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Ideología y Ley, deconstrucción del binomio yonqui-díler.

Este texto es un avance de una investigación para el seminario sobre el enemigo de la dra. Sofía
Reding, seminario donde la preocupación original es evidenciar la geografía y sobre todo la demografía
implicada en la lógica de la guerra contra las drogas, específicamente en México, Y hacer una
comparación con otras literaturas, buscar puntos de encuentro en el los discursos, y ver que imágenes
se han creado, para poner en cuestión el motivo por el cual se sigue centrando la mayor parte de la
política punitiva en el narcomenudista, siendo que es tan estrecha la relación entre el consumidor, el
díler y la ley que supone perseguir exclusivamente al narcotraficante, ley que no está de más es la
hipocresía burguesa más explicita en el registro juridico. Sí leemos el texto de José Agutin se esta
haciendo tarde (final en laguna), como un documento histórico, cosa que por difícil que parezca
podemos hacer con casi toda novela burguesa desde el S.XIX hasta Vargas Llosa (con las dificultades
que implica meter en este mismo cajón a la novela de la crisis de conciencia) se vuelve más que
evidente que hay una relación económica muy estrecha, que esa frontera no es muy clara y que surge
sólo en la posibilidad de un excedente y que una diferencia tan absoluta como la que implican la
manera en que la ley ha definido como narcomenudeo es inviable, por no decir sospechosa. De ahí que
resultara en un intento de deconstruir, destruir o declosionar el binomio yonqui-diler como un primer
momento de la investigación. Buscar el sentido originario de estos términos que implican en su
despliegue social una relación fundamentalmente económica requieren siempre de una serie de
precisiones etimológicas.

Díler (o dealer) es aquel intermediario en la bolsa de valores que juega con activos propios y de
aquellas empresas que representa, En un sistema de franquicias, un "dealer" es la persona encargada de vender
productos o servicios en nombre de una compañía para obtener beneficios financieros a cambio.

... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/negocios/dealer.php

por su parte yonqui tiene como origen la jerga popular americana de la década del 50 en el termino
junk1, haciendo referencia directa al acto de inyectarse heroína, aunque tempranamente se lleno de una
carga semántica mayor la cual hace referencia al pluriconsumo.

Narcomenudista por otro lado, sólo hace referencia al que vende al menudeo un tipo de mercancías que
la jerga jurídica entiende por narcótico (estupefacientes y psicotrópicos), lo cual no es preciso con la
inmensa variedad de efectos y de sustancias dispuestas en el mercado, falta de precisión que no es
banal, ya que refiere a un efecto en específico, la narcolepsia, de hecho la ley general de salud sigue
1 Referencia a la nota del traductor de yonki
Ideología y Ley, deconstrucción del binomio yonqui-díler.

situando como estupefacientes una gran cantidad de anestesias así como a la cocaína que en su uso
recreativo es un estimlante y la mariguana las cual difiere por mucho en efectos y familiaridad química
con las anestesias. De alguna manera el narcomenudista vende sueños o el sueño, el término tiene una
carga moral subyacente no explicitada, pero que la ley explicita con el uso de términos como
estupefacientes (lo que estupidiza y que aparece en la ley General de Salud desde el Artículo 234, sin
aclarar la etimología del concepto) completando en el imaginario legal el origen moral 2, Que junto con
el concepto díler: aquel que juega en la bolsa su propio capital y el de otros que

En un sistema de franquicias, un es la persona encargada de vender productos o servicios en nombre de una

compañía para obtener beneficios financieros a cambio. , es decir sus propias sustancias aunque sean
consecionadas. Nos dan un panorama más amplio que posibilita encontrar al díler dentro del sector
intermedio, en la base de la cadena de distribución y como brazo obrero del negocio de las drogas.

Farmacodependiente, busca sistematizar una serie de procesos bioquimicos en un concepto político,


ubicando al drogodependiente en un espacio geográfico, el del hospital psiquiátrico o la granja de
rehabilitación. El término farmacodependiente al estar atravesado por la racionalidad clínica, lo sitúa en
la relación de investigación ordinaria de la ciencia, entre un sujeto (el especialista) y el objeto de
estudio (el enfermo), no dejando ser en su propia esencia al Dasein, que vive en el mundo en su ser-
yonqui. Yonqui por su parte hace referencia al acto consciente de inyectarse, al fetiche que crea la
jeringa, al yonqui le va su ser, ya que en este caso el Dasein (que en todo caso es el humano), se
relaciona a partir de su ser-yonqui como modalidad de su ser-en-el-mundo.

Aunque todos estos saltos entre terminologías de origen clínico y jerga cuasi heideggeriana, no son más
que una herramienta literaria para exponer el estado de la cuestión, no deben tomarse en su literalidad,
sobre todo las construcciones fenomenológicas, y esto es debido a que la fenomenología es un método
descriptivo y a no ser que refiera a un modo concreto de la experiencia humana como experiencia del
ser, entonces sólo me refiero a un sustrato antropológico que puede ser completamente estudiado y
abarcado su ontología por las ciencias política y económica.

2 En el artículo 244 se utiliza el término psicotrópico el cual aunque tiene más sutento científico, tampoco la ley establece
una aclaración etimológica, aunque diferencía ciertos usos terapeuticos, cabe aclarar que en el caso de lo que llama
estupefacientes se encuentran un gran número de anestesias empleadas corrientemente en los hospitales y que en la
misma ley sus usos terapéuticos no son nunca puestos en duda.
Ideología y Ley, deconstrucción del binomio yonqui-díler.

La siguiente es sólo una pregunta retórica, pero que puede darnos pie a pensar el modo en que se
articuló el binomio díler-yonqui y poder preguntarnos por aquello que en el español vulgar se puede
englobar con el término vicioso, y con ello quizás encontrar esa coordenada que tanto busco en la
lógica de la guerra contemporánea ¿el díler le antecede al yonqui, o es el díler una modalidad del ser-
yonki? Es decir, ¿cual es la relación implicada en el sentido de esa articulación? A que vicio o virtud
que, entendidos bajo una óptica de origen aristotélico refieren casi inmediatamente a un tipo de actitud
vital frente al mundo, de tal modo que conforman una serie de prácticas especificas donde sí puede
surgir la posibilidad de un grafema tan grosero, poco explicativo, sumanete complaciente y
profundamente metafísico como el antes mencionado ser-yonki.

Cuando pienso en el texto de José Agustín, la respuesta parece ser obvia, hay un llamado a la
coopertenencia, el yonqui y el díler son amigos 3, casi lo mismo, o en Pulp Fiction donde el díler
aparece como un profesional y todo un psiconauta, por su parte en la de pelìcula de Steven Soderbergh
Traffic4 el díler se desplaza del amigo y el amante, al extraño y peligroso, al negro que vive en el
ghetto, el cual parece más cercano al narco que al confidente y miembro de la misma comunidad, no
parece estar en la casa del ser, sino todo lo contrario, acontece como instrumentalización de una
racionalidad moderna. Donde la relación entre el Dasein y otros es como con los entes intramundanos
en cierto modo de acceso a lo ente, la de un sujeto y cosas y no en la familiaridad que hay entre
hermanos. Por otro lado el díler y el yonqui en la película Durazo, la verdadera historia, aparece como
el chivato, el tonto, la víctima que no sabe que vendió su alma al mal, como uno y el mismo, y por ello
objetos intercambiables y sustituibles. Estas distintas obras muestran los símbolos que esta cultura ha
hecho entorno al díler y el yonqui.

Ambos, díler y yonqui, comparten su vicio y su visión, motivo por lo que el término vulgar no tiene
aplicaciones jurídicas, no crea una diferencia, sólo se sitúa en el lado de la similitud, y para una
estrategia militar, no poder diferenciar y aclarar objetivos no es práctico, aunque para efectos del
ejercicio de la violencia esa diferencia sea secundaria. He aquí la trampa más clara que la reforma a la
ley general de salud muestra, todo yonqui devendrá díler ¿pero cómo es esto? El díler más allá de la
extranjería siempre jugará de su propio capital, todo yonqui venderá un poco de lo suyo o lo regalará a
otro yonqui que sufra de una tremenda eriza, siempre que le sobre un poco, reiterando lo dicho lineas

3 Cita textual
4 Minuto y segundo tal de la pelìcula
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atrás, siempre tenga un excedente.

Pero sí hay una posibilidad de devenir yonqui-díler o díler-yonqui es porque en el supuesto horizonte
cultural del yonqui, que es el mismo de todos nosotros: el mercado; hay un especialista o profesional,
esa profesión es la que indica el término díler. Al sustantivo le precede una generalidad indicada por un
verbo que no es explicito, incluso no tiene mayor existencia que la que puede tener entre una
comunidad estrecha de hablantes del español: dilerear. ¿Y qué es dilerear? Aquí la literatura
latinoamericana contemporánea puede dar de nuevo luz. En Carta abierta a un dealer publicada por la
revista Vice Colombia e el 2015, de un tal Pericles nos expone una ruptura amorosa con su díler,
Son ya varios años desde que nos conocimos. Tuve que pasar por muchas manos antes de caer en las tuyas. Y
aunque creí que nunca te dejaría, las cosas han cambiado. Los tiempos ahora ya no son los mismos y ahora te
exijo que me respetes y valores más. He compartido contigo muchas cosas: desde dinero para fotocopias en la
universidad, las quincenas de cuando fui empleado, hasta las ganancias de la empresa que hoy tengo. A estas
alturas de la vida no terminaré como un adicto problemático haciendo turnos para que me manipules o
maltrates. Y aunque mi fidelidad hacia ti ha sido inquebrantable, hoy te confieso que ando coqueteado con

otros que me han tratado muy bien en los últimos meses.

y al mismo tiempo da indicios de la función que tiene el profesional de las drogas: absorver los
peligros que conlleva el tráfico y distribuir en los distintos sectores de la geografía de la ciudad las
sustancias, es decir, es el punto de encuentro entre el narcotraficante y el consumidor, entre el que
ejerce la violencia para llevar una mercancía y entre quien la recibe para obtener esa misma mercancía.
También me hablo con un morrito que compra en la deepweb con bitcoin: es muy hábil en la red y se las
arregla para cumplirme con la oferta completa: calidad garantizada, precio, variedad, nuevas y mejores
drogas de síntesis y diseño. En este negocio de la web no hay intermediaros que corten el perico o me
cambien las pastas, ni que maten gente para controlar el negocio. Lo más importante: mi conciencia está un
poco más tranquila.
Es por ello que no debe extrañarnos que la mayor parte de la población carcelaria del país relacionada
con delitos contra la salud sean en su mayoría díleres. 5 Esto último es sospecha, ya que como lo
muestra Informe del IDPC del 2011, un número considerable de los arrestos son por posesión.

Con lo anterior no busco que se empatice con el díler, no más que con cualquier otro benefactor, pero
para poder construir una propuesta emancipadora es necesario ubicar dentro de una cartografía de lo
simbólico, el papel del díler y lo que podríamos decir, su espíritu y su sacrificio. Espíritu que se

5 Falta dato
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manifiesta en su sacrificio; sacrificio que es su profesión y vocación de servicio.

Pero ¿cuál es el servicio que presta el díler? Para decirlo groseramente, el díler soporta la violencia y
purifica la sustancia, la vuelve ecuánime. Pero esta ecuanimidad no debe entenderse en su sentido
ordinario, no hay sustancia ecuánime, sino en el sentido de que el riesgo que implica el trato con el
narcotraficante, el militar o el policía lo hace suyo, negocia con el “mal encarnado” y lo expía para el
yonki. Reitero este es el motivo por el cual la mayor parte de la población carcelaria involucrada en
crímenes contra la salud al menos en la ciudad de México deben ser por concepto de “narcomenudeo”.
Pero este no es el único servicio que presta, y la carta de Vice vuelve a explicitar la función comercial
que desarrolla el díler en la cultura yonki: el amado.

En este nuevo concepto es donde quiero que pensemos la posibilidad de una demografía del díler-
yonqui, esa demografía que la política de guerra quiere extirpar de la sociedad, como sí de un cáncer se
tratase, intercambiando la relación filial por la del miedo. Y miedo en este sentido no es otra cosa que
ideología, lo que nos lleva al título de esta ponencia, ya que la ideología no es otra cosa que la
modalidad del mito en los estados seculares, donde la ley adquiere su fuerza vinculante, su legitimidad
sobre un sector y otro, legitimidad que es visible en el modo en que construye leyes, y aquí la ley no es
otra cosa que la facultad de dar nombre a la cosa, y fijar en su nombre una condena, o mejor dicho, un
destino.

Aquí todo destino es un llamado, el destino nos interpela y nos hace participes del modo inexorable del
Dasein respecto a todos los objetos intramundanos, que es siempre su ser-en-el-mundo, es decir, es
donde surge la posibilidad de una propuesta emansipadora como un no ser ajeno a otro Dasein que en
su vocación de vida se coloca en el centro del deseo de la economía libidinal. El díler se configura
dentro del imaginario cultural yonqui lo que en el pasado o en el monte tenían el signo del chaman,
ahora atravesado por la masificación y el conflicto, hay buenos y malos díleres, que se ganan el afecto
u el odio de los yonquis y que se juegan la vida frente a una aparato punitivo que busca los afectos y
fundamentalmente la fidelidad de las masas económicamente viables, excluyendo de su centro a
aquellos que en la historia sea por el azar o por elección se posicionan en los margenes, primero
poíticos y después nominales de una economía de guerra, la cual a identificado en el control de las
rutas de distribución una serie de beneficios que se materializan en su lucha por la hegemonía;
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hegemonía lingüística y política que se traduce en un ejercicio desmedido de la violencia.

Es en la proposición anterior donde encuentro el problema filosófico más conflictivo de la esta


exposición, como es posible trazar un modo originario de acceso al ser, cuando lo que se vuelve
evidente es una pregunta por la economía política implicada en una nominación, o dicho de otra
manera, como puede explicarse original o filosóficamente lo que se muestra como un desarrollo epocal
de una forma particular de antropología, en la manera de un desplazamiento de la pregunta por el
sentido del ser a la del sentido del hombre, cuando el lugar que una fenomenología daría por sentado es
a aquel que hace la pregunta por el sentido del ser en este caso ser-yonqui en su carácter invariable, en
su escencia cuando lo que se muestra es una variación que expresa el sentido social de toda
nomenclatura. Para decirlo de otra manera y con una pregunta final ¿Este binomio díler-yonqui o
yonqui-díler que se muestra como una vocación humana, no es otro modo de enunciar otra vocación
que es la de ser filósofo y por ello pensarla en el sentido de una apertura del ser?

Ya que la filosofía tiende a plantearse como eminentemente propias todo preguntar universal, es decir,
que en su enunciado este implicada toda la humanidad y no sólo un sector, de ser sólo una parcela
antropológica y no una pregunta ética en el mejor de los casos. Por lo que estamos frente a otra ciencia
y en la mayoría en un encubrimiento teórico que responde a los intereses personales del filósofo,
fundamentalmente políticos. Para decirlo de otra manera, si hablo desde la fenomenología es para
hablar de política y tratar de romper la censura del filósofo sin por ello hacer evidentes mis
compromisos teórico políticos más allá de el hecho de ser coorgnizador de este espacio de dialogo, y
hacer una apropiación filosófica del problema político que implica la relación entre consumidores y
vendedores de sustancias, aunque el resultado sea al menos una puesta en cuestión de una suerte de
antropología filosófica.

Este giro antropológico obliga a pensar desde una pregunta estructural tanto por aquellas causalidades
sociológicas para la emergencia de esta valoración positiva del fenómeno. Eso en lo que el proceso
muestra la necesidad de una deconstrucción, deconstrucción que pone en evidencia todo un entramado
tecnológico que podemos llamar onto-teológico-político para utilizar la terminología de Patxi Lanceros,
para referirse a las estrategias de gobernabilidad de todo poder soberano que de manera accidental
conforman el modo de vida de una cultura en determinado espacio geográfico.
Ideología y Ley, deconstrucción del binomio yonqui-díler.

La parte pendiente es explorar esas especificidades sociológicas de esa relación comercial en las
ciudades contemporáneas, para poder demostrar o refutar la hipótesis con la que inicié esta
investigación para el seminario del CIALC, que es la de mostrar el complejo entramado simbólico
económico y sexual que han conformado desde las bases populares, las distintas políticas de enemistad
que nos hacen participes tanto por parte de consumidores ocasionales o yonquis declarados, de ese odio
generalizado hacia aquel trabajador del mercado de las drogas, que puede con su tiempo de trabajo
invertido generar la plusvalia de ese sector que ha sido identificado con el mal más perverso y violento
del libre mercado que es el narcotráfico.

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