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Tecnicatura en actuación

Actuación 1 - 2019
TP – Experiencias con el Libro:
Trabajar con Grotowski
Sobre las acciones físicas
de Thomas Richard
Profesora: Lara Serra
Alumno: Matías Eduardo Farinati

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Contenido: Reflexiones personales (emociones, sensaciones,
reflexiones, conexiones, identificaciones, empatías) mientras leían el
libro

Fueron tres los momentos en los que me sentí identificado:


 Thomas habla del diletantismo, palabra que tuve que buscar en el diccionario y
con la cual me llevé una gran sorpresa:

Diletante:
adjetivo/nombre común
1. [persona] Que tiene afición por una o varias artes o disciplinas del
saber.
2. [persona] Que cultiva un arte o una disciplina como aficionado, no
como profesional, generalmente por no tener capacidad para ello.

El arte que amo, como aficionado y fanático, es el cine. Luego de ver el


documental “La historia del cine, una odisea” de Mark Cousins (capítulos 1 y 2)
decidí dar el primer paso para dejar de ser un mero espectador/consumidor.
Decidí estudiar qué hay detrás de la realización, qué sucede en la cocina de una
película. También me fascinó el trabajo del actor/actriz. Veía que ellos durante
un instante son otra persona. Que se ponían en la piel de sus personajes y
vivían otra vida. Pensé que tal vez, al igual que ellos, estudiando actuación
podría vivir otras vidas. Hoy considero que lo que le sucede al actor es algo
completamente diferente. Encontré un mundo tan rico, complejo y por sobre
todas las cosas bello, que me atrapó más que la idea inicial.
Al cine lo he encarado turísticamente (por ahora), he aprendido a escribir un
guion, a dibujar un storyboard, a tomar fotografías, a manejar la cámara, a editar
fotos y videos, a entender los cortes, la narrativa, los géneros, he comprendido
los conceptos de composición, montaje, iluminación, etc. Cada una de estas
cosas las he explorado sin profundizarlas.
Luego de ser técnico electrónico y terminar la facultad de ingeniería como un
alumno aplicado y de que pocas veces los estudios me sorprendieron, comencé
el viaje de estudiar teatro. Decidí dejar de lado a este alumno aplicado para
darme el lujo de disfrutar del estudio de una manera distendida. Sin las
presiones de las notas y la auto exigencia. No es por subestimarlo. Ni mucho
menos por considerarlo inferior, simplemente es por la necesidad personal de
disfrutar el camino. Lamentablemente esto me hace caer en el diletantismo o
turismo, como hablo más adelante.
Se podría decir que soy un diletante de distintas artes, muy probablemente por
el hecho de no tener talento. Paso de una a otra buscando aquella en la que
pueda sentirme capaz.

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Antes sentía culpa por dejar las cosas a la mitad y no profesionalizarlas, pero
luego me entregué al disfrute y a entender que como jobista también aprendo.
Seguramente aún no he encontrado EL ARTE en la que pueda enfocar todas
mis energías.

 En los comienzos de su estudio, Thomas realizó algunos talleres y recibió la


crítica de ser un “turista”:
“Me atacó por ser un «turista». En la terminología de Grotowski, un
«turista» es alguien que viaja por el mundo sin raíces, una persona que
va de un sitio a otro de manera superficial. Un artista también puede
trabajar «turísticamente»: adicto al escalofrío de las primeras
improvisaciones, no tiene la paciencia para trabajar en la estructura. Se
aburre cuando sus nervios no escuecen, y lo descarta todo para buscar
una nueva proposición que vuelva a excitar sus nervios. Esta clase de
artista pasa de un primer esbozo a otro primer esbozo sin jamás cavar en
profundidad, sin explorar ni un solo terreno por completo.”
Algunas veces puedo ver en mí este turismo por las artes. Me doy una vuelta por la
fotografía, la edición, el dibujo, la pintura, las artes plásticas, las manualidades, el
diseño, etc. Disfruto de comprender la teoría y cada tanto ponerla en práctica.
Falazmente le echo la culpa a “no tener tiempo” cuando me pregunto el porqué de no
poner manos a la obra.
Suelo sorprenderme con la teoría detrás de las artes de los demás y no tanto con la
práctica propia. Tal vez tenga que ver con lo sinuoso y espinado que es el camino de la
búsqueda artística propia. Y la falta de convicción para invertir tiempo y trabajo con el
fin de lograr frutos interesantes.

 Thomas describe dos clases de actores, los clasifica por la forma en la que su
cuerpo y su mente se ponen en acción a la hora de resolver un problema
concreto:

“Hay un tipo de actor … que está más centrado en la mente, como si


tuviera el dominio de las cosas totalmente localizado en la mente lógica.
A menudo, esta clase de actor trabaja cómodamente con las acciones
físicas cuando, como primer paso, construyen su propuesta. Abordan el
trabajo del actor desde la mente lógica, primero haciéndose preguntas:
qué hicieron o qué harían en esas circunstancias. A menudo construyen
una partitura y memorizan la secuencia lógica de las acciones incluso
antes de llegar a hacer ninguna acción física. El peligro de esta clase de
actor reside en que a veces su arte, a pesar de tener lógica, resulta frío y
nunca llega a conmover; aunque no cabe ninguna duda de que algunos

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actores dentro de esta clasificación llegan a un alto nivel de calidad en su
arte.”

Desde que comencé los estudios, me han marcado esta característica. Al


principio creí que en parte era un estigma o un estereotipo que se me puso por
mi pasado (y presente) ingenieril. Cabe destacar que siempre consideré esta la
forma natural de resolver cualquier situación. Luego como esto se convirtió en
un obstáculo en determinados ejercicios (ya que las consignas mismas
requieren una metodología más física) me senté a tratar de dilucidar: ¿Qué hay
en el fondo de estas metodologías? Me pregunté: ¿Cómo otro compañeros y
compañas no tienen este problema? Si no es la lógica ¿Qué están usando para
tomar sus decisiones? ¿Qué están usando para crear? ¿Qué pasa por la cabeza
de los que logran aplacar la razón?
Responder estas preguntas me llevó de nuevo al punto inicial, a usar la razón.
Responderlas con lógica y utilizar esas respuestas al momento de actuar, me
llevarán nuevamente al mismo fracaso.
Un camino posible (que estoy experimentando) es el de dejarme llevar. Ser
guiado por las situaciones, mis compañeros y las emociones. Como si estuviera
flotando en la marea. Dejar que ella me lleve mientras hago solo lo
indispensable para no ahogarme.

Leyendo el libro, uno puede encontrar todas las similitudes entre los trabajos realizados
en clase y los descriptos por Thomas. Hasta en los detalles más pequeños, como tener
una libreta personal para escribir los aspectos emocionales del día a día. No me voy a
poner a enumerarlos porque creo que todos pudimos detectarlos y, además, vos los
conocés como nadie.
Si comentaría, que antes de leer el libro, en una ronda de mate, Jimena nos dice
sorprendida que en tu clase estamos haciendo exactamente lo que hizo Thomas. Esto
hizo que, a la hora de leer el libro, las cosas no me sorprendieran. Como si las clases
fueran un spoiler del libro. En cambio, de haber leído el libro antes, el libro hubiera sido
un spoiler de las clases.
Si bien el libro lo podíamos leer en cualquier momento de la cursada, lo leí en las
vacaciones de invierno. Entonces primero realicé práctica y luego empiece a
comprender la teoría.
Hoy creo que encararía la práctica de una manera muy diferente.

Recuerdo que lo que más me sorprendió en el paso de la ingeniería al teatro fue la


metodología de las consignas. Por ejemplo, al leer un texto, la ingeniería da las
preguntas y se pretende que llegues a LA respuesta correcta. En cambio, el teatro
espera que vos generes las preguntas, y nunca intentes llegar a una respuesta
definitiva y final. Esta diferencia me fascinó. Pero a la vez me generó dificultades.

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El día de hoy, sigo peleado con situaciones típicas del aprendizaje teatral como la
siguiente:

Profesor/a: Alumno, agarre esa lapicera.


(el alumno levanta la mano para agarrarla)
Profesor/a: (deteniéndolo en la mitad de la acción) ¡No! ¡No! ¡No! ¡Así no! Agarre
la lapicera, pero sin agarrar la lapicera.
(el alumno (yo) queda congelado al no entender que hacer frente a la
contradicción)

Este tipo de contradicciones se presentan constantemente en el aprendizaje de teatro.


Son las situaciones más difíciles. Algunos las considerarían imposibles. El mismo
Grotowski las utilizaba, por ejemplo, se suponía que una palabra inventada, un sonido
que el producía con la boca era la esencia de lo que él esperaba ver en escena, o les
daba indicaciones en polaco cuando el actor no entendía ese idioma. Leyendo a
Thomas entiendo qué es lo que se busca con estas consignas ambiguas y confusas:
mantenerse en una búsqueda constante.

“Grotowski me había estado oyendo desde otra habitación, y después me hizo


un comentario muy importante sobre cantar mecánicamente. Me dijo que las
primeras veces que canté la canción, todavía inseguro de la melodía, mi manera
de cantar estaba llena de vida; era modesta y viva porque en ella había una
acción verdadera: estaba buscando la canción. Pero desde el momento en que
pensé que ya sabía la canción, empecé a cantar como si ya la supiera, y ya no
hubo acción, sólo repetición mecánica, Entonces, La canción estaba muerta,
había dejado de funcionar. Como pensaba que me sabía la canción, ya no me
implicaba en la búsqueda viva.”

Me impactó la soltura con la que Thomas describe los errores típicos que cometemos al
actuar. Como detecta las emociones y sentimientos que sentimos al pararnos frente a
los compañeros. También describe perfectamente cómo es el proceso del ego del actor
y la montaña rusa a la que se ve sometido.
Hay un aspecto en el que lo defiendo de los fuertes ataques que recibió de su maestro.
Él estaba estudiando para aprender a actuar, pero lo pusieron a montar, a escribir y a
componer sin ayuda de ningún músico, dramaturgo o director. Sus errores fueron todos
los que el espectador instruido puede ver desde su butaca. Todos esos aspectos
deberían ser contemplados por un director.
Pero Grotowski pretendía formar a un actor dueño de todos los aspectos de su obra.
Los aspectos internos y externos, los inherentes a la actuación, pero también a su
interacción con el todo de la situación teatral.

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