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FILOSOFÍA
UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO – LIMA ESTE FILOSOFÍA
Gnoseología
Sesión 5
En la mitología grieec ga, Ad tenea, es lf a doirosa dcoeml/a pP-caz, lna cpilvaidliszac3ió/ n,jala sa-
bloidisuríva, la estt-rastegaita, d.jep las ciencias, de la Justicia y de la función social de la
cultura y las artes.
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GNOSEOLOGÍA
No tiene sentido –expone claramente Sanguineti- decir “conozco” sin más, ya que
enseguida se nos puede preguntar: “¿qué conoces? Se comprende algo, se conoce o se sabe algo.
“Pensar” puede indicar el acto de modo intransitivo (“estoy pensando”), pero siempre es
implícito que se piensa algo (“pienso en ella”, “pienso que tenemos que partir”). Verbos como
“ver” o “percibir”, normalmente, connotan la presencia física del objeto (“veo un gato”, “percibo
en ti cierto nerviosismo”). Los supuestos mencionados indican como el conocimiento es una
relación con una cosa, que se dice precisamente conocida. Por eso es que se asevera que el
conocimiento es un acto personal (quien conoce es el sujeto cognoscente); una relación con la
realidad (una relación entre el cognoscente y lo conocido); un acto físico y psíquico (es inmaterial
porque el acto o la operación cognitiva recae sobre un objeto intrínseco a la operación misma
Explicación fenomenológica
Sobre el problema de la descripción del acto de conocimiento se ha ocupado –en los últimos
tiempos- la concepción “fenomenológica” de comienzos del siglo XX. La “fenomenología” es, en
sentido general, la “pura descripción de lo que aparece” y como corriente de pensamiento se
propone describir el proceso del conocer como tal, es decir, independientemente de, y
previamente a, cualesquiera interpretaciones del conocimiento y cualesquiera explicaciones que
puedan darse de las causas del conocer.
El conocer es una relación entre dos miembros, sujeto y objeto, permanecen distintos
entre sí. Esa relación es una correlación, pues el término sujeto sólo es sujeto en cuanto el otro
es objeto suyo. Ahora bien, esta correlación no es reversible. Ser sujeto es cosa completamente
distinta de ser objeto. La función del sujeto es captar, aprehender; la del objeto, ser aprehensible
y ser aprehendido. Al objeto le es indiferente, en cierto modo, el ser conocido y el punto hasta el
cual sea conocido por el sujeto. El objeto no cambia por virtud del conocimiento; el sujeto es el
que se modifica en algo. Efectivamente, en el sujeto se produce una conciencia del objeto.
Esta conciencia del objeto puede ser considerada como el hecho de trasladarse al sujeto
la constitución del objeto. Así, pues, visto desde el objeto, el conocer es la determinación del
sujeto por el objeto. Lo contrario sucede en la acción. Aunque el sujeto, por decirlo así, recibe las
determinaciones del objeto; aunque se comparta receptivamente, no por eso es pasivo. Puede
mostrarse activo y hasta espontáneo en el conocer, y tomar parte, especialmente, en la formación
de la representación del objeto.
CLASES DE CONOCIMIENTO
El conocimiento humano puede ser dividido, según sus características generales, de diferentes
maneras.
Vulgar
El conocimiento ordinario o vulgar es aquel que se adquiere con la experiencia vital, aunque
puede ser certero, no es demasiado confiable por su falta de fundamentación. Por eso, se puede
decir que el conocimiento o saber vulgar (o precientífico, o ingenuo, o imperfecto) de un objeto,
es el que tiene una persona sin preparación especial sobre él y derivado de la experiencia misma
de la vida. Por ejemplo, saber que al día sucede la noche, que el fuego quema, que el reloj es un
aparato que indica la hora, o el caso de la oficiosa vecina que conoce un remedio “infalible”
contra la jaqueca o el dolor de estómago, son ejemplos del saber vulgar.
Se trata siempre de conocimientos revelados principalmente por los sentidos (con una
mínima dosis de raciocinio, existente en todo conocimiento humano), que presentan a su vez
una gradación, porque “lo que ahora denominamos saber vulgar, por lo menos para el hombre
de ciudad, está impregnado de nociones científicas y seudocientíficas que han ido pasando
insensiblemente al uso de todos, organizándose espontáneamente en lo que se suele llamar
verdades de sentido común”.
Científico
El conocimiento científico es aquel que está representado por la actitud consciente y deliberada
del sujeto por indagar y conocer el mundo que lo circunscribe. Es, por lo tanto, un conocimiento
causal, general y metódico. Los griegos caracterizaban esta actitud en la capacidad de asombro
de los seres humanos y en la necesidad de hallar respuestas a los interrogantes –aporías10- de la
vida.
Al respecto, Klimovsky señala que ya con Platón –en su diálogo Teetetos- se intentó
proponer las exigencias que caracterizan el conocimiento científico; se consideraba que debían
reunirse tres caracteres: creencia, verdad y prueba.
10 La palabra aporía surge del griego πορον con el significado de algo muy difícil de entender o de interpretar, impracticable.
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En primer lugar, quien formula la afirmación debe creer en ella. Segundo, el
conocimiento expresado debe ser verdadero. Tercero, deberá haber prueba de este
conocimiento. Si no hay creencia, aunque por causalidad haya verdad y exista
prueba, pero ésta no se halle en poder de quien formula la afirmación, no podremos
hablar de conocimiento. Tampoco podremos hacerlo si no hay verdad, porque no
asociamos el conocimiento a sostener lo que no corresponde a la realidad o a los
estados de cosas en estudio. Y aunque hubiese creencia y verdad, mientras no exista
la prueba se estará en estado de opinión más no de conocimiento11.
Hoy en día, los filósofos de los estudios sociales discrepan en torno de cuestiones tales
como la naturaleza de la sociedad y la mejor manera de conocerla, así como sobre el modo más
justo de resolver los problemas sociales. Así, por ejemplo, si suponemos –dice Bunge- que la
gente sigue exclusivamente las leyes de la naturaleza, podemos llegar a descubrir el orden social
pero no nos corresponderá cuestionarlo ni mucho menos modificarlo.
En este contexto, corresponde destacar los rasgos esenciales del tipo de conocimiento
que alcanzan las ciencias de la naturaleza y de la sociedad: la racionalidad y la objetividad12. Por
conocimiento racional se entiende:
Filosófico
El conocimiento filosófico no se diferencia del conocimiento científico en cuanto a su actitud de
conocer; lo que caracteriza al saber filosófico es su pretensión de fondo: la de ser un
conocimiento sin supuestos, dado que a los mismos “axiomas” del saber científico los convierte
en objeto de sus estudios, y lo problematiza, colocando permanentemente a la filosofía –a su
mismo conocimiento- en la actitud escéptica, o mejor dicho crítica, epistemológica, actitud
opuesta a la dogmática que es propia de la ciencia propiamente dicha.
11 Klimovsky, Gregorio, Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología, 5ª ed., A-Z, p. 21.
12 Bunge, Las ciencias sociales en discusión: una perspectiva filosófica, op. cit., p. 383.
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estas cuestiones, dado que la misma generalmente parte de axiomas brindados por el
saber filosófico o conocimiento fundante (Husserl, Aftalión, Vilanova)13.
13Husserl, Edmund, Ideas relativas a una Fenomenología Pura y una Filosofía fenomenológica, traducción de J. Gaos, 2ª ed., F.C.E., México,
1962, pp. 61/63. Aftalión, Vilano y Raffo, Introducción al derecho, op. cit., p. 159.
14Hervada, Javier, Lecciones propedéuticas de filosofía del derecho, 3ª ed., Eunsa, Pamplona, 2000 (1992), p. 2. Cfr. Catenacci, Introducción
al derecho, op. cit., pp. 84/85.
15 Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, op. cit., voz “conocimiento”.
16 Bunge, Mario, La investigación científica, Siglo XXI editores, 3ª ed., 2004, p. 3 y ss.
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realidad pero, dicho está, su solución adecuada todavía no se vislumbra y las teorías se
mantienen aún en la etapa de especulación filosófica.
Las cuestiones más salientes en lo que concierne al “problema del conocimiento” son las
siguientes: la descripción del fenómeno del conocimiento o fenomenología del conocimiento; la
cuestión de la posibilidad del conocimiento; la cuestión del fundamento del conocimiento; la
cuestión de las formas posibles del conocimiento (Ferrater Mora).
Al aprehender el objeto, la “forma” de ese objeto está de alguna manera “en” el sujeto.
No está en él, sin embargo, ni física ni metafísicamente: está en él sólo “representativamente”,
de forma inmaterial. Por eso decir que el sujeto aprehende el objeto equivale a decir que
lo representa o, dicho manera, el sujeto cognoscente “se hace” en cierta medida aquello que
conoce; tiene una presencia de una manera inmaterial y objetiva en el sujeto 18. Cuando lo
representa tal como el objeto es, el sujeto tiene un conocimiento verdadero (si bien posiblemente
parcial) del objeto; cuando no lo representa tal como es, el sujeto tiene un conocimiento falso
del objeto.
Otro problema del conocimiento es el relativo a la posibilidad misma de conocer. A primera vista
podría parecernos espurio dado que, sin lugar a dudas, todos captamos objetos y nos
relacionamos con ellos. Sin embargo, un análisis superficial empieza a descubrir las dificultades.
Sabemos que captamos los objetos por la percepción, la imaginación o el pensamiento, pero
sabemos también que éstos son falibles y, en el mejor caso, parciales. Sabemos también que para
algunos lo que percibimos de los objetos es indirecto: aspectos o fenómenos y no esencias o
naturalezas. Con todo esto la pregunta de la posibilidad de conocer es legítima, tanto así que
muchos pensadores llamados escépticos, niegan tal posibilidad (Díaz).
Al respecto se han presentado las siguientes posturas antagónicas los escépticos y los
dogmáticos; los empiristas y los racionalistas; los idealistas y los realistas. Veremos a
continuaciones estas distintas corrientes de pensamiento. Para los “realistas” se puede conocer
lo real, es decir, el ser que existe en sí fuera de nuestro espíritu. Dicen que el hombre es capaz de
conocer con certeza, por la experiencia y la razón conjuntamente, el ser real (Verneaux). Para
los “escépticos” todo conocimiento es limitado y subjetivo, es decir, individual y variable, por lo
17 Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, voz “conocimiento”, op. cit., pp. 597/603.
18 Cfr. Massini, Carlos I., La prudencia jurídica. Introducción a la gnoseología jurídica, ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1983, pp. 148/149.
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que no puede haber conocimiento verdadero. En rigor de verdad, el escepticismo consiste
precisamente en suspender el juicio sobre todas las cosas. Entre las posturas escépticas también
se admiten, en estas lides, a los denominados “positivistas” y a un grupo diferenciado de estos al
que podemos denominar “agnósticos”.
1. La primera, concierne al objeto conocido, ¿qué es lo que podemos conocer, qué especies
de cosas nos son accesibles? O más bien, ¿cuál es el fundamento del conocimiento?
El “idealismo” pretende que el espíritu está encerrado en sí mismo y que solo puede
conocer sus propias ideas. El “realismo” sostiene lo opuesto: podemos conocer lo real; la
experiencia sensorial y el pensamiento forman juntos el pensamiento.
2. La segunda, se plantea: ¿por qué medio, por qué facultad conocemos la verdad o
intentamos llegar a ella? Pues bien, admitido que el conocimiento (total o parcial,
ilimitado o limitado, incondicionado o condicionado, etc.) es posible, queda todavía el
problema de los fundamentos de tal posibilidad.
Se parte de la interrogante siguiente: ¿por qué medio, por qué facultad conocemos la verdad (o
intentamos llegar a ella)? Esta interrogante se explica seguidamente. Por la experiencia,
responde el “empirismo”: el conocimiento surge de la experiencia; es decir de los sentidos que
nos proporcionan datos sobre el mundo. Con esa materia prima, luego se reconstruirá la realidad
con nuestra amiga la inteligencia.
Por la razón, contesta el “racionalismo”, pues es la única que puede captar verdades
necesarias y universales. Para esto nada mejor que recurrir al pensamiento de Kant (1724-1804)
sobre su posición crítica que examina cada afirmación para establecer sus justificaciones
particulares de veracidad. Para el racionalismo, hay en nuestro conocimiento dos partes:
Como formas y posibilidades del conocimiento están los distintos pensamientos filosóficos
como:
1. El dogmatismo
Es una corriente filosófica opuesta al escepticismo y al idealismo, que deriva del
pensamiento del ser, presupone la supremacía del objeto respecto al sujeto, de la realidad
de las ideas, de la naturaleza del espíritu. Dios mismo es concebido eminentemente en la
naturaleza, e identificado como un todo que contiene hasta lo último (panteísmo). No se
trata de un simple materialismo, puesto que Dios es naturaleza, por tanto unidad
indisoluble. De él alcanza la correspondencia entre las estructuras íntimas de la verdad,
y eso del intelecto. El mayor exponente del dogmatismo se considera Spinoza. Se
encuentra otra vez también en el estoicismo.
2. El escepticismo
El escepticismo es generalmente cualquier actitud de duda hacia el conocimiento, sea
éste hechos, opiniones o creencias declaradas como hechos,20 o de duda respecto
de afirmaciones que son tomadas por supuestos en otra parTE.2
20Popkin, R. H. «The History of Skepticism from Erasmus to Descartes (rev. ed. 1968); C. L. Stough, Greek Skepticism (1989); M. Burnyeat,
ed., The Skeptical Tradition (1983); B. Stroud, The Significance of Philosophical Skepticism (1984)». Encyclopedia2.thefreedictionary.com.
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inmortalidad, la providencia, la revelación o la existencia de la deidad)". El escepticismo
científico consiste en examinar científicamente la veracidad de las creencias al
someterlas a una investigación sistemática a través del método científico para descubrir
las pruebas empíricas que las apoye.
3. El subjetivismo y el relativismo
Es aquella tendencia filosófica para la cual el valor de todo juicio depende no de cómo las
cosas se muestran, sino de determinadas condiciones en el que juzga («sujeto»), las
cuales no están al servicio de la visión de la cosa tal como es. Según los posibles ámbitos
fundamentales en que se formula el juicio, se distinguen -en cuanto al contenido- un
significado teorético-cognoscitivo, un significado ético, un significado estético y un
significado religioso. Vistas formalmente, las condiciones subjetivas que determinan el
juicio pueden ser tales que resulten accesibles a la investigación empírica, o tales que solo
se abran a la reflexión (trascendental) filosófica. Según eso se distingue entre un
significado empírico y un significado trascendental.
4. El pragmatismo
El escepticismo es una posición esencialmente negativa. Significa la negación de la
posibilidad del conocimiento. El escepticismo, toma un sesgo positivo en el moderno
pragmatismo (acción). Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona el
concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero
el pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que remplaza el concepto
abandonado por un nuevo concepto de la verdad. Según él, verdadero significa útil,
valioso, fomentador de la vida.
Se puede responder a esta cuestión sin decir nada sobre el carácter ontológico del sujeto
y el objeto. En este caso nos encontramos con una solución premetafísica del problema. Está
"solución "puede resultar tanto favorable al objeto como al sujeto. En el primer caso se tiene el
objetivismo; en el segundo, el subjetivismo. Bien entendido que esta última expresión significa
algo totalmente distinto que hasta aquí.
Si se hace intervenir en la cuestión el carácter ontológico del objeto, es posible una doble
decisión. O se admite que todos los objetos poseen un ser ideal, mental ‐ésta es la tesis del
idealismo‐, o se afirma que además de los objetos ideales hay objetos reales, independientes del
pensamiento. Esta última es la tesis del realismo. Dentro de estas dos concepciones
fundamentales son posibles, a su vez, distintas posiciones.
a) El objetivismo
Según el objetivismo, el objeto es el decisivo entre los dos miembros de la relación
cognoscitiva. El objeto determina al sujeto. Este ha de regirse por aquél. El sujeto toma
sobre sí en cierto modo las propiedades del objeto, las reproduce. Esto supone que el
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objeto hace frente como algo acabado, algo definido de suyo, a la conciencia cognoscente.
Justamente en esto reside la idea central del objetivismo. Según él, los objetos son algo
dado, algo que presenta una estructura totalmente definida, estructura que es
reconstruida, digámoslo así, por la conciencia cognoscente.
b) El subjetivismo
Para el objetivismo el centro de gravedad del conocimiento reside en el objeto; el reino
objetivo de las Ideas o esencias es, por decirlo así, el fundamento sobre el que descansa
el edificio del conocimiento. El subjetivismo, por el contrario, trata de fundar el
conocimiento humano en el sujeto. Para ello coloca el mundo de las Ideas, el conjunto de
los principios del conocimiento, en un sujeto. Este se presenta como el punto de que
pende, por decirlo así, la verdad del conocimiento humano. Pero téngase en cuenta que
con el sujeto no se quiere significar el sujeto concreto, individual, del pensamiento, sino
un sujeto superior, trascendente.
c) El realismo
Entendemos por realismo aquella posición epistemológica según la cual hay cosas reales,
independientes de la conciencia. Esta posición admite diversas modalidades. La
primitiva, tanto histórica como psicológicamente, es el realismo ingenuo. Este realismo
no se halla influido aún por ninguna reflexión crítica acerca del conocimiento. El
problema del sujeto y el objeto no existe aún para él. No distingue en absoluto entre la
percepción, que es un contenido de la conciencia, y el objeto percibido. No ve que las
cosas no nos son dadas en sí mismas, en su corporeidad, inmediatamente, sino sólo como
contenidos de la percepción.
d) El idealismo
La palabra idealismo se usa en sentidos muy diversos. Hemos de distinguir
principalmente entre idealismo en sentido metafísico e idealismo en sentido
epistemológico. Llamamos idealismo metafísico a la convicción de que la realidad tiene
por fondo fuerzas espirituales, potencias ideales. El idealismo epistemológico sustenta la
tesis de que no hay cosas reales, independientes de la conciencia. Ahora bien, como,
suprimidas las cosas reales, solo quedan dos clases de objetos, los de conciencia (las
representaciones, los sentimientos, etcétera) y los ideales (los objetos de la lógica y de la
matemática), el idealismo ha de considerar necesariamente los presuntos objetos reales
como objetos de conciencia o como objetos ideales. De aquí resultan las dos formas del
idealismo: el subjetivo o psicológico y el objetivo o lógico. Aquél afirma el primer
miembro; éste, el segundo de la alternativa anterior.
EL CRITERIO DE LA VERDAD
Este objeto, en cambio, no puede ser verdadero ni falso; se encuentra en cierto modo más
allá de la verdad y la falsedad. Una representación inadecuada puede ser, por el contrario,
absolutamente verdadera. Pues aunque sea incompleta, puede ser exacta, si las notas que
contiene existen realmente en el objeto.
Pero no basta que un conocimiento sea verdadero; necesitamos poder alcanzar la certeza
de que es verdadero. Esto suscita la cuestión: ¿en qué podemos conocer si un conocimiento es
verdadero? Es la cuestión del criterio de la verdad. Los datos fenomenológicos no nos dicen nada
sobre si existe un criterio semejante. El fenómeno del conocimiento implica sólo su presunta
existencia; pero no su existencia real.
Con esto queda iluminado el fenómeno del conocimiento humano en sus rasgos
principales. A la vez hemos puesto en claro que este fenómeno linda con tres esferas distintas.
Como hemos visto, el conocimiento presenta tres elementos principales: el sujeto, la "imagen" y
el objeto. Por el sujeto, el fenómeno del conocimiento toca con la esfera psicológica; por la
"imagen", con la lógica; por el objeto, con la ontológica. Como proceso psicológico en un sujeto,
el conocimiento es objeto de psicología. La psicología dirige su mirada, como ya se ha dicho, al
origen y curso de los procesos psicológicos. Pregunta cómo tiene lugar el conocimiento, pero no
si es verdadero, esto es, si concuerda con su objeto. La cuestión de la verdad del conocimiento
se halla fuera de su alcance.
La cuestión del criterio de la verdad está en conexión estrechísima con la cuestión del
concepto de la verdad. Esto puede demostrarse fácilmente en el idealismo lógico. La verdad
significa para él, como hemos visto, la concordancia del pensamiento consigo mismo. ¿En qué
podemos conocer esta concordancia? La respuesta dice: en la ausencia de contradicción. Nuestro
pensamiento concuerda consigo mismo cuando está libre de contradicciones y sólo entonces. El
concepto inmanente o idealista trae consigo necesariamente el considerar la ausencia de
contradicción como criterio de la verdad.
Sustenta con argumentos a favor o en contra de las posturas de los problemas del conocimiento,
a través de un mapa argumentativo.
HECHO.DATO O EJEMPLO
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