayor afiliación sindical acentúan los
efectos nocivos del salario mínimo en el mercado laboral. En sín-
tesis, de los resultados de estas dos investigaciones se puede dedu-
cir una conclusión de carácter general: el incremento del salario
mínimo tiene efectos negativos sobre el empleo de los más jóve-
nes, efectos que podrían verse mitigados con ciertas medidas, como
son los salarios submínimos para los jóvenes o la articulación de
políticas activas de empleo adecuadas.

53
Salario mínimo y mercado de trabajo

54
V. Los efectos del salario mínimo
sobre el mercado laboral
en España

La mayoría de los estudios realizados en España sobre los efectos


del salario mínimo mantienen una serie de características comunes.
En primer lugar, se han centrado en analizar básicamente la influen-
cia de éste sobre el empleo, han tomado como colectivo de referencia
fundamental a la población adolescente (por debajo de 20 años) y
se han elaborado con datos globales correspondientes al conjunto
de la nación. En segundo lugar, el punto de arranque de estos tra-
bajos es relativamente reciente, pues se trata de una labor que sola-
mente se empieza a acometer para nuestro país a partir de mediados
de los años 90. Por último, la metodología utilizada en la mayor
parte de ellos ha sido, en general, bastante similar. Por estar razón
no abundan para nuestro país los estudios que analizan el impacto
del mínimo salarial sobre otras variables del mercado laboral, que
se centren en otros colectivos diferentes de los adolescentes o que
tomen como referencia ámbitos geográficos diferentes del nacional.

1. Los efectos del salario mínimo sobre el empleo

El Cuadro 8 sintetiza los resultados centrales de las principales


estimaciones realizadas para España en lo referente al impacto del
salario mínimo sobre el empleo. La metodología utilizada en todas

55
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 8
IMPACTO DEL SALARIO MÍNIMO
SOBRE EL EMPLEO EN ESPAÑA
Autores Adolescentes: Jóvenes: Adultos: Mujeres Todas las
16-19 años 20-24 años 25 y más Edades

Pérez –0,61 –0,20 (1) 0,00


(1995) (t = –3,59) (t = –3,51) (t = 1,22)

Dolado et al. –0,15 0,063 0,082


(1996) (t = –1,65) (t = 1,22) (t = 1,38)
González Masculino 0,04 Inaprecia- –0,04
(1997) (–0,12; –0,20) (t = 1,6) ble (t = –2,1)
(t=–1,9; –2,9)
Femenino
(–0,16; –0,19)
(t=–2,2; –2,6)

Pérez et al. 16-19 años (2)


(2002) (–0,27; –0,28)
(significativo)
16-17 años (2)
(–0,18, –0,25)
(significativo)
18-19 años (2)
(–0,60; –0,65)
(significativo)
González et al. –0,54 (3)
(2003) (significativo al
5%)
Neumark y –0,16 0,03
Wascher (Escasa (Escasa
(2004) significatividad) significatividad)
Notas: Las cifras son elasticidades de la tasa de empleo del colectivo correspon-
diente ante cambios del Índice de Kaitz. Los datos entre paréntesis son “esta-
dísticos t de Student”.
(1) Estimado para el grupo global de jóvenes (16 a 24 años).
(2) Elasticidades a largo plazo a partir de un sistema de ecuaciones de empleo y
actividad.
(3) Efecto acumulado a lo largo de cuatro trimestres. Estimación utilizando un
panel de datos de Comunidades.
Fuente: Elaboración propia a partir de los trabajos de los autores.

56
Los efectos del salario mínimo sobre el mercado laboral en España

ellas consiste en la estimación de ecuaciones de empleo en forma


reducida, correlacionando la tasa de empleo del colectivo analiza-
do con una variable que mida la influencia relativa del salario mí-
nimo (y que suele ser el Índice de Kaitz) e incorporando algunas
otras variables explicativas que permitan especificar correctamen-
te la ecuación. Las primeras cifras del Cuadro son las elasticidades
de la tasa de empleo del colectivo de referencia ante cambios del
Índice de Kaitz, y los datos entre paréntesis informan sobre el nivel
de significatividad estadística de las anteriores. Lo más destacable
que se desprende del mismo es lo siguiente:
En primer lugar, existe una clara relación negativa entre el sala-
rio mínimo y el empleo adolescente (entendido éste como los tra-
bajadores entre 16 y 19 años). Más en concreto, un aumento relati-
vo del SMI de un 10% reduce el empleo adolescente en un
porcentaje que oscila entre el 1,2% y el 6% según los estudios,
aunque viene siendo habitual aceptar una sensibilidad de alrededor
del 2% para el colectivo adolescente total. En segundo lugar, para
el caso de los trabajadores jóvenes (esto es, los comprendidos en-
tre 20 y 24 años) el incremento relativo del mínimo salarial no pa-
rece ejercer efectos demasiado relevantes sobre su nivel de empleo;
no obstante, conviene destacar que la ocupación del colectivo po-
dría (paradójicamente) crecer entre un 0,3% y un 0,6% ante un
aumento del 10% del Índice de Kaitz. En tercer lugar, la elevación
del salario mínimo tiene un efecto nulo o ligeramente negativo so-
bre el empleo femenino. En cuarto y último lugar, la variación del
salario mínimo no afecta, en ninguno de los estudios efectuados en
España, a la ocupación de los trabajadores mayores de 25 años.
Con el fin de interpretar con corrección los anteriores resulta-
dos es preciso efectuar algunas consideraciones.
Las elevaciones del salario mínimo sobre la media salarial per-
judican al empleo de los más jóvenes. Se trata de un resultado sóli-

57
Salario mínimo y mercado de trabajo

do y fiable, dado que, en primer lugar, este colectivo (por sus esca-
sos niveles de formación y experiencia laborales) puede verse afec-
tado con gran probabilidad por las variaciones relativas del míni-
mo salarial; y, en segundo lugar, porque durante el periodo de tiempo
considerado en las estimaciones tiene lugar el proceso de equipa-
ración del SMI por edades, lo que, como ya se ha mencionado, ori-
ginó espectaculares aumentos relativos del mínimo salarial de los
más jóvenes, dotando a los resultados para este colectivo de espe-
cial significatividad.
En el resto de los casos (jóvenes de 20 a 24 años, mujeres y tra-
bajadores mayores de 25 años) debe tenerse en cuenta que la pro-
babilidad de que un trabajador genérico de esos grupos globales de
población pueda verse afectado directamente por el SMI va sien-
do, paulatinamente, cada vez más escasa. En esos colectivos gené-
ricos se mezclan individuos con niveles de formación, experiencia
y, en general, con productividades muy heterogéneas. Además, las
elevaciones significativas del SMI han afectado únicamente a los
trabajadores de menos de 19 años, mientras que el mínimo de los
adultos (el relevante para estas poblaciones) ha evolucionado has-
ta 2004 a un ritmo muy similar a los precios y, en todo caso, por
debajo de los salarios medios de la economía. En este sentido, no
resulta extraño observar cómo el empleo del grupo de 20 a 24 años
pueda incluso haber crecido ligeramente ante la elevación relativa
del mínimo salarial: se trata de sustitutos laborales próximos del
colectivo inmediatamente más joven, cuyo coste específico se
disparó.
Para poder percibir con cierta nitidez el impacto del salario mí-
nimo sobre el empleo adulto es necesario contar con una muestra
poblacional más específica, formada por trabajadores pertenecien-
tes a escalafones sociolaborales bajos y, por tanto, con una proba-
bilidad más clara de verse afectados por los cambios relativos en el

58
Los efectos del salario mínimo sobre el mercado laboral en España

mínimo salarial. Desgraciadamente no existen estudios que afron-


ten este problema en nuestro país, aunque sí que hay evidencia al
respecto tomando como variable objetivo, en vez del empleo, la tasa
de paro de los trabajadores.

2. Los efectos del salario mínimo sobre el paro

El Cuadro 9 recoge los principales resultados de los trabajos que


han abordado el estudio del impacto del salario mínimo sobre la tasa
de desempleo en España. Se trata de un fenómeno abordado con
mucha menor profusión que el impacto sobre el empleo pero que
nos permitirá hacer algunos comentarios de interés.
En el caso de Pérez et al. (2002) se estima un sistema de ecua-
ciones de empleo y actividad para los adolescentes en su conjunto,
que permite averiguar el impacto del mínimo salarial no solamente
sobre dichas magnitudes, sino también (mediante una identidad con-
table) sobre la tasa de desempleo. Además del ya mencionado efecto
negativo sobre la tasa de empleo del colectivo, se observa cómo un
incremento del 10% en el Índice de Kaitz reduce la participación
de los adolescentes en un 2,1%, lo que pone de manifiesto un im-
portante «efecto desánimo» en este grupo de población. En cuanto
a la tasa de paro, se estima que la misma aumentaría 0,24 puntos
porcentuales por cada 10% de incremento en el Índice de Kaitz.
Por su parte, González y Pérez (2001) llevan a cabo estimacio-
nes directas de ecuaciones en las que la variable dependiente es el
logaritmo de la tasa de paro, por lo que las cifras propuestas son,
directamente, elasticidades. Las peculiaridades más interesantes de
este trabajo son las siguientes. En cuanto al colectivo adolescente,
segrega a los menores de edad (16 y 17 años) de los mayores (18 y
19 años). El motivo se encuentra en que, como ya se ha mencionado,

59
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 9
IMPACTO DEL SALARIO MÍNIMO
SOBRE LA TASA DE PARO EN ESPAÑA
Autores Adolescen. Adolescen. Adolescen. Adultos no Adultos no
16-19 años 16-17 años 18-19 años cualificados cualificados
(Varones) (Mujeres)
González y Pérez SMI 16-17 SMI 16-17 SMI 16-17 SMI 16-17
(2001) 0,20 –0,23 –0,32 –0,34
(signf. al 1%) (signf. al (signf. al (signf. al
10%) 5%) 1%)
SMI 18+ SMI 18+ SMI 18+
–0,37 SMI 18+
0,30 0,42 0,58
(signf. al 1%) (signf. al (signf. al
(signf. al
10%) 5%) 1%)
Pérez et al. Empleo (1)
(2002) –0,27
(significa-
tivo)
Actividad (2)
–0,21
(significa-
tivo)
Tasa Paro (3)
0,024
(significa-
tivo)

Notas: En la primera fila las cifras son elasticidades de la tasa de paro del colec-
tivo correspondiente ante cambios del Índice de Kaitz construido con el SMI
del grupo de edad indicado.
En la segunda fila se trata de elasticidades ante cambios del Índice de Kaitz
de 18 y más años de (1) la tasa de empleo y (2) la tasa de actividad. En (3) se
trata de cuasi-elasticidades, esto es, cambios en puntos porcentuales en la tasa
de paro ante variaciones porcentuales del Índice de Kaitz de 18 y más años.
Fuente: Elaboración propia a partir de los trabajos de los autores.

60
Los efectos del salario mínimo sobre el mercado laboral en España

el salario mínimo de los menores de edad fue el que experimentó


incrementos relativos sustanciales durante la pasada década. Por este
motivo, también se disgregan dos Índices de Kaitz, uno elaborado
a partir del salario mínimo de los menores de edad y otro con el de
los de 18 y más años.
La segunda novedad del trabajo (y especialmente interesante en
nuestro contexto) es que, por vez primera se estima el impacto de
los salarios mínimos sobre colectivos adultos proclives a verse afec-
tados por los mismos, en concreto sobre varones y mujeres con muy
baja cualificación.
Como resultados más interesantes se aprecia, en primer lugar,
el fuerte impacto que sobre la tasa de paro de los menores tuvo el
proceso de equiparación de los salarios mínimos por edad. En con-
creto, se estima que por cada 10% de aumento relativo en el salario
mínimo de los menores de 18 años (manteniendo constante el de
los mayores de edad) su tasa de paro creció un 2%. Resulta intere-
sante observar que el coeficiente asociado al Índice de Kaitz elabo-
rado con el salario mínimo de los mayores de edad tiene signo
negativo para los adolescentes más jóvenes. Esto es, un aumento
relativo de un 10% en el salario mínimo de los adultos (mantenien-
do constante el de los menores de edad) habría reducido la tasa de
paro de los adolescentes de 16 y 17 años en un 3,7%. Este último
fenómeno nos indica hasta qué punto la existencia de un mínimo
salarial para los menores de edad, distinto del general, podría ha-
ber supuesto una vía de escape a un potencial encarecimiento rela-
tivo del empleo descualificado de mayor edad, dado que estos ado-
lescentes habrían sido fáciles sustitutos de los anteriores. Es más,
comparando la magnitud de ambos coeficientes, y en el caso de que
tanto el salario mínimo de los menores de edad como el de los
mayores hubieran crecido en igual proporción, la tasa de paro de
los adolescentes más jóvenes habría terminado por caer.

61
Salario mínimo y mercado de trabajo

En el caso de los adolescentes mayores de edad, el signo de las


elasticidades es, lógicamente, el contrario al encontrado en el caso
previo. Su tasa de paro responde positivamente a los aumentos de
su propio salario mínimo y negativamente al salario mínimo de los
menores. A diferencia del caso anterior, un incremento similar en
ambos salarios mínimos se saldaría en una elevación de la tasa de
paro del grupo ahora considerado.
Por último, comentaremos los resultados obtenidos para la pobla-
ción adulta (20 y más años) no cualificada. Se observa, y especial-
mente en el caso de las mujeres, una sensibilidad positiva de la tasa
de paro al aumento relativo del salario mínimo de los mayores de
edad; en concreto, si éste se elevara un 10%, la tasa de paro de los
varones sin cualificación crecería un 4,2% y la de las mujeres un
5,8%. También se han obtenido coeficientes negativos asociados
al salario mínimo de los menores de edad, indicando hasta qué punto
el colectivo de adultos no cualificados podría sustituir las ocupa-
ciones de los adolescentes cuyo salario se encarece legalmente. En
todo caso, ese potencial efecto «cruzado» nunca llegaría a sobre-
pasar el efecto del «propio» salario mínimo, especialmente en el caso
femenino en el que el coeficiente del mínimo salarial de los mayores
prácticamente duplica (en valor absoluto) al del otro mínimo.

3. Los efectos del salario mínimo en las distintas Comunidades


Autónomas españolas

No son demasiado abundantes los trabajos que han analizado el


efecto del SMI detallando entre las diferentes CC.AA. de España12.

12 Según nuestra información, los trabajos publicados al respecto son los de

Dolado y Felgueroso (1997), González (2000) y González et al. (2003).

62
Los efectos del salario mínimo sobre el mercado laboral en España

Una de las principales razones radica en que nuestro SMI, dada su


validad universal, adopta valores idénticos para todas las regiones,
por lo que el Índice de Kaitz (que es el principal control de los efectos
del salario mínimo) se convierte, en cierta medida, en una aproxi-
mación inversa del salario medio de la región. Otra limitación se
asocia con el hecho de que las cifras que la EPA provee sobre la
población ocupada adolescente pueden plantear incluso problemas
de significatividad muestral para las Comunidades con menor po-
blación en dicho colectivo. Así pues, los resultados obtenidos en
este tipo de trabajos deben ser tomados en consideración con las
pertinentes cautelas.
La Figura 5 sintetiza en forma de mapa el principal resultado
obtenido en González (2000). En este trabajo se estima, con datos
de panel, los efectos del SMI sobre el empleo adolescente de las
distintas Comunidades Autónomas españolas. De acuerdo con las
sensibilidades al salario mínimo obtenidas, las diferentes regiones
pueden agruparse en cuatro categorías. Madrid, Cataluña y Valen-
cia conforman el grupo de regiones con alta sensibilidad al salario
mínimo, obteniéndose para ellas una elasticidad negativa y suma-
mente significativa que, en valor absoluto, es superior a 0,5. Balea-
res y Murcia presentan una sensibilidad media al salario mínimo
(con una elasticidad significativa de –0,4). Castilla y León, Anda-
lucía, Cantabria, Galicia, Asturias y Canarias conformaban el gru-
po de sensibilidad baja (con una elasticidad negativa pero escasa-
mente significativa). En el resto de las regiones puede admitirse una
respuesta nula del empleo adolescente a los cambios del salario
mínimo.

63
FIGURA 5

64
EFECTOS DEL SMI SOBRE EL EMPLEO ADOLESCENTE
DE LAS CC.AA. DE ESPAÑA
Salario mínimo y mercado de trabajo

Sensibilidad alta
Sensibilidad media
Sensibilidad baja
Sensibilidad nula

Fuente: González (2000).


VI. ¿Qué hemos aprendido sobre
los efectos del salario mínimo
en España?

1. Cómo ha afectado el SMI a las magnitudes laborales básicas

Aunque la evidencia empírica llevada a cabo para nuestro país


se ha centrado básicamente en los colectivos de menor edad, es
posible extrapolar algunas pautas generales que, en conjunción con
los escasos trabajos llevados a cabo con población adulta, nos per-
mitirán fundamentar las siguientes afirmaciones sobre los efectos
del salario mínimo en los mercados laborales.
Cuando el salario mínimo aumenta sustancialmente sobre el sa-
lario medio de un colectivo, que en su mayoría se encuentra afecto
al mismo, caben esperar, todo lo demás constante, reducciones de
su nivel de empleo y aumentos de su tasa de paro. Este ha sido, pre-
cisamente, el efecto que la equiparación de los mínimos salariales
por edad ha tenido sobre el colectivo adolescente y, muy especial-
mente, en el caso de los adolescentes menores de edad.
Los potenciales efectos perniciosos sobre el empleo y el paro
de un cierto colectivo, ante la elevación relativa del salario mínimo
que le es propio, pueden tener su contrapartida en una mejora de
las condiciones laborales de otros colectivos. Estos colectivos de-
ben estar próximos a aquel en niveles de formación y experiencia y
en ellos se buscarían «sustitutos» de los trabajadores cuyo coste

65
Salario mínimo y mercado de trabajo

relativo ha aumentado. Por lo tanto, cuando se efectúan estimacio-


nes agregadas ambos efectos pueden, al menos parcialmente, contra-
pesarse.
Para apreciar el impacto de la elevación relativa del mínimo
salarial sobre las magnitudes laborales de la población adulta es pre-
ciso contar con una muestra que, con alta probabilidad, sea suscep-
tible de verse afectada por dicho salario, por ejemplo, la formada
por trabajadores con escasa cualificación. Cuando se toma en cuenta
un grupo de estas características, el impacto del salario mínimo
mantiene las pautas generales previstas: aumenta el desempleo
(detrás de lo cual se encontrará, seguramente, una caída de la ocu-
pación) y fomenta la sustitución del colectivo afectado por traba-
jadores próximos en características cuyo coste relativo no haya
crecido tanto.
Dentro del colectivo de adultos susceptible de verse afectado por
el salario mínimo, se ha detectado cómo las mujeres experimentan
mayor sensibilidad al mismo. De hecho, dentro del colectivo de
adultos descualificados, la sensibilidad del desempleo femenino al
salario mínimo es un 40% superior a la masculina.

2. ¿Qué efectos laborales debemos esperar del plan


de elevación del salario mínimo?

El plan de elevación del SMI planteado por el gobierno ha su-


puesto que entre el 1 de enero de 2004 e idéntica fecha de 2005 el
mínimo salarial haya aumentado en un 11,4%. Alcanzar el objetivo
comprometido para el primero de enero de 2008 (600 euros men-
suales) supondrá tres incrementos interanuales medios del 5,6%. De
darse estas previsiones, el aumento total del SMI acumulado entre
2004 y 2008 ascendería al 30,3%.

66
¿Qué hemos aprendido sobre los efectos del salario mínimo?

Ante una elevación del suelo salarial básico de la economía


caben, al menos, esperar, dos tipos de efectos. Por un lado, los que
se producirán sobre los trabajadores que se vean sometidos «direc-
tamente» al nuevo mínimo, esto es, aquellos cuyo salario vigente
quede rebasado por el mínimo legal. Por otro lado, estarían los efec-
tos «indirectos» que la revisión del SMI puede tener sobre el resto
de suelos salariales de la economía, es decir, sobre los mínimos
fijados en los convenios colectivos.
En el año 2003, de acuerdo con Eurostat, el 0,86% de todos los
asalariados españoles estaban sujetos «directamente» al SMI, esto
es, un montante de 116.900 trabajadores. Se trata, ciertamente, de
una cifra reducida, lo que resulta muy lógico si se tiene en cuenta
que en esa fecha el porcentaje que el salario mínimo español supo-
nía sobre la media salarial se encontraba entre los niveles más bajos
de los países de la UE.
La cuestión más relevante, no obstante, no es la cifra de trabaja-
dores que estaban ya sometidos al SMI, sino el montante total de
ocupados que llegarían a verse afectados «directamente» si el mí-
nimo salarial llegara a situarse en la cota de los 600 euros mensua-
les. La última Encuesta de Estructura Salarial, referida al año 2002
y publicada por el INE a finales de 2004, nos permite hacer una eva-
luación de la mencionada cifra: en torno a un millón y medio de
trabajadores podrían llegar a verse afectados de forma directa por
el plan de elevación del SMI, dado que ese era el número de traba-
jadores cuyos ingresos mensuales no superaban la cifra de 600 euros.
No quiere esto ciertamente decir que ese vaya a ser el montante de
personas que pierdan su empleo, pero la cifra nos da una referencia
de cómo el colectivo de implicados por el mínimo pasará a confor-
mar una considerable cifra.
El segundo efecto es, si cabe, aun más relevante. La mayor parte
de los trabajadores españoles cobran un salario sometido a procesos

67
Salario mínimo y mercado de trabajo

de negociación colectiva. En dichos procesos, los salarios suelen


fijarse «en cascada», esto es, mejorando el salario pactado en el
ámbito de negociación inmediatamente inferior, salario que, en el
peor de los casos, se tiene garantizado. De esta forma, podemos
concebir la estructura de salarios pactados como una pirámide in-
vertida cuyo pico-base ocupa el SMI. Por encima del mismo se fi-
jan los mínimos sectoriales que son los verdaderos mínimos para
los trabajadores con menor cualificación y experiencia. A medida
que el ámbito de negociación se especializa, la pirámide salarial
adquiere pisos más elevados que se asientan sobre los previos.
El problema adicional asociado a una elevación en el SMI de
una cuantía tan relevante como la prevista, es el «efecto de arras-
tre» que «indirectamente» induciría en el resto de los mínimos de
los convenios. Además, como señala Simón (2000), la estructura
de los salarios pactados en España ha venido manifestando una gran
estabilidad temporal, esto es, se han venido manteniendo sistemá-
ticamente las diferencias relativas entre los diversos escalafones de
la pirámide negociadora de una manera inercial. Si esto sigue sien-
do así, cabe suponer que el incremento del SMI se intente trasladar
en su práctica totalidad a los mínimos sectoriales subsiguientes
desencadenando un verdadero alubión de potenciales efectos sobre
los trabajadores afectados por la nueva cadena de mínimos.
Existe alguna evidencia empírica sobre el efecto de arrastre del
salario mínimo sobre el resto de remuneraciones de la economía.
En el ámbito internacional, por ejemplo, los trabajos de Grossman
(1983), Bazen y Martin (1991), Dickens et al. (1994) y Dolado et
al. (1996), encuentran cómo un aumento del 10% del salario míni-
mo incrementa el salario medio de toda la economía en torno al 3%.
Y, más concretamente en el caso español, la equiparación del SMI
de los trabajadores de 16 años al de los de 17, unido a la elevación
de este último sobre la media salarial, que tuvo lugar en 1990 genera

68
¿Qué hemos aprendido sobre los efectos del salario mínimo?

un efecto de arrastre sobre los mínimos sectoriales de los conve-


nios que es cuantificado por Dolado, Felgueroso y Jimeno (1997).
El mencionado arrastre desembocó en que un 2% del total de tra-
bajadores con baja cualificación perdieran su empleo y en que un
8% adicional pasaran a la economía sumergida.
Si, de alguna manera, es posible extrapolar dichos resultados,
los efectos del actual proceso de elevación del SMI, en tanto que
universales, podrían detonar una cadena de ajustes en el empleo de
magnitudes aún muy superiores.

3. Indiciación salarial: viejas soluciones y nuevos errores

La última promesa del PSOE en referencia al SMI hace referen-


cia a que, a partir del año 2008, se garantizará la revisión automá-
tica del mismo tomando como referencia la tasa de inflación pasada,
a fin de garantizar el poder adquisitivo del mínimo salarial. De esta
forma, se «reinstauraría» parcialmente en nuestro país una vieja
práctica: la revisión de los salarios de acuerdo con la inflación pre-
viamente registrada, lo que en la literatura económica se conoce
como indiciación salarial. Lo más preocupante es que nuestra his-
toria reciente nos habla del peligro asociado a este tipo de prácticas
de revisión automática de los salarios.
La indiciación salarial se consagró legalmente en España en la
Ley de Convenios Colectivos de 1973, con el fin de garantizar el
poder adquisitivo de los salarios que comenzaba a verse mermado
por el alza general de precios que se derivó de la primera crisis del
petróleo. El resultado de la misma fue el desencadenamiento de una
espiral precios-salarios que, a la altura de 1977, situó la tasa de
inflación en el 26%. En la segunda mitad de ese mismo año ya se
demandaban incrementos salariales para 1978 próximos al 40%.

69
Salario mínimo y mercado de trabajo

En este estado de cosas, se firmaron en octubre de 1977 los Pac-


tos de la Moncloa, en los que se consagraron una serie de medidas
que afectaron sensiblemente a la estructura salarial y que tendieron
a perpetuarse en los grandes acuerdos sociales de los años ochenta.
Entre ellas se encontraba la ruptura definitiva con la práctica de
fijación de los salarios de acuerdo con la inflación pasada. De esta
forma, los incrementos salariales aceptados socialmente para 1978
quedaron fijados entre el 20% y el 22% y, a partir de 1980, los in-
crementos salariales medios se situaron sistemáticamente bajo el
15%13.
La propuesta de indiciación del SMI rememora, por tanto, erro-
res pasados y nos debe alertar sobre la aparición de una nueva di-
námica perversa entre precios y salarios, tanto más intensa cuanto
mayor sea el efecto de traslación de los incrementos automáticos
del salario mínimo al resto de salarios y rentas de la economía.

4. ¿Y la regularización de los inmigrantes ilegales?

Una última consideración sobre el proceso de elevación de los


salarios mínimos hace referencia a su coincidencia en el tiempo con
un fenómeno totalmente novedoso para España: se está producien-
do la mayor afluencia de población inmigrante de nuestra historia
reciente, acompañada de un proceso extraordinario de regulariza-
ción de 700.000 inmigrantes irregulares que, de acuerdo con el
Ministro de Trabajo, «ha conseguido aflorar más del 80% de la
economía sumergida».
Más allá de la reprobable consideración moral que nos produce
la economía sumergida, lo cierto es que desde un plano meramente

13 Una revisión de la historia reciente del sistema de relaciones laborales en

España puede encontrase en la obra de Pérez Domínguez (1997).

70
¿Qué hemos aprendido sobre los efectos del salario mínimo?

económico, esta práctica supone una importante vía de escape de


las tensiones generadas en la parte más baja de la distribución sala-
rial. De hecho, una alternativa plausible para un empresario some-
tido a una elevación del salario mínimo (y que habitualmente se
estudia en la teoría) es incumplir con la norma, correr con los ries-
gos de una sanción, y pasar a contratar a parte de sus trabajadores
en el sector ilegal de la economía. ¿Qué ocurriría si, simultánea-
mente a la elevación del salario mínimo un porcentaje amplio del
sector ilegal se vacía, pasando a engrosar el mercado oficial y a ser
potenciales candidatos a percibir el salario mínimo legal?
No se pretende criticar con este argumento el esfuerzo guberna-
mental para conseguir el afloramiento de economía sumergida, sim-
plemente se lanza una nota de cautela sobre la magnificación de
efectos no deseados asociados a su coincidencia en el tiempo con
el proceso de elevación del SMI.

71
Salario mínimo y mercado de trabajo

72
VII. Una estimación de los efectos directos
del salario mínimo sobre el empleo
en la Comunidad de Madrid

En este Capítulo se lleva a cabo un conjunto de nuevas estima-


ciones econométricas a partir de las cuales se pretende averiguar
cuáles son —y pueden ser— los efectos de la revisión del SMI so-
bre el empleo en la Comunidad de Madrid. Para ello se utilizan los
datos estadísticos más recientes disponibles para esta Región.
Debe apuntarse que la magnitud demográfica de Madrid permi-
te efectuar las estimaciones sin temor de caer en los problemas de
falta de significatividad muestral a los que se hizo referencia en el
Capítulo anterior, al tratar sobre las estimaciones efectuadas para
el conjunto de las Comunidades Autónomas españolas.
La estructura del presente Capítulo es la siguiente. En primer
lugar, se describe el modelo utilizado para la investigación empíri-
ca y se exponen algunos de los problemas que surgen al medir las
variables y al plantear las estimaciones en el contexto regional. En
segundo lugar, se presentan y comentan los principales resultados
obtenidos de las estimaciones efectuadas. Por último, se efectúan
algunas previsiones sobre el efecto futuro del aumento del SMI, en
términos de empleo, para Madrid.

73
Salario mínimo y mercado de trabajo

1. El modelo econométrico

La especificación del modelo econométrico se fundamenta en


el modelo competitivo del mercado de trabajo. En otras palabras,
se supone que la demanda y la oferta de trabajo tienen una forma
«regular». Y, como el salario mínimo está por encima del salario
de equilibrio competitivo, resulta que el nivel de empleo (E) se
puede escribir como una función (decreciente) del salario mínimo,
o del Índice de Kaitz (IK). Ahora bien, si la variable que se quiere
explicar no es tanto el nivel de empleo de un grupo demográfico
concreto sino la tasa de empleo (e), esto es, la relación entre el
número de empleados y la población total del grupo demográfico
considerado, es posible escribir:

e = f ( IK , X )
donde X representa, de manera muy general, todos los posibles cam-
bios exógenos de la oferta de trabajo.
Si, además de lo anteriormente dicho, se tiene en cuenta que la
demanda de trabajo puede variar «exógenamente» por razones esta-
cionales, o bien como consecuencia de factores cíclicos («choques
exógenos de demanda»), la función anterior se puede reescribir
como sigue:
e = φ ( IK , D, X ) (1)

dónde D representa, de una forma muy general también, todos esos


factores que pueden incidir exógenamente sobre la demanda de tra-
bajo. Este será, precisamente, el modelo a estimar en este Capítulo.
Se trata pues de un modelo econométrico uniecuacional. Dicho
modelo se aplicará a grupos demográficos distintos: adolescentes,
jóvenes, mujeres, mayores de 25 años y también a la población
ocupada en general.

74
Una estimación de los efectos directos del salario mínimo

La variable IK es la variable explicativa fundamental de este


modelo. Como ya se ha visto en otros Capítulos, se trata de una
medida relativa del salario mínimo de la economía y se construye,
básicamente, como un cociente entre el salario mínimo legal y el
salario medio del entorno geográfico a estudiar.
La variable D, representa, como ya se ha dicho, la influencia del
ciclo económico sobre la demanda de trabajo. Para concretarla de
alguna forma, se han utilizado en la literatura varias aproximacio-
nes, aunque la más frecuente en los estudios sobre salarios míni-
mos es la tasa de paro de los varones en edades comprendidas entre
25 y 54 años, esto es, los trabajadores masculinos en «edad princi-
pal», cuyo empleo se ajusta con bastante fidelidad al ciclo general
de la economía.
Las «variables de oferta», X, utilizadas inicialmente en las esti-
maciones han sido las «ratios de población». Es decir, las ratios
obtenidas al dividir la población de cada grupo por la población total
en edad de trabajar. En principio, la ratio de cada grupo debería ser
la única que apareciera en la ecuación de empleo del grupo en cues-
tión. Sin embargo, resulta conveniente incluir también las ratios de
otros grupos de población en todas las estimaciones. La razón de
esto es que las ratios de población no son, de hecho, variables de
oferta «puras», sino que también recogen fenómenos de sustitución
entre factores relacionados con cambios en los precios relativos de
los mismos. Para ilustrar esto, supóngase, por ejemplo, que aumenta
la ratio de población de las mujeres. Como parte de las mujeres (al
igual que parte de los jóvenes o parte de los adolescentes) son rela-
tivamente cualificadas y están empleadas con salarios superiores
al mínimo, es de esperar que un aumento de la oferta de mujeres se
traduzca en una caída del salario de las mismas (salario de las mu-
jeres cualificadas, superior al mínimo) y que esto dé lugar a una
sustitución de la mano de obra menos cualificada (adolescentes, o

75
Salario mínimo y mercado de trabajo

jóvenes contratados en régimen de salario mínimo) por mujeres


(relativamente) cualificadas. En definitiva, se espera que exista una
relación negativa entre la ratio de población de un grupo y la tasa
de empleo de los otros grupos.
También se han utilizado como variables de oferta complemen-
tarias las tasas de actividad de los distintos grupos de población.
La razón para introducir estas variables ha sido, fundamentalmente,
la escasa significatividad encontrada de las ratios de población.
Dado que, en ciertas estimaciones, dichas ratios de población no
eran significativas, se ha intentado captar la influencia de los cam-
bios de la oferta de trabajo sobre las tasas de empleo a través de las
variaciones en las tasas de actividad de dichos colectivos. Las va-
riables de oferta han de considerarse cuando se estudian los efectos
del salario mínimo sobre el empleo, ya que un determinado por-
centaje de trabajadores del grupo considerado probablemente co-
bre salarios superiores al mínimo. En consecuencia, en la determi-
nación del empleo de estos trabajadores intervienen tanto factores
de demanda como de oferta. Como se verá más adelante, estas va-
riables sí han resultado muy significativas.
El modelo incluye también una tendencia y controles de los efec-
tos estacionales en el empleo.
Los ajustes econométricos se realizan a partir de series de datos
trimestrales que abarcan el periodo de tiempo comprendido entre
el primer trimestre de 1996 y el cuarto trimestre de 2004. Se trata
de los datos estadísticos más recientes, todos ellos de carácter
homogéneo.
La forma funcional que se adopta para la estimación es la loga-
rítmica. En una primera aproximación, la ecuación fue estimada
mediante el método de mínimos de cuadrados ordinarios. Sin em-
bargo, la existencia de problemas de autocorrelación aconsejó la rea-
lización de las estimaciones mediante procedimientos de mínimos

76
Una estimación de los efectos directos del salario mínimo

cuadrados generalizados. La ecuación ha sido estimada también por


el método de variables instrumentales. Esto ha sido así porque ha
habido que incluir en la misma ciertas variables explicativas de
características parcialmente endógenas.
Para la estimación del modelo propuesto hay que precisar algu-
nas cuestiones sobre las variables incluidas. La variable dependiente
es la tasa de empleo del colectivo que se pretende estudiar. Se supone
que los grupos con menor cualificación y experiencia (los menos
remunerados) tienen una mayor probabilidad de verse afectados por
el establecimiento del salario mínimo. Esta es la razón por la que
se ha centrado el estudio, primordialmente, en los grupos de ado-
lescentes (16 a 19 años), jóvenes (16 a 24 años) y mujeres. Aunque
también se han realizado estimaciones para el resto de grupos de
población.
Para elaborar la variable explicativa fundamental, el Índice de
Kaitz, se han tenido en cuenta dos especificaciones alternativas: una
elaborada a partir de salarios mínimos y medios percibidos por tra-
bajador y mes; y otra (en principio más correcta) en la que ambas
variables se definen en términos horarios. Este segundo ajuste in-
tenta solventar una de las principales críticas que hacen Card y
Krueger (1995) a las investigaciones basadas en series de tiempo:
el hecho de no tener en cuenta los cambios en la duración de la jor-
nada laboral, ni de hacer distinción entre el trabajo a tiempo par-
cial y el trabajo a tiempo completo.
Además de la variable explicativa del salario mínimo, referida
en los párrafos anteriores, la correcta especificación del modelo
exige la inclusión de alguna variable más. Un problema que supone
el hecho de estimar el empleo utilizando datos de series de tiempo
es que varios factores que afectan a la tasa de empleo pueden actuar
al mismo tiempo. Por tanto, es difícil distinguir, por un lado, las
modificaciones que se producen en el empleo debidas al salario

77
Salario mínimo y mercado de trabajo

mínimo, y por otro lado, las variaciones producidas como conse-


cuencia de los desplazamientos de la demanda y de la oferta de tra-
bajo. Para evitar este problema deben de incorporarse, en la ecua-
ción a estimar, variables que aproximen los posibles cambios en la
demanda y en la oferta de trabajo. De tal forma que si los controles
que se realizan son los adecuados, las variaciones que se produz-
can en el empleo son consecuencia, únicamente, de variaciones en
el índice del salario mínimo.
En este sentido, por lo que se refiere a la variable D (la influencia
del ciclo económico sobre la demanda de trabajo), se utiliza como
«proxy» la tasa de paro de los varones comprendidos entre 25 y 54
años. Por otra parte, para «controlar» los desplazamientos exógenos
de la oferta de trabajo, se han utilizado las ratios de población de
16 a 19 años, 16 a 24 años y femenina sobre el total de población
en edad de trabajar y las tasas de actividad del grupo correspon-
diente.
Para concluir este apartado se apuntan las fuentes estadísticas
utilizadas. Las series de población, actividad, empleo y paro ma-
drileños proceden de la Encuesta de Población Activa (INE). Más
en concreto, se trata de las series revisadas por el INE de acuerdo
con la última reforma metodológica (EPA-2005). El cambio esen-
cial incorporado en esta reforma metodológica consiste en la ac-
tualización de la base de población utilizada debido, básicamen-
te, al incremento de la población residente extranjera. Dado que
la población inmigrante se distribuye de forma heterogénea a lo
largo de las Comunidades Autónomas españolas, el sentido y la
magnitud de los cambios asociados a la aplicación retrospectiva
de los datos poblacionales diverge en las diferentes regiones. En
este sentido, Madrid (junto a las Comunidades Autónomas de
Cataluña y Baleares) registra, a raíz de la revisión metodológica,
importantes aumentos en su población total, ocupada y parada,

78
Una estimación de los efectos directos del salario mínimo

debido a que se trata de un foco esencial de atracción para la


población inmigrante.
Los datos salariales proceden de la Encuesta Trimestral de Coste
Laboral (INE) y se refieren al coste salarial total (mensual u hora-
rio) de los trabajadores de la Comunidad de Madrid. Dado que la
referida fuente ofrece información solamente desde el primer tri-
mestre del año 2000, para periodos anteriores se han usado las series
enlazadas, provistas por el propio INE, con la anterior Encuesta de
Salarios en la Industria y en los Servicios.
Los datos del Salario Mínimo Interprofesional mensual provie-
nen directamente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Para
aproximar esta magnitud de forma horaria se ha dividido el dato
mensual entre la variable horas de trabajo efectivas al mes, obtenida,
esta última, de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral.

2. Resultados de las estimaciones

En un Anexo a este capítulo pueden consultarse los resultados


detallados de las diferentes estimaciones realizadas. Por su parte,
el Cuadro 10 resume los datos de mayor interés, esto es, las elasti-
cidades y la significación estadística de las tasas de empleo de los
diferentes colectivos analizados, ante cambios del Índice de Kaitz
horario, tanto en el caso en el que las estimaciones se llevan a cabo
utilizando procedimientos de Mínimos Cuadrados Generalizados
(MCG), como cuando se emplean técnicas de Variables Instrumen-
tales (VI). A continuación se efectúan algunos comentarios sobre
dichos resultados.
Tal y como ha venido siendo habitual en los diferentes estudios
sobre salario mínimo llevados a cabo previamente en nuestro país,
el empleo de los adolescentes (16 a 19 años) se muestra sensible a

79
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO 10
ELASTICIDADES DEL EMPLEO DE DIFERENTES GRUPOS
DE POBLACIÓN ANTE CAMBIOS EN EL SALARIO MÍNIMO
PARA LA COMUNIDAD DE MADRID

(I) (II)
MCG VI
ADOLESCENTES -0,34 -0,55
(16-19 AÑOS) (t = -1,8) (t = -1,82)
JÓVENES -0,13 -0,13
(16-24 AÑOS) (t = -3,42) (t = -3,14)
MUJERES -0,04 -0,09
(t = -2,29) (t = -2,3)
MAYORES DE 25 AÑOS 0,003 0,003
(t = 0,5) (t = 0,5)
TODOS LOS GRUPOS -0,01 -0,02
DE POBLACIÓN (t = -1,28) (t =-1,68)

Nota: Las cifras son elasticidades de la tasa de empleo del colectivo correspon-
diente ante cambios del Índice de Kaitz horario. Los datos entre paréntesis
son «estadísticos t de Student».
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Anexo.

los cambios del SMI. En concreto, una elevación del mínimo sala-
rial relativo del 10% reduce la tasa de empleo adolescente de la
Comunidad de Madrid entre un 3,4% y un 5,5%.14
Tomando en consideración al colectivo total de trabajadores
madrileños jóvenes (esto es, los comprendidos entre los 16 y los 24
años) constatamos cómo el salario mínimo continúa teniendo efec-
tos negativos y sumamente significativos sobre su empleo, aunque
la magnitud absoluta de los mismos se reduce, lógicamente, con
respecto a la estimada para el colectivo adolescente en exclusiva.
Más en concreto, una elevación del Índice de Kaitz de un 10%
reduce la tasa de empleo juvenil de Madrid en un 1,3%.

14 Se trata de valores en la línea de lo obtenido en González (2000) para el

grupo de regiones más sensibles al mínimo salarial.

80
Una estimación de los efectos directos del salario mínimo

Un tercer colectivo poblacional sobre el que se han detectado


efectos del salario mínimo negativos, y claramente significativos,
es el de las mujeres madrileñas en general. En este caso, la tasa de
empleo femenina total se reduce entre un 0,4% y un 0,9% ante un
aumento del 10% en el índice de salarios mínimos.15
Para el caso de la población de 25 y más años, también como
viene siendo habitual, no se han encontrado efectos significativos
del salario mínimo sobre el empleo del colectivo.
Por último, se han efectuado un conjunto de estimaciones toman-
do como referencia la totalidad de la población laboral de la Comu-
nidad de Madrid. Los coeficientes obtenidos también cuentan con
signos negativos. No obstante su escaso grado de significatividad
estadística16, en conjunción con el reducido valor absoluto de los
coeficientes obtenidos, hacen presumir un efecto total bastante
reducido al considerar el global de los trabajadores.

3. Algunas predicciones del impacto sobre el empleo


en la Comunidad de Madrid

Un último ejercicio de interés consiste en efectuar algunas pre-


dicciones acerca de cómo el incremento del salario mínimo que se
produce a partir de 2004, y que concluirá en 2008, puede afectar al
empleo de los colectivos madrileños susceptibles de ser afectados
por el mismo. Los resultados de este ejercicio deben ser tomados
en consideración con las pertinentes cautelas, dado que, además de

15 Nótese que es un resultado bastante similar al obtenido por González


(1997), reflejado en el Cuadro 8 de este trabajo, y usando datos del conjunto
nacional.
16 Incluso en la estimación con VI el nivel de significación es inferior al

10%.

81
Salario mínimo y mercado de trabajo

los coeficientes econométricos previamente estimados, ha sido nece-


sario aplicar técnicas econométricas de predicción sobre el com-
portamiento futuro de las variables básicas del modelo (tales como
los salarios horarios medios, las horas trabajadas o la tasa de em-
pleo) o bien utilizar las proyecciones estadísticas que hace el INE
sobre el comportamiento futuro de otras variables (como es el caso
de la población).
El Cuadro 11 resume los principales resultados de las predic-
ciones para los colectivos sensibles al SMI. En el caso de los adoles-
centes, se estima que el montante de empleo que dejaría de generarse
en estos años en Madrid, asociado «en exclusiva» al efecto «directo»
del SMI, fluctuaría entre los 1.670 y los 2.700 puestos de trabajo.
En el caso de los jóvenes en general (esto es, los menores de 25
años), la merma en la generación de empleo ascendería a 4.110
puestos de trabajo. Por último, considerando al colectivo total de
mujeres madrileñas, el montante de empleo no generado se situa-
ría entre los 7.620 y los 17.150 puestos de trabajo.
Debe reseñarse que estas previsiones se ciñen a los «efectos
directos» que la elevación relativa del SMI sobre la remuneración
media de la economía tendría sobre el empleo de los colectivos
susceptibles a dicho cambio. Además de ellos, deben tenerse en
cuenta dos consideraciones adicionales.
La primera consideración, es el «efecto de arrastre» que «indi-
rectamente» induciría una elevación tan importante del SMI en el
resto de los mínimos salariales de los convenios. Este «arrastre»
podría extender los efectos perniciosos sobre el empleo de otros
colectivos laborales de baja cualificación no sujetos al SMI pero sí
a los mínimos de los convenios. Como ya se ha comentado, Dolado
et al. (1997) estimaron que, a principios de los años noventa, el
desplazamiento en los mínimos de los convenios asociados a la
equiparación del SMI de los menores al de los mayores de edad,

82
Una estimación de los efectos directos del salario mínimo

CUADRO 11
EMPLEO NO-CREADO EN LA COMUNIDAD DE MADRID
ASOCIADO AL EFECTO DIRECTO DEL INCREMENTO
DEL SMI (2004-2008)

Colectivos susceptibles Elasticidad Empleo


de verse afectados estimada no creado
directamente (2004-2008)
por el SMI
Adolescentes -0,34 1.670
(16-19 Años)
-0,55 2.700

Jóvenes -0,13 4.110


(16-24 Años)

Mujeres 0,04 7.620

-0,09 17.150

Notas:
— Los colectivos susceptibles al SMI son aquellos para los que se han encontrado
coeficientes estadísticamente significativos en las estimaciones.
— Las elasticidades provienen de las estimaciones resumidas en el Cuadro 10.
En los casos en los que el método de estimación haya arrojado coeficientes
estadísticamente distintos, éstos se recogen en filas diferentes.
— Mediante técnicas de predicción econométrica se han obtenido los valores
para el periodo 2005-2008 de las variables: tasas de empleo (de los diferentes
grupos poblacionales), salario por hora y horas trabajadas. De acuerdo con
estos resultados, el incremento medio anual del IK considerado para el periodo
2005-2008 es del 3,31%.
— Los datos de población del año 2008 se han obtenido de las Proyecciones de
Población, calculadas por el INE a partir del Censo de 2001, de acuerdo con
el denominado Escenario 1.
Fuente: Elaboración propia.

desembocó en que un 2% de los trabajadores poco cualificados de


España perdiera su empleo y un 8% más pasara a la economía sumer-
gida. El efecto de arrastre debería ser ahora de mucho mayor cala-
do, dado que su detonante no es la revisión del suelo salarial legal
de un grupo reducido de ocupados, como son los menores de edad,

83
Salario mínimo y mercado de trabajo

sino del SMI que afecta a todas las edades. Así pues, un elevado
porcentaje de los 302.000 trabajadores no cualificados con los que
contaba Madrid en 2004 podrían ver peligrado su empleo, al menos
en el sector legal de la economía.
La segunda consideración hace referencia al compromiso de ligar
el aumento del SMI a la inflación pasada y no a la prevista, como
venía ocurriendo hasta el momento y como es práctica común en
los procesos de negociación colectiva españoles, al menos desde el
año 1977. Dado que hasta el año 2008 los incrementos comprome-
tidos en el SMI superarán ampliamente la inflación prevista, no
resulta previsible que este compromiso vaya a tener efectos en
dichos años. A partir de entonces, la indiciación automática del SMI
desencadenará, previsiblemente, nuevos incrementos relativos del
salario mínimo sobre la media salarial de la economía, incremen-
tos tanto mayores cuanto mayor sea la desviación de la inflación
prevista con la real. De nuevo, se desencadenarán efectos directos
sobre el empleo de los colectivos susceptibles de verse afectados
por el SMI (que será bastante más amplio que el actual) y potencia-
les efectos indirectos al deslizarse los mínimos de los convenios
colectivos.

84
Anexo

En este Anexo se ofrece información adicional a la presentada


en el Capítulo VII, sobre la elaboración y notación de las variables
utilizadas en el modelo, sobre las fuentes estadísticas y sobre los
resultados completos de las estimaciones llevadas a cabo.

A.1. Las variables y las fuentes estadísticas

La variable dependiente es la tasa de empleo del colectivo j,


TE j . Se define como el cociente entre los ocupados del colectivo j,
E j y la población de ese mismo colectivo, Pj , esto es:
Ej
TE j =
Pj

Los grupos poblacionales, j, considerados han sido los siguien-


tes: adolescentes (16 a 19 años), jóvenes en general (16 a 24 años),
mujeres y población total.
Todos los datos sobre empleo y población provienen de las se-
ries revisadas de la Encuesta de Población Activa (INE) según la
metodología EPA-2005, para el periodo I/1996, IV/2004.

85
Salario mínimo y mercado de trabajo

La variable explicativa fundamental, como se ha comentado


detalladamente en el texto, es el Índice de Kaitz. Se han utilizado
dos versiones del mismo, los índices IK MES e IK HORA . Estos índi-
ces se expresan del modo siguiente:

wmín
IK MES =
w
donde wmín es el Salario Mínimo Interprofesional por trabajador y
mes y w es el coste salarial total mensual medio para la Comuni-
dad de Madrid.
Por su parte, el Índice de Kaitz ajustado por el número de horas
sería:
wmín
IK HORA = h
wh
Donde h representa las horas de trabajo efectivas por trabaja-
dor y mes en la Comunidad de Madrid, y wh es el coste laboral to-
tal por hora efectiva de trabajo en la Comunidad de Madrid.
Los datos sobre salario mínimo proceden del Ministerio de Tra-
bajo y Asuntos Sociales. Los datos salariales y de tiempo de traba-
jo provienen de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (INE) para
el periodo I/2000 al IV/2004 y de los Enlaces con la anterior En-
cuesta de Salarios en la Industria y los Servicios, que proporciona
la propia Encuesta Trimestral de Coste Laboral, para el periodo I/
1996 al IV/1999.
Además de las anteriores, se han utilizado otras variables expli-
cativas.
Como variable de control de la demanda de trabajo se ha em-
pleado la tasa de paro de los varones en edades comprendidas entre
25 y 54 años, UPAV. Esta variable trata de reflejar la influencia del
ciclo económico general sobre la demanda de trabajo.
86
Anexo

Como variables de control de la oferta de trabajo se han em-


pleado las siguientes. Por un lado, las ratios de población en rela-
ción con la población potencialmente activa. Más detalladamente,
las ratios de población de 16 a 19 años, 16 a 24 años y femenina
sobre el total de población en edad de trabajar. Dichas ratios se
representan por PP16-19, PP16-24, y PPF. Por otro lado, se utiliza
como aproximación de la oferta de trabajo la tasa de actividad del
colectivo j analizado, TAj. Más en concreto, se han utilizado la tasa
de actividad de adolescentes TA16-19 , la tasa de actividad de los
jóvenes, TAJ, de las mujeres, TAF, la tasa de actividad de los ma-
yores de 25 años, TA25+ y tasa de actividad de todos los colectivos
de población, TA.
Todos estos datos provienen de las series revisadas de la Encuesta
de Población Activa (INE) según la metodología EPA-2005, para
el periodo I/1996, IV/2004.
Además de las variables previas se han incorporado una tenden-
cia temporal, TIME, así como varias variables ficticias trimestrales
(Q2, Q3 y Q4) para el control estacional.

87
Salario mínimo y mercado de trabajo

A.2. Resultados completos de las estimaciones

CUADRO A.1
Estimación del Modelo por el método
de mínimos cuadrados generalizados
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los adolescentes
(16-19 años): ln (E16-19 /P16-19)
Periodo: 1996-2004

Variable Coeficiente
T-Estadístico

Constante -3.11
(t = -2.18)

Ln IKHORA -0.34
(t = -1.8)

Ln UPAV -0.15
(t = -1.56)

Ln TA16-19 1.21
(t = 8.2)

Q4 -0.07
(t = -2.04)

Time 0.00
(t = 2.12)

R2 ajust 0.91

F 61.96

Fuente: Elaboración propia.

88
Anexo

CUADRO A.2
Estimación del Modelo por el método de variables instrumentales
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los adolescentes
(16-19 años): ln (E16-19 /P16-19)
Periodo: 1996-2004
Los instrumentos utilizados son las variables de control exógenas

Variable Coeficiente
T-Estadístico

Constante -5.78
(t = -1.82)

Ln IKHORA -0.55
(t = -1.82)

Ln UPAV -0.09
(t = -0.73)

Ln TA16-19 1.63
(t = 3.49)

Time 0.01
(t = 2.02)

Q4 -0.11
(t = -1.91)

R2 ajust 0.89

F 41.27

Fuente: Elaboración propia.

89
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO A.3
Estimación del Modelo por el método
de mínimos cuadrados generalizados
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los jóvenes en general
(16-24 años): ln (E16-24 /P16-24)
Periodo: 1996-2004

Variable Coeficiente
T-Estadístico

Constante -0.47
(t = -0.91)

Ln IKHORA -0.13
(t = -3.42)

Ln TUF -0.07
(t = -1.61)

Ln TAJ 0.91
(t = 9.63)

Q4 -0.02
(t = -3.98)

R2 ajust 0.98

F 668.46

Fuente: Elaboración propia.

90
Anexo

CUADRO A.4
Estimación del Modelo por el método de variables instrumentales
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los jóvenes en general
(16-24 años): ln (E16-24 /P16-24)
Periodo: 1996-2004
Los instrumentos utilizados son las variables de control exógenas

Variable Coeficiente
T-Estadístico

Constante -0.69
(t = -0.88)

Ln IKHORA -0.13
(t = -3.14)

Ln TUF -0.07
(t = -1.67)

Ln TAJ 0.96
(t = 6.14)

Q4 -0.03
(t = -3.74)

R2 ajust 0.98

F 652.16

Fuente: Elaboración propia.

91
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO A.5
Estimación del Modelo por el método
de mínimos cuadrados generalizados
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo femenina
ln (EF /PF)
Periodo: 1996-2004

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante 1.25 1.51


(t = 2.45) (t = 3.42)

Ln IKHORA -0.04
(t = -2.29)

Ln IKMES -0.16
(t = -2.83)

Ln UPAV -0.03 -0.03


(t = -2.26) (t = -2.35)

Ln TAF 0.52 0.46


(t = 4.03) (t =3.97)

Q4 -0.01 -0.01
(t = -2.86) (t = -3.34)

TIME 0.00 -0.00


(t = 5.56) (t = 5.82)

R2 ajust 0.99 0.99

F 1330.367 1446.882

Fuente: Elaboración propia.

92
Anexo

CUADRO A.6
Estimación del Modelo por el método
de variables instrumentales
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo femenina
ln (EF /PF)
Periodo: 1996-2004
Los instrumentos utilizados son las variables de control exógenas

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante -2.06 0.96


(t = -0.97) (t = 1.15)

Ln IKHORA -0.09
(t = -2.3)

Ln IKMES -0.17
(t = -2.85)

Ln UPAV -0.06 -0.03


(t = -3.19) (t = -2.45)

Ln TAF 1.37 0.61


(t = 2.53) (t =2.75)

Q4 -0.02 -0.02
(t = -2.5) (t = -3.31)

TIME 0.00 -0.00


(t = 0.33) (t = 3.63)

R2 ajust 0.99 0.99

F 589.02 1370.39

Fuente: Elaboración propia.

93
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO A.7
Estimación del Modelo por el método
de mínimos cuadrados generalizados
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los mayores de 25 años
ln (E25+ /P25+)
Periodo: 1996-2004

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante 1.381.27
(t = 2.45) (t = 2.53)

Ln IKHORA 0.003
(t = 0.50)

Ln IKMES 0.014
(t = 1.11)

Ln UPAV -0.04 -0.04


(t = -6.34) (t = -6.97)

Ln TA25+ 0.67 0.69


(t = 5.46) (t =5.87)

Q2 0.00
(t = 2.09)

TIME 0.00 0.00


(t = 4.41) (t = 4.15)

R2 ajust 0.99 0.99

F 1330.367 1351.222

Fuente: Elaboración propia.

94
Anexo

CUADRO A.8
Estimación del Modelo por el método de variables instrumentales
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo
de los mayores de 25 años
ln (E25+ /P25+)
Periodo: 1996-2004
Los instrumentos utilizados son las variables de control exógenas

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante 1.39 1.06


(t = 1.36) (t = 1.21)

Ln IKHORA 0.003
(t = 0.50)

Ln IKMES 0.009
(t = 1.31)

Ln UPAV -0.04 -0.04


(t = -5.69) (t = -6.14)

Ln TA25+ 0.66 0.75


(t = 2.81) (t =3.69)

Q2 0.00
(t = 2.19)

TIME 0.00 0.00


(t = 3.13) (t = 3.0)

R2 ajust 0.99 0.99

F 1448.685 1342.672

Fuente: Elaboración propia.

95
Salario mínimo y mercado de trabajo

CUADRO A.9
Estimación del Modelo por el método
de mínimos cuadrados generalizados
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo total
ln (E /P)
Periodo: 1996-2004

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante 0.89 0.98


(t =1.93) (t = 2.53)

Ln IKHORA -0.01
(t = -1.28)

Ln IKMES -0.06
(t = -2.04)

Ln UPAV -0.04 -0.04


(t = -5.56) (t = -6.08)

Ln TA 0.73 0.71
(t = 6.75) (t =7.40)

Q4 -0.00 -0.00
(t = -2.49) (t = -2.84)

TIME 0.00 -0.00


(t = 1.82) (t = 2.10)

R2 ajust 0.99 0.99

F 2028.492 2205.098

Fuente: Elaboración propia.

96
Anexo

CUADRO A.10
Estimación del Modelo por el método
de variables instrumentales
Variable dependiente: logaritmo de la tasa de empleo total
ln (E /P)
Periodo: 1996-2004
Los instrumentos utilizados son las variables de control exógenas

Variable Coeficiente Coeficiente


T-Estadístico T-Estadístico

Constante 0.25 0.47


(t =0.37) (t = 0.87)

Ln IKHORA -0.02
(t = -1.68)

Ln IKMES -0.08
(t = -2.36)

Ln UPAV -0.04 -0.04


(t = -5.50) (t = -6.04)

Ln TA 0.88 0.83
(t = 5.49) (t =6.22)

Q4 -0.00 -0.01
(t = -2.75) (t = -3.11)

TIME 0.00 -0.00


(t = 2.22) (t = 2.44)

R2 ajust 0.99 0.99

F 1905.411 2077.118

Fuente: elaboración propia.

97
Salario mínimo y mercado de trabajo

98
VIII. Conclusiones

A lo largo de este estudio se han analizado los efectos previsi-


bles sobre el mercado de trabajo de una elevación del salario míni-
mo. El tema ha adquirido especial interés en España a partir de la
promesa electoral del Partido Socialista según la cual se fijaría el
Salario Mínimo Interprofesional (SMI) en seiscientos euros men-
suales en el año 2008. Para cubrir este objetivo ya se están produ-
ciendo incrementos en el SMI muy superiores a la inflación pre-
vista o al crecimiento de la media salarial de la economía. Además,
a partir de ese año, se compromete una revisión automática del SMI
de acuerdo con la inflación pasada, para que el crecimiento del
salario mínimo «nunca» sea inferior al incremento de los precios
de los últimos doce meses.
Aunque no existe consenso entre los economistas sobre los efec-
tos teóricos del establecimiento (o de la elevación) de un salario
mínimo, la visión más ortodoxa prevé efectos negativos sobre el
empleo y el paro de los colectivos «directamente» afectados por tales
fenómenos. Entre dichos colectivos se encuentran la población
adolescente (de 16 a 19 años) y los adultos, especialmente femeni-
nos, con menor nivel de cualificación. Estos son, precisamente, los
resultados que la evidencia empírica ha venido poniendo de mani-
fiesto para España. Más en concreto, y de acuerdo con los estudios

99
Salario mínimo y mercado de trabajo

realizados para nuestro país, un aumento relativo del SMI de un 10%


reduciría el empleo de la población adolescente en un porcentaje
que oscila entre el 1,2% y el 6%, siendo habitual aceptar una sensi-
bilidad de alrededor del 2%. Los incrementos del salario mínimo
afectarían también a las magnitudes laborales de los adultos menos
cualificados. Específicamente, en el caso de los trabajadores de 20
y más años con menores niveles de estudios, se ha observado (y
especialmente en el caso de las mujeres) una sensibilidad positiva
de la tasa de paro al aumento relativo del salario mínimo; en con-
creto, si éste se elevara un 10%, la tasa de paro de los varones sin
cualificación crecería un 4,2% y la de las mujeres un 5,8%.
Para calibrar el impacto directo total que suponen las anteriores
sensibilidades es preciso conocer cuál es el montante de trabajado-
res afectados «directamente» por el SMI en España. En el año 2003,
de acuerdo con Eurostat, el 0,86% de todos los asalariados españoles
estaban sujetos «directamente» al SMI, esto es, un total de 116.900
trabajadores. Se trata de un porcentaje que ha ido paulatinamente
reduciéndose a lo largo del tiempo y que, en la citada fecha, se
encontraba entre los niveles más bajos de los países occidentales.
No obstante, la cuestión trascendental no es tanto la cifra de traba-
jadores previamente sometidos al SMI, como el montante total de
los mismos que se verían afectados si el mínimo salarial se situara
en seiscientos euros mensuales. De acuerdo con la última Encuesta
de Estructura Salarial, en torno a un millón y medio de trabajado-
res podrían llegar a verse afectados de forma directa por el plan de
elevación del SMI, dado que ese es el número de trabajadores cu-
yos ingresos mensuales, según dicha Encuesta, no superaban los
seiscientos euros. Esto no significa que ese vaya a ser el montante
de personas que pierdan su empleo, pero la cifra nos da una refe-
rencia de hasta qué punto se engrosaría el colectivo susceptible de
verse afectado «directamente» por el SMI.

100
Conclusiones

Además de los efectos «directos» previamente señalados, la


estructura de la negociación colectiva en nuestro país propiciaría
la aparición de importantísimos efectos «indirectos» asociados a la
revisión del SMI. En España los salarios suelen fijarse «en cascada»,
esto es, mejorando el salario pactado en el ámbito de negociación
inmediatamente inferior; salario que, en el peor de los casos, se tiene
garantizado. La base de esta estructura de salarios negociados la
ocuparía el SMI y, sobre el mismo, se irían situando los mínimos
sectoriales, que son los verdaderos suelos salariales para los trabaja-
dores con menor cualificación y experiencia.
Teniendo en cuenta la importante elevación prevista en el SMI,
y el hecho de que en España la estructura de los salarios negocia-
dos es muy rígida (esto es, que preserva sistemáticamente las dife-
rencias relativas entre los diversos escalafones de la cascada sala-
rial), son de esperar importantes «efectos de arrastre» sobre el resto
de los mínimos salariales de los convenios. La evidencia empírica
disponible para nuestro país apoya la presencia de estos efectos. En
concreto, la equiparación del SMI de los trabajadores de 16 años al
de los de 17, unido a la elevación de este último sobre la media
salarial (que tuvo lugar en 1990), generó un efecto de arrastre sobre
los mínimos sectoriales de los convenios a raíz del cual un 2% del
total de los trabajadores con baja cualificación perdió su empleo y
un 8% adicional pasó a la economía sumergida. Si, de alguna forma,
es posible extrapolar dichos resultados, los efectos del actual pro-
ceso de elevación del SMI, que se extienden más allá del colectivo
adolescente, podrían detonar una cadena de ajustes «indirectos» en
el empleo de magnitudes muy superiores.
La promesa electoral del PSOE en lo referente al SMI implica
un último compromiso: a partir del año 2008, una vez alcanzada la
cota de seiscientos euros, se garantizaría la revisión automática del
SMI tomando como referencia la tasa de inflación pasada, a fin de

101
Salario mínimo y mercado de trabajo

preservar siempre el poder adquisitivo del mínimo salarial. Este


compromiso implicaría, previsiblemente, nuevos incrementos relati-
vos del salario mínimo sobre la media salarial de la economía;
incrementos tanto mayores cuanto mayor fuera la desviación de la
inflación prevista con la real. De nuevo, se desencadenarían efec-
tos directos sobre el empleo de los colectivos susceptibles de verse
afectados por el SMI y potenciales efectos indirectos al deslizarse los
mínimos de los convenios colectivos. Pero, además, la consagración
de este principio de revisión automática del SMI «reinstauraría»
parcialmente en España la vieja e insana práctica de la «indiciación
salarial», abandonada en nuestro país a raíz de los Pactos de la Mon-
cloa, cuando la experiencia corroboró los elevados riesgos inflacio-
nistas que implican este tipo de prácticas de revisión automática de
los salarios.
El presente estudio se completa con un análisis específico en el
que se calibran los efectos «directos» del proceso de elevación del
SMI sobre el empleo de la Comunidad de Madrid, utilizando para
ello los datos estadísticos más recientes disponibles para esta Re-
gión. Los resultados obtenidos permiten identificar a los colecti-
vos más susceptibles de ver comprometido su empleo ante el ajus-
te del SMI. Estos grupos son, de mayor a menor sensibilidad, los
adolescentes (de 16 a 19 años), los jóvenes en general (menores de
25 años) y las mujeres de Madrid. En concreto, se ha estimado que,
como efecto «directo» del incremento del salario mínimo que viene
produciéndose desde el año 2004, y que concluiría en el 2008, deja-
rían de generarse en la Comunidad madrileña entre 1.670 y 2.700
puestos de trabajo adolescentes; para los jóvenes en general la mer-
ma en la generación de empleo afectaría a 4.110 personas; por
último, considerando al colectivo total de mujeres madrileñas, el
montante de empleo no generado se situaría entre los 7.620 y los
17.150 puestos de trabajo.

102
IX. Bibliografía

ABOWD, J.M., KRAMARK, F., LEMIEUX, T. y MARGOLIS, D.N. (1997):


«Minimum Wages and Youth Employment in France and
the United States»; NBER Working Paper n.º 6111.
BAZEN, S. y MARTIN, J.P. (1991): «The Impact of Minimum Wages
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El largo plazo en política económica: el ejemplo de la agricultura y
la alimentación, por Theodore W. Schultz. 1989.
La apertura de los mercados del Este europeo: condicionamientos y
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Organizaciones innovadoras y flexibles, por V. Pérez Díaz. 1992.
La transformación de una economía postsocialista. La experiencia
en Alemania, por Juergen B. Donges. 1992.
La unión monetaria europea y su futuro y El impacto de la unifica-
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Issing. 1993.
Representación política, elecciones generales y procesos de confian-
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Gobierno y Cortes, por M. Aragón Reyes. 1994.
La jurisdicción en España: Ensayo de valoración constitucional, por
L.M. Díez-Picazo. 1994.
Las autonomías políticas, por C. Viver i Pi-Sunyer, 1994.
El régimen jurídico de la comunicación social, por F. J. Bastida
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El futuro del gasto público en España, Servicio de Estudios del IEE.
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1979-1999: 20 años de cambios trascendentales en la sociedad
española, por A. Ollero Tassara, J. Velarde Fuertes y E. de Ybarra
y Churruca. 1999.
La inconstitucionalidad del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones,
por L.M. Alonso González. 2001.
Globalización y Nueva Economía, por J.E. Iranzo Martín. 2003.
Veinte años de privatizaciones en España, por J. Trigo Portela. 2004.
Análisis crítico de los impuestos autonómicos actuales, por L.M.
Alonso González. 2004.
El modelo económico español, 1996-2004. Una revolución silenciosa,
por L. Bernaldo de Quirós y R. Martínez Rico. 2005.
Salario mínimo y mercado de trabajo, por C. Pérez Domínguez e I.
González Güemes. 2005.

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La solución de los conflictos colectivos de trabajo, por M. Alonso
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La terminación del contrato de trabajo, por J. A. Sagardoy Bengoechea.
1980.
La distribución de las competencias económicas entre el Poder cen-
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La distribución funcional de la renta en España y en la Comunidad
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La integración de España en el Mercado Común. Un estudio de pro-
tección arancelaria efectiva, por F. Melo y M.ª A. Monés. 1982.
Madrid Comunidad Autónoma Metropolitana, equipo dirigido por E.
García de Enterría. 1983.
La agricultura española ante la CEE, equipo dirigido por A. Cami-
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Los Fondos de pensiones. Su futuro en España, equipo dirigido por
M. Rabadán Forniés, 2.ª ed. 1984. (agotado).
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Inflación e impuestos sobre la renta en España, por F. Utrera Mora.
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Integración de los Impuestos sobre la Renta y Sociedades, por J. F.
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La empresa española: estructura y resultados, equipo dirigido por E.
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Tratamiento fiscal de las plusvalías en España, por J. F. Corona
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Barreras a la creación de empresas y economía irregular, por J. Tri-
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Pasado, presente y futuro de las Comunidades Autónomas, equipo
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El tercer viraje de la Seguridad Social en España, por J. Velarde
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El ECU privado: aspectos jurídicos desde la óptica española, por
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Solvencia y rentabilidad de la empresa española, por V. García Martín
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Efectos del Mercado Único sobre los sectores productivos españoles,
Equipo dirigido por J. Carlos Collado. 1992.
La financiación de las comunidades autónomas: una propuesta de
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Aspectos jurídicos de la privatización de la empresa pública en España,
por E. J. Rodríguez Chirillo. 1993.
El sistema de gestión y de costes basado en las actividades, por E.
Castelló Taliani y J. Lizcano Álvarez. 1994.
El problema de la eficiencia del sector público en España, por J. Barea
Tejeiro y A. Gómez Ciria. 1994.
Reestructuración socioeconómica y desequilibrios regionales en la
Unión Europea, por A. Rodríguez Pose. 1995.
La reforma de la imposición empresarial en España, por J.F. Corona
Ramón y R. Paredes Gómez. 1996.
El futuro de la tributación del capital en Europa, por G. Izquierdo.
1997.
Los efectos del euro en los sectores productivos españoles, obra en
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Los servicios de la economía española, por M. González Moreno.
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Asturias: de una economía de transferencias a una economía pro-
ductiva, VV.AA. Introducción de J. E. Iranzo y G. Izquiedo. 1999.
Nuevas estrategias del sistema bancario en la Unión Económica y
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y consideraciones, por L.M. Alonso González, J.F. Corona Ra-
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El reparto del trabajo: el mito y la razón, por J. Rosell Lastortras y J.
Trigo Portela. 2000.
Los servicios a empresas en la industria española, por J.R. Cuadrado
Roura y L. Rubalcaba Bermejo. 2000.
Principios de regulación económica en la Unión Europea, por J. de
la Cruz Ferrer. 2002.
El consumo de servicios en los hogares españoles. Análisis de su re-
lación con el trabajo femenino y el tiempo, equipo dirigido por E.
Mañas Alcón. 2002.
La financiación de la Pequeña y Mediana Empresa en España, 1975-
2000, equipo dirigido por A. García Tabuenca. 2003.
Fiscalidad y planificación fiscal internacional, equipo dirigido por
J.A. Rodríguez Ondarza y A. Fernández Prieto. 2003.
La fiscalidad en el sector agrario, por E. Abella Poblet, L.M. Alonso
González, R. Calle Sáiz, M. Casanellas Chuecos, E. Conde
Fernández-Oliva, J. Martín Fernández, J.A. Puelles Pérez y J.
Rodríguez Márquez. 2004.
Teoría Económica de las crisis monetarias y financieras y de los con-
troles de capital, por M.A. Alonso Neira. Prólogo de C. Rodríguez
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Libertad de empresa y relaciones laborales en España, equipo dirigido
por F. Pérez de los Cobos Orihuel. 2005.
Los recursos intangibles: gestión y reconocimiento en la empresa
española, por M.ª L.ª Recio Rapún. 2005.
Análisis económico de la eficiencia pública, por N. Rueda López.
2005.

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COLECCIÓN TABLERO

Crisis y amenaza nuclear, por F.L. Sepúlveda. 1982.


La aventura americana, por J.M. Carrascal. 1982.
El loco y el proletario, por E. Todd. 1982.
El terrorismo en España, por A. Muñoz Alonso. 1982.
Prisionero de Castro, por A. Valladares. 1982.
La gran mutación, por J.P. Quiñonero. 1982.
La nueva derecha, por A. de Benoist. 1982.
El poder sindical en España, por J.A. Sagardoy y D. León. 1982.
Los partidos políticos en la España actual, por J. de Esteban y L.
López Guerra. 1982.
Andalucía ayer y hoy, por A. Domínguez Ortiz. 1983.
La gran mentira, por J. Sinova. 1983.
España: un presente para el futuro
Vol. 1: La Sociedad, por J. Linz y otros. 1984.
Vol. 2: Las Instituciones, por E. García de Enterría y otros. 1984.
Militarismo y civilismo en la España contemporánea, por C. Seco
Serrano. 1984. (agotado).
Riqueza y pobreza, por G. Gilder. 1984.
El sistema educativo español, por J. González-Anleo. 1985.
Qué hacemos con la Universidad, por A. Ollero Tassara. 1985.
Por qué la propiedad, por H. Lepage, 1986.
El retorno de la sociedad civil, por V. Pérez Díaz. 1987.
Las drogas un problema de todos, por R. Sánchez-Ocaña. 1987.
Estrategia para la defensa. Los elementos de la situación militar en
España, por M. Alonso Baquer. 1988.
El desierto invade España, por M. Toharia. 1988.
La URSS y la perestroika desde España, por J. Tusell. 1988.
El País Vasco, por J.M. de Azaola. 1988.
Cambios recientes en la sociedad española, por J.J. Toharia. 1989.
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El asociacionismo empresarial en España, por A.M. García Femenía.
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Milton Friedman. La política económica de un pragmatista liberal,
por I. Ferrero Muñoz. 2002.
Los pecados capitales de los españoles y el consumo, por A. de Miguel.
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COLECCIÓN UNIVERSIDAD

El futuro de la política fiscal, por R. A. Musgrave. Traducción y estudio


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El Impuesto sobre el Valor Añadido en la CEE, por J. Zurdo y Ruiz-
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Déficit público y crisis económica, por M. J. Lagares Calvo. Prólogo
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El paro en España, por L. Albentosa Puche. 1984.
El sector exterior en España, por L. Albentosa Puche. 1984.
El análisis económico de lo político, por J. M. Buchanan, R. E. McCor-
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Diez años de crisis en la economía mundial, por A. Martínez Estévez,
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Nuevas reformas fiscales: una experiencia para España, por E. Albi
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Economía y votos en España: una aproximación a la interdependen-
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Administración de Entidades Públicas, por I. De Val Pardo. 1999.
El Sistema Europeo de Cuentas y los Tratados de la Unión Europea,
por F. Carrasco Canals. 2000.
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G. Izquierdo Llanes. 2002.
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(agotado).
El sistema financiero español, por F. J. Ramos Gascón. 1980.
(agotado).
La política industrial española, por J. Espí Martínez. 1980. (agotado).
El comercio español con Africa. Especial referencia a Guinea Ecua-
torial, por D. Ndongo-Bidyogo. 1980. (agotado).
El sector agroalimentario ante la CEE. Servicio de Estudios del IEE.
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La política de conservación energética, por J. Espí Martínez. 1981.
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Fe pública y vida económica, por J.J. Toharia, B. Arruñada y C. Paz-
Ares. 1997. (agotado).
¿Por qué se compran y se venden las empresas en España?, por J.
Mascareñas Pérez-Íñigo y G. Izquierdo Llanes. 2000.
La energía en la España del siglo XXI: 2000-2025, por J. Avilés
Trigueros. 2001.
¿Cómo se realizan las compraventas de empresas en España? , por
J.M. Romances et al. 2002.
La inversión en equipamientos recreativos y culturales de la Comu-
nidad Valenciana. Servicio de Estudios del IEE. 2003.

118
Publicaciones del IEE

Proyectos de Ley

El Proyecto de Ley sobre protección pública a la vivienda. 1979. (ago-


tado).
El Proyecto de Ley sobre valoración del suelo, rescate de plusvalías
y gestión urbanística, por R. Entrena Cuesta. 1980. (agotado).
El Proyecto de Ley sobre arrendamientos rústicos, por A. Luna
Serrano. 1980. (agotado).
La reforma del Derecho penal económico español, por J.M.ª Stampa
Braun. 1980. (agotado).
El impuesto sobre sucesiones y donaciones, por J. Zurdo y Ruiz-
Ayúcar. 1981. (agotado).
El Proyecto de Ley de Bases de la Administración local. 1981.
(agotado).
El Impuesto sobre el Valor Añadido en España, por J. L. de Juan
Peñalosa y J. Zurdo y Ruiz-Ayúcar. 1981. (agotado).
El Proyecto de Ley orgánica de armonización del proceso autonómi-
co (LOAPA), por J. L. Fuertes Suárez. 1982. (agotado).
El Proyecto de Ley orgánica de libertad sindical, por J. A. Sagardoy
y F. Durán. 1984. (agotado).
El Proyecto de Ley de represión del fraude fiscal, por F. Clavijo.
1984. (agotado).
La supresión de las reclamaciones económico-administrativas en las
Haciendas Locales, por A. Martínez Lafuente. 1985. (agotado).
El Proyecto de Ley de Aguas, por M. R. Llamas, E. Custodio y G.
Ariño. 1985. (agotado).
El Impuesto sobre el Valor Añadido en España, por J. L. de Juan, F.
López Iranzo y J. Zurdo. 1985. (agotado).
El Proyecto de Ley de fomento y coordinación general de la investiga-
ción científica y técnica, por P. González Blasco. 1985. (agotado).
El Proyecto de Ley general de Sanidad, por F. González Navarro, J.
C. Costas Terrones y C. Soler Durall. 1985. (agotado).
El Proyecto de Ley del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, por
J. Recuero Astray. 1987. (agotado).

119
Publicaciones del IEE

El Proyecto de Ley sobre Televisión privada, por G. Ariño Ortiz. 1987.


(agotado).
El Proyecto de Ley reguladora de las Haciendas Locales, por J.J. Fe-
rreiro Lapatza, E. Simón Acosta y J. Martín Queralt. 1988. (agotado).
El Proyecto de Ley de Reforma del Régimen Urbanístico y Valoracio-
nes del Suelo, por J. González Pérez. 1989. (agotado).
El Proyecto de Ley sobre derechos de información de los represen-
tantes de los trabajadores en materia de contratación, por J. A.
Sagardoy y A. Montoya Melgar. 1990. (agotado).
Los Proyectos de Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas y del Impuesto sobre el Patrimonio, por J. Banacloche y F.
Utrera. 1990. (agotado).
La proposición de Ley de Comercio, por J.L. Martínez López-Muñiz,
A. Calonge Velázquez, J.C. Laguna de Paz y J.A. García de Coca.
1994. (agotado).
El Proyecto de Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físi-
cas, por L.M. Alonso González y J.F. Corona Ramón. 1998.
Los Proyectos de Ley General de Estabilidad Presupuestaria y Orgá-
nica Complementaria, por R. Calle Sáiz y L. Gonzalo y González.
2001.
El Proyecto de Ley de Reforma del Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas, por L.M. Alonso González y A. Pedrós Abelló.
2002.

REVISTA DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS

Número 1/1980. Programas económicos frente a la crisis.


Número 2/1980. Programas económicos actuales en una perspec-
tiva liberal.
Número 3/1980. Aspectos económicos y jurídicos del medio
ambiente.
Número 4/1980. Reforma del sistema financiero.
Número 1/1981. Nuevas tecnologías y empleo.

120
Publicaciones del IEE

Número 2/1981. El problema de la energía (I).


Número 3/1981. El problema de la energía (II).
Número 4/1981. Sistema fiscal y familia.
Número 1/1982. El impuesto sobre el patrimonio.
Número 2/1982. Política de innovación tecnológica.
Número 3/1982. Efectos de la aplicación del IVA. (agotado).
Número 4/1982. Política económica de oferta.
Número 1/1983. Presente y futuro de las PYMES.
Número 2/1983. La financiación de las PYMES.
Número 3/1983. Inversión e impuesto sobre sociedades.
Número 4/1983. Financiación a la exportación.
Número 1/1984. La empresa industrial ante la crisis.
Número 2/1984. La empresa española ante la CEE. (agotado).
Número 3/1984. Proteccionismo y comercio internacional.
Número 4/1984. El trabajo de la mujer. (agotado).
Número 1/1985. La privatización de la empresa pública. (agotado).
Número 2/1985. La contención del gasto público.
Número 3/1985. Política económica contra el paro. (agotado).
Número 4/1985. La reforma del impuesto sobre la renta.
Número 1/1986. Religión y economía. (agotado).
Número 2/1986. Nuevos productos financieros (2.ª ed. 1987).
Número 3/1986. Tendencias actuales de política monetaria.
Número 4/1986. 1992 Un mercado único europeo. (agotado).
Número 1/1987. La economía sumergida. (agotado).
Número 2/1987. La teoría de la elección social: aportaciones
recientes.
Número 3/1987. La nueva política industrial.
Número 4/1987. El futuro de la agricultura.
Número 1/1988. La liberalización del comercio internacional de
los servicios.
Número 2/1988. La reforma de los mercados de divisas.
Número 3/1988. La coordinación de las políticas económicas na-
cionales.
Número 4/1988. Los efectos del mercado único europeo.

121
Publicaciones del IEE

Número 1/1989. La desregulación y privatización en las econo-


mías modernas.
Número 2/1989. Hacia la unión monetaria europea.
Número 3/1989. Aspectos económicos de la propiedad intelectual
e industrial.
Número 4/1989. Los cambios en las economías de los países del
Este de Europa.
Número 1/1990. La reforma del sistema tributario español.
Número 2/1990. Medio ambiente y crecimiento económico.
Número 3/1990. Claves de la creación de empleo.
Número 4/1990. Elecciones y economía.
Número 1/1991. Reforma y armonización de la fiscalidad sobre el
capital.
Número 2/1991. La unión económica y monetaria de Europa en
una perspectiva liberal. (agotado).
Número 3/1991. El impacto del mercado único en el Sur de Eu-
ropa.
Número 4/1991. Presente y futuro del sector eléctrico.
Número 1/1992. La revisión del sector público en los 90.
Número 2/1992. La transición al mercado de las economías socia-
listas.
Número 3/1992. La reforma del impuesto sobre sociedades.
Número 4/1992. El resurgimiento de la economía iberoamericana.
Número 1/1993. Formación profesional y creación de empleo.
Número 2/1993. El SME ante la Unión Económica y Monetaria
Europea.
Número 3/1993. El problema del déficit público.
Número 4/1993. El déficit exterior de la economía española.
Núm. 1-2/1994. El Estado del Bienestar posible.
Número 3/1994. La necesaria liberalización de los servicios en
España.
Número 4/1994. La inmigración en Europa: expectativas y recelos.
Núm. 1-2/1995. El problema de la inflación en España.
Núm. 3-4/1995. El gobierno de los mercados financieros.

122
Publicaciones del IEE

Número 1/1996. Libertad económica y progreso I. Un marco con-


ceptual.
Número 2/1996. Libertad económica y progreso II. Aprender de
los demás.
Número 3/1996. La hora de la Universidad española.
Número 4/1996. ¿Qué ocurre con el consumo?
Núm. 1-2/1997. Factores productivos y competitividad en España.
Número 3/1997. Liberalización del suelo en España I. Anteceden-
tes y marco jurídico.
Número 4/1997. Liberalización del suelo en España II. La futura
Ley del Suelo.
Número 1/1998. La propiedad industrial en la nueva estructura
económica internacional.
Núm. 2-3/1998. La reforma del IRPF en España.
Número 4/1998. La crisis inédita.
Núm. 1-2/1999. El mercado de trabajo en España I. Realidades y
posibilidades. (agotado).
Número 3/1999. El mercado de trabajo en España II. Nuevas opor-
tunidades de empleo. (agotado).
Número 4/1999. Estrategias para una economía dinámica.
Número 1/2000. Medio ambiente y mercado en España.
Núm. 2-3/2000. Hacia un nuevo modelo de transporte terrestre
de viajeros.
Número 4/2000. La reforma de la financiación local en España.
Núm. 1-2/2001. La Sociedad de la Información en España.
Número 3/2001. Hacia dónde va Europa.
Número 4/2001. La economía del agua en España.
Núm. 1-2/2002. La reforma del Impuesto sobre Sociedades.
Número 3/2002. La industria en España.
Número 4/2002. La empresa española en el siglo XXI.
I - El papel de la empresa en la sociedad.
Número 1/2003. La empresa española en el siglo XXI.
II - El gobierno corporativo.
Núm. 2-3/2003. ¡Competitividad!

123
Publicaciones del IEE

Número 4/2003. Impacto de la nueva contabilidad en el valor de


la empresa española.
Número 1/2004. 25 años de economía de mercado.
I - El progreso de la economía española.
Núm. 2-3/2004. 25 años de economía de mercado.
II - Transformaciones sectoriales e institucionales
en España.
Número 4/2004. 25 años de economía de mercado.
III - Libertad de empresa y relaciones laborales
en España.
Núm. 1-2/2005. El crédito al consumo en España.
Número 3/2005. Economía de la ganadería de lidia en España.

COLECCIÓN CÓDIGOS EMPRESARIALES

Beneficios fiscales a las empresas, recopilación de J. García Carrera.


1984.
Guía contable del IVA, por J. Lizcano Álvarez. Prólogo de L. Cañi-
bano Calvo. 1986.

COLECCIÓN TESIS DOCTORALES


(PREMIO «VÍCTOR MENDOZA»)

Las normas de conducta en el Derecho del Mercado de Valores, por


A. Fernández de Araoz Gómez-Acebo. 2000.
Los precios de los medicamentos en Inglaterra y en España: com-
petencia, regulación y financiación pública, por J.R. Borrell Arqué.
2001.
La influencia de la innovación tecnológica sobre el comportamiento
internacional de la empresa, por M.L. Flor Peris. 2003.

124
Publicaciones del IEE

EDICIONES ESPECIALES

En defensa de la libertad, libro homenaje a Víctor Mendoza Oliván, 2


volúmenes. 1997.
20 años por la economía de mercado, libro conmemorativo del 20
Aniversario del IEE. 1999.
Diccionario de expresiones y términos económicos y financieros, por
J.R. del Pozo. Prólogo de E. Domingo Solans y presentación de
J.M. Martínez García. 2005.

COEDICIONES

Karl Popper. Protagonista del siglo XX, por D. Antiseri. 2002.


Coeditado con Unión Editorial.

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Publicaciones del IEE

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