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40.018. “Vásquez, Eduardo”. Procesamiento. Homicidio agravado. I. 43/109. Sala VII.

v
Poder Judicial de la Nación
Año del Bicentenario

////nos Aires, 3 de diciembre de 2010.-


Y VISTOS:
I. Celebrada la audiencia contemplada en el art. 454 del Código
Procesal Penal, corresponde resolver en torno al recurso de apelación formulado por
la defensa a fs. 1196/1214 contra el auto luciente a fs. 1151/1161, que dispuso el
procesamiento de Eduardo Arturo Vásquez en orden al delito de homicidio
calificado por el vínculo (art. 80, inc. 1°, del Código Penal).
Ante todo, corresponde señalar que el letrado de la querella, Dr.
Leonardo Rombolá Molina, al iniciar su réplica a los argumentos expuestos por el
señor defensor, Dr. Manuel Martín Gutiérrez, peticionó que se declarase desierto el
recurso pues éste no había sostenido adecuadamente los agravios formulados al
recurrir, solicitud a la que no se hará lugar, toda vez que, sustancialmente, las
críticas dirigidas por la defensa al auto de procesamiento fueron mantenidas, de
modo que el Tribunal se encuentra en condiciones de resolver.
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II. Conforme surge del acta documentada a fs. 1142/1144 –en la que se
amplió la legitimación pasiva obrante a fs. 154/158-, así como en la referida
decisión, se atribuyó a Vásquez el hecho ocurrido el 10 de febrero de 2010, en el
inmueble ubicado en la calle Pizarro 7083, de esta ciudad, en horas de la madrugada.
En esas circunstancias, luego de una discusión –que incluyó un
forcejeo- con quien fuera su cónyuge, Wanda Taddei, la habría rociado con alcohol
y luego prendido fuego con un encendedor, ocasionándole quemaduras graves en su
cuerpo.
Posteriormente, el imputado trasladó a Taddei al “Hospital Santojanni”
a bordo de su automóvil “VW Gol”, dominio CDD-850, estableciéndose
posteriormente que las quemaduras habían alcanzado al 50 % de su cuerpo.
Finalmente, y como consecuencia de ello, la víctima falleció el 21 de
febrero de este año en el “Hospital del Quemado”.
III. La atribución de responsabilidad se sustenta, principalmente, en
los resultados de los informes elaborados por el Inspector Luis María Díaz, de la
División Siniestros de la Superintendencia de Bomberos de la Policía Federal
Argentina, y por los Dres. Alfredo Delbene, del Cuerpo Médico Forense, y Jorge
Brodsky, de la aludida fuerza de seguridad.
Según entendió la señora juez a quo, tales estudios permitieron
descartar la versión del acontecimiento brindada por el imputado.
Vásquez señaló que regresó a su domicilio –que compartía con Taddei-
en la madrugada del 10 de febrero de 2010 luego de haber estado ensayando con la
banda de música que integraba -“Callejeros”- y que la nombrada se encontraba muy
molesta debido a que “se había reunido con sus amigos”.
Así, se generó una discusión, que incluyó golpes de puño por parte de
la víctima, quien luego arrojó el teléfono celular de Vásquez a una pileta de lona que
se encontraba en el patio, por lo que el nombrado al intentar recogerlo, cayó en su
interior.
Frente a la negativa de ingresar al dormitorio que compartían, el incuso
se acostó en el futón del living, ocasión en que Taddei cortó la energía de la
vivienda, a sabiendas del temor que provocaba en aquél permanecer en la oscuridad,
a partir de los hechos vividos en el local “República de Cromañon”.
Luego, todavía en el futón –siempre según la versión del imputado-, se
sentó para encender un cigarrillo, mas Taddei tomó una botella de alcohol “que se
encontraría apoyada en algún lugar de la casa” y comenzaron a “zamarrear”, lo que
motivó que ambos se mojaran con el líquido debido a que la botella estaba
destapada.
Tras secarse, Vásquez se volvió a sentar, tomó un cigarrillo y lo
encendió; “es como que resoplé y automáticamente se me prendieron fuego los
brazos”.
Ante ello, Taddei se acercó a él y se prendió fuego, por lo que el
imputado tomó un cubrecamas e intentó apagar las llamas.
Posteriormente, cargó a la víctima en su automóvil y la trasladó al
“Hospital Santojanni”, dejándola en el sector de guardia, y regresó al domicilio para
buscar a los hijos de Taddei y llevarlos con su tía materna, Nadia. Luego, volvió al
nosocomio y recibió atención médica.
En el informe documentado a fs. 999/1005, elaborado por el Inspector
Díaz, antes referido, se valoraron tales dichos de Vásquez prestados en los términos
del art. 294 del Código Procesal Penal –que fueron leídos en el acto de la
reconstrucción del hecho-; el informe pericial del Cuerpo Médico Forense
documentado a fs. 341/343; los resultados de la autopsia, agregados a fs. 491/500; el
informe pericial de la División Siniestros de la aludida superintendencia luciente a
fs. 344/349 y el elaborado por la División Ensayos y Análisis Pericial de fs.
350/354.
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En base a tales constancias, se llevó a cabo una prueba dirigida a


determinar la mecánica del hecho: se procedió a utilizar como materia acelerante
alcohol etílico 96°, cigarrillos “Derby” y “Marlboro” y un encendedor “City Lites”.
De los ensayos practicados sobre diferentes superficies y
concentraciones del acelerante de la combustión, se concluyó en que en ninguna de
esas pruebas se produjo la ignición del alcohol con el cigarrillo encendido, “aun
realizando pitadas muy intensas, logrando inclusive apagarlo sobre el área
humedecida”.
Además, se estableció que “sólo se pudo encender con el contacto de
la llama libre del encendedor, en contraposición con los dichos de la declaración
[según la cual] ‘es como que resoplé y automáticamente se me prendieron fuego los
brazos’, avalado[s] en la reconstrucción cuando mencionó que realizó una pitada
profunda”.
El perito concluyó en que según la versión de Vásquez debería haberse
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producido la llama inmediatamente después de encendido el cigarrillo, esto es,


cuando aún se encontraba entero y alejado el foco ígneo de los dedos.
Tal circunstancia debería haber implicado que el cigarrillo
permaneciera en el lugar del hecho –no fue hallado en el allanamiento- y que el
fuego se iniciara en una de las manos y no en ambas manos y brazos
simultáneamente, tal como aconteció. Además, como el cigarrillo estaría en la boca,
el imputado debería haber presentado quemaduras en el rostro, que no padeció
(punto 1).
Por otra parte, mediante el análisis de las zonas corporales que
presentó quemadas Wanda Taddei, pudo establecerse que, contrariamente a lo
señalado en el descargo, ésta se encontraba sentada en el futón con su lado derecho
apoyado al tiempo de iniciarse el fuego –y no de pie frente al imputado- (punto 2).
Otro indicio que cimenta esa conclusión es la evidencia de restos de
material de combustión en el futón, compatibles con el remanente que cayó sobre el
cuerpo de la víctima, así como el hecho de que Taddei se encontraba quemada desde
los muslos hacia arriba, sin que sus pies se hubieran afectado, lo que debería haber
sucedido, por el efecto de la gravedad, si el alcohol se derramase debido a un
“zamarreo” entre dos personas de pie, además de que, en tal caso, la cantidad de
alcohol debería haber sido más equitativa, extremo que no puede deducirse a partir
de la desproporción de las quemaduras que sufrieron ambos (punto 3).
En torno al hecho de no haberse hallado la botella, el informe descartó
que pudiera haber sido arrojada, luego del “zamarreo”, tal como relató Vásquez, al
tiempo en que se sostuvo la improbabilidad de que el recipiente se hubiera quemado,
pues no se hallaron restos plásticos (puntos 4 y 5).
Además, se encuentra controvertida la versión de Vásquez referida a
que la botella de alcohol se encontraba ya destapada, pues el hallazgo de la tapa en
cercanías de la estufa, de su precinto detrás del futón y del encendedor delante de
este mueble, persuaden acerca de que la botella fue destapada previo al hecho (punto
7).
Por último, se consideró improbable que el incuso pudiera, en
circunstancias en que regresó del hospital a fin de buscar a los menores, arrojar el
colchón del futón por sí solo a la pileta, habida cuenta del peso y las lesiones que
presentaba, de modo que no se descartó la colaboración de una o más personas
(punto 8).
En tanto, en el informe médico luciente a fs. 1114/1124, se asentó que
“el fuego se inició al haber pretendido el imputado prender un cigarrillo con un
encendedor, siendo la llama de este, la que iniciara el evento en un cuerpo
previamente embebido en alcohol”, así como que “es más verosímil que fuera la
víctima la que se encontrara sentada. Esta postura se encontraría avalada por el
hecho de tener la región anal indemne. Asimismo cabe inferir, por la distribución de
las quemaduras, que la misma, sentada, le ofrecía al imputado su hemicuerpo
derecho” (puntos 1 y 2).
También se estableció que “El tener la víctima la raíz del cuero
cabelludo, pestañas, cejas y córneas indemnes con el resto del rostro quemado,
podría explicarse por el hecho [de] que el fuego se iniciara en ambos hombros y que
haya sido el efecto ‘llama (acción directa del fuego)’ el mecanismo por el cual se
produjeran dichas lesiones. De haber estado el rostro embebido en alcohol, las
regiones topográficas sin lesiones habrían estado afectadas” (punto 3).
Por lo demás, la circunstancia de que las palmas de ambas manos no
presentaran lesiones, pudo deberse a que la víctima tuviera los puños cerrados en
posición ofensiva o estuviera asida a un cuerpo extraño en posición defensiva (punto
4).
IV. Los elementos probatorios reseñados permiten afirmar, con el
grado de convencimiento requerido en esta etapa del proceso, la materialidad del
suceso y la responsabilidad del imputado en él, pues se ha logrado reconstruir
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suficientemente la secuencia fáctica que precedió al fatal desenlace, que no se


condice con la versión suministrada por Vásquez.
En efecto, con independencia de los cuestionamientos de la defensa
respecto a los informes antes analizados, lo cierto es que éstos han sido
confeccionados por expertos en las respectivas materias con base en los elementos
probatorios obrantes en el sumario y que ningún indicio se advierte en torno a un
supuesto ánimo tendencioso.
La circunstancia de que las aseveraciones de los especialistas se
expusieran bajo la fórmula “más verosímil” –como calificativo de una hipótesis
fáctica sobre la otra- no conduce a la duda que, a criterio del recurrente, impondría
la desvinculación de Vásquez del proceso.
Ello por cuanto, de un lado, tal hesitación es incompatible con la
certeza negativa exigida a los fines de concluir en alguno de los supuestos que trae
el art. 336 del Código Procesal Penal.
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Del otro, la afirmación referida a la verosimilitud de una de las


hipótesis del suceso no es más que la consecuencia de analizarla en función de la
prueba documental y pericial obtenida una vez transcurrido el trámite de la pesquisa.
Por lo demás, aun cuando el informe médico documentado a fs.
341/343 estableciera que “dicha versión [la de Vásquez] no podría ser descartada” –
sostenido a su vez por el Dr. Delbene al prestar declaración testimonial a fs. 416-, lo
cierto es que se practicó en base, únicamente, a los estudios y constancias médicas
de aquél y de Wanda Taddei cuando se encontraba con vida, sin que hasta ese
momento se hubiera llevado a cabo la reconstrucción del hecho ni, claro está, se
contase con el resultado de la autopsia.
Igual discernimiento habrá de formularse en torno a los dichos del
Inspector Luis María Díaz –quien luego elaborara el informe obrante a fs. 999/1005,
ya reseñado-, documentados a fs. 361/362, pues si bien sostuvo que la versión del
imputado podía resultar verosímil, particularmente en cuanto señaló que la
combustión se hubiera iniciado al pitar un cigarrillo –pues en ese momento es más
elevada la temperatura-, no puede soslayarse que ello luego fue ensayado, sin que se
lograra el foco ígneo.
Además, la argumentación de la defensa en derredor de que la
circunstancia de que Taddei tuviera las palmas de las manos indemnes por haber
estado asida a algún cuerpo extraño, en posición defensiva, resultaba compatible con
el hecho de haber estado en poder de la botella de alcohol involucrada al momento
del derrame, no luce coherente, si se repara en las propias afirmaciones del
recurrente, en cuanto a que las manos no estaban absolutamente sanas sino que en
partes de ellas se apreciaban quemaduras.
Ello por cuanto la pretendida circunstancia de que las manos no se
embebieran en alcohol debido a que, precisamente, se encontraban asiendo la botella
que lo contenía, no encuentra sustento en la experiencia común, siempre que la
sustancia inflamable en cuestión es líquida y –de aceptarse la versión del imputado-
se habría volcado debido a un “zamarreo”, extremo que impide afirmar con certeza
que ese líquido no hubiera alcanzado también a las extremidades superiores.
Contrariamente, si como sostuvo la defensa, la piel de las manos se
quemó en algún sector debido al evento –dato que no fue relevado en ninguno de los
informes médicos elaborados-, no llega a comprenderse el motivo por el cual la
llama no alcanzó a la totalidad del miembro.
En lo que respecta a la indemnidad de la zona anal de la víctima, que
llevó a los expertos a sostener que ésta se encontraba sentada al tiempo del evento,
debe señalarse que las conjeturas de la defensa -en torno a la presencia de escaras y
al hecho de que según la autopsia, la vulva estaba edematizada y no quemada, y que
ello lleva a sostener la imposibilidad de que únicamente la zona perineal hubiera
presentado quemaduras- no encuentran apoyatura científica alguna, además de que
esa circunstancia no resultó la única que condujo a los peritos a afirmar la posición
de Taddei previo a que se quemara.
Por lo demás, Roberto Antonio Peralta, albañil que laboraba en el
domicilio de Pizarro 7083, señaló que escuchó cuando, luego de una discusión, el
imputado le manifestaba a Taddei “dejate de joder ya esto no da para más, me estás
pudriendo, te agarro y te prendo fuego” (fs. 633/635).
Sentado cuanto precede, debe apuntarse que el resto de las pruebas
valoradas por la señora juez a quo –y, claro está, los cuestionamientos que a ellas
dirige la defensa- no se advierten dirimentes, pues se refieren a las características de
la relación de pareja que mantenían Taddei y Vásquez; a los dichos de los hijos de la
primera, menores de muy corta edad, que no presenciaron el evento, así como a las
manifestaciones de la víctima al ingresar al “Hospital Santojanni”, referidas por los
médicos que la atendieron y que, por su vaguedad, no permiten per se reconstruir
claramente lo sucedido en la madrugada del 10 de febrero de este año.
En suma, los elementos probatorios reunidos completan un panorama
de cargo que habilita, en su caso, un análisis más amplio en la etapa del debate, pues
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hasta el momento ha quedado prima facie demostrada la responsabilidad penal, en


los términos legales escogidos por la señora juez a quo, de Eduardo Arturo Vásquez
en el hecho que se le atribuyó.
Respecto a la medida de cautela personal que se le impuso al
nombrado, sin perjuicio de los disímiles criterios de los suscriptos en torno a su
recurribilidad, cierto es que en función de lo decidido en la fecha en el marco del
incidente de excarcelación que tramitó ante la Sala bajo el n° 40.013, debe
mantenerse.
En consecuencia, SE RESUELVE:
I. RECHAZAR la pretensión de la querella formulada en el acto de
audiencia.
II. CONFIRMAR el auto documentado a fs. 1151/1161, en cuanto
dispuso el procesamiento, con prisión preventiva, de Eduardo Arturo Vásquez, en
orden al delito de homicidio agravado por el vínculo (arts. 306 y 312 del Código
USO OFICIAL

Procesal Penal y 80, inc. 1°, del Código Penal).


Devuélvase, y sirva la presente de atenta nota. El Dr. Rodolfo Pociello
Argerich integra el Tribunal por decisión de la Presidencia del 5 de agosto de 2009.-

Mauro A. Divito

Juan Esteban Cicciaro Rodolfo Pociello Argerich

Ante mí: María Verónica Franco

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