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× Salón de Primavera de 1. Se presenta, como el asesino


× Juan Pablo Castel
1946  2. Empieza a contar como la conoció
× María Iribarne 3. La conoce en una exposición de arte
Allende (Esposo) × Buenos Aires
× ya que esta (maria) apreciaba ua
× León Bloy × esquina de San Martín ventanita en su obra MATERNIDAD
× María Iribarne Hunter × edificio de la Compañía T. que nadie mas había apreciado
× Vivía en la calle Posadas, 4. Este (juan) no tuvo valor de hablarle y
× El doctor Prato 
casi en la esquina de ella (maria) se va de la expo.
× doctor Bernard o 5. Juan pasa meses pensando en ella,
Seaver
Bertrand planteándose hipótesis y planes para
× la Recoleta
× doctor Goldenberg hablar con ella
× la Avenida Centenario
× Mapelli o Lartigue 6. Después de 3 meses de la expo, juan
× la Plaza Francia caminaba por la vereda cuando la vio
× Primo Hunter
× Puerto Nuevo y la siguió hasta el edificio de la
× Richard
× Caminé por Viamonte  COMPAÑÍA T
× Mimí Allende 7. Intenta entablar conversación con ella
× casa  la calle Posadas
× Georgie  (maria) per este se va
× La Estancia  8. Ella lo persigue
× café Marzotto 9. Hablan del cuadro, pero esta se
muestra renuente ante el«.
10. Se separan, y juan la pierde, piensa
en como volverla a ver y trata y tra
esperando en el edf de la compañía
11. En esos intentos un día la ve salir del
metro y este se la lleva, del brazo.
12. Ella se vuelve a mostrar renuente y le
explica porque
13. Después de dicho encuentra se
suceden muchos mas, hasta que
maria se va por un tiempo a una
estancia
14. Juan la busca en su casa, para su
sopresa descubre que es casada con,
un ciego llamado Allende
15. Sospecha mil cosas de ella, se sigue
plantenado hipótesis««.
16. Al volver ella de la estancia se dan
encuentros muy tensos en los que el
teriman hiriendo los sentimientos de
ella, y esta por ultimo se retira a la
estancia««
17. A lo largo de estos periodos juan
sospecha que ella lo engañaba con
HUNTER el primo de allende
18. Va a la estancia a petición de ella«.,
pasan buenos momentos hasta que
este vio algo entre ella y hunter
19. Huye de la estancia
20. En buenos aires el le escribe, que la
nescesita ella vuelve« pero se va de
nuevo a la estancia con HUNTER
21. Juan enloquece y decide matarla
22. Juan va a la estancia en la noche y la
mata en su cuarto«««.
23. FIN««««««« xD


      

 

Conozco bastante bien el alma humana para prever que pensarán en la vanidad. Piensen lo que quieran: me importa un
bledo; hace rato que me importan un bledo la opinión y la justicia de los hombres. Supongan, pues, que publico esta
historia por vanidad. Al fin de cuentas estoy hecho de carne, huesos, pelo y uñas como cualquier otro hombre y me
parecería muy injusto que exigiesen de mí, precisamente de mí, cualidades especiales; uno se cree a veces un
superhombre, hasta que advierte que también es mezquino, sucio y pérfido. De la vanidad no digo nada: creo que nadie
está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de
Einstein o gente por el estilo; respuesta:  
 
 
    quiero decir    
 
Aun
cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la
modestia.

vanidad se encuentra en los lugares más inesperados: al lado de la bondad, de la abnegación, de la generosidad.
Cuando yo era chico y me desesperaba ante la idea de que mi madre debía morirse un día (con los años se llega a
saber que la muerte no sólo es soportable sino hasta reconfortante), no imaginaba que mi madre pudiese tener defectos

Algo mucho más demostrativo me sucedió a mí mismo cuando la operaron de cáncer. Para llegar a tiempo tuve que
viajar dos días enteros sin dormir. Cuando llegué al lado de su cama, su rostro de cadáver logró sonreírme levemente,
con ternura, y murmuró unas palabras para compadecerme (¡ella se compadecía de mi cansancio!). Y yo sentí dentro
de mí, oscuramente, el vanidoso orgullo de haber acudido tan pronto. Confieso este secreto para que vean hasta qué
punto no me creo mejor que los demás

este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie

pero como no tengo interés en pasar por excéntrico

anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme

que soy muy tímido

Confieso que en un tiempo les tuve mucha envidia, pues, aunque nunca fui mujeriego, o precisamente por no
haberlo sido, en dos otres oportunidades lamenté no poder comunicarme con una mujer, en esos pocos casos en que
parece imposible resignarse a la idea de que será para siempre ajena a nuestra vida. Desgraciadamente, estuve
condenado a permanecer ajeno a la vida de cualquier mujer.
La experiencia me ha demostrado que lo que a mí me parece claro y evidente casi nunca lo es para el resto de mis
semejantes

En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie
humana. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que ²
felizmente² la gente las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me
caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que "todo tiempo pasado fue peor",
si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros
cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido
museo de la vergüenza. ¡Cuántas veces he quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después
de leer una noticia en la sección policial!.

Pero la verdad es que no siempre lo más vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales
son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano: es
una honesta y profunda convicción. ¿Un individuo es pernicioso?. Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo
una    Piensen cuánto peor es para la sociedad que ese individuo siga destilando su veneno y que en vez
de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recurriendo a anónimos, maledicencia y otras bajezas semejantes. En lo
que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a
seis o siete tipos que conozco.

Realmente, en este caso hay más de una razón. Diré antes que nada, que detesto los grupos, las sectas, las
cofradías, los gremios y en general esos conjuntos de bichos que se reúnen por razones de profesión, de gusto o de
manía semejante. Esos conglomerados tienen una cantidad de atributos grotescos, la repetición del tipo, al jerga, la
vanidad de creerse superiores al resto.
Después, está el asunto de la jerga, otra de las características que menos soporto. Basta examinar cualquiera de los
ejemplos: el psicoanálisis, el comunismo, el fascismo, el periodismo. No tengo preferencias; todos me son repugnantes

Es una plaga que nunca pude entender

la humanidad me pareció siempre detestable.

Salí a caminar y de pronto me encontré en la calle Corrientes. Me pasaba algo muy extraño: miraba con simpatía a todo
el mundo. Creo haber dicho que me he propuesto hacer este relato en forma totalmente imparcial y ahora daré la
primera prueba, confesando uno de mis peores defectos: siempre he mirado con antipatía y hasta con asco a la gente,
sobre todo a la gente amontonada; nunca he soportado las playas en verano. Algunos hombres, algunas mujeres
aisladas me fueron muy queridos, por otros sentí admiración (no soy envidioso), por otros tuve verdadera simpatía; por
los chicos siempre tuve ternura y compasión (sobre todo cuando, mediante un esfuerzo mental, trataba de olvidar que al
fin serían hombres como los demás); pero,    

 

Me había hecho tanto a la idea de verla ese mismo día y esperaba cosas tan importantes de ese encuentro que
este anuncio me dejó anonadado. Se me ocurrieron una serie de preguntas: ¿Por qué había resuelto ir al campo?
Evidentemente, esta resolución había sido tomada después de nuestra conversación telefónica, porque, si no, me
habría dicho algo acerca del viaje y, sobre todo, no habría aceptado mi sugestión de hablar por teléfono a la mañana
siguiente. Ahora bien, si esa resolución era posterior a la conversación por teléfono ¿sería también 
     
 
  Y si era consecuencia, ¿por qué?, ¿quería huir de mí una vez más?, ¿temía el inevitable encuentro
del otro día?
Este inesperado viaje al campo despertó la primera duda. Como sucede siempre, empecé a encontrar
sospechosos detalles anteriores a los que antes no había dado importancia. ¿Por qué esos cambios de voz en el
teléfono el día anterior? ¿Quiénes eran esas gentes que "entraban y salían" y que le impedían hablar con naturalidad?
Además, 
 
                ¿Y por qué vaciló esa mujer cuando pregunté por la señorita
Iribarne? Pero una frase sobre todo se me había grabado como con ácido: "Cuando cierro la puerta saben que no
deben molestarme." Pensé que alrededor de María existían muchas sombras.


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