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PSICOLOGÍA

DE LOS
CICLOS VITALES

Acompañamiento Terapéutico

Docente: Luciana Alegre


Lic. y Prof. en Psicología (UNLP)

- Año 2020 -
Aclaración:

El presente cuadernillo es un compilado de textos de diferentes autores que serán abordados en el curso
del módulo. El mismo ha sido realizado por la docente a cargo. Los textos originales se encuentran a
disposición en caso de desear consultarlos o leerlos de manera completa en su fuente original. -

Para tener en cuenta…

Leer enriquece. Brinda herramientas para comunicarnos, debatir, intercambiar puntos de


vista, defender posiciones, trabajar, crear, pensar y re-pensar.
La lectura de los contenidos que aquí se desarrollan resultará relevante y valiosa, si está
movilizada y motivada por un deseo (sea cual fuera: aprender, investigar, lograr una mirada
crítica, sumar conocimientos a los ya existentes, etc.). Ese mismo deseo será el que lleve a
cada uno a comprometerse cada vez más y de manera inagotable en la profesión de
Acompañante Terapéutico.
El compromiso es fundamental en el trabajo de acompañar. Para que exista un compromiso
es necesario que haya conocimiento. No se puede estar comprometido a hacer algo si
desconocemos los aspectos de ese compromiso, las obligaciones que supone.
Por ello, el compromiso como futuros profesionales de la salud empieza desde la formación,
con todo lo que esto conlleva: participar, implicarse, cuestionar(se). En fin, habitar el espacio,
hacerse parte, darle valor. Y para que todo esto sea posible la lectura es una herramienta
fundamental, que será de suma importancia para afrontar los desafíos de la práctica
profesional.

Los invito a transitar un camino de aprendizaje mutuo.

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CONTENIDO 1

“Revisión crítica del


concepto evolutivo en
Psicología.”

- Teorías y corrientes.
- Desarrollo, evolución, crecimiento, maduración.
- Tiempo biológico, tiempo cronológico y tiempo psíquico.

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CIENCIAS A LA LUZ DE PARADIGMAS

¿Qué es un paradigma?

Significado del origen de la palabra: “ejemplo” “modelo”.


Un paradigma es un conjunto de conocimientos científicos teóricos y prácticos que predominan en un
determinado momento histórico.

En Psicología, han existido y existen múltiples paradigmas. Esto quiere decir que no hay una sola teoría o
corriente en dicha ciencia que se anteponga o elimine a otras, sino que pueden coexistir por un período
de tiempo prolongado.

Algunas de las corrientes actuales en Psicología:


• Terapia cognitivo-conductual
• Terapia Gestalt
• Terapia sistémica
• Teoría humanista
• Psicoanálisis

En el desarrollo de este módulo nos acercaremos a esta última, el Psicoanálisis.

¿Qué es el Psicoanálisis?

La psicología como ciencia surgió en el Siglo XIX a raíz -en parte- de la falta de explicación por parte de las
ciencias médicas (psiquiatría, neurología) de ciertas conductas y malestares. La medicina se quedó sin
respuesta ante algunos comportamientos que no tenían correlato con una lesión física comprobable. Ante
ello nace –por parte de diferentes personajes de la época- la inquietud de dar respuesta a las causas de
dichas conductas, desde un punto de vista que no incluía afecciones físicas u orgánicas notorias.

Son diferentes las propuestas teóricas que se impulsaron, algunas de las cuales perduran al día de hoy y
conforman los diferentes modos de abordaje teóricos y prácticos dentro de la Psicología.

A fines del siglo XIX y principios del XX, hace su aparición Sigmund Freud, médico neurólogo austríaco de
la época, quien se conoce actualmente como el padre o fundador del Psicoanálisis.
Del griego psykhé y análysis, significa análisis del alma o mente.
Análisis como búsqueda de aquello que va desde lo mas general a lo particular del sujeto, siempre
teniendo en cuenta el contexto socio cultural.

Freud se distanció de la medicina y de sus modos de abordaje. En esta última ciencia, el saber siempre
estaba del lado del médico, sus diagnósticos eran indiscutibles aún cuando no existían métodos o técnicas
que comprobaran esto. Por el contrario, en el método analítico el saber lo tiene el paciente (es un saber
inconsciente) acerca de lo que padece.
El objetivo principal del psicoanálisis es lograr hacer consciente lo inconsciente, apelando a la verdad del
sujeto y proponiendo una rectificación subjetiva: esto es, ¿Qué lugar ocupa el sujeto en eso de lo cual se
queja? Lo fundamental entonces es la sintomatización de la queja.

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¿Qué es el síntoma?

“Los síntomas […] son actos perjudiciales o, al menos, inútiles para la vida en su conjunto; a menudo la persona se
queja de que los realiza contra su voluntad, y conllevan displacer o sufrimiento para ella. Su principal perjuicio consiste
en el gasto anímico que ellos mismos cuestan y, además, en el que se necesita para combatirlos […] estos dos costos
pueden traer como consecuencia un extraordinario empobrecimiento de la persona…” 1

Un síntoma entonces provoca malestar en el sujeto, le obstaculiza su vida cotidiana.


A diferencia de la medicina, en donde la suma de síntomas da como resultado un determinado
diagnóstico, en psicoanálisis el síntoma es el resultado de un proceso. Es una formación del inconsciente,
(al igual que los actos fallidos, los chistes, los olvidos, etc.) es un producto del inconsciente.

El síntoma, por un lado, implica una toma de posición del sujeto respecto del padecimiento; por otro lado,
ese padecimiento es irreductible frente a las soluciones cotidianas que se le puedan ofrecer.

En el síntoma hay un goce; el paciente goza del síntoma, e inconscientemente no quiere desprenderse de
él. El paciente extrae un beneficio del síntoma, por lo que la cura le supondría la emergencia de angustia.
Por esto, el trabajo analítico implica un costo alto al sujeto, en tiempo y gasto de energía. Y aún así, la
cura total del síntoma (o los síntomas) es poco probable. Se apuesta entonces a que el sujeto pueda
detectar sus puntos frágiles y sepa que hacer con ellos.

El síntoma entonces es un intento de solución al conflicto que se da en el interior del aparato psíquico.

¿Qué es y cómo está formado el aparato psíquico?

Freud desarrolló dos tópicas:

Tópica viene del griego “topos” que significa lugar. Es decir, Freud va a desarrollar una teoría del aparato
psíquico en donde habría lugares para cada una de las instancias, con reglas y modos de funcionamiento
propios. Aunque no sea un lugar “físico” que pueda observarse.

Primera tópica: (Años 1913-1915) Consciente (cc) – Preconciente (Prcc) – Inconsciente (Icc). → el
llamado “esquema del peine”.

El nivel consciente, es el más accesible del aparato psíquico, está formado por lo que se percibe. Las
representaciones conscientes son todo lo que se registra ya sea fuera del sujeto, a través de los sentidos
vista, olfato, gusto, motricidad (lo que ve, escucha, hace), como también lo que pasa dentro del sujeto
(recuerdos, deseos, sentimientos, emociones, etc.). Predomina la lógica de la realidad. Se adapta al
medio circundante, a los códigos del lenguaje literal, los contenidos tienen un significado en si mismo,
sin significados ocultos.

El nivel preconsciente, es el nivel mas cercano a la conciencia, están relacionados entre sí, ya que
disponen de cierta movilidad. Es decir, que los contenidos o representaciones que se encuentran en este
nivel, ingresan fácilmente al nivel conciente porque han sido olvidados transitoriamente.

El inconsciente, es el nivel donde se encuentran todos los contenidos, emociones, deseos, ideas,
vivencias y conflictos reprimidos que no tienen lugar en la conciencia, debido a que la intensidad que

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Freud, Sigmund. Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17]). 23ª conferencia “Los caminos de la
formación de síntoma”.

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poseen producen displacer (sufrimiento) a la persona cuando los recuerda, por ello los reprime y
permanecen oculto en este nivel. Es atemporal, Es la búsqueda del placer inmediato sin ninguna censura
o prohibición.

Al crear la segunda teoría o tópica sobre el aparato psíquico, Freud no abandona la primera, sino que la
complejiza. Está destinada a abordar fenómenos clínicos que no responden a la lógica de la primera
tópica.

Segunda Tópica: (Años 1920 en adelante) Tres instancias: Yo – Ello – Superyó.

ELLO: de contenido inconsciente, representa la búsqueda de satisfacción inmediata de la pulsión2, puro


placer. DESEO. No tiene contacto directo con el mundo exterior y nos sería incognoscible si no fuera por
la mediación de otra instancia (el yo).

SUPERYO: es la instancia moral, enjuiciadora de la actividad yoica (Yo). Representa los pensamientos
morales y éticos recibidos de la cultura. LEY, DEBER.

YO: es la instancia psíquica mediadora entre las otras dos. Intenta conciliar las exigencias normativas y
punitivas del superyó así como las demandas de la realidad, con los intereses del ello por satisfacer
deseos inconscientes. Mientras que al ello no le preocupa más que la obtención de placer, al yo
corresponde tomar en consideración la seguridad, dado que se ocupa de la tarea de la
autoconservación. Tiene la ardua tarea de mediar entre dos amenazas: por un lado, el mundo exterior y,
por el otro, un mundo interior muy demandante.

Este funcionamiento psíquico está en constante trabajo para lograr mantener un equilibrio que responda,
a la vez, a las exigencias externas al yo y a toda la puja interna.

Desde esta perspectiva teórica será que abordaremos los diferentes contenidos de este módulo.

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Impulso psíquico que tiene su origen en una excitación interna (un estado de tensión) y que se dirige a un único fin preciso:
suprimir o calmar ese estado de tensión. Para lograrlo, la pulsión se sirve de un objeto, el que sin embargo no es uno preciso, ni
está predeterminado, ni es de una vez para siempre.

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¿Qué significa “evolución”?

En el diccionario encontramos las siguientes definiciones:

Evolutivo o evolución (del latín evolutio) significa: acción y efecto de evolucionar. Adelanto. Desarrollo de
las cosas o de los organismos. Serie de transformaciones sucesivas. Transformación progresiva. La palabra
conserva su sentido genérico de desarrollo.
Se ha usado y se usa para designar una teoría o doctrina particular “Teoría de la evolución”: una teoría
biológica de la transformación de las especies vivas, de una a otra (Darwin.1859).

En las últimas décadas, los estudios en genética han orientado la teoría de la evolución hacia el terreno
de las investigaciones, llegándose a la conclusión de que evolución no significa necesariamente progreso,
y mucho menos progreso unilineal, necesario y constante. La historia de la vida suministra datos no solo
de progresos sino de retrocesos, alteraciones y mutaciones inesperadas.

La vida tiende a aprovechar las posibilidades que se le ofrecen o que encuentra. Aunque a veces no todas
las oportunidades se aprovechan.

Desarrollo: se encuentra ligado a la evolución, al progreso, a la connotación optimista. Desplegar lo que


ya estaba en estado latente.

Preferimos conservar las nociones de evolución y desarrollo en su sentido restringido, aplicado a


determinados procesos biológicos que implican cambios, a funciones instrumentales (motricidad,
percepción, maduración neuronal y gonadal) que son la apoyatura infraestructural para el surgimiento de
lo psíquico. Su condición necesaria pero no suficiente. A su vez, tendremos en cuenta que lo real del
cuerpo biológico impone un límite a los procesos psíquicos.

Entonces, es necesario que exista un cuerpo biológico y orgánico con sus funciones, que será la base de
todos los procesos psíquicos que en él se alojarán (sentimientos, afectos, vínculos, etc.).

Sí tendremos en cuenta la vertiente temporal: aquello que adviene en un determinado momento del
desarrollo, ya no puede o no es susceptible de producirse en otro.

Por lo tanto, los procesos madurativos biológicos proponen “condiciones de posibilidad”, habilitan que el
infans pueda apropiarse del universo simbólico al que adviene y lo precede. Para que se ponga en juego
esa “condición de posibilidad”, necesitará de la presencia y el “encuentro” con las instancias parentales
(condición suficiente para la estructuración del sujeto). Y en esto interviene el azar.

El azar, junto con el determinismo, orientan la vida de un sujeto. Ni todo esta determinado, ni todo librado
al azar. Si todo fuese determinado, no habría lugar al surgimiento de lo nuevo, y si todo fuera azar no
habría orden ni posibilidad de historizar. La historia de un sujeto contempla a la vez lo que permanece y
lo que cambia. El azar está dado por acontecimientos: aquello que irrumpe bajo el signo que marca una
discontinuidad en el devenir de un sujeto. En tanto irrupción no determinada, quedará en relación a la
noción de azar.

La historia de los seres humanos y la historia en general está constituida por elementos del orden de lo
acontencial devenidos acontecimiento. Y este acontencial sólo deviene significativo - capaz de producir
efectos - cuando es capaz de poner en desbalance los modos habituales de funcionamiento.

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El determinismo y el azar – lo que permanece y lo que cambia – nos dará lugar entonces a comprender la
singularidad de la historia de cada sujeto, como ha sido construida, cuales son sus puntos de ruptura y
como se ha reorganizado la estructura a partir de ellos.

Esto nos permite entender los diferentes ciclos vitales en relación a los trabajos psíquicos que realiza un
sujeto, como elaboración de los fenómenos y procesos que atraviesa y que lo atraviesan, en donde los
vínculos, afectos y el contexto portador de una ley tienen un papel principal en la escena.

No hay un tiempo único que abarque todos los acontecimientos del universo, ni tampoco el ser humano.
Hay tiempos locales específicos:

1- Tiempo cronológico: el de los relojes, convencional. Tiempo lineal, irreversible.


2- Tiempo madurativo: tiempo irreversible. Referido a lo real del cuerpo. Es el tiempo del
desarrollo que sigue ciertas leyes, pero que incluye variantes individuales. Da cuenta de un antes y un
después. Posee un ritmo y una continuidad.
3- Tiempos lógicos: porque refiere a procesos psíquicos. Procesos nunca lineales, donde se
articula lo nuevo y las marcas ya constituidas. A este nivel el tiempo se torna reversible. Con la constitución
del sujeto, el tiempo de la subjetividad deviene historia singular. Con tiempos y lógicas propias. La de la
historia singular, significada por el yo. A través de hechos nuevos se generan nuevos sentidos (tiempo
retroactivo).

La historia singular no es una crónica de sucesos. Será lo que cada uno va construyendo, metabolizando,
interpretando, elaborando de lo vivido. El sujeto dará a cada suceso, a cada hecho madurativo, una
significación.
A diferencia del ritmo y la continuidad del desarrollo, la historia del sujeto estará marcada por cortes,
discontinuidades, momentos claves. Por la emergencia de lo nuevo, la repetición, lo traumático y sus
retornos, que podrán o no, ser resignificados a posteriori.

Entonces: conceptualizar lo que permanece en lo que cambia, y lo que cambia dentro de una estructura
permanente, supone desentrañar los procesos en juego, como dijimos, teniendo en cuenta el
entrecruzamiento del tiempo madurativo (irreversible) y del tiempo lógico, tiempo psíquico (reversible).
Considerar este entrecruzamiento, supone no caer en la perspectiva “evolucionista” de marcar etapas con
límites definidos en su comienzo y fin.

Por todo ello, debemos permitirnos pensar la niñez, pubertad, adolescencia, adultez y vejez más allá de
la edad.

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CONTENIDO 2

Prematuración humana

- Necesidad de amparo y sostén biológico y psíquico


- Entorno de crianza y contexto identificatorio en la infancia y niñez

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Sujeto – Cuerpo - Funciones

Venimos desentrañando ese algo tan particular que es el cuerpo para el sujeto, su puesta en sentido, su
constitución y construcción en el plano del devenir, al que el sujeto inscribirá como su historia. Cuando
hablamos de “cuerpo” ya estamos implicando algún tipo de inscripción psíquica.

El cuerpo del infans será alojado por quienes cumplan las funciones de amparo y sostén. Vale aclarar que
el concepto de función refiere a lo que la cultura espera como ideal a cumplir de los lugares del parentesco
y a cómo se ponen en juego en los vínculos intersubjetivos. Una función puede ser desempeñada en grado
variable desde diferentes lugares de la estructura familiar, y aún por fuera de la misma, por otros agentes
socializadores.

La función materna será entonces quien oficie como portavoz de la cultura, introduciendo al niño desde
el comienzo en el contexto que lo recibe: uno mas amplio (cultural, social, económico, etc) y uno mas
cercano (familiar). Esta función -poseedora de deseos inconscientes y anhelos narcisísticos, propios, en
relación al bebé - irrumpe en el cuerpo del hijo en el encuentro del amamantamiento, dejándose a su vez,
afectar por él.

La entrada al mundo del viviente humano quedará marcada por una “castración original” por su
dependencia absoluta en relación al otro asistente (Falta). Como efecto de la acción protésica de la madre
que ofrece su pecho al infans, de los encuentros y desencuentros, de las experiencias de placer y
sufrimiento, se inscribirán las primeras marcas fundantes de introducción a un universo simbólico3 que lo
precede y de aquello que comienza a inscribirse producto de la ausencia de satisfacción de la necesidad
por parte de la función materna.

El infans llega con una falta inaugural que deberá saciar. La primera satisfacción viene dada por medio del
alimento que calma la necesidad fisiológica de hambre. A partir de allí, se habilita una satisfacción mayor:
la del encuentro que produce –de ahí en mas- que el bebé no necesite solo el alimento sino a ese
otro/otros que lo provee y que, además, provee caricias, miradas, afecto. Freud llamó a esto primer
vivencia de satisfacción: aquí se da la articulación entre la condición necesaria (biológica) y la suficiente
(psíquica)

Hay ciertos enunciados identificatorios que recaen sobre el niño y cavan el lugar al que el Yo del infans
advendrá y posibilitarán que desde los comienzos de la vida, madre, padre y otros significativos le provean
de experiencias unificantes sensoriales (caricias, acunamiento), que le posibilitarán esa experiencia como
“siendo cuerpo”.

Esta prehistoria marca su llegada, un lugar en la estructura del parentesco y del conjunto, que él viene a
ocupar. Lugar del que se apropiará de acuerdo a las posibilidades de su singularidad y de su historia. Por
eso dijimos, que la estructura simbólica, el lenguaje, lo marcan de entrada a través del primer sistema de
transformaciones que la madre representa para el bebé. ¿Qué transforma?: un grito en llamada, la leche
en oferta de amor, el cuerpo como “cosa del mundo” en cuerpo propio.

La corporeidad resulta del encuentro del deseo y el cuerpo funcional; transforma el cuerpo-cosa en un
cuerpo-ser.

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Lo simbólico es esencialmente una dimensión lingüística, dado que la forma básica de intercambio es la comunicación (el
“intercambio de palabras”).

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Donald Winnicott4 plantea que es por y en la sutil relación con la madre que el infans accede a y dispone
de, una identificación primaria, directa, inmediata, donde adquiere el sentimiento, sensación de ser:
esencialmente de “ser cuerpo”; luego de ser un cuerpo, a la representación psíquica de tener un cuerpo.

Esto será posible si la madre es portadora en su psiquismo, si hay inscripto en ella la función de la
tercereidad (deseo hacia su pareja, de otros proyectos, otros vínculos, más allá del hijo, y si anhela, en fin,
la autonomía de ese hijo respecto de ella). Dicha tercereidad representada y ejercida por la “función
paterna”, como complemento de la función amparadora materna, contribuyendo a diferenciar el cuerpo
del niño de la función materna, para que comience a representarse como otro, separado de ella.

En este proceso de complejización psíquica, se va operando la transformación que implica el pasaje del
predominio de la necesidad a la satisfacción parcial de la pulsión. Al satisfacerse parcialmente instala la
dialéctica del DESEO. Deseo que implica el reconocimiento de la falta, de la carencia, y resulta soporte de
un cuerpo.

El cuerpo no es una realidad en si misma, sino una construcción simbólica compleja. De allí la diversidad
de representaciones que buscan darle un sentido, y su carácter heterogéneo, insólito, contradictorio, de
una sociedad a otra, de un discurso a otro, de un grupo social a otro.

El proceso de maduración en el niño

De la dependencia a la independencia en el desarrollo del individuo

D. Winnicott postula tres categorías:


• La Dependencia Absoluta, que ubica en el mundo interno, lo subjetivo, en el primer
semestre de vida. Al principio el niño depende completamente de la provisión física aportada por
la madre. Es el momento de la “fusión- ilusión”. Las funciones maternas son la de sostén, la del
manejo de la ilusión, y la de la presentación de la realidad. No hay diferenciación yo-no yo.
• La Dependencia relativa, se ubica en un mundo intermedio, lo transicional, y se da en el
segundo semestre de vida. Consiste en una fase de adaptación. La totalidad del procedimiento
del cuidado infantil debe caracterizarse principalmente por el modo firme y estable de presentarle
el mundo a la criatura. La criatura comienza de algún modo, a ser consciente de su dependencia.
En esta etapa hay una integración sumada a los logros madurativos; hay una separación madre-
bebé; hay una diferenciación yo, no-yo, una agresión intencional, y un comienzo de la relación de
objeto. La madre debe encargarse de la desilusión gradual. Aparece aquí el objeto transicional en
el espacio potencial del juego: un objeto material en el cual el niño deposita cierto apego, que
posee características propias a la vez que del mundo que lo rodea. Este objeto, actúa como
defensa ante la ansiedad propia de esta etapa, donde niño debe comenzar a tolerar cada vez más
la separación de quien cumple la función materna. Para que se produzca la continuidad de esta
experiencia transicional, el objeto "seleccionado" debe cumplir una serie de características:
- el bebé adquiere derechos sobre el objeto, y el mundo exterior debe aceptarlos. Sin embargo, esta
adquisición representa al mismo tiempo una cierta renuncia a la omnipotencia simbiótica;
- el objeto es amado y acunado, pero también mutilado con excitación;
- se le atribuye cierta vitalidad, como si tuviera vida propia;
- nunca debe cambiar (o ser lavado) a menos que el bebé lo haga.

4
Pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés.

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Es la función materna quien debe encargarse de la desilusión gradual que habilite al niño a
atravesar esta instancia relativa. Donde antes hubo completa ilusión para el bebé de que todo iba
a ser satisfecho por el otro asistente, ahora queda la angustia de la separación que este último
propone, y que el niño intenta suplir con el objeto.

• Hacia la independencia, se da en el mundo externo, lo objetivo, hacia el segundo año de


vida. El niño tiene conciencia de que la madre es necesaria. Hay logros de autonomía
ligados a la maduración; hay un proceso de mentalización, también una capacidad para
el uso de símbolos (lenguaje); hay instalación del área de los fenómenos transicionales
(juego-creatividad-cultura); hay una aceptación paulatina de la realidad; comienzo de la
socialización, el niño se identifica con la sociedad. La madre debe captar las capacidades
crecientes y aceptar el desprendimiento.

Esquema corporal e imagen del cuerpo (Françoise Dolto5)

Esquema corporal no es la imagen del cuerpo

El cuerpo es el mediador entre el sujeto y el mundo. El esquema corporal es una realidad de hecho, el
modo de vivir en contacto con el mundo físico. Las experiencias de la realidad dependen de la integridad
o no del organismo. Es frecuente que en un sujeto cohabite un esquema corporal invalidado y una imagen
del cuerpo sana, por ejemplo niños con poliomielitis (parálisis motriz pero no sensitiva) o un niño
parapléjico que habla de saltar y correr, cosas que él nunca podrá hacer por su esquema corporal lisiado,
pero demuestra una imagen sana del cuerpo, simbolizada mediante la palabra. En esto influye también la
relación de los padres, es necesario que puedan ofrecerle a sus hijos precozmente información verídica
sobre su estado físico. Este intercambio humanizador depende de lo que los padres pudieron aceptar de
esa invalidez. Entonces la no estructuración de la imagen del cuerpo se debe al hecho de que los padres
han abandonado su humanización porque su hijo no responde como debería hacerlo.

Imagen del cuerpo y esquema corporal

El esquema corporal (EC) es el mismo para todos los individuos de una misma especie en cambio la imagen
del cuerpo (IC) es propia de cada uno, está ligada al sujeto y a su historia. El esquema corporal es en parte
inconsciente, pero también preconciente y conciente mientras que la imagen del cuerpo es inconsciente,
solo cuando se asocia al lenguaje se vuelve consiente.
La imagen del cuerpo es la síntesis de nuestras experiencias emocionales, interhumanas, repetitivamente
vividas a través de las sensaciones erógenas. Se la puede considerar la encarnación simbólica inconsciente
del sujeto deseante, antes incluso de que el individuo pueda designarse por el pronombre personal Yo. Es
decir, que el sujeto inconsciente deseante en relación con el cuerpo existe ya desde la concepción y al

5 Médica pediatra y psicoanalista francesa famosa por sus descubrimientos en psicoanálisis de la infancia.

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mismo tiempo es actual. Gracias a la imagen del cuerpo portada por el esquema corporal, se puede entrar
en comunicación con el otro. Todo contacto con el otro se asienta en la imagen del cuerpo, porque es esta
el soporte del narcisismo.
El esquema corporal se estructura mediante el aprendizaje y la experiencia, la imagen del cuerpo
mediante la comunicación entre sujetos y la huella memorizada del gozar frustrado (castración). La
imagen del cuerpo ha de ser referida solo a lo imaginario.
El esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio de la experiencia inmediata; puede ser
independiente del lenguaje; es evolutivo en el tiempo y en el espacio. La imagen del cuerpo refiere el
sujeto del deseo de gozar, mediatizado por el lenguaje memorizado de la comunicación entre sujetos; se
articula con el esquema corporal a través del narcisismo.

¿Qué lugar para el nombre propio?

Nuestro nombre propio es inseparable de nosotros, es la esencia misma de las personas. El nombre es
inseparable de la persona y sirve para individualizarla. Por eso los nombres propios no tienen plural,
porque por su misma naturaleza solo tienen que ver con una persona.
Algunas observaciones históricas y culturales
Los dos elementos del sistema onomástico moderno comunes en toda Europa, son el apellido y el nombre
de pila. El apellido es de aparición reciente. El uso del apellido comienza a aparecer hacia el año 1000.
Hasta antes de ese momento solo había nombre único. Correspondía grosso modo a nuestro nombre de
pila actual y no era transmisible de generación en generación.
El nombre único primitivo fue el nombre de pila. A cada niño se le atribuía un nombre diferente y creado
libremente por sus padres. Éste era generalmente inédito y su creación simbólica sellaba al niño con la
misma originalidad que su patrimonio genético.
Para los hebreos el nombre trazaba un surco y podía así gravitar en el destino del niño. Se entiende así el
por qué del cuidado con el que era elegido.
Para pueblos de la antigüedad, el nombre resulta creación significante, no arbitrario sino determinado
por una clara motivación. El nombre, en su semantización, permite reconocer los fantasmas parentales
concernientes al niño.
Actualmente, se encuentra ese mismo acto de nominación como palabra parental transmitida al niño en
pueblos donde la cultura sigue siendo de transmisión oral.
El nombre ayuda a la fijación de la palabra. Es a menudo, expresión de deseos hacia el niño, puede a veces
poner de manifiesto una situación conflictiva de la pareja.
El nombre refleja al ser mismo del individuo, lo sitúa en compleja red de relaciones familiares, sociales,
religiosas y espacio-temporales.

¿Por qué nombrar? ¿Es obligatorio hacerlo?

Nombrar es llamar a la vida; un ser no existe antes de recibir un nombre. Para existir realmente hay que
haber sido nombrado, nadie puede llevar un nombre sin haber sido nombrado por otro. Tener, poseer,
llevar un nombre, significa haber adquirido un lugar en un sistema simbólico.
El nombre sella de forma indeleble el cuerpo del niño. Le confiere un titulo que convierte al niño en un
ser irremplazable. Le abre el derecho a ser reconocido en su identidad singular.
El nombre de pila, como la piel, contiene al niño, le sirve como limite entre su cuerpo y el otro. La
nominación, como acto de reconocimiento está ligada indisolublemente a la función simbólica de la
parentalidad. Cuando un niño nace, su llegada al mundo no le garantiza por sí sola su inscripción en un
universo simbólico. Esta posibilidad debe serle ofrecida y esto de lo da el otro, a través del lenguaje que
lo precede. La inserción en el mundo simbólico comienza antes del nacimiento, ante aun de la concepción,
desde el momento en que el niño es hablado por el deseo de los padres.

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El primer rastro, la primera inscripción simbólica se produce en la producción del nombre, momento
privilegiado, copulación simbólica de los linajes maternos y paternos que precede o sigue a la escena
primitiva.
El niño no elige su nombre, tampoco elige a sus padres, ni su propio cuerpo. Al llegar al mundo vendrá a
ocupar un lugar de amor u odio.
René (en francés significa vuelto a nacer), 5 años, distante y en plena desestructuración psicótica, era el
menor de un hermano muerto antes de que el naciera. Su identidad solo era reconocida en calidad de
renacimiento del mayor muerto, cadáver que servía para desmentir y cuyos signos de descomposición
seguían persistiendo en él.
Al nacer un niño hay un texto que lo precede, el preámbulo, el ante-texto. Este ante-texto cuyas
características fueron escritas por la pluma parental, trae en su escrito el mito familiar.
Escribir un nombre de pila, aceptar el don parental, significa situarse generacionalmente, reconocer que
la sangre del ancestro circula en nuestras venas.
El nombre lleva en sí mismo una fuerza significante, es la bisagra entre en ante-texto (mito familiar) y el
texto (el sujeto). Cuando hablamos de fuerza significante del nombre, queremos decir que el niño será
influenciado por la fuerza de los significantes parentales que se ligan de manera inconciente con el
nombre de pila.
Actualmente el valor semántico del apellido en nuestra cultura no es el mismo que tenía en la antigüedad.
Aunque el apellido puede darnos indicios que nos den elementos sobre el origen étnico, cultural o la
pertenencia social, ese recorrido del apellido no nos aclara mucho sobre la comprensión del deseo
parental. Su transmisión responde más bien a mecanismos de organización social y su regulación depende
exclusivamente de reglas comunitarias.
En la antigüedad los fantasmas y los deseos parentales aparecen de manera más trasparente, en la medida
en que el nombre era un acto de creación, inédito, único y significante.
Actualmente, en nuestra cultura, esto ya no es posible en la medida en que le nombre de pila es elegido
a través de una lista establecida con anterioridad. Sin embargo, los nombres de pila de los abuelos o de
los padrinos, en la misma elección por semejanza en cuanto a la cadencia fonética o el empleo del nombre
de pila de moda, siempre hay una elección singular.
Que el nombre de pila este desprovisto de significado no quiere decir que este desprovisto de efecto
significante, en la medida en que allí está en juego el deseo parental.
Nombrar es llamar a la vida, pero en el proceso de humanización que ello implica, es también advertirnos
sobre nuestra condición de mortales.
Los padres en el acto de nombrar, participan en cierto sentido, en una cualidad divina: la de nombrar el
fruto de su creación. Pero como solo pueden nombrar porque han sido nombrados, quedan anclados a su
condición humana, mortal, cualidad que ya se prefigura en el acto mismo de haber sido nombrados.
Pensamos que el nombre de pila es un compromiso: el compromiso de los deseos maternales y paternales
vinculados con el niño.
A veces ese compromiso se condensa en un solo nombre de pila, a veces se necesita de varios.
El nombre de pila, sobredeterminado, se condensa, se entrecruzan las cadenas asociativas de los sueños
infantiles de los padres
En las huellas del nombre de pila hay huella de otro en nosotros, entrecruzamiento de las tramas que
cruzan las generaciones.
Las inscripciones psíquicas funcionan como capas de textos, el surgimiento de una siempre reinscribe la
otra, y se reescribe ella misma sin que se alcanza nunca su objetivo final.
Cuando surge un síntoma, habría que retomar el nombre de pila como criptograma, que es útil descifrar
para liberar al niño de un punto de anclaje seguramente necesario para su filiación, pero que a veces
puede amarrarlo a esos síntomas.-

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Psicología de los ciclos vitales - Prof. Luciana Alegre - Acompañamiento terapéutico – IFSA

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