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ESPACIO, ESPACIALIDAD Y
MULTIDISCIPLINARIEDAD
ISBN 978-950-23-1789-2
1. Geografía. I. Título.
CDD 918
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
© 2011
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
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Impreso en Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
PREFACIO .................................................................................................. 13
Marta I. Kollmann
INTRODUCCIÓN .......................................................................................... 15
Marta I. Kollmann
Hacia la creación de un cuerpo teórico para la Geografía .................. 15
El desafío de la Geografía ...................................................................... 20
La simultaneidad de los espacios: el tercer espacio
según E. W. Soja ..................................................................................... 21
Hacia una ontología social sistémica .................................................... 24
Relaciones teórico-metodológicas ........................................................ 27
Reflexiones finales ................................................................................. 35
Bibliografía ............................................................................................. 39
Marta I. Kollmann
Marta I. Kollman 15
INTRODUCCIÓN
* Dra. en Filosofía y Letras (Geografía) por la Universidad de Buenos Aires. Master of Arts,
Universidad de Chicago, EE.UU. Profesora titular consulta de la FFyL de la UBA. Investigadora
de Ubacyt. Evaluadora Conicet.
16 Introducción
El desafío de la Geografía
Relaciones teórico-metodológicas
Los individuos usan material conceptual que reciben desde que nacen
y que se convierten en herramientas del pensamiento, como espacio y
tiempo, y a los que dan un valor objetivo de verdad que difícilmente
ponen en duda pero, como son Sujetos entendidos, pueden cambiarlos.
Ellos son específicos a cada sociedad y generan dos tipos de conciencia,
una discursiva y otra práctica, que deben ser tenidas en cuenta en el
trabajo de campo a través de las encuestas (discursiva) y a través de la
observación en el campo del proceso de monitoreo de sus acciones.
La localización espacial de un objeto expresa un aspecto formal de
dicho objeto. No podemos deducir nada acerca de él sólo por su
localización, por ejemplo, sobre su contenido, aunque le asignemos un
significado positivo o no, como en el caso de inundaciones, aridización,
ghetorización, urbanización y servicios, etc., pues sin el contenido tan
sólo describiría y clasificaría. Lo que debemos hacer es ver cómo se confi-
guran o están organizados en términos relativos y referirnos a las
circunstancias y acciones que condujeron a ellos y a sus futuras
consecuencias. Los objetos localizados por sí mismos no causan actos aunque
los enmarcan y así condicionan la habilitación o limitación para futuras
acciones humanas y la intervención de los actores sobre el mundo físico.
Una ley, y el poder de transformarla o crearla es un acto de transformación
30 Introducción
2. Un atractor extraño es una noción tomada desde la Teoría del Caos que representa el
comportamiento a largo plazo de un sistema “errático”.
Marta I. Kollmann 35
Reflexiones finales
Bibliografía
Loreley el Jaber*
1. Soja, Edward W., Thirdspace. Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places, Oxford, Blackwell, 1996, p. 46.
Loreley el Jaber 47
2. Lefebvre, Henri, The production of space, Oxford and Cambridge, Blackwell, 2001, p.
117 (First edition: 1992). Translated by Donald Nicholson-Smith. Traducción al español de
Anselmo Curutchet.
48 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
6. Ibid., p. 37.
7. Assadourian, C. S., “La Conquista”, en Assadourian, C. S.; Beato, G. y Chiaramonte, J.
C., Historia Argentina. De la Conquista a la Independencia, Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 16.
50 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
y comienzan a perseguir el camino del oro”.8 A pesar del fracaso de esta expe-
dición y de su retorno desmoralizante a España, la información que por-
tan atrae la atención sobre la leyenda de la Sierra del Plata, cuya bús-
queda impulsará la expedición de Mendoza y la colonización del Para-
guay. Se engendra también el mito de la Ciudad de los Césares, el cual
estimula casi todas las expediciones que penetraron en estas tierras.
Este breve resumen histórico de las causas del viaje y descubrimiento
del territorio argentino pone en evidencia en qué medida el recorrido
trazado es determinado por la concreción de un ideal económico
fundamental en tanto propulsor del itinerario a seguir. Evidentemente
el imaginario de fama y riqueza ligado al descubrimiento de las tierras
americanas posee una raigambre más que sostenida en la mente de los
españoles del siglo XVI, quienes se aventuran hacia el Nuevo Mundo
detrás de una leyenda, cuya veracidad no se discute, y cuyo hallazgo
parece estarle predestinado sólo a algunos. En este sentido hay que
reparar en el hecho de que es el encuentro con los sobrevivientes de la
expedición de Solís el que genera el viraje del viaje inicial, y que es la
información aportada por los fracasados navegantes de la expedición
la que motiva las futuras incursiones en este territorio. Es evidente
que es el relato de una práctica (o no-práctica aún) lo que produce
el viaje y decide el itinerario, es el discurso de quienes han recorrido
el terreno (aunque éste no haya sido efectivo) el que significa el
espacio a los ojos de los futuros exploradores. El espacio del Río de la
Plata es un producto enunciativo en primera instancia que significa
pluralmente una vez textualizado.
Si bien, como señala Lefebvre, “el espacio producido no sólo es un
medio de producción sino también de control, y además de dominación
y poder”, 9 para la Corona y para España, lugar en donde pretende
redituarse la fama obtenida allende el océano –es decir, para los
destinatarios primeros de la acción buscada por estos conquistadores–,
es la escritura de ese espacio, su textualización, el medio a través del
cual dicha dominación y poder se efectiviza, se performa. La escritura
europea legitima y legaliza –en tanto documento– la acción ejercida
sobre ese otro espacio, el discurso del suelo y de los recorridos infringidos en
él es el único certificado valedero de su práctica. Como señala Martín Lienhard,
12. La propuesta pertenece a Henrietta Moore, quien afirma: “A spatial text has no intrinsic
essence, just as it has no inherent meaning; the truth of the text resides in practice”, citado por
Derek Gregory, Geographical imaginations, op. cit., p. 141. El remate de la frase de Moore
merece ciertos comentarios. En principio, y más allá de los lazos con Ricoeur y Bourdieu, Moore
habla de una verdad del texto, la cual residiría en la propia práctica textual. Pensar en una
“verdad” del texto supone pensar en una verdad explícitamente subjetiva; este oxímoron pone en
evidencia que en la formulación realizada se deja de lado el concepto de verosímil, tan fuertemente
arraigado a los relatos de espacio. La cuestión no reside en develar cuál es la “verdad del texto”
(siempre y cuando coincidamos en que existe una) sino cómo se construye, cuáles son las
estrategias a las que el autor apela para que la práctica ejercitada sea recibida como una verdad.
Que la base sea real no significa que su discurso también lo sea, el enunciado es ante todo una
construcción que apela al imaginario de ideas del receptor del mensaje para apalerar la visión del
artificio; de ahí los conceptos de mímesis (Auerbach) o mimicry (Bhabha) tan interesantes para
poner en relación con este tipo de textos.
13. Soja, Edward W., Thirdspace, Oxford, Blsckwell, 1996, p. 6. La traducción es mía.
Loreley el Jaber 53
14. Entendemos “tercer espacio” no sólo de acuerdo con la anterior acepción, sino también
en consonancia con el significado que Homi Bhabha le otorga a este concepto. En El lugar de la
cultura, Bhabha especifica que la producción de sentido requiere que los lugares del Yo y del Tú
en el acto comunicativo “sean movilizados en el pasaje por un Tercer Espacio, que representa a
la vez las condiciones generales del lenguaje y la implicación específica de la emisión en una
estrategia performativa e institucional de la que no puede ser consciente en sí misma” (Bhabha,
Homi, El lugar de la cultura, Buenos Aires, Manantial, 2002, p. 57. Traducción de César Aira).
15. Harvey, David, Social Justice and the City, Maryland, The John Hopkins University
Press, 1975, pp. 23-24. Traducción mía.
16. El espacio rioplatense está sobreinscripto de una escritura fetichista, como la denomina
Lienhard, que se aleja cada vez más de su materialidad en pos de prolongar un imaginario
previamente textualizado. Así, los espacios maravillosos pervivirán en el discurso más allá del
hambre, del fracaso y, desde ya, con prescindencia de su efectivo encuentro. Una vez que la letra
europea crea estos espacios acordes con la construcción esperada de América, sólo hay lugar
para la sobreescritura.
54 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
Una vez pasados esos diez años en medio de los indios de la Florida,
considerado un Dios, una vez logrado el regreso a España,17 Álvar Núñez
Cabeza de Vaca es nombrado Adelantado y Capitán General de las
provincias del Río de la Plata. El objetivo de este viaje es, según la Relación
de Pero Hernández, su escribano, socorrer a los hombres anclados en dicho
territorio por sus inmensos padecimientos. Pero Hernández explica que, a
partir del relato de lo que había sucedido con Juan de Ayolas y de lo que
17. Ruy Díaz de Guzmán cuenta la historia de A. Núñez en la Florida de este modo: “Pasó
Álvar Núñez a la Florida por Tesorero de S.M. con el Gobernador Pánfilo de Narvaez que fue a
aquella conquista con cantidad de españoles, y habiendo perecido con la mayor parte de su
gente, la restante quedó en poder de los indios de aquella tierra, gente caribe y cruel, y fueron
todos comidos por ellos excepto Álvar Núñez Cabeza de Vaca, y un esclavo suyo de nación
moreno; y estando los dos en cautiverio entre tan mala gente, fue el Señor servido darle donde
hacer cosas de milagros, como sanar enfermos, dar vista a los ciegos, y lo que es más, llegar a
resucitar a un muerto que solo la acción de tocarlo al tiempo que dijo: en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo: ¡tan grande era su fe! Con lo que vino a ser tan estimado de los
indios, que fue tenido por Santo, y le eligieron por su capitán, trocándole de esclavo en libre y
Señor, y viéndose con tal aceptación, determinó atravesar aquella tierra por muchas leguas hasta
la Nueva España, donde había ya españoles, y después se fue hasta la ciudad de Méjico al cabo
de diez años de peregrinación y cautiverio...” (Díaz de Guzmán, Ruy, La Argentina, Buenos
Aires, Huemul, 1974, pp. 140-141. De aquí en más, sólo se consignará número de página).
Loreley el Jaber 55
18. En los Comentarios de Álvar Núñez se relata este hecho del siguiente modo: “y allí (en
la isla de Santa Catalina) vinieron nueve cristianos españoles, los cuales vinieron en un batel
huyendo del pueblo de Buenos Aires, por los malos tratamientos que les hacían los capitanes que
residían en la provincia (...) y le dijeron (....) que Juan de Ayolas, a quien don Pedro de Mendoza
había enviado a descubrir la tierra y poblaciones de aquella provincia, al tiempo que volvía del
descubrimiento, viniéndose a recoger a ciertos bergantines que había dejado en el puerto que
puso por nombre de la Candelaria, que es en el río del Paraguay, de una generación de indios de
dicho río, que se llaman payaguos, le mataron a él y a todos los cristianos, con otros muchos
indios que traía de la tierra adentro (...) a causa de no haber hallado en el dicho puerto de la
Candelaria los bergantines que allí había dejado que le aguardasen hasta el tiempo de su vuelta,
según lo había mandado y encargado a un Domingo de Irala, vizcaíno, a quien dejó por capitán
en ellos; el cual, antes de ser vuelto el dicho Juan de Ayolas, se había retirado, y desamparado el
puerto de la Candelaria; por manera que por no los hallar el dicho Juan de Ayolas para recogerse
en él, los indios los habían desbaratado y muerto a todos, por culpa del dicho Domingo de
Irala...” (pp. 103-104).
19. Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op. cit., p. 105.
20. Ruy Díaz de Guzmán, op. cit. Prólogo y notas de Enrique de Gandía, p. 46.
56 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
21. En el fragor de la disputa por la verdad de lo realmente acaecido, Álvar Núñez somete
a los hombres de Irala, a los que lo envían engrillado y acusado de regreso a España, a un proceso
de barbarización tal que permitiría cuestionar la diferencia establecida entre los salvajes indígenas
de su primera expedición y estos soldados. Y si bien este proceso de conversión en los españoles
le permite retomar una experiencia previa ahora verdaderamente funcional, la raza de cada
grupo impide la asimilación, así como recalca el horror homogeneizante en el que han
incursionado.
22. Picón-Salas, Mariano, De la Conquista a la Independencia, México, Fondo de Cultura
Económica, 1992, p. 59.
23. Digo principal refutación porque los destinos de sus compañeros de viaje y apresamiento,
avales de su versión de los hechos, son bastante funestos ya que el único testigo confiable de la
tripulación muere y el otro enloquece.
Loreley el Jaber 57
24. Hernández, Pero, Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Buenos Aires, Espasa-
Calpe, 1985, p. 113. De aquí en adelante, en lo referente a este texto, sólo se consignará número
de página.
58 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
25. Schmidl, Ulrico, Derrotero y viaje a España y las Indias, Buenos Aires, Espasa-Calpe,
1980, p. 110. De aquí en adelante sólo se consignará número de página.
62 El espacio rioplatense en las prácticas de los cronistas de los siglos XVI...
pues en esta ciudad no podía contarse ya con indios. Los pobladores españoles
no eran colonos, sino conquistadores que esperaban vivir como
aristocracia dominante, servida por vasallos indios, y cuando se carecía
de trabajo indio, los inmigrantes morían de hambre”.27 Evidentemente
los indios no sólo sostienen la autoridad, también determinan la
supervivencia de sus captores.
Hay que destacar, en este sentido, que Irala es un gran poseedor de
estos cuerpos, los que, al ser concebidos como verdaderas porciones de
espacio, han desplazado a los lugares ideales. La adquisición de cautivos
indios y de concubinas indias pone en evidencia su poder, su clase y su
saber. Pero si bien esta práctica adquisitiva es común a la “raza de los
conquistadores”, la gran diferencia radica en la legitimidad que éste le
otorga a las uniones efectuadas con estas mujeres. En su testamento,
Irala reconoce a sus criadas indígenas como sus esposas, así como a los
hijos habidos con ellas. Esta legalidad construida, junto con el caso de
Alonso Riquelme de Guzmán obligado a casarse con su hija mestiza Leonor
para salvar su vida, pone en evidencia la preocupación que el destino
futuro de sus hijos supone para este particular conquistador. Así, mediante
estas uniones, se logra la paz con diversos grupos indígenas por el
cuñadazgo establecido, pero también se pone en cuestión una diferencia
cultural que funciona como sostén de la autoridad colonial. Irala, de
algún modo, con su propia práctica, pone en crisis el sistema que promueve.
Si bien la presencia de los sujetos coloniales, su acción y su discurso,
se ven condicionados por la preexistencia de este espacio y sus
características, el mayor condicionamiento lo ofrece la biografía de cada
uno de ellos. Aun más, la práctica que llevan a cabo difiere de acuerdo
con su historia, y la productividad (física, ideológica o textual) de dicha
práctica estará condicionada por la confluencia o desarticulación entre
una historia y otra. De ahí que, siguiendo a Allan Pred, el entorno físico
se vea perpetuamente transformado por las biografías formadas por/en
este lugar específico.28 Precisamente la productividad de tal transforma-
ción, o mejor dicho de su textualización, sobrevendrá del choque y/o
confluencia entre el significado simbólico y emocional otorgado al lugar
27. Kirkpatrick, F. A., Los conquistadores españoles, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1940, p.
267. El destacado es mío.
28. Pred, Allan, Place, Practice and Structure. Social and Spatial Transformation in Southern
Swedwn: 1750-1850, Cambridge, England, Polity Press, 1986.
Loreley el Jaber 65
32. Romano Ruggiero, Los Conquistadores, Buenos Aires, Huemul, 1978, p. 71.
33. Foucault, Michel, Microfísica del poder, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1980, p. 33.
Loreley el Jaber 67
Bibliografía
Pred, Allan (1986): Place, Practice and Structure. Social and Spatial
Transformation in Southern Swedwn: 1750-1850, Polity Press,
Cambridge.
Romano, Ruggiero (1978): Los conquistadores, Huemul, Buenos Aires.
Salas, Alberto (1960): Crónica Florida del Mestizaje de Las Indias. Siglo
XVI, Losada, Buenos Aires.
Schmidl, Ulrico (1980): Derrotero y Viaje a España y Las Indias, Espasa-
Calpe, Buenos Aires. Traducción: Edmundo Wernicke.
Soja, Edward W.: Geografias Pós-Modernas. A reafirmaçao do espaço na
teoria social critica, Rio de Janeiro, Jorge Zahar (ed.). Traduçao: Vera
Ribeiro.
— (1996): Thirdspace. Jorneys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined
Places, Pblackwell, Oxford.
Tuan, Yi-Fu (1983): Espaço e Lugar. A Perspectiva da Experiencia, Difel,
São Paulo. Traduçao: Lívia de Oliveira.
—: “Language and the Making of Place: A Narrative-Descriptive
Approach”, en Annals of the Association of American Geographers,
Vol. 81, Dec. 1991, pp. 684-696.
Williams, Raymond (2001): El Campo y la Ciudad, Paidós, Buenos Aires.
Traducción: Alcira Bixio.
Loreley el Jaber 71
Liliana D’Angeli*
Procesos de conocimiento académico del espacio Procesos de apropiación vivenciales del espacio
geometría / diseño geometría / habitar
Esta relación será entendida como estructura de Se establece el vínculo que define los parámetros de
pensamiento vigente en el ámbito académico, y significación social que permiten detectar las nocio-
matriz para la resolución de problemas. El nes de espacialidad cotidiana que definen las
aprendizaje de este vínculo ha sido tomado prácticas sociales. Está referido a la construcción
como proceso de conocimiento regulado, simbólica en la apropiación del espacio. Esta
teniendo en cuenta la formación de los alumnos cartografía interior supone estar formulada en
de la carrera y un ejercicio docente asumido por estrecha relación con las estructuras de conocimien-
los profesionales de la disciplina arquitectónica. to geométrico que ha recibido en su experiencia.
conductas
TERCERESPACIO
microespacio objetual íntima
prácticas sociales
mesoespacio perceptual social
5. Borja, Jordi, “La Ciudad Conquistada”, en Café de las Ciudades. Revista digital de
aparición mensual, año 1, Nº 2, diciembre de 2002. [www.cafedelasciudades.com.ar/
numero_dos.htm#tendencias] {Consulta: 11/6/2005}
6. Bellasi, Pietro, “Evénement et quotidien”, Sociétes: La rhétorique du quotidien, vol. 1,
Nº 3, París, 1985. Tomado de Alicia Lindón Villoria (coord.), La vida cotidiana y su espacio-
temporalidad, Anthropos, México, 2000.
7. Lalli, Pina, “Engagement et quotidien”, Sociétés: La rhétorique du quotidien, Vol. 1, Nº
3, p. 12, París, 1985.
8. Soja, Edward, Tercerespacio. Viajes a Los Ángeles y otros lugares reales-e-imaginados,
Blackwell Editores, 1996.
78 Configuraciones sociales en el habitar. Reflexiones en el marco...
9. Apuntes del Seminario “La trialéctica espacial en Soja. Una propuesta a la comprensión
de la realidad social desde la espacialidad”, Dra. Marta Kollmann (UBA), Facultad de Filosofía
y Letras, 2002.
10. Giddens, Anthony, La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la
estructuración, Amorrortu, Buenos Aires.
Liliana D’Angeli 79
y del tiempo, desde la óptica dinámica e iterativa que rige todo el resto
de la ciencia contemporánea.
Bateson ha demostrado que la lógica no modeliza ni las relaciones
perceptivas ni las afectivas. Éstas se basan en algo que, contrariamente a
la materia/energía, sí puede perderse: la información.
Ésta, incorporada como nueva variable donde el espacio se convierte
en el lugar puntual y el tiempo en un momento determinado, altera
acumulativamente el carácter global de la ubicación espacial. El reemplazo
del paradigma relativista por el de las teorías del caos, con su correlato de
“protocolos posibles”, exige la incorporación definitiva de la información a
fin de precisar resultados reconocidos actualmente como de carácter
aleatorio. El espacio accede entonces a una definición donde la influencia
de la información y sus matices es reconocida como componente inseparable
de la manifestación de los procesos (Gausa, 2000).
Observar el espacio desde la dimensión social hace que una vivienda,
por tomar un ejemplo paradigmático, deje de ser un ente temático y
circunscripto sólo a un funcionalismo, para pasar a significar, según el modo
en que se produce y dispone de su espacialidad, un posible amplio espectro
de lugares reales-e-imaginados.
Estas observaciones que nos vinculan al espacio heterogéneo y relacional
nos llevará a la noción de heterotopía de Foucault, entendiendo que no es
ni un vacío desprovisto de sustancia a ser percibido por parte de la intuición
cognitiva, ni un repertorio de formas físicas a ser fenomenológicamente
descriptas. Se trata de otro espacio, aquel que Lefebvre describía como l’espace
vécu. Hablamos de una espacialidad efectivamente vivida y socialmente
creada, simultáneamente abstracta y concreta.
Hoy se percibe la formación de nuevas geografías de centralidad. El
imaginario de una red metropolitana de la ciudad, concepto de Metrópolis
desde la Modernidad (cuando era entendido como una sumatoria de
subsistemas o de relación entre subsistemas) ha mutado a una
configuración rizomática (Jáuregui, 2002); en el sentido de “rizoma”
planteado por Deleuze-Guattari.11
12. Ascher, F., Métapolis, ou l’avenir des villes, Éditions Odile Jacob, París, 1995.
13. Ascher, F., “The Metapolis, or the end of the outskirts”, European 4, European
Publications, París-Le Grand Arche, 1996.
14. Santos, Milton, A Natureza do Espaço. Tecnica e tempo. Razao e Emoçao, Hucitec, São
Pablo, 1996.
15. Doberti, Eduardo, Lineamientos para un teoría del habitar, CAPBA, Buenos Aires,
1992.
Liliana D’Angeli 81
Bibliografía
Daniela Szajnberg*
Introducción
2. Para definir cuáles serán las fuentes óptimas, se utilizarán criterios de selección basados
en los objetivos de la búsqueda y la naturaleza de esa información (primaria o secundaria), la
pertinencia y confiabilidad, su disponibilidad y accesibilidad.
3. “Híbrido” se interpreta como como sinónimo de “mixtura”, “heterogeneidad”, y como
antónimo de “puro”.
4. Para ello se referencia en lo que Latour (1991) manifiesta en cuanto a que uno de los
puntos de partida de la paradoja moderna ha sido la separación entre naturaleza y cultura, y
desde el punto de vista científico la separación entre un poder científico representativo de las
cosas (como las ciencias exactas) y un poder político representativo de los sujetos (como las
ciencias políticas). La propuesta de “noción de forma - contenido” es en geografía un correlato
de los mixtos o híbridos que Latour propone como cuasi-objetos estabilizados, Whitehead como
objetos vivientes, y Stiegler como seres inorgánicos organizados. Así, la idea de forma-contenido
une el proceso y el resultado, la función y la forma, el pasado y el futuro, el objeto y el sujeto, lo
natural y lo social, forzando un tratamiento analítico del espacio como conjunto inseparable de
sistemas de objetos y sistemas de acciones (Santos, 1996, pp. 82-83).
88 La espacialidad de las urbanizaciones cerradas. Del espacio concebido...
6. En este caso remite al metamarxismo y al proyecto político y teórico que éste engendra,
asimilándolo a la noción de “fuga”.
Daniela Szajnberg 95
7. Aquí Soja advierte el riesgo de técnicas como los “mapas cognitivos” por tratarse de
categorías “naive” por sus idealizaciones.
Daniela Szajnberg 97
8. En tanto visión de lo que está ante nuestros ojos y nada más allá de ellos.
9. Visión tan lejana que hace desaparecer lo que se encuentra inmediatamente ante
nuestros ojos.
98 La espacialidad de las urbanizaciones cerradas. Del espacio concebido...
10. Y más aun su solidificación (todo ello heredado de los “paired concepts” de la filosofía).
100 La espacialidad de las urbanizaciones cerradas. Del espacio concebido...
11. De Émile Durkheim toma el hecho de que lo colectivo remite a la idea de presiones
exteriores que se imponen a los individuos y a un ámbito de validez en el espacio y en el tiempo,
más allá de las conciencias individuales.
Daniela Szajnberg 101
ese sistema. Y toda vez que un sistema cerrado tiene que ser puesto en
funcionamiento, lo que lo pone en funcionamiento es algo externo al
sistema. Y esto es el paralelo que usa él para entender las acciones. Las
acciones siempre son lo que desencadena un proceso causal, no algo que
forma parte del proceso mismo” (Pérez, 1999). Para Wright existe la co-
nexión lógica entre razones y acción, y la conexión causal no es lógica,
sino contingente desde el punto de vista lógico. Este modelo conceptual
de la “acción” sólo puede ser utilizado para explicaciones ex post y no
predictivas.
Para Davidson las acciones son parte de la red causal y, por tanto,
son eventos en el mundo, y sostiene que esa red es de carácter holista,
es decir que la considera como un todo, una red conceptual regida
por principios muy distintos a los del mundo natural o al de los
fenómenos físicos. De allí que toda vez que se le atribuya a alguien
una acción además se le están atribuyendo ciertas creencias, deseos,
conocimiento y competencia lingüística. Uno de los fundamentales
principios para Davidson es el de racionalidad de las acciones, puesto
que, a su criterio, no resulta posible tener creencias contradictorias o
deseos contrarios a las acciones que desarrollamos. Esta idea se
refuerza si se considera lo que Luis Rabanaque (1999) –remitiéndose
a la caracterización aristotélica– responde al interrogante de qué es
lo que distingue a la teoría de la acción (conocimiento en sentido
intelectual) de la producción de la acción (de algo artístico, o de
bienes de consumo). Él dice que la “acción” presupone una delibera-
ción, que requiere de voluntad.
En cuanto al carácter espacial de las acciones, Antonio González
plantea que tienen un carácter espacio-temporal. Las “cosas son otras
respecto de nuestras acciones, y nuestras acciones son radicalmente
otras respecto a las cosas. Del mismo modo, las cosas se actualizan en
nuestros actos como radicalmente otras respecto a otras cosas que
también están presentes en ellos. Obviamente, no se trata de una
remisión de unas cosas a otras, sino de una alteridad radical, en la que
cada cosa solamente remite a sí misma. Sin embargo, como todas las
cosas tienen en común una misma alteridad radical, todas ellas se
encuentran comunicadas. De este modo nos encontramos con una red
de alteridad radical de las cosas actualizadas en nuestras acciones y de
las acciones mismas en las que las cosas se actualizan. En virtud de
esta alteridad radical, todas las cosas están fuera de las otras. Pero por
104 La espacialidad de las urbanizaciones cerradas. Del espacio concebido...
esa misma alteridad radical, cada cosa está comunicada con las de-
más. Este fuera de las cosas y de las acciones mismas en comunidad de
alteridad radical es lo que podemos denominar “espaciosidad”. Las cosas
en nuestras acciones son espaciosas” (González, p. 100).
Continúa Gonzalez: “La espaciosidad de las acciones da lugar a
distintos espacios. Es el paso de la espaciosidad a la espacialidad, pues
cada red de cosas espaciosas determina un espacio concreto. La
espacialidad no es anterior a las cosas que hay en él, sino que son las
cosas espaciosas las que constituyen los espacios. Por ello, los espacios
son de distinta índole según las cosas espaciosas que los constituyen. No
es lo mismo un espacio físico que un espacio ecológico o que un espacio
social. Sin embargo, estos distintos tipos de espacialidad no son
independientes entre sí” (Gonzalez, p. 100).
Según Gonzalez, los actos que integran la acción poseen un carácter
temporáneo, el cual consiste en la dilación según la cual todo acto está
abierto a un antes y un después, dando al sistema de la acción el carácter
de un proceso transcurrente. “Tenemos una transcurrencia que es de la
cosa actualizada, y que podemos denominar “sucesión”. Todo ello significa
que hay distintos tipos de temporalidad. No es igual la transcurrencia
como sucesión que la transcurrencia como duración. En el caso de la
sucesión, cada ahora deja de existir para dar paso al ahora siguiente. En
cambio, en la duración, el ahora de la sensación se actualiza en el ahora
de la afección, y el ahora de la afección se actualiza en el ahora de la
volición” (González, p. 101).
Por otra parte, González remite al carácter moral de las acciones,
presumiendo que se trata de algo anterior a un sistema de normas y
valores y a toda ética, según dos dimensiones fundamentales: la libertad
y la susceptibilidad de gozar del bien o del mal, pudiéndose considerar
elementalmente como buenas las acciones que producen bienes
elementales en los otros, y elementalmente malas las que producen
males elementales en los demás (en relación con la posibilidad de acceso
a las cosas).
En cuanto a los sujetos que materializan las “acciones”, a los efectos
del marco conceptual de esta investigación, resulta de utilidad la forma
en que Pedro Pírez (1995) hace referencia a los “actores urbanos” en
relación a la “gestión de la ciudad”, clasificándolos según su accionar
“local”, “extralocal” o “supralocal”. Este investigador focaliza la
“dimensión territorial de lo local” a partir de la existencia de recortes
Daniela Szajnberg 105
dimensión, física y social (el espacio híbrido del que habla Santos)– es la
que remite a la escala de la ciudad metropolitana. La RMBA está
conformada por un conglomerado cuyas unidades “políticas” son los
municipios, en los que se basa la dinámica social, pudiéndose inferir que
estos mismos actores se encuentran inscriptos en una unidad más compleja
que es la “metrópolis”, y que a su vez forman parte de procesos que
trascienden lo local, aunque esto sea de difícil percepción para muchos
de los actores involucrados. Así como la reproducción de la población y
la productividad de las actividades económicas se encuentran mediadas
de manera creciente por las condiciones de la ciudad metropolitana
desde un punto de vista integral, “la reproducción de los actores sociales
depende de la ciudad metropolitana como tal, es decir, de procesos
metropolitanos, del funcionamiento global de la ciudad metropolitana
como unidad” (Pírez, 1994). En cuestiones como la suburbanización de
la que las UC forman parte, emergen indirectamente algunos actores
metropolitanos como los sectores comprometidos con el desarrollo
sustentable y la variable ambiental, que se dan en el seno de
organizaciones no gubernamentales (académicas, vecinalistas,
ambientalistas) o algunos sectores que forman parte de la función
pública y que se han ido concientizando de la necesidad de una gestión
metropolitana integrada.
Esta clasificación de los actores, en el recorte espacio-temporal
del proceso que analiza esta investigación, y según el marco de
referencia que ha dado el proceso de “globalización” –entendido en
sus facetas económica, tecnológica, sociocultural e institucional–,
lleva a no poder dejar de considerar la articulación de las categorías
hasta aquí seleccionadas12 con la noción de “ciudadanía” que refiere
Néstor García Canclini (1995) desde una perspectiva sociocultural.
Según este autor, “podríamos decir que en el momento que estamos
saliendo del siglo XX las sociedades se reorganizan para hacernos
consumidores del siglo XXI y regresarnos como ciudadanos al XVIII.
La distribución global de los bienes y de la información permite que
en el consumo, los países centrales y periféricos se acerquen (...) la
contradicción estalla, sobre todo en los países periféricos y en las
metrópolis donde la globalización selectiva excluye a desocupados y
ingresos brutos
derivados por el
nuevo consumo) y por
* Incluye la renta indirecta transferida a través del consumo de bienes y servicios cotidianos por
parte de los nuevos residentes de los emprendimientos UC.
112 La espacialidad de las urbanizaciones cerradas. Del espacio concebido...
Proveedores de
Supralocal
infraestructura y
servicios (OCRABA,
ONABE, empresas de
servicios.CBA, UEE,
MERCOSUR, ALCA,
profesionales (ambientalistas, UC
vecinalistas,
académicas, medios
de difusión)
Bibliografía
Analía Almirón*
1. Introducción
1. Un ejemplo de autores clásicos es Veblen, en su texto The Theory of the Leisure Class
(1889), 1ª ed., Londres.
Analía Almirón 119
2. Entre los estudios territoriales del turismo que abordan el fenómeno centrándose en las
consecuencias e impactos que su desarrollo tiene en los lugares donde se lleva a cabo, véase
como ejemplo el muy difundido texto de Douglas Pearce (1991), Desarrollo turístico. Su
planificación y ubicación geográficas.
3. Un referente es el texto de Krippendorf, Jost (2000), Sociologia do turismo: para uma
nova compreensão do lazer e das viagens.
4. Véase como ejemplo el texto de Julio Carvajal (1992), La cara oculta del viajero.
Reflexiones sobre antropología y turismo.
120 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
10. De ahora en adelante las citas textuales de Urry (1996) son traducciones propias (en
portugués en el original).
Analía Almirón 129
11. Urry (1996) señala que la práctica del turismo debe diferenciarse de la práctica del
Grand Tour, una práctica del viaje de los hijos de la aristocracia –ya bastante estructurada en el
final del siglo XVII– y de los hijos de la clase media profesional, en el final del siglo XVIII. Este tipo
de práctica de viaje “no era una actividad de ocio de la que alguien participaba lejos del trabajo,
pues aquellos que se entregaban a esa práctica no trabajaban” (1996, p. 204). Asimismo, el
conocimiento y el aprendizaje constituían elementos importantes del tour (Urry, 1996; Serrano
y otros, 2000; Bertoncello, 2002).
12. Entre ellas cabe mencionar las conquistas de los trabajadores en términos de la reducción
de la jornada de trabajo y del tiempo de descanso –en la segunda mitad siglo XIX y sobre todo
a principios del siglo XX–, de las vacaciones remuneradas –conquista extendida tras la Segunda
Guerra Mundial– y del incremento significativo de los ingresos de buena parte de la población
industrial, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX. También, la expansión de la
concepción, por parte del Estado, de que la recreación organizada es útil para ordenar, civilizar
a la clase trabajadora, idea también interpretada positivamente desde los empleadores como una
forma que permitía la recuperación de la fuerza de trabajo y con ella el mantenimiento de la
productividad y la obtención de ganancias (Barreto, 2002; Urry, 1996; Serrano y otros, 2000;
Bertoncello, 2002).
130 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
13. Véase Urry (1996) y Bertoncello (2002). También véase Hiernaux Nicolás (1994), que
aborda especialmente esa cuestión desde la formación de nuevos mitos e imaginarios colectivos
que dan lugar a nuevas formas de apropiación del territorio. También veáse Marchena Gómez
(1992) sobre el análisis de las características de las nuevas formas de turismo (“Turismo Postfordista”).
14. Autores orientados por este tipo de conceptualización han tratado de establecer los
orígenes o antecedentes remotos del turismo. A modo de ejemplo, De la Torre Padilla (1991)
sitúa el comienzo del turismo en Grecia en el siglo VIII a.C., porque las personas viajaban para
ver los juegos olímpicos cada cuatro años. Véase también las referencias de Fernández Fuster
(1991) a las primeras motivaciones del viaje (las peregrinaciones y el termalismo) como antecedentes
del turismo de masas.
Analía Almirón 131
18. “La temporalidad de los procesos turísticos, por ejemplo, es esencial en cuanto impone
una ocupación-desocupación, rotación social sobre el espacio, que no es usual en el mundo de
la producción” (Hiernaux Nicolás, 1996, p. 51). De acuerdo con Knafou (1996) esto explica
gran parte de los conflictos que se producen en los lugares de destino, puesto que en éstos se
confrontan diferentes tipos de territorialidad: “la territorialidad sedentaria de los que viven
frecuentemente, y la territorialidad nómade de los que sólo pasan pero que no tienen menos
necesidad de apropiarse (...) de los territorios que frecuentan” (1996, p. 64). Traducción propia,
en portugués en el original.
19. Hiernaux Nicolás (1996) sostiene que el turismo no es un factor externo al espacio y la
sociedad; no debemos pensar en términos de exterioridad las relaciones entre turismo y sociedad
local, puesto que nos llevaría a entender el turismo como una actividad exógena y el turista como
un simple intruso o perturbador de los lugares que visita.
134 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
Soja (1993) señala que durante las últimas décadas del siglo XX se
asiste a la emergencia de una teoría social crítica más flexible que enlaza
creativamente, en una dialéctica triple (trialéctica), espacio, tiempo y ser
social. Es en este contexto que Soja advierte la emergencia de nuevos
modos de pensar en relación al espacio y la espacialidad social; una nueva
conciencia espacial crítica, otra manera de comprender la espacialidad,
que la denomina con el término Tercerespacio. El Tercerespacio comprende
todo, lo real y lo imaginario, lo abstracto y lo concreto, lo subjetivo y lo
objetivo, lo conocible y lo inimaginable, la estructura y la agencia, la vida
cotidiana y la historia a largo plazo, etc., y si bien no se reduce a tales
dialécticas, las incorpora y supera críticamente con un pensamiento trialéctico.
Tercerespacio es el tercer-Otro, es el lugar donde están todos los lugares
realesimaginarios. Esta Otra forma (desde la espacialidad) de pensar la
realidad social aparece como una propuesta capaz de superar formas de
pensar binarias que dificultan su comprensión y explicación (Soja, 1996).
En la trialéctica de la espacialidad pueden diferenciarse tres momentos
o espacios cuyas dinámicas son indivisibles (Soja, 1996) e interconectadas
en la producción del espacio (Lefebvre, 1995). El primer espacio refiere al
espacio físico, de la materialidad concreta de las formas espaciales (Soja
se refiere a lo que Lefebvre denomina prácticas espaciales, el espacio
percibido por los sentidos). El segundo espacio corresponde al espacio
concebido, pensado, en ideas, en representaciones de la espacialidad
bajo formas mentales o cognitivas (Soja, 1996), que permiten que las
prácticas espaciales se comprendan, sea con las nociones del sentido
común sea con las de las disciplinas académicas que se vinculan a las
prácticas espaciales (según Soja, este espacio coincide con lo que Lefebvre
denomina representación del espacio, el espacio concebido o pensado,
caracterizado científicamente). Por último, el tercer espacio es el espacio
vivido, significado e imaginado, hace referencia a la construcción
simbólica del espacio que imagina nuevos sentidos o nuevas posibilidades
de las prácticas espaciales (de acuerdo a Soja, refiere a lo que Lefebvre
denomina como espacios de representación). Estos espacios son los espacios
llenos de elementos imaginarios y simbólicos, construidos y modificados
en el trascurso del tiempo por los actores sociales. Estas construcciones,
dinámicas, flexibles, más o menos formales, están arraigadas en las
experiencias colectivas o individuales. El tercer espacio es una forma de
los otros (primer y segundo espacio), los abarca y, al tiempo que los
transforma, los trasciende (Soja, 1996).
140 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
25. El término de locale (en inglés) fue originalmente propuesto por Giddens en su desarrollo
de la teoría de la estructuración. De acuerdo con Giddens (1995, p. 150) “el término ‘lugar’ no
se puede emplear en teoría social simplemente para designar ‘punto en el espacio’”; así, para el
autor “el lugar queda mejor conceptualizado a través de la noción de “locale”, que se refiere a
los asentamientos físicos de la actividad social ubicada geográficamente” (Giddens, 1997, p. 29).
144 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
cualidades tanto objetivas como subjetivas del mismo. Este autor, al igual
que los anteriores, señala la importancia de la contextualidad de la
actividad y de la interacción social puesto que “los individuos no
experimentan la vida en el contexto abstracto de la ‘sociedad de masas’.
Adquieren sus conocimientos y viven su vida en el contexto de ‘mundos
sociales’” (1987, p. 26), de la sociedad cara a cara del locale. No obstante,
al mismo tiempo, advierte los riesgos de reemplazar el término lugar por
locale, conforme Giddens. Según Agnew (1987), siguiendo a Pred, en-
tiende que asociar de manera exclusiva el término lugar con el término
locale implica “omitir el aspecto del lugar captado por el término
localización. Esto involucra no sólo las prácticas sociales cotidianas sino
también el emplazamiento a largo plazo de locales a través de la distribución
de recursos y la construcción física de ámbitos” (1987, p. 26).26
Agnew (1987; 1993) propone un concepto de lugar constituido de
tres elementos principales: localidad (locale), localización (location), y sentido
de lugar (sense of place). La localidad se refiere a los ámbitos formales o
informales dentro de los cuales están constituidas las interacciones y
relaciones sociales cotidianas. Localidad se refiere no sólo a los escenarios
físicos dentro de los cuales ocurre la acción social, sino implica también
que estos escenarios y contextos están utilizados de manera rutinaria por
los actores sociales en sus interacciones y actividades cotidianas. La
localización se define como el área geográfica que abarca la localidad
que está afectada por procesos sociales y económicos que operan a escalas
más amplias en lo regional, lo nacional y lo global. Como vimos, para el
autor, incorporar la localización a la definición de lugar implica reconocer
procesos en otras escalas que afectan la localidad. Por último, el tercer
elemento es el sentido de lugar, es decir, la estructura de sentimiento o
afinidad local. El sentido de lugar expresa las subjetividades que se derivan
del vivir en un lugar particular, respecto al cual los individuos desarrollan
profundas significaciones y arraigos emocionales a través de sus
experiencias y memorias. El autor afirma que este sentido de lugar
“refuerza la definición socioespacial de lugar desde adentro, por así decirlo.
La identificación con el lugar que puede resultar contribuye con otro
aspecto al significado de lugar: un lugar o “territorio” en su diferencia-
ción con respecto a otros lugares puede convertirse en un “objeto” de
Bibliografía
Agnew, John (1987): “A theory of place and politics”, Place and Politics.
The geographical mediation of space and society, Londres, Allen Unwin.
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Geografía. Reflexões teóricas e enfoques regionais, San Pablo, Hucitec.
152 La dimensión espacial del turismo. Hacia una comprensión del turismo...
1. Introducción
durante los últimos veinte años del siglo XX, en el contexto de una
marcada crisis del pensamiento social (Mansilla, 2000). En este contex-
to, surge la teoría social del riesgo desarrollada por teóricos sociales críticos
tales como Beck, Giddens, Luhmann, entre otros. Para esta teoría, los
desastres no están vinculados con situaciones imprevistas surgidas de la
“fatalidad”, sino que están asociados con la probabilidad de
consecuencias no buscadas perjudiciales que se actualizan a través de
este tipo de acontecimientos y que son propias de la sociedad industrial
moderna en la normalidad. En este sentido, la teoría social del riesgo
viene contribuyendo con avances significativos en la comprensión social
de los desastres en el actual contexto histórico (Beck, 1992, 1996;
Giddens, 1993; Luhmann, 1996).
El conocimiento producido en el ámbito académico posee implicancias
en las eventuales acciones políticas del poder público. En la mayor parte
de los Estados latinoamericanos, la perspectiva fisicalista o técnica
desarrollada por las ciencias físico-naturales e ingenieriles ha tenido una
clara influencia en las concepciones, prácticas y discursos de las
instituciones públicas encargadas de los desastres (Defensa Civil,
Prefectura Naval, etc.). Desde esta perspectiva, los desastres son
concebidos como eventos peligrosos –desatados por fenómenos físico-
naturales o tecnológicos– que impactan en una sociedad determinada
(expuesta). Asimismo, la institucionalización de los desastres estuvo
asociada con una tradicional doctrina de seguridad. Aún en la actualidad
esta situación persiste. Las instituciones públicas responsables vienen
actuando como si estuvieran en una situación de conflicto frente a “un
agente externo que invade la sociedad” (Wilches-Chaux, 1998). Así, las
acciones giran en torno a un manejo reactivo y coyuntural que privilegia
la atención de la emergencia, ya que la concepción de los desastres está
asociada principalmente con los peligros de origen físico-naturales o tec-
nológicos más que con los procesos sociales que participan en su
construcción. Estas acciones del poder público son denominadas por varios
autores como manejo de desastres (Lavell, 1996; Cardona, 1996; Wilches-
Chaux, op. cit.).
En este contexto, han surgido propuestas alternativas y superadoras
como la de gestión integral del riesgo, desarrollada desde una perspectiva
social por instituciones académicas que integran La Red de Estudios
Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED). Esta
propuesta ha tenido una amplia difusión. Sin embargo, todavía no ha
Diego Martín Ríos 157
2. El manejo de desastres
5. Consideraciones finales
Bibliografía
El campesinado de la Quebrada
de Humahuaca. Análisis de su
transformación desde un enfoque
geográfico
Mariana Arzeno*
1. Introducción
utiliza como criterio “...la forma como se define al nivel del hogar, dados ciertos medios, la
satisfacción de determinadas necesidades y la consecución de ciertos objetivos”. Las características
de esos tipos de estrategias serán definidas más adelante.
8. El concepto de diferenciación campesina alude a situaciones en las que “...las unidades
campesinas pueden aumentar su control de trabajo muerto y la escala de la reproducción
familiar, pero manteniendo el papel decisivo del trabajo familiar. Por otro lado, también puede
ocurrir el fenómeno opuesto con disminución de escala y venta de trabajo afuera pero manteniendo
la primacía del trabajo familiar” (Murmis, 1992: 94). Los procesos de descomposición campesina
se dan cuando los rasgos no campesinos (capitalización y asalarización) prevalecen sobre los
campesinos. Por último, los procesos de descampesinización dan lugar a la existencia de asalariados
y capitalistas cuyo origen es campesino.
Mariana Arzeno 183
9. El ferrocarril llegó a la ciudad de Jujuy en 1891 y en los primeros años del siglo XX se
extendió a lo largo de la Quebrada.
184 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
10. Se trata de una proletarización parcial en tanto los indígenas no quedaron completa-
mente divorciados de los medios de producción, es decir, les estaba permitido permanecer en
sus tierras siempre y cuando trabajasen en las plantaciones durante la zafra (Rutledge, 1987).
11. En 1949, durante el gobierno de Perón, se produce la expropiación de las haciendas de
la Puna y la Quebrada, lo que puso fin definitivamente al sistema de pago de renta en trabajo
(Rutledge, 1987).
12. Por ejemplo, el Estatuto del Peón (1944) regía las condiciones laborales de los
trabajadores rurales y contenía una sección especial dedicada a la industria azucarera, donde,
además de elevar los salarios y mejorar las condiciones de trabajo en las plantaciones y fábricas,
se limitaban los poderes del contratista.
Mariana Arzeno 185
El por qué ese proceso se manifestó con más fuerza en ciertos sectores
del fondo de valle, especialmente en el sector central, se vincula con
varios aspectos, donde la “posición geográfica” juega un papel importante
como habilitante para su desarrollo. En ese sector hay una mayor
disponibilidad de tierras aptas para horticultura (el plano aluvial es más
ancho) y una disponibilidad de agua para riego prácticamente todo el
año; por otro lado, la cercanía relativa a los principales mercados13 y la
existencia de vías de comunicación rápidas (primero el ferrocarril y luego
la ruta 9 pavimentada en la década de 1970). A estos factores se suma
además la disponibilidad de mano de obra que anteriormente se había
insertado al mercado laboral como mano de obra estacional y cuya
demanda disminuye para esa época como consecuencia de la
modernización de la actividad azucarera (Arzeno y Castro, 1998a).
La expansión de la actividad hortícola comercial incluyó la
incorporación progresiva de nuevas semillas y el uso creciente de
agroquímicos que permitieron un incremento de la productividad
(proceso acentuado en la década de 1990), todo lo cual tuvo como
consecuencia la intensificación del uso del suelo y una serie de cambios
en la organización de la producción y formas de reproducción de los
productores.
Como dijimos anteriormente, la Quebrada no puede ser considerada
como un ámbito homogéneo, y los procesos comentados tuvieron
características particulares en distintos ámbitos productivos locales,
contribuyendo a su transformación. En este sentido, se observa que las
consecuencias de la inserción al mercado laboral y el proceso de
migraciones antes mencionados son más notorias en el caso de las áreas
alejadas del fondo de valle, debido a que no se desarrolló en ellas una
alternativa laboral, como la que se desarrolló desde la década de 1970
en el fondo de la Quebrada (nos referimos a la actividad hortícola
comercial). En este caso la localización se convirtió en un elemento que
inhibió el desarrollo de un proceso de ese tipo en áreas alejadas de las
principales vías de comunicación. La búsqueda del ingreso monetario
necesario para la subsistencia de las unidades campesinas, necesidad
creada a lo largo de varias décadas de asalarización parcial, tuvo como
consecuencia entonces la migración estacional o definitiva de gran parte
de la población en edad activa, con el consecuente debilitamiento de la
14. Término del lenguaje de la geografía temporal de Hägerstrand que se refiere a las
acciones y eventos que arman consecutivamente la existencia de los individuos en tiempo y
espacio (Pred, 1981 y 1984).
188 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
15. Hacia fines de la década de 1990 y a raíz de la reforma constitucional de 1994 que
reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas y su derecho a la posesión (en forma individual
o comunal) de la tierra en la que habitan, la población del área de estudio tramitó y obtuvo la
personería jurídica y su reconocimiento como “comunidad aborigen”.
190 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
16. En las pequeñas parcelas de 1 ha en promedio, se cultivan los productos típicos del
autoconsumo (papa, maíz, haba, entre los más comunes). También se destina parte de la parcela
al cultivo de alfalfa para el consumo de los animales.
192 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
17. El monto de precipitaciones promedio es de 300 mm, sin embargo es característico del
clima de la Quebrada, y del noroeste en general, la alternancia de períodos secos (años de
precipitaciones por debajo de la mediana) y húmedos (años de precipitaciones por encima de la
mediana de un determinado período). Esta variabilidad en el monto de precipitaciones modifica
la disponibilidad de agua para riego y hace que la disponibilidad de pasturas sea también
variable.
Mariana Arzeno 193
18. En su trabajo sobre los pastores de Huancar (Puna jujeña), Göbel (1998) analiza la
organización de caravanas hacia distintas áreas de la provincia de Jujuy (entre ellas, la Quebrada
de Humahuaca) y Chile. En lo que respecta a la Quebrada, hace referencia a la existencia hacia
fines de los 90 de intercambios por parte de estos pastores puneños con pobladores de los
alrededores de Tilcara, Maimará, Humahuaca, Purmamarca y Uquía. Sin embargo reconoce
ciertos cambios, entre ellos los relacionados con las condiciones de esos intercambios, los que
plantean una situación de desequilibrio entre ambas partes, derivadas del hecho de que las
alternativas de comercialización desarrolladas en la Quebrada hicieron menos dependientes a
los agricultores quebradeños del intercambio con los puneños. Esto se manifiesta, por ejemplo,
en la desestructuración de las medidas de trueque a favor de los agricultores.
198 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
19. Dado que los contratos de arriendo sólo en algunos casos se pactan a través del Juez de
Paz de Maimará, no hay registros exactos de qué magnitud tiene el arrendamiento.
Mariana Arzeno 199
20. La alusión de los productores al aumento de las sequías en los últimos años, contrastado
con los datos de precipitaciones que indican lo contrario, está expresando una situación de
“sequía agrícola”, más que sequía meteorológica (Castro, 2000: 10).
200 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
4. Consideraciones finales
21. Por ejemplo, en una primera etapa de su expansión y luego de haber experimentado
con otros cultivos, un productor se especializó en la producción de apio, obteniendo un producto
de muy buena calidad, lo que le permitió iniciar un proceso de acumulación que, de hecho, hoy
en día lo convierte en un productor capitalizado.
22. Siguiendo con el ejemplo antes mencionado, en una segunda etapa de su expansión
dicho productor construyó un invernadero y se especializó en la producción de claveles.
202 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
23. Según Santos (1996: 51), el espacio reúne la materialidad y la vida que la anima; está
formado por el conjunto indisociable de sistemas de objetos y sistemas de acciones. Los objetos
(toda herencia natural y todo resultado de la acción humana que se objetivó) no pueden verse
separadamente de las acciones y viceversa: “Sistemas de objetos y sistemas de acciones interactúan.
Por un lado, los sistemas de objetos condicionan la forma como se dan las acciones, y por otro
lado, el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o se realiza sobre objetos
preexistentes. Es así que el espacio encuentra su dinámica y se transforma” (Santos, op. cit.: 52).
Para los geógrafos, un objeto es el testimonio actual de la acción y su resultado. En relación con
204 El campesinado de la Quebrada de Humahuaca. Análisis de su transformación...
Bibliografía
Rodolfo V. Bertoncello*
1. Introducción
1. Para el caso de Argentina, diversos autores han mostrado la estrecha relación existente
entre sus contenidos y su presencia en el sistema educativo que va consolidándose desde fines del
siglo XIX, y la integración de los nutridos contingentes de inmigrantes, favoreciendo la
incorporación de sus hijos a la nación (véanse en general los artículos incluidos en Autores
varios, 2001; también Quintero Palacios, 1992 y Escolar, 1992).
212 La Geografía escolar. Aportes para su transformación desde la conceptualización...
2. Una discusión acerca de la relación entre ciencia y disciplina escolar en general puede
verse en Álvarez Campos de Oliveira (1999).
Rodolfo V. Bertoncello 213
3. Los Contenidos básicos Comunes de la Ley Federal de Educación asignaban una parte de
los contenidos tradicionalmente incluidos en Geografía Física al área de Ciencias Naturales.
216 La Geografía escolar. Aportes para su transformación desde la conceptualización...
4. La espacialidad de lo social
5. Conclusiones
Bibliografía
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tica”, Place and Politics, Allen Unwin, Winchester (traducción de
cátedra, Departamento de Geografía de la UBA).
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sociales, geografía e historia en la educación secundaria (Cuadernos de
formación del profesorado), Barcelona: ICE/HORSORI Editorial.
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renovada, Buenos Aires: Aique.
Capel, Horacio y Luis Urteaga (1984): Las nuevas geografías, Barcelona:
Salvat.
Rodolfo V. Bertoncello 225
vigente que aún hoy sigue sin reconocer la autonomía de los gobiernos
locales y sólo tiene previstos canales muy limitados para la participación
ciudadana. Los viejos formatos institucionales tuvieron que adaptarse
paulatinamente a un proyecto que recogía muchos elementos de tales
propuestas innovadoras –participación comunitaria, gestión transparente,
eficiencia en la administración, etc.
Los actores políticos involucrados en el proceso de creación del mu-
nicipio desempeñan un papel central en la creación de los discursos que
movilizan a la comunidad local en defensa de “sus intereses” y recogen
hábilmente el discurso imperante en términos de la gestión del territorio.
A pesar del protagonismo oportunamente asignado a la comunidad
en el proceso, un líder político carismático motoriza personalmente la
creación de la jurisdicción por la vía política tradicional; es decir,
impulsando el proyecto en la Legislatura y buscando los consensos
necesarios para la aprobación de ley. Diversas fuentes nos permiten
identificar a este actor, se trata siempre de una persona relevante
para la comunidad que ha sido o es un vecino residente que tiene
llegada a la estructura política provincial, a los legisladores o a otras
instancias de gobierno. Las mismas fuentes nos permiten concluir que,
en gran cantidad de casos, el impulsor de la creación del municipio,
capitalizando los resultados “exitosos” de la negociación, se garantiza
un espacio propio en la política local –intendente, concejal–, o en el
nivel provincial/nacional –legislador, funcionario–.2 Siguiendo esta
“tradición”, el senador se transforma en intendente de Punta Indio por dos
períodos consecutivos.
La nueva coyuntura histórica y el funcionamiento mismo de los mu-
nicipios, contribuyen a instalar una cierta tensión entre discursos/acciones
reivindicatorios de las “autonomías” locales y los discursos/acciones
refractarios a tales procesos. Estos últimos pretenden mostrar que el
municipio resultaría un “territorio insuficiente”, una unidad política con
relativo o menor poder de negociación en los contextos económicos menos
favorables de fines de los noventa y de principios del nuevo siglo.
2. Los relatos sobre el “origen” proporcionan evidencias para sostener estas afirmaciones,
las historias locales, frecuentemente editadas por los propios municipios y sólo disponibles en
los ámbitos municipales son fuentes insoslayables. Junto a estas iniciativas recomendamos las
monografías de historias locales del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires que desde
1930 se vienen publicando bajo el titulo colectivo de Contribución a la historia de los pueblos
de la Provincia de Buenos Aires.
Marcela Indiana Fernández 233
5. Durante los años noventa, producto del proyecto Génesis 2000, alcanzaron el status de
municipios, por subdivisión de Partidos existentes, José C. Paz, San Miguel, Malvinas Argentinas
(Ley Nº 11.551/94), Hurlingham, Ituzaingó (Ley Nº 11.610/94) y Ezeiza (Ley Nº 11.550/94).
Presidente Perón se origina con aportes de San Vicente, Florencio Varela y Esteban Echeverría
(Ley Nº 11.480/93). En el interior de la provincia se crea el Partido de Punta Indio, a partir del
viejo municipio de Magdalena (Ley Nº 11.584/94). Llamativamente, quedaron sin materializar
varias propuestas de subdivisión de jurisdicciones –La Matanza y Lomas de Zamora, entre otras.
Marcela Indiana Fernández 241
municipal atendía tres veces por semana, y durante unas pocas horas a la
población de la zona; cualquier urgencia o complejidad relativa implicaba
el traslado a la ciudad cabecera. La oferta del sector privado, al que sólo
algunos podían acceder algunos (a través de obras sociales o sistemas de
prepago) completaba el panorama de los servicios de salud del nuevo
municipio. Esta situación se transformaba en total abandono por inexis-
tencia de servicios públicos, para las localidades chicas. Para los residentes
la falta de conexión fluida con las ciudades más grandes, la propia
Verónica y Magdalena agudizaba el problema.
A principio de los noventa, un concejal simpatizante de la causa del
sur señalaba que “...la Intendencia (Magdalena) paga a 72 médicos pero
sólo dos o tres prestan servicios en la zona sur y de cada 100 pacientes
que se atienden en el hospital de Magdalena, sólo seis o siete pertenecen
a las localidades de la zona sur” (Silva, 1994). Frente a esta situación, la
comunidad pretendía que el sistema público garantizara la presencia de
médicos en forma permanente en las localidades.
El empleo en los lugares pequeños ha sido y es un problema crítico.
Dinamizar la base económica y buscar alternativas para retener a los
jóvenes es otra demanda fuerte que emerge de las Asambleas. Las
expectativas estaban puestas en actividades nuevas, algunas variantes
de turismo de fin de semana, de carácter ecológico (con centro en Punta
Indio), la ampliación de los servicios educativos y en la promoción de las
actividades tradicionales buscando “escalas”, a través de la incorporación
al Corredor Productivo de la Cuenca del Salado.
6. Las sociedades de fomento reconocidas por los municipios tienen personería jurídica y
jurisdicción territorial exclusiva, canalizan las demandas de su jurisdicción y representan los
intereses de los vecinos desde un lugar pretendidamente desvinculado de lo político. El gobierno
local las considera interlocutores válidos para establecer relaciones con la sociedad civil.
Marcela Indiana Fernández 247
5. Bibliografía