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México — Buenos Aires — Barcelona
Titulo original: That’s not what I meant! How conversational Style Makes
or Breaks Relationships
México, 1991
Q uedan rigurosam ente prohibidas, sin la au to rizació n escrita de ios propietario» d el «C op y rig h t» , b a jo las san
ciones establecidas e n las leyes» Ea repro d u cció n to ta l o parcial d e esta o b ra p o r cualquier m edio o procedim ien
to, com p ren d id o s la reprografía y el tra tam ien to in fo rm ático , y la d istribuci6n d e ejem plares d e ella m ed ian te al
q uiler o p résta m o públicos,
© de esta edición
Editorial Paidós Mexicana, S.A.
Rubén Darío 118
Col. Moderna 03510
México, D,F.
Tels.: 579-5922 • 579-5113
Fax: 590-4361
ISBN: 968-853-200-2
Impreso en México
Printed in Mexico
Indice
Prólogo..............................................................................,............. 9
Agradecimientos ........................................................ 11
1. El problema es el proceso................................ 15
2. Los funcionamientos del estilo de la conversación............................ 27
3. Señales y esquemas de la conversación............................................... 43
7
A mis profesores de lingüística:
A. L. Becker
Wallace L, Chafe
John J, Gumperz
Robín Tolmach Lakoff
10
A gradecim ientos
11
I
LINGUISTICA Y ESTILO
DE LA CONVERSACION
r
fe ;-
1
El problem a es el proceso
15
trata de una entrevista por un empleo, una reunión de negocios
o una cita con el médico— las consecuencias pueden ser muy
serias. Si se trata de una negociación pública o una conferencia
cumbre internacional, las consecuencias pueden ser calamito
sas. Y si la conversación tiene lugar con la persona más
importante de su vida, las pequeñas dificultades pueden llegar
a ser enormes, y usted puede terminar en una conversación del
segundo tipo, sin saber cómo llegó allí. Si esto sucede con
frecuencia —en el hogar, en el trabajo o en los encuentros de
rutina cotidianos, de manera tal que usted siente que lo
inalinterpretan siempre y no comprende con exactitud qué
quieren decir los otros— usted comienza a dudar de su propia
habilidad, o hasta de su sano juicio. Por lo tanto 110 puede
prestar atención.
Por ejemplo, Judy Scott solicita un empleo como gerente en
la oficina central de un distribuidor de helados, cargo para el
cual reúne todos los requisitos. En su empleo anterior como
“asistente administrativa”, en realidad había manejado toda la
oficina y realizado una buena tarea. Pero en la entrevista, en
ningún momento tuvo oportunidad para explicarlo. El entre
vistador llevó toda la charla, Judy se sintió frustrada y no
consiguió el trabajo.
O en el hogar, Sandy y Matt forman un buen matrimonio. Se
aman y son muy felices. Pero una constante fuente de tensión
es que Sandy siente a menudo que Matt en realidad no la
escucha. El le formula una pregunta, pero antes de que ella
pueda contestar, formula otra o comienza a contestarla él
mismo. Cuando se encuentran con los amigos de Matt, la
conversación es tan veloz que Sandy no puede decir una
palabra. Luego, Matt se queja de su silencio a pesar de que no
es callada, por cierto, cuando se encuentra con sus amigos. Matt
piensa que es porque a ella no le gustan los amigos de él, pero
la única razón por la cual no le gustan es que ella siente que la
ignoran, y no puede encontrar la forma de introducirse en su
conversación.
A veces, las tensiones en una conversación reflejan diferen
cias reales entre las personas: están enojadas una con la otra,
en realidad no se comprenden. Se han escrito libros sobre esta
16
situación; cómo pelear limpio, cómo hacerse valer. Pero a veces
aparecen tensiones y peculiaridades cuando en realidad no
existen diferencias básicas de opinión., cuando todos, sincera
mente, tratan de congeniar. Este es el tipo de mala comunica
ción que hace que la gente enloquezca. Y por lo general se debe
a diferencias en el estilo de conversación.
Una conversación bien llevada es una visión de cordura, una
ratificación de nuestro propio modo de ser humano y de nuestro
propio lugar en el mundo. Y no hay nada más profundamente
inquietante que una conversación que fracasa. Decir algo y ver
que se entiende de otra manera; tratar de ser atentos y que se
piense que somos insistentes; intentar ser considerados y que
nos llamen fríos; tratar de establecer un ritmo de manera tal
que la charla se deslice en el ambiente sin esfuerzo, sólo para
terminar sintiéndonos como un interlocutor pesado que no
puede coger el ritmo. Ese fracaso en la charla socava nuestra
sensación de que somos una capaz y buena persona. Si sucede
con frecuencia, también puede hacer tambalear nuestra sensa
ción de bienestar psicológico.
Este libro presenta el punto de vista de un lingüista sobre
cuál es el elemento que hace que la conversación sea estimulan
te o frustrante. A través de la lente del análisis lingüístico del
estilo de conversación, muestra cómo ésta va sobre ruedas, o no
avanza. Su meta es hacerle saber que usted no está solo ni loco,
y ofrecerle más posibilidades de continuar, finalizar o mejorar
la comunicación en su vida pública y privada.
Este libro también le dará una idea de cómo puede ayudarle
un análisis lingüístico del estilo de conversación. Comenzaré
por describir cómo aprendí a amar la lingüística y a prestar
atención al estilo.
La lingüística me atrapó el año en que se disolvió mi
matrimonio. Tratando de convertir un fracaso en éxito, aprove
ché mi libertad recién descubierta y asistí al Instituto de
Lingüística de la Universidad de Michigan durante el verano,
en 1973, para descubrir sobre qué trataba.
Siete años de convivencia con el hombre del cual me acababa
de separar, me habían dejado aturdida con preguntas sobre la
comunicación. ¿Qué es lo que andaba mal cuando tratábamos
17
de hablarnos? ¿Por qué ese hombre maravilloso, adorable, se
convertía en un demente cruel cuando tratábamos de analizar
las cosas y hacía que yo también me sintiera así?
Recuerdo una discusión casi al final de nuestro matrimonio.
Me quedó grabada no porque fuese original, sino porque era
dolorosamente típica y porque «1 nivel de mi frustración alcan
zó una nueva altura. Sentí que estaba perdiendo el juicio. Era
una de nuestras frecuentes conversaciones sobre planes, sim
ples, sin mayor consecuencia, pero que involucraban a ambos
y, por lo tanto, tenían que hacerse de común acuerdo. En este
caso se trataba de aceptar o no una invitación para visitar a mi
hermana.
Pregunté, cómoda en el marco de nuestro hogar y segura de
mi consideración por estar dispuesta a hacer lo que mi esposo
deseara, “¿Quieres ir a lo de mi hermana?”. Respondió, “De
acuerdo”. Supongo que “de acuerdo”no me sonó como respuesta
aceptable; más bien me pareció que indicaba otra cosa. Así que
proseguí. “¿En realidad quieres ir?”. El explotó: “¡Me estás
volviendo loco! ¿Por qué no decides qué deseas?”.
Su explosión me lanzó en picada. En primer lugar, había
aprendido de .mi padre que aun los impulsos más groseros
deberían expresarse en tono bajo, por lo tanto el volumen e
intensidad de la voz de mi esposo siempre me infundieron
temor y me parecieron mal desde el punto de vista moral. Pero
la razón por la cual me sentí más incrédula y ultrajada que
enojada, fue por la aparente irracionalidad de su comentario.
(Como Bruno Bettelheim ha señalado,1 las personas pueden
soportar casi cualqüier cosa si ven una razón para ello.)
“¿Decidir? Ni siquiera he dicho que lo desee. Estoy dispuesta a
hacer lo que tú quieras, ¿y recibo esto?”. Me sentí atrapada en
un teatro del absurdo cuando deseaba de manera desesperada
vivir en una obra de teatro bien hecha.
Leerlo puede dar la impresión (a algunos) de que mi esposo
estaba loco. Así lo pensé. Y pensé que yo también estaba loca
por haberme casado con él. Siempre se enfadaba conmigo por
decir cosas que yo nunca antes había dicho, o por no prestar
atención a algo que yo estaba segura de que él nunca había
dicho.
En la tranquilidad de la reflexión a solas y al recordar sus
buenas cualidades, podría decidir que, puesto que ambos éra
mos personas decentes que por lo general agradábamos y, por
otra parte, no mostrábamos signos de perturbación mental, y
puesto que nos amábamos, no había razón para que peleára
mos amargamente por nada. Podría decidir que no volviera a
suceder. Pero luego comenzaríamos a hablamos y antes o
después algún comentario insignificante podría provocar una
respuesta acalorada y así quedar enredados en una batalla
irracional.
LA LINGÜISTICA AL RESCATE
19
Una buena forma, de insinuar es formular una pregunta. Mi
esposo creyó oír, tan claro como es posible, que le estaba
haciendo saber que yo quería ir. Si no» yo no lo hubiese
mencionado. Como él acordó dárme lo que yo deseaba, tendría
que haberlo aceptado de manera elegante —y agradecida—.
Cuando proseguí con la segunda pregunta. “¿En realidad
quieres ir?”, oyó —otra vez fuerte y claro— que yo no lo deseaba
y que le volvía a preguntar para que él me liberara del
compromiso.
Desde el punto de vista de mi esposo, en ese momento yo era
irracional. En primer lugar, le insinué que quería ir, y luego,
cuando obtuve lo que deseaba, cambié de opinión y le hice saber
que no quería ir. El trataba de ser agradable, pero yo me
mostraba caprichosa. Esa era exactamente mi impresión, pero
con nuestros roles intercambiados. La intensidad de su explo
sión (y de mi reacción) provino del efecto acumulativo de esas
repetidas frustraciones.
Esto nos sucede tan a menudo que uno de nuestros propios
chistes era la protesta “Sólo lo hice por ti”. Pudimos apreciar el
humor de todo esto en retrospectiva, pero en el momento en que
sucedió, fue cualquier cosa menos gracioso.'
Continuamente teníamos conversaciones como ésta:
20
“¿POR QUE?”
21
quería decir y me negaba a respetarlo. Cuando negaba haber
querido decir lo que él me había escuchado decir (o insinuar, la
misma cosa), pensaba que yo me mostraba frívola o falaz.
Cuando yo no había querido decir lo que él me había escuchado
decir, y yo no había escuchado lo que él sabía que había querido
decir, nuestros intentos por resolver el problema fracasaban.
La única forma que conocíamos de tratar la enfermedad era
precisamente lo que la causaba: hablar.
DIFUNDIENDO LA PALABRA
22
ella no le gustaba tener el perro allí. La suegra no se ofendió,
pero Stephanie se enfadó porque pensó que su suegra la había
forzado a ser descortés. Se quejó a su esposo: “¿Por qué siempre
tengo que explicarle las cosas en detalle?”.
Después de haber escuchado mi explicación sobre los rodeos
que se hacen al hablar se le ocurrió que el problema se debía a
los diferentes estilos de conversación más que al carácter
obstinado de su suegra. Vio por primera vez que lo que ella
consideraba ser amable era en realidad una comunicación
indirecta y tal vez no clara. Por su parte, Robert a menudo
ofendía y molestaba a la madre de Stephanie al ser muy directo,
diciendo, por ejemplo, “No quiero hacer eso” en lugar de
“Bueno, veré qué puedo hacer”, negándose sólo después de dar
la impresión de haberlo tratado.
Lo que algunos llamarían franqueza, para Stephanie era
descortesía. Por ejemplo, una amiga de Stephanie la llamó para
decirle que cancelaba su invitación a cenar porque estaba muy
cansada. Stephanie se ofendió. Estar sólo cansada no le pareció
razón suficiente para dejar de cumplir lo convenido, así que
darlo como razón parecía demostrar cierta insensibilidad ante
la invitación. Una excusa aprobada podía haber sido que no se
sentía bien o que había surgido algo inesperado, fuese o no
verdad. Stephanie nunca reiteró la invitación y ella sí inventó
las excusas apropiadas cuando-¡Linda la invitó a su vez. Y ése
fue el fin de una amistad en cierne.
23
son fluidos y agradables, sentimos (sin pensar en ello) que
hacemos las cosas de manera correcta Pero cuando son tensos,
confusos o aparentemente groseros, podemos perder el humor
y agotar nuestra energía. Nos preguntamos qué sucede con
ellos o con nosotros.
El hablar con rodeos, los modos de emplear preguntas o
rehusarse en forma.cortés, son aspectos del estilo de la conver
sación. También enviamos señales por lo rápido o alto que
hablamos, por nuestra entonación y elección de palabras, así
como también por lo que en realidad decimos y cuándo lo
decimos. Estos cambios lingüísticos están en constante trans
formación, guían nuestras conversaciones pero no los adverti
mos porque pensamos en términos de intenciones (grosero,
amable, interesado) y carácter (ella es agradable, él no).
A pesar de las buenas intenciones y del buen carácter que
todos tenemos—de nuestra parte (que damos por sentado) y de
otros (de los cuales dudamos con facilidad)— nos encontramos
atrapados en la mala comunicación, porque los mismos méto
dos —y los únicos— qüe tenemos para comunicarnos no son,
como parecen, axiomáticos y “lógicos”. En cambio, varían según
las personas, en especial en una sociedad como la norteameri
cana, donde los individuos provienen de culturas tan diversas.
Muchos comportamientos en apariencia inexplicables —
indicios de acercamiento o distanciamiento— tienen lugar
porque otros reaccionan a nuestro estilo de hablar de manera
que los lleva a conclusiones que nunca imaginamos. Las perso
nas con las que hablamos nunca perciben muchos de nuestros
motivos, tan obviqs para nosotros. Muchos casos de descorte
sía, obstinación, falta de consideración o negativas de coopera
ción tienen como causa las diferencias en el estilo de conversa
ción.
24
alterar nuestros estilos con determinadas personas. Y podemos
tratar de clarificar nuestras intenciones explicándolas, aunque
sea difícil. Rara vez advertimos que haya habido un malenten
dido. Y aunque lo supiéramos, pocas personas estarían dis
puestas a retroceder y seleccionar lo que acabaran de decir o
escuchar. El sólo hecho de permitir que otros se den cuenta que
prestamos atención a su modo de hablar puede ponerlos muy
nerviosos. En la escena de apertura de la obra de teatro de
Bernard Shaw, Pygmalion, cuando los espectadores ven a
Henry Higgins tomando notas sobre el acento de Eliza, asumen
que es un policía a punto de empujarla a la cárcel.
Tratar de ser franco con alguien que no está acostumbrado
a esa manera de hablar, sólo empeora las cosas, como Stepha-
nie, que'se enojó con su suegra porque la forzó a ser descortés
al “explicarle las cosas en detalle". Las personas empeñadas en
hallar significados ocultos buscan, de manera más y más
desesperada, las intenciones no expresadas, implícitas en
nuestra comunicación “directa" intencional.
A menudo, la reparación más efectiva consiste en cambiar la
estructura —la claridad o el tono acerca de lo que está sucedien
do— no hablar sobre ello en forma directa, sino diferente,
presentar diversas hipótesis y, por lo tanto, provocar distintas
respuestas en la persona con quien hablamos.
Pero lo más importante es tomar conciencia de que pueden
surgir malentendidos y, con ellos, enojos, cuando nadie está
loco, nadie tiene mal genio ni nadie es falaz de manera inten
cionada. Hemos de aprender a detenernos y recordar que los
demás tal vez no quisieran decir lo que les escuchamos.
No sé si mi matrimonio hubiese perdurado si hubiera descu
bierto la lingüística antes de la ruptura y no precisamente
después, pues habría comprendido mejor lo que sucedía, al
margen de querer o no que continuara. Y no hubiera pensado,
como lo hice en malos momentos, que mi esposo era un Mr.
Hyde, o que él o yo, o ambos nos estábamos volviendo locos, de
manera intermitente pero indudable.
La vida consiste en tratar con otras personas cuestiones
intrascendentes o catastróficas, y eso significa un diálogo
constante. Este libro intenta asegurarle que usted no está
25
perdiendo el juicio cuando las conversaciones parecen tender
más a causar problemas que a resolverlos. Y no perderá (si no
lo desea) a su amigo, su socio o su dinero en las mandíbulas
eternamente abiertas de los diferentes estilos de conversación.
Y ahora veamos cuáles son estos estilos y cómo funcionan.
26
2
Los funcionam ientos del estilo
de la conversación
EL SIGNIFICADO ES EL METAMENSAJE
27
sin sentido si se trata de un ambiente social o “retórica vacía”
que se desarrolla en un marco público. Advertencias como
“Omita la charla trivial", “Vaya al tema” o "¿Por qué no dice lo
que quiere decir?” pueden parecer razonables. Pero lo son sólo
si lo único que cuenta es la información. Esta actitud con
respecto a la conversación ignora el hecho de que las personas
se involucran emocionalmente unas con otras, y que la conver
sación es el principal medio por el que establecemos, mantene
mos, controlamos y nos adaptamos a nuestras amistades.
Mientras las palabras transmiten información, el modo
como decimos esas palabras —en voz alta, en forma rápida, la
entonación y el énfasis— comunica lo que pensamos cuando
hablamos: tomamos el pelo, flirteamos, explicamos o castiga
mos; si nos sentimos joviales, enojados o inquisitivos; si quere-
.mos acercarnos o distanciamos. En otras palabras, la manera
como decimos lo que decimos, comunica significados sociales.
A pesar de que con frecuencia respondemos al significado
social durante la conversación, nos es difícil hablar sobre él,
porque ese significado no se encuentra en las definiciones de
palabras que nos da el diccionario, aunque la mayoría de
nosotros le profesa una fe inquebrantable como si fuera el
Evangelio. Siempre es muy difícil hablar —aun ver o pensar—
sobre fuerzas y procesos cuyos nombres desconocemos, aunque
sintamos su impacto. La lingüística brinda términos que des
criben los procesos de comunicación y, por lo tanto, posibilita
reconocerlos, pensar y hablar sobre ellos.
Este capítulo introduce algunos de los términos lingüísticos
que asignan nombres a conceptos cruciales para entender la
comunicación y, en'consecuencia, las relaciones. Además del
concepto de los metamensajes, en cierto sentido subyacen a
necesidades humanas universales que motivan la comunica
ción: la necesidad de vincularse con otros y la de estar solos.
Tratar de satisfacer estas necesidades conflictivas nos enfren
ta a un doble vínculo. El concepto lingüístico de la cortesía
responde a la forma como cubrimos estas necesidades y reaccio
namos a-ese doble vínculo por medio de los metamensajes
durante nuestra conversación.2
28
PARTICIPACION E INDEPENDENCIA
29
Los pioneros independientes —y luego la imagen que tene
mos de ellos— nos han prestado un gran servicio. La glorifica
ción de la independencia sirvió al progreso general de la nación,"
ya que los individuos (tradicionalmente los varones) estuvie
ron dispuestos a dejar su ciudad natal —el bienestar de la
familia y de lo conocido— para hallar oportunidades, acceder a
la mejor educación posible, viajar, trabajar dondequiera que
encontrasen los mejores empleos o dondequiera que tuvieran
que ir por sus trabajos. El anhelo de participación atrajo a otros
individuos (tradicionalmente mujeres) que se unieron a ellos.
Los valores del grupo se reflejan en valores personales.
Muchos norteamericanos, en especial (pero no sólo) varones,
ponen mayor énfasis en su necesidad de independencia y
menos en su necesidad de participación social. Por lo general,
ello implica prestar menos atención al nivel del metamensaje
de la conversación —el nivel que se da entre las amistades— y
fijarla, en cambio, en el nivel informativo. Esta actitud puede
llegar hasta la convicción de que sólo el nivel informativo es el
que en realidad cuenta, o el que realmente se encuentra ahí.
Entonces se puede concluir lógicamente que se prescinda de la
charla que no sea rica en información. Así, muchos hijos e hijas
de todas las edades que llaman por teléfono a sus padres,
descubren que el papá desea intercambiar cualquier tipo de
información necesaria y luego cuelga, pero su mamá desea
charlar, “mantenerse en contacto”.
Los hombres norteamericanos tienden a concentrar la char
la en la información, este enfoque ha determinado el modo
norteamericano de hacer negocios. La mayoría de los nortea
mericanos pensamos que es mejor “ir al grano” lo antes posible
y no “perder tiempo” en conversaciones intrascendentes (con
versación social) o “irse por las ramas”. Pero este tipo de enca
rar los negocios no funciona muy bien en las transacciones
comerciales con griegos, japoneses o árabes, para quienes “la
conversación intrascendente” es necesaria a fines de establecer
la relación social que debe proporcionar la base para manejar
los negocios.
Otra expresión de esta diferencia —que cuesta enormes
sumas de dinero a los turistas norteamericanos— es nuestra
30
incapacidad de comprender la lógica que existe detrás de la
negociación. Si el vendedor africano, indio, árabe, sudamerica
no o mediterráneo ofrece un producto y el turista desea com
prarlo, ¿por qué no fijar un precio justo y dejar que la venta se
lleve a cabo? Porque la venta es sólo una parte de la interacción.
Tan importante, si no más, es el juego que tiene lugar durante
la negociación: un astuto método del cual se valen el cliente y
el vendedor para reafirmar su aceptación del hecho de que
están tratando con seres humanos —y que ellos también lo
son— y no máquinas.
Creer que sólo el nivel informativo de la comunicación es
importante y real también desilusiona a los hombres cuando se
trata de mantener relaciones personales. No suele haber infor
mación trascendente para comentar todos los días. Se encasilla
a las mujeres de manera negativa al considerar que sostienen
conversaciones largas y frívolas que no transmiten informa
ción significativa. Sin embargo, su habilidad para mantener
una charla con otras mujeres posibilita entablar amistades
íntimas. El columnista Richard Cohén, del 'Washington Post,
comentó que él y otros hombres que conoce, no tienen realmen-
; te amigos, como las mujeres, en parte porque no hablan entre
ellos si piensan que el tema a tratar no es esencial. Por con
siguiente, muchos hombres se encuentran sin relaciones perso -
nales cuando se jubilan.
EL DOBLE VINCULO
31
Y ésa es la razón por la cual nos encontramos en un doble
vínculo. Todo lo que digamos para indicar que estamos relacio
nados con otros amenaza nuestra individualidad (y la de ellos).
Y todo lo que digamos par^ indicar que mantenemos la distan
cia con respecto a otros amenaza nuestra necesidad (y la de
ellos) de relacionarnos. No es sólo un conflicto (sentirse desga
rrado entre dos alternativas), o una ambivalencia (sentir de dos
modos distintos con respecto a una misma cosa). Es un doble
vínculo porque todo lo que hagamos para satisfacer una necesi
dad, viola la otra. Y no podemos salir del círculo. Si tratamos de
alejarnos sin comunicarnos, golpeamos el campo de fuerza de
nuestra necesidad de relacionarnos y rebotamos dentro del
círculo.
Debido al doble vínculo, la comunicación nunca está plena
mente lograda: no podemos alcanzar el punto de equilibrio per
fecto. No nos queda más elección que continuar tratando de
equilibrar la independencia y la participación, la libertad y la
seguridad, lo familiar y lo extraño: hacer ajustes constantes al
inclinamos por una opción o por la otra.4El modo de hacer estos
ajustes en nuestra conversación se entiende como fenómenos
de cortesía.
32
Pero aunque pudiéramos ponemos de acuerdo sobre estos
valores, no desearíamos simplemente decir en forma abrupta lo
que pensamos, porque tendríamos que hacer malabarismos
con las necesidades de participación e independencia. Si lo que
queremos decir revela participación, deseamos mitigarla para
indicar que no estamos abusando. Si lo que queremos decir
revela distancia, deseamos mitigarla con participación para
indicar que no estamos rechazando. Si planteamos lo que
deseamos o creemos, otros pueden estar en desacuerdo o no
desear la misma cosa, por lo tanto nuestro planteamiento
podría generar discordia. En consecuencia, preferimos tener
una idea de lo que otros desean o piensan, o cómo, se sienten
sobre lo que deseamos o pensamos, antes de comprometemos
—tal vez, incluso, antes de decidirnos— con lo que queremos
decir.
Los lingüistas y antropólogos denominan “cortesía” a este
amplio concepto de los fines sociales que cumplimos cuando
conversamos: no la idea de la cortesía relacionada con la
afectación, sino en un sentido más profundo al tratar de tener
en cuenta cómo afecta lo que decimos a las otras personas.
El lingüista Robin Lakoff ideó otra serie de reglas que
¡ describen las motivaciones que subyacen a la cortesía, es decir,
cómo modificamos lo que decimos para considerar sus efectos
sobre los demás. Lakoff las señala6:
34
de nuestra boca: aparentemente maneras obvias de ser buena
persona.
Sin embargp, el uso que hacemos de estas “reglas” no es
inconsciente. Si nos preguntan por qué dijimos algo en esta o en
otra forma, es probable que expliquemos que hablamos así
porque intentamos “ser amables" o “amistosos” o “considera
dos". Estos son términos lógicos a los que, la lingüística se
refiere en modo global, como cortesía: métodos para tener en
cuenta el efecto que tiene lo que decimos sobre otras personas.
Las reglas o sentidos de la cortesía no se excluyen mutua
mente. No elegimos una e ignoramos las otras. Más bien
equilibramos a todas para lograr ser apropiadamente amisto
sos sin . abusar, para mantener la distancia adecuada sin
parecer demasiado reservados.
Negociar el ofrecimiento de una bebida es un asunto bastan
te trivial, aunque no debería subestimarse la importancia de
una conversación tan efímera. La manera de hablar en los
innumerables encuentros de este tipo que se producen a diario,
es parte de lo que constituye la imagen que tenemos de nosotros
mismos, y es sobre la base de esos encuentros que formamos
nuestras propias impresiones de cada uno de nosotros y de los
demás. Estos encuentros, tienen un poderoso efecto acumula
tivo en nuestras vidas personales y de interrelación.
Más aún, el proceso de equilibrar estos sentidos conflictivos
de la cortesía —que están al servicio de la participación y la
independencia— es el fundamento de las interacciones más
trascendentales y que son, a su vez, las más triviales. Conside
remos los recursos lingüísticos de que disponemos para satis
facer estas necesidades y su indeterminación inherente, que
significa que nos pueden defraudar con facilidad.
35
amable al no abusar, y respetar la necesidad de independencia
de su amiga. Sue pasaba entonces por una mala época y se
deprimió más. Interpretó la actitud considerada de Amy como
indiferencia, desinterés total, falta de participación. Amy, al
enterarse de la depresión de Sue se sintió en parte responsable
por no haber insistido para que Sue la visitara. Es fácil caer en
esta confusión y difícil superarla, ya que las formas de mostrar
interés e indiferencia son intrínsecamente ambiguas.
Usted puede ser amable con alguien, ya sea demostrándole
su interés o no abusando. Y puede ser mezquino negándose a
demostrar interés, ignorarlo o abusar, es decir, siendo "descon
siderado”. Puede demostrar a alguien que está enojado y
gritarle, abusando; o negarse terminantemente a hablar con él:
la actividad silenciosa denominada rechazo.
Usted puede ser gentil al decir algo o al callarse. Por ejemplo,
si alguien ha sufrido un revés —no aprobó un examen, perdió
un empleo o contrajo una enfermedad—, puede demostrar su
solidaridad expresando su preocupación en palabras o, de
forma deliberada, no mencionándolo para evitar causar sufri
miento al hacérselo recordar. Si todos siguen este camino, el
silencio se convierte en una cámara en la cual el enfermo, el
afligido y.el desempleado quedarán aislados.
Si usted opta por evitar mencionar el contratiempo sufrido,
corre el riesgo de parecer que lo ha olvidado o que no le importa.
Puede tratar de evitarlo mirando con expresión de reconoci
miento, haciendo una referencia indirecta o suavizando el
hecho con eufemismos (“su situación"), evasivas y vacilaciones
(“su... ejem... bueno....eh... usted sabe”) o disculpas (“Espero
que no le moleste que lo mencione”). Pero las miradas signifi
cativas y las evasivas1'verbales pueden por sí solas ofender al
enviar el metamensaje “Esto es demasiado terrible para men
cionarlo” o “Su condición es lamentable”. Una persona protegi
da de esta manera puede tener deseos de gritar “¡¿Por qué no
lo dice de una buena vez?!”.
Un matrimonio norteamericano fue a Alemania a visitar al
hermano del esposo, que vivía con su mujer alemana. Una
noche, durante la cena, la mujer le preguntó dónde había
llevado a sus huéspedes norteamericanos ese día. Al escuchar
36
que había ido al campo de concentración en Dachau, ella
exclamó con repugnancia que ése era un lugar horrendo ¿por
qué había hecho una cosa tan estúpida? El marido cortó su
exclamación susurrándole algo mientras miraba a su cuñada
1 norteamericana. Entonces la mujer inclinó la cabeza en señal
de entendimiento, y dirigió también miradas a la norteameri
cana, que no se sentía agradecida por la discreción de su cu ñado
y su mujer. Por el contrario, estaba ofendida porque presumía
i que su condición de judía era la causa de los susurros y de las
miradas furtivas.
Todo intento por suavizar el impacto de lo que se dice puede
tener el efecto opuesto. Por ejemplo, una escritora recordó que
i la crítica de un colega sobre el manucristo de su libro le había
impresionado como extremada. Preparándose para revisarlo,
volvió a leer esos comentarios y se sorprendió al descubrir que
eran bastante benignos. La palabra culpable de su primera
; impresión fue la que precedía el comentario, no el comentario
en sí. Al comenzar la oración con “Francamente”, su colega
¡ transmitió este mensaje: “Tenga fortaleza. Esto va a doler
|: mucho”. Estos estratos de significado funcionan siempre en la
conversación; todo lo que usted diga o calle envía metamensa-
jes que forman parte del significado de la conversación.
¡ 37
nos demuestran amor asegurándose de que el otro coma bien,
se vista con ropa abrigada o no vaya solo por la noche. Otros
piensan que todo eso es abusivo y corresponde al trato con
niños. Otros hay que creen que sus parejas no se preocupan por
ellos porque no se interesan por lo que comen, visten o hacen. ¿
Lo que se puede interpretar como una muestra de respeto por
su independencia, lo toman por falta de participación, que
también podría darse.
Maxwell desea estar solo y Samantha desea atención. En
tonces ella le presta atención y él la deja sola. El proverbio “Haz ;
por los otros lo que desees que los demás hagan por ti”puede ser
el origen de mucha angustia y muchos malentendidos si el que j
hace y el qué recibe tienen diferentes, estilos.
Samantha y Maxwell podrían sentirse de otra manera si i
cada uno actuara de forma diferente. El puede desear estar solo ;
precisamente porque ella le presta tanta atención, y ella puede
desear atención precisamente porque él la deja sola. Con un ;
cónyuge excesivamente afectuoso, ella podría encontrarse
suplicando que la dejara sola, y con una cónyuge independiente j;
él podría encontrarse suplicando atención. Con respecto a otras J
personas, es importante recordar que la forma como le hablan |
es, en parte, una reacción a su estilo de relacionarse, así como :
este estilo es en parte su reacción frente al estilo que los demás ;
tienen con usted. j;
La manera que tenemos de demostrar participación y consi- í:
deración mientras conversamos nos parecen obviamente apro-
piadas. Y al interpretar lo que otros nos dicen, creemos que ¡£
quieren decir lo qué diríamos si dijéramos lo mismo de idéntica;t
forma. Si no consideramos las diferencias en el estilo de |
conversación, no vemos razón para cuestionarlo. Tampoco lo
hacemos silo que percibimos como considerado o desconsidera-; %
do, cariñoso o no, tenía esa intención. i|
Al tratar de llegar a un entendimiento con alguien que ha ¿|
malinterpretado nuestras intenciones, a menudo llegamos a
un punto muerto, que se reduce a una insistencia infantil:
“Usted lo dijo.”
“¡Yo no dije tal cosa!”
38
“¡Sí lo dijo! ¡Yo lo escuché!"
“No me diga lo que yo dije.”
39
empleada de oficina blanca que un día llegó al trabajo con un
brazo vendado y se sintió rechazada porque su compañera, una
joven negra, no le hizo ningún comentario. La empleada (doble
mente) herida presumió que el silencio de su colega se debió a
que no notó o no se interesó por su brazo lesionado. Pero, en
realidad su compañera no había querido llamar la atención de
los demás empleados sobre algo que su colega tal vez no quería
comentar y, al no mencionarlo, le permitió decidir que lo hiciera
o no: fue considerada no abusando. Basándose en su investiga
ción, Kochman dice que estas diferencias reflejan los estilos
reconocibles de blancos y negros.7
Una mujer norteamericana se sintió ofendida repetidas
veces —incluso, en los peores días, la enfurecieron— por los
ingleses en situaciones en que la ignoraron cuando ella pensó
que deberían haberle prestado atención. Por ejemplo, un día
estaba sentada a la mesa de una cafetería en una estación
ferroviaria, Ante su sorpresa vio que un matrimonio se acomo
daba en el asiento opuesto de su mesa. Dejaron su equipaje;
apoyaron sus sacos en el asiento vacío; él le preguntó a la esposa
qué le gustaría comer y fue a buscarlo. La mujer se deslizó en
el asiento, de frente a la norteamericana. Y durante todo este
proceso, no mostraron señal de haber notado que había alguien
sentado a la mesa.
Cuando la inglesa prendió un cigarrillo, la norteamericana
tuvo algo concreto para demostrar su enfado. De forma osten-
tosa, comenzó a mirar a su alrededor para mudarse a otra
mesa. Por supuesto, no había ninguna desocupada; ésa era la
razón por la que el matrimonio inglés se había sentado a su
mesa. De inmediato la fumadora apagó su cigarrillo y se
disculpó, lo qué demostró que había notado la presencia de
a lg u ie n más sentado a la mesa y que no era su intención
molestarlo. Luego continuó ignorando a la norteamericana,
actitud también asumida por el esposo cuando volvió con la
comida y la consumieron.
Para un norteamericano, ser amable requiere una charla
entre extraños, forzados a compartir una mesa en una cafete
ría, aunque no sea más que un breve “¿Le molesta si me.siento?”
o un convencional “¿Hay alguien sentado aquí?”, así sea obvio
40
; que no haya nadie. La omisión de esa charla.le pareció a la
norteamericana una terrible grosería. Ella no advirtió que allí
operaba otro sistema de cortesía. (No podía ver nada excepto su
enojo.) Al ignorar su presencia, el matrimonio inglés la liberaba
de la obligación de advertir la de ellos. La norteamericana
= esperaba una muestra de participación; los ingleses eran
amables al no abusar.
Un norteamericano que había vivido durante años en Japón
explicó una modalidad de cortesía similar. Vivía, como muchos
otros japoneses, en un cuarto muy próximo al de todos los
demás: un pequeño cuarto separado de los vecinos por finas
f paredes de papel. (En este caso, las paredes estaban literal*
í mente hechas de papel.) Para preservar la privacidad, en es
ta situación carente de ella, sus vecinos japoneses simplemen-
; te actuaban como si nadie más viviese allí. Nunca mostra-
I ban signos de haber escuchado conversaciones, y si mien
tras caminaban por el pasillo sorprendían a un vecino con
la puerta abierta, en forma resuelta miraban hacia adelan-
¡ te como si estuviesen solos en un desierto. El norteamerica-
j no confesó sentirse ofendido, como creo que la mayoría de los
: norteamericanos se sentiría si un vecino pasara a pocos pa
sos de distancia sin reconocer su presencia. Pero más tarde se
dio cuenta de que la intención de los japoneses no era ser
i groseros al no demostrar participación, sino ser amables al no
] abusar.
El destino del mundo depende de la comunicación intercul
tural. Las naciones deben llegar a acuerdos y éstos se hacen a
través de los representantes de las naciones que se sientan a
■ hablar: análogos públicos de las conversaciones privadas. Los
ií procesos y los escollos son los mismos. Sólo las posibles conse-
I cuencias son más extremas.
41
Woody Alien sabe el porqué y su película Annie Hall termina 3
con este chiste.8
Señales y esquem as de la conversación
Este individuo va a un psiquiatra y dice:
42 43
i V'-r. •
*r' '
la torta de la comunicación. Los distintos estilos de conversa ; , Pero ¿cómo sabe usted cuándo termino? Pues bien, cuando
ción son herramientas básicas para la charla: el modo como i,me detengo. Pero ¿cómo sabe usted cuándo me detengo? Cuan
demostramos lo que queremos significar cuando decimos (o do mi voz se suaviza, cuando comienzo a repetir o cuando hablo
callamos) algo. Las señales principales son ritmo y pausa, ; más lentamente y hago una pausa al final.
volumen y tono, todos los cuales forman lo que comúnmente se Pero, ¿hasta qué grado tiene que suavizarse mi voz para
considera como entonación. llegar a significar “Esto es todo” en contraposición con “Todavía
Estas señales se utilizan en esquemas lingüísticos que ,. no llegué al punto principal” o “¿Estoy mascullando?” ¿Repetir
hacen el complejo trabajo de la conversación: incluyen siempre, significa “No tengo nada nuevo que decir” o “Estoy enfatizan
y en forma simultánea, crear conversación tomando turnos al , do”? ¿Y qué extensión de pausa a continuación de una palabra
hablar; demostrar cómo se relacionan las ideas entre sí; demos ‘ significa “Me estoy deteniendo” en contraposición con “Estoy
trar lo que pensamos que hacemos cuando hablamos (por .. haciendo una pausa dentro de mi tumo”, haciendo una pausa
ejemplo, escuchar, sentirnos interesados, agradecidos, amisto jipara respirar, para encontrar las palabras adecuadas, para dar
sos, en busca o en ofrecimiento de ayuda) y revelar cómo nos ; |un efecto dramático o, como con cualquier señal de la conversa
sentimos en el momento de hablar. : ción, sólo por hábito?
En primer lugar, describiré las señales de la conversación, i ’ En la bruma de una conversación, usted no se toma tiempo
sus funciones y cómo pueden causar estragos cuando los ha i para descifrarlo. Basándose en sus años de experiencia en
blantes tienen diferentes hábitos y tiempos de emplearlas. Las j' charlar con la gente, usted percibe cuándo he terminado o estoy
señales son ritmo y pausa, volumen y tono, y entonación. En i po r introducir un tema o charlo sin un propósito en especial,
segundo lugar, presentaré algunos ejemplos de la manera como i ¿Cuando nuestros hábitos son similares, no hay problemas. Lo
se combinan estas señales para formar los esquemas de la ; |que usted percibe y lo que yo siento es similar. Pero si nuestros
conversación: reacción expresiva, formulación de preguntas, i ||íábitos son distintos, usted puede comenzar a hablar antes que
quejas y disculpas; y cómo pueden emplearse con éxito (cuando >feo haya terminado —en otras palabras, interrumpir— o no
i | tomar su turno cuando yo he realmente terminado, lo que me
se comparten estilos) o sin él (cuando los estilos difieren).
Inclina a pensar que usted no presta atención a la charla o no
feene nada que decir.9
PARTE I: SEÑALES DE LA CONVERSACION fes Eso es lo que pasaba con;Betty y Sara. La breve pausa que
pietty se quedaba esperando nunca se producía cuando Sara
“¡No hay prisa!” / “¿Qué está esperandoV’: Ritmo y pausa instaba cerca, ya que antes que tuviese lugar, Sara percibía un
pmcómodo silencio y con amabilidad le ponía fin llenándolo con
Sara trátó de ofrecer su amistad a la nueva esposa de su viejo
Inás charla, la propia. Pero cuando Betty comenzaba a decir
amigo Steve", pero Betty parecía no tener nunca algo que decir.
plgo, tendía a hacer lo que a Sara le parecían largas pausas en
Mientras Sara sentía que Betty no detenía su charla, esta
¡gü hablar, dándole la impresión de que Betty había terminado,
última se quejaba con Steve porque Sara nunca le daba una
Ipiando apenas comenzaba a hablar.
oportunidad de hablar, El problema tenía que ver con las
K|:.Estas diferencias no se relacionan, con personas que esperan
expectativas sobre ritmo y pausa.
jppausas largas y otras que esperan pausas breves. Largo y breve
La conversación es ün juego por turnos. Usted habla, luego
Spip términos relativos; sólo tienen significado en comparación
hablo yo, luego habla usted nuevamente. Una persona comien
Mp|gl:algo: lo que se espera o la pausa de otra persona. El que
za a hablar cuando otra ha terminado. Eso parece bastante
«Papera una pausa más breve de la persona con la que está
simple.
44 45
'
hablando, a menudo comenzará a hablar antes que la otra , que existían distintas expectativas sobre el volumen normal de
tenga la oportunidad de finalizar o de comenzar. Quien espera conversación.
una pausa más larga de su interlocutor para comenzar a hablar , Todo lo que se diga debe decirse con un determinado nivel de
no logrará decir una palabra. energía o suavidad, y mientras se habla, ese nivel puede
Cuando Bob, que proviene de Detroit, conversa con sus . ascender o descender. Hablar con voz más alta puede demos
colegas de la ciudad de Nueva York, lo interrumpen constante trar relación entre ideas (“Este punto es importante”), o servir
mente porque él espera entre los tumos para hablar más como señal de cambio ("Espere, deseo decir algo”; “Espere,
tiempo que ellos. Pero en las conversaciones con los indios ¡^todavía no he terminado”) o expresar emoción (“Estoy enojado”;
7 'fEstoy excitado”). Hablar con mayor suavidad puede reflejar
athabaskan en Alaska, donde él trabaja,.él hace toda la charla,
ya que los athabaskan esperan pausas más largas entre los ^significados paralelos: “Este punto es de paso” (un paralelo
turnos que las que él espera. Con los neoyorquinos, Bob es un «hablado de los paréntesis) o “Me he quedado sin fuerzas; siga
conversador lento; con los athabaskan, es un conversador usted” o “Me siento muy mal o incómodo con respecto al tema
veloz. |cpmo para decirlo con voz más alta”. También puede ser un
Una mujer de Texas se trasladó a Washington por un empleo tligno de respeto; por ejemplo, en un funeral o cuando se habla
de administradora de un hotel. En las reuniones de personal, íja alguien de edad más avanzada o de mayor rango.
ella se quedaba esperando el momento apropiado para interve Debido a que el volumen de la voz puede señalar todas estas
nir en la conversación y nunca lo encontraba. A pesar de que enl^iferentes intenciones, suele generar confusión sobre el signi-
su hogar la consideraban extravertida y segura de sí misma, en pcado de lo que se dice. Por ejemplo, Alice baja su voz cuando
Washington la percibían como tímida y retraída. Al evaluarla lg dice a Carolyn algo sobre su marido. Carolyn pregunta por
en su trabajo le recomendaron que siguiera un curso para |jué Alice se siente tan mal al respecto, y Alice le contesta que
imponerse, por su falta de aptitud para hablar en voz alta. po se siente mal; mantiene bajo el tono de voz porque él se
Esa es la razón por la cual sutiles diferencias en el estilo de cuentra en la habitación contigua. Pero todo puede volverse
conversación —como microsegundos de pausa— pueden tener uy confuso cuando conversan individuos que tienen distintas
un efecto enorme en la vida de las personas. Estas pequeñas deas sobre cómo y cuándo utilizar la energía y la suavidad, y
señales constituyen la mecánica de la conversación y, aun f|pbre qué se considera fuerte,
cuando estén apenas desconectadas, ésta se desvía o, incluso, Y;:Una neoyorquina nunca había advertido que tenía una leve
se corta. El resultado en este ejemplo fue considerar la existen dera hasta que se mudó al Medio Oeste (EE.UU.). A menudo
cia de problemas psicológicos, generando la duda en la mujer, ii>,lograba oír lo que decían las personas que se encontraban en
sobre su capacidad para relacionarse, lo que la decidió a seguir; |mismo lugar. En Nueva York rara vez tenía dificultad para
un curso. . as.
¡ICuando usted oye a otros hablar más alto de lo que espera,
“¿Quién grita?" / “¿Por qué murmura?": Volumen Aparece que están gritando o que se muestran enojados o
olentes. Si escucha a otros hablar con más suavidad de la
Otro problema entre Sara y Betty consistía en que, según el espera, cree que están murmurando y que se muestran
punto de vista de Sara, Betty siempre murmuraba. Y ésta se¿ ¿servados o tímidos. Si emplean mayor energía en algunos
horrorizaba cuando Steve se reunía con Sara y sus amigos y¡ itos inesperados de la conversación, usted puede confundir
familiares, porque siempre parecían enojados: se gritaban] |que es importante o incluso cuál es el tema en cuestión. Si
unos a otros de la forma más espantosa. Aquí el problema era| |ed espera energía extra para expresar emoción —por ejem-
46 47
pío, enoj o— y no lo advierte puede que no advierta cuándo están
enojados los que tienen diferentes estilos de conversación. Si
usted descubre que lo están, puede pensar que les sucede algo
porque no lo expresan de la forma que usted considera normal.
Por ejemplo, Joe, que trabajaba en úna oficina, se sorprendió
al comprender que su gerente, Murray, estaba enojado con él.
Murray nunca levantaba la voz ni tampoco manifestaba emo
ción a través de ella. Resultó que Murray había expresado su
enojo dejando de hablar a Joe. Este no captó el mensaje; pensó
que el gerente sólo estaba muy ocupado. (Por su parte, Murray
nunca se negaba a pararse y charlar, no importaba lo ocupado
que estuviera, y el hábito que tiene Joe de hablar precipitada
mente cuando él está ocupado hiere los sentimientos de Murray
y le hace sospechar que Joe está enojado con él, cuando no es
así.)
Cuando Joe se enteró de que Murray estaba enojado con él, ,
concluyó que no se podía confiar en que Murray hiciese saber ■
a las personas lo que pasaba por su mente. Esa es la tragedia j
de las señales de conversación cruzadas. Joe piensa que algo le ¡
sucede a Murray: toda persona normal manifiesta emoción a ¡
través de su voz cuando está enojada, Y Murray piensa que algo ¡
le sucede a Joe: “¿Cómo se atreve a gritarme?”. Ninguno puede j
ver la lógica en el sistema del otro ni tampoco la relatividad en '
el propio,
49
que había entendido y apreciaba la ironxa.de Louis igualando^ ¡ sted no espera cambios de tono tan extremos y los escucha,
su cambio extremo de tono y respondió: Spjiede concluir que la persona es muy exagerada o muy sensi
ble.
Debido a que señales tales como cambios de tono (así como
Es volumen y ritmo) también son signos de emoción, probable-
píente no es coincidencia que las mujeres tiendan a utilizar
gpiayores cambios de tono que los hombres, y que con frecuencia
una novela. 1$$,considere que las mujeres son muy sensibles. Lo mismo se
ica para los miembros de ciertos grupos culturales, inclu-
¿yendo a los griegos. Al respecto, los psiquiatras, psicólogos y
Su tono era bastante alto en “Es” y bajó mucho en “una £abaj adores sociales, cuyo trabajo implica establecer los nive
novela”, implicando que no tomaba muy en serio lo que estaba! les „apropiados de expresión emocional, deben esforzarse para
leyendo. Luego,.para manifestar que en realidad sí tiene buen ^ tornar sus propios estilos de conversación como normas
gusto para elegir sus lecturas, habló sobre libros de John versales. Expresar muy poca emoción es un síntoma de
Fowles, del cual.expresó, “Es un gran escritor. Yo pienso que es; epresión o, en su forma más extrema, de catatonía. Expresar
uno de los mejores escritores”. Su tono era muy alto al comienzo §emasiada emoción evidencia hostilidad o histeria. Una mujer
de cada oración y descendió mucho en los finales: ¡[japonesa que no sólo no llora sino que ríe cuando habla de la
muerte de su esposo, puede confundir al profesional occidental
[Ue ignora que la risa entre los japoneses, es el modo habitual
esperado de enmascarar las emociones. Los médicos, tienen
Es a difícil tarea para determinar el alcance de la pena que
Sfeúten los pacientes de diferentes culturas. Los de origen
un Mediterráneo pueden demostrar reacciones extremas mien
s experimentan mucha menos pena de la que siente una
gran escritor |wq¡ia norteamericana que es rígida y callada.
fuLas diferencias culturales en el uso habitual de la entona
rán y otros medios de expresividad (volumen, expresión facial,
Yo - mejores gesticulación) responden, en parte, a estereotipos intercultura
, que son simplemente la extensión a todo un grupo de los
pienso^que es uno de los s de impresiones que se suelen formar sobre los individuos.
escritores. ¡|Nuestras impresiones de rudeza y cortesía a menudo se
an en sutiles variaciones de tono. Toda conversación,
El efecto fue de gran sinceridad y seriedad. más de otras cosas, revela y reclama reconocimiento de
Si usted espera cambios extremos de tono y no los detecta,! ,estra capacidad. Los pequeños cambios de tono pueden
lo que escucha le suena monótono. Le da la impresión de que elj icemos sentir que los otros cuestionan nuestras habilidades,
hablante es un tipo de persona imperturbable o que no sej ejemplo, si usted llama a la operadora porque tiene dificul-
interesa demasiado en la conversación, o incluso que está' para comunicarse con un número, probablemente le diga
emocionalmente perturbado, que sufre de "afecto insípido”. Sil go así como “Cuál es el número, por favor’'. Pero si su tono
sube sobre “número”, s u e n a impaciente; parece implicar qu§>¡ JBo r ejemplo, Chad establecía un punto y Nora gritaba
u s t e d y a le te n d r ía que haber dicho el número. La impresión d j^pjdamente, “¡GUAU!” y Jonathan exclamaba, “¡OH, DIOS
que la operadora está (sin justificación) enfadada con usté1 Empleaban el volumen alto y la velocidad para indicar
probablemente haga que u s te d se enfade con ella. !¡ue, en realidad, escuchaban, que comprendían el punto ex
P o r último, lo s diferentes usos del tono para señalar cambio |i|j&sto y que valía la pena comprenderlo. Pero en lugar de
de tumo en la charla fueron en parte los responsables de qu animar a Chad, estas respuestas expresivas lo inhibían. El
Sara cortara la palabra a Betty antes de que dijera lo que te ñ í ¿plumen alto y la velocidad lo atemorizaban y lo hacían d e te n e r
en mente. El tono de Betty tendía a caer al final de cada fras( p^ra descubrir la causa que desencadenaba esa explosión de
una señal que, para Sara, significaba “He terminado, continúp^s ainjgOS
tú”, Al ignorar que Sara reaccionaba a su propia señal, Betty sfy.David por su parte, también tendía a desconcertarse por
sentía interrumpida. « |a s: respuestas expresadas en voz tan alta. En realidad, se
De este modo pueden confundirse las señales de la conve^^tía herido por el modo como Jonathan reaccionaba a lo que
sación cuando hablantes bien intencionados tienen distintopj?]e (jeCj;a por ejemplo, si David se quejaba sobre algo que otra
hábitos y expectativas sobre el uso del ritmo y la pausa, el vt ona habia dicho, Jonathan podía exclamar, con voz colma-
lumen y el tono para indicar sus intenciones a través de la corj de menosprecio, "¡Eso es ridículo!”. A David esto le sonaba
versación: en otras palabras, diferentes estilos de c o n v e r s a d ó: o si Jonathan cuestionase su veracidad: si era tan ridículo,
i jftfchubiese sucedido como David dijo que sucedió. Entonces
j lávid se preguntaba si en realidad recordaba bien el hecho,
PARTE II. MECANISMOS DE LA CONVERSACION I ixinque sabía que había sido así: la reacción “¿Estoy loco o
EN FUNCIONAMIENTO común cuando lo estilos de conversación difieren. Y así
•avid echaba la culpa a Jonathan por hacer que dudara de sí
Las señales se utilizan en esquemas que realizan el trabajl mo y por inquietarlo.
diario de la conversación —como indicar que usted prest; itRero Jonathan no cuestionaba la historia de David. Todo lo
atención, está interesado, es solidario— o no. Por lo genen irario. Su respuesta tenía la finalidad de indicarle su so
estos esquemas son eficaces, pero debido a que no son explíci ndad y aprecio por la historia que relataba. La increduli-
tos, pueden ser mal interpretados. Consideremos cuatro esquí icLno iba dirigida a lo que David contaba, sino a la persona de
mas de conversación: reacción expresiva, formulación de p: ífual se estaba quejando; por lo tanto, el metamensaje preten-
guatas, quejas.y disculpas. a ser “Estoy de acuerdo con que este individuo es ridículo;
Irrealidad vale la pena contar esta historia y estoy de tu
1. "Lo escucho” / “Usted está loco”: |-rtM
Reacción expresiva ¿¡as diferencias en las expectativas sobre la proporción de
ción que es apropiada, pueden surgir incluso dentro de una
En la conversación durante una cena entre Chad y Davic lia. Una mujer, que había crecido en Nueva York, había
Jonathan y Nora, conversación que grabé y estudié, Chad| ido a sus propios hijos en Vermont. Cuando su hija le
David no dejaban de vacilar y andar con rodeos. Durante lentaba lo que había sucedido en la escuela, a menudo la
estudio descubrí que una dé las razones era la serie de respue| jlre reaccionaba con lo que a ella le parecía una apreciación
tas en voz alta que recibían de Jonathan y Nora, respuesta jada, pero la hija se sobresaltaba y miraba a su alrededor
que, irónicamente, tenían el propósito de animarlos. i/descubrir qué había provocado una reacción tan fuerte en
52 53
ÍS
1
54
Así como todo esquema de conversación puede ser útil a la
dependencia o a la participación y violar cualquiera de ellas,
la misma manera puede considerarse que las preguntas se
tilizan para demostrar interés o abuso, y para comprenderlos,
í A Richard no le agrada visitar ala familia de Lucy porque le
cen demasiadas preguntas: le parece que lo interrogan. Algo
e Richard podría hacer para cortar el interrogatorio, y nunca
piensa hacer, es formular a su vez muchas preguntas a ellos.
,más lo hará porque para él sería un recurso grosero.
A Lucy no le agrada visitar a la familia de Richard porque
imca le hacen preguntas; por lo tanto, piensa que ella no les
porta. Sin embargo, en cierta ocasión Lucy decidió, casi por
specho, comentar lo que sucedía en su trabajo, sólo para
tretenerse y quedó asombrada porque todos le prestaban
nción y parecían alegrarse de escucharla.
La familia de Lucy tiende a formular preguntas para demos-
interés, pero muchas personas siguen el esquema de la
nilia de Richard. Por ejemplo, Carol, la hermana de Lucy, fue
cenar con un joven que había conocido recientemente. El
ecía bastante callado, pero Carol hizo todo lo posible para
antener la conversación y manifestar interés en él. Al final de
^velada, él le dijo: “Fue agradable cenar con el FBI”.
Carol no sólo preguntó para manifestar interés, sino que lo
' o de forma que a su nuevo (y pronto antiguo) amigo le sonó
mo fuego de artillería. Utilizó señales como volumen, ritmo
pido y palabras ligadas para lanzar sus preguntas con
pidez (por ejemplo: “¿Aquéte dedicas? ¿Eresartista?”). Se
: puso así enviar un metamensaje de amistad sin formalida-
s. -Pero en lugar de hacer que su interlocutor se sintiera
odo, sus preguntas “ametrallantes” le parecieron que esta-
;bajo interrogatorio. La extrema reticencia de él, que era una
1 cción a las preguntas, hada que ella preguntara más, ya que
ular preguntas era su modo instintivo de mantener una
'versación.
'<¡Algunas personas hacen preguntas para demostrar interés
tras esperan que los demás digan voluntariamente lo que
en. Algunas personas hablan constantemente para ani-
a otras a hacerlo. Otras esperan que se les pregunte. Si
55
Mary espera.que le pregunten y John espera q.üe ella hable, ella
jamás lo hará, y ambos se echarán la culpa por el desequilibrio^
resultante. i
j
3. E l arte de la queja ritual \
59
pr qué no decim os lo que querem os decir
El metamensaje de la afinidad
64
eanos. Cualquiera podría comprarle lo que usted desea para
■■^Cumpleaños, si se lo dijera. De hecho, usted mismo lo
ippx-aría, si fuese el regalo (el mensaje) lo que realmente
portara.
JfeLo que importa en realidad es el metamensaje: la prueba de
ue la otra persona le conoce lo suficientemente bien como para
aginar lo que le gustaría, y tanto se interesa que le dedica
m.po para adquirirlo.
/Nancy había mencionado su intención de comprar un par de
"íantes de trabajo, que se vendían en la tienda de la ciudad. Se
tió estafada cuando, para su cumpleaños, Thomas le obse
dió esos mismos guantes: había pedido a sus vecinos que los
praran por él cuando fueran en coche a la ciudad. Nancy
tió que Thomas se debería haber tomado el trabajo de pensar
algo que a ella le gustara y tendría que haberlo elegido y —
mprado— él mismo.
-Los cumpleaños, como las Navidades, son situaciones propi
as para la desilusión, a causa de la importancia que asigna
os, a los metamensajes implícitos en los obsequios que recibí-
s de nuestros allegados. Pero los rodeos funcionan muy bien
*|á mayoría de las situaciones, si la gente se pone de acuerdo
re cómo usarlos.
Una mujer griega explicó cómo se comunicaban ella y su
dre (y luego su esposo). Si ella deseaba hacer algo, como ir a
,’ar, tenía que pedir permiso a su padre. Este nunca decía
no. Pero ella podía distinguir, por su manera de decir que
|¡i era realmente eso lo que quería significar. Si decía algo así
. o “Sí, por supuesto, ve”, entonces ella sabía que él pensaba
« era una buena idea. Si decía algo así como “Si lo deseas,
, des ir”, entonces ella comprendía que él no pensaba que
j 'e una buena idea y no iba. Su tono de voz, expresión facial
dos los elementos del estilo de conversación le daban
‘cios sobre cómo se sentía su padre con respecto a la salida
glla.
"Tor qué no le decía simplemente que pensaba que no
ría ir? ¿Por qué no era franco? Pues bien, él se Lo decía,
íun modo que era claro para ambos, En la medida en
i-pueda siquiera hablarse de franqueza en los hábitos de
comunicación, cualquier sistema que logre transmitir el signi
ficado es franco.
Es fácil ver que el padre griego prefería no parecer autorita
rio. Es más quizá no se sintiera así, quizá creyera sinceramen
te que no decía que no, que su hija decidía no ir por su propi
voluntad. Cuánto mejor es tener una hija que elige portarse
bien, que una que simplemente obedece. Y quizás incluso la hija
prefería que pareciese que era ella quien había decidido no ir;
De hecho, quizá sintiera que estaba eligiendo, ya que en
realidad su padre nunca le decía que no podía ir. Cuánto mejo
es decir actuar bien que ser forzado a obedecer. Por lo tanto,
los rodeos en la comunicación entre ambos contribuían a 1
apariencia, y probablemente también a la sensación de afini
dad.
66
rma franca, o espera señales y esquemas indirectos, diferen-
. , la situación se presta a malentendidos.
•Imagine que una prima greco-norteamericana que habla
. 'ego llega a visitar a la familia. Le pregunta a su tío si puede
- a un baile y él dice sí de la forma como su hija siempre
mprende que quiere decir que no le agrada mucho la idea. La
rima entiende su respuesta ambigua en su significado literal
'va al baile. Es como hablar distintos idiomas mientras se cree
# V -' ;
LO BROMEABA
67
fé..'
Si usted se fija en sus palabras, podría concluir que Moe no'
está diciendo lo que quiere decir. Sin embargo, en realidad lo'
dice realmente, que es mucho más que la información que se da
a entender. Aunque no lo diga, es evidente que ese juego sexual
sin llegar al coito le hace sentir físicamente incómodo. Que su,
malestar físico no es intolerable se demuestra por sus bromas,
al respecto y por el hecho obvio de que —contrariamente a lo
que dice— es capaz de caminar.
Por otra parte, hay un metamensaje de buena voluntad en
el buen humor de Moe. Que pase por la rutina de la misma
broma con regularidad, de forma tal que se convierte en un°;
especie de broma familiar, crea una sensación de relación!
continua e íntima entre ambos protagonistas. Este es el fenó
meno de “nuestra canción”: la existencia de una historia y
asociaciones compartidas testimonian la intimidad y la real
zan. Es por eso que es penoso oír las palabras o la canción!
después de que la persona se ha ido o la relación se ha roto: nos
hace recordar que hemos perdido la intimidad, como un sonidcj
suspendido en el aire sin nadie para oírlo. En cierto sentido u“
idioma ha muerto: ése que dos personas crearon y utilizaron e
algún momento de sus vidas.
68
Or—, es grato para ambos y envía un metamensaje de afinidad,
hablante se. siente hábil por haber lanzado una pelota en
” ra, el oyente también se siente así por haberla atajado. Pero
¡no se ataja la pelota —si golpea a alguien en la cabeza o vuela
era de la cancha— nadie está contento. El juego de pelota de
¿comunicación se suspende temporalmente.
70
los todos en nuestras mentes. Seleccionar palabras para
ir e información para dar siempre supone elegir entre vas-
_/posibilidades. La acumulación de los detalles que se eligen
' sentan algunos aspectos de la verdad, que inevitablemente
ifican u omiten oíros. Es imposible decir toda la verdad.
¿FRANQUEZA NO ES SUFICIENTE
71
tas. Al no ofrecer información pertinente por sí mismo, e
profesor daba la impresión de estar ocultando algo. Y sin em
bargo, no estaba siendo falaz; simplemente omitió- establecer
algunas cosas que eran obvias para él, pero no para los otros.
Por eso, una razón por la cual no podemos resolver el
problema de los rodeos en la conversación siendo francos, es
que existen siempre presunciones no declaradas —tanto por
parte del hablante como del oyente— que pueden no armoni
zar. No las manifestamos con precisión, porque son presuncio
nes: por definición, ideas que no se manifiestan porque se dan
por sentado. No somos conscientes de las presunciones hasta-
que se presenta evidencia indiscutible de que no se comparten..
Un ejemplo muy sencillo al respecto surgió cuando Ross;
llamó a Claire y la invitó a cenar.
72
.ocurrió preguntar porque supuso que lo sabía. Ninguno se
^rebeló y dijo “¿ d e q u e e s t a h a b l a n d o ?” Continuaron ignorando el
aspecto extraño y las interpretaciones que idearon para expli
carlo, hasta que Claire oyó algo que no pudo interpretar en
Absoluto: Kegent Street veintidós veintidós.
^ Como todos caminamos a lo largo de la vida por un sendero
Jindividual, muchas veces la información que supone uno, no la
^imagina el otro. Si resulta que no se comparten las presuncio-
ínes, más tarde nos pueden culpar—o podemos culparnos—por
sno haberlas manifestado. El derecho a permanecer callado es
inútil en la conversación. Pero no es habitual ni posible exponer
todas las presunciones que son la base de todo lo que decimos,
l i cuando surgen problemas, a menudo no podemos averiguar
cuál fue la conversación específica que los originó, sin tomar en
Cuenta las presunciones sobre las que se basan, que nos
llevaron por mal camino.
73
Pero no es tan simple. A pesar de que tenía trabajo para
hacer, se hubiera ofendido si su mujer le hubiese dicho que no
quería que fuese. ¿A usted le alegraría que sus mejores amigos
no le invitaran a una fiesta, sólo porque justo esa noche usted
tiene otros planes? Que tenga o no otros planes es una cosa: cosa
propia, una cuestión del mensaje. Que lo inviten o no es otra
cosa: un metamensaje sobre los sentimientos de ellos hacia
usted.
¿Y si Emma tratara de colocar el metamensaje dentro del
mensaje diciendo "Te amo y amo tu compañía, pero deseo
conversar con Ruth a solas”? Esto funcionaría en algunos casos,
pero sólo en aquellos en que ambas personas aprueban un
nuevo sistema y esperan que se articulen tales metamensajes.
Este sistema funciona no porque sea directo sino porque es
compartido. Hay un metamensaje de afinidad al utilizar un
sistema especial que los dos aprueban: “Hablamos el mismo
idioma”. En este caso, también cuenta el placer de aplicar o
romper reglas, que envía el metamensaje “Estamos tan unidos
que no precisamos hacer cumplidos. Podemos decirnos cosas
que la mayoría de la gente no se diría”.
Pero tal método no funcionará en absoluto con alguien que
no ha adoptado este nuevo estilo, porque las personas creen
más en los metamensajes que en los mensajes. Si el esposo de
Emma considera que es ofensivo que le digan que su señora no
desea que las acompañe, no le consolará la protesta de ella
“Pero te amo”. Incluso puedo oír toda clase de implicaciones:
por ejemplo, que ella desea hablar sobre él o que no confía en sus
habilidades sociales. ^
74
I. e en Houston, y le mencionó que el jueves estaría allí por
jcios. Albert dijo: “¡Fantástico! Cenemos juntos el jueves
la noche. ¡Lo dejaré libre!”. Ruth sintió una presión en su
pecho —un signo de que las cosas estaban tomando un rumbo
que no deseaba— pero comenzó instintivamente a cambiar sus
jílanes para acomodar este cambio. Podría ver a Emma el
viernes por la noche.
¿Por qué Ruth no dijo sencillamente “no” a Albert? No estaba
preparada para desviar su ofrecimiento porque su manera de
facerlo la tomó desprevenida. Ruth esperaba que él hiciera un
vago ofrecimiento como “¿Piensas que tendrás tiempo para
pernos?”. Luego ella hubiese respondido: “Espero que sí, tal vez
para almorzar el jueves o el viernes. Te haré saber cómo
archan las cosas”.
"
¿QUIEN ES MANIPULATIVO?
76
Pero ninguna, a nivel consciente, trata de forzar a la otra a
nada. Ambas intentan hacer que la situación parezca normal.
El peligro —y la inexactitud— de un término como “manipula-
tivo” es que .culpa a otros por la manera cómo nos sentimos al
responder a ellos.
77
tenemos en mente, probando las aguas internacionales antes
de comprometernos demasiado: una forma normal de equili
brar nuestras necesidades con las de otros. En vez de soltar
nuestras ideas abruptamente y dejar que caigan en cualquier
parte, hacemos sondeos, percibimos las ideas délos demás y sus
potenciales reacciones a las nuestras, y damos forma a nues
tros pensamientos mientras seguimos hablando.
La belleza y las trampas del lenguaje son dos caras de la
misma moneda. Una palabra que se dice, un pequeño gesto,
pueden tener significado más allá de su sentido literal. Pero
pueden pasarse por alto señales sutiles y recogerse un signifi
cado distinto del que se pretendía transmitir, y eso puede ser
válido o no. Nuestro poder de comunicar tanto con tan pocas
palabras inevitablemente acarrea el peligro de la mala comu
nicación.
Si los demás responden de manera extraña a lo que decimos,
quizá queramos tratar de exponer nuestras intenciones de
forma más directa en ciertas situaciones. Y al saber que otros
a menudo no son francos, o por razones de estilo de conversa
ción pueden no querer decir lo que les oímos decir, podemos, en
algunas situaciones y con determinadas personas, solicitar
una aclaración. Pero debemos advertir que ciertas personas se
sentirán desafiadas si se cuestiona lo que quisieron expresar,
y todo intento de hablar sobre modos de conversación hará que
otras se sientan incómodas. Por lo tanto, lo más importante es
simplemente tener en cuenta que los malentendidos son natu
rales y normales, que no son signos de que suceda algo malo al
interlocutor, o que la relación esté en peligro.
Otra forma de enviar metamensajes, las señales y los enfo
ques lingüísticos, que comunican indirectamente, es cuando
suministran un marco para lo que decimos. Este es el tema del
capítulo siguiente.
78
5
C onstruyendo y reconstruyendo
79
palabras que decimos, para construir cada manifestación como
seria, graciosa, fastidiosa, colérica, amable, ofensiva, irónica y
así sucesivamente. Estas pequeñas estructuras transitorias
reflejan, y crean estructuras más grandes que identifican las
actividades que se desarrollan. Por ejemplo, las manifestacio
nes que se construyen para dar información contribuyen a la
construcción de una actividad más amplia: la “enseñanza”.
Fastidiar y decir piropos puede ser parte de un marco mayor;
“cortejar”. Y dar consejos puede formar parte de ser protector.
Todo lo que esté relacionado con el modo de decir algo contribu
ye a establecer la base que da forma a nuestras relaciones.
La construcción sólo puede hacerse de forma indirecta, a
través de metamensajes. Si usted trata de designar una estruc
tura, indirectamente invoca otra distinta. A veces nos sentimos
humillados por la aparente consideración de los otros, porque
su interés origina una sutil y poco grata reconstrucción de
nuestros mundos. Cuando las estructuras que se manifestaron
y se percibieron están en conflicto, nos sentimos paralizados,
atrapados en lo que Bateson denominó el doble vínculo. Para
ocupamos de la reconstrucción que nos pone incómodos, pode
mos abordar el problema de forma franca, metacomunicándo-
nos, o indirectamente, contrarreconstruyendo. Muchos de nos
otros, por instinto, nos quedamos en las estructuras que otros
armaron; algunos, también por instinto, les ofrecemos resis
tencia. La mejor propuesta es reconocer cuándo nos sentimos
reconstruidos y aceptarlo o resistimos de acuerdo con la situa
ción.
Veamos más de cerca estos aspectos de la construcción.
80
dicho?”. Ella es hipócrita: “No me lo has preguntado”. Y conti
núa para acusarlo: “No te importa lo que yo deseo. Siempre
hacemos lo que tú deseas de todos modos”.
Según Jay, Mónica nunca dice lo que quiere hacer y luego se
enoja cuando no lo consigue. ¿Qué se supone que sea él, un
adivino? No puede imaginarse que, en realidad, ella sí sabe lo
que desea, pero no quiere imponérselo sin antes percibir lo que
él quiere. Cuando ella pregunta dónde podrían ir a cenar,
espera que él responda en forma vaga (por ejemplo, “¿Qué te
apetece?”) y le pase la pregunta a ella. Así ella podría contar con
algo un poco menos vago, “ Nada que sea muy pesado” o
“Almorcé tarde”. Preguntar dónde le gustaría ir a cenar a él es
un modo de comenzar una negociación en la cual ambos
indicarían lo que apetecerían y hasta qué punto, de manera que
podrían ponerse de acuerdo sobre algo que satisficiera a ambos.
Pero en lugar de una negociación, ella oye una exigencia de Jay
sobre lo que él desea.
Mónica, por su parte, no puede imaginar que cuando Jay
nombra un restaurante, sólo está aportando una idea: es su
modo de comenzar una negociación. Al mencionar un restau
rante, Jay sugiere, no exige. Como ella espera que una negocia
ción comience en forma vaga y luego se entre de lleno en ella,
y él espera que comience en forma específica y se concluya, ella
nunca tiene oportunidad de decir lo que desea y lo culpa a él por
no interesarse; él piensa que ella no sabe o no dirá lo que desea,
y que siempre lo está forzando a decidir.
Cuando Mónica pregunta, “¿Dónde te gustaría ir a cenar?”
no agita una bandera que dice p r e g u n t a : p r im e r p a s o e n u n a
n e g o c i a c i ó n Cuando Jay aporta el nombre de un restaurante, no
sostiene un estandarte que dice s u g e r e n c i a : p r im e r p a s o e n u n a n e -
g o s ia c ió n . Sin embargo, ésa es la manera en que manifiestan
lo que dicen: cómo están construyendo su conversación. Nues
tras palabras ño vienen con i n s t r u c c i o n e s d e u s o . No ponemos a
nuestras expresiones una etiqueta con el nombre de la estruc
tura a que pertenecen. Si lo hiciéramos, tendríamos un párrafo
de estructuras para cada palabra en la conversación, y precisa
ríamos construir la estructura como tal, en retroceso infinito.
81
LAS. ESTRUCTURAS NO TIENEN NOMBRE
82
dirigiera al animal con un acento sureño. Eric dijo que siempre
empleaba ese acento cuando hablaba al perro y además lo
demostró, “Como cuando le digo: ‘¡Ve y busca esa pelota!”: El
perro, que todavía se encontraba cerca de él, no comprendió las
palabras “Le digo” y, por lo tanto, no percibió esta estructura
como una cita: “Ilustro lo que digo al perro cuando deseo jugar
con él”. En su lugar, interpretó lo que oyó como una invitación
a jugar y comenzó a correr alrededor de la habitación buscando
algo para llevarle. (Escogió un sapo muerto.)
Hay situaciones en las cuales los seres humanos también
tienen dificultades para identificar las estructuras. Tal situa
ción se presenta en la escritura. En ésta, no podemos utilizar
señales de la conversación, entonces debemos rotular, o dé
alguna manera hacer señales con una bandera, sobre nuestros
cambios de estructuras: con encabezados de sección, frases de
transición y palabras introductorias como “En resumen” o
“Para comenzar”, Al hablar, no necesitamos esas etiquetas
para las estructuras, porque identificamos los cambios orales
de estructura por la calidad de nuestra voz. Esa es la razón por
la cual, al leer la transcripción de una conversación, es difícil
determinar cómo se quiso decir algo. (Esto tiene implicaciones
significativas para los procedimientos legales que dependen
del registro de testimonios o transcripciones de grabaciones
palabra por palabra, de una conversación, como evidencia.)12
Si componemos las oraciones en la cabeza y luego escribimos
las palabras que podíamos haber dicho, todos los elementos de
la calidad de la voz (tono, ritmo, entonación) se pierden, como
quizá también la estructura que permite a otros saber cómo
queremos decir lo que decimos. Ese es el motivo por el cual a
menudo se malinterpretan las cartas. El significado de las
palabras es claro, pero un lector suele perderse la actitud del
escritor con respecto a ese significado y hacia la persona a quien
se dirige, ¿es una actitud excéntrica, afectuosa, fastidiosa,
burlona?
Una profesora estaba calificando un trabajo escrito por una
alumna particularmente buena, con la cual tenía una relación
amistosa. En clase, la profesora había destacado la importan
cia de la necesidad de limitar los trabajos al número de páginas
83
permitido. La estudiante se habíá atenido al límite de páginas,
pero el número de palabras era muchísimo más alto pues había
impreso su trabajo en una procesadora de palabras que tenía
tipos muy pequeños. En sus comentarios escritos, la profesora
escribió una broma: “El uso de la procesadora es una forma de
hacer trampas”. La estudiante perdió una rtoche de sueño, sin
tiéndose acusada seriamente de haber querido engañar a la
profesora. Si ésta hubiese hecho su comentario en persona, la
estudiante hubiera advertido, por la sonrisa y la actitud amis
tosa de la profesora, que la acusación era una broma.
Guando algo significativo está enjuego, la mayoría de las
personas prefieren tratar sus asuntos por teléfono a escribirlos
y hablarlos personalmente a hacerlo por teléfono. Intuyen que
cuando es importante enterarse del significado de lo que usted
dice, tiene una mejor oportunidad de hacerlo con una determi
nada calidad de voz, y aún mejor si además usted emite señales
no verbales con su expresión facial, sus gestos y su postura para
formalizar el significado.
Cuando una estación de radio prueba su sistema de alarmas,
debe articular el sonido en forma muy explícita: “Esto es una
prueba. Esto es sólo una prueba”. El peligro de que la audiencia
pierda la estructura, se comprobó cuando Orson Welles leyó por
radio La guerra de los mundos, de H. G. Wells. Muchos oyentes
que habían sintonizado esa onda de radio luego de haber
comenzado el programa, creyeron que estaban oyendo la noti
cia auténtica del fin del mundo. Si hubiesen comenzado a leer
la obrapor la mitad, no se hubieran asustado, porque el libro,
físicamente, estructura sus palabras como ficción. Para estruc
turar, la radio sólo depende del habla.
A veces, los lectores pierden una estructuración explícita,
incluso impresa. Así, un hombre que no estaba habituado a leer
The New York Times cuando leyó un ejemplar en casa de un
amigo, levantó la vista de su lectura con pánico y dijo “Este
diario es desconcertante”. Había leído una predicción sobre el
inminente fin del mundo, sin advertir el recuadro de la página
ni las palabras PROPAGANDA PAGA en un ángulo.
SACANDO PROVECHO DE LAS ESTRUCTURAB
AN UNCIOS Y CHISTES
85
malinterpretarse nuestra conversación cuando ho tenemos la
intención de hacer que los demás lleguen a conclusiones erró
neas. Como otras formas de rodeos, la construcción constituye
tanto la coraza como la parte más vulnerable de la comunica
ción.
POSICION
86
correos y preguntó si tenía alguna posibilidad de recibir su
correspondencia. El hombre que atendió el teléfono dijo “¡No
señora!”. Ella preguntó: “¿No habrá ninguna entrega de corres
pondencia expresa?" El dijo, de modo autoritario y con. una
sonrisa irónica: “¡No, señora! Todo lo-que esté aquí permane
cerá aquí y lo que no esta., no está. Nada entra ni sale”. Su tono
indicaba que esto era obvio. Ella se estaba irritando. “Pues
bien, ¿no podría ir y recogerla?” “¡No!” dijo él con brusquedad,
llegando su enojo al punto más alto, “La oficina de correo está
cerrada. La única razón por la que estoy aquí es porque no pude
volver a casa ayer por la noche.” Ante eso, la frustración de
Anne se desvaneció. Dijo: “Oh, lo lamento. Es amable de su
parte contestar el teléfono”.
Cuando Anne oyó que alguien atendía el teléfono se estable
ció la estructura “abierto para trabajar”. Pero para el empleado
postal varado en su oficina, la estructura obvia era “cerrado”.
El hecho de haberle dicho que no había podido regresar a su
hogar la noche anterior, no sólo dio a Anne la información
necesaria sobre la estructura del empleado, sino que también
cambió la posición desde la cual éste se dirigía a ella: desde
“empleado no servicial” a “de persona a persona”.
La posición es un término empleado por el sociólogo Erving
Gofíinan para referirse a un tipo de estructura que identifica la
relación entre los hablantes. La misma información puede
comunicarse con diferentes posiciones y efectos radicalmente
distintos. Imagine a un hombre que insiste en que no puede
permitir que usted utilice la piscina si no tiene su carnet,
diciéndole “¿Cómo sé que usted no está tratando de pasar
furtivamente?”. Imagine la diferencia de efecto si él le dijera
“Desearía poder dejarlo pasar. Yo tampoco pienso que esa regla
tiene sentido, pero no puedo ir en contra de las normas”. En la
última instancia, la posición entre el supervisor de carnets y el
cliente es “usted y yo contra el sistema”. En la primera, es “yo
y el sistema contra usted”.
Los cambios de estructura como éste pueden mejorar o
empeorarlas cosas. Una profesora universitaria llegó al pólide-
portivo de la universidad donde enseña y descubrió que no
tenía su carnet de identificación. El estudiante que estaba de
87
turno a l a entrada insistió en. que no podía pasar sin él. La
profesora explicó quepertenecía al cuerpo docente, que nadaba
con regularidad y que su colega, otro miembro del cuerpo
docente que estaba con ella, podría identificarla. El estudiante
sostuvo que debería buscar su carnet nuevamente porque sin
él no le permitiría entrar.
La profesora buscó en su cartera en vano. Finalmente, le
recordó que una vez que se había olvidado el carnet, el estu
diante de tumo simplemente había introducido su número en
la computadora. Entonces el joven dijo que él también iba a ha
cerlo, pero si la obligaba a buscar su carnet primero, lo pensaría
dos veces antes de olvidarlo nuevamente. Esto cambió la es
tructura de “cumpliendo con mi deber” a “dándole una lección”.
Dadas las diferencias de rol, esta estructura pone al estudiante
en una posición insolente con respecto a la profesora.
ROMPIENDO LA ESTRUCTURA
89
comentar con tenacidad mis intentos por acortar sus largas res
puestas.
Al acobardarme cada vez más por las largas interrupciones
y desafíos a mi credibilidad, comencé a hacer chistes a costa de
ellos. Finalmente, respondí a un comentario particularmente
destructivo —la observación desdeñosa del hombre al afirmar
que las personas que malinterpretan lo que se dice no son muy
inteligentes— con una explicación apasionada, magníficamen
te articulada y razonada. Destaqué el error de comparar los
modos dé hablar con atributos tan cargados de valor e infunda
dos, como la inteligencia. Sólo mis amigos más íntimos hubie
ran reconocido mi mayor fluidez y elocuencia como un signo de
enojo. Al finalizar la conferencia, me sentí como un vencedor
después de la batalla: exhausta y agotada emocionalmente,
pero aliviada por haberme impuesto.
A pesar de todo, a la mañana siguiente tomé conciencia de
que no había manejado bien la situación porque había perma
necido en la estructura que ellos habían armado: una batalla
que me involucraba con ellos como el centro de atención y los
catapultaba desde un numeroso auditorio al escenario central.
Cada vez que respondía en detalle a sus ataques, reforzaba esa
estructura y los animaba a disparar otra. Lo que tendría que
haber hecho era quebrar su estructura, ya sea metacomunicán-
dome —hablando en forma directa sobre lo que estaba suce-
diendo— o cambiarla indirectamente.
METACOMUÑICAGION
90
intenciones. Inclinándose hacia adelante desde su asiento de
primera fila, había protestado: “¡Seguramente, si usted es una
persona sensible, ve la impresión que está haciendo, y si no
coincide con lo que se propone, entonces cambia lo que está
haciendo!”. Podría haber preguntado entonces si ella tenía
buenas intenciones al desbaratar mi conferencia, mostrarse
descortés y alterarme. ¿Había notado ella que estaba causando
esa impresión? ¿Se consideraba ella una persona sensible?
Pero llamar la atención sobre el aspecto destructivo del
comportamiento de ambos, hubiese reforzado la estructura de
batalla nombrándola y abriendo la confrontación, Hablar sobre
mi reacción personal la hubiera agravado y me hubiera presen
tado en una postura más vulnerable de la que era congruente
con mi rol de conferenciante. En otras palabras, el hecho de
metacomunicar cambia la estructura, pero también la sustan
cia, haciéndola protagonista de la nueva metacomunicación. El
hecho de metacomunicar envía por sí mismo un metamensaje
de participación: como llamar a alguien para decirle que no se
desea hablar con él nunca más.
Otra forma de abandonar la estructura hubiese sido: “Hay
setenta y cinco personas en este salón. Ustedes ya han formu
lado muchas preguntas; demos a algunos de los otros una
oportunidad*’. Esto cambia la estructura sin nombrarla. De
este modo, podría haber restablecido el control sin poner
énfasis en el problema específico (“Estoy manejándo este es
pectáculo y usted me está fastidiando”) pero ejerciendo un
control desvinculado (al dar a todos la oportunidad de formular
preguntas). Esta reconstrucción podría bloquear nuevas inte
rrupciones e impedir que la pareja siguiera acaparando el
centro de atención, como un derivado en lugar del foco de la
reconstrucción.
91
Ofrecí una charla a un pequeño grupo de psicoterapeutas. Lejos
de atacar mis afirmaciones, se adhirieron a ellas con entusias
mo. Tomaron mis ideas y las reconstruyeron en términos
psicológicos: por ejemplo, <fYa veo lo que usted quiere decir; él
fue hostil”. Desgraciadamente, lo que se ofrecía como un es
pectáculo de comprensión era en realidad la prueba de su
ausencia. Mi punto consistía precisamente en que la conducta
que erróneamente se veía como hostil era, en realidad, un acto
bien intencionado en un estilo diferente.
En ese contexto se desarrolló un tipo de reconstrucción aún
más poderoso. Decidí utilizar mi experiencia de la noche ante
rior para demostrar el concepto de estructuras, como acabo de
hacer aquí. Cuando terminé de explicar lo que había sucedido
y antes de proceder a analizarlo, lapsicoterapeüta sentada.a mi
lado, tocó mi hombro y dijo: “Representemos eso”, ¡Este gesto
reconstruyó la interacción, poniéndome en el papel de paciente
y a ella en el de mi terapeuta!
Metacomunicarse en este caso sería decir; “¡Eh, no soy su.
paciente!”. Resistir la reconstrucción sin nombrar la estructura
sería decir: “Espere, no he terminado de hablar sobre estos
ejemplos”.
Es tan frustrante ser elogiado .como s.er criticado.si sentimos
que el elogio está basado en una estructura que no nos perte
nece, como la queja en <&nQÓn JCillingme softly. “contando
toda mi vida con sus palabras”. Deseamos contar nuestras
propias vidas con nuestras propias palabras. Y es frustrante ser
ayudado (como yo fui “ayudada” para representar una interac
ción que me había resultado difícil) si esa ayuda establece una
posición con la cual no nos sentimos cómodos. No es divertido
que nos abracen si el ¿brazo nos corta la respiración.
92
dres durante lás vacaciones de Navidad. Cuando se despidió de
sus amigos Julián y Barb, Barb le dio una palmadita afectuosa
en el brazo y le dijo con una sonrisa: “No tienes que ir hasta
Londres para no estar sola en Navidad. El año próximo puedes
pasar la Navidad con nosotros”.
Marjorie le agradeció el gentil ofrecimiento. Pero se sentía
destrozada. Reconstruyó su excitante viaje a Londres como un
intento patético por evitar estar sola en esa fecha. Sin embargo,
como la reconstrucción se hizo por un gesto aparentemente
generoso, no pensó objetarlo. Aunque hubiese pensado en ello,
hubiera callado, porque cualquier objeción podría introducir
un tono contencioso en el hasta entonces armonioso intercam
bio.
Tal comunicación es confusa porque constituye un doble
vínculo: el conflicto entre el mensaje y el metamensaje. El
mensaje dice “Nosotros somos tus amigos; deseamos que seas
feliz”. El metamensaje dice “Pobrecita”, y eso hace que uno se
sienta así de desdichado.
En otra oportunidad, Maijorie estaba esperando la visita de
su amiga Caroline que era, como Maijorie, una próspera
corredora de bolsa. Cuando le mencionó a Sophia que Caroline
se quedaría en su casa, Sophia dijo: “Oh, bueno, tendrás
oportunidad de averiguar lo que piensa”. Estas palabras re
construyeron la visita amistosa de una igual como una situa
ción en la cual Marjorie era la agraciada beneficiaría de la
visita de un superior, lo cual era insultante porque, reducía el
rango de Marjorie. Pero el insulto no está en la proposición, está
en la suposición sobre la que se basa: en otras palabras, en la
construcción.
Un grupo de amigos cena en un restaurante. Suelen probar
la comida entre ellos, en especial si es algo delicioso. Karen
ofrece a Laura un pequeño trozo de su pato asado y Laura lo
acepta. Luego ella ofrece a Karen un pequeño trozo de sus
escalopes y Karen lo rechaza diciendo en tono conciliador: “Tú
no tienes muchos. Son para ti”.
De repente, Laura se siente como un cerdo porque está
acaparando su propia comida. Karen rechazó el ofrecimiento de
Laura de un modo que construyó su negativa como magnáni
93
ma, y el hecho de que le acabaran de ofrecer pato asado
resaltaba esta cualidad. Karen parecía implicar que deseaba
probar los escalopes pero se abstenía de hacerlo para no
quitarle comida a Laura. (Quizás Karen en realidad estaba
esperando que Laura insistiera en su ofrecimiento.) La autén
tica magnanimidad hubiese consistido en pretender no desear
nada, así Laura podría comer todos sus escalopes sin sentir que
privaba a Karen de probarlos.
La magnanimidad de Karen, construida con el modo como
rechazó el ofrecimiento, es la base de la clásica postura de “la
madre martirizada” (“No te preocupes por mí; sólo me sentaré
quieta en la oscuridad”). Es un ardid irónico por el cual usted
desea ser magnánimo, pero también el mérito de serlo: y
atribuirse el mérito por ser magnánimo reconstruye la conduc
ta del otro, según la cual lo priva a usted. No es necesario
interpretarlo como intencionalmente destructivo por parte de
los que inspiran culpabilidad. Es suficiente que quieran dejar
constancia de su magnanimidad. La reconstrucción de la con
ducta del otro es un derivado de esa estructura.
94
cida por eí conductor: "Yo le permito pasar a usted”. Ella acelera
su ritmo para devolver gentileza por gentileza, al evitar que el
conductor espere más de lo necesario. El instinto del hombre lo
hace resistir la estructura del conductor y sustituir la propia:
“No, yo soy quien le permito proseguir a usted".
En tanto que podría parecer como si el derecho a proseguir
diera ventaja a uno, eso ocurre sólo a nivel del mensaje. En el
nivel del metamensaje, el que decide tiene la ventaja, sin
importar quién prosigue. Esta es la razón por la cual muchas
mujeres no se sienten autorizadas por privilegios tales como
mantener las puertas abiertas para ellas. La ventaja de pasar
primero es menos destacable para ellas que la desventaja de
que les sea otorgado el derecho a pasar por alguien que está
construido, por su magnánimo gesto, como el árbitro del dere
cho de paso.
La mayoría de nosotros tiende a resistir o a ceder a las
estructuras. Aquellos que en forma instintiva se resisten a las
estructuras armadas por otros, tienden a detenerse brusca
mente cuando se sienten presionados..Los que en forma instin
tiva se acomodan dentro de ellas, tienden a ceder cuando se
sienten presionados. Es más probable que respondamos de
acuerdo con nuestros hábitos, que con los datos específicos de
la situación.
Deberíamos aprender a responder de un modo o de otro —ir
con la estructura o resistirnos— según la situación. El primer
paso hacia este ejercicio de control es reconocer cuándo nos
sentimos incómodos dentro de las estructuras donde nos colo
caron y comprender los modos de conversar que determinan la
construcción. El segundo es practicar métodos para resistirse
a esa construcción o para cambiar las estructuras cambiando el
estilo de conversación. En algunos casos, incluso puede ser útil
metacomunicarse: hablar sobre la estructura, empleando o no
el término.
95
LAS ESTRUCTURAS SON DINAMICAS
96
mmmm
6
Poder y solidaridad
98
¿QUE HAY EN EL NOMBRE DE PILA?
99
estuviese bloqueado por otro hombre con un traje de tres
piezas. Quien de forma consciente intenta ser amistoso, puede
ser visto como alguien que pretende destacar su rango, si no
tiene reciprocidad o no coincide con la manera de ser amistoso
de una persona de igual rango social.
Las mujeres, con frecuencia, quedan atrapadas en las ga
rras de esta paradoja. Se las llama por el nombre de pila y se las
toca mucho más a menudo que a los hombres. Los conductores
de debates, los moderadores de paneles, los estudiantes y otras
personas se dirigen a los hombres que tienen el doctorado en
filosofía, diciéndoles "doctor” muchas más veces de lo que lo
hacen con las mujeres con el mismo título. Es habitual para los
extraños —agentes de viajes, vendedores, empleados de pedi
dos telefónicos— llamar por el nombre de pila a todas sus
dientas. En cierto sentido, esto expresa condescendencia, es
dedr, falta de respeto. Así como las personas se sienten libres
de tocar, dar una palmadita y llamar a los niños por su nombre,
también se sienten más libres de usar estos signos amistosos
con las mujeres.
Pero no es menos cierto que las personas que tratan a las
mujeres de esta forma, lo hacen para ser amistosas; emplear
“señorita” o “señora” sonaría extraño, como todo lo que va
contra las costumbres. Muchas mujeres prefieren que las
llamen por su nombre, porque el hecho de utilizar el rango y el
apellido pone distancias. Y a las mujeres les molesta esto, más
que a los hombres.
10.0
mujeres quizá sí), sintió que la colocaban en un rango inferior
por la forma íntima de dirigirse a ella. Dijo al extraño: "Gracias,
pero no me llame cariño”.
Esta réplica enfadó al hombre, que comenzó a balbucear y
finalmente la acusó: “¡Seguro que su esposo la llama ‘cariño’ y
eso a usted le encanta!”. Este era, precisamente, el caso. El no
era su esposo, entonces no debería dirigirse a ella como podría
hacerlo su cónyuge. Pero el gesto del hombre sí había sido
amistoso, así que el hecho de que ella se ofendiera le había
parecido injusto. El daba el metamensaje de solidaridad al
llamarla “cariño”.16Ella reaccionaba al metamensaje de con
descendencia.
Lamentablemente, no existe un término para que el hombre
demostrara sus sentimientos amistosos sin ser condescendien
te. “Compañero”, “amigo” o “chico” no serían apropiados para
una mujer. Todos los términos tradicionales que expresan
afecto hacia las mujeres tienen una connotación condescen
diente precisamente porque se utilizan sólo para las mujeres.
Esta es la razón por la cual es frustrante tratar con mujeres (u
otros que sean diferentes) en ambientes en los cuales se está
acostumbrado a tratar sólo con hombres. Las formas que
tradicionalmente se emplean para hablar con los hombres
parecen descorteses, pero las que se emplean con las mujeres
implican no acordarles el mismo respeto que un hombre recibi
ría. El doctor que da una palmadita en el brazo a su paciente o
enfermera diciendo "¿Cómo está usted hoy, Sally?”puede tener
sinceras intenciones de ser afectuoso y amistoso. Pero puesto
que el paciente o la enfermera no pueden darle una palmadita
en el brazo y preguntarle “¿Cómo está usted hoy, Richie?”, hay
un (posiblemente no intencionado) metamensaje de superiori
dad en el gesto del doctor. Las formas de demostrar interés o de
acercarse —usar el nombre de pila, tocar y preguntar sobre la
salud— son también, paradójicamente, expresiones de supe
rioridad, lo cual es condescendiente.
Muchos de nosotros, al enfrentar metamensajes tan varia
dos, rechazamos la condescendencia e ignoramos el interés o
agradecemos el interés e ignoramos la condescendencia, lo
mismo que cuando miramos un dibujo paradójico: no podemos
101
retener ambas imágenes al mismo tiempo. Pero ambas están
allí. Sentir enojo por la condescedencia o agradecimiento por el
interés equivale a ignorar la mitad de la comunicación.
NEGANDO EL PODER
102
de pila o a utilizar otros signos de familiaridad. (Como se acaba
de explicar, las mujeres que ocupan estos cargos a veces sienten
que esta prerrogativa les fue usurpada.) El mismo acto de
otorgar permiso para representar un papel de igualdad coloca
en una situación de superioridad. Y aquellos que lo conceden
para usar algunos signos de rangos equivalentes, con seguri
dad tienen fuerte convicción sobre las libertades que no debe
rían tomarse. Una profesora a quien no le importaba que sus
estudiantes la llamaran por su nombre de pila y empleaba una
conducta amistosa más que profesional, se molestó, sin embar
go, cuando un estudiante la felicitó por la distinción académica
que acababa de recibir y remató su alabanza con una palmadita
en la espalda mientras se reía entre dientes, y cuando otro
estudiante, al pedirle ella que le alcanzara algo, le respondió
con una broma; “¡Di por favor, ricura!”.
La solidaridad rebaja el poder. No podemos tenerlo de
ambas formas. El trabajador social que busca que una pandilla
lo acepte renuncia a su autoridad. Mientras preserve su auto
ridad o el derecho a invocarla en circunstancias extremas, la
pandilla no puede aceptarlo como un igual.
Las muestras de solidaridad por parte de quien se percibe
como con rango superior pueden desencadenar una explosión y
parecer condescendientes. Ser informal para demostrar solida
ridad hacia quien parece tener un rango menor, también puede
desatar una explosión y parecer insolente. Y el primer caso
puede invitar al segundo. Las diferencias de rango se expresan
y mantienen por las formas de hablar, pero también se las
puede invocar sin intención, porque éstas envían metamensa-
jes sobre el rango de los interlocutores. .
103
interacción social con quienes no conoce bien es muy difícil para
él. Al no saber cómo acercarse a los demás, se para a un lado y
desvía su mirada, dando la impresión de ser inaccesible. Luego
se siente ofendido cuando nadie le habla. Lo que se percibe
como una muestra de poder es en verdad una falta de solidari
dad. Lejos de sentirse demasiado bueno para todos, en verdad
no se siente lo suficiente.
AMBICION
108
Un modo cínico de considerar esta conducta es que el político
finge interés para lograr respaldo y, fundamentalmente, votos.
Las películas y la TV fundamentan este punto de vista: un
político habla por teléfono mientras su asistente rápidamente
le entrega una tapeta. Tomándola, el político vocifera en el
teléfono: “¡Fue un placer hablar con usted! ¡Cariños a Mary y a
la pequeña Jennifer! ¡Encantado! ¡Encantado!”
Pero esta euforia bien podría ser sincera. El modelo para tal
manipulación es la persona que en forma espontánea complace
a los demás recordando sus nombres y detalles sobre ellos, y en
realidad disfruta tomando contacto personal, aunque efímero,
con un vasto número de personas. Toda conducta que pueda
fingirse es efectiva porque algunas personas la manifiestan con
naturalidad. La gente ambiciosa puede motivarse por diferen
tes combinaciones del deseo de poder y solidaridad.
109
Ben: Lasko, pero tiene pequeñas porciones de aren
que y hay una razón: una vez el hombre me dijo
que era el mejor. Es arenque de Nueva Escocia.
Bill: ¿Por qué es el mejor?
Ben: Porque proviene de aguas frías. Porque el pesca
do de aguas frías es siempre...
Max: [?] cuando ellos... uh.., cállate.
Ethel: Mmmm.
Ben: El pescado de aguas frías e s...
Ethel: Oooo, Max, coma un trozo.
Ben: Este es el mejor que jamás haya probado.
Ethel: Geschmacht. Mmm. Oh, es delicioso. Ben, alcán
zame una servilleta, por favor.
Bill: Déjame cortar un poco de pan.
Ben: ¿No está bueno?
Ethel: Delicioso. Geschmacht, Max.
Max: ¿Cómo?
Ethel: Geschmacht. Max, un trozo.
Max: No quiero.
Ben: Sentirá apetito... Mejor coma algo porque sen
tirá apetito antes de que lleguemos allí.
Max: ¿Y?
Ben Vamos. Coma. No quiero que enferme.
Max: Cuando llegue allí comeré algo.
Ben: ¿Eh?
Max: Cuando llegue allí comeré.
Ben: Sí, pero es mejor que coma algo antes. ¿Se echará
un ratito y tomará una siesta?
Max: No.
Ben: Vamos, ¿No se echará y tomará una siesta?
Porque yo sí lo haré.
Max: [?]
Ben: ...en un minuto. Está bueno. En realidad está
bueno.
Ethel: Mmm.
Ben: Honestamente. Vamos.
Max: Yo no [?]
Ben: [?] Por favor, no quiero que enferme.
110
Max: Yo no me enfermo.
Ben: Ooh, eso es tan...
Ethel: Es una especie de...
Ben: Una característica... Una característica...
Ethel: .. .hace picar la lengua, ¿no?
Beh: Mmm, Tal vez deberíamos llevar uno... llevar
uno a casa.
Bill: ¿Dónde lo compraste!
Ethel: Alpha Beta [por aquí]
Bill: ¿Justo aquí?
Ethel: Mmm.
Bill: Hm.
Ethel: Hm... será mejor que pongas más en el plato,
Ben, Sé bueno y vacía este plato allí y luego te lo
llenaré otra vez.
Ben: Sí, ya sé.
Ethel: Gracias.
Ben: Max no sabe lo que se está perdiendo.
Bill: El sabe.
Ben: No quiero que enferme. Quiero que coma.
111
que “hacerlos reconocer que no pueden forzarlo a hacer cosas,
o lo convertirán en su hijito”.
Lo que para Ethel y Ben se estructura como solidaridad
(cuidar a Max), para él es una muestra de poder (tratarlo como
a un niño pequeño). Lo que para él es un ejercicio de indepen
dencia (“Puedo comer lo que quiera”), es para ellos una falta de
participación (no tiene a nadie que lo cuide). Todos permanecen
dentro de sus propias estructuras, por lo tanto quedan todos
atrapados en una estructura en forma de espiral, en medio de
una batalla de voluntades.
UN ACTO DE MALABARISMO
112
Las dimensiones y los procesos de la conversación que se han
descrito hasta ahora operan en toda comunicación: las señales
y los esquemas de la conversación envían metamensajes sobre
la participación y la independencia que trabajan indirectamen
te para construir nuestra conversación, y expresar y negociar
nuestras relaciones con el otro, incluso haciendo juegos mala
bares con el poder y la solidaridad relativos que suponen esas
relaciones. Estos procesos operan en todas las conversaciones,
pero se ven con mayor claridad, y sus efectos son mucho más
frustrantes, en las conversaciones que tienen lugar a lo largo
del tiempo, en el hogar. En la Tercera Parte se muestra cómo
se agotan estos procesos del estilo de conversación en las
relaciones con los íntimos: miembros de la familia y parejas.
113
III
HABLANDO EN EL HOGAR:
ESTILO DE CONVERSACION
ENTRE LOS INTIMOS
7
Por qué las cosas em peoran
117
provocación mutua de las diferencias de estilo es que deseamos
con gran intensidad que la comunicación en el hogar sea
perfecta. Las relaciones primarias han reemplazado a la reli
gión, al clan y a la mera supervivencia como los cimientos de
nuestras vidas, y muchos de nosotros (en especial, pero no sólo,
las mujeres) hemos llegado a considerar la comunicación como
la piedra angular de esos cimientos.
Para colmo de males, el agravamiento de la comunicación es
lo contrario de lo que esperamos. Pensamos de la persona con
la que hemos estado mucho tiempo: “Debería entenderme si
todos los demás lo hacen”. Sentir que esta persona no nos
comprende es desconcertante, no por las pequeñas frustracio
nes (comer en el restaurante equivocado o perderse la fiesta),
sino por el metamensaje inherente a la relación: “Si después de
todo este tiempo seguimos sin entendernos algo funciona mal
en nuestra relación”. Y aún más doloroso: “Si a ti, a quien he
mostrado mi ser más auténtico, no te gusta lo que ves, entonces
debe ser horrible”.
Todo esto quiere decir que el lugar común fíSi se aman,
pueden resolverlo”, no es necesariamente cierto. En cambio,
cuanto más se amen, más irrealistas serán sus expectativas de
perfecta comprensión y más penoso el metamensaje de su falta.
Y ésa es la razón por la cual, a su vez, tantas personas, al
descubrir que no pueden resolverlo, concluyen que no se aman
—o quizá con menos lógica— que nunca se amaron.
Otro modo de la realidad de las relaciones que a veces no
satisface nuestras expectativas es que esperamos, por medio
del matrimonio, prolongar los placeres del noviazgo. Pero en
esta etapa, usted comienza desde una posición de distancia y
busca signos de que la otra persona desea acercarse. Bayo tal
aumento, los pequeños signos toman un enorme —y maravillo
so— significado. En las relaciones a largo plazo, usted comien
za desde una posición de cercanía y está a la expectativa de
signos de que la otra persona desea alejarse. Por el mismo
proceso de aumento, es probable que usted encuentre lo que
busca.
En el libreto de Scenes from a Marnage, de Ingmar Berg-
man, Johan y Marianne se encuentran años, después de su
118
divorcio. Marianne pregunta: "¿Por qué estamos dicien
la verdad ahora? Yo sé. Porque no hay exigencias”. No es q
alguno de los dos haya mejorado o madurado, sino simpleme
te que su situación ha cambiado. Al no estar casados j
necesitan menos el uno del otro y del metamensaje de afinid.
perfecta.
Después de haber estado saliendo juntos aproximadamen
un año, Dennis le señaló a Jean: “Al principio sentí que pod
decirte cualquier cosa. Ahora ya no creo que pueda”. Luego i
imaginó por qué: “Supongo que al principio podía decírtelo toe
porque no teníamos nada que perder. Ahora tengo temor c
causar problemas diciéndote cosas que no te agraden”. Esta (
una de las razones básicas por la que las cosas empeora]
Cuanto más cerca se encuentre de alguien, y cuanto mé
tiempo lo haya estado, más tendrá que perder cuando comienc
a hablar.
119
más energía a los metamensajes. Por lo tanto, nuestras expec
tativas sobre los beneficios de la honestidad difícilmente armo
nizan con la realidad de la comunicación.
Estas expectativas y realidades se aplican a las relaciones
internacionales así como también a las personales. El concepto
de conferencia cumbre entre jefes de Estado se basa en el su
puesto de que una exposición extensa lleva a un mejor enten
dimiento. Por ejemplo, en un artículo del Newsweek se señaló:
“Los defensores del proceso cumbre sostienen que, aunque no
produzca resultados sustanciales, las sesiones mejoran la com
prensión entre los líderes”.
Pero en los asuntos internacionales, como también en los
privados, la realidad se opone de forma abierta a nuestras
expectativas (que permanecen alegremente inalteradas por la
realidad). Así, el artículo continuaba: “Pero «Jimmy Cárter y
Helmut Schmidt se vieron en cuatro cumbres sucesivas, y su
mutuo desagrado sólo se hizo más profundo”.
Aun si los miembros de diferentes culturas no se desagra
dan, no hay razón para esperar que coincidan en las interpre
taciones de lo que se ha dicho. Otro artículo de Newsweek 18
agregaba:
120
cada uno trató de respetar lo que el otro, deseaba, y no 1
importaba si no satisfacían sus propios deseos porque
sentían felices por haberse conocido y deseosos de agradarse
. uno al otro. Si terminaban haciendo lo que querían, el otro i
se enteraba, y ambos se sentían satisfechos por darle el gus
al compañero. Si se descubría la verdad, se reían del asunto
lo atribuían al proceso de conocerse uno al otro.
En las primeras etapas de su relación, Ronnie y Bru<
sentían que los malentendidos eran de esperarse. Poder hablí
sobre ellos parecía una muestra de buena voluntad y afinidí
paulatina, que con seguridad evitaría los malentendidos en
futuro. Pero el futuro se transformó en un presente lleno t
malentendidos, y el hecho en sí de que continuaran llegó a s<
motivo de consternación.
Al mismo tiempo, al vivir en pareja, Ronnie y Bruce tuviere
que tomar más y más decisiones teniendo en cuenta los desee
del otro, hasta que la vida pareció una serie infinita de pi
queñas negociaciones. Cuando éstas se tornaban complicado
y confusas, cada uno tendía a culpar al otro, no a la situación
al proceso de comunicación.
En las relaciones perdurables, las pequeñas frustraciones s
apilan de manera acumulativa cuyo efecto es una gran frustr¡
ción. El amor (en contra de la sabiduría y la opinión populare!
no excluye sentirse frustrado con respecto al otro. Todo 1
contrario, cuanto más tiempo de sus vidas compartan de
personas, mayor oportunidad tienen para observar el compoi
:tamiento del otro y desaprobarlo, en especial cuando todo lo qu
uno haga afecta la vida del otro.
Si las diferencias de estilo causan malentendidos, cada un
de ellos proporciona pruebas para llegar a conclusiones negE
tivas sobre el otro: ella no es razonable, él no colabora; ella e
desconsiderada, él es egoísta; ella es agresiva, él es insociabl<
Y toda nueva prueba puede engrosar rápidamente la bolsa y
colmada de las pequeñas quejas de los dos.
Comunicarse a lo largo del tiempo origina la expectativa d
queel qtro se comportará de determinadas formas. El hecho d
esperar algo hace que usted lo vea antes de que suceda real
mente. Querer prevenir ataques previsibles en el camino, ;
121
menudo lo deja a usted solo en el sendero próximo al camino
blandiendo una espada en el aire.
122
Mike: Estás haciendo una montaña de nada.
Ken: la estás haciendo!
123
con yogur” con ese mismo significado. Por lo tanto, oyó a
Ken primero exigiéndole aceite y vinagre, luego exigiéndo
le condimento con yogur, y por último ordenándole que lo ti
rara. Veía a Ken poniéndose más autoritario minuto a minu
to.
Por su parte, Ken no podía comprender por qué Mike se
negaba en forma obstinada a preparar el condimento pa
ra ensalada que deseara, preparaba uno que no quería, se
negaba a tirarlo cuando no le gustaba cómo había quedado y se
ponía de malhumor, en tanto Ken se esforzaba por ser agrada
ble.
Como Mike y Ken solían hablar a su manera, seguían
surgiendo diferencias de estilo. Mike hallaba más y más prue
bas de que Ken era exigente, egoísta y lo. humillaba; Ken
hallaba más y más pruebas de que Mike era temperamental e
hipérsensible. Ken hería los sentimientos de Mike veinte veces
al di a y Ken sentía que no podía abrirla boca sin decir algo fuera
de lugar sin intención. Todos estos malentendidos —que ellos
no los consideraban como tales, sino como defectos de la
personalidad o falta de interés del otro— socavaron su sincero
amor e hicieron de la vida cotidiana juntos una serie de
desilusiones y ofensas. Finalmente, se separaron.
Mike y Ken nunca supieron en realidad cómo terminaron
discutiendo sobre el condimento con yogur. La sensación de no
saber qué hizo estallar las cosas es inuy común y alienante. El
escritor Georges Simenon escribió en su diario: “No sé lo que
dije que desató una crisis. Las palabras son como gotas de ácido
sobre una quemadura”. Con frecuencia, concentrarse en las
palabras que se dijeron impide comprender.qué hizo desatar
una crisis, ya que la culpa no la tienen las palabras sino el tono
de voz, la entonación e implicaciones y suposiciones que no se
manifestaron.
CISMOGENESIS COMPLEMENTARIA
124
ideséos^^Por qué me atacas cuando yo soy gentil contigo?
ticáTiicaméiite^ al tratar de recuperar la buena voluntad perdi-
da,exhibían formas más y más exageradas de la propia conduc-
•táfqtíe causaba una reacción negativa en el otro. Ken se mostró
más'matLdón y Mike más temperamental, como respuesta a las
reacciones'del otro, al carácter autoritario y a la hipersensibi-
lidad- Gregory Bateson denominó a este proceso “cismogénesis
complementaria”: un proceso por el cual dos personas manifies
t a formas de conducta más y más extremas, que desencade-
nan en el otro manifestaciones de conducta incongruente, en
uoa espiral que irá empeorando la situación eternamente.
-IfeíMarjirr Gatherine Bateson brinda esta explicación de la no
ción?de;cismogénesis complementaria, de Gregory Bateson:19
126
admitir cosas que ella prefería reconocer gradualmente, tuvo el
efecto de hacerqueMinam se mostrara más vacilante, indirec-
:ta y evasiva ai hablar con Liz. Ese fue precisamente el tipo de.
í disiipsitivo verbal que sacó de quicio a Liz e hizo que deseara
tomarla -Miriam por el cuello y sacudirla para que fuese al
grano.:
128
S a
c h a r la en la relación íntima:
de é l y de ella
130
V j- ' -
131
relación, el barómetro que debe utilizar son los metamensajes:
qué y cómo se dice.
Todos podemos advertir estas señales, pero que les preste
mos o no atención es otra cuestión: la de estar sensibilizado
para captarlas. Una vez que usted está sensibilizado, no puede
desconectar sus antenas; permanecerán alertas.
Al interpretar el significado, es posible captar señales que no
se enviaron de forma intencionada, como una inocente banda
da de pájaros en una pantalla de radar. Los pájaros están allí
—y las señales que captan las mujeres están.allí— pero pueden
no significar lo que el intérprete cree. Por ejemplo, Maryellen
mira a Harry y le pregunta "¿Qué sucede?”, porqué él había
fruncido el ceño. Como Harry sólo estaba pensando en el
almuerzo, la pregunta preocupada de ella hace que él piense
que lo éstá inspeccionando.
La diferencia de enfoque con respecto a los mensajes y los
metamensajes puede brindar a hombres y mujeres distintos
puntos de vista sobre prácticamente todo comentario. Harriet
se queja a Morton: “¿Por qué no me preguntas cómo me ha ido
hoy?”. El responde: “S i tienes algo que decirme, dímelo. ¿Por
qué hay que invitarte a haqerlo?”. La razón es que ella desea el
metamensaje del interés: la prueba de que él se interesa por có
mo le fue a ella, sin que importe si ella tiene o no algo.que decir.
Es sorprendente que los pronombres causen muchos proble
mas entre hombres y mujeres. Estas últimas con frecuencia se
ofenden cuando sus compañeros utilizan “yo” o “a mí” en una
situación en la que ellas utilizarían “nosotros” o “a nosotros”..
Cuando Morton anuncia: “Yo pienso dar un paseo”. Harriet
siente que no.ia invitan específicamente, a pesar de que más
tarde Morton alega que hubiese sido bienvenida si lo hubiera
acompañado. Ella se ha sentido excluida por el uso del “yo” y la
omisión de la invitación “¿Te gustaría venir?”. Pueden percibir
se los metamensajes en lo que no se dice así como también en
lo que se dice.
Es difícilaclarar estos malentendidos, porque cada uno está
convencido de la lógica de su propia posición y de la falta de
lógica ^ o irresponsabilidad— de la del otro. Harriet siempre le
pregunta a Morton cómo le fue y ella jamás anunciaría ‘Yo voy
132
a caminar”, sin invitarlo para qué la acompañe. Si él le habla
de manera diferente, debe ser que se siente diferente. Pero
Morton no pensaría que Harriet no lo ama si no le preguntara
sobre cómo le ha ido, y se sentiría libre de preguntar “¿Puedo ir
yo -también?” si ella dijera que salía a dar un paseo. Entonces
él no piensa que ella tiene razón para percibir respuestas que
él sabe que no daría.
133
Mientras la obra prosigue, Jake y Louise intensifican estos
patrones:
134
aún-menosiprobable que ella se concentre en el punto que él
plantea y más probable que preste atención a su condescenden-
cia.
• Lo que empuja a Jake y Louise del enfado a la furia es su
diferente perspectiva sobre los metamensajes. La negativa de
él a admitir que sus palabras tienen implicaciones y alusiones
niega la autoridad de ella sobre sus propios sentimientos. Los
intentos de ella por interpretar lo que él no dijo y poner el
metamensaje dentro del mensaje, hacen que él piense que ella
quiere poner palabras en su boca: negando la autoridad de él
sobre su propio significado.
Sucede lo mismo cuando Louise dice a Jake que Edie lo está
manipulando:
“HABLAME”
136
■hombres mencionan, esa causa con mucha menos frecuencia.
Gomo los matrimonios son parte en la misma conversación,
¿por qué más mujeres que hombres demuestran mayor insatis
facción con ella? Porque lo que esperan es diferente, así como
también la importancia que asignan a la conversación en sí
misma.
Primero, consideremos la queja “No me habla’'.
i'
138
fin de mantener su propia historia y su posición en el grupo. Su
charla suele ser competitiva porque trata habitüalmente sobre
quién es el mejor en qué.
DE NIÑOS A ADULTOS
142
política» la historia o el funcionamiento de las cosas. La
mujeres a menudo perciben el relato de los hechos como uní
disertación que (para ellas) no sólo no tiene un metamensaje di
afinidad, sino de condescendencia: yo soy el maestro, tú eres e
alumno. Yo soy erudito, tú eres ignorante.
Una tira cómica del New Yorker muestra esta escena —
probablemente el origen de un millar de tiras cómicas (y de un
millón de conversaciones)—■durante un desayuno: el maride
lee el diario mientras la esposa trata de conversar con él. El
marido dice: “¿Quieres conversar? Compra un diario. Conver
saremos sobre las noticias que traiga”. Es divertido porque
todos saben que el contenido del diario no es justamente sobre
lo que la esposa desea hablar.
144
Saber si es y cómo es probable que relatemos los hechos, más
tarde ejerce influencia sobre si y cómo prestamos atención
cuando suceden. Cuando las mujeres escuchan y participan en
las conversaciones, saber, que pueden comentarlas más tarde
hace que tiendan a prestar atención a loque se dice y a cómo se
dice exactamente. Como los hombres no están acostumbrados
a hacer esos comentarios, es menos probable que presten
mucha atención en el momento. Por otro lado, muchas mujeres
no suelen prestar atención a las explicaciones y hechos cientí
ficos porque no esperan tener que exponerlos en público, así co
cino los que no están acostumbrados a divertir a otros contando
chistes, no “pueden” recordar aquellos que han oído, a pesar de
que escucharon con suficiente atención como para divertirse.
Entonces las conversaciones de las mujeres con sus amigas
las mantiene en forma para hablar sobre sus relaciones con los
i hombres, pero muchos hombres llegan a tales conversaciones
sin entrenamiento alguno y con una desagradable sensación de
que en realidad no se destacan en el tratamiento de esos temas.
145
En las conversaciones entre amigos que no son amantes, los
pequeños malentendidos pueden pasarse por alto o diluirse en
los intervalos del trato. Pero en el contexto de una relación
preliminar, las diferencias no pueden ignorarse y la olla de
presión del trato continuo mantiene a ambos cociéndose a fuego
lento en el aceite hirviendo de pequeños malentendidos acumu
lados. Y con seguridad las diferencias de estilo causarán ma
lentendidos, no, irónicamente, en los asuntos relacionados con
el hecho de compartir valores e intereses o comprender la
filosofía de vida del otro. Se puede hablar y concordar en estos
temas amplios y significativos, y sin embargo, palpables. Es
mucho más difícil lograr congruencia —y mucho más sorpren
dente y angustiante que difícil— en las simples cuestiones
diarias del ritmo y los matices automáticos de la conversación.
Nada en nuestra experiencia o en los medios publicitarios (la
contraparte actual de la religión o de las enseñanzas de los
abuelos) nos prepara para este fracaso. Si dos personas com
parten tanto en términos de puntos de vista y valores básicos,
¿cómo es que a menudo se enredan en peleas sobre asuntos
insignificantes?
Si usted se encuentra en esa situación y desconoce que
existen diferencias en el estilo de conversación, supondrá que
algo malo le pasa por haber elegido a ese compañero. En el
mejor de los casos, si usted no es rencoroso y tiene una menta
lidad generosa, puede absolver a los individuos implicados y
culpar a la relación. Pero si usted sabe que hay diferencias en
el estilo de conversación, puede aceptar que- también habrá
diferencias en los hábitos y suposiciones sobre cómo mantener
una conversación, expresar interés, ser considerado y otros
puntos. No siempre puede usted interpretar de forma correcta
las intenciones de su compañero, pero sabrá que si tiene una
impresión negativa, puede no ser lo que se ha pretendido, y
tampoco sus respuestas son infundadas. Si él dice que en
realidad está interesado aunque en verdad no lo parezca, quizá
deba usted creer lo que él dice y no lo que usted percibe.
En ocasiones, explicar las suposiciones puede ser de ayuda.
Si un hombre comienza a decir a una mujer qué hacer para
resolver su problema, ella puede decir: “Gracias por el consejo,
146
4pero en realidad no deseo que me digan lo que tengo que hacer.
| Sólo deseo que escuches y digas que comprendes”. Un hombre
¿ podría querer explicar: “Si te desafío, no es para demostrar que
Sg^tás equivocada; es sólo mi modo de prestar atención a lo que
jm e estás diciendo”. Ambos pueden tratar de modificar sus
Diodos de hablar o de aceptar lo que hace el otro, o ambas cosas.
, Lo importante es saber que pueden ser en realidad buenas lo
que parecen malas intenciones, expresadas en un estilo de
||cpnversación distinto. Debemos dejar de lado nuestra convic-
; ción de que, como lo manifestó Robin LakoíT: "El amor significa
no tener que decir nunca: ‘¿Qué quieres decir?’ ”.
9
E l ín tim o com o crítico
148
'acertado, aunque no tan importante, no tan elocuente. Pero las
apersonas aceptan, responden, hacen eco, ríen y, en general,
'aprecian los intentos desatinados que otros hacen durante la
’ conversación, porque reconocen la demostración de interés, el
, deseo de participar. Sólo somos hipercríticos de nosotros mis
mos (“¿por qué dije eso? Qué tonto de mi parte”) y de las
personas más próximas a nosotros.
No nos autocriticamos abiertamente, o si lo hacemos, el
efecto es encantador: otra muestra del deseo de agradar. Pero
si criticamos a otro, el efecto es cualquier cosa menos encanta
dor, El hecho de señalar a alguien como incompetente social,
hace sentir incómodos tanto a los espectadores como a la
persona criticada.
SARCASMO
150
que él había sentido como éxito> ella lo reestructuró como
fracaso.
LA CRÍTICA EN EL ELOGIO
LA ACTITUD CRITICA
152
V-1 -
“¡DILO BIEN!”
153
evacuadora de desperdicios, que tiene una alergia mortal al
papel). Mientras ella tira con fuerza de la cuerda para levantar
las persianas, él le ruega repetidas veces y en vano que tire sólo
una vez para trabarla. Tanto Jim como Bea están convencidos
de que hay un modo correcto y otro incorrecto de proceder, pero
Bea concentra su crítica en el modo de Jim de tratar a la gente
(a ella, en particular) y él se concentra en cómo trata ella los
objetos de la casa.
El lenguaje es un sistema de conducta formado por la firme
creencia sobre lo que está bien y lo que está mal. La crítica que
muchas mujeres (y algunos hombres) hacen a sus compañeros
es por emplear una gramática incorrecta, y por no utilizar las
palabras precisas, a pesar de que en ambos casos se emplean
las expresiones tal como se hace en el lenguaje coloquial. Por
ejemplo, Steila critica a Chuck por usar dobles negativos y la
contracción am'í, y Saul critica a Rose por llamar homo a la
estufa, o decir: “Me siento molesta” cuando él piensa que
debería decir “irritada” (agravando así la irritación de ella).
Gorregir el uso del idioma es una manera de desviarse del
tema, un mecanismo de atención que ya se ha mencionado con
anterioridad. En un cuento de Charles Dickinson,23 una mujer
ha esperado todo el día a que regresara su marido para
comentar su cita con el maestro de su hijo, que él se perdió
porque tuvo que trabajar hasta tarde:
154
porque él escucha expresiones que son un tanto incorrectas;
“Miente como un guante” en lugar dé “Miente como una
alfombra"; “sopló” para decir “robó”, que él considera que
debería ser “arrebatar”;“pon tus diez centavos”en lugar de “dos
centavos”; “echarse firmes”, sobre lo cual él dice “simplemente
no es castellano”. El resultado es que Louise cree que Jake
piensa (su sospecha es correcta) que ella no es suficientemente
brillante para él. Puede ser verdad que lo piense. Muchas
personas consideran que el correcto manejo del idioma es un
signo de inteligencia, actitud que en verdad no tiene fundamen
to. Pero es un hecho corriente la pequeña alteración en las
expresiones comunes, que no traba la comprensión.
La tragedia de todas estas formas de crítica es que hacen que
se piense que a uno no lo escuchan o no lo quieren, y la sensación
de incompetencia que engendran puede durar más tiempo que
los argumentos y las discusiones que la produjeron.
-•V--HAZLO
. A MI MANERA
155
le tocó con suavidad el brazo y la corrigió: “El hecho de que
estemos en nuestra luna de miel no tiene nada que ver con la
forma en que cambiaron nuestro vuelo”. “Lo sé”, dijo Barbara,
mirando hacia abajo. Sintió que la habían descubierto haciendo
algo malo.
Pero su mención de la luna de miel no era incorrecta. Le
producía alegría al decirlo; y la señora también se alegraba de
oírlo, todo lo cual contribuía a la relación que estaban entablan
do. Glen .no hubiese dado esa información, pero tampoco hubie
se comenzado una conversación con un extraño. La base de su
crítica significaba “No lo estás haciendo a mi manera”.
Como muchos matrimonios pasan gran parte de su tiempo
juntos en un marco social, es probable que se escuchen unos a
otros contar historias e intervenir en otros tipos de charla so
cial. Lamentablemente, la conversación con fines sociales es un
área en la que hombres y mujeres suelen diferir. En consecuen
cia, se producen muchísimas oportunidades para censurarse
mutuamente. Y las diferencias entre varones y mujeres se ven
agravadas por todas las otras diferencias de estilo en el uso de
las señales y los esquemas que se han tratado en el capítulo 3.
Después de escuchar el comentario de Dorothy acerca de la
magnífica cena a que han asistido, Don revela su furia, acusán
dola de haber querido sobresalir. Dice que ella habló en voz muy
alta, no prestó atención a lo que decían los demás y no les dio
—en particular a él— la oportunidad de conversar. “Eres un
niño grande”, le dice ella, “puedes decir algo si tienes algo que
decir”. El replica: “Necesitas una palanca para entrar en esas
conversaciones". Otras veces, cuando ella demuestra interés
con un invitado al formularle muchas preguntas, más tarde
Don se queja dé que ella lo ha interrogado, al margen de haber
manifestado éste fastidio o no.
Según Don, hacer preguntas personales es obviamente
descortés; según Dorothy, es obviamente amistoso. Para él,
una buena conversación tiene ritmo lento; para ella, el ritmo
debe ser rápido. Según ella, las superposiciones en voz muy alta
que se producen en la conversación significan entusiasmo.
Según él, son un signo de que nadie está escuchando. Sabiendo
lo que ahora sabemos sobre los estilos de conversación, vemos
que ni uno ni otra tienen o dejan de tener razón. Pero ambos lo
ignoran. Y Dorothy sabe que sus intenciones son buenas; ¿cómo
puede su esposo interpretarlas tan mal? Se siente traicionada
porque la está atacando la persona que se supone es su mejor
aliado.
Irónicamente, los compañeros se creen con derecho, e inclu
so llamados, a corregirse precisamente por ser aliados. Mucha
de la crítica de los íntimos surge del deseo de mejorar al
compañero por su propio bien y porque consideramos que ellos
nos representan ante el mundo. Como todos tenemos nuestros
propios modos de hacer las cosas, las oportunidades de corre
girnos son ubicuas.
157
En el final de la novela de Anne Tyler, Dinner at the
Homesick Restaurant, un hombre anciano, B.eckTull, explica a
su hijo adulto por qué abandonó a su esposa (y niños) años
atrás:
“Ella me cansó".,. “Oh, al principio”, dijo Beck, “pensa
ba que yo era maravilloso. Deberías haber visto su ros
tro cuando yo entraba en la habitación... Cuando tu
madre y yo nos casamos, todo era perfecto. Parecía que
yo no cometería errores. Luego, poco a poco supongo
que vio mis defectos. Vio que estaba demasiado tiempo
fuera de casa y no era suficiente apoyo para ella, no
prosperaba en mi trabajo, engordaba, bebía demasia
do, hablaba mal, comía mal, vestía mal, manejaba mal
el coche”.
Este párrafo da un sentido del efecto acumulativo de la
crítica que va en aumento, tanto por las ofensas serias (no ser
suficiente apoyo y estar demasiado tiempo fuera de la casa),
como por las superficiales (vestirse y comer mal). Beck TulI se
casó con su esposa porque la admiración de ella lo hacía
sentirse de maravilla: la alegría de la proximidad. Pero una vez
que ella estuvo cerca, pudo ver su' debilidad, y entonces verse
a sí mismo con los ojos de ella, lo hacía sentirse muy mal.
Una forma de analizar esta situación es tener en cuenta que
el amor obsesivo nos vuelve ciegos con respecto a los defectos
del otro, y la proximidad nos permite verlo con claridad. Pero
la proximidad también nos enceguece de distinta forma. La
intimidad nos puede hacer ver más defectos de los que hay en
realidad, y también a veces verlos más grañdes de lo que son.
UN DISPARO EN LA NOCHE
158
Mientras la observa cocinar, comenta: “Oh, ¿pones tanta sal
a la sopa?”. Kate entiende que esto significa que le está
poniendo demasiada sal a la sopa, un comentario más en la
larga cadena de críticas durante la visita. Pero si Kate protesta,
la defensa razonable de su madre es: “Sólo estaba preguntando.
¿Por qué eres tan susceptible?”. Las preguntas, al igual que el
sarcasmo, son formas favoritas de crítica precisamente porque
son indirectas, como los disparos de un arma con silenciador. El
herido siente el efecto, rápido y seguro, pero la procedencia del
ataque es difícil de localizar.
No es fácil formular objeciones a los críticos, ya que el crítico
y el criticado se interesan en distintos niveles de interacción. La
atención del crítico se concentra en una acción a continuación
de la otra, no en una evaluación global de lapersona. Los padres
saben que aman a sus niños a pes ar de sus esfuerzos para lograr
que hagan mejor esto o aquello, o esto y aquello. Pero el cri
ticado reacciona al metamensaje “Eres una persona incompe
tente”.
Guando se formulan objeciones a los críticos, es probable que
nieguen (tal vez con sinceridad) la intención de criticar: “Sólo
estaba preguntando” o “sólo bromeaba”, o si no “no quise decir
nada”. Si admiten que un comentario implicaba una crítica,
entonces es factible que defiendan su validez: “Lo estabas ha
ciendo mal” o “Lo dije porque era verdad”. Y esto puede ser vá
lido desde el punto de vista del crítico, Pero no tiene en cuenta
el efecto sobre el criticado: en especial el efecto acumulativo,
159
Uno de los aspectos más destructivos de la crítica de los
íntimos es que el efecto puede ser perdurable. Josie pasó años
de su vida alegremente, sin tener en cuenta tanto sus innume
rables y pequeños defectos como sus hábitos: un tic nervioso
que a veces inserta en las pausas; gritar automáticamente
“¡Huy!” cuando apenas la tocan; un vello suave sobre el labio
superior; una tendencia a tragar su bebida cuando otros la
beben lentamente. Pero después de vivir con Andy, que cons
tantemente le informaba que estos y otros hábitos le resulta
ban ofensivos, estuvo condenada a verlos de por vida bajo ese
desagradable punto de vista. Después de divorciarse de Andy,
mantuvo esa visión negativa de sus peculiaridades grabada en
su opinión de sí misma y ensombrecida por una sensación
general de que era desagradable para los demás.
160
segunda mano suena peor de lo que sonaría cara a cara. Las
apalabras que se dicen sin que estemos presentes, al igual que
lias personas que conocemos sólo por su reputación^ parecen
más graves de lo que son en realidad. Es como si el hecho de
haber sido oído garantizara la veracidad del mensaje: lo que
' otros sienten en realidad pero que no nos dirían.
; ' Esta impresión es engañosa. La verdad, tal como emerge en
lina situación, no es la real sino uno de sus aspectos que se
refleja en esa situación. Al trasladaría a otra situación, se
[distorsiona. Lo que se dice a una audiencia determinada, casi
siempre está ideado especialmente para su consumo. Incluso,
^puede haber sido deducido por los mismos participantes. Sin
fip,tención, con nuestros propios comentarios, guiamos las con-
jversaciones por este camino o el otro, lo cual fuerza las respues
tas que obtenemos.
V Cuando al hablar con una persona criticamos a otra, la
:tención puede ser desahogarse sin dañar a nadie. Pero si el
Jcriticado se entera de la crítica, ésta aumenta su aspecto
^destructivo en lugar de disminuirlo. Como la crítica no se
\6xpresa directamente, persisten la queja y el rencor en la
Respuesta, sin abordarlos, confrontarlos, desenmascararlos o
descalificarlos por medio de la discusión.
$; Por ejemplo, un prometedor y joven erudito dio una diserta
ción en una reunión de su colegio profesional. Se alegró de ver
que uno de los líderes en ese campo —una mujer cuyos trabajos
jél había leído y admirado— estaba en la audiencia. Y comenzó
^regocijarse cuando su viejo profesor le dijo que esta autoridad
¡había venido para escuchar su disertación, porque ella había
pido comentarios sobre sus trabajos. Pero su placer pronto se
transformó en mortificación cuando el profesor prosiguió di
ciendo que esa persona se había decepcionado por lo que había
•scuchado.
Esta mortificación pudo haberse petrificado en una sensa
ción permanente de malestar asociado a la colega de categoría
uperior, si el joven profesor no hubiese encontrado y aprove
chado la oportunidad para preguntarle directamente. Ella dijo:
-.¿Pero no le mencionó que también dije que no se puede
f retender que se exponga todo en una disertación de doce
161
minutos?”. Esta modificación de la crítica pudo haberse expre
sado en el comentario original, o bien ideado en el momento
para suavizar el golpe, pero en cualquiera de ambos casos hizo
esfumar, la crítica y dejó abierto el camino para una relación
profesional constructiva. Cuando uno no tiene o no se produce
la oportunidad de confrontar el origen de la crítica, puede
persistir para siempre una sensación de odio hacia un colega,
amigo o relación, agriando el vínculo existente o impidiendo el
nacimiento de uno nuevo.
Si la crítica reiterada puede ser un elemento irritante en las
relaciones entre los profesionales y amigos, entre familiares
puede ser un verdadero veneno.
Vicki había recibido una carta de su madre en la que se
quejaba por la decisión de Vicki de no pasar la Navidad con la
familia. Vicki le respondió explicando sus razones y consideró
que el asunto estaba terminado. Poco tiempo después recibió
una llamada de su hermana Jíll, que tenía el sincero propósito
de apoyar a Vicki. Mientras le demostraba su apoyo, Jill le
informó que su madre la había llamado para discutir el proble
ma. Jill también le dijo cómo había defendido a su hermana.
Había dicho: “Pero, mamá, yo tampoco vine a casa durante mis
vacaciones pasadas”. Después citó la respuesta de su madre:
“Pero eso es diferente. Tú estás en la universidad”.
Ai repetir Jill el mensaje de su madre a.su hermana, su
intención era: “Mamá te ha juzgado mal, pero yo te he defendi
do”. Pero una serie de penosos metamensaj es eclipsaron este
mensaje bienintencionado. En primer lugar, Vicki comprendió
que lo que había dadopor solucionado, en realidad no lo estaba;
en cambio, su madre aún se sentía tan acongojada que tuvo que
comentarlo con otro. (Sabiendo que era probable que Jill
llamara a su hermana, mamá incluso pudo haber usado a Jill
para hacer llegar este metamensaje a Vicki). En segundo lugar,
Vicki se sentía herida y enojada por la comparación negativa e
ilógica con su hermana: si Jill aún está en la universidad,
debería estar más, no menos, obligada a.pasar la Navidad en
casa. Por otra parte, la imagen de su madre llamando a su
hermana para hablar sobre ellale sugería esta estructura: “Los
miembros de la familia tratando el problema familiar: ¡tú!”
162
Vicki tomó los comentarios de su madre relatados por Jill
como la verdad real, al igual que Jill. Y cuando su hermana los
repitió, después de todo repetía con exactitud lo que había
escuchado. Sin embargo, fue ella quien, sin advertirlo, hirió a
Vicki al repetir una versión de la verdad que había sido
esculpida especialmente para otra situación: la conversación
con Jill.
El enigma de la falta de lógica de la madre puede resolverse
si colocamos el comentario en el lugar de donde provino. Jill
provocó la comparación cuando ella misma se invocó como
ejemplo. Esto forzó a su madre a decir “Tú eres mala como ella”
o a proponer una razón —aunque carente de lógica— para
excluir a Jill de su crítica. -
Los hermanos, al igual que los miembros de cualquier grupo
muy unido, son propensos a esta deformación dé la crítica
porque su relación mutua constituye un páradigma de compe
tencia por la aprobación, que se remonta a Qsáfi y Abel. Y la
intimidad de los lazos familiares hace particularizante proba
ble que se repita la información, ya que el intercambio de
, información personal es un método para mantener ,la intimi
dad.
Se dio un caso similar entre otro par de hermanas: Lynn y
Alexandra. En determinado momento de sus vidas, Lynn
estaba saliendo con un hombre diez años mayor que ella, y
Alexandra con ún hombre diez años más joven. Mucho después
de haber dejado de salir con él, Lynn todavía albergaba un
sentimiento de dolor y resentimiento hacia su madre, porque
Alexandra le había dicho que su madre desaprobaba más la
situación de Lynn que la de ella.
Examinando la conversación de Alexandra con su madre, es
fácil observar como esta última llegó a hacer esa comparación.
Al oír que su madre expresaba preocupación por Lynn, Alexan
dra protegió a su hermana poniéndose ella en la línea de fuego:
“¡Pero mami, Tony es diez años más joven que yo! ¿Qué
diferencia establece la edad?” De repente, al tener qué incluir
o exonerar a la hija con la cual está hablando, mami elige
exonerarla: “Pero eso es diferente. Tú no tienes que preocupar
te porque él muera primero y te deje sola”. Hay razón, en este
163
contexto, para que mami mencione sus inquietudes sobre
el hecho de casarse con un hombre diez años más joven. No es
que mami haya mentido a Alexandra o que Alexandra haya
mentido a Lynn, sino que arrancar un aspecto de la verdad de
un contexto y transportarlo a otro altera su efecto y es probable
que tergiverse las intenciones del hablante original.
164
que cuando llegó a los oídos de Azis decía que las dos mujeres
estaban mortalmente ofendidas por su omisión. Así se vio
obligado a organizar un viaje a las cuevas que nadie que
ría hacer, y que terminó en el desastroso desenlace de la nove
la.
La imagen de otros hablando sobre nosotros es siempre
inquietante: un vistazo de un mundo en el que no somos los
actores principales sino meros temas de conversación. Por un
momento es como si no existiéramos, o como si existiéramos en
una forma drásticamente reducida.
El repentino placer de oír que nos han alabado a nuestras
espaldas constituye en parte, un súbito alivio: la liberación de
la tensión que causa el shock de saber que otros han estado
hablando sobre nosotros.
DOMINIOS ASEGURADOS
165
hierro: un instrumento desleal para intensificar el poder de
herir. Los críticos que juegan limpio evitarán los golpes dobles:
“Considero que estuviste mal y Morris también piensa asf\
Particularmente desleal es repetir la crítica y esconder su
origen —“Alguien dijo esto pero no puedo decirte quién” —
porque hace que el destinatario sospeche de todas las fuentes
probables y de muchas otras improbables. Quizá la herida más
cruel de todas sea la afirmación “Todos piensan así”, pues evoca
la imagen de una multitud que se reúne para conferenciar
sobre nuestras faltas.
Aquellos a quienes les resulta difícil evitar repetir lo que
oyen, pueden mostrarse prudentes en negarse a oír lo que
presienten que los pondrá en la difícil posición de decidir si lo
repiten o no.
También hay mejores y peores modos de comunicar crítica
de primera mano. Un tipo de crítica injusta es afirmar: “Siem
pre haces esto” en lugar de enfocar un ejemplo específico de una
acción. Algo que uno “siempre” hace no puede explicarse o
incluso preverse. Además, los críticos pueden tratar de restrin
girse a la crítica instantánea (en privado) o a la de breve
demora. Alguien que pierde la oportunidad de criticar en el
momento o poco después, puede descansar seguro de que la
conducta se repetirá. Si así no sucediere, entonces la crítica no
sería necesaria. Y hacerle recordar a alguien que hizo algo mal
agrava la herida, puesto que implica que se ha abrigado el
resentimiento a lo largo del tiempo.
CONSEJOS AL CRITICADO
166
como usted hizo algo, invita a una explicación más elaborada de
por qué el crítico piensa que usted lo hizo mal, y esto es probable
que provoque un ataque de cismogénesis complementaria.
Pero si usted dice “Que siempre me digan que hago las cosas
mal, me hace sentir como un error andante”, es más probable
que reciba una disculpa o por lo menos una negativa del deseo
de herirlo. Al menos, no invita a un aumento de la crítica.
Si los hablantes deberían evitar repetir críticas, los oyentes
deberían protegerse, cortando las repeticiones de lo que otros
dijeron sobre ellos antes de que se pronuncien. Si las oyen,
deben tener presente que lo oído no es la verdad real, sino una
de sus versiones: una versión distorsionada.
Finalmente, el criticado puede tratar de no reaccionar de
masiado. Era claro que Jake, en Grown ups, de Feiffer, tenía
una predilección perjudicial por criticar a Louise, pero asimis
mo establecía un aspecto interesante cuando se quejaba: "Para
ti, cualquier crítica es un golpe mortal”. Hay ocasiones en las
que un compañero necesita airear quejas legítimas. Temer
decir algo con el menor atisbo de crítica es como sentirse atado
y amordazado. Fomenta el crecimiento de la bolsa donde van a
parar las quejas no expresadas.
La crítica de los íntimos responde además a una técnica que
los científicos sociales han aplicado durante años. En una visita
reciente, la madre de Jennifer se dirigió al armario, sacó una
escoba y comenzó a barrer el piso de la cocina. Jennifer sintió
el familiar arranque de enojo por ser criticada de forma implí
cita. La indirecta de la calumnia sobre su manejo de la casa
parecía no mitigarlo, sino agravarlo. Pero luego Jennifer recor
dó su conversación conmigo y pensó: “Oh, lo está haciendo otra
vez”. ¡Sorpresa! El enojo de Jennifer se esfumó. Había dismi
nuido cu a n d o Jennifer retrocedió para transformarse en obser
vadora, en lugar de participar en el juego.
PREVENCION Y CURA
167
a lo largo de la vida se crea no sólo un aliado, sino un crítico de
primer plano, alguien en nuestro propio equipo listo para gritar
“¡Falta!" cuando una pelota pudo haber pasado fácilmente
como si hubiese estado dentro de las líneas; alguien que tiene
los informes confidenciales sobre nuestras debilidades pasadas
para aplicar en nuestro presente; alguien que nos observa tan
de cerca que nuestra menor imperfección aparece, por efecto de
una lente de aumento, de tamaño monstruoso.
Las pautas sugeridas para el tratamiento de los casos evi
dentes de crítica de los íntimos son útiles, pero la prevención
proverbial vale más que la cura. Quizá no seamos capaces de
eliminar el sentimiento crítico, pero deberíamos —en realidad
debemos— ser capaces de eliminar el acto crítico. Recurriendo
a la posición de observador, podemos registrar en nuestra
mente que Pat lo está haciendo otra vez, y mantener nuestra
boca cerrada.
168
IV
QUE HACER
172
que Laotra persona ha terminado o dejado pasar su tumo, ]
ra estar seguro de que no está sólo preparándose para de
- algo.
Si piensa que lo interrumpen constantemente, puede trai
de acelerar, dejando intervalos más breves entre su tumo y
de otro, y durante el propio. Y puede obligarse a no detenei
cuando otros comienzan a decir algo, sino hablar sobre lo q
ellos dicen. Si este recurso no funciona puede intentar empk
un signo no verbal para indicar que tiene algo que decir, co]
agitar su mano o inclinarse hacia adelante.
Si usted tiene conciencia del peligro de la cismogéne:
complementaria —el efecto de espiral al esforzarse emplean
más del mismo estilo— podrá resistir el impulso de continu
con el mismo ritmo, y tratar de modificarlo. Si se sier
desconcertado porque alguien le está formulando demasiad
preguntas en lugar de evadirlas, puede usted también form
larlas o elegir un tema que le interese y hablar sobre él. Pero
es usted el que está preguntando para lograr que otro hable
éste le responde con monosílabos o sonidos guturales, en vez
seguir preguntando puede ofrecer información o bien respet
el silencio de su interlocutor. No interesa cuál es el efecto;
hecho de variar su estilo de conversación por lo menos cambia
la interacción y frenará la espiral en donde quedan atrapad
los estilos incompatibles.
174
del comienzo de este semestre. A pesar de que George y yohabíamos estado
en contacto de vez en cuando, no volví a oír otra vez sobre Shawn y ni siquiera
me molesté en preguntar a George por ella.
El mes pasado, octubre, me sorprendió encontrar a Shawn y George juntos
en la universidad nuevamente (ambos se habían graduado en mayo). Por esa
época, yo asistía al curso sobre comunicación intercultural dictado por la
doctora Tannen, y ya había advertido, en cierto modo, el problema que existía
entre Shawn y yo. Entonces aproveché la oportunidad de experimentar un
estilo de conversación diferente, que la doctora Tannen había tratado. Des
pués de hablar sobre el tiempoinestable, inicié la conversación contándole to
das mis experiencias en Europa el verano pasado. Ella me escuchaba muy in
teresada y las relacionó con las que también había tenido en Europa, Siempre
quemeinterrumía, yo, ami vez, la interrumpía; cada vez que levantábala voz,
yo la levantaba aún más. Traté, por todos los medios posibles, de dominar la
charla. Cuando habla con alguien, ella tiende a ignorar a la tercera persona
presente. Por lo tanto, corté muchas veces su charla para hacer participar a
George, con el propósito de demostrarle que yo tenía el control de la conver
sación.
Como resultado, nos llevamos extraordinariamente bien en esa oportuni
dad. Tambi én esa ve z tenía mucha tarea por hacer y dije al principio que debía
retirarme pronto. Pero resultó que nos quedamos conversando frente a la
biblioteca durantes tres (!) horas. Disfrutamos tanto de la charla que perdi
mos la noción de todo lo que nos rodeaba. Hablábamos en voz tan alta y mi
acento extranjero era tan gracioso, qué la gente que pasaba frente a la biblio
teca tenía curiosidad por saber sí nos encontrábamos bien. Un amigo-de
George le preguntó: “¡Eli; George! ¿Qué está sucediendo aquí?”.
La semana siguiente George y Shawn me. lie varón aun café. Ahora Shawn
y yo somos buenos amigos, ya que disfrutamos de nuestra conversación. Ella
tiene un empleo en la zona y charlamos por teléfono con bastante frecuencia,
¡además de “vernos" de vez en cuando!
METACOMUNICACION Y RECONSTRUCCION
176
aceite y vinagre sólo porque respondió “Aceite y vinagre, ¿qué
otro?”. Además, poner en palabras lo que usted esperaba como
respuesta a lo que dijo, lo fuerza a considerar el punto de vista
de la otra persona.
El modo más poderoso de alterar la interacción es cambiar
la estructura sin explicitarlo: reconstruir al hablar o actuar de
otra manera. La reconstrucción es un trabajo de reparación que
a menudo puede realizarse más eficazmente entre bambalinas.
El depósito de un laboratorio químico estaba a cargo del
señor Beto, un extranjero que hablaba inglés. El director de la
compañía recibía repetidas quejas por parte de los químicos,
pues aducían que cuando debían retirar sustancias del depósi
to nunca obtenían una respuesta directa del señor Beto. El
director no quería despedirlo porque, desde otros puntos de
vista, se trataba de un empleado capaz, trabajador y honrado.
Como se trataba de un problema de comunicación, el direc
tor supuso que se debía a que el señor Beto no dominaba el
inglés. Decidió apoyarlo con clases de inglés y se comunicó con
la directora del Departamento de Inglés como Segunda Lengua
de una universidad próxima, quien habló con el señor Beto por
teléfono y llegó a la conclusión de que su inglés era muy
correcto. Ella estaba segura de que el problema estaba en la
interacción, no en su habilidad idiomàtica; por eso me recomen
dó al director.
Tuve dos entrevistas con el señor Beto. En la primera, me
expuso su opinión sobre su situación laboral, y le sugerí que
grabara las conversaciones que mantenía durante el trabajo.
En la segunda entrevista, escuchamos la grabación. Pude ver
inmediatamente que no daba suficiente información al quími
co, quien, en consecuencia, debía interrogarlo (y lo hacía con
una impaciencia que iba en aumento) en un intento por averi
guar lo que necesitaba. El señor Beto también notó que le
formulaban muchas preguntas, pero las interpretó de otra
manera. Dijo que estaba en contra de eso precisamente: las
personas siempre lo interrogaban porque dudaban de que
hiciera bien su tarea.
Para mí, era claro que estaba sobreviniendo la cismogénesis
complementaria. Cuanto más pensaba el señor Beto que, a
177
través del interrogatorio, desafiaban su capacidad y su autori
dad, tanto más evadía las preguntas, y entonces, más pregun
tas le hacían, y así sucesivamente. Por su parte, los químicos
consideraban sus preguntas simplemente por el valor del
mensaje (conseguir información), pero el señor Beto respondía
al metamensaje (cuestionar su capacidad).
No intenté explicarle nada al señor Beto. En cambio, basada
en sus suposiciones, le sugerí que evitara los intentos de las
personas por socavar su posición, ofreciéndoles de antemano
toda la información sobre la cual él pensaba que podían formu
larle preguntas. El resultado de esta conducta sería exacta
mente lo que los químicos deseaban, sin respaldar, sin embar
co , su punto de vista o invalidar el del señor Beto. Poco tiempo
después, el director de la compañía me informó que el problema
estaba resuelto: “Los químicos dicen que ahora el señor Beto
habla bien el inglés”.
Una interpretación de lo que ocurría en esta situación pudo
(acertadamente) haber, requerido análisis psicológico, Pero
plantearle esa necesidad al señor Beto podría haber agravado
la situación al enviar el metamensaje de que algo en él andaba
mal. Y hubiese llevado mucho tiempo hacerle ver el mundo con
una nueva estructura. Las lecciones de inglés, además de no
enfocar el problema, hubiesen sido caras y llevado mucho
tiempo; además hubiesen reforzado la insinuación de la defi
ciencia laboral del señor Beto. Actuar en función de la estruc
tura del señor Beto fue más eficiente y reforzó, en lugar de
debilitar, su sentido de control.
178
les. Por ejemplo, iniciar una polémica sobre dónde ir a c-
comenzando por negociar la decisión puede ser eficaz
algunas personas en un contexto social dado. Pero este mé
puede ser desastroso si usted en calidad de gerente o cli
interactúa con un vendedor, porque lo haría aparecer insei
y expuesto a las presiones.
Una gerente entrevistó a un contador pará emplearlo e;
empresa. El contador manifestó que pretendía un arr
permanente de diez horas semanales; la gerente señaló qu
presupuesto era limitado. Después hablaron sobre el tral
que debía realizarse. Cuando consideró que la entrevistah¡
durado lo suficiente, la gerente comenzó a ponerle fin diciei
‘Pues bien, ¿qué piensa que podemos arreglar?” Esperabí
sólo señalar el comienzo del fin de la entrevista sino taml
iniciar una negociación para que el contador pensase que lu
participado en el acuerdo. Esperaba que la negociación
desarrollara más o menos así:
179
negar su pedido, mucho más incómodo para ella que el manejo
unipersonal del arreglo desde el principio. A pesar de que el
estilo de negociación de ella hubiese funcionado bien con otras
personas, su rol y el contexto en donde se desarrollaba la
entrevista hacían poco aconsejable utilizar un estilo que depen
día, para llegar a buen término, de que el estilo del entrevistado
fuera congruente. Construir el diálogo como una negociación no
resultó efectivo en este caso. El cambio de estilos en este
contexto podía reconstruir una conversación similar a ésta:
“ofreciéndole un contrato”/Al construir la interacción en esta
forma, la gerente podría parecer tener el control.
180
A pesar de que no aceptó la conclusión de su mujer, este
esposo por lo menos comprendió y aceptó lo que ella decía,
porque él también había participado en el trabajo grupal. Pero
alguien que no creyese en los metamensajes, como Jakes, en
Grown ups, de Jules Feiffer, no sabría sobre qué está usted
hablando, o alegaría no saberlo, apoyado por todas las fuerzas
de la sabiduría convencional y de la “lógica”: después de todo,
él no ha dicho eso. Esto lo deja a usted con la sensación de que
tiene un problema.
Además, algunas personas insisten en concentrarse en los
aspectos del habla de los cuales han estado siempre conscientes
—acento, vocabulario y reglas de gramática— y se atienen a la
convicción de que su modo de hablar es el correcto. Encontré
esta clase de persona en una celebridad, al asistir a uno de sus
debates. Me habían invitado para discutir uno de mis artículos
sobre el estilo de conversación de Nueva York.
La coordinadora de la mesa abrió el debate preguntando qué
es lo que hace que el acento de Nueva York sea único. Después
de responder, pasé al tema de mi artículo: el estilo de conver
sación de Nueva York. Expuse en detalle los aspectos de
superposición e interrupción: en tanto que algunas personas
aseguran que no es cortés hablar al mismo tiempo que otra, hay
muchas -también neoyorkinas- para quienes esto mismo es
“cortés” (es decir, socialmente apropiado) como una forma de
demostrar entusiasmo, comprensión y afinidad, con el interlo
cutor. Para ellos, la superposición no significa interrupción.
La respuesta de la coordinadora a mi explicación fue: “Eso
sucede porque las personas no aprenden a escuchar”. Cuando
dije que mi investigación prueba que la gente puede realmente
hablar y escuchar al mismo tiempo, ella respondió: ‘Pero no es
cortés. Así no se tienen en cuenta los modales, ¿no?”. Como
respuesta, ofrecí una disertación sobre la relatividad de los
conceptos de cortesía, en cuyo transcurso comencé a decir:
“Ustedpuede opinar que es cortés...". Ella me cortó en ese punto
y dijo; ^ o . No es así”, y rápidamente pasó a preguntar; “¿Pero
qué puede comentarse sobre el vocabulario de un neoyorldno?”.
Nuestra conversación se desarrolló de esta forma. En
ningún momento logré convencerla de la relatividad cultural
181
de la cortesía. Al final del debate, me agradeció por haber sido
su invitada y dijo a los oyentes: “¡Si ustedes hablan así —
cualquiera de ustedes— me voy a enojar!”. Y ésa fue la última
palabra.
Participar en debates —en especial con invitados— es un
modo excelente de mantener estas limitaciones en perspectiva.
En respuesta a mi exposición sobre el estilo de la conversación,
la mayoría de las personas me agradece con entusiasmo por
arrojar luz sobre cuestiones que les han causado problemas y
que ahora comprenden por primera vez. Pero siempre hay unos
pocos que, como esta coordinadora célebre, siguen convencidos
de que existe un sentido absoluto de cortesía y que es el de ellos.
Una texana que utilizaba “¡ajá!” como respuesta, envió a su
madre una grabación de un debate en el cual yo era uno de los
invitados. Después de escucharla, la madre respondió reafir
mando, en lugar de reconsiderarlo, sus sentimientos negativos
hada los norteños. Escribió a su hija: “...ser del Norte hace que
uno tenga un punto de vista muy dominante... El Sur, Oeste y
Sudoeste tienen actitudes completamente diferentes. El único
punto que nunca se trató fue el hecho de qüe hablar en voz muy
alta o interrumpir no está tan relacionado con la cultura como
con los modales”. ¡Por supuesto, la razón por la cual ese aspecto
no se trató en mi entrevista fue precisamente porque se trata
del concepto erróneo que yo trataba de disipar! Empunto que se
trató (pero que este oyente no captó) fue que los modales son
cultura.
Entonces es importante ser realista en cuanto a las expecta
tivas sobre el modo como otros responden a la comprensión que
les ofrecemos. Si bien la metacomunicación —conversación
sobre la comunicación— será efectiva en algunos casos, en
otros, no. No podemos suponer que sólo necesitamos decir la
verdad para que otros la acepten. Como en el caso del proverbio
sobre el caballo que se dirige hacia el agua, algunas personas
que son conducidas hacia la fuente del elixir de nuestra versión
de la verdad mostrarán desprecio por ella. Conocer la relativi
dad del estilo de conversación-seguramente ayudará; hablar
sobre ello, a menudo ayuda, pero no siempre.
Otra razón por la cual la metacomunicación debe utilizarse
182
con precaución es que destaca los problemas de la comunic
ción y, como se explicó en el capítulo 7, esto lleva consigo u
metamensaje negativo que quizás deseemos evitar, Introduc
una nota de discordia en la interacción, junto con la estructui
“resolución”. Si usted no se siente muy próximo a la oti
persona, conversar sobre su relación puede provocar un maye
acercamiento del que esa persona desea. Si se trata de un
relación muy próxima, como se mostró en el capítulo 7, el tem
de conversación puede tener distinto significado para cad
interlocutor. Mientras que para uno puede ser un signo positiv
(“Nuestra relación está funcionando porque aún podemos sok
donar los problemas"), para el otro puede tener un significad
negativo (“Nuestra relación no está funcionando si tenemo
que insistir en rehacerla”).
Prestar atención sólo al modo como otros hablan en lugar d
tener en cuenta sus intenciones, puede molestarlos o enfure
cerlos. Concentrarse en un nivel de significado distinto del qu<
el hablante estima importante, es paralelo a la situación d<
doble vínculo que Gregory Bateson describió. Este autor dio e
ejemplo de un niño que sostiene una rana entre sus manof
ahuecadas. Mientras lo observaba, su madre le dijo: “Tu¡
manos están sucias. Ve a lavártelas”. Esta orden es ofensivg
porque ignora el punto importante para el niño: la rana
También la orden podría confundirlo si el niño comenzara e
preguntarse si tuvo o no una rana alguna vez, pues su madre
no la ha visto, situación equivalente al dicho “¡Eres tan atrac
tivo cuando te enojas!”, pues el comentario descarta el enoje
como un mensaje real.
Conversar sobre el modo de hablar de alguien es una forma
de análisis, y algunas personas se resisten a ser analizadas, Tal
vez crean que se las coloca en posición de pacientes del doctor
que usted consulta. Recuerde el desafío de Jake a Louise: “¿Esa
es otra cosa que tú conoces? ¿Mi mirada?” Por lo tanto, aunque
usted considere que ve lo que otros hacen y que conoce su causa,
no puede, de forma constructiva, hablarles sobre ello.
183
EL CONOCIMIENTO ES PODER
184
(como en el caso de esta señora que vive en el exterior), puedo
tener un efecto acumulativo alternativo de ira hada los demás
y cuestionamiento de uno mismo, Y cuando esto sucede con el
compañero con el cual se vive y al cual se ama, puede ser muy
doloroso y desconcertante. Comprender "algunos de los meca
nismos que están enjuego” proporciona alivio.
En la interacción es natural suponer que lo que usted siente
como reacción a lo que dicen los demás es lo que ellos querían
que usted sintiera. Si usted se siente dominado, es porque
alguien lo está dominando. Si no encuentra la manera de
participar en una conversación, entonces alguien, deliberada
mente, se lo impide. El estilo de conversación significa que esto
puede no ser verdad. La lección más importante que debemos
aprender es no precipitamos en sacar conclusiones sobre los
demás, basadas en evaluaciones tales como “dominante” y
“manipulador”
186
na:; idea fundamental en lingüística es la hipótesis de
vWhorf, denominada así en homenaje a los lingüistas
min Lee Whorf y Edward Sapir. Según esta idea, el
j^ e da forma al pensamiento. Tendemos a pensar de
o con los términos y conceptos relacionados que nuestre
nos brinda. Es más fácil concebir algo si tenemos une
ira para definirlo; sentimos por instinto que algo para le
■hay un nombre, existe en realidad. Todo lo que carezca de
i'de alguna manera parece que careciera de sustancia
nocer los términos “estructura”, “metamensaje” y “estile
versación” hace más fácil no sólo hablar, sino pensai
icómo los modos de hablar dan forma a la comunicación,
personas que inician una psicoterapia o forman parte de
entos religiosos o para el desarrollo del potencia]
pronto comienzan a hablar de forma distinta, era-
nuevos términos o, lo que es más común y más
certante para el iniciado, empleando viejas palabras en
fórmas. Para las personas que poseen un modo especia]
par es inevitable e importante desarrollar también un
especial de hablar. En efecto, se establece una sensación
todevista común, de afinidad, entre quienes comparten
“zra forma de hablar: el fenómeno de la “broma familiar”,
'ásj y quizá más importante, un nuevo vocabulario y un
•modo de conversar son equivalentes a una nueva forma
"srvar el mundo.
pender a conversar sobre metamensajes es también
^eruna nueva lengua y, por lo tanto, una nueva visión del
: j*pero no constitüye^espero) una conversión en el sentid
1QSo; sólo se trata de adquirir un nuevo enfoque. Tanto
ti?,-como el arte cumplen con esta función: ayudar a las
"'ákía que vean viejas cosas desde un punto de vista
PODER AL METAMENSAJE
188
fdad. A continuación doy otro ejemplo de cómo puede suceder
de cómo puede ayudar el conocimiento sobre el estilo de
iversación.
Vera estaba pasando las vacaciones de Navidad con su
lia. El día de Navidad llamó a Ed para decirle que pensaba
1; Guando Ed contestó al teléfono, ella dijo con efusividad:
Jola! ¿Cómo marchan las cosas?”. Ed preguntó con voz poco
ial: “¿Quién habla?”.
kVera se sintió profundamente herida, pero trató de ser
íerosa, y supuso que Ed estaba de mal humor. Sin embargo,
Jía estado de muy buen humor hasta contestar el llamado de
/era. a. Y no era que Vera no le gustara. Sólo que el hecho de
illa-comenzara a hablar sin identificarse lo había cogido des
avenido y parecido descortés.
f'En el estilo de Vera, identificarse dando su nombre por
fono es una formalidad reservada para las personas relati-
íente extrañas. La omisión de la formalidad con los miem-
í;de la familia y amigos íntimos envía un metamensaje de
lidad, según la regla de romper las reglas. Si se coge a
uien desprevenido, tanto mejor. El cambio brusco de estruc-
|®es fuente de diversión y placer. Pero Ed supone que
itificarse es un requisito y no experimenta placer alguno en
lo cojan por sorpresa.
Encareciesen de conocimientos sobre el estilo de conversa-
ítanto Vera como Ed achacarían estas disparidades a la
spnalidad del otro: ella no es gentil, él es caprichoso; o a sus
itá o n e s : él está tratando de librarse de mí; ella no tendría
jes para actuar de forma distinta en el futuro; es más,
de sacarlo de su mal humor siendo más alegre, sa-
ídolo de la misma forma y -¡sorpresa!- trataría de“encon-
’ de mal humor otra vez. Por el proceso de cismogénesií
intentaría, ambos podrían obtener copiosas pruebas di
Üelotro es descortés y caprichoso. Pero al conocer acerca de
de conversación, Ed y Vera pudieron aclarar que um
id a de estilo era la culpable de sus interpretaciones in
idas, y Vera aceptó que cuando llamaba por teléfono a E<
idecir siempre su nombre. El cambio de estilo salvó el díe
189
RETROCEDER
190
Pi
AMPLIAR EL OBJETIVO
191
Si el problema de. la justicia social corroe nuestra nación, el
problema de las relaciones internacionales corroe el mundo. A
menudo la mala voluntad entre las naciones se ve exacerbada,
si no causada, por diferencias en la manera de expresar las
intenciones. Un egipcio que estaba viviendo en Estados Unidos
se sintió sorprendido y ofendido al saber que su compañero de
cuarto, norteamericano, consideraba que el presidente egipcio
Anwar Sadat era “descortés y arrogante”. El norteamericano
reaccionaba así a un comentario de Sadat en respuesta a la
pregunta de un periodista norteamericano: "Me inviten o no,
vendré”, para tratar las negociaciones de paz con el presidente
Cárter. El egipcio reconoció de inmediato la declaración de su
presidente como una traducción al inglés de una expresión
correcta, que a menudo utilizan los egipcios con el fin de
expresar sus mejores intenciones para aclarar un malentendi
do y restaurar relaciones armoniosas.24
En el campo de los asuntos internacionales, los malentendi
dos pueden tener, literalmente, consecuencias fatales. Un
sociolingüista25 dio el ejemplo de un piloto egipcio que se
comunicó por radio con el aeropuerto de Chipre para solicitar
permiso de aterrizaje. Al no recibir respuesta, el piloto inter
pretó el silencio como consentimiento: permiso otorgado. Cuan
do se preparaba para aterrizar, la fuerza aérea de Chipre abrió
fuego contra el avión. Para el control del tráfico aéreo, el
silencio obviamente significaba “permiso denegado”.
Pero los malentendidos no se encubren con tanta facilidad.
Las relaciones internacionales dependen fundamentalmente
de individuos que se sientan a conversar y, por lo tanto, están
sujetas a malentendidos y rencores debidos a oportunidades
que se desaprovecharon, ritmos incongruentes, y a todas las
sutiles diferencias en el modo de expresarse que pueden llevar
a conclusiones negativas, y son aún más serias e inevitables en
la comunicación entre personas que hablan diferentes idiomas
y provienen de países diversos. Pero si no hallamos medios para
mejorar la comunicación en ese contexto, la guerra nuclear
puede poner fin a nuestros problemas hogareños.
Las tragedias de la discordia y de la injusticia social, y la
imposibilidad de llegar a un acuerdo internacional son mani-
192
gestaciones en gran escala de la imposibilidad de la cornunk
íción en el hogar. Las personas se sienten sinceramente sí
•.prendidas y decepcionadas cuando su buena voluntad no as
ígura el mutuo entendimiento. Es la intención de este libro q
la comprensión del estilo de conversación mejore, si no aseguj
el entendimiento mutuo.
193
N otas
Capítulo uno
Capítulo dos
195
' sistema como un continuo (Lakoff, 1979). Brown y Levin-
son (1978) ofrecen un análisis más formal y extenso de los
fenómenos de la cortesía.
7. Kochman(1981) presenta un extenso análisis de Black and
White Styles in Conflict.
8. La cita de Annie Hall pertenece al guión cinematográfico de
Woody Alien y Marshall Brickman en Four films ofWoody
AUen, Nueva York, Random House, 1982.
Capítulo tres
Capítulo cuatro
10. Lakoff (1973, 1975, 1979) trata los usos del rodeo.
Capítulo cinco
196
13. Raskin (1984) analiza las bromas como, cambios de est
tura.
14. El concepto de la comunicación como flujo continuo,
puede interpretarse en distintas maneras de acuerdo co
puntuación, también fue desarrollado por Bateson (19
Capítulo seis
Capítulo siete
197
más tarde su padre lo incluyó en lá categoría “feedback re-
generativo”. (El extracto que se cita aquí pertenece a ese
libro, pág. 96.)
Capítulo ocho
198
Capítulo nueve
199
B ibliografía
201
N° 2, 1985.
Sacks, Harvey: “Lecture Notes”, marzo 11,1971.
Saville-Troike, Muriel: “The Place of Silence in an Integrated Theory of
Communications”, en Deborah Tannen y Muriel Saville-Troike (comps.),
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Scollon, Ron: “The Rhythmic Integration of Ordinary Talk", en Deborah
Tannen (comp.), Analyzing Discourse: Text and Talk, 1982.
Scollon, Ron: Mesa redonda de la Georgetown University sobre “Lenguajes y
linguistica”, Georgetown University Press, Washington D.C. 1981, pägs.
335-349^
Tannen, Deborah: “What's in a Frame? Surface Evidence for Underlying Ex
pectations”, en Roy O. Freedle (comp.), New Directions in Discourse Pro
cessing, Norwood, N.J., Ablex, pags. 137-181,1979.
Tannen, Deborah: Conversational Style; Analyzing Talk Among Friends,
Norwood, N.J., Ablex, 1984.
Walker, Anne: From Oral to Written: The "Verbatim" Transcription of Legal
Proceedings, Discurso de tesis, Georgetown University, 1985.
Indice analítico
203
crítica en el elogio, 151*-2 de la participación y de la independen
diferencias entre varones y mujeres en cia, 31-2
la charla social, 156-7 Elección de palabras, 24
efectos de, 160-1 Elogio
gula para el uso de, 166-7 crítica en, 151-2
intimidad y, 168-9 dimensión poder/ solidaridad y, 104-5
preguntas, 159-60 Enseñanza, 80
regaño, 153-5 Entonación, 24, 80
sarcasmo y, 150-1, 159 tono y, 44,48-52
Cumbres borrascosas (Bronté), 165 Escritura, construcción y, 83-4
Charlas íntimas, 138-9 Estereotipos interculturales, señales de la
Charla trivial, 28 conversación y, 60-1
hombres y, 31 Estilo de conversación de Nueva York,
Dar consejos, 80 183—4
Debategate, 63 Expresión facial, 80
Decir piropos, 80 Fastidiar, 80
Defensa propia, 67-78 Feiffer, Jules, 120, 133, 138-9, 155, 167,
Dickinson, Charles, 155 183
Diferencias culturales Fenómeno de “nuestra canción”, 69
conversación entre hombre y mujer y, Fonda, Henry, 137-8
128-9, 138-9 Formulación de preguntas, 44, 53, 56-6
metamensajeB y, 40-1 Forster, E. M., 165
tono y entonación y, 50—1 Franqueza, 63, 71-7
Diferencias de rango, dimensión poder / so aspectos de la verdad y, 71-3
lidaridad y, 102-4 como manipulación, 71, 76-7
Diferencias en el estilo de la conversación diferente^ estilos de, 71, 76—7
y, 173, 178-80 ofensa a través de, 71, 74-6
en la conversación del hombre y de la presunciones de base y, 71, 73-5
mujer, 129-37 Funcionamientos del estilo de la conversa
Diferencias en el estilo de la conversación, ción, 27, 42, 172-3
171-94 información y cortesía en la conver
comprender su propio estilo, 172-3 sación, 32-5
conocimiento de, 186-9, 191—2 la espada de doble filo de la cortes ía, 24-
el de é l / el de ella, 130-1, 133-7 5
interpretaciones psicológicas y, metamensajes y, 27-9,42
188-9 a través de las culturas, 40-1
metacomunicación y, 178-9, 184-5 en el hogar, 38-40
posición de observador en, 189-92 participación e independencia,
reconstrucción y, 178-82 29-31
relaciones públicas e internacionales y, doble obligación de, 31-2
192-4 Goffman, Erving, 87
Dimensión poder / solidaridad, 97-113 Grabaciones para comprender los estilos
diferencias de rango y, 102-4 de la conversación, 172-3
estilos de conversación de él / de Gramática, corregir, 154
ella y, 130-1 Grice, H, P., 32
formas de dirigirse a una persona Grown Ups (Feiffer), 120, 133-6, 138-9,
y, 99-102 155, 167, 183
participación e independencia y, Hacker, Andrew, 137
97 S Hermanos, crítica Intima entre, 163-5
reconstrucción y, 104—13 Hipótesis de Sapir-Whorf, 189-90
ambición, 108-9 Hombres
distancia inapropiada, 107-8 enfoque de la conversación basada en la
relaciones interpersonales, información, 30-1
109-13 tono y, 48, 50
venta, 105-7 Véase también Conversación entre
relación de edades y, 99-100 hombre y inujer
Dinner at the Homesick Restaurant Humphrey, Hubert, 109
(Tyler), 158-9 Household Words (Silber), 68-9
Discriminación, 193 Igualdad, inapropiada, reclamando,
Disculpas, 44, 53, 57-8 104-13
Doble obligación, 185 Importancia de la conversación, 27
204
Imposición, 113 crítica íntima y, 159-61, 163-4
cortesía y, 33-5 evitar la confrontación, 67
Independencia, véase Participación e inde peligro, 67-9
pendencia placer estético, 69-70
Información tono y, 48
cortesía y, 32-5 Metamensajes mixtos
dar, 80 en el hogar, 38-40
Insolencia, 113 interculturales, 40—1
Instituto de Lingüística, 18-9, 22 Minorías, 193
Interpretaciones psicológicas, diferencias Motivaciones detrás de la cortesía, 33-4
en el eBtilo de conversación y, 188-90 Mujeres
Interrupción, 183 contrapesar participación e indepen
Intimidad, critica íntima y, 168-9 dencia y, 130
Ironía, 68-9 conversación entre hombres y mujeres
Kochman, Thomas, 40 y, 128-47
Kroll, Jack, 137-8 diferencias culturales, 128-9,
La guerra de los mundos (Wells), 84-5 138-9
Lakoff, Robin, 19, 33,49, 147 dimensión poder/solidaridad y, 100-3,
Lingüistica, 17-8, 22-3 108, 130-1
Malentendidos sobre detalles insigniñcan entonación y, 48
tes, 122-5 estilos de conversación de él / de ella,
Maltz, Daniel, 138, 140-1 130-1, 133-7
Manipulación, diferentes eBtilos de fran falta de comunicación, 137
queza y, 71, 76-7 formaB de dirigirse a ellasy, 101-2
Mensajes ocultos, 26 hablar sobre las cosas, 139-40
Mecanismos de la conversación, 44, 53-8 intereses diferentes, 142-5
disculpas, 44, 53, 57-8 metamensajes y, 130-3
formulación de preguntas, 44, 53 relaciones preliminares, 145-7
quejas, 44, 53, 56-6, 57-8, 58-9 silencio masculino, 137-8
reacción expresiva, 44, 53-5 sonidos que demuestran que se
Metacomunicación, 80 está escuchando, 140-1
construcción y, 89—92 tono y, 48-50
diferencias en el estilo de la conversa Negociación, 31
ción y, 178-80, 184-6 New Yorker, The, 142
Metáfora del puercoespln sobre la partici New York Times, The, 85
pación y la independencia, 29 Newsweek, 120—1
Metamensajes, 27-9, 42,189,190-1 Nicholson, Jack, 138-9
crítica en el elogio y, 151-2 Nivel informativo de la comunicación, 30-1
crítica íntima y, 159-61, 163-4 Opciones, cortesía y, 33-4
construcción y, 80 Padres, véase Relaciones interpersonales
cortesía y, 34-5, 36-7 Palabras
dimensión poder / solidaridad y, elección de, 24
101-2 significado oculto de, 26
estilos de la conversación: significado social de, 28
el de él / el de ella y, 130-1,133-7 Participación e independencia, 29-31
formas de dirigirse a una persona y, cortesía y, 33-7
101 dimensión poder / solidaridad y, 97-8
formulación de preguntas y, doble obligación de, 31-2
65-6 rodeo y, 77-8
mixtos valor de, 30-1
en el hogar, 38-40 Pasaje a la India A (Forster), 165
interculturales, 40-1 Pausa, 44-7, 58-9
mujeres y, 131-3 como reacción expresiva, 53
reconstrucción como humillación y, Placer estético del rodeo, 69-70
93-4 Política, dimensión poder 1 solidaridad y,
reacción expresiva y, 54, 64 108^9
queja y, 57-8 Posición, 87-8
rodeo y, beneficios de la afinidad, Posición de observador en las diferencias
6 4 ,65-7, 70, 77 en el estilo de la conversación, 191-2
bromas, 68-9 Postura de “la madre martirizada”, 94
defensa propia, 67, 77-8, Preguntas (cuestionar), 21—2
205
como críticos íntimos, 159-60 evitar la confrontación, 67
formulación de preguntas, 44, 53, 55-6 placer estético, 69-70
rodeo y, 24 peligros de, 67-8
Presunciones, 71, 73—4 construcción y, 79-85
Programas de acciones de afirmación, 192 dimensión poder / solidaridad y,
Pronombres, conversación del hombre y de 99
la mujer y, 132-3 usos de, 77-8
Propaganda, construcción y, 85-6 Véase también Rodeo
Proximidad, crítica íntima como derivado Sacks, Harvey, 110-13
de, 166-7 Sadat, Anwar, 193
Pygmalion (Shaw), 25 Sapir, Edward, 189
Quebradores de estructura, 95-6 Sarcasmo, 68-9, 150-1, 159
Queja ritual, 44, 53, 57-8,' 68-9 Scenes from a Marriage (Bergman), 119
Quejas, 44, 53, 57-8, 58-9 Schmidt, Helmút, 120 .
Racismo, 193 Schoenberger, Náncy, 138
Reacción expresiva, 44, 53-5 Schopenhauer, Arthur, 29
Reagan, Ronald, 63 Señales de la conversación, 45, 58—9
Reconstrucción, 80, 89-90, 92-3 ritmo y pausa, 4 4 ,4 5 -7 , 68-9
ambición, 108-9 tono y entonación, 44, 48-52, 58-9, 80
como humillación, 93-4 volumen, 44, 46-8, 68-9
diferencias en el estilo de la conversa Sexismo, 193
ción y, 178-82 Shaw, Gcorge Bernard, 25
dimensión poder / solidaridad Significado social de las palabras, 28
y, 104-13 Silber, Joan, 68-9
distancia inapropiada, 107-8 Silencio masculino, 137-8
relaciones interpersonales, 105-109 Simenon, (Jeorges, 125
venta, 106-7 Sociolingülstica, 11
Regaño, 153-5 Solidaridad, véase Dimensión poder / soli
Relaciones familiares, véase Relaciones in daridad
terpersonales Sonidos aue muestran que se está escu
Relaciones internacionales, diferencias de chanaoj 140-1
estilo de'la conversación y, 193—4 Suavidad, 46-8
Relaciones interpersonales, 117^28 Superposición, 183
acción y reacción en, 128 Tono, 68-9, 80
cismogénesis complementaria entonación y, 44, 48-52
y, 12^-7 Tono de voz, 80
conversación honesta y Transacciones comerciales
el mito, 119,21 conversación intrascendente y,
la realidad, 121-2 30-1
cortejo y, 119 negociación, 31
diferencias de estilo en la conversación TVler, Atine, 168
y, 182-6 Universidad de Michigan, 18
dimensión poder/solidaridady, 109-12 Uso del inglés, corregir, 154-5
malentendidos sobre detalles insignifi Valores personales, metamensajes y, 30
cantes. 122-5 ' Venta, 106-7
metamensajes mixtos y, 38^-40 Verdad
Relaciones públicas, diferencias ep el estilo aspectos de, 71-3
de la conversación y, 192-3 conversación honesta, 119-22
Relatividad cultural de la cortesía, 183-4 crueldad de, 74-6
Relatividad de los estilos de conversación, Volumen, 44, 46-8, 58-9
182-6 cismogénesis complementaria y, 126
Rich, Adrienne,138 como reacción expresiva, 53-4
Rodeo, 19-21, 23 -4 ,6 3 -4 Washington Post, 31
beneficios de Welles, Orson, 84
afinidad, 65-7, 71, 77 Wells, H. G., 84
bromas, 68-9 Whorf, Benjamin Lee, 189
defensa propia, 67, 77-8
206
Sobre el autor