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Curso de Filosofía Política

Dialogando con Leo Strauss, el paso de la filosofía política


clásica a filosofía política moderna ¿Deja realmente algo atrás el
concepto de democracia?

Por:
Siloé Naomí R. Ramírez

Docente:
Carlos Ruiz

Santiago
Abril 24, 2018
¿Cómo surge el concepto de democracia? ¿Es un concepto que ha sufrido cambios en su significación
de acuerdo a la época en el que se gesta?

El contexto político e histórico que se generó a vistas de Leo Strauss, el autor a analizar, fuertemente lo
llevo a considerar que se estaba viviendo el gran declive y decadencia de la filosofía política. Corre el
año 1900 y la escasa reflexión que se tiene de los asuntos políticos es desalentadora para Strauss, más
aun siendo este es el objeto de la filosofía política como tal.

En efecto, hace bastantes años que el concepto de bien en el pensamiento de cada uno se fue nublando
en camino contrario a la universalidad. ¿Queda algo de la idea “máter” de bien, que proviene de la
filosofía política clásica? Esta pregunta sin duda hace hincapié al problema central que enfrenta la
filosofía política, problema tal que encuentra su punto álgido en la concepción de bien que esté
presente para cada uno, pues ella no es nada menos que la vista guía para la acción del hombre en el
ámbito político; sea para la conservación de algo o para generar un rotundo cambio. Esta idea del bien,
en conjunto con lo que se piensa que es un mejor ordenamiento político, es lo que se considera para
Strauss como el orden ideal y justo de la sociedad. Para Strauss, sin duda, este orden ideal era la
naciente de criterios liberales, la democracia occidental.

“Cuando esta propensión (a la conservación o al cambio) se hace explícita y el hombre se impone


como meta la adquisición del conocimiento del bien en su vida y en la sociedad, entonces surge la
filosofía política.”1

En el umbral de lo anterior cabe preguntarse entonces ¿Qué cambió en el concepto de democracia? ,


¿Dejo efectivamente algo atrás?, para que de ese modo se produjera en Strauss la idea de que se
estuviera y esté viviendo en una época de decadencia en toda filosofía política posterior a los clásicos.
¿Y si es así, que efectivamente la concepción de democracia en el salto producido de la época clásica a
la modera dejo algo atrás, qué es?.

La propuesta que se presenta en el análisis a continuación es hacer tránsito, desde la filosofía política
clásica a la filosofía política moderna, para desdeñar entonces ese elemento clave que para Strauss es
motivo de la decadencia en la filosofía política moderna, para ello se distinguirán 3 puntos importantes
como desarrollo y continuidad del análisis. En primer lugar el análisis dará inicio en constatar cómo se
inició la teoría política, los elementos a su haber y de este modo determinar cómo se gesta en el mundo
antiguo la concepción de democracia, haciendo énfasis en Platón, quien es el autor clásico decisivo
para la toma de postura de Strauss. En segundo lugar, se presentarán los pensamientos que tiene Strauss
respecto a lo hasta entonces mencionado y se hará relación de cómo ello va en línea con su
pensamiento en la modernidad. Y en un tercer punto se plantean pensamientos posteriores a los
considerados por el autor como parte de los clásicos, se tomará para el ejercicio al pensador moderno
Maquiavelo, para así contrastar argumentos con el fin de visualizar el elemento de continuidad y
cambio que podría haber tenido el concepto de democracia, fundado en base a lo que sucedió en el
tiempo con el ideal de bien.

Con el fundamento sobre la mesa de ambas concepciones de idea de bien presente y como estas afectan
directamente al concepto de democracia, se realizaran reflexiones respecto de las posibles
transformaciones que tuvo esta concepción. Finalmente se abrirá paso al cuestionamiento y discusión
sobre la perdida de ciertos ideales valóricos iniciales que tenía la democracia y que no hacen
manifestación evidente en el presente según nuestro autor a dialogar Leo Strauss.

1 Strauss, L. (1970). ¿Qué es filosofía política?. Madrid: Guadarrama. pp. 12.


Para dar inicio a la revisión de los fundamentos anteriormente indicados, que en conjunto e
involucrados gestaron en primer lugar una filosofía política clásica, se tiene que hacer repaso aunque
sea este someramente sobre; cómo se inició la teoría política y se llegó efectivamente así a los ideales
que se fundaron en la práctica filosófica clásica.

El hombre como tal es un producto evolutivo contenido en millones de años, marcado por distintas
transformaciones a si mismo desde su primitivismo. Siguiendo la línea de la evolución de la ciencia
hasta el día de hoy, posicionar al hombre dentro del reino animal es algo que se podría establecer con
un elevado nivel de precisión. Desde una mirada antropológica, el hombre en sus inicios como “animal
humano” se enfrenta a los cambios que en el produce la adaptación, ya sea a los cambios climáticos, los
desastres naturales, el establecimiento en algún lugar fijo, etc. y sumado a ello, se presenta la
adaptación vista desde el umbral del descubrimiento y la invención de maneras para establecer así una
convivencia con otros hombres y la naturaleza. Estudiosos de esta mirada afirman que tanto en el
hombre como en el animal u en otra categoría de primates, la organización social es en principio una
herramienta de supervivencia biológica.

El ser humano en el quehacer de su convivencia va desarrollando prácticas, se va uniendo a otros pares,


establece instituciones y lo más importante, va desarrollando su propia teoría política. Todos los actos
anteriores y derivaciones de ello se van a unir para poder establecer, de parte del hombre, una relación
con los otros y el exterior que hasta entonces solo iba guiada bajo la noción del bien o apelando a
intereses comunes. Y bajo este anhelo de intereses comunes es que la teoría política ejecutada como
análisis o estudio de los problemas políticos, se le tiene que atribuir completamente a los helenos,
quienes la impartieron durante el siglo V antes de Cristo.

El ideal de democracia, como la mayoría de los ideales políticos modernos con los que trabajamos hoy
en día, procuraron su inicio en los pensadores Griegos como parte de un proceso reflexivo que estos
tenían de las instituciones y todos los actos que emplea el hombre en la hasta entonces connotada
ciudad-estado. Sin embargo, es de suma importancia para interiorizar las teorías de los griegos, hacerse
una idea de que clase o tipo, o hasta que consideraban los griegos como instituciones y que se
comprendía y se gestaba como ciudadanía para los habitantes de Atenas.

En primer lugar hay que señalar que la sociedad griega estaba fraccionada en al menos tres clases
principales, las cuales eran tanto políticamente como jurídicamente distintas. En el punto más bajo de
la escala social se encontraban los esclavos2 quienes no cuentan políticamente en la ciudad-estado, se
da en la teoría política griega por supuesta su existencia. La segunda fracción, en la ciudad griega, es la
que componen los extranjeros residentes o llamados “metecos”, los cuales siendo hombres libres a
diferencia de los esclavos, compartía de igual modo esta exclusión de no formar parte de la vida
política que se desarrollaba en la sociedad 3, a este grupo se agregan de igual manera las mujeres, las
cuales tampoco eran consideradas parte de la vida política. Y ya en el punto más alto de la escala social
y de manera exclusiva se encontraba el cuerpo de ciudadanos, privilegio que se adquiere por estirpe,
por nacimiento. El hijo del griego perteneciente a la polis, se mantiene en dicha polis y con el derecho
de tomar parte en la vida política, ello quiere decir, a tener participación en los asuntos públicos 4 ya que
2 Se me hace imperativo denotar que la esclavitud se presenta en el mundo antiguo como una institución universal.
3 No se realiza esta segregación con sentido de una discriminación social, sino que en la antigüedad no se lograba hacer
un a inclusión normal, que se diera de forma natural. Si no era la existencia de un individuo que por generaciones
pertenecía a la polis era muy complejo que se lograra una inclusión normalizada de este a la ciudadanía.

4 En lo mínimo esta participación podía ser la asistencia a las asambleas de la ciudad-estado hasta el punto de ser
designado a un cargo público.
se es miembro de la ciudad-estado. Es característico de los griegos de esta época el hecho de la
participación, la ciudadanía representa para el griego de clase la participación, sea en menor o mayor
grado.
Los griegos de este último eslabón, pertenecientes derechamente a la polis, tenían como sistema de
organización instituciones5, las cuales por sus cualidades de inclusión e involucramiento de la mayor
parte de la polis en el gobierno se designa y proclama como democracia, pues la administración está en
un gran grupo de ciudadanos y no de una minoría. Ello queda demostrado en como Pericles, quien fue
el político y orador más influyente en lo que se llamó la época de oro de Atenas y que sin más fue el
que impulsa la conciencia del valor que tenía la propia ciudad que se poseía, se jacta de lo que se logra
en esta ciudad-estado, pues se habría logrado el equilibrio perfecto de combinar los asuntos que
aparentemente refieren a la esfera privada del ciudadano fusionándola con la participación de este en la
vida pública.

“Todos cuidan de igual modo de las cosas de la República que tocan al bien común, como de las suyas
propias; y ocupados en sus negocios particulares procuran estar enterados de los del común. Solo
nosotros juzgamos al que no se cuida de la República, no solamente por ciudadano ocioso y
negligente, sino también por hombre inútil y sin provecho”6

Cabe hacer la reflexión, de que esta inclusión, de la mayor parte de ciudadanos en los asuntos políticos
presupone sin duda un cálculo mal hecho, sin más por llamarlo ilusionado, de la capacidad política
natural que se podía dar del hombre medio. Se percibe en el ciudadano griego por tanto cómo existe en
él una tranquilidad y hasta cierto punto felicidad, fundada en las razones de que este puede
desarrollarse e involucrarse en la sociedad sin más solo por ser parte de la polis. Entonces, por más que
se dijera que no existe discriminación (dentro de los miembros de la polis) por pesaje de riquezas o
linaje y que de igual manera existía la posibilidad de una inclusión en el gobierno, no se consideraba el
hecho de poder existir vacíos en el hombre medio; sobre de cuestiones políticas y sociales, que sin duda
son de suma importancia para involucrarse y formular de manera inteligente un pensamiento y
posterior juicio crítico de lo que fuera que aconteciera.

Se elaborada de tal modo una primera idea de democracia, la cual presenta su decaimiento en conjunto
con el derrumbamiento de la ciudad-estado, pues en este ideal de que tan orgulloso estaba Pericles, se
vio una segregación evidente de la ciudadanía, estableciéndose esta como un privilegio otorgado
únicamente a quienes eran poseedores de bienes y tenían por ello completa disposición para efectuar en
su vida la actividad política. La actividad política, es inexistente para las dos clases no consideradas en
el corpus de ciudadanos que podían ser influyentes en el gobierno.

Es por la deficiencia en la ciudad-estado recientemente mencionada que Platón hace una formulación
de una segunda teoría con vistas de una polis ideal (nota al pie, expresado en la Republica). La gran
deficiencia que tenía el “corpus político”, en el ámbito de la educación que tenían las personas que lo
integraban, respecto así a lo político y las sociedades, reproducía un desarrollo completamente
incompetente e insuficiente a la hora de establecer un análisis crítico a lo que sucedía en el gobierno.
En suma a lo anterior, la pequeña pero creciente disputa que se generaba por parte de las clases, pobres
y ricos, la cual había sido contribuidora al decaimiento de la ciudad-estado, también era un mal político
que debía ser configurado. Ahora, es con estos dos elementos en la base de la teoría política de Platón,
tanto la falta de educación como las rencillas y fraccionamiento de la polis, que este propone como
solución hacer efectiva una educación de todos los ciudadanos que conforman la polis, todos.
Educación con el único objetivo claro de que de esta manera, los ciudadanos ya no siendo
5 Sean todas las formas de organización que se podían dar dentro del gobierno (por ejemplo los magistrados).
6 Thucydides, & Gracián, D. (1944). Historia de la guerra del Peloponeso. Buenos Aires: Emecē.
incompetentes, se interesen y prefieran ante todo un bienestar cívico común.

“...que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia...”7

El ideal político que va a la cabeza de la teoría de Platón es que la virtud es conocimiento. Claramente
inspirado en un principio de su maestro Sócrates. Ideal que básicamente expresa la existencia de una
vida buena, tanto para los individuos como para el estado. Por lo tanto existe un bien, un ideal de bien
que va a tener validación para ambos conjuntos. Ésta idea de bien se concibe como una e inmutable,
que por consecuencia entonces tiene distinto modo de ser a como se desarrollan las opiniones en los
hombres. Dejando fuera todas las opiniones que se puedan generar por parte del hombre individual de
lo que para él es el bien o como llegar a este, entonces el problema de cómo conseguir realmente el
bien, esa idea de bien inmutable, se traduce a un problema del conocimiento. Que como se hizo
alusión, es un problema que tendría al menos su minimización con la implementación de una educación
a la polis.

“...y finalmente vi con claridad que todas las polis, sin excepción, están mal gobernadas... el género
humano no vera días mejores hasta que adquiera autoridad política la raza de los gobernantes se
convierta, por alguna suerte divina, en estirpe de verdaderos filósofos.” 8

En la misma línea se ve a Aristóteles en sus inicios, siguiendo lo que ya había sido trazado por Platón,
ya que a pesar de que Aristóteles en toda su teoría política realiza una suerte de ampliación del
concepto mismo de la filosofía política, sigue concibiendo esta como el planteamiento y elaboración de
un estado ideal. Reproduce sin duda críticas a su maestro Platón, pero la afirmación sigue
concentrándose en el mérito de que el estado ideal incluye al menos un elemento democrático, a pesar
de no ser como tal una democracia, y ello ya que en sus palabras el estado ideal es “una comunidad de
iguales que aspira a una mejor vida posible”9.

Sin más, es a consideración de Leo Strauss todo lo anteriormente mencionado, el camino de cómo se
logra tanto la política de Platón y la de Aristóteles y como es la política misma para estos autores, lo
que debiese traerse al mundo contemporáneo. Estos pensadores, que son para Strauss los pensadores de
la filosofía política clásica, son sin duda centrales y en base a los cuales deberíamos guiarnos, ya que
de sus teorías, bien interiorizadas no habría mucho más que agregar para lograr un gobierno efectivo.
Strauss sin duda, y por lo que se ha visto, mantiene una visión clásica sobre la filosofía política, para él
las concepciones clásicas son casi perfectamente ideadas. La política, se constituye para Strauss como
un discurso sobre el bien, y la filosofía política es, a diferencia cierta, un discurso que tiene que ver con
el conocimiento del bien y no de la opinión.

A vistas de Strauss esta idea del bien que lo rige todo y que da como producto lo que es un mejor
ordenamiento político, tiene que dejar de estar capitaneada por la opinión, para de esa manera ser
realmente conocimiento, lográndose de este modo la adquisición del bien a manera de conocimiento
haciendo ejercicio entonces, según Strauss, de la filosofía política.

Ahora, para llegar al tercer punto de este análisis, enfocado en descifrar que es lo que para Leo Strauss
conforman los elementos perdidos en el paso de la filosofía política clásica a la filosofía política
moderna, se hace imperativo en la tarea contrastar los clásicos que considera Strauss con una visión

7 Ruiz, C. F. (1990). Platón: Libro VII de la República : 2ʹ bachillerato. Valencia: Tilde. pp. 24-25.
8 Epístola VII, 325 d-326 b; trad. Ingl. de L.A. Post. La última frase corresponde a PLATÓN, República, 473 d-e.
9 W. D. Ross, Aristotle, tercera edición revisada. Londres, 1937, cap viii, 8; 1328a 36.
posterior a este periodo. Sin más, se puede concluir por textos posteriores del mismo Strauss 10 que
Maquiavelo es un actor en el mundo político que le genera un cierto rechazo y habla de este mismo
como involucrado fuertemente en esta idea de la decadencia filosófica, por ello se tomará a modo de
desarrollar un ejercicio de contrastación efectiva los fundamentos de la filosofía política moderna de
Maquiavelo.

Maquiavelo se desenvolvió en la época del renacimiento florentino, la república de Florencia como tal
era una ciudad-estado de las más conservadas e importantes para el tiempo en el cual estaba viviendo.
El proyecto político que desarrollo Maquiavelo fue por lo tanto determinante para comprender el
mundo político que se fue desplegando en el renacimiento y posiblemente también de esta misma
manera hasta la actualidad. Antes que todo éste autor intenta hacer el ejercicio de abstracción de la
política de cualquier consideración en la que se pueda ver involucrada. Y sin duda también ve de la
política como que esta tiene un fin en sí misma.

Para Maquiavelo no hay tiempo para consideraciones de “ideales” de estado o como Platón lo
planteaba, repúblicas ideales, sino que este plantea ver la política en tanto como esta acontece en la
acción. Que sin existencia de un ideal de bien común, o por menor grado un ideal de bien como tal,
ante todo el ser humano en su singularidad es egoísta. La naturaleza humana determinante es el
egoísmo, expresado en que el humano es un ser ambicioso y tiene siempre protegido y a su haber lo
que es suyo y lo que desea. Por consiguiente, los motivos reales por los cuales debe regirse un
gobernante, y que debe efectuar también con el fin de la conservación de su estado, son motivos más
bien regidos a; en primer lugar el cuidado, en el ámbito de la seguridad de las masas, pues cada
individuo en su fragilidad sería incapaz de protegerse ante el ataque de otros, a menos que tenga el
apoyo y respaldo del gobierno. Y en segundo lugar preocuparse sobre la seguridad de la propiedad y de
la vida, estos son para Maquiavelo los deseos universales que se dan en la naturaleza humana.

En un acto casi ilustrativo de diálogo, Strauss plantearía que no se llegará al núcleo de lo político si se
suspende el juicio sobre la bondad y el bien, si se dice que ello es algo con lo que se debe ser neutral se
está perdido todo. La política sin duda tiene que ver con el bien y la bondad. Y casi como contradicción
directa a todo ello siendo la tesis de Strauss, Maquiavelo llega con una visión completamente distinta,
que tiene el fin de centrarse derechamente en cómo se desarrolla la política real, y como esta se lleva a
cabo. Maquiavelo no muestra interés en emprender estudio sobre las repúblicas “ideales” y por tanto la
idea del bien, sino que hace énfasis en plantear los hechos claros de la política. Maquiavelo como otros
autores, como por ejemplo Mountain, tuvieron latente una desconfianza en la política basada en el ideal
del bien o la verdad, pues se desenvolvieron en contextos en los cuales la política iba dirigida por la
iglesia católica; ello quiere decir una iglesia que imponía y defendía lo que era para esta institución la
idea del bien y lo que era la verdad, a pesar de no caracterizarse por obrar moralmente bien, lo que sin
duda fue la semilla que germinó esta desconfianza.

“…la observancia del culto divino es causa de la grandeza de las repúblicas, así el desprecio es causa
de su ruina...”11

Se puede afirmar, sin cabida a cuestionamiento, que Maquiavelo toma como punto de partida la
religión, y que de ahí evalúa y establece que el hecho de hacer política, de llevar a cabo una práctica
política, consta de abandonar la forma que se tiene basada en la verdad que se impone y de este modo
iniciarse en la búsqueda de una manera más eficiente de entender la política. Sin embargo, para no caer
en simples justificaciones acudiendo al contexto e utilizar este como defensa; señalando que ello fue lo
10 Textos tales como Strauss, L. (1964). Meditación sobre Maquiavelo. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.
11 Lettieri, A. (2002). Política y sociedad: Pensamiento clásico. Buenos Aires: Ediciones del Signo. pp. 153.
que determino el abandono del ideal del bien, en este caso particular de la política moderna, y que fue
este mismo contexto de los autores el cual desencadenó lo que para Strauss se considera una serie de
eventos que llamaron al declive de la filosofía política, se analizará muy brevemente también el caso de
Hobbes. Pues Hobbes es uno, por no decir el autor más destacado en ser defensor de la tolerancia
religiosa. Este autor habla de un gobierno totalmente dictatorial, por lo tanto es el estado quien tiene la
palabra ultima sobre cualquier caso, incluyendo en esto la religión; esto quiere decir que no va a ser la
religión quien decida sobre las cuestiones del estado, sino que el estado a modo de mantener un
ambiente pacífico, y mantenerse como un estado fuerte, no debe existir una religión que tenga más
presencia que otra dentro del estado mismo. Por todo lo anterior, el estado debe ser ante todo neutral;
no tiene que tener una sola visión de bien ni de la verdad, ni para él debe ser relevante la posición
religiosa que mantenga cada uno de los ciudadanos.

No es un elemento que se preste a duda el hecho de que el ideal de bien para el desarrollo del concepto
de democracia tuvo un vuelco radical. Lidera evidentemente, posterior a los clásicos, la idea de que la
política y el estado no pueden tener una idea única de bien; se desarrolle así en distintos autores con
mayor o menor visibilidad en sus teorías, pero es un elemento que se instala casi como imperativo,
manifestando el hecho claro de que en ello iba involucrado el cambio de lo concebido hasta ese
entonces como democracia.

Es así como finalmente la política, como ve que es para los clásicos y como defiende para sí Strauss, es
un discurso sobre el bien y la filosofía política es un discurso que atiende y tiene que ver con el
conocimiento del bien y no con la opinión. La idea del bien, determinante para la elección de la mejor
forma de gobierno, es lo que también configura como se va estableciendo y transfigurando la
concepción de democracia, es este punto por lo tanto el que los modernos disputan, y que marca el
punto clave en la transición de lo que llamaría Strauss de una filosofía política clásica a una filosofía
política moderna. Para el sin duda, el ejercicio de la reflexión sobre la idea del bien es lo que dejo
manifestar en sus raíces que la filosofía política moderna haya enmarcado así su decadencia.

¿Progreso o retorno?
La evolución del hombre a lo largo del tiempo ha sido sin duda un proceso marcado por
transfiguraciones en todos los aspectos y extensiones de este mismo. Desde un ser puramente primitivo,
el ser humano, de la mano de los cambios, se fue adaptando a lo que acontecía a su alrededor.
Adaptación que se dio incluso con sus pares, utilizando esta conexión sin otro fin que como un
instrumento, a modo de seguir subsistiendo en el contexto biológicamente. La convivencia que se fue
planteando y desarrollando hizo que el hombre formulara su propia teoría política.
Todos los actos que confluyeron en el proceso histórico, lo cuales fueron muy a grandes rasgos
mencionados, dieron como resultado que en esta reciprocidad se plantearan y reflejaran los intereses
comunes, que guiados por la idea de bien se establecieron a modo de hacer apelación efectiva a tales
intereses en común. Bajo este campo de mirada es que los griegos imparten sus análisis de la
problemática política. El constante proceso de reflexión que desarrollan los griegos en su época los
hizo llegar a establecerse en una modalidad de ciudad-estado, la cual es caracterizada por tener tres
eslabones sociales bien demarcados; más abajo encontrándose los esclavos, posteriormente metecos y
mujeres, y finalmente en la cúspide de la organización estaban los ciudadanos “como tal”
pertenecientes a la polis, los últimos siendo sin embargo los únicos con acceso a una participación
política. También se daba en este grupo de “elite” o ciudadanía, el hecho de que bajo los ideales de la
configuración del orden ideal como ciudad-estado, todos tenían acceso a participación directa en la
administración del gobierno, por lo que se declara como democracia, llegando de esta manera a una
primera manifestación de lo que es la concepción del termino en la época antigua o clásica.
Concepción que decae en conjunto con el ideal de ordenamiento planteado como ciudad-estado. Las
deficiencias pertenecientes a este proceso de declive fueron tomadas, analizadas, revisadas y criticadas
por Platón formulando este una segunda teoría que se basaba en la formación de una polis ideal.
La polis ideal de Platón expresada en la República viene a clarificar la falta de educación de la
ciudadanía a efectos de que, implantando este modelo educativo a todos sin excepción, se tenga en
vistas un efectivo desarrollo y bienestar cívico común. Existe una vida buena, que apela tanto al estado
como a las personas, lo que quiere decir que existe una idea de bien, que es inmutable y única, que
tendría validación tanto para el estado como para los individuos. Idea de bien que solo se puede
alcanzar o lograr mediante la reflexión de esta como conocimiento (en bases a una educación), dejando
fuera toda posibilidad de hacer un planteamiento del problema desde la opinión.

Para Leo Strauss el estudio de los clásicos, como estos desarrollan sus teorías políticas, es un elemento
central con tarea a aplicar en la contemporaneidad. La vista completamente clásica de Strauss es
determinante, pues a su juicio desde la República no habría mucho que cambiar para una aplicación
que destaparía un posterior éxito o efectividad del gobierno. A vistas de Strauss la idea de bien que se
presenta en los clásicos es la que lo rige todo, perdida la reflexión de esta idea como lo está para él, al
día de hoy, presenta consecuencias e implicancias tales como dar paso a una decadencia de la filosofía
política moderna. La correcta reflexión de este ideal de bien y obtención a manera de conocimiento de
la misma es para Strauss el hacer ejercicio de la filosofía política.

A modo de ejercicio para examinar los elementos de cambio y continuidad del concepto de democracia,
en el salto de la filosofía política clásica a la filosofía política moderna se analizaron y compararon en
fundamentos al pensador filósofo moderno Maquiavelo. En el diálogo de Strauss con Maquiavelo y los
clásicos se logró concretar que definitivamente la idea del bien, que impera bajo las variaciones que
puede tener el concepto de democracia, es una idea que efectivamente se fue disipando a la
universalidad en el paso de lo clásico a lo moderno.

El concepto de democracia como se anticipo tuvo un giro estrepitoso, revuelco que posterior a los
clásicos impulso una concepción que se configuró fuera ya del ideal de bien que se planteó en un
primer momento, que atendía a los bienes en común. No se puede someter a duda el hecho de que en
diferentes tonalidades los autores posteriores a la época antigua fueron dilapidando como es que el
ideal de bien no atendía, a lo que estos veían expresarse, realmente en la humanidad, impidiendo
entonces la continuación de este ideal como algo inmanente. Desde la filosofía política moderna, se
atiende a la visión crítica del individuo en su comportar y todo lo que conlleva la vida en sociedad, se
establece que la política misma y el estado no pueden tener por lo tanto una única idea de bien,
afectando y diversificando lo que posteriormente se fue gestando como la democracia.

Respecto a las reflexiones anteriormente establecidas, y como añadidura a este proceso u ejercicio de
dialogo con Leo Strauss, respecto de las consideraciones que este establece sobre lo que acontece en su
contexto, pareciera que esta teoría de Strauss pudiera efectuar o desencadenar crispaciones nuevamente
en el mundo político, pues temas que causaron roces y actitudes que iban acrecentándose
negativamente; como la segregación, el fraccionamiento de la ciudadanía, etc. son temas que seguirían
estando en la palestra. La filosofía política, como tema de todos no debería prestarse para la puesta al
margen de distintos grupos o individuos particulares, planteada de modo contrario es una posición
elitista de continuar percibiendo a la filosofía. Sin duda también es innegable el hecho de que respecto
a las necesidades y en base a la observación de las configuraciones que ha sufrido el hombre individual
y en masa, de todos modos el concepto de bien, el ideal de bien, de verdad puede manifestarse y ser de
distinta manera en cada uno de esos grupos o persona, haciéndose inefectiva la idea de que exista y
prevalezca un única idea de bien y que sea esta quien configure los conceptos que vamos trabajando en
la modernidad, como es en el caso de la democracia.

Cabe sin duda acentuar a modo de cierre la importancia que tiene el estar haciendo continuamente
ejercicio de traer a la actualidad a los pensadores que fundaron el pensamiento en general y el político
en su particularidad. Es por ello y más, que a modo de abrir la discusión a todas las extensiones
posibles que de este pueda darse, planteo que si a pesar de que el ideal de bien haya tenido este vuelco
y dejado cosas atrás, como es lo que se analizó a lo largo de este ensayo sobre este ideal del bien que
atinge a una comunidad, a un ideal de bien común… si se hace el ejercicio de situarnos cien por cien en
nuestra actualidad... ¿Cómo se puede dimensionar lo que es el bien hoy para la sociedad?.

Bibliografía

 Strauss, L. (1970). ¿Qué es filosofía política?. Madrid: Guadarrama.

 Thucydides, & Gracián, D. (1944). Historia de la guerra del Peloponeso. Buenos Aires: Emecē.
 Ruiz, C. F. (1990). Platón: Libro VII de la República: 2ʹ bachillerato. Valencia: Tilde. pp. 24-25.

 Epístola VII, 325 d-326 b; trad. Ingl. de L.A. Post. La última frase corresponde a PLATÓN,
República, 473 d-e.

 W. D. Ross, Aristotle, tercera edición revisada. Londres, 1937, cap viii, 8; 1328a 36.

 Strauss, L. (1964). Meditación sobre Maquiavelo. Madrid: Instituto de Estudios Políticos.

 Lettieri, A. (2002). Política y sociedad: Pensamiento clásico. Buenos Aires: Ediciones del
Signo.

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