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Meditaciones sobre el Credo Apostólico 1

Vanessa Lamas Alves

En el libro de las meditaciones sobre el credo apostólico Balthasar


pretende usar una estética teológica, enlazada con otros tipos de lenguajes,
para realizar desde ella una pedagogía que permita al lector comprender la
configuración trinitaria de la fe, a través de cada una de las “frases” que
conforman el credo, dicha pedagogía se extiende en el tiempo a través del
ser de la Iglesia y sobretodo en su práctica del amor, y he aquí donde destaca
el lenguaje pastoral y a la vez espiritual utilizado por el autor. Dirigida a
todos los católicos, aunque directamente no excluye a ningún no creyente
por lo que puede ser utilizado por ellos también. Pero vale la pena destacar
que fue utilizado durante doce meses por la Hoja pastoral de las diócesis de
Aquisgrán, en la República Federal de Alemania, aunque ésta no haya sido
la intención principal de la realización del libro. Iniciamos nuestra síntesis
destacando cada una de las frases del Credo y el énfasis que hacen Von
Balthasar en cada una de ellas.

1- Creo en Dios, Padre Todopoderoso.


Todo lo que es múltiple y variado procede de algo que es simple, así
comienza el primer artículo de las meditaciones. Éste y los siguientes
proceden de tres preguntas destacables: ¿Crees en Dios, Padre, el Hijo, el
Espíritu santo?
Primeramente, nos afirma que Dios es Padre, lo sabemos por Jesucristo,
quien se dirige a él como a su origen. Es una realidad que consiste en donarse,
en la cual Dios es Padre en él mismo y persona (en forma transcendente). El
Nuevo Testamento también le llama Todopoderoso porque su entrega no es
limitada por nada. Es así, como el Dios Hijo y el Espíritu Santo participan
con igual omnipotencia, la cual es dada por el origen paterno. También ÉL
es origen de toda libertad que es donada al Hijo juntamente con la divinidad.
Finalmente, la operación del Hijo y del Espíritu en el mundo consiste en que
todas las cosas retornen al Padre. Y es aquí donde entra el término “cielo y
tierra” porque el mundo tenía siempre un cielo inasequible. Nos lo dice para
hacernos entender que la fe cristiana es sin duda un dejarse obsequiar y
regalar por Dios que es amor y entregar, pero, además es Padre.
2- Y en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor:
Balthasar nos explica que, si afirmamos que Dios es Padre, pues también
decimos que, a su vez, tiene un Hijo. Por tanto, dentro de Dios hay
fecundidad, aunque por mucho que Dios nos inicie en su vida divina, nunca
llegaremos a convertirnos de criaturas en Dios. Nos hiso libre, nos deja
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elegir. Tiene que haber el Uno, que es Dios, y el Otro que es el Hijo, y en
ellos una unión, ya que el mundo llegaría a existir según el prototipo del
Otro, que también lo llamamos Nuestro Señor, siendo EL como resucitado
que nos llama hermanos. Esto lo explica continuando la idea del artículo
anterior y relacionándolo con ésta para que entendamos de alguna manera
que: El Padre pide al Hijo que garantice su Salvación. Y el Hijo pide al Padre
que pueda aceptar la obra. Y el Espíritu Santo es la glorificación del Padre y
el Hijo mediante su poder santificador. Con la finalidad de que no
compartamos la idea de que podamos catalogarnos como partícula de Dios,
y atribuirnos así, como necesidad.
3- Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de la Virgen
María:
Entiende a María como expresión de la fecundidad de la vida virginal
concedida en la Nueva Alianza con lo cual el cuerpo y el sexo adquieren una
nueva significación. Confesamos entonces que él mismo no se encarnó, sino
que fue por obra del Espíritu Santo que fue gestado como la simiente del
Padre. En el Credo no se habla de tomar sino de dejar que suceda sobre sí, y
he aquí la obediencia del Hijo, éste hace que se disponga sobre Él el plan
divino, por ello se pasa inmediatamente del nacimiento a la pasión. Y es el
Espíritu, dentro del Padre, el que da instrucciones, y dentro del Hijo, el que
recibe instrucciones. Este artículo nos intenta aclarar la importancia trinitaria
a través de la obediencia del Hijo.
4- Padeció bajo Poncio Pilato, fue muerto y sepultado, descendió a la
región de los muertos:
El siguiente apartado defiende que Jesús veía y sabía algunos detalles de la
Pasión. Él admitía todo lo que venía del Padre, aunque la cruz se hace
atemporal para el que padece. Incluso muere con la pregunta ¿Por qué me
has abandonado?, y entrega su Espíritu con un gran grito con el cual la
palabra de Dios encuentra su intensidad más alta. Así, el Hijo descendió
luego a donde están los muertos, murió puramente por Amor, por amor
humano-divino; su muerte fue el acto supremo de ese amor. Desde entonces
la muerte es purificación, al descender de ese lugar Cristo nos abrió las
puertas al Padre. Explicando paso a paso los padecimientos de Jesús
Balthasar nos invita a comprender el plan de Dios a través de estos
acontecimientos, y destaca que la muerte queda realmente superada y que
debemos aprender a vivir realmente entregados y de forma obediente, como
lo hiso Jesús.
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5- Al tercer día resucitó de entre los muertos:


Jesús revela el verdadero sentido de la muerte al resucitar, es una
reconciliación entre la vida y la muerte, quedando acogidas y asumidas. Su
entrada y salida de este mundo tocan nuestra historia humana. Ésta
resurrección es atribuida al Padre ya que el Hijo realizó el decreto trinitario
de Salvación, la obediencia al Padre divino. “De entre los muertos” no quiere
decir que fue y luego los dejó, sino que los busco y trajo consigo. La
importancia en este artículo está en tener en cuenta que nuestro morir
también debe ser asumido y aceptado por muy difícil que sea.
6- Ascendió al cielo, está sentado a la derecha de Dios todopoderoso:

Y es así como el Hijo retorna al punto de partida de su misión, y es en Jesús


que se hace partícipe toda la realidad creada, siendo el Padre quien le ha
conferido al Hijo el juicio sobre el mundo. El Padre comparte su autoridad,
su omnipotencia; que consiste en poder cambiar las cosas según la propia
voluntad, su sentido primordial es mover la libertad de los corazones, sin
hacerles violencia. El autor nos presenta la ascensión de forma sutil y
entendible para que comprendamos que con ella también se hace partícipe
toda la realidad creada.

7- Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos:

Von Balthasar explica que “desde allí” no se refiere a un lugar concreto sino
que significa dos cosas: Del Padre, y en virtud de la misión que se le ha
conferido. Y en este sentido debe tomar decisiones, decidir en el veredicto
final, para así abrir camino a lo venidero, a lo eterno. Pudiendo hacerlo frente
a la única norma decisiva: la misericordia que se nos pide y la que también
esperamos tener. Y en virtud de esa misión la cual se le ha concedido con el
conocimiento de todas las alturas y profundidades de la oración.
Sintiéndonos invitados entonces a saber tomar las decisiones de acuerdo con
la voluntad del Padre que está relacionada con nuestra misión en el mundo.

8- Creo en el Espíritu Santo:

El artículo deja muy claro que el Espíritu Santo es lo más misterioso que hay
en Dios, es en Dios Otro distinto del Padre y del Hijo. Es definido como lo
más tierno, lo más precioso que hay en Dios, sin endurecimiento, para recibir
de él el misterio de que Dios es Amor. Desde San Agustín se dice que el
Espíritu procede del Padre, y como éste transmite al Hijo toda su divinidad,
es igual que el Hijo le devuelve con el mismo poder el Espíritu de amor
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recibido. En pocas palabras, si el Padre engendra al Hijo el amor, entonces


no hay ni un solo instante en el que el Hijo no se dejara engendrar en el
mismo amor y respondiera en el Espíritu Santo a ese amor. De tal manera
que el Espíritu Santo arde siempre como llama de amor entre ambos.

9- Creo en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos:

El siguiente artículo trata sobre la confesión de fe en la obra salvífica de las


tres personas divinas. Afirma que la Iglesia es Católica porque está llamada
por su misión a todo el mundo a comunicar esa verdad viva de Dios. En
cuanto a la comunión de los santos se refiere a las cosas santas; designa
principalmente la eucaristía, nadie vive y muere para sí solo. Es la Iglesia la
que anticipa ya en la oración, la entrega, el sacrificio y el morir por los
hermanos, lo que les aporta en la labor misionera exterior, siendo así imagen
y semejanza de la mutua participación de sí mismo que hay en la vida
trinitaria de Dios. Lo destacable está en que la Iglesia lleva y transmite a todo
el mundo el movimiento divino de Salvación.

10- El perdón de los pecados:

El perdón de los pecados es una obra trinitaria de Dios: El Padre perdona


porque ve hasta qué punto el Hijo perdona a sus deudores, y ambos conceden
al pecador el Espíritu de santidad, abriendo éste su corazón cerrado y
capacitándolo para perdonarnos las culpas unos a otros, con la finalidad de
vivir como personas reconciliadas con Dios y reconciliadas unas con otras.
La fuerza con la que se expresa en el libro nos anima a sentirnos personas
perdonadas y reconciliadas, sintiéndonos frágiles y pecadores, pero con un
Padre misericordioso.

11- La resurrección de la carne:

En este apartado nuestra fe en la resurrección se halla principalmente


relacionada con el hilo del testimonio de la aparición del Señor
corporalmente, sin estar en nuestro tiempo ni espacio, de lo cual los
discípulos dudaron al principio. Estos testimonios son evidentes con: El
incrédulo de Tomás, el camino de Emaús, etc. Las propias Escrituras
nombran un nuevo cielo y una nueva tierra, pero realmente no es una nueva
creación, sino que se trata expresamente de la redención de nuestro cuerpo.
En conclusión, el hombre echó a perder la obra del Creador, el Hijo ha
redimido por medio de su cruz la vieja creación y el Espíritu Santo la ha
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santificado. Este mundo bastará para Dios en la eternidad y a nosotros nos


bastará Dios.

12- Y la vida eterna. Amén:

Creemos en la vida eterna sin saber realmente como ha de ser. Teniendo


presente que en lo eterno todo es siempre “ahora” y lo notamos en la misma
Trinidad: ahora engendro un Dios que es mi Hijo, ahora experimento el
milagro de ser generado por el Padre y deberme a él, ahora va junto nuestro
amor y hace que proceda el Espíritu común del Amor. Y cuando llega a
nosotros esos momentos de sufrir. Se nos abren pozos muchos más
profundos de los que pensábamos abrir, que luego en la vida eterna se
convierten en manantiales de mayor felicidad. Y es así como Balthasar
termina su meditación resaltando que la eternidad y la vida pierden de alguna
manera su sentido desgastado y comienza a llenarse de símbolos de amor.

Reflexión:

El libro sobre las meditaciones del Credo apostólico es un gran instrumento


pastoral que ayuda en la explicación de lo que supone creer verdaderamente
en la Trinidad, básicamente hacerle entender a la juventud actual que el
Credo no pretende demostrar que Dios existe, que es lo que comúnmente
buscan en cada oración o plegaria de la Iglesia; sino más bien, ya lo supone,
pero meditando cada una de las afirmaciones que hacemos en él es cuando
comenzamos a darle un verdadero sentido. Por tanto, es un tema que
perfectamente entra en la realidad e invita a los fieles a seguir el camino de
ese encuentro profundo con Dios.

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