AZUL PECADO
REPARTO
DIEGO (20 ANos)
MAYRA (17 ANOS)
DIRECTOR
Demetrio Avila
Rosy Balderas
Jorge Zarate y Carlos Capetillo
Esta obra fue estrenada por el grupo Tequio en Ciudad Victoria en junio de 1996 en
el Espacio Cultural Tequio.
La escena se desarrolla en un cuarto de
hotel barato, del atardecer al anoche-
cer, la primera parte debe manejarse
como un juego bastante erético.
DIEGO: Al fin solos.
MAYRA: De veras?
DIEGO: Solos.
MAYRA: Ti y yo.
DIEGO: Juntos.
MAYRA: (Te gusto?
DIEGO: {Me encantas!
MAYRA: No me veas asi...
DIEGO: ,Cémo?
MAYRA: Me desvistes...
DIEGO: {Te desvisto?
MAYRA: No empieces.
DIEGO: Andale.
MAYRA: No seas impaciente.
Pausa, juego de caricias. Transicién.
MAYRA: Oye. {De verdad nos vamos
a escapar?
DIEGO: No podriamos escapar. La ciu-
dad, su gente, sus ruidos, todo se va
adentro de ti, no importa a donde va-
yas, no puedes escapar.
MAYRA: Pero ti hablabas de un cam-
bio, otros aires, yo me imaginaba ya
li
recorriendo otra ciudad, llena de lu-
ces, de espectaculos nocturnos, gas-
tando dinero a manos Ilenas... Oye,
gtenemos dinero a manos llenas?
DIEGO: Lo tenemos sf, zy qué?
MAYRA: Pues nos serviré para esca-
parnos.
DIEGO: No me gusta esa palabra, yo
no voy huyendo estoy buscando...
MAYRA: No busques, toma lo que exis-
te, cuando alguien busca, generalmen-
te termina perdido entre tantas mara-
fias que son los pensamientos.
DIEGO: Los pensamientos te hacen cre-
cer, te vuelven creativo, casi Dios;
dispones del mundo a tu antojo, pue-
des destruirlo en segundos, mientras
Dios descansa en el séptimo dia.
MAYRA: Esos son suefios.
DIEGO: Los suefios son parte de la rea-
lidad.
MAYRA: {Sabes siquiera qué es la rea-
lidad?
DIEGO: Una marajia de pensamientos,
un montén de imagenes, un envolto-
rio de miedos que cada uno guarda
en si mismo.
MAYRA: Si?
DIEGO: El hombre es necio.
MAYRA: Si, y ti estas loco. (Empiezaa desempacar.)
DIEGO: Si. No desempaques mafiana
nos vamos. (Transicién para conti-
nuar el juego erético.) {Tienes ham-
bre?
MAYRA: Un poco, jme invitarfas a sa-
lir?
DIEGO: No, ordenaria que trajeran algo,
me atragantaria con eso y después te
comeria a ti.
MAYRA: (Y si te indigestas?
DIEGO: Tu serias mi doctora de cabe-
cera.
MAYRA: Yo podria cuidarte, recetar-
te, pero no te aseguro curarte.
DIEGO: Entonces, pediria hacerte el
amor si estuviera desahuciado,
MAYRA: {Te acuerdas del muchacho
de la esquina, el hijo de dofia Sofia?
El si estaba desahuciado.
DIEGO: No, no lo recuerdo, por qué
habria de hacerlo.
MAYRA: Pues porque... no sé pero yo
lo recuerdo, a veces me llega muy
fuerte su imagen.
DIEGO: Los recuerdos son como una
pelicula sin sonidos, sin secuencia, y
los puedes mover a tu antojo.
MAYRA: Me recordards después.
DIEGO: Lo que importa es el presente,
y ese es tan diminuto y a la vez tan
infinito que jams dejar de existir.
MAYRA: Solo el futuro es tan incierto.
DIEGO: No existe, s6lo son imagenes
de una realidad frustrada creada por
los miedos, y suefios que jamis Lle-
gan; imagenes que vienen y se van en
el presente, donde estamos viviendo.
MAYRA: A veces me da miedo.
DIEGO: {Qué cosa?
MAYRA: Esto. Lo que estamos vivien-
112
do. Recuerdo cuando mami decfa...
DIEGO: No la menciones més. Decidi-
mos hacer esto; unirnos a pesar de
nuestros padres, a pesar de...
MAYRA: Ya, no volvamos a lo mismo.
DIEGO: No muevas entonces mis re-
cuerdos. Quedamos en vivir lo nues-
tro solos, sin recuerdos, sin nada que
nos regrese al pasado, para poder vi-
vir tranquilos, para...
MAYRA: ZY Dios?
DIEGO: ;Dios? Dios no existe. Nada
ms sirve para culparlo de tus erro-
res, para no quedar como idiota con
las cosas que no puedes explicar.
MAYRA: A veces cuando pienso en él
me arrepiento y quiero mandar todo
al diablo; purificar mi alma, aplacar
todo lo que se desat6 la noche que
entraste a mi cuarto; la primera vez
que me viste desnuda, la primera vez
que alguien me ensefié a...
DIEGO: Todo hubiera seguido igual,
todo habria sido sencillo, pero tenfas
que hablar. Lo mejor es quedarse ca-
llado cuando te preguntan, torturar-
los con una duda, como ellos lo ha-
cian con lo incierto de su amor, 0 qué
a poco crees que de verdad te ama-
ban, quién te dice que no nacimos por
un descuido, que ni siquiera estaba
planeado que naciéramos.
MAYRA: Un descuido... (Se acaricia el
vientre.) un maldito descuido que nos
va a arruinar.
DIEGO: Atin no, todavfa te amo.
MAYRA: ;Atin me deseas igual?
DIEGO: No, mucho més.
MAYRA: Eso es lo que me consuela,
no me dejes ahora, no me dejes nun-
ca.DIEGO: No amor, jamés, si me pudro
el infierno ser4 contigo.
MAYRA: (Nos iremos al infierno?
DIEGO: Depende de nosotros, el infier-
no est aquf (sefiala su cabeza) y de
ese nadie se escapa.
MAYRA: (Pausa. Pensativa.) {Seremos
libres algtin dfa?
DIEGO: {De qué?
MAYRA: De nosotros, del pasado. ,Se-
rés libre de mf, y seré libre de ti?
DIEGO: Lo somos.
MAYRA: {Lo somos?
DIEGO: No me confundas més. Te amo.
La besa con una pasién instintiva, casi
animal y empieza a acariciarla sin lle-
gar a desnudarla, aunque aparentemen-
te esa sea la intencién. Se reanuda el
juego erbtico del principio. Mayra entre
risas.
MAYRA: Tengo hambre.
DIEGO: ;Ahora?
MAYRA: Si, ahora.
DIEGO: De acuerdo bajaré por algo para
cenar.
MAYRA: No, mejor invitame a cenar a
algiin lugar, otro sitio que no sea esta
habitaci6n.
DIEGO: Estés rematadamente loca,
Andale vamos.
Salen. Afuera se escuchan truenos, llu-
via, relémpagos. Entran los dos com-
pletamente empapados.
DIEGO: Sera mejor que te bafies, si no
te puedes resfriar.
MAYRA: Es que tengo frfo.
DIEGO: Se te va a quitar si te bafias.
113
MAYRA: {Nos bafiamos juntos?
DIEGO: Anda ahorita te alcanzo.
El empieza a desvestirse, y ella se diri-
geal batio, a contraluz se ve cémo se va
desnudando y cae el chorro de la rega-
dera, mientras él en calzoncillos y tira~
do en la cama la observa. Deben escu-
charse sélo los ruidos externos, el agua
de la regadera mojando el cuerpo de ella
y las respiraciones de ambos. Ella sale
con el cuerpo mojado y cubriéndose con
una toalla, sin enredarse en ella, avan-
za hacia ély se apaga la luz. La siguiente
escena sera iluminada s6lo por los re-
lémpagos que se cuelan por la ventana.
MAYRA: jAy, se fue la luz!
DIEGO: Déjalo asi es mejor.
Empieza nuevamente el juego erético,
como si fuera un ritual empezarén a ha-
cer el amor.
MAYRA: Te amo.
DIEGO: No me dejes nunca.
La escena sigue, los cuerpos se ilumi-
nan por los relampagos, las respiracio-
nes se confunden con los truenos y cuan-
do un estruendo mayor se escucha como
anunciando la culminacién, la luz se
enciende.
Los relémpagos volverdn a iluminar la
escena donde vemos a ella acurrucada
en el vientre de él y él protector cuida
su suetio, mientras la Uuvia y los relém-
pagos van disminuyendo hasta quedar en
silencio y oscuro.
Amanece y es ahora ella quien parece
cuidar el sueno de él quien adopt6 lamisma posicién que ella tenia, pero el
vestuario debe cambiar para dar la sen-
saci6n de que el tiempo ha transcurrido.
DIEGO: Que pensativa.
MAYRA: Tuve un mal sueio.
DIEGO: {Qué sofiaste?
MAYRA: Nada importante, olvidalo.
DIEGO: Olvidalo ti porque traes una
cara que...
MAYRA: Oye, ya tenemos més de una
semana de haber llegado aqui, atin
no sabes a donde nos iremos?
DIEGO: No.
MAYRA: Es que me preocupa que nos
puedan encontrar, si pap4 nos encuen-
tra querra evitar que nazca el nifio y
yo...
DIEGO: Nadie puede decidir eso excepto
ty yo.
MAYRA: Es que me da miedo nada més
de pensar que...
DIEGO: No pienses entonces.
MAYRA: Tai crees que mama olvide
algin dia, que pueda perdonar, y que
acepte lo que pas6.
DIEGO: Los padres nunca olvidan, si
aceptan las cosas es porque ya no les
queda de otra, porque ya no pueden
cambiar tu manera de pensar, y aun-
que parecen resignarse jams lo ha-
cen.
MAYRA: {No los quieres? Hablas de
ellos como si nada tuvieras que agra-
deceries.
DIEGO: ;Tii les debes algo?
MAYRA: Nos dieron la oportunidad de
vivir.
DIEGO: Para jugar a ser padres, para
aprender en el camino pero nunca
aprendieron, Apenas les rompes su
114
esquema de familia y entonces si te
hablan de unién, de valores, pero ya
todo suena tan hueco que no crees ni
en tu nombre.
MAYRA: No me gusta que hables asf.
DIEGO: No me digas que a ti también
te asustan las verdades.
MAYRA: No siempre, pero algunas te
lenan de terror.
DIEGO: Sé mas clara.
MAYRA: Sabes a qué me refiero.
DIEGO: No quiero jugar a las adivinan-
zas dimelo ti.
MAYRA: Es por el bebé, tengo mucho
miedo sobre lo que puede pasar.
DIEGO: Yo también lo he pensado, tal
vez la soluci6n sea evitarlo...
MAYRA: jNo! [Es nuestro hijo, es nues-
tro error!
DIEGO: Y quieres que pase lo que pa-
amos nosotros que viva todas nues-
tras frustraciones, Mayra ain no es
tiempo hay muchas cosas que noso-
tros mismos debemos tener claras y
ahorita todo nuestro mundo esté Ile-
no de problemas, y yo no quiero bron-
cas para mi hijo.
MAYRA: Pero entonces si nos iremos
al infierno.
DIEGO: Ya te dije que el infierno no
existe y en todo caso tendremos toda
una vida para extinguirlo,
MAYRA: Yo no estoy de acuerdo no lo
voy a permitir, él no tiene que pagar
nuestras culpas.
DIEGO: Yo no quiero més problemas,
no es el momento, ahora sélo nos es-
torbaria.
MAYRA: Si él se vuelve un estorbo,
pronto lo seré yo también, y una cosa
si te digo: nos metimos los dos enesto, estamos hasta el cuello y si sali-
mos bien o mal librados seremos los
tres ni se te ocurra pensar eso. No
voy a dar un paso atras.
DIEGO: Eres una necia, piensa con l6-
gica, sé més practica, ahora no pode-
mos complicarnos més la vida.
MAYRA: Me estoy cansando de proble-
mas, Diego, cuando nos decidimos a
irnos no hablabamos de complicacio-
nes sino de suefios, de buscar la me-
jor ciudad para guardarnos para se-
guir creciendo juntos.
DIEGO: Hay que pensar bien las cosas.
La mejor manera de resolver ahora
los problemas es...
MAYRA: Nise te ocurra pensar en eso.
‘Ya no quiero més broncas encima.
DIEGO: Yo quiero llegar tranquilo a esa
nueva ciudad.
MAYRA: Y c6mo puedes llegar tran-
quilo después de hacer eso que pre-
tendes.
DIEGO: Piénsalo y acabemos ya con esta
estipida discusién. Por qué hemos de
complicarnos la vida, por qué ahora.
Mayra, todo saldra bien te lo asegu-
To, Yo te amo.
MAYRA: Por qué, Diego, yo también
tengo esas preguntas en la cabeza, por
qué antes s6lo habia suefios en vez de
reproches, por qué los dias eran dife-
tentes y no habfa Ilantos,
DIEGO: Porque antes tenfas confianza
en mi, no discutias lo que proponia,
porque antes no habia miedos.
MAYRA: Porque no habfa problemas
sino suefios, porque ti decias siem-
pre que me querias, no te quedabas
largas horas callado ni rompias tus
silencios con gritos, porque los dos
115
buscdbamos soluciones, porque los
dos nos tenfamos.
DIEGO: Porque s6lo estébamos ti y yo.
MAYRA: Porque... gno estaba emba-
razada?
Se observan en silencio como tratando
de dar cada uno respuesta a esa pregun-
ta. Diego sale y oscuro.
Han pasado alrededor de tres semanas.
El fastidio de los dos debe ser bastante
notorio y el desorden de la habitacién
también.
MAYRA: Hasta cuando vamos a seguir
escondidos en este lugar, ya me es-
toy hartando.
DIEGO: Atin no es tiempo de irnos, no
me presiones déjame pensar.
MAYRA: Qué es lo que necesitas pen-
sar, s6lo estas buscando la manera de
no sentirte mas culpables que cuando
nos salimos de casa, en el fondo tie-
nes tanto miedo como yo.
DIEGO: Mayra no me provoques no
estoy de humor y no quiero decirte
cosas que puedan ofendernos més.
MAYRA: Ya no vale mentir Diego; te
veo el miedo en los ojos, te lo adivi-
no en tus suefios, en cada vuelta que
das sobre la cama tratando de dormir
y cuando por fin lo logras, pareces
llorar quedo, te acurrucas en mi cuer-
po y es cuando te siento temblar,
cuando comprendo entonces como es
el miedo.
DIEGO: Ya estuvo Mayra, parale ya;
yo no soy ningtin cobarde, te lo he
demostrado trayéndote hasta aqui.
MAYRA: Hasta dénde Diego, dimelo
porque ya no veo claro, porque ya nosé ni siquiera a donde vamos, dime
hasta donde me has traido y hasta
dénde me vas a llevar.
DIEGO: Te digo que basta, no quiero
hablar cosas que puedan lastimarnos.
MAYRA: Que puede lastimarnos mas
que toda esta basura que hemos car-
gado durante tanto tiempo.
DIEGO: jLa basura que Ilevas en el vien-
tre!
MAYRA: jPor Dios!
DIEGO: No lo menciones, ya no es su
tiempo ya estamos solos, ahora sf, so-
los. Querfas que hablara, que te dije-
ra en que estaba pensando, pues bien
creo que aferrarnos a ese hijo que Ile-
vas dentro va a terminar por separar-
nos, al principio ser4 nuestro hijo pero
después seré el recuerdo de nuestros
padres, que hemos de decirle en un
futuro que sus abuelos no lo conocen
porque lo consideran hijo del sacrile-
gio, que temen el castigo de Dios
porque es hijo de dos hermanos.
MAYRA: Esas son palabras tuyas, es lo
que ta piensas.
DIEGO: Lo que los dos hemos pensa-
do, no te hagas, por que yo te he vis-
to llorar pidiéndole a Dios que nos
perdone, que el nifio nazca bien, que
si ha de llegar algun castigo no sea él
quien lo reciba, jy quien entonces!
gNosotros? Que otro castigo més ne-
cesitamos para redimirnos, que otra
penintencia hemos de pagar por que-
rer burlar esta soledad a la que nos
enfrentamos desde que nacimos, que
otra pena nos falta purgar para ser
felices.
MAYRA: El pecado de querernos.
DIEGO: Eso no es pecado.
MAYRA: {Soy tu hermana!
DIEGO: ;Céllate! Ya basta, ya no so-
porto més. Ahora si estoy convenci-
do, ese nifio no nacera.
MAYRA: Est4s loco Diego, no nos con-
denemos més, es nuestro hijo.
DIEGO: No nos pertenece, nada més es-
tébamos té y yo en los planes, 1 lo
echa todo a perder.
MAYRA: Por eso nos salimos de casa.
DIEGO: Una raz6n més para no desear-
lo, ahora estariamos tranquilos.
MAYRA: (Estés seguro?
DIEGO: Basta Mayra, ahorita no me
soporto ni yo, mejor me voy, necesi-
to despejarme.
MAYRA: Diego no te vayas. ;Diego,
Diego..! No me dejes sola.
Mayra empieza a buscar entre las male-
tas saca la ropa y se pone una bata blan-
ca muy ligera, descubre unas fotogra-
fias, mismas que se empezardn a pro-
yectar muy lentamente en la habitacién
traspasando su bata y su figura para dar
la impresion de ser sus recuerdos los que
inundan el cuarto.
Ha anochecido. Entra Diego despacio,
timido y Mayra esté sentada en Ia orilla
de la cama de espaldas a la puerta y
viendo las fotografias, lora en silencio,
A partir de aqut empieza un sonido de
grillos apenas perceptible que ir aumen-
tando hasta tornarse insoportable.
DIEGO: Mayra...
MAYRA: jDiego! Tuve miedo de que
te hubieras ido sin mf.
DIEGO: Cémo crees, estuve pensando
mucho en todo esto, en nosotros, en
papé, los recuerdos de mamé, y bue-
116no, ya tengo la nica solucién que
podemos tomar.
MAYRA: (Con recelo.) ,Nos regresa-
mos con ellos? ;Tendremos que pe-
dir perdén?
DIEGO: No, ya no podemos pedir per-
d6n.
MAYRA: {Entonces? No me pongas de
nervios cual es la solucién.
DIEGO: No te preocupes, ya lo sabrés.
Mira te traje algo de cenar.
MAYRA: Pero no tengo hambre. Lo que
queria era verte, tardaste mucho.
DIEGO: Lo sé, pero era necesario. Ve-
ras que ahora si ya nadie nos va a
separar.
MAYRA: (Y el bebé?
DIEGO: Se ird con nosotros, estaremos
juntos.
MAYRA: jDe verdad, ya nos vamos a
ir!
DIEGO: Si ya nos vamos. Majfiana ya
no estaremos en esta ciudad.
MAYRA: Entonces es mejor que em-
piece a empacar desde ahorita.
DIEGO: Si hazlo, que no quede nada de
nosotros en este cuarto.
MAYRA: Mira y yo que ya estaba pen-
sando locuras.
DIEGO: Si todos nos volvemos locos por
momentos, a veces es maravilloso pe-
TO otras... otras veces hace mucho
dafio.
MAYRA: (Estis triste?
DIEGO: No, es sélo un poco de nostal-
gia.
MAYRA: Yo también estaba asi y me
puse a ver nuestras fotografias, mira
te acuerdas de ésta, cuando fuimos a
la playa por primera vez sin nuestros
padres, solamente nosotros dos, o ésta
M7
cuando a fuerzas querfa retratar a las
gaviotas volando detrés de ti y te pedf
que las asustaras con arena para to-
marte a ti en cuanto ellas volaran, y
Io Gnico que conseguimos fueron tus
manos llenas de arena restregandose
en las nalgas de tu pantalén y las
malditas aves ni se inmutaron.
DIEGO: Mira éstas en la Macro Plaza
de Monterrey. Cuantas chingaderas
nos pasaron en ese viaje, verdad, ter-
minamos encabronados y durmiendo
cada quien por su lado y enmedio de
los dos el demonio de la carne sedu-
ciéndonos.
MAYRA: Si pero el coraje fue mayor y
ni siquiera nos pelamos.
DIEGO: Ah, pero cuando nos pregunté
mamé “jcémo les fue?”, se divir-
tieron?
MAYRA: “Uy si mamé bastante baila-
mos muchisimo y dimos muchas vuel-
tas en la Macro...” ite acuerdas?
DIEGO: Cuéantas cosas, gno?
MAYRA: Si y aqui estarfan las fotos de
nuestro viaje a México, si no hubie-
tas roto la c4mara con todo y rollo
nada més por tonto.
DIEGO: Si verdad, aquellas en el An-
gel, o las de la Torre Latinoamerica-
na, todas las del Paseo de la Refor-
ma, 0 comprando mugres en Tepito.
MAYRA: Qué bonitos recuerdos, no los
cambiaria por nada.
DIEGO: Si pero sélo son eso: recuer-
dos, ahora es tiempo de vivir otras
cosas.
MAYRA: ¢Y a dénde me vas a llevar,
al norte o al sur, 0 de plano nos va-
mos al centro del pafs?
DIEGO: No comas ansias, majiana sa-brés, que sea una sorpresa. Termina
ya de empacar para que te comas lo
que traje. Mientras arreglo las cosas
del bafio.
Diego se dirige al bario mientras Mayra
termina de empacar.
Diego saliendo del bao.
DIEGO: Qué raro, hacia mucho que no
escuchaba grillos y mira que venir a
escucharlos justo aqui.
MAYRA: Cémo crees que en este lugar
se van a escuchar grillos.
DIEGO: Claro, céllate y escucha.
Wye de veras y con lo que me
fastidian los grillos.
DIEGO: A mi me dan miedo, desde
nifio, me hacen pensar en oscuridad,
en vacio, no escuchas nada sélo el
Norar de esos animales, se te borran
los demas sonidos y nada mas ese te
martillea los oidos.
MAYRA: Bueno pues trata de ignorar-
los, no importa tanto. Ademés, ya nos
vamos a ir.
DIEGO: Pues peor fijate, que el iltimo
recuerdo de este cuarto, y de esta ciu-
dad sea ese mugroso ruido.
MAYRA: Te digo que no es para tanto,
sf es extraiio y sobre todo molesto pe-
ro s6lo sera esta noche.
DIEGO: Me ponen més de nervios.
MAYRA: {Més? Pues qué, jya estés
nervioso?
DIEGO: Es por el viaje que haremos,
siempre da miedo lo que no conoces.
MAYRA: Bueno pero vamos a estar jun-
tos y eso es lo que importa.
DIEGO: Si, juntos.
MAYRA: Oye, volveremos algin dia
118
a ver a nuestros padres?
DIEGO: Seguramente si.
MAYRA: Me preocupa lo que ellos pien-
sen ahora.
DIEGO: No empieces otra vez con eso,
estoy harto de preocupaciones, de
miedos, de culpas, de un tiempo acd
ya no hablamos de otra cosa. Me har-
tas.
MAYRA: Tu también me hartas y aqui
estoy escuch4ndote todavia, cuidén-
dote cuando te revuelves en tus sue-
fios, hasta con los malditos grillos
escuchandote, sin reclamos ya, pero
apenas digo algo y ya ests reprochan-
do que tengo miedo, sin embargo el
que se la pasa temblando eres ti.
DIEGO: Tu no llevas en esto la respon-
sabilidad que cargo yo.
MAYRA: Ah pues dime entonces cuan-
do se hizo la separacién de responsa-
bilidades cul es la tuya y hasta don-
de soy responsable segiin ti, de todo
esto, porque yo pensé que la respon-
sabilidad era mutua.
DIEGO: Ay Mayra, no salgas con estu-
pideces bien sabes como se ha dado
todo lo que hemos pasado, cémo em-
pez6 todo.
MAYRA: Por supuesto que lo sé, no he
olvidado por un slo momento esa no-
che en que entraste a mi cuarto di-
ciéndome que habias escuchado dis-
cutir a mis padres, que habias estado
observando y oyendo todo, que viste
cémo eran ambos en su intimidad,
recuerdo que llegaste nervioso y ex-
citado, recuerdo también cuando tu
abrazo dejé de ser fraternal y cuando
tu mano se fue a esconder entre mis
piernas, pero eso ya no era sorpresapara mf. Por eso me molesta que te
pongas asf, por eso me desespera ver-
te cémo andas.
DIEGO: Qué sabes ti cémo ando.
MAYRA: Me basta verte Diego, para
saber lo que traes cargando.
DIEGO: No Mayra, ni siquiera yo sé lo
que traigo, pero... si tengo mucho
miedo, no quiero separarme nunca de
ti pero.
MAYRA: Diego no ests solo, no esta-
mos solos, ahora tenemos alguien por
quien luchar,
DIEGO: Eso era lo que mas me asusta-
ba, por eso me decidi.
MAYRA: (A qué Diego?
DIEGO: A irnos de aqui, lejos los tres
sin nadie nos culpe de nada ni nos
sefiale, sin que nadie nos recuerde que
somos hermanos.
MAYRA: Ojala nosotros también pudié-
ramos olvidarlo.
DIEGO: Lo haremos. (Pausa.) Creo que
en el bafio quedé ropa tuya, guardala
de una vez.
Mayra se dirige al bao. Diego aprove-
cha para vaciar algo en la bebida que
daré a Mayra.
MAYRA: No hay ropa, s6lo las toallas.
DIEGO: Yo cref. Andale cena para que
te duermas.
MAYRA: No tengo hambre.
DIEGO: Bueno t6mate el jugo de perdi-
da, ya te lo destapé.
MAYRA: Sabe raro. (Dando un gran
trago al jugo.)
DIEGO: Debe ser la marca, no es el que
acostumbras pero también es de fru-
tas. Anda tématelo todo,
MAYRA: Diego... yo también estoy
nerviosa, tengo miedo de
DIEGO: No pasar nada vas a ver, per-
d6name mi histeria, gno?, perdéna-
me todo.
MAYRA: Que nos perdone Dios.
DIEGO: Ya no caben los miedos, ni el
tuyo ni el mio. {Prometido?
MAYRA: Prometido.
DIEGO: Vete a dormir.
MAYRA: iY este desorden?
DIEGO: No importa, majiana ser4 otro
dia.
MAYRA: Esta bien, vamos a dormir.
DIEGO: Adeléntate, yo ahorita te alcan-
20.
MAYRA: No tardes los grillos me po-
nen de nervios y esté muy oscuro,
tengo miedo la noche es muy negra.
Mayra se acuesta, Diego recoge las fo-
tografias del suelo, se dirige al baio.
Sale y Mayra parece dormir.
DIEGO: (Para si.) Ya es hora de des-
cansar Mayra.
Diego abre una ventana y una luz pro-
fundamente azul bafta su figura y el es-
cenario.
DIEGO: La noche es muy negra...
Diego se sienta en la cama, junto a
Mayra empieza a tomar del mismo jugo
al tiempo que la luz va disminuyendo
hasta quedar en oscuro. El sonido de los
grillos cesay suena el blues Azul de Real
de Catorce.
119LG
rT ww
May
E NSS
aa.
pee)
120