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1989: el año de la caída del muro de Berlín

La noche del 9 de noviembre de 1989 ocurrió algo que los berlineses habían anhelado
durante años: cayó el muro de Berlín. Cualquiera que viviera en aquellos años
recordará cómo todas las televisiones retransmitieron en directo a miles de berlineses
pasando de un lado a otro, celebrando el reencuentro con familiares y amigos, ajenos
todavía, probablemente, a todas las ventajas e inconvenientes que conllevaría
la reunificación de la ciudad.
La caída del muro de Berlín sirvió también como uno de los hitos utilizados por la
mayoría de historiadores contemporáneos a la hora de marcar el inicio del fin de la
Guerra Fría.
Pero… ¿qué sucedió para que cayera el muro de Berlín? En este acontecimiento,
como en la mayoría de hechos históricos significativos, entraron en juego varios
factores que precipitaron este final: una URSS cada vez más debilitada (cuya
desintegración se materializaría pocos años después), las presiones de la comunidad
internacional y, sobre todo, la apertura de la frontera entre Austria y Hungría, pues
este último país pertenecía al bloque soviético y al facilitar el paso a la Europa
occidental, precipitó un éxodo de alemanes que viajaban hasta Hungría y cruzaban a
Austria sorteando el muro.
Las manifestaciones por parte de los ciudadanos de la RDA no se hicieron de rogar y
pronto las calles del Berlín soviético se llenaron de protestas que reivindicaban la
apertura, de una vez por todas, de los pasos fronterizos.
Fue a raíz de un pequeño error por parte de un funcionario soviético que el muro
cayó exactamente la noche del 9 de noviembre. En una rueda de empresa donde este
informaba de que se había decidido facilitar el acceso al Berlín occidental, al ser
preguntado por un periodista italiano acerca de la fecha en que entraría en vigor esta
medida, el funcionario respondió “de inmediato” (pese a que entraba en vigor al día
siguiente), lo que precipitó que un buen número de aquellos habitantes de la RDA que
estaban siguiendo la rueda de prensa por televisión se lanzaran a las calles martillo
en mano directos al muro, donde la euforia por tirarlo abajo se extendió durante toda
aquella noche.

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