Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Para repartir. Una fracción nos indica en cuántas partes iguales se puede repartir
algo. El ejemplo más socorrido es repartir una pizza. Si 6 amigos quedan para ver
un partido del mundial de futbol y quieren tener un pedazo del mismo tamaño.
Si la pregunta va encaminada a ¿para qué me sirven las fracciones en mi vida
cotidiana? La respuesta puede ser muy extensa. Además de para repartir pizzas o
para saber cuántos pedazos de una tableta de chocolate corresponden a cada uno
si la repartimos en partes iguales, hay muchas situaciones en las que conocer y
operar con fracciones puede ser necesario.
Si hablamos de aprendizaje el problema no es si lo que aprendes te puede parecer
que sobra, sino que cuando lo necesites lo eches en falta.
Incluso para ser un ladrón de bancos las fracciones son esenciales, pues de otro
modo te timarán en el reparto del botín
Octavio Paz. ¿Así es más real?
Decir, hacer Idea palpable,
palabra
A Roman Jakobson impalpable:
Entre lo que veo y digo, la poesía
Entre lo que digo y callo, va y viene
Entre lo que callo y sueño, entre lo que es
Entre lo que sueño y olvido y lo que no es.
La poesía. Teje reflejos
Se desliza entre el sí y el no: y los desteje.
dice La poesía
lo que callo, siembra ojos en las páginas
calla siembra palabras en los ojos.
lo que digo, Los ojos hablan
sueña las palabras miran,
lo que olvido. las miradas piensan.
No es un decir: Oír
es un hacer. los pensamientos,
Es un hacer ver
que es un decir. lo que decimos
La poesía tocar
se dice y se oye: el cuerpo
es real. de la idea.
Y apenas digo Los ojos
es real, se cierran
se disipa. Las palabras se abren
La calle
Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.
Octavio Paz.
El Enamorado