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JEAN OURY
Catherine MARTY : Tengo el placer de recibir al señor Jean Oury. ¡ Apenas oso
presentarlo pues pienso que todo el mundo lo conoce! Entonces, Usted nos hablara de libertad
de circulación y espacio del decir. ¡ Espacios en plural! La cuestión queda planteada.
Jean Oury : Es una cuestión muy antigua por supuesto, que se remonta a unas decenas
de años. Está en relación con una práctica de la vida cotidiana junto a gente de todo tipo, de
la cual la mayor parte son psicóticos. Entonces, a priori, una suerte de decisión es pensar que
en este género de personas, como en cada uno — aquellos que Lacan llama "parlêtres" —
hay deseo. No solamente el deseo del cual hablan desde hace unas decenas de años, lo que
yo llamo el deseo de pacotilla de los nuevos filósofos, sino el deseo inconsciente en el sentido
de Freud, rearticulado de manera extraordinaria por Lacan. Hay deseo incluso en las personas
supuestas como las más retrasadas, incluso en aquellas que tienen un CI de 30, los idiotas,
los cretinos. Hay deseo y es eso lo que esta en cuestión: podemos decir es una decisión ética.
Entonces, si hay deseo, hay una dimensión, por mínima que sea -esto puede hacer sonreir a
algunos- una dimensión analítica, psicoanalítica en el sentido de Freud. Esto no quiere decir
que intentaremos curas — de todas maneras las curas típicas no son tantas — pero a fin de
cuentas hay ahí una dimensión de reflexión que debe considerar el deseo inconsciente. Y si
tomamos en cuenta el deseo inconsciente, ponemos en cuestión ese concepto fundamental,
que ha sido articulado por Lacan hace tiempo, el concepto de transferencia. Hay
transferencia.
Pero simplemente el decir, incluso al nivel de las palabras "hay transferencia",
sabemos bien lo que esto significa. La transferencia, etimológicamente, se corresponde a eso
que Freud llamaba — pero es la misma palabra — "Ubertragung" , o incluso el nombre que
llevan los colectivos en Atenas, los “nmétaphoresn”, es decir, portadores y transportados.
Ahora bien, hay transferencia, y esto es así desde los orígenes, incluso antes que Freud llegara
a conceptualizar de manera muy precisa la palabra "transferencia". La transferencia estaba
en relación con un movimiento, una suerte de desplazamiento, de investimiento mismo sobre
el cuerpo; enseguida esto tomó otras dimensiones. Entonces hay movimiento: cuando
decimos transferencia decimos movimiento, decimos deseo inconsciente. Resulta paradojal
querer, no solamente tratar, sino en fin volver la vida un poco menos miserable a ciertas
personas, sin tener en consideración que son "parlêtres", es decir, que no son animales. No
quiero hablar mal de los animales, yo los aprecio mucho, de cuatro patas, los gatos, los
perros..., pero no hay palabra en ellos. Cuando un gato me hable yo diré que existe tal vez
transferencia por ahí, pero de otro modo no la hay, se trata completamente de otra "dignidad".
La puesta en acción de la vida cotidiana debe tener en cuenta esto. Pero ¿ por qué este
prejuicio de la vida cotidiana? ¿Es acaso un prejuicio de no sé que perversión doméstica?
Cuando "tomamos a cargo" a alguien ( este término, "tomar a cargo", ¿por qué no?) Algunos
compañeros dicen: "cuando tenemos una función fórica (“de portar” ), cuando tomamos a
cargo un psicótico o un esquizofrénico, aun si lo vemos con técnicas más precisas como
aquellas, por ejemplo, de Gisela Pankow y muchas otras, si lo vemos una vez, dos veces,
incluso tres veces por semana, una media hora cada vez, saco la cuenta: en una semana, hay
siete días. Siete días menos media hora, menos una hora, ¡queda no poco tiempo de todas
formas!. Ahora bien, del hecho mismo de la cualidad de este género de personas, nos
apercibimos que aquello que he llamado hace ya bastante tiempo "la transferencia disociada",
es una hipótesis, esto quiere decir que existe una transferencia dispersa que puede
manifestarse, no únicamente sobre el terapeuta que lo ve una vez por semana, sino que va a
manifestarse toda la semana, entre las sesiones, como decimos. Por otra parte, es algo
completamente banal, incluso fuera del tratamiento de psicóticos: sabemos que para alguien
que va a análisis, todo no ocurre dentro de las sesiones. A menudo, la interpretación se realiza
justamente en la inter-sesión, en la esquina de una calle. Algo puede ser desencadenado por
la sesión, pero la interpretación a veces no está en absoluto al mismo nivel del consultorio
del analista, ésta se hace tal vez en el tren, vamos a tener un encuentro, vamos a encontrar un
texto extraordinario... Pero todo esto esta tomado en el proceso analítico, casi mantenido
puntualmente.
Del mismo modo en el psicótico — ¡y ahí es aún mucho peor! — todo no será dicho
dentro de la sesión, ¡lejos de ahí!. Es simplemente para intentar desencadenar algo. Para
poder seguir verdaderamente un esquizofrénico en un proceso analítico (lo que es de todas
formas raro) se requiere — por necesidad "estructural"- al menos una persona, un analista
que esté en una posición particular, y que pueda asumir lo que yo he llamado, sin entrar en
detalles, "la función", es decir, fuera del campo, no solamente práctico sino fuera del campo
lógico de la vida cotidiana. Esto no quiere decir que no deba estar en la vida cotidiana, ¡es
otro asunto!. Y luego se requiere una decena de personas, lugares, etc... Porque nos damos
cuenta que hay investiduras, que Tosquelles llamaba "multireferenciales", es decir, multi-
investiduras, las más parciales investiduras.
Vemos, a veces, que aquello que se juega tiene una importancia enorme para ciertas
personas: cosas que ni siquiera conocemos, inesperadas, por ejemplo, al pie de un árbol.
Recuerdo que para un esquizofrénico se trataba de un asno que había en la pradera lo que
contaba para él. Le daba de beber al asno, y eso era la única cosa que reconstruía el mundo
para ese tipo. Si suprimimos el asno diciendo que no es muy elegante como analista,
¡estaremos errándole completamente al blanco!1 Lo que cuenta es el conjunto.
No vamos a entrar en detalle, pero hay ahí todo un medio que puede funcionar, un
medio social, micro-social, con un conjunto de gente de toda naturaleza, lo que hemos
llamado las "constelaciones". ¿Qué es lo que cuenta en la vida cotidiana? Puede ser tanto el
compañero como el médico, un cocinero, un jardinero, un enfermero. Ahí, no hay "estatus",
nos tiene completamente sin cuidado, son simplemente afinidades. Esta gente ahí, lo quiera
o no, se ha vuelto responsable, portadores de investiduras parciales que ellos mismos ignoran.
Pero si queremos llevar a bien una suerte de metabolismo del tratamiento, debemos reconocer
a esta gente y trabajar con ellos. Y entonces vemos que existen modificaciones
extraordinarias del comportamiento, pero no simplemente del comportamiento, de la
estructura misma de la persona que ha sido tomada a cargo por un colectivo asi. Aquí yo no
5 Se mantiene el termino del original. No se encuentra traducción. En la versión que aparece en la revista
topía dice deseo.
6 En el original dice: “Et tmd'a dans ce swi s'entend”
Otra fantasía: creo que es al final del seminario "La identificación" que Lacan insiste
sobre la importancia de lo que llamamos "ser reconocido por el otro", en particular sobre el
plano imaginario. Pero entonces (¡y eso puede devenir dramático!) retoma la "función de la
prisa" que elaboró en 1942: "me impaciento de verme parecido al otro, a falta de lo que podría
yo ser". Eso es terrible porque hay una suerte de precipitación a identificarse imaginariamente
al otro, a su amigo, a su amiga o a otras figuras. Pero una vez que se está identificado al otro,
se debe recomenzar todo porque es necesario aun identificarse a otro, y aun a un otro, y así
en continuación, pero es a fin de cuentas la identificación al agresor. El problema es saber si
es posible cortar esta carrera al infinito de identificaciones al otro. Y este corte, es justamente
esto, la interpretación. Las constelaciones no trabajadas tienen el riesgo de ser
identificaciones al otro hasta el infinito. Y el infinito, no tiene fin, pero su término es la
muerte. Es lo que yo llamo "el vector paranoico" o lo que Pankow llama "el cuerpo
reconocido por el otro", no el cuerpo resentido ni el cuerpo vivido sino el cuerpo reconocido
por el otro. La intervención analítica es justamente dar un alto a esta frenética carrera. Estas
son pequeñas fantasías que habría aun que justificar, y en particular trabajando esta zona de
la emergencia que está lejos de ser explorada. Para reflexionar sobre esta zona de emergencia
será necesaria una fenomenología un poco más fina. Me gusta mucho por ejemplo, lo que
aporta Marc Richir, lo que él llama "la reducción fenomenológica hiperbólica". Se trata de
retomar este cuestionamiento ahí, e intentar realizar lo que sin duda seria un trabajo muy
interesante de conjunción con Lacan. Marc Richir retoma Merleau-Ponty en una obra
aparecida después de su muerte: "Lo visible y lo invisible", que comenta con centenas y
centenas de páginas; en particular los problemas de entrecruzamientos, de quiasmas, de
miradas, y sobre todo la noción de "Wesen sauvages", de una lógica poética que es el material
más riguroso que haya, esenciales en la experiencia de cada uno. Este nivel es nuestro
material. Si no queremos saberlo, qué se le va a hacer, pero es nuestro verdadero material de
trabajo a fin de cuentas, ese nivel de Wesen sauvages y otras cosas. Hay, por ejemplo,
expresiones que podemos explotar. A mi me gusta ésta: "¿Qué es lo que está en cuestión en
lo que somos? ¿Eso depende de como fuimos plegados?" o: "Mi pequeño, si continuas...¡no
hay que agarrar malas mañas!7" Tenemos razón de decir eso, un mal pliegue, eso depende
del tejido que tengamos, ustedes saben, si se trata de una tela un poco seca, tendremos que
plancharla, eso queda, y luego está arruinada, podemos intentar poner un poco de agua....
Ahora fabrican planchas que contienen agua, funciona mejor, pero aun así está arruinado. El
pliegue es una noción muy antigua, que encontramos por ejemplo en Leibniz. Deleuze
escribió un libro magnífico sobre Leibniz a este respecto. Leibniz hablaba de Zwiefalt, en
alemán... Es difícil de traducir. Yo encontré también este término en un texto de Heidegger
que se llama "Moïra", el destino. Zwiefalt, a fin de cuentas, es el pliegue del pliegue. Hay
todo un desarrollo de Deleuze sobre Leibniz, sobre los infinitamente pequeños, que habla del
pliegue del pliegue. Ese es nuestro asunto, el pliegue del pliegue. Y Freud no estaba lejos
cuando hablaba de los primeros clivajes, del "destino" incluso de la neurosis, de la psicosis.
7 En el original hay un juego de palabras entre plié (plegado) y plis (pliegue) que se pierde. En la traducción
que aparece en la revista Topia se traduce mauvais plis como mal pliegue, nosotros elegimos “malas
mañas” ya que en castellano no existe la expresión “malos pliegues”. También podría traducirse como
“mal acostumbrarse”.
Ahora bien, el pliegue del pliegue se manifiesta al nivel de la emergencia, pero no
hay solo el pliegue del pliegue. Existe otro termino alemán, magnífico, que fue desarrollado
por Heidegger y citado en una nota muy explícita por Jacques Derrida. Este término alemán,
casi intraducible también, es Zusage. Es la promesa, pero al mismo tiempo es la pregunta de
la pregunta. Entonces es eso, la reducción hiperbólica: ¿por qué existen las preguntas? ¿Y
por qué y por qué y por qué? Hay que detenerse en algún momento. Ahí estamos justamente
en una lógica cuasi psicótica, a la cual debemos poder tener acceso a condición de estar dentro
de lo que yo llamo "lo pre-pathico", es decir, incluso antes del "pathico" en el sentido de
Maldiney o de Erwin Straus. El "pre-pathico" es la zona en donde hay algo que va a poder
emerger. Hay también lo que llamamos "Unverborgenheit": es un término difícil de
Heidegger, traducido por Fédier y otros, por la antigua palabra francesa "déclosion". En
Tours deben conocer eso, con Ronsard: "La rosa que esta mañana había declosionado..." La
declosión es algo que va a emerger y no brotar, es eso lo que está en cuestión. Heidegger
retoma este mismo término en "El principio de razón" explicitándolo como "lo que aparece
del retiro". Es aun mucho más fuerte que declosión. Y encontramos algo del mismo orden en
un texto poético de Francis Ponge, en "La fabrique du pré". Él habla de la hierba de la pradera
de Lignon, el pré: la preposición por excelencia. Él habla de la hierba que crece, pero con un
"impulso retenido", que da la forma, y que a fin de cuentas da el ritmo. Sabemos bien que la
Gestaltung, en el sentido de Prinzhorn, de Maldiney, es el hábito que se forma. Y en
Benveniste, encontramos algo muy próximo dentro de la definición más originaria del ritmo,
rythmos. Ahora bien, existen ahí, dificultades de emergencia en relación con esta dificultad
de puesta en forma, y dificultades del ritmo. Es por ello que a menudo digo que los
esquizofrénicos tienen una "disritmia". No logran unirse y estar justamente dentro del
"impulso retenido". Por supuesto existen desarrollos fenomenológicos al respecto. No es para
responder a la pregunta, ya que no podemos responder directamente diciendo: "La función -
1, ¡es eso !" Pero ella está en relación con todo esto. Es necesario, de partida, señalar aquello
que es de la emergencia, a condición de no estar completamente tomado en los efectos de
sugestión imaginaria.
Michel DESTOUCHES : Continuando con lo que Usted nos decía sobre los grupos,
y como yo me sitúo dentro de un espacio jerárquico, quería saber si usted hace un puente, si
Usted considera legítimo hacer un puente entre el status y lo real, el rol y lo imaginario, y la
función y lo simbólico. Y eventualmente, si usted realiza este puente, hablarnos un poco de
ello.
Jean OURY : Yo creo que es peligroso decir cosas como esas. Es peligroso por lo
simbólico, lo imaginario y lo real. Ya que éstos son ante todo, dimensiones de lógica, que
introducen un "triadicidad" (triadicité) en la reflexión. Hay una triada lógica. Mientras que
status, rol y función no me parecen de ese orden. Yo digo desde siempre que el primer
ejercicio a realizar cada mañana, es distinguir status, rol y función. El status, no esta
verdaderamente sobre el plano simbólico, incluso si lo toca, es: "Tú estás contratado en tanto
que psicólogo, enfermero o cocinero, es tu status". ¡Vayan a ver la hoja de pago y verán el
status! Pero esto sigue siendo algo que no es verdaderamente simbólico sino más bien del
orden de la realidad, es decir, una mezcla, un entrecruzamiento entre lo simbólico, lo real y
lo imaginario. Al contrario, el rol podemos definirlo como queramos. Ha habido tesis sobre
el rol, por ejemplo un libro de la señora Rochoblave que data de unos cuarenta años. Hay
cuestiones que se formulan de manera exhaustiva, pero como es de contradictorio, podemos
elegir lo que queramos, podemos incluso inventar un sentido. Ahora, yo inventé para mí un
sentido del rol: el rol es a menudo aquello que ignoramos nosotros mismos, son los otros
quienes lo dan. Por ejemplo, pienso en un esquizofrénico que era visto por una
psicoterapeuta, médica de La Borde. Ella lo veía durante algunos minutos cada tres o cuatro
días. Lo veía diez minutos en promedio. Un día, tal vez ella se encontraba apurada o cansada,
y lo vió 3 minutos. El tipo se enojó diciendo: "Sabe usted, necesito siete minutos cada tres
días, sin lo cual las palabras pierden su sentido y no puedo estar con los otros en la mesa,
¡puedo ser muy violento en esos momentos!". Y al mismo tiempo él le dijo: "¡Usted es mi
analista!". Entonces ahí, es extraordinario: ella no sabía que estaba en una posición analítica.
Es un rol que él le dio, que no era puramente imaginario, que tenía algo que ver con una
ritmicidad del tiempo. A veces, desempeñamos un rol que ignoramos. Hay que poner
atención justamente en lo que ocurre: "¿No sabías que tenias ese rol para él? ¡Eres un poco
bizco!".
Para terminar, la función. Ahora ahí, la función, es grandioso. Es la función médico-
psicoterapeútica. Y justamente, con relación a lo que decía hace un momento, la función
psicoterapeútica, en lo que concierne a los esquizofrénicos, debe ser compartida. Yo cito a
menudo aquella palabra de Pindare: "Compartir es nuestro maestro". Hace bien decir eso,
eso se comparte. No están sólo el psicoterapeuta y luego aquellos que están ahí para sanar.
Ahí, yo tomo distancia respecto de, por ejemplo, Racamier - "El psicoanalista sin diván" - y
toda esa época en que decíamos que estaba el psicoanalista y luego los otros... No es eso. La
función curadora debe ser ventilada. Yo lo decía hace un rato: para un enfermo, una decena
de personas. Entonces ahí, entra en juego el problema de la función -1 y todas sus
articulaciones, los grupos de control... La función curadora debe ser ventilada, y podemos
decir que no puede ser encarnada. Con frecuencia digo que un psicoterapeuta que se cree el
único psicoterapeuta de tal enfermo tomado en una colectividad, está completamente loco, él
se toma por su status. Frecuentemente en las reuniones — ¡me hace bien ver, decir eso! -
donde el director está sentado a mi lado, yo digo: "¡Un director que se toma por un director,
es el más loco de la banda!". Porque es tomarse por un status. Es necesario hacer la distinción
entre status, rol y función.
Ahora, eso sirve mucho, RSI, como dice Lacan: real, simbólico, e imaginario; y toda
su articulación: el nudo borromeo, es un descubrimiento interesante también. Por ejemplo,
aquello que cuenta en las relaciones entre lo simbólico y lo real, es acceder, pasar de una
pseudo-ley super-yoica a la ley simbólica, es decir, estar al nivel de "¿Cómo considerar lo
inaudito?". Entre lo simbólico y lo imaginario es "¿Cómo considerar lo invisible ?".
Y entre lo imaginario y lo real: "¿Cómo considerar lo inmaterial?". Podemos muy
bien poner nombres ahí. Por ejemplo, un verdadero músico, es el especialista de lo inaudito.
Pascal Quignard retoma eso, y Heidegger también, sobre Mozart, diciendo que cuando
Mozart componía, no había ruido, no había trompetas que le salían de las orejas, todo estaba
dentro de la cabeza, en el silencio. Y la verdadera música es el silencio, es lo que dice muy
bien Pascal Quignard. De la misma manera, un verdadero bailarín no tiene mas cuerpo, está
en lo inmaterial. Y el verdadero pintor: lo visible y lo invisible... Eso, eso es muy importante.
Las relaciones entre, por ejemplo, simbólico y real son algo muy complejo porque (tal vez
no hemos hablado de ello suficientemente) pone en cuestión la ley. Es decir que dentro de la
ley es lo simbólico que viene de cierta manera a colonizar lo real, mientras que dentro de un
establecimiento es frecuentemente a la inversa: es la ley super-yoica la dominante. Y estamos
aterrados, y los que son fóbicos se vuelven super-fóbicos. A ese nivel, la fobia se fabrica, no
se trata de la fobia en sí. Me parece que son dimensiones muy diferentes, RSI y rol, status,
función.
Hay demasiadas cosas condensadas ahí. Por ejemplo, es cierto que podemos hacer un
diagnóstico de un paciente viendo cómo es su habitación. Pero en ese plano podríamos
proponer una dialéctica "íntimo - éxtimo" . Pienso en una conversación que remonta a dos
años creo, entre un arquitecto, Henri Gaudin y Jean-Pierre Vernant. Conversaban
abiertamente y llegaron a hablar del "hogar" justamente de Hestia. Jean-Pierre Vernant
insistía sobre el hecho que no podemos hablar de Hestia sin hablar de Hermès, porque ahí
existe lo precario y lo eterno al mismo tiempo, la eternidad. Me parece que es eso que está
en cuestión por ejemplo en esta no-intrusión, sino introducción en el hogar, por supuesto en
referencia a Heidegger, a "Construir, pensar, habitar", y luego el Geviert, es decir, el
entrecruzamiento ahí donde está el hogar, donde hay una relación entre los divinos y los
mortales, el cielo y la tierra, etc...
Pero sobre este plano, los primeros utensilios en piedra (galets), me parecen muy
importantes, estas piedras pulidas u otra cosa, los conozco bien, Francis Ponge habla de
manera extraordinaria de ellas.
Yo pensaba igualmente, para quedarse en Bretagne, en Guillevic, que habla de esta
especie de densidad fantástica de sentido que existe en las cosas y en estas piedras. Sobre
todo no hay que tocar, es casi del orden de lo sagrado, del sagrado personal, del tesoro con
relación a esta historia que me parece ejemplar, la dramática historia del pupitre del mal
estudiante. Es una violación pero no simplemente una violación de domicilio, una violación
del tesoro y de él mismo, de aquello que podemos llamar "das-Ding", la Cosa que esta ahí, a
partir de la cual él se construía el universo. Entonces existen verdaderamente intrusiones,
desafortunadamente en forma más y más frecuente, por cuidado de la higiene... En fin,
podríamos decir muchas cosas interesantes. Pienso también en un texto magnífico de Jean
Dubuffet sobre el sílex, "el sílex de Juva".
Jean-Jaques MARTIN: Gracias Jean Oury. La mayor parte de los textos que Jean
evoca están sobre la mesa: están los "Ensayos y Conferencias" de Heidegger, "Construir,
pensar, habitar", está un texto de Gaudin en la revista "Autrement", y por último el texto de
Vernant que evoca Hestia. Les juro que son textos apasionantes, fabulosos. La loca moda del
proyecto en este momento es en realidad una moda del programa, tal que es necesario
programar todo, tal que se trata de evidenciar lo más posible lo improbable, lo imprevisto,
etc... Ahora bien, puede ser que una de las cuestiones más simples, pero una cuestión mayor
en cuanto a la posibilidad que tenemos de tomar cuidado de los enfermos y de llamarlos a
sanarse, está del lado de la paciencia: ¿ Cómo hoy en día podemos aun resistir, cómo podemos
aun estar dentro de esta dimensión de la paciencia? Para mí, es una cuestión aguda y no
abstracta. La vivimos absolutamente todos los días en el trabajo, por una parte desde un punto
de vista de las sobredeterminaciones visibles, que están del lado de las presiones
administrativas cotidianas, pero también del lado de la infiltración, de la contaminación,
podríamos casi decir, de la urgencia generalizada en nuestras cabezas, en nuestras maneras
de ser, en aquello que somos nosotros mismos. Es una cuestión que me inquieta bastante hoy:
¿cómo defender algo del orden de la paciencia, cómo defender también algo de aquello que
Jean Oury llamaba el enigma? Me venía a la memoria una cita de Levinas que asocia la idea
de encuentro a la de enigma. Levinas escribió, ya no recuerdo dónde: "Encontrar un hombre,
es mantenerse en vigilia por un enigma". Ahora, las cosas nos llevan cada vez más a negar
esta dimensión de enigma del prójimo, y por lo tanto a prohibir todo encuentro. ¿Cómo
defender hoy esto que llamaría la paciencia del encuentro, la paciencia de la obra, la paciencia
del pensamiento frente a la urgencia generalizada? Esto tal vez para introducir algo.
Jean OURY: El espacio y el tiempo, estas son nociones muy elaboradas. Esto depende
de partida del tiempo del que se trate. Existen categorías de tiempo, al menos cuatro niveles
temporales, pero no volveremos sobre ellas. Lo que es primordial, originario, no es ni el
espacio ni el tiempo. Maldiney insiste con frecuencia sobre el inicio, como decimos: "Al
principio era el verbo". Y cita una frase de Karl Bülher: "Al comienzo estaba el ritmo". Y el
ritmo, él lo define mediante una expresión que no yo no aprecio mucho, pero que no está mal
de todas formas. Él dice que es "el automovimiento del espacio". Este problema está muy
bien retomado por Alain Didier-Weill, creo que en particular en "Los tres tiempos de la ley".
Habla muy bien de esto, de esta especie de ritmo primordial del niño, podríamos decir la
danza tónico - postural que precede, en fin, que toca al cuerpo, y al cuerpo del Otro, el gran
Otro encarnado, más o menos provisorio que es la madre. Es lo que podríamos llamar, junto
con Tosquelles, que retoma las elaboraciones de Szondi y de Jaques Schotte (Ustedes quizás
conocen a Léopold Szondi), lo que él llama "la danza pulsional". Existe algo del orden de la
danza pulsional. Y cuando Lacan habla del "Estadio del espejo", no puede evitar decir que
existe una danza jubilatoria que alcanza al cuerpo con este reconocimiento siempre
enigmático, este "desconocimiento", como él dice, o el "miconocimiento" (moi-
connaissance) en el espejo. Vemos ahí que es un movimiento en relación con el otro
primordial, por ejemplo del niño a la madre, de todos los cuerpos. Dolto y Winnicott también
hablan muy bien de esto. Es eso lo primordial, y es justamente cuando eso no se realiza bien
que el tiempo no existe más. Si hay una disritmia es cuando el tiempo no está constituido.
Por supuesto, podríamos formularlo de otro modo. ¿De qué tiempo se trata? Es acaso el
tiempo del surgimiento, aïon como decimos en griego, es decir, una "tensión de duración",
¿un surgimiento eterno? ¿O bien se trata del "chronos" que se come el tiempo
progresivamente? o bien de los tres éxtasis del tiempo, Zeit, es decir, el porvenir, el pasado
y el presente (que no es el ahora) y el cuarto tiempo, que es justamente lo que cuenta para
que haya tiempo, para que pueda crearse tiempo que pasa, es el "kairos", el momento
oportuno es lo que viene a decidir. Todo esto esta dislocado en la psicosis.
Pankow dice que para hablar de todo esto es necesario primeramente situarse, es tal
vez ello lo más importante, no solo al nivel de la palabra espacio en sentido general,
(Maldiney y Jacques Schotte insisten bastante sobre este punto), al nivel no solo de un
espacio, ni un lugar sino de un sitio. Es el sitio lo que no existe, y todo nuestro trabajo es
restablecer sitios. A partir de esto hablaremos de tiempo. Si no hacemos esto nos arriesgamos
a cometer muchas tonterías.
Recuerdo que a principios de los años cincuenta yo estaba en otra clínica, en Saumery,
estaba sólo ahí dentro. Entonces había una esquizofrénica — frecuentemente cuento esta
historia -, funcionaba bien, había ciertamente transferencia, yo era joven en ese tiempo y ella
tenía tal vez cuatro años menos que yo. Nos entendíamos bien, funcionaba, había simpatía.
Ella estaba muy delirante, paranoica, y un día me dijo : "Yo le traeré la foto donde usted
estaba, una foto del grupo escolar, en la escuela primaria, y bien, usted estaba al lado mío,
¡usted vera!". Yo me dije: "¡Ayayay, que es esto!?" Era a fin de cuentas un tiempo mal
llevado. En mi torpeza, tal vez yo había puesto tiempo ahí donde no había para nada. Es
verdad que era tentador encontrarme en la escuela primaria con ella, ¡por qué no! Pero eso
fue más que nada un alerta. Yo me dije: "Reflexionemos un poco". Primero hay que situar
bien a la gente, y que ellos estén ahí, en un sitio.
Marie-Josée BOURAIN : Respecto de la noción de tiempo, en relación con el tema
de hoy, con relación a los espacios, ¿existen acaso limites? ¿En qué momento la persona se
encuentra en el interior o en el exterior? ¿En qué momento hay un punto de estructura? Eso
me evoca el ejemplo de un paciente que hacía sonar su reloj cada hora, él no estaba en
ninguna parte. Hay otra frase que me viene a la cabeza — no sé si es una frase de Alain
Didier-Weill o si él la ha citado — que es: "No olvides que tu me has olvidado para advenir".
Y recientemente, este paciente, después de un cierto trabajo, me dijo : "Detuve la alarma de
mi reloj". Entonces, si algo del cuerpo del otro ha sido olvidado, pero para volver de otra
manera, hay algo que tal vez marca el tiempo.
Jean OURY: Eso me hace pensar que no podemos hablar de tiempo sin hablar del
olvido. A tal punto que yo llegué a definir la psicosis como el olvido del olvido. Podemos
por supuesto referirnos a la primera mujer - parece que era una calamidad — Pandora. Ella
aprovechó que Epimetea había partido a vagar y levantó la tapa de la jarra. Afortunadamente
ella dejó algo dentro. Esto se llama, en griego, "elpis", la espera. No la esperanza, como
decimos, creo que es Marcel Détinne quien insiste bastante, es la espera. Es lo que permite
vivir, porque la esperanza es ya finita, pero la espera, no lo sabemos nunca... una espera
indeterminada Si no hubiera esto, estaría todo arruinado. Entonces podemos decir que el
olvido, es lo que sostiene el tiempo. Es un poco como el vacío en el centro de la rueda, si no
la rueda no gira. Es un poco esta dimensión: hacer tiempo sin tomar en cuenta el vacío de la
rueda, no cerrando a tiempo la caja de pandora eso no es posible.
Jean-Jacques MARTIN: Lo que dice Jean Oury me evoca y me lleva a lo que dije al
principio, para hacer una especie de puente un poco extremo y esquemático, entre aquello
que él describe como un olvido y el olvido al nivel de la psicosis, y aquello que algunos
describen hoy como un olvido del olvido a la escala antropológica, general. Ellos evocan una
especie de necesidad de una política del olvido: el hecho que el mundo tienda devenir una
suerte de registro del mundo, el hecho de que el tiempo parezca comprimirse, el hecho de
que la espera parezca desaparecer. Existe una especie de puente que se crea en ese momento.
Algunos hablan de una “psicotización del mundo”...