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Introducción .
Contextualización.
Desde los primeros tiempos del hombre en la tierra, las emociones y los sentimientos
negativos primarios como la rabia, el miedo, el rencor, la hostilidad, el resentimiento y
el encono, están indisolublemente ligados a la agresividad, una compleja dimensión
emocional orientada a la supervivencia y probablemente, uno de los más potentes
motores evolutivos biológicos (Amanda Céspedes, 2007). La agresividad desencadena
comportamientos de daño como agresión o conducta agresiva. En la mayoría de los
niños y adultos, la agresividad es un rasgo normal que se agazapa la mayor parte del
tiempo, silencioso y latente, sin emerger como conducta a menos que las circunstancias
sean propicias. En una minoría de niños y adolescentes la agresividad no está latente,
sino activa y provoca frecuentes conductas de daño inesperadas o injustificadas.
Es tudiantes , Es cuela de Psicología , Uni versidad Ca tóli ca del Norte, Antofa gasta , Chile. Corresp ondencia a :
pedro.moralescortes@gmail.com
determinados fenómenos que tienen lugar en las estructuras cerebrales donde se lleva a
cabo nuestra vida emocional, dan origen a las conductas. Los comportamientos son
sólo la parte visible, la punta del iceberg de un fenómeno cuya real dimensión es preciso
conocer para modificar (Céspedes, 2007).
La familia es uno de los elementos más relevantes dentro del factor sociocultural del
niño, que origina esta punta del iceberg. La familia lo es todo para él. La familia es su
modelo de actitud, de disciplina, de conducta y de comportamiento. Es uno de los
factores que más influyen en la emisión de la conducta agresiva. Está demostrado que el
tipo de disciplina que una familia aplica al niño, será el responsable por su conducta
agresiva o no. Un padre exigente, por ejemplo, que tenga actitudes hostiles, y que esta
siempre desaprobando y castigando con agresión física o amenazante constantemente a
su hijo, estará fomentando la agresividad en el niño (Leach, 1997). Otro factor que
induce al niño a la agresividad es cuando la relación entre sus padres es tensa y
ambivalente. Dentro del factor sociocultural influirían tanto el tipo de barrio donde se
viva como expresiones que fomenten la agresividad, como "no seas un cobarde". Estas
son expresiones que a la larga le entregan un mensaje nocivo al niño “debes ser valiente,
debes pelear”. Los factores orgánicos tipo hormonal, mecanismos cerebrales, estados de
mala nutrición, problemas de salud, etc., también influyen en el comportamiento
agresivo. Y dentro del factor social, el niño que no tiene estrategias verbales para
afrontar las situaciones difíciles, será fácilmente conducido a la agresión.
Así nace la inquietud: ¿estos niños de los cuales se habla, esta minoría, es agresiva
porque sí, porque genéticamente están predispuestos a reaccionar frente a la vida de una
manera agresiva o es el entorno, la familia en definitiva, la que va moldeando un ser,
hasta convertirlo en agresor?
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Proceso de elección del problema psicosocial.
La preocupación por el tema no incluye solamente a la población que podría ser víctima
de agresión por parte de otros, sino también a aquel que agrede porque es un ser
humano que se moldeó para agredir y todo su potencial intelectual, emocional y hasta
físico se pierde, como bien lo menciona la neuropsiquiatra infanto-juvenil Amanda
Céspedes: “no existe niño en el mundo que no desee transmutar sus pataletas, su
rebeldía y su mala fama en gentileza y buena disposición ” (p. 56).
Justificación y argumentación.
Desde una perspectiva teórica, la agresión incluye factores sociales, relacionados a las
acciones de las personas; factores personales, rasgos que predisponen a determinadas
personas hacia conductas agresivas y los factores situacionales, aspectos del mundo
exterior (Serrano, 2000).
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decir que los niños al observar las conductas agresivas, las internalizarán para luego
imitarlas.
Antecedentes Generales.
Desde los primeros tiempos del hombre en la tierra, las emociones y los sentimientos
negativos primarios como la rabia, el miedo, el rencor, la hostilidad, el resentimiento y
el encono, están indisolublemente ligados a la agresividad, una compleja dimensión
emocional orientada a la supervivencia y probablemente, uno de los más potentes
motores evolutivos biológicos (Céspedes, 1997). Serrano (2000) señala que
Serrano (2000) explica que uno de los principales problemas presentados por la
agresividad infantil radica en su elevada correlación con trastornos equivalentes adultos,
especialmente los relacionados con la conducta antisocial. A la base se encuentran “las
dificultades que estos niños encuentran para socializarse y adaptarse a su propio
ambiente” (p. 14). Cabe considerar aquí la correlación existente entre el TD y el
Trastorno de Personalidad Antisocial, en la adultez (APA, 2005).
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En el contexto escolar, la agresividad infantil tendría su manifestación más preclara en
los casos de violencia escolar y/o bullying.
Diagnóstico.
En Antofagasta, diversos han sido los casos conocidos al respecto, en los últimos dos
años. Tal vez el más reciente sea el de septiembre del año en curso, y en donde un
escolar de 12 años del colegio Santa Emilia, fue agredido por seis estudiantes en mitad
del recreo y sin mediar provocación alguna, situación que le generó lesiones que lo
obligaron a ser atendido en Urgencia del Hospital del Norte (Terra, 2010).
Para el caso del TD, el DSM-IV-R (APA, 2005) señala que su prevalencia “parece
haberse incrementado durante las últimas décadas, pudiendo ser más elevada en los
núcleos urbanos que en las zonas rurales” (p. 91). Así mismo, las tasas varían
ampliamente en función de la naturaleza de la población estudiada y los métodos de
análisis, encontrándose en varones de edad inferior a 18 años tasas oscilantes entre el 6
y el 16 %; y en mujeres del orden del 2 y el 9%. El TD es uno de los “más
frecuentemente diagnosticados en los centros de salud mental para niños tanto en
régimen ambulatorio como en hospitalización” (APA, 2005, p. 91).
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Aproximación.
Perspectiva microsistémica, refiere a las redes sociales primarias más cercanas, tales
como la familia, amigos y vecinos.
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Perspectiva ecosistémica, refiere a las instituciones que median entre el sistema cultural
y las familias, como el sistema escolar, judicial, salud, etc.
De esta forma se ve como los medios apuntan hacia una responsabilidad social
“mientras los derechos de los niños se erigen como centro en un mundo que se desea
humanista, la ley se deja caer sobre el (otro) niño para ficharlo y penalizarlo lo más
precozmente posible(…)” (Eltit, 2009). De estos extractos se puede ver que definen la
violencia en niños como una consecuencia creada por la sociedad actual, por la falta de
influencias positivas por parte de las familias y la pobre acción del gobierno al manejar
este tipo de casos.
Hay que tener en cuenta también que los medios de comunicación siempre han tenido
gran influencia sobre la opinión de las personas respecto a cualq uier tema; en este caso
se puede ver en una encuesta hecha en la página de Internet El Maule por Dintrans el
2009 sobre “¿Quién debe responder por Cisarro?” en la que un 43% de las personas que
votaron creen que toda la culpa de que estos niños sean capaces de actos de violencia
está en sus padres. Los medios de comunicación también entregan información sobre
como los padres pueden evitar este tipo de problemas, “Importante es el rol de los
padres cuando identifican a su hijo como agresor, es recomendable que sean un apoyo,
que lo escuchen y guíen en su desarrollo” (La Segunda, 2010). Influenciando aun más la
opinión de la población sobre de quien es la responsabilidad.
Aunque entre la sociedad civil se pude ver la mayoría ve al factor de la familia como e l
mayor peso sobre el desarrollo de la violencia en niños, también salen a relucir otros
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factores como el papel del gobierno, como es que este regula la violencia que se expone
en la televisión “(…) ¿qué ocurre con los niños de 4 y 5 años que también ven estos
programas? [Ranma, Mekano, etc.] ellos recién comienzan a descubrir el mundo y,
sinceramente, con esta calidad de programas no los estamos ayudando mucho”
(Antinao, s.f). Este tipo de comentarios en páginas de opinión ejemplifica como la
sociedad, aunque no tiene una definición concreta del problema, muestra al desarrollo
de la violencia en menores no sólo como un problema que se genera indefectiblemente a
causa de la familia, sino que también por la falta de apoyo por parte del gobierno, en la
falta prevención de la exposición de menores a la violencia y nuevas leyes que los
protejan de caer en la delincuencia tiene un gran peso en el desarrollo de ésta.
De este modo, se aprecia que las definiciones que se pueden sacar de estos cuatro
grupos no difieren mucho entre sí, todas entregan una mayor responsabilidad a las
influencias sociales a las que se exponen los niños, ya sean por parte de sus familias, la
televisión, la escuela o la falta de nuevas y mejores leyes por parte del gobierno.
La teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse
por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos, esta perspectiva
considera la frustración como una condición facilitadora pero no necesaria de la
agresión (Serrano, 2000).
Si bien los factores biológicos influyen en la conducta agresiva, los niños no nacen con
la habilidad para llevar a cabo comportamientos como atacar físicamente a otra persona,
gritarle o cualquier otra manifestación de la conducta agresiva. Por tanto, si los factores
biológicos no son determinantes, se plantea que los niños aprenden, ya sea directa o
vicariamente este tipo de conductas.
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3. Factores situacionales: la conducta agresiva varía con el ambiente social y todos
los factores relacionados a él, tales como el papel desempeñado por el agresor en
potencia, momentos altamente estresantes, etc.
Análisis.
Otro punto importante es señalar que las prácticas agresivas masificadas sólo
desencadenaran en que los niños y niñas instauren estas conductas como aceptables y se
vuelvan comunes y cotidianas a futuro, en relación a esto es relevante el ambiente o
entorno relacional en el que se desenvuelve el niño o niña, como causante principal , ya
que desde éste es donde adquiere estos modelos relacionales, pero también desde una
visión más positiva, enfocándose en su entorno como principal herramienta de
intervención para que estas prácticas sean erradicadas del repertorio conductual de los
niños y niñas. Siempre teniendo en cuenta que la permanencia de estos modos de actuar
repercutiría en adultos agresivos y finalmente en una sociedad agresiva, por lo que la
problemática no debe ser sólo remitida al entorno educacional o infantil, ya que su
importancia está también en las consecuencias futuras que acarreará.
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De acuerdo a esto es necesario para realizar una intervención positiva y efectiva en
contra de estas conductas agresivas infantiles, es trabajar en principio en sus
potenciadores/facilitadores, las relaciones sociales y prácticas agresivas que forman
parte de la cotidianeidad de los niños y niñas. En relación a esto, toda práctica agresiva
debe ser erradicada del repertorio conductual de los menores, a nivel educacional y
también familiar, ya que son en estos contextos donde los niños adquieren las conductas
de acuerdo a un modelo determinado.
Si bien las cifras manejadas en torno a la temática son importantes y hasta cierto punto
alarmantes, de la mano de la masificación de la agresividad como una problemática
psicosocial del que tienen que hacerse parte las instituciones gubernamentales, se han
aumentado notablemente el trabajo entorno a la investigación y manejo más teórico en
torno a la problemática, lo cual ha radicado en la presencia de intervenciones desde lo
directas en torno a ésta, tales como talleres o seminarios, lo cual radicaría en un
pronóstico positivo alrededor de la misma.
En respuesta a la pregunta inicial, se puede concluir que, a pesar de que existen rasgos
innatos entorno a las conductas agresivas, lo más preponderante es la influencia del
entorno del menor, los modelos que rodean al niño serán determinantes en la presencia
de conductas agresivas futuras, por lo que finalmente se puede concluir que el niño
agresivo se hace, más que nace.■
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Referencias.
Céspedes, A. (2007). Niños con Pataleta, Adolescentes Desafiantes: Cómo manejar los
trastornos de conducta en los hijos. Chile: Vergara.
Eltit, D. (2009, 31 de agosto). The Clinic. El Cisarro y los niños en la historia: Cuando
el río suena… Recuperado el 24 de noviembre del 2010 desde
http://www.theclinic.cl/2009/08/31/el-cisarro-y- los- ninos-en-la-historia-cuando-
el-rio-suena/
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Leach, P. (1997). Bebé y Niño: La guía esencial para los padres. Londres: Grijalbo.
Ministerio del Interior, Chile. (2010). Resolución Exenta Nº 3962. Santiago: Ministerio
del Interior.
Terra [online]. 24 de Septiembre de 2010. Nuevo caso de bullying deja a escolar herido
en colegio de Antofagasta. Consultado el 21/11/10 en
http://www.terra.cl/actualidad/index.cfm?id_cat=302&id_reg=1504331
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