EXPERIENCIAS IME y las razones detrás de su éxito GASTRONÓMICAS
Existe una especie de mito alrededor de uno de los
comedores más conocidos de Córdoba. Qué experiencia ofrece a sus comensales y por qué está siempre lleno.
materializaron en la conversación con el mozo.
Me preguntó qué me gustaría comer y como no IGNACIO GRAGLIA tenía ni idea de qué se estaba cocinando a tres Especial para HDC metros de mi mesa, hice lo que cualquier otra persona habría hecho en esa circunstancia: pre- gunté. La naturalidad de ese tipo de conversacio- nes tiene un efecto descontracturante. C uando el comedor del IME surgía en algún diálogo, parecía un destino casi mitológico. La recomendación era clara, pero al mismo Al final y al cabo, el IME sigue siendo un tiempo evasiva y misteriosa. Los que ya habían club social. Por lo tanto, abandona formalis- pisado el lugar intentaban convencerme pero mos asociados a la gastronomía e incorpora en una suerte de argumento tautológico de tres elementos que sólo encuentro cuando vuelvo palabras: “tenés que ir”. Así de simple. Eso pa- a donde solía comer de niño. Esa familiaridad recía hacerle suficiente justicia. No obstante, es genuina. la frase encerraba una pista. No se trataba sólo de la comida. Había un elemento más alrededor Sin embargo, me surgió una inquietud: los del comedor que nadie podía describir con su- precios. Cómo hacía para saber lo que iba a ficiente claridad y que transformaba al IME en tener que pagar. Y recién en ese momento me un campo de conversación encendida. asaltó el recuerdo de las conversaciones previas a mi llegada. Al IME se va porque las porciones Era cierto. Para conocer por qué se creó el son grandes y los precios, baratos. Asumí el le- mito IME, tenía que ir. Y para ser justos, no es ma como una realidad dada y tras escuchar las fácil darse cuenta de la razón específica por la opciones de la casa, pedí un buen bife de cho- que el comedor está siempre lleno. A simple Todo el IME contribuye a generar ese esta- rizo con papas fritas. Clásico, porque de eso se vista, no parece gran cosa. Es un discreto come- do. Me percaté, incluso, que ese concepto no SOBRE EL IME trata el comedor. dor ubicado en pleno barrio Alberdi. Las descrip- era forzado ni buscado de manera consciente, ciones de la comida y del servicio tampoco me sino que por el contrario, se daba de forma ESTILO Y CONCEPTO: Bodegón/comedor. La conversación era estimulante y el am- decían mucho: generosas porciones y amabilidad natural. De eso se trata el comedor y por eso, PALABRAS CLAVE: Auténtico, clásico, biente, agradable. Por lo tanto, la espera no en la atención. Pero esas características, esa fal- cuando intentaban explicarme de qué iba, las rústico, histórico, familiar. fue un factor determinante. La porción llegó ta de pretensión que traspasó del comedor a sus palabras “auténtico” y “genuino” eran las más DÍAS Y HORARIOS: Mediodías (de lunes a y me di cuenta que era enorme. Enorme. Casi voceros, de hecho, son las que terminaron de usadas. Toda esa sensación y ni siquiera me lunes) y noches (de lunes a viernes). para dos personas. Fue una suerte haberme completar la experiencia que viví en el IME. había sentado en la mesa. PRECIOS: Menú del mediodía ($200). salteado la merienda porque la carne se veía Cambia todos los días. deliciosa y las papas crujientes. Se necesita La pregunta era simple: ¿Qué secreto es- Tras el primer pantallazo, la curiosidad se destreza para cocinar bien un trozo ancho de conde el comedor y por qué se creó un mito a despertó. Me dirigí a mi mesa junto a mis dos carne como el que tenía frente a mi plato. su alrededor? En ese momento, antes de ingre- acompañantes (siempre hay alguien bien dis- ga mi plato. Al IME le interesa que coma bien Debía medir tres dedos de altura. Sin embar- sar, las expectativas eran muy altas y empezaba puesto), me senté y volqué mi atención a los y en buena compañía. Además, es un state- go, la delgada línea rosa en el medio indicaba a dudar de las chances que tenía el IME de comensales. Lo primero que noté, antes de ment de diversidad. El comedor no filtra con la buena cocción: ni seco, ni crudo. Y por superarlas. ordenar incluso, es la acústica del lugar. El criterios estéticos específicos. Por eso fue sobre todas las cosas, tierno. Ninguno habló murmullo permanente hizo que, inevitable- natural encontrar grupos totalmente diferen- durante los primeros diez minutos. Todos Sin embargo, cuando crucé las puertas de mente, todos habláramos casi a los gritos. Y si tes bajo el mismo techo. Personas comiendo estábamos muy concentrados en nuestros Caseros 1.210, el efecto IME empezó a traba- bien al principio dudé, después me di cuenta solas, grupos de amigos, familias, compañeros platos. Luego sí, como es natural, alguien jar. En los primeros dos pasos me di cuenta que hay pocas cosas tan liberadoras como ha- de trabajo, equipos de fútbol, etc. Pese a nues- dijo algo y la conversación se reanudó. que mis expectativas no iban a tener cabida blar bien fuerte y que a nadie le importe lo que tras disonancias, todos llegamos con un mis- en el comedor. Ni siquiera el criterio con el estés diciendo. No hay espacio para la timidez. mo objetivo: disfrutar de una vasta comida y El postre era flan, queso con dulce o helado. que ordeno generalmente esas ideas iba a fun- Se ríe fuerte y a las carcajadas. un precio razonable. Pedí la primera opción y la generosidad del cionar. Esa es la virtud del IME y su secreto dulce de leche, cuando arribó, no me sorpren- mejor guardado. Mis pretensiones, posturas, La misma idea liberadora atraviesa, entre Ahora sí, llegó el momento de ordenar. El mo- dió. Así me lo servían en mi propia casa. Tres conceptos asumidos y esa extraña sensación otras cosas, la estética del comedor. Las sillas zo ya nos vio y saludó, pero la carta nunca llega. cucharadas bastaron para dejar el plato limpio. que me pone alerta cuando llego a un lugar y las mesas son diferentes. Me pareció, en Y ese es otro de los puntos destacados del IME. Emprendí la retirada seguro, sabiendo que po- nuevo quedaron pegadas al marco de la puer- principio, un detalle menor. Pero cuando lo No hay carta. Nadie me acercó un listado de pla- día regresar como se vuelve a un club de barrio ta. Funcionó como una especie de filtro que pensé con detenimiento, esa característica tos. El comedor me liberó también de la clásica o al mismo hogar en el que creciste: con la me obligó a bajar la guardia. deja un punto en claro: no importa dónde me formalidad que implica revisar la carta. La cues- certeza de que te esperan con un plato calien- siente y cuál sea la superficie en la que pon- tión se dirimió de otra manera. Las opciones se te y la mesa servida.