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ABC del conflicto con el Campo

Este artículo es de creación propia con la ayuda de un amigo, JorgeAllen.

Los datos los hemos sacado desde varias paginas y pueden ser facilmente chequeables
desde una serie de links que pusimos a continuación.

Igualmente la idea era hablarlo en forma simple y practica para la comprensión correcta
de la situación actual.

Acoto que al finalizar el articulo se han agregado las opiniones de 4 eminencias


económicas como son Aldo Ferrer (Profesor titular de Estructura Económica
Argentina, UBA.) , Javier Rodríguez (Economista del Cenda), Axel Kicillof
(Economista, investigador UBA/Conicet) y Juan Iñigo Carrera (Economista. Docente
de la UBA) para quienes quieran conocer la mirada desde expertos del tema.

Cualquier duda o sugerencia será gratamente recibida y tratada de acoplarlo a la


siguiente explicación.

Aclaro que no estamos con el Gobierno, ni con el campo, sino contra el "Lock out"
del campo.

En fin, dejo las bibliografías de donde sacamos los datos:

Bibliografías:

Homoeconomicus

Ministerio de Agricultura

Quorum

Pagina 12

Definición retenciones

Resumen de Historia Argentina

INTI

Foro de Resistencia y Debate

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ABC del Conflicto Agrario


¿Sobre qué se basa la política económica del Gobierno?

Sobre mantener un tipo de cambio alto (1 dólar – 3 pesos)

¿Por qué se basa en tener un cambio de tipo alto?

Porque después de la convertibilidad, el problema central de la Argentina era la enorme


masa de desocupados; la irrisoria competitividad de la industria y el agro, producto de
3o años de nula inversión; y el crecimiento magro de la economía (1% promedio desde
el 76´).

Con la política de dólar alto, se volvía a poner a todos los sectores del país nuevamente
en funcionamiento debido a la caída de los costos locales que permitían nuevamente
ingresar al mercado mundial y reactivar así el país.

¿Cómo consigue mantener el tipo de cambio alto?

Lo consigue interviniendo el mercado. Son las operaciones donde escuchamos que el


Banco Central compro tanto o vendió tantos dólares. De esta manera por ley de oferta y
demanda sube o baja el valor de la divisa norteamericana.

¿Qué pasaría si no interviniera el valor de la divisa norteamericana?

Como nuestra moneda actualmente está sobre devaluada (vale mucho menos de lo que
debería valer), si el Central no interviniese, debido al constante ingreso de dólares
producto de las exportaciones en la economía, este caería su precio y perjudicaría al
sostén de la política económica, ósea el tipo de cambio alto.

¿Quiénes se benefician de la política económica vigente?

Los beneficiados son:

a) La industria exportadora pues tiene costos locales y ventas en dólares


b) La industria local pues el tipo de cambio le genera una protección ante la importación
de productos extranjeros.
c) El agro pues cuenta con precios internacionales y costos locales.

Y a todo esto ¿Cómo hace el gobierno para intervenir en el mercado?

El Gobierno interviene en el mercado vía la compra y venta de dólares. Si compra sube


su valor, si vende, este cae. Simple ley de oferta y demanda.

¿De dónde consigue los fondos?

Lo consigue de dos lados:

Por deuda o por superávit fiscal

¿Cómo consigue entonces el superávit fiscal?

Reduciendo los costos del Gobierno y maximizando los ingresos.

Resumiendo: La política económica se basa entonces en mantener un superávit


fiscal alto y así contar con efectivo para intervenir en el mercado cambiario y
mantener de esta manera un tipo de cambio alto.

-Obviamente es muchísimo más complicado que esto, pero es para facilitar a


grosero modo la interpretación del conflicto-

Y a todo esto ¿Qué vendrían a ser las retenciones?

Las retenciones son “un impuesto para atenuar el traslado a los precios del mercado
interno de una fuerte suba en la plaza internacional" (Daniel Sticco). En otras palabras,
supongamos que tu posibilidad de acceder a un kilo de carne dependa de la elección de
un frigorífico de elegir si la vende en el mercado local a $12 pesos o si la vende en
Europa a $10 euros. Si le aplicamos el impuesto atenúa esta diferencia de precios a
favor del mercado local.

No pusimos el ejemplo con la soja porque esta se exporta casi en su totalidad.

¿Y cómo actúa las retenciones con la actual política económica entonces?

Actúa de varias maneras:


a) Disminuye el precio de los alimentos.
b) Anti inflacionario. Evita que los precios internacionales se trasladen a los precios
locales.
c) Desincentiva la siembra de soja, alentando a la diversificación de cultivos.
d) Apropia parte de la renta agraria lo cual genera el problema siendo esta es una
medida netamente redistributiva.

Un momento, ¿las retenciones son medidas redistributivas?

Exacto, porque quitan las ganancias extraordinarias de la renta agrícola que hoy esta en
manos de las viejas oligarquías y de los pools agrícolas.
Pero escuche mencionar que eso sería como que el gobierno saque parte de las
ganancias de los poseedores de las tierras

Las retenciones no gravan ganancias, sino rentas agrarias. Y como son precisamente los
latifundistas quienes tienen la tierra, sería realiar una redistribución de los que más
tienen hacia el resto de la población.

Además, estos señores que critican las retenciones se olvidan de mencionar que el tipo
de cambio alto es un sacrificio que hace el total de la población beneficiando sus valores
relativos.

Sin mencionar que para que estos enormes grupos exporten, se necesita contar con una
enorme infraestructura en caminos, puertos, tendidos electricos que requieren la
inversión Estatal sin la cual estos grupos nunca podrían sacar sus productos de la
argentina.

Entonces si no son ellos los perjudicados, ¿quiénes son?

Los afectados son los grandes latifundistas del país

¿Qué es el latifundio?

Son grupos que controlan enormes extensiones de tierra en nuestro país

¿Me estás diciendo entonces que la tierra está en pocas manos?

En pocas manos sería poco, a continuación podrás apreciar un grafico que muestra la
distribución entre como se reparte la tierra
Igualmente sigue existiendo un 6% de pequeños productores que se verían
afectados por las retenciones, y antes me dijiste que solo afecta a los grandes
grupos ¿Cómo sería?

La producción de la soja necesita un mínimo de 3oo hectáreas para ser rentables. Si


posees entre 5o y 3oo Has. lo que conviene es arrendarla para que un pool se encargue
de plantarla.
Igualmente muchos “medianos” productores que salen a la tele que cuentan con “solo”
4oo Has. están sacando rentas entre $500.000 y $700.000.

Pero tampoco hace falta hacer tantos números, recordemos que el promedio de los
pequeños 137.021 productores era de 16,7 Has c/u, por lo que no podrían plantar soja
pues matemáticamente no les sería rentable.

¿Y a quienes entonces les cierra el negocio y les afectan las retenciones?

Pues ingresan a ese grupo los que poseen enormes extensiones de tierra y que controlan
el 93% de la tierra restante.

Para tener una idea, si un pequeño cuenta con 16,7 Has de promedio, ¿con cuanto
cuentan los grandes?

Los 1o más grandes serían estos


Por lo visto, las retenciones no afectan a los pequeños como me decían los medios,
entonces ¿Quiénes son los que salen por la tele?

Debes considerar que hoy en día los medios desinforman más que informar. En la tele
los pobres serían los peones mandados por sus patrones, las clases medias altas con
tierras para arrendar, y la clase media desinformada en su totalidad que reclama por el
quite a retenciones que ni siquiera les afecta, sino que por el contrario contribuyen a que
no se disparen los alimentos.

Pero vi a la Sociedad Rural, a la FAA, en fin, a todos los grupos que defienden el
campo gritar que estas medidas matan a los productores ¿es cierto?

Todas estas sociedades que dicen velar por el campo, no especifican que velan por el
campo de los grandes terratenientes y de los capitales extranjeros. Durante años han
permitido que gracias a las medidas entreguistas pasemos de contar con 6oo.ooo
productores por los años 5o´ a menos de 3oo.ooo ahora. En otras palabras, permitieron
los latifundios en contra de los pequeños productores.

¿Pero cómo puedo conocer entonces que es lo que opinan los pequeños
productores?

Hay varios grupos que apoyan a los pequeños campesinos, entre ellos el MOCASE, el
cual ha escrito una carta desde donde puedes encontrar en forma clara y concisa cuales
son las demandas de los VERDADEROS PEQUEÑOS CAMPESINOS.
Pero ¿Trae algo bueno la soja? Genera trabajo por lo menos

Me temo que no, en los últimos años a lo largo de todo el país se han producido grandes
migraciones del campo a la ciudad producto del desempleo que genera la sojización.

Para darte una idea, son monocultivos que prácticamente no necesitan mano de obra.
Con contar con 2 o 4 peones alcanza y sobra para atender 5oo hectarias de soja.

De hecho, 4 de cada 5 nuevos desempleados del campo provienen de zonas donde


invadió la soja.

Pero algo bueno tiene que tener el monocultivo ¿Cómo afecta el medio ambiente?

Dependiendo de las zonas el suelo no podrá aguantar más de 5 u 8 siembras. Los


químicos que se tiran al sueño contamina enormes extensiones de tierra, llegándose a
ver aumentos en la cantidad de personas con cáncer en zonas aledañas a dichos cultivos.

Pero igualmente, si se aplican las retenciones ¿afecta al país?

Las retenciones por lo antes visto de la cantidad de hectáreas para conseguir


rentabilidad y la distribución de la tierra, solo afectan a las viejas oligarquías y a los
enormes pools de siembra.

En realidad estas benefician al conjunto de la población por lo antes explicado (ver


retenciones)

Pero ¿existen experiencias de países que hayan desarrolladose industrialmente con


latifundios o con reformas agrarias?

Las experiencias empíricas demuestran que ningún país con un monocultivo y enormes
latifundios ha podido desarrollarse industrial y dignamente en el mundo.

Mientras se mantengan estas abismales concentraciones de la tierra, donde un escaso nº


de oli-garcas se quedan con toda la renta será imposible contar con recursos para
realizar un verdadero proyecto de Nación

Para citar unos ejemplos con países que realizaron fuertes distribuciones de tierra están
EEUU, Japón y Corea del Sur. Estas reformas les permitieron contar con miles de
pequeños productores impulsores de consumos internos que permitieron el ahorro y el
desarrollo de la industria.

Para citar unos ejemplos de países que no realizaron estas medidas solo resta ver a todo
latinoamerica, o si se quiere, a Portugal y España que pese a contar con todo el oro
robado de nuestras tierras, debido a su distribución feudal de la tierra siempre se vieron
relegadas de la industrialización que se venía llevando en el viejo continente.
(Recomiendo leer “Las Venas Abiertas de America Latina” de Eduardo Galeano)

En definitiva, ¿que es lo que me estás planteando?


En definitiva, las retenciones son una medida redistribucioncita que NO GRAVAN
GANANCIAS, sino RENTAS AGRARIAS, y tienen como objetivo directo mantener la
política económica actual del tipo de cambio, bajando a la vez los precios de los
alimentos, recaudando fondos para redistribuirlos hacia otros sectores y afectando solo a
los que más tienen, ósea a las viejas oligarquías, que de más está decirlo, han sido los
financistas de todas las anteriores dictaduras estando siempre detrás de todas las
desestabilizaciones de la Nación.

En definitiva, espero que con esto quede un poco más en claro que es lo que
verdaderamente pasa en el campo, y se comprenda de una buena vez que las retenciones
son excelentes medidas redistributivas que afectan solo a los grandes productores.

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TRATANDO DE ENTENDER

(La cuestión agraria en la Argentina de hoy)

Este documento está preparado con la vocación de entender y ayudar a entender el


agudo conflicto agrario que se está desarrollando en el país, ante la acumulación de
confusiones que ponen lo secundario delante de lo principal, en un tema crucial para
todos los argentinos. Empecemos por el principio.

La rentabilidad del productor de granos


Tomando los datos de las fuentes citadas al final del documento para el período
2007/2008, se llega a los siguientes valores por hectárea, para maíz, con los precios y
niveles de retenciones actuales.
Caso 1: Maíz en campo propio (dólares/ hectárea)

Link al INTI

Debe tenerse en cuenta que los gastos de comercialización disminuyen si se vende el


maíz para alimentos balanceados u otro uso del mercado interno y aumentan, por
supuesto, si se vende para exportación, en lugares más alejados de los puertos.
Vale la pena hacer un cálculo primario del retorno del capital circulante invertido,
admitiendo que todas las labores se hacen a través de contratistas. Tomando el supuesto
más desfavorable – además irreal – de un desembolso concreto de todos los gastos por
parte del productor, al inicio de la siembra, mas allá que los gastos de la cosecha y envío
a puerto son casi simultáneos con el ingreso por venta, el beneficio bruto esperado
resulta del 91% y del 125% del capital circulante invertido, en 8 meses.
En este marco se puede concluir en forma directa que las retenciones son un impuesto a
la renta extraordinaria; que esta renta existe y que el instrumento elegido forma parte del
menú de políticas que cualquier país del mundo utiliza, como hace Noruega con la renta
del petróleo, por mencionar uno solo de varios ejemplos posibles. Puede a continuación
discutirse cómo se asignan los recursos del impuesto, pero eso es claramente un tema
independiente.

La rentabilidad de un fondo de inversión

Caso 2: Maíz en campo arrendado (dólares/ hectárea).

Aquí se supone que quien arrienda es un gran fondo de inversión con capacidad para
obtener descuentos del 10% en las labores, la semilla y la cosecha y del 15% en los
agroquímicos.
Se estima que el costo del arrendamiento, solo para maíz, es de 350 dólares por
hectárea.

Con estos datos la rentabilidad esperada, calculada de la misma manera que antes, en 8
meses, resulta del 32% para un rendimiento de 7 toneladas por hectárea y del 65% para
9 toneladas por hectárea.

Cabe consignar que en esta variante, el dueño de la tierra tiene un ingreso de 350
dólares por hectárea. Este valor es menor que el que obtendría si asumiera el riesgo de
siembra, cultivo y cosecha, pero lo independiza totalmente de realizar labor alguna y lo
libera de toda situación azarosa. Se trata de renta pura. Si bien los campos tienen alta
variación regional de precios, si tomáramos el valor de referencia como 5000 dólares la
hectárea, el ingreso obtenido sería del 7% sobre el capital fijo, tasa superior a cualquier
colocación financiera, a la cual se debe agregar la valorización anual del campo y el
posible uso de la tierra para pastoreo los cuatro meses que queda libre.

La alternativa trigo-soja

Para no agobiar con números al lector, se debe señalar que se han verificado las
rentabilidades de la siembra de soja de primera o de la rotación trigo-soja, con los
actuales precios y niveles de retención, tanto para productores como para fondos de
inversión.

Los valores de ingreso neto esperados por hectárea, para un productor, están entre 600 y
800 dólares por hectárea. Nunca menos del 100% anual del capital circulante invertido.
Para un fondo de inversión, el beneficio sería entre 150 y 350 dólares por hectárea.
Esto, medido en relación a los fondos erogados, significa entre 15% de ganancia en 6
meses y 70% en un año, según las situaciones.

El núcleo del problema

Comienzo por admitir que no estamos hablando de situaciones con absoluta certeza de
resultado. La naturaleza no es enteramente previsible. Sin embargo, todos los datos
presentados surgen de rendimientos promedios y en ningún caso de extremos
favorables. Salvado este punto, caben varias reflexiones.

Ante todo: la rentabilidad del negocio de los granos hoy – con las actuales retenciones -
es superior a la de cualquier alternativa industrial o financiera o también del propio
campo, si se compara con ganadería u otras variantes.

A pesar de lo anterior, los actores del sistema confrontan su renta presunta con la que
hubieran obtenido si no se hubieran aumentado las retenciones de la soja y el girasol,
incluso con la que obtendrían si no hubiera retención alguna y se sienten despojados. En
algunos casos, la sensación es inevitable, cuando la medida se tomó estando la cosecha
en pleno desarrollo.

A diferencia de la producción industrial, la producción agropecuaria se funda en un


factor de producción como la tierra, no ampliable, cuya propiedad otorga derechos de
renta per se. Esto ha sido así siempre y en todo lugar. La tradición del campo argentino,
en particular, es justamente que la existencia de grandes extensiones en manos de poca
gente convirtió en arrendatarios a quienes, disponiendo de pequeñas superficies o de
ninguna, se equiparon para trabajar campos de terceros asumiendo parte del riesgo
agrícola. El trabajo de la tierra, con un porcentaje de la cosecha destinado a
recompensar a los dueños de los predios, es tan antiguo casi como nuestra historia
económica.

Hay una convergencia de dos factores, sin embargo, que han cambiado totalmente el
perfil productivo agropecuario, en los últimos 20 años. Por un lado, la muy rápida
difusión de la siembra directa, con aplicación de herbicidas y fertilizantes, que
minimizan las labores necesarias y permiten trabajar grandes superficies en mucho
menor tiempo que hace dos décadas. Por el otro, la aparición de capitales financieros
enteramente ajenos al campo, pero que basados en la mayor predictibilidad de los
actuales sistemas de siembra y cosecha y en la asociación práctica con empresas de
labranza, comparan la renta posible con las ganancias del plazo fijo o aún de situaciones
mucho más volátiles como la bolsa de valores u otros esquemas de especulación
financiera, y la concretan.

La irrupción acelerada de estos capitales pudo ser posible asumiendo mayores riesgos
que los arrendatarios tradicionales. En lugar de pagar un porcentaje, debieron pagar – y
pagan – sumas fijas por hectárea, eliminando todo riesgo en cabeza de los dueños de la
tierra.
La muy alta rentabilidad reitero, comparada con el mundo financiero, atrajo inversores
como moscas a la miel. Aumentó la renta de la tierra y luego el valor de la tierra, de
manera nunca vista antes en nuestra historia.

Finalmente puso a los propietarios ante los siguientes dilemas:

a. Propietario chico de 50 hectáreas. ¿Me quedo con 25.000 dólares por año de renta
fija, arrendando para trigo-soja, o aspiro a unos 40.000 dólares por año trabajando la
tierra? La primera variante habilita al pequeño chacarero a intentar una empresa urbana,
comercial o inmobiliaria, con menos esfuerzo y riesgo. La segunda variante produce
mayor retorno, pero obliga a correr detrás de contratistas o cosechadores cada vez más
seducidos para trabajar al servicio de los grandes grupos. Muchos han optado por el
primer camino.
b. Propietario grande de 1000 hectáreas. ¿Recibo 500.000 dólares al año de renta fija o
aspiro a 800.000 asumiendo los riesgos? Son muchos – muchísimos – los que disfrutan
de la primera opción. Tengamos presente que estos propietarios son los que siempre han
dado en arriendo una parte de su tierra. Solo que ahora las tasas son astronómicas.
c. En ambos casos – grandes o chicos – se abrió el camino de una suerte de cadena de la
felicidad, ya que al percibir arriendos en dinero, éste puede ser luego invertido en los
propios fondos de inversión, aumentando aún más la rentabilidad, sin involucrarse
directamente en labor agraria alguna.

Las consecuencias sociales de la dominancia productiva de los fondos de inversión han


sido expuestas en numerosos foros y no son exageradas en absoluto. La despoblación
rural y el empobrecimiento de los sectores de servicios de los pueblos del interior son
consecuencias directas del nuevo modelo. El bajo interés por las rotaciones; el riesgo de
contaminación hídrica por exceso de nitratos o fosfatos; el riesgo asociado a la
diseminación sin ton ni son de envases de herbicidas, no puede ni debe ser subestimado.

El esquema de retenciones, como se ha visto más arriba, no elimina el negocio de los


fondos. Lo más probable, en realidad, que el aumento de retenciones provoque la
disminución del costo de los arrendamientos a futuro, pero mantenga el negocio de
estos grupos.

En lo antedicho está el auténtico núcleo del problema agrario de hoy. Siempre hubo
propietarios chicos y grandes; quienes explotaron sus campos y quienes no. Pero el
actual modelo de producción rompió la relación entre el capitalista agrario y la tierra. La
instalación del capital financiero como el dinamizador de la producción agropecuaria
provoca infinidad de distorsiones negativas, que cualquier programa sectorial debe
intentar corregir.

Una conclusión preliminar

El conjunto de la sociedad no está siendo bien informada sobre este conflicto. No se


trata de dirimir – en todo caso no es el punto central – una puja distributiva entre los
chacareros y el Estado.
Deberíamos aprovechar la controversia y el conflicto para acordar un modelo
productivo que sirva a los productores, también a sus regiones y al país en su conjunto.,
La línea central de la política debiera ser la desconcentración, que no es otra cosa que
favorecer a los que tienen las raíces en la geografía argentina. Estimular a los pequeños
productores es democratizar el tejido productivo. Es parte de una redistribución de
ingresos sustentable.

No es este el lugar ni la pretensión de formular aquí un programa sectorial completo.


Solo se enumerarán facetas a tener en cuenta para ser coherentes con un propósito
democratizador y de mayor justicia.

- Toda medida de estímulo a cualquier sector o subsector del campo debería tener como
condición que los trabajadores rurales se desempeñen en el marco de las leyes laborales
y de seguridad e higiene más elementales. No es admisible, bajo ninguna explicación,
que el trabajo en negro entre los trabajadores del campo sea por lejos el mayor de todos
los sectores.

- Existe un proyecto de ley de arrendamientos, presentado por dos diputados (Ilarregui y


Cantero) en 2006, que busca acotar el trabajo de los fondos de siembra, dándole
estabilidad mínima de 5 años a los compromisos de arriendo. A el deberían agregarse
compromisos de rotación entre cultivos y parece una buena medida regulatoria.

- Se debería subsidiar parte de los fletes mayores de 200 kilómetros hasta el puerto,
hasta un tonelaje máximo por productor.

- Se debería computar parte de las retenciones como adelanto de impuesto a las


ganancias, para productores directos con menos de cierta superficie límite.
- Se podría importar en forma directa herbicidas y fertilizantes, para su distribución a
través de cooperativas agropecuarias.

- Los pequeños ganaderos deberían tener acceso garantizado a entregar animales para
faena directamente a los frigoríficos y luego negociar sus reses a través de certificados
transferibles.

- Los pequeños productores lácteos o de pollos o de cerdos deberían contar con un


apoyo concreto de envergadura para poder procesar su producción hasta llegar a
industrializarla y entregarla directamente al comercio minorista. Esto es factible en todo
el país, especialmente en las regiones más pobres y hay numerosas experiencias que lo
validan.

Tal vez estos ejemplos sean suficientes para mostrar que:

- La política de retenciones móviles es casi obvia y debería ser mantenida.


- Superpuesto con ella, resulta imprescindible un gran esfuerzo para corregir la
distorsión y concentración de la estructura productiva, recuperando un rol activo para
los productores asentados en cada territorio.

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La teoría económica contra los argumentos del campo

Otra mirada

Por Roberto Navarro

De las casi 95 millones de toneladas de granos que se cosecharán en 2008, más del 70
por ciento pertenece a grandes y medianos productores agropecuarios de la pampa
húmeda. En estos grupos, aun con las retenciones móviles, la rentabilidad es tan grande
que supera por lejos los niveles medios de la economía. La pelea de estos días era por
esa renta extraordinaria. Los cientos de cortes de ruta, en cambio, tenían muchos
significados distintos, según las distintas zonas, tipos de siembra, tamaño de campos,
distancias con los puertos y otras características que distinguen a cada productor y a
cada pueblo. La lucha por la renta es histórica en el país y se ha dado por distintos
motivos. En la actualidad estas altísimas utilidades tienen que ver, fundamentalmente,
con los precios internacionales de los commodities de productos agrarios. Hasta 2005,
estaban más ligados al tipo de cambio real. En ambos casos, el campo recibió la
ayuda oficial por la licuación de las deudas por la pesificación asimétricas y por
combustible subsidiado. Cash convocó a los economistas Aldo Ferrer, Javier
Rodríguez, Axel Kicillof y Juan Iñigo Carrera para aportar al debate sobre las
características de la apropiación de la renta agropecuaria en Argentina, la legitimidad de
las retenciones, la calidad técnica de las medidas y las asignaturas pendientes que tiene
el Gobierno con el sector.
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La disputa por la renta agraria

Por Javier Rodriguez *

Gran parte del actual debate acerca del aumento del impuesto a las exportaciones de
soja y girasol gira, en realidad, no tanto en torno de la alícuota que debe fijarse, sino
sobre si deben o no aplicarse retenciones. Quienes sostienen que no deben aplicarse
retenciones a las exportaciones de productos agropecuarios plantean que se trata de un
impuesto distorsivo, que modifica por tanto las señales de precios. El carácter de
distorsivo para estos autores (que creen que todo debe dejarse en manos de los
mecanismos de mercado) es suficiente para desechar por completo dicha herramienta.
Sin embargo, poco se han molestado en analizar los efectos de lo que ellos denominan
distorsión.

Las retenciones cumplen diversas funciones que son innegables. En primer lugar,
reduce el precio de los alimentos en el mercado interno. Una política de alimentos
baratos es esencial para el desarrollo integrado de un país. Adicionalmente, en un
contexto de inflación como el existente a nivel nacional, y con precios internacionales
en alza, el incremento de las retenciones es un instrumento necesario en la lucha
antiinflacionaria. En tercer lugar, con las retenciones se pueden modificar las
rentabilidades relativas de las distintas producciones, de forma que para los productores
sea tan rentable producir soja, como otros cultivos o productos pecuarios. Desde ya, las
retenciones sirven para captar una parte de la renta agraria. Y he aquí uno de los ejes del
debate.

Desde la doctrina del laissez faire critican las retenciones por constituir una
transferencia de recursos de un sector específico. Omiten señalar que se trata de un
impuesto que va sobre la renta, y no sobre ganancias, dados los niveles de rentabilidad
presentes. Sin embargo, y esto es lo más contradictorio, nada dicen cuando la
transferencia de renta ocurre, ya no por obra de un impuesto, sino a raíz de una
sobrevaluación cambiaria. Esto es lo que ocurría en los años noventa, cuando la
sobrevaluación actuaba en detrimento de los ingresos percibidos por exportaciones. Un
trabajo que hemos publicado desde Cenda hace ya unos años mostraba que en realidad
las transferencia debidas a la sobrevaluación eran mayores que las que se daban debido
a las retenciones, en el año 2005.

Las transferencias de renta son un fenómeno prácticamente inherente a las mismas, toda
vez que éstas son ganancias que sobrepasan los niveles medios. Por ello, el debate que
debe darse no radica en torno de si se aplican o no retenciones, sino en para qué se las
aplica, es decir, cuál es el destino que se le da a esa masa de riqueza.
La existencia de renta abre la posibilidad de potenciar el desarrollo industrial y
agropecuario de un país. Pero eso no lo garantiza la mera presencia de renta. Tampoco
es garantía que sea apropiada por medio de un impuesto. Para que la renta sirva para
impulsar el crecimiento integrado del país, las retenciones deben inscribirse en un plan
de desarrollo agropecuario e industrial. Lamentablemente, nada de ello se observa en la
actualidad.

La actual crisis deja como evidencia que el tipo de cambio y las retenciones no
constituyen una política de desarrollo agropecuario. Que hacen falta políticas
específicas que se complementen con las macroeconómicas para el desarrollo integrado
de este sector. Pero no hay que confundirse: no es un problema exclusivo de este sector.
Exactamente lo mismo debe decirse de la industria, donde ocurre algo similar. Sostener
el tipo de cambio, si bien es una herramienta necesaria, no constituye por sí mismo una
política industrial. Tampoco lo son medidas adoptadas de manera aislada. La actual
controversia sobre las retenciones deja también nítidamente otra evidencia: la
transferencia de recursos por la transferencia misma pierde legitimidad. Las
transferencias en el marco de un plan de desarrollo posibilitan la mejora del bienestar de
toda la población.

* Economista del Cenda.

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[center]La teoría económica contra los argumentos del campo

Por Axel Kicillof *[/center]

La teoría económica pura rara vez es noticia. Sin embargo, para comprender el actual
conflicto que enfrenta a las asociaciones rurales y al Gobierno es imperiosamente
necesario desempolvar viejas controversias conceptuales. En efecto, a primera vista, la
pelea entre el campo y el Gobierno parece ser una simple cinchada para apropiarse de
una bolsa de recursos, tironeo que, fuera de los desbordes verbales de los protagonistas,
no parece encerrar ningún misterio. Porque, siempre en el terreno de las apariencias,
nada hay más natural que el planteo del campo: dicen que tanto sus productos como la
totalidad de su precio les pertenecen por completo y cualquier intento del Estado de
apropiarse una parte es una intromisión inadmisible o, como gustan decir, una
“confiscación”. Sin embargo, doscientos años de teoría económica desmienten esta
apariencia.

El argumento de las asociaciones agrarias en contra de las retenciones tiene tres pasos:
1. Como ocurre en cualquier negocio, el empresario realiza una inversión y en base a su
inversión obtiene su producto; 2. Como ocurre en cualquier negocio, si los precios de
venta de ese artículo se elevan, la ganancia adicional corresponde exclusivamente al
productor. Nadie tiene derecho a meter la mano en el bolsillo ajeno; 3. Si el Gobierno
pone un impuesto especial a una rama favorecida, está castigando al empresario que
acertó al realizar su inversión y, sobre esa base, nadie querrá realizar nunca nuevas
inversiones, ya que pensará que el Estado le va a quitar una parte si el negocio es
exitoso.
De estos tres puntos se deduce que, aunque el campo esté atravesando una época de
bonanza, ponerle impuestos especiales configuraría una intromisión indebida en la
libertad de empresa, generaría incertidumbre y acabaría finalmente con la inversión.

La economía científica, no obstante, muestra con claridad aquello que el campo quiere
negar: en la producción agropecuaria no ocurre lo mismo que en cualquier otro negocio.
La diferencia es la siguiente. Si en una rama industrial se registrara un incremento de la
demanda y un consecuente aumento de precios, los productores obtendrían ganancias
extraordinarias. Pero en cualquier negocio estas superganancias serían sólo transitorias.
Con el tiempo, podrían sumarse nuevas firmas que con una inversión similar
producirían exactamente el mismo artículo en exactamente las mismas condiciones,
aumentando así la oferta hasta que tal ganancia extraordinaria se esfumara. Sin
embargo, autores como David Ricardo, fundador de la escuela clásica, o Alfred
Marshall, fundador de la escuela neoclásica, señalaron que en la producción agrícola
existe una diferencia sustancial: como la actividad se asienta sobre determinadas
circunstancias climáticas y de fertilidad del suelo, a diferencia de otras ramas, ningún
inversor puede reproducir esas mismas condiciones naturales, por más que hacerlo
represente un excelente negocio. Mientras las máquinas e instalaciones industriales se
pueden producir en escala más amplia cada vez que sea conveniente elevar la oferta, las
magníficas tierras de la pampa húmeda se pueden comprar o vender, pueden cambiar de
manos, pero no es posible multiplicarlas. En el campo se puede ampliar la oferta, pero
utilizando peores tierras. Condiciones naturales más favorables significan menores
costos y las tierras argentinas históricamente han permitido producir con costos
menores, en relación con otras zonas, incluso a escala mundial. Es por eso y no por la
pericia inigualable de los terratenientes argentinos, que llegamos a convertimos en “el
granero del mundo”.

Si bien el precio mundial del trigo, el maíz o la soja es el mismo para todos los
vendedores, en algunas regiones de nuestro país los costos son muy inferiores. Mientras
el precio de los productos industriales tiene, en términos generales, dos componentes:
costos y ganancia, el precio de los productos agrarios tiene tres: costos, ganancia y renta
del suelo. La renta es entonces equiparable a un precio de monopolio. Los dueños de las
mejores tierras (como las de Argentina) se quedan con esa diferencia que no se debe a la
inversión ni al esfuerzo sino a las condiciones naturales. La producción agraria no es
como cualquier otro negocio, sino que podría decirse que en este sentido se asemeja
mucho a la producción petrolera. En ambas existe una renta, un margen por encima de
la ganancia normal debida al monopolio sobre ciertas tierras excepcionales.

Es por eso que, fuera de las tierras marginales, en Argentina existe una fuente de
ganancias extraordinarias o, más precisamente, de renta del suelo que deja en las manos
de los propietarios un monto adicional cuando los productos se colocan en el mercado
mundial. Es falso entonces que las retenciones impliquen una confiscación de la
ganancia legítimamente obtenida por los inversores, como en cualquier negocio. Las
retenciones gravan básicamente ese adicional del precio sobre la ganancia normal que
obtienen quienes producen en tierras excepcionales, como las de buena parte de
Argentina.

Esta consideración teórica es, claro está, independiente del modo en que se utiliza la
recaudación y lo es también del hecho de que quienes producen en zonas marginales
(con los precios actuales la frontera se ha corrido significativamente) puedan recibir
algún apoyo especial. Ante aumentos de los precios internacionales tan abruptos como
los que experimentaron las exportaciones de nuestras exportaciones (la soja y el girasol
casi se duplicaron en un año), lo razonable es aplicar impuestos que graven la renta del
suelo. Los costos pueden haber aumentado, pero no se han duplicado, de manera que lo
que creció es el componente renta. Las retenciones, aunque sean muy elevadas, pueden
dejar ganancias razonables para el productor –similares y hasta superiores a las de otras
ramas– y, además, mantener más bajo el precio interno de los alimentos. Aquí no está
en disputa una porción de la ganancia, sino la renta del suelo originada en las
condiciones naturales. Es cierto que los pequeños productores marginales sufren más y
que puede brindarse un apoyo especial. Es cierto que debe discutirse el uso de los
recursos. Pero es absolutamente falso que las retenciones sean una confiscación o un
robo. Es estricta justicia distributiva.

* Economista, investigador UBA/Conicet.

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De paros y riquezas sociales

Por Juan Iñigo Carrera*

“El campo” para porque, según dice, la sangría de las retenciones lo ahoga e impide
su desarrollo. En vez de discutir en el aire pongamos cifras a la cuestión."

“El campo” era enemigo jurado del gobierno en 1973-1975. La razón parecería obvia si
se considera que, en particular mediante el monopolio estatal sobre el comercio de
granos, el 44 por ciento del excedente del sector agrario fluyó fuera de él, dejándole
sólo un promedio anual de 17 mil millones de pesos (en poder adquisitivo de 2007,
como todas las cifras siguientes). Entonces, “el campo” apoyó la dictadura y festejó que
su propio representante, José Alfredo Martínez de Hoz, terminara con aquel monopolio.
Claro que, a través de la política activa del Estado nacional para sobrevaluar el peso, en
el promedio de 1978-1981 “al campo” se le escapó el 42 por ciento de la suma de la
ganancia y la renta del suelo agrarias, quedándole el equivalente anual a 15 mil millones
pesos.

Después, “el campo” se enamoró de Carlos Menem, porque sacaba las retenciones, y
votó a Fernando de la Rua, porque seguía la misma política. Pero, nueva sobrevaluación
del peso mediante, en el promedio 1991-2001 escapó “del campo” un 50 por ciento del
excedente agrario, dejándole sólo 8 mil millones de pesos anuales.

Durante 2002-2007, primero por la subvaluación del peso y luego por la suba de los
precios mundiales, el excedente agrario aumentó un 83 por ciento. Pero la parte que
quedó para “el campo” creció un 219 por ciento, ya que sólo debió ceder el 23 por
ciento de éste. Recibió así un promedio anual de 27 mil millones de pesos. En 2007,
esta suma ascendió a 39 mil millones de pesos.
Con todo, “el campo” añora la política neoliberal y aborrece la política
“intervencionista” de ideario “nacional y popular” del Gobierno. Sin embargo, ambas
políticas, aparentemente irreconciliables, se hermanan en la continuidad del flujo de la
renta del suelo agrario hacia fuera “del campo”. Lo cual muestra que dicho flujo es una
condición inherente a la estructura económica argentina en su unidad. Y, por lo tanto,
que es una condición para la apropiación de riqueza social por “el campo” mismo.

Según el Gobierno, las retenciones son en beneficio de la población trabajadora. Sin


embargo, en el año 2007 el salario promedio de la economía apenas arañaba el poder
adquisitivo que tenía en 2001. A su vez, este salario equivalía escasamente al 56 por
ciento del de 1973-1974. Con semejante evidencia no puede sino concluirse que la
riqueza social apropiada mediante las retenciones, y en su momento mediante la
sobrevaluación del peso, sólo sirve para alimentar un proceso nacional de acumulación
de capital que, mientras reproduce prósperamente hoy a los llorosos propietarios rurales,
condena a la clase trabajadora al empobrecimiento aun en pleno auge económico.

* Economista. Docente de la UBA.

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Debate sobre el rumbo del desarrollo nacional

Por Aldo Ferrer *

"El campo es una actividad fundamental de la economía nacional y no un segmento


del mercado mundial. En consecuencia, debe administrarse el efecto de los precios
internacionales sobre el nivel general y los precios relativos de la economía
argentina."

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3433-2008-03-30.html
Cuando se cuestiona la legitimidad de la administración del efecto de los precios
internacionales sobre una economía nacional, se supone, implícitamente, que los
sectores involucrados son un segmento de la economía mundial y que, por lo tanto, sus
señales no pueden ser manipuladas por las políticas públicas. Esta concepción, que
prevalece en los países especializados en la producción y exportación de productos
primarios y está presente en el actual debate en el país, es el origen de la llamada
“maldición de los recursos naturales”. Porque, en efecto, los países que generan rentas
elevadas en la explotación de sus recursos naturales y se resignan a tener estructuras
productivas subindustrializadas dependientes de su producción primaria nunca se
liberan del subdesarrollo, la vulnerabilidad ante las contingencias del mercado mundial,
la pobreza y la exclusión social. Una de las causas por las cuales esto sucede es la
fijación del tipo de cambio al nivel necesario de la rentabilidad de la explotación del
recurso natural, pero insuficiente para la de los otros sectores productores de bienes
sujetos a la competencia internacional. Es el ejemplo clásico de la “enfermedad
holandesa”.

Las retenciones sobre determinados productos, los subsidios y los tipos de cambio
diferenciales para abrir espacios de rentabilidad en toda la producción de bienes
transables a escala federal son instrumentos legítimos e indispensables de una política
de equilibrio macroeconómico, distribución equitativa del ingreso, acumulación y
crecimiento. Esos instrumentos de la política económica no deben reducirse a objetivos
coyunturales o parciales, como por ejemplo los tributarios. Deben formularse en el
marco de una estrategia que abarque la administración del corto y el desarrollo de
mediano y largo plazo. De políticas que incluyan la integración de las cadenas de valor,
el aumento del valor agregado, la incorporación de insumos y conocimientos de origen
interno, el desarrollo de las regiones, la atención de las necesidades específicas de las
diversas unidades productivas, la diversificación de la estructura productiva, la
generación de empleo y la asignación eficiente de los recursos disponibles. Las señales
que transmite la política económica deben ser firmes, creíbles y consensuadas en la
mayor medida posible con los actores privados involucrados, pero, en definitiva, es
responsabilidad del Estado colocarse por encima de los reclamos sectoriales para
abarcar la totalidad de los intereses en juego y defender el interés nacional y la equidad.

Los reclamos de las entidades ruralistas son comprensibles, pero sólo son defendibles si
se ubican en una perspectiva integradora del desarrollo nacional y la aceptación,
categórica, concluyente y definitiva, de que el campo, como la industria y todos los
sectores productores de bienes transables, es, en primer lugar, un sector fundamental de
la economía nacional y no un segmento más del mercado mundial. Debe admitirse, por
lo tanto, que la administración de los precios internacionales es una responsabilidad
ineludible del Estado nacional, lo cual no implica, en modo alguno, cerrar el debate.
Porque lo que sí debe debatirse es la calidad y las consecuencias de las medidas
adoptadas sobre los objetivos que ellas mismas persiguen. Surgen, de este modo,
cuestiones cruciales como el impacto de las medidas sobre las diversas unidades
productivas y regiones, la evolución de los costos de producción, la rentabilidad y las
expectativas, el desarrollo de la infraestructura y la integración de la cadena
agroalimentaria con la industria y el sistema nacional de ciencia y tecnología.

La polémica histórica sobre estas cuestiones, que nunca resolvimos bien, se reaviva,
ahora, en una situación nueva del mercado mundial por la incorporación de China e
India a la expansión del espacio Asia Pacífico, inaugurada desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial por Japón y los “tigres asiáticos”. Esto está provocando un aumento
extraordinario de la demanda de alimentos, materias primas y energía y, por lo tanto,
una notable valorización de los recursos naturales. La Argentina, como la mayor parte
de América latina, cuenta con un territorio excepcionalmente dotado de recursos
naturales y es destinataria de la expansión de la demanda originada en Extremo Oriente.

En este escenario mundial, la actual polémica sobre las retenciones es mucho más que
un diferendo transitorio sobre la distribución del ingreso y la apropiación fiscal de una
parte del aumento de los precios internacionales de las exportaciones primarias. Es, ni
más ni menos, que la renovación del debate sobre el rumbo del desarrollo nacional. Si
queremos evitar renovar la “maldición de los recursos naturales”, es decir reproducir
indefinidamente una estructura productiva subindustrializada, subintegrada e incapaz de
generar empleo y bienestar, es preciso aprovechar las excepcionales condiciones
actuales del mercado mundial para impulsar el pleno desarrollo de la cadena
agroindustrial en el marco de una economía industrializada y compleja capaz de
gestionar el conocimiento e incorporarlo en todo el tejido económico y social del país.
* Profesor titular de Estructura Económica Argentina, UBA.

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Fuentes:
Bolsa de Comercio de Rosario
Unidad de investigación y Desarrollo de AACREA
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos
Proyecto PRECOP del INTA.
Boletín Márgenes Agropecuarios.

Bibliografías:

Homoeconomicus

Ministerio de Agricultura

Quorum

Pagina 12

Definición retenciones

Resumen de Historia Argentina

INTI

Foro de Resistencia y Debate


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Anexiones al artículo (gracias gonstar)

Grupos que están en contra del "Lock Out"

Central de Trabajadores de Argentina (CTA)


Movimiento Libres del Sur
Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)
Movimiento Campesino de Córdoba (MCC)
Consejo Interuniversitario Nacional (CIN)
Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE)

Recomiendo igualmente ingresar a este blog de economístas que analizan en forma clara
todo lo que ocurre en la Sociedad Argentina. Foro de economistas: Homoeconomicus

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Comparto estos posteos que me parecieron muy interesantes:

La teoría económica contra los argumentos del campo posteado por JorgeAllen

Lo que no se dice sobre el Lock Out agropecuario: Algunos datos y reflexiones


posteado por ZzeusS

Rehenes de Monsanto posteado por JorgeAllen

Ley de Abastecimiento 20680 posteado por JorgeAllen

Invito a quienes deseen debatir sobre política y economía registrarse a este foro:

Resistencia y Debate

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