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Capitulo I
La naturaleza de la revelación que se encuentra en Cristo y las obras de Dios se
le es manifestada atreves de la historia de la salvación donde Dios se muestra
mediante su palabra como amigo del hombre, confirmando de este modo la
doctrina.
Cuando Dios revela hay que prestarle "la obediencia de la fe", por la que el
hombre se confía libre y totalmente a Dios asintiendo voluntariamente a la
revelación hecha por El. Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que
proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, para que la inteligencia
de la revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona
constantemente la fe por medio de sus dones.
Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con seguridad por la
luz natural de la razón humana, partiendo de las criaturas, pero enseña que hay
que atribuir a Su revelación el que todo lo divino que por su naturaleza no sea
inaccesible a la razón humana lo pueden conocer todos fácilmente, con certeza y
sin error alguno, incluso en la condición presente del género humano.
Capitulo II.
Apóstoles y sucesores.
Cuando Dios revelo la salvación escogió a cierto grupo de personas (Apóstoles)
quienes su deber era transmitir lo que Dios había mandado y fue transmitida a
todas las generaciones. La revelación se consuma en Cristo.
Las generaciones dejaron a los obispos como sus sucesores para poder mantener
y conservar integro y vivo el Evangelio.
La sagrada tradición.
Esta consiste en transmitir la revelación de Dios a todas las generaciones para
poder conservarla hasta el fin de los tiempos. Así los apóstoles comunican lo que
han recibido dejándolo a fieles para que ellos también puedan transmitirlo.
Los apóstoles son quienes iniciaron con esta tradición, que en progresa con la
iglesia y el espíritu santo asistiéndola.
CAPITULO III
Las verdades mostradas en las sagradas escrituras son inspiración por Dios, lo
que se dice y se expresa en la Santa biblia tiene autores separados por capítulos
e identificados por versículos pero cada uno de ello fue escrito por Santos o
canónicos apostólicos y por hagiógrafos pero cada uno de ellos escribieron lo que
Dios les inspiro y lo podemos comprobar: Toda la Escritura es inspirada por Dios,
y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de
que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra.
Para poder interpretar lo que Dios quiso expresar en las sagradas escrituras por
medio de los hagiógrafos tenemos que investigar, pero también tenemos que
investigar los géneros literarios en lo que están escritos, algunos de ellos son:
históricos, profético, poéticos, entre otros. Tomando en cuenta la cultura y la
época en lo que fueron escritos.
• La condescendencia de Dios.
CAPITULO IV
Según el testimonio de los Hechos de los Apóstoles, el anuncio cristiano tuvo que
confrontarse desde el inicio con las corrientes filosóficas de la época. El mismo
libro narra la discusión que san Pablo tuvo en Atenas con «algunos filósofos
epicúreos y estoicos» (17, 18). El análisis exegético del discurso en el Areópago
ha puesto de relieve repetidas alusiones a convicciones populares sobre todo de
origen estoico.
En efecto, uno de los mayores esfuerzos realizados por los filósofos del
pensamiento clásico fue purificar de formas mitológicas la concepción que los
hombres tenían de Dios. Fue tarea de los padres de la filosofía mostrar el vínculo
entre la razón y la religión. Dirigiendo la mirada hacia los principios universales, no
se contentaron con los mitos antiguos, sino que quisieron dar fundamento racional
a su creencia en la divinidad. Se inició así un camino que, abandonando las
tradiciones antiguas particulares, se abría a un proceso más conforme a las
exigencias de la razón universal. El objetivo que dicho proceso buscaba era la
conciencia crítica de aquello en lo que se creía. El concepto de la divinidad fue el
primero que se benefició de este camino. Las supersticiones fueron reconocidas
como tales y la religión se purificó, al menos en parte, mediante el análisis
racional.
Las vías para alcanzar la verdad siguen siendo muchas; sin embargo, como la
verdad cristiana tiene un valor salvífico, cualquiera de estas vías puede seguirse
con tal de que conduzca a la meta final, es decir, a la revelación de Jesucristo.
La filosofía griega, para este autor, no tiene como primer objetivo completar o
reforzar la verdad cristiana; su cometido es, más bien, la defensa de la fe: « La
enseñanza del Salvador es perfecta y nada le falta, porque es fuerza y sabiduría
de Dios; en cambio, la filosofía griega con su tributo no hace más sólida la verdad;
pero haciendo impotente el ataque de la sofística e impidiendo las emboscadas
fraudulentas de la verdad, se dice que es con propiedad empalizada y muro de la
viña ».
Contra los ataques lanzados por el filósofo Celso, Orígenes asume la filosofía
platónica para argumentar y responderle. Refiriéndose a no pocos elementos del
pensamiento platónico, comienza a elaborar una primera forma de teología
cristiana. En la filosofía aristotélica, por ejemplo, con este nombre se referían a la
parte más noble y al verdadero culmen de la reflexión filosófica. Sin embargo, a la
luz de la Revelación cristiana lo que anteriormente designaba una doctrina
genérica sobre la divinidad adquirió un significado del todo nuevo, en cuanto
definía la reflexión que el creyente realizaba para expresar la verdadera doctrina
sobre Dios.
EL NUEVO TESTAMENTO
En los escritos del nuevo testamento Dios muestra su vigor con su palabra divina,
es decir que con esto se hará la salvación de lo que se cree, se manifiesta a su
Padre con sus obras, como la muerte, resurrección y gloriosa ascensión.
Los cuatro evangelios Marcos Cleanl Lucas (Toro) Juan (Aguita) Mateo
Angel, tienen además otras cartas como a San Pablo y otros libros, todos
eran inspirados en el Espíritu Santo.
CAPITULO VI
La Iglesia venera las Sagradas Escrituras.
Las sagradas escrituras son algo tan venerado por la Iglesia, así como lo es el
cuerpo de Cristo, pues, estas inspiradas por Dios y escritas de una vez para
siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar
la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles.
Es necesario que la religión cristiana se nutra de las Sagradas Escrituras, porque
es la palabra de Dios, por lo tanto, es eficaz, fortalece la fe, alimenta el alma, y es
una fuente pura y perenne de la vida espiritual.
Es muy importante que los cristianos tengan un amplio acceso a las Sagradas
Escrituras, por ello es importante que se realicen traducciones aptas y fieles en
varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los sagrados libros. Esto
genera un gran beneficio para todos los que deseen nutrirse de la palabra de Dios,
porque les permite acercarse más a Él sin importar el idioma o el país en que se
encuentren.
La Iglesia (esposa del Verbo Encarnado), enseñada por el Espíritu Santo, debe
acercarse cada día más a la más profunda inteligencia de las Sagradas Escrituras,
con el fin de alimentar a sus hijos con las divinas enseñanzas.
Los exegetas católicos, y demás teólogos deben trabajar fuertemente unos con
otros investigando y proponiendo las Letras Divinas, bajo la vigilancia del Sagrado
Magisterio, con el fin de que el pueblo de Dios sea enriquecido con las Escrituras,
dando luz a su mente, haciendo que sus voluntades sean más robustas y que el
corazón del hombre se encienda en el amor de Dios.
El Santo Concilio hace un llamado a los todos los religiosos a que aprendan "el
sublime conocimiento de Jesucristo", con la lectura frecuente de las divinas
Escrituras. "Porque el desconocimiento de las Escrituras es también
desconocimiento de Cristo", sin olvidar que se debe acompañar la oración a la
lectura de la Sagrada Escritura para que se entable un diálogo entre Dios y el
hombre; porque "a El hablamos cuando oramos, y a El oímos cuando leemos las
palabras divinas.