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CARTA DE CLEMENTE A LOS CORINTIOS

Autor, Obra, Análisis teológico

FR. CARLOS FRANCISCO ARDILA NAVIA, OSA.

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CERVANTINA SAN AGUSTÍN


Metodología y Fuentes Patrísticas
DOCENTE: José Fernando Rubio.
BOGOTÁ, 30 DE OCTUBRE DE 2015

1
CONTENIDO

1. INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 3
2. AUTOR: VIDA Y CONTEXTO .............................................................................................. 4
Clemente de Roma ........................................................................................................................ 4
Contexto socio-eclesial .................................................................................................................. 4
Periodo post apostólico: Iglesia y generalidades teológicas ....................................................... 6
3. OBRA ......................................................................................................................................... 7
Tradición Textual de 1Clem ......................................................................................................... 7
Tipología literaria.......................................................................................................................... 7
Estructura y características literarias ......................................................................................... 7
Fuentes ........................................................................................................................................... 8
Contenido ....................................................................................................................................... 8
4. ANÁLISIS TEOLÓGICO E IMPACTO DE LA OBRA....................................................... 9
La divinidad de la Iglesia por la divinidad de Cristo ........................................................... 10
Noción de Iglesia ...................................................................................................................... 10
Primacía de la Iglesia de Roma ............................................................................................... 10
Ideal eclesial por la vía moral .................................................................................................. 11
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .................................................................................. 13

2
1. INTRODUCCIÓN

Sabiendo que el intervalo de estudio del objeto de la patrología comprende alrededor de seis
siglos, por su antigüedad, abarcar un Padre Apostólico es un ejercicio valioso en el estudio
de la metodología y las fuentes patrísticas en miras hacia la identificación de lo que se podría
entender como principios apostólicos, de donde se desprende una elevada posibilidad de
comprensión eclesial1.

Según Anastasio Sinaita, el primero en usar el término, Padre Apostólico denomina a un


autor destacado, discípulo de los Apóstoles2. El término se comienza a usar de manera
sistemática en el siglo XVII, cuando se distingue a los Padres Apostólicos de otros Padres
por ser acompañantes y discípulos directos de los Apóstoles. Otro autor como Thomas Ittig,
para poder distinguir a un Padre Apostólico, señala los criterios cronológico (ser seguidores
inmediatos de los Apóstoles), literario (ser escritores eclesiásticos) y doctrinal (su adhesión
a las enseñanzas apostólicas).

Aunque el término parece claro y definido, es abierto; como es común en la crítica textual,
los autores disienten en los criterios. Pese a las discrepancias, se puede concluir, de manera
no rigurosa, que la expresión designa los escritos no canónicos que enlazan la época
apostólica con el periodo apologético3. La primera carta de Clemente a los romanos, o
1Clem, no solo entra en esta denominación, sino que la inicia4; después del Nuevo
Testamento, es el texto más antiguo de la literatura cristiana5.

1
Cf. AYAN, J. Fuentes Patrísticas I. Introducción general, los llamados Padres Apostólicos. Madrid: Ciudad
Nueva, 1999. Pág. 18.
2
Ibíd. Pág. 18.
3
Ibíd. Pág. 21.
4
Cf. JEDIN, H. Manual de historia de la Iglesia, Tomo I. Barcelona: Editorial Herder, 1966. Pág. 222.
5
Cf. HENNE P. La Christologie chez Clément de Rome et dans le Pasteur d'Hermas. Suiza: Editiones
universitarias Fribourg, 1992. Pág. 10.

3
2. AUTOR: VIDA Y CONTEXTO

Clemente de Roma

La mayoría de la información sobre su vida viene de fuentes legendarias, y aunque hay


algunas de fiar, no hay consenso sobre la mayoría de los aspectos. Algunas teorías intentan
identificarle con el primo del emperador Domiciano ejecutado por él mismo, el cónsul Tito
Flavio Clemente, o con un liberto de la misma casa flaviana. De lo que sí hay seguridad es
de su importancia eclesial: se trata de uno de los primeros sucesores de Pedro en la Iglesia de
Roma, encontrándonos con testimonios como el de Tertuliano, confirmado por Epifanio,
quien afirma que fue consagrado obispo por el mismo Pedro.

En la sucesión, respecto a las distintas teorías de su orden, la más confiable es la consignada


en Adversus Haereses 3,3,3 de Ireneo de Lyon, confirmada por Eusebio de Cesarea: Pedro,
Lino, Anacleto y Clemente, situándolo en la historia como el tercer sucesor de Pedro en la
Sede Apostólica.

Su muerte acaeció entre el año 99 y 101, probablemente, según Eusebio de Cesarea, en el


tercer año del reinado de Trajano, después de ser obispo de Roma desde el año 926, año doce
del reinado de Domiciano. Vale añadir que la Iglesia latina ha inscrito su nombre en la
plegaria I de la misa, conocido como Canon Romano. Es mencionado por autores
occidentales y orientales, como Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio, Basilio Magno,
Cirilo de Jerusalén, Epifanio, Tertuliano, Jerónimo y Agustín, entre otros 7.

Contexto socio-eclesial

Después de la muerte del último Apóstol, llegó una nueva generación con profunda adhesión
a las tradiciones apostólicas. Sus directrices se pueden señalar en su mayoría como
judeocristianas, pues las relaciones entre la fe y el helenismo tomarían su fuerza
posteriormente. El desarrollo más relevante de la Iglesia sería su misma constitución,
instituyendo en sus comunidades el episcopado monárquico8 y una conciencia de comunión
entre las comunidades; la sucesión apostólica es considerada la garantía de la unidad eclesial.
En estos cauces históricos, aparece un vértice definitorio: las persecuciones.

Clemente Romano escribió su 1Clem en medio de una realidad profundamente romana en el


auge de la fase imperial; para entonces, Roma ya había pasado por importantes etapas de
desarrollo para llegar al poder centralizado que se extendió desde las primeras tres décadas
antes de Cristo hasta la segunda mitad del siglo IV de nuestra era. En este intervalo se
enmarca un periodo conocido como la Pax Romana de los dos primeros siglos, auge político
y económico del Imperio. Las persecuciones, en términos generales, se dieron en la
preocupación del poder estatal por mitigar las amenazas a esta apreciada estabilidad, aunque

6
Posiblemente con interrupción.
7
Cf. VV.AA. Padres Apostólicos, edición bilingüe completa. Madrid: BAC, 1950. Pág. 102.
8
Este tema se retomará posteriormente en el análisis teológico.

4
cada uno de estos acontecimientos se dio bajo circunstancias distintas dignas de estudio
particular.

En su mayor parte, la historia de las persecuciones se conoce por la versión posterior de las
fuentes cristianas, de donde se puede concluir un cierto nivel de imparcialidad; es necesario
hacer énfasis en que su razón hunde sus raíces en la necesidad del Imperio de defender sus
lineamientos frente a la radicalidad de la nueva religión. El cristianismo primitivo entonces,
aparte de su antagonismo con los judíos, terminó por enfrentarse a la religión tradicional del
Imperio.

La primera persecución de los fieles cristianos por las autoridades imperiales se dio bajo el
pretexto de su responsabilidad en el incendio del año 64, que nos llega por la voz de Tácito;
bajo el reinado de Nerón, se les castigó como incendiarios cosiéndolos en pieles animales y
arrojándolos a los perros, o haciéndolos llamear como antorchas9. La culpa del polémico
emperador en el incendio aun es un tema de crítica histórica. Con Nerón (54-68), según
Tertuliano, se daría el primer decreto de proscripción contra el cristianismo10. Entre el alto
número de víctimas se encuentran Pedro y Pablo. Su extensión es difícil de determinar,
aunque se supone que no se circunscribió a Roma11.

El emperador Nerón murió en el año 68 y la Iglesia tuvo un periodo de paz. Cuando subió al
trono Domiciano (81-96), quien pretendía el culto máximo para sí mismo, acusó de ateísmo
a todo el que no le reconociera como dios y determinó el castigo expreso para los cristianos.
Clemente posiblemente hace alusión a estos sucesos en su 1Clem disculpándose por su tardía
respuesta a causa de los acontecimientos12. Igualmente se encuentran alusiones de los hechos
en el Apocalipsis. Entre las víctimas están Acilio Glabrión, de familia consular; Flavio
Clemente, primo hermano de Domiciano; Flavia Domitila, esposa de Flavio; y la también
llamada Flavia Domitila, su sobrina, aunque su existencia está en discusión. Esta persecución
tuvo mayor extensión que la de Nerón, llegando a Palestina y Asia Menor, donde según una
venerable tradición, San Juan Evangelista sufrió vejación.

No mucho tiempo después llegó la persecución bajo el reinado del emperador Trajano (98-
117), que puede ser comprendida como el aplacamiento de la ley ya existente. Sobre estos
últimos sucesos se afirma que la percepción del mismo emperador sobre el cristianismo nos
llega por la consulta que le hizo un gobernador provincial de Bitinia, Plinio el joven, quien
le pregunta cómo debe proceder con los cristianos; Trajano contesta, en términos generales,
que aunque no deben ser buscados, deben ser castigados si son denunciados y persisten.
Clemente Romano sería uno de los primeros mártires de este periodo, siendo desterrado a
Quersoneso, según el testimonio del Martyrium S. Clementis del siglo IV13, y posteriormente

9
JEDIN, H. Op. Cit. Pág. 209.
10
LLORCA, B. Historia de la Iglesia Católica, en sus cinco grandes edades: Antigua, Media, Nueva,
Moderna y Contemporánea. Madrid: BAC, 2009. Pág. 184.
11
Cf. Ibíd. Pág. 186.
12
Este tema se retomará posteriormente en el análisis teológico.
13
Obra de tinte profundamente legendario.

5
arrojado al mar con un áncora al cuello. También fueron mártires de este periodo Simeón de
Jerusalén e Ignacio de Antioquía14.

Finalmente, en este contexto romano de glorias y estabilidad del Imperio, aunque de


persecución e inestabilidad de la Iglesia, Clemente vivió y fue sucesor de Pedro,
convirtiéndose en uno de los protagonistas de los albores del cristianismo, que no cesó de
robustecerse a pesar de las dificultades.

Periodo post apostólico: Iglesia y generalidades teológicas15

Aunque ligada a la Iglesia de los Apóstoles, la Iglesia del periodo post apostólico tiene sus
propios rasgos característicos:

1. Disciplinariamente se lucha por salir al paso de las consecuencias de las


persecuciones, teniendo la Iglesia romana una gran responsabilidad respecto a las
demás; es desde allí que Clemente habla a la Iglesia de Corinto. Esta temática se
abarcará en el análisis teológico.

2. A la literatura de este periodo se le debe el conocimiento de las dinámicas internas


eclesiales donde la tradición apostólica resuena con fuerza. En sus documentos hay
testimonios de ordenación eclesial y piedad profunda propias de los comienzos del
siglo I. No todos los textos post apostólicos tienen autor: escritos relevantes anónimos
o apócrifos, como puede ser la Didaché o la carta de Bernabé, entre otros, dejan
vislumbrar los albores teológicos de las comunidades cristianas.

3. Una idea teológica post apostólica constante sería la polémica respecto al judaísmo,
aunque la filosofía religiosa helénica y la gnosis fueron importantes; considerando a
los cristianos como el verdadero Israel que ha recibido la herencia del pueblo
reprobado por Dios16, Jesús es el cumplimiento de las promesas de Dios a su pueblo.
De allí parte la cristología de la época, presente en Clemente, aunque es necesario
decir que en su epístola no se percibe la tendencia anti judaica presente en otros
textos.

4. En la literatura post apostólica existen distintas menciones litúrgicas y sacramentales,


teniendo suma relevancia el bautismo y la Eucaristía, donde la comunión eucarística
no sólo simboliza la unidad de la Iglesia, sino que también la opera17.

14
Cf. Ibid. Págs. 190-191.
15
Cf. JEDIN, H. Op. Cit. Págs. 219-232.
16
Ibíd. Pág. 227.
17
Ibíd. Pág. 231.

6
3. OBRA

Tradición Textual de 1Clem18

1Clem nos ha llegado por el Codex Alexandrinus, del siglo V, preferido por los especialistas;
el Hierosolymitanus; la versión latina hallada en un manuscrito del siglo XI de la Biblioteca
del Seminario de Namur en Bélgica; la versión siriaca en un manuscrito del Nuevo
Testamento, copiado en 1170, que se halla en la universidad de Cambridge; las versiones
coptas, una de un manuscrito del siglo IV que se encuentra en la Staatsbibliothek de Berlín,
y otra de un papiro del siglo V y VII de la Universidad de Estrasburgo.

1Clem es una epístola mencionada por diversos autores, sobre todo por Clemente de
Alejandría quien la cita textualmente, donde se identifica una alternancia de alusión
llamándola algunas veces la carta de Clemente a los corintios y otras la carta de los romanos
a los corintios19. Aunque hay atribuciones, es la única que se conserva con seguridad de la
autoría de Clemente de Roma, testimoniada por Dionisio, obispo de Corintio, hacia el año
17020.

Tipología literaria

La epístola fue el medio privilegiado de comunicación en la antigüedad, gestando incluso


una formación formal, llegando a constituir un género. Su clasificación no difiere demasiado
de nuestra comprensión actual; existían las cartas de amistad, familiares, alabanza, culpa,
exhortación y consejo (parenéticas, exhortatorias, amonestación, rechazo, queja o
consolación), de mediación y acusación, entre otras. En general, constaban de
encabezamiento, cuerpo y conclusión o despedida, aunque por su flexibilidad es un género
imposible de delimitar21.

Estructura y características literarias

Sin duda el autor se dirige a la comunidad cristiana de Corinto como homileta, rasgo
verificable por la invitación a bendecir a Dios, finalización frecuente en sus homilías22. En
cuanto a su estructura, J. Ayán ofrece la propuesta por Gerbert Brunner23 resumida a
continuación: 1Clem está compuesta por una introducción; una primera sección, donde se
bosqueja el orden que existía en la comunidad, se censura el desorden actual, se exhorta para
emprender la tarea de recobrar el orden mediante la conversión, obediencia y humildad y se

18
Cf. AYAN, J. Fuentes Patrísticas IV. Clemente de Roma, Carta a los Corintios. Madrid: Ciudad Nueva, 1994.
Págs. 57-58.
19
Ibíd. Pág. 24.
20
HENNE P. Op. Cit. Pág. 10.
21
PICCARDO, H. Introducción al cuerpo epistolar del Nuevo Testamento. Tomo I. Buenos Aires: Ediciones
del Centro, 2005. Pág.15.
22
Cf. JEDIN, H. Op. Cit. Págs 223.
23
Cf. AYAN, J. IV. Op. Cit. Pág. 29.

7
motiva para emprender el camino; y una segunda sección, que comienza con una mirada
retrospectiva al orden que había en la comunidad de Corinto, se censura del desorden actual,
se plantea la propuesta de recobrar el orden en hermandad, se exhorta para alcanzar el orden
de manera que los culpables confiesen su falta y emprendan el destierro y se motiva de nuevo
para continuar el camino propuesto, terminando con una conclusión y una despedida corta.

Fuentes24

La polarización en torno al helenismo o judaísmo de Clemente ha sido una constante entre


los autores. Acerca del helenismo, se argumenta primordialmente basándose en la tesis del
estilo de la diatriba cínico-estoica del autor, cuya temática es notable, por ejemplo, en el
capítulo XX con la alusión a la armonía del cosmos, y su vinculación a los temas de las
epístolas paulinas. En cuanto al judaísmo, se argumenta un abismo teológico entre Pablo y
Clemente, situando a este último en la dependencia de una tradición apocalíptica25. J. Ayán
toma una postura intermedia, asumiendo la posibilidad de encontrar en Clemente una
coexistencia pacífica de corrientes helénicas y judaicas.

En cuanto al uso de la Sagrada Escritura, se refirió con demasía al Antiguo Testamento, en


general, desde la Septuaginta, con algunas variables leves, explicables desde distintas
hipótesis fontales. Cita libros no canónicos, y en el uso del Nuevo Testamento aún no conoce
canon alguno y no lo cita como Escritura. En cuanto a su posible dependencia de los
sinópticos, existe una amplia discusión; una de estas teorías entiende a Clemente como
testigo de fuentes orales extra canónicas y no como dependiente de los sinópticos como tal.

Hay resonancias de la teología joánica, sin que esto signifique necesariamente que se haya
servido del evangelio de Juan. Respecto al conocimiento general del Nuevo Testamento, J.
Ayán expone la propuesta de D.A. Hagner: Clemente conocía Hb, 1Co y Rm, probablemente
Ga y Ef, Flp, 1Tm, Tt, 1P, Hch, 2Co, Col, 2Tm y St26.

Acerca de las fuentes de 1Clem, se puede concluir que Clemente no se deja reducir a una
tendencia en general; busca su modo de expresión en varias tradiciones, imágenes populares
y estoicas al lado de reflexiones morales judías27.

Contenido

La razón de su composición es la sedición entre los fieles de Corinto donde se llegó a deponer
a los presbíteros a cargo; es la respuesta a las noticias de una Iglesia de peso que anunciaban
división. La epístola busca llamar al orden a la comunidad rebelada contra la autoridad
24
Cf. Ibíd. Pág. 30-36.
25
Cf. Ibíd. Pág. 31.
26
Las abreviaturas bíblicas fueron tomadas de la Biblia de Jerusalén, Nueva Edición. Bilbao: Desclée De
Brouwer, 2009.
27
HENNE P. Op. Cit. Pág. 21.

8
legítima y apostólica, recobrando la obediencia, la humildad y la fraternidad, con un tinte
paternal, aunque autoritario.

Se relaciona su datación con la disculpa que ofrece por la tardanza de su respuesta a causa
de las desgracias acaecidas, identificadas por algunos con la persecución de Nerón, y por
otros con la de Domiciano, aunque la teoría más aceptada es la segunda, no sin ser argüida;
1Clem entonces habría sido escrita entre el año 95 y el 9828.

Aunque no es un tratado teológico sistemático, deja testimonio, como ya se esbozó, de la


teología romana del momento en torno a diversas temáticas; así abarca temas generales como
la dulzura de Dios Padre manifestado en la creación; la teología de las manos de Dios
desarrollada posteriormente por Ireneo; la misericordia de Dios, entendida como el
ofrecimiento de ocasión de conversión en Cristo; la bondad de Dios, manifestada en sus
promesas a los hombres; la paternidad de Dios creador y salvador; la preexistencia de
Cristo; el Espíritu, que se desarrolla en torno a la Iglesia; la Iglesia como nuevo Israel,
asamblea de los llamados en Cristo; el ministerio; la sucesión tanto ministerial como
apostólica29 y el primado de la Iglesia de Roma30. Esta última ha sido objeto de grandes
discusiones.

4. ANÁLISIS TEOLÓGICO E IMPACTO DE LA OBRA

Aunque todos los ejes temáticos son relevantes no sólo para la comprensión histórica de la
Iglesia sino también para entender los orígenes de la evolución compleja de la teología, sería
ambicioso querer profundizar en todos. En su amplia riqueza, hay vértices que permiten
entrever la dirección teológica del momento en la Iglesia de Roma, como se mencionó
anteriormente; la teología de 1Clem ha sido amplia y profundamente estudiada por distintos
expertos, cuyas orientaciones hay que seguir en algún momento. Sin embargo, el objetivo va
más en la línea de un ejercicio teológico especulativo propio con base en algunos apartados
del texto original, sin dejar a un lado la necesidad de una mirada holística para su mejor
comprensión.
Para su estudio, el texto utilizado es el de la edición de F. X. Funk, en Patres Apostolici,
Tubingae, 190131.

28
Cf. AYAN, J. IV. Op. Cit. Pág. 26.
29
Sobre esto hay igualmente discrepancias.
30
Cf. AYAN, J. IV. Op. Cit. Págs. 36-51.
31
Cf. AYAN, J. I. Op. Cit. Prólogo.

9
La divinidad de la Iglesia por la divinidad de Cristo

Noción de Iglesia

Alrededor de la temática eclesial giran reflexiones sobre otros contenidos íntimamente


relacionados. En la introducción, el remitente de la carta es la Iglesia que peregrina en Roma,
y el destinatario la Iglesia que peregrina en Corinto. La epístola entonces, más que a nombre
propio, está escrita en nombre de la Iglesia; es la Iglesia de Roma la que exhorta y corrige a
la de Corinto, no su obispo. De aquí se desprende toda una concepción eclesial en la línea
del episcopado colegiado, distante de una concepción del episcopado monárquico
desarrollado, según los autores, en este periodo, asunto mencionado anteriormente en al
contexto socio-eclesial.

Primacía de la Iglesia de Roma

El reconocimiento de la tardanza deja entrever la responsabilidad de la Iglesia de Roma


respecto a la de Corinto, lo que ha sido erróneamente entendido como prueba de la cierta
primacía de Roma antes del gran cisma del siglo XI; hay consenso en que la carta no hay
doctrina explícita al respecto,32 aunque la lectura católica desde el comienzo de su estudio
vaya en la línea actual reafirmada por Benedicto XVI, quien ve la carta como un primer
ejercicio del Primado romano después de la muerte de San Pedro.33
La crítica de la Iglesia Ortodoxa, la comunión heredera de los patriarcados orientales, afirma
que la autoridad no tiene nada que ver con el papado actual, producto de la evolución del
dogma, proceso en el cual no cree34. Esta organización centralizada es definida por los
ortodoxos como práctica, y no dogmática ni espiritual. Parece ser que un texto tan antiguo
como 1Clem podría respaldar sus posturas al centrar la autoridad en la Iglesia en sí, y ver a
su obispo como el portavoz oficial.
Reducir la autoridad de Roma a una medida práctica, sería relegarla al plano netamente
jurisdiccional; aquí la antigüedad nos da un norte: Clemente habla como pastor con potestad
espiritual, no como funcionario. Esta cierta autoridad es investida por su condición de obispo
de la Iglesia de Roma, que recae sobre la misma persona que la ejerce. Aunque el papado sea
un desarrollo posterior, hunde sus raíces en la potestad espiritual del sucesor de Pedro y no
en la condición de representante de una comunidad cristiana privilegiada. Se podría

32
Cf. AYAN, J. IV. Op. Cit. Pág. 51.
33
Benedicto XVI. Los Padres de la Iglesia. De Clemente de Roma a San Agustín. Colección “Raíces de la fe”.
Madrid: Ciudad Nueva, 2008. Págs. 25-25.
34
VERKHOUSKOY, S. The highest authority in the Church. En: St. Vladimir´s seminary quarterly. Vol.4.
Numb. 2-3. Nueva York: 1960. Págs. 76-88.

10
interpretar en Clemente el hecho de hacer de su Iglesia el remitente de su epístola como un
gesto más de humildad en la comunión, pero sería una aseveración osada. De igual manera,
según las conclusiones ya mencionadas de los expertos, ver en este ejercicio una prueba del
primado romano sería hacer una lectura forzada del texto.
Sobre esta discusión que ha estado presente en la cristiandad desde antiguo, seguramente
1Clem puede arrojar muchas luces desde una lectura imparcial; la profundización de la
comprensión del carácter colegial, principio presente en oriente, como del tipo de autoridad
del obispo de Roma, principio presente en occidente, puede clarificar en algo el camino
ecuménico de la aceptación de la alteridad como paso importante hacia la unidad.

Ideal eclesial por la vía moral

En la primera sección, en la mirada retrospectiva de la comunidad cristiana de Corinto (lo


que ha sido hasta el momento de la disputa), Clemente la describe según el ideal, planteado
un paradigma para toda comunidad cristiana de su tiempo: la Iglesia entonces debe ser
insigne, de piedad equilibrada, sensata, hospitalaria, de ciencia sólida, y sobre todo obediente.
Sus miembros deben tener los sentimientos de Jesús, que son sentimientos humildes de
generosidad y confianza, en espíritu de penitencia y opuestos a los resentimientos y a las
ideas cismáticas (VII. 1ss).
Describe la lamentable situación diagnosticando las causas de los males que acosan a la
comunidad creyente: al corromperse, vivieron en búsqueda de sus propios anhelos,
enraizados en la envidia, la cual, después de todo un recorrido veterotestamentario, establece
como fuente de perdición; es elemento causal del alejamiento del ideal eclesial (III.1ss).
En su exhortación a la conversión, deja ver su noción de la fe como combate, tan recurrente
en el Nuevo Testamento: nos apremia el mismo combate (VII.1). Este combate, descrito en
clave kerigmática, consiste en fijar los ojos en la sangre de Cristo, derramada por nuestra
salvación, que llevó a todos a la gracia de la conversión (VII.4); el ideal eclesial entonces
sería alcanzable por la vía ascética-moral.
La significación soteriológica de Jesús es clara y el sentido afirma el componente ascético
del seguimiento, poniendo el misterio pascual como el eje de la experiencia de la Iglesia, que
entiende en sentido amplio y aun no institucional.
Cristocentrismo

Clemente se anticipa a los avances exegéticos posteriores: en él se encuentra una cierta


reflexión tipológica, evidente especialmente en la citación del salmo 21, 7-9 en XVI.1.
Igualmente, afirma que los profetas ya predicaban su venida. La exégesis dice mucho del
pensamiento base de la comunidad respecto a Cristo; se puede afirmar que en la Iglesia de
Roma, la concepción mesiánica hacía parte vital de su cristología, sin dejar a un lado la

11
reafirmación de Jesús como modelo de humildad y obediencia; Clemente pone las palabras
del salmo en boca de Cristo.35
Con la clarificación de la idea de Cristo de la comunidad creyente sustraída de la misma
exégesis, su autoridad y ejemplo a seguir no provendría de su santidad y ejemplo sino de su
condición divina, y todo ejemplo de fe, hospitalidad, obediencia y santidad es su reflejo. Aquí
se encuentra la semilla de los desarrollos eclesiológicos posteriores basados en la eclesiología
paulina: si la Iglesia es la comunidad de los santificados en la voluntad de Dios por medio
de Jesucristo, que es el cetro de la grandeza de Dios (XVI. 2.), debe ser entendida más que
como la comunidad creyente, la comunidad santificada e involucrada en la vida de Dios
mismo por medio de Cristo; Cristo es el centro de la exposición de las diversas temáticas, y
su recto conocimiento es el cimiento de toda la comprensión teológica en Clemente.

35
Cf. AYAN, J. IV. Op. Cit. Pág. 93

12
5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AYAN, J. Fuentes Patrísticas I. Introducción general, los llamados Padres Apostólicos.


Madrid: Ciudad Nueva, 1999. Págs. 18- 21.

AYAN, J. Fuentes Patrísticas IV. Clemente de Roma, Carta a los Corintios. Madrid: Ciudad
Nueva, 1994. Págs. 19-155.

BENEDICTO XVI. Los Padres de la Iglesia. De Clemente de Roma a San Agustín. Colección
“Raíces de la fe”. Madrid: Ciudad Nueva, 2008. Págs. 23-28.

Biblia de Jerusalén, Nueva Edición. Bilbao: Desclée De Brouwer, 2009.

EUSEBIO DE CESAREA. Historia Eclesiástica. Madrid: BAC, 2001. Págs. 148-152.

HENNE P. La Christologie chez Clément de Rome et dans le Pasteur d'Hermas. Suiza:


Editiones universitarias Fribourg, 1992. Págs. 10-21.

JEDIN, H. Manual de historia de la Iglesia, Tomo I. Barcelona: Editorial Herder, 1966. Págs.
201-232.

LLORCA, B. Historia de la Iglesia Católica, en sus cinco grandes edades: Antigua, Media,
Nueva, Moderna y Contemporánea. Madrid: BAC, 2009. Págs. 184-191.

MAURITS, G. Corpus Christianorum clavis Patrum graecorum I. Patres Antenicaeni.


Turnhout: Brepols, 1983. Págs. 5-11.

PICCARDO, H. Introducción al cuerpo epistolar del Nuevo Testamento. Tomo I. Buenos


Aires: Ediciones del Centro, 2005. Págs. 14-15.

13
QUASTEN, J. Patrología I. Hasta el Concilio de Nicea. Madrid: BAC, 1978. Págs. 52-71.

VV.AA. Padres Apostólicos, edición bilingüe completa. Madrid: BAC, 1950. Págs. 101-110.

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