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Te Deum 2009

Parroquia San Ignacio de Loyola – Padre Hurtado

Deseo darles la más cordial bienvenida a cada uno de ustedes, para ello,
permítanme primero una pequeña introducción y aclaración.

La introducción: Muchos se preguntarán por qué en la hojita del programa


aparece la figura de Teresa de Calcuta junto a un hambriento de la India,
¿No es acaso éste un día para orar por Chile y cada una de las personas de
nuestro pueblo?, entonces, ¿Qué tienen que ver ellos con nuestra
celebración? Creo que mucho, pues si queremos orar de verdad por y con
los que comparten con nosotros este mundo y esta Patria, nos hace falta
traer a la memoria y al corazón a cada persona que no sentimos
compatriota, a cada ciudadano que ignoramos o vemos como amenaza.

Ahora la aclaración: Este es el primer Te Deum en el que participo, más


aún, es el acto más solemne que haya alguna vez presidido, por lo tanto,
no dejo de estar nervioso y preocupado para no equivocarme en todos los
pasos protocolares que se deben seguir. Lo primero que estos pasos
sugieren es que uno debe saludar a cada autoridad por su nombre,
recordando su cargo, agradeciendo su presencia que le da más realce a la
celebración. Permítanme la osadía de comenzar de otro modo…

Los invito a que cada uno de nosotros que somos de alguna manera
“autoridad” o prestamos diversos servicios a la comunidad, traigamos con
nuestra imaginación, aquí a este templo, a todas las personas a las que
amamos, pero también a las que debiéramos amar más, a las que
despreciamos o ignoramos, a las que más mal lo están pasando en nuestra
sociedad disgregada y desequilibrada…

Ahora sí, con todos ellos aquí, podemos empezar: Sean muy bienvenidos
los pobres de cada rincón de nuestra Patria y de nuestra Comuna, aún
aquéllos a los que ni siquiera llegó invitación o noticia de este encuentro
de Acción de Gracias; muy bienvenidos los desesperanzados, agobiados y
enfermos; muy bienvenidos los ancianos, los que creen en Dios y los que
no creen; muy bienvenidos los indígenas, migrantes y miembros de
minorías étnicas y culturales; muy bienvenidos, incluso, los violentos,
desorientados y esclavos de los vicios…Muy bienvenidos grandes y
pequeños, ilustrados e ignorantes, poderosos y sencillos, alegres y
tristes…Bienvenidos todos los que necesitamos siempre del amor, fuerza y
consuelo incondicional del Señor.

Los que necesitamos siempre del amor incondicional del Señor. Los que
hemos recibido sus bendiciones, los que hemos sido beneficiados con esta
tierra fértil y hermosa, con este selecto pedazo de su Creación. Esto es
justamente, lo que nos une: ser hijos de un mismo Padre, ser hermanos y
compañeros de misión. Por eso, sintámonos cada uno nombrado
personalmente, íntimamente, al escuchar ¡Bienvenidos hermanos y
hermanas!

Estamos ya comenzando a celebrar el Bicentenario de nuestra Patria, ¡qué


gran regalo sería llegar a sentirnos verdaderos hermanos, buscadores
incansables del bienestar común!

¿Se imaginan que si así como sentimos a la Selección como la “Roja de


Todos”, sintiéramos a nuestra patria como el Chile de Todos, donde hasta
el más pequeño triunfo, alegría o superación del más sencillo de nuestros
compatriotas fuera la alegría de todos, la esperanza de todos, el triunfo de
todos? Nuestra Patria sería ciertamente mejor.

Creo, hermanos y hermanas, que podemos transitar por ahí. Padre


Hurtado es una comuna joven, llena de contrastantes riquezas, aquí se
une lo rural tradicional con una creciente urbe, residentes históricos con
numerosas nuevas familias llegadas de todas partes buscando la casa
propia, paz, aire limpio, trabajo…y muchos, muchos otros sueños.

No debe ser muy diferente a lo que sucedió en los albores de nuestra


Patria: diversas gentes, venidas de diferentes lugares, buscando crear una
identidad común, hilvanando diversas historias para construir una historia
más rica, más plena, más fecunda.

Hemos caminado mucho como Nación, y creo que no lo hemos hecho tan
mal. Por eso venimos hoy a dar gracias a Dios, por eso nos nace celebrar
con empanada, cueca y vino tinto. Por eso, nos acordamos de Dios
reconociendo sus beneficios.

Queda, sin embargo, mucho camino por recorrer. Acercarnos a los 200
años de nuestra Independencia, puede ser una oportunidad especialísima
para seguir dando pasos, también en nuestra comunidad comunal que
presenta tantos desafíos.

¿Se imaginan forjando una comuna con una identidad chilenísima y a la


vez particular, donde quepan los nuevos y los antiguos, los de derechas e
izquierdas, los jóvenes y los más viejos, los campesinos, obreros y
empresarios. Como la Roja de Todos, la Comuna de todos: unidos por un
mismo sentir, un mismo sueño, un mismo futuro promisorio: el de una
sociedad alegre y solidaria, construida sobre la verdad y la justicia, sin las
abismantes diferencias sociales y de oportunidades del presente. Con la
ayuda de Dios es posible, pero debemos enfrentar, creo yo, al menos tres
desafíos:

1. Una juventud desencantada. Creo que los que tenemos más de


cuarenta años no hemos hecho bien nuestra tarea de formadores de la
juventud. Nos escandaliza que “no estén ni ahí”, nos perturba su
indiferencia y su relativismo moral, nos asusta, muchas veces, su
individualismo e indiferencia. Sin embargo, ¿no son acaso, en numerosas
ocasiones, reacciones a nuestras intolerancias, miedos o imposiciones? La
juventud no se encantará nunca con adultos grises, rencorosos, sumisos o
autoritarios. Si queremos encantarlos con la política, mostrémonos
dialogantes, serviciales, esperanzados; si queremos encantarlos con la
fidelidad conyugal, demos ejemplo de amor sincero sin dobleces, de
alegría y vitalidad; si queremos encantarlos con lo que les pasa a los
demás, salgamos de la mediocridad, de nuestras motivaciones egoístas, de
nuestro encierro; si queremos encantarlos con Dios, mostrémoselo
presente y actuante en nuestras propias vidas.

2. Las asechanzas de la violencia, la droga, el alcohol y la delincuencia.


Hace menos de un año fuimos testigos de una riña callejera aquí en las
puertas de nuestro Templo; una animita allí afuera nos recuerda las
consecuencias de muerte que trajo. Tenemos que asumir que la violencia,
como tantos otros males, nos toca a todos, por tanto, debemos
enfrentarlos con valentía, sin esconder la cabeza culpando siempre a
otros. Muchas mamás y papás me han dicho frases tales como “mi hijo es
súper bueno, no se mete con nadie, del colegio a la casa y nada más”. Ser
bueno no puede reducirse a esconderse. Necesitamos héroes, tomarnos
las plazas y esquinas contagiando esperanza, alegría, juventud, deportes,
vida sana. No escondamos los tesoros que hemos recibido.

3. Un individualismo despiadado y una competitividad aterradora. Hoy,


cada persona de esta Patria, podría definirse más como consumidora que
como ciudadana, más por lo que tiene que por lo que es. Nos hemos ido
esclavizando de las cosas, acumulando chatarra, aparentando lo que no
somos, compitiendo para ganar lo que sea, olvidándonos de todo,
pisoteando personas y al planeta entero. No son casualidad, por lo tanto,
los altísimos niveles de stress, de violencia, de depresión, de
insatisfacción. Paremos, paremos de correr; miremos más a nuestro
alrededor, reconozcamos a nuestros hermanos, trabajemos por ellos,
alegrémonos con sus triunfos.

Uds. se preguntarán cómo hacerlo. Dirán, en su mayoría, que reconocen


esas dificultades y desafíos, pero sin ver la manera de enfrentarlos.
Miremos, entonces, lo que nos dice el Señor, lo que hemos escuchado en
las lecturas de hoy. Lo resumo, también en tres puntos claves:

1. Tenemos un Dios cercano, que no se queda mirándonos desde arriba,


sino que se hace uno de nosotros. Se despoja de su Ser Divino para
compartir nuestra humanidad, para levantarnos. ¡Qué gran noticia: No
estamos solos! Y si estamos con Él, nada ni nadie nos puede separar ni de
su amor ni de su ruta. No puede, por tanto, embargarnos la desesperanza,
el miedo o la oscuridad. Sigamos su ejemplo, despojémonos también
nosotros de nuestros egoísmos, prejuicios, rigideces para dejar entrar al
hermano en nuestro horizonte. Como Cristo bajemos, bajemos a donde
están los más marginados de nuestra tierra.

2. Tenemos un Dios que nos exhorta, a través de san Pablo, a tener la


actitud más propia de un cristiano: la humildad, no haciendo nada por
rivalidad o vanagloria, considerando a los demás superiores, no buscando
el propio interés sino el de los demás, teniendo, en definitiva, los mismos
sentimientos que Cristo Jesús .

3. Tenemos, finalmente, un Dios que es Padre, que nos hace hermanos y


hermanas con un destino común. Si de verdad nos sentimos hermanos,
familia de Dios, actuando como tales en lo cotidiano, en el trabajo, en la
casa, en nuestra Comuna, en sus calles y plazas, en sus fábricas, escuelas,
campos y villas, verdaderamente no estaremos lejos del Reino de Dios.

Chile va a cumplir 200 años. Dentro de esta gran familia rica en tanta
historia y tradición, fundemos nosotros, padrehurtadinos, una familia
fraterna y solidaria, en comunión con la Patria terrena y celestial.

Quiera Dios que cuando digamos “nosotros”, no lo interpretemos pobre ni


parcialmente; sino que sea un nosotros inclusivo, el de los hijos de Dios, el
de los verdaderos hermanos, el de la comunidad de los creyentes donde la
felicidad y plenitud de cada uno dependa de las de los demás. Que el
Padre Hurtado, apóstol de la solidaridad, sea un faro en el camino que
queremos transitar en los próximos 200 o más años.

Amén

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