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Universidad Austral de Chile.

Facultad de Filosofía y Humanidades.


Instituto de Historia y Ciencias Sociales.
Escuela de Graduados.
Magister en Historia del Tiempo Presente.
ICSO 323, Seminario I: Metodologías de Investigación.
Profesor Juan Pablo Venables.

Ficha de lectura: El oficio de sociólogo. Presupuestos epistemológicos, de


Bourdieu, Chamboredon y Passeron1.
Nombre: Juan Carlos Navarrete Espinoza Fecha: 17 de mayo de 2019

Si la cuestión epistemológica gira en torno a la pregunta por el cómo conocemos lo


que existe -y por tanto implícitamente la relación entre ontología, teoría y metodología-,
ignorar y no precisar los presupuestos epistemológicos de la generación del conocimiento
de las ciencias humanas tiene de por sí consecuencias sustanciales, sean estas conscientes o
no, sean estas explicitadas o no: determinados presupuestos metodológicos, teóricos,
ontológicos y epistemológicos existen de por sí en la investigación social, sean estos
admitidos o no.
El abordaje epistemológico entonces no hace más que intentar precisar de manera
consciente y controlada el cómo debe generarse, de la mejor manera, el saber de las
ciencias del hombre, poniendo “al desnudo” las relaciones existentes entre el plano
epistemológico, ontológico, teórico, y metodológico. Por tanto, la reflexión epistemológica
implica hacer claridad sobre los presupuestos metodológicos, los presupuestos teóricos, los
presupuestos ontológicos y los presupuestos epistemológicos mismos, junto con posibilitar
la mejor manera de hacer Ciencia Social en la interrelación práctica de todas estas
dimensiones en la investigación misma.
Convengamos entonces en que el tema sustancial de Pierre Bourdieu es cómo
construir Ciencias Sociales, y la irritación que le produce a nuestro autor la indiferencia
frente a la reflexión epistemológica, consideramos es un hilo conductor de todo de El oficio
de sociólogo. Al respecto, la disociación de la metodología -en cuanto teoría de las
operaciones de una investigación- respecto de la riqueza misma de la investigación, es un
punto de sobremanera relevante en la crítica de Bourdieu, personificado y ejemplificado
claramente en la figura de algunos de sus expertos “metodólogos”.
El problema de la disociación del método de la práctica, entre otras cosas nos
presenta una metodología abstracta y un tipo de investigador abstracto, “modelo”, con un
“aparataje de reglas” que clausuran a priori algunos descubrimientos posibles de hacer. Es
aquella una metodología sustantivada que gira sobre sí misma, que cancela el potencial
creador de los conceptos al enfrentarse con la realidad social, una metodología que se
transmuta en “decálogos” y “recetas” con pretensiones de infalibilidad eternas, y que en la
búsqueda de una perfección metodológica irrisoria puede transformar el rigor metodológico
en rituales estériles.
1
Bourdieu, P, Chamboredon, J.P. y Passeron, J.P. (2004), El oficio del sociólogo. Presupuestos
epistemológicos, México: Siglo XXI editores.
Contra aquella metodología abstraída, sustantivada, de “recetario”, con Bourdieu
basta mirar la historia de la ciencia para ver que es ingenuo pretender fijar condiciones a
priori del conocimiento científico, es garrafal perder de vista la práctica científica misma y
las preguntas que esta misma genera. Es necesario entonces junto con Bourdieu, reivindicar
el status que le corresponde la práctica científica misma en el proceso del conocimiento
científico, y creemos que una de las preocupaciones principales de Bourdieu en este libro es
asegurar en su digno sitial a la práctica científica como instancia dinamizadora en las
ciencias del hombre, relevando su gravitación creadora en el proceso científico completo.

El ethos de la práctica se presiente en Bourdieu cuando establece firmemente con


Bachelard, que “el hecho científico se conquista, construye, comprueba” (pág. 25). Explica
sobre esto Bourdieu que el hecho científico se conquista y construye contra el sentido
común, rompiendo con él, admitiendo a la Ciencia Social como un “sistema de relaciones
expresamente construido”, a diferencia del objeto “real” pre-cronstruido por la percepción
común, por la doxa, por la opinión.
Lo anterior nos remite al que tal vez sea el problema cardinal de las Ciencias
Sociales: la “familiaridad” del investigador con su objeto de estudio, la sociedad misma y la
particularidad/peculiaridad/singularidad de los entes sociales. En ese sentido, la crítica a la
sociología espontanea de Bourdieu enfrenta la ambigüedad y confusión posibles entre la
percepción y opinión común, las nociones comunes, el lenguaje común, y la construcción
de una práctica y un discurso científico social.
Es aquella una crítica declarada al “profetismo”, una prevención contra la sociología
espontánea y la ilusión del saber inmediato, un antídoto contra el “deslumbramiento” por la
riqueza y singularidad de estas configuraciones vivas que son los entes sociales, una
prevención contra la aparente “transparencia” de la doxa, en una realidad que de por sí es
ontológicamente epistémica.
Hacer Ciencia Social implica por tanto asumir por base un principio de no-
conciencia de los entes sociales sobre su existencia y realidad, contra una sociología
espontanea que tiende a reducir las relaciones sociales a la representación que de ellas se
hacen los sujetos mismos. Esta prevención de Bourdieu reviste la máxima importancia,
porque incurrir con tanta “liviandad” en aquella tendencia cancela la tarea sui generis de las
Ciencias Sociales, anula el papel del investigador y de la Ciencias del hombre en general.
Vale decir, para ser más enfáticos, asumir que los entes sociales puedan tener una
conciencia cabal de lo general y global en su constitución, una conciencia clarividente
sobre su ser en la sociedad, asumir tal haría innecesaria la existencia de las Ciencias
Sociales mismas, que no tendrían fundamento ni razón de existir: carecerían de toda
necesidad.
El hecho científico se conquista entonces de partida al asumir como fundamental un
principio de no-conciencia de los entes sociales, como una ruptura cardinal cuya
implicancia en el desarrollo mismo del proceso científico reside en asumir firmemente que
el objeto de investigación precisa una definición y construcción en función de una
problemática teórica por parte del investigador y su saber/disciplina.
La problemática teórica por tanto conquista y construye el hecho científico
asumiendo el clásico mandato platónico de acceder a la verdad con el logos. La necesidad
de las ideas platónicas es para nosotros la necesidad cardinal de la abstracción en la
construcción del objeto/problema de estudio, la necesidad de generar conceptos, la
necesidad de generar modelos como sistemas organizados de conceptos, como constructos
intelectuales que simplifican la realidad, etc. Modelos, conceptos, tipos, y otros constructos
son entonces necesarios si se quiere hacer Ciencia Social, y debe asumirse aquello como
plenamente legítimo.
Peter Burke parece estar en acuerdo pleno con esto último, distanciándose de
algunas invectivas absurdas y problemáticas estériles de la Historiografía con la teoría. En
su Historia y teoría social2 señala, o mas bien digamos “sincera”, que a pesar de las
polémicas de la disciplina, los historiadores(as) han ocupado modelos todo el tiempo,
implícita o explícitamente, por lo que la modelización debe asumirse como una necesidad
que debe explicitarse en sus usos. Lo anterior más aún, cuando de manera progresiva la
Historia ha compartido métodos con las clásicas Ciencias Sociales-particularmente la
Antropología y Sociología-, llegando a identificarse incluso como una de ellas en la
pregunta por la sociedad en su conjunto.
Debemos decir nosotros entonces, interpretando el sentir de Burke, que la
Historiografía debe y puede construir modelos y conceptos sin reticencia alguna, como ya
lo han hecho Thompson y Hobsbawm, con los conceptos de “economía moral” y
“invención de la tradición” respectivamente.

Volvamos a finalmente a Bourdieu. En la práctica investigativa nuestro autor es


majadero en instituir la necesidad de una vigilancia epistemológica, como práctica regular
para superar obstáculos epistemológicos favoreciendo las rupturas con la doxa, con una
sociología espontanea- entiéndase en general Ciencia Social espontánea- que construye
respuestas a las problemáticas teóricas desde la confianza en el sentido común de las masas.
Bourdieu también concibe como tarea de esta vigilancia epistemológica la prevención y
cuidado del investigador con las prenociones del lenguaje, las cuales pueden llegar
eventualmente a travestirse en nociones científicas en la investigación.
La necesidad de control epistemológico entonces debe traducirse en una actitud de
vigilancia que ponga “por desnudo” al error y pueda apuntar a su superación, haciendo
posible que el mismo investigador supervise su trabajo, precisando el conocimiento sobre el
error y sus condiciones de posibilidad. En consecuencia, debe polemizarse contra el error
para apuntar a la verdad, instituyendo en las Ciencias Sociales la rectificación metódica y
permanente de sus métodos, pero evitando volver restrictiva esta vigilancia en el uso de
instrumentos cuya eficacia debe juzgarse en su uso propiamente tal.
La importancia de la teoría en el proceso de la investigación científica radica
precisamente en que sea capaz en definitiva de asegurar la ruptura epistemológica y la
vigilancia epistemológica en la práctica metodológica misma. Esta teoría debe entonces
evitar presentar a la metodología como una suma de técnicas y conceptos separados,
disociados de la práctica de la investigación: “en resumen, la dialéctica del proceso
científico no puede ser reducida a una alternancia, incluso reiterada, de operaciones
independientes” (pág. 89).
Una metodología “automatizada” y “ritualizada” anula los mecanismos de la misma
que posibilitarían el despliegue de la riqueza y el potencial que surgen en la práctica misma
de la investigación:

“A la tentación que siempre surge de transformar los preceptos del método en recetas de
cocina científica o en objetos de laboratorio, sólo puede oponérsele un ejercicio constante

2
Burke, Peter (2007), Historia y teoría social, Buenos Aires: Amorrortu editores.
de la vigilancia epistemológica que, subordinando el uso de técnicas y conceptos a un
examen sobre las condiciones y los límites de su validez, proscriba la comodidad de una
aplicación automática de procedimientos probadas y señale que toda operación, no importa
cuán rutinaria y repetida sea, debe repensarse a sí misma y en función del caso particular”
(pág. 16)

Para finalizar, querríamos solo destacar brevemente la vigencia de El oficio de


sociólogo en tiempos de relativismos y “post verdad”. La idea central de que el hecho
científico se conquista, construye, comprueba, la valoración de la práctica científica como
instancia reveladora y dinamizadora de la Ciencia en la historia, se convierten hoy en
verdaderas armas críticas para reafirmar la legitimidad de hacer y seguir haciendo Ciencias
Sociales.

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