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Bladimir Ramos.

OPINIÓN 02 Abril 2018

La metáfora en el discurso: vista


desde el sistema metafórico de la República
Dominicana
Conversación entre la invención y la metafora

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Se sostiene que la metáfora no es un artilugio literario que florece en
la mente de escritores geniales, sino que es muy frecuente en nuestro
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uso cotidiano de la lengua (Lakoff y Johnson, 1986 citado por
Navarro Atencio y Villareal Gómez, 2014). Puedo dar fiel
testimonio de que fue hasta hace poco tiempo que comencé a ver el
SHARE THIS concepto de metáfora más allá de lo que se emplea en los textos de
corte literario en busca de producir cierto nivel de estética en un
discurso literario. Y es que, en efecto, nuestro estado cognoscitivo
nos permite establecer relaciones analógicas entre entes tangibles,
fáticos y reales para que de ello surjan términos metafóricos que nos
sirvan para designar realidades que se encuentran representadas en
nuestro sistema cognitivo creado a raíz del vasto mundo experiencial
que nos circunda.

Al respecto, algunos autores sostienen que la metáfora se haya


asociada a la concepción del mundo de los hablantes nativos de una
lengua, contribuye en la construcción social de la realidad de cada
grupo cultural y en la reproducción de imaginarios. Así, cualquier
metáfora ejerce una función cognoscitiva, en cuanto es vehículo para
intercambiar verdades, creencias y opiniones. (Chamizo, 1998:95).
Si las metáforas tienen contenido cognitivo lo tienen porque
construyen, reorganizan, determinan una misma realidad, o bien
porque descubren, revelan o desvelan nuevos elementos o relaciones
previamente existentes en la realidad. (Bustos, 2000:143, ambos
citado por Navarro Atencio y Villareal Gómez, 2014).

Por lo visto, esa habilidad de crear y comprender metáforas exige


más del manejo de la pragmática, __concebida como la encargada de
estudiar los actos de habla en su contexto, __que de la competencia
lingüística. Eso se explica gracias a la dimensión pragmática que la
metáfora adopta en una situación comunicacional contextualizada y
no, como ya hemos dicho en ocasiones anteriores, en el manejo de
los signos lingüísticos tales como: el léxico, el morfológico, y el
sintáctico del enunciado, entendido este último como el texto.

Aristóteles, en su obra Poética la define así “la metáfora consiste en


dar a una cosa un nombre que corresponde a otra produciéndose una
transferencia del género a la especie o de la especie al género, o de la
especie a la especie, o según relaciones de analogía.” El concepto de
metáfora, incluso en la actualidad se presta a malinterpretaciones,
debido a que esta responde a estados cognitivos que por su
naturaleza son de índole abstracta.

(Gordon, 1990 citado por Martín de la Rosa 2002) apunta, al revisar


la visión de Aristóteles sobre la metáfora, que ésta es, en cierto
modo, ambigua ya que al mismo tiempo que dice que debe
suprimirse del lenguaje científico, le concede a esta la capacidad de
proporcionar al ser humano visiones intuitivas: “las palabras
corrientes comunican sólo lo que ya sabemos; solamente por medio
de las metáforas podemos obtener algo nuevo.”

En esa misma línea, según Martín de la Rosa (2002) autores como,


Hausman (1983, 1989) y Ricoeur (1973, 1977, 1978) definen esta
concepción sirviéndose de varias características; si bien cada uno de
ellos aporta diferentes matices: a) las metáforas pueden crear nuevo
significado y nuevas semejanzas; b) las metáforas no pueden
parafrasearse sin que haya una pérdida de significado; c) los
componentes de las metáforas __‘sujeto primario’ y ‘sujeto
secundario’__ ejercen una influencia recíproca entre sí que da lugar
a cambios en el significado de ambos componentes; d) en las
metáforas no sólo encontramos similitudes entre sus componentes
sino también diferencias; e) las metáforas son fuente de tensión.

Así, tenemos que el poder de la metáfora como fuente de


información se pierde en un enunciado literal que carezca de la
interacción de sus componentes ya que el significado metafórico es
el resultado de la interacción de éstos y, en consecuencia, no hay
paráfrasis que pueda proporcionar un significado equivalente; esto
es, el significado metafórico no puede reducirse a una reproducción
literal ya que se produciría una pérdida del contenido cognitivo. La
metáfora, por tanto, en virtud de su aspecto creativo se consolida
como un instrumento de uso cognitivo. (En Waggoner, 1990: 93-94
citado por Martín de la Rosa, 2002).

Lo cierto es que la metáfora deberá ser entendida en y de acuerdo al


contexto en que se produzca. Esto supone características como el
tono, la persona que la enuncie, el lugar donde sea emitida, a quien
sea expresada y otras tantas implicaciones que, en grado sumo, nos
ayudarán a entender la metáfora en sus distintas manifestaciones. No
es lo mismo que una mujer de la que un adolescente está enamorado
le llame niño a que su madre le llame así. La misma expresión,
puede ser acogida por el adolescente cuando viene de la madre desde
su significado literal, pero al venir de la mujer que tutea, debido al
aspecto metafórico el adolescente representará en la palabra “niño”
un desvío semántico que metafóricamente puede traducirse a persona
inmadura, imberbe y sin experiencias.

Todo ese conjunto de inferencias que permite desarrollar nuestro


estado cognitivo, dependerá, además, del momento. Puede de que, si
la relación entre el adolescente y la mujer que flirtea ya estuviera
consumada, entonces, el adolescente viera en el término niño, una
representación de sutiliza y ternura que lo mueve a pensar que la
mujer lo mira como algo dulce e inocente. La metáfora es contexto.
Estados cognitivos que nos permiten percibir el mundo desde
diferentes perspectivas.

Es importante apuntar que la metáfora nos remite a otras metáforas,


que un hecho metafórico puede dar lugar a inmensidades cantidades
de metáforas. Eso se explica, porque la misma responde a actos de
habla, y estos, a contextos comunicacionales. La metáfora puede
llevarnos al inicio traslaticio de donde surgió la metáfora originaria.
Por ejemplo, en el enunciado: ¡esto está cabrón!, en un contexto que
se sitúe entre dos amigos, la metáfora subyacente en el significante
cabrón despertaría representaciones mentales que moverían al
enunciatario a pensar en algo que está difícil, que perturba, que quita
la tranquilidad, que traiciona, eso debido al estado cognoscitivo que
tiene el enunciador respecto al vocablo cabrón en un contexto
referido a la situación de infidelidad, que pueda darse entre las
parejas de esposos; por ejemplo.

De manera que las metáforas adquieren dimensiones contextuales,


que facilitan acudir a las representaciones mentales, respecto al
sistema metafórico que se le esté dando uso. A estas conexiones le
llamo niveles metafóricos. En ese tenor, es entendible que nuestro
estado cognoscente del mundo que nos rodea, da paso a comprender
el sentido distorsionado que cómodamente nos faculta para hacer
representaciones mentales, que simbolicen o expliquen, lo que en el
fondo queremos expresar mediante las metáforas.

Actualmente, en República Dominicana, los jóvenes que se dedican


a expresarse a través del dembow, para con ello materializar la
representación social del país, posiblemente sea el colectivo que
mayor uso de la metáfora haga. Un ejemplo de ello lo constituye la
expresión “tú ta´ fría porque tú ta´ cabaña”. En esta representación
metafórica subyacen al menos, tres aspectos traslaticios de palabras
con determinado contexto situacional. Lo primero es, la metáfora
representada en el término fría, lo que metafóricamente en un
contexto como este significa, que una mujer está en un estado de
armonía con su pareja; en estado de tranquilidad, de sosiego, de
calma como lo representa el frío. La siguiente metáfora presente en
esta expresión de un dembow dominicano, descansa en el
significante cabaña. Ese término nos remite a realizar una
representación metal, que nos mueve a pensar en sexo.

Ahora bien, las mencionadas metáforas son las que les dan paso a lo
que yo le llamaría metáfora macroestructural, porque las dos
metáforas mencionadas (fría y cabaña), juntas, permiten inferir que
la mujer de la que se habla en esa expresión, debido a que le da sexo
al joven cuando este lo desea, puede conseguir de dicho joven, lo
que quiera, lo que hace de la relación de esa pareja, una situación
cargada de armonía y sin discusión o problema de ningún tipo; eso
debido a que ella “está fría porque está cabaña”. La macroestructura
semántica de esta metáfora, se descodificaría como que la mujer lo
satisface sexualmente siempre que él se lo pida y sin pretexto alguno
y eso crea un ambiente de tranquilidad y estabilidad entre ambos.

De esta inferencia, extraída de los sentidos ocultos de la metáfora, se


puede realizar, incluso, una inferencia abductiva que daría paso a
pensar que posiblemente dicha joven le brinda servicio sexual a la
persona que emite el enunciado por concepto de paga. Lo que
claramente abriría las puertas para el comienzo de un análisis
sociológico acerca del tema de la prostitución en RD.

Lo mismo ocurre con la expresión “hasta donde dice Cirilo” se dice


de un cuchillo que era utilizado para matar a las vacas que
posteriormente serían vendidas en las carnicerías, dicho cuchillo
tenía gravado en el mango la palabra Cirilo. El cuchillo con el que
mataban las vacas solo llegaba al corazón de estas cuando era
enterrado hasta al cabo, hasta donde dice Cirilo. De ahí que esta
expresión sea empleada en un ambiente coloquial y en alusión al
sexo, queriendo dejar dicho que el hombre llega hasta el final de la
hendidura de la mujer; hasta donde dice Cirilo.

Del mismo modo, ocurre con la expresión dembowsera, “tú ta´


mofle” la metáfora contextual que simboliza esta expresión, encierra
distintas connotaciones significativas. Lo primero es que esta
expresión, se sitúa en el uso y contexto de donde se localiza el
sustantivo mofle, lo que permite decir, que a través de la metáfora
MOFLE se le dice a quien se le exprese esta palabra, “que está atrás,
abajo, y caliente”. De esto puede deprenderse, que esta metáfora,
más que decirle literalmente lo que representa ser un mofle, en una
situación concreta, busca decir de manera distorsionada que quien
esté mofle, es una persona que está atrasado, anticuado, retrógrado, y
apache. En sentido general, se puede entender a través de esta
metáfora como algo o alguien inservible; mofle.

Lo mismo sucede con la palabra mangar, la misma en un contexto


coloquial y marginal del término, se presta a crear designaciones
semánticas que claramente se presentan para crear metáforas en los
contextos en que sea empleada; utilizándose, en situaciones tales
como: Te mangaré una bofetada que se puede entender como te daré
una bofetada. Me la mangaré, esta expresión dependiendo de cuál
sea el contexto en el que se esté hablando puede significar, me la
robaré, pero si la situación comunicacional se estuviera refiriendo a
una mujer, esto podría simbolizar, que el individuo poseerá
sexualmente a la mujer.

Del mismo modo, existen acepciones de la palabra mangar, tales


como: Mangaré ese joven que es igual a me conseguiré ese joven.
Mangué este carro que simboliza compré este carro. Mangué la tabla
que en un argot de calle se traduciría como: conseguí o tengo la
pistola. Mangue ahí= agarre ahí. Mángala= agárrala. Estos ejemplos,
nos hablan de lo acelerada que está la cultura, y que cada vez más
los pueblos crean designaciones semánticas a través de ciertos
términos, que les permiten ir de la mano con una cultura mediática y
apresurada. Emplean términos, que llevan hacia situaciones
comunicacionales que les permiten ahorrarse palabras; utilizando
términos que designen con un mismo vocablo distintas realidades
que, gracias a nuestro estado cognitivo, permite ver el mundo desde
una dimensión metafórica del lenguaje.

Puedo enumerar un gran listado de metáforas cotidianas utilizadas


por los jóvenes que representan el género “musical” urbano, y es que
la metáfora presenta la percepción del mundo de los hablantes de un
determinado pueblo. La metáfora cotidiana representa la concepción
social de la realidad de cada grupo cultural. Es una forma de
representar la realidad. Debido a eso cuando esos jóvenes acuden a
metáforas que tienen en el fondo un matiz vinculado con el sexo
desenfrenado, la droga, asesinatos, corrupción y otras degradaciones
humanas, es porque su contexto le facilita tener esa representación
mental de su entorno.

Desde luego, cualquier metáfora ejerce una función cognoscitiva, en


cuanto es vehículo para intercambiar verdades, creencias y
opiniones. Un ejemplo de ello, lo constituyen las creaciones
metafóricas: A esa le picho el juego, abrió gas, bultero, paquetero,
no me dé cotorra, dame lu´, dame la verde, y otras representaciones
metafóricas que en diferentes contextos dominicanos pueden
significar, simbolizar e incluso; crear nuevos significados y nuevas
semejanzas. Preferimos no agrandar el listado por asunto de espacio,
además, que este sería un compromiso que será consumado en otro
trabajo, especialmente sobre la metáfora en el discurso, vista desde
el sistema metafórico de la República Dominicana.

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