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,
LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFIA
lrit Rogoff
Traducción de
Ariadna Molinari Tato
Traducción:
Ariadna Molinari Tato
ISBN: 978-607-02-6139-8
E n el año 2005, atosigada por una de esas crisis epistemológicas que me había
llevado a pensar que la historia del arte (disciplina en la que me había formado
durante diez largos semestres) no servía a mis intereses político-feministas, llegó
a mis manos una pequeña publicación que acompañaba la exposición Terra infir-
ma. Se trataba de un proyecto comisariado por Berta Sichel en un museo perifé-
rico (EACC-Espai d' Art Contemporani de Castelló) de una ciudad periférica en el
levante español (Castellón). El texto introductorio presentaba la exposición de la
siguiente manera: "La terra infirma del pensamiento es toda ambigua y diáfana
y se plantea contrapuesta a la idea de terrafirma". En una de las notas al pie de
esta publicación, Sichel explicaba que el título de la muestra refería directamente
al nombre de un libro de Irit Rogoff: Terra infirma. La cultura vúuaL de Lageografía.
La idea de la no firmeza y las posibilidades de pensar en una teoría diáfana,
más ancha, móvil, fueron lo suficientemente alentadoras como para ayudarme a
conseguir en apenas dos semanas el libro de Rogoff. A su vez, fui sabiendo de la
autora: de su trabajo como profesora de cultura visual en Goldsmiths College, en
la Universidad de Londres, de su práctica como curadora y de sus muchos textos
publicados en catálogos, manuales académicos, revistas de arte, propuestas peda-
gógicas, etc.
Este libro llegó en un momento clave para toda una generación de historiadores
del arte, gestores culturales, curadores y artistas unidos por las inquietudes de la
teoría crítica y por los malestares que causaba la sospecha de que la noción del
arte y su historia no era en realidad tan universal, ni tan neutra, ni su apreciación
estética tan de.1interuada, ni la conformación de la idea del gusto tan relativa.
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Terra infirma. La cultura vi.,uaL de Lageografúz era un libro movedizo. Una pro-
puesta contaminada que atacaba directamente la rectitud (geopolítica, de género,
de clase, etc.) del discurso artístico más tradicional, un terreno para pensar en
"sujetos y epistemologías desterritorializadas" y en las posibilidades de sus repre-
sentaciones visuales. Era un texto publicado en el Reino Unido, pero sus aporta-
ciones servían para pensar mucho más allá. Además de colocarnos en los límites
de la disciplina, este libro-deriva, este desvío, nos permitió empezar a distinguir
algunos puntales de los saberes culturales, artísticos y críticamente comprometi-
dos como espacios y actos políticos.
El trabajo de Rogoff y su modo de entender los llamados estudios de cultura
visual en el cruce con las propuestas feministas han proporcionado, desde comien-
zos del siglo XXI, el marco interdisciplinario necesario para ubicar un tipo de inte-
reses académicos liminares, conectados con intereses políticos. Frente al papel que
históricamente desempeñaron la estética y la historia del arte en la conformación
de la visión hegemónica del mundo, el nuevo espacio estético, político y episte-
mológico generado y ocupado por prácticas culturales que a veces se lastiman
con las angosturas (geopolíticas, de género, de clase, etc.) del Arte con mayús-
culas, demostraba que existen otras formas de ver y mirar, otros lugares y otras
maneras de presentar el mundo y de crear sentido. Unos modos de hacer necesa-
riamente fincados en lo que esta autora denomina "posicionalidad": concepto here-
dero de los discursos feministas dedicados al desarrollo del conocimiento situado
y que resulta imprescindible para comprender su propuesta de las "geografías
desarraigadas", esto es, "la posibilidad de redefinir cuestiones de localización
lejos de las coerciones concretas de la pertenencia y la no pertenencia determina-
das por el Estado" (2014: 17). 1
Diez años después de este primer encuentro con Terra infirma, y releyendo el
texto ahora en español, desde México, tengo la sensación de que esta traducción
nos invita a redefinir los asuntos de la "localización" y a pensar la noción de "po-
sicionalidad" desde este contexto colonial específico de América Latina. Lejos de
retomar el viejo patrón esencialista y romántico de la pureza (autenticidad) lati-
noamericana, entiendo América Latina como un proyecto continental .1e1uJiMe- re-
lacionado con la creación de sentido y el sentir mismo - situado en los márgenes
del modelo hegemónico del saber. 2 El hecho de pensar la región como "borde" es en
1
Las referencias corresponden a esta edición de Terra infirma.
2
Eugenio Valdés Figueroa (2005) ha reivindicado la consideración de la cultura latinoameri-
cana como un orden alternativo, un "desorden" que sugiere la "reformulación de lo latinoamericano
entendiéndolo como una relación sociocultural en la frontera, más que como una identidad estable
y unitaria al interior de una demarcación precisa" .
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11
PRÓLOGO
que tanto el sur como el norte, el centro y la periferia, lo hegemónico y los subalterno,
son lugares epistémicos trazados por las matrices de la colonialidad del saber, del
poder, del ser y del ver. Esto es, son lugares geográficos que tarr,bién son lugares
geográficos móviles ya que lo que uno cree desde ciertc lugar eme es el norte o el
sur, deja de serlo si se piensa desde otro sitio o momento; el luga, de la enunciación
es fundamental.
Terra infirma. La cultura vúual de Lageografía es un libro que surge del impulso que,
desde la década de los noventa, condujo al desarrollo de los estudios de cultura
visual en la academia anglosajona. La propuesta de esta perspectiva de análisis
retoma el carácter interdisciplinario, el compromiso político y el ejercicio auto-
crítico de las derivas de la teoría crítica, para analizar el gran poder que actual-
mente ejercen la visión y el mundo visual tanto en la conformación de sentido,
como en el establecimiento y repetición de valores estéticos y los estereotipos de
género, raza, clase, sexualidad, etc. Es decir, los estudios de cultura visual analizan
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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PRÓLOGO
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
desde el Sur y desde las periferias, en conversación con el Norte y con otros
duru, pero sin descuidar las coyunturas y las especificidades de las visualidades
latinoamericanas.
En un momento como el actual, donde en nuestro país los muertos, desapa-
recidos y desplazados se cuentan por miles -desde Ayotzinapay las fosas de
Guerrero a los canales del Estado de México, los campos de Juárez, desde la
frontera con Guatemala a la que nos separa de Estados U nidos - este libro nos
ofrece pistas muy valiosas para pensar y trabajar con prácticas artísticas que bus-
can presentar lo invisibilizado y lo desparecido por estos procesos de violencia
extrema y de colonización visual y epistémica. Esperamos que esta traducción
actúe como la intervención necesaria para impulsar los productivos cruces que
también hoy se están realizando, en América Latina, entre los estudios de cultura
visual, las teorías feministas, el conocimiento situado y, como señala Rogoff, la
"espacialización de la diferencia" (2014: 41).
Rían Lozano
Obras citadas
Vl
PRÓLOGO
Vil
Agradecimientos
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Mucho del trabajo conceptual de este libro tuvo lugar en el intento de formu-
larlo como una materia que hubiera podido impartir; mis estudiantes en la Uni-
versidad de California, en Davis, en especial Stephanie Ellis y Vincente Golveo,
así como también los catedráticos invitados de esta universidad, en Santa Bárba-
ra, y en la Universidad Ruhr de Bochum, y el trabajo académico que se produjo
en esos seminarios, ayudaron a convencerme de que, en efecto, existía un tema
para formular y explorar. En 1997 colaboré en un seminario con Orly Lubin, en
la Universidad Tel Aviv, en la materia "Hogar", el cual me introdujo a novedosas
conversaciones que me han brindando nuevas e importantes amistades; éstas, a
su vez, han abierto nuevas posibilidades de pensamiento, que, aunque no están
completamente digeridas, se están reescribiendo a través de este estudio para ir
más allá de un trabajo de análisis crítico. Rebecca Barden, mi editora en Rout-
ledge, probablemente es la responsable de que estos pensamientos aterrizaran
en la forma de un libro; le agradezco el habérmelos quitado de encima. Y Kate
Tren ch y J ohn Banks tienen toda mi gratitud por la gran cantidad de trabajo que
emplearon para lograr que este manuscrito fuera algo coherente.
En la penumbra de mi trabajo merodean dos presencias. Una es la de la
acumulación de pensamientos y escritos de Edward Said, quien ha servido como
un conductor de posibilidades, de muchos años de posibilidades de no pensar y
repensar crítica e imaginativamente el legado político de la violenta usurpación
que hemos heredado en el Mediterráneo oriental en la segunda mitad del siglo
XX. La otra presencia es aquella de las dos familias de las que provengo. U na es
la ortodoxa y devota que se mudó a Tierra Santa en el siglo XVIII para llevar una
vida dedicada a los estudios religiosos. La otra es la secular y moderna que se
mudó a Palestina en el siglo XX para ser partícipe del establecimiento del Estado
de Israel; dos familias que habitaban un sólo lugar ubicado en tres países diferen-
tes: Tierra Santa, Palestina e Israel. Dos familias que, a pesar de sus marcadas
diferencias, compartían una extraña pasión por los viajes y el movimiento, y un
gran placer por la narrativa. A sus peregrinaciones incansables, a sus historias
inagotables y a su gran sentido de aventura les debo este libro.
12
Introducción
&to no&J. ..
. . .geografw d&Jarraigada.i
E ste libro no trata sobre política identitaria ni sobre obras de arte que hacen
referencia a la iconografía de la geografía, como podría inferirse por su título.
Tampoco es un estudio sobre geografía cultural ni un ejercicio de traslación de
metáforas geográficas a través de los distintos campos de la producción cultural.
La ausencia evidente de un tema claramente reconocible me obligó a pasar
una cantidad considerable de tiempo evitando hacer una compilación de estos
ensayos, pues no podía imaginar la manera en la cual el libro evitara girar en
torno a alguno de los temas que he tratado de negar. Más bien tenía en mente ex-
plorar un tema en formación, lo cual, por un lado, era muy ambicioso y, por el otro,
estaba demasiado motivado por cuestiones personales. Además, estos aspectos
parecían ser inexplicables e inalcanzables, respectivamente, dados los modelos
de análisis, los modos de escritura y las herramientas intelectuales que tenía a mi
disposición. No obstante, en medio de esta reflexión me encontré con diversos
tipos de trabajos, como los de Henri Lefebvre, Neil Smith, Rosalyn Deutsche,
Jan Chambers, Sara Suleri y Anton Shammas, por mencionar sólo algunos, los
cuales me alentaron a hacer el intento, a pesar de los obstáculos evidentes que
implicaba.
1
N. de la T. En el original, unhomú). "Una persona unhomed, desarraigada, no siente que pertenece
pues se encuentra en un limbo psicológico que por lo regular deriva en trastornos psicológicos o en
un desplazamiento cultural. En este caso, el desarraigo es distinto del desahucio. Estar desarraiga-
do, en palabras de Lois Tyson, 'es sentirse lejos de casa incluso en la propia casa porque no estás
en casa dentro de ti mismo; es decir, tu crisis de identidad cultural te ha convertido en un refugiado
psicológico"' (Ta§, 2011: 116).
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
¿ Cuál era entonces el proyecto que tenía en mente? Quería establecer una
exploración de vínculos, primero, entre la dislocación de los sujetos, la alteración
de las narrativas colectivas y de los lenguajes de significación en el campo de la
visión, y, después, un cuestionamiento epistemológico que subrayara la diferencia
en lugar de la verdad universal. Sin duda, es algo bastante ambicioso, además de
que el punto de partida del proyecto no está indicado ni fundamentado con tanta
claridad como lo desearía. No obstante, la conjunción de las retóricas emergentes
sobre los sujetos desterritorializados y la teorización de las epistemologías deste-
rritorializadas parecían ofrecer una ocasión oportuna para reflexionar acerca de
todas las investiduras y certidumbres que definen y se anclan en el ámbito de la
geografía. Me refiero a una correlación o mutualidad histórica del momento actual
en la que es posible rastrear los vínculos entre las experiencias de conmoción de
los sujetos y la condición prevaleciente de los órdenes de conocimiento conmo-
cionados. Por lo tanto, en el caso de este orden epistemológico en particular y de
las experiencias vinculadas a él -el grado en el cual la "geografía", como conjun-
to de entendimientos relativos a la pertenencia y a los derechos, ha estado enmas-
carando evidentemente una gran cantidad de cambios fundamentales en relación
a la formación de la identidad-, he sentido la urgencia de intentar reescribir
dichas relaciones de modo que logren reflejar las condiciones contemporáneas.
Es inevitable lidiar, a través de la retórica política, tanto en términos instru-
mentales como en tonos moralizan tes, con cuestiones como los derechos y la per-
tenencia, los cuales determinan y configuran las condiciones de nuestras vidas y
conllevan el tipo de espeluznantes consecuencias que hemos observado a lo largo
y ancho de la ex Yugoslavia desde 1992. Dichas discusiones responden a los impe-
rativos de las crisis políticas actuales y a las tragedias humanas que engendran,
pero también asumen que hay un conjunto inamovible de criterios para determinar
los aciertos y los reveses de la situación. Cuando empecé el proyecto, Serbia aca-
baba de invadir Croacia; cuando estaba por terminar el primer borrador, la vio-
lencia provocada por la "limpieza étnica" se extendía por Bosnia-Herzegovina; y
cuando estaba por publicarse, la OTAN recién había dejado de bombardear Serbia
y Kosovo. En cada uno de estos momentos, tanto la postura oficial de Occidente
como las discusiones en las que yo estaba enfrascada se encontraban paralizadas
por la incapacidad de actuar; las enormes sombras que proyectaban las transicio-
nes y las ocupaciones tanto ideológicas como demográficas, el imperio otomano y
el imperio austrohúngaro, las dos guerras mundiales, las lealtades con el fascismo
en Occidente y con el comunismo en Oriente, no se traducían en políticas defini-
das, ni en un conocimiento inequívoco de lo que estaba bien o mal en este caso.
Todos los participantes de Occidente tenían algún tipo de historia sucia en los
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INTRODUCCIÓN
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
A últimas fechas, me cansan cada vez más los libros que empiezan predicando
cierta postura y determinada plataforma ideológica sobre cierto conocimiento de
cuál es la postura correcta que debo tener frente a un problema, por lo regular en
tonos altamente moralizantes. Me convenzo cada vez más de que ciertas supo-
siciones automáticas en relación con lo correcto y lo incorrecto de los proyectos
intelectuales en realidad exigen mayores dudas y clarificaciones. Y me gustaría
saber por qué los escritores creen que su proyecto es importante, qué los motiva
a embarcarse en él y cuáles han sido las rutas aventuradas e intrincadas que han
tomado para llevarlo a cabo, incluidos los riesgos y los peligros de equivocarse,
antes de continuar la lectura. Es el esfuerzo de llegar a una posibilidad de postura,
más que la claridad de tener una postura, lo que debería enfatizarse.
Dado que las lecciones del postestructuralismo han echado raíces, parece im-
perativo trasladarse de un discurso moralizante de la geografía y la localización
-en el que se nos dice qué debe ser, quién tiene derecho a estar, dónde y cómo
es que debe ser así- a una ética contingente del emplazamiento geográfico en el
que juntos podamos descifrar los peligros de los fantasmas de la pertenencia y de
las tragedias de la no pertenencia. Por lo tanto, este estudio tiene que ver sobre
todo con una condición particular de labor intelectual o cultural, en el cual todo
el trabajo parece dirigirse a la producción de un sujeto para el estudio. En mi men-
te, ni las políticas identitarias, ni las metáforas geográficas, ni los discursos sobre
los aciertos (y, en consecuencia, los reveses) de los emplazamientos son los me-
canismos que enmarcan los siguientes pensamientos. Aunque pueden ser de gran
uso para el inevitable trabajo detectivesco que acompaña la búsqueda de un sujeto,
Jef.1ujeto,no constituyen en sí mismos ni por sí mismos dicho sujeto.
Pensé entonces que debía escribir un preámbulo a Terra infirma en el que
compartiera mis inquietudes relativas al esfuerzo de producir un sujeto para el
estudio y a la incompetencia de los discursos y las estructuras epistémicas a mi
disposición, y le dijera a los lectores por qué me parecía urgente e importante ha-
cerlo, a pesar de estos defectos. Más allá de esto, también parecía importante decir
algo respecto de la atracción misma que ejerce la "geografía" como ámbito en
el cual puedo articular mis cuestionamientos. La "geografía", al igual que los dis-
cursos sobre el espacio y la espacialización, permite ciertas conjunciones entre
objetividades y subjetividades en el marco de un argumento. Ofrece también un
conjunto de condiciones materiales de las vidas de los sujetos que coexisten con
las subjetividades psíquicas, que las moldean y que son moldeadas por ellas. Como
crítica activa más que como entidad disciplinaria, la "geografía" trabaja para desa-
fiar la dificultad que Jacqueline Rose delinea en su reciente libro Statu of Fanta.1y
[Estados de fantasía], en el cual afirma que "una de las razones por las cuales la
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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N. de la T. Aunque la autora aquí hace referencia al ensayo "Sobre la pregunta '¿ Qué es ale-
mán?"' (1993), en realidad esta idea está contenida en el libro Mínima Moralia (1951): "Es gehort
zur Moral. nicht bei sich selber zu Hause zu sein", traducida al español por Joaquín Chamorro
Mielke como: "Es un principio moral no hacer de uno mismo su propia casa" (Adorno, 2003: 44).
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incomodidad que subyacía cualquier cosa conectada con ese lugar tabú llamado
"allá", en el cual habían ocurrido cosas aterradoras e inenarrables. Eran cosas
de las que apenas si éramos un poco conscientes y que estaban rodeadas por un
silencio avergonzado. Hay, sin embargo, también un momento de gran deleite
en esta historia, cuando mi hermana, tras aprender a leer, se paró frente a un es-
tante lleno de libros sobre judaísmo y preguntó si en verdad habían sido escritos
por nuestros vecinos. Alguien le contestó que sí, que habían sido escritos por
aquellos hombres respetables, y entonces ella preguntó con perplejidad: "Pero
¿cuándo tuvieron tiempo de escribirlos si siempre estaban durmiendo?"
Así de congelado en el tiempo estaba ese viejo mundo para nosotros, el mun-
do del exilio de los intelectuales de la vieja Europa, que podrán imaginar bien mi
sorpresa cuando mucho tiempo después me hallé inmersa en una geografía al
estilo de la escuela de Frankfurt, el opuesto exacto de esa postura de mi infancia,
una geografía de la despertenencia. Esta geografía es una interrelación entre esos
viejos recuerdos, entre las vidas actuales de mis amigos en Frankfurt que editan
Babylon,una publicación periódica sobre perspectivas judías en la cultura alema-
na contemporánea, la cual insiste en que Alemania no es la monocultura que ella
misma cree que es hoy día, y que esas viejas tradiciones intelectuales y culturales
tienen continuidades oblicuas y complejas en el presente. Creo que estos amigos
son la continuación real de la escuela de Frankfurt -aunque no se les identifique
así por sus modelos de análisis - , y van más allá de Europa, entre el radicalismo
intelectual en California que tuvo sus comienzos durante las breves visitas de
Adorno y Horkheimer, y las largas estancias de Marcuse y Lowenthal, y mis
propios movimientos interminables entre el inglés, el hebreo y el alemán.
Ésta es, entonces, la noción de "geografía" con la que he estado trabajando
durante los últimos años; una geografía ominosa, en el sentido que le da Freud
a lo ominoso, como "aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo con-
sabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo". Debemos recordar que
lo "ominoso" de Freud en realidad es el unheimlich,el desarraigado o aquel que no
está en casa. Sus cualidades tanto aterradoras como familiares provienen de esta
rara relación con no estar en casa, con la "extrañeza" que asume dicha condición
(Freud, 1965). Me sentí atraída para trabajar en el ámbito de la geografía porque
parecía posible ubicar, dentro de su entendimiento revisado, un conjunto alter-
nativo de relaciones entre sujetos y lugares en las cuales no sea el conocimiento
científico ni las categorías nacionales del Estado los que determinen tanto la per-
tenencia como la despertenencia, sino más bien conjuntos vinculados de perspec-
tivas políticas, recuerdos, subjetividades, proyecciones de deseos fantasmáticos
y largas cadenas de significantes deslizantes.
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INTRODUCCIÓN
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Estoy en deuda con el ensayo de Cornelia Vismann "Concepts of Order in No Man's Land" [Con-
ceptos del orden en tierra de nadie], el cual leí originalmente en una versión en inglés sin publicar
que me abrió las puertas a varios modelos interpretativos importantes, entre ellos los de las zonas
de desidentificación, así como otros relativos a la relación de la frontera como línea en la tierra con
conceptos de derecho y de propiedad del ser a través de fronteras específicas. Las referencias di-
rectas a la versión publicada aparecen en el capítulo 4.
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TERRA INFIRM.A: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
arte, ni leyendo las geografías críticas y contemporáneas por medio de las obras
de arte. El peligro evidente era que el tipo de trabajo que estaba intentando hacer
sería secuestrado por algún paradigma académico que dictaminaría la relación
entre teorías, contextos y objetos. Como alguien que se formó inicialmente en el
campo de la historia del arte, sabía que esta forma de territorialización del cono-
cimiento debía ser evitada para favorecer algún objeto de conocimiento nuevo
en el cual tuviera lugar una muestra de la paridad y la reciprocidad entre los com-
ponentes constitutivos del estudio, por medio de la cual pudiera emerger una
forma de política cultural a partir del trabajo, en lugar de serle impuesta a sus
materiales.
En el giro acontecido de las historias del arte a los discursos sobre la repre-
sentación dentro de la crítica cultural influida por el postestructuralismo y las
cuestiones de diferencia durante los años ochenta del siglo pasado, se pasó de ver
los artefactos culturales como reflexivos a percibirlos como constitutivos. Esto era
parte de un cuestionamiento mucho más grande que tenía que ver con el estable-
cimiento de significados. ¿ Cómo y dónde se determinan los significados? ¿ Quién
los determina? ¿Para qué lectores o espectadores? ¿A través de qué estructuras de
identificación o desidentificación? Además del derrocamiento de la autoridad
del autor para fijar significados en la cultura, surgen ciertas cuestiones críticas en
relación con la determinación de significado en la historia social. Esta última im-
plicaba un reconocimiento de que la información (así fuera información investi-
gada con absoluta formalidad y amplitud, encontrada incluso en los archivos más
oscuros y peculiares, relativa a las condiciones y los contextos materiales para la
realización de ciertos trabajos) no podía transformarno.1, a los espectadores, en
sujetos del periodo. Esto no pretende devaluar la inmensa importancia y la gran
relevancia que tiene la historia social del proyecto artístico en los años setenta, la
cual, por primera vez, permitió que la clase, el género, la raza y el lenguaje con-
fluyeran en el análisis y la ubicación de las representaciones visuales, y comenzó
el proyecto de desjerarquizar las imágenes en la cultura. 4
Sin importar cuánto sepamos sobre el momento histórico en el que se pro-
dujo un texto, siempre habremos de habitar un contexto contemporáneo y por
ende llevaremos nuestras propias cuestiones y asociaciones contemporáneas a
los textos que nos encontramos. En el proceso, fragmentaremos, apropiaremos
reescribiremos y terminaremos por transformar por completo esos textos y apro-
piárnoslos. En vez de entender el arte como reflexión, se elaboró una estrategia
4
Quizá los argumentos más coherentes que resumen este cambio se encuentran reunidos en Bur-
gin, 1989; Wallis, 1989, y Foster, 1990.
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del libro, en la cual he optado por marcar aquellas diminutas y radiantes reve-
laciones de posibilidad, en lugar de ensayar largos mares de historia intelectual y
crítica: momentos que Henri Lefebvre, cuyo espíritu está presente en cada uno
de mis esfuerzos, llamaba "aquellas diminutas epifanías en las cuales se revelan
las absolutas posibilidades y los límites temporales de la existencia de cualquiera"
(Lefebvre, 1971: 158-160).
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Capítulo 1
Sujetos/lugares/espacios
Lamentaciones/posicionamiento
"¿ • A dónde pertenezco?", parece ser la pregunta que plaga muchas de las discu-
siones en las que participo. Como lamento constante, hace referencia a las
dislocaciones que experimentan los sujetos desplazados con respecto a las histo-
rias interrumpidas y las identidades nacionales cambiantes y transitorias. De igual
modo, alude a departamentos universitarios y órdenes de conocimiento, a ins-
tituciones de exhibición y mercados y, no en menor medida, a la capacidad de
habitar identidades complejas y reflexivas que reconocen el lenguaje, el conoci-
miento, el género y la raza como modos de autoposicionamiento.
Es una de esas preguntas equívocas que, aun así, cumplen un propósito útil,
pues aunque asume con cierta ingenuidad que un lugar de pertenencia absoluto
y coherente es concebible, también conlleva la presencia constante de una política
de la ubicación que se está formando. El acto mismo de articulación constante y
lastimero sirve para alertar sobre los procesos por medio de los cuales la iden-
tidad se configura y está en flujo permanente. En tanto cuestión y búsqueda, trae
a la mente la memorable expresión tomada de Fueradela ballena,de Salman Rush-
die, en la cual el autor aboga por cuestionar la suposición de George Orwell de
que hay un interior en el cual se puede ser consumido de manera pasiva. "En
lugar del vientre de Jonás, estoy recomendando la tradición antigua de armar un
alboroto tan grande y una queja tan sonora sobre el mundo como sea humana-
mente posible. Que haya alboroto en donde Orwell ansiaba quietud; en lugar de
ballena, el lamento de protesta" (Rushdie, 1992: 99). Por lo tanto, la geografía que
aquí examino, por completo fuera de la ballena, es la del plañido y el lamento, la
que intenta encontrar tanto la articulación como la significación de esa inquietud
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constante entre los esfuerzos por autoposicionarse y los lenguajes y los conoci-
mientos a nuestra disposición para inscribirlos en la cultura. Es una inquietud
inscrita tanto con el sentido de pérdida de tal emplazamiento previo y regular que
creíamos tener, como con la inseguridad de no contar aún con una alternativa
habitable coherente.
Mi cuestionamiento no pretende resolver la interrogante de una ubicación de
pertenencia; no es de forma alguna prescriptivo, dado que no tengo idea de a dón-
de pertenece la gente, mucho menos yo misma. Sin embargo, es un intento por
abordar la cuestión de la pertenencia, junto con su naturalización, como conjunto
de realidades políticas, estructuras epistémicas y sistemas significantes. Por lo
tanto, comprende las cuestiones de pertenencia a través de los procesos epistémi-
cos significantes, los cuales son sus manifestaciones en el lenguaje.
Mi elección de geografía como sitio que vincula estas relaciones entre sujetos
y lugares, y los discursos básicos que los legitiman, sólo en parte es metafórica.
Lo hago con plena conciencia de que a últimas fechas se ha convertido en una
metáfora tan explotada que corre el riesgo de perder todo significado. Neil Smith
y Cindi Katz expresan esta crítica de la forma más sucinta posible:
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SUJ ETOS/LU CARES/ESPACIOS
[ ... ]mientras que la metáfora[ ... ] explota relaciones de similitud entre cosas, no pa-
labras [ ... ]la metonimia explota relaciones de contigüidad entre cosas, no palabras;
entre una cosa y sus atributos, sus ambientes y sus apéndices [ ... ] Dado que las co-
sas sólo nos son aprehensibles a través de la cognición, la metáfora es, en esencia, la
explotación de similitudes conceptuales, mientras que la metonimia es la explotación
de la contigüidad conceptual (Silverman 1983: ] ] 1).
Sin duda, las concepciones de "geografía" como metáfora, como orden del conoci-
miento y como estructura narrativa no son mutuamente excluyentes y permiten
cierta interacción que trasciende el binarismo de condiciones materiales verJud
subjetividades psíquicas como determinantes del lugar y sus implicaciones. Se-
gún Silverman:
No obstante, como parte del trabajo que aún falta por hacerse a nivel de la "geo-
grafía" como estructura metonímica, está aquel que medie, por un lado, entre lo
material y lo concreto, y, por otro, las condiciones psíquicas y las articulaciones
metafóricas entre sujetos, lugares y espacios. La geografía, el espacio y la subje-
tividad a nivel narrativo han sido exploradas desde hace mucho en el ámbito de
la crítica literaria. El ensayo "Narrativa y geografía", de Edward Said, toma el
ejemplo de Joseph Conrad y Albert Camus para resolver las relaciones entre
textos y comunidades interpretativas emplazadas. En el caso de Conrad, Said lo
considera un esfuerzo por delinear los bordes del "Occidente" y del "imperio", el
intento por escribir una "conciencia occidental" a partir de la inquietud de estar
posicionado en el borde de un cierto Occidente, del conocimiento de que hay ur
no occidental en ese borde. En la obra de Conrad, Said descubre un proyecto
geográfico de "mapas de la lengua inglesa como conocimiento mundial y de la
penetración más allá de la frontera europea hacia el corazón de otra entidad geo-
gráfica" (Said, 1990). Alternativamente, en la obra de Camus se hace visible un
momento de historia colonial del todo distinto, en el cual el sujeto mismo es parte
tanto de la cultura colonizadora como de la agitación y la conciencia doble de
los conflictos descolonizadores. Mientras Conrad, según la lectura de Said, es
sujeto en movimiento que viaja a través de las territorialidades articuladas por
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Camus [ ... ] ejemplifica la manera en la cual las relaciones tradicionales entre narrativa
e historia han cambiado por medio de la necesidad histórica de involucrar la litera-
tura en acción, de crear nuevas formas de narrativa como testimonio no sólo a modo
de registro, sino para repensar y, en el acto mismo de repensar, transformar en efecto
la historia al atestiguar literariamente el Holocausto (Felman, 1992).
Aunque Felman admite que el texto de Camus no se refiere con claridad al Holo-
causto ni afirma ocuparse de él, la autora traza un viaje muy interesante en el cual
Camus, después de 1945, deja atrás las oposiciones y las resistencias clandestinas
ante la ocupación alemana en las cuales estuvo involucrado durante la segunda
Guerra Mundial para tener una serie de posturas críticas externas. Por medio de
la escritura de La plaga, en 1947, se trasladó de un paradigma francés interno
de involucramiento con la ocupación antialemana para asumir una serie de pos-
turas altamente críticas contra aquella misma "Francia" cuya liberación se había
investido durante la guerra, como miembro de la resistencia francesa lo mismo que
como editor de un periódico clandestino llamado Combat. Las posturas críticas de
Camus van del "atestiguamiento" de la colaboración en Francia y la contribución
activa de ésta al genocidio del pueblo judío europeo, al "atestiguamiento" del colo-
nialismo francés del norte de África. No estoy del todo segura de lo que pienso
acerca de la afirmación de Felman sobre Camus como testigo del Holocausto
como tal, pero sin duda me convence el argumento de que atestiguar la historia es
efectuar un cambio de los paradigmas que una percibe. Sin embargo, dado que
32
SUJETOS/LUGAREs/ESPACIOS
Estar extraño al hogar (unhomed) no equivale a ser un "sin hogar o sin techo" (home-
0.J), ni puede ser acomodado fácilmente en la habitual división de la vida social en
esferas privada y pública. El momento extraño se presenta sin aviso tal como puede
hacerlo nuestra propia sombra, y de pronto nos vemos como la Isabel Archer de
Henry James en EL retrato Je una dama, advirtiendo el peso de nuestro permanecer en
un estado de "terror incrédulo" (Bhabha, 2002: 26).
33
lllli.......
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
las gigantescas librerías Barnes and Noble de Nueva York; nuestra búsqueda fina-
lizó cuando lo encontramos clasificado como "Salud y Bienestar".
El libro contiene dos narraciones geográficas, esto es, dos cartografías. La pri-
mera es la del viaje realizado por el doctor protagonista:
Una vez de regreso en Estados Unidos con mi grado de médico, cierta protervia y
terquedad me hizo querer darle la vuelta al sistema. ¿Qué punto tenía venir a Estados
Unidos a practicar si terminaría en un mini Bombay o una mini Manila? [ ... ] Por
medio de un familiar que estaba en la facultad oí hablar de una nueva escuela de me-
34
SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
Ésta es una geografía, una cartografía del intento de encontrar una residencia en Es-
tados Unidos que no replicara la cultura de la que provenía y que se sostiene sobre
una prolongación histórica de migraciones desde el comienzo de la era cristiana
hasta el presente, la cual se origina con las rutas del mundo antiguo, de Palestina
a India y a África, terminando en el Nuevo Mundo.
La segunda cartografía es la consecuencia inesperada de la primera: la nitidez
de la visión relativa a la "des-pertenencia", cuya postura de observación sólo puede
haber sido alcanzada a través de la preocupación por los viajes. Esta segunda
cartografía, que se encuentra más adelante en el libro, es laque Verghese comienza
a trazar una vez que empezó a tratar pacientes VIH positivos en Tennessee, por
medio de la cual intenta comprender cómo una zona pequeña y principalmente
rural, con una cultura gay al parecer mínima ( en el sentido de encuentros urbanos
y vida social), presenta una cantidad tan grande de casos de sida. Comienza por
hacer un mapa que inicia en el Tennessee de ese momento, el cual luego se desen-
vuelve para abarcar los movimientos previos de esas mismas personas, cuando
dejaron su pueblo para ir a las grandes ciudades de la Costa Este y la Costa
Oeste de Estados Unidos. Verghese descubre, a través de su trazado cartográ-
fico, un movimiento de ida y vuelta de la comunidad rural a las grandes ciudades,
y el subsecuente retorno del individuo a la población de origen una vez que se
encuentra en las últimas etapas de la enfermedad. En el capítulo ?í reg'"esad al
recuento detallado de Verghese acerca del proceso de diseño del mapa. En este
contexto inicial, lo que parece importante y valioso de señalar es la manera en
que el planteamiento geográfico de una serie de cuestiones médicas y sociales
produjo, en este caso, una respuesta que no había sido evidente o no había estado
disponible con anterioridad. Ni los estudios de caso clínicos ni las historias rura-
les habían ofrecido forma alguna de explicación, mientras que la representación
geográfica de los viajes de liberación sexual y de las pólizas de gastos médicos y
cuidados para pacientes terminales (ninguno de los cuales había sido tema tradi-
cional para la elaboración de mapas) sí permitió espacializar estas relaciones y así
proporcionar una narrativa en la que se conjuntaran.
Mi esfuerzo particular consiste en situar esta discusión en el campo de la vi-
sión y de su articulación en la arena de la cultura visual. Resultaría útil, en este
punto, ahondar un poco en algunos de estos contextos de visión y de lo visual
para la discusión acerca de los signos de identidad, desplazamiento y localización
(o dislocación). Los vínculos entre visualidad e identidad/localización son de in-
35
......._
TERRA INFJRJ\,\A: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
terés porque entablan referencias con materiales mucho más amplios que los que
podrían categorizarse como artes visuales o representaciones visuales -además
de permitir su inclusión - . La cultura visual no es una forma de historia del arte
ni de crítica de arte, sino que designa una arena entera de representaciones visua-
les que circulan en el campo de la visión mientras establecen visibilidades (y vi-
gilan las invisibilidades), así como estereotipos, relaciones de poder, la capacidad
de saber y verificar. De hecho, establecen el reino mismo de "lo conocido". ¿Por
qué entonces la "geografía" y por qué localizarla en el campo de la visión?
36
S UJ ETOS/LU GARES/ESPACJ OS
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Para establecer las fronteras de su imperio y afirmar que habían alcanzado a aqué-
llos que habían sido dejados fuera, los romanos requerían una cierta percepción de
espacio geográfico, de sus dimensiones y del área que ocupaban [ ... ] Sin embar-
go, este espacio les fue impuesto, al grado que debían convertirse en sus amos y
conservar esa categoría, para dominar sus abrumadoras distancias, identificar y ex-
plotar sus recursos, reunir información y transmitir las órdenes de un extremo al
otro del imperio, congregar a las tropas o hacer que patrullaran este espacio. Las
ineludibles necesidades del gobierno deben comprender (o al menos creer que uno
entiende) el espacio físico que uno ocupa o que uno aspira a dominar, para sobrepo-
nerse a los obstáculos que impone la distancia (Nicolet, 1991: 2) . 1
1
Deseo agradecer a Sandra Joshel, especialista en la antigüedad, por haber llamado mi atención
sobre este libro.
38
SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
2
Todas las siguientes referencias a la obra de Lefebvre han sido adaptadas de este volumen.
3
Dos libros recientes rinden homenaje de formas muy distintas al papel que desempeñó Lefebvre
para establecer un discurso sobre el espacio; véase Soja, 1996, y Burgin, 1996.
39
.......
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFfA
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
41
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
4
Hago referencia aquí a dos artículos de Rosalyn Deutsche: "Men in Space" [Hombres en el espacio]
y otro mucho más largo: "Boys Town" [Ciudad de los chicos]. Son ensayos excepcionales, a cuya
estructura y argumento complejos no puedo hacer justicia en un resumen esquemático. He elegido
enfocarme en un fragmento de su argumento relacionado con la visión y los relatos feministas,
pero deseo reconocer que su trabajo de cierta forma hizo posible un cambio de la epistemología
feminista del conocimiento situado hacia el ámbito de la visualidad y la condición del espectador.
Ambos artículos han sido recopilados recientemente en su libro Eviction.1(1997).
42
SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
Subir a la cima del World Trade Center es separarse del dominio de la ciudad. El
cuerpo ya no está atado por las calles que lo llevan de un lado a otro según una ley
anónima; ni poseído, jugador o pieza del juego, por el rumor de tantas diferencias o
por el nerviosismo del tráfico neoyorquino. El que sube allá arriba sale de la masa
que lleva y mezcla en sí misma toda identidad de autores o de espectadores [ ... ]
Su elevación lo transforma en mirón. Lo pone a distancia. Transforma en un texto
que se tiene delante de sí, bajo los ojos, el mundo que hechizaba y del cual quedaba
"poseído". Permite leerlo, ser un Ojo solar, una mirada de Dios. Exaltación de un
impulso visual y gnóstico. Ser sólo este punto vidente es la ficción del conocimiento
(De Certeau, 2000: 104).
Las representaciones, que no son autónomas en el sentido estético -en tanto encar-
naciones de ideas estéticas trascendentales - ni sociales dado que son producidas
por la sociedad externa, no son objetos en lo absoluto, sino más bien relaciones socia-
les, productoras de sentido y subjetividad en sí mismas. Al considerar este tipo de
relación socioespacial, el discurso urbano sólo puede beneficiarse de los encuentros
con la práctica estética crítica, pues la crítica de arte como representación y, por tanto,
como significación -no como transparencia- del todo necesaria para politizar el
discurso urbano, ya ha sido forjada en algunas obras de arte posmoderno que Harvey
rechaza, y en particular en las teorías feministas de la representación que desempe-
ñan un papel muy significativo en dicha producción estética (Deutsche, 1991: 18).
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
el significado en relación con las imágenes, los sonidos o los espacios, que no
necesariamente se percibe que operan en relación directa, causal o epistémica ya
sea con su contexto o entre sí.
Si la escritura feminista deconstructiva ha ostentado por mucho tiempo el
lugar de la escritura como desplazamiento interminable de significado, entonces la
cultura visual proporciona la articulación del desplazamiento interminable del
significado en el campo de la visión. Esta insistencia en la contingencia, la sub-
jetividad y la reproducción constante del estado de los significados en el campo
visual es igual de significativa para la localización institucional o disciplinaria
de este trabajo. Si no volvemos a adjudicar el significado de forma exclusiva al
autor, ni a las condiciones y especificidades históricas de su conformación, ni
a las políticas de una comunidad autorizadora, entonces, sin duda, estaremos
vaciando el objeto de estudio de las formas disciplinarias y de otras formas de
territorialización del conocimiento. Sólo entonces por fin nos acercamos a la des-
cripción hecha por Roland Barthes de la interdisciplinariedad, no como algo que
rodea un objeto elegido con múltiples modos de cuestionamiento científico, sino
como la constitución de un nuevo objeto de conocimiento. 5
El siguiente intento breve de involucrarse con el ámbito de la cultura visual
abordará algunos de estos temas, así como las escabrosas políticas de la especifi-
cidad histórica, sus ventajas, sus limitaciones y los peligros inherentes de intentar
salir de un modelo tradicional, internamente coherente y carente de análisis, de lo
que significa ser específico en términos históricos.
En el mundo actual, los significados circulan de forma visual, como también
oral y textual. Las imágenes transmiten información, proporcionan placer y desa-
grado, influyen en el estilo, determinan el consumo y median las relaciones de po-
der. ¿A quién vemos y a quién no? ¿ Quién está privilegiado dentro del régimen de
la especularidad? ¿Cuáles aspectos del pasado histórico tienen representaciones
visuales en circulación y cuáles no? ¿ Oué imágenes alimentan cuáles fantasías
y de quién? Éstas son algunas de las preguntas que planteamos en relación con
las imágenes y su circulación. Mucha de la práctica del trabajo intelectual en el
marco de las problemáticas culturales tiene que ver con la capacidad de hacerse
preguntas nuevas y alternativas, en lugar de reproducir el viejo conocimiento
con las mismas preguntas anticuadas.
Al enfocarnos en un campo de la visión y de la cultura visual que opera en
su interior, creamos el espacio para la articulación (aunque no necesariamente
5
Para un mayor rango de obra sobre el tema, véase Mirzoeff, 1999.
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
6
Parafraseo aquí una discusión posterior a una conferencia impartida por Gayatri Spivak en el
Centro de Estudios Literarios y Culturales de la Universidad de Harvard, en 1987.
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
Trinh sugiere aquí que no sólo al leer o mirar reescribimos o "hablamos sobre" el
texto. Lo más importante es que la autora reconoce que, al recuperar y volver a
contar las narraciones (al "hablar acerca de"), alteramos las estructuras por medio
de las cuales organizamos y habitamos la cultura.
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
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El espacio aparece aquí tan radiante, tan inteligible, como si diera rienda suelta a la
acción. Lo que pasa en el espacio presta una cualidad milagrosa al pensamiento, que
se vuelve encarnado por medio de un dúeño (en los dos sentidos de la palabra). El di-
seño sirve como mediador -él mismo de gran fidelidad- entre la actividad mental
(invención) y la actividad social (realización); y se despliega en el espacio. La ilusión
de transparencia va de común acuerdo con una visión inocente del espacio, libre de
trampas o lugares secretos. Nada oculto o disimulado -y por tanto peligroso- es
antagónico de la transparencia, bajo cuyo reino todo puede entenderse a través
de un simple vistazo de ese ojo mental que ilumina todo aquello que contempla (Le-
febvre, 1974).
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SUJETOS/LUGARES/ESPACIOS
L 53
Capítulo 2
Equipaje
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EQUIPAJE
[ ... ] la escritura literaria contemporánea en la que las narrativas centrales son las
políticas y la experiencia de la locación, o más bien de la "dislocación", ha sido denomi-
nada "género inmigrante". Es distinto de otras escrituras poscoloniales e incluso de
la literatura del exilio, aunque está muy vinculada con ambas. El género inmigrante,
al igual que el fenómeno social del que toma su nombre, nace de una historia de colo-
nialismo mundial y es, por lo tanto, parte innegable de los discursos poscoloniales y
descolonizadores. Y, así como el exilio impone una distancia al tema de la escritura,
los escritores y escritoras del género inmigrante también perciben el presente en
términos de su distancia del pasado y del futuro [ ... ] Lo más importante es que está
marcado por una lectura curiosamente separada de la experiencia de "desahucio"
que se compensa por el uso excesivo de la metáfora del equipaje, tanto espiritual
como material (George, 1992: 72). 1
George realiza una lectura muy útil de una serie de obras literarias -como novelas
escritas por M. G. Vassanji (1989), Anita Desai (1970) y Samuel Selvon (1956),
Deseo agradecer a Vince Raphael haberme hecho notar este significativoesfuerzo de teorizar el
1
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
entre otros- para movilizar la metáfora del equipaje en contraposición con el con-
cepto de "escribir la nación", ya sea desde el centro o desde los márgenes, y por
tanto se implica con el corpus de pensamiento sobre la comunidad y el desplaza-
miento expuesto por Benedict Anderson en Comunwade.1 ima,qinad(l,f (1993) y por
Homi Bhabha en DifemiNacwn. Tiempo, narrati¡,a y ÍOdmárgened Je fa nacwn moderna
(201 O). Entonces, la autora plantea una lectura alternativa en la cual la produc-
ción de nación no es el tema de la escritura perteneciente a este género, sino
que más bien la inmigración "Je.1e<1cribe la nación y el proyecto nacional porque
despliega con flagrancia su rechazo hacia un solo espacio nacional, en favor de
una ubicación más deseable, no obstante el equipaje que trae consigo" (George,
1992: 83). En relación con esto, deseo discutir el" equipaje" en la cultura visual,
pero lejos de las utopías modernistas de los nuevos comienzos y de las narrativas
modernistas de los finales trágicos. En el proceso, espero ampliar la comprensión
acerca de cómo un sistema de signos específico ha abordado la reflexión sobre la
circulación y las dinámicas circulatorias que refleja más que cualquier otra el
capital mundial poscolonial.
Asimismo, hay una pregunta excepcionalmente escabrosa vinculada con la
nostalgia, para la cual el equipaje debe ser el signo con más revestiduras y deter-
minaciones. Es problemático porque de alguna forma se requiere separar el signo
del significante; las tragedias y las rupturas humanas implicadas en la migración
y huida forzadas son horrendas y no deben trivializarse de ninguna forma. Sin em-
bargo, el sistema de signos de uso más común y convencional para la significación
de estos arrebatos subsiguientes ha aprisionado sus significados en un lenguaje
conveniente de empatía universal. Edward Said, en After the Ladt Sky [Después
del último cielo], proporciona un recuento empático de las texturas y las afliccio-
nes de las vidas palestinas en los campos y en los diversos exilios, en una con-
dición irresuelta de desesperanza aún con cierta proximidad a su antigua tierra.
Sobre las reliquias que han viajado con ellos, escribe Said:
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EQ U IPAJE
amarg ura , la cua l aun así sigue increme ntando. Tampoco recono cemos la inmovili-
dad de nu estras actitudes que nos paraliza . AJ final, le pertenecemos al pasado (Said ,
1986: 14).
Figura 2.1 Ellis l sla nd, The Great Ha/L [El gran sa lón]. Cortesía de Art in
Ameri ca, septi embr e de 1991.
59
T E RRA I N FIR MA: LA CU LT U RA V IS UA L D E LA GE O G RAFÍ A
60
EQ U IPAJE
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Ouisiera usar este ejemplo para aclarar a qué me refiero con un "sistema de sig-
nos en crisis de significación" (véase Tillman, 1991). Ellis Island, que durante dos
siglos fungió como punto principal de entrada de inmigrantes provenientes de Eu-
ropa que llegaban a la Costa Este de Estados Unidos, ahora es un museo de
inmigración. En él, la inmigración se convierte en un periodo intermedio -afín
al uso de "Alto" Renacimiento en Italia durante el siglo XV-, un momento dorado
suspendido entre las dos cosas que no es: la esclavitud de los siglos XVIII y XIX,
y las recientes migraciones masivas del periodo de la descolonización y de las
políticas de la Guerra Fría. Como tal, proporciona un recuento de la inmigración
en tanto suceso primordialmente moderno, europeo y voluntario. Sus muestras
representan el final de un viaje utópico lejos de la pobreza, la discriminación, la
enfermedad y el retroceso, el racismo y la persecución política, así como la entra-
da a una nueva cultura, una llegada enunciadora en el sentido más complejo de
nuevo comienzo. Las valijas apiladas en los gabinetes en los que están expuestas
son la materialización nostálgica de los recuerdos del viejo mundo que deben
preservarse como reliquias culturales, pero al final están pensadas para olvidarse
en la cultura de asimilación que es Estados Unidos. Sin duda, estos artefactos y
las narrativas que llenan de vida desempeñan un papel central en la constitución
de una narrativa nacional, una en la que la llegada individual, las posibilidades
individuales y las esperanzas individuales se conviertan en una identidad colec-
tiva en la era moderna que se materialice, tanto desde los márgenes como desde
el centro, en un concepto de "nación". Ellis Island, que durante mucho tiempo
ha simbolizado tanto el aspecto de "nuevo mundo" de Estados Unidos como el
fuerte énfasis puesto en la migración proveniente de "Europa" (en contraste con
otras regiones que se consideran menos privilegiadas en términos culturales), se
ha convertido ahora en lugar de duelo por la metanarrativa perdida de la moder-
nidad y el progreso promovida por la movilidad. Tras el decrecimiento de las cifras
de inmigrantes provenientes de Europa a finales de los años cincuenta, el lugar
fue cerrado como puerto migratorio y durante dos décadas estuvo abandonado
y desocupado. En la actualidad, Ellis Island es un museo, tanto de las primeras
inmigraciones como del posterior abandono del lugar. Ha logrado esta transfor-
mación al atravesar un proceso de automuseificación, en el cual los años de aban-
dono - entre la época en que era un punto de entrada para los migran tes que
llegaban a Estados Unidos y el momento en que se convirtió en un museo de ese
mismo proyecto en los años noventa- se exhiben como una serie de "cuadros
vivientes" de Ellis Island en ruinas. Es claro que lo que está en juego no es el
espacio físico que ocupa el edificio ni las realidades materiales de las condiciones
económicas y políticas europeas cambiantes que han disminuido el imperativo
62
EQUIPAJE
L
63
TERRA INF I RMA: LA CULTURA VIS UAL DE LA GEOGRAFÍA
[ . .. ] la ese ncia del pl a n naz i era hacerse a sí mismo -a l ig u a l que al pu e blo j udío-
invi sible. No só lo exter min ándolo ni só lo co nfinándolo a invi sibl es campos de la mu e r-
te "camuflados ", sino reduciendo incluso la materi a lida d d e los cuerpos a si mpl e hum o
y ce ni zas, y hasta la opacidad radical de la ucena de lo s mu ertos, as í co mo la referen-
cia lidad y literalidad del término "cadáver", a la tra n spare n c ia d e la forma pur a y de
la metafori .cidad retórica pura de un a merafigura: un su sti tu to verbal descarnado que
sign ifica de forma abstracta la ley lingüí stica de int ercam bia bil idad y su stitu c ion alid ad
infinit as. Lo s c uerpos mu ertos se v u elve n e nton ces in vis ibl es y vac íos d e su sta nc ia y
es p ec ific id a d , a l ser tratados e n la jerga naz i co mo fig uren: aquello que no puede ser
visto, pero a través de lo c u a l tampoco puede verse (Fe lm an, 1991; véase Fe lm an,
1992).
Figura 2.5 Va lijas e n Ausc hwitz. Fuente: James Young. 1993. The
Te...ture of Memory- HoLocauJt Mo nwn entJ, New H a ve n y Londres, Ya le
U nive rsity Pr ess.
2
He desarro llado a lg un as ideas sobre el despliegue de estrategias en los museos a lema nes de historia
en Rogoff, 1994a .
64
EQUIPAJE
3
Para una discusión detallada sobre la conmemoración pública, el binarismo de remplazar las
ausencias con presencias y el trabajo contraconmemorativo del artista Jochen Gerz, véase Rogoff,
1994c.
65
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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EQ UIPAJ E.
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
1\/le muero de ganas de hacer la maleta. En Macy's perdí los estribos y en Nordstrom
la chaveta. No entiendo por qué en los grandes almacenes no tienen carros de compra.
¿Y qué decir de los trajes de baño? No estoy muy segura de si me he comprado seis
o siete. Y después las gafas de sol, los incitantes sostenes y las braguitas de algodón,
los coquetones pantaloncitos para correr y los tops y las mallas [ ... ]
Todo el suelo de mi dormitorio es un mar de bolsas y abro todas las ventanas a tope
y pongo en marcha las aspas del ventilador que cuelga del techo y toda la casa se
inunda con la voz de Montell Jordan cantando "This is How We Do It". [ ... ] Me
siento como si fuera Navidad aunque estamos en verano y tengo tantos nervios que
casi no puedo soportarlo (McMillan, 1997: 39-41).
68
EQUIPAJE
[ ... ]el viaje ha emergido como un rango cada vez más complejo de experiencias, así
como prácticas de cruce e interacción que incordian el localismo de diversas suposi-
ciones comunes sobre la cultura. En estas suposiciones, la existencia social auténtica
está, o debería estar, centrada en lugares circunscritos[ ... ] Residir se entendía como
el fundamento local de la vida colectiva, mientras que viajar era un complemento; es
decir, las raíces siempre anteceden a las rutas.
4
Deseo aclarar que uso la obra de Clifford como ejemplo del trabajo de gran calidad que se ha
enfocado en fechas recientes en el viaje, como la obra de Caren Kaplan (1997), la cual aborda cuestio-
nes de diferencia sexual. o The B!ackAt!antic de Gilroy (1993), que establece diálogos entre culturas
minoritarias y narrativas dominantes. Aunque no ha sido posible hacer referencia a obras especí-
ficas en cada ocasión, deseo aclarar la vinculación de mi propio proyecto con este inmenso corptt,J
de escritura crítica poscolonial.
69
......
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
70
EQUIPAJE
porcionar otra posibilidad más para configurar una relacionalidad entre las con-
diciones materiales y las economías, y el terreno de lo psíquico y lo fantasmático.
Aunque los actos de localización son de primordial importancia para com-
prender la diferencia como estructura epistémica, deben estar acompañados de
un tipo de actividad teórica que se arriesga con el acto mismo de autoubicación.
Este ligero cambio (en el cual no sólo la ubicación da cuenta de la posicionalidad)
parece lo suficientemente razonable, pues su cuestionamiento, aunque en ocasio-
nes pierde el hilo de su propia argumentación, en última instancia intenta alcanzar
el entendimiento de una crisis semiótica en la que los signos no logran repro-
ducir a cabalidad las narrativas en las cuales están inmersos. Asimismo, es un
cuestionamiento acerca de las posibilidades de que haya una forma emergente y
dispersa de significaciones alternativas de las relaciones entre sujetos y lugares
que se refracten a través de prácticas de espacialización. En vista de lo anterior,
el regreso a un estado inicial de desarticulación de la heterogeneidad del con-
cepto de signo quizá sea útil para desarrollar ambos grupos de preguntas. Uno
de los argumentos más básicos de Derrida es que el signo marca el lugar de la
diferencia, que la significación puede ocurrir no sólo porque no hay identidad
entre el signo y el significado, sino porque de hecho sólo existe una relación de
diferencia. Spivak afirma en el prefacio de traductora a O/ Grammatofo.qy[De la
gramatología]:
Si fuéramos capaces de pensar el equipaje como "el suplemento" del viaje, se im-
plicaría que las emociones, las expectativas, los miedos y los prejuicios que se
empacan por separado en el equipaje que se lleva no son sólo una esfera discur-
siva del viaje, sino su entramado. Al mismo tiempo, querríamos protegernos de
la pérdida de su capacidad efectiva para ensombrecer y turbar la narración si
quisiera exigir su valor representacional sistemático. Derrida escribe:
71
....
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
función de vicariato y se haga pasar por la plenitud de un habla cuya carencia y fla-
queza, sin embargo, no hace más que ,mplir. Puesto que el concepto de suplemento
-que aquí determina el de imagen representativa- abriga en sí dos significaciones
cuya cohabitación es tan extraña como necesaria. El suplemento se añade, es un exce-
dente, una plenitud que enriquece otra plenitud, el colnw de la presencia. Así es como
el arte, la techné, la imagen, la representación, la convención, etc., se producen a modo
de suplemento de la naturaleza y se enriquecen con toda esa función de acumulación
(Derrida, 1986: 185).
Los arquitectos Elizabeth Diller y Ricardo Scofidio, quienes trabajan como equi-
po artístico en Nueva York, han producido un proyecto titulado SuitCMe Studie.:1 -
TourMm.:J of War [Estudio (de caso) de las valijas: turismos de guerra], que ha
viajado por diversos lugares del mundo y ha funcionado como punto focal de
diferentes interrogaciones de turismos no aliados a los entusiasmos convencio-
nales de los museos y los paisajes imponentes, sino a una obsesiva taxonomía de
recámaras y campos de batalla. 5 El proyecto, que se enfoca primordialmente en
el viaje al pasado estadounidense, examina los mecanismos espaciales y tempora-
les que la institución del turismo usa para producir y sostener las narrativas na-
cionales. La instalación viaja en 50 valijas idénticas marca Samsonite (figura 2.7,
lámina 2). Además de transportar los contenidos de la exposición, también fungen
como las vitrinas que los exhiben. Cada valija es un estudio de caso de una sola
atracción turística localizada en uno de los 50 estados de Estados U nidos. A través
de representaciones tanto oficiales como no oficiales, tanto pictóricas como tex-
tuales, tanto bidimensionales como tridimensionales, cada una de las atracciones
se analiza y se sintetiza en nuevas narrativas. El terreno del proyecto de Diller y
Scofidio es lo que Baudrillard denomina "la América sideral", caracterizada por
"el carácter lírico de la circulación pura" (Baudrillard, 1987). Las 50 atracciones
fueron seleccionadas a partir de sólo dos tipos de lugares turísticos: recámaras y
campos de batalla, dos lugares de conflicto. Entre las atracciones turísticas,
la cama (de índole pública) y el campo de batalla alimentan con fuerza el anhelo
5
Hay dos fuentes de información relativas a este proyecto. Una es la breve discusión ilustrada
entre artistas en el Joumal o/ PbilodopbyanJ VwualArtd, editado por Andrew Benjamin y dedicado a
Arcbilecture,Sptu:e,Paintúz.9:"Diller and Scofidio - Projects". Una fuente más sustancial es el catálogo
Diller d Scojulio-Back to tbe Front - TouriH1hfo/ War, que documenta con claridad cada una de las
valijas y contiene un rango de textos muy interesantes de diversos escritores y teóricos, así como
de los artistas. Lo publicó FRAC - Basse Normandi después de la exposición en Abbaye-aux-
Dames, Caen, en 1994, por el 50 aniversario de la invasion de Normandía. Los pasajes descriptivos
presentados aquí son paráfrasis y citas directas del texto que acompaña el proyecto "Tourisms of
War" en ese catálogo.
72
EQ U IPAJ E
Hay tres sistemas de organización en juego. En primer lugar, las valijas están aco-
modadas en orden alfabético, por estado. Luego, geográficamente: la tapa superior
de cada maleta se mantiene abierta por medio de un cordón anclado a su ubicación
correspondiente en el mapa que es la superficie de la "base invertida " de la cual
pende el campo de Samsonites. Cada panorama también está valuado en términos
económicos , en orden de ganancias obtenidas por el turismo ( FRAC, 1994).
Sigue un par de paneles de descripción del trabajo mismo. Primero una recámara
seguida del campo de batalla. Aunque todas las recámaras le pertenecen a figuras
73
TERRA 1 ' FI RMA: LA CULTURA V ISU1\L DE LA GEOGRAFÍA
histó ricas m asc ul inas, la mayoría de las cua les so n antig u os pe r so najes po lít icos,
como presidentes, go b e rn adores y ed itOI"es, be eleg ido co m o ejemplo la h a bi ta -
ción de u n artista extravagant e : la de Liber ace (figura 2.8).
74
EQUIPAJE
75
....
T ERRA INF IRMA : LA CU LT U RA VIS UA L DE LA GEOGRAF ÍA
tado unid e nse , había co men zado. AJ 6nal, apuntalado co n arena y algodón, así co mo
co n su propia mampostería derruida, el Fort Sumter fue más resistente que nun ca.
En esta na rr ac ión , la Guerra Civil es un d espilfa rro al estilo turn e riano de proyec-
tiles que esta Uan y ruina s arquitectónicas donde no participan la esclavitu d ni la
batalla por la demo cracia . E n la fotografía, la forma de la isla se muestra distante
de la costa y se pierde en el tiempo y e n el espacio hi stór icos. Abajo de la valija
enco ntramo s el siguient e texto:
Para el estado unid ense, el paisaje de los años ochenta del siglo XX par ece estar sa-
tu rado de una her en cia "in sidiosa", de plazas co me rcia les a buh a rdill adas y hec has
de entr a mado s de mad e ra , de decorados d e ladriJlo expuesto y madera e n sa mblad a
en precintos histó ricos, de pu eblo s hi stó ricos, de pr ese rva ción hi stó rica: "Nosot ro s
los mod e rno s he mo s dedicado tanto los rec ur sos de nu est ra s c ie ncias a la taxider mi a
que a hora cas i no hay nada que no sea con s ide rabl e ment e má s vivaz después de la
mu erte que a nt es" (De n nis apiúJ; Lowenthal apud; FRAC, 1994: 77).
Es el signo d el conflicto hi stó rico, una mitad que IZO utá ah{ y ot ra mitad que IZO
e.1aquello:
76
EQUIPAJE
Por lo tanto, la valija funge como .1uplemento del viaje, no como su ilustración ni
como la iluminación de su secreto o de sus verdaderas intenciones. En palabras
de Derrida:
Pero el suplemento suple. No se añade más que para remplazar. Interviene o se insinúa
en-Lugar-de;si colma, es como se colma un vacío. Si representa y da una imagen, es
por la falta anterior de una presencia. Suplente y vicario, el suplemento es un adjunto,
una instancia subalterna que tiene-Lugar.En tanto sustituto, no produce ningún relie-
ve, su sitio está asegurado en la estructura por la marca de un vacío. En algún lugar
algo no puede llenarse con.,igo mimw, no puede realizarse sino dejándose colmar por
signo y pro-curación (Derrida, 1986: 185).
En medio de esta tensión que Derrida esboza entre algo que tiene lugar y que
toma el lugar de algo más, la valija en estas obras no funciona corno la realidad
del viaje ni corno su representación simbólica, sino que siempre se desplaza entre
ambas opciones, siempre vigila para alertarnos sobre lo tácito del viaje.
Lo tácito tiene una presencia paralela más material en las realidades y las retó-
ricas de la circulación mundial. En las prácticas culturales contemporáneas que
utilizan la imaginería para movilizar los discursos críticos, más que para ilustrar
o teorizar, también encontramos que el equipaje implica otras transiciones, otros
movimientos, aquellos de los recursos humanos y materiales en las ideologías
neocoloniales. La narración ya no es la antigua narrativa en la que hay un final
feliz de asimilación o una tragedia de aniquilación cultural, sino uno en el cual
el movimiento y la transición perpetuos -su dolor, rompimiento, pobreza y
desorientación - se invocan sin cesar a medida que se experimentan de manera
incesante.
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....
TERRA I FI RMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
ONEBILLION
DOLLARS
WORTHOFMINERAL
S
TRANSFERRED
FROMONE
CONTINENT
TOANOTHER
78
EQU I PAJE
E n 199 2 el colectivo d e art e con ce ptu a l Ar t in Ruin s rea lizó la in stalac ió n Concep-
tuaLD ebt (D eu da con ce ptua l] en di ve rsos sitios, en lo qu e fu era el anti guo ori ent e
y e\ anti g uo occident e de \a ciudad de Ber\ín (figura s 2.l0 -2.12, \ámina 3). Lidi ab a
ab ier ta ment e con la ta n dis cutida como te mida d eud a d el "terce r mundo " co n los
p aí ses d el "prim er m u nd o" y las in st ituc io nes fina ncieras "in ternacio nales". Da do
q ue con frec u e nc ia se exp res ab a la a nsied a d de q u e el "terce r m un do" elu die r a
u s enor me s ob ligac ion es fin a ncieras, come n zó a da r se cierta sepa ració n ent re
est o s países, entr e qui e nes p r estaron y qu ien es pid ieron prestado, u na re lac ión
fictic ia men te franca d e lí'neas de p réstamo monetarias directas y su amortización.
E n el proceso de es te drama públi co, al igual q ue en los debates en torno al GATI
y a l TLCAN q ue sur giero n a pr incip ios de los años noventa, se olvidaron conve nien-
te m en te dos dime n s io nes de esta dinám ica. En primer lugar, no sólo el capital
ci rcul a a nive l m u ndi al, sino ta mbi én los cu erpos físicos de las fuerzas de trabajo
a su servicio. E n segu nd o lugar, un efecto intencional de la circulació n de capital
de l "primer mun do" al "terce r mun do" es la constitución de mercados y consumi-
dores de bienes importa d os o d e bi enes prod ucidos a nive l local por transnacio-
na les dirigidas desde los ce n tros de poder y lucro.
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Berlín fue a principios de los años noventa el lugar en el cual se suscitaron dichas
discusiones. En una misma ciudad, dos estructuras de la importación de "traba-
jadores temporales" extranjeros se encontraban en un clima económico de restric-
ción y desempleo cada vez mayor: en el Occidente, los trabajadores extranjeros
importados de Turquía, Yugoslavia y España, durante la época del "milagro eco-
nómico" de los años cincuenta¡ en el Oriente, la mano de obra extranjera traída
gracias a otro gran sistema colonial, el mundo de influencia comunista, de África
y Asia. De forma similar, cada lado de la ciudad había estado cerrado al mundo
del arte internacional por distintas razones y desarrolló hábitos de importación de
arte y artistas de otros lugares para avivar el clima cultural y mantenerlo actuali-
zado y conectado con el denominado "resto del mundo". El Deutsche Akademis-
che Austausch Dienst ( DAAD) es un programa de intercambio académico y artístico
que trajo numerosos artistas a Berlín en un intento por mantener una escena artís-
tica internacional durante los años de la división de la ciudad y distanciarse de la
República Federal Alemana. En su instalación, el colectivo británico Art in Ruins
(artistas visitantes del DAAD que residían en Berlín) combinó declaraciones tex-
tuales de varios políticos, así como de críticos y activistas del "tercer mundo", con
información estadística, en un intento por producir un lenguaje de signos para
comunicar la presencia del "tercer mundo" en el corazón de Occidente. Las con-
fabulaciones con un intercambio inequitativo entre estas dos esferas económicas
y culturales -un intercambio de mano de obra, recursos, capital y mercados, y
la enorme carga del interés con el que se ofrecen estos préstamos - casi no tienen
medios de significación. El "tercer mundo" circula en Occidente como una serie de
imágenes cargadas de patho.1que representan inanición, pobreza y enfermedad, o
como el espectro aterrador de las denominadas políticas terroristas irracionales
y extremistas de la rebelión o la supresión. Circula a la vez como el colapso de
cualquier orden occidental concebible, así como algo extremadamente distante
a nivel geográfico y casi inalcanzable. Las representaciones del "tercer mundo"
dan significado como la construcción de un "allá" que sin variar exige una pana-
cea, una filantropía, una "ayuda" o una intervención militar. Es la forma excesiva
que se le da a lo temido y a lo reprimido en el imaginario político occidental. El
grado al cual aquel mundo circula dentro de este mundo, como bienes y recursos
naturales, como cuerpos que conforman la fuerza laboral, como híbridos cultu-
rales y lingüísticos, y como sistemas económicos vinculados de manera indeleble,
puede ser reconocido y estudiado por los economistas, pero no posee un sistema
o un lenguaje de representación en el entorno cultural más amplio. Sólo rara vez
alguna figura política, como Richard Nixon, tuvo la suficiente franqueza o cinis-
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EQUIPAJE
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......
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
quienes, ante los esfuerzos del visitante por sorprenderlos con sus movimientos
de breakdance, contestaron con sus propios pasos, más sofisticados y complejos que
los de Bickerton:
¿Cómo demonios aprendieron eso aquí sin televisión y sin radio, y tan poco tiem-
po después de que fuera inventado en los barrios marginados de ciudades del otro
lado del mundo?[ ... ] De hecho, en mis viajes me he topado con este fenómeno una
y otra vez. Calcomanías de Terminator en botes en el río Borneo, playeras de Batman
usadas como taparrabos por miembros de tribus que andan casi desnudos en los va-
lles del altiplano de lrian Jaya. De hecho, he visto cierto corte de cabello espantoso
típico de Nueva Jersey en cualquier lugar al que he ido. No puedo evitar pensar que
ese espantoso corte de cabello típico de ciertos habitantes de Nueva Jersey puede
viajar con mayor rapidez y precisión que todas nuestras mejores intenciones (Bic-
kerton, 1993: 64).
82
EQ U I PAJE
mundiales: "Qu ería ver la esce na artística e nt era desde un punto de vista ho lís-
tico, lo s objetos como cosas utilitarias que operan dentro de ese c ir c ui to y se
ap licaban a todos los distintos u sos e n ese contexto . Sólo quería ponerlas de
manifiesto , hacer evi d entes todas aq u ellas referencias; elevadas, enviadas, alma-
ce nadas, colgadas" (Phi llips, 1989: 81) .
Figura 2.13 As hley Bickerton, Le Art (co mposi ción co n logotipo s), 1987. Cortesía
de Sonnabend Gall ery, Nueva York.
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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EQ U IPAJ E
efecto aplastante, pero cuando uno piensa en las estrategias comun icativas de
grupos como el Frente Nacional en Gran Bretaña, los radicales de derecha extre-
ma en Alemania y la nación aria en Estados Unidos, y su reactivación de símbo -
los fascistas , se vue lve claro que el viaje y la circulación de significados, intereses
económjcos y estrategias de sign ificación de las que é l habla en realidad sí tienen
una presencia política muy real entre nosotros. A unqu e siguen imbricados en la
va lija, el contenedor o e l lien zo pintado, los emb lema s y las marcas comerciales
siguen haciendo referencia a las condiciones materiales de su propia producción
y circulación.
B A D
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T ERRJ\ 1 FI RMA : LA CULT RA V IS AL DE LA GEOGRAF ÍA
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EQ U IPAJE
• ..
.,..
, ,,
mienza con el logo de la marca de autos
alemana de talla interna cio nal Bayeris-
ch e Motor Werke (BMW). El logo , dise-
ñado con belleza y caracter izado por su
combi na ción de esmalte negro , az ul y
blanco sobre una pla ca metálica circular,
@ ~~
~
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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EQ U I PAJ E
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T ERRA INF I R1\\ _1
\: LA CU LTURA VIS AL DE LA GEOGRAFÍA
en torno a esta expos ición , pero sí prov ee n un contexto intere ante para la obra d e
Jaar , la c ua l se presenta co mo una tarea de c u est ion am iento de la conjun c ión
d e tropos visual es co n medi ac ión int erna cional y de la circu lación mundial d e ar-
ma s, de ec ho tóx icos y p et ró leo.
La in s tal ac ió n comienza por mostrar un mapamundi preparado por e l car -
tógrafo A rn o Peters qu e está apoyado , sorpre nd entemente , por e l programa
de desarro llo de las Nac iones Unidas; es un mapa esbozado bajo el prin cipio de
"ju stic ia para todas la s perso na s" y es equidistante y equiarea l (figura 2.18 , lám i-
na 5). o hay a n álisis c ríti co que pudiera ser más impresionante que el impa c to
de l reconoc imi ent o que produ ce es te mapa en particular de lo absolutamente dis-
tor ionado , distor ionant e e impo sibl e que es este tipo de reto cartográbco utópico.
El map a está seg uido por un e pacio lab e rín t ico, "una ruta de corredores que
lleva a la ge nte a través de un a sec uen c ia de espa c ios e imágefles que docume nt a n
el ve rted ero d e mat er iales tóxi cos en Koko , un p equeño pueblo nigeriano ce rca de
Lagos " (Jaa r, 1989 ). E l laberinto es oscuro y en é l hay e norm es fotografías to-
mada por Jaar d e habitantes d e Koko de pie junto a estos materiales tóxicos
desec hado s (fig ura s 2.19 -2.20 ). E l laberinto de l espac io ha ce que el espectador
ca mbi e la oscuridad d e la s pieles de la población africa na por la amenaza sombría
de la políti cas que han co nve rtido el lugar que habitan e n un tiradero , e incluso
por el e tado d e "vi ir e n la p enumbra ", de saber muy poco sob re el fundam e nto de
la econ omías propuesta s en nombr e de nuestras ne ces idades y de nuestro co nsumo .
90
EQ U I PAJ E
Figura 2.20 Alfredo Jaar , Geography= War [G eog rafía= Guerra], 1990
(to ma de la insta lación ). Cortesía de Galerie Le long, Nueva York.
Jaar afirma que "este pro yect o no se trata d e Áfr ica o d e l desperdicio. Más bien
in te nta discutir y co nfrontar e l vac ío , la brecha ext raordinari a y cada vez más
grande que se ab r e e ntr e no sot ro s y e llo s [ ... ] este proyecto tie n e que ve r co n
nosotros y co n ellos a l mi smo tiempo porqu e no hay otra alternativa q ue parezca lo
s ufi c iente m ente real" (Jaar , 1989 ) . AJ adentrarse a pie e n la in sta lac ió n , mucho
a nt es de que su s co mpon e nte s se vu elv a n legibles y las cu es tion es qu e pl a nt ea
sean id e n tificab les, una se impr es iona por el hec ho d e que las imágenes de las per-
onas en las fotografías podrían se r part e d e cualqui e r reg istro fotope ri od ísti co de
un desastre e n e l tercer mundo . Es un a de las principales amenazas de las circu-
laciones mundiales en juego. De h ec ho, esta in sta lac ió n n o podría ser más es-
pecífi ca en términos geográficos, económi o s, raciales y vis u ales , ta n to en su s
in scrip c iones cartográficas como en las imaginistas; po r lo ta nt o, se sale de la sor-
didez de la denominada "represe n tación del tercer mund o", un pro ceso activo que
forja a diario el "subdesarro llo " tanto a nivel eco nómi co co mo en cu est iones de
represe n tac ión .
O tro tropo que Jaar a borda es el d e la im age n med ia d a popul ar m ente de los
cuarte les de mando representados e n los dramas holl ywoode n ses bélicos de cual-
quier t ipo, sean de alemanes e n el desierto o de in vaso res extraterrestres. Los
mapas son n egros , gigantescos , y sobre e llo s está n t ra zadas extra ña s rut as con
91
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
luz blanca y roja llamativa (figura 2.18, lámina 5). La implicación es que hay una
lógica aparente, un plan de acción, una explicación lógica, y da la impresión de que
hay alguien a cargo. Éstas son las autoridades de la geografía movilizadas por otras
autoridades, militares y económicas, que nos tranquilizan y nos transmiten la
creencia cómoda de que esto no es mucho más que una actualización contempo-
ránea de las antiguas rutas comerciales que son muy necesarias para las economías
que marchan bien. El uso que hace Jaar de las cajas de luz siempre ha sido muy
prometedor en términos estéticos para insistir en que debemos mirar de cerca las
imágenes que nos muestra, en vez de sólo traducirlas al instante en parte del re-
pertorio de imágenes existente que tenemos en mente y que hemos tomado del
mundo del periodismo y de los medios documentales, y en esta compleja instala-
ción su resplandor enfoca nuestra mirada en las figuras representadas y no deja
que se escape con tanta facilidad. Uno de los barriles de petróleo de la exposición
proyecta el reflejo de la imagen de un pequeño niño africano que se cubre el rostro
con las manos (figura 2.19), que no desea ver ni quiere ser visto. Estos barriles
y esos contenedores, que sacan el petróleo de África y transportan los desechos
tóxicos hacia África, funcionan en este contexto como la valija, pues desafían
anónimamente sus contenidos a través de la circulación mundial de una economía
de signos. 6
Deseo terminar este capítulo como comencé, invocando a una mujer con una
valija. En este caso, es la última imagen de la serie The Blue.J(1988) de Mitra Ta-
brizian. La autora, una iraní que trabaja en Londres, ubica sus imágenes dentro
de la cultura juvenil clandestina de la gigantesca metrópoli en la fase posterior al
imperio y la cultura postsocialista tatcheriana de racismo en aumento e indiferen-
cia ante los problemas sociales agudos que una sociedad interracial está obligada
a experimentar durante sus primeras décadas. Es el postimperio en transición,
pero ¿qué hay del imperio en Gran Bretaña del que escribe Rushdie? El título
The Blue.1se usa aquí como metáfora que da significado a la voz negra, como voz
de resistencia. Sin importar en qué posición se encuentre - bajo interrogatorio
policiaco, en prisión, en un trabajo mal pagado, como sirviente - el hombre negro
cuestiona la identidad del blanco. Sin embargo, la voz negra sigue siendo la del
hombre negro. La obra usa los códigos de los afiches de películas como forma
popular, para construir en cada "historia no relatada" un momento crítico en la
6
La publicación más completa sobre este proyecto es el catálogo AlfredoJaar: Geograpby= War ( 1991 ).
Éste contiene tanto un rango de imágenes que ofrecen una progresión bastante precisa de la insta-
lación como algunas lecturas muy interesantes hechas por críticos de arte y economistas políticos.
92
EQUIPAJE
El desafío hacia cualquier ideología racista debe comenzar por hacer "visible" lo que
suele ser "invisible"; en este caso, se trata de visibilizar los rasgos racistas tejidos en
el inconsciente de la sociedad blanca para exponer la ficción de la identidad. Lo que
está en juego es la crisis de identidad (la capacidad de la cultura blanca para cons-
truir una identidad negra que sirva para sus propósitos y su posición de poder y que
les permita controlar las representaciones de dicha identidad). Y lo importante es el
proceso de subjetivación más que la identificación de las imágenes como algo positivo
o negativo. Sin duda no es el único tipo de intervención, pero sí es una estrategia que
intenta cuestionar cualquier definición absoluta de lo blanco o lo negro, cuyos signi-
ficados están polarizados en torno a relaciones fijas de dominación y subordinación,
y desplazados del lenguaje de la historia hacia el lenguaje de la "naturaleza".
Al final de este proyecto encontramos el doble imperativo de "los otros del otro".
Si el deseo y la fantasía masculinos se trasladan a una mujer, en lugar de ser provo-
cados por la mujer, esa mujer, en su cualidad de otra, actúa como garantía de la iden-
tidad masculina.
Por ello, la obra comienza con la confrontación entre hombres y termina con el
encuentro entre el hombre negro y la mujer negra (Tabrizian, 1990).
¿ Qué ocurre entonces cuando una figura, aquélla de la mujer negra, ocupa ambas
posiciones al mismo tiempo, la del otro del blanco y la de la otra de lo masculino?
En este momento podemos discernir la "identidad en proceso de formación" que
describe Homi Bhabha, la cual está fragmentada internamente en relación con los
dos discursos patriarcales occidentales más dominantes. Por lo tanto, el equipaje
que aquí se significa denota los inmensos cambios que experimenta una identidad
en proceso de formación, transición y autorreivindicación. Las alteridades múlti-
ples y fragmentadas se vuelven una manifestación del flujo molecular deleuziano:
"Se franquea un umbral que no coincide forzosamente con un segmento de las
líneas más visibles". La protagonista femenina de la fotografía de Tabrizian llamada
"The Interior" [El interior] (lámina 6) no está saliendo, tanto como moviéndose
en medio de una relación alterada con la gravedad sociopolítica que la maniata;
siguiendo a Deleuze, "la línea de gravedad o de celeridad, la línea de fuga y de
93
....
T ERRA I FIRM A : LA CULTU RA V IS AL DEL GEOGRAFfA
Figura 2.21 Nutra Tab rizia n, "Exchange" [Int erca mbio] , de la serie The
Búu.,, 1988. Cortesía de la a rti sta .
94
EQ U IPAJE
Figura 2.22 Mitra Tabrizian, "Her Way" (A su manera], de la serie The Bl11
e.1,
1988 . Cortesía de la a rtista .
Compensatorio y vicario, "e l suplemento es un adj un to, una instan c ia subalt erna
que tien e-Lugar. E n ta nto sust ituto , no produ ce n ingún re lieve; su s itio está ase-
gur a d o en la estructura po r la mar ca de un vac ío. E n a lgún lugar , algo no puede
lle n a r se conJigo m i.Jm o, no pued e r ea li zarse sin o dejá ndo se col mar por s igno y
pro- c ur ación" (Derrida, 1986 : 18 5).
95
Capítulo 3
Mapeo
Cognición y representación
1111...
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
98
MAPEO
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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MAPEO
venerable filósofo alemán Friedrich Nietzsche que las narrativas, las jerarquías
y las categorías se invierten y se desarticulan. Es un sitio mapeado en el cual
la intertextualidad se encuentra con el análisis semiótico de la mercancía. Para
empezar, la estructura entera trae a la mente las primeras articulaciones sobre el
final de la producción hechas por Baudrillard en "El intercambio simbólico y la
muerte", donde declara el fin de una línea narrativa progresista tanto en la pro-
ducción como en la comunicación. En vez de eso, se plantea una estructura en
forma de red, en la cual la relación entre entidades, sujetos, componentes narra-
tivos y ciclos económicos es uno de los puntos a lo largo de una línea que no tiene
centro, periferia ni progresión, sino sólo una circulación sin fin, como los pitidos
que conforman la comunicación electrónica.
Todos los nombres que Patterson circula en su remapeo son mercancías en
cierta formación discursiva, de cierta economía u otra. Mark Poster afirma que,
para Baudrillard,
[ ... ] sólo un modelo semiológico, según él, puede descifrar la estructura de signifi-
cado de la mercancía moderna. Pero la mercancía encarna una estructura comunica-
tiva que es el punto de partida para la comprensión tradicional del signo. En una
mercancía, la relación entre palabra, imagen o significado y referente se rompe y rees-
tructura para que su fuerza se encamine no hacia el referente del valor de uso o de la
utilidad, sino al deseo (Poster, 1988: 1).
Cualquiera que haya vivido en Londres o haya ido de visita sabe qué tan cono-
cido, claro e indispensable es el mapa del metro para esta gigantesca metrópoli.
Siete millones de personas viajan en él a diario, y hasta en sueños son capaces
de recitar la progresión de estaciones y los puntos de encuentro entre cada una.
De hecho, un programa cómico de radio de la BBC utilizaba uno de los nombres de
estación más poéticos - Mornington Crescent- como el código típico para la
irrupción de la narrativa por parte de los panelistas participantes, por ser un nom-
bre con el que todos estaban familiarizados y que eran capaces de ubicar en un
sistema de signos. El mapa del metro de Londres pasa de ser una mercancía útil
que se fundamenta en la vinculación de los logros de la tecnología moderna y de
los sistemas de transportes, así como en las convenciones cartográficas de la repre-
sentación -vínculo que permite tanto la reiteración conceptual de la ubicación
propia como el resultado pragmático de "llegar ahí" - , a ser un paseo fantástico
de héroes fantasmales, de nombres venerables o de payasos afables.
El mapa del metro asume una intertextualidad psíquica, un proceso que des-
cribe nuestro paso de un sistema de signos a otro como proceso de imbricación
101
T ERRA I FI R1VlA : LA CULTURA V ISUAL DE LA GEOGRAF ÍA
mutu a. E n palabras d e Juli a Kristeva, una d e las primeras semió logas en exp lorar
las relaciones e n tre textos como algo irr estr icto ,
[ ... ] la intertextua lidad o trans /posi ció n (trans po sición) exige que el paso de un siste-
ma signi fica nt e a otro requi era de un a nu eva artic ula ción de lo tét ico (un rompim ient o
o rnpt ur a en eLpr oceJo Jig 11ifica nt e que requi ere Laidentificación del Jujeto y Jll objeto com o
pr econdicione..1pr e11iaJde pr opoJicionaLúJad), d e la posi cion a lidad enun ciat iva y d eno tativa
( Kristeva, 1984).
La importancia de esta artic ul ac ión teórica es que reconoce que jamás podemos
leer desde el in ter ior, sino que damos seguimiento a la lectura a través de los quie-
bres entre textos, d e modo que siempre estamos leye ndo un texto a través d e otro .
E n The GreatB ear (con su referencia al mapeo este lar ) , Simon Patterson ha d ese n-
mar ca do dos estr u ct ura s de co no cimi ento -la ubi cac ión d e l mapeo con sus ór-
denes y supo sic ion es ocultas , y la supuesta división d e la actividad bumana en
esferas, di sc iplin as, prof es ion es y periodos hi stó ri cos - y las ha puesto a trabajar
en contraposición. A unqu e ambas son órdenes d e lógi cas ep isté mi cas sus c rita s
por supo sicio ne s bastant e similares, no
obstante son sin cróni cas y diacró ni cas,
respectivamente, y, por lo tanto, co mo
prin c ipio s de int ersecc ión sirven par a
ha ce r un cu estionamie nt o mutuo d e su s
supo s1c10n es.
Mientras qu e la obra de Simon Patter-
so n d esar ti cul a a nivel de los pa rad igmas ,
las categ orías, Las actividades de nombra-
miento y su interdependen cia mutua , otras
obra s se e nca rgan de re chazar los r ecla -
mo s de propiedad hi stóricos por medio
de ca mbio s e n e l estatus simb ó lico d e l le n -
g uaj e. CaLL igraphie [C a ligrafía] (lám in a 8,
6g ur a 3.1), de Hans Haa c ke, fue elabo ra-
da e n respuesta a una invita ción para par -
t icipar en la compete n cia por realizar
una i_nsta la ción permanent e e n el Co u r
Figura 3.1 Han s H aac ke, CaL!igraphi e d 'Ho nneur d e l Palacio Barb ó n, e n París ,
[Caligrafía] , 1989 . ©ve - Bildkun st para conm e morar e l esta bleci_mie nto de la
102
MAPEO
En los límites donde es posible, donde al menos parece posible, la traducción practica
la diferencia entre significado y significante. Pero si esta diferencia nunca es pura,
tampoco lo es la traducción, y la noción de traducción habría que sustituirla por
1
La documentación puede encontrarse en Haacke et al., 1993.
103
1111...
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Mapeo/subjetividad
Uno de los registros en el cual ocurren las contracartografías son las intervencio-
nes al nivel del sistema de signos y de los códigos retóricos. Otro es un modo de
experimentación con las subjetividades de la cartografía y los cuerpos de conoci-
miento que no se vinculan tradicionalmente con formas cartográficas. Abraham
Verghese, el médico inmigrante cuya narrativa intercultural cité en el capítulo 1,
comenzó a intentar cartografiar sus descubrimientos desconcertantes en rela-
ción con las cifras de pacientes con sida que trataba en una zona rural de Tennes-
see, a principios de los ochenta. De hecho, lo que estaba haciendo era espacializar
sus descubrimientos para revelar la estructura narrativa y las relaciones sociales
que subyacen a las estadísticas. Como ha argumentado Michel de Certeau:
A este respecto, las estructuras narrativas tienen valor de sintaxis espaciales. Con
toda una panoplia de códigos, de conductas ordenadas y de controles, regulan los
cambios de espacio (o circulaciones) llevados a cabo mediante los relatos bajo la
forma de lugares puestos en series lineales o entrelazadas (de Certeau, 2000: 127).
104
MAPEO
Existía un patrón en mi consulta de pacientes con VIH, un paradigma que podía ver,
pero deseaba hacer más sustancioso. Me había llevado copias de los expedientes de
mis pacientes de la clínica a mi casa. No podía evitar sentir que, si me concentraba
lo suficiente, me distanciaba y miraba con atención, podría dibujar una especie de
plano que explicara lo que estaba ocurriendo en Johnson City, Tennessee, y quizá
en el proceso explicar lo que también estaba ocurriendo en cualquier otra pequeña
comunidad como la nuestra en el país. [ ... ]
Era finales de 1989, y el panorama del sida en nuestra población había cambiado
radicalmente desde la primera vez que puse pie en Connection. En 1985, era la edad
de la inocencia. Era experto en sida, sin que hubiera presencia de la enfermedad a la
vista. Era un novato en busca de un desafío. Pero cuatro años después teníamos más
de 80 pacientes infectados con VIH en la consulta, habíamos adquirido mucha expe-
riencia con el sida y todo sentido de inocencia se había desvanecido [ ... ]
Comencé a pensar en los pacientes a quienes les dábamos seguimiento. Las per-
sonas de más alto riesgo del pueblo, los hombres gays, no estaban infectadas: varios
sondeos[ ... ] lo demostraban. Entonces, ¿de dónde provenían nuestros ochenta y tan-
tos pacientes?
Con los expedientes esparcidos sobre el piso de la sala, compilé una lista de cada
persona con VIH que habíamos visto en el consultorio, la asociación de veteranos, el
Miracle Center o los hospitales de las comunidades vecinas. Hice un listado con tres
columnas: nombre, dirección, y una columna en blanco en la que anotaba con lápiz
lo que sabía de la historia de cada paciente, cómo y dónde había adquirido la enfer-
medad. Consulté mi diario personal, en el cual había escrito, durante cuatro años y
por lo regular en las noches, las historias detrás de los datos médicos que tenía.
Fui a la habitación de Steveny quité el mapa que colgaba de su muro. Steven ama-
ba los mapas y tenía un conocimiento precoz de la geografía mundial. Conocía India,
Etiopía, Boston, Tennessee; todos los lugares que eran significativos en su vida y la
de sus padres.
Con lápiz tracé un mapa del área de los cuatro estados: Tennessee, Virginia, Caro-
lina del Norte y Kentucky. Etiqueté este mapa como "Domicilio". Dibujé pequeños
círculos rojos para señalar los lugares de residencia actual de mis pacientes [ ... ]
Después, dibujé el contorno de Estados Unidos, sin importar los detalles del interior.
A éste lo titulé" Adquisición". Con este mapa mi intención era distinta: quería loca-
lizar los lugares en los que cada paciente solía vivir entre 1979 y 1985 [ ... ] Cuando
estaba por terminar, noté un patrón distintivo de puntos que emergía en el mapa
105
~
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
106
MAPEO
de lo que podrían haber advertido. Había cierta valentía en este viaje, en el escape,
en el intento por crear lugares en los que podrían vivir con orgullo.
Sin importar cuánto tiempo ejerza la medicina, sin importar lo que ocurra con
este retrovirus, jamás olvidaré a estos jóvenes, sus pequeños puenlos de origen, y la
ironía tan cruel de lo que les esperaba en la gran ciudad (Verghes,~, 1995: 392-395,
402-403).
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAF(A
que hiciera el artista israelí Joshua Glotman en 1993. 2 Este mapa (lámina 9,
figura 3.2) muestra buena parte del territorio del Estado de Israel según distintos
acuerdos de partición y ocupaciones territoriales. Está camuflado, es una vista
común y reconocible de inmediato para cualquier ciudadano de ese Medio Oriente
desgastado por la guerra, con su presencia constante de uniformes, armas, restos
militares y, por supuesto, las redes de camuflaje que ocultan ese equipo de los avio-
nes de espionaje que patrullan el área y de los satélites de vigilancia. Por lo tanto, en
primera instancia, el mapa, como herramienta de ubicación y emplazamiento, de
claridad e iluminación, se transforma en un objeto oculto, velado, en cierto modo
indescifrable y evidentemente secreto, o más bien guardado en secreto. No obs-
tante, su acto primordial de autonegación ocurre en el cambio lingüístico que se
suscita. Todos los indicadores lingüísticos en el mapa están escritos en árabe, len-
guaje que la mayoría de los ciudadanos israelíes de origen europeo no hablan y
que claramente representa una serie de culturas y naciones con las cuales el
Estado de Israel está enfrascado en un combate a muerte. Para complicar aún más
las cosas, es sólo el territorio de Israel donde se indica a nivel lingüístico el nom-
bre de las poblaciones, mientras que más allá de las fronteras del Estado se hace
evidente una flagrante ausencia de lenguaje. Hay una usurpación secreta, oculta
y camuflada de la tierra y el lenguaje. Dado que muchas de las antiguas ciudades
de Tierra Santa tienen numerosos nombres -cristianos, musulmanes, judíos, reli-
quias de este o aquel imperio, de esa o aquella conquista-, nombrarlas es una
función de ese uso que el sujeto hablante desea recuperar. Sin embargo, este
mapa funciona de manera crítica y siniestra en relación con la posesión de la tie-
rra. El énfasis puesto en la zona norte del Estado de Israel se enfoca en las áreas
del país altamente industrializadas y pobladas, así como predominantemente agrí-
colas. Fue en estas zonas donde ocurrió la mayor usurpación de territorio que
originalmente le pertenecía a los habitantes palestinos, y donde, por consiguiente,
las tecnologías industriales y agrícolas modernas dominan el panorama con orgu-
llo. El sur del país, árido y desértico, habitado originalmente sobre todo por tribus
beduinas (véase Lavie, 1991), ha sido menos disputado; sus usos han sido más
bien estratégicos y menos simbólicos que los del fértil norte y sus capas de alusio-
nes bíblicas simbólicas. El lenguaje ocupa la tierra a través de procesos de nom-
bramiento que invalidan y se apropian de las historias existentes, según afirma
el mapa de Glotman: si se cambia el lenguaje, se cambia tanto la propiedad so-
bre la tierra como sobre la historia. El trabajo del mapa de Glotman se hace con
2
Para una documentación breve del mapa de Glotman, véase el catálogo de la exposición 90-70-90,
publicado por el Museo de Arte de Te! Aviv (1994).
108
Ñ\AP EO
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TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
3 Véase el texto de Rana Sela, "When Values Become Forms-When Forms Become Values", en
90-70-90,Te! Aviv Museum of Art, 1994.
110
MAPEO
Por primera vez en nuestro pasado reciente aceptamos la división de nuestro pueblo
-por cuya unidad habíamos luchado como movimiento nacional desde 1948- en
residentes de los Territorios Ocupados y de todos los demás, los cuales hoy en día
constituyen más de 55% de la población palestina; ellos existen en otra categoría aún
menor que no ha sido cubierta por el proceso de paz (Said, 1994: xx1x).
El reconocimiento notorio de los otros niveles de división surgió cuando los ma-
pas de cómo sería la verdadera desvinculación territorial se dieron a conocer al
público. Los barrios citadinos y los conjuntos de casas aparecían por todas partes
separados por un coroón .1anitario de presencia israelí; las amplias extensiones de
tierra que debían ser liberadas de la ocupación israelí eran escasas y estaban
alejadas entre sí, y el mapa entero parecía como si hubiera sido devorado por
termitas que dejaron diminutas franjas en lo que alguna vez había sido una por-
ción de masa territorial coherente. En todas partes, en medio de los enclaves
liberados, quedaban asentamientos israelíes en los que las exigencias territoriales
vehementes solían estar sustentadas por justificaciones religiosas igual de vehe-
mentes; una presencia furiosa y hostil en Cisjordania, por lo regular acompañada
de arranques de agresiones asesinas. Un amigo de ahí expresó con amarga iro-
nía, la cual hacía eco de todas las esperanzas defraudadas en esos meses, que la
movilización internacional a favor de la paz en Medio Oriente había dado como
resultado "la liberación del barrio del sur de Jericó".
En 1996, Mona Hatoum, palestina nacida en Beirut que trabaja en Londres,
viajó a Jerusalén oriental para realizar y exponer una obra de arte mientras visi-
taba Palestina por primera vez (figuras 3.3-3.4, lámina 10).
Viajar a Jerusalén fue algo muy significativo para mí, puesto que jamás había estado
allí. Mis padres son palestinos, provenientes de Haifa, pero jamás han podido regresar
desde que salieron en 1948. Jack Pereskian, quien es dueño de una pequeña galería
111
...
T ERRA JNF I RN\A : LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
112
Ñ\.APEO
Figura 3.4 Mona Hatoum , de la serie PreJent TenJe [Ti e mpo pre se nt e]. Cort es ía d e
Galle ry Anadiel, Jerusalén
113
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Su primer vistazo a la ocupación fue cuando unos soldados israelíes tocaron a la puerta
exigiendo "whitesheez". Abla, quien tenía dificultades para entender su acento y se
preguntaba cuáles serían las extrañas prioridades de este enemigo, corrió a la cocina
para tomar un plato de queso blanco. Cada hogar palestino almacena un queso de
leche de cabra casero, el cual se hierve y se conserva en sal. Quizá funcionaría como
ofrenda de paz, pensó Abla, como una forma de partir el pan. En lugar de la reacción
conciliatoria que esperaba, los soldados se frustraban cada vez más y seguían gritan-
do "whitesheez", mientras señalaban hacia el techo. Entonces agregaron "blue" a sus
exigencias, y Alba entendió por fin que lo que querían eran sábanas blancas y tinte
añil para hacer una bandera israelí improvisada que izarían sobre el edificio al otro
lado de la calle de nuestra casa, el cual era una prisión y el club de oficiales jordanos.
Abla encontró uno de los pañales de tela grandes de su hija y algo de colorante añil
de lavandería. Los soldados dibujaron sobre la tela dos franjas azules y una estrella
114
MAPEO
En fin, lo más triste en Jerusalén era la política de "bloqueo" que restringía el tras-
lado de la población árabe. Titulé una pieza "No Way" [No hay paso/De ningún
modo] en respuesta a esto. Era una cuchara grande que encontré y que estaba llena
de agujeros. Decidí bloquearlos todos con tornillos y tuercas. Al mismo tiempo se
convirtió en un objeto extraño y amenazante, como un arma (Archer, 1997).
115
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
4
En Foucault (1978) encontramos corsarios, en Wood (1992) hay numerosos bandidos y rutas de
caravanas, y en Chatwin (1987) hallamos cantos ceremoniales (._,ongline,;).
116
MAPEO
-Es un buen mapa, -afirma Gran-Tigre-. Es útil poder verlo antes de que llegue-
mos a los lugares.
- ¿En serio hay bandidos por aquí? -preguntó Christian.
-Quizá figuren en el mapa -se aventuró a contestar Gran-Tigre-. Veamos.
Wood concluye esta cita con sus propias palabras: "Si figuran las rutas de las cara-
vanas ... ¿por qué no los bandidos?" (Wood, 1992: 12).
Lo que me resulta interesante en este punto es que la más mínima infracción
del sistema acordado de conocimiento representado permite que las fantasías de
cualquiera formen parte de la argumentación, y así es como debería ser, pero en
realidad esto rara vez ocurre.
Otra alteración del orden lógico ocurre a través de cierta construcción narra-
tiva que puede emerger del recuento de actividades cartográficas históricas. Ann
117
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
118
MAPEO
Bilbeis y las orillas del sur del lago Manzala [ ... ] Hubo intentos infructíferos por
cartografiar el Nilo durante su inundación anual, pero la mayoría de los ingenieros,
los topógrafos y otros, terminaron por considerar la cartografía, tanto de reconoci-
miento como con plancheta, demasiado peligrosa, dadas las condiciones.
Padeció el trayecto de París a Toulon, pero parece haberle ido bien a partir de ahí.
Su registro del tiempo se vio alterado en numerosas ocasiones, una vez al caer de un
burro que lo llevaba en Rosetta. En otra ocasión, se quedó en una tienda de campaña
durante un día en el que la temperatura alcanzó casi los 45º C. Por último, casi se
pierde por completo cuando un camello que lo llevaba en una expedición al oeste de
Sann se ahogó en un pantano (Godleska, 1988: 16-19).
Podría decirse que extraer los pasajes anecdóticos de un estudio histórico y geo-
gráfico exhaustivo y riguroso que se esfuerza por reavivar el complejo encuentro
de mundos que era Egipto a principios del siglo XIX es trivializar un esfuerzo tan
grande. En respuesta, podría argumentarse que personalizar esta narración al
extraer a Jacotin de un amplio rango de personajes es reproducir algunos de los
mitos del colonialismo europeo en el que algún entusiasta excéntrico, motivado
por la pasión por el conocimiento moderno, lucha contra los elementos y la cul-
tural local y demuestra que está a la altura del desafío en nombre del progreso.
Sin embargo, en medio de las inundaciones, los cronómetros que se derretían, los
burros tambaleantes y los camellos ahogados -los cuales también merecen consi-
derarse una geografía, tanto como la expedición cartográfica que entorpecían - , de
nueva cuenta percibí la ansiedad de estar perdido que Dennis Wood mencionaba
al principio de The Power of Map.1. Estaba perdido en un país extranjero y desco-
nocido, así como en la topografía que le habían encargado. Sobre todo estaba
perdido en la tarea de la traducción imposible que es el proyecto de transformar
un territorio no europeo en un corpus de conocimiento europeo.
Dado que mi interés en este proyecto no radica en la historia de la geografía
sino en sus modos de representación y en lo que sustentan, estos momentos de
pánico, desesperación y grandiosidad romántica sirven bien para ilustrar hasta qué
grado la geografía, en sus formas cartográficas, funciona como estructura de an-
claje que sostiene los objetos (en el extranjero) por medio de articulaciones de
pertenencia legibles y familiares. El pánico, la posesividad y la paranoia colonia-
les han sido teorizadas en gran medida por Homi Bhabha, Robert Young, Lata
119
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TERRA INFIRJ\\A: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Mani, Johannes Fabian, Michael Taussig, Robert Stam y Ella Shohat, entre
muchas otras personas. Sus hazañas y sus aventuras en busca del mapeo son una
de las narrativas que apuntalan el valor irracional que se proyecta sobre estos
textos supuestamente lógicos que reflejan la realidad, los cuales forman parte del
armazón cognitivo.
5
Trazar/mapear las estrategias de dislocación
"La geografía [es] el ojo y la luz de la historia[ ... ] Los mapas nos permiten con-
templar desde nuestro hogar y frente a nuestros ojos cosas que están a gran dis-
tancia" (Johan Blaue apud Alpers, 1983: 159). Los cuadros recientes de Joshua
Neustein sobre mapas nos sumergen justo en medio de uno de los principales
debates contemporáneos sobre la relación entre objeto y sujeto en la realización de
imágenes y su fundamentación en estructuras epistémicas. Estas pinturas de ma-
pas, las cuales renuncian a su derecho a estatus de arte, así como a su evidente
asociación con la cartografía, funcionan como discurso visual relativo a una polé-
mica postestructuralista fundamental, en concreto la ubicación de teorías cogni-
tivas en el marco de las posturas ideológicas. En su particular insistencia sobre su
derecho a encarnar dicha dualidad, y en sus propiedades formales que combinan
una escala ajena a la elaboración de mapas con una austeridad ajena al arte pic-
tórico, los mapas de Neustein exigen continuamente una confrontación entre las
convenciones de ambas tradiciones y, sobre todo, entre sus implicaciones como
modos de percepción del mundo (figuras 3.5-3.10, lámina 11).
Los dos modos que se yuxtaponen son la tradición de la perspectiva científica
lineal y la tradición del mapeo como forma artística. La perspectiva lineal, como
la te matiza Alberti, no es sólo el proceso de vincular la imagen con la visión y la
percepción visual, sino también la definición de lo que eligió denominar imagen;
no es sólo una superficie, sino un plano que sirve como ventana que supone un
observador humano cuya distancia visual del plano era el factor esencial para
determinar su configuración. La elaboración de una imagen pictórica se definía
entonces en relación con la posición del espectador, el marco y la definición de
ventana por medio de la cual observa el espectador. El acercamiento humanista
emergente hacia el Renacimiento italiano, el cual ponía cada vez más en primer
5
Parte del siguiente texto apareció en el catálogo de la exposición de Joshua Neustein (1987).
Agradezco a la directora de Exit Art, Jeannette lngberman, que me haya invitado a colaborar con
este texto y por su esfuerzo para publicarlo.
120
MAPEO
Figura 3.5 Joshua Neustein, How Hi.,t ory Becam e Geography [De cómo la historia
se convirtió en geografía]. Cortesía del artista .
No obstante, este proceso tenía implicaciones mucho mayores que la mera pro-
visión de una técnica bien articulada para la organización del espacio pictórico .
Como observó Panofsky, la historia de la supuesta perspectiva "científica" lineal
podía ser percibida así mismo como el triunfo de un sentido de realidad que se
fundamenta en una noción de objetividad y en la creación de una distancia entre
sujeto y objeto. De modo similar, podía describirse como el triunfo de sobrepo-
nerse a la voluntad irracional que niega la distancia entre sujeto y objeto. Sin em-
bargo, lo más importante es que e l perfeccionamiento cada vez mayor de la pers-
121
T ERRA I FIR \A: LA C LT RA ISUAL D E LA GEOGRAF ÍA
pe ctiva linea l per mití a la fija ción y la s iste matiza ció n de la real id ad e:,.rterna, así
co mo el imp ulso del ego individua l que contro laba el proceso (Panofsk y , 199 1).
E nto nce , e l legado es la con st ru cc ión de un a perspe c tiva d e l mundo fu n da m e n-
tada e n nociones de o bjetivid ad y rac ionalid ad, as í co mo e l re co no c imi e nto de u n
obser vador q u e posee es ta c ualid ad es y re co n st ru ye el mund o seg ún su lóg ica .
D entro de esta re const ru cc ión queda poco espaci o para la plura l idad de na rrati-
vas o pu nto s de vista, ni par a el re co n oc imi e nto de las realidades - co nstr uidas a
través de la oposición binaria de la diferen cia- que se re pr ese ntan . As imi s mo , la
reconstrucción logocé ntri ca del es pacio n o puede lleva r e a ca bo sin la colo ni za-
ción y apropiac ión de di c ho es pacio , ni si n anclarse co n insi s, en cia a l obs ervador .
Por otro lado , la perspectiva mapeada sugi ere una inclu f ión del mu ndo, pero
sin rea firmar el orden basado e n la m ed ida human a qu e ofre ce n las imág en es pi c-
tór icas perspectivada .6 En e l ce n t ro hall a mo s e l orprendente concepto de l es-
pectad or no posicionado, c uya ese n cia ins iste en la posibi lid a d de la visió n de sde
ningún lugar . Dispensar al especta dor posiciona do que sost ie ne todo un constru c-
to log océ ntri c o da pie e ntonces a un plurali smo qu e tra n sforma la perspecti va
cartogr afiada en una variedad de modo s, sean co lec tivo s, nac ionales o narrati vas
indi vi du a les . Para su expresión abso lu ta
por medio de co nv e ncione s de co no ci-
miento fác ilmen te r ec ono c ibl es, la per -
pecti v a map eada reconoce e n la crea c ión
de imá genes, no obsta nt e, que "la ge ogra-
fía de la tierra es, e n ú ltim a in sta n c ia, la
geografía d e la me n te" (J . Wreford Wat -
son apuJ; Al per s, 1983: 125) . Ento nces,
los mapa s de Joshua e ustein pued e n
ubi carse en un nu evo espacio dis c ur s i-
vo qu e e for m a a partir de las ten s ion e
entre dichas po tura s ( figur a 3.6 ) . Ést o
abar ca n en su int er ior todo un rango de
te n sio n es dialé c ti cas contemporáneas y
oposic iones bin a ri as q u e co n for man un
Figura 3.6 Jo shu a e uste in , Eumpe withLe,9e11dJ
[E ur o pa co n leye nd as ]. Cortesía d e l art ista
desa fío para lo s co n ce pto s tradic ion a-
les de ep i temología .
6
Este a rgumento fue to rna d o d e la exte nsa di sc u sión qu e ha ce ve tl a na Alpe ,·s so br e la pintur a
hol a nd esa d e l sig lo XVII ( 1983 : 72- 119).
122
MAPEO
123
T ERRA I FIRM A : LA C LT U RA V ISU AL D E LA GE OGRAFÍA
124
MAPEO
sobre las líneas fronterizas más oficiales que entrecruzan el área, con lo que llama
la atención hacia la arbitrariedad de las fronteras y la demagogia de la retórica
política que ha servido para endurecerlas y convertirlas en hechos inmutables. El
Estado de Israel, con sus limitaciones geográficas, abarca en su historia reciente
un amplio rango de fronteras cambiantes: vestigios del imperio griego, romano,
persa, fenicio, babilonio, mameluco y muchos otros que dominaron la región y
ocuparon esa tierra (véase Shamas, 1991). Existen otras fronteras designadas
por mandatos internacionales y por la resolución de las Naciones Unidas, e in-
cluso otras más que han sido resultado de combates armados, líneas verdes que
representan recuerdos y buenas intenciones, así como fronteras altamente forti-
ficadas que protegen a todas las anteriores contenidas en ellas.
Asimismo, a nivel histórico, la delgada franja de territorio que representa el
Israel moderno se cruza con las fronteras antiguas de numerosas conquistas y
asentamientos de los dos grandes imperios, el otomano y el británico, cada uno de
los cuales definió sus logros por medio del establecimiento de fronteras. En medio
de la actual situación política perpetuamente volátil y de los considerables deba-
tes internos sobre la validez de lo definido por las distintas series de líneas fron-
terizas -lo cual da significado a los diferentes conjuntos de creencias políticas e
ideológicas - , las fronteras que se distinguen con claridad se han convertido en
un paralelismo del logro de identidades coherentes. La proximidad entre cómo las
fronteras determinan la identidad al mismo tiempo que la desarticulan ha sido
descrita por Edward Said en los siguientes términos:
En Nature Morte [Naturaleza muerta] (figura 3.9), Neustein escenificó una ac-
ción en la frontera entre Israel y Líbano durante la invasión israelí al sur de
Líbano, en 1983. Acomodó neumáticos de goma en forma de avión y les prendió
fuego para que desde el aire pareciera como si fuera un avión estrellado y en
llamas. Como era de esperarse, el acto generó una gran cantidad de pánico, y
el artista fue reprendido con fuerza por quitarle tiempo valioso al ejército con sus
"juegos frívolos". Esta intervención en una de las ocupaciones territoriales israe-
líes más controvertidas, la única ocupación que ni siquiera el gobierno de ese
momento pudo justificar con una narrativa legitimadora de amenaza contra la
125
T ERRA I FIRM A: LA CULTURA V ISUAL DE LA GE OGRAFÍA
seg uridad na cion a l, adopta las propia s imáge n es y la s h err amienta s del co nfli cto
milit arizado para vac iarla s de signifi cado. E nton ces, la frontera invoca páni co y
a nsiedad cuando d e la no ch e a la mañana deja d e se r un ca mpo de separación un
ta o to benigno y se tra nsform a en una barri cada d e ho sti lidad activa. La continui-
dad d e l paisaje, como se ve e n esa imag e n , de pronto se rompe por una barda de
a lambre de púas c uya mal evo len c ia se arti cul a a partir de las lla nt as que ar d e n
inn ecesa ri a m e nt e.
eustein, Nat ura ll1orte [Naturaleza muert a]. Cortesía d el ar·t ista
7
Tomado del d iario d el arti sta, 26 de ago to d e 1987.
126
MAPEO
dad de Dánzig que él estableció como una especie de ombligo del mundo está
ubicada en medio de extensiones vastas de territorio europeo y asiático no dife-
renciado ni especificado. Este proceso de ubicación antiempírica se complica aún
más cuando comenzamos a preguntarnos a cuál Dánzig hace referencia. ¿Es la
ciudad libre del Reich alemán entre 1872 y 1918, la ciudad internacional libre de
la República de Weimar poblada por alemanes pero ubicada en Polonia, o Gdansk,
lugar de origen del movimiento Solidaridad polaco de los años ochenta? Lo que
emerge entonces son paralelos entre fronteras móviles e identidades cambian-
tes que no pueden restringirse a entidades nacionales o culturales y no pueden
adquirir significado a partir de las convenciones de la cartografía. En vez de eso,
en estos mapas las declaraciones de subjetividad remplazan a las pretensiones de
objetividad, con lo cual desafían la visión tradicional de la cartografía como mani-
festación del control humano creciente sobre el mundo a través del conocimiento,
la destreza y la articulación. Estos esquemas grandilocuentes se sustituyen por
narrativas de memorias, de dislocación e incoherencia, en los cuales el pequeño
punto reconocido como Dánzig se muestra balanceándose en medio de las vastas
extensiones oscuras de su continente, y su ubicación geográfica no le otorga con-
tinuidad ni una identidad coherente. Con ello se contrapone al espectador o la
espectadora posicionados y a los vastos corpus de conocimiento racional que éste
tiene a su disposición para construir y trazar narrativas coherentes de desarrollo
y continuidad.
En los mapas de Neustein de los últimos años, los continentes se separan en
entidades autónomas y definidas con claridad. No obstante, sus interiores no están
marcados ni especificados por las convenciones de significación de otras estruc-
turas epistémicas, como las entidades nacionales o los territorios geográficos.
Elaboradas en tonos grises metálicos con contornos negro oscuro y en ocasiones
avivados por tintes metálicos y superficies aperladas, estas obras invocan una
legitimación y un testimonio juguetones dada la seriedad de su propósito expli-
citado por su austeridad monocromática. De igual modo, sus superficies están
marcadas por una preocupación, al parecer detallada por la topografía y el terre-
no, la cual está señalada por formaciones de polvo negro que denotan montañas,
ríos, etc. Sólo tras un cuidadoso escrutinio, quien observa se da cuenta de que
estos detalles de hecho no indican un reflejo de la realidad de la superficie supues-
tamente cartografiada. En lugar de eso, formulan un lenguaje visual ilusorio de
credibilidad cartográfica que luego despliegan con el propósito de provocar una
ofuscación crítica, más que una clarificación fundamentada. En primera instancia,
el hecho de que estas imágenes no acierten a funcionar como esperamos que lo
hagan nos alerta sobre cuál es su discurso real, aquel que se dirige a las represen-
127
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
8
Tomado del diario del artista, 3 de septiembre de 1987.
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129
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
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¿Cómo hacer para que los terrenos habitados por partida doble por historias y
reivindicaciones que suelen ser conflictivas puedan cartografiarse de modo que
unas no dominen y anulen a las otras, ni se vuelvan la única historia de un lugar?
La reciente producción del artista afroestadounidense Houston Conwill (quien
trabaja en colaboración con el arquitecto Joseph de Pace y la poeta Estella Con-
will Majozo) se ubica en ese guión que relaciona África con Estados Unidos (figu-
ras 3.11-3.15, lámina 12). 9 Ese guión ha sido teorizado ya sea como hibridez
(según Homi Bhabha) o como "doble conciencia" (primero por W. E. B. Du Bois
y más recientemente por Paul Gilroy). Uno de los muchos aspectos significativos
de los modelos teóricos de la doble conciencia es que nos permite leer los artefac-
tos culturales en formas no esencialistas y designarlos como sitios en los que se
puede desarrollar todo un rango de actividades complejas. La importancia de no
separar culturas mutuamente imbricadas, aunque desigc1ales, en palabras de Gil-
roy, es que se reconoce que
las culturas y la conciencia reflexivas de los colonos eurcpeos y; quélla de les africa-
nos a quienes esclavizaron, los "indios" a quienes masacraron y los asiáticos a quie-
nes contrataron, incluso en las situaciones más brutales, se aislaron unas de otras de
forma hermética.
Sin importar su afiliación a la derecha, a la izquierda o al centro, los grupos han
recurrido a la idea del nacionalismo cultural, de las concepciones superintegra<las
de las culturas que muestran inmutables seres "blanco<;" y de origen étnico. Frente
a esta opción hay otra mucho más difícil: teorizar la criollización, el mestizaje y la
hibridez [ ... ] Estos términos nombran de forma bastante insatisfactoria los procesos
de mutación cultural y la (dis)continuidad incansable que rebasa el discurso racial y
evade la captura por parte de sus agentes (Gilron, 1993: 2).
Esa duplicación que erosiona las franjas divisorias distintivas entre identidades
diferenciadas de forma negativa siempre está presente a nivel del lenguaje, del
signo, de aquel signo ya mencionado que está inscrito de carencias, de esa mitad
que siempre "no está ahí" y la otra que siempre "no es aquello".
La obra que están produciendo Conwill y sus colaboradores está constituida
por mapas a gran escala colocados sobre el suelo o piso de múltiples lugares públi-
cos de Estados Unidos. En cada niv~l de la obra se yuxtaponen uno sobre otro
9
Para una discusión detallada sobre el estatus del guión en la obra de Conwill, véase Okoye, 1993.
131
T ERRA I NF I RMA: LA CULT RJ\ V ISUAL DE LA GEOG RAFÍA
varios sistemas de conocimiento organizado , los cuales se apilan de tal forma que
cada uno se vuelve transparente. El resultado es que debemos leer cada uno de
los sistemas de organización - y a sea cartográfico , histórico o espacial- a través
de los demás. Sus contextos son historias espedficas de la presencia de pobla-
ción africana en el continente norteamericano , una historia que se despliega para
sobrescribir alguna s de las topografías existentes que asocian una extensión de
territorio con un solo grupo de personas por medio del conocimiento que han
impuesto a su repre sentación .
132
MAPEO
En una pieza reciente, por ejemplo, un baile o una secuencia musical se transforma
en el principio rector por medio del cual se ensambla el conocimiento cartogra-
fiado. Bailes como el nuevo merengue o el nuevo cakewaik se vuelven el primer
cimiento que organiza el material histórico y espacial. Los bailes, como la música
de blues o de jazz, fueron una de las grandes contribuciones africanas a la cultura
estadounidense naciente. Éstos en particular tienen una hibridez interesante, pues
provienen de las parodias hechas por los esclavos del comportamiento y los mo-
vimientos rígidos y extraños que observaban en la gente blanca. Luego fueron
considerados por los mismos blancos parodiados como bailes de moda, para vol-
ver a ser bailados de nuevo por la comunidad negra como una parodia de la paro-
dia. Al igual que la música que los inspira, los movimientos de baile trascienden
los continentes y crean formas culturales híbridas e inconscientes que operan
dentro de posturas sociales raciales y muy hostiles. La forma cartografiada de
estas obras es cosmográfica y galáctica, más que topográfica, plantea los océanos
y los ríos en las orillas del territorio delineado y presenta fragmentos escritos de
historias africanas colocados en los lugares que suelen asociarse con historias
de colonos europeos. En medio de TheNewMerengue [El nuevo merengue] (figu-
ras 3.11-3.12), de Conwill, está el puerto de Nueva York. Éste por lo regular se
asocia con los primeros colonos holandeses, mas en esta interpretación hay un
énfasis en la vida espiritual de numerosas comunidades, como los cuáqueros y los
africanos. En círculos concéntricos se reproducen los cantos rituales, en krio,
gullah, español, francés, inglés caribeño, etc., las diversas lenguas y coloquialismos
que conforman los mundos culturales que fluyen al interior y desde el puerto, y
bajo ellos está la clave indexada del mapa, separada por parejM de baile, <1eñaLW1-
cione<1 edpirituaieJ y cantoJ rituaieJ. Debajo, o quizá superpuesta encima, está una
fotografía en tonos sepia de Sojourner Truth, ex esclava en vestido victoriano, feroz
luchadora en contra de la esclavitud y defensora de los derechos de las mujeres,
así como oradora apasionada cuya expresión "¿Acaso no soy una mujer?" ha
reverberado en el feminismo angloamericano durante varias décadas.
Conwill utiliza principios de cartografía, herramienta europea de conocimien-
to, para estampar en el terreno geográfico las historias africanas carentes de re-
conocimiento, y utiliza un cuerpo que canta y baila para marcar y habitar dicho
terreno.
133
T ERRA 11 FIR 1\\ : LA C LT RA VIS UAL D E LA G EOGRAFÍA
La afri can idad de la ep istemo logía que plantea lo corpó reo como a lgo esen cia l al cono-
c imiento (incluido e l co no c imi e nto hi stó rico) y que s ubya e esta prácti ca pe rform a-
tiva es ev id e nt e [ ... ] e n la obra de Conwill . Bajo s u obra yace e l motivo del viaje, d e l
desplazamiento, de la deambulación y del int e nto por ha llar el cam ino personal [ .. .].
Viajar de esta Forma puede ser nomádico. El ce ntro propio se interioriza, incluso si
en alg un as c ircun sta ncias se proyecta sob re los paisajes. No ex iste un lugar Físico al
c ual vo lver.
Ahora bien , quizá viajar se ace r ca más al ex ilio , e n el c u a l e l reg re o a un centro
external izado no deja de vis uali zarse s i nunca se le a c tualiza. La a nsiedad produ c tiva
de la Amér ica africana ta mbi é n yace e n nues tra in certid umbr e con respecto a s i e l
viaje debe considerarse nomádico o s i permanece co mo ex ilio. Por tanto , el c ent ro
134
MAPEO
135
T ERRA I FI RMA: LA C LTURA V ISUAL DE LA GEOGRAFÍA
los terrenos, la s topografías y los paisajes puedan tener una doble conciencia,
una ocupa ción mutua ? Como suele ocurrirme , encontré un comienzo de esta
discusión en la obra d e Toni Morrison. En "The Site of Memory " [E l sitio d e la
memoria], en un d ebate sobre la escritura y la autobiografía, dada su in sistencia
en que el acto de escritura imaginati va siempre está Ligado a la memoria , Morri -
so n recurr e a este eje mplo:
-,
Legend
New Orleans - City of Grace
Atlanta - City of Speach
Louisville - City of Vision
Memphis - City of Balance
Tuscumbia - City of Joy
Figura 3.14 Houston Conwill , The New Cakewa!k Hum anifuto : A Cultura! Libation,
1989. Cortesía del artista .
Aplan aro n a lgun as partes del río M iss iss ippi para abr ir es pac io par a casas y sup e r fi-
cies habit a bles . E n ocasiones, e l r ío inundaba esos luga res. "Inunda c ión " es e l término
q ue se utiJiza , a unqu e en real idad no es una inund ac ión , sino un acto de re me mbr a nza.
Recorda r dónde so lía es tar. El ag ua tiene un a me moria pe rf ecta y siempre int e nta
regresar a l lugar e n donde so lía esta r. Los esc ri to r es so mos ig ua les: re cordamos dón-
de es tu vi mo s [ . . .] Y la es tampid a d e la im ag in ac ión es nu estra "inunda c ión " (Mo rri-
so n, 1992: 305).
136
MAP EO
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Figura 3.15 Houston Conwill, The New Cakewalk Hwn anl e.1to: A Cultural Lihati.on,
1989 . Cortesía del artista.
En CakewaLk, las marchas del movimiento por los derechos civües en los años cin-
cuenta y sesenta, los litigios que minaron el panorama al forzar la integración y
137
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
los derechos civiles fundamentales, y las palabras de líderes como Martin Luther
King, sobrescriben el sur de Estados Unidos. Una vez establecida, la historia
reciente sobrescribe las topografías del territorio geográfico y el lenguaje que
nombra lugares como Alabama o Georgia. Al igual que los conocimientos situados
con los que empecé, estas historias en capas y marcadas por la geografía no sólo
aportan algo al conocimiento existente, sino que de hecho lo reestructuran. Con-
will ha producido una historia espacializada y trazada en una ubicación articu-
lada, la cual, a su vez, se vuelve manifestación concreta de la doble conciencia
cultural. En nuestro mundo poscolonial, postesclavista y posmigratorio, sólo las
condiciones de la doble o la triple conciencia prevalecen, y la fragmentación de
los signos y los lenguajes de representación -de modo que podamos hacer evi-
dentes las interminables disputas culturales sobre nuestra herencia- sigue siendo
tarea de los escritores y los lectores de dichos sistemas de signos. Aceptar que cada
tipografía y cada texto está doblemente habitado por posturas culturales que
suelen ser irreconciliables implica desarticular el universalismo que intenta atar-
nos juntos bajo la tutela de lo dominante. No obstante, saber leer un texto dispu-
tado es una estrategia de ambivalencias y contradicciones, y no una celebración
del acceso universal a la información. Hacer mapas y cartografías de los sitios de
"inundaciones" históricas implica producir un lenguaje de la doble conciencia
geográfica.
138
Capítulo 4
Fronteras
transmiten una noción de frontera que es más interna que externa aJ sujeto, una
línea de contención que debe transgredirse para revelar un yo más "auténtico" o
"saJvaje". Así pues, se establecen víncuJos entre la frontera cruzada como concepto
internalizado a nivel físico y las represiones 6suradas, y las huellas externas de
contención que aprisionan al individuo y evitan el 6suramiento. Esta tensión
entre el cruce interno de la frontera fantasmática y las contenciones externas
armadas en colectivo es lo que le da a la "frontera" ese estremecimiento cultural
de nuestros días, su distinción como término que articula un conjunto de contra-
dicciones culturales potencialmente ricas que se han manifestado en conceptos
como "escritura fronteriza" o "taller de arte fronterizo".
140
FRONTERAS
141
T ERRA INF IRM A: LA CULTURA V ISUAL DE LA GEOGRAF ÍA
La potencia de estas particiones y estas fronteras, así como su legado hi stór ico en la
legisla ción y la formación de naciones, y en la refle xi ón de estructuras de poder
y de miedos resonantes, es tal que , sin duda , requieren cierto nivel co mplejo de
diferenciación y desenmarañamiento . Gilles Deleuze , al intentar teorizar el pa so
de las líneas divisorias y de separación a aquellas que pueden permitirnos atrave-
sar umbrales desconocidos, distingue entre tres tipos de líneas . El prime r orden
de líneas que nos forma "sería segmentaría, de segmentariedad dura (en realid a d
existen mu chas líneas como ésta) [ ... ]Y a cada nuevo segmento no dejan de repe-
tirnos: ahora ya no eres un niño; en la escuela, aquí ya no es como en casa [ ... ]
todo tipo de segmentos bien determinados, en todas direc c ione s, cortándonos en
todos los sentidos, paquetes de líneas segmentarizados" (Oeleuze y Parn et, 1980:
141).
142
FRONTERAS
[ ... ] mucho más flexibles, en cierta medida moleculares [ ... ]trazan pequeñas modi-
ficaciones, se desvían, esbozan caídas o impulsos, sin que por ello sean menos precisas,
puesto que incluso llegan a dirigir procesos irreversibles. Más que líneas molecula-
res segmentarias son flujos moleculares por umbrales o quanta: .ie/ranquea un umbral
que no coincwe for:w,1amente con un .iegmento Je Úz.JLínea., mM v1,1i/J/e,1.
[ ... ] Pero aún tenemos un tercer tipo de línea, que todavía es mucho más extraña:
como si algo nos arrastrara a través de nuestros segmentos, pero también a través
de nuestros umbrales, hacia un destino desconocido [ ... ] Esta línea es simple, abs-
tracta, y sin embargo es la más complicada de todas, la más tortuosa: es la línea de
gravedad o de celeridad, la línea de fuga y de mayor pendiente[ ... ]
En cualquier caso lo cierto es que las tres líneas son inmanentes (.iic), están imbri-
cadas unas en otras (Deleuze y Parnet, 1980: 141-142).
143
TERRA INF IR N\A: LA C LT RA VISUAL D E LA GEOGRAF ÍA
En contraste con esta perspectiva tradicional está el cruce deleuziano: "Se fran-
quea un umbral que no coincide forzosamente con un segmento de las líneas más
visibles. En este [ . .. ]tipo de líneas , de devenires, de microdevenires que no tienen
el mismo ritmo que nuestra 'historia', suceden muchas cosas" (Deleuze y Parnet,
1980: 142). Antes de que podamos lograr la ubicación visual de las "líneas de
fuga" deleuzianas , necesitamos reconocer algunas de las prácticas significadoras
a través de las cuales circulan las concepciones de "frontera".
La cultura de la frontera
Ahora bien, sin importar la perspectiva desde la cual que se mire ese otro lado,
siempre hay un espectro de una población demonizada, cuyas características están
144
FRO NT ERAS
145
TERRA I NF IRN\ A : LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
146
FRONTERAS
1
Por ejemplo, la conversación entre Gómez-Peña y Fusco (reproducida en Fusco, 1995) mapea el
terreno excepcionalmente rico de la actividad cultural a ambos lados de la frontera, la cual suele
condenarse al olvido debido a la atención puesta en la zona fronteriza y la movilización de toda
la ansiedad que ella genera.
147
TERRA I FIR.N\A: LA CU LT U RA VIS UAL D E LA GE OGRAFÍA
En palabras de Fusco:
Una de las dimensiones peculiares de este trabajo fronterizo es que supone dentro
de la imaginación popular una creencia persistente en las fronteras inmutables , las
cuales consecuentemente siguen siendo vistas como líneas de separación vigila-
das con rigor, donde los países, las culturas y los lenguajes permanecen divididos
y hostiles. Es curioso porque asume cierta
cohesión de cada lado de la frontera, sien-
do cada país una entidad y una identidad
unificadas a nivel interno. Las identida-
des colectivas fragmentadas en el interior
tendrían más dificultad para adherir una
hostilidad en el exterior . Además es cier-
to que nuestro entendimiento del mundo
se ha vuelto más bien uno de disoluciones
internas de las identidades totalizadoras.
¿Por qué no hacer lo mismo con nuestra
comprensión de las fronteras? ¿ Cómo pue-
den seguir siendo líneas divisorias estrictas
y absolutas cuando son entidades tentati-
vas, nebulosas e incoherentes que separan?
Para empezar, ha sido importante ex-
pandir el vocabulario más allá de las nacio-
nes, los países y los Estados. A todos éstos
se contraponen las zonas que oponen re-
Figura 4.6 Hans Haa cke , Die Freiheit wti·J
sistencia a través de procesos de desiden-
jet z t einfach ge.1po11
Jert -auJ Jer Porto-kaJ.Je
ti-6cación: ciudades internacionales libres,
[Ahora la libertad simplemente será pa-
trocinada con la caja chica], 1990 . Foto- tierras de nadie, zonas desmilitarizadas ,
grafía: Werner ZeUien. © ve - Bildkunst. cordones sanitarios, guetos, zonas fronte-
148
FRONTERAS
149
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
(véase Foucault, 1978). Utilizo aquí las formulaciones de Foucault, tanto de sitios
utópicos como heterotópicos: lugares sin espacio real que supuestamente repre-
sentan a la sociedad misma en su perfección. En el proceso de transformación de
los instrumentos de opresión estatal en los sitios de espectáculo público del triun-
fo capitalista y del fracaso socialista que son ahora, estas ficciones utópicas de se-
paración pura se han transformado en lo que Foucault denominó "heterotopías",
contralugares en los que todos los otros espacios reales que pueden hallarse en la
cultura se representan, contestan e invierten al mismo tiempo.
En plena euforia de la unificación, Haacke ha avivado la frontera evacuada y
la ha espacializado como heterotopía de contradicciones internas. Esta obra ma-
nifiesta una especie de estampado físico del terreno, la insistencia en una frontera
cuya existencia nieguen todos los demás. Esto nos lleva a la discusión central de
este capítulo: la insistencia de Ana Mendieta en crear fronteras y trazar líneas
de esferas separadas y de propiedad autónoma en un territorio geográfico que
termina representando una ocupación metafórica del mundo del arte. 2
3
Muerte misteriosa en el mundo del arte
2
Recientemente se han publicado dos trabajos muy informativos y elocuentes sobre la obra de Ana
Mendieta. El primero es el catálogo de la exposición Ana MenJieta (1996), del Centro Gallego de
Arte Contemporáneo, en Santiago de Compostela, curado y editado por Gloria Moure, el cual
ofrece una buena cantidad de trabajos que antes no estaban disponibles, así como un ensayo muy
interesante de Charles Merewether. El otro es el libro Where iJ Ana MenJieta? (1999), de Jane Blo-
cker, que aporta una serie de contextos y marcos referenciales desde los cuales se puede leer la obra
de Mendietay que articulan algunas de las preguntas con las que he lidiado en mi propio trabajo
escrito. Para más información, así como para un análisis del tema y sus problemáticas, consúltese
el libro de Blocker.
1
· Versiones previas del siguiente texto se publicaron como parte de mi artículo "Terra Infirma -
Geographies and Identities" (1988), editado con el mismo título en CameraAuAria en 1994, y como
un capítulo del libro editado por Vera Zolberg, Out.JiJerArt (1997). Gracias a ellas he tenido la opor-
tunidad de desarrollar los argumentos presentados aquí.
150
FRONTERAS
151
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
hacer visible la fragmentación invisible del sujeto que contrarresta las tradiciones
de coherencia cultural, y cómo hacerlo en el seno del lenguaje de significación
heredado y por lo tanto alterar su legibilidad supuestamente simple es por igual
uno de los temas de muchas discusiones contemporáneas críticas.
En la mañana del 8 de septiembre de 1985, el famoso escultor minimalista
Carl Andre fue acusado de asesinar a su esposa de origen cubano Ana Mendie-
ta, al lanzarla desde el piso 34, por la ventana de su departamento en Greenwich
Village, cargo del que luego fue exonerado. Las luminarias de sexo masculino del
mundo del arte se unieron para apoyar a Andre, y el cuarto de millón de dólares
de fianza que el fiscal de distrito de Nueva York exigía por el cargo de homicidio
en segundo grado fue pagado por una larga lista de personajes de renombre en el
mundo del arte de los años sesenta y setenta. A fin de cuentas, Andre era lo que
en términos artísticos se denomina "clase museística", al ser padre fundador del
minimalismo, cuyas instalaciones masivas de ladrillos y placas de cobre eran com-
pradas por cientos de miles de dólares para formar parte de las colecciones de
arte moderno más importantes del mundo. Mendieta, por su parte, era una habi-
tante de la subcultura feminista del mundo del arte, quien exhibía su obra en pro-
yectos artísticos financiados con recursos públicos y de corta duración, así como
colaboradora de revistas como Here.1Íe.J,y sin duda no era de" clase museística". 4
La tragedia sirvió como foco de atención sobre uno de los circos del mundo
del arte por antonomasia, la materia prima que compone los mitos sobre los exce-
sos de la vida bohemia. He ahí una pareja de grandes bebedores; ella era "escan-
dalosa y eufórica", y él "serio y taciturno"; ambos eran de izquierda, aunque
con filiaciones políticas muy divergentes; y eran conocidos por sus peleas y sus
reconciliaciones constantes. Aquí el territorio del "mundo del arte" se intersecta
con otro terreno mítico, el de la "vida bohemia", para ubicar y explicar cierta con-
ducta transgresora, una tragedia extrema y violenta.
"He estado sosteniendo un diálogo", le escribió en una carta a una amiga, "entre
el paisaje y el cuerpo femenino (basada en mi propia silueta). Creo que ha sido
resultado directo de haber sido arrancada de mi tierra natal (Cuba) en la adoles-
cencia. ]\/le abruma la sensación de haber sido expulsada del vientre (naturaleza).
4
Las siguientes series de citas de luminarias y aduladores del mundo del arte, así como de chismosos
y miembros de la elite artística, están tomadas de Endell, 1985.
152
FRONTERAS
Mi arte es la forma en que restablezco los lazos que me atan al universo" (Men-
dieta apud; The New York Museum of Contemporary Art, 1987: 10).
En otra carta, escrita a principios de los ochenta, Ana Mendieta escribe sobre
"una costumbre africana que pienso que[ ... ] es análoga a mi obra[ ... ] Los hom-
bres de Kimberley salen de su poblado para buscar novia. Cuando un hombre
lleva a su nueva esposa a casa, la mujer trae consigo un costal de tierra de su lugar
de origen, y cada noche se come un poco de esa tierra. Ésta le ayudará a realizar
la transición entre su lugar de origen y su nuevo hogar" (Mendietaapud; The New
York Museum of Contemporary Art, 1987: 31). Mendietay su propio saco de
tierra habían pasado por un proceso de "desterritorialización". Caren Kaplan lo
describe como "el término que nombra el desplazamiento de identidades, perso-
nas y significados, el cual es endémico al sistema mundial posmoderno" (Kaplan,
1985). Lo anterior se fundamenta en la aplicación del termino Juterritorializacúfn
que hacen Deleuze y Guattari para ubicar el momento de alienación y exilio en
el lenguaje y la literatura. No deseo privilegiar la biografía como herramienta
analítica, pero algunos hechos resultan significativos.
Mendieta creció en la comodidad clasemediera de La Habana de finales de
los años cuarenta y principios de los cincuenta. Su padre era un abogado muy
politizado. Un tío abuelo suyo había sido presidente de Cuba, y su bisabuelo,
Carlos de Rioja, fue general y participó en la guerra de independencia de 1895.
En 1958, mientras Batista seguía en el poder, Ignacio Mendieta, el padre de Ana,
trabajaba en secreto en contra del gobierno.
La revolución llegó, pero no le fue bien a Ignacio Mendieta. A pesar de apo-
yar a Castro, era anticomunista, así como devoto católico, y consideraba que los
comunistas eran el anticristo. Se negaba a formar parte del partido, por lo que al
poco tiempo cayó de su gracia y quedó desempleado. A medida que el dinero dis-
minuía y las sospechas se volvían una forma de vida, los Mendieta enviaron a sus
dos hijas a Estados Unidos, con la idea de que pasaran allá una breve temporada.
Con un poder notarial para las autoridades católicas y una visión de Estados U ni-
dos basada en las películas románticas adolescentes de Troy Donahue y Sandra
Dee, las hermanas Mendieta llegaron primero a un campamento en Miamiy luego
a una institución en Oubuque, Iowa, la cual era, en esencia, un internado cuyos
alumnos eran huérfanos o chicos socialmente disfuncionales o que habían sido
sujetos a golpizas brutales y a otros horrores.
Durante los siguientes ocho años, las hermanas pasaron por una serie de hos-
picios hasta que su madre y su hermano lograron alcanzarlas, mientras su padre
permanecía en prisión en Cuba. Ana diría después que, al cumplir diecisiete
años, sabía que tenía dos opciones: volverse una criminal o ser artista, pues eran
153
T ERRA INF IRM A: LA CULTURA V ISUAL DE LA GEOGRAFÍA
las únic as dos fuentes de poder a su disposición. La violencia sigue siendo central
en sus primeras obras, arte corporal en el gue recubría la forma de su cuerpo con
lodo , sangre , pasto o flores. Tras una violación en la Universidad de Iowa, Men-
dieta hizo una serie violenta de obras sobre la violación. En una de ellas estaba
desnuda en el bosque, con la espalda Llena de sangre. En otra, para la cual invitó
a los miembros del taller a su departamento, estaba atada a la mesa, desnuda de
la ci ntura a los pies, y había sangre en el piso y en la puerta. Tanto el trauma como
la dislocación convergían en la geografía de su propio cuerpo.
Figura 4.7 Ana Me ndie ta, Body TrackJ [Rastros corpora les], performance en la galería,
Universidad de lo wa, 1974 . Cortesía de Galerie Lelong, Nueva York.
154
FRONTERAS
155
FR O NT ERAS
155
T ERRA I FIIUv\ A : L A C LT RA V ISUAL DE LA GEOG RAF ÍA
traía esta cosa obsesiva en mente; ¿y si descubría que no tenia nada qué ver
, onmigo?" (Mendietaapa d; The New York Museum of Contemporary Art, 1987:
3,1). Entre estas líneas puede leerse la presencia de tradiciones cultura les en con-
ílic ~o. así como la propia publicación de la artista dentro de sistemas ideológicos y
políticos (comunismo estata l y democracia capitalista) en conflicto. Los i_nterludios
en México y en Roma entonces se vuelven una forma de mediación cultural. Mé-
xico, en particular , media en tanto que es anfitrión de muchos latinoamericanos
exiliados que descubrieron que podían reubicar sus propias preocupaciones en
una cultura hispana que se ha conservado a sí misma durante c ientos de años y
que tiene una conciencia aguda y muy articulada de su propia herencia.
Roma , por otro lado , es la fuente de toda la otra cultura que conformó el
mundo referencial de Ana Mendieta, la tradición occidental fundamentada en la
antigüedad clásica y la práctica cívica romana. Todos estos viajes hablan no só lo
de a lteración y fragmentación cultural.
sino también de la recopilación de he-
rramientas, imágenes y referenci_as que
ayudarían a la obra a trascender las fron-
teras que la artista deseaba disolver.
Entre éstas se incluyen definiciones es-
trechas del tipo de obra que califica como
"arte", de los lugares y las ubicaciones
que se consideran meritorios para exhi-
birlas como objetos de arte y, sobre todo ,
de las historias lineales convencionales
en las que se podría clasificar esta prác-
tica artística.
El proceso de desterritorialización de
Mendieta se ha efectuado en un marco
de feminismo, políticas culturales tercer-
mundistas y prácticas artísticas vanguar-
distas de primer mundo de finales de los
setenta y lo s ochenta. La relación entre
estos e lem entos, las grandes tradiciones
Figura 4.9 Ana Mendieta , de la serie Ár- y su propia obra ha atravesado una serie
bol r)ela 11
tda, lowa, 1977. Cortesía de Ca- de dislocaciones agudas que se detuvie-
lerie Lelong , Nue va York. ron por completo al momento de su muer-
156
FRO NTERAS
5
Las c ir c unstan c ias que rodean la muerte de Mendieta , así como la djsparidad entre e l resultado
lega l del juicio de Carl Andre y los rumor es y ac usaciones co nsta nt es que c irc ul an en el mundo del
arte, difi c ultan la e labor ació n de un recuento factua l de su muerte.
157
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
158
FRONTERAS
por "el centro", el cual podría tolerar algunos pequeños brotes coloniales, pero
no mucho más. En las inmortales palabras de Joe Helman, "si tu obra se vende
en Praga, Bogotá, Madrid, París y Los Ángeles, eres un artista provincial. Pero
si se vende en Nueva York y en cualquier otro lugar, eres internacional" (Wood-
ward, 1989: 33). Entonces, las cuestiones de centralidad y marginalidad cultu-
rales adquieren un nuevo giro con este énfasis en la ubicación de la obra como
índice de su valor. Mendieta, quien era una desplazada cultural entre su herencia
latinoamericana y su educación estadounidense, quien en su propia práctica artís-
tica occidental intentaba emplear cada vez más modelos de análisis recopilados
del feminismo tercermundista, también se desplazó en relación con el mundo del
arte, al crear objetos efímeros que se exhibían en lugares agrestes alejados y poco
conocidos.
Estas obras también desafían genéricamente la definición y la contención den-
tro de un cierto estilo o modo dado, pues difieren tanto de las obras sobre la tierra
como del arte corporal puro al combinar ambos y reflexionar sobre la tensión
existente entre el arte performativo y el deterioro lento y continuo de las obras
en la naturaleza. Las obras tampoco tienen fronteras en sus sitios, pues no hay un
lugar exacto en el cual comiencen o terminen; por lo tanto, no pueden enmarcarse
en territorialidades geográficas o artísticas convencionales. Su materialidad extre-
ma -sensual, brutal y sugestiva en términos culturales y físicos - desempeña el
papel de destacar la calidad, la textura y la sustancia, en oposición a la definición.
Para que todo esto no suene como intento de práctica artística "femenina"
arquetípica, me apresuraré a afirmar que la obra de Mendieta no puede resumir-
se como representación del "femenino" biológicamente esencialista que es tan
temido. Esto se debe en particular a su preocupación incesante por los diferentes
equilibrios entre universalidad y especificidad, y a su capacidad de hallarlos
y articularlos de forma visual. En los diversos sitios donde trabajó su obra, gra-
bó, esculpió, cavó, detonó, incendió y pintó figuras inspiradas en las metáforas
mitológicas de las grandes madres: Gea, Hades, la Madre Tierra, etc., cuya uni-
versalidad es meramente función de su recepción en las tradiciones europeas
occidentales. Para Mendieta, estudiante rigurosa de las religiones y los rituales
de las culturas española y latinoamericana, en particular de la santería en Cuba,
estas representaciones tienen una especificidad histórica concreta.
Dicha concreción cultural e histórica a su vez hace eco de las formas en las
que su obra negocia una y otra vez con una serie de imágenes y materiales con
sitios diferentes. Su propia insistencia vigilante en hacer concreta la experiencia
y su representación apunta al hecho de que nuestras respuestas a la especificidad
159
T ERRA IN FIR MA: LA CU I.:í URA V ISUA L DE LA GEOGRA FÍ A
Figura 4 .11 Ana Mendieta, Anima, 1979 . Cortesía de Galerie Lelong, Nueva York.
160
--- Lámina 1 Charlotte Salomon,
"Kapitel:Der AhJchiú)" [ Capítulo:La
deJpedWa],tomado de Le ben? Oder
Lámina 3 Art in Ruin s, Conceptual Deht [Deuda conceptua{J, 1992. Cortesí a de Art in Ruin s.
¡;;¡;.~
- .-:::::
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-- -- ······
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.::b..-=:: --==--.--==
Lámina 7 Simon Patter son , Th e Great Bear [La Oda mayor], 1992.Cortesía de la Galería
Lisson , Londres
161
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Mi segunda lectura tiene que ver con el sensacionalismo mediático que rodeó la
muerte de Ana Mendieta en Nueva York en 1985. Las turbias circunstancias de
su muerte -a su esposo, el escultor minimalista Carl Andre, se le acusó dos veces
de arrojarla hacia su muerte desde la ventana de su departamento en el piso 32,
y en ambas ocasiones fue absuelto-, así como su propia postura dentro de las polí-
ticas feministas del tercer mundo en relación con el mundo del arte neoyorquino,
produjeron una inmensidad de chismes escandalosos. La bibliografía disponible
sobre el tema es enorme y abarca tabloides, revistas de arte, publicaciones femi-
nistas e investigaciones académicas. Incluso inspiró la creación de un tomo de 420
páginas de detalles atroces y tediosos, el cual llevó cinco años hacer y lleva el mor-
boso título de Nalce'Jby the Wtiz'Jow- The FataLMarriageof CarLAndre and Ana Men'Jieta
[Desnuda junto a la ventana. El matrimonio fatal de Carl Andre y Ana Mendie-
ta] (1990).
En las semanas posteriores a su muerte, su entierro, y el juicio de Andre, los
periódicos estuvieron llenos de descripciones de la pareja, en las que los tildaban
de "borrachos extravagantes y salvajes" e "izquierdistas virulentos". Él había te-
nido "incontables amoríos con otras mujeres"; ella "tenía arranques de celos conti-
nuos y episodios de desesperación". Describían sus vidas como una orgía constante
de alcohol, activismo político, creatividad artística, discusiones interminables,
amenazas extravagantes y reconciliaciones igual de extravagantes, todo lo cual
ocurría en restaurantes en compañía de muchos amigos. De ella se decía que esta-
ba celosa de la posición que ocupaba su marido en el mundo del arte; la New York
Magazine descartó la posibilidad de suicidio porque "ella era demasiado insidiosa,
demasiado ambiciosa como para hacerlo". Su funeral fue descrito como "una mani-
festación de 200 desposeídos del mundo del arte"; al parecer no acudió ninguna
celebridad del mundo del arte, pues ésa era su forma de reafirmar la inocencia de
Carl Andre. Una valiente reportera declaró: "Al final se reduce a una cuestión
de clase y de raza. Él es de clase museística, y ella no. Él es de origen anglosajón, y
ella no". 6
Más allá de esta atmósfera sobrecargada de chismes y rumores, la auténtica
actividad política y artística de Mendieta casi no desempeñó papel alguno. El
activismo feminista, ser cofundadora de Here.1Íe.J, las políticas tercermundistas, el
contacto frecuente con Cuba, la difusión que hacía de artistas cubanos en Estados
6
Todas las citas sobre el escándalo incluidas aquí están tomadas del artículo de Joyce Wadler "A
Death in Art" (1985).
162
FRONTERAS
Unidos; nada de esto fue mencionado. 7 Su trabajo como artista -sus obras sobre
la tierra, los estandartes en llamas, los objetos endebles y efímeros ubicados en
regiones remotas, imposibles de mercantilizar como objetos y conocidos princi-
palmente a través de sus representaciones fotográficas - era visto como eventos
que ocurrían lejos del mundo del arte de Nueva York y de su sentido narcisista
de centralismo e importancia.
Todo lo anterior sin duda constituyó una postura opuesta a las reglas que
dictaminan la existencia del mundo del arte neoyorkino desde los años ochenta.
No obstante, abordarlas habría implicado reconocer una serie alternativa de posi-
bilidades adoptadas por diversos grupos involucrados en prácticas críticas de
oposición. En cambio, el mundo del arte y la política de Mendieta devienen dife-
renciados por género y raza a través del chisme vehemente que busca restablecer
las reglas operantes por medio de las cuales subsistía el mundo del arte, así como
para legitimar su muerte. "Era una cubana loca, así que, ¿qué se podía esperar?",
afirma uno de los periódicos.
El complejo drama de vida de una mujer tercermundista en medio del mundo
del arte occidental se reduce a una saga de sexo y violencia. En el artículo pre-
viamente mencionado, que se publicó en la New York Magazine, el subtítulo de la
portada plantea la siguiente pregunta: "¿ Carl Andre, el reconocido escultor mini-
malista, arrojó a su esposa, también artista, hacia su muerte?" Él es mencionado
por su nombre y su afiliación estilística específica, mientras que ella permanece
anónima, sin estilo artístico, anclada al mundo del arte por ser "su esposa". El artí-
culo entero está ilustrado con imágenes serias y sencillas de Andre, el hombre, y
de su obra minimalista formal, mientras que las múltiples fotografías de Mendieta
la muestran con copas de vino, botellas de alcohol y platos llenos de comida, o
riéndose con la boca abierta, acompañada de los múltiples invitados de cada
noche. Las ilustraciones de su arte en ese mismo texto muestran sólo las obras
que hizo, en las que exhibe su propio cuerpo desnudo (en vez de aquéllas más
comunes en las que solía hacer referencias formales vagas a la figura femenina),
las cuales se relacionan directamente con la violencia sexual. El pie de foto dice:
"¿Una muerte anunciada?", implicando que su muerte fue resultado de algún tipo
de violencia sexual, afirmación que carecía de fundamento empírico alguno. En
estas imágenes se la esencializa al asociarla con apetitos salvajes y con una sexua-
lidad femenina desenfrenada. Se la racializa y se la sexualiza como la "Otra" y
como la fuerza avivadora de esta narrativa de pasiones salvajes y malhadadas.
Aquí podemos reconocer de nuevo la constitución del discurso del chisme sobre
7
Para mayor documentación y análisis sobre su obra, véase también Camnitzer (1989 y 1994).
163
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
¿Cómo reúno mis narrativas? ¿Cómo conecto la obra con la vida, la fábula mora-
lizante narrada por los pilares del mundo del arte con la fábula contramoralizante
que narra la comunidad feminista, y con los efectos secundarios constantes que
ambas han tenido y tienen dentro de nuestro mundo? El modelo que deseo pro-
poner toma tanto de la ley agrícola romana como de la lectura derrideana de las
condiciones desde las cuales puede surgir cualquier forma de orden. Tiene que ver
con las implicaciones históricas y teóricas de "dibujar una línea en la tierra". Las
relaciones entre la;U.1 terrundum (la ley de la tierra) y la;U.1 .1criptum (la ley escrita)
afirman que la marca de una presencia en el terreno es la configuración de una ley
de propiedad y territorialidad.
Cito y adopto el artículo ya mencionado de Camelia Vismann, "Concepts of
Order in No Man's Land" [Conceptos de orden en tierra de nadie], para ofrecer
un modo alternativo de reterritorialización que podría hallarse tanto en la serie
Silueta.1de Ana Mendieta como en sus múltiples obras sobre la tierra sin título.
Vismann argumenta que
[ ... ] la escena primordial del nomo,1 (la ley) se representa al dibujar una línea sobre
la tierra. Este acto da origen a un concepto específico de ley que deriva en orden a
partir de las nociones de espacio. [Es a partir de esta misma imagen que] las líneas
dibujadas por el arado -los surcos en el campo- marcan el espacio de "lo propio".
164
FRONTERAS
Como tal, como propiedad, el arado demarcador se cruza con la esfera jurídica. El
espacio de lo que se posee marca una esfera de control, ya sea privada o pública,
ya sea la posesión de un terreno o del territorio del Estado (Vismann, 1997: 46-47).
165
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
acto primordial descrito aquí reúne la tierra y la ley, el cuerpo y la escritura. "El
surco de la agricultura -dice Derrida- abre la naturaleza al cultivo. Y también
se sabe que la escritura nace con la agricultura, a la que acompaña la sedentari-
zación" (Derrida, 1986: 362).
El cuerpo desempeña un papel importante para la legitimación de la ley de
la tierra. El cuerpo que marca la tierra proporciona evidencia del poder humano
ejercido sobre la tierra. Y eso es justo lo que funge como legitimación: la eviden-
cia del cuerpo en la tierra.
Las impresiones que los cuerpos dejan sobre la tierra marcan su cualidad única y au-
téntica, según el discurso que considera que la agricultura es la inscripción física y
hasta espacial de lo poseído en la tierra[ ... ] Por tanto, la ley espacial, ctónica, telúri-
ca, laiu terrunJi, encuentra su escena fundacional en el cultivo de la tierra. Asimismo,
defiende este suelo frente a una ley que no empieza de cero sino a partir de una
tierra ya homogeneizada [es decir, una tierra sujeta a la "geografía"]. Es la tierra de
la geometría, en la cual la línea es la gráfica de un mapa, con una escala universali-
zada, con una economía unificada (cuerpos, abstractos y arbitrarios en sus unidades
ordenadoras) [ ... ] La normatividad abstracta está en guerra con el orden concreto,
las reglas arbitrarias con la legalidad legitimadora, la ley universal con el nomod es-
pacial, y la vaciada condición de Estado con el GrofJraum (área metropolitana). En
breve, el terreno se vuelve campo de batalla entre la¡'u.1 terrundum y laju.1 <1criptwn
(Vismann, 1997: 48).
166
FRONTERAS
efectos contemporáneos y póstumos por evitar que tuviera lugar dentro del "im-
perio del arte", de su insistencia gráfica en hacer visibles tanto aquellas fronteras
como los límites por lo regular rechazados en la retórica sofisticada del mundo
del arte, resultaron no sólo en la exposición, sino también en la desarticulación de
las divisiones sobredeterminadas entre interior y exterior. La línea divisoria ha
devenido umbral.
167
TERRA INFIRMA: LA CULTURA IS UAL D E LA GEOGRAFÍA
nale s. La que alguna vez fu era lla mada la "buena ce rc a" a hor a es un a frontera
cargada de ve rgüen za, e l recordatorio diario de una miseria interminable traída
a todos por e l co nfli cto co ntinuo y la incapacidad, o la nega t iva, de ha llar una
so lu ción , a pesar de las cifra s de pérdidas hwnana s que ha generado este lugar d e
co nfli cto específico. Como ubi cac ión específica siempre está e n las noti c ia s; cada
habi ta nte de la región puede señalarla e n e l mapa, y cada perso na que po see un
televisor es capaz de describir la topografía y el paisaje de los alrededores. Por lo
ta nto , res ult a e n especial int e r esa nt e descubrir que este filme se es m e ra por hacer
que esta frontera ex ista, que sea visible y que se le r eco noz ca dir ecta mente.
Quiero seg uir dos ca mino s d e l filme que so n 1·elevantes para e l pro yecto de
"constr ucc ión de fronteras" o "d ispos ición de fronteras" que e mprend e Ro vn er.
El primero es un ta nto formal y tiene que ve r co n la co njunción de línea s horizon-
tales que desaparecen a la distancia, la s cual es s uelen estar atravesadas por la
su sta n cia hab itu a l del cercado espac ial y por la inmensa tensión e ntre ellas. E l
otro tiene que ver co n un leng u aje particular de la frontera que Ro v ner ha logr a -
do ubi car o fomentar que se h ab le, e l cu a l se co n vierte e n la frontera del mi edo
que sue le er inadmisible.
Figura 4.13 Micha l Rov ner, toma de BorJer [Frontera], 1997. Cortesía de la art ista.
168
FRO N T ERAS
Buena parte del video ofrece una taxonomía de la frontera, la cual es muy necesaria
porque permite reconocer que ésta no es una entidad efímera que podría desa-
parecer de la noche a la mañana, sino más bien una de inversión vasta. La larga
línea del 61me encuentra un eco en los largos caminos vacíos e inquietante s que
desaparecen en el horizonte , los cuales c ruzan la frontera del lado israelí ha cia el
norte, hacia Líbano. De vez en vez, una figura recorre uno de esos caminos, o los
dos protagonistas de la película caminan hasta el punto permitido. Para ser un
área tan pequeña, el video produce una inmensidad de distan cia que representa
lo incomprensible y lo inimaginable. Las diversas figuras entrevistadas a lo largo
del filme tratan el lugar como si fuera un misterio. "Quién sabe qué pasa a llá", le
dicen a la artista con frecuencia. Dado que es evidente que co nocen ca da ce ntí-
metro del terreno, su perplejidad y su declarada ignorancia tienen que ver co n su
estatus político y humano, más que territorial. Es una frontera que desafía y niega
la posibiJidad de ser comprendida, una forma de perplejidad deliberada que ha
acompañado la guerra en Yugoslavia a lo largo de los años nov enta, en la cua l
muchos de los comentarios son de naturaleza similar y afirman co n frecuencia su
desconcierto e incomprensión. Asimismo, otro eco de la s lín eas de inquietantes
caminos que desaparecen en el hori zo nte "desco no c ido" (figuras 4 .13-4.16 ) es la
parafernalia de la frontera como zona de co mbate: convoyes, ve hí culos militares,
h e licópteros , tangues, armas, bunkers , reflector es, arm edas. Las rej as, las verjas,
169
T ERRI\ I FIRMA: LA CULTURA IS UAL DE LA GEOG RAFÍA
los alambres de púas, las torres de vigilancia, las barreras electrónicas, etc., impi-
den el pa so ha cia adelante. Cada vez que la artista intenta persuadir al comandante
fronterizo que la hospeda en el área de que la lleve o le permita entrar a Líbano ,
él le repite la misma ornción: "Imposib le ir a Líbano". E l refrán termina por tener
varios significados en este contexto -en parte, que no se le permite; en parte, que
es inconcebible, incomprensible, imposible de conceptualizar o de representar-,
al igual que esa perplejidad deliberada que nos permite no lidiar con ciertas cues-
tiones, dado que su comp lejidad nos d esco ncierta y elude nuestra comprensión. En
una co nver sac ión intrigante, el comandante le dice a Rovner: "No puedo expli-
cárselo porque , desde la perspectiva de un mundo tan distinto, es probable que no
entendiera". Presuntamente, esto trasciende la supuesta diferencia entre La per-
cepción d e l glamoroso mundo del arte neoyorquino y Las realidades horrí6 cas de
la vida en esta frontera. Parece que el film e entero es un intento por reconciliarse
con esta supuesta "in capacidad de comprensión".
170
FRONTERAS
Figura 4.16 Michal Rovo er, toma de Border [Frontera], 1997. Corte-
sía de la artista.
De manera paralela a las líneas rectas de los ca mino s que van hacia el corazó n
del territorio prohibido que es Líbano y los int e rminables bloqueos y barreras
171
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
que impiden el paso, también está la presencia de distracciones a los lados del
escenario principal: un misterioso auto blanco con placas libanesas conduce a lo
largo de las líneas que definen el perímetro de la frontera, y un grupo de hom-
bres sentados en la terraza del lado libanés están inmersos en una conversación
animada, mientras provocan y coquetean con los soldados y la cineasta que los
observan a través de binoculares. A los lados de los caminos vacíos destellan lla-
maradas y arden objetos desconocidos: ¿habrá explotado algo?, ¿son escombros
de violencia o de parrilladas improvisadas? De algún modo, todos estos signos de
la vida cotidiana se subordinan a la lógica militar dominante de la frontera, con
sus soldados, convoyes, comandos y líneas rectas. Ellos son la población civil
del área, y Rovner logra mostrar con gran elocuencia el grado al cual son vistos
como una distracción irritante y amenazante dentro de la estratagema completa
del sitio.
El otro tema principal del filme es su exploración de políticas de género muy
interesantes. En la superficie hay un cierto juego entre la figura de la cineasta -la
propia Rovner- y la del comandante del área fronteriza -identificado como
Coronel G. - , una especie de diálogo coqueto en el cual él ocupa el papel tradi-
cional de la figura sabia y cansada del mundo que rechaza los intentos de ella
por abrirse camino en un mundo militar restringido y altamente patriarcal. El Co-
ronel G. es una figura familiar en los anales de la cultura israelí, la que, como es de
esperarse, está saturada de mitología militar; es lo que suele denominarse "poeta-
guerrero" o "filósofo-soldado". Es una figura que trae consigo la connotación de
una humanidad profunda en el corazón del ejército, de los soldados profesionales
que también son académicos e intelectuales, de una supuesta ambivalencia en el
corazón de una cultura militarista que no se resuelve, sino que se expresa en
extremos que se supone se equilibran entre sí. Así que este comandante fronteri-
zo tan poético es condescendiente y burlón con la cineasta en sus gigantescos
monólogos en los que le dice qué tan desorientada está en cuanto a la "realidad".
A ella, según él, le interesa el "arte" y capturar imágenes de cigüeñas y de otras
aves que vuelan sobre sus cabezas en formaciones amplias. Ella es "cultura" y
"naturaleza", mas no "realidad". Su supuesta inocencia frente a la "realidad" hace
que el coronel afirme en un momento dado: "Me avergüenza llevar armas en su
presencia", lo cual, dada la plétora de arsenal militar a su alrededor, es otro tes-
timonio de su extraordinaria capacidad de separar sus sentimientos privados de
sus funciones públicas. Al igual que en la frontera, encontramos en él la formación
del sujeto militar dividido.
De hecho, Rovner, la cineasta, no tiene muchos diálogos. Más bien hace pre-
guntas interminables, y repite las cosas una y otra vez hasta que sus constantes
172
FRONTERAS
173
Capítulo 5
Cuerpos
que en estos tropos representacionales los cuerpos femeninos pueden estar escri-
tos de conformidad ideológica con aquellos regímenes totalitarios dominantes
que los califican como reductores, su contraparte performativa -los cuerpos
masculinos, los cuales son los verdaderos diseminadores de la ideología en la
esfera pública- rara vez se lee de esa forma. En Alemania, donde el legado de
dichas prácticas iconográficas ha ejercido un peso tan fuerte y por lo tanto ha
sido sujeto de lecturas bajo modelos de análisis teóricos muy sofisticados y críti-
cos, encontramos una generación entera de cineastas, teóricos de cine, artistas e
historiadores del arte quienes, durante los años setenta y ochenta, abordaron las
problemáticas de los cuerpos sexualizados al servicio de los imperativos ideológi-
cos estatales. Pero los cuerpos mostrados en los filmes de Rainer Maria Fassbin-
der y de Werner Schroeter, en los análisis de Gertrude Koch (1993) y Thomas
Elsaesser (1989), o en las historizaciones de Silke Went o George Mosse, son los
cuerpos altamente extravagantes de una diferenciación por género y una sexua-
lización llevada a los límites del realismo representacional. Sin duda, hay análisis
más recientes que se ocupan mucho más de nuestra fascinación con estos cuerpos
del extremismo que con desarticular los vestigios de reivindicación que aún hagan
para reflejar todo menos las retóricas políticas más excesivas. Son los cuerpos
de la geografía tradicional, en la cual la unidad entre lugares y sujetos se ha fusio-
nado al punto en que podemos tener cuerpos marcados ideológicamente que se-
ñalan la especificidad de un pueblo o la relación de una raza con un lugar. Sin
embargo, ¿qué ocurre en los recovecos mucho menos extravagantes en los cuales
los cuerpos marcados por el género y sexualizados escriben narrativas históricas o
geográficas? ¿ Cómo se pueden leer los cuerpos geográficamente ambivalentes,
en lugar de geográficamente enfáticos?
Cuando empecé a pensar en las ambivalencias de la pertenencia a nivel cor-
poral, me vinieron dos ejemplos a la mente. El primero es una exposición notable
que visité en Berlín en 1986, titulada PerlonZeit. Wú Jú Frauen ihr Wirt.:1cha/tc1wun-
Jer erfebten[PerlonZeit. Cómo las mujeres vivieron su milagro económico] (1996).
Es probable que haya sido concebida como un análisis cultural y materialista de la
opresión de las mujeres durante la era de prosperidad y redomesticación de sus
vidas en la posguerra, periodo que se suscitó en todo Occidente, pero fue más
evidente en el contexto de la devastación alemana. No obstante, de alguna forma
la exposición se desvió de su intención original. En la entrada había dos imágenes
ampliadas que definían el perímetro del momento en 1945, el último momento de
la guerra. U na mostraba un grupo de mujeres desnudas, prisioneras de un campo
de concentración, apiñadas, siendo lanzadas a una fosa común. La segunda ima-
gen mostraba a mujeres nazis de alta sociedad en una gala oficial, arregladas sun-
176
CUERPOS
177
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
como principio organizador, más que a una crítica feminista relativa a la ausencia
de mujeres en su interior. Por lo tanto, si la ambivalencia histórica pudiera poner-
se de manifiesto, si la totalización de narrativas históricas pudiera perforarse o
fragmentarse al observar el periodo y la problemática a través de una inversión
feminista, quizá por medios similares se podría llegar a una significación de la
ambivalencia geográfica.
Mientras que esta posibilidad, al parecer, es bastante emocionante a la vista,
tengo aún varias preocupaciones con respecto a cómo construir el análisis en
términos teóricos. ¿ Qué es en sí la ambivalencia geográfica y cómo podrían es-
tablecerse sus lenguajes de articulación? Es evidente que se requiere más que la
significación de ciertas reticencias para habitar del todo o de forma particular un
terreno geográfico denominado. Es igual de obvio que la ambivalencia geográfica
se extiende más allá de los límites de la constitución de la identidad denominada
geográficamente; ser un ciudadano de aquí o nativo de allá. La ambivalencia que
tenía en mente intentaría reflexionar acerca de cómo las representaciones del
cuerpo que abordan las estructuras de la diferencia en general, y de la diferencia
sexual en particular, podrían poner de manifiesto a través del cuerpo una ambi-
valencia que no tenga otra forma de articulación en los discursos oficiales y en
los lenguajes de la significación.
Por lo tanto, estos cuerpos pueden estar operando de forma muy distinta si
se los lee a través de la ideología oficial o de los contextos de su propia subjetivi-
dad. La necesidad de familiarizarme, tanto con las reivindicaciones ideológicas
oficiales como con las subjetividades marginales no reivindicadas, me ha hecho
decidir apegarme a una problemática que conozco muy bien a nivel corporal,
digamos. He dedicado toda esta sección a hacer un análisis de la identidad feme-
nina israelí-europea bajo la tutela de la ideología sionista dominante y significada
por medio de las representaciones del cuerpo femenino. Este mismo cuerpo fa-
miliar me parecía que era el sitio de múltiples conflictos sobre la constitución
de la identidad en relación con el lugar. Dichos conflictos surgen de las movi-
lizaciones corporales ideológicas al servicio de una serie de ideales utópicos y
políticos irreales, así como de su uso, para constituir imágenes de los "otros"
esencializados. Sin embargo, me parecía que lo más interesante, al empezar a pen-
sar en la explotación política de las imágenes de cuerpos femeninos, era que se
volvía posible verlos como el sitio potencial para la instauración de ciertas resis-
tencias contra esa misma imposición o imperativo ideológicos. Cada vez era más
claro que, en realidad, los cuerpos expuestos estaban embrujados por sueños
prohibidos de "Europa", de una cierta feminidad aculturada, glamorosa y en gran
parte fantasmática que funcionaría como un lente, al parecer inocente, por medio
178
CUERPOS
del cual se podrían mirar en retrospectiva las culturas de las cuales han sido expul-
sados algunos ciudadanos del Estado (la parte cultural y políticamente dominan-
te). Los cuerpos femeninos, como sitios de ambivalencia geográfica o de anhelos
ocultos de cierta "accidentalidad", parecían ofrecer la posibilidad de estudiar de
forma crítica las narrativas oficiales del Estado y su producción de discursos
apasionados de pertenencia cultural.
La producción de la "pertenencia"
El mito moderno del judío como paria, forastero y errante se ha traducido, con sufi-
ciente ironía, en un mito posmoderno del judío como "otro", otro que colapsa en la
ecuación: escritura =judío = libro. Este trayecto tan exclusivo en última instancia
opaca la necesidad de cartografiar un espacio en el cual el judío era nativo, no un
extraño, sino un habitante real del tiempo y el lugar (Alcalay, 1993: 1). 1
1
De las diversas obras, tanto académicas como literarias, que he leído en la prosecución de estos
intereses, hay dos que resaltan en particular por la forma en que moldearon mi pensamiento crítico
respecto de las relaciones construidas entre judíos europeos y su sentido del lugar. El libro de
Alcalay me mostró con claridad que aunque hubo una relación entre los judíos y el lugar, no era la
reivindicada por el sionismo europeo, sino la vivida por los judíos árabes del Levante y por los
judíos religiosos que se establecieron ahí antes de la dominación sionista. De forma similar, l.1raeli
Cinema - Ea.Jt/We..itanJ the Politic.1o/ R.epre..,entation,de Ella Shohat (1987), empezó por explorar un
modelo de pensamiento sobre la cultura israelí en términos de las tensiones primermundistas y
tercermundistas, y a través de modelos analíticos de crítica del colonialismo. Aunque estas obras
no estén muy citadas aquí, pues mis preocupaciones se enfocan primero en interrogar la ideología
dominante al centrar mi atención en el género y la sexualidad, han servido para ampliar y fortalecer
continuamente mis argumentos.
179
/~
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
180
CUERPOS
El hecho de que buena parte de la cultura sionista israelí haya prestado tan
poca atención a las culturas de los judíos árabes, cuyas historias de pertenencia
regional son tan antiguas y complejas que aquéllas no les han ofrecido un modelo
de la relación recién reescrita entre un pueblo y un lugar, atestigua la naturaleza
resueltamente europea de este modelo de regreso diaspórico de la imaginación al
hogar. Un análisis que diferencie por género cada componente de este proceso,
desde las inscripciones ideológicas de las imágenes hasta los códigos gestuales de
los cuerpos performativos, de forma modesta podría encaminar modestamente el
desmantelamiento de los aspectos homogeneizadores inherentes a cualquier ideo-
logía europea totalizadora y modernista, como el sionismo.
Como israelí nativa, se me enseñó a entender el judaísmo a través del Estado
de Israel, un movimiento de fusión nacional que de algún modo también sirvió
como ruptura, o quizá una supuesta sanación, dentro del paradigma del judaísmo
como condición de paria a lo largo de los tiempos. Ahora he comenzado a re-
flexionar acerca de un modelo inverso, sobre las posibilidades de leer Israel a
través de las historias divergentes de múltiples comunidades judías fuera del Esta-
do; quizá la posibilidad de leer el Estado como un discurso nacional que moviliza
el deseo de pertenecer a través de una nueva definición, una definición exógena
de lo que es y lo que significa pertenecer. Durante mi adolescencia, cada histo-
ria que escuché, cada imagen que vi, cada canción que canté fomentó esa capa-
cidad de construir una cultura de la pertenencia en la que éramos tanto actores
como público, y al mismo tiempo producíamos esa pertenencia, culturalmente la
sondeábamos y nos dejábamos seducir por ella. En una historia tan sobredeter-
minada por la anteposición de una ansiedad y una preocupación predominantes,
resulta evidente que un conjunto de imperativos ideológicos totalizadores dejaría
de lado cualquier consideración por lo que hoy en día denominaríamos "dife-
rencia" o experiencias diferenciadas. De hecho, buena parte del propósito de
producir una cultura de la pertenencia era erradicar el concepto de "diferencia",
el cual había servido para producir la diferenciación racial que señalaba a los judíos
europeos como ajenos a la cultura de sus países anfitriones, como aquellos que no
"pertenecen". ¿ Cómo podría tal noción de diferencia, de diferencia femenina o
sexual en particular, afectar los escenarios de la pertenencia que se estaban te-
jiendo en la cultura en la que crecí? Me resulta cada vez más claro que uno no
puede tener una cultura de la pertenencia sin mantener cierta conciencia de la
"des pertenencia" frente a la cual existe en un estado permanente de desafío y
autodefinición. Por un lado, existía el modelo histórico de la "no pertenencia"
de los judíos en la denominada diáspora, y por el otro estaba la construcción de
una nueva categoría de la "no pertenencia" bajo la tutela del sionismo, como la
181
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
de los judíos árabes o los palestinos. Si este binarismo elemental es sin duda ca-
racterístico de la cultura con la que intento involucrarme, entonces también ella
debe estar imbuida de cierta nostalgia y cierto anhelo del "viejo mundo" que son
esenciales para este proyecto; sin embargo, no se les puede reconocer conscien-
temente, pues están en el fondo de aquello que el nuevo Estado se ha dado a la
tarea de reemplazar. Muchos de los caminos que por lo regular una recorrería en
un terreno menos prohibitivo y sobredeterminado se me han cerrado debido a
los discursos históricos moralizantes que hacen imposible una crítica directa del
sionismo a través de los términos que él mismo establece y los paradigmas que
determina: éstos sólo sustentarían una dicotomía verdadero/falso, correcto/inco-
rrecto. Ésta es la razón por la cual me he aventurado a examinar los deseos
contradictorios y conflictivos de la ideología sionista a través de la forma en que
representa a las mujeres.
Las contradicciones ideológicas silenciadas e ignoradas, siempre han dicho
mucho sobre las formas en las cuales las culturas establecen y representan la
feminidad como punto de encuentro entre los discursos racional e irracional.
Quizá si pudiera adquirir cierta perspectiva con respecto a cómo la cultura de la
pertenencia ha moldeado las representaciones de las identidades de las mujeres
hacia su interior, quizá también entendería más sus propias contradicciones inter-
nas. Por lo tanto, lo que intento hacer en esta sección sobre la identidad femenina
israelí-europea privilegiada y su relación con la diáspora que ha dejado atrás, no
es definirla de forma alguna, sino reunir algunos de estos elementos de interrup-
ción, dislocación y narración, y observar cómo trabajan unos con otros.
Aunque no es imperativo a nivel ideológico ni urgente en términos políticos
abordar las complejidades de otras identidades femeninas marginales y no euro-
peas dentro de la cultura israelí moderna, como las de las mujeres judías árabes o
las palestinas, esto no nos exime de la responsabilidad de examinar la formación
identitaria de quienes están en posturas privilegiadas. Estas posturas culturales
eurocéntricas del sujeto han dominado el imaginario popular relacionado con las
definiciones de identidad nacional y han determinado que toda forma de alteri-
dad es inferior a ellas. Dado que la identidad israelí europea no cuestiona sus
propios valores ni se considera algo distinto a la norma y lo universal, ha habido
pocas oportunidades de reconocer sus profundas contradicciones internas o
de problematizar su relación extremadamente incómoda con las culturas europeas,
en las cuales se inspira y se basa para construir su propia identidad, en general
híbrida. Al utilizar categorías como género y eurocentrismo para leer a través de
las narrativas de la nación fortificadas y parapetadas, podríamos arrojar luz sobre
algunas de las contradicciones inherentes que han ayudado a moldear la cultura
182
CUERPOS
israelí dominante, en relación con las culturas europeas que rechazaron a sus
propios padres fundadores.
Los modelos críticos que me han permitido analizar algunas de estas cues-
tiones han emanado, en particular, de lo que se denomina análisis crítico del
colonialismo y del discurso minoritario. Éstos plantean análisis complejos y ela-
borados tanto de los sistemas culturales construidos por el colonialismo del viejo
mundo, como de las condiciones de marginalidad e hibridez cultural y racial del
mundo poscolonial contemporáneo. En el centro de estas discusiones están las
trayectorias de las relaciones culturales de poder entre colonizadores y coloniza-
dos, o entre cultura hegemónica dominante e identidades minoritarias emergen-
tes. Sin embargo, la postura de sujeto que intento deconstruir en esta discusión
no encaja del todo ni de forma exclusiva en este marco teórico. Mientras que la
identidad israelí europea de clase media es, sin duda, una presencia colonizadora
en el mapa político regional y en el mapa étnico interno del Estado, las posturas del
sujeto femenino en su interior, son a la vez colonizadas y marginadas en relación
tanto con la ideología dominante como con las contradicciones internas resultantes
de su propia identidad con distinción de género. El intento por entender y ubicar
dichas posturas sobre el sujeto dividido -históricamente oprimido, que habita
una postura ideológica performativa y que a la vez funciona regionalmente como
poder colonial local- ha dado como resultado, en esta instancia, una forma un
tanto fragmentada e inconsistente de bricolaje teórico. En los últimos años he
encontrado demasiados análisis en los que el componente femenino de los pode-
res coloniales o colonizadores supuestamente era semejante a los imperativos de
sus contrapartes masculinas, pero estaba motivado por una serie diferente de ins-
tituciones sociales, como la esfera doméstica, más que la pública. Por lo tanto, el
recuento fragmentado resultante se ofrece con la esperanza feminista de que en
última instancia sea útil para articular una serie de contradicciones emergentes
que han sido muy malinterpretadas por la retórica de la ideología progresista
occidental.
Entonces, ¿cómo podemos intentar comprender las tensiones inherentes a la
identidad femenina israelí, así como desautorizar la autenticidad y la coherencia
que suele afirmar que posee? Parte de mi intención al hacer esto es sugerir las
posibilidades de una mayor pluralidad de voces e identidades fragmentadas y
coexistentes dentro de la región geográfica de Israel/Palestina, las cuales no nece-
sariamente deben reivindicar para sí mismas una coherencia o una autenticidad
del todo representativas, y que por lo tanto no tienen que hacerse pasar por la
única representación legítima de una población nativa. Si los conflictos y las
luchas entre israelíes y palestinos deben entenderse, más que como lucha territo-
183
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
rial, como una lucha por la posesión de una identidad auténtica y enraizada en
lo local, entonces buena parte de nuestra intención de abordar y entender estas
luchas de manera crítica debe invertirse en las reivindicaciones que hacemos de
nuestra propia identidad. En palabras de Adorno, es inmoral sentirse en casa en
el hogar propio (véase Adorno, 2003: 44), y es en nombre de la (re)posesión de
ese hogar/tierra míticos que se ha movilizado buena parte de la naturaleza insis-
tente de las identidades israelíes construidas.
Igual de importante, en mi opinión, es abordar estas cuestiones dentro de las
arenas de la cultura, de una
184
CUERPOS
Narrativas
Hace unos años, un amigo y yo nos sentamos contra los muros fortificados del
exterior de la antigua ciudad cruzada de Acre, sobre la costa norte del Medite-
rráneo, en la Israel moderna. Estábamos, como es nuestra costumbre, ignorando
la profusión multicultural a nuestro alrededor; a los israelíes y a los palestinos, a
los turistas ingleses de rostro enjuto y nariz rosada con su guía Baedeker en las
manos, y a los franceses lacónicos que se apoltronaban a beber vino local, pues
nos sentíamos inmunes a tales panoramas de la diferencia. Ambos habíamos naci-
do en el recién fundado Estado de Israel, en medio del balbuceo de las culturas
inmigrantes y sus lenguas, de lo que pronto se convertiría en una de las experien-
cias culturales más insoportables: el crisol cultural o melting pot. En vez de pensar
en eso, mecíamos los pies en el cálido Mediterráneo, mientras hablábamos del
tema más fascinante de todos: nosotros mismos. "Nuestra tragedia", proclamaba
mi amigo, "es que creemos que somos los auténticos europeos, que quienes están
en Francia, Alemania y España no son más que arribistas fraudulentos que han
usurpado el lugar cultural que nos corresponde". "Mírate", continuó, mientras me
señalaba con el dedo encorvado en gesto irónico, "eres la novena generación en
Palestina y la primera en un Estado judío independiente. Eres la realización de
los sueños y las esperanzas de tantas generaciones, pero pasas tu vida adulta in-
mersa en las dos culturas que más han oprimido a tu gente en el último siglo." Se
refería al hecho de que hice todos mis estudios en Gran Bretaña, donde viví mu-
chos años, y a que trabajo, cuando logro convencerme de ubicarme geográfica e
históricamente, en la cultura alemana moderna. Puedes ver, más no hablar, pues la
nuestra es la experiencia compartida de una niñez bajo la sombra del holocausto
europeo reciente del cual nadie podía hablar, de una narrativa omnipresente y legi-
timadora de toda forma de agresión y discriminación perpetuada por el Estado y
la cultura que no podía ni quería ser reconocida por medio del lenguaje.
Cuando tuvimos esta conversación, yo estaba leyendo una novela del autor
israelí David Grossman. La novela, titulada Véa.1e:amor, desafía cualquier intento
de categorización o descripción formal: basta decir que hay una serie de voces
narrativas, israelíes y europeas, del pasado y del presente, que intentan construir
un lenguaje del Holocausto; vivido, experimentado, recibido, malinterpretado,
mitificado y explotado. En el centro de la novela está un chico de nueve años
185
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
llamado Momik, quien crece en Israel en los años cincuenta, y es el único hijo de
dos sobrevivientes atormentados que viven entre otros sobrevivientes cuya abso-
luta desorientación se ve reflejada en el balbuceo confuso de las lenguas nuevas
y viejas con las cuales se comunican con el mundo, como si tuvieran una incerti-
dumbre temerosa sobre quién podría estarlos escuchando o sobre de qué pueden
hablar con claridad y qué debe permanecer codificado y oculto. Se trata de una
sociedad secreta de mudos que radican en el corazón de una nueva nación abrasi-
vamente orgullosa y declamatoria.
La siguiente es una escena tomada de la sección de la novela que relata la
niñez de Momik:
Bela se pasaba todo el día sentada en una de las mesas vacías, leyendo Lauhá, la revista
de las mujeres, o el Yú)wth Achronoth, el periódico de la noche, y fumando cigarrillos
Savion uno tras otro. No tiene miedo a nada y siempre dice lo que piensa. Por eso,
cuando los inspectores del Ayuntamiento vinieron a echar a Max y J\'1oritz del alma-
cén, Bela se revolvió contra ellos, y les dijo que su conciencia se lamentaría toda
la vida por ello, y tampoco tenía miedo de Ben Gurión y cuando hablaba de él le
llamaba "el pequeño dictador de Plonsk", pero no siempre hablaba así, no hay que
olvidar que ella, como todas las personas mayores que Momik conocía, vino del lla-
mado País de Allá, del que evitaban hablar demasiado - sólo pensaban en él con el
corazón antes de suspirar con un largo desgarro como éste, ¡uuuuy ! - . Esto es lo que
hacían todos, pero Bela era un poco distinta, y de ella oyó Momik unas cuantas cosas
verdaderamente importantes sobre aquel país, y, pese a que tenía prohibido contarle
aquellos secretos, le descubrió algunos detalles sobre la casa que sus padres tuvieron
en el País de Allá, y fue de boca de Bela de quien Momik oyó hablar por primera vez
de la Bestia nazi.
Bueno, a decir verdad, al principio Momik pensaba que Bela se refería a un mons-
truo fantástico o a un gigantesco dinosaurio que había existido una vez en el mundo
y al que todos temían. Pero no tuvo el valor de preguntarle de qué se trataba. Y cuan-
do llegó el nuevo abuelo y los padres de Momik volvieron a sentirse desgraciados y
sufrían y gritaban por las noches, y la situación era insostenible, Momik decidió pre-
guntar nuevamente a Bela, y ella le respondió en un tono áspero que había algunas
cosas que él, gracias a Dios, no tenía por qué saber a la edad de nueve años, y con
dedos nerviosos le desabrochó como de costumbre el botón del cuello de la camisa
y le dijo que sólo de verle así se ahogaba. Pero Momik decidió insistir y le preguntó
claramente qué clase de bestia era precisamente la Bestia nazi (porque sabía perfec-
tamente que en el mundo ya no había bestias imaginarias, ni tampoco dinosaurios).
Bela dio una profunda calada a su cigarrillo y después lo aplastó en el cenicero y
exclamó ¡uuuuy!, le miró, hizo una mueca con los labios y no quiso hablar. Pero sin
embargo algo se le escapó de la boca y dijo que la Bestia nazi podía salir de cualquier
bestia, sólo con que se la cuidara y alimentara adecuadamente, y entonces encendió
186
CUERPOS
otro cigarrillo, y sus manos temblaban un poco, y Momik comprendió que por esta
vez no le sacaría ni una palabra más (Grossman, 1993: 18-19).
Momik está tan emocionado que se queda con la boca abierta. Porque está claro que
aquí se habla con completa libertad del País de Allá. Es casi peligroso que se permi-
tan hablar así de ello, pero Momik necesita aprovechar la oportunidad y oírlo todo,
todo, para después correr y apuntarlo en el cuaderno, y también dibujar, porque hay
cosas que es mejor dibujarlas. Por ejemplo, cuando hablan de ciertos lugares del
País de Allá, él podría dibujarlos en el atlas secreto que está preparando (Grossman,
1993: 21).
Análisis
187
TERRA INFIRMA: LA CULTURA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
2
Para una lectura radicalmente novedosa de la relación entre sionismo, judaísmo y territorialidad,
según se articula a través de la ideología del regreso al "lugar de origen" (homelanJ), véase Evron,
1988.
188
CUERPOS
los palestinos, por no mencionar a las mujeres. Dada la prominencia de las cues-
tiones israelíes en los medios internacionales, no hay necesidad de hacer un
análisis crítico detallado de esta supuesta identidad, pues su incoherencia interna
se expone con frecuencia a través de una variedad de políticas muy discutidas y de
los debates feroces que éstas generan tanto a nivel nacional como internacional.
A la luz de toda esta crítica, soy producto de estos incómodos corolarios y
me parece necesario intentar desenredarlos de alguna forma potencialmente inte-
resante e inquisitiva. Ésta es, entonces, una postura de hibridez cultural que
genera la necesidad de problematizar una retórica firme de la identidad nacional,
construida con herramientas críticas transnacionales que evolucionaron al inte-
rior de los movimientos de resistencia de mi generación contra la cultura hege-
mónica y contra las categorías según las cuales la identidad nacional se establecía
como normativa y preceptiva. Por lo tanto, un análisis de las identidades feme-
ninas específicas en el Estado judío moderno es capaz de ofrecer algunas revela-
ciones útiles sobre el patrón general del conflicto y las contradicciones internas
de las cuales sería sujeto, por necesidad, cualquier forma de identidad israelí.
Para empezar, la identidad femenina se posiciona como filial, siendo "las hijas de
Sion" una variante local de la feminidad judía tradicional que ocupa una posición
secundaria en la cultura religiosa tradicional, además de estar ligada a la tierra
en sí de cierta manera filial y orgánica. Pero la naturaleza servil y secundaria de
esta postura del sujeto femenino se exacerba aún más con la carga pasiva que
representa la historia.
En un poema titulado "Sin permiso para morir", Esther Fuchs, una joven poe-
ta feminista hija de sobrevivientes del Holocausto, escribe sobre su intento falli-
do de suicidarse:
189
T ERRA ! NF IR.1
\<v\: LA CULTURA VIS AL DE LA GEOG RAFÍ A
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C UERPOS
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T ERRA I FI RMA : LA cu ,;r RJ\ V IS A L D E L A GE O G RA FÍA
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C UERPOS
ma evi d ente el niv el d e participación real de las muj eres en las ac tividad es mili tares
y clandestinas co n tra el gobierno británico, co mo preparación para lo que parecía
ser un co nfli cto inevitable co n lo s palestinos autóctonos y co n lo s Estados árabes
vec ino s, un a participación dictada por la escasez demográfica, co n sid erando que
la población judía d e Pal esti na no s umab a más de 6 00 000 habitan tes e n ese
momento.
195
T ERRA IN FIRM A : LA CULTU RA VISUAL DE LA GEOGRAFÍA
Sin embargo, las imágenes indican otra serie de cambios en la percepción de una
feminidad movilizada por una ca usa , dictada por las circunstancias má s que por
las fuertes restricciones de la pureza ideológica . Si examinamos las imágenes de
las mujeres sentadas a horcajadas junto a un monte de granadas de mano , encu-
clilladas en posiciones inverosímiles y tortuosas, o de la mujer soldado con las
manos en las caderas y en pose beligerante que contrasta con su sonrisa dulce y
encantadora, comienza a surgir un patrón distintivo. El grado de confrontación
ffsicay el énfasis aún ma yor en diferenciar por género estos cuerpos como feme-
ninos , en ponerlos como si estuvieran en exhibición, dan inicio, a través de la
in sistencia en una nueva feminidad que es consciente de su propia agresividad,
al proceso de beügerancia humanizadora. La diferencia en cuanto a significado
tiene mucho que ver con la transición de elección a necesidad , así como con las
convenciones culturales de momentos hi stóricos específicos. Lo más importante
son los momento s en los cuales los vínculos con los dos polos definitorios previa-
mente mencionados , el europeo y el oriental, se redefinen de forma radical en pro
de un constructo recién na c ido , la "mujer israelí ", a quien no se le permiten las
elecciones de las europeas ni la pasividad de las orientales. La agresión superfi-
cial enmascara un ni ve l de sumisión servilista, en esta ocasión para co n el Estado
y a la ideología sionista dominante.
196
C UER POS
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T ERRI\ I 1 FIR MA : LA CULTU RA V ISUAL DE LA GE O G RAFÍ A
3
Su o b ra se ex pu so como pa rt e d e la mu es tr a Pre.1en cia.1fe meui11n,•. qu e se pr ese nt ó e n e l Mus eo d e
A rt e d e Te l Av ive n e l ve ra no d e 1989.
198
CUERPOS
Si Ef.r¡ranviJrio y, por tanto, la "oper ac ión de a mor" de las dos máquina s se hubi e-
ra co mpletado , la Máquina de Solteros, "toda grasa y lubri cidad ", habría recibido
"combustible de amor segregado por las glándulas sex ual es de la novia " e n sus "má li-
cos" c ilindros, para encenderse con "las c hispa s eléctricas del desvestir" y mezclarse
así co n las secreciones del Molino que trabaja sin cesar, y la máx ima unión se habrí a
199
T ERRA I NF IRM A : LA C LT U RA VI S A L D E LA GE O G RA FÍA
producido. En cambio , en su forma "incompleta ", E/gran viJrio constituye una aser-
ción de la imposibilidad de la unión, de la alienación sexual del hombre y la mujer
en una situación que Lebel describe como "onanismo para dos " (Rubin, 1968: 40) .
En las obras de Siga! Primor, la novia se ha separado del vidrio y del opresivo
binarismo de la imagen de alienación sexual. Su imagen mecanicista de la femi-
nidad , su sinuosidad metálica representativa de una sexualidad femenina raciona-
lizada al servicio de algún ideal modernista u otro, se sitúan deseosas frente a la
fotografía del teatro de la ópera, ansiosas por penetrar los suculentos misterios
de las promesas culturales que ésta les hace. Es una emotiva imagen de nostalgia
cultural , de los ideales del modernismo que vuelven la mirada a las seductoras
6cciones del mundo antiguo y su creencia en la capacidad que tiene la cultura de
trascender la realid ad.
E l otro de la novia ya no es toda la gama de molinos y herramientas málicas,
sino las 6cciones del pasado hacia las que desea escapar, como si en ellas hubiera
una promesa de unión cultural, en lugar de sexual, la cua l, al estar atrapada en EL
gran vidrio mecanizado de Duchamp, se le ha negado (figura 5.12). La obra vista
como un todo percibe a la cultura como performativa, como un espectáculo dife-
renciado por género del deseo de una cultura en la cual la feminidad se escenifi-
que y se exhiba , donde sea observadora y observada. Parece en particular apro-
piado que todas estas dinámicas y estos deseos estén enmarcados en la narrativa
legitimadora del "modernismo", pues, a l igual que en la relación entre el sionismo
y el socialismo internacional, enmarca discursos en un internacionalismo Jusorio
y dentro de las metas y los ideales compartidos de una ideología del "progreso".
Me interesa en particular la obra de Primor porque me parece que tematiza y
reflexiona la condición de ambivalencia y deseos contradictorios que manifiesta
la vida cultural europeizada del Estado de Israel. Ésta es una ambivalencia del
segundo mundo hacia las culturas originarias, más que una relación tercermun-
dista con ellas, como puede verse al comparársele con la condición descrita por
el autor nacido en Palestina , Anton Shammas, cuya primera novela fue escrita en
hebreo, su segunda lengua:
200
C UERPOS
del co loni za dor es la úni ca forma de reclamar el ter ritorio como propio , y es el único
territorio que les queda para reclamar lo como Estado independiente , el úni co capaz
de ser llamado tierra nata l (S ha mm as, 1991 : 77) .
• •
r
Figura 5.11 Sigal Primor, La novia y el eco, 1990 (toma de la i_nstalación).
Cortesía de la artista.
201
T ERRA INF IRM A : LA C LT U RA V IS AL DE LA GE O G RAFÍA
Para mi argumentac ión, e l va lor de la obra de Sigal Primor es que insiste mucho
en examinar de forma crít ica los mitos de la h erencia cu ltura l y es mu y poco
co mpla ciente al seña lar ia sutil e insidiosamente posicio nada superioridad de la
herencia e urop ea en las fa n tasías co lectivas c ul tura les y en las formaciones de
id ent id ad. En su astuto reconocimiento de que la cu ltur a y los rituales c ultur ales
está n profundamente diferenciados por género y proveen un espacio de refugio
del dolor y el desasosiego co n stante que acompañan la vida diaria e n el Estado de
Israel, tamb ién expone las ficciones retóricas de las id e ntid ades de las mujeres.
Las manifestaciones externas del "n u evo comie nzo" se han co lapsado hacia ade n-
tro, hacia los polos extremos de la identidad feme nin a, sie nd o cada una a su ma-
nera una proyección fantástica de un ideal ridículamente romántico que pregona
un a nueva ident id ad, pero que parece ser incapaz de proveer co n efectividad una
202
CUERPOS
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