Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Lic. En Psicología
Docentes: Lic. Claudio Pilot (Titular Asociado), Lic. Paula Oliva (JTP comisión mañana) y Lic.
Javier Sulti (JTP comisión noche)
Alumnos:
Fabris Denise
Garbuio Pía
Orduña Alexander
Quiroga Erica
Rodríguez Martín
Sanchez Jesús
1
“Homosexualidad, familia y reivindicaciones”
Guido Vespucci
2
1. INTRODUCCIÓN:
El problema que se plantea es en qué pudo hacer con las circunstancias no elegidas un
colectivo de homosexuales que asumió el riesgo de enfrentarse un régimen de sexualidad que
concebía la homosexualidad entre la patología y el delito.
El FLH se enfrentó a los típicos desafíos que tiene todo movimiento: sumar nuevos miembros,
capturar la atención social y de los medios de comunicación e influir sobre las autoridades
políticas.
Estos fueron los ingredientes estructurales con los cuales el FLH hizo su historia, al
enfrentarse tres preocupaciones centrales: redefinir el sentido de la homosexualidad,
posicionarse ante los dilemas de institución familiar, y ofrecer su propia versión del significado
de la liberación. Es en este triángulo conceptual: homosexualidad-familia-liberación, donde
adquiere comprensibilidad su marco interpretativo
3
En el plano internacional, vale hablar de la revolución cubana, la experiencia de la
descolonización y de la revolución sexual, el mayo francés, la primavera de Praga, el poder
negro, la revuelta de Stonewall, etc.
En el plano local, destacan: el Codobazo, grupos antiautoritarios de jóvenes y estudiantes,
agrupaciones feministas y organizaciones armadas de cuño marxista y de liberación nacional.
Así las cosas, el FLH llega a definirse como un movimiento anticapitalista, antiimperialista y
antiautoritario.
Estos hechos locales, incluído el surgimiento del FLH, tenían que ver con el descontento cada
vez más grande acerca de la sucesión de regímenes militares autoritarios.
El punto es que la mayoría de los intentos del FLH de incorporarse a la causa social y
nacional no prosperaron.
Por medio de actividades que tenían lugar en las calles, trataron de articular o ligar la
liberación nacional con la liberación sexual. Tareas que llevaron a cabo sintiendo terror.
La derecha peronista empapeló la ciudad con carteles contra “el ERP, los homosexuales y los
drogadictos”. Mientras que los Montoneros, del lado de la izquierda peronista, manifestaron
“no somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y Montoneros”.
En cuanto a la izquierda marxista, el intento de acercamiento con la misma fue escurridizo.
Otro punto importante es que, y a diferencia del punto anterior, el FLH pudo entablar relación
con el movimiento feminista. Producto o resultado de ello fue el surgimiento del Grupo Política
Sexual, al efecto de debatir acerca de sexualidad y política. También llevaban a cabo
acciones públicas y tenían en contra tanto a la derecha como a la izquierda.
Una intervención fue salir a la calle a volantear en respuesta al decreto 659, por Isabel Perón,
que prohibía la información y difusión de métodos anticonceptivos.
Lo importante es que el FLH y el feminismo confluyeron en la reivindicación de un “cuerpo del
deseo”.
Esta etapa del FLH se caracteriza por un intenso activismo, del que pasa a la concientización.
Concientización de la comunidad homosexual. Para lo cual se crea la revista Somos, a fines
de 1973.
3. LA REVISTA SOMOS: TEORIZACIÓN DE LA (HOMO)SEXUALIDAD Y
ELABORACIÓN DE SABERES Y CONSIGNAS POLÍTICAS EN CLAVE
INTERDISCURSIVA:
Somos fue el nombre de la revista de los grupos del FLH que participaron en ella, la elección
del nombre se fundamentaba en Benítez, quien expuso “ante una sociedad que no nos dejaba
ser homosexuales, nosotros le contestábamos somos”. La revista publicó ocho ejemplares de
números, desde fines de 1973 hasta enero de 1976. Como recuerda Perlongher: “pretendía
ser un instrumento de trabajo concientizador. Incluía trabajos teóricos, informaciones,
literatura, etc.”
4
Quizá la clasificación más significativa radique en los diversos relatos e informes que
denunciaban episodios de violencia homofóbica. Por otro lado los artículos, ensayos,
manifiestos y poesías que expresaban el despertar de una nueva conciencia social de y hacia
los homosexuales.
El primer número de Somos se denominó “Sexo y revolución”, según Benítez “fue el primer
intento que hicimos para tener una teoría, no teníamos una teoría, por qué no somos
enfermos, había que contestar esa pregunta”.
Por otro lado, se informaban los operativos policiales que detenían homosexuales o personas
relacionadas con el mundo homoerótico.
Frente a las detenciones, persecuciones y demás, Somos respondía exigiendo “libertad a los
homosexuales presos”.
El FLH pretendía generar golpes de efecto para despertar conciencia social, necesitaba
exponer analítica y teóricamente, y en forma más o menos didáctica, cuáles eran los orígenes
y las causas de la misma. El FLH al plantear su propuesta política, fue simultáneamente
coproductor de un saber sobre la homosexualidad y la sexualidad en general, y sobre las
instituciones que componen la sociedad moderna capitalista, especialmente la familia.
5
La revista “Somos” y el documento “Sexo y revolución” operaron un recorte teórico y
emplearon un uso de lenguaje psicoanalítico y argumentaron que la sexualidad infantil,
muestra variedad de impulsos coprofílicos, homosexuales, fetichistas, heterosexuales,
bestiales, autoeróticos, etc., que al manifestarse previamente al proceso de socialización,
demuestran ser partes inalienables del caudal libidinal humano.
Pero para el FLH el placer estaba puesto al servicio de otra causa, bajo el ejercicio de un
poder perverso que deformaba las formas ideales de la sexualidad. Esa inversión de sentido
implicaba que las perturbaciones psíquicas no tenían su origen en la homosexualidad sino en
los mecanismos de su bloqueo, siendo este el verdadewro generador de trastornos neuróticos
y relaciones patológicas. Se advierte la influencia teórica de referentes del freudiano-
marxismo, como Wilhelm Reich o Hebert Marcuse, al concebir la sexualidad bajo una
concepción cuantitativa y económica posible de ser manipulada como un instrumento de
dominación social y susceptible a provocar secuelas nocivas. En efecto, Reich sostiene que
6
“la libido es un término biologista, económico, por cuanto se rige en términos de descarga,
estasis o bloqueo. El estancamiento de energía libidinal origina toda suerte de síntomas
psíquicos y somáticos”. Marcuse sostiene que, la represión de la libido origina “formas
horribles bien conocidas en la historia de la civilización, las orgías sadistas y masoquistas de
las masas desesperadas, de las élites sociales de los guardianes de los prisioneros y lo
campos de concentración”.
Tras haber revisado con detenimiento las premisas sobre la sexualidad que subyacían en los
discursos del FLH, es preciso continuar al análisis atendiendo cómo era conceptualizado ese
sistema de dominación, cómo operaba socialmente y quiénes eran los actores concretos que
detentaban dicho poder.
La familia fue otro de los aspectos de la realidad social que preocupaba a los integrantes del
FLH y que, requería de una teorización para poder darle sustento a sus metas políticas. La
revista Somos y el documento Sexo y revolución elaboraron un saber sobre su naturaleza y
funcionamiento. La familia fue abordada interdiscursivamente con recursos teóricos
provenientes del psicoanálisis, el freudiano-marxismo, sobre todo la antipsiquiatría y
pensamiento feminista.
La familia fue interpretada como un aparato ideológico del Estado, cuyo papel consistía en
preparar a los individuos para el trabajo alienado: “la familia es, como institución, un aparato
del Estado, y por ende tan opresiva como la Iglesia, la escuela o las Fuerzas Armadas. La
habilidad de la familia estriba en no aparecer como opresiva sino como natural e, incluso,
como placentera.
La familia aparecía como una invención cultural del sistema de dominación, desnaturalizada, y
con un rol fantasmagórico destinado a la promoción de la felicidad burguesa para esconder su
verdadera función opresiva. La familia cumplía la función de reprimir el placer en virtud de las
necesidades del sistema dominante: “un ser humano que hace objeto de dominación a sus
impulsos sexuales, no se extrañará encontrar reprimidos y dominados en el mundo social”.
7
La influencia del feminismo se torna evidente en la emulación de su distintiva fórmula “lo
personal es político” con la de “el sexo mismo es una cuestión política”. Ambas corrientes de
pensamiento fueron apropiadas para intentar desligar la economía sexual y corporal de las
ataduras opresivas y restituir todo su potencial de placer. La familia interfería en esas
posibilidades, las mutilaba reduciendo el cuerpo a su función reproductora y, por ende,
heterosexual. Dicha tarea comenzaba desde temprano, atacando la pureza de la sexualidad
infantil, “en tanto socialización del niño se basa en la represión de sus instintos sexuales, que
se hayan indiferenciados y esparcidos por todo el cuerpo”.
La familia como institución, organizada en sus roles fijos padre-madre-hijos, es un aparato del
sistema, tan aparato del sistema como la policía.
En principio, aquí la familia aparece como una institución mediadora del sistema, cuyo poder
es dependiente del poder en el dominio económico y político, acorde con un esquema
marxista.
A pesar de las intenciones del FLH por desnaturalizar la familia, algunos saberes de los
cuales se nutrió tendieron a sobredimensionar su autonomía y a esencializar su capacidad de
estructuración de lo social. Se deslizaba entonces la idea de que la familia era la célula básica
desde donde se erigía el orden social, la familia ofrecía un modelo de “microsociedad” para la
organización social del poder. A pesar de que la jerarquía en los roles sexuales fuera
conceptualizada culturalmente, existiera un sustrato biológico que informaba la fuerza natural
del macho y la función gestadora de la hembra, terreno fértil para el surgimiento de la familia
patriarcal-heteronormativa y para la dominación social masculina.
Bajo esta perspectiva, la familia no era solamente un medio funcional para el sistema de
dominación sino la forma de la dominación misma. Somos y de Sexo y revolución no solo
incorporó las formulaciones antipsiquiátricas de David Cooper respecto de la homosexualidad,
sino también esta impronta analítica de la familia, en la que “criar a un niño equivalente, en la
práctica, a hundir a una persona”. Esta lectura opacó que el problema de la (homo)sexualidad
en la familia no devenia solamente del ejercicio de represión, de su poder soberano, sino del
ingreso del dispositivo de sexualidad en el medio familiar. Esta nueva función psi de la familia
moderna, no solo está en juego la prohibición del deseo de lo no heterosexual-reproductivo,
sino una incitación a traslucir, detectar, conocer y vigilar tales deseos desde una codificación
binaria de lo normal y lo patológico. Dichas publicaciones combatieron vis a vis el discurso
psiquiátrico sobre la homosexualidad y el poder de represión sexual de la familia.
8
Es entonces sobre la base de esos contrastes que “el ambiente homosexual aparece como la
contracara de la sociedad heterosexual-familiarista”.
Perlongher, en "Historia del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina" (FLH) destaca, "como
buena parte de los argentinos de entonces, cree en la liberación nacional y social y aspira al logro de las
reivindicaciones específicamente homosexuales en ese contexto".
El concepto más recurrentes de la revista "Somos" fue, "liberación" y esa era la propuesta del (FLH).
El (FLH) sostenía que "lo real es que en la sexualidad, en la multiplicidad y riqueza de sus
potencialidades la, inscrito el primer atisbo de libertad que encontramos en la naturaleza".
Plantean que el sistema capitalista utiliza toda la superestructura institucional para redirigir esas
potencialidades de la sexualidad hacia sus propios intereses.
Donde domina "la carta de los machos" o "la clase capitalista-patriarcal" (con el poder de revisión y
represión) desde la familia hasta el estado pasando por todas las instituciones, que se sostenían en la
sublimación de la sexualidad, como canalización o represión de la energía sexual.
En este sentido, la sexualidad natural (distorsionada y mutilada por el efecto de la cultura) fue
decodificada en clave política, para devolverle toda su potencia.
De esta manera se levanta la bandera de la revolución sexual, nutriéndose del discurso de la tradición
freudiano marxista, el feminismo de la "segunda ola" y la anti psiquiatría.
David Cooper que decía "el orgasmo es también político, porque toda experiencia intensamente
significativa es potencialmente orgásmica".
La revolución sexual también consistía -en desintegrar las instituciones que reprimen la libido, como el
trabajo alienado y la familia monográfica y patriarcal, superando de este modo "la tiranía de la
genitalidad" en virtud de un esparcimiento corporal de la libido y una "erotización de la personalidad"
9
una cultura unisex y el fin del separatismo de los sexos,
el fin del rol sexual y el estatus sexual del patriarcado,
el fin de la opresión de los niños, la bisexualidad o el fin de la heterosexualidad compulsiva
perversa".
Este movimiento tuvo reivindicaciones específicas que afectan al ambiente homosexual, como el cese de
las razzias, los edictos y la violencia como fóbica en general.
Se podría conjeturar que él (FLH) mostró señales tempranas de una política de visibilización y del
"orgullo gay":
"Somos pública, debemos reivindicarnos orgullosamente como homosexuales, tirando de una vez por la
borda el peso de la vergüenza y la culpa que nos han hecho sentir. Los homosexuales somos
hermosos".
El sentido de esas reivindicaciones y declaraciones no pasa por la afirmación de una identidad del grupo
minoritario, sino que "impulsaban la liberación sexual para toda la sociedad" esta idea se compartía con
otras organizaciones similares de otros países con la cual el (FLH) mantenía contacto.
Se votó percibida como una vanguardia iluminada que podía desenmascarar los secretos del sistema.
Su misión estaba destinada a despertar la conciencia de todos aquellos que no pudieran detectar que la
represión de la homosexualidad respondía a un ordenamiento opresivo que manipulaba y distorsionaba
la energía libidinal para beneficio propio. Es decir que, derribando ese poder, la homosexualidad
recobraría su estatuto original como parte de una amplia economía sexual.
La consigna de "la liberación" consistía, en hacer caer la barrera del poder que contenía el libre
despliegue de la sexualidad. Suponía correr el velo de la ideología como falsa conciencia mediante la
que se colocaba a la homosexualidad como una perversión, cuando en verdad era constitutiva de la
libido humana.
El grupo Eros, que también pertenecía al frente plantea: "no hay que liberar sólo a los homosexuales,
hay que liberar lo homosexual en cada persona". "Un homosexual manifiesto despierta la
homosexualidad latente de los otros, el conjunto de la sexualidad dormida".
La especificidad de ese movimiento homosexual radicaba en transparentar lo que el poder oculta: que
todo individuo era, al menos potencialmente, homosexual.
Esta consigna muestra la dificultad del frente de liberación homosexual para sumar miembros a su causa
y también los intentos de alianza con los demás movimientos ya que todos trataban de encabezar un
10
proceso revolucionario. Porque la gran pregunta era ¿cuál es el verdadero sujeto de la revolución?
¿Cuál es el que hará cae todo el sistema?
Esto implicaba que la liberación de la sexualidad debía enfrentarse a todas las instituciones que
reprimían de manera velada pero organiza. Porque perseguían el mismo fin: el control y represión de la
sexualidad humana para garantizar la explotación laboral y estaban atravesada bajo la misma lógica de
poder, la forma especular de la familia encarnada en el resto de las instituciones de la superestructura.
El (FLH) entendía por familia "aquella institución patriarcal, heteronormativa, y monogámica impuesta por
la cultura burguesa.
"La familia es uno de los grandes problemas al que nos enfrentamos nosotros los homosexuales.
Posiblemente una gran parte de nosotros desearíamos que no existiera, pero existe. ¡Y cómo! A tal
punto que muchas veces preferimos quedarnos en la cal se ha antes de retornar a la esa atmósfera
opresiva del núcleo familiar".
"La igualdad completa entre el hombre y la mujer, la supresión de la institución del matrimonio, la
liberación de la sexualidad (comprendido su aprendizaje, no ya con el fin del procreación sino del placer)
y la independencia total de la juventud, llevarán a una destrucción rápida de la familia burguesa."
Antes de su definitiva disolución, sufrió una importante baja en sus miembros, a raíz de
amenazas de parapolicias vinculados al gobierno de Isabel Perón. En efecto, en 1975 el
semanario El Caudillo, llamó a acabar con los homosexuales y lincharlos públicamente.
Producido el golpe militar, en pocos meses el FLH llegó a su fin, sin poder lograr ningún
objetivo importante como movimiento social. No logró imponer una sola de sus consignas, ni
interesar a ningún sector trascendente en la problemática de la represión sexual.
La radicalidad de sus consignas y su vanguardismo fue otro factor que limitó la influencia
social del FLH, a lo que hay que agregar la tímida circulación que tuvieron sus publicaciones
que se distribuían de mano en mano.
11
Revertir el sentido común instalado socialmente respecto a las connotaciones patológicas y
delictivas de la homosexualidad, no era evidentemente una meta sencilla de lograr.
Más allá de que su marco interpretativo no haya logrado persuadir al ambiente homosexual ni
a ningún otro sector de peso, es justamente en su elaboración donde hemos intentado calibrar
el margen de agencia. La constitución misma del FLH como movimiento social supuso la
aparición de la primera organización importante de Argentina en desplegar un discurso de
oposición sistemático al régimen de sexualidad heteronormativo.
Este capítulo se propuso destacar la tensión productiva por la cual el FLH articuló un conjunto
de saberes psi con un campo discursivo contestatario para establecer sus propios sentidos
acerca de la cuestión homosexual. Quedó condensada mediante un intrincado triángulo
conceptual en el que sus vértices constitutivos fueron la afirmación de la homosexualidad, su
oposición a la institución familiar y la consigna de la liberación. La combinación de todos
aquellos saberes y discursos que intervinieron en su marco interpretativo llevaron al FLH a
interpretar la familia como una institución intrínsecamente represiva, asfixiante de la riqueza
sexual humana y plantear a la homosexualidad como portadora de una cualidad
intrínsecamente revolucionaria y transgresora del orden social. Bajo estas premisas, no hubo
punto medio ni posibilidad de negociación alguna entre ambas nociones. Por el contrario, el
FLH entendió que para librar la (homo) sexualidad, había que lograr la muerte de la familia .
12