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Hoy hace 50 años, el 16 de enero de 1970, una militante de 22 años, Dilma Rousseff, fue
arrestada por agentes de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, un
período en el que el país se enfrentó a la represión de las libertades civiles y la libertad de
expresión, y el régimen persiguió a los activistas políticos y a cualquier persona cuya
conducta ellos consideraban desviada de la norma.
“La tortura es algo extremamente complejo. Creo que todo mundo que pasó por la prisión
siempre va a tener esa marca. No me gusta ver películas, por ejemplo, que pasan tortura.
No es que no me guste. Yo no veo. Es peor, ¿no? Yo no quiero ver. La tortura es algo que
toca aquello que es más profundo y que lo constituye usted”. La declaración de la
expresidenta Dilma Rousseff, 50 años después del momento en que fue presa por la
dictadura militar, el 16 de enero de 1970, trae pulsante un proceso que marcó la historia
brasileña y que aún encuentra ecos en la actualidad. "El dolor es siempre una amenaza de
muerte, cuando se trata de tortura."
Sobre resistencia y superación, para Dilma, la clave es no guardar odio. "Yo creo que no hay
cómo pasar la vida teniendo pena por eso, eso es un absurdo. Porque no es posible tener
odio. Odio es dar a quien hizo eso contigo un poder que no puede tener. Usted tiene de
mirarlos como ellos son: banales. Son banales."
Hija de padre búlgaro y madre brasileña, Dilma Vana Rousseff nació el 14 de diciembre de
1947, en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais. En 1964, ingresó en el Colegio
Estadual Central de Belo Horizonte, actual Escola Estadual Governador Milton Campos, donde
tuvo, ya en los primeros años de la dictadura militar, los primeros contactos con el
movimiento estudiantil y la militancia política.
A partir de la fusión de COLINA con la Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR), que originó
la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares), Dilma se convierte en
dirigente de la nueva organización y, tiempo después, se muda a São Paulo.
Dilma fue detenida el 16 de enero de 1970 en un bar en la Rua Augusta, región central de
São Paulo. El lugar era utilizado para encuentros clandestinos entre militantes. Torturada por
los órganos de la represión y encarcelada en el Presidio Tiradentes, también en la capital
paulista, la expresidenta recuerda ese momento doloroso y de resistencia.
Con Brasil de Fato, Dilma también habla sobre las actuales disputas electorales, con
elecciones en este año y las próximas en 2022, y garantiza que no competirá por ningún
cargo, pero tampoco abandonará la política.
En el análisis del actual momento por el cual pasa Brasil, ella declara que "El centro fue
destruido por el proceso. No crea un tipo de centroderecha graciosamente. Al contrario de lo
que ocurrió en los Estados Unidos y en Alemania, que el neoliberalismo se impone en los
marcos de la democracia liberal, aquí, para imponer el neoliberalismo fue necesario un
gobierno neofascista.
Dilma Rousseff.- Yo tenía 22 años cuando fui presa, el 16 de enero de 1970. Por lo tanto,
son 50 años. Brasil, en aquel momento, estaba saliendo de un gobierno democrático, electo
por voto popular, presidido por João Goulart y encaminándose hacia un proceso acelerado de
dictadura. Ese proceso comienza en 1964.
Y usted tiene un proceso interesante, porque había también en Brasil, de otro lado, entre
1964 y 1968, un proceso de insatisfacción grande y también de movilización muy grande que
se presentaba en el cine. El Cinema Novo, por ejemplo, tiene todo un conjunto de obras muy
importantes. Usted tiene también en la música y en todas las áreas. Y ese es un proceso
también que va a caer muy fuerte sobre la cultura en Brasil.
Y eso fue creciendo. Cuando llega diciembre de 1968, aparece el AI-5, que yo creo que es el
marco más claro de construcción definitiva de la dictadura. Y ahí comienza la represión.
Usted reprime movimientos sociales, reprime movimientos obreros, campesinos. Hay un
proceso de represión violento. Y ese proceso comienza y afecta también a todas las
organizaciones alternativas de izquierda que surgen en ese proceso.
Porque una de las cosas más graves de la dictadura es hacer que las personas,
principalmente la juventud, dejen de creer en la democracia. Que crean que no hay espacio
para la democracia. No Brasil, durante un período, había esa visión de que jamás dejarían un
espacio democrático para que las personas se manifiesten. Todo eso lleva a movimientos y a
la construcción de organizaciones políticas fuera de las organizaciones tradicionales. Porque
la dictadura militar instaura un bipartidismo entre Arena y MDB y anula todos los demás
partidos y prohíbe la organización de esos partidos.
Y es el proceso que comienza y que, después, va a producir no sólo tortura, que ya existía,
pero la tortura sistemática. Y incluyendo lo que ellos llaman necesidad de muertes y
asesinatos políticos, porque creen que las personas no son recuperables. Y es en ese
contexto que, a comienzos de los años 1970, ya había sido creado el DOI-CODI en São Paulo
y en Rio, y en otros estados, pero el foco principal estaba en São Paulo y en Rio.
Yo fui detenida en São Paulo, por el DOI-CODI 2, del segundo Ejército, que era llamado
también Operación Bandeirante, porque una parte de eso fue financiada por un segmento de
la elite económica paulista que pagaba, por ejemplo, muchas veces, la gasolina, el
transporte de toda la operación y también era responsable por las llamadas quentinhas
[raciones de alimento caliente] que comienzan a aparecer. Yo creo que las primeras
quentinhas aparecieron para alimentar a los presos políticos de ese país.
Mariana Lemos y Camila Maciel.- Una película que retrata ese período es Torre das
Donzelas [Torre de las doncellas], lanzada en 2019, que habla sobre las mujeres
presas en la dictadura militar en el presidio Tiradentes, en São Paulo, que fue
donde usted permaneció presa. Sobre eso, ¿cómo fue la vida dentro de la cárcel,
tanto del punto de vista de la convivencia con las otras presas políticas, pero
también de la vida cotidiana?
Dilma Rousseff.- La película Torre das Donzelas es una muestra, una visión de un
segmento. Es una película de ficción. No es un documental stricto sensu. Tiene un contenido
de ficción. Primero, porque intentaron reconstruir el presidio de Tiradentes, y el presidio de
Tiradentes es imposible de reconstruir por una estructura de hierro. Era un lugar que decían
que, anteriormente, había servido para vender esclavos.
Tenía, esa torre – era una torre mismo, propiamente dicha – tenía paredes muy anchas, esas
paredes coloniales antiguas extremadamente anchas. Tanto que usted podía sentarse en una
ventana. Yo mido 1,70 m, hoy debo haberme encogido un poco, pero en aquella época yo
creo que medía 1,70 m. Y me sentaba en la ventana estirada. Cabía en la ventana tanto a lo
ancho como a lo largo.
Era muy irónico. Porque era un lugar que, visiblemente, sirvió para la peor cosa que este
país ya tuvo, que fue la esclavitud. Tenía aquella escalinata que comenzaba unida y después
se dividía y tenía un lado derecho muy alto. Entonces, es muy difícil que usted vea la torre.
Yo les dije a ellas cuando fui a grabar: "Yo creo que no es adecuado. Ustedes creen en lo que
ustedes hicieron, pero en mi memoria no tiene nada que ver con esta arquitectura de hierro.
No es eso". Y es importante entender porque era así. Porque usted organiza la cotidianidad
en una cárcel disputando dos cosas: tiempo y espacio.
¿Cuál fue la iniciativa política que las presas mujeres tuvieron dentro de la Torre? Ellas
controlaban el tiempo y el espacio, dentro de sus posibilidades limitadas. ¿Qué significaba
eso? Procurar quedarse el máximo de tiempo posible con la celda abierta, permitiendo que
usted circulase de un lado al otro.
Voy a insistir, eran espacios extremadamente susceptibles de ser circunscritos, porque eran
paredes muy anchas. Y, ahí sí, esas paredes anchas, generalmente estaban bloqueadas por
una puerta de hierro. Una presa, inclusive, una vez, se cerró una puerta en el dedo y se lo
rompió, fractura expuesta, porque la puerta era bastante ancha.
Y, al mismo tiempo, construimos también una vida política, porque dirigíamos, dentro de
nuestras posibilidades, o sea, limitadas, dirigíamos nuestra vida. Nosotros definimos quién
cocinaba, cuántos equipos eran, quién lavaba la Torre, cuántas veces por semana, quién
entraba… En fin, nosotros construimos una cotidianidad, era de eso que yo hablé, de
conquistar el espacio y el tiempo.
De la misma forma, estábamos en una etapa de la cárcel. La cárcel en Brasil era así en
aquella época. Usted era detenida y usted desaparecía. Al entrar en la cárcel usted
desaparecía. No había registro. Y ahí, había tortura sistemática por un tiempo. Y
generalmente esa tortura se daba en las estructuras controladas por las Fuerzas Armadas,
básicamente el Ejército.
Después de eso, usted era llevada a partir de un determinado tiempo. En mi época eran
unos dos meses, más o menos. Usted iba al DOPS, Departamento de Orden y Política Social,
y hacia aquello que se llamaba "hacer la notaría", que era hacer su registro. Le tomaban
esas fotografías de perfil, de frente, le tomaban las huellas digitales y declaraba. Porque la
declaración obtenida en la Operación Bandeirante no aparecía. Porque en el proceso de
tortura en Brasil, ellos mantuvieron las apariencias.
Había un momento que era de los cortocircuitos. ¿Dónde se daba el cortocircuito? Desde el
momento en que usted salía del DOI-CODI, ¿no es cierto? El proceso de notaria es el proceso
de cortocircuito. El te legalizaba. Entonces ese es un momento fundamental. Porque es ahí
que los datos del proceso comenzarían a aparecer.
Y había otra característica también, que yo vi aquí repetida en esos procesos de la Lava Jato.
Ellos segmentaban la acusación. ¿Qué es segmentar la acusación? Yo integraba una
organización política. Yo nunca participé en acción armada, etc. Pero yo integraba una
organización política. Entonces, yo no era condenada por integrar una organización, yo era
condenada por los estados por donde yo anduve. Entonces tenía un proceso en Minas, uno
en São Paulo y otro en Rio de Janeiro. Y ahí usted llevaba tres temas. Porque eso también te
mantenía en la cárcel, ¿no?
Cuando usted salía, incluso sobrando tiempo, después de cumplir, yo fui condenada, yo creo
que a seis años y medio. Yo cumplí tres años. Después, yo cumplí tres años ¿por qué?
Porque, en mi proceso, la Justicia anulaba sentencias. Porque uno era juzgado tres veces por
la misma cosa. Entonces yo acabe siendo condenada a dos años y un mes. Y estuve tres
años. Ellos no te devolvían ese año que usted estuvo demás porque la ley de seguridad decía
que no había devolución, ni proceso contra el Estado ni nada. Entonces esa era la idea.
Y la tortura es algo extremamente complejo. Creo que todo el mundo que pasó por la prisión
siempre va a tener esa marca. A mi no me gusto ver películas, por ejemplo, que pasan
tortura. No es que no me guste. No veo. Es peor, ¿no? No quero ver. La tortura es algo que
toca aquello que es más profundo y que constituye usted.
¿Qué constituye un ser humano? La inmensa capacidad de sentir dolor físico, y psicológico
también. Pero el físico es algo que nos identifica con el resto de la humanidad e, inclusive,
con los mamíferos, los animales. Ellos también sienten dolor. El dolor es una cosa, en el caso
del ser humano, es siempre una amenaza de muerte, cuando se trata de tortura. Uno está
ligado a la otra. Entonces es dolor. La percepción del dolor y de la muerte. Eso es lo que es
la tortura. Y todos nosotros, cada uno de nosotros, tenemos horror a sentir dolor.
Y con algo terrible, qué es hacer que la persona pierda su dignidad. Ese es el componente
del dolor psicológico. Ellos quieren que usted pierda la dignidad, que usted traicione sus
convicciones, que usted abandone lo que piensa. Eso es, tal vez, la consecuencia mayor de la
cárcel. Usted está preso y es eso lo que hacen.
Yo tengo inmensa solidaridad con algunos de los compañeros que fueron llevados a renunciar
a sus convicciones después de procesos de tortura, yendo a la televisión. Es solidaridad lo
que yo tengo para con ellos. Ese proceso de destrucción de alguien es un proceso de hacer
que la persona se transforme en un muerto viviente. ¿Qué hace una persona después de
traicionar lo que piensa, después de traicionarse a si mismo? Queda muerto andando por la
calle.
Entonces, ese proceso, que es un proceso que los Estados Unidos hacían en Abu Ghraib
[prisión iraquí], es un proceso que usted percibe que tiene un componente extremadamente
fascista o nazi, de destrucción de la persona. Ese proceso es un complemento elevado a la
enésima potencia de la tortura y de la muerte también.
Entonces, yo vi gente que fue llevada en esos esquemas y creo que cada uno de nosotros
sólo aguanta la tortura engañándose. Uno se dice: "Ahora aguanto cinco minutos más,
dos más. Ahora aguanto tres minutos más". Porque uno no imagina que va a aguantar un
día, porque eso es una eternidad. Comenzó el dolor y el tiempo pasa a ser minutos o
segundos. Entonces, uno tiene que auto engañarse. Es así que uno hace. Uno se auto
engaña. Y miente.
Una vez yo fui al Senado, y un senador, si no me engaño, Agripino Maia dijo: "Pero usted
mintió ante la tortura". Estoy orgullosa de haber mentido. En la dictadura o usted miente o
usted no sobrevive. En la democracia es que se dice la verdad.
Entonces, ese es un proceso y hay una porción de personas, todas las personas que
estuvieron dentro del presidio pasaron por eso. Ellas vivieron eso. Entonces eso está
subyacente. Nos reíamos, bromeábamos, jugábamos vóley, siempre que podíamos, o
siempre que se conquistaba ese espacio, pero tenemos esa marca, cada una de nosotras. Y
es con eso que convivimos y creamos cotidianidad, porque tiene también otras ventajas.
Teníamos 20 años, nos parecía que una persona de 30 era muy vieja. Entonces, cuando
usted tiene 20, también es más fácil todo eso, usted tiene fuerza vital para superar eso. Y yo
creo que no hay cómo pasar la vida teniendo pena de eso, eso es un absurdo. Porque no es
posible tener odio. Odio es darle a quien hizo eso contigo, un poder que no puede tener.
Usted tiene que mirarlos como ellos son: banales. Son banales. Pueden ser tachados de
criminales, ¿pero qué criminal no es un poco banal?
Dilma Rousseff.- Yo creo que son diferentes. Cuando ocurrió el proceso de la dictadura,
usted tenía un tipo de gobierno. La forma política de la dictadura, ella implica que hagamos
una imagen, así tal vez es más fácil, es imaginar que la democracia es un árbol, la dictadura
implica un corte radical del árbol. Usted corta las ramas, usted no deja piedra sobre piedra.
Usted quita todos los derechos: organización, manifestación; cierra el Congreso. Usted cierra
todas las hipótesis. Se afecta a la sociedad como un todo.
Y este proceso que nosotros estamos viviendo, en la crisis del neoliberalismo, en el caso
brasileño, usted tiene una especie de invasión del árbol por hongos parásitos por procesos de
contaminación, que corroen la democracia por dentro. Ahí usted tiene, por ejemplo, la Lava
Jato, que tal vez haya sido el mayor instrumento para construir la agenda neoliberal.
La Lava Jato existe para construir la posibilidad de quitarles derechos a los trabajadores, la
posibilidad de una reforma de las Pensiones que produce 1,3 millones personas esperando su
jubilación, con filas en el INSS, cosa que nosotros habíamos acabado. Produce la venta de
nuestras estatales. Vendieron la EMBRAER a la Boeing, una empresa que está en crisis
porque se les cayó un jet, sin hablar de que ellos ya venían teniendo problemas, al punto de
la Airbus ya sobrepasó a la Boeing ahora.
Pero, de cualquier forma, ellos entregan la soberanía brasileña, porque ellos se someten a
todas las exigencias del neoliberalismo tardío. Ese sistema, que ya está en crisis en el
mundo, que crea una brutal desigualdad, que destruye las políticas sociales y la reducción
inmensa de la miseria y de la pobreza que nosotros hicimos.
Pues bien, eso sólo ocurre porque la Operación Lava Jato construye la narrativa de la
corrupción, que es una estratégica para destruir no sólo el Partido de los Trabajadores (PT),
sino que destruye los otros partidos, de derecha, de centro. Tanto es que surge el
neofascismo del Bolsonaro. Entonces, el fenómeno del neofascismo es típico de ese proceso.
El otro proceso es la dictadura militar. Yo no quiero hacer un juicio de valor, creo que los dos
son pésimos, pero, en ese caso, del neofascismo aún hay espacios democráticos. Hay que
percibir eso. Lo que no significa que el pueblo brasileño no pueda sufrir mucho más bajo el
gobierno de una forma de extrema derecha, como es el del Bolsonaro, que está contra todo.
Está contra todos los aspectos culturales de la vida que se coloca de rodillas ante los Estados
Unidos, que hace con que el país pierda toda la autoestima que conquistó en los últimos
años en los gobiernos del PT.
Entonces, es una situación de descalabro económico, social, político y cultural. No hay área
que no tenga esas heridas. Porque, por ejemplo, el gobierno [Ernesto] Geisel no fue un
gobierno entreguista, fue un gobierno que autorizó la muerte, que es absolutamente sin
palabras que no sean aquellos adjetivos que tenemos que usar. Es un terror de Estado, es un
absurdo la muerte de adversarios como forma de lucha política. Que es el caso de la
autorización de muerte de los presos en la época del gobierno de Geisel. Pero el gobierno
Geisel tiene un mérito, porque defendió la economía brasileña. Y ese mérito va a ser
reconocimiento dele, porque no entregó el país. No negoció la soberanía del país.
Dilma Rousseff.- No, no tengo ninguno. No tengo más planes electorales. Yo tengo planes
políticos, lo que no significa planes electorales.
Mariana Lemos y Camila Maciel.- Con relación a las elecciones, tomando como
lección el escenario de 2018, ¿cuál cree usted que debería ser la postura de la
izquierda brasileña en una próxima disputa electoral?
Dilma Rousseff.- La izquierda brasileña y los progresistas brasileños tienen que unirse. Yo
creo que es en eso que todos creen. Yo creo interesantísimas las propuestas sobre que es
necesario ir hacia el centro. Sólo que, quien habla de que es necesario ir al centro, o sea,
que las políticas de consenso que lleven a una desradicalización, que posibiliten una
despolarización, parten del principio de que es un centro, un centro político.
De hecho, en Brasil, hubo un centro político. Podemos hasta llamar a ese centro político,
centro democrático. Ese centro democrático estaba claro en la Constituyente de 1988, que
tenía el Dr. Ulysses [Guimarães], Mário Covas, personas de estatura, que eran personas que
tenían compromiso con el país. ¿Qué sucedió? El centro político en Brasil fue fragmentado y,
en los últimos años, en el caso por ejemplo del PMDB (MDB), ese centro político construyó
una hegemonía por la derecha en los años de Eduardo Cunha.
Pero no fue solo eso lo que sucedió. El arma [de la Operación] Lava Jato, que es
fundamental, fue construida para destruir al PT. Pero tuvo también un efecto, que fue afectar
a partidos que no estaban previsto que lo fueran, como el PSDB [Partido de la
Socialdemocracia Brasileña]. Incluso aunque fueron tratados de forma absolutamente
diferenciada, fueron bastante afectados. En especial, aquel que no supo perder. Nuestro
querido golpista, que no supo perder. Pero ellos acertaron en construir un gobierno ilegítimo
como el de Michel Temer y llevar al gobierno toda la propuesta…
Porque Temer tiene razón cuando dice que Bolsonaro lo completa. Es verdad. Ambos son
neoliberales. Pero lo que acontece es que, con eso, el centro fue destruido. O mejor dicho, el
centro se destruyó. Aécio Neves, José Serra, por el PSDB. El PSDB se desmanteló. Alckmin
fue un competidor importante a la Presidencia y llevó 4% sólo en la última elección, que
produjo Bolsonaro.
Dilma Rousseff.- Yo creo que la película Al filo de la democracia tiene un gran mérito, que
es denunciar el surgimiento en Brasil de un proceso de extrema derecha, que de una cierta
forma tiene características similares al que acontece en otros países del mundo. Pero, para
efectos sólo del país, yo considero que es muy importante lo que Petra Costa muestra en esa
película. Porque muestra con imágenes del momento en el que, desde su punto de vista,
ocurrió. Y desde mi punto de vista también: fue un golpe de Estado.
Creo que esa narrativa muestra toda la acción de los principales sujetos de aquel momento.
Entonces, la prensa, las responsabilidades de la prensa en este proceso del golpe están
evidenciadas. Así como la responsabilidad del PSDB, las responsabilidades en el surgimiento
de los líderes de derecha, que hoy ocupan el escenario. Y, sobre todo, ella evidencia
cómo eso abrió caminho para la llegada de Bolsonaro al poder.