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#60: Vence al mayor mal con la fe

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Estoy seguro que si eres católico alguna vez o más de una vez has ido de
misiones. Si todavía no lo has hecho ve.

Las primeras misiones las organizó Jesucristo cuando envió a sus


discípulos para anunciar la buena noticia a todos los pueblos
cercanos.[1] Desde entonces nunca ha cesado de haber misiones y la
Iglesia envía tanto a sacerdotes como a laicos a misionar.

Las misiones tienen el mismo propósito siempre: anunciar a cada


nueva generación la buena noticia. Hay tantas malas noticias, entonces
¿cuál es la buena? La buena noticia es el Reino de Dios. Dios reina y
reinará siempre.

El Papa Benedicto XVI en su libro Jesús de Nazaret explica que


Jesucristo mismo es el Reino de Dios y que por tanto puedes substituir
todos los versículos de la Biblia en donde se menciona el Reino de Dios
por el nombre Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, para entender o conocer
mejor quién es Cristo. Por ejemplo, en el mismo pasaje al que me referí
anteriormente se menciona: Y los envió a proclamar el Reino de Dios y
a sanar a los enfermos, que se puede substituir de la siguiente manera:
Y los envió a proclamar a Jesucristo y a sanar a los enfermos.

La lectura para la reflexión de hoy está tomada del libro de Josué. Para
disponer el alma y abrir el corazón a Dios te recomiendo como siempre
ponerte en su santa presencia y pedir luz al Espíritu Santo.

La batalla de Ai
14 El ver esto, el rey de Ai se apresuró a salir con toda su gente para
combatir contra Israel en la bajada, frente a la Arabá, sin saber que le
habían tendido una emboscada detrás de la ciudad.
15 Josué y todo Israel fingieron caer derrotados delante de ellos y
huyeron por el camino del desierto.
16 Entonces se convocó a toda la gente que estaba en la ciudad para
que saliera a perseguirlos, y todos persiguieron a Josué, alejándose de
la ciudad.
17 No hubo un solo hombre en Ai o en Betel que no saliera en
persecución de Israel. Y cuando lo hicieron, dejaron abiertas las
puertas de la ciudad.
18 Entonces el Señor dijo a Josué: «Apunta hacia Ai con la jabalina
que tienes en la mano, porque yo te entrego la ciudad». Josué apuntó
contra la ciudad con la jabalina que tenía en la mano;
19 y tan pronto como extendió su brazo, los hombres que estaban
emboscados salieron rápidamente de su escondite, entraron a la
carrera en la ciudad, la tomaron y la incendiaron sin perder un
instante.[2]

Reflexión.

La misión es un encargo, una encomienda de Dios. La encomienda es


una operación de conquista. Por lo tanto si eres misionero, sal y
conquista a tus hermanos en Cristo para Dios. La jabalina que tienes
en la mano es la fe que has recibido de Dios y la táctica vencedora es
mostrar tu fe en el punto climático de la batalla; exponerte a que todos
te vean y en ese momento mostrar tu fe, dar testimonio de tu fe. Así se
mueven los corazones de las gentes y se sentirán atraídos hacia Dios.

¿Dónde obtengo esa jabalina en medio del desierto en donde ni


siquiera hay árboles? Esa jabalina te la da Dios. Pídele a Dios la fe y el
gustoso te la regala. Usa la fe para vencer el mal. El mal de la
incredulidad es el mayor mal.

Pidamos a la Santísima Virgen María que nos enseñe a hacer la misma


oración y con la misma fe que ella demostró cuando
dijo: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que
has dicho»[3]

[1] Lc, 9, 6 [2] Jos, 8, 14-19 [3] Lc, 1, 38

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