El documento describe la decadencia moral de la antigua Roma y cómo el emperador Augusto restauró el orden mediante la conversión de la moralidad en ley y el refuerzo de estas leyes con una fuerza policial estricta. También critica los efectos negativos de la dependencia excesiva de la ayuda social y cómo esta puede deshumanizar a las personas al quitarles la responsabilidad y el orgullo.
El documento describe la decadencia moral de la antigua Roma y cómo el emperador Augusto restauró el orden mediante la conversión de la moralidad en ley y el refuerzo de estas leyes con una fuerza policial estricta. También critica los efectos negativos de la dependencia excesiva de la ayuda social y cómo esta puede deshumanizar a las personas al quitarles la responsabilidad y el orgullo.
El documento describe la decadencia moral de la antigua Roma y cómo el emperador Augusto restauró el orden mediante la conversión de la moralidad en ley y el refuerzo de estas leyes con una fuerza policial estricta. También critica los efectos negativos de la dependencia excesiva de la ayuda social y cómo esta puede deshumanizar a las personas al quitarles la responsabilidad y el orgullo.
¿Está usted desmoralizado y hecho polvo? ¿Y cómo no habría de estarlo?
Es agotador tener que razonar en todo momento en un universo que no es razonable.
El emperador Octavio, Cesar Augusto, fue un humanista en el más profundo sentido
de la palabra; tomó el mando del Imperio romano en un periodo degenerado muy parecido al nuestro. La prostitución, el divorcio, el alcoholismo, el liberalismo, la homosexualidad, la pornografía, el aborto, la venalidad, el crimen, el control del trabajo, la delincuencia juvenil, la cobardía, el ateísmo, la extorsión, la difamación y el robo estaban en el pináculo de la moda. Roma era el paraíso de los gañisteis, los pervertidos y los haraganes, lo mismo que ahora es América. Como sucede hoy, las fuerzas de la ley y el orden eran abiertamente atacadas por la multitud, los niños crecían desobedientes, no tenían respeto ninguno por sus padres ni por su país; ninguna mujer decente caminaba segura por las calles. ¿Cómo resolver aquel estado de cosas? Había entonces liberales blandos, como hay liberales torpes ahora, que dijeron lo que los liberales dicen siempre después que han llevado a una gran nación a esa condición ilegal e incomprensible: ¡Pero si estamos mejor que nunca! ¡Fijaos en la libertad! ¡Pensad en la igualdad! ¡Mirad cómo hemos arrojado de la escena a la hipocresía sexual! La gente se avergonzaba antes cuando pensaba en la violación y la fornicación, pero ahora pueden hacerlo alegremente cuando quieran! Y ¿qué podían decir los terribles y serios conservadores de aquella época feliz? Se morían de ancianidad en medio del ridículo. Sus hijos se habían vuelto contra ellos gracias a los liberales, a la gente que amaba a todo el mundo, bárbaros incluidos. ¡Aquellos imbéciles amaban tanto a los bárbaros que querían abrirles todas las puertas, que los soldados dejaran sus armas y que los bárbaros entraran en el Imperio!. Y ¿qué métodos utilizó César Augusto para poner orden en todo aquello? Hizo lo que nos dicen a menudo que no debemos hacer, lo que afirman que jamás servirá de nada: convirtió la moral en ley, y reforzó aquellas leyes irrebatibles con una fuerza de policía cruel y que jamás sonreía. Y a partir de entonces fue ILEGAL que un romano se condujera como un cerdo.
Sobre los beneficios de los seguros sociales y otras formas de atención:
¿Hemos ayudado realmente a esas personas? Considerad esos ejemplares, resultado de nuestra compasión. ¿Qué podemos decir a esta tercera generación de las gentes para quienes la ayuda social se ha convertido en un modus vivendi? Observad cuidadosamente nuestra obra, a la que hemos regalado millones, incluso en épocas de abundancia. Esas gentes no trabajan ni trabajarán jamás. Con la cabeza inclinada, y sin preocuparse de pensar, carecen de orgullo y amor propio. Son totalmente irresponsables, no por malicia, sino por su intrínseca animalidad, es un ganado que se deja conducir sin intereses. La falta de uso les ha atrofiado la vista y la facultad de razonar. Hablad con ellos y os daréis cuenta de que han perdido toda semejanza con los seres humanos, excepto el hecho de que caminan sobre los pies y hablan...como loros. “Más, dadnos más. Necesitamos más” son los únicos pensamientos que han aprendido.