Você está na página 1de 5

El Colegio Santo Tomás en La Felguera

[una obra de Fray Coello de Portugal en Asturias] *


Miguel Ángel García-Pola Vallejo, arquitecto

Del interior de una céntrica manzana de La Felguera emerge la rotunda silueta de un edificio
construido con muros de hormigón: la iglesia del Colegio Santo Tomás, de los PP. Dominicos.

El colegio fue proyectado en 1966, por el arquitecto y dominico Francisco Coello de Portugal,
nacido en Jaén 1926 y titulado por la Escuela de Arquitectura de Barcelona en 1953. Pertenece
por lo tanto a la generación de arquitectos españoles que como La Hoz, amigo y compañero de
promoción, Bohigas, García de Paredes, Corrales o Molezún, emprenden su actividad
profesional en el ámbito de la recién recuperada arquitectura moderna.

Coello inicia su producción arquitectónica con la conocida obra del Santuario de La Virgen del
Camino en León (1955-61). Esta obra será el preludio de una dilatada trayectoria profesional,
orientada hacia la arquitectura religiosa y centrada fundamentalmente en tres tipos de edificios:
la iglesia, el monasterio y el colegio, que construirá por casi toda la geografía española y en
lugares del exterior tan dispares como Angola, Taiwán o Reino Unido.

En Asturias, además del Colegio de La Felguera, proyecta, también para la Orden de los
Dominicos, la ampliación del Colegio de Santo Domingo en Oviedo (1964), sutil obra, atenta a
las preexistencias históricas del antiguo convento.

El proyecto de la Felguera planteaba la sustitución del antiguo colegio de los P.P. Dominicos,
asentados en la población desde 1930.
En los años cincuenta, para hacer frente a las necesidades derivadas del desarrollo
demográfico, estuvo a punto de construirse, en el mismo solar, una iglesia proyectada por el
arquitecto Ignacio Álvarez Castelao. La iglesia, de planta axial, con sus fachadas laterales
dentadas para propiciar la iluminación interior del templo y un destacado campanario,
incorporaba ya un lenguaje moderno al programa religioso, en consonancia con otras
realizaciones del resto del país. Conviene recordar que en la España de los cincuenta, se
produce un intenso debate sobre cómo debían ser los templos modernos, al tiempo que se
construía, a pesar de la escasez de medios, una arquitectura religiosa innovadora y de gran
calidad, debido en buena medida a la maestría de sus autores: Oiza, Fisac, Fernández del
Amo, Carvajal o García de Paredes, entre otros.
Estas experiencias serán especialmente significativas en España pues apenas existían
referencias previas vinculadas al Movimiento Moderno.

El proyecto del nuevo colegio se apoyará en un diseño anterior redactado también por Coello
en 1964, de menores dimensiones y con algunas diferencias en la forma y ubicación de la
iglesia.

El colegio se desdobla en dos edificios independientes, diferenciados formalmente: uno,


dedicado a uso docente y a residencia de la comunidad religiosa y otro, destinado a albergar la
iglesia y el salón de actos. Los edificios se sitúan en la misma parcela del antiguo colegio, pero
modificando su posición originaria, sobre uno de los márgenes de la calle Melquíades Álvarez.
La nueva ordenación permitirá mejorar las condiciones de soleamiento del edificio docente y
del patio de recreo de los alumnos.

El edificio docente se resuelve mediante un bloque lineal de doble crujía que sigue la alineación
de una de las calles que configuran la parcela. La crujía mayor, orientada al sur, alberga
fundamentalmente las aulas y la crujía menor, orientada al norte, se destina a circulaciones con
una galería que recorre longitudinalmente cada nivel. La comunicación entre las diferentes
plantas se realiza mediante dos escaleras lineales que conectan verticalmente el edificio.

El programa se distribuye en cuatro niveles sobre rasante, ocupados por la administración, las
aulas y la residencia de la comunidad y un nivel semienterrado, que ocupa sólo la mitad de la
superficie en planta del edificio, destinado a cafetería, gimnasio y vestuarios.

Los alzados longitudinales apenas manifiestan diferencias formales entre ellos. Su regularidad
y acusada sobriedad se enriquece, sin embargo, con el animado movimiento de los alumnos
jugando bajo el porche de la fachada sur o desplazándose a través de las galerías y escaleras
situadas detrás de las cristaleras de la fachada Norte.

Los materiales y sistemas constructivos utilizados revelan con nitidez la época de construcción
del edificio: revestimientos cerámicos de gresite, carpinterías de acero, estructura metálica
vista, cubierta de uralita, etc,… Sin embargo, se realizará en varias etapas hasta completar, en
el año 1976, su volumetría actual con la construcción de la última planta, adaptándose durante
sus casi cuarenta años de existencia a los requerimientos de los sucesivos programas
educativos.
El otro edificio, con el que abríamos este texto, es el destinado a iglesia, con el salón de actos
situado en la planta inferior, semienterrado. Este templo, inaugurado en 1967 por el Obispo
Tarancón, es uno de los que primero interpreta en Asturias los cambios litúrgicos propugnados
por el Concilio Vaticano II, a mediados de los años sesenta, aunque también en nuestra región,
se había iniciado con anterioridad un proceso de renovación tipológica e iconográfica que
evidencian obras como la iglesia del Corazón de María o la iglesia de la Corredoria, ambas en
Oviedo.

La volumetría del edificio se concibe a partir de una planta con forma de sector circular y una
superficie de revolución generada por la curva parabólica correspondiente a la catenaria de los
cables metálicos que configuran la estructura de la cubierta.

Como en la mayoría de las iglesias construidas en aquella época, la cubierta asume el


protagonismo expresivo del edificio. Su acusado desnivel integra en un único gesto el templo y
el campanario aunque aquí sólo sea evocado, como sucede con la estructura tensil de la
cubierta que nos remite a la idea de tienda, uno de los tres arquetipos relacionados con el
origen de la arquitectura.

El esquema radial permite aunar las necesidades visuales, acústicas y de iluminación, con la
disposición estructural. Todo el ámbito espacial, muros, techo e incluso el suelo inclinado,
converge hacia el altar, iluminado desde el lucernario de la cubierta. Esta concepción del
espacio coincide con los planteamientos de Miguel Fisac, para quien la característica sustancial
y distintiva del templo católico es su dinamismo: el movimiento casi material del ambiente, del
aire, hacia el altar.
Frente a la tradición arquitectónica preconciliar, basada fundamentalmente en la utilización de
plantas en cruz latina, casi siempre con capillas laterales, Coello plantea una organización
espacial unitaria, con el presbiterio integrado, cuya geometría favorece el sentido participativo
propugnado por el Concilio Vaticano II.
La misma figura geométrica que sirve para congregar a los fieles que intervienen en el acto
litúrgico, es utilizada para reunir a los participantes de un acto cultural en el salón de actos,
situado bajo la iglesia, disposición utilizada frecuentemente por Coello.

En el edificio está presente también la aceptación y expresividad de los nuevos materiales y la


renuncia al lujo y ornamentación que compartían casi todas las iglesias construidas en aquellos
años.

La estructura y los materiales utilizados (hormigón, tela asfáltica, viroterm, …) se muestran


naturalmente, sin revestimientos y la ornamentación e imaginería se reduce al máximo,
concentrándose en el mobiliario litúrgico (sagrario, altar, ambón, ...), diseñado también por
Coello y en tres imágenes, un cristo procedente del antiguo convento, y dos imágenes
realizadas por el dominico Marcos Rodríguez Robles.

Antes de concluir nos detendremos de nuevo en la cubierta, que como ya indicamos será
determinante en la configuración del edificio. Su estructura se conforma con una serie de
cadenas radiales, construidas con perfiles laminados de acero articulados, colgadas de un
núcleo vertical situado sobre la sacristía y de un conjunto de machones de hormigón que sirven
también de apoyo al coro elevado. Coello utiliza esta solución estructural, ya ensayada en el
Colegio de la Paz de Torrelavega, de gran sencillez conceptual, a pesar del efecto expresivo
conseguido, especialmente si se compara con la complejidad de las superficies laminares de
hormigón de los HYPAR (paraboloide hiperbólico) que el mismo utilizará en otras obras, como
la Iglesia de Nuestra Señora del Valle, en Becerril de la Sierra, Madrid.

La decisión y claridad con que Coello afronta el proyecto, su confianza en los postulados del
Movimiento Moderno y la capacidad para lograr la máxima expresividad con una sorprendente
economía de medios, quizás los rasgos más característicos de su larga y aún activa trayectoria
arquitectónica, se manifiestan con claridad también en esta modesta pero singular obra
asturiana.

Alzado principal
[Fragmento plano proyecto de construcción. Fray Coello de Portugal, 1966]
Sección longitudinal / Planta salón de actos
[Fragmento plano proyecto de construcción. Fray Coello de Portugal, 1966]

* La Nueva España. La Nueva Quintana / Arquitectura, 3 junio 2003

Você também pode gostar