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Contenidos
Presentación.
Introducción.

La toma de Piura por los Chalacos


Las montoneras de Chalaco de 1883
Anexo N° 1
Chinos en Huancabamba.
La peste bubónica en Piura.
Actividad N° 2
Las primeras huelgas en Talara.
Piura durante la Primera Guerra Mundial.
Negritos: la huelga de 1916.
La huelga petrolera de 1917.
Anexo N° 3
Valdelomar en Piura.
Las subsistencias en Piura en 1919.
La huelga de 1922 en Negritos y Lagunitos.
Actividad N° 4
La ley de conscripción vial en Piura.
Anexo N° 5
La conscripción vial: abusos en Catacaos.
Anexo N° 6
Anexo N° 7
La semifeudalidad en las hacienda ayabaquinas.
El gamonalismo en las haciendas piuranas.
La conscripción vial en Ayabaca.
La ley de vagancia en Ayabaca.
Actividad N°8
Ciudadanos al servicio de los señores.
El impuesto a la chicha y la protesta de las chicheras.
Anexo N° 9
La conscripción militar en Piura.
Actividad N° 10
La crisis de 1929 en Piura.
Talara 1931: Estado de sitio y represión.
Anexo N° 11
Anexo N° 12
Anexo N° 13
La Base El Pato.
Talara : un feudo de la IPC
Actividad N° 14
Haciendas: yanaconas y servidumbre.
El cepo.
El Partido Socialista del Perú y los yanaconas
Sinforoso Benites en Las Lomas.
Anexo N° 15

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Anexo N° 16

Anexo N° 17
Anexo N° 18
Escolástica Ramírez y Guillermina Gallegos en el imaginario del campesinado
ayavaquino.
Actividad N° 19

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INTRODUCCION

El presente libro centra su atención en los conflictos sociales en la Región


Piura ocurridos entre las dos últimas décadas del siglo XIX y las cuatro primeras del
siglo pasado. Conflictos ocasionados por las relaciones sociales de producción
establecidas por los gamonales piuranos y por las empresas extranjeras que
establecieron los enclaves petroleros en la provincia de Talara.

La temática fundamental de esta obra está referida a una parte de la


historia de las luchas sociales del campesinado por la defensa de las tierras
comunales y por las mejoras de las condiciones de trabajo en las haciendas
semifeudales ; y por las luchas de los obreros petroleros en las empresas imperialistas
de la Internacional Petroleum Company y en la Lobitos Oilfields en la conquista de
sus justas reivindicaciones.

Iniciamos la exposición de estos temas, con la toma de Piura por los


montoneros Chalacos en enero de 1883, acontecimiento histórico que sintetiza la
crisis social del país en esa época. Existen suficientes elementos para sostener que
este movimiento campesino tuvo como propósitos: la defensa de las tierras de la
comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno
popular para continuar la resistencia contra las tropas chilenas. En esta coyuntura
originada por la guerra del salitre, evidenciamos la presencia de coolie chinos en las
haciendas de Huancabamba, para sustituir a los campesinos yanaconas.

Un espacio importante está destinado al estudio de las principales


huelgas de los obreros petroleros. Los años de movilización y organización obrera
permitió la conquista de algunos derechos y el florecimiento de los ideales de justicia
en la conciencia de los trabajadores. Luchas sociales que desbordaron las
reivindicaciones laborales de los trabajadores para exigir al Estado la recuperación
de la soberanía y dignidad nacional. Lecciones de sindicalismo y nacionalismo que
pasaron a formar parte de la historia del movimiento obrero peruano. En estas
páginas revaloramos la participación de Martín Chumo, Sinforoso Benites y
Alejandro Taboada, auténticos líderes de la clase trabajadora.

En el caso del campesinado, centramos nuestro interés por conocer la


esencia de las relaciones semifeudales predominantes en las haciendas de nuestra
serranía y las distintas formas de explotación y violencia generadas por el
gamonalismo. En ese contexto, enfatizamos el estudio de las principales medidas
implementadas por el gobierno de Augusto B. Leguía Salcedo contra el campesinado:
la Ley de Conscripción Vial, la Ley de Vagancia y la Ley del impuesto a la chicha.
Asimismo, se resalta la resistencia de los campesinos yanaconas a las diversas formas
de explotación y violencia impuesta por los gamonales.

Constituye también nuestro objeto de estudio algunos acontecimientos


de la historia mundial que incidieron de manera significativa en la historia de la
sociedad piurana en el período antes mencionado, especialmente, la Primera Guerra
Mundial y la crisis del capitalismo en 1929 en nuestra región.

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Debemos señalar que la Historia de Piura en su versión oficial privilegió
el estudio de la época colonial y de la coyuntura de la independencia. Su discurso fue
una exaltación a lo hispano. Esta historiografía olvidó la presencia nefasta de la
Internacional Petroleum Company y la prepotencia de los agentes del gamonalismo.
Olvido sospechoso que conspiró contra la memoria colectiva de los piuranos y
piuranas.

Esta historia ha presentado una lectura segregacionista de nuestro


pasado histórico: invisibilizó la presencia de los indígenas, del campesinado y de los
obreros/as como actores activos de la región, de la historia y de la geografía.
Invisibilidad insólita, con aires de conspiración de silencio.

Esa forma de manipular la Historia ahondó los prejuicios y los


sentimientos contrarios entre nosotros mismos. No permitió que tengamos una
imagen de nosotros mismos, generando desencuentros que ocasionaron una crisis en
nuestra identidad.

Es falso, completamente falso, la etopeya negativa que hizo Enrique


López Albújar acerca del poblador piurano. Este escritor afirmaba que el algarrobo,
la arena, la chicha y el clima caluroso, influían negativamente en la psicología de los
piuranos. Caracterizaba a los piuranos como hombres conformistas, reacios a las
actitudes altruistas y a las nobles rebeldías.

La información histórica que presentamos en este libro, refuta


categóricamente la afirmación del autor de “Matalaché”. Los obreros petroleros
nunca se resignaron ante los abusos e injusticias fomentadas de las empresas
extranjeras, en complicidad con los distintos gobiernos. Las huelgas de los obreros
casi siempre fueron reprimidas de manera violenta y sangrienta. Fue la clase
trabajadora de estos asientos petroleros quien inició la lucha por la conquista de
algunos derechos ciudadanos y por la Dignidad Nacional. Asimismo, los
campesinos, pese a los inconvenientes se opusieron a la explotación, a la expoliación,
a la violencia, que le aplicaron los distintos agentes del gamonalismo. Jornadas de
lucha que aun perduran en la memoria colectiva de los ex trabajadores petroleros de
los enclaves imperialistas y de los campesinos, ex colonos de las haciendas.

El presente libro no solamente pretende llenar el vacío de información que


debilita y dificulta el desarrollo de la historia regional en nuestro medio; sino que,
además intenta contribuir en el conocimiento de nuestro pasado y en el
fortalecimiento de nuestra identidad histórica.

En nuestro intento de reconstruir parte de la historia de las luchas de los


petroleros y de los campesinos yanaconas hemos tenido que escuchar la voz de
estos protagonistas. Para ello, se ha consultado parte de la información que contiene
los periódicos, memoriales y pliegos de reclamos que conserva el Archivo Regional
de Piura; y recorrer algunas comunidades de la sierra piurana para recoger los
testimonios orales de campesinos, actores sociales que no fueron tomados en cuenta
por la historia oficial.

Asimismo, resulta evidente el nexo inseparable que existe entre Historia y


Literatura. La relación de estas materias suscita un proceso integrador en el

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conocimiento de la realidad histórica. En el estudio de la Historia de nuestra región,
la literatura Regional es una vía que posibilita el conocimiento de nuestras raíces
históricas y contribuye de esta manera en la formación de nuestra identidad.

Convencidos de que la enseñanza-aprendizaje de la Historia en la escuela


constituye un factor fundamental en la formación y consolidación de la conciencia e
identidad de los pueblos, hemos creído conveniente prepara este libro para que sea
utilizado a manera de Guía por los maestros y maestras de los últimos grados de
estudios de educación secundaria y de los primeros años de educación superior de
nuestra región. Esperamos que la acogida a este libro se exprese en la aplicación que
de estos temas realicen los docentes en el aula.

Agradezco de manera especial a la empresa RAISAPP EIRL por las facilidades y


cuidados en el proceso de diagramación de este libro y a la Derrama Magisterial, mi
testimonio de mi renovada gratitud por el valioso auspicio, aporte que hizo posible
esta publicación.

El autor.

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Las Montoneras de Chalaco de 1883.

En el año ochenta y tres


se vinieron los chalacos
y vivando la comuna
más de ochocientos serranos
entraron a sangre y fuego
y pisotearon los muertos
sus caballos desbocados
Junto al jefe Domador
estaba Juan Seminario
se peleaba por la tierra
en aquellos días trágicos
cuando por primera vez
ondeó la bandera roja
en esta América hispana.

Teodoro Garcés Negrón.
Poema “Los Seminarios de Piura”

Uno de los antecedentes más importantes de las montoneras de 1883 relacionado al problema
agrario lo encontramos en las asonadas y disturbios ocurridos en Morropón en 1868.

La hacienda de Morropón de propiedad de los hermanos Teodomiro y Pedro Arrese y Paredes


había extendido sus linderos a costa de las tierras de las comunidades de Santa Catalina de
Mossa, Tamboya y Tamango. En 1857 los campesinos en defensa de las tierras comunales
promovieron un expediente de deslinde, sin mayor éxito.

Toribio Seminario arrendatario de este latifundio había expulsado a varios colonos de este
fundo. El 27 de enero de 1868 una montonera conformada por ex colonos de las haciendas de
Morropón, Bigote y Salitral atacaron e incendiaron la hacienda de Morropón.

También incendiaron las haciendas de Pabur, Monte de los Padres y Chapica. Saquearon y
quemaron las viviendas de Juan León Seminario, Administrador de la hacienda de Morropón;
de Ramón Romero, Gobernador del distrito, y la de Toribio Seminario. Entre los montoneros
destacan Gervasio Orejuela, Florentino Távara, Felipe Palacios y Juan Manuel Carnero.

En Polvazal los montoneros quemaron un establecimiento de algodón y cuarenta cuadras de


cerco de madera de algarrobo de propiedad de Pedro Arrese y Paredes y de Carlos Artemio
del Valle.

Augusto Seminario propietario de la hacienda de Pabur acudió en auxilio de su hermano


Toribio, a pedido del Gobernador de Morropón. Hubo varios enfrentamientos entre
montoneros y contra montoneros.(1)

Otro hecho relevante que incidió en la toma de Piura por parte de los chalacos está
relacionado con la presencia de las tropas chilenas en Morropón ocurrida en octubre de 1882.
Sobre este hecho tres años después el hacendado Pedro Arrese y Paredes afirmaba: “Durante

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la ocupación chilena se hizo creer al enemigo, por algunos espíritus mezquinos y envidiosos
de nuestra fortuna, que los chalacos que se habían posesionado de Morropón representaban
un bando patriota que después de los desastres de San Juan de Miraflores sostenían aún el
pabellón nacional.
El invasor prestó oídos a esta noticia, y habiendo enviando un fuerte destacamento de la
fuerza que tenía en Lambayeque, desalojaron a los chalacos y, en reparación de la falta de
éstos, nos impusieron a nosotros un cupo de cinco mil soles de plata que fue inmediatamente
satisfecho”(2)

Sobre el mismo acontecimiento Wilfredo Kapsoli nos presenta otra versión. Al respecto este
historiador sostiene que las tropas chilenas que se encontraban en Lambayeque en la
persecución de las montoneras que merodeaban los pueblos de Jayanca y Olmos, llegaron a
las haciendas de Bigote, Buenos Aires y Morropón, e impusieron cupos a los propietarios de
estos fundos. (3)

En su intento de invadir Chalaco los chilenos fueron rechazados en la quebrada de


Pambarumbe, lugar que hoy en día se conoce como la Quebrada de la Guerra.

Las motivaciones

Este movimiento campesino tuvo como propósitos: la defensa de las tierras de la comunidad,
deponer a las autoridades pro iglesistas y establecer un gobierno popular para continuar la
resistencia contra las tropas chilenas.

El historiador piurano Miguel Maticorena Estrada escribe: “Los chalacos junto a su


reclamación agraria, deseaban aniquilar al Prefecto. Deseaban deponerlo por no hacer caso
a su demanda contra los hacendados de Morropón y porque se había descubierto que ya no
obedecía a Montero sino a Iglesias . O sea estaban en contra del Plan de Montan de hacer la
paz con cesión territorial. Una forma de nacionalismo popular como había sucedido en otros
departamentos peruanos” (4)

Hay suficientes argumentos para sustentar que este movimiento social no fue una acción
anárquica organizada y conducida por bandoleros. Fue algo diferente. Las montoneras de
chalaco de 1883, fue un movimiento cuya connotación política tuvo motivaciones que superó
el contexto regional y nacional. Cito aquí a Maticorena: “El movimiento campesino de 1883
muestra una triple motivación local, departamental e incluso internacional.
El problema económico social agrarista se confunde con la crisis nacional originada por la
Guerra del 79. Se entrecruzan instancias locales o agrarias, políticas nacionales, incluso el
eco doctrinal de la Comuna parisina” Luego sostiene: …, no fue una simple aventura de
bandidaje sino un movimiento en el que confluyen la reivindicación agraria y una actitud
frente a la paz con Chile propuesta por Iglesias, más un eco popular de la Comuna de París
de 1871” (5)

Los chalacos toman Piura.

En enero de 1883 ante la falta de atención a sus reclamos por parte de las autoridades los
chalacos al mando de Vicente García, Santiago Palacios y Juan Seminario y León marcharon
hacia Piura. En el trayecto incendiaron haciendas y destruyeron los cepos que utilizaban los
hacendados para castigar a los campesinos, negros y chinos.

En la madrugada del 28 de enero los montoneros de chalaco ingresaron y tomaron posesión de


la ciudad. El terror y pánico se apoderó de la población. Se luchó en las principales calles de

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la ciudad. Los montoneros en retirada con Vicente García se refugiaron en la casa de Manuel
Frías, ubicada en la esquina Libertad y Apurimac. Por orden del Prefecto Fernando Seminario
y Echeandía Váscones se prendió fuego a la vivienda porque los montoneros no se rendían.

Juan Seminario y Vascones, padre del montonero victimado en una carta dirigida al General
Lizardo Montero narra la forma sangrienta de cómo fue debelado este movimiento. Según
Seminario las atrocidades que cometió el Prefecto superó largamente los daños y destrozos
ocasionados por los chilenos. (6)

_____________

(1) Archivo regional de Piura. Causas Criminales. Legajo 257. Exp.5592. Año 1868.
(2) MACERA, Pablo. Parlamento y Sociedad en el Perú. Pág.72.
Recurso presentado por Pedro Enrique Arrese y Paredes solicitando a la Asamblea
Constituyente rechazar el proyecto de expropiación de la hacienda de Morropón. 16 de
marzo de 1885. Las palabras en cursiva son nuestras.
En esta cita se deja entrever la posición de los terratenientes frente a la invasión chilena.
Para los hacendados la ocupación de Lima significó la culminación de la guerra y estaban
preocupados por la agudización de los conflictos internos; y algo ma´s, estaban
atemorizados por una posible reedición de la Comuna de París de 1781. Véase Wilfredo
Kapsoli “Lambayeque en la coyuntura de la Guerra del Pacífico” En: La Guerra del
Pacífico. Volumen II Lima. UNMSM 1984.

(3) KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. Op. Cit. Pág.87.


(4) MATICORENA ESTRADA, Miguel. La Comuna y los Chalacos de Piura en 1883.
pág 2
(5) Idem. Pág 1
(6) Carta de Juan Seminario y Vascones al general Almirante Lizardo Montero.

Oleo que se encuentra en la Casa Museo Grau. En este cuadro el pintor busca perennizar la
obra política del Prefecto Fernando Seminario y Echeandía Vascones. Para unos fue un
exterminador de montoneros, para otros, representaba el orden y la autoridad.

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LA TOMA DE PIURA POR LOS CHALACOS

“... lo que el niño Pasión López nunca olvidó fue la llegada a Chalaco
de la expedición punitiva encabezada por el Prefecto y las
atrocidades que cometieron como escarmiento...”

Miguel Gutiérrez.

Piura en el contexto de la guerra.

La Guerra con Chile trastocó la estructura económica de la sociedad piurana. En


1882 se aceleró el proceso de consolidación de la gran propiedad de la tierra. La
transferencia de la pequeña propiedad campesina favoreció a los latifundistas. Este
hecho coincidió con la ocupación chilena que generalizó el cobro de cupos de guerra.

En octubre de ese año, los chilenos impusieron cupos a las haciendas de Bigote,
Buenos Aires y Morropón. En Bigote exigieron 153 animales vacunos, en Buenos
Aires y Morropón cobraron 2500 pesos en cada hacienda.

Si bien es cierto que la ocupación chilena en Piura afectó económicamente a


todos los sectores sociales, fueron los campesinos los más perjudicados.

Después de la guerra se agudizó el conflicto entre hacendados y campesinos


por el control de la tierra. Los latifundistas mantienen su hegemonía económica y
política y en consecuencia se consolidó el gamonalismo.

La crisis originada por la Guerra del Pacífico agudizó los conflictos sociales.
Hubo enfrentamientos entre los distintos grupos sociales y entre las fracciones de los
sectores dominantes. El distanciamiento entre Lizardo Montero, Presidente elegido, y
Miguel Iglesias, apoyado por los chilenos, dividió a los hacendados piuranos.

Los chalacos ocupan Piura.

Uno de los conflictos sociales más violentos de la historia de Piura en la época


republicana, lo protagonizaron los chalacos cuando ocuparon esta ciudad.

Las montoneras1 de Chalaco fue un movimiento social motivado por el reclamo


de tierras a los dueños de la hacienda de Morropón, de propiedad de los hermanos
Teodomiro y Pedro Enrique Arrese y Paredes. Esta hacienda extendía sus linderos a
costa de las tierras de la comunidad campesina San Fernando de Chalaco.

Esta protesta campesina devino en un movimiento político para obligar al


prefecto Fernando Seminario y Echeandía a nombrar los representantes del
departamento para la Asamblea de Arequipa, como lo solicitaba el General
Almirante Lizardo Montero.

1
Agrupación armada conformada por individuos de diferentes grupos sociales dirigida por un caudillo, a veces,
desclasado o marginal pero que tiene un estatus relativamente elevado a nivel regional o local.

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Recreando la historia de este movimiento social, Miguel Gutiérrez en su obra
“Hombres de Caminos” señala que la toma de Piura tuvo como propósitos: la
defensa de las tierras de la comunidad, deponer a las autoridades pro iglesistas y
establecer un gobierno popular para continuar la resistencia contra las tropas
chilenas.

En enero de 1883 ante la falta de atención a sus reclamos por parte de las
autoridades, los chalacos al mando de Vicente García Córdova y Juan Seminario y
León marcharon hacia Piura. En el trayecto incendiaron las casas haciendas y
destruyeron los cepos que utilizaban los hacendados para castigar a los campesinos,
negros y chinos.

En la madrugada del 28 de enero los chalacos ingresaron y tomaron posesión de


la ciudad. El terror y el pánico se apoderó de la población. Se luchó en las casas y en
las calles de la ciudad. El movimiento fue develado sangrientamente por la
gendarmería dirigida por el Prefecto Fernando Seminario.

Los montoneros chalacos en retirada con Vicente García a la vanguardia se


refugiaron en la casa de Manuel Frías, ubicada en la esquina La Libertad y Apurímac;
lo que hoy es el zanjón del Centro Cívico, por orden del Prefecto se prendió fuego a
la vivienda porque García y sus montoneros no se rendían. Solo así la gendarmería
pudo dominar el último reducto de los chalacos.

La memoria colectiva del pueblo piurano conservó por mucho tiempo el triste
recuerdo de este horroroso episodio; conocido como La Casa Quemada.

Refiriéndose a la forma sangrienta de cómo fue develado este movimiento, Juan


Seminario y Váscones padre del montonero victimado escribe: ¨ Al segundo día 29 se
presentó otro cuadro horrible, en la cárcel se habían depositado 30 prisioneros, y de
dos en dos fueron sacados y fusilados en el patio del cabildo. En los días siguientes al
que tomaban lo fusilaban, a más de los que han muerto y mueren con frecuencia bajo
el martirio y azote. La tropa de D. Fernando a los pocos días apareció sobre
Morropón y Chalaco para exterminar a los desafectos. Han sido desatadas furias del
averno: el saqueo, la flagelación, el asesinato, el incendio de casas y comercio de
tanto infelices, forman un cuadro que deja atrás la barbarie de la Edad Media...¨2

Según el autor de esta cita las atrocidades que cometió el ex prefecto superaban
largamente los daños y destrozos ocasionados por los chilenos. Asimismo, una nota
publicada en un diario de la capital sindicaba al ex prefecto Fernando Seminario
como el principal responsable del horroroso carácter que tuvo la guerra civil en
nuestro departamento. Agrega la nota, que bajo su administración hubo saqueos,
incendios y asesinatos de prisioneros.3

Dos años más tarde. Los diputados Genaro Carrasco y Manuel Barriga
presentaron un Proyecto de ley sobre la expropiación de la hacienda de Morropón y
la venta de sus tierras, en subasta pública, a favor de la comunidad de Chalaco o de
cualquier otro postor. Esta proposición fue desestimada por las Comisiones de
Justicia y Hacienda del Congreso.
2
Carta de Juan Seminario y Váscones al general – Almirante Lizardo Montero.
3
Diario ¨ El Comercio ¨ viernes 5 de abril de1895.

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Una década después, el Concejo Provincial de Piura expresaba al ex Prefecto la
“gratitud de esta ciudad por el bien que le hizo salvando el honor, la vida y la propiedad de
sus habitantes”.4

En 1925 los diarios de la localidad publicaban diferentes opiniones sobre este


conflicto. Un periodista del diario La Industria escribía: “Día terrible de ansiedad y
espanto el que Piura pasará cuarenta y dos años ha ser atacada la ciudad por la horda de
Chalacos así llamados por pertenecer sus miembros al pueblo de Chalaco y lugares
circunvecinos. Aprovechando estos de la anarquía reinante en el país a consecuencias de
nuestros desastres nacionales levantaron una partida, perfectamente armada con el pretexto
de disputar a la hacienda Morropón la propiedad de unos terrenos que según ellos,
pertenecían a la comunidad (...) No fue un movimiento revolucionario con fines políticos,
como aseverara reciente un diario local. Fue un movimiento comunista dirigido por personas
de instintos perversos, quienes para soliviantar más los ánimos de los habitantes de esas
regiones, gente maleante en su mayoría, hiciéronles creer que la única manera de conseguir el
fin que perseguían era derrocar a las autoridades constituidas, haciéndose justicia por
mano propia. ¨5

Días después el mismo diario publicaba la siguiente nota: “En relación con el
artículo del colaborador F.H. que sobre la entrada de los Chalacos a Piura publicada
en nuestra edición hemos recibido dos cartas firmadas por A.T.P. en las cuales se
afirma que el movimiento de enero de 1883 no tuvo el carácter comunista que se
quiere darle, sino que por lo contrario, respondió a un profundo anhelo de justicia-
acrecentado por las exacciones de los gamonales de entonces que trataban de
apropiarse por medios vedados de los terrenos pertenecientes a la comunidad de
Chalaco”. 6

Existen suficientes elementos para sostener que este suceso no fue una acción
anárquica propia del bandolerismo. Fue algo diferente. Se trató de un movimiento
con cierta connotación política cuya repercusión tuvo un alcance a nivel regional.

4
Diario ¨ La Industria ¨ 25 de enero de 1925. Pág. 3 á.
5
Idem. El subrayado es nuestro.
6
Idem. 30 de enero de 1925. Pág. 3á.

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Local del Cabildo de Piura – 1883

Anexo 1*

PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE JUAN SEMINARIO Y LEON

1883 enero 28. Se presentó D. Ramón León participando del fallecimiento de D.


Juan Seminario y León, hijo de D. Juan Seminario y Váscones y Da. Dominga de
León y Alba/ 29 años blanco –soltero –hacendado, muerto de un balazo que
recibió en el tiroteo que ha tenido lugar con las fuerzas de Chalaco.

Testigos: D. Jacinto Morales, D. Juan Alvarado

Nota – Los cuarenta y tantos fusilados, en el cuartel por órdenes del prefecto D.
Fernando Seminario, no han podido ser apuntados porque no se saben sus nombres,
así como los demás muertos en la casa incendiada y en el combate.
A todos se les ha dado sepultura.

Piura, enero 30 de 1883

Juan Antonio Campos, Inter-cura de la Matriz

*
Fuente: Parroquia San Miguel Arcángel. Libro de Defunción Nº 13 Folio 258 s/n.

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CHINOS EN HUANCABAMBA

El 17 de noviembre de 1849, el gobierno de Ramón Castilla promulgó la ley de


inmigración, con esta medida se inició el vil tráfico de chinos.

Un poco de historia

Por esa época ante el grado de postración de la agricultura del país, la clase
latifundista fiel con su mentalidad esclavista exigía al Estado brazos para trabajar sus
tierras. Es así, que el gobierno de Ramón Castilla promulgó la Ley General de
inmigración, medida que favoreció a la inmigración china.

El gobierno otorgó a los latifundistas Domingo Elías y Juan Rodríguez la


exclusividad por cuatro años para importar chinos para las haciendas de Lima y La
Libertad. Estos concesionarios chineros recibían del Estado 30 pesos por cada
individuo que ingresaban al país.

Impulsados por su pobreza extrema y atraídos por falsas promesas, los coolíes
eran contratados en China por un período de 8 años. El viaje duraba 90 días
aproximadamente. En la travesía morían entre ¼ y 1/3 de los inmigrantes por causas
de la mala alimentación, maltratos físicos y enfermedades. A su llegada al país, en los
puertos, los traficantes traspasaban los contratos a los hacendados, a quienes en
adelante se debían los asiáticos.

La semiesclavitud china

Al Perú llegaron cerca de 100 000 coolíes, es decir, chinos en condición de semi
esclavos. Se calcula que casi el 90% de estos semi esclavos fueron destinados a la
agricultura costeña donde había una expansión del cultivo del algodón y de la caña
de azúcar cuyo destino era el mercado internacional. Un porcentaje menor de ellos
también laboró en las islas guaneras, en la construcción de los ferrocarriles y como
servidumbre.1

El coolí fue una combinación de asalariado y esclavo. Por un lado, estaba


sometido a un régimen de libre contratación, no poseía instrumentos de producción
y al cabo de un tiempo podía cambiar de ocupación. Pero, al mismo tiempo fue
sometido al sistema de enganche. El endeudamiento y la forma de trabajo lo
sometían a vejámenes de esclavo (las faltas eran penadas con castigos corporales, se
les marcaba con fuego, se les perseguía si salían de la hacienda).

La segunda mitad del siglo XIX fue para la costa peruana la historia de cómo se
explotó a los coolíes. Por su parte los coolíes respondieron a esa situación con
revueltas y levantamientos contra los abusos de los hacendados.

A esta violencia estructural a la que fueron sometidos los chinos debemos


agregar la discriminación racial de la que fueron objeto los asiáticos.

1
RODRÍGUEZ Humberto. Los trabajadores chinos Culies en el Perú. Lima 1977.

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Chinos en Huancabamba

En el contexto nacional son pocas las investigaciones que dan cuenta de la


presencia de los chinos en la sierra. En el caso de la historia de Piura este tema aún
no ha sido investigado.

En el Archivo Regional ubicamos un expediente judicial contra un reo


desconocido por la muerte del asiático Vicente Elera, ocurrida el 17 de diciembre de
1883 en la ciudad de Huancabamba.

Este asiático cuya edad era de 35 años se desempeñaba como peón en el fundo
de Felipe Adrianzén.

Según testigos la muerte de este chino fue el trágico desenlace de un reclamo


que hizo la víctima al sub prefecto don José Ramírez Porras por un caballo que le
había quitado su antecesor don José López Castilla.

Ramírez Porras declara: “...Horas antes de este suceso el agresor ha ido a casa
de don Manuel Arméstar, de don Bacilio Ubillús a buscar cápsulas de revólver lo que
manifiesta el plan que ha tenido de asesinarme el asiático (...) Pocos momentos antes
de la muerte del asiático, don Estanislao Orihuela puso en mi conocimiento que los
chinos tenían el plan de asesinarme, que manifiesta también que el mencionado
asiático no ha procedido aisladamente”.2

Este declarante manifiesta que el asiático también amenazó de muerte al


Gobernador don Santos Rodríguez.

Este expediente hace referencia a una funda ocupada por varios asiáticos.
Asimismo se menciona a varios chinos que se encontraban en la cárcel de esa
localidad. Esto es un indicio de la presencia de chinos en esta zona de la serranía
piurana.

Futuras investigaciones pueden dar respuesta a las siguientes interrogantes:


¿cuáles fueron las circunstancias en que llegaron los chinos a este pueblo de la
sierra?, ¿cómo se integraron a esta comunidad?, ¿cuál fue el papel económico que
desempeñaron dentro de la dinámica de la estructura productiva de este pueblo?

2
Archivo Regional. Leg. N°45. Corte Superior de Justicia Huancabamba. Causas criminales año 1883- 1884.

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LA PESTE BUBÓNICA EN PIURA.

“La ciencia parece que tropezaba con


dificultades experimentales, pues raro era el
caso del enfermo que se recuperaba, ya que
todos o en su mayor parte pasaban al
cementerio.”

Jacobo Cruz.

Jorge Basadre afirma que los primeros casos de peste bubónica en el Perú
aparecieron en el mes de mayo de 1903 en el Callao. Se presume que esta enfermedad
había sido traída por el barco Amasis procedente de Calcuta.

En el caso de Piura parece que la peste bubónica llegó por Paita por ferrocarril en los
cargamentos de arroz infectado.

Esta terrible enfermedad asoló a los pueblos de la región, especialmente a las


comunidades de la sierra.

Este flagelo en Catacaos

En 1906 se produjo la primera epidemia de esta enfermedad en este distrito,


causando alarma y estragos en la población. Mientras esto sucedía, los cataquenses
criticaban la ineficacia de sus autoridades municipales. En un semanario de la época
se lee:
“Es lamentable la condición del pueblo de Catacaos, la bubónica sigue
haciendo numerosas victimas, sin que el Concejo adopte ninguna medida
y antes por el contrario permanece cruzado de brazos.” 1

Este terrible flagelo social estigmatizaba a los enfermos. En esa misma nota de prensa
se agregaba:
“Tenemos conocimientos que la peste ha invadido la parte central de
población y que varias personas visibles del lugar están atacadas del mal
y se están curando ocultamente.” 2

Merece destacar la participación del Dr. Antonio Ramírez Serrano, médico


ecuatoriano, quien se convirtió en el símbolo de la lucha contra la peste bubónica en
esa localidad. Este galeno no sólo atendió a los epidémicos, sino que además gestionó
la construcción del lazareto en ese pueblo.

La peste en Piura.

Desde el punto de vista sanitario y cultural la población piurana no estaba


preparada para afrontar este tipo de emergencia. La peste bubónica se propagaba
rápidamente, generando una psicosis colectiva en la población.

A la muerte de los pacientes sus viviendas y pertenencias eran incineradas. Un


periodista escribía:

18
“Con motivo de haberse presentado un caso de peste en el arriero Enrique
Castillo del barrio de Castilla, la Inspección de Higiene ha dictado medidas
haciendo incinerar la casa donde se guareció el enfermo y desinfectar la
casa donde se hospedo momentáneamente a su llegada del interior.
Castillo falleció en la barraca después de su ingreso.” 3

Ante el avance de la epidemia se recomendaba a la población a mantener limpias sus


viviendas, evitar la acumulación de basura y a perseguir con tezon a los roedores.

La Municipalidad encargó al señor Rázuri, Inspector de Policía Municipal, efectuar


las visitas domiciliaras y castigar con multas a los vecinos que carecían de hábitos de
higiene en sus viviendas.

Asimismo, el Concejo Provincial administraba el lazareto conocido también como la


barraca municipal. Este nosocomio se construyó en el terreno que actualmente ocupa
el edificio de Registro Público.

En este centro de salud cada paciente era socorrido con 40 centavos diarios, con
atención médica y medicinas.

A pesar de ello, existía inconformidad en la colectividad piurana por el servicio


ofrecido en el lazareto municipal. Interpretando ese descontento colectivo los
directivos de la Confederación Obrera, El proletariado Obrero y del Club Sport Piura
mediante memorial denunciaba:

“Que el lazareto hecho para atender a los pestosos infunde terror al


vecindario tal que se le a puesto a este Centro el nombre de Matadero ya
porque los que son conducidos allí mueren casi siempre ya porque el
descuido que en ese lugar existe...” 4

La peste bubónica se convirtió en nuestra región en un mal endémico hasta la


segunda década del siglo pasado.

Citas.
(1) Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” Semanario El Obrero Piurano No.11 . 30 de
diciembre de 1913. pág.1
(2) Idem.
(3) Idem. Semanario El obrero piurano No.53. 8 de noviembre de 1914.pág.1.
(4) Idem. Semanario El Obrero Piurano No. 248. 7 de diciembre de 1918. pág. 2.

19
20
LAS PRIMERAS HUELGAS EN TALARA

ENTONCES empecé a conocer


a mis hermanos obreros
que yacían oprimidos
cuyas frentes surcadas de miedo
sus labios sellados de silencio
sus manos quebradas de trabajo
y rellenas de callos
y de sus ojos una tristeza profunda
sin lágrimas

Así son los obreros del petróleo que yo conozco.

Emilio Saldarriaga García.


Poemario: Petróleo.

El tipo de relaciones sociales de producción impuestas en los enclaves


petroleros de la International Petroleum Company y la Lobitos Oilfields en Talara
generó una creciente polarización social expresada en sucesivas huelgas e
intervenciones violentas de la fuerza pública.

Según la versión de Jorge Basadre en 1913 los obreros de Talara, Negritos,


Lobitos y Lagunitas realizaron una huelga. En Negritos, la empresa despidió y
expulsó a 60 trabajadores.

La solidaridad de los obreros de los puertos del litoral se puso de manifiesto a


través del boicot declarado a los barcos de la casa Duncan Fox. La Compañía se vio
obligada a incorporar a quienes había despedido.

Los obreros de Talara y Negritos obtuvieron un aumento de 20 centavos en los


jornales, salario integro en caso de accidentes, asistencia médica y medicinas para
ellos y sus familiares.

En Negritos, el 26 de mayo de 1916, ante la decisión de la Compañía de


aumentar dos horas de trabajo diario, los trabajadores se declararon en huelga. En
este lugar se produjo una masacre que ocasionó la muerte de cuatro personas y dejó
algunos heridos.

Frente a estos sucesos trágicos, los directivos de la Confederación Obrera y el


Proletariado Obrero de Piura enviaron un cablegrama al Presidente José Pardo
informando sobre esta masacre y responsabilizaron de estos hechos sangrientos al
Prefecto accidental. Al mismo tiempo pedían justicia para las víctimas.

En septiembre de ese mismo año, en Lobitos, los trabajadores exigían a la


Empresa Lobitos Oilfields el cumplimiento de las cláusulas del acuerdo del
levantamiento de la huelga anterior. Además se demandaba la reposición de los
despedidos y la libertad de los obreros detenidos. Sin embargo ante la negativa de la
Compañía de solucionar estos reclamos los trabajadores se declaran en huelga.

21
En esa oportunidad el Prefecto de Piura, Oscar Grau, hijo del Caballero de los
Mares, viajó a Lobitos y se entrevistó con el Gerente Scotl e intercedió por la solución
del conflicto a favor de los obreros, gesto que fue elogiado por la población del lugar.

En los dominios de estas Compañías se estableció relaciones pre – capitalistas y


se violó la libertad de comercio. Esta afirmación se deja entrever en una nota de
prensa que explicaba las causas de la huelga de 1916, en ella se lee: “el despotismo
con que se les trata, la preferencia que se da a trabajadores extranjeros sobre los
trabajadores nacionales, el abaratamiento de la vida por el monopolio que hacen las
bodegas puestas por las Empresas, el pago en parte del jornal semanal en fichas de
circulación forzosa, dejando en la imposibilidad de acudir con dinero a sus
familias...” 1

Como parias en su país

En los dominios de los enclaves petroleros no regían las leyes del Estado
Peruano sino de la IPC y de la Lobitos Oilfields. Estas Empresas despojaron de todo
derecho civil, de toda libertad a los trabajadores y a la población.

En esa región el desarrollo de la ciudadanía en la población presentó serias


contradicciones. A pesar de los esfuerzos que realizaba la IPC por vender la imagen
de Talara como una ciudad limpia y ordenada, las condiciones de higiene y
salubridad en que vivían las familias de los trabajadores no eran las más óptimas. Un
periodista de la época escribía “El barrio denominado “El Puerto” se encuentra
abandonado a su propia suerte. Las inmundicias perfuman el ambiente de más de
mil habitantes de obreros, temiéndose que con el verano se desarrolle una mortífera
epidemia. Esta desatención muestra la indiferencia de la Empresa y de la autoridad
para llevar a ese populoso lugar el bienestar y la limpieza”.2

Los trabajadores y pobladores frecuentemente eran víctimas de los abusos y de


las humillaciones de las autoridades políticas y militares. José G. Peña y José Zapata
Z., delegados de los obreros de Lobitos por intermedio de una carta dirigida al
Prefecto de Piura, denunciaban los actos de prepotencia del oficial de Gendarmería
Abel Paz contra la población civil. Los denunciantes señalaban que el referido oficial
hacia despedir injustamente a los obreros; además, allanaban los domicilios de los
trabajadores en altas horas de la noche “... sin respetar lechos de infelices
parturientas, como son: las señoras Victoria C. de Duque, Melicia P. de Correa y
casas de Julio Palomeque y de José G. Peña. Aún más señor hoy nos hayamos como
seres en el ostracismo pues no se nos permite una humilde correspondencia, ni de
nuestros queridos padres porque el mencionado Paz trabusca los bolsillos al
marinero José S. Zavala a fin de que no traiga ni nos lleve una correspondencia
familiar, amenazándole que si acaso así lo hiciere, sería despedido por petición de
él”. 3

1
Seminario “El Obrero Piurano” 3 de junio de 1916 pag. 2
(El subrayado es nuestro)
2
Idem 14 de octubre de 1916 pag. 2
3
Ídem 05 de noviembre de 1916 pág. 3

22
Con mucha frecuencia la Compañía despedía intempestivamente a los obreros.
Además era una práctica constante de los jefes imponer castigos sin causa alguna a
los trabajadores.

En la IPC el 5 de agosto de 1916, el jefe de albañiles, el señor Tabiasson despidió


a los operarios José Albán, Antonio Valdiviezo, Nicanor Albán y a Bernardo Gómez
so pretexto de que se escaseaban los trabajos y se contrató a extranjeros.

Las Compañías Petroleras extranjeras violaban los más elementales derechos de


la población. Estas empresas establecieron una disciplina medieval. Cuando un
trabajador, por cualquier motivo no le convenía a estas empresas, se le notificaba
para que abandone la localidad. En el periódico “El Obrero Piurano” se lee: “El lunes
16 el Teniente Gobernador notifica á Morales para que se embarque en la lancha
“Rosalía” que va á Paita ¡que sarcasmo! Sin duda este suelo es yanqui y no pertenece
al Perú, porque así se acostumbra con todo hombre que despide la Empresa, la
autoridad política lo hace desocupar el poblado” 4

Frente estos abusos los obreros se solidarizaron con los trabajadores despedidos
y expulsados, y finalmente decretaron un paro el 17 de octubre de 1916.

El escritor y abogado Enrique López Albújar asumió la defensa de los huelguistas de


Talara y Negrito.

4
Ídem

23
PIURA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

La guerra europea que estalló en agosto de 1914 originó una crisis en la


economía nacional. El sector popular fue el más vulnerable, su situación de pobreza
se agravó. Este conflicto bélico repercutió directamente en las condiciones de vida de
los sectores sociales menos acomodados. Se produjo despidos de trabajadores,
disminución de sueldos y salarios, crisis en la circulación de la moneda metálica y
escasez de productos de primera necesidad, estos efectos contribuyeron al alza del
costo de vida.

Una legislación de Emergencia

Para contrarrestar los efectos de la guerra el gobierno de Oscar Benavides adoptó las
siguientes medidas:

a) Promulgó leyes que prohibía la exportación y el alza indebida de los productos


de primera necesidad.
b) Se autorizó a los Bancos para emitir cheques circulares.
c) Se decretó el despido de trabajadores.
Para implementar la Ley N°. 1967 que impedía el encarecimiento de los
productos de primera necesidad, el Concejo Provincial de Piura conformó la
comisión integrada por los regidores Ricardo C. Espinoza y Carlos Lamadrid y por el
síndico de rentas Dr. José F. Velazco.

Frente al alza de precio de la harina, el alcalde Víctor M. Zapata, solicitó al


senador Víctor Eguiguren gestionar en el Congreso la supresión por un tiempo
determinado, o la rebaja del impuesto que pagaba este producto en la aduana de
Paita; y ante las compañías nacionales de vapores la rebaja de los fletes 1.

Para la población piurana las medidas del gobierno central y las ordenanzas
municipales no constituían la solución del problema, solamente tenían un carácter
paliativo.

El problema de las subsistencias

En la coyuntura generada por la guerra se evidenció ciertas contradicciones


entre los distintos sectores sociales, incluso a nivel de los grupos de poder. En esta
crisis los grupos sociales asumieron comportamientos condicionados por sus propios
intereses.

Los trabajadores agremiados en la “Confederación Obrera” no solamente


apoyaron la propuesta presentada por el senador Eguiguren ante el Congreso; sino
que, además exigían al gobierno la rebaja de los fletes, la liberación de los derechos
fiscales y la anulación de gabelas que pesaban sobre el arroz, el azúcar, la harina, la
manteca, y otros productos de primera necesidad.

1
Concejo Provincial de Piura.
Boletín Municipal N°. 240 30 de noviembre de 1916.

24
Con el propósito de manifestar su adhesión a la iniciativa del congresista
piurano la Confederación Obrera convocó a la población a un mitin en la Plaza de
Armas para el domingo 23 de septiembre, a horas 4 p.m.

En el periódico “El Obrero Piurano” se denunciaba que la causa del problema


de la carestía y la mala calidad del pan era el monopolio que ejercía la casa MILNE,
representante de la empresa inglesa London And Pacific Petroleum. El periodista
escribía: “No es que el centavo y cuarto que paga el impuesto el kilo de trigo ni los
cuatro centavos que gravitan como tributo en la harina importada contribuyan a
aumentar por sí solos el precio del pan. Es el sol que cuesta poco más o menos el
transporte del trigo desde las naves hasta los molinos, es el otro sol que cuesta el
retorno al Callao, más los gastos de embarque y conducción para los lugares
distantes de Lima, es la tarifa un poco alta que la casa Milne fija a sus harinas…”2.

Mientras tanto, el problema de las subsistencias adquiría caracteres de


alarmante gravedad. Un reportero afirmaba: “Continúan los comerciantes
explotando al público con el alza injustificada y excesiva de los artículos de primera
necesidad. Ya no sólo es el arroz, la manteca, las menestras, lo es también el fósforo
que se vende al público a 4 centavos cajita”3.

Otra medida adoptada por los empresarios piuranos fue el despido masivo de
trabajadores y la rebaja de un 40% de sueldos4.

2
Confederación Obrera “Unión y Confraternidad”
El Obrero Piurano N° 172 - 12 de mayo de 1917. Pág. 2
3
Ídem
El Obrero Piurano N° 157 - 20 de enero de 1917. Pág. 2
4
Ídem
El Obrero Piurano N° 44 - 30 de agosto de 1914.

25
Por otro lado, los dirigentes de la Confederación Obrera y del Proletariado
Obrero solicitaron al Alcalde interceda ante los propietarios de las viviendas para
lograr la rebaja de alquileres.

El Obrero Piurano, en su edición del 20 de noviembre de 1915 daba cuenta que


en los asientos petrolíferos de Negritos, Talara y Lagunitos había una multitud de
obreros despedidos. El periodista escribía: “La situación de esa pobre gente es
desesperante, pues están vagando y puede decirse que carecen de pan y asilo para
guarecerse”5

La situación de los trabajadores del Estado era delicada a consecuencia de la


falta de pago de sus haberes. En un semanario se lee: “Hemos recibido la queja de
algunos preceptores fiscales relacionada con la demora para pagar sus sueldos, la
queja la fundan en el sentido de que la Tesorería es parcial en el pago, pues hay
preceptores que están pagados hasta septiembre, mientras que a otros se les adeudan
5 y 8 meses. Esta es la tendencia para los servidores de la nación que viene a
aumentar el malestar económico de sus familias, pues tienen que buscarse la vida de
otra manera, ya que es ilusorio esperar el pago”6.

El alza constante del costo de vida mermó la capacidad adquisitiva de los


trabajadores. Por esos años no existían normas legales para establecer los salarios
mínimos. Entre 1908 y 1919 los salarios nominales de los trabajadores aumentaron de
2 soles a 3 soles diarios, lo cual significó una baja de los salarios reales, si se considera
que entre estas dos fechas el costo de vida aumentó en casi un 90% sólo entre 1913 y
1919.

La crisis de circulación de la moneda metálica agravó aún más el nivel de vida


de la población. Las transacciones agiotistas era una práctica muy frecuente entre los
comerciantes. Un periodista manifestaba: “Lo que ocurre en la actualidad es
sencillamente escandaloso y, como en todo, siempre la peor parte la soporta el pobre
que para cambiar un billete de 5 soles forzosamente tiene que perder de 25 a 30 Cts.
Lo que equivale a un descuento de 5 a 6 por ciento…”7.
A inicio de la guerra los comerciantes alemanes e ingleses, germanofilos y
francofilos se comprometieron formalmente a cerrar sus establecimientos la tarde del
sábado hasta la culminación del conflicto. Firmaron este compromiso Hilbck y C a,
Duncan Fox, F.E. Helguero, G. Artado, Carlos Schaefer, Seminario y C a. Este
compromiso fue resuelto por la casa Hilbck. Esta falta de seriedad de la referida casa
comercial fue tema de variados comentarios en los círculos mercantiles y sociales.

En la etapa final de la guerra, ante la demanda del algodón en el mercado


externo los hacendados redujeron la extensión de terrenos dedicados a pastos y
sementeras en sus fundos para dedicarlas exclusivamente al cultivo de este producto.
Este hecho ocasionó un doble efecto: por un lado, se estimuló la concentración de
tierras, la formación de grandes propiedades por compra o por despojo; y por otro

5
Confederación Obrera Semanario Nº 101 El Obrero Piurano - 20 de noviembre de 1915. Pág. 2
6
Ídem El
Obrero Piurano N° 99 - 6 de noviembre de 1915. Pág. 2
7
Ídem
El Obrero Piurano N° 146 - 28 de octubre de 1916. Pág. 2

26
lado, ante la escasez de los productos de pan llevar se incrementó los precios, lo que
incidió en el proceso inflacionario.

Cabe resaltar el efecto de la inflación en el descontento de la población. Pues


durante esos años el poder adquisitivo de los trabajadores disminuyó, siendo
progresivamente más precario su nivel de subsistencia.

27
NEGRITOS: LA HUELGA DE 1916

“Trabajadores que reclaman y se declaran en huelga para ser atendidos y


autoridades que pretenden resolver la huelga a culatazos y balazos”

El Obrero Piurano 03.06.1916

En 1916, durante el gobierno de José Pardo y Barreda, los campesinos, obreros y


mineros realizaban movilizaciones sociales por las 8 horas de trabajo, aumentos
salariales y otras reivindicaciones laborales. El país vivía la era de las huelgas. Es en
esas circunstancias históricas cuando tuvo lugar la jornada de lucha de los
trabajadores petroleros en Negritos, dirigida por el líder Martín Chumo.

Recordemos esta historia

Las causas del conflicto

Víctor Colina, presidente de la Confederación Obrera “Unión y


Confraternidad” de Piura señalaba que las causas que motivaron la huelga fueron las
siguientes:
 La London Pacific Petroleum dejó de pagar las 4 horas de trabajo que la
empresa utilizaba el día sábado para efectuar el pago a los obreros.
 El pago en parte del jornal en fichas de circulación.
 El encarecimiento del costo de vida ocasionado por el monopolio establecido
por las bodegas de la Compañía.
 La prohibición por parte de la empresa de que los trenes trasladen a los
trabajadores de la pampa al poblado de Negritos.
 La discriminación de que eran objeto los obreros peruanos en relación a los
extranjeros

Además, los trabajadores exigían a London Pacific Petroleum, aumentos


salariales y reducción de la jornada de 12 horas.

Algo más de historia

El 21 de abril los obreros de Negritos se declararon en huelga exigiendo a la


Compañía Inglesa la solución a su pliego de reclamos.

El 31 de mayo una multitud, conformada por hombres y mujeres iniciaron una


marcha de protesta hacia Talara. Los manifestantes exigían justicia y portaban el
pabellón nacional. A la altura de Punta Arenas, esto es cerca de la refinería de Talara,
la tropa masacró a los trabajadores. El costo social de esta movilización fue de 4
muertos y 9 heridos, una de las víctimas fue el dirigente Martín Chumo.

Un periodista del semanario “El Obrero Piurano” dejaba entrever que los
funcionarios de la London Pacific Petroleum al igual que sus homólogos
norteamericanos de la Cerro de Pasco Copper Corporation sobornaban a los
prefectos y subprefectos de estos departamentos. De esta forma compraban la

28
complicidad de estas autoridades, quienes permitían los abusos y atropellos de estas
empresas.

En la práctica, los funcionarios de estas compañías se constituían en las


principales autoridades de facto en la región, por encima de las autoridades políticas.

29
LA HUELGA PETROLERA DE 1917

POETAS del Petróleo


mañana
os diréis versos de esperanza
de libertad
ya no estará tu tierra
lejana de la Patria
Mañana
os diréis
hemos nacido en Talara
y somos de la Patria.

Emilio Saldarriaga García.


Poemario: Petróleo

En tanto se vivía la coyuntura de la Primera Guerra Mundial y el gobierno de


José Pardo expresaba su adhesión a las doctrinas del presidente norteamericano W.
Wilson. En Talara, los obreros realizaban una huelga para reivindicar algunos
derechos que la International Petroleum Company y la Lobitos Oilfields se negaban
en reconocer.

Esta medida de fuerza de los trabajadores se realizó entre los meses de abril y
noviembre de 1917.

La huelga en Talara

Los petroleros reclamaban a la IPC. el aumento de salarios, la construcción de


dos locales; uno para el Centro Obrero y otro para una escuela, la contratación de un
médico peruano, y la instalación de los servicios de alumbrado público y desagüe.

En junio, mientras el paro se desarrollaba pacíficamente, cerca de cincuenta


obreros sindicados como autores o instigadores de la huelga fueron puestos a
disposición de la Justicia Militar.

Un mes más tarde la Prefectura dispuso la detención de los dirigentes:


Francisco Arcaya, Pedro Villalobos, Alejandro Trelles y otros.

Por disposición del Sub-Prefecto de Paita, Leonidas Echeandía, el Juez de Paz


de Talara obligó al Tesorero de la Caja de la Sociedad de Auxilios Mutuos de los
trabajadores entregar las aportaciones de los socios, la misma que ascendía a S/.
1,295.25.

Este dinero pasó a poder de Juan C. Murro, jefe de la Zona Militar. Según esta
autoridad este fondo sería abonado a favor de la Compañía para cubrir los gastos
que demandaba la reparación de los daños supuestamente ocasionados por los
obreros en la huelga realizada en 1916.

30
El paro en Negritos

Por orden del Prefecto se dispuso la censura telegráfica en la zona petrolera, la


población quedó incomunicada con el resto del país.

El 18 de noviembre los huelguistas solicitaron la mediación en este conflicto a


Víctor A. Colina y Luis Cabrera, Presidentes de la Confederación Obrera y del
Proletariado Obrero de Piura, respectivamente.

Los esfuerzos de estos dos dirigentes para dialogar con el Prefecto Ramón Valle
Riestra y los directores de las Empresas Pollan, Snider y Scotl resultaron estériles.

Ante la firme decisión de los petroleros de mantener su medida de lucha, la


Compañía utilizó formas de violencia: arrestó obreros y expulsó a más de treinta
familias. Un testigo de esos hechos manifestaba:

“Salió una comisión compuesta del comisario Meyer, Mr. Porras y


Alejandro García Cortes que recorría los canchones expulsando las
familias de los presos y de los que no parecían por haber fugado burlando
la vigilancia y expulsando también a los que se encontraban allí (…). Los
expulsados fueron á refugiarse á la ranchería del puerto; pero de allí
también aunque era territorio peruano eran expulsados, y se quemaban
algunos ranchos que los recibían… ”1

Además se clausuró el mercado y la bodega de víveres se cortó el servicio de


agua y se suprimió el gas.2

Y la huelga continuaba.

El 24 de noviembre a pedido del Prefecto y de la Compañía, el Teniente


Gobernador, Carlos A. Rubio publicaba un memorandum. En ese documento se
comunicaba a los obreros que la Empresa reabriría sus instalaciones el día 29 de ese
mes y que los trabajadores interesados a reincorporarse a sus labores deberían
inscribirse. Además, la Empresa no otorgaba aumento de salario y se reservaba el
derecho de admisión.

Asimismo, los que no se inscribían serían notificados para que abandonen la


zona.3

Los huelguistas se mantenían firmes en su posición.

Ese mismo día se remitió a este buque en las mismas condiciones a otro grupo
de dirigentes entre ellos el compositor Pedro Miguel Arrese.

Al día siguiente en la Gobernación del distrito fueron arrestados Colina,


Cabrera y los Delegados de Talara. Los detenidos, fueron conducidos al vapor de la

1
Semanario “El Obrero Piurarno” Nº 201 – 17 diciembre 1917 pag. 4
2
Idem Nº 181 – 21 de julio 1917 pag. 3
3
Idem Nº 201 – 17 de diciembre de 1917 pag. 2

31
Empresa “Chira Littl” y luego pasaron en calidad de prisioneros al crucero
“Bolognesi”.

En su afán de quebrantar la sana rebeldía de los huelguistas, la Compañía


utilizó formas de terror: se incendiaron las viviendas de los obreros.

Víctor Colina nos dice: “...., desde allí vimos, desde la cubierta del buque
cuando se nos sacaba al escusado, la humareda de las casas que se incendiaban para
que no se asilen en ellas los que no querían inscribirse para trabajar en la Empresa”. 4

La masacre en Lobitos

El 29 de noviembre la fuerza pública masacró a los trabajadores, once muertos y


quince heridos fue el costo social de esta huelga según Jorge Basadre.

Los dirigentes de los trabajadores responsabilizaron de esta masacre al Prefecto.


En el Semanario “El Obrero Piurano” se lee: “Sr. Ramón Valle Riestra / Prefecto del
departamento de Piura / Es autoridad sin igual / de mucho juicio y prudencia / que
soluciona las huelgas / negando el pan al obrero / á los unos secuestrando / y
asesinando á los otros / Huarahuau”5

Mientras tanto, en Piura la Confederación Obrera y el Proletariado Obrero


convocaron a un mitin el cual se realizaría el 30 de noviembre, a horas 4 p.m. en la
Plaza principal. Sin embargo la Sub prefectura no autorizó esta manifestación.

En Catacaos la Sociedad de Artesanos Saenz Peña convocó también a un mitin


para ese mismo día a las 3 p.m. en la Plaza de Armas de esa localidad.

Las instituciones obreras del departamento se solidarizaron con los petroleros y


rindieron homenaje póstumo a las víctimas.

A su llegada a nuestra ciudad, el Prefecto fue objeto de una contra


manifestación al momento de descender del tren. Los manifestantes lo pifiaron y le
arrojaron piedras.

Algunos señores notables lo visitaron en desagravio, y otros recogieron firmas


con el mismo fin.

En diciembre de ese año, Víctor Colina interpuso una querella civil y criminal
contra el Prefecto Ramón Valle Riestra por abuso de autoridad y complicidad en el
asesinato de obreros indefensos, exacción e incendio de sus ranchos.

Ocho meses más tarde la Corte Suprema condenaba al ex Prefecto de Piura a


200 días de cárcel y lo inhabilitó por cuatro años a causa de los sucesos de Talara.

4
Idem Nº 201 – 17 de diciembre de 1917 pag. 4
5
Idem Nº 199 – 30 de noviembre de 1917 pag. 5

32
Anexo 2

Memorando *

“La Empresa reabrirá sus trabajos el día 29 del presente mes, para lo cual se
procederá á hacer la inscripción de los que deseen trabajar y han tenido ocupación
antes de ahora en estos asientos petrolíferos siendo entendido que volverán al trabajo
pero sin aumento alguno de salario.

La inscripción se hará en la Gobernación del Distrito, y la Empresa se reserva el


derecho de no aceptar á los que crea conveniente.

Los que no deseen inscribirse y carezcan de ocupación quedan desde luego,


notificados para ausentares de esta zona; contando para ello con la movilidad
necesaria hasta el puerto de Paita.”

Talara, 24 de Noviembre de 1917.

Carlos A. Rubio
Teniente Gobernador.

*
Fuente: El Obrero Piurano. Confederación Obrera “ Unión y Confraternidad”
Piura, 17 de Diciembre de 1917. No. 201 pág.2

33
VALDELOMAR EN PIURA

En 1910, a la edad de 22 años, el autor del Caballero Carmelo visitó por


primera vez la tierra de Grau. Ocho años más tarde, regresó a estas cálidas
tierras para dictar conferencias al pueblo piurano.

Ante la inminencia de un conflicto armado con el Ecuador en 1910, el gobierno


de Augusto B. Leguía dispuso la movilización del ejército a la frontera norte.

En Lima al igual que en el resto del país, la juventud de manera masiva y


espontánea se presentó a los cuarteles.

Pedro Abraham Valdelomar Pinto, estudiante de la Facultad de la Universidad


de San Marcos en compañía de otros condiscípulos se enrolaron en el Batallón
Universitario. Luego fue enviado a la frontera y pasó varias semanas en los vivaques
de Sullana y Zarumilla. En esa estadía El Conde de Lemus escribió las crónicas
tituladas Con la Argelina al viento, artículos publicados por el Diario de Lima, y que
la Municipalidad limeña premiara el 28 de julio de ese año.

Valdelomar fue un artista de gran sensibilidad social. Durante su visita a las


ciudades norteñas se identificó con la gente humilde y sencilla, en los auditorios de
las organizaciones obreras pronunció oraciones en homenaje a la Patria y al Trabajo.
Víctor A. Colina escribió: “El Joven Intelectual Abraham Valdelomar recorre en
propaganda patriótica el territorio de la República dando conferencias que estrechan
y vinculan las clases sociales que despiertan el sentimiento de confraternidad, que
llaman la consideración de los peruanos hacia los aborígenes, hacia los parias del
Perú, hacia los indios, cuya condición no ha mejorado aún a pesar del siglo de
independencia y que siguen todavía víctimas de la explotación y de la tiranía de los
gamonales”1

En 1918, el fundador de la revista Colónida ofreció dos conferencias en nuestra


ciudad. En el periódico El Obrero Piurano se lee: “Gran Conferencia/ El martes en la
noche tendrá lugar en el local de la Sociedad Obrera una conferencia dada por el
notable intelectual señor Abraham Valdelomar. Quedan avisados los obreros”. 2

La segunda conferencia se realizó la noche del 24 de agosto, en el Teatro


Principal. Un corresponsal de ese periódico señaló que esa noche la sala del Teatro
estaba repleta de gente de toda condición social, especialmente de trabajadores
también asistieron el Alcalde y el Prefecto.

La actuación se inició con la presentación del escritor por parte del Presidente
de la Confederación Obrera, señor Víctor A. Colina.

Aún estaba presente, en la memoria colectiva de los obreros, el recuerdo de la


masacre de 1917 en Talara. En alusión al nefasto papel que desempeñó el ex Prefecto
Ramón Valle Riestra, en esos trágicos sucesos, Valdelomar tuvo palabras de

1
“El Obrero Piurano” Nº 233 – 17 Agosto 1918. Pág. 1
Órgano de la Confederación Obrero “Unión y Confraternidad”
2
Ídem. Pág. 2

34
admiración para el Prefecto Bruno Vargas, de quien dijo que sus manos no se habían
manchado con sangre de los trabajadores.

El conferencista expuso una síntesis del proceso histórico peruano, a partir de la


independencia hasta esos días.

Refiriéndose a la infausta guerra del Pacífico, y, en clara alusión a Mariano


Ignacio Prado, Valdelomar recordó que muchos representantes de los grupos de
poder del país, fugaron vergonzosamente al extranjero. Y agregó que en los campos
de batalla casi todos los que pelearon y murieron fueron indios y obreros.

Del mismo modo, el escritor se refirió a la injusticia y discriminación que eran


objeto los trabajadores. Asimismo, mencionó el problema de la semifeudalidad y el
gamonalismo, categorías fundamentales que definían la situación social de la
población indígena en nuestro país.

El poeta finalizó su actuación con la oración a la Patria. En esa plegaria,


Valdelomar nos presenta la categoría de Patria, llena de valores sociales. Concepto
totalmente diferente a la definición desarrollada por el chauvinismo territorial.

Finalmente, el señor Colina agradeció al escritor Abraham Valdelomar en


nombre de los trabajadores el saludo enviado por los intelectuales de Lima a quienes
devolvía el gesto con igual sinceridad.

Después, el poeta fue llevado en hombros hasta el local de la Confederación


Obrera, precedido por una banda de músicos, donde fue homenajeado por la Junta
Directiva de la Sociedad.

Por esa fecha, en Catacaos, El Conde de Lemus, rindió homenaje, en nombre de


la juventud intelectual, al maestro quiteño Ciro Tito Andrade.

El 1 de septiembre de ese año los directivos de la Confederación Obrera de


Piura declararon al escritor Abraham Valdelomar Socio – Honorario.

35
LAS SUBSISTENCIAS EN PIURA EN 1919

“Está visto que la Comisión nombrada para el abaratamiento está sorda y ciega y es
por ello que ciertos comerciantes que especulan con los artículos de primera necesidad los
están subiendo un 50 por ciento más del precio de ayer. Hoy el café y la harina solo serán
artículos para los que tienen fortuna holgada”.

El Obrero Piurano. 16 agosto de 1919

La Primera Guerra Mundial originó una fuerte alza del costo de vida en nuestro
país, alza que se acentuó en los años posteriores a la guerra.

En 1919 las condiciones de vida de los sectores medios y populares llegaron a


un punto crítico.

Las Subsistencias en Piura

En mayo de ese año los diarios de la localidad daban cuenta de la escasez de los
productos de primera necesidad y de los elevados precios de estos artículos. La
población piurana criticaba la actitud indiferente de las autoridades municipales
frente este problema.

Un periodista de la ciudad de Ayabaca escribía: “Día a día se siente que los


artículos de primordial necesidad para la vida, van encareciéndose de la manera más
alarmante (...), al extremo de no comer arroz y de prescindir del té o café, puesto que
el azúcar necesaria para endulzarlos, además de estar sumamente escasa, se compra
al exorbitante precio de treinta centavos libra. De la carestía del kerosene y velas,
mejor es no decir nada, ya que habrá que optar por el uso de mechas de sebo y,
muchas familias tendrán que evadir el recibimiento de visitas por las noches”. 1

1
Diario La Industria - 7 de abril de 1919. Pag. 3

36
Por esa fecha, la libra de carne se vendía a 50 centavos, el hueso a 40 centavos,
la libra de papa a 35 centavos y una calabaza se cotizaba a 20 centavos. Las multas a
los malos comerciantes fluctuaban entre dos y cinco soles.

En el Semanario “El Obrero Piurano” se formulaba la siguiente denuncia: “La


Compañía Salinera” está expendiendo menestras a bajo precio, pero es de advertir,
que la mayor parte de ella está mezclada con otra llena de gorgojo o picada, lo que
viene a aumentar la ganancia a expensas de la clase pobre”.2

Finalizada la guerra, y ante la demanda del algodón en el mercado externo, los


hacendados redujeron la extensión de terrenos dedicados a pastos y sementeras en
sus fundos para dedicarlas exclusivamente al cultivo de este producto. Este hecho
originó un doble efecto: la consolidación del latifundio por compra o por despojo; y
por lado, ante la escasez de los productos de pan llevar se incrementaron los precios,
lo cual incidió en el proceso inflacionario.

El poder adquisitivo de la población disminuyó de manera significativa, siendo


progresivamente más precario su nivel de subsistencia.

A iniciativa del Alcalde de Piura, Julio Rodríguez se formó la guardia urbana,


ante el temor de que en nuestra ciudad se produjesen saqueos a los centros
comerciales y atentados contra la propiedad privada.

En tal virtud se acordó dividir la ciudad en cuatro sectores: norte, centro, sur y
el barrio de Castilla, determinando la zona de cada uno y los jefes responsables de
organizar las secciones respectivas en el orden siguiente: el sector norte comprendía
hasta la calle Lambayeque, cuyo jefe era F. Hilbeck y Compañía. El sector del centro
2
Confederación Obrera Unión y Confraternidad. “El Obrero Piurano” Nº 265 19 de abril 1919 Pág. 2

37
comprendía desde la calle Lambayeque hasta Ayacucho, Jefe los señores Ducan Fox y
Compañía y L. Nosiglia. El sector sur comprendía de la calle Ayacucho y su jefe N.
González y Compañía. 3

En Catacaos, el Alcalde García León, siguiendo el ejemplo de su homólogo


piurano, decidió conformar la guardia urbana. El comité ejecutivo de esta
organización estuvo integrado por los siguientes comerciantes: Ricardo Seminario y
Seminario, Juan G. Mendoza, Feliciano del Campo e Inocencio Martínez.

El 3 de octubre en Sullana, por iniciativa de la Sociedad Obrera Alfonso Ugarte


se convocó a un mitin en la Plaza Principal, más de 2000 personas asistieron a esta
manifestación y protestaron ante el Concejo Provincial por los aumentos del precio
de la carne y de los productos de primera necesidad.

3
Diario La Industria. 31 de mayo de 1919. Pag. 2 y 3

38
La huelga de 1922 en Negritos y Lagunitos.

“Negritos era un pueblo construido a la manera norteamericana; el mismo modelo


sirvió para proyectar también la ciudad de Talara. Dentro de él se daba una
marcada segregación racial. A diferencia de los Estados Unidos, en Negritos no
funcionaba la segregación con los negros sino con los cholos peruanos”

Los Pájaros Caídos.


Mario Palomino

¿Cómo se vivía en estos asientos petrolíferos?

En 1922 la explotación petrolera en esta zona estaba bajo el control de la London


Pacific Petroleum Company. La situación de los obreros era dura y penosa. La
jornada era de diez horas y los salarios miserables. Las condiciones de trabajo eran
pésimas y los accidentes de trabajo eran muy frecuentes. Además, la empresa se
burla de las disposiciones legales que beneficiaba a los trabajadores.

Se agudizaba el problema de las subsistencias. Existía monopolio de los productos


alimenticios por parte de la empresa. Los bajos salarios no eran suficientes para
cubrir las necesidades de la canasta familiar.

Las condiciones de la vivienda de los trabajadores eran infrahumanas. Las casas eran
de madera y carecían de luz eléctrica Los obreros vivían en pabellones denominados
canchones. Los campamentos obreros, con sus viviendas estrechas e insuficientes
originaban el problema de la promiscuidad. Existía un déficit de vivienda, al extremo
que a la muerte o despido de un trabajador inmediatamente esa vivienda era
ocupaba por otro obrero.

La población en edad escolar no gozaba del derecho a la educación. No existían


escuelas en estos asientos petroleros.

Además, los trabajadores eran visitados por sus familiares sólo los fines de semana.
Juan Aldana escribe:

“... los padres, hermanos y demás familiares de los trabajadores podían


ingresar a los campamentos los días Viernes por la zona de
Portachuelo, premunidos de un pase, junto con los comerciantes (...)Si
por desgracia alguno de los familiares o comerciante se quedaba
después del día Lunes en la vivienda del trabajador, éste
inmediatamente era despedido, se le embarcaba con su familia y
enseres en un carro de línea y se le botaba a la sección de Belén para
que de allí se fuera por su propios medios a Portachelo.” (1)

Los obreros y sus familiares sufrían constante los abusos y la prepotencia del
Gobernador Abel Colonna , y del Jefe de la oficina central, Enrique Colonia, hermano
de esta autoridad política.

Los hechos que motivaron la huelga.

39
Esta huelga buscaba la conquista de algunas reivindicaciones económicas y sociales
de los petroleros de estos yacimientos, fue liderada por Sinforoso Benites.

El pliego de reclamos fue redactado por el profesor Cataquense José María Calle y
Feliz Espinoza. Este documento consideraba los siguientes puntos:

1. Respeto a la soberanía nacional, y que se deje la entrada libre a todos los


peruanos a la zona petrolera.

2. Expulsión del país de mister Jhonson, gerente de la empresa..

3. Expulsión de los hermanos Colonia, Abel y Enrique, gobernador y jefe de la


oficina central, respectivamente, por ser ingratos a la clase trabajadora.

4. Abolición del monopolio de la carne.

5. Cumplimiento de las leyes sociales que benefician a los obreros.

6. Creación de centros escolares y escuelas fiscales en las distintas secciones de la


zona petrolera.

7. Abolición de las expulsiones de los trabajadores sin causa justificada y


permanencia de sus familiares en la zona.

8. Pago de indemnizaciones por tiempo se servicios.

9. Proporcionar elementos de protección a los trabajadores.

10. Aumento de salarios.

11. Respeto a las ocho horas de trabajo.

12. Se entregue a sus familiares cocinas a gas y se mejore la casa-habitación.

Uno de los hechos que desencadenaron esta medida de lucha fue la orden de
desalojo de la vivienda que habitaba la viuda e hijos del trabajador Ventura Millán.
Según los obreros esta orden fue tomada por la empresa, a través del gobernador.

Los petroleros lograron algunos puntos de este pliego de reclamos, pero los
dirigentes fueron victimas de represión por parte de la empresa y de las autoridades.

40
41
LA LEY DE CONSCRIPCIÓN VIAL EN PIURA

“Aunque esto no sea su espíritu, la conscripción vial no representa,


práctica y concretamente, otra cosa que un arma del gamonalismo…
contra el más extenso estrato social del Perú”.
José C. Mariátegui.

Piura a inicios del siglo XX

A inicios el siglo XX, las distintas zonas de esta parte del país no estaban
debidamente integradas. La insuficiente red vial impedía la articulación entre las
ciudades. El transporte resultaba una empresa sumamente difícil y peligrosa. Con
mucha frecuencia ocurrían asaltos. El bandolerismo como problema social era un
asunto no resuelto por el Estado.

Con mucha frecuencia los diarios locales publicaban notas de bienvenida o


despedida a los viajeros. De tal manera que casi medio Piura se enteraba quienes
estaban de viaje. No faltaban los que públicamente ofrecían cortésmente a sus
amistades sus servicios para realizar algún favor o gestión en la capital. Los viajeros
se dirigían a Paita por vía ferrocarril y de allí emprendían viaje a Lima a bordo de las
naves de la Compañía Peruana de Vapores. La travesía por esta ruta duraba cuatro
días.

En esa época en Piura, al igual que en otras ciudades de esta región, el proceso
de urbanización era incipiente, las urbes como tal casi no existían. La población en su
gran mayoría se encontraba dispersamente distribuida en el área rural. Las haciendas
tradicionales de la sierra no estaban articuladas al mercado regional.

En 1906 llegó el primer automóvil a Piura. Las empresas encargadas de ofertar a


los piuranos los primeros automóviles fueron dos: A.C.Shumway Cía. y la Grabam
Rowe y Co.

En 1925, José Bolívar viajó de Lima a Piura en dieciocho días. En ese mismo año
el Touring Club Peruano organizó la primera carrera por las rutas de estas dos
ciudades.

En nuestro medio, el auge algodonero coincide con la difusión del automóvil.

Un periodista de un diario local después de realizar un paseo en un Ford último


modelo, afirmaba: “Al cruzar velozmente las arenosas secciones del camino de
Catacaos, mirábamos por un lado, el blanquísimo horizonte lejano; y por otro, el
grandioso espectáculo del progreso industrial. Este se traducía en las multitudes que
laboraban pacientemente los campos, en las maquinarias, y poderosos canales de
irrigación, en los extensos y verdosos, sembríos de algodoneros, con sus amarillas
flores y sus abultados frutos, algunos de ellos abiertos, dejando ver los blancos copos
destinados a convertirse en lluvias de libras esterlinas para sus laboriosos
propietarios”1.

1
Diario La Industria – 15 de agosto de 1919. Pág. 3. Archivo Regional de Piura.

42
Esta cita hace alusión al proceso de modernización capitalista que
experimentaban las haciendas algodoneras. Modernas máquinas, infraestructuras de
riego, trabajadores y capital constituían los elementos del progreso industrial. Por esa
época, la presencia del capital inglés, a través del Banco del Perú y Londres en la
producción algodonera era evidente.

La ley vial

En su afán de modernizar la economía del país y articular las regiones, el


gobierno de Leguía, el 10 de mayo de 1920, promulgó la Ley de Conscripción Vial
N°. 4113. La ley establecía que todo los hombres de 18 a 60 años deberían trabajar
según edad, entre 6 a 12 días al año, en la construcción y reparación de caminos y
obras anexas. Se exceptuó de ello, al clero, a los militares, a los extranjeros, a los
preceptores fiscales, a los estudiantes de universidades e institutos militares, a los
nativos de Tacna y Arica y a los que podían pagar en dinero el equivalente a las
jornadas de trabajo.

En nuestra ciudad, la primera Junta Provincial de Conscripción Vial se instaló el


9 de agosto de 1921 y estuvo conformada por el Teniente Alcalde encargado de la
Alcaldía, el señor Eduardo Reusche como Presidente, el Jefe Militar Teniente Coronel
Víctor R. Bustamante y el Juez de Primera Instancia Dr. Otoniel T. Carnero. La oficina
del Registro de Conscripción Vial de esta Junta Provincial funcionaba en la calle
Arequipa 230 Altos.

Dos días más tarde, el Concejo Provincial de Piura mediante oficio disponía la
instalación de las Juntas Directivas. Es así como se constituyeron las Juntas en
Castilla, Catacaos, Yapatera, Sechura, Vice, Tambogrande, La Capilla y la Muñuela.
Estos dos últimos, años más tarde darían origen al distrito de la Unión.

En 1923 se dispone la construcción de la carretera a Chulucanas. Un año más


tarde, el camino a Huancabamba y el de Catacaos a Chulliyache.

43
Abusos e intransigencias

En Piura, la intransigencia y prepotencia de las autoridades ocasionó el


desprestigio de esta ley. Un periodista escribía: “Persecuciones, arrestos hasta de
varias semanas, roturas de libretas de servicio y los abusos más graves se han
cometido en nombre de la ley vial”2.

Los latifundistas coludidos con las autoridades encontraron en esta ley un


medio para explotar a los campesinos construyendo los caminos carreteros por sus
haciendas. En un Boletín Municipal se lee: “…, la presidencia de esta Provincial
oficiará a los hacendados de Ñomala y Huápalas, haciendas por las que va a pasar
este camino, haciéndoles un llamamiento a fin de que sus peonadas hagan la parte de
camino que corresponde a sus propiedades” 3.

Asimismo, la Junta de Conscripción Vial Provincial en sesión ordinaria acordó:


“… autorizar al señor Jefe Militar para que entendiéndose previamente con los
propietarios de las haciendas por donde deba pasar un camino, ya sea para su
construcción ó para su conservación en buen estado, se convenga en que los colonos
de esa hacienda hagan el trabajo que corresponda, excluyéndolos del servicio de
conscripción en otra parte…”4.

Los hacendados no tenían el menor escrúpulo para proveerse de la fuerza de


trabajo campesino. Se trataba de construir vías para facilitar el transporte de los
excedentes de la producción y la fuerza de trabajo campesino a los mercados de la
región.

En ciertas circunstancias no faltó la resistencia de la población a participar en


estos trabajos. Eduardo Reusche, Presidente de la Junta Provincial informaba: “Se
reunieron en la Av. Grau cerca de un centenar de conscriptos y ya se les iba a
conducir a trabajar al sitio designado cuando se produjo entonces la protesta (…)
alegando que no es camino el que va a construir sino una obra que corresponde a la
Municipalidad, según decían unos, o a la Empresa Ferrocarril de Paita según otros, y
no trabajaron”5.

En algunos casos, las Juntas Viales actuaron arbitraria y unilateralmente al


momento de trazar y construir los caminos, causando daños y perjuicios a la
propiedad privada, lo que dio lugar a denuncias judiciales por parte de los
agraviados.

En 1922, ante la crisis de la industria algodonera el gobierno dispuso que el


servicio de conscripción vial se iniciara a partir del 1 de enero del año siguiente.

Entre los meses de abril y junio de 1928 se denuncia arbitrariedades y abusos de


las Juntas Provinciales Viales de Sullana y Ayabaca contra los conscriptos.

2
Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” El Obrero Piurano N°. 501. 19 de enero de 1930. Pág. 1.
3
Concejo Provincial de Piura. Boletín Municipal. 31 de mayo de 1922. Pág. 1.
4
Idem. Boletín Municipal N°. 404. 16 de agosto de 1923. Pág. 1.
5
Idem. Boletín Municipal N°. 369. 15 de abril de 1922. Pág. 1.

44
En 1925 Piura fue duramente castigada por el fenómeno El Niño. Frente a esa
emergencia los Presidentes de la Confederación Obrera, del Proletariado Obrero y
otras Sociedades elevaron un memorial al Presidente de la República solicitando se
les exima de ese trabajo durante ese año.

Un año después de la crisis de 1929 los obreros y artesanos de la ciudad


presentaron un memorial al Dr. Víctor M. Zapata, Alcalde y Presidente de la Junta
Vial solicitando la exoneración total de las redenciones correspondiente al año
anterior. En ese documento se lee: “Actualmente la penuria económica se ha
acentuado mucho más en los elementos de trabajo, de la ciudad, como de los campos,
pues ambos demandan trabajo sin conseguirlo, y si lo consiguen están sujetos a un
mísero salario. Ante esta aflictiva situación económica, la obligación de redimir
íntegramente el año pasado, constituye una verdadera iniquidad. Por esto,
invocando los más altos sentimientos de Ud. y de la Junta de su Presidencia,
suplicamos la exoneración total de las redenciones del años pasado…”6.

La implementación de esta ley motivó movimientos campesinos, denuncias del


Patronato de la Raza Indígena, del Comité Pro Derecho Indígena y el
cuestionamiento profesional de la Conferencia Técnica Nacional de Carreteras.

Esta ley fue derogada por el piurano Luis M. Sánchez Cerro, el 31 de agosto de
1930.

6
Confederación Obrera. “Unión y Confraternidad” N°. 501. 19 de enero de 1930. Pág. 1.

45
Anexo Nº 3

Memorial que la Confederación Obrera y demás sociedades locales elevaron al


Jefe del Estado solicitando la suspensión de los trabajos viales.*

SR. PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Los abajo suscritos, personeros de las instituciones de la provincia de Piura, á


Ud. con el debido respeto decimos:

Las lluvias é inundaciones, que en varios lugares de nuestra República han


traído muchas calamidades y desgracias de consideración, en esta provincia han
producido funestos resultados que hoy nos tienen, especialmente á los obreros
sumidos en la mayor miseria y faltos de los elementos indispensables para la vida.

Ellas han arruinado nuestras casas, han acarreado multitud de epidemias que
hoy producen alarmante mortalidad, han paralizado el tráfico de trenes, trayendo la
carestía de la vida con motivo de las enormes dificultades que hay para el transporte
de los artículos de primera necesidad, ya sea de los pueblos del interior, ya de otros
lugares, y lo que es peor y más grave, han disminuido notablemente el trabajo con la
paralización de muchas industrias, lo que para nosotros es sumamente penoso y
duro. Atravesamos, señor Presidente, en la actualidad por una crisis desesperante
que es preciso salvar no solo por patriotismo, sino por humanidad, por lo cual es
indispensable que contribuyamos todos y especialmente nuestros gobernantes.

Ante tan crítica y lamentable situación, cuando la miseria, con su cortejo de


desgracias, amenaza de muerte nuestros hogares, cuando luchamos con
desesperación para conseguir el pan de cada día, cuando no contamos con la acción
protectora de ninguna persona ó institución viene la ley de Conscripción Vial a
llamarnos para el trabajo de caminos, es decir arrebatarnos de nuestros hogares
dejándolos sin sustento ni alivio, para obligarnos á los trabajos que ella demanda.
Entendemos, señor Presidente, que nuestras vidas priman sobre la obra de la Vial: En
tal concepto y convencidos de que Ud. sabe aliviar las miserias de sus gobernados,
mirar el porvenir con patriótica penetración, sin sacrificios inútiles como sería el
nuestro; venimos á suplicar que por el término de un año, suspenda los efectos de
dicha ley pues actualmente nos es del todo imposible someternos a sus disposiciones.

Entendiéndolo así, tanto el Jefe Militar Departamental, como el señor Alcalde


Provincial, Presidente de la Junta Vial, se han dirigido al gobierno solicitando se nos
redima de ese trabajo durante un año, petición á la que sumamos la nuestra en

*
Semanario El Obrero Piurano Pág. 3 Mayo de 1925. Confederación Obrera “Unión y Fraternidad”.

46
seguridad de que, por las poderosas razones que dejamos anotadas é informaciones
que Ud. tiene de la catástrofe, seremos atendidos por ser de justicia y equidad.

Piura, Mayo 4 de 1925.

ALEJANDRO LEÓN TORRES LEONIDAS VILELA


Presidente de la Confederación Presidente del Proletariado
Obrera Obrero

PEDRO ZAPATA CHIRA JOSÉ MERCEDES CHIRA


Presidente de la Sociedad Presidente de la Sociedad 24
Meléndez amigos

47
LA CONSCRIPCIÓN VIAL: ABUSOS EN CATACAOS

“La historia de la aplicación de esta ley la presenta con demasiada


evidencia como un instrumento o un motivo de expoliación de la raza
indígena”.

José C. Mariátegui.

La implantación de la Ley de Conscripción Vial ocasionó excesos y atropellos


contra la población indígena. Esta medida instauró la vieja mita colonial.

El insistente cuestionamiento a esta ley enfatizó el carácter anti indígena de esta


medida. Para muchos la conscripción vial fue un instrumento de explotación de la
población indígena, un arma del gamonalismo. Jorge Basadre la denominó mita
republicana.

Conflictos en Catacaos

La Junta de Conscripción Vial en este distrito se instaló en el mes de agosto de


1921, su primer presidente fue el alcalde N. F. Ramírez. Los primeros acuerdos de
esta Junta fueron dos: iniciar la construcción del camino carretero que conducía a
Piura y para efecto de las redenciones se fijó en un sol el jornal.

La aplicación de esta ley en Catacaos al igual que en otras zonas del país fue
motivo de muchos abusos. Para evidenciar esta aserción basta citar la denuncia
formulada por el campesino Pedro Huertas Castillo: “El gobernador don Julián
Martínez me tomó preso, poniéndome el cepo, en donde estuve a todo sol y sereno
hasta el lunes 27, que una amistad me alcanzó un plato de almuerzo. En la tarde de
este día fui sacado del cepo y maltratado a punta pies para que me comprometiera a
pagar doce soles al gobernador Correa.”1

Frecuentemente los conscriptos recibían un trato inhumano. La siguiente nota


periodística de un diario local corrobora esta afirmación: “El lunes de la presente
semana fue requerido el indígena Juan Máximo Zapata por las autoridades del
caserío Pedregal de la circuncisión de Catacaos, para que prestara sus servicios en los
trabajos viales que se realizan allí. Zapata manifestó encontrarse muy indispuesto y
suplicó que se le permitiera trabajar otro día. El Teniente Gobernador Chero y el
Comisario Ortiz, no accedieron a la súplica y el infeliz indígena fue llevado a la labor
contra su voluntad. A poco de comenzar la tarea le sobrevino un síncope, por lo que
fue conducido á la sombra de un árbol para que se repusiera, pero Zapata no daba
señales de reacción, pues todo su cuerpo estaba rígido por lo cual y en vista de su
estado se designó á cuatro conscriptos para que lo llevaran a su casa, en donde
continuó su estado comatoso hasta las 3 de la tarde hora en que dejó de existir. Hoy a
las 10 a.m. se efectuó el sepelio.”2

El cobro arbitrario por las libretas de los conscriptos era una forma de
usufructo. En diciembre de 1923 se denunciaba este tipo de delito.

1
Diario La Industria. 30 de junio de 1927. Pág. 3á. Archivo Regional de Piura.
2
Idem. 28 de enero de 1925. Pág. 3á.

48
El 26 de junio de 1927, la paz y la tranquilidad del pueblo cataquense fueron
violentamente interrumpidas cuando oficiales, guardias y personal de tropa en
estado de embriaguez allanaron domicilios y atropellaron a las autoridades y vejaron
a ciudadanos, so pretexto de conducir a los conscriptos viales de este distrito a
trabajar en el camino de la Encantada. Los cataquenses expresaron su voz de protesta
ante las autoridades piuranas y la opinión pública a través de un memorial. El
Alcalde Imaz envió un telefonema al diario “La Industria” informando sobre lo
sucedido. Por su parte, los dirigentes de la Confederación Obrera, El Proletariado
Obrero, la Sociedad Defensora Comunidad de Catacaos, y de las Sociedades “Sáenz
Peña”, San Pablo y San José responsabilizaron de estos excesos al subprefecto
Valeriano Rubio y exigieron al gobierno central su destitución. Las sociedades
obreras convocaron a un mitin en la Plaza de Armas de Piura para el domingo 6 de
mayo de 1928 para exigir la remoción de esta autoridad. Medida que no se concretó
porque la Prefectura no concedió el permiso respectivo.

A los pocos meses de estos hechos, el Mayor Víctor Abad, integrante de la Junta
Vial Provincial denunciaba al Subprefecto Rubio ante el Juez de Primera Instancia
Dr. Enrique López Albújar. La denuncia comprendía los siguientes cargos:
irregularidades en las cuentas y trabajos del camino hacia la Encantada y los sucesos
de Catacaos.

Alcalde IMAZ

49
LA CONSCRIPCIÓN VIAL EN AYABACA

“Unos no iban a trabajar la vial a Culqui por miedo a la terciana. Y


de los que regresaban, algunos venían a morir de paludismo”.

Francisco Febre.

Lo anecdótico

Hasta la segunda década del siglo pasado el viaje de Ayabaca a Sullana se


realizaba a lomo de bestia. Don Jorge Quevedo nos dice: “EL viaje de Ayabaca a
Piura duraba cuatro días o jornadas. Se salía a las siete de la mañana y se llegaba al
puente Tondopa a las tres de la tarde, esa era la primera jornada. La segunda era
hasta El Guineo, la tercera jornada era hasta Pedregal y la cuarta a Sullana. De allí
se tomaba el ferrocarril a Piura. De Sullana a Piura se empleaba tres horas. Para las
dos primeras jornadas los viajeros llevaban su fiambre. En la tercera y cuarta
jornada se comía en los tambos o posadas”.

En esos tiempos también existía el problema de la inseguridad ciudadana. El


bandolerismo como problema social era un asunto no resulto por el Estado. Don
Jorge nos comenta:

“En esa época era peligroso viajar. Había bandas de asaltantes. Para
ir a Piura la gente viajaba en caravana. Una caravana estaba
conformada por diez a quince personas”.

En 1929 arribó el primer automóvil a Ayabaca. Este vehículo era de propiedad


del Subprefecto Humberto Torres.

Un año más tarde llegaría el segundo automóvil a esta localidad. Nuestro


informante señala:
“Este vehículo ingresó a las dos de la tarde. El automóvil dio algunas
vueltas por las principales calles de la ciudad acompañando la
procesión de Santa Teresita. Luego se estacionó en la plaza principal.
Américo Merino propietario y piloto de este vehículo fue homenajeado
por las autoridades municipales. La gente, todo el pueblo celebró este
acontecimiento”.

La ley vial

En su afán de modernizar la economía del país y articular regiones, el gobierno


de Leguía, el 10 de mayo de 1920, promulgó la Ley de Conscripción Vial Nº 4113.

La Ley establecía que todos los hombres de 18 a 60 años deberían trabajar


según la edad, entre 6 a 12 días al año en la construcción y reparación de caminos y
obras anexas.

El gobierno mediante resoluciones exceptuó a los miembros del clero, a los


militares, a los bomberos, a los extranjeros y perceptores – hoy profesores-, a los
50
nativos de Tacna y Arica y a los que podían pagar en dinero el equivalente a las
jornadas de trabajo establecidas. En la práctica, por su situación económica fueron
los campesinos y los sectores más pobres los que tuvieron que trabajar por no
poder pagar dicha suma.
Para muchos historiadores la Conscripción vial fue un instrumento de
expoliación de la población indígena Jorge Basadre la denominó mita republicana.

La prepotencia y los abusos.

Los trabajos de la carretera Quiroz – Ayabaca se iniciaron en 1924 en un punto


de la hacienda San José de Quiroz. La dirección técnica de esta obra estuvo a cargo
del ingeniero Manuel Vegas Seminario.

El pregonero Amadeo Espejo era el encargado de difundir en las esquinas de las


principales calles el llamamiento de los conscriptos de la zona urbana. En los
caseríos y comunidades eran los tenientes gobernadores y la policía los responsables
de reclutar a los conscriptos.

La conscripción vial se convirtió en un arma del gamonalismo contra el


campesino. Silvestre Amaningo, ex – yanacona de la hacienda Cujaca, manifiesta:

“Los hacendados se aprovecharon de esta ley para servicio propio.


Ellos se ponían de acuerdo con el Subprefecto con el fin de que sus
colonos cumplan con dicha ley. Los abusos cometidos tanto de los
patrones como de las autoridades fue una cosa muy triste en el Perú.
Porque en todas partes se cometían abusos sobretodo en el gobierno de
Leguía fue una cosa espantosa”.

Frecuentemente la Junta Vial Provincial, conformada por el Alcalde, el Juez de


Primera Instancia y el Jefe Militar, se dejaba dominar por la prepotencia y la
arbitrariedad de los Subprefectos. Amaningo afirma:

“Se decía que tenían buenas ganancias las autoridades de aquel


entonces, porque hicieron casas con el trabajo de los conscriptos.
Como era obligación trabajar por la vial, también tenían que trabajar
en lo que les ordenaban y esto ocurrió en Ayabaca, justamente todavía
existe la casa vial”. Y luego agrega: “El Subprefecto Humberto
Torres tomaba a la gente y la mandaba a trabajar a la casa vial”.

La implementación de esta ley significó una explotación total. No solo se


aprovechaba la fuerza de trabajo del campesino sino también sus medios de trabajo.
Los campesinos de las comunidades de Marmas, Chocán y Joras en un memorial
dirigido al Presidente del Tribunal Correccional de Piura expresaban:

“…fuimos seiscientos hombres a trabajar en el sector de Quiroz a


Culqui (…) Muchos con nuestras herramientas, llevando víveres
para sostenernos durante la semana de trabajo” (1)

51
Algunas compañías que se dedicaba a la construcción de caminos mediante
contrato directo con el Estado también se beneficiaron con esta ley. En un diario
local se lee:

“El contratista Nicanor Ríos, encargado de la construcción del camino


carretero a Ayabaca – en el sector Quiroz cuenta con doce hombres de
las minas de Portovelo (Ecuador) más veinte hombres de la vial” (2)

Los conscriptos eran trasladados a sitios lejanos de sus tierras de origen, con
climas totalmente diferentes a los que estaban acostumbrados. El campesino
Francisco Febre nos relata:

“A la gente de aquí la notificaban para ir a trabajar a Culqui. Unos


venían y otros no. Unos no iban a trabajar la vial a Culqui por miedo
a la terciana. Y de los que regresaban, algunos venían a morir de
paludismo”.

La implementación de esta ley motivó los reclamos y las protestas de los


campesinos de esa provincia. En 1924 los comuneros de Marmas y Chocán
denunciaban al Presidente de la Junta Vial por los abusos y atropellos que se
cometían contra los campesinos.

Esta Ley fue derogada por Luis M. Sánchez Cerro, el 31 de agosto de 1930.

_____________________________
CITAS
(1) Diario La Industria – 30 de septiembre de 1925. pág. 3.
(2) Idem. 2 de Octubre de 1929. pág. 3.

52
LA LEY DE VAGANCIA EN AYABACA

“… el que no tenía la libreta de ocupación lo acusaban de abigeo y era


castigado con cárcel”.
Silvestre Amaningo.

Durante el Oncenio de Augusto B. Leguía se promulgó la Ley de vagancia


cuya finalidad práctica fue el aprovechamiento gratuito de la fuerza de trabajo de los
sectores sociales más pobres de la población, especialmente del campo.
Una Ley contra los pobres.

En enero de 1924 fue promulgada la Ley Nº 4891.- Ley de vagancia.

El artículo 1º de esta ley señalaba: “Vago es todo individuo que, careciendo de


bienes y rentas, no ejerce profesión, arte ni oficio; ni tiene empleo, destino, industria,
ocupación lícita, ni otro medio legítimo ni conocido de subsistencia…” (1)

Las personas acusadas de vagos eran arrestadas por treinta a sesenta días,
durante ese tiempo eran ocupadas en alguna obra pública.

El “vago” era sometido a trabajos forzados, a confinamiento o segregación


indefinida, y a deportación inapelable y definitiva.

La policía era la encargada de aplicar esta ley.

Esta norma legal negaba a las personas acusadas de vagancia, todo derecho, y
toda garantía. Ningún “vago” extranjero o nacional podía utilizar en su favor el
recurso de habeas corpus contra los arrestos, expulsiones o trabajo, que, respecto de
ellos decretasen las autoridades policiales.

Los hacendados, comerciantes y autoridades utilizaron para beneficio propio


esta ley. Esta norma legal les facultaba firmar y sellar gratuitamente las libretas de
ocupación. En la práctica, frecuentemente, condicionaban el cumplimiento de esta
obligación, a la prestación de trabajo o servicio que arbitrariamente imponían a los
campesinos.

Los gamonales utilizaron esta ley para acosar y reprimir a los dirigentes
campesinos. En 1935, Sinforoso Benites fue acusado de vago y recluido durante un
año en el penal El Sexto.

Los abusos de ayer en la memoria de hoy

La ley de represión de la vagancia es recordada por los campesinos como la


ley de ocupación. Sobre el particular don Jorge Quevedo Rentaría, maestro de
muchas generaciones de ayabaquinos nos dice:

“Había una ley de la ocupación que consistía en que todas las


personas deberían empadronarse para ver cual era su ocupación. Esta
ley se dio en la época de Leguía”

53
Muchos comuneros recuerdan el uso obligatorio de la libreta de ocupación.
Uno de ellos, don Silvestre Amaningo ex – dirigente de los yanaconas de la hacienda
de Cujaca, manifiesta:

“A los campesinos les dieron una libreta de ocupación. En esta


libreta se escribía en que oficio trabajaba Ud. La autoridad política
de la provincia y el hacendado le tenían que firmar la libreta. Era
obligatorio como quien tenía la libreta electoral. El que no tenía la
libreta de ocupación lo acusaban de abigeo y era castigado con cárcel”

El testimonio de Francisco Febre nos refiere:

“Todo ciudadano tenía su libreta de ocupación. Esta libreta era


firmada por el Sub prefecto y el hacendado. A todos los ciudadanos se
les exigió portar su libreta de ocupación, y al que no tenía su libreta
lo consideraban como vago. Todo el mundo cargaba su libreta de
ocupación”

El acusado de vagancia era sometido por la autoridad policial a un proceso


sumario, en el cual se le privaba de la más elemental defensa:

“La policía lo detenía, le hacía su atestado policial, se le lleva a la


cárcel y se disponía en que obra tenía que trabajar”

Mediante esta ley:

“Se realizaron algunas obras públicas y particulares (sic). Se


empedraron algunas calles. El mismo sub prefecto se encargó de hacer
cumplir los trabajos”

En la memoria colectiva del campesinado ayabaquino, están presentes aún los


recuerdos ingratos de los abusos y explotación que cometieron las autoridades y
hacendados con la aplicación de esta ley.

Amaningo, antiguo militante del Partido Socialista y amigo de Sinforoso


Benites afirma:

“En esos tiempos existía mucha injusticia. El campesino era


considerado como una bestia de carga. Había mucha explotación. El
salario que ganaban los campesinos que eran obligados a trabajar en
las obras públicas, en condición de vagos era de veinte centavos”.

La Ley de vagancia, promulgada con la supuesta finalidad de solucionar el


problema de la ociosidad, fue utilizada en la práctica como una buena excusa para
aprovechar gratuitamente la fuerza de trabajo de la población más pobre del país,
especialmente del campesino.

NOTAS:
(1) Ley Nº 4891 Represión de la vagancia

54
La periodista Ángela Ramos realizó una campaña contra esta ley, argumentando que esta norma
legal tenía un carácter discriminatorio: no se sancionaba al “ocioso” de los sectores pudientes. EL
subrayado es nuestro.

El BANDOLERISMO EN PIURA.

El palenque fue una aldea o asentamiento de población cimarrona.

55
Una de las primeras manifestaciones de cimarronaje en el Perú ocurrió en Piura entre 1544 –
1548, esto sucedió en el marco de la rebelión de los encomenderos contra la corona. En esa
oportunidad los negros cimarrones establecieron un palenque a las afueras de la ciudad.

Se tiene información que los cimarrones de Piura constituyeron familias uniéndose a mujeres
indígenas.
El cimarronaje, forma defensiva de los dominados durante el virreinato, es considerado como
una manifestación del bandolerismo social. El historiador Alberto Flores Galindo sostiene que
el bandolerismo en cierta medida, era funcional a la sociedad colonial. No atacaba a los
centros de poder, ni a los mecanismos de extracción. El bandolerismo no llegó a unirse con
ningún movimiento de masas, era esencialmente reformista; en el mejor de los casos se
limitaba a castigar o a sancionar a los ricos, pero no buscaba su abolición como clase. (1)
En el Perú, el bandolerismo más fuerte está después del siglo XVIII, muy activo desde la
guerra de la Independencia (1820 -1824), las primeras décadas republicanas y con intensidad
a fines del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX:
A inicios de la república una de las tareas del ejército fue combatir a los bandoleros.
En 1836, el bandolero León Escobar ingreso a la ciudad de Lima y saqueó el domicilio del
Arzobispado y establecimientos comerciales. Los militares establecieron el orden y el General
Vidal ante la presencia de 10 mil personas fusiló a este temible bandido.
Otro bandolero que asoló la Ciudad de los Reyes en la década de los cuarenta del siglo XIX
fue Pedro León.
Alberto Flores Galindo escribe:
“El bandolerismo y las montoneras fueron manifestaciones elementales
de la anarquía política y del malestar social…Es preciso comprender
que el bandolerismo puede ser una forma de protesta social, aunque
espontánea y poco efectiva, y no sólo un medio desesperado de
subsistencia.” (2)

El bandolerismo es un problema social, cuyas causas responde esencialmente a la injusticia,


la pobreza, la explotación y el abuso. Otras causas que lo originan, son la corrupción política,
judicial y eclesial y la presencia frágil del Estado,.
En 1868, el bandolero Sambambé participó en las montoneras de Morropón. En ese año este
bandido tomó los pueblos de Sullana, Paita y Piura.
Después de la guerra con Chile el bandolerismo recrudeció. Wilfredo Kapsoli señala:
“ Las atormentadas clases dirigentes tuvieron que sumar a sus vigilias el
problema del bandolerismo, las revueltas y los levantamientos

56
populares”.(3)

Algunos bandoleros participaron en las montoneras e intervinieron en la guerra civil. Así


tenemos, que Isidro Villar y Pasión López apoyaron a Nicolás de Piérola, Carmen Domador,
participó en las montoneras de Cáceres.
A inicios del siglo XX, el bandolero Luis Pardo tuvo un importante protagonismo en la sierra
central del país.
En Piura, durante la segunda década del siglo pasado el bandolerismo fue un problema que
preocupaba de manera especial a los comerciantes y a los terratenientes. Una nota de prensa
del semanario El Obrero Piurano a la letra decía:
“Los despoblados de la provincia encuéntrense infestados por partidas de
bandoleros que están cometiendo toda clase de fechorías con los
comerciantes, lo que tiene en alarma al comercio… “ (4)

Refiriéndose a la preocupación de Walter Ostendorf, Presidente de la Cámara de Comercio de


Piura, don Jorge Moscol Urbina escribía:
“Dos metas preocuparon al señor Ostendof, una que se arreglara el
tránsito al interior, pues había mucho bandolero y la Comisaría de
Cruz de Caña había sido suprimida.” (5)
Durante la segunda y tercera décadas del siglo pasado, la prensa local con mucha frecuencia
daba cuenta de los continuos asaltos y asesinatos que se cometían en los caminos de
Morropón, Chulucanas, Sullana y de la serranía y exigían a la Prefectura la solución a este
problema. José Antonio o Manuel Antonio Figueroa, conocido en el mundo del bandolerismo
como Pajarito y Froilán Alama, alcanzaron triste fama.
En nuestro departamento, este problema social fue exterminado en la tercera década del siglo
XX.
Durante el gobierno de Augusto B. Leguía el bandolerismo tuvo motivaciones políticas, tal
como ocurrió en Cajamarca, donde algunos gamonales se disputaban el poder de la zona. Ante
la ausencia del Estado en la región ciertos terratenientes apoyados por los bandoleros
impusieron su voluntad política. El principal cabecilla de este enfrentamiento entre el
gamonalismo serrano y el poder central fue el terrateniente Eleodoro Benel, hacendado con
gran representatividad en el lugar, quien reunió a un grupo de bandidos y sembró terror en las
provincias de Chota, Cutervo y Jaén.
El 4 de enero de 1927, el grupo integrado por la guardia civil, la gendarmería y el ejército al
mando del coronel Antenor Herrera logró derrotar a las tropas de Benel.

57
_________________________________

(1) FLORES GALINDO, Alberto. Aristocracia y plebe.


(2) FLORES GALINDO, Alberto. Militarismo y la dominación británica 1825-
1845 En: Nueva Historia General del Perú. Pág. 116.
(3) KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. El Perú en una coyuntura de crisis 1879-
1883. En; La Guerra del Pacífico. Volumen I
(4) Confederación Obrera de Piura. El Obrero Piurano. N°204.
5 de enero de 1918. Pág.3.
(5) MOSCOL URBINA, Jorge. 100 años conquistando el desierto.
Pág. 217.

58
CIUDADANOS AL SERVICIO DE LOS SEÑORES

“...eran pocos los que tenían libreta, pero todos estaban al mando del patrón, él les
ordenaba cual era candidato que debían apoyar’’
Jorge Quevedo Rentaría. Ayabaca

La historia de la ciudadanía en el sector del campesinado de los pueblos de la


cuenca binacional de Catamayo Chira presenta las mismas particularidades.

La economía pre – capitalista, el gamonalismo y los privilegios coloniales


(latifundios, diezmos y primicias) obstaculizaron el desarrollo de la ciudadanía en el
campesinado de los pueblos de la cuenca de Catamayo – Chira.

Un poco de historia:

Las instituciones políticas – la división de poderes, el Parlamento representativo


y la ciudadanía – que se instauraron con la república tanto en el Perú como en
Ecuador fueron creadas por imitación, no surgieron como resultado de un proceso
de modernización económica, social y política.

En estos países, estas instituciones coexistieron con una sociedad de señores,


siervos y esclavos y con una economía agraria pre – capitalista. En consecuencia, se
construyeron dos Repúblicas sin ciudadanos.

En la década de los cincuenta del siglo XIX los Estados de estos dos países
decretaron la libertad de esclavos. Pero conservaron hasta la década del siglo
pasado una estructura agraria que se desarrolló bajo las relaciones entre el latifundio
y minifundio

La historia republicana de estos dos pueblos ha comprobado fehacientemente


que el régimen de propiedad de la tierra determinó el sistema político y
administrativo de estas dos naciones. También nos ha demostrado que no es posible
desarrollar instituciones democráticas ni liberales en una sociedad semifeudal.

En esa perspectiva, las Constituciones Políticas vigentes hasta la primera mitad


del siglo XX en estos dos países fueron suficientemente ambiguas como para negar la
ciudadanía a los campesinos, Éstas presentaban restricciones que impidieron la
participación política (no se concedió el voto a los analfabetos) a este sector social.
Además no hubo apertura del Estado con respecto a los derechos sociales.

Como si esto fuera poco, el gamonalismo invalidó toda Ley orientada a


proteger al campesinado.

El sistema de la hacienda tradicional predominante en esta zona * estigmatizó el


origen de la ciudadanía en la población campesina. Expliquemos esta historia que
transcurrió entre las décadas de los cuarenta y sesenta del siglo pasado.

Como siervos.

59
El yanaconaje en el Perú y el arrimazgo en el Ecuador fueron formas de
opresión del sistema de servidumbre a través del cual se materializó la
simifeudalidad.

El rasgo esencial de las relaciones semifeudales consiste en el pago de la renta


de la tierra mediante la fuerza de trabajo o, lo que es lo mismo, mediante la renta de
trabajo. Es decir, que mientras el hacendado entregaba al campesino una parcela, la
más improductiva, usualmente, el yanacona o el arrimado debía pagar a cambio de
ella, con su prestación personal y la de su familia.

A este trabajo que se le denominaba obligación, era percibido por los


campesinos como:

“.... una especie de propiedad sobre las personas, como una modalidad
de la esclavitud que ellos – los patrones – imponían, nos obligaban a
trabajar como peones, pero éramos como animales...” Manuel
Guerrero Amaluza. Ecuador.

“...una esclavitud. Porque estábamos bajo el yugo del hacendado,


estábamos al mando de él, para todo era trabajo...” Raúl Ramírez
Ruiz – Pampa Larga – Suyo.

Sobre estas relaciones de producción se establecieron relaciones de


subordinación. Desde una reverencia sumisa para los patrones, prácticas feudales
(desalojos y quemas de casas de los arrimados y yanaconas) hasta costumbres
esclavistas.
Sobre esto último, Gonzalo Rojas Rojas – ex arrimado de la hacienda de Santa Ana –
del cantón de Calvas – nos dice:

“Y por acá abajo, por este lado de Usaime por ahí decían que habían
marcado a uno al cachete, con marca de hierro para ganado ¿Por qué?
Digo, para tenerlos seguros, para ser como animales, dueño de patrón
de la gente....”.

El cepo vestigio colonial, heredado por los hacendados, fue un instrumento de


tortura que muchos campesinos aun recuerdan con cierta amargura. He aquí
algunos testimonios:

“En la hacienda Bellavista existió el cepo. Los patrones castigaban a


los peones cuando no cumplían con las obligaciones. Los patrones
pedían ayuda a la justicia, les daban una orden, les amarraban con
una soga de las manos y los llevaban a un cuarto, los tenían
amarrados y los castigaban” Arturo Calderón ex – arrimado de la
hacienda Los Romeros – Zapatillo.

“El patrón era bravo, nos regañaba porque no trabajábamos bonito.


Nos castigaba, nos ponía en el cepo” Arturo Jiménez Gaona, ex
yanacona de la hacienda Samanga – Ayabaca.

60
Los diezmos y las primicias fueron cargas feudales que graban la producción
de los campesinos una proporción de diez a una y de siete a una, respectivamente.
Lo difícil que resultaba hacer efectiva su recaudación obligó a los sacerdotes
arriendar a particulares su cobró.

Ventura Jiménez ex - arrimado de la hacienda de Jimbura – Amaluza – afirma:

“Los diezmos y las primicias siempre se han pagado en esta zona. De


cada diez uno, de cada siete una arroba de lo que se producía. El cura
vendía a particulares, entre ellos a los hermanos Teófilo y César
Girón”.

Otro Testimonio:
“Antes se pagaba el diezmo y la primicia, se daba su arroba de
granos, maíz, arveja, o algún animalito, el cura los vendía y
comenzaban a recoger desde el mes de Julio en tiempo de la cosecha”.
José Toledo – Pampa Larga.

La aplicación de la ley vial tanto en el Perú como en el Ecuador – ocasionó


exceso y atropellos contra la población campesina. Carlos Suárez, ex – arrimador de
la hacienda La Guatara del Cantón de Zapotillo, manifiesta:

“La vial era de que había que pagar una semana de trabajo. Yo
recuerdo que mi papá me mando a trabajar a la vial en esa parte de La
Arama , por esos caminos por ahí nadie le daba agua, teníamos que
llevar nuestra comida. Las personas que no querían ir a trabajar lo
mandaban a la cárcel”.

Otro testimonio:
‘’A la gente de aquí la notificaban para ir a trabajar a Culqui. Unos
venían y otros no. Unos no iban a trabajar la vial a Culqui. Por medio
a la terciana. Y de los regresaban, algunos venían a morir de
paludismo’’ Francisco Febre. Ayabaca.

En la década de los cuarenta del siglo pasado en las haciendas de la provincia


de Ayabaca se generó un conflicto entre propietarios y yanaconas. Los campesinos
asesorados por Hildebrando Castro Pozo y Sinforoso Benites lograron algunas
reivindicaciones sociales.

Dos décadas más tarde, en la provincia de Loja, los arrimados agobiados por la
pobreza y la sequía tomaron las tierras de las haciendas. En esas acciones el 2 de Julio
de 1968, en la hacienda Santa Ana, mueren ocho arrimados entre ellos la campesina
Agripina Berrú.

Posteriormente, en ambos países los procesos de reforma agraria modifico la


estructura económica y con ello se originó algunos cambios sociales que influyeron
favorablemente en el desarrollo de la ciudadanía en el sector del campesinado.

61
62
EL IMPUESTO A LA CHICHA Y LA PROTESTA DE LAS CHICHERAS

Un poco de historia

El impuesto a este producto decretado por el régimen de Leguía resultaba no


tan singular en la medida que anteriormente los municipios aplicaban este tributo.

A inicios del siglo XX un periódico local publicaba un aviso municipal en el que


el Alcalde convocaba a los postores en subasta pública el arrendamiento de la
recaudación del impuesto a la chicha1.

En enero de 1918, el Concejo Provincial de Piura mediante Decreto Municipal


prohibía la venta de chicha los días sábado y domingo. Esta medida originó la
protesta de las chicheras. En un semanario local se lee: “Hoy se ha llevado a cabo en
la plazuela Merino una enérgica protesta de parte de las expendedoras de chicha en
la ciudad, por considerar lesivo para los intereses de la clase pobre a quienes se les
quita ganar el sustento de sus familias en los días sábado y domingo que se prohíbe
la venta.”2

El impuesto a la chicha

El 25 de enero de 1924 el gobierno de A. B. Leguía mediante Ley N°. 4901 gravó


con un impuesto a la chicha elaborada en nuestro departamento. El impuesto
señalado era de 50 centavos por cada botija de setenta y dos litros. Esta tasa se
incrementó a setenta y cinco centavos el 1 de enero de 1926.

El impuesto era recaudado por las municipalidades en sus respectivas


jurisdicciones. Estas instituciones percibían el treinta por ciento de los fondos
obtenidos y el setenta por ciento restante era entregado al Colegio San Miguel.

Para materializar la recaudación de este impuesto el 30 de abril de 1926, el


Concejo Provincial de Piura nombró a don Ruperto Garcés Albán como recaudador
de este tributo, designándole como remuneración el 15% del producto recaudado,
este trabajador renunció a los pocos meses.

Con la finalidad de recaudar eficientemente este impuesto el Concejo Provincial


de Piura en el mes de septiembre de ese año encargó a la Compañía Recaudadora de
impuestos, el cobro de esta tributación.

La recaudación de este tributo motivó algunas reacciones entre las chicheras y


autoridades. Por el cual el cobro de este gravamen fue intermitente debido a la
resistencia de las chicheras. Y ante la negativa de las “industriales”, las autoridades
municipales solicitaban a la Prefectura el apoyo de la gendarmería.

1
La Nueva Era. Semanario Político, Literario y Noticioso. 22 de abril de 1901. Pág. 4. Archivo
Regional. Piura.
2
Confederación Obrera “Unión y Confraternidad”. El Obrero Piurano N° 205. 12 de enero de 1918.
Pág. 2.

63
Mientras esto sucedía, don Francisco Pérez Rosas, director del Colegio San
Miguel, exigía por escrito al alcalde provincial adoptar las medidas convenientes
para efectivizar la recaudación de este impuesto3.
La implantación de la ley incentivó al gremio de las chicheras a realizar dos
movilizaciones de protesta. Un diario local de esa época publicaba: “Chicheras en
movimiento. Ayer como hoy numerosos grupos de chicheras se han acercado a las
oficinas de la Municipalidad y la Prefectura, con el objeto de protestar por el nuevo
impuesto a la chicha S 1-léase-un sol-por botija que en conformidad con la ley debe
cobrarse a este artículo. El grupo de hoy que llegaba a 81 pertenecientes la mayor
parte a Castilla, y el resto al barrio 24 de julio de esta ciudad, se acercó después de las
4 de la tarde donde el señor Prefecto, con el objeto de presentarle el memorial
respectivo”4.

Las chicheras fundamentaban su petición con los siguientes argumentos: a) el


gravamen de un sol resultaba oneroso para el paupérrimo gremio; y b) en los dos
últimos años se han presentado en nuestro departamento fuertes lluvias, que han
malogrado los terrenos, en unos casos, y desaparecido los sembríos en otros.

El Prefecto, Coronel Enrique Ruíz, informó de estos hechos al Ministro de


Estado y sugirió gestionar la suspensión de este impuesto o cuando menos rebajar la
tasa de gravamen a este producto 5. Además solicitó a Don Nicolás Gonzáles, Alcalde
Provincial interponga sus buenos oficios para que se modifique la resolución de ese
Concejo en lo referente a la ley 4901.

3
Colegio San Miguel. Oficio N°. 92 del 10 de agosto de 1926. Archivo Concejo Provincial de Piura.
4
Diario “La Industria”. 1 de mayo de 1926. Pág. 3. Archivo Regional Piura.
5
Prefectura de Piura. Oficio N° 48 del 1 de mayo de 1926 en Diario “La Industria”, 02 de mayo de 1926. Pág. 3.
Archivo regional de Piura.

64
Hay que destacar que por un lado, las dos instancias gubernamentales
denegaron la petición de las chicheras; mientras que por otro lado el gobierno central
exoneraba temporalmente el pago del impuesto a los exportadores de azúcar.

Posteriormente, el 2 de febrero de 1927, el Concejo Provincial decreta que las


chicheras deberían declarar en tesorería de la municipalidad la cantidad de chicha
elaborada y el día en que se iniciaba la venta de este producto. Se estableció como
multa el doble del impuesto dejado de pagar a las chicheras que se negaban a
declarar. Esta medida era efectivizada coactivamente.

Nuevamente el 7 y el 15 de abril de 1931, la Dirección General de Hacienda,


declara improcedente las solicitudes de los gremios de las chicheras de Catacaos y La
Arena para que se derogue la Ley 4901.

A partir de 1932 hasta 1939, los Concejos Municipales adjudicaban el impuesto


a la chicha, a los ciudadanos a través de la modalidad de remate. Esta forma de
recaudación estuvo acompañada por ciertos conflictos, no faltaron las denuncias
contra algunos hacendados, acusados por delito de exacción6.

En las haciendas de Bigote, Salitral, Serrán, el Ala y el Chanro, se exigía la


contribución de la “gallina chichera”. El hacendado de Simirís cobraba dos soles,
pago que se realizaba por adelantado y en Pedregal. El hacendado usufructuaba la
fuerza de trabajo de las chicheras en el cumplimiento de tareas domésticas en la casa
hacienda.
En enero de 1936, el gobierno reglamentó la elaboración y venta de la chicha.

El 15 de agosto de 1939, el Régimen del General Oscar Benavides promulgó la


Ley 8919. Con esta disposición legal se encargaba a la Caja de Depósitos y
Consignaciones la recaudación del impuesto a la chicha. Esta institución debería
entregar a los Municipios el treinta por ciento del producto recaudado y el 70%
restante al Colegio San Miguel.

En 1947, el dirigente campesino Sinforoso Benites reorganizó el sindicato de


chicheras en Chulucanas7.

El impuesto a la chicha tuvo vigencia hasta la década de los sesenta. En la


década siguiente se cobró este tributo bajo el concepto de sisa. Actualmente las
picanterías están sujetas al pago de licencia y las vendedoras informales a la cobranza
del puesto ambulatorio.

Durante la época Republicana, los distintos gobiernos subvencionaron, en cierta


medida los gastos de las instituciones del Estado y los servicios públicos, agravando
con impuestos a los sectores sociales de escasos ingresos económicos, exonerando en
determinadas circunstancias a los grupos pudientes de sus responsabilidades
tributarias. Esto ocurrió en momentos de relativa estabilidad social o en épocas de
crisis- como ocurrió durante la guerra con Chile.

6
Concejo Provincial de Piura. Oficio N° 1023 del 17 de mayo de 1933. Archivo Regional Piura.
7
“El Pueblo”. Piura, 9 de agosto de 1947.

65
En 1936 en nuestro departamento se estableció también el impuesto al gremio
de lustradores de calzado. Mientras que en otras regiones del país se agravó con un
impuesto a la chancaca y al guarapo. Si en Piura esta medida motivó una resistencia
y protesta pacífica, en algunos pueblos de la sierra las movilizaciones indígenas
tuvieron un carácter violento, tal como sucedió en Yanahuara, provincia de Caraz, en
febrero de 1924. En ambos casos se incentivó a la polarización social.

Debemos indicar que estas protestas sociales tuvieron un carácter local, pues no
alcanzaron una articulación orgánica a nivel regional ni mucho menos nacional.

66
Anexo 6

LEY N°. 4901. IMPUESTO A LA CHICHA

El Presidente de la República

Por cuanto:

El Congreso de la República Peruana ha dado la ley siguiente:

Artículo 1: Crease un impuesto de cincuenta centavos por cada botija de setenta y


dos litros de chicha que se elabore en el departamento de Piura. Esta tasa se
aumentará á setenta y cinco centavos desde el 1° de enero de 1925 y a un sol plata
desde el 1° de enero de 1926.

Artículo 2: Este impuesto será recaudado por las Municipalidades del mencionado
departamento en sus respectivas jurisdicciones, debiendo percibir dichas
instituciones el treinta por ciento del producto que se obtenga y entregar el setenta
por ciento restante al Colegio San Miguel de Piura.

Comunique al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento.

Dado en la Sala de Sesiones del Congreso en Lima, a los veinticinco días del mes de
enero de mil novecientos veinticuatro.

Guillermo Rey Presidente del Senado.


F. A. Mariátegui Presidente de la Cámara de Diputados.
R. C. Espinoza Senador Secretario.

67
LA CONSCRIPCION MILITAR EN PIURA

“Los jóvenes conscriptos o “enrolados”que se iban para no volver eran


seguramente desgraciados”
César Vallejo.

Transcurrían los primeros años de la República Aristocrática cuando el


gobierno de Nicolás de Piérola promulgó el 27 de septiembre de 1898 la Ley de la
Conscripción Militar.

En el debate de esta ley y en alusión a la discriminación social que caracteriza a


la historia de nuestro país, el senador J. Emilio Luna sostenía que para el servicio de
las armas por lo general se llama a los más desvalidos, a los que no tienen posición
social o no tienen recomendaciones.

Tres décadas más tarde, durante el gobierno de Leguía, José María Arguedas
tuvo la oportunidad de contemplar por primera vez en Lima un desfile militar . Al
percatarse de los rasgos étnicos que caracterizaba al personal de tropa , el escritor
señaló : “Ni un solo hombre de los que llamamos blanco, “blanquiñoso” no
únicamente por el color de la piel, sino por tantos otros detalles, desfiló en la tropa
.La tropa, toda, soldado a soldado eran indios o negros.”1

Razón suficiente para que el tema del Servicio Militar se convierta en un


tópico de la crítica progresista en nuestro medio.

En la segunda década del siglo pasado los diarios locales, con mucha
frecuencia informaban a la comunidad piurana sobre los hechos relacionados con la
vida militar.

Anualmente se realizaba en la Plaza de Armas el sorteo de los jóvenes que eran


enrolados al Ejercito, para tal fin, se conformaba la Junta Conscriptora Militar , que
estaba integrada por el Subprefecto ,quien la presidía , el Juez de Primera Instancia,
el Jefe Militar y un vecino notable.

Asimismo la prensa escrita daba cuenta de los ejercicios dominicales que


realizaban los movilizables, aquellos jóvenes que realizaban el Servicio Militar
Obligatorio no acuartelado. En un diario local de esa época se lee: “Al ejercicio
dominical de ayer concurrieron 130 movilizables. La relación de los inasistentes ha
sido enviada a la Intendencia a fin de que se les persiga y castigue conforme lo
preceptúa la ley y el reglamento respectivo.”2

Literatura y realidad
Y de pronto, los conscriptos perdían de golpe toda esperanza e interés por la
vida.

César Vallejo escribía: “La comitiva arrancó. Tomó la delantera, el sargento al


trote. Luego, un gendarme, con el otro conscripto, Isidoro Yépez, a pie y atado a su
mula. Y luego, otro gendarme, y, junto a él, Braulio Conchucos, también a pie y atado
1
Carta al Ejército Peruano documento literario escrito por José María Arguedas en julio de 1969.
2
Diario La Industria. 25 de mayo de 1925. pág. 3 a.

68
a su cabalgadura. Un jalón repentino y brutal tiró de la cintura a Braulio, que habría
caído al suelo de no ir amarrado estrechamente al pescuezo de la bestia y Braulio
empezó a correr al paso acelerado de las mulas.”3

Esta forma literaria de recrear la realidad de los yanaconas enrolados al Servicio


Militar se transforma en algo real en la afirmación del corresponsal del diario La
Industria en la localidad de Tambogrande cuando señala: “Ayer han llegado a esta
ciudad procedentes de Ayavaca los conscriptos de esta provincia...,vienen en estado
calamitoso pues se ha tenido la inhumanidad de traerlos a pie y así seguirán hasta
Piura, hoy en la tarde, cumpliendo orden expresa recibida de las autoridades de esa
capital. El mal estado de los pies de varios de ellos á consecuencia de la caminata, es
tal que habría sido más racional a postergar el viaje por unos días más o conseguir
que lo hicieran en cabalgaduras... Tampoco traen un centavo de manera que les ha
sido difícil y así casi imposible á algunos de ellos atender a su subsistencia”. 4

La situación de los conscriptos de los pueblos de la serranía piurana no difiere


en absoluto de la condición infrahumana a la que eran sometidos los yanaconas
enrolados de los cuales hace referencia Vallejo en su obra: El Tungsteno.

En la historia republicana la conscripción militar se convirtió en un


instrumento de dominación, debido a las formas compulsorias y abusivas que
revistió. Frecuentemente los conscriptos eran victimas de la extorsión por parte de
los gobernadores y gendarmes.

La conscripción militar ha sido un abuso contra el campesinado. Por esta razón


es que los campesinos en tiempo de leva o reclutamiento, fugaban y buscaban
refugio en los lugares más inaccesibles, a fin de escapar de los gendarmes y
autoridades.

Frecuentemente los gobernadores extorsionaban a los familiares de los


conscriptos, con el cobro de cupos para evitar el enrolamiento.

En 1909, los comuneros de Chalaco denunciaron a Juan López García,


gobernador de ese distrito por cobros excesivos para liberar a los conscriptos. En 5
1934 en Pacaipampa, el gobernador, Manuel Calle Ortega fue acusado de cobrar
entre 10 y 50 soles para no enviar a los conscriptos.6

La Constitución de 1920 nominalmente reconocía a los conscriptos sus


derechos civiles pero la realidad social y la práctica cotidiana se los negaban. En esa
época, al igual que en nuestros días, tenía plena vigencia lo que Alberto Flores
Galindo ha denominado “una república sin ciudadanos”.

3
César Vallejo Mendoza El Tungsteno pág. 112
4
Diario La Industria 4 de junio de 1919 pág. 3.
5
ADP. CSJA. Adm. 354 sn. 1909
6
ADP. CSJA. Adm.360 sn. 1934

69
LA CRISIS DE 1929 EN PIURA

Una de las crisis más profundas y agudas que registra la historia del
capitalismo fue aquella que ocurrió entre los años 1928 y 1933.

La crisis capitalista se caracterizó por la superproducción de mercancías que no


encontraban mercados, el brusco descenso de precios, la aguda escasez de medios de
pago y la bancarrota bursátil que provocó la quiebra de miles de empresas y de
bancos, el descenso vertical de la producción y el despido masivo de trabajadores así
como la reducción de salarios.

El 24 de octubre de 1929, 16 millones de títulos (acciones, bonos, etc)


lanzados a bajo precios en la Bolsa de Nueva York se quedaron sin vender. El pánico
se propaló con rapidez entre los capitalistas, se cerraron los créditos bancarios y las
quiebras financieras se dejaron sentir en los E.E.U.U. y en los demás países
capitalistas.

La crisis y sus efectos en el Perú

Durante el Oncenio de Leguía se acentuó la presencia hegemónica de la


inversión norteamericana en nuestro país. Nuestra economía descansaba en gran
medida en las inversiones, préstamos y transacciones comerciales realizadas por los
países capitalistas.

El carácter dependiente de nuestra sociedad frente a estas potencias la hacía


vulnerable a los cambios de la economía mundial.

Pronto se dejaron sentir las severas repercusiones de esta crisis en nuestro país:
disminuyeron los créditos e inversiones extranjeras, bajó drásticamente los precios de
nuestros productos de exportación, disminuyeron o paralizaron las actividades
productivas de las diversas empresas mineras, petroleras y agrícolas controladas por
el capital extranjero.

Los efectos de esta crisis en los sectores populares se manifestó en la


desocupación, la reducción de sueldos y salarios, lo cual originó las huelgas y el auge
de movimientos sociales.

Los sectores medios, además de pequeños y medianos propietarios vieron


disminuir sus ingresos y arruinar sus empresas.

Esta crisis desencadenó una crisis política. En Arequipa, Luis Sánchez Cerro
lideró la rebelión contra el dictador Leguía, aperturando lo que Jorge Basadre
denominaría el Tercer Militarismo.

En su afán de paliar los efectos de esta crisis el gobierno decretó algunas


medidas, entre éstas tenemos: la instalación de las Juntas Departamentales y las
contribuciones Pro- Desocupados, la creación de una serie de impuestos y se redujo
las inversiones destinadas a las obras públicas.

70
Piura en los tiempos de la crisis

Piura a fines de la década del 20 del siglo XX era un departamento agrario y


rural. El desarrollo de las ciudades y de las industrias era incipiente.

En nuestro departamento se estableció un modelo económico de exportación de


materias primas. La inversión de capitales norteamericano en este sector productivo
fue predominante.

En el enclave petrolero de la International Petroleum Company se desarrollaron


relaciones asalariadas y relaciones pre- capitalistas, a través del enganche. Las
empresas de la Duncan Fox y Grace intervinieron en la exportación del algodón,
aprovechando de manera indirecta el trabajo servil de los yanaconas, mediante la
participación de los hacendados.

En el plano social, por esos años los gendarmes y la Guardia Civil combatían a
los últimos elementos del bandolerismo.

En enero de 1930 se instalaba en nuestra ciudad la Junta Departamental del


Patronato de la Raza Indígena, bajo la presidencia de Eduardo Reusche. Y como
rezago del leguiísmo, aún seguían vigentes las leyes de la conscripción vial y de la
vagancia.

Las páginas de los diarios publicaban avisos comerciales de las principales


empresas, entre ellas: la International Petroleum Company, Milne & Co., Grace y Co.,
Duncan Fox, The Pacific Steam Navigation Company, C. Romero & Cia., F.R.
Bolognesi, Arens & Lessl y de los bancos: The Royal Bank of Canada y el Banco del
Perú y Londres.

71
Uno de los primeros efectos de la crisis fue la fuerte caída del precio del
algodón. El diario “La Industria” informaba que el precio de la paca del algodón
había bajado cuatro dólares1

Los algodoneros intentaron superar esta situación aumentando la producción


e incrementando relativamente las ventas de la industria local. Por esos años en
Sullana funcionaba la Compañía Manufacturera Italiana de Tejidos. Asimismo,
Carlos Semsch, segundo Presidente de la Sociedad Nacional Agraria solicitó al
Director General de Hacienda que interceda ante las compañías navieras para que
rebajen el tipo del flete del algodón de puertos peruanos a Liverpool.2

Las principales firmas exportadoras de algodón en Piura en esa época eran:


Duncan Fox, F. Hilbck y Cia., C. Romero, Arens & Lessl y F. R. Bolognesi. Estas
empresas eran al mismo tiempo desmotadoras y tenían sus propios acopiadores, lo
que les permitía una mayor participación y control del mercado.

Con la creación de las Juntas y las Contribuciones Pro desocupados se


estableció con carácter extraordinario una serie de contribuciones que tuvo vigencia
hasta el 31 de diciembre de 1931. Se creó un impuesto del 1% sobre los productos e
importaciones y exportaciones. Esta medida motivó la protesta inmediata de los
agricultores y comerciantes.

La producción de panllevar descendió debido a que la reducción de los ingresos


trajo consigo una disminución de la demanda de alimentos, esto incidió sobre los
ingresos de los productores que proveían de alimentos a las ciudades.

La situación de los yanaconas resultaba insostenible. Se les obligaba a pagar dos


tipos de renta de la tierra: en dinero y en especie. Además cumplían con el pago de
arriendo por el uso de agua. Esto incentivó la organización y movilización de los
yanaconas bajo la asesoría del Partido Socialista.

En el mes de enero de 1930 los obreros y artesanos mediante un memorial


solicitaron a la Junta Vial Provincial la exoneración de las redenciones del año 1929,
como argumento señalaban la penuria económica en la que se encontraban,
consecuencia del “mal estado económico por el cual atraviesa actualmente este
departamento. Esta crisis, detiene el desarrollo comercial y agrícola, dos fuentes de
recursos de esta región y se acentúa más en las clases que viven a esperanzas del
capital, como es el caso de los empleados, obreros y braseros, cuya existencia cada
día es más angustiosa, pues, mientras aumentan las exigencias inaplazables de la
vida, los sueldos y los salarios disminuyen”3

En diciembre de 1930 en Talara, la Federación de Trabajadores de Asuntos


Petrolíferos negociaban su pliego de reclamos. Su principal reivindicación era la
vigencia de las 8 horas de trabajo. Cinco meses más tarde la International Petroleum
Company despidió a 200 trabajadores, y se reprime violentamente una marcha de
obreros de Negritos ocasionando la muerte de cinco trabajadores.

1
Diario La Industria, 7 de noviembre de 1929, p.2
2
Boletín de la Cámara de Comercio, agricultura e Industria, N° 5,15 de abril de 1930.
3
Diario La Industria, 16 de enero de 1930, p.2.

72
Aprovechando la existencia de una sobreoferta de petróleo a nivel mundial la
I.P.C. implementó un lock-out (cierre) por quince días y despidió 8,000 obreros.

El 11 de junio de 1931 el gobierno de David Samanéz Ocampo decretaba el


estado de sitio en toda la república. Según los testigos de la época, el costo social de
la represión de la huelga de los petroleros de Talara se elevó a más de 100 víctimas.

El colapso de la banca también se manifestó en nuestra ciudad. En un diario


piurano se publicaba el siguiente aviso: “El banco del Perú y Londres avisa al
Comercio y al público y en general a su clientela del departamento que con fecha 15
de diciembre próximo se clausura su Agencia de Paita. Hasta dicha fecha la citada
agencia pagará todos los depósitos que se hayan hecho” 4

Meses más tarde este banco clausuraba las Agencias de Piura, Sullana y las
otras que tenían a nivel nacional.

4
Diario La Industria, 30 de noviembre de 1929, p.4.

73
TALARA 1931: ESTADO DE SITIO Y REPRESIÓN

“Después de los sucesos acaecidos la ciudad está como un cementerio porque casi toda la
población ha huido despavorida”

La Industria, 15 de junio de 1931

En 1931, los enclaves petroleros de Talara realizaron despidos masivos y


disminuyeron drásticamente los salarios de los obreros. Estas medidas incentivo las
huelgas y la consecuente represión de la policía y de las compañías extranjeras, lo
que elevó el grado de violencia y polarización social.

Desde diciembre de 1930 la Federación de Trabajadores de Asuntos Petrolíferos


que representaba a los sindicatos de Negritos, Lobitos, Talara y Lagunitas se
encontraba negociando su pliego de reclamos. La principal reivindicación de los
trabajadores era la vigencia de las 8 horas de trabajo.

A pesar de que el gobierno dio un fallo a favor de los obreros, la International


Petroleum Company, lo desacata y despide a 200 trabajadores.

En Talara, la comisión conformada por los trabajadores Francisco Cisneros,


Manuel Quinde, Néstor Gallardo y José Curo, estuvo encargada de solicitar al
Prefecto de Piura, Coronel Carlos de La Jara la destitución inmediata del Comisario,
el Teniente Max López y del investigador Carlos Córdova. Los integrantes de esta
comisión fueron detenidos y enviados al vapor Rímac.

Ante el rumor de que los dirigentes arrestados serían enviados a Lima, la


multitud tomó la Comisaría y obligó al Prefecto a liberar a los detenidos.

Los sucesos de Negritos

En la noche del 24 de mayo los obreros de Negritos se dirigían a Talara. En la


garita, ubicada en el lugar denominado "La Draga” el Comisario el Teniente
Benjamín Menéndez intentó impedir la movilización de los trabajadores. Hubo
disparos esa noche, lo que provocó la muerte de seis personas, entre ellos, el
adolescente Encarnación Vílchez.

Al día siguiente, el pueblo de Negritos le da un multitudinario entierro, y con


todas las banderas de la ciudad a media asta se realiza un paro de 48 horas.

Días después, la International Petroleum Company, aprovechando el exceso de


producción de petróleo implementa un lock out por quince días y 8000 obreros
quedan desocupados. Al mismo tiempo la Compañía exigía a las autoridades la
eliminación de los dirigentes.5

En Paita, el Comité Provincial del Partido Socialista organizó una manifestación


de protesta. Los dirigentes de esta agrupación política y de la Confederación Obrera
enviaron un telegrama a David Samanez Ocampo, Presidente de la Junta de
Gobierno, en el que se solidarizaron con los obreros y protestaron por la matanza.
5
Diario La Industria 30 de mayo de 1931

74
Los socialistas denuncian la prisión de los delegados de los trabajadores y la
persecución constante de la policía contra el asesor jurídico de los obreros el Doctor
Luciano Castillo, Secretario General del Partido Socialista del Perú.

Estado de sitio y terror en Talara

La Federación de Petroleros ofició al Prefecto el acuerdo de los obreros de


levantar la medida de fuerza y volver a sus centros de trabajo, pero las Empresas se
negaron a reanudar las labores.

El 27 de mayo, en la madrugada llegó el crucero Bolognesi y la tropa de la


Marina desembarca en Talara.

La Junta de Gobierno haciéndose cómplice con las Compañías extranjeras


decretó el 11 de junio el estado de sitio y la suspensión de garantías.

En el barrio de Chorrillos, mientras los huelguistas realizaban pacíficamente


una asamblea son abaleados, ocasionando una espantosa masacre, donde se estima
que murieron más de 100 personas. Un periodista de la época nos narra así estos
trágicos sucesos: “...faltando unos diez minutos para las 7 de la noche se oyó un tiro
por el lado de Chorrillos y luego descarga de fusilería; cuando la gente se hallaba en
las calles corrió inmediatamente a sus domicilios, mientras hacían fuego dos
ametralladoras que se encontraban por el portón, y la marinería y guardia de
seguridad; que desde este momento un pánico profundo se apoderó de la población,
siendo muy pocos los que pudieron haber presenciado lo ocurrido en las calles y
como las habitaciones son de madera atravesaron las balas cuatro y cinco paredes, el
pavor de las familias fue indescriptible.” 6

En esa noche de terror perdió la vida el joven dirigente cataquense Alejandro


Taboada Crisanto.

El historiador Jorge Basadre sostiene que el número de muertos en esta masacre


fue considerable y agrega que el vapor “Chira Littl” de propiedad de la International
Petroleum Company salió del Puerto con muchos cadáveres para echarlos al mar,
otros cadáveres fueron llevados a los hornos de cremación.7

Más de 60 obreros, acusados de agitadores fueron detenidos en el crucero


Bolognesi. Algunos de ellos fueron enviados a la isla del Frontón, otros a Madre de
Dios, departamento convertido por la Junta de Gobierno, en lugar de confinamiento.
Sin embargo muchos trabajadores optaron por huir.

El viernes 19 de ese mes las Compañías petroleras reanudaron sus labores. El


Prefecto de Piura comunicaba a la población del departamento lo siguiente: “En toda
zona petrolera reina tranquilidad y orden, todos los asientos, hoy viernes a las siete y
media de la mañana. El suscrito Prefecto presenció el ingreso a sus labores, que se

6
Diario La Crónica 15 de junio de 1931
7
BASADRE, Jorge Historia de la República del Perú
Tomo 12 pág. 3141.

75
realizó en perfecto orden, con beneplácito que la mayoría de obreros y pueblo en
general que aplauden vuelta normalidad”.8

El 12 de diciembre de ese año, en sesión de Congreso, el diputado piurano


Hildebrando Castro Pozo denunciaba esta masacre.

La incipiente Federación de Petroleros asesorada por Luciano Castillo,


Secretario General del Partido Socialista, fue disuelta y los petroleros quedaron sin
organización prácticamente hasta 1945.

8
Diario La Industria 19 de junio de 1931.

76
Anexo N°
Testimonio del Dirigente petrolero Pedro Miguel Arrese (*)
(Fragmento)

Un Sábado luctuoso de metralla y fusilería asesina.

Como Secretario General del Sindicato de Negritos (Pedro Miguel Arrese),


viajó a Lima, integrando la Delegación que llevaba la misión de discutir con los
representantes de la empresa imperialista, un Pliego de Reclamos, en donde se exigía
la jornada de 8 horas y un aumento general de salarios, entre los puntos principales.
Consiguieron que se aprobara la mayoría de los reclamos de los trabajadores. La
Internacional resentida por este triunfo de los trabajadores, empezó a hostilizar a los
dirigentes sindicales, desconoció los acuerdos del Primer Pacto Colectivo mediante el
cual, por primera vez, los trabajadores le arrancaban importantes conquistas, y
amenazó con cerrar las instalaciones, lo cual efectivizó durante quince días, sin
derecho a salario y exigiendo la represión de los líderes obreros. La Junta de
Gobierno, presidida por David Samanez Ocampo que gobernaba el país por aquel
entonces, obediendo los mandatos de la empresa imperialista, envía a Talara un
contigente de tropa a borde del crucero “Bolognesi” y al pequeño buque “El
Chiralittle”. Todos estos hechos precedieron a los trágicos sucesos de aquel luctuoso
Sábado 13 de Junio, en el cual caen asesinados líderes sindicales y gran cantidad de
trabajadores, por acción del ejército, la gendarmería y soplones de Internacional. Fue
en este sangriento día que cae asesinado, el mártir Alejandro Taboada, quien fue
traicionado, y centenares de trabajadores que fueron fondeados al mar, desde la
cubierta del “”Chira little”.

77
Incidentes de una fuga apresurada y una aclaración necesaria.
En aquel sábado trágico, los dirigentes eran buscados tenazmente, de
canchón en canchón, para ser liquidados. La jauría estaba dirigida por un tal Muga,
que era administrador de aduana e incondicional de la Internacional, seguido por un
grupo de soplones y adulones, secundados por soldados del ejército con su
respectivo jefe.
(… )
Cuando Muga y sus adulones, andaban en nuestra busca, de canchón en
canchón y cuando ya se había producido la masacre, la gendarmería andaba en
estado de ebriedad, patrullando las calles y atemorizando a la población que huía de
Talara, en caravanas, para Sullana. Nosotros estábamos refugiados en casa de la
familia Mogollón; conmigo se ocultaban Julio Jorge Delgado que era el Presidente o
Secretario General de la Federación de Trabajadores, Juan Hoyos, Samuel Benites,
Sául Alcántara, Julio Mogollón y Romualdo Cornejo.

La casa, donde nos ocultábamos, tenía por jefe de familia a un soplón de Muga;
pero su esposa que era una mujer valiente y muy identificada con los trabajadores,
amenazó a su esposo. Nos preguntó si teníamos alguna arma de fuego y yo le mostré
un revólver que llevaba para defendernos. Luego de pedírmelo, sentenció a su
marido:”Mira, si vas donde Muga a delatar a estos hombres que están bajo nuestra
protección, te juro que te mato con este revólver” El marido, efectivamente, no se atrevió a
delatarnos. El refugiarnos en esa casa nos salvó la vida, puesto que Muga que no
dejaba casa sin registrar, cuando llegó ante la vivienda de esta familia, dijo a sus
secuaces:” A esta casa, no”, porque para él era una casa de confianza, donde vivía uno
de sus soplones, y no se imaginaba que allí se pudieran esconder dirigentes
sindicalistas.
Al día siguiente, a las diez de la mañana, decidimos abandonar la casa,
previamente había cambiado de traje con uno de mis camaradas, él me prestó su
terno y yo le entregué el mío. Presté una alforja a la señora y con esa indumentaria
fugamos de allí. Agradecimos a la señora y nos dispusimos a salir de la vivienda; en
la puerta Jorge Delgado flaqueó, tuvo temor y quiso entrar nuevamente a la casa,
pero la señora no le permitió entrar ya.

78
En nuestra salida de la zona petrolera, tuvimos la ayuda de algunos camaradas,
como Zapata, a quien apodaban “El Empalao”, quien en la sección 45 nos brindó una
gran hospitalidad. Ahora, para salir de esa zona había un gran obstáculo, que eran
los reflectores de la Brea que desplazaban su iluminación por amplios sectores de la
pampa que debíamos atravesar. Felizmente por dicha zona habían unos canales, por
donde reptamos para evitar la luz de los reflectores. Luego, contamos con la ayuda
de un ganadero, “El Cojo Gondra”, quien nos llevó a una majada, donde estuvimos
unos días. Posteriormente nos dirigimos a pie hasta Miramar, pasando duras
privaciones alimenticias, alimentándonos de raíces. Después de habérsenos unido
Edmundo Talledo Vilela, partimos con rumbos distintos, ante un aviso de que
nuestros captores nos seguían la pista. Así fue como sucedieron los hechos.
__________________________
(*) Testimonio recogido por el escritor Genaro Maza Vera, publicado en la
revista La
Provincia, septiembre de 1982.

79
Anexo N°

¿Talara es territorio patrio o no lo es? (*)

“He podido darme cuenta muy de cerca de la situación topográfica del asiento
petrolífero de Talara y de la vida que se lleva en esa zona tan rica, que se haya
explotada por la International Petroleum Compañy. Esta población tiene más o
menos alrededor de 10,000 habitantes; de esa cantidad, la quinta parte son
trabajadores de la empresa. La población está dividida en cuatro categorías.

La parte alta es una pequeña población canadiense residencia de los “gringos”


quienes tienen todas las comodidades más exquisitas y modernas. Ningún “nativo”
como ellos nos llaman pueden ingresar a esa ciudad modelo, sería una profanación.

La parte baja, es otro Estado, allí existe otra clase de habitantes, los que tuvieron la
osadía de casarse con peruanas. Pero por este mero hecho viven aislados, como
cumpliendo un castigo.

Viene después el verdadero Talara, donde puede notarse el pequeño comercio. La


Aduana, es un local en ruinas, compañía y fonda de chinos. En este barrio tenemos la
calle 1000 sitio deseado por los empleados nacionales. Allí llegan a vivir los
empleados que se portaron bien durante 20 años de trabajo en provecho de la
Empresa y en recompensa los mejoran en vivienda, con lo que ya coronaron las
aspiraciones del empleado.
.
Después siguen los barrios populares o mejor dicho “canchones”. Este barrio
cosmopolita se llama Chorrillos, donde el pobre obrero vive sin comodidad de
ninguna clase.

Por último tenemos el Puerto, que queda en la parte norte, es otro barrio donde viven
unos cuantos pescadores.

Talara está bajo el mando del Administrador Civil Gerente del Pueblo. Este es una
especie de Virrey, un gamonal, que vigila a la población. Este sujeto se llama Rogelio
GUIS LEIN
Nadie puede ingresar a este territorio sin el permiso de este personaje, él todo los
sabe y todo lo ve por medio de sus soplones. Por añadidura es Alcalde Municipal,
“ad hoc” Agente Consular de varios países y el autor del obsequio de un castillo de
oro al tirano Leguía.

80
El viajero que ingresa a Talara, sea por negocio o por turismo, sea por mar o tierra
tiene que llenar las formalidades antojadizas de este personaje. Primero, dar nombres
y apellidos, edad, raza, estado civil, misión, certificados de buena conducta, capital
que trae y profesión. Segundo, no puede permanecer más de 8 días en la localidad, ni
ocupar alojamiento en los “canchones” aunque tuviese familiares. Cumplido este
tiempo el hotelero (chino) notifica la inmediata desocupación del cuarto, a pesar de
estar al día en su pago y como todo Talara es propiedad de la International
Petroleum Company no hay otro remedio que salir antes que las autoridades
policiales (empleados de ellos) vengan con un camión y lo boten al “Portachuelo”
(lugar donde termina la propiedad de la Empresa)

Algo más triste y espeluznante, es el hecho de que los pobres obreros se ven privados
de no tener al lado de ellos a sus padres o hermanos, porque no son trabajadores de
la Empresa. Si por casualidad son sorprendidos, son lanzados sin compasión. Aquí
las leyes peruanas no existen, nadie puede protestar, no hay las garantías del caso.
Aquí la ley que domina es la Estándar Oil.

He presenciado cuadros dolorosos: la forma cómo la International Petroleum


Company Ltda. o sus miserables ruines empleados lanzan a familias, expulsándolas
a su antojo, poniéndolas abordo o en carros, sin tener con misericordia.

(*) BRENE, Ricardo .Semanario El Obrero Piurano No 503. 12 de Octubre de 1930 Pág. 1.

81
LA BASE AÉREA EL PATO

En la historia de Talara acontecieron sucesos que revelan la presencia


norteamericana. La intervención del capitalismo norteamericano, evidenciada con la
participación del enclave de la International Petroleum Company y la construcción
de la Base Aérea Militar El Pato en el distrito de Pariñas, confirman esta afirmación.

El gobierno de Manuel Prado no solamente apoyó la economía de guerra


norteamericana abasteciéndola de materias primas estratégicas a precios
relativamente bajos; sino que además, con el pretexto de atender las necesidades de
la defensa continental, consintió que el gobierno norteamericano construyera una
base aérea militar en Talara, hecho que comprometió la soberanía nacional.

Convenio secreto

En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno peruano en el marco


de la Ley 9577 firmó con el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica un
convenio para construir una base aérea militar, en las cercanías de Talara en el lugar
denominado “El Pato”. Además, se autorizó el ingreso de personal de las Fuerzas
Aéreas Norteamericana y la utilización de esta base por aviones de guerra de los
Estados Unidos.

Este convenio firmado durante el gobierno de Prado consideraba un documento


secreto, suscrito en Lima el 24 de abril de ese año, entre las autoridades militares
peruanas y norteamericanas y fue refrendado por nuestra Cancillería y la Embajada
de los EE.UU.

Se estipulaba que la vigencia de este convenio duraría mientras los EE.UU. esté
comprometido en esa guerra. Asimismo, se contemplaba entre otras condiciones que
a la expiración de este pacto, la infraestructura y el material de aviación quedarían en
beneficio de la Fuerza Aérea del Perú.

Incidente del 28 de julio

La madrugada del 28 de julio de 1946, al finalizar un baile social en el Casino de


Talara ocurrió un acto bochornoso. Diez aviadores norteamericanos de la base El
Pato en un acto de arrogancia y prepotencia faltaron el respeto a unas damas y
agredieron brutalmente al alférez de la Marina Alberto Rubio, a quien dejaron en
estado de coma, por lo que tuvo que ser internado en una clínica.

Las protestas

El atentado del que había sido víctima el oficial de la Marina motivó la protesta
unánime de los distintos sectores de la sociedad civil y por ende el gobierno de Prado
fue objeto de duras críticas.

El periodismo señalaba que al margen del carácter criminal de este atentado,


este suceso era una cuestión de soberanía nacional. Un periodista del diario El
Comercio sostenía: “… consideramos que no ha sido acertado el criterio de no haber
dado a conocer al público la cesión de una base en el norte de nuestro territorio y las

82
condiciones o la forma en que se había autorizado su establecimiento. Las atendibles
y fuertes razones de guardar un secreto militar no podían funcionar en este caso, ya
que a todos constaba que esa cesión se había efectuado y no era posible suponer que
un hecho tan difundido y tan visible pudiera quedar oculto entre los países en
beligerancia. El gobierno debió haberlo anunciado en su oportunidad como debió
más tarde, producido por fortuna el triunfo de las Armas de las Naciones Unidas,
iniciar los pasos necesarios para que esa base militar cuyo mantenimiento ya no
podía estimarse necesario fuera devuelta al país”1.

Una nota de prensa del periódico “El Obrero Piurano” afirmaba que con las
protestas producidas por este motivo ha profundizado el afecto por nuestra tierra y
ha enraizado en nosotros el sentido del honor nacional. Ahora ya sabe el pueblo
peruano que los autores del incidente del 28 de julio en Talara serán juzgados de
acuerdo a nuestras leyes… Que los Estados Unidos de Norteamérica se vayan dando
cuenta que los pueblos van despertando y que es hora que nos traten como naciones
independientes y no como simples colonias”2.

En el Congreso en sesión celebrada el 6 de agosto de 1946, el Dr. Luciano


Castillo, diputado por Paita solicitó se oficie al Ministro de Relaciones Exteriores para
que se informe sobre la situación de la base militar norteamericana “El Pato”. Del
mismo modo, la Cámara de Senadores solicitó a este Ministro los informes
correspondientes sobre este asunto.

El 29 de octubre de 1946, el Embajador de los EE.UU. Prentice Cooper hizo


entrega de la base aérea El Pato al Ministro de Aeronáutica, ingeniero Enrique
Góngora Pareja. En un diario local se lee: “La entrega de la Base ‘El Pato’ tiene
especial significado para el Perú, pues se restituye en forma completa una parte de su
territorio que fue cedido mediante un acuerdo suscrito entre nuestro gobierno y el de
los EE.UU. en 1942 para fines de defensa del continente americano en su lucha contra
los países totalitarios. Una vez terminada la contienda, a la que el Perú se alineó
desde el primer momento al lado de las naciones democráticas, era también lógico
que las tropas extranjeras que han ocupado la ya citada base abandonen el territorio
nacional restituyendo a la soberanía nacional una parte del territorio…”3.

El gobierno peruano recibió sin costo alguno los inmuebles e instalaciones


permanentes y compró los otros bienes.

La construcción de la base aérea “El Pato” no era un hecho aislado. El gobierno


norteamericano construyó otras bases militares en Brasil; en el Ecuador, en las Islas
Galápagos y en la Península de Santa Elena. La intervención militar era una
característica de la política exterior norteamericana en nuestro continente. A
excepción de Argentina, que simpatizaba con Alemania, los demás Estados por su
carácter dependiente se alinearon al lado de los Estados Unidos, poniendo en riesgo
la seguridad continental, atentando contra la soberanía nacional de sus respectivos
pueblos.

1
Citado por el Diario La Industria. 9 de agosto de 1946. Pág. 1.
2
Confederación Obrera “Unión y Confraternidad” El Obrero Piurano N°. 778. 21 de septiembre de 1946. Pág. 1.
3
Diario La Industria. 31 de octubre de 1946. Pág. 3.

83
TALARA : UN FEUDO DE LA IPC

“Que este hombre de Talara


tenga una patria suya
y que diga
aquí nací
esta es la tierra mía

Este petróleo
pertenece a la Patria
y es de la tierra mía.”

Emilio Saldarriaga García.


Poemario : Petróleo

Los enclaves

En las primeras décadas del siglo XX, el sector externo de la economía peruana
se adaptó a los requerimientos del mercado mundial, necesitado de materias primas.
Se dio un fuerte impulso a la actividad agrícola de exportación, a las actividades
mineras y petroleras.

La inversión de capitales norteamericanos en nuestro país a través de empresas


como la Cerro de Pasco Mining Company, la Northern Perú Mining, la W.R Grace y
la International Petroleum Company dio lugar a una profunda modernización de la
economía de exportación de materias primas bajo la forma de enclave.

La I.P.C. reunía las características de un enclave: se trataba de una empresa,


cuyo origen y centro de decisiones estaba en el exterior; utilizaba capital y tecnología
extranjeros; su producción estaba dirigida hacia fuera. En relación con la sociedad
peruana, mantenía una relativa autonomía: las leyes peruanas no regían en los
dominios de esta Compañía; los funcionarios de la empresa se constituían en
autoridades de piso en la región, por encima del Prefecto y Subprefecto; se vinculaba
con el sistema económico interno tan sólo en el contexto de relaciones pre-capitalistas
(sistema de enganche).

La presencia de los enclaves en nuestro país ocasionó cambios en la estructura


social. Surgieron nuevos grupos sociales que se organizaron y exigieron un conjunto
de derechos de los cuales eran excluidos. El estado asumió el rol de mediador en los
conflictos entre trabajadores y empleadores. En este contexto el desarrollo de la
ciudadanía presenta serias contradicciones.

La IPC y la violación de derechos.

Pese al esfuerzo de la compañía por vender a la opinión pública la imagen de


Talara, como una ciudad moderna y progresista, la I.P.C. violaba los más elementales
derechos de la población. La empresa estableció una disciplina medieval. Cuando un
obrero, por cualquier motivo no le convenía a la empresa o le era sospechoso, se le
notificaba para que abandone la localidad. Un periodista de la época escribía: “El

84
lunes 16 el Teniente Gobernador notificó a Morales para que se embarque en la lancha
“Rosalía”que va a Paita ¡qué sarcasmo sin duda este suelo es yanqui y no pertenece al Perú,
porque así se acostumbra con todo hombre que despide la empresa, la autoridad política lo
hace desocupar la población”4.

Reiterando este tipo de denuncia, Avelino Ato Cueva señalaba: “Tuve la


oportunidad de ver la expulsión de cinco trabajadores quienes fueron embarcados en un barco
y arrojados a otro puerto del litoral, ¡he ahí las garantías que se dicen gozan nuestras
connacionales!”5

Todo foráneo que no explicase su estadía en Talara con razones aceptables para
la compañía, debería abandonar inmediatamente la ciudad. Los trabajadores no
podían recibir a un familiar que viniese de fuera, sin permiso de la empresa.

Don Pedro Ramírez Córdova, ex-dirigente petrolero, nos cuenta: “... las
empresas: Lobitos y la I.P.C. tenían su Administración de Campamento y allí tenían su
Servicio de Inteligencia. Los gringos sabían quiénes eran las personas que llegaban a visitar a
determinadas familias. Si llegaba un familiar, ellos te notificaban. Una vez llegó un familiar a
visitarme y al día siguiente me llamaron a la Administración y me preguntaron quién era la
persona que había llegado a mi casa. Yo les dije que era una prima hermana. Me preguntaron
¿y qué tiempo se va a quedar en su casa? Yo les dije: un mes. Y me volvieron a preguntar ¿un
mes? Y ¿a partir de cuándo?- Les dije a partir de tal día. Al mes me volvieron a llamar, y me
dijeron: -A usted le dimos permiso un mes. Tenga usted la bondad de decirle a su pariente que
por favor se vaya. La Administración de la Compañía no permite tener gente extraña...”6

Era una práctica frecuente el desalojo de familias. Un corresponsal del periódico


“El Obrero Piurano” escribía: “Aquí también se han expulsado a muchas familias habiendo
llegado hasta el extremo de poner los muebles en medio de la calle, aprovechando la ausencia
de ellas que estaban aquí auxiliando a sus esposos”.7

4
Semanario “El Obrero Piurano”Nº 150 – 4 Nov. 1916. Pág. 3 Confederación Obrera Unión y Fraternidad.
Piura.
5
Idem. Nº 344 – 23 – 07- 1921. Pág. 3
6
Entrevista 07 – 04 – 2001.
7
Semanario “El obrero Piurano” Nº 250 – 21 – 12 – 1918. Pág. 1.

85
Los abusos de la I.P.C. según un testigo de esa época generaba en la memoria
colectiva el estigma de la humillación y la autoimagen de parias en nuestro país. Y
frente a la prepotencia y tiranía de la compañía norteamericana Civilo A. Carnot
preguntaba:“¿Las Empresas Petrolíferas que se sujetan sólo a su voluntad como Ley,
que pagan autoridades para que sirvan conforme a sus caprichos, que en distintas
ocasiones han hecho abalear al pueblo por el delito de pedir un pan más..., que han
expulsado de sus canchones por cualquier pretexto frívolo al que le ha venido en
gana, que han hecho incendiar so pretexto de higiene pública los ranchos donde se
asilaban los trabajadores y que dicen ser los únicos dueños de aquellas regiones,
tendrán algún interés por guardar la soberanía nacional en ese rincón que se llama
Perú y eso será de algún interés nacional para nosotros?8

La conquista de los derechos laborales y sociales y con ello el desarrollo de la


ciudadanía tuvo un alto costo social para los trabajadores petroleros. La historia
registra movilizaciones como la de junio de 1931, cuya reivindicación fundamental
fue la vigencia de las 8 horas de trabajo, conquista alcanzada en 1919, y que la
compañía se negaba a reconocer.

El desconocimiento de las leyes peruanas en los dominios del enclave de la


I.P.C. creó un Estado dentro de otro Estado, situación que comprometió nuestra
integridad y soberanía nacional.

8
Idem

86
HACIENDAS: YANACONAS Y SERVIDUMBRE

La historia oficial no considera el estudio del gamonalismo y de manera


sistemática se ha encargado de mantener en el olvido las aspiraciones y los
movimientos del campesinado.
A continuación presentamos algunos hechos que explican la deplorable
situación económica y social de los campesinos en nuestra Región, durante las
décadas del treinta y cuarenta del siglo pasado.

Una denuncia de los yanaconas literalmente señalaba: “...obligándonos contra


nuestra voluntad a prestarle trabajo en sus fundos Pajonal y Soccha lugares donde
domina el paludismo.... Pero no es solamente que nos obliga contra nuestra
voluntad, sino que, introduciéndose su hijo Parcemón Vásquez, sus mayordomos
Felipe Elera y Vicente Mejía, que a la vez es Teniente Gobernador del fundo, junto
con otros comisionados en nuestros domicilios a altas horas de la noche, con
carabinas y pistolas en mano, nos capturan, nos amarran de brazos y cuellos, con
sendas sogas que para el efecto llevarnos a los fundos antes mencionados para
trabajar de sol a sol durante seis semanas en el cultivo y otras labores relativas al
sembrío de arrozales y caña...”1

Esta cita textual que podría encontrarse en cualquier obra literaria de la


corriente indígena forma parte de la demanda presentada por los yanaconas de la
hacienda de Lalaquiz, del distrito de Canchaque, provincia de Huancabamba, al jefe
de la Oficina de Inspección Regional del trabajo.

En el sector agrario, el régimen de propiedad de la tierra determinó el carácter


de las relaciones sociales. En el latifundio semifeudal existieron distintas
modalidades de servidumbre.

El yanaconaje fue una variedad del sistema de servidumbre a través del cual se
materializó la semifeudalidad.

El yanaconaje cuyo origen se remonta a la sociedad pre hispánica devino hasta


la primera mitad del siglo pasado en un sistema de explotación pre capitalista.

La Servidumbre

Las relaciones sociales predominantes en la semifeudalidad, en términos


usuales se conoce con el nombre genérico de servidumbre.

El rasgo esencial de estas relaciones consiste en el pago de la renta de la tierra


mediante la fuerza de trabajo, o, lo que es lo mismo, mediante la renta del trabajo. Es
decir, que mientras el hacendado entregaba al campesino una parcela, la más
improductiva, usualmente, el campesino debía pagar a cambio de ella, con su
prestación personal y la de su familia.
1
Expediente seguido por los yanaconas contra Marcelino Vasquez Huamán, propietario de la hacienda Lalaquiz.
Ministerio de Justicia y Trabajo. Causas civiles. Leg 1. Noviembre 1935.

87
En las haciendas piuranas la servidumbre de los yanaconas adquirió diversas
modalidades.
Expliquemos algunas de ellas.

a) El trabajo gratuito y forzado.

Sebastián Nonajulca yanacona de la hacienda Monte de los Padres en un


memorial dirigido al Prefecto del Departamento, formulaba el siguiente
reclamo:

“Abolición de todo trabajo forzoso y gratuito (Actualmente estamos


siendo presionados para concurrir a los diversos trabajos de la hacienda,
incluso caminos y puentes, como se nos obliga sin retribución alguna”.2

En cualquier momento el hacendado disponía de los arrendatarios para


servicios diversos de emergencia, mediante notificaciones perentorias, y sin
ninguna remuneración.

Los yanaconas que desobedecían estas ordenes eran expulsados


violentamente de la hacienda, no se les daba tiempo para recoger sus cosechas,
a los que se resistían le derribaban sus casas y lo dejaban a la intemperie.

Alejandro Yarlequé, Manuel Zapata y Marcelino Márquez, yanaconas de


la hacienda Huapalas denunciaban: “En los días pasados nos han quemado
nuestras chozas en que habitamos, así como las de los arrendatarios Carmen
Silva, Efraín Ramírez y Rafael Valladolid”.3

Observamos claramente que estos abusos no eran solamente tolerados por


las autoridades, sino que, en ciertos casos, eran ellas las gestoras. Tal como
sucedió en la hacienda de Pillo, en el distrito de Frías –provincia de Ayabaca,
donde el Gobernador y los guardias civiles incendiaron la casa del yanacona
Juan Lizardo Retete y destruyeron las viviendas de cinco campesinos. 4

b) El servicio de arriería:

Este servicio consistía en el traslado de los productos de la hacienda a los


lugares que los hacendados señalaban. Los yanaconas de la hacienda de Pillo
se quejaban de esta modalidad de prestación de trabajo: “Abolición de seis
días que ocupamos en llevar seis almudes de grano de Pillo a Somate ocupando
nuestras propias bestias sin remuneración alguna”. 5

2
Pliego de reclamos presentados por los yanaconas de la Hacienda Monte de los Padres contra el propietario de
la hacienda. Ministerio de Justicia y trabajo. Causas civiles. Leg. 1 Setiembre de 1934
3
Exp. Seguido por los yanaconas de la hacienda Huapalas contra Eleuterio Ramos y Francisco Sojo. Ministerio
de Justicia y Trabajo. Enero 1941
4
Exp. Seguido por Andrés Pintado Córdova contra el propietario de la hacienda de Pillo – Frías. Ministerio de
Justicia y Trabajo. Agosto 1944
5
Memorial presentado por los yanacunas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934.
Ministerio de Justicia y Trabajo

88
c) El rodeo

Esta modalidad de servidumbre consistía en el reclutamiento de los


animales de los campesinos. El pretexto para el arreo de los animales era por el
consumo de pastos de la hacienda y estos sólo podían ser liberados, por el
medio del pago en dinero, por la fuerza de trabajo del dueño. Así, un pliego de
reclamos a la letra decía: “Abolición de la costumbre de matar los ganados
menores que penetran a los rozos debido a que los cercos están completamente
destruidos (actualmente el mayordomo tiene por sport cazar estos animales por
medio de sus perros y matarlos. Cuando no, los retiene vivos y exige el pago de
multas caprichosas”)6

d) El Trabajo de las mujeres

En la hacienda de Simirís – distrito de Santo Domingo – Morropón – el


hacendado usufructuaba gratuitamente la fuerza de trabajo de las mujeres.

En un memorial presentado por los campesinos de este fundo se lee. “Las


hijas de familia, por el hecho de que lleguen a tener hijo sin casarse, son
obligadas a trabajar como cocineras de las peonadas que la hacienda emplea en
los trabajos extraordinarios”. 7

e) Exacciones

Al interior de las haciendas algunos terratenientes realizaban de manera


injusta y obligatoria algunos cobros.

Los campesinos que preparaban chicha pagaban un impuesto por este


producto.

En las haciendas de Bigote, Salitral, Serrán, el Ala y el Chanro, se exigía la


contribución de la “gallina chichera”. En la hacienda de Simirís se cobraba dos
soles, pago que se exigía por adelantado. Y en la hacienda de Pedregal, a las
chicheras se les exigía el cumplimiento de tareas en la hacienda.

En algunos casos, se exigía a los campesinos el pago de una determinada


cantidad de dinero por la muerte de los animales durante el servicio de arriería.

En un memorial dirigido al Prefecto, los yanaconas exigen la:” Abolición


de noventa soles que se nos cobra por cada res que se nos muere, por la
casualidad cuando arreamos partida de la hacienda de Pillo a Somate”. 8

En la hacienda San Martín se cobraba multas consistentes en animales, a


los campesinos que faltaban a los trabajos obligatorios, impuestos por el
hacendado
6
Pliego de reclamos presentado por los yanaconas de la hacienda Monte de los Padres contra el propietario de la
hacienda. Ministerio de Justicia y Trabajo. Causas civiles. Leg. 1. Noviembre 1935
7
Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Simirís, dirigido al Prefecto de Piura. Ministerio de
Justicia y Trabajo Julio 1934
8
Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934.
Ministerio de Justicia y Trabajo

89
En las haciendas de la serranía piurana se mantenía algunas costumbres
de corte feudal. Sobre el particular, los campesinos de la hacienda de Simirís
denunciaban: “Todavía aquí existe el tributo de primicias al cura del distrito,
quien vende este derecho al mayordomo en dinero efectivo y éste nos cobra a
nosotros en productos de nuestra cosecha duplicando el valor pagado por él al
cura”. 9

f) Abusos usuales

Con mucha frecuencia se cometían abusos y maltratos con los campesinos


en las haciendas.

En la hacienda Las Lomas, su mayordomo, Ignacio Martínez, quien


además se desempeñaba como Teniente Gobernador, hirió gravemente a un
yanacona que se negó a seguir prestando su fuerza de trabajo en forma gratuita.
10

Los campesinos de la hacienda de Pillo en un memorial exigían la:


“abolición de flagelamientos y autonomía de la autoridad política para que no
este bajo el dominio de la hacienda y garantice la vida de los yanaconas”. 11

9
Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Simirís, dirigido al Prefecto de Piura. Ministerio de
Justicia y Trabajo. Julio 1934
10
Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda Las Lomas, dirigido al Prefecto de Piura. Marzo 1934.
Ministerio de Justicia y Trabajo
11
Memorial presentado por los yanaconas de la hacienda de Pillo, dirigido al Prefecto de Piura. Julio 1934.
Ministerio de Justicia y Trabajo

90
EL CEPO

El cepo vestigio feudal, heredado por los hacendados, fue un instrumento


de tortura que muchos campesinos aún recuerdan con cierta amargura.
Este tenebroso emblema de la herencia colonial fue la expresión más
nefasta del gamonalismo.

Este medio de castigo está presente en las páginas de algunos cuentos y


novelas de la literatura piurana, también se le menciona en los
memoriales que presentaron los
campesinos yanaconas a las autoridades del Ministerio de Trabajo y
Justicia y a la Prefectura y, hasta se hace alusión de él en la letra de la
marinera El que rompe paga.

En ciertas ocasiones se utilizaba el cepo para castigar la rebeldía de los


campesinos yanaconas; en otras, para humillar la dignidad de los
hombres del campo. Ese autoritarismo y prepotencia de los terratenientes
aún perdura en la memoria de los campesinos “mayores”. Uno de ellos
nos dice : “ en esos tiempos en la hacienda no había ley, en la hacienda el
patrón hacía lo que quería.”

Un campesino de la ex hacienda de Tejedores describe el cepo como: “


dos tablones de algarrobo, unidos por uno de sus extremos por dos
gruesos ganchos de fierro y por el otro, por una argolla del mismo
material donde le colocaban un candado” Y agrega : “ el hacendado
mandó a construir el cepo para castigar a quienes cometían faltas en
perjuicio de la hacienda. También servía para corregir a los peones que no
cumplían puntualmente con acudir a realizar los trabajos que les imponía
el patrón.” (1)

No hay duda, que la utilización del cepo estigmatizó al campesinado.


Para evocar estos momentos de indignación recurrimos al testimonio que
nos brinda don Leonidas Viera Calle: “ En esos tiempos de la hacienda las
obligaciones de los peones eran bien estrictas. En esos tiempos no habían
autoridades, alguna falta que cometían los campesinos eran los mismos
patrones quienes arreglaban la situación. En esos tiempos existía el cepo.
El cepo eran dos tablones de hualtaco, bien pesados, con huecos. Había
cepo de la nuca, cepo de la mano y el cepo del pie. El cepo servía para
castigar a los campesinos, ahí se le golpeaba, porque los hacendados eran
malos y abusivos. Y si en alguna cosa que ordenaban se quedaba mal, ahí
estaba la sanción” (2)

91
Por su parte, don Leonor García Valle manifiesta: “El hacendado don
“Manongo” era muy malo, nos castigaba y nos ponía en el cepo. El
patrón era muy grosero, sino uno no lo saludaba, sacándose el
sombrero, ahí mismo lo mandaban al cepo, que era el castigo y aquí a
cualquiera le daban palo y veta. En los tiempos de la hacienda, la ley del
patrón era la ley del cepo. El cepo eran dos maderas de hualtaco, con
huecos, aquí se castigaba al que se portaba mal con el hacendado. Ahí
se metía a los que no cumplían con las obligaciones, también a los que
robaban algunas yuquitas de las tierras del patrón.” (3)

Muchos mayordomos de las haciendas piuranas no dudaron en emplear el


cepo, los azotes, la barra, el revólver y la quema de chozas de los
campesinos yanaconas, cuando éstos se resistían a las distintas formas
de servidumbre impuestas por el gamonal. Al respecto don Isabel Toledo
Zapata nos narra : “ En la época de las haciendas la vida del campesino
era muy triste. Se trabaja de sol a sol, había que cumplir con las
obligaciones impuestas por el patrón, y quienes se rebelaban eran
condenados al cepo, los metían al cepo y les daban veta, había gente
especializada en vetear. También existía la barra. La barra era un fierro
largo, más o menos de siete a ocho metros con algunas argollas en las se
ponía el pescuezo. Esta barra también la utilizó el hacendado para
castigar a los campesinos. Mira, yo te cuento, el peón tenía que servirle al
patrón, pues si no obedecías, venía el mayordomo con la policía y te
despojaba de tus bienes, tus cositas te las ponían en el campo y te
obligaban a que te vayas de la hacienda y te quemaban tu casita. En esos
tiempos la policía y las autoridades estaban al servicio del hacendado.”
(4)

El gamonalismo invalidaba las leyes que protegía al campesinado. Las


relaciones semifeudales imposibilitó la formación de la ciudadanía en este
sector social.

Hoy como ayer la historia se repite. Como dice la canción de los Kjarkas:
“La historia de nuestros abuelos parece no tener fin” . Así es. Si bien es
cierto, que hoy en día ya no existe el cepo, los mayordomos, ni esas
92
formas semifeudales de sometimiento; sin embargo, en la actualidad
encontramos nuevas formas y estrategias de dominación impuestas por la
modernización capitalista.
Asimismo, aún persisten patrones autoritarios de funcionamiento de la
sociedad que hacen inviable la formación y el desarrollo de la ciudadanía
en un amplío sector de nuestra sociedad, especialmente en el
campesinado. Vivimos en un país en el que predominan las imposiciones,
en la que el consenso cumple un papel relativamente secundario y en la
que los mecanismos de dominación de carácter coercitivos son muy
fuertes. Un ejemplo: el conflicto generado por la empresa minera Río
Blanco (ex minera Majaz) en las comunidades campesinas de las
provincias de Ayabaca y Huancabamba corrobora lo que estamos
afirmando.

Citas.
(1)Testimonio de Leonidas Viera Calle ex yanacona de la hacienda
Tejedores, vecino del caserío Puerta Pulache. Las Lomas.
(2) Idem.
(3)Testimonio de Leonor García Valle, ex yanacona de la hacienda de
Tejedores. Caserío Puerta Pulache. Las Lomas .
(4)Testimonio de Isabel Toledo Zapata, ex yanacona de la hacienda de Las
Lomas.

93
Anexo 8

Bases a las que queda sujeto todo colono arrendatario de la Hacienda Solana

PRIMERA.- Todo contrato de arrendamiento dura un año y podrá ser renovado en


caso de convenir al dueño o Administrador del fundo.

SEGUNDA.- EL pago de los arrendamientos será por semestres vencidos.

TERCERA.- El arrendatario se compromete a responder con sus bienes habidos y por


haber para el pago de la merced conductiva.

CUARTA.- El arrendatario tiene obligación de concurrir a los trabajos del fundo


cuando fuere notificado, salvo que esté enfermo o impedido legítimamente, o se haye
exonerado de esta obligación.

QUINTA.- Las mejoras quedan a beneficio del fundo, sin remuneración alguna para
el propietario, aún cuando se haya rescindido el contrato.

SEXTA.- Todo arrendatario queda sujeto a las ordenanzas y costumbres impuestas


por al administración de la Hacienda y caso de faltamiento a cualquiera de sus
cláusulas, quedará sin efecto el contrato, y la hacienda tomará inmediatamente
posesión, notificando al arrendatario para su desocupación a los ocho días.

94
SÉTIMA.- Corren de cuenta del arrendatario las contribuciones que graven el
contrato.

Yo ................................................................... acepto el contrato de arriendo


de ................................................................................ de esta Hacienda en las bases que
anteceden en el presente año, por la merced conductiva
de .......................................................................... anuales.

Hacienda
Solana, .............................................................................................................................

95
Anexo No. 9

Memorial de los colonos de la hacienda “San Martín” presentan al señor Prefecto del
departamento en demanda de garantías para sus derechos de trabajadores y de seres
humanos.
Señor Prefecto:

Con el debido respeto ante Ud. no presentamos y


exponemos:

1. Que en la hacienda “ San Martín” propiedad del señor Ricardo Seminario


Arámbulu, somos arrendatarios de diversas parcelas de terreno de cultivo,
cuyo arrendamiento pagamos a satisfacción del propietario y bajo las
condiciones por él impuestas;

2. Que no obstante el exacto cumplimiento de esta obligación, se nos impone


otras de carácter personal consistente en trabajos forzosos y gratuitos
contrarios a la ley, a saber:

a) Cada arrendatario tiene obligación de trabajar durante tres meses


consecutivos (del 20 de septiembre al 31 de diciembre inclusive) en las
diversas labores de labranza de los terrenos cultivados por la hacienda,
construcción de cercos, etc., y un mes en porciones periódicas determinadas
por el hacendado;

b) Aparte de esto se nos obliga a trabajar los días feriados en el corte de madera,
reparación de cercos, etc.;.

c) No obstante estar abolido el servicio vial, se nos obliga a trabajar en la


construcción y reparación de caminos y puentes, todos los días lunes y martes;

d) En la construcción de dos casas para la hacienda, se ha obligado a trabajar a


los arrendatarios capacitados para ello, sin remuneración alguna;

e) En cualquier momento que el hacendado lo desee, dispone de los arrendatarios


para servicios diversos de emergencia, mediante notificaciones perentorias,
también sin ninguna remuneración;

f) Caso de desobediencia a estas ordenes, los rebeldes son expulsados


violentamente de la hacienda, sin darles siquiera tiempo para recoger sus
cosechas, y al que se resiste le derriban la choza y lo dejan a la interperie con su
familia;

g) En caso de faltar a los trabajos a que se contrae el punto a) se nos impone


multas consistentes en animales: una cabra, una gallina, o un chancho, según
las posibilidades del multado, por cada día de inasistencia;

h) A los que tenemos bestias de nuestra propiedad se nos obliga a trabajar como
empleados de campo de la hacienda, a ordenes del respectivo Mayordomo, en

96
rodeo de ganado, comisiones, etc. durante todo el año, pagando siempre el
arriendo respectivo por nuestra chacra;

Esta angustiosa situación en que hace ocho años vivimos los colonos de la
hacienda “San Martín” ha tenido que culminar en una justa actitud defensiva
por nuestra parte mediante la huelga, que es la única defensa efectiva de los
trabajadores; y así es como el 28 de del corriente nos hemos negado a cumplir
aquellas obligaciones personales que se nos tiene impuestas para interponer
nuestro justo reclamo ante el digno despacho de Ud. Señor Prefecto, a fin de
que intervenga en la solución pacífica de este conflicto, haciendo justicia a
nuestros derechos de trabajadores y de seres humanos , ya que ni como tales
somos tratados por los medios de explotación que ligeramente dejamos
anotados.

Es justicia que esperamos alcanzar.

Hacienda San Martín, 30 de septiembre de 1933.

Julio César Morales Maticorena (Delegado) Jerónimo Seminario.


Arístedes Tavara José Palacios.
Nicolás Barranzuela. Lorenzo López.
Marcos Gallardo. Pascual Pacherres.
José Barranzuela. José Zapata.
Santos López. A ruego Santos Ruíz.
A ruego Juan Namuche. A ruego Manuel Zapata.
A ruego Mercedes Cherres. A ruego Rosendo Chiroque.
A ruego Teodoro Alejos. A ruego Tomás Chiroque.
A ruego Juan Hernández A ruego Noe Ancajima.
A ruego José Vargas. A ruego Eugenio Lara.
Siguen las firmas.

(*) Archivo Regional de Piura. Ministerio de Justicia y Culto.


Inspección Regional de Trabajo.
Leg.01. Año 1933-1941.

97
Anexo No.10

Ordenanzas y costumbres de la Hacienda Solana.

PRIMERO. Son causales de expulsión de los pisantes y colonos del feudo, las
siguientes:
a) Por incumplimiento en el pago de los arriendos.
b) Por faltamiento de palabra u obra a cualquier representante de la hacienda.
c) Por robos ó causa manifiesta de mala conducta, o reincidencia en caso de
falta leves.
d) Por falta de asistencia a los trabajos del fundo cuando fueren notificados,
salvo causa justificada.
e) Por propaganda subversiva, desacato a las órdenes de la hacienda, o
contravención a las órdenes de la Policía.
f) Por robo de agua para el riego.
g) Por daños ocasionados por los animales de su propiedad, siendo
manifiesta su culpabilidad.
h) Por coger leña, romper o abrir portillos en cualquier de los cercados de la
hacienda.
i) Por dar hospedaje en sus casas a personas extrañas sin conocimiento de la
hacienda, o que hayan sido expulsadas de ella, estando obligadas a poner
en conocimiento de la hacienda de cualquier persona sospechosa o de mala
conducta, mujeres casadas o hijas de familia que soliciten hospedaje.

SEGUNDA. Todo padre de familia es responsable solidario de los actos de sus


menores hijos en caso de faltas o de cualquier contravención a las ordenanzas de la
hacienda.

TERCERA. Queda terminantemente prohibido todos los juegos de azar en que se


cruzaren apuestas sin la respectiva licencia de la Policía o de la Administración de la
hacienda. Se excluye únicamente el juego de gallos.

CUARTA. Queda terminante prohibida la venta o reventa de licor en toda la


hacienda. Sólo podrá expenderse por el Almacén de esta hacienda o con expresa
autorización del Administrador.

QUINTA. Todo padre de familia queda obligado a manifestar a la hacienda á sus


hijos varones que lleguen a los veinte años de edad.

SEXTA. Está prohibido el hacer cercados sin previo permiso de la Dirección. Así
mismo está prohibido golpear, coger y matar animales en cercados cuyas cercas se
encuentran en malas condiciones.

SÉPTIMA. Todo rozo que se quiera abrir en el campo debe ir precedido de la orden
respectiva de la Administración de la hacienda.

OCTAVA. Todo viviente de la hacienda está obligado a denunciar a la Dirección los


robos, faltas o contravenciones que sepan ha cometido un cualquiera, y caso de no
hacerlo, se le tendrá por cómplice o encubridor del contraventor.

98
NOVENA: El colono que se le encontrara en estado de beodez en los días hábiles de
trabajo y que dé origen á la formación de escándalos y desórdenes, será multado con
la suma de uno a cinco soles. Las multas que se cobren por este concepto se
dedicarán a mejorar el local de la Escuela.

99
Anexo No 11

Acta de lanzamiento.

Seguidamente siendo las cinco de la tarde del expresado día ocho de octubre de mil
novecientos cuarenta y tres el señor Juez con los actuarios de su actuación apoderado
del demandante don Eduardo Leigh, señor Alfredo Castro, del señor Gobernador
Carlos Pasapera y Policía antes citada y del Administrador del Fundo don Filomeno
Mondragón se constituyeron para finalizar esta diligencia de lanzamiento en la casa
y posesión que ocupa el desahuciado Pedro Pintado ubicada en el sitio Quisual
comprensión de la Hacienda Pillo no encontrándolo presente sino a la esposa Sara
Córdova quien manifestó con sus familiares que no les daba su gana de desocupar el
arriendo hasta que regrese de Lima su representante Andrés Pintado a quien le
habían entregado los arriendos procediendo a ejercitar actos de violencia contra las
autoridades que allí se encontraban pasando a los hechos con piedras y armados de
garrotes (palos) con los que empezaron atacar y que felizmente mediante la zaga y
enérgica actitud de la Policía se pudo contener procediendo acto seguido a lanzarlos
de la casa choza con todos sus enseres en trastos prendas de ropa, útiles de cocina,
ollas de barro mates y granos de maíz y arvejas, hasta dejarlos en camino público,
pampa con dirección a Arrendamientos donde dijeron tenían su casa pero que se
irían cuando les de su regalada gana y esto cuando su representante Andrés Pintado
les ordene. También se deja constancia que en su corral se encontrara veinte ovejas,
en el potrero que es materia de desahucio veinte reses y quince bestias que fueron
puestas en camino público con lo que se dio por terminado la presente diligencia y
firmaron.

Felizandro A. Flores.

Alfredo Castro. Filomeno Mondragón.


Guardia C. Romero H. Cabo Toribio Rodríguez.
Guardia Humberto Olivares. Guardia Santiago Araujo.
Tgo. Ramón León A. Tgo. N .D. Flores.
Un sello Carlos Pasapera.

100
101
Escolástica Ramírez y Guillermina Gallegos: en el imaginario colectivo del
campesinado ayabaquino.

“Para el rescate de la verdadera memoria que es una memoria de la


dignidad incesante, es necesario estar muy atentos a las voces más
secretas de la historia o que no estén en la historia oficial, o están pero
muy de pasadita.”
Eduardo Galeano.

La historia oficial tergiversa la realidad del mundo andino, posterga la problemática


de los hombres y mujeres del campo. No considera el análisis del latifundio ni del
gamonalismo.

Asimismo, en esta concepción de la historia prevale una visión androcéntrica. Es


decir, el estudio, enseñanza y aprendizaje de la historia se ha considerado desde una
versión masculina. Se han elegido ciertos acontecimientos, procesos y realidades
históricas y se han dejado de lado otras. El androcentrismo de la historia se ha
concentrado en el espacio público, centrando su análisis en el aspecto político militar
(gobiernos, caudillos, guerras, etc.,) sin valorizar los estudios de la vida social,
cotidiana.

En la historia del mundo rural la mujer campesina tiene un protagonismo relevante.


Es fácil observar la presencia y participación activa de la población femenina en el
proceso productivo y en los movimientos sociales.

En la década de los cuarenta del siglo pasado el movimiento campesino en la


provincia de Ayabaca tuvo entre sus dirigentes a dos mujeres extraordinarias:
Escolástica Ramírez Velásquez y Guillermina Gallegos Orozco.

A pesar del tiempo transcurrido la memoria colectiva del campesino aún recuerda la
heroicidad civil de estas dos mujeres íntegras y consecuentes con los ideales
socialistas.

Hacienda y servidumbre

En el sector agrario el régimen de propiedad de la tierra determinó el carácter de las


relaciones sociales.

En la hacienda semifeudal prevaleció relaciones de servidumbre. El rasgo esencial


de estas relaciones consistía en el pago de la renta de la tierra mediante la fuerza de
trabajo. Es decir, el hacendado entregaba al campesinado una parcela la más
improductiva, usualmente, el campesinado debía paga a cambio de ella, con su
prestación personal y la de su familia.

En las haciendas ayabaquinas la servidumbre del campesinado adquirió diversas


modalidades: el trabajo gratuito y forzado, el servicio de arriería, el rodeo, el trabajo
de mujeres, exacciones.

102
En 1946 el Partido Socialista liderado por Sinforoso Benites impulsó la formación de
sindicatos en las haciendas ayabaquinas, lo que ocasionó la paralización de las
labores agrícolas, conflicto que se solucionó con la firma de pactos colectivos entre el
campesinado y los hacendados.

Gumersindo Castro, funcionario de la Dirección General de Trabajo, explicaba las


causas que originaron este conflicto en los siguiente términos: ”... la situación de
miseria lamentable en que vive el indígena de la sierra , el abandono de su
situación, la falta de protección y las injusticias que con él se cometen. Los indios de
la sierra de Ayabaca llevan una vida de paria; los hacendados en algunos lugares han
implantado un régimen de explotación feudal y primitivo, en el que el indio y colono
está considerado como siervo y esclavo; obligados al trabajo bajo denominaciones
diversas para satisfacer obligaciones que en la mayor parte de los casos son onerosas
para los colonos indígenas.” (1)

Escolástica Ramírez Velásquez.

Esta lidereza campesina nació en Tulman, aproximadamente en 1880. Vivió en la


comunidad de Culucán.

Su carácter y figura aparecen delineados en este testimonio que nos brinda don Juan
Soto:

“Era de piel trigueña. Fue una mujer de buena estatura, de aproximadamente de un


metro sesenta. Era de carácter fuerte y decidida. Su voz era firme. Fue muy
trabajadora. Era una campesina humilde pero orgullosa. De escasos recursos
económicos, por esta razón no asistió a la escuela, pero sin embargo, si sabía leer y
escribir.

Escolástica se vestía como toda campesina, usaba dos trenzas, sombrero. A ella le
gustaba viajar en acémila, usaba cinturón y llevaba su machete y su lazo en el brazo
izquierdo.”

Escolástica Ramírez militó en el Comité Femenino del Partido Socialista de la


provincia de Ayabaca. Realizó labor sindical y política con Sinforoso Benites por las
haciendas de esta provincia de la sierra piurana.

Escolástica criticaba las relaciones de servidumbre a las fueron sometidos los


campesinos, porque ella también fue víctima de la opresión semifeudal que
predominaba en las haciendas ayabaquinas.

Al enfrentarse a los intereses egoístas de los hacendados no la amedrentó el poder


de los gamonales, y por ello nunca renunció a la predica de los ideales socialistas en
su recorrido por las haciendas ayabaquinas. Al respecto nuestro informante
manifiesta:

“ Los campesinos pensaban que ella era una salvadora y la seguían, la admiraban, en
cambio la gente pudiente la rechazaban, como ocurre en la política” (2)

103
Jorge Quevedo, vecino de la ciudad de Ayabaca aún recuerda las represarías a que
fue victima doña Escolástica por parte del hacendado, y nos dice:

“Su casa se la quemó el propietario de la hacienda de Culucán, por esa razón ella
siempre luchó contra los hacendados.” (3)

Guillermina Gallegos Orozco.

Don Jorge Quevedo, aun conserva en su memoria la imagen de doña Guillermina


Gallegos y nos dice:

´´ Era una mujer que medía un metro cincuenta de estatura, más menos. Era delgada,
color piel canela, su pelo era negro. Se vestía con vestido y pantalón. Se destacaba
por su buena voz, cantaba muy bonito, tuve la oportunidad de acompañarla con
guitarra en varias actuaciones, cantaba valses, tristes, propios del campesinado. Poco
usaba sombrero, solamente para viajar lejos. Estudio primaria en la Escuela N° 32 de
esta ciudad.

Su carácter era jovial con sus amistades, pero cuando se trataba de una polémica su
voz cambiaba totalmente, era fuerte en su carácter.

Guillermina en cada momento trataba de levantar el ánimo a los yanaconas para que
no se dejen explotar por los latifundistas. Ella pensaba que los hacendados eran unos
estafadores, porque se aprovechaban del trabajo de los campesinos.

Los campesinos la seguían, porque ella tenía sus conocimientos avanzados, la gente
la respetaba y admiraban porque siempre asumía la defensa de los más pobres, en
cambio los hacendados pensaban que ella era una mujer mala que estaba engañando
a la gente. ‘’ (4)

En 1946, Guillermina Gallegos Orozco como dirigente de los yanaconas de la


hacienda de Vilcales exigía entre otros puntos las siguientes reivindicaciones para el
campesinado: abolición del trabajo gratuito impuesto a jóvenes y mujeres , el
reconocimiento de la jornada de ocho horas de trabajo, la rebaja de arriendos, etc.

Guillermina militó en el Partido Socialista junto con Hildebrando Castro Pozo,


Luciano Castillo, Sinforoso Benites, Andrés Pintado, Elías Algendonis Seminario,
Rubén Quevedo, y otros.

Guillermina al igual que otros dirigentes socialistas de esa época fue victima de la
represión de las autoridades y del grupo de poder. En su incesante lucha en busca de
justicia para el campesinado, se libró de numerosos atentados, siempre vivió en
constante peligro. En cierta oportunidad la quisieron envenenar y en muchas
ocasiones se vio obligada a huir a Cariamanga y a Loja ( Ecuador). Sin embargo, estas
vicisitudes de la vida no atenuaron su amor por sus semejantes ni apagó su alegría.

104
Muerto Andrés Pintado y asesinado Elías Algendonis, Guillermina Gallegos asumió
la dirigencia del Partido Socialista en la provincia de Ayabaca. Olvidada por la
dirigencia del Partido, años más tarde integró el Comité Provincial de Acción
Popular.

(1) Citado por Hildebrando Castro Pozo. En: El Yanaconaje en las haciendas
piuranas. pág.97.
(2) Testimonio de Juan Soto
(3) Testimonio de Jorge Quevedo Rentería.
(4) Idem.

105
Bibliografía.

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Carta de Juan Seminario y Váscones al General Almirante Lizardo
Montero.

El Partido Socialista y los yanaconas

A partir de los años 1931-32, el Partido Socialista, liderado por Luciano


Castillo, Hildebrando Castro Pozo y Sinforoso Benites, realizo una efectiva labor de
formación ideológica, de organización y asesoramiento en las luchas de los campesinos
yanaconas de las haciendas piuranas.
Expresando su adhesión a esta organización política los campesinos
manifestaban:
“ Como el Partido Socialista del Perú por intermedio de sus representantes
han abierto campaña para la abolición de estas taras y servidumbre
aprobiosas, que benefician a unos con notable perjuicio de otros, lo que no
es justo, no legal, ni humano; convencidos de la idealidad que persigue ese
partido y perteneciendo a la clase de los oprimidos, nos hemos afiliados a
la referida agrupación para defendernos mejor de los abusos que cometen
los que por su holgada situación económica se encuentran en un plano
mejor que el nuestro.” ( 1 )

En esos tiempos para enfrentar a los gamonales se tenía que superar muchos
inconvenientes: liberarse de las relaciones “ personales”, sello distintivo de la semifeudalidad,
para optar por la respuesta colectiva, organizada en el Sindicato, en el Partido; defenderse de
los atentados de los sicarios de los hacendados (2), y luchar contra los agentes del
gamonalismo: los tinterillos, las autoridades políticas, policiales.

No ha sido nada fácil la organización de los campesinos. Los sindicatos y los


Comités del Partido Socialista, fueron fundados por Sinforosos Benites y Andrés Pintado en
reuniones clandestinas y a altas horas de la noche, a la luz de lámparas de mecha.

En 1932, Hildebrando Castro Pozo y Luciano Castillo presentaron


ante el Congreso varios proyectos de ley. Entre éstos destacan los proyectos el “Rodeo”

110
y el “Yanaconaje”. Estos legisladores señalaban que en el Perú en ese tiempo, aún se
mantenía la explotación de los indígenas bajo un régimen feudal similar a la colonia.
Que los campesinos prácticamente eran unos siervos, pues carecían de derechos y
beneficios sociales. Que no existía una reglamentación específica de las relaciones
laborales.
En cuanto se refiere al yanaconazgo, formularon los siguientes puntos
centrales: Se prohibía la prestación de fuerza de trabajo al hacendado; los yanaconas
tendrán libre disposición sobre el producto de las cosechas o venta facultativa al
hacendado al precio de cotización de los mercados más cercanos; los yanaconas, en
razón de su antigüedad, tendrán preferencia en las renovaciones del contrato; y en caso
de desahucio, los yanaconas deberían recibir un pago por el valor de las plantas.

El proyecto fue aprobado por el Congreso el 30 de Septiembre de


1933. Sin embargo, una fuerte presión del gamonalismo impidió su promulgación.

En 1934 los yanaconas organizados en sindicatos iniciaron una huelga


en las haciendas de la serranía. En sus pliegos de reivindicaciones presentado a la Inspección
Regional de Trabajo los campesinos exigían: la abolición de los trabajos gratuitos, respeto de
la jornada de de trabajo de ocho horas, el pago de la merced conductiva en dinero, retribución
justa al trabajo de las mujeres, el funcionamiento de escuelas de educación primaria gratuitas.

Frente a los reclamos colectivos de los campesinos, los hacendados


fieles a su ideología racista señalaban:

“ No es posible que los cholos piensen estas cosas; ellos están


acostumbrados a vivir dentro de este sistema y jamás se han quejado”
(3)

Otros manifestaban:

“ … sin el menor obstáculo ha venido desenvolviéndose la actividad


del fundo; pero hace poco días que los colonos de la hacienda se
niegan a pagar los arriendamientos en productos o en dinero,
sosteniendo que conforme a los postulados de su partido Socialista,
no están obligados a ninguna de ambas cosas i que en consecuencia,
ni pagarán ni concurrirán al trabajo i que en caso de ser presionados
tomarán sus medidas contra el propietario i contra mi mayordomo…
(4)

La reacción más frecuente de los hacendados fue acusar de agitadores a los


delegados, según los terratenientes, los dirigentes manipulaban a los colonos. Algunos
delegados fueron encarcelados y sufrieron las represalias por parte de los hacendados.

En la provincia de Ayabaca, en la década de los cuarenta las campesinas


Escolástica Ramírez Velásquez y Guillermina Gallegos Orozco, organizaron el Comité

111
Femenino del Partido Socialista. Estas dos dirigentes asumieron también el cargo de
Delegadas de los yanaconas de las haciendas de Culucán y Vilcales, respectivamente.

A partir de la década de los cincuenta, después del fallecimiento de Hildebrando


castro Pozo, el Partido Socialista pierde hegemonía dentro del campesinado.

---------------------------------------
(1) ARP. MJT . Legajo N° Expediente N°………………
(2) Un sicario de una hacienda acabo con la vida de Elias Algendonis Seminario, un jóven
de 22 años, militante del Partido Socialista. Algendonis se interpuso entre el sicario y
Sinforoso, salvando la vida del Dirigente.

(3) CASTRO POZO, Hildebrando. El Yanaconaje en las Haciendas Piuranas. Pág. 30.

(4) ARP. MJT. Legajo N° Exp. N°………

Notas sobre el autor.

112
NICOLAS CUEVA PALACIOS.

Licenciado en Sociología.
Licenciado en Educación, especialidad Ciencias Histórico Sociales.
Como educador ha ejercido la docencia en los colegios secundarios de
Sapillica, Ayavaca,, José Cayetano Heredia de Catacaos, en el Instituto
Superior Pedagógico de Piura, así como en los Institutos Pedagógicos
Privados y Universidades de Piura.
Coordinador del Programa Binacional Ecuador y Perú.

Publicaciones.
- La enseñanza de la Historia: teoría y técnicas.
- Cómo aprender Historia.
- PIURA: Historia prehispánica.
Texto escolar. Primer Grado de Educación Secundaria.
- Historia e Identidad Local y Regional.
Textos escolares para Tercer, Cuarto y Quinto Ciclo de Educación
Primaria.
Distrito Las Lomas.
- Promoción Educativa Comunal.
Es coautor de:
- Estudio de los niños en el Perú de los 90. Balance y Perspectivas.
Región Grau.
- PIURA: Descentralización para la calidad educativa.

113
*
Zona de estudio del Proyecto “Reaprender las costumbres comunes de los pueblos de la cuenca de Catamayo –
Chira”, promovido por el Proyecto Binacional Catamayo – Chira, ejecutado dentro del contexto del Plan Binacional de
Desarrollo de la región Fronteriza Ecuador – Perú, con el financiamiento de la Agencia Española de Cooperación
Internacional”

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