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Argumentos sobre el aborto por diferentes autores

En el capítulo 1 (Conservadores, liberales y moderados: un mapa de posiciones)


Ortiz Millán señala que el tema del aborto parece dividir a la gente en dos posiciones
encontradas: o se está a favor o se está en contra de la despenalización. Sin embargo, el
autor señala un aspecto clave para su postura: que al asunto del aborto habría que verlo
como una gradación y que la mayoría de la gente se encuentra en algún lugar entre los dos
extremos (p. 17). Además, no parece que la polarización de posiciones ayude al diálogo
racional y a la posibilidad de llegar a algún tipo de compromiso consensuado. Para el
conservador extremo, la premisa principal es que el cigoto es un ser humano completo
desde el momento de la concepción y que tiene un "supe derecho" a la vida que derrotaría a
cualquier otro derecho con el que entrara en conflicto (p. 20). Para este conservador sólo
sería permisible el aborto (terapéutico) cuando está en riesgo la vida de la madre. Este
aborto suele fundarse en la "doctrina del doble efecto", según la cual, si para salvar la vida
de la madre hay que realizar un aborto, entonces el mismo está permitido (p. 22). A
diferencia del conservador extremo que sólo acepta el aborto terapéutico, el moderado suele
aceptar también el eugenésico (malformaciones congénitas) y por violación, aunque tiene
grandes dificultades para aceptar —como ocurre entre liberales extremos y moderados— el
aborto por problemas económicos y fallas en los métodos anticonceptivos (p. 26) (Lariguet
& Millán, 2010)

Uno de los argumentos frecuentes para bloquear la permisión del aborto es aquel
que sostiene que la "adopción es una solución real al problema del aborto" (capítulo 4). El
autor pone en tela de juicio esta alternativa argumentando que violaría la privacidad de la
mujer sometiéndola al posible enjuiciamiento público de que es una "mala madre" por dar a
su hijo en adopción (p. 65). Además, el autor nos recuerda los prejuicios y el racismo que
subyacen a la adopción, por lo cual existe un gran número de niños sin adoptar, esto
además del hecho de que varias naciones, como México, viven una burocracia en su
sistema de adopción que involucra obstáculos legales, administrativos, vacíos legales y
discrecionalidad que de ningún modo garantizan el derecho de un niño a tener una familia e
integrarse socialmente (p. 68). Pero incluso —afirma Ortiz Millán—, aunque fuese posible
salvar estos obstáculos, el número de niños en adopción sustituibles por abortos podría
hacer colapsar el sistema de adopción, por lo cual la medida "adopción sí, aborto no" es
irresponsable. El problema de esta medida no es tanto de orden conceptual —por utilizar
conceptos equivocados de persona—, sino empírico: la solución de la adopción no es
"realista" y la propuesta en la que se basa carece de la información que requiere el caso (p.
69). (Lariguet & Millán, 2010)

Los resultados de una investigación reciente sobre el aborto, realizada en seis


países latinoamericanos (Brasil, Colombia, Chile, México, Perú y República Dominicana),
indican que las mujeres hospitalizadas por abortos complicados representan una ínfima
parte del total de aquellas que recurren a la interrupción del embarazo. Quedan fuera de los
registros todos los abortos no complicados, así como los de aquellas mujeres que sufren
complicaciones, pero las subestiman, que no tienen acceso a la atención médica, o que no la
buscan por temor. Las complicaciones del aborto son más frecuentes entre las mujeres
pobres, que recurren a métodos peligrosos y a practicantes no capacitados; y el volumen de
los casos que requieren atención hospitalaria implica costos elevados para los servicios
públicos de salud. Se calcula que en México un 40% de los embarazos son indeseados; de
éstos, el 17% termina en un aborto inducido y el 23% restante en un nacimiento no
deseado. Según las estimaciones de los expertos que realizaron el estudio, en el país uno de
cada cuatro abortos inducidos presenta complicaciones. (Gonzalez de León-Aguirre, 1995)

El aborto desde el punto de vista social

Cada día mueren 1.500 mujeres por problemas asociados al embarazo o al parto, lo
que significa que cada minuto fallece una mujer a causa de su embarazo. Las muertes
maternas están estancadas desde hace 20 años, con más de 500.000 al año. La mortalidad
materna es la principal causa de muerte entre mujeres en edad fértil en los países en
desarrollo y la inmensa mayoría de estas muertes son evitables, lo que evidencia que se
trata de "la mayor desigualdad del mundo en materia sanitaria. (Zúñiga Fajuri, 2011)

Las causas de estas muertes siguen siendo las mismas: hemorragias postparto,
infecciones, parto prolongado y, como sabemos, los abortos clandestinos que constituyen
un 30% de la tasa anual de mortalidad materna. Ello resulta especialmente alarmante si se
tiene en cuenta que se trata de uno de los factores más fáciles de eliminar si se promueve la
planificación familiar, se despenaliza la interrupción voluntaria de la gestación y se
democratiza el acceso al cuidado sanitario. Cerca de 200 mujeres mueren al día en todo el
mundo al someterse a un aborto sin las mínimas condiciones de higiene. La tendencia a la
baja en el número de hijos por mujer, que se constata en casi todo el planeta salvo en África
subsahariana, no ha evitado que aún hoy cerca del 50% de los embarazos sean no
deseados, por lo que cada año se practican 20 millones de abortos en condiciones
insalubres, con métodos peligrosos o auto inducidos. Ello significa que este año
unas 80.000 mujeres morirán a consecuencia de este tipo de abortos. Además, más de
cinco millones ingresarán en un hospital, quedarán estériles o sufrirán alteraciones durante
el resto de su vida (aproximadamente 800.000 latinoamericanas son hospitalizadas
anualmente debido a estas complicaciones) (Zúñiga Fajuri, 2011)

Quienes argumentan a favor de la penalización del aborto suelen hacerlo en la base


a la idea de que las mujeres, una vez que quedan embarazadas, pierden su condición de
personas, en el sentido que lo ha entendido Occidente a partir de las grandes revoluciones
del siglo XVIII, es decir, individuos dotados de derecho a la libertad, dignidad e igualdad.
No se puede dejar de reconocer que el reclamo de las mujeres con un embarazo no deseado
es un reclamo asociado a una apelación más amplia por la igualdad de trato. Después de
todo ningún otro individuo en ninguna otra situación es obligado a realizar el acto
supererogatorio al que son obligadas las mujeres embarazadas. (Zúñiga Fajuri, 2011)

La teoría general de los derechos humanos demanda coherencia en su aplicación


práctica al problema bioético del aborto de modo que resulta imprescindible reconocer que,
si la restricción de derechos requiere ser justificada sobre la base del dualismo "persona-
persona", las legislaciones que regulen el aborto podrán restringirlo solo cuando sea posible
reconocer, en el nasciturus, alguna de las características relevantes compartidas por las
personas humanas, como por ejemplo, la percepción o conciencia del dolor. (Zúñiga Fajuri,
2011)

Como la evidencia científica de los últimos 30 años ha confirmado que esa


característica, que ameritaría una consideración jurídica, solo aparece en la última etapa del
embarazo, entonces nuestra legislación debiera no sólo despenalizar el aborto en aquellos
casos calificados por las organizaciones de derechos humanos como graves (peligro para la
salud y vida de la madre y violación) sino que debiera proponerse, más que una reforma
con indicaciones, una ley que, como ha ocurrido en México recientemente, reconozca la
importancia de plazos, al momento de dar protección al nasciturus . (Zúñiga Fajuri, 2011)

Argumentos a favor del aborto

Se analiza al aborto como un bien social examinando las distintas miradas que tiene
la sociedad con respecto al aborto y sus leyes. Se critica la posición de los distintos actores
sociales con respecto a la posición de la Iglesia o la posición de aquellos que están a favor
de la vida. Estos no deberían estar influenciados por sus creencias personales sino por la
necesidad de la población y la de políticas públicas. Se analiza la necesidad de
despenalización del aborto por motivos de salud pública y de dignidad de las mujeres.
(Sebastiani, 2018)

El despenalizador del aborto ha debido siempre excusarse por su postura. Siempre


lo ha hecho. Quien trabaja para la despenalización es y ha sido un defensor de la mujer
porque las distintas circunstancias así lo requerían. El aborto no era bueno, pero había que
legalizarlo. Sin embargo, incluso quienes han luchado por el aborto legal han debido hacer
concesiones. Bill Clinton en campaña tuvo una frase que resume los conceptos anteriores:
"El aborto debe ser legal, seguro y raro". Nuestra sociedad premia a la mujer que tiene hijos
y condena a la que aborta. Nacer es siempre un privilegio, no importa en qué condiciones;
no nacer es un enigma filosófico. (Sebastiani, 2018)

No obstante, son varios los filósofos antinatalistas que plantean que nacer no
siempre es un beneficio y que muchas veces es un seguro pasaporte para el dolor o un daño.
La filósofa Christine Overall plantea 6 cuestiones éticas que deben ser consideradas para la
elección sobre tener o no tener hijos: (Sebastiani, 2018)

1. ¿Cuál es la buena razón para tener un hijo?

2. ¿Bajo qué condiciones tener un hijo se encuentra moralmente


justificado?

3. ¿Las mujeres tienen una obligación moral de tener hijos?

4. ¿Cuáles son las buenas razones para no tener hijos?

5. ¿Bajo qué condiciones tener un hijo es algo que puede ser


moralmente injustificado?

6. ¿Las mujeres pueden tener una obligación moral de no tener hijos?

Nada de todo esto es sencillo, habida cuenta de que uno puede tener las mejores
condiciones para tener hijos y sin embargo decide no tenerlos y viceversa. O bien están
aquellos que deciden tener hijos, pero luego cambian de opinión por una condición física, o
deciden modificarlo en base a alguna técnica genética. (Sebastiani, 2018)

Una mujer debe tener el derecho de no tener un hijo o puede rehusarse a


continuar un embarazo. Como dice la filósofa del MIT Judith Jarvis Thompson un feto
no tiene el derecho de apoderarse del cuerpo de una mujer. ¿Cómo es posible que
tengamos que obligar a una mujer que no quiere tener un hijo en ese momento de su
vida a que sea rehén de un embarazo? ¿Cómo es posible que se obligue a una mujer a
tener un hijo en contra de sus circunstancias personales, sobre la tesis de la defensa de
la vida, mientras que esa misma mujer ―o cualquier hombre― no están obligados a
donar un órgano a su hijo que está por morir para salvarle la vida? Este segundo
ejemplo, moralmente correcto y que se aplica a la práctica cotidiana, se justifica porque
la sociedad no nos puede exigir un acto heroico a los padres o a las personas en general.
¿Por qué podría exigirles un acto equivalente a las mujeres embarazadas? (Sebastiani,
2018)

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