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¿CON QUIÉN HE DE CASARME?

Toda mi vida me ha repetido hasta el cansancio esa cuestión. Desde que era un niño

y era atormentado por la violencia en el seno de mi familia, me dijeron que yo debía de ser

mejor persona que mi padre, que debía encontrar a la mujer ideal y contraer matrimonio

con ella. Pero mi mente pequeña no alcanzaba a asimilar lo que esto implicaba y solo era

bombardeado por cosas que un niño no debía estar pensando, aun así, este dilema fue

implantado en mi cabeza desde muy chico.

Cuando crecí un poco más, fui viendo como los padres de mis amigos se iban

divorciando y eventualmente los míos también. Una sola pregunta invadía mi mente.

- Si la gente se casa y después se divorcia, ¿Qué caso tiene casarse desde un

principio? - Esta pregunta un día se la formulé a mi madre y solo se soltó llorando.

Posteriormente se la hice a mi padre y solo me contestó:

- Hijo, el matrimonio es algo bello. Pero no siempre resulta como uno desea, solo

quiero para ti lo mejor y que un día de verdad encuentres a alguien con la que puedas

compartir el resto de tu vida. - me dijo mientras tenía su mano en mi hombro-.

Crecí pensando con quién debería compartir mi vida. Escuché los sabios consejos de

mi abuelo que decían.- Que un hombre debía de ser lo que un hombre debía de ser- Esas

fueron sus palabras. Nunca me dijo lo que significaban, solo de dedicó a predicarme con el

ejemplo. Me enseñó sobre el trabajo duro, el respeto hacia las cosas, lo que es ser un

caballero con las mujeres y muchas otras cosas más de la vieja escuela.

Mi madre me enseñó a ser amable, apacible, agradecido y pensar antes de actuar.


Recibí una buena educación a lo largo de mi vida, como era de esperarse en los años

de mi adolescencia comencé desarrollar mis talentos y m curiosidad por las cosas.

La poesía era de mi agrado, por todas las historias que mi abuelo desarrollé un

agrado por esta disciplina artística. Más tarde un poco por el teatro.

Mi padre me inculcó el amor hacia los deportes y poco después la disciplina a través

de las artes marciales.

Como era de esperarse, la incógnita y esa presión latente nunca se fueron. Al

contrario, se vio reforzada por todo el mundo artístico de mi alrededor. Todo se trataba del

amor, de escoger a la pareja perfecta para uno mismo. Pero esta última premisa siempre se

me hizo demasiado egoísta, puesto que no existe la mujer u hombre perfecto en esta tierra y

si lo llegará a existir no tenemos ninguna garantía que esa persona se va a enamorar de

nosotros. Todo el mundo discutía sobre la chica de sus sueños o el hombre de sus sueños,

que se pareciera a cierto personaje de la literatura o del mundo cinematográfico e incluso

alguno se atrevió a describirlo de forma física y psicológica. Otros decían que la indicada

ya llegaría y que solo debía esperar. Otro grupo decía que debía buscarla. Al final todo se

resumía en: ¿Cómo sabré que alguien es la indicada?

Estas mismas preguntas, y el no tener un arquetipo especial de mujer fueron los que

les dieron un toque diferente a todos mis escritos. El hecho de jugar con la psicología, dejar

muy abierto el lugar de lo que se suponía debía ser mi musa y que cada quien se sintiera

identificado a su manera me valió para ser de la admiración de muchas chicas.

La duda persistió. Decidí unirme a una religión y ver si ellos me daban una

respuesta más concreta. La única que recibí de ellos era la que decía que Dios unía a las
parejas y ponía a todos con la suya. Si es así, entonces ¿por qué había tantas parejas

divorciadas entre las filas de ellos? Y la respuesta que recibí fue: Muchas veces nos

apresuramos y no hacemos las cosas bien. Esto era lo que mi padre me dijo en su momento.

Dejé la religión y durante los años de mi adolescencia me dediqué solo a desarrollar

mis habilidades y dejar de darle vueltas a ese asunto.

Pasaron mis buenos años de la secundaria y era hora de pasar a otra etapa. La cosa

era muy simple, tareas, fiestas, modas, etc. Todo era normal en mi vida de preparatoriano.

Al menos eso fue lo que logré percibir. Muchos de mis compañeros y amigos tenían la idea

de casarse a una etapa joven, ellos creían que esa era la cúspide máxima de la vida, todo su

mundo giraba en torno a eso y al carajo los estudios y demás cosas.

En lo personal me interesé por una joven de mí mismo curso, fue de las pocas

personas con la cual me sentía en total libertad de compartir mis escritos. La entendía a la

perfección, cada pensamiento de su mente lo comprendí. A ella siempre le gustaron mis

poemas e historias, pero no le podía dar lo que ella necesitaba en esos momentos. Siempre

estuvo rodeada de idiotas sin nada que ofrecer, pero que le podían ofrecer un techo (pese a

que vivían con sus padres y no en una casa propia).

Para mi buena fortuna logré terminar de desarrollarme en un entorno libre de

machismo y me pregunto si acaso eso de tener una pareja en unión libre y vivir aún con mis

padres es un gran logro. Puesto que esto contradecía en parte algo de lo que yo pensaba.

Creía que un hombre para poder casarse debía de tener un hogar propio para su esposa.

Pero bueno, yo no soy nadie para juzgar.


Seguí en la misma escuela y ella junto a mí. Durante un tiempo ella fue la única que

leyó mis escritos, solo ella podía corregirme y solo ella los inspiraba. Esperaba que al

terminar la preparatoria ella dejaría a los hombres que no valían la pena y conseguiría algo

mejor, pese a que ello significara alejarse de mí. Pero si ella estaba bien, yo también lo

estaría.

Finalmente salimos de la preparatoria y cada quién siguió su camino. Ella no dejó al

novio que tenía y tuve que irme de mi pueblo para lograr estudiar la carrera que quería. Me

fui, pero no sin antes dejarle una carta de despedida confesando todo lo que había pasado

en los tres años anteriores a ello.

Una noche en la que me encontraba solo antes de irme a la ciudad ella tocó mi

puerta, la dejé pasar sin oponerme mucho. Hablamos durante parte de la noche sobre los

planes a futuro de cada quien y ella nunca tuvo nada planeado, su mundo estaba muy

limitado. Tres días fueron suficientes para consumar ese amor juvenil, en tres días nos

amamos tal y como éramos, en esos días vivimos una vida de años. La oscuridad fue

nuestro testigo y confidente. En esos tres días compuse para ella poemas, canciones a su

belleza, todo a mi musa. Me despedí de ella creyendo que nunca más la volvería a ver, pero

ya no importaba, puesto que había amado y perdido.

Hice una vida de estudios y libros, reemplacé la necesidad de pareja por un hambre

insaciable de conocimiento y cualquier cosa que lograra despertar mi curiosidad era

bienvenida en mi amplia galería de conocimientos.

Durante mi estadía en la universidad me nutrí de conocimiento, ya fuera

antropología, arte, literatura, ciencias sociales, algunos temas de medicina y aprender


nuevas lenguas. Intenté tener un par de parejas, mas mi mente solo podía pensar en adquirir

conocimiento y esas mujeres que se acercaron a mí, terminaron mejor por dejarme. Esto

jamás me entristeció.

Logré obtener un trabajo enseñando en la misma universidad que me formó, amé

enseñar y siempre había algo nuevo que aprender. A mis cortos 27 años ya contaba con dos

carreras, una maestría, un doctorado y mis planes eran ya tomar otro doctorado para

continuar enseñando. Pero un día sentí la curiosidad de desenterrar mis antiguos escritos y

darme un clavado en mi propia mente de hace casi diez años. Todo era muy diferente a

como lo recordaba, pasé de ser un romántico escritor a algo que no me visualizaba del todo,

volví a guardar mis escritos y dejarlos guardados entre el polvo una vez más.

Una mañana común y corriente dentro de mi vida, sentí la necesidad de salir y

aprender algo fuera de los muros de una biblioteca, explorar el mundo y ver con asombro

las cosas desde una perspectiva diferente. Al igual que los primeros hombres en la historia

de la humanidad.

Renuncié a mi trabajo, dejé que se lo dieran a alguien que tuviera las ganas de

tomarlo. Al ser un hombre solo, tenía bastante dinero en mis ahorros y por el apartamento

no me debía preocupar, ya que estaría bien. Sin más que un espíritu deseo de explorar y una

mochila con lo más indispensable salí al mundo. A mis 28 años empecé una vida de viajero,

una vida que duraría poco más de diez años.

Primero viajé con una compañía de teatro callejero, después llegué a la India donde

observé a los monjes meditar, me metí por dos años en un monasterio de guerreros shaolín

para aprender el arte de la defensa, logré subir el monte más alto en la historia de la
humanidad, competí en algunos torneos de artes marciales, aprendí de botánica, aprendí de

algunos males que afectan al corazón en particular, terminé peleando en una revolución que

no era mía. Tuve un par de noches con algunas mujeres para nada serio y estoy seguro de

que no dejé descendencia por mí paso. De esa manera sacié mis deseos de aventura y a mis

40 años regresé por primera vez a mi viejo apartamento.

Las cosas ya eran muy diferentes, toda mi familia se alegró por mi regreso. Un

viejo amigo me ofreció un puesto enseñando en una nueva preparatoria en mi pueblo natal

y al ya no tener una mejor opción de empleo la tomé.

Regresé tras 22 años estar fuera de mi antiguo hogar. Visité a viejos amigos para

enterarme del paso de los años en sus vidas. Todos sin excepción alguna estaban ya

casados, o lo estuvieron y alguno que otro ya se encontraba en su segundo matrimonio.

Pero todos ya estaban casados. Todos menos yo.

El estigma social jamás me importó y solo me dediqué a enseñar a todos los jóvenes

que por mi salón de clases pasaban, niños con problemas emocionales, sociales y de salud,

otros con combinaciones de problemas. En determinado punto de mi trabajo, me vi

ayudando a una joven de 14 años sin hogar, la cual se terminó convirtiendo en la hija que

nunca tuve.

Escribí todas mis historias, muchas eran muy buenas y otras las inventé. Todo esto

en el lapso de poco tiempo y logré convertirme en un buen escritor.

Una noche mi niña me hizo una pregunta ¿Qué era el matrimonio? Esta fue la

pregunta que invadía la mente de mi hija.


Las respuestas siempre fueron algo ambiguas. En mi trayecto había escuchado que

era una forma de inmortalizarse; otra de dejar descendencia en este mundo, una muestra de

amor y de compartir el resto de la vida con una persona. Tal vez esta pregunta es más

sencilla, puesto que puede ser todas la anteriores.

A mis 42 años y en el inicio de un nuevo curso llegó una madre con uno de sus hijos

a mi clase, el joven era problemático al igual que el resto de sus hijos mayores.

El paso de los años era más que evidente, su belleza ya estaba marchita, la alegre

joven y llena de vida se había ido. Era ella. Volví a verla solo para descubrir que nunca se

separó de ese idiota, que nunca la amó como ella creyó que lo iba a hacer, no la cuidó como

ella merecía. Tuvo tres hijos con ese mal nacido, los cuales nunca pudo amar como se

supone que una madre debería amar a sus hijos. Soportó tristeza y decepciones como pocas

personas en este mundo.

Esa misma noche regresó a mi casa, nos contamos las historias que vivimos desde la

última vez que estuvimos juntos, ella tuvo una vida sin nada bueno. Su esposo (con el cual

nunca se casó de verdad) fue toda una mala vida. Yo logré forjar un camino diferente, pero

ella solo había vivido en tristeza y amargura.

Pasó ese año escolar y otro más, al momento en que solo tenía solo 44 años y mi

hija 18, cuando ella salió corriendo de su casa llorando. La encontré tendida en el suelo

golpeada, la ayudé como pude. Me contó que esto eso ya había pasado muchas veces.

Le propuse escapar conmigo, hacer un viaje, como el que yo había hecho hace no

mucho, al principio se mostró un poco indecisa. Terminó aceptando a la mañana siguiente.

Antes de que volvieran a iniciar las clases escapamos hacia el otro lado del mundo. En el
mismo monasterio de monjes Shaolín que entrené, allí nos casamos. Junto con mi hija

viajamos por los que fueron los mejores dos años de mi vida y existencia. Su belleza

marchita volvió a brotar y la alegría desde hacer ya tantos años también renació.

Lógicamente no regresamos a ese pueblo, sino que ya cuando terminamos ese viaje,

logré publicar algunos de mis escritos y vivir junto a mi familia.

La vida da muchas vueltas, la misma mujer que me hizo salir de mi hogar, me hizo

volver a salir, y todas las preguntas de vida que formulé ya no tenían importancia. Tal vez

al final no hay que escoger ni dejar que pase. Al final del día es lo que tu decidas que sea.

Ya sea un motivo egoísta de no estar solo, si deseas compartir tu vida, un acto de

amor desinteresado, el complemento que te hace falta o si te obligan a hacerlo. Todo es

válido.

Todo era perfecto, hasta que un día ella cayó enferma. Su corazón sufría de un mal

desde hace muchos años, producto de la tristeza y maltratos sufridos. No había ya nada que

hacer para salvarla, eso se tuvo que haber atendido desde hace muchos años. Mi

experiencia en ese campo me lo confirmaba.

Ella no estaba triste por su muerte, al contrario, le alegraba el haber compartido sus

últimos años con nosotros. Pero yo no estaba contento de perderla y no iba a quedarme

sentado mirando como su vida se acababa. Ella tenía que tener la oportunidad de vivir más

tiempo, de disfrutar los años que ese mal nacido le arrebató.

Solo mi hija sabía de esta decisión, me hice los estudios pertinentes para donar mi

corazón y escribo esto antes de entrar al quirófano.


No sin antes de ir y despedirme de ella. Yo sé que mi hija estará bien, le dejé

muchos libros ya escritos, solo es cuestión de publicarlos.

Aun en la muerte estaré contigo.

“Al despertar me di cuenta que él no estaba, solo nuestra niña y ella me contó lo que

él hizo por mí.

Diste tu vida por mí. Te esperé por tantos años, soporté tantas cosas aguardando tu

regreso. Mis esperanzas se desvanecían con el paso de los años y mi corazón se debilitó

demasiado.

Ahora me dicen que debo vivir sin ti otra vez, sin embargo, ahora me reconforta el

hecho de que aun así estarás conmigo. Aquí en mi pecho.

Viviré, tal como tú lo hiciste, sabiendo que alguien dio su vida para salvar la mía.

Tal vez esto es el verdadero matrimonio y creo haber escogido al correcto.”

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