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LA ARGENTINA NAZI-FASCISTA

De La Liga Patriótica a la Alianza Libertadora Nacionalista.

REFLEXIONES SOBRE LA INSERCIÓN DE LAS IDEOLOGÍAS EN EL PAÍS.

Marcelo Michini
A mis hijos Franco y Mariano.
Introducción…………………………………………………………………………………………………………………………..........................3

Primera Parte. Fascismo y Nazismo

Capítulo 1. La Italia del Duce…..……………………………………………………………………………………………………………………..6

Orígenes del fascismo…………………………………………………………………………………………………………………………………….6

Ideología fascista…….…………………………….....……………………………………………………………………………………………..….10

Capítulo 2. De Versalles a Berlín: Surgimiento, auge y caída del nazismo……………………………………………….…….12

Orígenes del nazismo…………………………………………………………………………………………………..………………………………12

Alemania durante la década del ´20……………………………………………………………………………….………..………………....16

Hitler……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………17

Segunda Parte. Nacionalismo Argentino.

Capítulo 3. Los precursores…….……………………………………………………………………………………………………………………23

Nacionalismo en Argentina……………………………………………………………………………………………..…..………………………23

La Semana Trágica…………………………………………………………………………………………………………………..…………..………25

La Liga Patriótica………………………………………………………………………………………………………………………………………….29

Fundadores de la Liga…………………………………………………………………………………………………………………………………..31

Ligas fascistas……………………………………………………………………………………………………………………………………………….33

Los intelectuales nacionalistas………………………………………………………………………………………………………..……………35

El aporte de la Iglesia católica………………………………………..…………………………………………………………………………….38

Capítulo 4. Crepúsculo y nuevo amanecer………………………………………………………………………..………………………….40

La década del ´30……………………………………………………………………………………………………………………………………..….40

Los inicios de la Segunda Guerra Mundial y la situación de Argentina……………………………..…………………………..43

Argentina se “convierte” en nazi…………………………………………………………………………………………..……………………..47

¿Perón nazi?......................................................................................................................................................53

La defensa de Perón en primera persona……………………………………………………………………………………………………58

Nazis en Argentina……………………………………………………………………………………………………………………………………….60

Fascistas argentinos………………..……………………………………………………………………………………………………………………63

Inmigrantes (refugiados) en Argentina……………………………………………………………………………………………………….67

A modo de conclusión………………………………………………………………………………………………………………………………..70

Fuentes bibliográficas………………………………………………………………………………………………………………………………..75
Introducción

¿Se puede hablar de una “Argentina nazi” o “Argentina fascista”?. Evidentemente sí ya que las
próximas páginas darán testimonio fidedigno de que existieron, al menos, simpatías con estos
movimientos de extrema derecha en nuestro país. Para ser honestos también se podría hablar de
una “Argentina socialista” o “Argentina comunista” ya que estas ideas también calaron hondo en
muchos compatriotas. La diferencia estriba en que las ideologías que este libro analiza se
impusieron en nuestro país con mayor asiduidad, curiosamente, sin pertenecer a un partido
político que declarara abiertamente sus intenciones. Intelectuales, militares, políticos y
empresarios copiaron las características de los regímenes de la derecha europea basadas en la
división, la persecución, la tortura, la cárcel y la muerte. Lamentablemente estos hechos no
solamente fueron entendidos por un amplio sector de argentinos sino que, peor aún, fueron
avalados y copiados.

Una de las propuestas del presente libro es indagar sobre estos dos procesos internacionales –
fascismo y nazismo- para intentar comprender la amplia y profunda repercusión que tuvieron en la
sociedad argentina de las primeras décadas del siglo XX.

En primera instancia -por orden cronológico- está el surgimiento del fascismo italiano en los
primeros días de la década del ´20. En nuestro país tuvo una impronta peculiar con el surgimiento
de La Liga Patriótica, agrupación de jóvenes de clase alta que reprimían a los trabajadores con la
anuencia de la institución policial y sectores gubernamentales que dejaban actuar a la luz del día
con total impunidad. Las acciones de estos individuos prosiguieron durante toda la década por
todo el país hasta el golpe de Estado a Hipólito Yrigoyen en 1930. A esta agrupación se sumarían
un número de intelectuales que comenzarían a identificarse con los modelos nacionalistas
imperantes en Europa y sus funciones principales serían la propaganda derechista y la formación
de opinión. Además, acabarían por ser los principales actores de la interrupción democrática
colaborando con el sector del ejército identificado con Félix Uriburu. Esto supuso una pequeña
cuota de éxito personal al proceder de estas agrupaciones que, luego de dos años de dictadura en
el poder, serían eclipsadas por gobiernos elitistas basados en el fraude y corrupción como sistema.
De esta forma el poder pasaría al sector empresarial y harían innecesaria la continuidad de la
violencia armada.

En segunda instancia se produce el auge del nazismo alemán que se consolida en el poder durante
la década del ´30. En Argentina surgirían grupos simpatizantes de esta ideología totalitaria que se
manifestarían públicamente, inclusive, con organizaciones de actos al mejor estilo del Tercer
Reich. Sumado a esto aperturas de sedes y publicaciones que tenían como función, entre otras, la
difusión de la cultura antisemita entre sus adeptos. En este sentido, la intención es conocer las
acciones de estos grupos -inclusive de los gobiernos de la época- que manifestaban su apoyo al
régimen.

Con la finalidad de presentar un material ordenado el libro está dividido en dos partes. La primera
realiza una aproximación a explicar las características del gobierno de Mussolini con sus ideas y
aportes fundamentales. Asimismo, una síntesis del largo recorrido que llevara a Hitler a
convertirse en el hombre más importante de Alemania durante más de una década agregando las
concepciones más peculiares del nazismo.

La segunda parte refiere a lo manifestado anteriormente sobre la intención de brindar una


explicación lo más completa posible de la inserción del nacionalismo en Argentina tomando como
fechas claves de inicio y consolidación el 9 de enero de 1919 y el 17 de octubre de 1945. La
primera refiere al comienzo de la represión institucional a los obreros en la denominada “Semana
Trágica” con la ya descripta aparición pública de grupos nacionalistas. La segunda alude a la
jornada en donde una inmensa masa de trabajadores colmó la Plaza de Mayo pidiendo por la
liberación del entonces vicepresidente de la nación, Juan Perón. La importancia aquí radica en la
defensa de una persona que, a través de una política nacionalista, supiera incluir a una clase
marginada desde los años de formación del país. Además, en este último caso, abordar la teoría de
la supuesta relación de Perón con el nazismo y las innumerables justificaciones de aliados y
opositores para ubicarlo como inocente o culpable de la llegada de nazis al país.

Las inquietudes que surgen son: ¿Por qué estas ideologías basadas en el racismo, la discriminación
y la xenofobia contaron con adeptos en un país tan lejano al centro de los hechos?, ¿hubo
antecedentes de este tipo en Argentina antes del surgimiento del fascismo y el nazismo?, ¿por qué
no desaparecieron estos pensamientos una vez concluida la Segunda Guerra Mundial?. Estas son
algunas de las preguntas que se analizan en la presente obra con el fin de encontrar respuestas. El
intento de explicar los motivos que llevaron a algunos argentinos -en apariencia ajenos a los
sucesos europeos- a tomar como propias las banderas nazis y fascistas para hacer de ellas una
cuestión “nacional”.
PRIMERA PARTE

FASCISMO Y NAZISMO
Capítulo 1. La Italia del Duce

“La civilización europea ha producido automáticamente la rebelión de las masas”

José Ortega y Gasset

Orígenes del fascismo

El final de la Primera Guerra Mundial es el hito utilizado con frecuencia para explicar el cambio de
realidad de los países participantes del conflicto. El caso de Italia no es la excepción pero ya la
situación durante la lucha -e incluso antes- anticipaban rupturas a nivel general.

Para 1914 –año de inicio de la conflagración- eran múltiples las protestas en contra de que la
nación participara de los combates. Las manifestaciones fueron reprimidas ocasionando huelgas
en todo el territorio.

Cuando iniciara la participación italiana los socialistas abogaron por la neutralidad 1, aunque el
gobierno capitalista optara porque la nación ingrese al conflicto. La situación social -por obvias
razones- era caótica y comenzaron a escasear los víveres; para el final del conflicto en algunas
regiones directamente no había pan.

El triunfo de la revolución comunista en Rusia para 1917 entusiasmaría a vastos sectores sociales
en Italia, más aún cuando una delegación del Sóviet de Petrogrado visitara la ciudad de Turín. En el
mismo año y ciudad se produjeron enfrentamientos entre obreros y militares que reprimieron
manifestaciones de protesta causando cientos de muertos entre los primeros.

En 1918 finaliza la Gran Guerra -como se la denominaría hasta el comienzo de la segunda- e Italia
es traicionada por los miembros de lo que quedaba de la Triple Alianza 2 y Estados Unidos.3 Les
habían prometido -en 1915- tierras austríacas si abandonaba la alianza que tenía con Alemania y el
Imperio Austro-húngaro que finalmente no le entregaron. A las mencionadas situaciones críticas
hay que sumarle un obvio descenso del nivel de vida de los asalariados y un incremento de horas
en la jornada de trabajo bajo la excusa de producir para la defensa y reconstrucción de la nación.
Estas medidas provocarían manifestaciones y huelgas por todo el país, sumado a esto comenzarían
los saqueos de comercios, ocupación de oficinas del gobierno y de tierras en las zonas rurales.

Para 1919, aunque se produjeron algunas mejoras en los salarios, continuaron las huelgas y
movilizaciones a las que se sumaría la toma de fábricas. Las clases altas italianas temían el inicio de

1
Según Eduardo Viola no fue con demasiada firmeza por parte del PSI (Partido Socialista Italiano), inclusive
pasaron a aplicar la inerte opción de “ni sabotear ni apoyar.” VIOLA, Eduardo; “ITALIA 1918-1922:
SOCIALISMO O FASCISMO”. En Historia del movimiento obrero, Volumen 3, Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina S.A., 1985, pág. 33.
2
Francia e Inglaterra ya que Rusia había dejado de participar el año anterior por decisión del nuevo gobierno
revolucionario bolchevique de Lenin y Trotski.
3
Cabe consignar que Estados Unidos no participó del tratado secreto de 1915 ya que su ingreso al conflicto
fue recién en 1917. Sí estuvo en los tratados y posteriores repartos del final de la guerra.
una revolución similar a la bolchevique en Rusia. Era necesario que alguien parara la expansión
bolchevique que amenazaba con cambiar el orden de las cosas…

Ese mismo año Benito Mussolini fundaba los fasci di combattimento, grupos armados que
lentamente comenzarían a hacer estragos en distintas ciudades del país atacando a los
simpatizantes de izquierda. Los primeros que se unirían al futuro dictador fueron sectores
empobrecidos de la pequeña burguesía urbana y ex-combatientes desencantados por los
resultados de la guerra que solo les habían generado desocupación. En menos de un año los
reclutados provenían de distintas profesiones: funcionarios públicos, estudiantes, rentistas,
comerciantes, propietarios agrícolas, profesionales independientes. Las elites italianas
encontrarían la respuesta a sus temores, ya tenían quien evitaría que se derrame el bolchevismo
en su país.

Para 1920 la situación cambiaría abruptamente. Viola lo describe con precisión:

“El Partido Socialista Italiano se ha desprestigiado entre los trabajadores, que se encuentran
desmoralizados. La pequeña burguesía, que veía con simpatía o se adhería a la movilización obrera
en los primeros tiempos, se ha cansado de tanta crisis y desorden y se orienta definidamente hacia
fórmulas autoritarias para restaurar `el orden y la paz´. La burguesía destruye sus fuerzas y se
prepara para el aplastamiento final de la clase obrera.” 4

El 21 de noviembre en Bolonia los fascistas comienzan a hacerse conocidos para todo el país. Ese
día se enfrentarían en las calles con los socialistas y matarían a nueve simpatizantes.

La metodología utilizada en esta y otras acciones era la siguiente: Los violentos llegaban en
camiones y vestidos con camisas negras. Una vez en el lugar comenzaban a pegar bastonazos,
rompían puertas, vidrios, desalojaban el lugar en donde cometían la represión (por ejemplo una
oficina pública o sede de algún partido) arrojando muebles y libros a la calle y prendiéndolos
fuego. A las personas que se encontraban en el lugar los golpeaban sin piedad o los mataban. A
quienes huían del ataque los fascistas, en clara actitud mafiosa, se vengaban matando a los
miembros de su familia.

Para comprender con mayor claridad el proceso los números son reveladores: para diciembre de
1920 los desempleados eran poco más de cien mil ciudadanos, un año después el número se
quintuplicaría. En tanto los fascios, es decir las ligas que agrupaban a los fascistas, en los mismos
años mencionados pasarían de ser doscientas en todo el país a dos mil trescientas. La ecuación es
sencilla: los desocupados se unieron al partido de Mussolini esperando mejorar sus condiciones de
vida. Vale aclarar que en las regiones italianas ocupadas por la fuerza obligaban a las personas a
afiliarse a la agrupación…

La represión fascista comenzaría a afectar a los demás partidos: los afiliados al Partido Comunista
pasaron de cincuenta y ocho mil en 1921 a veinte mil en 1922. Ese mismo año Benito Mussolini se
consolidaría en el poder: entre el 27 y el 29 de octubre se produjo la recordada marcha sobre

4
VIOLA, Eduardo; op. cit., ps. 47-48.
Roma.5 Nada sería igual en Italia por los siguientes veintidós años. En distintos países del mundo –
entre ellos Argentina- surgirían admiradores de su régimen basado en la violencia con tortura,
cárcel y muerte para quienes se opusieran.

Serán nuevamente las palabras de Eduardo Viola las que describen con sencillez y precisión la
composición del fascismo y los motivos de sus éxitos iniciales:

“El fascismo se expandió en Italia después de una serie de derrotas parciales de la clase obrera.
Derrotas producidas porque la clase obrera no alcanzó, a nivel político, objetivos posibles que no
incluían, necesariamente, la toma del poder. De hecho, mientras la clase obrera logró, en el
período 1918-1920, importantes conquistas en el terreno económico, no sucedió lo mismo en el
político. Así, los principales problemas de orden político planteados al proletariado quedaron sin
resolver: estructuración de una organización revolucionaria con una estrategia definida de poder,
alianza orgánica con el campesinado pobre y las masas explotadas de la ciudad, constitución de
formas orgánicas estables de poder, organización militar.”6

Considera, además, que el fascismo cumplió una doble función:

“Con respecto a la clase dominante reorganizó el bloque en el poder en función de la hegemonía


del gran capital; con respecto a la pequeña burguesía la utilizó como firme base de apoyo social,
transformándola en la clase mantenedora del estado […] Con respecto a la clase explotada,
garantizó, por un lado, la represión física organizada de la clase obrera y el campesinado pobre;
por otro lado cumplió una función ideológica: la de introducir la ideología burguesa en la clase
obrera a través del componente anticapitalista.”7

Complementando sus palabras, vale decir que el gran capital que menciona refiere a los poderosos
industriales del norte del país a los que se sumarían los capitalistas agrarios del sur. Sin embargo,
menciona un sector anticapitalista. Estos eran grandes grupos de personas fuera del sistema -que
no eran necesariamente proletarios- desconfiados de los grandes capitalistas. En definitiva, el
fascismo terminaría integrando a amplios sectores de la sociedad. La Iglesia también sería una
gran colaboradora del régimen por su oposición al comunismo ateo.

Durante 1923 comenzarían a tomarse medidas que favorecerían al gran capital, por ejemplo,
liberalización de títulos, privatización de teléfonos y seguros de vida, aumento de alquileres sin
tope, aumento de impuestos y cancelación del proyecto de reforma agraria.

El asesinato del líder del partido socialdemócrata Giacomo Matteotti en 1924 por miembros del
partido provocaría manifestaciones en contra del fascismo. Fueron los últimos intentos por
debilitar el poder de Mussolini quien se haría cargo del asesinato meses después en un discurso

5
Los miles de camisas negras que acompañaron a su líder esperaron en las afueras de la ciudad. El motivo era
el reclamo de poder al rey Víctor Manuel. El mismo día 29 Mussolini era nombrado primer ministro. El 31 de
octubre al frente de su masa de fanatizados adherentes ingresó a la capital en un inmenso desfile.
6
VIOLA, Eduardo; op. cit., pág. 64.
7
Ídem.
público. Luego de eso serían imparables. Prueba de esto es que en 1926 fueron disueltos todos los
partidos políticos dando origen al régimen de partido único.

La propuesta más ambiciosa del fascismo fue la de implantar un estado corporativo basado en la
cooperación de todas las ramas productivas, una comunión de patrones y obreros. En un
comienzo no resulta por la resistencia de los capitalistas. Cuando se concrete el acuerdo en donde
solamente habría un sindicato en toda Italia –la Confederación de Sindicatos Fascistas- muchos
respirarían tranquilos. Los obreros, sin saberlo, caerían en la trampa. Ganarían una estabilidad
laboral que, en contrapartida, les significaría la pérdida de derechos elementales como el de
huelga y un máximo de ocho horas de jornada de trabajo. En pocas palabras, el sindicato único
cuidaría bien los intereses del gran capital en lugar de los de sus compañeros. Sin embargo, la
clase obrera sería uno de los puntales del fascismo teniendo en cuenta que su explotación laboral -
relacionada con la exigencia capitalista de maximizar la producción- acarrearía que el salario se
mantuviera relativamente estable e inclusive aumentara por la proporción de las ganancias en la
distribución del ingreso nacional.

Una vez consolidado el poder político y atrayendo al poder económico queda por asegurar la
situación social. Para ello Mussolini basaría la transmisión de sus ideales en tres sectores: el
partido, los medios de comunicación y la familia.

“La familia se convierte en una de las piezas esenciales de los aparatos ideológicos del estado dado
su papel en la formación de la ideología autoritario-jerárquica del fascismo.”8

Sería dentro del seno familiar en donde se reproducirían como un mandato divino las palabras del
líder cumpliendo un rol y calando más hondo que la escuela y la propia Iglesia.

La policía, en tanto, sufriría la depuración de los elementos que no serían considerados aptos para
la nueva función que era la del control y represión prácticamente sin límites. Había escalafones
policiales: carabineros en el puesto más bajo, la MSVN (Milicia Voluntaria de Seguridad Nacional)
que era una prolongación de la OVRA (policía política) y esta última, por su parte, dependiente de
los dirigentes fascistas. Para 1927 la MSVN pasaría a ser un cuerpo armado del estado
dependiente directamente del Duce.

La ola de represión fascista se despliega con fuerza en el país a finales de 1926. Cientos de
comunistas y socialistas son deportados, exiliados o detenidos. Entre estos últimos se encuentra
Antonio Gramsci, periodista y político marxista de gran importancia en este período, condenado a
veinte años de prisión por cuestiones políticas.

En cuanto a la producción –y teniendo en cuenta la intención de rearmarse para un probable


estallido- se desarrollaría fuertemente la industria pesada. Aunque no alcanzara el desarrollo de la
producción alemana o norteamericana un gran número de trabajadores se incorporarían a las
fábricas de arsenal bélico.

En junio de 1940 Italia entra en la guerra como aliada de Alemania.

8
VIOLA, Eduardo; “DEL FASCISMO A LA REVOLUCIÓN FRUSTRADA”. En Historia del movimiento
obrero, Volumen 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1986, pág. 546.
Ideología fascista

Con el fin de resumir en forma clara y precisa los principales puntos que caracterizarían la
ideología del fascismo en general, se han tomado precisiones de Eric Hobsbawn, sin lugar a dudas
uno de los historiadores más notables del siglo XX.

Uno de los puntos más salientes y conocidos del nazismo alemán es el odio y persecución a los
judíos. La conocida alianza entre Adolfo Hitler y Benito Mussolini sugiere una aceptación e
identificación respecto a este tema. Sin embargo, el antisemitismo en Italia será tardío comparado
con Alemania e inclusive sectores del ejército italiano se negaron a entregar judíos a los alemanes
en la Francia ocupada por aquéllos.9 Demás está decir que estas acciones no justifican nada y, de
hecho, hay numerosos casos de muerte de judíos y deportaciones en el país.

El triunfo nazi y su posterior desarrollo en 1933 servirían para sobredimensionar al fascismo


italiano una vez producida la alianza entre ambos. Es que, aunque el surgimiento del partido de
Mussolini fue anterior, no había tenido demasiada repercusión en Europa y el mundo hasta ese
entonces. Uno de los escasos países en donde el modelo fascista había empezado a ser
considerado fue justamente la Argentina con las acciones de la Liga Patriótica en los años ´20, las
publicaciones nacionalistas de algunos escritores y las medidas tomadas por el dictador José Félix
Uriburu durante su presidencia en el período 1930-32.

Según Hobsbawn el fascismo compartía el nacionalismo, anticomunismo, el antiliberalismo, con


otras agrupaciones que no eran necesariamente fascistas, por ejemplo sectores reaccionarios de la
derecha francesa.

“La principal diferencia entre la derecha fascista y la no fascista era que la primera movilizaba a las
masas desde abajo […] Los fascistas eran los revolucionarios de la contrarrevolución: en su
retórica, en su atractivo para cuantos se consideraran víctimas de la sociedad, en su llamamiento a
transformarla de forma radical, e incluso en su deliberada adaptación de los símbolos y nombres
de los revolucionarios sociales […].”10

En este caso es una clara referencia a que compartían con los nazis esta simbología de banderas,
largos discursos en lugares públicos, el festejo del primero de mayo y la utilización de términos
como “nacional” y “socialismo” en la clara búsqueda de atracción de la masa.

Otras características en común del fascismo con el nazismo era la posición de la mujer
absolutamente marginada y cuya única función era la de procrear y realizar las tareas del hogar.
Asimismo desalentaron la participación de la monarquía, el conservadurismo político y la Iglesia en
la toma de decisiones. De todas formas Mussolini fue hábil en este sentido ya que no podía
enfrentar a una población católica con la institución que la representa. Como se mencionara
anteriormente supo ganarse el apoyo eclesiástico por su lucha contra el comunismo ateo.

9
HOBSBAWN, Eric; Historia del siglo XX, Buenos Aires, Crítica, 2014, pág. 106.
10
Ibídem, ps. 107-108.
En cuanto al pasado que resaltaban el mismo estaba basado en tradiciones, en muchos casos,
inventadas. Es sumamente conocida la teoría de Hitler acerca de la raza superior alemana. Para
ello “acomoda” la historia basándola en el origen ario de los alemanes. De esta forma, quienes no
tuvieran este antepasado común, no merecían compartir el mismo suelo. Basado en estos
argumentos justificaba la expulsión, reclusión y/o exterminio de judíos.

Benito Mussolini, por su parte, buscaba atraer a la población rememorando viejos triunfos del
extinto imperio romano. Su objetivo era reverdecer esos ya inexistentes laureles, tarea
obviamente imposible pero a la cual se embarcaría ciegamente. Probablemente en toda Italia el
más convencido de lograrlo fuera justamente él.
Capítulo 2. De Versalles a Berlín: Surgimiento, auge y caída del nazismo.

“Si el pueblo tolera el desarrollo del poder privado hasta un grado tal en el que se convierta en más
fuerte que el estado democrático, esto, en su esencia, es fascismo: propiedad del gobierno por un
individuo, por un grupo o por cualquier poder privado dominante”

Franklin Roosevelt

Orígenes del nazismo

El camino del nazismo al poder fue más largo y difícil comparado con el fascismo italiano, de hecho
aquéllos se inspirarían en Mussolini y sus secuaces en gran parte de las acciones relacionadas con
la violencia.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial el tratado de Versalles 11 firmado en 1919 castigó con dureza
a Alemania acusada de ser la iniciadora de un conflicto al que todos habían deseado participar. 12
Las cláusulas indicaban, a grandes rasgos, la imposición al vencido imperio de la entrega a Bélgica
de los territorios fronterizos de Eupen y Malmedi, las minas del Sarre alemán apropiadas por
Francia y la recuperación de este último de Alsacia y Lorena, la entrega de la parte meridional de la
Silecia alemana y un corredor con salida al mar (en donde se hallara el puerto de Danzig, lugar de
inicio de la Segunda Guerra Mundial) a Polonia, el Schleswig septentrional entregarlo a Dinamarca
y las colonias africanas en poder alemán pasaron a Francia e Inglaterra. Además, debía reducir su
ejército al mínimo para que solamente posea la capacidad de defender sus fronteras, destruir su
armamento y pagar veinte mil millones de marcos oro como indemnización a los vencedores. Este
último punto sería el desencadenante de la gran crisis económica que tolerarían los alemanes por
muchos años. Además, sería uno de los argumentos para la escalada de Adolf Hitler al poder en su
búsqueda de venganza y que arrastraría al país entero dos décadas después.

Para describir el panorama imperante en la Alemania de esos días y el sentimiento de millones de


ciudadanos en todo el mundo se transcriben las siguientes reflexiones de Jorge Abelardo Ramos:

“El artículo 231 del Tratado de Versalles consideraba a Alemania como única responsable de la
guerra, del mismo modo que en 1945 se juzgará al nazismo como el responsable de la segunda
carnicería capitalista. Así, todos los bandidos capitalistas se lavaban sus propias manchas de
sangre y despojaban al imperialismo mundial de su responsabilidad histórica común. Desde 1918
11
Quienes decidieron la suerte alemana fueron Francia, Gran Bretaña y, en menor medida, los Estados
Unidos.
12
Para la mayoría de los historiadores aquí se encuentra el origen del nazismo. Hay otros, como el caso de
Peter Fritzsche, que consideran el comienzo (no el fin) de la Gran Guerra debido a la unión de los ciudadanos
alemanes en una postura nacionalista como nunca antes había ocurrido. Este sería el germen para la aparición
del nacionalsocialismo.
Respecto a la participación alemana en el conflicto y los deseos de todo un país en participar parece
exagerada. En Berlín y otras ciudades importantes se realizaron manifestaciones en contra de la guerra las
cuales, obviamente, tuvieron un escaso eco.
hasta 1924 el pueblo alemán es doblegado y expoliado; cae en la abyección más completa. Nacen
los primeros grupos nacional-socialistas. Se desarrolla el Partido Comunista alemán, después del
asesinato de Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht a manos de oficiales prusianos y de los
ministros social demócratas.” 13

Y con respecto al día a día:

“La sociedad alemana es irreconocible: Los billetes de tranvía se pagaban a razón de millones de
marcos; camiones transportaban el papel moneda del Banco del Reich a los demás bancos y quince
días después se encontraban billetes de cien mil marcos flotando en el albañal, un mendigo los
había arrojado despectivamente. Unos cordones de zapatos costaban más que antes un par de
zapatos, no, que toda una zapatería de lujo con dos mil pares de zapatos. Reponer un vidrio roto
cuesta más que antes la construcción de toda una casa; un libro más que antes toda la imprenta
con su centenar de máquinas. Al precio de cien dólares podían comprarse series enteras de
edificios de 6 pisos en el Kurfürstendam [una de las avenidas más famosas de Berlín] […] Unos
muchachos que habían encontrado un cajón de jabón olvidado en el puerto, se pasearon meses
enteros en automóvil y vivían como príncipes, vendiendo cada día uno de aquellos jabones, en
tanto que sus padres, gente adinerada en otro tiempo, se arrastraban como mendigos. Se daba el
caso de ordenanzas que fundaban casas bancarias y especulaban con moneda extranjera [...] Los
desocupados vagaban por millares y mostraban los puños cerrados a los especuladores y a los
extranjeros con automóviles de lujo que compraban manzanas enteras de casas como si se tratara
de una caja de fósforos […] Berlín se convirtió en la Babel del mundo. Surgían bares, lugares de
recreo y despachos de aguardientes como hongos [...] Ni aun la Roma de Suetonio había conocido
orgías comparables a los bailes de invertidos de Berlín, donde centenares de hombres vestidos de
mujeres y de mujeres en indumentaria masculina bailaban ante las miradas complacientes de la
policía. Una especie de demencia se apoderó con el derrumbe de todos los valores, principalmente
en los círculos burgueses, hasta entonces inconmovibles en su orden […].”14

¿Exagerada pintura de una sociedad golpeada por las ambiciones de un grupo de políticos?.
Siempre existe esa probabilidad cuando se analiza la historiografía. Al margen de ello no hay dudas
que las decisiones tomadas en Versalles servirían de tobogán en cuyo final de recorrido se puede
ver a los nazis invadiendo Polonia.

Esta situación nefasta para el pueblo alemán ya podía observarse durante la guerra. Luego de la
algarabía de la mayoría en el inicio, comenzaron los meses a transcurrir y el hambre llegaría para
castigar a la población. Para 1915 crecería el consumo de productos más económicos como el pan

13
RAMOS, Jorge A.; Revolución y contrarrevolución en la Argentina. La factoría pampeana 1922- 1943.
Senado de la Nación, 2006, pág. 21.
14
ZWEIG, Stefan; El mundo de ayer. En: RAMOS, Jorge A.; op. cit., ps. 21-22.
de centeno y las papas. Tiempo después el emperador Guillermo II comenzaría una política de
racionamiento que complicaría aún más a los ciudadanos quienes empezaron a depender cada vez
más de la ayuda de los sindicatos obreros, fondos municipales o sociedades de beneficencia.

Estas organizaciones, durante 1915 y 1916, comenzaron una campaña en donde solicitaron a las
amas de casa de las ciudades de Berlín y Barmen que juntaran los restos de la comida. Como
consecuencia se reunieron cientos de kilos de desechos de verdura, carozos de fruta (para hacer
aceite) y restos de molienda de café para reutilizarse. Continuaron, además, con la recolección de
ropas, zapatos y papel.

Comenzaría, poco a poco, la discriminación hacia los judíos. Un grupo nacionalista llamado el
Partido de la Patria propuso el “conteo de judíos” para evaluar si estaban peleando (y muriendo)
en cantidad para Alemania.

La situación más crítica en relación a la alimentación se viviría en el período 1916-1917 en donde


se produjo el llamado “invierno de los nabos”. La falta casi absoluta de comida para los civiles
llegaría a un extremo tal que los nabos quedaron como producto prácticamente exclusivo para el
consumo.

Así era la durísima situación social alemana: hambre y derrota en el frente. La desesperanza y la
furia contra el káiser provocaron la revolución el 9 de noviembre de 1918. En una rápida sucesión
de hechos los alemanes tuvieron que observar la huida de su emperador, la creación de la
República de Weimar, las insurrecciones comunistas y, como corolario, los puntos del tratado de
Versalles. La ocasión era propicia para un cambio en medio de tanta confusión…

Para 1920 el partido nacionalsocialista -al que se había adherido Hitler- era un grupo minoritario
que, de todas formas, tenía sus fundamentos respecto a la política que debería aplicarse en los
años de posguerra. Su programa de veinticinco puntos exigía al débil gobierno de la República de
Weimar -jaqueado por grupos de izquierda y derecha- soluciones inmediatas. Por supuesto
utilizarían el documento para buscar, además, otros responsables de la caótica situación que
estaban atravesando. Comenzaba, lentamente, el largo camino impregnado de odio que llevaría a
esta agrupación al cenit en 1933 cuando su líder tomara el poder absoluto… A continuación se
mencionan los puntos más salientes:

“1. Exigimos la unión de todos los alemanes para constituir una Gran Alemania fundada en el
derecho de la independencia de que gozan las Naciones.

2. Exigimos la igualdad de derechos del pueblo alemán con respecto a las demás naciones, la
abolición de los Tratados de Versalles y de Saint-Germain.

3. Exigimos tierra y colonias para alimentar a nuestro pueblo y para reabsorber el exceso de
población.

4. Sólo los ciudadanos se benefician de los derechos cívicos. Para ser ciudadano hay que tener
sangre alemana, la confesión importa poco. Luego ningún judío puede ser ciudadano.

5. Los no ciudadanos no pueden vivir en Alemania más que como extranjeros, y deben por tanto
someterse a la jurisdicción para extranjeros.
7. Exigimos que el Estado se comprometa a procurar a todos los ciudadanos los medios de
subsistencia. Si el país no puede alimentar a toda la población, todos los no ciudadanos deberán
ser expulsados del Reich.

11. La supresión de ingresos para los ociosos y para todos aquellos que tengan vida fácil, la
supresión de la servidumbre impuesta por el interés del dinero.

12. Considerando los enormes sacrificios de sangre y dinero que toda guerra exige del pueblo, el
enriquecimiento personal gracias a la guerra debe ser estigmatizado como un crimen contra la
Nación. Por tanto, pedimos la confiscación de todos los beneficios de guerra, sin ninguna
excepción.

13. Exigimos la nacionalización de todas las empresas que están actualmente en poder de los
trusts.

14. Exigimos una participación en los beneficios de todas las grandes empresas.

15. Exigimos un aumento sustancial en las pensiones de los jubilados.

16. Exigimos la creación y la protección de una clase media sana, la entrega inmediata de los
grandes almacenes a la administración comunal y su alquiler a bajo precio a los pequeños
comerciantes […].

17. Exigimos una reforma agraria adaptada a las necesidades nacionales, la promulgación de una
ley que permita la expropiación, sin indemnización, de los terrenos para fines de utilidad pública; la
supresión de impuestos sobre los terrenos y el fin de toda especulación territorial.

18. Exigimos una lucha sin cuartel contra todos aquellos que, por sus actividades, perjudican el
interés público. Todos los criminales de derecho común, traficantes, usureros, etc., deben ser
condenados a muerte, sin consideración alguna de raza o religión.

20. […] El espíritu nacional debe ser inculcado en los colegios a partir de la edad de uso de razón
[…].

23. Exigimos la lucha legal contra el engaño político consciente y su propagación por medio de la
prensa […] Los periódicos que vayan en contra del interés público deben ser suprimidos […].

24. […] El Partido como tal defiende el punto de vista de un cristianismo constructivo, sin por ello
ligarse a ninguna confesión determinada. Combate el espíritu judeo-materialista tanto en el
interior como en el exterior […].”15

Como puede observarse, desde sus inicios los nazis tenían definidas con claridad sus intenciones.
Mezcladas con propuestas populares y aceptables para la realidad económica que se estaba
viviendo -aumento en las jubilaciones, nacionalización de empresas, baja de alquileres- aparecían
otras en donde apuntaban claramente a quienes consideraban culpables o aprovechadores de la

15
HITLER, Adolf. Mi lucha, España, Jusego, 2016, ps. 423-425.
KLEIN, Claude. De los espartaquistas al nazismo: La República de Weimar. En: HAIMOVICH, Perla. “EL
NAZISMO Y LA CRISIS DEL MOVIMIENTO OBRERO ALEMÁN”. En Historia del movimiento obrero,
Volumen 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1985, ps. 260-261.
situación. Para la gran mayoría estas propuestas racistas y/o xenófobas pasarían desapercibidas o,
incluso, aceptadas por esos días.

Algunos estudiosos del tema nazi consideran que los votantes de Hitler, en un comienzo, no lo
hicieron por su política antisemita sino por intentar cambiar las políticas obsoletas de los partidos
conservadores. De todas formas, el programa de veinticinco puntos enunciado precedentemente
pareciera no darles la razón.

En 1920 estas medidas los nazis las pidieron…en 1933 las aplicaron.

Alemania durante la década del ´20

El triunfo de la revolución bolchevique en Rusia servía de aliciente a los grupos de izquierda


alemanes que buscaban tomar el poder, pero la revolución espartaquista y los levantamientos
armados del bienio 1918-19 fracasaron y la recientemente creada República de Weimar
sobrevivió.

En 1920 surgiría otro movimiento formado por burgueses y miembros del ejército que buscaban
tomar el poder generando la mudanza de ciudad del gobierno por cuestiones de seguridad. El líder
de este grupo, Wolfgang Kapp, un funcionario prusiano nacionalista, asume como canciller. La
unión de partidos socialistas y comunistas defenderían la república y frustrarían el golpe de
estado.

Durante el período 1920-1923 la gravísima situación económica sería aprovechada por los grupos
de derecha para buscar soluciones culpando al Tratado de Versalles y los partidos social
demócrata y comunista comenzarían a perder representación parlamentaria. En 1923, además, se
produciría la ocupación francesa en la zona de la cuenca del Ruhr por incumplimiento del pago de
lo acordado en el tratado. Los obreros ferroviarios y mineros declararían huelga y los franceses se
apropiarían de ferrocarriles de la región. El gobierno -presionado por la burguesía- terminaría
apoyando al invasor y reprimiendo a los trabajadores.

La situación económica de la burguesía alemana venía decayendo desde el final de la guerra. Los
pequeños comerciantes y productores, producto de la inflación y la suba de los precios, entraron
en una crisis que parecía no tener fin. Las huelgas y manifestaciones obreras, en tanto, eran cada
vez más numerosas. La inflación de 1923 es un ejemplo de la crítica situación económica: a
principios del año el cambio era de dieciocho mil marcos por dólar, a fin de año para equiparar a
un dólar había que tener ocho millones de marcos.

La caótica situación económica llamaría la atención de Estados Unidos que realizaría un préstamo
a Alemania, además de la llegada de inversionistas. De esta forma se lograría una estabilidad
económica que favorecería a los capitalistas locales perjudicando a los medianos y pequeños
empresarios, muchos de ellos ahorristas inversores en títulos del estado. Estos, buscando una
solución a sus problemas económicos, se sumarían prontamente a las filas del partido nazi…

A partir de 1924 la situación económica iría mejorando lentamente. La masa obrera en algunos
casos recuperando el empleo, en otros sosteniéndolo, iría alejándose de los sindicatos y los
partidos de izquierda. El transcurso de los años y esta situación favorecería a la República de
Weimar apoyada por las empresas extranjeras. Mientras tanto, el nazismo, continuaría con su
lento camino de incorporación de adeptos en todos los rincones del país y presentándose a todas
las elecciones posibles. Los primeros resultados fueron pobres pero en crecimiento.

La crisis de 1929 iniciada en la bolsa de Nueva York, que luego se internacionalizaría, sería el final
para el proceso de recuperación alemana. Paradójicamente para Hitler sería el inicio de su -ahora
sí- veloz ascenso. Es que el campesinado, los obreros y la pequeña burguesía, nuevamente
acosada por la inflación, las escasas ventas y el desempleo, vieron en el partido nacionalsocialista
la última esperanza para salir de la delicada situación que comenzaba a asemejarse a la vivida en
los inicios de la década.

Hitler

Son innumerables las publicaciones relacionadas con Adolf Hitler aún hoy. Es realmente curioso el
magnetismo que provoca este oscuro personaje. Más allá de lo que pueda agregarse sobre su
persona, para entender los motivos de su éxito inicial y responsabilidad en los hechos, hay una
realidad incontrastable, en verdad dos: la primera es que el momento histórico por él vivido le
permitiría escalar posiciones que, probablemente, en otra situación político-social y económica en
Alemania y el mundo le hubiera resultado muy difícil -sino imposible- alcanzar. La segunda
(aunque no es analizable aquí ya que escapa a los límites temporales a trabajar) es que muchos
analizan al personaje -inclusive psicológicamente- como único o principal responsable del desastre
producido eclipsando a decenas de individuos dedicados a formar, impulsar y ejecutar acciones en
esa gigantesca maquinaria nazi dedicada a la muerte y destrucción.

Tomando como base del análisis la obra de Peter Fritzsche se pueden encontrar sustanciales
diferencias con las acostumbradas a leer sobre el ex-líder alemán.

En primera instancia Hitler había sido arrestado por evadir el servicio militar 16. Sin embargo, la
ilusión de la creación de una Gran Alemania lo motivaría para acercarse a la política. Aunque
primero estaba la Gran Guerra en la cual participaría como un soldado más. Allí surgirían sus
primeras impresiones respecto al futuro:

“A mis ojos no era Austria luchando por algún tipo de satisfacción en Serbia, sino Alemania
luchando por su existencia.”17

Esto es lo que pensaba, o al menos lo que expresaba.

16
En su libro Hitler no hace mención a este tema y sí destaca su enorme alegría cuando se entera del
comienzo de la Gran Guerra. Inclusive agradece a Dios (única vez que lo nombra ya que, en diversas
oportunidades, acude a la Naturaleza como referencia a un ser superior) por la oportunidad de defender a la
Nación.
17
HITLER, Adolf; Mein Kampf. En: FRITZSCHE, Peter; De alemanes a nazis 1914-1933, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2009, pág. 22.
Sería él mismo quien considerara que la voluntad de hierro de los jóvenes en el conflicto le causó
una gratísima impresión:

“Más de una vez en la historia de Alemania miles y miles de jóvenes alemanes han dado un paso al
frente con abnegada resolución para sacrificar libre y alegremente sus jóvenes vidas.” 18

En 1923 Hitler creía que era su momento y con sus fuerzas intentaría dar un golpe de estado.
Terminaría detenido con varios compañeros y, posteriormente, encarcelado. En prisión escribiría
su único libro conocido, “Mi lucha” (Mein Kampf), en donde expondría sus teorías racistas además
de una visión personal del pasado, presente y futuro alemán. Su exposición en el tribunal para
obtener la reducción en la pena (en principio debía cumplir cinco años en la cárcel) funcionaría por
amenazar con suicidarse sumado a una oportuna amnistía a presos políticos. En definitiva,
terminaría por estar tras las rejas solamente nueve meses.

Cuando recupera la libertad comienza un trabajo extenso e intenso de reorganización de su


partido que lo llevaría, entre otras cosas, a recorrer Alemania por completo y en varias
oportunidades dando discursos y prometiendo un futuro auspicioso para la nación.

Las estadísticas al respecto refieren a que, solamente en 1925, los nazis lograron celebrar más de
dos mil trescientas setenta reuniones públicas en toda Alemania. Cuando las reuniones se
celebraban en ciudades pequeñas el éxito era aún mayor. Debían reservarse lugares con meses de
anticipación. Los oradores nazis, muchos de ellos de la primera línea como Joseph Goebbels o el
mismo Hitler, tenían la astucia de evitar realizar sus reuniones en el mejor hotel de la zona para
simular una identidad con el pueblo.

Otro de los atractivos para la población era que los nazis aceptaban a todas las clases sociales para
sus actividades, fundamentalmente a los trabajadores. Muchos de ellos serían integrados a las SA
(Sturmabteilung), el primer grupo paramilitar nazi.

Luego de aproximadamente cinco años de duro trabajo Hitler encontraría en una situación caótica
mundial su oportunidad: la crisis de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929.

Esta crisis traería gravísimos problemas económicos a nivel mundial y Alemania, todavía
intentando recuperarse de su propia difícil situación económica, nuevamente sería atravesada por
la inflación y el desempleo.

A partir de ese momento y en un período relativamente corto teniendo en cuenta los años
transcurridos comenzaría su ascenso político hasta llegar al cenit: En 1930 las elecciones
determinaron que ciento siete diputados nazis ingresaran al parlamento. En las elecciones del 31

18
HITLER, Adolf; Mein Kampf. En: FRITZSCHE, Peter; De alemanes a nazis 1914-1933, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2009, pág. 23.
de julio de 1932 Hitler obtuvo casi catorce millones de votos y la mayoría del parlamento.
Finalmente el 30 de enero de 1933 asume como canciller.

Este último año sería el más importante en la vida política de los nazis. En palabras del historiador
alemán Fritzsche:

“[…] a fines de enero de 1933, el Partido Nacionalsocialista se jactaba de tener 719.446 miembros,
organizados en no menos de 10.000 filiales locales, para quienes el nombramiento de Hitler como
canciller alemán significaba la coronación de largos años de una difícil labor.”19

La misma noche de asunción distintas embajadas recibieron llamados de ciudadanos extranjeros


quienes denunciaban haber sido agredidos físicamente en las calles por los nazis que se
encontraban festejando. Durante más de un mes, prácticamente todas las noches, se enfrentaban
en las calles nazis contra comunistas y se reportaban a las autoridades un saldo de tres o cuatro
muertos diarios.

El 22 de febrero de 1933 se produce la detención de cuatro mil comunistas acusados de provocar


el incendio del Reichstag (Parlamento). Con los años se confirmaría que fue provocado por los
mismos nazis para comenzar su persecución “legal” de los opositores al régimen. La cuestión es
que Hitler lograría del presidente Paul von Hindenburg el aval para suspender algunos derechos
individuales generando la prohibición de los partidos políticos y sus publicaciones. Por su parte, los
sindicatos fueron proscriptos y los clubes sociales y las asociaciones voluntarias obligadas a
“nazificarse” o desaparecer.

La dolorosa realidad es que Hitler supo ver por esos años de formación de su partido y de
posterior expansión las deficiencias de sus rivales y las utilizaría en su provecho. Diría en sus
discursos:

“Los nacionalistas de derecha carecían de conciencia social, los socialistas de izquierda carecían de
conciencia nacional.”20

Él estaba seguro (o al menos convenció a muchos) que el nacionalsocialismo le brindaría al pueblo


aquello que los partidos políticos tradicionales no hacían.

En cuanto a la situación económica tras su asunción como canciller suele leerse con asiduidad que
Alemania resurgió rápidamente hasta convertirse en una potencia mundial.21 Si bien no deja de

19
FRITZSCHE, Peter; op. cit., pág. 146.
20
En FRITZSCHE, Peter; op. cit., pág. 201.
21
Los hechos que refieren a la aceleración de la recuperación económica están basados en una industria
nacional dedicada a la creación de carreteras, puentes y material bélico. A ello se suma la retirada de
Alemania de la Sociedad de Naciones y que dejara de pagar la deuda contraída con sus vencedores y
legitimada por el Tratado de Versalles firmado en 1919.
ser cierto vale decir que, por ejemplo, en 1936 los trabajadores gozaban de pleno empleo pero
habían perdido derechos laborales como el de una jornada limitada y la invariabilidad del sueldo.

De todas formas Hitler lograría, ya iniciada la guerra, una unión nacional basada en el
reconocimiento y legitimación política que le brindara la mayoría de los ciudadanos alemanes. Por
esta razón millones morirían por él.

Por demás conocida es la situación de los judíos en aquellos años. Sin entrar en reiteraciones vale
solamente mencionar dos fragmentos de Hitler respecto a su análisis particular del caso:

“Hoy quiero aventurar una profecía: si las finanzas internacionales judías de dentro y fuera de
Europa consiguiesen sumir nuevamente a las naciones en una guerra mundial, el resultado no sería
la bolchevización del mundo y con ella la victoria del judaísmo, sino el aniquilamiento de la raza
judía de Europa.”22

Estas palabras corresponden a un discurso por él pronunciado en el Reichstag el 30 de enero de


1939, meses antes del inicio del conflicto. De esta forma culpaba por anticipado a los demás de
una inminente guerra, es decir, invertía la situación. SI él debía comenzar la guerra no lo haría
porque quisiera, sino por culpa del resto.

Cuando la situación cambió tres años más tarde y los triunfos en las batallas de manera sencilla ya
no estaban y comenzaban las derrotas, nuevamente cargaría las tintas contra los judíos
declarando el 30 de enero de 1942 en el mismo lugar:

“Hay algo que tenemos claramente presente en nuestras mentes: que la guerra sólo podrá
terminar siendo exterminados los pueblos arios o con la desaparición de Europa del Judaísmo.”23

Las culpas siempre recaían en idénticos destinatarios. Hay que agregar que, además de los judíos,
las acusaciones de los males alemanes abarcaban un espectro más amplio: comunistas, gitanos y
extranjeros en general.

Como modelo de lo expuesto se transcriben órdenes en memorándums de Heinrich Himmler líder


de las SS (Schutzstaffel), la organización policial-militar del Reich, para aplicarse en los campos de
concentración:

“Las personas antisociales, en lugar de cumplir sus sentencias, serán entregadas al Reichführer- SS
para hacerles trabajar hasta morir. Las personas que se encuentren bajo arresto de protección,
judíos, gitanos, rusos y ucranianos, polacos con sentencias superiores a tres años, checos y
alemanes con sentencias superiores a ocho años serán entregados, de acuerdo con las decisiones
adoptadas por el Ministro de Justicia del Reich.”24

22
En TOYNBEE, Arnold; La Europa de Hitler, Madrid, SARPE, 1985, pág. 119.
23
En TOYNBEE, Arnold; op. cit., pág. 119.
24
Ibídem, pág. 184.
Las prohibiciones a los judíos en Alemania comenzaron temprano. Como ejemplo vale el decreto
nazi del 31 de diciembre de 1935 el cual decía que los judíos no estaban aptos para ejercer un
oficio relacionado con la cultura. Al tiempo serían otras actividades (medicina, abogacía,
contaduría, etc.) y ya para los días cercanos al inicio de la Segunda Guerra Mundial en Alemania
los judíos no ejercían ninguna actividad.

El escritor vienés Stefan Zweig relata en 1936, de visita en Buenos Aires, su parecer sobre la
situación en Alemania:

“Cualquiera que haya hablado con los judíos alemanes no ha podido menos que conturbarse por el
abatimiento moral, la perplejidad de esos hombres. El golpe vino de una manera inesperada, como
una agresión. Pues todo lo que hacía al fundamento orgánico de una existencia ha sido quebrado
de una día al otro. Uno ha perdido su trabajo, el otro su influencia, y sobre todo, lo que es mucho
más grave, la fe en la justicia humana y divina. Hace mucho tiempo que los hombres no habían
sido tocados en el corazón de su existencia como lo son los judíos de Alemania por su exilio y su
privación de derechos.”25

Las estadísticas no siempre resultan fidedignas, por lo tanto, se deben tomar con cuidado. De
todas formas, se estima que en 1933 vivían en Alemania quinientos veintitrés mil judíos. Las
medidas tomadas por el régimen nazi empujaron a miles de ciudadanos a huir: en 1938 se fugaron
treinta y seis mil y en 1938 setenta y siete mil.

25
ZWEIG, Stefan. En: SARRAMONE, Alberto; Alemanes en la Argentina. Inmigración, refugiados judíos y
nazis con Perón, Buenos Aires, Ediciones B, 2011, pág. 104.
SEGUNDA PARTE

NACIONALISMO ARGENTINO
Capítulo 3. Los precursores

“La primera presidencia de Yrigoyen fue un período durante el cual las legítimas exigencias de los
trabajadores parecían equivalentes a la traición.”

Marysa Navarro Gerassi

“Hay muchos tradicionalistas que propician el monumento al gaucho pero se oponen al Estatuto
del Peón. Es que una cosa es el gaucho muerto y otra el gaucho vivo.”

Arturo Jauretche

Nacionalismo en la Argentina

La ideología nacionalista en su sesgo despreciativo y discriminativo comenzaría a manifestarse con


la llegada de los inmigrantes a finales del siglo XIX y comienzos del XX, fundamentalmente cuando
algunos de éstos realicen acciones destinadas a mejorar las condiciones de vida y trabajo para sí y
el resto de sus compañeros.

Las primeras medidas en contra de estas reivindicaciones que tomarían los gobiernos liberales
serían leyes expulsivas y represivas como fueron la Ley de Residencia de 1902 y la de Defensa
Social de 1910.

La Ley de Residencia, creada durante la segunda presidencia de Julio A. Roca, tenía como su
objetivo más significativo que los extranjeros fueran deportados en caso de cometer acciones
violentas. En realidad, el objetivo era evitar la expansión de ideas anarquistas y socialistas en el
país. Por otra parte, y debido al crecimiento de los sindicatos y la participación de obreros
argentinos en las manifestaciones, el gobierno decidió la creación de una ley que restringiera el
accionar de los naturales del país: nace la Ley de Defensa Social. Esta fue establecida durante el
gobierno de Figueroa Alcorta y consistía en la aplicación de cárcel o pena de muerte a extranjeros
o argentinos por igual. Es necesario aclarar que en muchos casos los hechos eran magnificados o
inventados para poder penar a los involucrados.

Algunos autores consideran que las primeras acciones xenófobas organizadas por civiles
comenzaron luego del atentado perpetrado por el anarquista ucraniano Simón Radowitzky, en
1909, que produjo la muerte del jefe de policía Ramón Falcón. A partir de allí comenzarían a
armarse los primeros grupos civiles nacionalistas que producirían en la Capital Federal las primeras
escenas similares a los pogroms europeos durante la huelga de mayo de 1910:
“No solamente los diarios y publicaciones obreras fueron quemados por las hordas aristocráticas,
sino también las publicaciones locales de las organizaciones obreras judías, los comercios y las
casas privadas, al grito: `¡Fuera los rusos!´.” 26

Con la llegada de Hipólito Yrigoyen a la presidencia de la nación en 1916 se atenuarían, por un


tiempo, las acciones represivas del estado. Pero sería en 1919 con la denominada Semana Trágica
que volverían con dureza las represiones y muertes obreras. Allí, en relación con estos hechos, los
nacionalistas aparecerían en todo su esplendor.

Los nacionalistas, durante toda la década del ´20 y ´30, se expresarían de diversas formas: por la
vía intelectual mediante escritos en diarios, folletos y libros o por acciones violentas como fuerza
de choque. Estas últimas acciones las realizaron durante la dictadura de Uriburu como así también
en gobiernos democráticos como el radical.

La socióloga Maristella Svampa caracteriza dos corrientes nacionalistas en este período: el


nacionalismo “restaurador” o elitista y el nacionalismo “popular”.

El elitista se proponía establecer un nuevo orden tomando como modelo el fascismo italiano y la
dictadura de Miguel Primo de Rivera en España. Su propuesta política -copiando el modelo
europeo basado, entre otras medidas, en evitar el desarrollo del comunismo en el país- consistía
en el gobierno de una elite o, en su defecto, la imposición de una dictadura. Económicamente
postulaban un sistema corporativista como el de Mussolini.

El popular, a partir de la década del ´30, tendrá como representantes a los miembros de FORJA
(Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) integrada por intelectuales con una mirada
fundamentada en la instalación del nacionalismo por vías democráticas.

Continuando con la visión de Svampa sobre el período son muy interesantes sus reflexiones
relacionadas con el declinar de los grupos nacionalistas a partir de 1932, año del triunfo de Agustín
Justo, generando la restauración conservadora en el país:

“Contrariamente a los casos italiano y alemán, donde los grupos fascistas se apoyaron en los
sectores conservadores en el proceso de toma del poder y, una vez instalados en él, terminaron por
absorber o subordinarse a dichos sectores, en la Argentina fueron los conservadores (apoyándose
en los grupos filofascistas para consumar la ruptura del orden constitucional) quienes terminaron
por desalojar a estos últimos.” 27

26
BILSKY, Edgardo; La semana trágica, Buenos Aires, Ediciones r y r, 2011, pág. 178.
27
SVAMPA, Maristella; El dilema argentino: civilización o barbarie, Buenos Aires, Ediciones Taurus, 2006,
ps. 184-185.
La Semana Trágica28

Caracterizar a la Semana Trágica acontecida en enero de 1919 como el origen del fascismo en
nuestro país sería falso ya que esta ideología en sí no existía aún. Sí se puede decir que serían los
primeros signos -en cuanto a la metodología utilizada por grupos compuestos de civiles y los
destinatarios de sus ataques- de acciones similares a las realizadas por los seguidores de
Mussolini.29

Promediando la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen comenzarían a suscitarse –en realidad se


revitalizarían- reclamos de distintos sectores obreros. En un comienzo el primer mandatario
matizaría la situación apoyando y solucionando los primeros conflictos pero la armonía entre los
sindicatos y el presidente duraría poco. Fue la ilusión de los obreros la que se desmoronaría
cuando, tras algunos actos de solidaridad del presidente hacia los huelguistas, la cantidad de paros
se multiplicaran30 y alcanzara a otros sectores. Es importante señalar que el apoyo presidencial a
las medidas de fuerza de ferroviarios, por ejemplo, no lo sería cuando los que paraban eran
personal del Estado.31 Además la protección estaba limitada a la Ciudad de Buenos Aires en clara
alusión de la obtención de respaldo para las futuras elecciones que lo enfrentarían al Partido
Socialista, agrupación que históricamente había sido el de mayor llegada a los trabajadores.

El cambio de actitud de Yrigoyen en su relación con los obreros se vería claramente con los hechos
de la Semana Trágica. Los motivos de dicho acontecimiento son múltiples, aunque el más conocido
refiere a un sector de trabajadores que intentaban impedir al resto de sus compañeros de los
talleres Vasena que sigan cumpliendo con sus tareas. El motor del hecho refiere a la huelga de un
grupo pidiendo aumento salarial además de protestar por las constantes represiones policiales.

Pedro Vasena era dueño de una importante metalúrgica ubicada en el barrio de Pompeya al sur de
la Ciudad de Buenos Aires. Esta industria estaba muy afectada por la Primera Guerra Mundial ya
que el material proveniente de Europa, fundamentalmente hierro y carbón, llegaba en escasa
cantidad. El motivo se debía a que, obviamente, estas materias primas eran utilizadas en sus
países de origen para la recuperación de sus industrias. Por este motivo y la relación con los

28 Las obras utilizadas para el análisis de este tema son: BILSKY, Edgardo; La semana trágica, Buenos
Aires, Ediciones r y r, 2011, ps. 100-133 y ROCK, David; El radicalismo argentino 1890-1930, Amorrortu
editores, Buenos Aires, 1997, ps. 167-186.
29
La situación refiere específicamente a la aparición de la Liga Patriótica, agrupación civil formada por
personas de clase alta y que se caracterizaba por amedrentar a los extranjeros. Osvaldo Bayer considera que
sus fundadores copiaron el modelo de acción existente en otros países. Por mencionar algunos ejemplos: el
Ku Klux Klan en Estados Unidos, la guardia blanca del zar en Rusia, los Freie Korps en Alemania, somatenes
en España y camelots en Francia.
30 David Rock menciona al respecto que la cantidad de huelgas tiene que ver, en estos años, con los efectos
de la inflación sobre los salarios reales durante la guerra y los primeros meses de posguerra. En ROCK,
David, op. cit., pág. 138.
31 Por ejemplo, en 1917, la presidencia ordenaría reprimir a los huelguistas municipales y, al año siguiente, a
trabajadores de Correos y Telégrafos. Vale recordar que por esos años los ferrocarriles eran de propiedad
británica…
enunciados precedentemente comenzaría uno de los sucesos más violentos del siglo XX en
nuestro país.

El 7 de enero de 1919 se produce el enfrentamiento entre los huelguistas y la policía. Hay distintas
versiones en referencia al comienzo de la lucha. Algunas hablan de represión policial sin causa y
otras refieren a vengar la muerte de un cabo acontecida dos días antes. La versión policial indica
que el enfrentamiento comenzaría cuando los obreros abrieron fuego contra los trabajadores que
no estaban en huelga. A su vez, los bomberos armados respondieron cuando se sintieron
rodeados por los obreros. Los socialistas, los anarquistas y los sindicalistas revolucionarios
responsabilizaron totalmente al gobierno por la masacre. De la misma forma lo harían, días
después, los diputados conservadores.

El resultado del choque dio que un total de ciento diez policías y bomberos armados participaron
en los tiroteos que duraron dos horas y cubrieron seiscientos metros. El diario La Prensa indicaba
que fueron tirados más de dos mil tiros. La policía sufriría tres heridos leves y el balance general
fue de cuatro muertos y cuarenta heridos, la mayoría vecinos del barrio. Para calmar los ánimos el
gobierno haría intervenir al D.N.T. (Departamento Nacional del Trabajo) para que intercediera en
la solución del conflicto. Esa misma noche el jefe de policía y el presidente del D.N.T. pidieron a
Vasena que acepte recibir una comisión de huelguistas y conceda las demandas pedidas por los
trabajadores. Las mismas consistían en un 12% de aumento y reducción de las horas de trabajo. El
empresario accede a dar el aumento aunque inferior al pedido de los obreros.

Al día siguiente Vasena rechaza una primera delegación del sindicato con el pretexto que algunos
de los integrantes de la comisión no trabajaban en sus establecimientos. A una segunda
delegación obrera le promete una respuesta pero, posteriormente, hablaría con la prensa
aclarando que no haría más concesiones. A su vez pediría mayor protección policial. Además, se
produciría un paro portuario dejando paralizada totalmente la actividad del puerto y el tráfico
marítimo. La F.O.M. (Federación Obrera Marítima) realizaría una asamblea en donde se
declararían solidarios con los obreros de Vasena y se movilizarían para acompañar a los
manifestantes que se dirigieran al entierro de las víctimas del día anterior. Otros sindicatos se
solidarizarían como, por ejemplo, la Unión General de Obreros de Calzado, obreros tapiceros, de
tabaco, curtidores, de la construcción, choferes, etc. La F.O.R.A. V 32 declara huelga general.

El día 9 de enero grupos de obreros se hallaban en el local del Partido Socialista donde eran
veladas algunas de las víctimas. Se sucedían las asambleas y declaraciones sindicales llamando a
participar de la manifestación por el entierro de los obreros muertos previsto para esa tarde.

En dicha jornada se producirían ataques a tranvías, camionetas de Vasena serían incendiadas,


habría policías heridos, paros de transporte público y cierre de comercios. El presidente Yrigoyen
decidiría movilizar a las tropas del ejército. Mientras tanto la manifestación se dirigiría al entierro a
partir de las trece horas en completo orden y sin ningún hecho de violencia, según la crónica del
diario La Razón.

32
La sigla corresponde a Federación Obrera Regional Argentina.
La situación cambiaría cuando el cortejo pasara frente a los establecimientos Vasena desde cuyo
interior saldrían disparos que provocarían varios heridos. Los obreros incendiarían los depósitos de
carbón y madera y uno de los talleres. Algunas armerías aledañas serían asaltadas por los obreros
y al llegar los soldados se produciría un tiroteo que duraría dos horas. Poco después, en el barrio
de Almagro, los obreros incendiarían un tranvía, otros atacarían una armería y algunos
manifestantes agrederían una iglesia sin definirse los motivos.

En el cementerio de la Chacarita dos obreros decían sus discursos en homenaje a las víctimas del
día 7 ante una multitud que los acompañaba. Sorpresivamente la tropa que rodeaba al cementerio
comienza a disparar hacia las personas allí reunidas provocando una nueva matanza. Los féretros
quedarían sobre sus tumbas sin recibir sepultura. Las víctimas oscilarían entre tres y veinte
muertos con varias decenas de heridos.

Al día siguiente se produciría la llegada de las tropas provenientes de Campo de Mayo


encabezadas por el General Dellepiane. Serían concentrados en Buenos Aires más de diez mil
policías, bomberos, soldados del ejército y de la marina. Inclusive se harían venir tropas desde
Salta. Todas serían dirigidas por Dellepiane.

Por los acontecimientos producidos en esa jornada el Consejo Federal de la F.O.R.A. IX decidiría
llamar a la huelga general en repudio a las masacres policiales. Al día siguiente la ciudad de Buenos
Aires despertaría totalmente paralizada.

Durante la jornada del día 10 crecería la lista con los nombres de los sindicatos que se adherirían a
la huelga. Rápidamente la ciudad se resentiría por la falta de alimentos como la carne y el pan. Ese
día la huelga alcanzaría su punto más álgido en Capital y Gran Buenos Aires, luego de lo cual
comenzaría a declinar a causa de la represión y la deserción de los sindicatos.

Por esos días se producirían dos acontecimientos que se podrían caracterizar como típicos de
acciones que cometerían, años después, fascistas y nazis. El primero fue la “caza del hombre”. Esto
consistía en que soldados ingresaban a los domicilios particulares fusilando a los residentes sin
diferenciar edad ni sexo. El segundo refería a la movilización de sectores de clase media para
constituir guardias civiles contra los manifestantes: sería el nacimiento de la Liga Patriótica.

Respecto a sus orígenes son sumamente curiosas las siguientes expresiones de un ex comisario de
policía:

“La Liga Patriótica del doctor Carlés, en su origen, pareció responder a honrados y exclusivos
propósitos de combatir a los extremistas... y de tal creencia pareció participar el mismo gobierno
radical, que no sólo autorizó al personal policial a integrar como afiliados a esta Liga, sino que
también permitió que sus secciones (se refiere a las secciones de la Liga) se reunieran en las
respectivas comisarías.” 33

33
ROMARIZ, J.R. La Semana trágica. En RAMOS, Jorge A.; Revolución y contrarrevolución en la
Argentina. La bella época 1904-1922, Senado de la Nación, 2006, pág. 249.
El final de la huelga parecía haberse determinado el día 11 cuando el gobierno acordara con los
“sindicalistas” (las comillas aparecen en el relato de David Rock sobre los acontecimientos, lo que
sugiere una connivencia entre un sector del sindicalismo y los empresarios) la libertad de los
prisioneros y un aumento de salarios que oscilaba entre un veinte y cuarenta por ciento. Por su
parte la actividad comercial, poco a poco, volvería a la normalidad.

Las consecuencias serían que, a partir de estos hechos, los militares comenzarían a intervenir en la
política como árbitros en los destinos del gobierno civil.34 A su vez, la Liga Patriótica cumpliría el
rol de aplacar las voces de la clase obrera a través de la violencia. 35 Según algunos autores la
autoridad ejercida por la Liga contaba con el apoyo de un sector del ejército que avalaba su
accionar e impedía, a su vez, que el presidente interviniera en su contra. Continuando con
Yrigoyen, su propuesta de arbitraje y conciliación a la que había acostumbrado a los distintos
sectores enfrentados comenzaría a menguar y su conducción pasaría a ser meramente simbólica.
El aumento del gasto público y el crecimiento de intervenciones federales serían los medios
encontrados para sostenerse al frente del gobierno.36

En lo que refiere a consecuencias inmediatas se debe mencionar que, tras la finalización de la


huelga, el gobierno (presionado por la aristocracia rural, políticos opositores y del mismo partido,
el clero, los hombres de negocios y los militares) autorizaría a la policía la aplicación de la Ley de
Residencia y de Defensa Social contra todos los anarquistas. Esto significaría una ola de arrestos y
deportaciones.

Los hechos relatados significaron un duro traspié para el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Aún
historiadores que defendieron la política del caudillo radical manifestaron que estos sucesos
provocaron un retroceso importante en su política social. 37

La influencia de la prensa para relatar los hechos también sería decisiva. Los diarios jugaron un rol
importante para destacar el accionar extranjero en los hechos y culpabilizarlos por lo sucedido. De
esta forma querían asustar a sectores de clase media argentina mencionando un supuesto plan de

34
Carlos Floria y César García Belsunce señalan que Yrigoyen -en los inicios de su mandato- contó con
militares a su favor cuando rehabilitara a los que habían sido removidos de las anteriores revoluciones. Esto
provocaría, en contraposición, que el presidente se ganara importantes facciones en su contra. Los hechos de
la Semana Trágica les sirvieron a estos grupos para comenzar a presionar al gobierno. En: FLORIA, Carlos
A.; GARCÍA BELSUNCE, César A.; Historia política de la Argentina contemporánea 1880-1983; Buenos
Aires, Alianza Editorial S.A., 1988, ps. 108-109.
35
En sus primeros días de razzia sus ataques no fueron precisamente hacia los huelguistas. Su accionar se
limitaría a los barrios en donde la comunidad judía era numerosa. El motivo sería que por aquellos días
circulaba el rumor –al que algunos medios de prensa, como por ejemplo La Época, adhirieron y/o
fomentaron- que había una conspiración comunista ruso-judía en el país. Días después fue desmentida por la
misma prensa.
36
Los autores utilizados para la presente investigación coinciden en afirmar que la Semana Trágica pudo
haber terminado en un golpe de Estado. Rock va más allá y considera que el conductor militar elegido para la
ocasión, el General Dellepiane, no lo realizó por tener simpatías con el radicalismo.
37
Uno de los casos es el del historiador Roberto Etchepareborda, creador de una biografía muy completa
sobre el ex-presidente.
desestabilización para la imposición del comunismo en el país con titulares como “el fantasma
ruso” o “el complot maximalista”.38

Las diversas visiones historiográficas llegan a ubicar a Yrigoyen en dos posiciones ideológicas
distintas. Hay quienes lo tildaron de simpatizar con el comunismo por sus acuerdos con obreros en
algunas huelgas y otros, como los miembros del Partido Comunista, lo acusaron de fascista por su
política reaccionaria contra el proletariado.

La Liga Patriótica

La llegada masiva de los inmigrantes desde las últimas décadas del siglo XIX, y que se multiplicaran
con el correr de los años, preocupaban a los dirigentes cuando aquéllos comenzaron a influir en la
toma de decisiones a nivel laboral (fundamentalmente en la declaración de huelgas, boicots,
formación y dirección de sindicatos, etc.).

Como se mencionara líneas arriba la Semana Trágica resultaría uno de los hechos más
emblemáticos en la historia de la lucha obrera argentina. Y esta situación daría origen a la llamada
Liga Patriótica.39 Esta agrupación parapolicial estaba integrada por un grupo de jóvenes hijos de
acaudalados personajes y asolaban las calles de la Ciudad de Buenos Aires para descargar su ira
contra los extranjeros. Según mencionan algunas fuentes su nombre primario fue Comisión Pro
defensores del Orden y se reunían en la Confitería “París” en el centro porteño. Tiempo después
se trasladaron al Centro Naval en la intersección de las actuales calle Florida y Avenida Córdoba.

Su aparición pública coincide con esos días de enero de 1919 pero no exactamente actuando en
donde se produjeron los hechos. Aprovechando la confusión general –y también la inacción
policial- arremetieron contra los comerciantes judíos del barrio de Balvanera (conocido
popularmente como “once”) golpeándolos en la vía pública y destrozando sus negocios. Por esta
razón se mencionó precedentemente que su accionar se asemejaba a los de las bandas fascistas
italianas tiempo antes que estas surgieran.

Para ejemplificar mejor aún se transcribe el testimonio de un nacionalista maravillado por la


actitud de estos siniestros personajes:

“Agrúpase, a su alrededor, una falange de argentinos entusiastas que llevarían luego el nombre de
Liga Patriótica Argentina. […] Oí decir que estaban incendiando el barrio judío y hacia allí dirigí mis
pasos […] Fue al llegar a Viamonte, a la altura de la Facultad de Medicina, que me tocó presenciar
lo que podría denominarse el primer pogrom en la Argentina. En medio de la calle ardían pilas

38
BILSKY, Edgardo; op. cit., ps. 182-183.
39
Edgardo Bilsky realiza una síntesis cronológica mencionando que el grueso de las personas que van a
actuar en las acciones represivas surgirían del Centro Nacional de la Juventud entre los días 11 y 12 de enero.
El día 15 bautizarían al grupo con el nombre de Guardia Cívica para pasar a la denominación de Liga
Patriótica el día 19 del mismo mes.
formadas con libros y trastos viejos, entre los cuales podían reconocerse sillas, mesas y otros
enseres domésticos, y las llamas iluminaban tétricamente la noche […] Me abrí camino y pude ver
que a pocos pasos de allí se luchaba dentro y fuera de los edificios […] El ruido de muebles y
cajones violentamente arrojados a la calle se mezclaba con gritos de `mueran los judíos, mueran
los maximalistas´. Cada tanto, pasaban a mi vera viejos barbudos y mujeres desgreñadas. Nunca
olvidaré el rostro cárdeno y la mirada suplicante de uno de ellos al que arrastraban un par de
mozalbetes. […]

[…][E]l disturbio provocado por el ataque a los negocios y hogares hebreos se había propagado a
varias manzanas a la redonda.” 40

Al finalizar la Semana Trágica se calcula que la Liga Patriótica contaba con alrededor de nueve mil
miembros, producto del reclutamiento realizado por delegados vecinales en las parroquias de San
Juan Evangelista, Santa Lucía, Villa Devoto y Villa Urquiza.

Para el bienio 1921-1922 se producirían en la Patagonia hechos relacionados con las protestas
obreras y durísimas represalias del ejército argentino sumado a un pobre desempeño del gobierno
nacional en cuanto a la toma de decisiones.

El 10 de junio de 1921 los trabajadores rurales y de los hoteles se declararon en huelga. Los
camareros del Hotel Argentino de Río Gallegos decidieron no servir a ningún comensal.
Rápidamente se constituiría un grupo local de la Liga Patriótica integrado por Bartolomeo Pérez,
quien fuera el fundador del yrigoyenismo en Santa Cruz, Santiago Stoppani y Edelmiro Correa
Falcón, director de la cárcel y gobernador de la provincia respectivamente. Rápidamente
comenzaría la represión.

Otra vez allí la Liga Patriótica aportaría con acciones e ideas para la finalización de la huelga de los
esquiladores del sur; por su parte el coronel Benigno Varela se encargaría personalmente de los
fusilamientos de centenares de trabajadores (se calculan 1.500 asesinados).41 Días después de
terminada la huelga producto de la matanza a los peones y delegados de estancias se acercaría
hasta Río Gallegos el presidente de la Liga Patriótica, Manuel Carlés, para rendir homenaje a
Varela y condecorarlo a él y sus oficiales.42

Las decisiones y acciones tomadas por el coronel Varela se conocerían en Buenos Aires. Esto
acarrearía un singular desencadenamiento de sucesivas muertes. El coronel sería asesinado en la
puerta de su casa por un anarquista llamado Kurt Wilckens quien, a su vez, sería asesinado en
prisión por un miembro de la Liga Patriótica, Millán Témperley. Este último personaje contaría con

40
GODIO, Julio, La Semana Trágica de enero de 1919. En: CARABALLO, Liliana y otros; Documentos de
historia argentina (1870-1955), Buenos Aires, Ciclo Básico Común Universidad de Buenos Aires, 1997, ps.
71-72.
41
En el film La Patagonia Rebelde, de Héctor Olivera, en la escena que recrea una reunión de la clase
aristocrática del sur argentino se puede observar un cartel de la Liga Patriótica.
42
BAYER, Osvaldo y otros; El Terrorismo de Estado en la Argentina, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Instituto Espacio para la Memoria, 2010, pág. 70.
total impunidad para moverse dentro de la penitenciaría y cometer el asesinato. Cuando lo
atraparon sería declarado insano y terminaría alojado en un psiquiátrico (el Hospicio de Vieytes)
en donde sería asesinado por otro interno, Esteban Lusich, en apariencia sin interés ni filiación
política. La policía no se convencería con esta situación y terminarían acusando a un anarquista
ruso llamado Germán Boris Wladimirovich a quien torturarían con el fin de sacarle información
causándole la muerte.43

Juan Suriano otorga más datos respecto a asesinatos cometidos por la Liga Patriótica para
complementar lo expresado. Refiere a que en 1921 estos personajes ingresaron al local de la
Unión de Choferes -que se encontraban en huelga reclamando la liberación de compañeros
detenidos y reapertura de locales obreros- y mataron a dos trabajadores. Unos días antes de este
suceso miembros de la Liga atacaron a los asistentes del acto del Primero de Mayo organizado por
la Federación Local de Gualeguaychú asesinando a varios obreros. Estas agresiones se repetirían
en las huelgas portuarias y de La Forestal en Santa Fe. 44

Fundadores de la Liga

Entre los miembros fundadores de este grupo parapolicial que actuaba de manera ilegal y con el
visto bueno de las autoridades encargadas de mantener el orden

“se encontraban el perito Francisco Pascasio Moreno y el sacerdote católico monseñor Miguel
D´Andrea, este último, fundador de la Casa de la Empleada, institución creada con el objeto de que
las mujeres que trabajaban fuera de sus casas no fueran atraídas por anarquistas, comunistas o
socialistas. La Liga Patriótica, que contaba con fuerte respaldo de la Marina y funcionaba en las
instalaciones del Centro Naval, hostigaba y participaba a los trabajadores, con especial fruición
cuando se trataba de judíos o “rusos”, clasificación ésta que abarcaba a cualquiera nacido en
Europa del Este e, inclusive, en Alemania, y a los extranjeros en general.” 45

Indudablemente el personaje más conocido era Manuel Carlés, presidente de la liga, quien se
encargaría de que la institución funcionara en distintas partes del país creando una milicia
conocida como guardia blanca, es decir, civiles colaboradores con la policía y el ejército. Su función
era patrullar armados por los pueblos y estar preparados para actuar en defensa de algún
propietario que tuviera conflictos con sus empleados. Además se había creado una “brigada
femenina”, dirigida por jóvenes católicas de familias de muy buena posición.

Para comprender parte del pensamiento de dicho presidente se transcribe parte de uno de sus
discursos publicado en la gran obra de Osvaldo Bayer “La Patagonia rebelde”:

43
BAYER, Osvaldo y otros; op. cit., pág. 71.
44
SURIANO, Juan; Auge y caída del anarquismo, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2009, pág. 76.
45
BAYER, Osvaldo; op. cit., pág. 66.
“Este es el único país de la Tierra en que la autoridad tolera la sedición en la calle contra la
nacionalidad, que disimula el desacato y que, saturada de insultos del sectarismo oye como oír
llover las mayores atrocidades contra el derecho del trabajo y la moral del honor de la Patria.” 46

Manuel Carlés, además, fue funcionario durante las presidencias de Hipólito Yrigoyen y Marcelo
Torcuato de Alvear. En la Liga Patriótica, entre sus fundadores, se encontraban personas muy
conocidas y respetadas en la sociedad: Miguel A. Martínez de Hoz, Joaquín S. de Anchorena, los
anteriormente mencionados monseñor Miguel de Andrea y Francisco Pascasio Moreno, el
vicealmirante Manuel Domecq García, el general Eduardo Munilla, los políticos radicales Carlos M.
Noel, Vicente Gallo, Leopoldo Melo, el director del diario La Nación, Jorge A. Mitre, el director del
diario La Prensa, Ezequiel P. Paz, el director del diario La Razón, José A. Cotejarena, los estancieros
Celedonio Pereda, Saturnino Unzué y Antonio Lanusse, Dardo Rocha, Federico Leloir, Estanislao
Zeballos, Pastor S. Obligado, Luis S. Zuberbühler, un probritánico ex-presidente de la Bolsa de
Comercio47, entre otros.48

La Liga contaba, además, con apoyo financiero de clubes aristocráticos y empresas extranjeras. En
junio de 1921 su comité de finanzas estaba integrada por Samuel Hale Pearson y Santiago
O´Farrell (directores locales del Central Argentino y el Ferrocarril Pacífico, respectivamente), un
miembro de la familia Mihanovich (empresa naviera) y otros de las familias Lacroze y Chevallier
Boutell, que controlaban las compañías tranviarias en Buenos Aires. 49

Como toda organización tenía sus estatutos y entre sus puntos más destacados se pueden
mencionar:

“a.- Sostener y fomentar en la vida pública nacional el respeto a la ley, el principio de autoridad y el
orden social.

b.- Intensificar la educación nacionalista en los establecimientos oficiales, sean cuales fueren su
carácter y su grado.

n.- Adoptar las medidas necesarias para que los elementos de la Liga puedan agruparse en
organizaciones vecinales que cooperen a la acción represiva de todo movimiento de carácter
anarquista.”50

La Liga Patriótica profundamente nacionalista en su faz política no lo era precisamente en el


terreno económico. Varios de sus integrantes tenían fuertes lazos con el capital extranjero y
luchaban por sostener el modelo agroexportador. Cabe consignar, además, el apoyo de la Iglesia

46
BAYER, Osvaldo; La Patagonia rebelde. Los bandoleros, Buenos Aires, Planeta, 1992, pág.64.
47
Este último apellido figura en una lista de David Rock.
48
BAYER, Osvaldo; op. cit., pág. 192.
49
ROCK, David, op. cit., pág. 189.
50
BAYER, Osvaldo, op. cit., pág. 192.
con que contaban estos individuos como lógica consecuencia de la persecución de obreros
extranjeros que, en su mayoría, eran comunistas y/o anarquistas ateos.

Bilsky sostiene que la agrupación formada en un principio, como se mencionara precedentemente,


por políticos, empresarios de clase alta y sus hijos comenzaría a incorporar hijos de inmigrantes de
clase media. Esta mezcla determinaría una división entre los defensores del libre comercio y los
grupos fascistas que querían aplicar el plan de Mussolini de incorporación de los obreros en las
ganancias de las empresas.

El gobierno de Yrigoyen permitiría el funcionamiento de la Liga pero, con el correr de los meses y
al hacerse notorias sus acciones, comenzaría a cuestionar su funcionamiento. Por esta razón se
prohíbe a los militares ser afiliados a la Liga. Esto complicaría a la agrupación que contaba entre
tenientes, coroneles, generales, mayores, capitanes y subtenientes a alrededor de 750 afiliados.
De todas formas buscarían la forma de seguir actuando.

Ligas fascistas

Con la asunción de Marcelo T. de Alvear a la presidencia para el período 1922-1928 las actitudes
relacionadas con la violencia prácticamente desaparecen. Aunque el presidente es radical al igual
que su antecesor su política estaría más dirigida a contemplar -e incorporar- a sectores de clases
altas al gobierno. Esta actitud provocaría la adhesión de empresarios y políticos opositores por lo
que su período no sufriría alteraciones relacionadas con prácticas violentas de ningún sector, en
cambio, sí provocaría una crisis interna en el partido. Quienes se sientan identificados con
Yrigoyen se alinearían con el sector denominado “personalista” (o yrigoyenista) y los que se
sientan cómodos con la política de Alvear serían los “antipersonalistas” (o anti-yrigoyenistas). Vale
aclarar que Alvear no se sentía cómodo ni identificado con estas decisiones meramente del
partido, fundamentalmente por su amistad de muchos años con el ex-presidente.

Cuando regrese Hipólito Yrigoyen a la presidencia en 1928 rápidamente comenzarían a operar las
agrupaciones nacionalistas más los desprendimientos de las ya existentes e, inclusive, nuevas
uniones. Es que la crisis económica mundial de 1929 que, desde luego, afectaría también a la
Argentina sería aprovechada por quienes querían darle fin a la democracia. La falta de trabajo e
inversiones sumada a la inflación, serían un cóctel particular para que la imagen presidencial
cayera drásticamente en pocos meses y favoreciera a los sectores nacionalistas que querían
imponer sus candidatos (básicamente buscaban el golpe de Estado aunque se dilataba en el
tiempo por desavenencias entre Justo y Uriburu. El primero quería sacar a Yrigoyen y llamar a
elecciones mientras que el segundo aspiraba a una dictadura por tiempo indefinido).
Los grupos de índole fascista saldrían a la luz: inicialmente en la denominada Liga Republicana51 a
la que se uniría la Legión de Mayo. La primera fue fundada por Roberto de Laferrere, Daniel Videla
Dorna y Juan Carulla; la segunda agrupación fue creada por Alberto Viñas, diputado conservador.
Además, el presidente de facto,

“en mayo de 1931, organizaba por decreto la Legión Cívica Argentina, autorizándola a recibir
instrucción militar, en sospechoso parangón con las juventudes fascistas.” 52

Esta Legión Cívica contaría con el aporte de oficiales del ejército como los tenientes coroneles
Emilio Kinkelin y Juan Bautista Molina. Sería muy criticada por la prensa de la época ya que pudo
confirmarse que entre los miembros que practicaban las instrucciones militares con armas había
jóvenes en edad escolar.

Las características y objetivos de esta última Legión no diferían demasiado de las anteriores:
realizaban marchas en Buenos Aires con uniforme y realizando el saludo fascista con el brazo
derecho en alto. Por otra parte, buscaban reformar la Constitución para incorporar un modelo
corporativista, querían reglamentar la inmigración e impedir el acceso a cargos públicos a los
extranjeros.

Otras agrupaciones surgidas en la época y que tuvieron una vida efímera fueron el Partido
Nacional Fascista fundado en 1923 por Alfonso Cargiulli, Rodolfo Pontieri, Luis Cinollo y Roberto
Armando Rolón y que llegara a tener filiales en ciudades como Bahía Blanca, Mendoza, Junín,
Rosario y San Juan, entre otras; el Partido Fascista Argentino creado en 1932 por Ernesto
Martínez, Floreal Sol Rosatti, Hugo Passalacqua y Juan Bonfiglio con su sede central en la ciudad de
Avellaneda de la Provincia de Buenos Aires; el Partido Fascista de Córdoba dirigido por Nimio de
Anquín. En 1935 se formaría el Frente de Fuerzas Fascistas de Córdoba integrada por la rama
cordobesa del Partido Fascista Argentino, la Legión Cívica Argentina y la Acción Nacionalista
Argentina. Esta última organización había sido fundada en 1932 por Juan P. Ramos, Alberto
Uriburu y Floro Lavalle.

En 1933 la Acción Nacionalista Argentina, intentando unir a todos los nacionalistas, cambió su
nombre por el de ADUNA (Afirmación de Una Nueva Argentina). Tiempo después la agrupación
Guardia Argentina intentaría realizar lo mismo pero ambas fracasaron. Los motivos básicamente
eran que algunos grupos no se consideraban fascistas y, además, no acordaron sobre la función
del catolicismo en la estructura.

En cuanto a la Liga Patriótica no dejaría de funcionar, es más, tendrían importantes contactos


relacionados con el poder. En el siguiente fragmento del Despacho nº 617 del 31 de julio de 1929
correspondiente a declaraciones del embajador de Estados Unidos, Robert Wood Blis, al jefe de

51
Cabe destacar que su aparición pública se produjo en 1929 con un manifiesto en donde marcaban su clara
oposición al gobierno de Yrigoyen. Una de las maneras utilizadas para llamar la atención de los transeúntes
era formar un grupo, pararse en una esquina y gritar: “¡Abajo el Peludo!, ¡Viva la revolución!”
52
FLORIA, Carlos A.; GARCÍA BELSUNCE, César A.; op. cit., ps. 123-124.
Estado norteamericano se puede observar que ya esta agrupación nacionalista sabía del golpe a
Yrigoyen un año antes de producirse:

“[…] Una inquietud que penetra Buenos Aires y otras partes del país se refleja en la creencia que
una revolución `pacífica´ se producirá. En verdad, el presidente de la Liga Patriótica me mandó
decir hace unos días que finalmente habrá una revolución para derribar al Presidente, pero que
deseaba tranquilizarme, ya que a pesar que habría mucho ruido, no se producirá derramamiento
de sangre.” 53

Dentro de las curiosidades historiográficas referidas a este período el derrocamiento de Yrigoyen


estaría íntimamente relacionado con el nacionalismo. Los que lo apoyaban coincidían que el golpe
se produjo por ser nacionalista, marcando como ejemplo la nacionalización de YPF (Yacimientos
Petrolíferos Fiscales) para la defensa de las riquezas del subsuelo argentino. Quienes lo criticaban
mencionaban como ejemplo de buen mandatario a su sucesor, el dictador Uriburu,
considerándolo un ferviente nacionalista porque, entre otras cosas, decretó que toda la región de
Tierra del Fuego debía reservarse para YPF en obvia medida proteccionista.

Los intelectuales nacionalistas

Durante la década del ´20 surgieron movimientos nacionalistas en el país. Además de los
mencionados anteriormente hubo otro más restringido que no aplicó la violencia física pero que
incitaba a ella: los intelectuales argentinos. Literatos de renombre propiciaban la instalación de un
gobierno nacionalista de extrema derecha que persiguiera a los sectores más vulnerables. Sus
discursos dejaban traslucir su admiración por el fascismo (que ahora sí existía y crecía a pasos
agigantados por Italia) y animarían a la intervención militar que provocaría el primer golpe de
estado en Argentina para 1930.

En un comienzo los intelectuales se centrarían en la búsqueda del ser nacional y la defensa de sus
valores. Entre ellos se pueden mencionar a Leopoldo Lugones, Manuel Gálvez, Ricardo Rojas y
Lucas Ayarragaray, entre otros. Será Arturo Jauretche quien definiría con precisión a esta
intelectualidad:

“Este nacionalismo de las vísperas del ´30 no tiene ni busca contacto popular. Se mueve más bien
en un plano intelectual y solo aspira a ser una elite gobernante, podría caracterizarse como una
tendencia aristocratizante por oposición al populismo radical. En lo político hace la crítica de las
imperfecciones democráticas, y si bien en gran parte es reaccionario por su composición de clase y
conexiones sociales, culturales y familiares, no puede definirse ya como un movimiento antiobrero
como la Liga Patriótica. Su actitud es más bien antiplebeya, y parte de una supuesta superioridad

53
CARABALLO, Liliana y otros, op. cit, pág. 76.
de los argentinos, provenientes de la sociedad tradicional, frente al aluvión de “gringuitos”, que
aparecen como el radicalismo […].”54

Sería Lugones quien tomaría la lanza y predicaría un nacionalismo de tinte extremista. En sus
primeros discursos realizados en el Teatro Coliseo en 1923 culpabilizaría a los extranjeros que
traían ideas disolventes y propondría un control más estricto de la inmigración, expulsión de los
“indeseables” y otorgarle más poder al ejército. Bien conocidas son sus palabras pronunciadas en
Perú en ocasión de recordarse el centenario de la batalla de Ayacucho:

“Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada.” 55

Para el poeta argentino la sociedad debía ser organizada de acuerdo a jerarquías y al frente de los
destinos del país la obligación recaería en los militares ya que

“[sólo] la virtud militar realiza en este momento histórico la vida superior que es belleza, esperanza
y fuerza.”56

Esta “aristocracia-militar” era la única preparada para el mando ya que la democracia, según sus
palabras, había resultado ser incapaz como forma de gobierno. Debía ceder ese lugar a esa
particular aristocracia, una

“gloriosa tiranía en el individuo considerablemente superior.”57

Por lo enunciado pareciera que se hablaba de superioridad racial en Argentina antes que en
Alemania…

Con el paso de los años los intelectuales mencionados precedentemente se irían despegando de la
posición de Lugones. Por ejemplo Ayarragaray tendrá enfrentamientos con él y Gálvez58 terminaría
apoyando la candidatura de Yrigoyen para 1928. Por esta razón se podrían observar “dos
nacionalismos”: el de derecha con tintes fascistas que era el de Lugones y otros intelectuales y uno
conservador.

Surgen nuevas fuerzas desprendidas, en su mayoría, del conservadurismo: Ernesto Palacio,


Rodolfo y Julio Irazusta, Juan Carulla y César Pico. Son simpatizantes de las ideas en boga por esos

54
JAURETCHE, A; Los movimientos nacionales. En ETCHEPAREBORDA, Roberto; Yrigoyen, Tomo 2,
Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1983, pág. 215.
55
El discurso de Ayacucho, 1924. En ETCHEPAREBORDA, Roberto; op. cit., pág. 216.
56
LUGONES, Leopoldo; Antología. En: NAVARRO GERASSI, Marysa; Los Nacionalistas, Buenos Aires,
Editorial Jorge Álvarez, 1968, pág. 42.
57
Pronunciadas estas palabras en su discurso que se le titulara “La hora de la espada”. En: NAVARRO
GERASSI, Marysa; op. cit., pág. 42.
58
Gálvez también consideraba nacionalista al gobierno de Yrigoyen pero un nacionalismo argentino que nada
tenía que ver con las doctrinas ni los métodos europeos, un partido de masas, romántico, basado en
sentimientos y no en ideas frías y preconcebidas.
días provenientes de Europa: el fascismo en la Italia de Mussolini y en la España de Primo de
Rivera. Intelectualmente se identificaban con Charles Maurras, filósofo nacionalista francés que
despreciaba los logros en concepto de derechos surgidos de la Revolución Francesa e incentivaba
la construcción de una sociedad nacionalista y elitista. Para comprender con mayor claridad se
transcribe el siguiente párrafo de la obra Los Nacionalistas de Marysa Navarro Gerassi:

“Maurras les brindó un esquema que, en líneas generales, parecía ajustarse perfectamente al
contexto argentino. Los nacionalistas tomaron más de Maurras que lo que han querido admitir,
especialmente porque han insistido en que su nacionalismo es argentino. Pero Maurras les
proporcionó su perspectiva histórica, basada en el rechazo de la Revolución Francesa y del
liberalismo del siglo XIX. Los nacionalistas también copiaron de Maurras la necesidad de orden,
jerarquía, y unidad espiritual; la contemplación del pasado antes que el futuro; […] la concepción
de la autoridad basada en la jerarquía y el talento, el énfasis en el regionalismo o el federalismo, el
desinterés por los problemas económicos, especialmente en esta primera etapa; un cierto barniz de
antisemitismo; la convicción de que las condiciones políticas solo pueden cambiarse mediante
golpes militares y, finalmente, la idea de que el nacionalismo debería ser un movimiento o una liga,
y no un partido político. Un movimiento que debería participar de mala gana en elecciones o, por lo
menos, hacerlo de modo indirecto a través del respaldo de candidatos afines.” 59

Este grupo nacionalista argentino para hacer llegar sus mensajes utilizaban, entre otros, los
periódicos Bandera Argentina, La Voz Nacional, La Fronda y La Nueva República.60 En ellos
sostenían la necesidad de volver a las tradiciones nacionales y proponían la disolución de la
democracia y su reemplazo por un sistema corporativista. 61 Además propiciaban la derogación de
la ley electoral.62 En el caso de Bandera Argentina llegaron a reproducir discursos de Mussolini.

Un año antes del derrocamiento de Yrigoyen crearon, como fuera mencionado anteriormente,
una fuerza de choque llamada la Liga Republicana a la que se uniría la Legión de Mayo 63 cuyas
acciones se volcarían a generar pánico en las calles a través de tiroteos y golpizas. Estas

59
NAVARRO GERASSI, Marysa; op. cit., pág. 50.
60
A estas publicaciones se pueden agregar las revistas: Baluarte, Nuevo Orden, Crisol, Sol y Luna, Nueva
Política, El Fortín, Nuestro Tiempo, Balcón, la Voz del Plata, Choque, La Maroma, Cabildo, Clarinada,
Momento Argentino, Revista Juan Manuel de Rosas, Liberación y los diarios El Pampero y El Federal, todos
ellos publicados entre 1931 y 1943. La redacción de La Fronda fue el lugar en donde se conocieron la
mayoría de estos intelectuales de derecha. El periódico era propiedad de Francisco Uriburu -primo del
general- y de allí surgiría el apodo despectivo de “El Peludo” con el que fuera catalogado Hipólito Yrigoyen.
61
Este sistema fue el aplicado por Mussolini en Italia y mencionado en el apartado referido al fascismo
(básicamente consistía en la cooperación de las ramas productivas pero con un control absoluto por parte del
Estado).
62
La Ley Sáenz Peña en nuestro país fue creada en 1912 y puesta en ejercicio en 1916. La misma permitió el
triunfo de Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical y terminó con treinta y seis años de gobiernos
conservadores políticamente que basaban sus triunfos con el fraude electoral. Dicha ley determinó que
votaran todos los hombres mayores de edad de forma obligatoria, secreta, universal e individual.
63
Estos no eran los únicos. Se pueden agregar a la lista Alianza de la Juventud Nacionalista, Alianza
Libertadora Nacionalista, Legión Cívica Argentina, Guardia Argentina, Milicia Cívica Nacionalista y Legión
Colegio Militar.
agrupaciones contaron con el apoyo ideológico (inclusive en su formación) de intelectuales del
período como los ya mencionados hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Juan Carulla
y militares como José Félix Uriburu. Para 1930 grupos de estudiantes universitarios se adhirieron a
estos grupos fascistas. Se incrementarían las acciones violentas y acusaciones absurdas al
presidente como la de caratularlo de bolchevique.

En 1929 trabajarían incansablemente estos intelectuales nacionalistas en un proceso de


conspiración para lograr sacar de la presidencia a Yrigoyen. Como fuera mencionado
precedentemente ese mismo año sucedería la caída de la bolsa de Nueva York, provocando una
crítica situación económica en casi todo el mundo. Unos meses después golpearía en nuestro país
-caracterizado por ser exportador de materias primas- provocando desempleo e inflación. Este
sería el escenario ideal para los golpistas que culpabilizarían al anciano líder como responsable de
los problemas locales obviando en sus explicaciones, por supuesto, la explicación del contexto
internacional.

En septiembre de 1930 los militares serían los que terminarían por concretar los pedidos
nacionalistas. El día 6 Uriburu organiza a un grupo de cadetes del Colegio Militar quienes
procedieron a “desfilar”64 hasta la casa de gobierno.65 Yrigoyen ya había renunciado el día
anterior. El primer golpe de Estado en Argentina ya era un hecho...

El aporte de la Iglesia Católica

La preocupación del avance de las ideas socialistas en el mundo inquietaba a la Iglesia como
institución, es decir, la perturbación surgía desde las mismas entrañas del Vaticano. La curia en la
Argentina no estaría exenta de dicha preocupación. El motivo residía en el carácter ateísta de
quienes se identifican con el socialismo.

En Europa, y más precisamente en Italia, la alta jerarquía eclesiástica se plegaría a toda ideología
que defendiera sus intereses. Por esta razón la Santa Sede y Mussolini firmarían un Concordato en
1929 conocido como Pactos de Letrán. Allí el Duce reconocería al Vaticano como estado
independiente. Demás está decir que, por esta razón, el papa Pío XI no intervendría en las
decisiones políticas tomadas por Mussolini de allí en adelante. Por el contrario, sería un apoyo
importante en la justificación de la censura, persecución y tortura aplicado por el régimen
fundamentalmente durante la Segunda Guerra Mundial. En cuanto a los sucesos ocurridos con los
judíos durante el régimen nazi -antes y durante el conflicto- tampoco la Iglesia intervino. Aquí, casi
con seguridad, tiene que ver con el histórico enfrentamiento entre ambas religiones sumado al
concepto por aquellos años de considerar al judío-marxista-comunista como una sola entidad.

64
El término desfilar con comillas refiere a lo mencionado por algunos historiadores quienes indican que fue
meramente un paseo de los cadetes por las calles de la ciudad ante el asombro de los vecinos. Otros autores
aseguran que varios cadetes murieron en un tiroteo provocado por el accionar repentino de ciudadanos que
intentaron detenerlos a la altura del Congreso de la Nación.
65
Para conocer los sucesos producidos ese día de forma cronológica ver: ETCHEPAREBORDA, Roberto; op.
cit., cap. 37.
En Argentina la Iglesia Católica, fundamentalmente la jerarquía eclesiástica, compartiría la visión
del nacionalismo extremo proveniente del Vaticano. A su vez, había surgido una agrupación laica -
establecida por la pastoral colectiva del 1º de diciembre de 1928- llamada Acción Católica
Argentina. Sus funciones eran las de afianzar los principios católicos en la comunidad en donde
residieran sus adherentes. Poco después se unirían a los grupos políticos nacionalistas
identificados con el fascismo y, tiempo después, el nazismo.

Respecto al pensamiento de la alta jerarquía católica argentina, y para ejemplificar lo señalado, se


transcribe literalmente este fragmento de la obra de Alberto Ciria:

“Monseñor Franceschi, desde su tribuna de la revista Criterio, nos brinda un buen ejemplo que no
será el único de esa tendencia. Defensor del fascismo italiano y de su duce Mussolini (`un
orientador insigne´), de los insurrectos españoles, de los gobiernos fuertes, comprensivo en exceso
frente al nazismo alemán, polemista en cuestiones religiosas con Lisandro de la Torre, en ocasiones
antisemita, siempre antisocialista, este clérigo católico sintetiza en sus ideas muchos de los temas
preferidos del nacionalismo criollo que también, y paralelamente, crece en los centros urbanos
argentinos como una reacción más ante la quiebra del Estado liberalburgués.” 66

La mencionada revista Criterio surgida en 1928 sería el órgano de difusión de la Iglesia y


continuaría durante toda la década del ´30. En sus páginas los judíos resultarían los destinatarios
de todas las críticas y culpas de la situación económica y social del país.

Cabe destacar que la mayoría de la alta jerarquía eclesiástica, si bien apoyaba a todos los
gobiernos de derecha extrema surgidos en Europa en las décadas del ´20 y ´30, tenía una
predilección por el régimen de Francisco Franco en España. Es que, si bien buscaban puntos de
admiración y reconocimiento en los regímenes de Mussolini en Italia, Hitler en Alemania y Oliveira
Salazar en Portugal, solamente en la madre patria podían observar el lugar de importancia que
tenía la Iglesia que marchaba a la par con el gobierno español.

Según el escritor Alberto Sarramone, a partir de 1946 -siendo Juan Perón presidente y debido a su
orden- el gobierno argentino negoció de manera secreta un acuerdo de inmigración con la Santa
Sede por intermedio del Cardenal Giovanni Battista Montini (el futuro Papa Pablo VI), en esos días
Secretario de Estado del Vaticano y embajador en la Argentina. La propuesta por parte de las
máximas jerarquías de la Iglesia era la protección de nazis que llegarían a nuestro país para evitar
ser atrapados y juzgados. Esa sería la razón por la cual la mayoría de los fugados lo harían vía
Roma.67

66
CANTÓN, Darío y otros; La democracia constitucional y su crisis, Buenos Aires, Paidós, 2005, ps. 177-
178.
67
En: SARRAMONE, Alberto; op. cit., ps. 261-262.
Capítulo 4. Crepúsculo y nuevo amanecer

“El nacionalismo militar sin pueblo no podía sobrevivir.”

Jorge Abelardo Ramos

“La izquierda argentina no tiene conciencia nacional y el nacionalismo de derecha tiene conciencia
nacional pero no ama al pueblo.”

Juan José Hernández Arregui

La década del ´30

Durante la dictadura de Uriburu se tomaron medidas que los nacionalistas acompañaban con
agrado. Un país que nunca había sufrido una interrupción democrática se encontraba, de pronto,
reviviendo los sórdidos días vividos por los obreros de Vasena o de la Patagonia durante el primer
gobierno de Yrigoyen. Esto es, con represión, deportaciones, cárcel y tortura magnificada con la
recientemente creada picana por Polo Lugones, jefe de policía del dictador e hijo del escritor
nacionalista Leopoldo Lugones. A estas desagradables situaciones se agrega la aplicación de la Ley
Marcial. Por esta ley de guerra en tiempos de paz serían fusilados los anarquistas Severino Di
Giovanni, Paulino Scarfó y Joaquín Penina. 68

La reacción de los políticos conservadores y del radicalismo antipersonalista -que habían solicitado
a los militares colaboración para echar del gobierno de Yrigoyen- llegaría recién cuando Uriburu
manifestara su deseo de abolir la Ley Sáenz Peña e imponer un modelo dictatorial corporativista al
estilo del fascismo italiano de Mussolini. Evidentemente los políticos comprendieron que el poder
otorgado a los militares fue demasiado y comenzaron a organizarse para el regreso de la
democracia.

Una nueva polarización surgiría en el país: por un lado los nacionalistas, organizados en cuerpos
armados conocidos como la Legión Cívica Argentina y, por el otro, los radicales antipersonalistas,
los conservadores y los socialistas conocidos como la Concordancia.

En 1932, en elecciones fraudulentas, la Concordancia vence a la Alianza Demócrata Socialista69 y


Agustín Justo (militar compañero de armas de Uriburu) asume el poder. Daría comienzo un

68
El historiador norteamericano Joseph Page en su obra Perón agrega a estas decisiones presidenciales que la
persecución a los comunistas determinaron, inclusive, el envío de un grupo a campos de concentración en la
Patagonia. Debido a que no se aclara más sobre el tema interpretamos que se referiría a la cárcel de Ushuaia.
69
Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto eran las figuras más destacadas de esta agrupación. Cabe agregar
que el radicalismo (que tenía como candidato al ex-presidente Marcelo T. de Alvear) no se pudo presentar a
elecciones porque la dictadura de Uriburu vetó su candidatura debido a que el radicalismo había ganado una
elección anterior de legisladores. La misma sería anulada.
período conocido como “la década infame” caracterizada por el fraude electoral y la corrupción de
políticos y empresarios nacionales e internacionales en una escandalosa alianza.

Había regresado la democracia pero con características muy particulares. Por ejemplo, el nuevo
régimen conservador cerraría las puertas a la inmigración. Esta medida, sumada a otras como el
beneficio a los grandes productores, control de ingreso y egreso de divisas, un proceso de
sustitución de importaciones a mediados de la década que favorecería al surgimiento de una
incipiente industria nacional y el consecuente proceso de migración interna generarían
satisfacción en los sectores nacionalistas de la sociedad. En suma, estos grupos dedicados -como
fuera mencionado- a la persecución, exilio, cárcel y tortura tanto de obreros y campesinos
argentinos como así también extranjeros que actuaron entre 1919 y la dictadura de Uriburu ahora
podrían disfrutar de un gobierno que cristalizaba sus ideales.

En cuanto a la economía, esa relación iniciada con Gran Bretaña prácticamente desde la
independencia de las Provincias Unidas y fortalecida durante los gobiernos de Mitre, Sarmiento,
Avellaneda y la Generación del ´80 -por lo enunciado precedentemente- no se interrumpiría ni
mucho menos.

En 1932 se realizaría una conferencia en Ottawa organizada por las grandes potencias mundiales -
con el fin de encontrarle soluciones a la devastadora situación económica mundial producida por
la crisis de la bolsa de valores de Wall Street en 1929- resolviendo reducir la mayor cantidad de
gastos posibles. Esto determinaría que Gran Bretaña se dedicara a comercializar con sus colonias y
con quienes ofrecieran los mejores precios. Por esta razón, en 1933, el vicepresidente Julio
Argentino Roca (hijo) saldría en misión de negociar con la corona para que continúen comprándole
carne al gobierno argentino. Esto traería una gran cantidad de beneficios a los europeos que
usufructuaron la angustia de los políticos y empresarios argentinos por no perder a su mayor
cliente y sellarían un pacto (conocido como Roca-Runciman) que los beneficiaría ampliamente.

El presidente de la junta de comercio británica, Walter Runciman, por mantener la misma cuota de
compra anual de carnes obtuvo para su país los siguientes frutos de su accionar:

“ 1) mantener libres de derechos el carbón y todas las demás mercaderías […] 2) respecto de las
importaciones inglesas, de cuyos derechos aduaneros el Reino Unido gestionaba una reducción,
volver a las tasas y aforos vigentes en 1930, comprometiéndose el gobierno argentino a no
imponer ningún nuevo derecho ni aumentar los existentes por concepto de tasas, aforos o por
cualquier otro medio; 3) no reducir las tarifas ferroviarias; 4) destinar a compras en Gran Bretaña
la totalidad de las divisas provenientes de compras inglesas en la Argentina […] y 5) a dispensar a
las empresas británicas de servicios públicos, sean estos nacionales, municipales o privados, y
otros, un tratamiento benévolo y la protección de sus intereses.” 70

A pesar de todos estos beneficios los británicos, además, recibieron una compensación porque el
gobierno argentino contrató a una empresa estadounidense para la construcción de rutas con

70
CANTÓN, Darío y otros; La democracia constitucional y su crisis, Buenos Aires, Paidós, 2005, pág. 125.
destino a Córdoba, Mar del Plata y Bahía Blanca. Los ingleses, en vista de que eran los dueños de
los ferrocarriles en el país, solicitaron dicho resarcimiento con el argumento de que bajaría el
transporte ferroviario de mercaderías ya que sería reemplazado por el de camiones.

Este nuevo gobierno, basado en una estrepitosa entrega de soberanía, tendría también en su
haber un hecho inusitado: el senador Lisandro de la Torre había investigado sobre los negociados
que escondían la venta de carnes al exterior y demostrado que se beneficiaban productores y
políticos argentinos con la distorsión de los números presentados al Congreso. Allí el gobierno
mostraría su cara más oscura y corrupta. En plena sesión parlamentaria el ex-comisario Ramón
Valdés Cora intentaría matar a de la Torre con varios disparos de arma de fuego y terminaría
haciéndolo con el senador Enzo Bordabehere quien se atravesara en el instante de las
detonaciones.

Por su parte los nacionalistas, que habían comenzado sintiéndose protagonistas, ahora estaban
quedando opacados en este gobierno que no los precisaba. Aunque volverían a sentirse
protagonistas cuando, en 1936, se desatara la guerra civil española. El ejército español liderado
por Francisco Franco (y apoyado por las clases aristocráticas terratenientes y miembros de la
iglesia) enfrentó al gobierno republicano integrado por socialistas y comunistas en una coalición
de izquierda. Los tres años que duraron los enfrentamientos ocasionaron en Argentina una nueva
polarización: miembros de la derecha nacionalista enfrentados con simpatizantes del gobierno
español en ocasionales discusiones de bar que llevaron en más de una oportunidad a “resolverla”
con armas de fuego. En relación con este tema, Page destaca que los socialistas argentinos (al
frente de varios sindicatos por aquellos años) utilizaron los recursos de la CGT para apoyar a los
republicanos.

Es necesario agregar que el ascenso de Hitler en Alemania para 1933 y su veloz crecimiento
llamaría la atención de los nacionalistas argentinos. Sumado a esto el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial en 1939 ocasionaría una polarización (otra más) que los intelectuales del período
llamaron “aliadófilos” contra “germanófilos”.

Sin embargo había un nacionalismo diferente al de las calles, al violento que se identificaba con el
fascismo español o el nazismo alemán. Por esos años surgió un grupo de jóvenes intelectuales que
se denominaron FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina). En un comienzo
representaron a la juventud radical que surgía como renovación de un partido que fue perdiendo a
sus líderes por distintas cuestiones (fallecimientos, divisiones internas, proscripciones) y sus
propuestas se basaban en la defensa del nacionalismo con una mirada progresista.

“Antibritánico por sobre todo, el grupo FORJA analizó las influencias del capital inglés en la
formación y el desarrollo de la economía argentina, recogiendo los sentimientos antiimperialistas
que se ocultaban en el vago pensamiento de Yrigoyen.” 71

71
ROMERO, José Luis; Breve historia de la Argentina, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996,
pág. 148.
Estas palabras de José Luis Romero podrían interpretarse como una protección a ultranza del viejo
líder radical de la soberanía argentina que, efectivamente, lo fue en algunos momentos puntuales
tales como la defensa del rol argentino en la Sociedad de Naciones. Lamentablemente su
antiimperialismo brilló por su ausencia en los hechos de la Semana Trágica de 1919 y los
fusilamientos de esquiladores patagónicos en 1921-22.

Volviendo a los intelectuales forjistas, en donde se destacarían figuras como Arturo Jauretche,
Homero Manzi, Luis Dellepiane y la colaboración de Raúl Scalabrini Ortiz, estos serían los
intérpretes de una sociedad castigada por la corrupción gubernamental y desde las páginas de sus
publicaciones -sea libro, diario o simples gacetillas- denunciaban y desafiaban a los presidentes
Agustín Justo, Roberto Ortiz, Ramón Castillo y sus colaboradores. La siguiente década tendría a
estos nacionalistas militando en distintos lugares hasta integrarse al peronismo provocando la
disolución de la agrupación. Según sus palabras, sería Perón quien supiera interpretar y ejecutar
los ideales de este grupo por lo que no era necesaria su continuación debido a que su nacimiento,
en su momento, se debía a la necesidad de oponerse a un régimen imperialista que ya no estaba
en el poder.

Los inicios de la Segunda Guerra Mundial y la situación de Argentina

El 1º de septiembre de 1939 con la invasión alemana a Polonia comienza la Segunda Guerra


Mundial. El andar imparable del ejército nazi llamaría la atención y el mundo entero pondría su
atención en el conflicto que, en sus inicios, sería una guerra europea.

En Argentina un sector del ejército se inclinaría a favor del Eje pero gran parte de la política local y
la sociedad apoyarían al presidente Ortiz en su declaración de neutralidad. A partir de ese
momento, según la mirada de algunos historiadores y gran parte del periodismo, los sectores
pronazis comenzaron una ofensiva propagandística que contaba con el apoyo ideológico y
financiero de la embajada alemana.

El presidente Ortiz se enferma gravemente y debe dejar su lugar, primero en forma transitoria y
luego definitiva, al vicepresidente Castillo en junio de 1940 quien, según algunos sectores del
periodismo y la intelectualidad argentina, demostraría simpatía por el régimen nazi. Por su parte
un sector denominado Acción Argentina 72 se organizaría en defensa de la causa de las potencias
aliadas alegando la necesidad de ingresar al conflicto para proteger la democracia. A su vez, en el
mismo año 1940, la Cámara de Diputados crearía la Comisión de Actividades Antiargentinas 73 pero
no tuvo destacada actuación porque, aparentemente, por temor a represalias alemanas no
avanzaron demasiado en sus investigaciones.

El gobierno argentino por esos días, y por intermedio de un decreto presidencial, prohibiría todas
las actividades políticas de propaganda y reuniones públicas dirigidas desde el extranjero que

72
Algunos de sus integrantes fueron el ex –presidente Marcelo Torcuato de Alvear, Victoria Ocampo, Nicolás
Repetto y Federico Pinedo.
73
Entre sus integrantes se hallaban los diputados Raúl Damonte Taborda como presidente, su sucesor Juan A.
Solari, Adolfo Lanús, Fernando Prat, Silvano Santander, José Aguirre Cámara y Guillermo O’Reilly.
defendieran a uno u otro bando. Además, el presidente Ortiz expulsó a Jonas Anestorliz y Elfreide
Kleiber acusados de espías alemanes de la Gestapo.

Cabe destacar que la neutralidad argentina -inclusive americana-, más allá de posiciones tomadas
basada en intereses y/o simpatías, no sería demasiado cuestionada por los organismos
internacionales hasta el ingreso de Estados Unidos al conflicto.

El 7 de diciembre de 1941 se produjo el ataque japonés a la base aérea norteamericana de Pearl


Harbor y ya nada sería igual. Pocos días más tarde del ingreso de Estados Unidos a la guerra
comenzarían reuniones interamericanas para fijar la posición de cada país respecto al conflicto.
Claramente serían los inicios de las presiones para declararle la guerra al Eje.

Los motivos del gobierno argentino para permanecer neutrales en el conflicto fueron variados y
han generado diversas discusiones historiográficas. Dentro del abanico de posibilidades para dicha
resolución se enuncian las trabajadas por Carlos Escudé y Andrés Cisneros, que pueden ser las más
indicadas:

“[…] [L]a posición de neutralidad defendida tan enérgicamente por el gobierno argentino tenía sus
condicionantes. Estos eran: a) el hecho de que un rol de vasallaje respecto de los Estados Unidos
era contrario a una larga tradición diplomática argentina; b) el desaire todavía presente a la
propuesta argentina de “no beligerancia” de 1940; c) la tendencia de gran parte de la opinión
pública argentina ampliamente favorable a la neutralidad -incluso de grupos marcadamente
proaliados-, debido a la situación expuesta del país, su considerable población de origen alemán,
italiano y español, y la imposibilidad de Estados Unidos de defender la parte meridional de
Sudamérica; y d) la función argentina de abastecer de alimentos a las potencias aliadas podía ser
mejor ejercida como neutral que como beligerante.” 74

Sean cuales fueren los motivos la postura de neutralidad75 argentina comenzaría a ser cuestionada
por los Estados Unidos. De hecho la presión de la potencia del norte se haría cada vez más fuerte.
Entre 1942 y 1943 la política norteamericana fue la de sugerir a las naciones del continente la
ruptura de relaciones con el Eje para, a partir de 1944, comenzar a exigir la participación plena en
el conflicto.

Para confirmar la presión estadounidense la Tercera Conferencia Consultiva de Ministros de


Relaciones Exteriores del continente, reunida en Río de Janeiro en enero de 1942, dejaría como
saldo el aislamiento de Argentina por confirmar su neutralidad en el conflicto. El motivo principal
se debió a que el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Enrique Ruiz Guiñazú, propuso que

74
ESCUDÉ, Carlos, CISNEROS, Andrés; Historia de las relaciones exteriores argentinas [en línea] Parte II.
Tomo IX. Capítulo 44. Las relaciones políticas con Gran Bretaña y Estado Unidos. Disponible en:
www.argentina-rree.com.
75
El término utilizado legalmente ante esta situación y elevado por la cancillería argentina fue el de “estado
no beligerante”.
se recomendara a los países americanos a romper relaciones con el Eje pero dejándole la
posibilidad de optar por hacerlo o no, situación que Estados Unidos consideraba inaceptable. 76

El gobierno de Castillo era muy permisivo (a los ojos de las autoridades estadounidenses) respecto
a su política contra Alemania. Los argumentos norteamericanos estaban centrados en que seguía
el espionaje nazi actuando con impunidad en el país sin ser reprimido. Por esta razón el secretario
de estado Cordel Hull comenzaría a tomar una serie de medidas para agraviar como, por ejemplo,
embarcar papel prensa solamente para ser distribuido a periódicos que estuvieran alineados con
la ideología norteamericana, el lanzamiento de una campaña radial contra el gobierno argentino,
suministro de armas a países de la región excluyendo a la Argentina, la confección de una lista
negra para castigar a empresas que supuestamente simpatizaban con el Eje y la realización de un
boicot económico que perduraría hasta 1949.

Mientras tanto en Argentina estaban pactadas elecciones para 1944 y esta situación influía
demasiado en cuanto a los pasos a seguir.

A partir de este momento la documentación de la prensa y los historiadores será fundamental


para intentar entender las decisiones tomadas. Para el historiador José Luis Romero el presidente
Castillo debía elegir un candidato para sucederlo entre dos facciones: los que querían a alguien
que representara los intereses estadounidenses u otro que se opusiera a esa determinación. Por
esta razón se inclinaría por Robustiano Patrón Costas, un empresario salteño, que optaba por unir
al país con Estados Unidos desestimando la alianza de décadas que tenía la nación con Gran
Bretaña.77 Por esta razón, según Romero, el sector pronazi del ejército argentino apresuraría el
golpe de estado para el 4 de junio de 1943 y así evitaría esta situación y continuaría con la política
de neutralidad.

Esta razón determinaría para Estados Unidos que la opción de ser neutrales significaba ser nazi…

En referencia a este tema Mario Rapoport plantea que algunos autores consideran que la
neutralidad no tenía que ver con tendencias pro-nazis en el gobierno nacional, sino que se debía al
apoyo que le brindaba Gran Bretaña para permanecer en esa condición. Agrega -y es lo más
interesante- que puede aceptarse una u otra hipótesis pero lo realmente importante era el
porvenir del país en esta clara disputa de dos de las más grandes potencias mundiales de la época
por expandir sus vínculos comerciales en suelo sudamericano. 78

Es importante señalar que los terratenientes argentinos presionaban al gobierno para mantener la
relación con los británicos quienes seguían siendo los principales compradores de carnes mientras
que, por su parte, los estadounidenses aducían razones sanitarias para negarse a adquirirlas.

76
Autores como Escudé y Cisneros consideran que el fracaso de las negociaciones con Argentina en dicha
conferencia radicaba en amenazas recibidas desde Berlín sobre una futura invasión de las potencias del Eje en
América del Sur.
77
La ideología de Patrón Costas tampoco encuentra una respuesta homogénea. Para algunos historiadores, en
efecto, tenía una actitud pro-estadounidense y para otros era un conservador pro-inglés.
78
RAPOPORT, Mario; Gran Bretaña, Estados Unidos y las clases dirigentes argentinas, Ediciones Belgrano,
Bs.As., 1980, ps 38-39.
Por su parte la diplomacia británica, prácticamente en todo el conflicto armado, no presionaría a
Argentina en declarar la guerra al Eje, inclusive consideraron una estrategia norteamericana dicha
presión. Los ingleses comenzarían a sospechar de Estados Unidos cuando su gobierno presionara
para que Argentina legalizara la cuota de carne anual que enviaba a los británicos y que, si no lo
hacían, prohibieran la exportación siendo ellos (los norteamericanos) quienes enviarían dicho
producto a la isla en la cantidad que necesitaran “sacrificando” el consumo interno de carne. Por
lo sucedido con posterioridad parece que el paladar británico prefería los cortes argentinos…

Otro motivo de interés norteamericano era la posibilidad de venderle maquinarias y bienes de


capital a la Argentina, además de inversiones directas o financieras. Por su parte, industriales
argentinos estaban interesados en alinearse con Estados Unidos ya que estos serían los que
podrían brindarles material para la industria pesada que nuestro país no poseía o era considerada
obsoleta.

Estas fueron señales importantes que los británicos observaron y les permitirían considerar que
resultaba mejor apostar (y apoyar) la neutralidad argentina para impedir el ingreso de capitales
estadounidenses. De esta forma continuarían siendo los privilegiados de su amigo sudamericano…

David Rock, en cambio, ofrece una lectura distinta sobre el tema. Específicamente asegura que

“[en] la conferencia panamericana celebrada en Río de Janeiro en enero de 1942, poco después de
Pearl Harbor, Argentina obstruyó en forma patente los esfuerzos de Estados Unidos para persuadir
a las naciones latinoamericanas a que rompiesen relaciones con el Eje. 79 En cambio, intrigó para
crear una alianza de neutrales.” 80

Agrega, además, que Castillo no tenía una verdadera política definida a apoyar al Eje sino que,
simplemente, intentaba mantenerse en el cargo como fuera. Inclusive, según el mismo autor,
durante el mismo año los rumores de una invasión de Brasil (cuyo gobierno apoyaría desde el
comienzo a los estadounidenses) y una ocupación en Comodoro Rivadavia de marines
norteamericanos eran cada vez más fuertes.81 Por esta razón los militares nacionalistas habían
creado la Dirección General de Fabricaciones Militares bajo el mando del ejército con la finalidad
de producir armas en el país sin esperar ayuda extranjera. Estas situaciones terminarían por incidir
en la propuesta de presentar a Patrón Costas (de tendencia aliada, según el historiador, más
específicamente británica) como candidato para 1944.

La mencionada actitud de Castillo provocaría que se lo emparentara con el sector militar pro-nazi
para buscar protección. De esta forma se explica la hipótesis de que el presidente tenía
favoritismo por el nazismo. Aparentemente no sería así sino que, en realidad, buscaba protección.
Además esta teoría suena aceptable porque aclararía un tema que no tenía explicación: un
presidente pro-nazi sufre un golpe de estado por militares pro-nazis… Difícil de explicar.

79
El resaltado es del autor.
80
ROCK, David; Argentina 1516-1987. Desde la colonización española hasta Raúl Alfonsín; Madrid,
Alianza, 1985, pág. 312.
81
En cuanto a la política interna Rock refiere el crecimiento de la ideología nacionalista. En 1942 se crearía la
Federación Patriótica Argentina que impulsaba que el Estado controlara a los sindicatos para evitar el avance
del comunismo y la expropiación de servicios públicos de propiedad extranjera.
Otro historiador argentino aporta su visión que, además, fuera la más aceptada en la época (lo
cual no indica que terminara siendo la verdadera) y que reflejaba más que nada la supuesta
postura del gobierno favorable a los nazis:

“Como los alemanes nazis comprendían muy bien la imposibilidad de lograr un alineamiento
argentino en su acción militar, sus aspiraciones se reducían a la esfera puramente política:
mantener la `neutralidad´ de la Argentina todo el tiempo posible. Esa neutralidad ofrecía a los
alemanes todo género de ventajas: facilidades para el espionaje y contraespionaje contra los
ingleses y norteamericanos, así como información económica y militar por vías de comunicación
que habían llegado a ser únicas en América del Sur.”82

Los intelectuales nacionalistas jugaron su parte acusando a Franklin Roosevelt, presidente de


Estados Unidos, de querer simplemente debilitar al imperialismo británico para que su país ocupe
el lugar de privilegio en la economía mundial. Agregaban que la Doctrina Monroe 83 era
simplemente una cortina que ocultaba el verdadero interés de los norteamericanos de dominar al
mundo. Por supuesto, según la visión del historiador nacionalista Ramón Doll, detrás de todo esto
estaban los magnates judíos que habían influido al pueblo de Estados Unidos hasta llegar a
impregnarles “la sífilis judaica.” 84

Argentina se “convierte” en nazi

Para 1943 la situación mundial y, específicamente, en el conflicto recordado como la Segunda


Guerra Mundial estaba comenzando a cambiar la situación para el nazismo y sus aliados. Pasaban
de ser quienes arrasaban por todas partes a tener que preocuparse, por primera vez desde el
inicio de la conflagración, en proteger lo obtenido. Mientras tanto en nuestro país, como fuera
enunciado precedentemente, se había producido el segundo golpe de estado de la historia y al
frente se hallaba el militar Pedro Pablo Ramírez.

Para aclarar más esta situación es necesario profundizar sobre los miembros de esta dictadura que
tomara el poder. Sus miembros formaban parte de una logia conocida como GOU (algunos autores
la designan como Grupo de Obra de Unificación y otro como Grupo de Oficiales Unidos). Varios de
sus miembros eran jóvenes oficiales (entre ellos Perón) y sus ideas fundacionales se centralizaban
en una política anticomunista y una economía nacionalista.

El elegido para asumir tras echar a Castillo fue Arturo Rawson. Aparentemente la designación del
nuevo gabinete compuesto por muchos civiles y de ideologías heterogéneas fue determinante

82
RAMOS, Jorge A.; Revolución y contrarrevolución en la Argentina. La era del peronismo 1943-1976.
Senado de la Nación, 2006, pág. 23.
83
La Doctrina Monroe básicamente consistía en cambiar la política agresiva que había tenido Estados Unidos
con los países americanos a comienzos del siglo cuando los invadía por falta de pago, en la que se conoció
como “la política del garrote”. Esta nueva doctrina consistía en realizar acciones diplomáticas para solucionar
conflictos, inclusive, prestando más dinero.
84
DOLL, Ramón; Hacia la liberación. En: NAVARRO GERASSI, Marysa; op. cit., pág. 140.
para que estuviera al mando de las decisiones del país solamente por tres días. Los miembros del
GOU lo obligaron a renunciar, le dieron un puesto de embajador en Brasil y asumió el ya
mencionado Ramírez.

Los nacionalistas argentinos apoyaron con simpatía el golpe producido el 4 de junio de 1943
cuando supieron que los militares conservarían la política de neutralidad que a Castillo tanto le
estaba costando sostener por las presiones del gobierno estadounidense. En cambio los radicales y
el gobierno de Estados Unidos, que se habían ilusionado con un cambio de política internacional,
volvieron a decepcionarse.

Los años de conflagración transcurrían y había una realidad insoslayable: Argentina necesitaba
productos que Estados Unidos podía ofrecer (desde máquinas hasta materias primas) a cambio de
que su política de neutralidad cambiara. La condición seguía siendo la misma: debería sumarse a
los países americanos que rompían relaciones y le declararan la guerra a los nazis.

El ministro de relaciones exteriores argentino, almirante Storni, solicitó al gobierno


norteamericano el envío de aviones, repuestos, armas y maquinarias para restaurar el equilibrio
entre las naciones sudamericanas. En compensación se romperían relaciones con Alemania. En
una actitud caprichosa Hull, el secretario de estado norteamericano mencionado anteriormente,
respondería que antes de hacer pedidos Argentina debía acatar las órdenes de Washington. 85 El
gobierno dictatorial no aceptó. A partir de ese momento Estados Unidos comenzaría a hacer rodar
por el mundo la noticia que en Argentina se hallaba al frente una dictadura nazi y fascista.86 Según
algunos historiadores Hull quería convencer a la comunidad latinoamericana para acabar con la
dictadura en nuestro país.87 Evidentemente el secretario de estado estaba ensañado con
Argentina ya que llegaría a convencer a Roosevelt para que hablara con Winston Churchill con el
fin de retirar al embajador británico como ya lo habían hecho los estadounidenses.

Para que la teoría de una “Argentina nazi” encontrara un suelo cada vez más fértil, en noviembre
de 1943, los servicios británicos detuvieron en Trinidad (Islas Antillas) a un cónsul argentino, Oscar
Helmuth, que viajaba a Europa para comprarle armas a los nazis por pedido del gobierno nacional.
La explicación brindada es que el gobierno tuvo que recurrir a Alemania porque Estados Unidos se
negó a vendérselas y que el motivo de compra se debía al crecimiento del arsenal en los países
sudamericanos (fundamentalmente Brasil) y que el armamento era para protección. Más allá de la
certeza o no de estas declaraciones la situación serviría a los norteamericanos para profundizar
sus dichos sobre la simpatía del gobierno argentino con el Eje.

En diciembre de 1943 se produjo un golpe de Estado en Bolivia que destituyó al presidente pro-
norteamericano Enrique Peñaranda. La situación serviría para que Estados Unidos difundiera que
la dictadura militar argentina había colaborado en dicho acto ya que Argentina estaba formando
un bloque de países sudamericanos aliados a los nazis…

85
Boletín del Departamento de Estado de los Estados Unidos con fecha 11 de septiembre de 1943. En: PEÑA,
Milcíades; Historia del pueblo argentino, Buenos Aires, Emecé, 2014, ps. 475-476.
86
En realidad la política neutralista argentina había generado desconfianza tiempo antes. El canciller Ruiz
Guiñazú, quien cumplió dicha función durante el gobierno de Castillo, fue acusado de simpatizante del nazi-
fascismo y el franquismo español en distintos medios nacionales e internacionales.
87
PAGE, Joseph; Perón. Primera parte 1895-1952, Argentina, Javier Vergara Editor, 1983, pág.95.
En cuanto a la situación interna surgieron grupos civiles que pedían al gobierno la declaración de
guerra al Eje y, fundamentalmente, el regreso de la democracia. Esto llevaría a que Martínez
Zuviría, ministro de Justicia e Instrucción Pública, ordenara a la policía reprimir una huelga de
estudiantes universitarios. Más tarde impondría un cambio en los planes de estudio con exaltación
del patriotismo y el restablecimiento de la instrucción religiosa en las escuelas públicas que fuera
suprimido en el gobierno de Julio A. Roca cincuenta y siete años antes.

La dictadura comenzaría a realizar acciones que demostrarían que, en definitiva, no variarían a las
realizadas por otros militares antes y después: persecución de sindicalistas, censura a la prensa,
partidos políticos prohibidos por decreto, etc. Por otra parte tomaría medidas para ganarse el
apoyo popular: expropiación de la Compañía de Gas británico y de empresas alemanas, reducción
de tarifas del tranvía, congelamiento de alquileres y control de precios.

Por otra parte, la alegría de los nacionalistas argentinos organizados en distintas agrupaciones se
convertiría en decepción cuando el dictador Ramírez el 11 de enero de 1944 las disolviera por
decreto.

La situación respecto a la guerra, según Mario Rapoport y Claudio Spiguel, cambiaría en enero de
1944 aunque no se haría pública sino meses después. Es decir, la discusión sobre si los argentinos
eran aliados o neutrales (en aquélla época democráticos o fascistas), encubría otra polarización
interna. La fecha mencionada refiere a que Argentina ya había dejado de ser neutral con las
primeras negociaciones secretas con Estados Unidos: la intención era que les levantaran las
sanciones diplomáticas88 y económicas por su “retraso” en romper relaciones y/o declarar la
guerra a los nazis.89 El resultado fue que en marzo de 1945 (menos de dos meses antes del suicidio
de Hitler) el gobierno argentino le declara la guerra al Eje90, referenciado en el acta de
Chapultepec (México)91, lugar en donde se reunieron en Conferencia los estados americanos. Días
más tarde, según lo dictaminara el decreto 7032, todas las empresas, asociaciones, filiales y
sucursales alemanas en Argentina quedaban bajo la custodia de un Consejo Administrativo de
Capitales Enemigos. En síntesis, fueron apropiadas.92

88
Dentro de las consideradas sanciones diplomáticas se encontraba el aislamiento de Argentina en las
conferencias internacionales como así también el mencionado retiro de los embajadores americanos y el
Reino Unido, todas acciones fomentadas por Estados Unidos. En cuanto a las sanciones económicas cabe
destacar el congelamiento de los depósitos de oro de la Argentina en Estados Unidos y la prohibición para los
barcos norteamericanos de detenerse en puertos argentinos.
89
RAPOPORT, Mario; SPIGUEL, Claudio; Política exterior argentina, Poder y conflictos internos (1880-
2001), Buenos Aires, Capital Intelectual, 2005, ps. 29-32.
90
Los nacionalistas argentinos recibieron esta noticia como una traición y lo hicieron saber: Federico
Ibarguren, comisionado municipal en Tucumán, ordenó poner a media asta las banderas nacionales en señal
de duelo por la muerte de la independencia argentina; Mario Amadeo, por su parte, renunció a su cargo en
Relaciones Exteriores y Santiago de Estrada, interventor en la Universidad de Tucumán, clausuró las
facultades por una semana debido a la humillación sufrida por nuestro país en el que sus dirigentes cedían
ante una potencia extranjera.
91
En dicha Conferencia se trabajaron cuatro aspectos fundamentales: la organización mundial de posguerra,
las relaciones interamericanas, los problemas sociales y económicos del continente y el caso argentino
(fundamentalmente el de levantarle las sanciones y admitirla en la que sería tiempo después la Organización
de las Naciones Unidas).
92
La mayoría de estas empresas serían devueltas a sus dueños durante el gobierno de Arturo Frondizi.
Antes de avanzar es necesario señalar que algunos historiadores consideran que la reunión en
enero de 1944 para ceder a las presiones estadounidenses determinaría la renuncia -en realidad
exigida por los militares- de Ramírez y su reemplazo por el general Edelmiro Farrell.

En tanto, la liberación de París en agosto de 1944 generaría un clima de euforia en distintas


ciudades del mundo. En Argentina la dictadura de Farrell no soportaría los festejos de ciudadanos
en las calles que aprovecharon la convocatoria para oponerse una vez más a la dictadura y pedir el
regreso de la democracia vía elecciones.

La situación se complicaría para el gobierno

“cuando los trabajadores de las industrias cárnicas, los refinadores de azúcar, los panaderos, las
fábricas metalúrgicas, los textiles y algunas de las compañías de ferrocarriles y tranvías,
desencadenaron una repentina ola de huelgas.”93

Aquí es en donde comenzaría a surgir con claridad el verdadero hombre poderoso de este
gobierno: Juan Domingo Perón. Su llegada a los trabajadores mediante la escucha de sus reclamos,
las primeras conciliaciones y los posteriores beneficios sociales y laborales terminarían por eclipsar
la figura del presidente Farrell.

Luego de la mencionada firma en Chapultepec en 1945 parecía que Argentina se integraba,


finalmente, a la órbita del grupo de los aliados ganadores de la Segunda Guerra Mundial. Sin
embargo, una vez conocida la rendición incondicional de Alemania en mayo del mismo año los
Estados Unidos se despegarían de los compromisos con Gran Bretaña y retornarían las presiones a
la dictadura argentina.

En Argentina la figura de Perón crecía a pasos agigantados y a sus constantes declaraciones en


contra del comunismo se agregarían las relacionadas con el imperialismo norteamericano. 94 El
poder de su palabra en los sectores más vulnerables y, poco a poco, en los industriales
nacionalistas comenzaría a disgustar al gobierno estadounidense. Las presiones fueron tan
grandes que, sin mediar muchas explicaciones, en octubre de 1945 el presidente le exigiría a Perón
que renuncie a sus cargos (ministro de guerra, secretario de trabajo y vicepresidente de la nación)
y, horas después, sería encarcelado en la isla Martín García. Algunos historiadores, en cambio,
consideran que el motivo de su arresto fue debido a una interna militar en donde su esposa Eva
Duarte sugiriera (y Perón aceptara y defendiera la propuesta) a Oscar Nicolini, un amigo de su
familia, para el cargo de director de Correos y Telégrafos. Mientras tanto los militares habían
preparado a otra persona durante mucho tiempo y no aceptaron esta decisión considerándola un
atropello y generando un conflicto que se resolvería con Perón detenido. Pareciera una situación
nimia para tan dura decisión aunque también podría haber resultado una excusa para sacarlo del
medio de la escena política, máxime cuando los hechos tomaron estado público y el mismo
presidente Farrell saliera a declarar que el coronel no estaba “encarcelado” en la isla Martín García
y que era un hombre libre.

93
ROCK, David, op. cit., pág. 321.
94
Los nacionalistas argentinos acusaban a Perón de haberle robado sus ideas para presentarlas como propias.
La jugada de la política norteamericana (y/o de los militares opositores) resultaría estéril ya que la
presión popular -todavía en la actualidad se discute el carácter espontáneo o no de la misma-
implicaría la liberación de Perón y su aparición pública el 17 de octubre de 1945 en los balcones de
la casa de gobierno ante una multitud que esperó por él durante toda la jornada. Esta
circunstancia terminaría provocando un quiebre de carácter histórico en la política argentina.

En cuanto a la prensa nacional e internacional y, posteriormente, los historiadores surgirían dos


posturas claramente diferenciadas: por un lado, los que entendieron la maniobra estadounidense
de desacreditar al gobierno argentino caratulándolo de nazi desde el momento en que sostuvo su
neutralidad y, por otro lado, de sectores convencidos de la certeza de estas declaraciones.

El historiador Joseph Page ha realizado una síntesis muy interesante respecto a publicaciones
referidas a la jornada del 17 de octubre y la participación popular en la misma. En primera
instancia menciona un cable emitido al gobierno de Estados Unidos desde la embajada en Buenos
Aires perteneciente al encargado de negocios John Moors Cabot diciendo que el éxito del 17 se
debió a la

“excelente organización de maleantes al estilo fascista como los Camisas Marrones o Camisas
Negras.”95

Por su parte, el corresponsal del New York Time, Armando Cortesi, hacía referencia a que “la
intimidación y la violencia” determinaron el triunfo del peronismo ese día. Mucho más allá iría
Serafino Romualdi, dirigente de la American Federation of Labor, observando que la multitud en la
Plaza estaba compuesta por

“además de unos pocos obreros engañados […] policías vestidos de civil, fanáticos nacionalistas,
nazis y fascistas, empleados públicos bajo órdenes de Perón, militares y personajes de los bajos
fondos de ambos sexos.” 96

En tanto el periódico del Partido Comunista indicó que los manifestantes eran

“bandas armadas […] obedeciendo a un plan de acción dirigido por el coronel y sus asesores
nazis.”97

Sin embargo, la pintura de ese día que ofrece el London Times es claramente diferente:

“Todo el personalismo propio de la política argentina y el fervor místico de los argentinos llegó a un
clímax de frenético entusiasmo en la noche pasada […] la multitud no se preocupaba por ideologías

95
PAGE, Joseph; op. cit., pág. 164.
96
Ibídem, pág. 165.
97
Ibídem, pág. 163.
o doctrinas o propaganda sino que querían solamente al coronel Perón […] Sentían una emoción
casi religiosa por [él].”98

Continuando con la operación norteamericana para lograr imponer la visión de que Argentina era
un país nazi se transcriben algunos párrafos de la revista Life de febrero de 1946. La misma es una
de las publicaciones más importantes en cuanto a formación de opinión en su país e, inclusive, en
el mundo. En el primero de los fragmentos mencionan el crecimiento del GOU en poco tiempo y
su posición favorable a los nazis. En el segundo la crítica refiere a la campaña presidencial que
llevaría al triunfo a Perón para el período 1946-1952:

“[…] En junio de 1943, Perón y otros oficiales pro Eje derribaron el gobierno del presidente Castillo.
Rápidamente instalaron un régimen según el modelo nazi, negociaron la obtención de armas con
Alemania y desplegaron una red de espionaje en Sudamérica. Cubierto por dos presidentes títeres,
-incluyendo el actual, E. J. Farrell-, Perón manejó los resortes del gobierno, contentándose con
aparecer como ministro de Guerra y Vicepresidente. Hasta hacerse clara la inevitabilidad de la
derrota alemana, los peronistas no trataron de disimular su política pro germana. Recién en marzo
de 1945 declararon la guerra al Japón, en la esperanza de encontrarse entre los vencedores […]”

“La campaña presidencial en la Argentina se ha caracterizado por el mismo tipo de marchas,


desórdenes, terrorismo policial y demagogia que resultaron trágicamente familiares al mundo en
las dos últimas décadas, en que primero Mussolini y luego Hitler subieron al poder. Los fanáticos
peronistas denigran democracia y capitalismo en términos que provienen directamente de
Goebbels en Nuremberg. Tal como los nazis, los peronistas inculcan a los obreros slogans
anticapitalistas, al tiempo de que dependen de los grandes grupos alemanes y de parte de
empresas argentinas para su apoyo financiero […].”99

La misma publicación llegaría a atacar a Eva Perón realizando curiosas comparaciones como que:

“Evita ocupaba casi la misma posición en el régimen de Perón que la mujer de Göering, también
actriz, había ocupado en la Alemania nazi.”100

La intención del ataque de la prensa estaba en prevenir sobre el futuro. Con o sin razón –para los
americanos eso no era lo más importante, evidentemente- la acusación a Perón de nazi apuntaba
a contarle al mundo que, aunque la guerra había terminado victoriosa para los aliados, quedaban
reductos nazifascistas en el mundo. Otra argumentación sobre la simpatía de los gobiernos
argentinos del período al Eje y basada en investigaciones de la prensa internacional durante la
época -y aquí no hay forma de refutarla- es la protección otorgada a nazis de diversas jerarquías
que huían de su país y encontraban refugio en Argentina.

98
PAGE, Joseph; op. cit., pág. 164.
99
Revista Life, 25 de febrero de 1946. En PEÑA, Milcíades; Peronismo. Selección de documentos para la
Historia, Ediciones El Lorraine, Buenos Aires, 1986, ps. 12-14.
100
En: PAGE, Joseph; op. cit., pág. 174.
Retornando a los motivos para considerar el interés de la dictadura argentina por mantenerse
neutral tiene que ver con los capitales alemanes invertidos en el país. Este sería, para algunos
historiadores, otra razón para justificar la simpatía del gobierno nacional por los nazis. El
mencionado historiador Rapoport refuta estos dichos con datos de la CEPAL en donde destaca que
para 1939 el porcentaje de inversión alemana era del 2,5% muy lejos del 27% de las inversiones
europeas en total, 19,88% de Estados Unidos y 53,07% de Gran Bretaña.

En cuanto al comercio exterior la participación alemana en el período 1935-1939 fue del 7,2% en
exportaciones y del 9,7 % de las importaciones, números muy alejados del 11,7% y 15,7% de
Estados Unidos y 33,1% y 22% de Gran Bretaña. 101 Además que el comercio con británicos y
estadounidenses durante la guerra continuaría mientras que con Alemania prácticamente
desaparecería.

Esta visión historiográfica con datos estadísticos intenta demostrar que, al menos
económicamente, no podía justificarse un interés puntual para ser pro-nazi ya que el volumen de
dinero y productos intercambiables era sumamente inferior al de los aliados.

¿Perón nazi?

Una de las discusiones historiográficas sin resolver aún es si realmente había admiración de parte
de Perón (y sus compañeros) por los regímenes nazi-fascista.

En cuanto a los militares en general había pro-aliados, neutralistas (a este sector los consideraban
nazis) y otro grupo que no se identificaba con ninguno de los bandos enfrentados. Dentro de los
neutralistas había de tendencia nacional-populista que se identificaban con el partido radical.102

La influencia prusiana en la formación militar argentina desde comienzos del siglo XX influye en la
argumentación de algunos sectores del atractivo por el nazismo. Además hay un hecho evidente
que es el surgimiento de la Alianza de la Juventud Nacionalista, grupo de choque paramilitar
simpatizante de los alemanes, formado por un sector del ejército argentino.

Hay certezas inocultables que refieren a cierta simpatía de miembros del GOU por el Eje,
evidencias que impiden negar la llegada al país de nazis fugando de las consecuencias de su
accionar en Europa, documentos falsificados para permitir su ingreso, submarinos que se pudieron
observar en aguas del sur argentino, etc. Más allá de todos estos descubrimientos obtenidos en
años de investigaciones no hay nada concreto que incrimine a Perón personalmente. Sus mensajes
de tono nacionalista, antiimperialista y sus medidas de tono dictatorial durante su segunda
presidencia fueron utilizados en libros, revistas y diarios opositores para acusarlo de nazi. Sin
embargo, estas acusaciones pierden fuerza cuando no pueden ser utilizadas como prueba cabal
para demostrar lo que se pretende.

Probablemente en la búsqueda de encontrar material para incriminar a Perón surgiría la figura de


Spruille Braden. El embajador estadounidense en Argentina se convertiría por unos meses en el

101
RAPOPORT, Mario; op. cit, ps. 56-57.
102
Ibídem, pág. 55.
principal fiscal del ex-secretario de trabajo cuando se conociera su intención de postularse a la
presidencia de la nación en las elecciones a realizarse en 1946. La función ejercida por el
embajador fue la de arengar a la Unión Democrática103 que era el partido opositor al peronista y
que nucleaba a sectores de ideologías absolutamente disímiles entre sí. En sus filas se hallaban
socialistas, conservadores y la gran mayoría de los radicales, entre otros. 104 Braden, inclusive,
llegaría a participar en actos públicos siendo uno de los principales oradores.

Braden fue requerido por el gobierno de los Estados Unidos pocos meses después de iniciar su
actividad propagandística contra Perón. Nuevamente en su país continuaría con los ataques a la
figura del futuro presidente creando un memorándum titulado Consultas entre las Repúblicas
Americanas sobre la situación en la Argentina, más conocido como el Libro Azul. En las páginas de
esta publicación acercaría documentación de una supuesta conexión de Perón (más que nada de la
dictadura del GOU) con los nazis. La escasa repercusión en Argentina debido a los datos poco
certeros y que, además, no implicaban personalmente al entonces secretario de trabajo no
alcanzaron para torcer la voluntad popular al momento de votar. Es más, según la mirada de
algunos historiadores, terminaría sirviendo esta maniobra al candidato ya que, como
contrapartida, se publicaron en las grandes ciudades carteles con la leyenda: “Braden o Perón”. La
lectura rápida que puede hacerse de esta definición podría ser “capitalismo o nacionalismo” e
inclusive “Estados Unidos o Argentina”.

Interesante respuesta al ataque producido desde los Estados Unidos con el Libro Azul sería el de la
Confederación General del Trabajo con un documento emitido en febrero de 1946. Allí darían una
visión distinta de los hechos a los que acostumbraba a leer la población:

“Por nuestro fervor democrático fuimos y somos antifascistas y antitotalitarios y por eso luchamos
denodadamente contra Hitler y Mussolini cuando Wall Street, coaligado con otros sectores de
capitalismo mundial alimentaban con sus dineros robados a las necesidades de los proletarios a la
bestia nazifascista, para utilizarla como fuerza de choque tendiente a aplastar las aspiraciones de
mejoramiento de los trabajadores de Europa” 105.

Peter Waldmann define con precisión la situación de Perón al triunfar en las elecciones y asumir
que debería enfrentarse constantemente con acusaciones de tener simpatías con el nazismo. De
hecho, como se mencionara precedentemente, antes de las elecciones habían comenzado los
medios nacionales e internacionales a insistir con el tema. Más aún, algunos llegaron a ubicarlo en
el otro extremo ideológico caratulándolo de comunista. Por esta razón el sociólogo alemán explica

103
La explotación del tema llegaría, incluso, al lema del partido que era: “Por la libertad, contra el nazismo.”
104
Una de las curiosidades dignas de mencionar fue la reunión conocida como la Marcha de la Constitución y
la Libertad. Allí desfilaron juntos, por ejemplo, Joaquín de Anchorena representando los intereses de los
grandes terratenientes argentinos y Rodolfo Ghioldi, dirigente comunista.
105
En: MURMIS, Miguel, PORTANTIERO, Juan Carlos; Estudios sobre los orígenes del peronismo, Buenos
Aires, Siglo XXI, 1984, pág. 99.
que Perón rápidamente intentaría despegarse de ambas suposiciones mediáticas y crearía una
doctrina propia para su movimiento.

A pesar de esto aún hoy suelen deslizarse insinuaciones sobre la influencia fascista en sus acciones
y en los procedimientos en torno a la represión y la censura (que los hubo) aplicados en sus
gobiernos. A decir de Waldmann considera que los medios represivos de control fueron aplicados
en contadas ocasiones, por ende

“[e]sta afirmación se contradice en cierta medida con la difundida convicción de que Perón
organizó un régimen eminentemente terrorista y represivo. Sin duda, nunca vaciló en aplicar todo
el poder coercitivo que le confería la conducción del Estado. Lo utilizó tanto para llevar a la
realidad sus ideas sobre la organización política, como para salvaguardar pura y simplemente su
poder personal. Sin embargo, la coerción tuvo mucho menos importancia como medio de disciplina
política en el peronismo, que en los sistemas totalitarios europeos. Aun en los últimos años de su
gobierno, durante los cuales recurrió con más frecuencia al uso de la fuerza, demostró preferencia
por los medios de coerción menos radicales. Sólo en casos muy raros, sus medidas implicaban
daños físicos o la muerte de los opositores políticos. Por lo general se los encarcelaba y se
confiscaba parte de sus bienes. A veces, en lugar de recurrir al encarcelamiento –una medida
costosa-, Perón hacía llegar a los políticos opositores un aviso que debía interpretarse como
invitación a que abandonaran sin demora el país.”106

El uso de la fuerza a que refiere Waldmann a finales de su segundo gobierno -el comprendido
entre 1952 y 1955- es en referencia a la Ley de Desacato de 1950 que implicaba la detención de
quienes eran considerados opositores. Entre las personas que sufrieron la prisión se encontraba
Ricardo Balbín, el líder de la Unión Cívica Radical.

Los que debieron abandonar el país fueron, entre otros, obispos que criticaron duramente al
gobierno de Perón y fueron expulsados por este del país. La situación con la Iglesia católica se
dificultaría cuando la fundación Eva Perón comenzara a realizar acciones benéficas que eclipsaban
la tarea emprendida por la comunidad eclesiástica. Sumado a esto, tras la muerte de Eva, la
descabellada proposición de los sindicatos de iniciar el proceso de canonización de su jefa
espiritual y la negativa de la Iglesia terminaría por quebrar la relación entre ambos sectores.

El contraataque peronista consistiría en planificar una nueva reforma constitucional para incluir
aspectos que ofendieran a la institución religiosa como ser la instauración del divorcio y la
legalización de la prostitución. Además, se le quitaron subsidios a instituciones religiosas por
declararlas fuera del marco legal constituido. Allí sí se rompieron los lazos que unían al gobierno
con la Iglesia católica.

Curiosamente la nueva Constitución también serviría para buscar nexos con el fascismo. Quienes
criticaban a Perón minimizarían los artículos relacionados con los derechos a los trabajadores
(como la mejora en las condiciones de trabajo, salarios, obra social, etc.) con el artículo que
prohibía el derecho a huelga, con lo cual quedaría al mismo nivel -en este sentido- que Mussolini.

106
WALDMANN, Peter; El peronismo 1943-1955, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985, pág. 59.
Retomando los argumentos de Page se transcribe su análisis respecto a esta comparación Perón-
Mussolini:

“Aunque el justicialismo compartía ciertos valores con el fascismo, atraía a individuos con
inclinaciones fascistas y se apoyaba en un líder que había sido un admirador de Mussolini, el
peronismo no era una variante criolla del totalitarismo al estilo italiano. Perón ejercía poder y
lograba estabilidad construyendo una base de apoyo propio entre los obreros y otros grupos y
luego concediendo a su gente lo que ellos querían. No desbandó a la clase obrera como había
hecho Mussolini, sino que más bien la politizó. Nunca intentó crear instituciones tales como las
asociaciones representativas de los sectores económicos sujetas al control del estado que son
características del estado corporativo fascista”107

Para resumir el malestar del antiperonismo con sus medidas se incluye el testimonio de Federico
Pinedo (hijo), político y partícipe del período conocido como “década infame” que es elocuente
para entender la mirada de la oligarquía argentina a todo este período transcurrido desde la
asunción del GOU hasta mediar las presidencias de Perón:

“Después vino el drama oscilante en que todavía nos encontramos. Período de nazismo fanático;
período de nacionalismo ´renovador´, que bastante se parece a aquel; período de fino amor y
respeto por la causa aliada, con declaración de guerra a las moribundas potencias del eje; período
de exaltación rosista y antisarmientista y período del abandono del rosismo y de rehabilitación de
la minoría de Sarmiento; período de iracundo catolicismo ultramontano y período de displicente
liberalismo; período de violenta represión, con encarcelamiento de todo lo que hay de más
distinguido en todo orden en la sociedad argentina, y período de apertura general de las cárceles;
período de ´republicanismo´, en que quedó excluida la palabra democracia y período de frenético
democratismo; estado de sitio, normalidad, otra vez estado de sitio; censura periodística, libertad
de prensa garantizada por las embajadas, nuevamente censura periodística; invocación plañidera
a los estudiantes y diatriba contra los mismos, al grito de ´alpargatas si, libros no´, todo eso en un
ambiente de demagogia desenfrenada y de despilfarro sin precedentes.” 108

Líneas arriba se mencionó que no había nada que incriminara a Perón de manera individual. Sin
entrar en una contradicción personal es necesario señalar -y profundizar- sobre las investigaciones
que incriminan a personas allegadas al ex-presidente.

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial en el país funcionaban dos bancos de capitales
alemanes: el Germánico del Sud y el Alemán Trasatlántico. El nexo entre estas instituciones que
tenían su casa matriz en la Ciudad de Buenos Aires y el gobierno nazi era Ludwig Freude. Por
intermedio de esta persona llegaban, aparentemente y según investigaciones de periodistas

107
PAGE, Joseph; op. cit., pág. 261.
108
RAPOPORT, Hugo; GOLBERT, Laura; “EL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO EN LA DÉCADA
INFAME”; en Historia del movimiento obrero, Volumen 3, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina
S.A., 1986, pág. 447.
argentinos109, los capitales de Alemania y que ingresaban en Argentina de manera clandestina y/o
con datos falsificados.

El empresario Freude contaba con el visto bueno para actuar de la dictadura del GOU que se
hallaba en el poder y presidida en ese entonces por Ramírez. Tiempo después su hijo, Rodolfo
Freude, pasaría a formar parte de un extenso grupo de colaboradores de Juan Perón quien, una
vez elegido presidente de la nación, le daría dos cargos: el de secretario privado y jefe de
informaciones.110 Aquí es en donde los detractores encontrarían los motivos para relacionar a
Perón con el nazismo. Uno de los ejemplos consiste en que Freude (hijo) se conectaba con un
grupo nazi infiltrado en la Dirección de Migraciones cuyo nexo era Carlos Horst Fuldner, ex-capitán
de las SS. De esta forma, presuntamente, llegarían los refugiados nazis a la Argentina.

La historiografía argentina tiene muchas dificultades (e intereses) para evitar ser imparcial
respecto a este espinoso tema. Dos ejemplos pueden ser útiles para argumentar lo expresado.

El primero refiere a las nacionalizaciones peronistas. Quienes defienden la política de Perón


consideran que formaba parte de una lógica expresada en los tres pilares de su doctrina. Quienes
lo atacan refieren a que dentro de esas nacionalizaciones había empresas expropiadas a los
alemanes y que, en realidad, fue una artimaña consensuada con los nazis para que estos puedan
conservar propiedades y dinero.

El segundo ejemplo es la detención de espías del gobierno de Hitler que venían actuando desde
hacía años en Argentina. Aquí los defensores del peronismo tienen un argumento para despegar a
la figura de su líder con el nazismo. Sus enemigos, en tanto, considerarían al hecho un simple
gesto de compromiso con Estados Unidos debido a la reciente alianza con el país del norte.

Por otra parte, la llegada de submarinos a las costas patagónicas fue un tema que ha ocupado
varias páginas de periódicos y libros durante mucho tiempo. También fueron enormes las
especulaciones sobre los motivos. Lo cierto es que, aún hoy, la historia oficial refiere solamente a
dos submarinos (el U-530 y U-977 aparecidos en Mar del Plata) sin establecer ninguna precisión
sobre tripulantes y materiales existentes en su interior. Dicho suceso corresponde al año 1945
cuando el presidente era Farrell y Perón tenía tres cargos en su haber. Otro motivo para vincularlo
de manera elíptica con el tema.

El viaje de Eva Perón a Europa en 1947, asimismo, resulta material para la sospecha. La versión
oficial del periplo de la primera dama estaba relacionado con fortalecer vínculos con países

109
Los datos obtenidos para la presente investigación provienen del documental “Oro nazi en Argentina”.
110
Casi con seguridad la confianza depositada por Perón en la familia Freude esté íntimamente relacionada
con la protección brindada a él y a Eva en su casa de la isla del Tigre cuando su situación particular era
peligrosa. Esto es en referencia a un rumor, esparcido días antes de ser detenido en la isla Martín García, que
hablaba de un posible atentado.
europeos en la reciente posguerra. La visita de Eva a la España de Francisco Franco, sin dudas, fue
muy discutida y terreno fértil para relacionar al fascismo con el peronismo. 111

Entre los mitos del viaje se encuentra que Eva desembarcó en Suiza con la finalidad de depositar
dinero argentino en bancos de aquél país de manera ilegal. El historiador Page asegura que la
visita fue decidida durante la gira, por lo tanto y de ninguna manera podía haberse hecho
semejante transacción de forma improvisada. Las especulaciones sobre los motivos de dicha gira
quedarían justamente en eso. De todas formas quedaron explicaciones nunca ofrecidas de una
travesía tan extensa e importante de una persona sin experiencia política por su escasa edad y
nula formación.

Como se puede observar no hay documentación fehaciente para incriminar a Perón de manera
directa. Más allá de esto, y aunque no tuviera que ver directamente con el tema, es prácticamente
imposible que al menos no supiera sobre actividades nazis de espionaje en el país desde
comienzos del conflicto y sobre la llegada de muchos de ellos huyendo de Europa a su
finalización.112 La aseveración surge simplemente teniendo en cuenta las fechas de conflicto y
posguerra y la alta posición ejercida por él durante dicho período.

La defensa de Perón en primera persona

Respecto a las duras acusaciones recibidas por Perón respecto a su simpatía por el fascismo y el
nazismo (y que algunas ya han sido analizadas) resta conocer sus propias declaraciones al
respecto.

A continuación, con fragmentos de discursos brindados en diferentes períodos, se mencionan


algunas de sus respuestas.

En referencia a la acusación de fascista responde de manera aleatoria de la siguiente forma:

“No somos sindicalistas de Estado, ni corporativistas ni ninguna de esas cosas raras: solamente
somos hombres que queremos gremios unidos y bien dirigidos, porque las masas inorgánicas son
siempre las más peligrosas para el Estado y para sí mismas. Una masa trabajadora inorgánica
como la querrían algunas personas, es un fácil cultivo para las más extrañas concepciones políticas
o ideológicas.”113

111
Entre las especulaciones nunca documentadas cabalmente se pueden mencionar la mencionada de llevar
dinero argentino y alemán a Suiza sumada a la de arreglar el traslado a Argentina de nazis escondidos en Italia
y España (ambos países también visitados por Eva Perón) con la intermediación del mencionado Rodolfo
Freude.
112
Algunos de los lugares en donde se pudieron constatar la presencia de nazis de diferente jerarquías que
llegaron escapando de Alemania al final de la guerra y aún antes son en las provincias de Buenos Aires
(ciudad de Don Torcuato), Tucumán, Córdoba (La Cumbrecita) y Río Negro (Bariloche).
113
Discurso del 17 de noviembre de 1944. En: SVAMPA, Maristella; op. cit; pág. 290.
El corporativismo, como ya ha sido mencionado, fue el modelo utilizado por Mussolini en la Italia
fascista y que el dictador Uriburu intentara copiar en Argentina. Dentro de su explicación sobre
que pretende para los obreros aprovecha la ocasión y se defiende. Inclusive, alerta sobre el peligro
del comunismo si la masa trabajadora no está organizada.

En cuanto a una supuesta insurrección popular para quitar del poder a la dictadura de Farrell dirá:

“Tenemos la fuerza necesaria para reprimirla en nuestro ejército firme y unido, y al lado del
ejército tenemos ese otro valeroso ejército del trabajo, unido y solidario con nuestra secretaría.
Pero por sobre ellos dos, como una fuerza más poderosa aún, tenemos la razón y la verdad, y no
habrá poder en el país que pueda borrar con mentiras ni con prédicas malsanas de políticos varias
veces fracasados, la verdad de nuestras conquistas, la realidad de nuestra justicia y la honradez de
nuestra convicciones.”114

De esta forma Perón no solamente se defendía de una supuesta insurrección civil incentivada por
el arco opositor compuesto por políticos y prensa sino que, además, se adjudicaba la razón y la
verdad ante las falsas acusaciones.

El nacionalismo tanta veces defendido por él servía a la oposición para tildarlo de fascista debido a
que esta política era defendida en ese entonces por dictadores como el recientemente fallecido
Mussolini y por Franco quien se hallaba al frente de España desde 1939. En este caso Perón
utilizaría el ataque como su mejor defensa:

“Lejos de conquistar nuestra independencia económica han perdido el tiempo para entregarnos a
una situación de verdadero coloniaje, como nunca el país había soportado antes.

Podemos decir que esta oligarquía, servida por hábiles políticos no solamente cometió el delito
contra el país, sino algo más grave aún. Tuvo sojuzgadas numerosas generaciones de argentinos, a
los que disoció en sus verdaderos valores.”115

La acusación utilizando el término oligarquía -peyorativo en este caso- es en referencia a la clase


alta aristocrática no solamente de su tiempo sino de generaciones anteriores. Es así que
podríamos considerar que se remontaba hasta el roquismo hasta pasar por los responsables de la
denominada “década infame”. Todos ellos serían los acusados de realizar negocios espurios para
la nación. Es decir que al mismo tiempo que criticaba el liberalismo económico (el cual ya había
demostrado cabalmente su fracaso) salvaguardaba al nacionalismo.

En referencia a la división entre las clases que se estaba gestando manifestaría:

114
Discurso del 2 de julio de 1945. En: SVAMPA, Maristella; op. cit; pág. 297.
115
Discurso del 2 de julio de 1945. En: SVAMPA, Maristella; op. cit; pág. 297.
“Nosotros dividimos al país en dos categorías: una, la de los hombres que trabajan, y la otra, la que
vive de los hombres que trabajan. Ante esta situación, nos hemos colocado abiertamente del lado
de los hombres que trabajan. Y el Estado nos paga para que cumplamos nuestra obligación, que es
la defensa de los hombres que consumen sus energías y tienen derechos que hasta ahora les han
sido negados.”116

Nuevamente, además de repeler el ataque opositor, dice a quien quiera escuchar que ese
gobierno -paradójicamente una dictadura- era el primero en preocuparse por la situación social de
los trabajadores.

Más allá de la elocuencia discursiva de Perón, quien supo expresarse con el “idioma” del pueblo y
de manera contundente fue su esposa Eva. La potencia de sus palabras sumadas a la experiencia
de haber vivido en carne propia el hambre y la desesperanza que tenían los obreros debido a su
humilde origen, calaban con mayor profundidad en las entrañas de esas personas postergadas
desde siempre. Y sus ataques a las clases altas, “la oligarquía” en sus palabras, eran duros y con
términos repulsivos y amenazantes. Por ejemplo:

“La oligarquía del 17 de octubre, la que derrotamos ese día para mí está muerta. Por eso le tengo
más miedo a la oligarquía que puede estar dentro de nosotros que a esa que vencimos, en tanto
que ésta puede nacer cada día entre nosotros. Por eso los peronistas debemos tratar de ser
soldados para matar y aplastar a esa oligarquía donde quiera que nazca.” 117

Este tipo de expresiones de la primera dama eran útiles para la oposición que tildaba de nazi-
fascista al gobierno peronista. Los analistas de los discursos eran dirigentes, empresarios e
intelectuales del período y legitimaban sus palabras indicando que el gobierno de Perón era
opresor, discriminatorio y violento. Curiosamente muchos de los que opinaban así serían los
mismos que al morir Eva festejaran en su intimidad y, quizás, sonrieron cuando al amanecer en las
paredes de la ciudad se pudiera leer “viva el cáncer”.

Nazis en Argentina

Ante todo lo expuesto es necesario embarcarse en responder a la pregunta sobre la existencia real
de nazis en el país. Tomando como marco temporal el período 1930-1945 se puede realizar un
resumen118 con las siguientes afirmaciones:

Un grupo de marinos mercantes pertenecientes a las líneas Hamburg-Sud y Hapag-Lloyd fueron los
primeros en acercar el nazismo a la Argentina a comienzos de la década del ´30.

116
Discurso del 17 de julio de 1944. En: SVAMPA, Maristella; op. cit; ps. 288-289.
117
Perón, Eva; Historia del peronismo. En: SVAMPA, M.; op. cit.; pág. 310.
118
Los datos corresponden a la obra de ESCUDÉ, Carlos, CISNEROS, Andrés; op. cit. Capítulo 45. Las
actividades del nazismo en Argentina.
En 1931 se funda en Buenos Aires el NSDAP (traducido como Departamento de Ultramar de la
Dirección Nacional del Partido Nazi) contando con cincuenta y nueve miembros al comienzo de sus
actividades de carácter propagandístico. En el cementerio alemán ubicado en el barrio de
Chacarita de la entonces llamada Capital Federal se enarbolaría por primera vez la bandera con la
cruz esvástica en un acto recordatorio de soldados caídos en la Gran Guerra.

El grupo original entraría en crisis y cambiaría en varias oportunidades su denominación. Sin


embargo el número de seguidores crecería de trescientos quince en 1933119 a dos mil ciento diez
en 1936. Cuando fue disuelto en 1939 por orden del gobierno argentino contaba con un mil
seiscientos treinta y cinco miembros. Para continuar actuando se crearía una organización ilegal
llamada Federación de Círculos Alemanes de Beneficencia y Cultura que cerraría definitivamente
en agosto de 1943 y que en su apogeo llegaría a contar con sesenta y cuatro mil afiliados.

Por otra parte se crearía el DAF (traducido como Frente de Trabajo Alemán) que llegaría a tener
doce mil miembros, en su mayoría provenientes de empresas alemanas afincadas en el país.
Pasaría a la clandestinidad en 1939 con el nombre de Unión Alemana de Gremios.

Además se hallaba la DVA (traducido como Liga del Pueblo Alemán para Argentina) que llegaría a
tener dos mil miembros distribuidos en setenta locales. Esta organización entregaba material
gratuito en las escuelas alemanas del interior para difundir los valores nazis. Relacionado con la
educación la Asociación de Maestros Nacionalsocialistas Alemanes actuaría a partir del decreto de
mayo de 1939 como Asociación del Profesorado Alemán, que se integraría a la Unión de Escuelas
Alemanas. En 1941 contaba con ocho escuelas, sesenta y cinco directivos, un mil ochocientos
alumnos argentinos y trescientos cincuenta y ocho alemanes. En dichos establecimientos
educativos se prestaba juramento de fidelidad al Führer, siendo su personal directivo y docente de
activa militancia nazi.

En el país, para 1938, había más de doscientas escuelas alemanas y solamente siete se declararon
exentas de la influencia nazi.120 También influenciaron en los boy-scouts germano-argentinos y,
tiempo después, se crearía la Juventud Hitlerista en donde se hallaba una rama denominada la
Liga de Doncellas Alemanas. Aparentemente varios jóvenes viajaron tiempo después a Alemania y
llegaron a integrarse a la SA o SS que eran agrupaciones paramilitares dedicadas a la protección de
Hitler, represión, tortura, cárcel y asesinatos de ciudadanos judíos o, simplemente, de alemanes
que no simpatizaban con la causa nazi.

Por aquellos años se realizaban distintas actividades y es muy conocida la reunión realizada en
1936 en el Luna Park ubicado en Capital Federal que contara con quince mil asistentes. También

119
A partir de este año, en la búsqueda de captar adeptos, comenzarían las agrupaciones nazis a realizar
reuniones en colonias provinciales con un número importante de alemanes viviendo en ellas. Además
colocaban carteles y símbolos en las calles. Algunas de las colonias eran Leandro N. Alem, Alba Posse,
Oberá, Colonia Liebig, Bonpland, Cerro Azul, Cerro Corá, Montecarlo, Eldorado y Puerto Rico.
120
La comunidad judía alemana, obviamente en contra de estas medidas, crearían en 1934 la Escuela Juan
Enrique Pestalozzi en donde los alumnos recibirían una educación con valores germanos exentos de nazismo.
en distintas provincias argentinas como Chaco, Entre Ríos y Misiones se podían encontrar adeptos
al nazismo.

Por su parte, la embajada alemana hizo esfuerzos para atraer intelectuales argentinos al partido.
En 1936 se fundaría una Comisión de Cooperación Intelectual, integrada por diecinueve
destacados hombres de la cultura que se manifestaron proalemanes. Entre ellos se destacaban
Gustavo Martínez Zuviría, el Premio Nobel de Biología Bernardo Houssay, el decano de la Facultad
de Derecho de Buenos Aires Juan P. Ramos, el político derechista Matías Sánchez Sorondo (quien
llegara a tener una audiencia con Hitler), los médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex y los
historiadores Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y Roberto Levillier. El principal medio de
propaganda fue la Institución Cultural Argentino-Germana, fundada con el objetivo de facilitar el
intercambio de ideas entre artistas e intelectuales. Se realizaron conferencias, filmes, exposiciones
y cursos poco costosos de idioma alemán. A su vez, para establecer relaciones personales con los
oficiales argentinos, el embajador Edmund von Thermann utilizaría el Club Hípico Alemán como un
lugar de esparcimiento para hablar de política mientras pasaban un día en familia.

Otras importantes figuras del espectro político, militar y empresario argentino con una estrecha
vinculación con la embajada alemana en Buenos Aires fueron diplomáticos como Luis Hipólito
Yrigoyen (sobrino del ex presidente), Oscar Ibarra García, Alberto Uriburu y Mario Amadeo, ex
militares como Alberto Baldrich y León Scasso, los políticos Justo Bergadá Mujica, Adolfo Mujica,
Ramón Godofredo Loyarte, el empresario Alejandro von der Becke, Leopoldo Lugones (hijo del
poeta) y Guillermo Zorraquín. En el interior de la provincia de Buenos Aires había simpatizantes
del nazismo entre cuyos integrantes se encontraban Juan Benito Llosa, funcionario de salud
pública del distrito, jefe de la Legión Cívica de Bahía Blanca y de la Alianza de la Juventud
Nacionalista; y el pintor y decorador Julio Sixte, cuyos hijos trabajaron para la Gestapo y como
correo del partido Nazi.

En cuanto a la prensa había diarios con distintas miradas. En Alemania, el jefe de propaganda del
Tercer Reich, Josef Goebbels, había dividido en cuatro clases a la prensa extranjera: la antifascista
(en el caso argentino era el de la colectividad alemana antinazi en Argentina llamado
Argentinisches Tageblatt sumado a los diarios Crítica y La Vanguardia) a las que se les había
prohibido a las empresas alemanas publicitar en ellas; la considerada independiente que debía ser
controlada (en Argentina eran La Prensa y La Nación); la provincial en donde había influencia nazi
o, al menos, crítica a los aliados (aquí se pueden enunciar La Provincia de Salta, Restauración de
Victoria (Entre Ríos), La Voz del Chaco de Resistencia, El Día de Jujuy, La Opinión de Balcarce, El
Imparcial de Bolívar y El Atlántico de Bahía Blanca) y la profascista, que recibía apoyo alemán a
través de subsidio directo (incluía a la prensa subsidiada de idioma alemán como el Deutsche La
Plata Zeitung (este fue el órgano de prensa más antiguo en el país fundado en 1855, llamado en
ese entonces Deutsche Zeitung am Río de la Plata), Der Trommler, Der Ruslandsdeutsche, Der
Deutsche in Argentinien y Deutsche Zeitung Nachrichtenblatt der deutschsprechenden Siedler in
Argentinien y los periódicos argentinos Caras y Caretas, El Mundo, La Razón, Clarinada, La Fronda,
Afirmación De Una Nueva Argentina, Reconquista, América alerta, La Tribuna, Cabildo, El
Federal, La Voz Nacionalista y El Pampero). A este último grupo se pueden agregar las revistas
Criterio, Bandera Argentina y Crisol.

En la radio los alemanes encontraron otro canal de propaganda. Entre las que difundieron noticias
del Reich y propaganda alemana producida en el país se pueden mencionar a Radio Prieto de
Buenos Aires, Splendid, Cuyo, Callao, Cultura, Stentor, del Pueblo y Municipal. En tanto la
embajada alemana en Buenos Aires, empresas como Siemens-Schuckert y el propio gobierno
alemán aportaron equipamiento y subsidios a esta red radial.

El embajador von Thermann participaría activamente en la distribución de propaganda nazi de


corte antisemita a través de libros.121 En 1934 obsequiaría a la Biblioteca Nacional un lote de libros
alemanes, panfletos antisemitas seleccionados por el propio director de la Biblioteca, Gustavo
Martínez Zuviría (conocido por el seudónimo Hugo Wast), y el cónsul argentino en Berlín. También
la Biblioteca recibiría con regularidad una docena de periódicos del Tercer Reich y en ese mismo
año adquiriría cuarenta mil ejemplares de las novelas antisemitas Oro y El Kahal para distribución
gratuita. Además, se puede mencionar –ya durante el conflicto- a la librería Durer que se
convertiría en editora de propaganda nazi.

En cuanto a los métodos educativos en escuelas alemanas se ha constatado que los símbolos más
conocidos del régimen nazi, la cruz esvástica, el Himno Horst Wessel y los retratos de Hitler, fueron
utilizados en los colegios alemanes, sin que las autoridades argentinas los prohibieran. Incluso se
adoptaría en dichos establecimientos la costumbre de cantar el himno argentino manteniendo el
brazo levantado, en el característico saludo impuesto por Hitler en Alemania. En los colegios que
estaban bajo la influencia nacionalsocialista se utilizaban textos provenientes de Alemania, que
difundían las ideas nazis, con su mensaje ultranacionalista, su culto al Führer y la referencia de
considerar a los alemanes como raza superior.

En las colonias alemanas de las distintas provincias del país la propaganda alemana tenía como
objetivo el regreso de sus compatriotas, muchos de ellos con varios años en Argentina. Para ello
enviaban folletos invitándolos a volver y ofreciéndoles trabajo y vivienda. En su mayoría el
gobierno nazi no tuvo respuesta positiva aunque algunos se animaron a volver. Aparentemente
fueron destinados a trabajar al norte de África…

Por último, debe mencionarse la vasta red de espionaje nazi montada en la Argentina durante la
guerra y financiada por la embajada alemana. Dicha red estuvo constituida por personajes
llegados del exterior y algunos empresarios de la colectividad alemana en Argentina. Entre ellos
Werner Koennecke, Wolf Franczok, el agregado naval de la embajada, Dietrich Niebuhr y el
empresario Hans Harnisch. Esta red entre octubre de 1942 y agosto de 1944 lograron transmitir
unos dos mil quinientos radiotelegramas a la estación receptora de Hamburgo, desde donde eran
retransmitidos a Berlín.

121
También haría propaganda alemana alentando a los militares argentinos a viajar hacia Alemania para
continuar perfeccionándose en la Wehrmacht (fuerzas armadas).
Fascistas argentinos

En cuanto a los simpatizantes de la ideología fascista en Argentina y a las decisiones políticas


tomadas fueron muy diferentes comparadas con el nazismo. En primer término no hubo
propaganda al estilo nazi y solamente se puede mencionar un altercado diplomático cuando el
presidente Ortíz, en 1939, decidiera disolver asociaciones de inmigrantes controladas o
financiadas desde el exterior afectando a la comunidad italiana y provocando el enojo de Gabriel
Preziosi, embajador italiano en Argentina. Este tema más otros relacionados con entrega de
pasaportes a hijos de italianos y el cumplimiento o la excepción del servicio militar fueron los
únicos puntos que trajeron pequeñas controversias entre los gobiernos argentinos y la dictadura
de Mussolini en, prácticamente, veinte años.

En relación a la aceptación social en el país del fascismo el historiador Norberto Galasso tiene su
opinión al respecto. En primer término, considera que probablemente el aval a Mussolini
predomina en sectores inmigratorios que todavía no estaban afirmados al país y añoraban el
heroico pasado italiano. En segunda instancia debe considerarse la función de la prensa. Como
ejemplo recurre al periódico nacionalista Bandera argentina que, en referencia al golpe de Estado
a Yrigoyen, manifiesta que

“la revolución del 6 de septiembre de 1930 ha sido la Marcha argentina sobre Roma.” 122

en una delirante comparación con las jornadas que signaron la llegada de Mussolini al poder.

Como fuera mencionado anteriormente, en la década del ´30 surgiría el grupo nacionalista Legión
Cívica Argentina. Sus miembros copiaban la puesta en escena de los fascistas italianos, es decir,
desfilaban por las calles del centro de la ciudad de Buenos Aires con camisas negras y el brazo
derecho en alto.

Estas demostraciones públicas pueden complementarse con la creación del Partido Fascista
Argentino dirigido por Nimio de Anquín en 1932 y que contara con su mayoría de adeptos en la
provincia de Córdoba. Además, el 24 de enero de 1937, celebrarían en el estadio Luna Park de
Buenos Aires el primer aniversario de la invasión italiana a Etiopía. Esa noche abundaron las
banderas del régimen mientras los adeptos cantaban Giovinezza, el himno fascista, cuya letra es la
siguiente:

“Salve, ¡oh pueblo de héroes!


salve a la patria inmortal

122
NAVARRO, Marisa; Los nacionalistas. En: GALASSO, Norberto; ¿Cómo pensar la realidad nacional?,
Buenos Aires, Colihue, 2008, pág. 239.
han renacido tus hijos
con la fe y el ideal.
El valor de tus guerreros
la virtud de tus pioneros
la visión del Alighieri
hoy brillan en todos los corazones

Juventud, juventud
primavera de belleza
en la aspereza de la vida
¡tu canto retumba y se va!
Por Benito Mussolini,
¡eja eja alala!
Por nuestra bella Patria,
¡eja eja alala!

Desde los confines de la Italia


se han rehecho los italianos,
los ha rehecho Mussolini
para la guerra del mañana,
para la gloria de los trabajadores
por la Paz y por el laurel,
por la argolla de aquellos
que la patria renegó.

Los poetas y los artesanos,


los señores y los campesinos,
con orgullo de italianos
juran fidelidad a Mussolini.
No hay ningún pobre barrio
que no mande su escuadra
que no extienda la bandera
del fascismo redentor”

Más allá de estas manifestaciones grandilocuentes los historiadores y la prensa en general no les
otorgan demasiada importancia a estas agrupaciones nacidas del oportunismo de la época.

Sectores de la juventud argentina de finales de la década del ’30 se sentían atraídos por ideas
nacionalistas. La actitud de estos jóvenes estaba destinada a enfrentar a un gobierno pro-británico
y aliado del imperialismo. La mirada nacionalista de esta agrupación lo alejaría de una mirada
imperialista (el inglés) para identificarse con otro de similares características en ese sentido.
Más allá de estos “detalles” surgiría la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN) que tenía una
ramificación en las escuelas secundarias: la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES)
cuyo presidente era Juan Queraltó.
Sus postulados eran la

“[…] negación de la democracia y los políticos tradicionales, rechazo por igual al comunismo y al
capitalismo, vocación por un régimen autoritario y católico, aversión por la oligarquía
conservadora y antisemitismo. Y tenía como sentido central de su existencia, casi como una
actividad deportiva, la pelea callejera contra comunistas y afines.” 123

A pesar de encontrarse en las antípodas con la ideología comunista parte de sus objetivos,
curiosamente, coinciden notablemente con ella. Entre sus postulados estaba la división en
parcelas de los latifundios y las tierras fiscales para que los campesinos las puedan trabajar y
poseerlas.
Siguiendo con sus propuestas se pueden mencionar la intención de expandir las relaciones con
países sudamericanos, limitación de la propiedad privada, control inmigratorio y la prohibición a
los judíos de ingresar a la Argentina. Los miembros de la Alianza aclaraban que la segregación judía
no tenía que ver con cuestiones religiosas o raciales sino por su influencia económica y cultural en
el país.

Al igual que la Legión Cívica vestían camisas negras y saludaban con la mano en alto. Llegarían a
ser el grupo de choque del peronismo previo a las elecciones de 1946. Enfrentados con los
simpatizantes de la Unión Democrática llegarían a cruzarse en un acto público de esta agrupación
cuyo saldo fue el de cuatro muertos por disparos de armas de fuego. También pusieron bombas en
la sede del Partido Comunista, un nacionalista propuso la idea de volar la cúpula del Congreso de
la Nación y llegaron hasta el extremo de ingresar al Senado arrojando dinero hacia los senadores
acusándolos de corruptos.

Durante el transcurso de la primera presidencia de Perón la Alianza se integraría al partido y sus


miembros llegarían a participar en diferentes disturbios. El primero conocido lo producirían, ni
más ni menos, que en un día clave en la historia nacional: el 17 de octubre de 1945. En horas de la
noche y habiendo Perón terminado su improvisado discurso ante miles de trabajadores que lo
esperaron en la Plaza de Mayo durante toda la jornada (y habiendo solicitado que se retiraran a
sus hogares sin causar ningún tipo de conflictos), los jóvenes de la Alianza se acercaron hasta el
edificio en donde se imprimía el diario Crítica, máximo exponente del antiperonismo a nivel
periodístico de la época. Una vez allí comenzaron a insultar y tirar piedras al edificio que fueron
contestadas con disparos desde el interior. Los miembros de la Alianza contestaron el ataque con
sus propias armas ocasionando varios heridos y un muerto proveniente de sus filas.

123
GUTMAN, Daniel; Tacuara, Buenos Aires, Sudamericana, 2003, pág. 17.
Volverían a aparecer en un encuentro de simpatizantes de la Unión Democrática el 8 de diciembre
en donde se enfrentarían a tiros contra guardias de este partido en Plaza Congreso registrándose
cuatro muertos.
Otro hecho para mencionar refiere a los disturbios producidos la noche del 15 de abril de 1953.
Durante esa jornada estallaron dos bombas en Plaza de Mayo mientras Perón daba un discurso en
los balcones de la Casa de Gobierno y que ocasionara cinco muertos. A la noche los peronistas (y
entre ellos los mencionados aliancistas) destruyeron la Casa del Pueblo sede del Partido Socialista
y del diario La Vanguardia, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata Nacional y el Jockey
Club.

Además de los hechos mencionados hay otros que la prensa de la época utilizaba para abonar la
teoría del fascismo en el gobierno de Perón (aunque los miembros de la Alianza actuaban de
manera aleatoria se lo relacionaba con él).
Uno de ellos refiere a las constantes interrupciones de manera violenta que sufría el candidato de
la Unión Cívica Radical, Arturo Balbín, cuando se presentaba públicamente durante la campaña
presidencial para las elecciones de 1951. El caso más grave ocurriría el 8 de noviembre de dicho
año en Plaza Constitución con cientos de heridos producto del ataque de grupos peronistas a
quienes fueron a observar al postulante.
El segundo ejemplo refiere a la explosión de una bomba en la Biblioteca Lincoln cuyo director era
norteamericano. El motivo fue por la negativa de una editorial norteamericana a publicar una
versión en inglés del libro de Eva Perón titulado “La razón de mi vida”.

Por otra parte y como dato anecdótico puede mencionarse que la Alianza llegaría a presentar
candidatos a legisladores en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal en las elecciones que
ganara Perón en febrero de 1946. A pesar de los pobres resultados (4 y 1% respectivamente)
comenzarían a participar activamente en la política nacional.

Por otra parte, en 1945, los jóvenes de UNES crearían una revista cuyo nombre años más tarde
sería el de la primera guerrilla nacionalista argentina: Tacuara.
En cuanto a la educación mostraban su rasgo más violento. Sus intenciones eran la instalación de
una sociedad clerical, con enseñanza religiosa católica y antisemita. Ejemplo de esta última
característica se transcriben las siguientes palabras:

“No habrá narices ganchudas en los colegios reformados. No habrá narices ganchudas no porque
el odio nos mueva en ningún sentido, sino porque, en el colegio que será continuación de los
campos y las calles argentinas, no tendrá cabida una colectividad exclusivamente al servicio de los
intereses de su raza.”124

124
Tacuara, vocero oficial de UNES, año 1, Nº 4, agosto de 1946. Las palabras corresponden a D´Angelo
Rodriguez quien las pronunciara en un acto en el Salón Augusteo (ubicado en la calle Sarmiento 1374 de la
Ciudad de Buenos Aires) el 17 de agosto de 1946. En: GUTMAN, Daniel; op. cit, pág. 39.
Para 1949, los miembros de UNES se distanciarían definitivamente de la Alianza por no sentirse
cómodos con el acercamiento de esta con el peronismo. Inclusive se harían antiperonistas y
participarían en la conspiración que derrocaría a Perón en 1955.

La Alianza sería la única agrupación -en ese momento liderada por Guillermo Patricio Kelly- que
enfrentaría a los militares cuando estos produjeron el golpe de Estado. Aunque la resistencia fue
por escasas horas demostraron su fidelidad a Perón.

En cuanto a organizaciones nacionalistas en este período debe mencionarse por último a la creada
por Manuel Fresco, ex-gobernador de la Provincia de Buenos Aires durante la “década infame” y
famoso por las elecciones fraudulentas que patrocinaba y participaba, quien creara la Unión
Nacional Argentina “Patria” en 1941. Su agrupación llegaría a ser reconocida como partido político
y tenía como órgano de difusión el diario Cabildo. Durante su gobernación (1934-1939) impuso por
decreto la instrucción religiosa, las cooperativas eléctricas fueron perseguidas, el juego legalizado
y la intimidación en las calles resultaba cotidiana.125

Inmigrantes (refugiados) en Argentina

El paréntesis obedece a la denominación correcta acerca de la situación de las miles de personas


que llegaron a la Argentina durante el período trabajado. Aquí es necesario aclarar que los
llegados fueron judíos que escaparon del régimen nazi-fascista europeo pero también había nazis
que buscaron una salida cuando la guerra se acercaba a su fin y la derrota estaba cercana,
inclusive apenas finalizada. En este caso el término refugiado obedecería a ambos.
Aquí sería oportuno dividir por períodos. En primer término se produjo una importante oleada
inmigratoria alemana (judía o no) en la década de 1920 hasta 1933 y que refería a la penosa
situación económica en su país debido a los términos del tratado de Versalles que se explicaran
anteriormente. Relacionado con ella los enfrentamientos callejeros entre monárquicos,
comunistas, demócratas y nacionalistas durante el período sería otro motivo de salida.
Básicamente buscaban una vida en paz que no podían hallar en el débil gobierno de la República
de Weimar.

El segundo período corresponde a los años que transcurren entre 1933 y 1939. La llegada al poder
de Hitler y su poder prácticamente invencible provocarían otra oleada inmigratoria. Los
protagonistas aquí serían mayormente judíos aunque hay un porcentaje relacionado con otras
cuestiones ideológicas (fundamentalmente comunistas, como así también artistas, cineastas,
intelectuales, científicos, etc., que no compartían las propuestas de la extrema derecha nazi). “La

125
SARRAMONE, Alberto; op. cit., pág. 244.
Hilfsverein (organización de ayuda) estimaba que llegaron a la Argentina en este período (y hasta
1943) cuarenta y cinco mil personas huyendo del régimen.” 126
Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) prácticamente era imposible
salir de Alemania y los escasos inmigrantes llegados resultarían judíos que huyeron
clandestinamente y pasaron por otros países hasta recalar en Argentina.

El tercer y último período corresponde a los años 1945-1949. Aquí estarían los refugiados nazis
que contarían con protección oficial (gobierno e Iglesia) para ingresar al país. Cabe aclarar que
luego de 1949 siguieron llegando algunos nazis que venían de países limítrofes pero su escaso
número no permite caracterizarlo como oleada inmigratoria.

Para los judíos alemanes que huían existía un sistema llamado “la llamada” que consistía en un
intercambio de información entre los gobiernos argentino y alemán. Las familias que querían salir
de Europa debían acreditar que en Argentina (u otro país sudamericano) había otra familia judía
que se haría cargo de recibirlos, alojarlos y alimentarlos. De esta forma miles pudieron salvar sus
vidas. A partir de 1939 -al comenzar la guerra- este intercambio resultaba muy difícil de llevar a
cabo y se cortaría definitivamente en 1941 cuando Hitler, por un decreto publicado el 31 de
octubre, prohibiera la salida de judíos de Alemania. A partir de ese momento las salidas serían
clandestinas y, en algunas oportunidades, estériles. Los motivos fueron que a algunos grupos no
los dejaron ingresar con la excusa de falta de documentación o, simplemente, porque resultaron
víctimas de una estafa en Alemania con la promesa de un mundo mejor.

A pesar de estos contratiempos estadísticamente (reconociendo la insensibilidad de esta palabra


cuando hablamos de seres humanos y máxime de la comunidad judía por lo que han sufrido) se
afirma que

“[…] la república del Plata admitió a más inmigrantes judíos per cápita que cualquier otro país del
mundo, con excepción de Palestina.” 127

Por otra parte, la comunidad judía alemana -al igual que los nazis pero en un número muy inferior-
tendría sus publicaciones en Argentina: los periódicos Jüdische Wochenschau y el Mitteilungsblatt
publicados por las asociaciones de ayuda más las revistas Das Andere Deutschland, de tendencia
socialista y la Volksblatt, con una mirada comunista.

Cuando se acerca el final del conflicto más cruel del siglo XX serán los nazis alemanes quienes
deberían huir. Retomando las estadísticas, en este Caso del Centro Simón Weisenthal en la
Argentina, calculan que en nuestro país vivieron entre diez mil a sesenta mil nacionalsocialistas. La
diferencia es notoria pero, de todas formas, no deja de ser llamativa.

126
SARRAMONE, Alberto; op. cit., pág. 111.
127
MEDING, Holger. En: SARRAMONE, Alberto; op. cit., pág. 122.
El mencionado Centro se haría conocido en Argentina para 1960 cuando un grupo de
colaboradores encontraran y secuestraran a Adolf Eichmann -el ideólogo de “la solución final”- en
el barrio de Bancalari sito en el norte de la provincia de Buenos Aires. El jerarca nazi sería sacado
del país de manera clandestina para ser juzgado y condenado a la pena de muerte en Israel.
Además estuvieron durante un tiempo siguiendo la pista del sádico doctor Joseph Mengele quien
también pasara una temporada en Argentina pero, en este caso, lograría huir. Otros miembros de
la extensa lista de nazis que se refugiaron en estas tierras fueron

“(…) Joseph Schwammberger, Walter Kutschmann, Klauss Barbie, Gustav Wagner, Franz Röstel,
Walter Rauff, Friedrich Schwend, Gerhardt Bohne, Franz Stangl, Ante Pavelic, Herbert Cuckurs,
Jacques De Mahieu, Vkekoslav Vrancic, Ludolf von Alvensleben, Hans Rudel, Andreas Riphagen,
Eduard Roschmann, Carlos Fuldner, Erich Priebke, Jan Olij Hottentot, Jan Durcansky, Vojteh Hora,
Wilhelm Sassen, Constantin von Groman, Hans Fishboeck, Iván Ansancaic, Wilhelm Monhke,
Branco Benzon, Vlado Svencen, Oliverio Mondrelle, Milo de Bogetic (…), Abraham Kipp, Auguste
Ricord, Otto Skorzeny, Joseph Vötterl y muchos otros.” 128

128
SARRAMONE, Alberto; op. cit., pág. 267.
A modo de conclusión

Quienes nos dedicamos a investigar en el área de las ciencias sociales no podemos realizar
conclusiones terminantes por dos sencillas razones: en primer término porque nadie posee la
verdad absoluta y en segundo término, relacionado con la anterior, que una conclusión definitiva
sin margen para brindar una continuidad (propia o ajena) puede ser refutada con el tiempo
anulando o menospreciando un trabajo de meses o años.

Los puntos de partida y final en un proceso investigativo siempre quedan establecidos por quien
escribe lo cual convierte a toda descripción en subjetiva. Sin embargo, quien narra debe poseer la
capacidad -recordando lo expresado recientemente- de saber que nada es incuestionable.

Particularmente consideré que el punto de partida para esta investigación era enero de 1919 y el
de finalización octubre de 1945. El inicio está relacionado con la Semana Trágica que determinaría
la aparición pública del violento grupo nacionalista conocido como Liga Patriótica. Aquí se podían
comenzar a encontrar relaciones con el fascismo italiano creado el mismo año (aclarando que el
momento en que Mussolini comienza a ser mundialmente conocido sería tras la Marcha sobre
Roma de 1922) y que iría in crescendo durante la década. El final, probablemente más sencillo para
comprender, se relaciona con la jornada del 17 de octubre en donde una enorme masa de
población colmara las calles céntricas de la Ciudad de Buenos Aires pidiendo por la liberación de la
única persona que supo comprender su situación de hombres cansados de resignación: el
nacionalista Juan Perón.

En referencia a lo mencionado cabe destacar que si bien las páginas que preceden a estas
conclusiones superan esta última fecha mencionada, son meramente para complementar el
período. La intención no es ingresar en la ya bizantina discusión sobre los fundamentos que
condenan o exoneran a Perón y su relación con el nazismo. La decisión recae, fundamentalmente,
en tratar que la obra resulte lo más completa posible respecto al tema nacionalismo y no que se
transforme en un libro peronista o antiperonista.

Particularmente siempre me resultó llamativa la explicación brindada acerca de las causas del
golpe de Estado de 1943. Es que el impedimento del seguro triunfo por fraude en las elecciones
del principal candidato, Patrón Costas, aparece indefectiblemente (en textos científicos y
escolares) como uno de los causales (o el más importante) para quitar a Castillo del poder. Lo
curioso es que la explicación no siempre es igual: Patrón Costas ha sido caratulado de pro-
británico para algunos o pro-estadounidense para otros. Este no sería el mayor problema porque,
a pesar de que las políticas de uno y otro no eran las mismas, básicamente ambos eran aliados en
el conflicto mundial. El sustancial problema reside en la posición del GOU ante esta situación.

Para algunos autores todos los miembros del GOU eran nazis. Lo que no queda claro es, volviendo
al tema de las elecciones, si Patrón Costas ganaba impediría la continuidad de la política
considerada fascista de Castillo. Entonces, si Castillo era fascista, ¿por qué cometer el golpe y no
intentar defender su política?
Otros historiadores consideran que no todos los miembros del GOU eran nazis o fascistas:
obviamente Perón estará en uno u otro grupo según la ideología de quien escriba.

Hay un tercer grupo que considera que lo realizado por los miembros del GOU solamente refiere a
imponer una política que defendiera los intereses de la nación y aquí nada tienen que ver Hitler,
Mussolini, Stalin o Roosevelt. Fue simplemente implementar la conocida “soberanía política,
independencia económica y justicia social”.

La explicación sobre las posturas de los historiadores resulta más sencilla de lo que parece. El peso
de la ideología suele traicionar y buscar culpables o inocentes apasionadamente, a veces, sin
argumentos contundentes.

Como ejemplo a lo mencionado acercamos las siguientes expresiones acerca de los protagonistas
de la histórica (más allá de cualquier postura ideología lo fue) jornada del 17 de octubre:

“El 17 de octubre Perón volcó en las calles céntricas de Buenos Aires un sedimento social que nadie
habría reconocido. Parecía una invasión de gentes de otro país, hablando otro idioma, vistiendo
trajes exóticos, y sin embargo eran parte del pueblo argentino, del pueblo del Himno […] Sentimos
escalofríos viéndolos desfilar en una verdadera horda silenciosa con carteles que amenazaban con
tomarse una revancha terrible.” 129

Al menos quien escribía se hacía cargo de lo que podía sucederle por su posición en la sociedad…

Es que, en definitiva, la intención de este libro es mostrar esta doble cara de la Argentina: la
popular, la que busca desde siempre ser reivindicada y, por el otro, la elitista, la privilegiada, la
que siente que su lugar está amenazado (creo que es más complejo que decir clase baja y clase
alta. Recordemos que desde el gobierno de Hipólito Yrigoyen estaba surgiendo una clase media
que, en la actualidad, posee diversos estadios y, en algunos momentos históricos se posa -o la
posan- en uno u otro lado y, en otros momentos, se siente de uno u otro lado).

Este es un tema ampliamente trabajado en diversos sectores: históricos, periodísticos, educativos,


laborales, etc. Se ve, se siente y, a veces, se calla. Otros tantos, como sucede en la actualidad,
debido a la impunidad de las redes sociales lo ponen en el tapete destilando su odio de clase.

En el período trabajado los medios para demostrar esos sentimientos eran más sencillos. En
algunas ocasiones salían del alma:

“Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores


festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como las
dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas. Y aunque en todos aquellos
años yo había meditado en la trágica dualidad que escindía al pueblo argentino, en ese momento
se me apareció en su forma más conmovedora […] Grandes multitudes de compatriotas humildes
estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta.

129
MARTÍNEZ ESTRADA, E. ¿ Qué es esto?. En. SVAMPA, M., op. cit., pág. 322.
La mayor parte de los partidos y de la intelligentzia, en lugar de intentar una comprensión del
problema nacional y de desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de
inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa […] Subestimación que en
absoluto correspondía al hecho real, ya que si en el peronismo había mucho motivo de
menosprecio o de burla, había también mucho de histórico y de justiciero.” 130

Esas mujeres que lloraban el exilio obligado de su líder probablemente pensaran sobre su destino
inmediato. El regreso a la insignificancia por ser mujeres, por ser pobres, por no tener a Evita y,
ahora, a Perón. Es que ese sector social que impone órdenes y jerarquías varios años antes, y por
la prensa, mostraba su parecer respecto a ellas, a todas:

“Mujeres para procrear héroes; no madres de renegados. La mujer argentina debe saber cumplir
celosamente con sus obligaciones naturales. La dignificación de la mujer consiste en no substraerla
de su menester específico. La nueva Argentina quiere mujeres sanas, fuertes y limpias.” 131

Respecto a la comparación del peronismo con el fascismo y/o el nazismo, insistiendo que parece
ser una discusión sin final, estas reflexiones parecieran una de las más acertadas:

“El fascismo y el nazismo pretendían […] la construcción de un nuevo orden, tanto cultural como
político. El populismo peronista, en cambio, no era una expresión de crisis de civilización sino, antes
que nada, la entrada al orden político-social del mundo de los excluidos […] contrariamente al
fascismo que exaltaba a la juventud y la acción, el peronismo reivindicaba a los postergados, esto
es a los obreros y, posteriormente, como lo haría Evita, a los niños.” 132

De todas formas, e insistiendo con lo perenne del tema, algunos historiadores consideran que esas
personas postergadas que fueron escuchadas, lo serían sencillamente para ser usadas por el
nuevo gobierno:

“ […] formados por elementos del hampa y por elementos obreros y empleados políticamente
atrasados; los sectores menos politizados de la clase obrera de la ciudad y del campo y de los
empleados públicos y particulares que se han dejado influenciar o engañar por la Secretaría de
Trabajo y Previsión; los elementos más reaccionarios de la oligarquía latifundista, especuladores y
usureros, además de ciertos sectores oligárquicos de las provincias más atrasadas desde el punto
de vista económico, una parte considerable del clero, varias empresas imperialistas manejadas por
elementos munichistas, ciertas empresas de servicios públicos y otras de capitales mixtos

130
SÁBATO, Ernesto; El otro rostro del peronismo. En: GALASSO, Norberto; La larga lucha de los
argentinos, Buenos Aires, Colihue, 2006 ps. 168-169.
131
Fragmento de las expresiones del Dr. Olmedo referente del gobierno militar que asumiera en 1943.
Publicado en el diario La Nación el 1° de junio de 1944. En: RAMOS, Jorge A., op. cit, pág 41.
132
SVAMPA, M.; op. cit., pág. 331.
nacionales y extranjeros, la quinta columna del nazi-fascismo-falangismo constituida
particularmente por ex afiliados a los diversos Círculos Alemanes, del Dopolavoro, de la Falange,
etcétera, y de las empresas alemanas, antiguas y nuevas, camufladas como nacionales; sumas
incalculables de dinero proporcionados por ciertas empresas reaccionarias nacionales y
extranjeras, con los fondos de reserva depositados por los hitleristas en la Argentina y por las
extorsiones de dinero hechas a obreros y empleados por agentes de Perón que actúan en
reparticiones oficiales.”133

Evidentemente, para este autor, eran muchos más que los pobres quienes fueron seducidos por
Perón.

En contexto con lo descripto cabe señalar que en nuestro país los comunistas han jugado un papel
desconcertante (por decirlo de alguna forma) en estos años. Por seguir a rajatabla lo establecido
desde el Kremlin han defendido a Hitler y Mussolini mientras duró el pacto de no agresión
establecido por alemanes y rusos meses antes del comienzo del conflicto. Utilizaron como
argumento para defender esta posición que el imperialismo británico quería imponer su voluntad
sobre los germanos e italianos. Cuando Hitler invadió Rusia en 1941 rápidamente los comunistas
se olvidaron de sus argumentos convirtiéndose en antifascistas.

Intentando llegar a una conclusión general respecto a la evolución del nacionalismo en Argentina
cabe preguntarse: ¿Termina con la asunción de Perón o, en su defecto, con el golpe del ´55 el
nacionalismo en Argentina? Desde luego que no. De todas formas (y arriesgando una respuesta
que excede los límites temporales de la presente investigación) el nacionalismo pierde influencia y
representantes en las décadas posteriores. En referencia a la relación con Perón los políticos e
intelectuales nacionalistas se sentirían decepcionados, por ejemplo, con la nacionalización en 1950
de los ferrocarriles que llevara a una entrega de dinero a Gran Bretaña para completar el proceso.
Dichos nacionalistas pretendían la expropiación directamente de ese y todos los servicios públicos
en manos foráneas y sin compensaciones económicas.

Otra pregunta podría ser: ¿cómo interpretarlo al nacionalismo?, ¿positiva o negativamente?, ¿o


pueden ser ambas?.

La respuesta podría ser que en el análisis del nacionalismo hay aspectos positivos y otros
extremadamente negativos y pareciera que estos últimos abundan más. Por ejemplo la idea de
nacionalismo que tenían los miembros de la Liga Patriótica seguramente no era la misma que la de
un trabajador peronista. Y si avanzamos en el tiempo, insistiendo que escapa a los límites
temporales de la presente obra, existió un nacionalismo argentino en los ´70 muy similar al

133
CODOVILLA, Vittorio; «Batir al nazi peronismo para abrir una era de libertad y progreso», Buenos Aires,
Ed. Anteo, 1945. En: RAMOS, Jorge A., op. cit, ps. 97-98
Mussoliniano o al nazi de décadas anteriores. Un ejemplo sería la Triple A de José López Rega que,
en nombre del nacionalismo argentino, asesinaba diariamente, creaba listas negras, torturaba, etc.
y que varios de sus integrantes, meses después, se agregarían a los “reorganizadores” de la nación
emulando al führer y sus campos de concentración.

Tras lo expuesto, ¿será posible una verdadera unión nacional?. Pero no como la caricatura
brindada por Menem en su intento de reconciliación de clases abrazándose con Isaac Rojas. Una
real, genuina, sin heridas abiertas.

En la búsqueda de una conclusión general y en vista del recorrido realizado es necesario reconocer
(sin una pizca de originalidad) que la respuesta es que el odio de clase existente desde hace
décadas en el país y que llevaron a antinomias irreconciliables en ocasiones entre los mismos
argentinos, en otras ante el extranjero, nos impide crecer.

Deseo firmemente equivocarme y que esta conclusión que no es terminante, obviamente por ser
de una investigación social, sea refutada.
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Fuentes audiovisuales

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“Oro nazi en Argentina”, film de Rolo Pereyra, guion del periodista Jorge Camarasa (2004).

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