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Presentación
Objetivos
Contenidos de la clase
Introducción
La evaluación se utiliza para cumplir distintas funciones, que van a variar de acuerdo con
los propósitos que se tengan, las decisiones que se necesiten tomar y el momento en que se
realiza la evaluación. Las funciones más utilizadas en la práctica docente son: DIAGNÓSTICA,
FORMATIVA, Y SUMATIVA. Veamos en el siguiente cuadro sus características y diferencias:
Un ejemplo de este tipo de evaluación podría ser la que se efectúa en el trabajo con los
saberes previos de los estudiantes: el aprendizaje de nuevos conocimientos requiere la
conexión con otros saberes que los estudiantes ya disponen. La indagación sobre los saberes
previos (a partir de determinadas actividades o conversaciones) ayuda a la toma de
decisiones respecto de cómo abordar determinado contenido.
La evaluación sumativa, por su parte, está destinada a la realización del balance final:
busca determinar el resultado de una propuesta formativa. Podemos pensarla como una foto
que nos dice “hasta acá llegamos”, nos demuestra en qué medida el grupo y cada uno de los
estudiantes logró los resultados que esperábamos. La función sumativa de la evaluación permite
la toma de decisiones relacionadas con la aprobación de un examen, la promoción del año escolar
o la acreditación de un nivel educativo. El balance final suele asentarse en un sistema de
calificaciones que se encuentra asociado a un régimen de aprobación y promoción.
Esta evaluación puede ser interna o externa.
Es importante llamar la atención sobre los propósitos diferentes de estos dos tipos de
evaluación sumativa: mientras la interna se centra en obtener información "fina" sobre los
resultados de aprendizaje de un grupo de alumnos con los que nos propusimos determinados
objetivos, la externa tiene otros propósitos ligados en el caso del "Aprender" a obtener
información "gruesa" sobre los aprendizajes en el marco de un sistema educativo de gran
complejidad. En otros países la evaluación sumativa externa también tiene el objetivo de
acompañar procesos de selección y distribución de la matrícula diferencial, lo que la vuelve
objeto de fuertes críticas.
Tenemos entonces una evaluación vinculada a las decisiones que se toman al inicio del
proceso de enseñanza y una evaluación cuyo propósito se concentra en lo que sucede una vez
finalizado este proceso y que delimita la posibilidad de los alumnos de avanzar en el sistema
educativo. ¿Qué ocurre en el mientras tanto?
Sobre la marcha del proceso implementamos una evaluación de carácter formativo
que cumple la función de regulación de las actividades de enseñanza y de aprendizaje. Esta
evaluación colabora con el aprendizaje al ofrecer información al alumno sobre la marcha de sus
tareas, sobre sus progresos y dificultades; y colabora con la enseñanza en la medida que la
misma información permite al docente revisar las estrategias seleccionadas y realizar ajustes,
reorganizaciones o modificaciones de modo de adaptarlas al estado de situación de sus alumnos.
Como afirma Perrenoud (2010) la evaluación formativa designa una facultad humana
universal: el arte de dirigir la acción prevista en función de los resultados que vamos obteniendo
y los obstáculos encontrados. Toda acción pedagógica en la medida que es intencional implica
intuitivamente un mínimo de regulación. Según este autor, los docentes solemos hacer uso de
esta facultad, pero en función de la dinámica del grupo y no en función de las trayectorias
“La evaluación en el desarrollo global del currículum es una oportunidad más de aprendizaje
y no una interrupción del mismo y un rendir cuentas mecánico de y sobre la información
recibida y acumulada previamente. Puesto que la evaluación se ocupa del proceso educativo
abierto en cuanto sistema permanente, es decir, que no concluye, la evaluación debe ser
invariable y constantemente formativa: el sujeto debe aprender con ella y a través de ella
merced de la información crítica y relevante que el profesor, cuando evalúa, debe ofrecerle
con el ánimo de mejorar el propio trabajo o examen del alumno. En esta función esencial, el
ejercicio de la evaluación debe ser, ante todo, un apoyo y un refuerzo en el proceso de
aprendizaje, del que solo se espera el beneficio para el que aprende, que lo será
simultáneamente beneficioso para quien enseña. La tarea del profesor persigue de este
modo asegurar siempre un aprendizaje reflexivo, en cuya base está la comprensión de
contenidos de conocimiento. Por esta razón la evaluación educativa es aprendizaje, y todo
aprendizaje que no conlleve autoevaluación de la actividad misma de aprender no forma. La
evaluación viene a ser en este sentido una forma de autoregulación constructiva del mismo
proceso que sustenta y justifica los ajustes necesarios para garantizar el adecuado progreso
de formación” (Álvarez Méndez, 2007)
Bibliografía obligatoria