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¿Qué es el miedo?

El miedo es un sentimiento natural en las personas, es una especie de alarma


que nos alerta de algún peligro y, por ende, activa nuestra vigilancia, nos hace
estar más pendientes, incrementa la precaución, hace que nos protejamos, etc.

¿El miedo es innato o aprendido?


El miedo en sí es una respuesta innata, se da sin aprendizaje previo y su
objetivo es proteger a los niños de los diferentes peligros a los que pueden
estar expuestos. Por ejemplo, el miedo que siente un recién nacido a caerse
provoca en el un reflejo llamado de Moro, que es una forma compleja de
aferrarse. Es así que los niños al nacer traen consigo una serie de recursos que
salen a relucir cuando se sienten amenazados o atemorizados. A lo largo del
proceso de desarrollo del niño irán apareciendo miedos específicos y
característicos a ciertas edades, que los padres deben reconocer y ayudar a
superar para hacer de eso parte del proceso de aprendizaje y maduración.

¿Cómo se manifiesta el miedo?


Todo miedo tiene tres componentes: el cognoscitivo, que permite reconocer el
peligro tras la percepción de elementos amenazantes o peligrosos; el
componente fisiológico, conformado por los cambios que se dan en el
organismo como aceleración del ritmo cardíaco, sudoración de manos,
dilatación de pupilas, etc.; y el componente motor, que son las características
reacciones musculares, como movimientos automáticos de huida y defensa.

¿Existen distintas de clases de miedo?


Podemos hablar de miedos que son considerados normales, como parte del
proceso de desarrollo; también de un miedo innato, como el del ejemplo del
recién nacido; un miedo aprendido que es el que se tiene después de una
experiencia negativa y, del miedo patológico, aquel que se repite con
frecuencia en el niño, persiste hasta después de una edad considerada
razonable y cuyas manifestaciones son muy intensas.

¿En qué es diferente el miedo de la fobia?


La fobia es un miedo irracional, obsesivo y angustioso hacia determinadas
situaciones, cosas o personas. En ocasiones los miedos aprendidos pueden
convertirse en fobias.

Se dijo que hay miedos característicos a cada edad, ¿cuáles son los
que debemos esperar en nuestros hijos a lo largo de su desarrollo?
Las causas del miedo infantil van cambiando con la edad y según van
creciendo se van centrando en su entorno y en sus experiencias. Así podemos
señalar la aparición de miedos en el recién nacido a la perdida de apoyo o a un
inesperado estimulo sensorial, que despiertan una reacción refleja que se
manifiesta en llanto. El llanto en este caso es una respuesta adaptativa cuyo
objetivo es llamar la atención de la madre.

A los 6 meses se manifiesta el miedo hacia estímulos nuevos, a las alturas, a


los extraños. A los 9 meses parece ser la separación de la madre durante
tiempos largos o quedarse solo en un lugar desconocido lo que genera el
mayor miedo, alcanzado su fase más aguda hacia el final de los dos años.
Alrededor de los 2 a 4 años, cuando se está aprendiendo a ir al baño solo,
aparece el temor al inodoro, a los animales y a la oscuridad. A los 6 años surge
el miedo al colegio, a los temblores y a los seres imaginarios. Entre los 6 y 9
años pueden aparecer temores considerados más reales, como el miedo al
daño físico, al ridículo, a no ser aceptado o no poder lo que los otros pueden.
Los niños entre 9 y 12 años pueden experimentar miedo a los accidentes,
enfermedades graves, divorcio de los padres, pobre rendimiento escolar,
peleas, etc. Alrededor de los 12 años, incluso ya de adultos, disminuyen los
miedos a desastres naturales y van apareciendo miedos centrados en la
sexualidad, embarazo, aborto, suicidio, niños con defectos, etc.

¿Cómo pueden ayudar los padres para que sus hijos superen sus
miedos?
Lo esencial es no sobre preocuparse ni sobreactuar. Se les debe escuchar
atentamente, aceptar sus miedos, no minimizarlos ni restarles importancia,
decirles que es algo normal, que todos los chicos de su edad lo sienten,
ayudarlo a encontrar la manera de dominar ese miedo y entender qué hay
detrás de ese sentimiento. Es necesario explicar que cuando uno trata de
crecer, de defenderse y de ser independiente, eso causa miedo. Y cuando por
fin logre superar dicho miedo, hay que hacérselo notar para que sienta que tal
éxito es reconocido. Háblele o recuérdele en algún momento cómo el superó
ese miedo: con esto el niño admitirá su crecimiento y podrá recordarlo cuando
se sienta atemorizado nuevamente. Si algún miedo se presenta con alta
frecuencia o interfiere en el desarrollo evolutivo normal del niño o causa
limitaciones en su vida diaria y los padres sienten que no saben como manejar
la situación, se debe, entonces, consultar con un especialista.

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