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Universidad Austral de Chile.

Facultad de Filosofía y Humanidades.


Instituto de Historia y Ciencias Sociales.
Escuela de Graduados.
Magister en Historia del Tiempo Presente.
ICSO 138, Historiografía Actual.
Profesores Pedro Feria y Sebastián Hurtado.

Eugenia Palieraki, ¡La revolución ya viene! El MIR chileno en los años sesenta, LOM
Ediciones, Santiago, 2014, 484 páginas.
Segunda parte, La revolución: ¿un fenómeno generacional?, págs. 139-286

Juan Carlos Navarrete Espinoza

La historiadora griega Eugenia Palieraki (Atenas, 1977) viene a reafirmar en esta


obra la seriedad de su interés disciplinar por la historia política latinoamericana de los 60
con sus ímpetus revolucionarios. Traducido por Jaime Menéndez, el libro tiene como base
fundamental la tesis de doctorado de la autora para la Universidad de Paris 1 Panthéon-
Sorbonne, cotutelada por la Pontificia Universidad Católica de Chile en el año 2009, y
pretende, según expresa Palieraki, una historia crítica y reflexiva del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR), que alumbre la comprensión del periodo fundacional de la
organización a partir de 1965, pasando por su consolidación durante el periodo de gobierno
de la Democracia Cristiana (DC), hasta el triunfo de la Unidad Popular(UP) con Salvador
Allende en 1970.
No es novedoso para la historiografía reciente el interés por el MIR, cuestión bien
tenida en cuenta por Palieraki que ha buscado diferenciarse de las aproximaciones pasadas
en torno a la organización, dialogando y discutiendo en este libro con las principales tesis
sobre el tema durante el periodo acotado. La primera de ellas tiene que ver con cierta “auto
glorificación” del MIR por parte de sus militantes e historiadores afines, al concebir al
movimiento como la expresión más auténtica y consecuente en Chile de la denominada
“generación del 68”. Bajo esta perspectiva el MIR habría representado una “novedad” en la
izquierda chilena, cristalizándose en decidida oposición a la “vieja” izquierda tradicional y
“reformista”, el Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista (PC), pero además
otorgándole elementos de lucidez política al haber sido paladines de la lucha armada como
único camino factible para construir el socialismo, interpretación claramente mediada por el
trágico desenlace posterior de la UP. Otra tesis diametralmente contraria que rechaza la
autora tiende a la “demonización” y culpabilización del MIR, en cuanto aquella sería una
organización ideologizada por la Revolución cubana que habría introducido una violencia
política inusitada en la izquierda chilena, rompiendo con su tradición democrática e
institucional, lo cual posteriormente habría contribuido a la polarización del sistema
político chileno alentando la derechización del centro (las clases medias y su representación
en la DC) y la debacle sin salida de la UP.
No es casual que en ¡La revolución ya viene! Palieraki evite la expresión “izquierda
revolucionaria” para referirse al MIR, sabidas cuentas de las connotaciones que le han
asignado los promotores de la primera tesis al representar a la organización como el “cauce
natural” de los “auténticos revolucionarios” por un lado, en oposición a los “reformistas no-
revolucionarios” por otro, distinción maniquea y sumamente simplificadora y estéril para la
Historia. Particularmente Palieraki se aleja de aquel tratamiento del tema al comenzar por
poner entre comillas la expresión “nueva izquierda” en referencia al MIR, cuestión que
fundamenta principalmente en el capítulo I Genealogía de la “nueva izquierda
revolucionaria” chilena: herencia y ruptura (1924-1967), en el que se entiende al MIR
como heredero de cierta tradición “rebelde” y radical de la izquierda chilena expresada en
tendencias trotskistas, sindicalistas, socialistas y comunistas, las que configurarían una
“vieja generación” que asiste a la formación del Movimiento en 1965, siendo esta tesis base
y presupuesto para el resto del libro.
En la segunda parte en particular, La revolución: ¿un fenómeno generacional?
(capítulos 3 y 4), Palieraki dialoga y discrepa de la tesis que concibe al MIR como la
expresión más “genuina” de la “generación del 68”, cuya raigambre fundamental sería el
medio estudiantil universitario de Concepción y el grupo de camaradas de Miguel
Enríquez. Para matizar y refutar estas ideas la autora ya tiene camino ganado al haber
sentado el papel de la “vieja generación”, pasando a integrar en la narración en los capítulos
que siguen a una serie de otros actores del medio regional y nacional, los cuales influyeron
en la configuración fundacional del MIR y su acción política durante el periodo
democratacristiano signado por la reforma universitaria.
En el capítulo 3, El MIR durante los años de la “Revolución en Libertad” y de la
reforma universitaria, Palieraki nos presenta a una “joven generación” proveniente de una
elite política e intelectual regional, en cuyo éxito las redes de amistad, parentesco y
militancia tuvieron gran importancia, teniendo además como fondo una Universidad de
Concepción signada por su fuerte inspiración masónica laica, lo que favoreció un debate
político más amplio, asi como también tendencias más radicales. La autora nos sumerge en
el “tras bambalinas” de las confianzas y contactos con otras juventudes políticas, en la
flexibilidad para captar militantes de los grupos anteriores, en el uso de la “performance” y
el manejo efectista de los medios y la propaganda, en el papel de los intelectuales
universitarios, en la anuencia colaborativa de la “vieja generación”, etc. Se nos muestra en
definitiva un MIR más flexible, preocupado por formar un núcleo duro de militantes en- y
aprovechando- el contexto de Reforma universitaria.
La inclinación del MIR hacia la juventud universitaria habría sido influenciada por
la elaboración demócrata cristiana de la “Juventud” como actor político “providencial”, con
una fuerte carga ética y moral. En el MIR esto se habría traducido en una concepción de la
juventud estudiantil como “elite revolucionaria latinoamericana”, en la valoración de un
“partido joven”, lo que se habría reafirmado con la reforma universitaria. En consecuencia,
liado a la necesidad orgánica de consolidarse, la valoración de la “Juventud” llevó al MIR a
generar una captación selectiva de integrantes en este medio, principalmente de militantes
formados en otras juventudes políticas (JS, JDC, JR), lo que generó una “segunda ola”
elitista y heterogénea de nuevos militantes (véase capítulo 4).
La tesis que gravita en todo el capítulo 3 es novedosa y polémica: el MIR sería un
“subproducto” o “producto no deseado” del proyecto político la DC y su impacto en la vida
nacional. Ello estaría evidenciado según Palieraki por la influencia de la formulación ya
mencionada del “poder joven”, pero también por la teorizaciones sobre el subdesarrollo, la
reforma de la FEUC como modelo, la influencia del socialcristianismo en el ideario
militante, todo lo cual habría sido favorecido por las redes personales entre militantes
miristas y demócrata cristianos.
La tesis anterior también se hace extensible al capítulo 4, Tras la reforma… ¿la
revolución? La Universidad y la renovación de la identidad partidista del MIR, sección en
la que se muestra el viraje del MIR hacia una política de “frentes de masas”, y la búsqueda
por desprenderse de su imagen inicial de partido universitario. En el capítulo en cuestión se
plantea que la acción hacia frentes de pobladores y campesinos sería una reapropiación y
reformulación por parte del MIR de las elaboraciones creadas por la DC en torno a dichos
actores, definidos como los nuevos sostenedores del cambio político en base a cierta
imagen “comunitaria” de los mismos y acentuando su “marginalidad”, actores que no eran
entonces los gravitantes apuntados por el marxismo clásico (los trabajadores asalariados).
Además, en este capítulo se destaca el papel de la “vieja generación” y de otros partidos,
particularmente el PS, en facilitar con sus contactos (militantes, dirigentes) la inserción del
MIR en aquellos nuevos frentes sociales.
En lo metodológico, un mérito inestimable de Palieraki es la amplia y variopinta
revisión de fuentes que muestra en el libro: prensa nacional de todos los sectores, prensa
internacional, la documentación partidaria y las memorias militantes de rigor, el
interesantísimo uso de los archivos de la Universidad de Concepción, y los archivos
judiciales de Santiago, Concepción, Panguipulli, Valdivia.
Aquellas últimas fuentes nos llevan a destacar igualmente el tratamiento que hace la
autora del espacio regional y local, logrando visualizarlo como un campo de acción de
variados actores, apuntando sus relaciones, las redes y contactos, las afinidades personales,
la camaradería, el peso de la elite y prestigio en el espacio local, el papel de instituciones
diversas, las fidelidades inter-generacionales, y en general una serie de fenómenos que
escapan a la política formal (en su sentido racional).

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