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realidad
A modo de introducción
Roland Barthes nos ha señalado la diferencia entre el placer de leer y el goce que una lectura
eficacia de un escrito se hace evidente cuando este pone en jaque alguna de las
el lector se lee en el texto y esa lectura lo moviliza y lo cuestiona, lo sabemos, es cuando ese
Pampillo, y hoy coordinado por la profesora Irene Klein, reinvidica lo literario justamente
desde esta concepción. Quien pueda permitirse gozar con la literatura, regodearse en sus
modos de refractar la realidad, adquiere herramientas para leer de manera más amplia y
El desafío que se nos presenta a los docentes en este contexto es el de invitar, inducir,
provocar, a nuestros alumnos a iniciarse en esta lectura gozosa. Los jóvenes ingresan a la
Sin embargo, o por eso, es que en la primera parte del año, leemos y analizamos cuentos de
narratología nos aporta el marco teórico para descubrir juntos los recursos que determinan la
este trabajo abona a la posterior producción de un cuento. Lo que subyace a esta propuesta
es la certeza de que la dimensión literaria está presente en todo buen texto -ensayístico,
periodístico u otro-.
Es abonando a esta lógica que se propone, luego de la producción del cuento, incursionar en
un género con una impronta muy peculiar: la crónica urbana. Peculiar en su sentido
En esta comunicación nos interesó, justamente, compartir de qué modo los estudiantes se
apropian de los recursos literarios para avanzar en la producción de crónicas urbanas, por
una parte y, por otra, cómo se sirven de los datos empíricos de una crónica policial para
construir un texto ficcional. O sea, intentamos consignar cómo se apropian los alumnos de
esta idea que compartimos sobre la complemetariedad de la literatura y el periodismo como
En principio partimos de una consigna que funciona como bisagra entre el trabajo literario
que se viene desarrollando y el siguiente desafío que será el de la producción de una crónica
urbana.
Lo que se les propone a los alumnos es realizar una ficción a partir de una crónica policial
Es interesante observar cómo los estudiantes aplican varios de los recursos narratológicos
previamente trabajados para darle mayor espesor al relato. En este sentido, el recurso al que
más apelan es el de las catálisis. Si bien la información que estas aportan no resulta esencial
en el devenir de la historia, sirven tanto para dotarlo de verosimilitud, como para caracterizar
Por ejemplo, nada aporta a la historia producida a partir de la crónica policial de un crimen
pasional que el café del periodista que investiga el caso sepa a ceniza; o que la puerta del
estudio donde fue asesinado el ex director del Museo Metropolitano no pudiera ser abierta
de par en par porque el despacho era muy pequeño; o que la sangre de la víctima de un
asesinato tomara la forma de una araña roja en su remera. Sin embargo, estos detalles dicen
modo, los alumnos apelan a lo emocional para dar credibilidad a la historia. Al mismo
tiempo, los hechos narrados en las crónicas policiales suelen ser reconstruidos como
escenas, acción por acción. Esto parecería corresponderse con aquella distinción que
Caparrós hace entre la prosa informativa y la prosa típica de la crónica urbana: una sintetiza
lo que (se supone) sucedió; la otra lo pone en escena. Lo sitúa, lo ambienta, lo piensa, lo
narra con detalles: contra la delgadez de la prosa fotocopia, el espesor de un buen relato.
No decirle al lector esto es así; mostrarlo. Permitirle al lector que reaccione, no explicarle
cómo debería reaccionar. El informador puede decir «la escena era conmovedora», el
En línea con esta apropiación de las herramientas que puede aportar la narratología, los
todas las ficciones que contradice el paradigma de las W del periodismo. Es decir, aquel
paradigma que postula que toda crónica policial debe responder desde el comienzo al lector
qué, cuándo, dónde, cómo y por qué sucedió el hecho. Este requisito no es tal en la
literatura, de modo que en las ficciones de los alumnos la información se distribuye de otra
manera e incluso algunas de estas preguntas pueden no estar respondidas. Este es el caso de
ficciones que parecieran fundir sus relatos en una temporalidad más general, más universal,
a partir de lo cotidiano. Una forma muy frecuente de producir este efecto de sentido es la
temporales como “esa noche”, “entonces”, o espaciales como “en aquel lugar”, “ahí”, operan
generando un contexto que se significa en el ámbito de la lectura, sin tener un referente real
en el mundo “objetivo”.
Otro aspecto que los estudiantes parecen identificar con el texto literario es aquello que
podríamos denominar como una cierta sofisticación del lenguaje. En otros términos,
1
Caparrós, Martín (2007). “Por la crónica” en Periodismo Cultural Iberoamericano.
podríamos decir que el lenguaje utilizado para la confección de ficciones es más figurativo
que el de la crónica policial, destacándose sobre todo el empleo de las metáforas. Los
siguientes son dos fragmentos extraídos de ficciones realizadas por alumnos del taller que
permiten ejemplificar lo dicho: “El segundo impacto fue tan certero como el primero. La
bala atravesó su cráneo, dejando su impronta en la pared, junto con la sangre de Nakkache, y
parte de su inteligencia”.“El filoso acero entró por la espalda del padre. Una araña roja en la
remera comenzó a crecer en torno al puñal. Se dio vuelta, Javier, su hermano mayor retiraba
el cuchillo. La sangre brotó espesa de su boca, su mirada quedó vacía. Esa noche la verdad y
También nos parece pertinente destacar la apelación a ciertos topoi de la literatura policial
clásica. Esto puede darse en el rol del investigador privado que desentraña los misterios del
caso, que puede encarnarse en el personaje de un investigador pago propiamente dicho, pero
también como periodista inquieto o un allegado a las víctimas, entre otros. También es
recurrente la figura de una versión oficial fraudulenta, intencionada o por mera negligencia
Por último, resulta muy importante destacar la libertad creativa con la que los alumnos
afrontan la consigna. Si bien son pocos los que decididamente transforman completamente
la historia narrada por la crónica policial respetando tal vez, tan solo algunos personajes o
Estas creaciones de los estudiantes generan nuevos sentidos que muchas veces
contradicen los del discurso periodístico. La oposición entre estos dos géneros como capaces
policíaca y mediática aparece dentro de la ficción lo hace para ser refutada. Aparece de
forma explícita, como si se tratase de un género incorporado, que luego (o antes, según la
estructura del relato) es contradicha por la narración. Esto se logra, por ejemplo, mediante la
alusión directa a los títulos de las crónicas mediáticas que no se condicen con lo que la
periodística puede ser brindada con sus características formales como se vería en una
crónica policial pero presentada como “el error de la prensa”. Se podría llegar a pensar en la
(atribuido a los medios) que es presentado como equivocado, mientras que el literario,
pasó.
En su ensayo “El asombro personal”, Patricia Nieto plantea una tensión constante entre lo
atracción que el texto ejerce sobre el lector. La búsqueda de voces inéditas, el juego de
temporalidades y los sentidos que produce la estructura narrativa son los que, en última
nivel social, económico y político. Entiende que la Crónica Urbana explora, entre otros
aspectos de la vida actual, las fisuras y las posibilidades de las formas de ciudadanía
entonces como una forma de escritura capaz de dar cuenta de estas dinámicas sociales sin
En este sentido es que la Crónica Urbana se nos presenta como un género especialmente
A partir de estas dos conceptualizaciones es que nos ha interesado rastrear algunas de las
diversas estrategias discursivas –recursos literarios- que los alumnos del Taller han podido
transporte (el tren, el subte, el colectivo, la estación, etc.) como escenario dilecto por parte
de los estudiantes, para ubicar los hechos que se relatan, no es fortuita. Es en este sentido
que puede interpretarse la afirmación de Poblete: “(…) la crónica responde a lo que podría
presencia física en las ciudades globales de los cuerpos marcados de aquellos que excluye de
silenciados que buscan su lugar dentro del desorden social. Así lo ejemplifica el siguiente
hostil, del sur de un continente en llamas, embarraban de alegría la noche triste del resto, el
típico viaje amargado de la mayoría. Esos obreros embellecían la noche del capitalismo
En cuanto a las estrategias discursivas, la pausa descriptiva, es el recurso que los alumnos
eligen retomar de la literatura para construir a los sujetos y escenarios de la crónica. Por
ejemplo: “El tren se ha detenido, y parece que con esto se ha logrado llegar a un hallazgo. A
las cercanías del mismo, donde la luz no llega, donde el agua potable no se hace presente,
donde la suciedad y las enfermedades no tienen barreras; viven personas”. O extraído de otra
crónica: “El ruido y el grito incesante de hombres y mujeres hablando por celular, los
ambulantes con su mismo discurso y las bocinas de los trenes conforman el entorno de la
El uso recurrente de escenas –otra de las estrategias discursivas literarias-, por su parte, se
característica de los cuentos cortos. Por ejemplo: “El que estaba sentado en el asiento doble
del medio del lado del pasillo, codeó al que estaba del lado de la ventana, que se levantó con
fastidio, pasó por encima de su compañero y vino a sentarse delante de mí; el que estaba
sentado solo se paró y fue a hablar con el chofer, que ya no frenaba en las bocacalles y
pasaba algunos semáforos en rojo. El que se sentaba delante de mí le pidió fuego al hombre
2
“Virilio advirtió que la metáfora rectora de “jungla de concreto”, que dominó la ciudad vertical de principios
del siglo XX, es sustituida en la megalópolis por la idea de océano. En la expansión horizontal el desafío rector
ya no es edificar sino circular”. Villoro, Juan (2008).
que estaba a mi derecha, quien para dárselo se corrió dos asientos hacia mí, dejándome casi
encerrado”.
Otro de los recursos utilizados significativamente por los estudiantes es el relato iterativo.
Esta es quizá la estrategia con la que mejor puede expresarse el dramatismo del anonimato
cotidiano de la ciudad, dado que es del modo que se logra instalar la recursividad de lo
rutinario. Por ejemplo: “El camino va desde el primer escalón hasta la plataforma del subte.
El escenario es el mismo de siempre. Los pisos aguados y pegajosos, gente chocándose paso
a paso, los trabajadores que tarde a la oficina llegan, mujeres que gritan y el olor a orina
fresca que deambula libre por los aires. Todos se dirigen rápidamente al molinete porque el
tren se les escapa, los que caminan lentamente o los que se mandan un pequeño trote, los
que se detienen a medio camino o los que se arrepienten de vagón. Cientos y cientos de
Estos recursos implementados por los estudiantes dan cuenta de la apropiación de lo literario
las palabras de Caparrós, Permitirle al lector que reaccione, no explicarle cómo debería
reaccionar.
A modo de cierre
El camino del placer al goce literario no es lineal, menos sencillo. Pero los estudiantes, no
cabe duda, están en camino. Por momentos lo metafórico ocupa tanto espacio que la
Bibliografía
Barthes, Roland (2004), El placer del texto, Buenos Aires, Siglo XXI.
Falbo, G. (2007) Tras las huellas de una escritura en tránsito. La Plata: Ediciones al
Margen.
Montes, Alicia (2009). “Esto no es una pipa: la crónica urbana y el problema del género”.
Nieto, Patricia, “El asombro personal” en Falbo, G. (2007) Tras las huellas de una escritura
callejera” en Falbo, G. (2007) Tras las huellas de una escritura en tránsito. La Plata:
Ediciones al Margen.
Verón, Eliseo
Villoro, Juan (2008). “El vértigo horizontal. La ciudad de México como discurso”.