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LA POLITICA ENTRE LA ETICA Y LA MORAL

La dimensión política simboliza las antiguas disputas cuerpo a cuerpo por los intereses.
Aunque todavía quedan residuos de aquella puja, allí se producen los intercambios mas fuertes
en la realización de las ideas.
En el devenir de la historia hubo modificaciones en la concepción de la realidad política En
un principio se manifestaba como reflejo de los intereses personales o de un sector, por ejemplo
la defensa de la esclavitud. Desde el humanismo, en occidente, la política fue tomando
relevancia como manera de trasmitir y realizar los ideales con un fundamento altamente moral:
“el Bien”. A partir de allí ninguna política, que pretenda subsistir y arribar a algún ejercicio de
poder, puede contraponerse a estos ideales. De izquierda o de derecha hablan en nombre del
“bien común” equiparándolo a la idea de bienestar o al interés de las mayorías. Ninguna política
se enuncia argumentando que la pobreza es su objetivo, ni promoviendo el sometimiento, o el
beneficio personal o de sector. La diferencia entre ellas se plantea en las estrategias que cada una
propone como realización del “bien común”, aunque estas sean opuestas (estatizar o privatizar).
La realización cumple con la función de dar una satisfacción completa al “bien”. Pero es en sus
tácticas, como campo propio de las acciones, donde se abre un espacio de entrecruzamiento con
las pretensiones personales.
Las acciones se conocen por información o noticia y se pueden manifestar tanto como
altruistas o como sinuosas decisiones que sobrepasan lo lícito y se van multiplicando en
versiones de la verdad y la mentira ,o sea que las diferentes interpretaciones puede convertir, a
una misma acción, en un acto patriótico o en una traición. Y de esta manera la realidad muestra
su esencia inaprensible. Pero en todos los casos lo que queda oculto, por definición, es el interés
propio de la persona en las acciones que tome como político.
Esta configuración pone de relieve la discusión que confronta los actos con los ideales
introduciendo la dimensión ética, cuestión tan esquiva al discurso político. La ética está latente
en la enunciación del discurso político porque en ella se descubre la implicación del político
como persona.
(Acá me parece que queda cortado en relación a lo anterior. Se podría escribir unas líneas de
nexo) La muerte diluye el factor humano: “del acto”. Siempre tan controversial, cuando se quiere
definir a una persona durante el acto mismo, porque pone en juego todo el andamiaje ético. Lo
ético pesa mas sobre quien hace ejercicio del poder porque el poder se manifiesta como puro
acto. El personaje literario del antihéroe es una fantasía romántica que representa este conflicto
( se podría explicar, lo das como hecho, dudo que el lector lo vincule directamente con lo que lo
precede).
La moral política condena el incumplimiento total de aquello que este significado como “el
bien”. Y lo condena haciendo un uso moral de la ética quitando fuerza a los ideales
oponiéndoles a ellos denuncias por actos ilícitos o de beneficio propios que haya obtenido el
político, como de manera opuesta construyendo una imagen inmaculada de la persona
igualándola con los ideales pero sin sopesar como estaba implicado en sus actos. En ambos casos
se los ubica en ejes excluyentes (porque es una puja política de alto contenido moral)(no queda
clara el porqué de la afirmación), y así se sortea el discernimiento que produce lo ético porque
trasluce el conflicto humano cuando se implica al sujeto en su acto.
Se observa esta lógica en lo que podemos llamar el discurso de la militancia, que se
estructura, allí homólogo al accionar psicopatológico de los “Borderlaine” donde los opuestos
no se entrecruzan, ausentándose la dimensión de conflicto en lo que se enuncia como posición
política, sea cual fuere esta, y vela el vacío que abre toda pregunta por el sólo hecho de
formularse, en este caso: ¿Cuál es el peso y el límite de la ambición propia de la persona del
político sobre (duda de si va o corresponde la preposición “sobre” o “en”)la política?
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