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LA EVALUACION DE LA CONDICION CORPORAL COMO

METODOLOGIA PREFERENTE PARA LA ESTIMACION


DEL ESTADO DE ENGRASAMIENTO EN VACAS LECHERAS

P.J. ALVAREZ NOGAL


Dpto. de Producción Animal I. Universidad de León.
24071. LEON

RESUMEN
Reconocida la importante repercusión del estado de engrasamiento de las vacas lecheras sobre su rendi-
miento lechero y reproductivo y sobre su estado general de salud, planteamos en este trabajo la revisión y
valoración de diferentes alternativas para la estimación de dicho estado. Se analizan, por una parte, ecuacio-
nes de predicción con distintos rasgos corporales como variables independientes. No obstante su exactitud
predictora, generan dudas a causa de su inevitable aplicación diferida, de ahí que las estimaciones resultantes
hayan de tomarse con cierta precaución. Por otro lado, aceptando la equivalencia entre estado de engrasa-
miento y condición corporal, se abordan distintos modelos desarrollados para la evaluación de dicha condi-
ción, señalando el que a nuestro juicio mejor reúne los requisitos para su aplicación y puesta en práctica a
nivel de campo.

PALABRAS CLAVE: Vacas lecheras


Estado de engrasamiento
Ecuaciones de predicción
Evaluación condición corporal

INTRODUCCION
Cuando consumen alimento en abundancia, las vacas tienden a almacenarlo bajo la forma
de tejido graso para su posterior movilización en épocas de escasez. En efecto, aunque el teji-
do adiposo cumple otras importantes funciones fisiológicas (aislante, protectora, etc.), a él
recurre el propio organismo como fuente de energía interna cuando los componentes calóri-
cos de la ración absorbidos en el tracto digestivo son insuficientes para cubrir las necesidades
energéticas de los animales. Entre éstas se encuentran las de lactación, siendo sabido que el
nivel productivo de las vacas lecheras guarda una clara e indiscutible relación con su estado
de engrasamiento (EE) al parto, cuya influencia se extiende también a otras esferas orgánicas.
En efecto, puesto que el ganado bovino participa del hecho de que la obesidad reduce el con-
sumo de alimentos (Bines et al., 1969), un sobreengrasamiento de las vacas al parto motiva
una ralentización de la fase inicial ascendente de la curva de ingestión y demora en ésta el
alcance de su punto álgido, lo que provoca un considerable desfase entre las elevadas necesi-

Recibido: 15-6-98
Aceptado para su publicación: 10-3-99

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dades nutritivas de la primera parte de la lactación y la cobertura de las mismas a través de la


ingestión alimenticia. En tales circunstancias las vacas experimentan una súbita e intensa
movilización de reservas grasas que puede ir asociada con una mayor incidencia de trastornos
reproductivos y metabólicos y otros problemas de salud de los animales, según recogen
Gearhart et al. (1990) en su revisión bibliográfica al respecto. Por otro lado, un sobreengrasa-
miento al secado también puede incidir negativamente sobre el rendimiento reproductivo de
las vacas (Gearhart et al., 1990), de la misma forma que un deficiente EE a la cubrición redu-
ce las posibilidades de éxito en la fecundación (Butler, Smith, 1989; Ferguson, Otto, 1989).
Con estos precedentes está más que justificado tener una idea clara y fundamentada de la
influencia del EE de las vacas lecheras sobre su nivel de productividad, de la cual podemos
inferir alguna recomendación práctica en cuanto a la evolución deseable de las reservas grasas
a lo largo del ciclo productivo de las vacas. Ahora bien, no tendría sentido referirnos al EE sin
antes conocer los posibles procedimientos para su evaluación, de ahí que sea nuestro objetivo
en el presente trabajo pasar revista a tales procedimientos y proponer aquel que por sencillez,
seguridad y facilidad de aprendizaje encontremos realmente aplicativo a nivel comercial.
El EE no es sino un índice de composición corporal y puesto que pretendemos su valo-
ración en animales vivos, no queda otro remedio que poner en práctica algún tipo de pro-
cedimiento indirecto, respecto a lo cual existen las dos alternativas que se citan y que pro-
cedemos a analizar:

– Estimación mediante ecuaciones de predicción


– Evaluación de la condición corporal.

ECUACIONES PREDICTORAS DEL ESTADO DE ENGRASAMIENTO


Son ecuaciones desarrolladas, en el ámbito de pruebas experimentales, con el fin de
estimar el EE o la grasa corporal total (GCT) a partir de otros índices de composición cor-
poral cuyos valores, teniendo en cuenta el crecimiento diferencial y coordinado de las dis-
tintas partes, tejidos y componentes del organismo animal, son indicativos precisamente del
tejido adiposo existente. La mayoría de estas ecuaciones vienen avaladas por unos coefi-
cientes estadísticos (RSD, R2) que respaldan la seguridad de la predicción, sobre la que sin
embargo se cierne la duda cuando a las ecuaciones se aplican datos provenientes de ani-
males distintos a los experimentales.
Estamos hablando de varios modelos posibles de ecuación:

– de regresión lineal (Y = a + bX)


– de regresión múltiple (Y = a + b1X1 + b2X2 + …)
– exponencial (Y = a + bX1/2).

En ellas, las variables independientes (X) representan los índices de composición cor-
poral de uso potencial como predictores de la GCT (Y, kg). Los más ensayados son:

– el peso vivo (kg)


– el tamaño esquelético o volumen corporal (mm3)
– el contenido en agua corporal (kg) estimado mediante técnicas de dilución
– el espesor de la grasa subcutánea (mm).
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Desde un punto de vista meramente estadístico, la ecuación más aconsejable será aque-
lla que arroje la estimación más precisa, aunque en la elección influirá también que se quie-
ran barajar una o más variables independientes. En este sentido consideramos suficiente-
mente clarificadores los resultados obtenidos por Wright y Russel (1984b):

a) Utilizando sólo un índice en la predicción, la mayor exactitud corresponde al peso


vivo (RSD = 19,5 kg; R2 = 0,912).
b) De entre las combinaciones probadas de dos índices, el mejor resultado proviene
del binomio peso vivo-espesor de la grasa subcutánea (RSD = 16,3 kg; R2 = 0,944).
c) Como no podía ser de otra manera, la inclusión de un tercer índice eleva aún más
la exactitud de la predicción, siendo esto lo acaecido con el peso vivo, el espesor de
la grasa y el contenido en agua corporal (RSD = 14,3 kg; R2 = 0,961).
d) El tamaño esquelético podría tener interés en aquellos casos en que el peso vivo real
de un animal aparezca claramente desvirtuado, como ocurre por ejemplo con las
vacas gestantes; sólo entonces su participación mejora la predicción hecha a partir
del peso vivo como único índice.

Anteriormente ya nos referimos a la duda que entraña la aplicación diferida de este


tipo de ecuaciones. En ello mismo inciden los mencionados autores (Wright, Russel,
1984b) al recordar que los índices de composición corporal a partir de los cuales se han
desarrollado tales ecuaciones provienen de vacas no gestantes ni lactantes, lo que hace
cuestionarse la validez de la aplicación a vacas grávidas y/o produciendo leche y obliga a
tomar las estimaciones resultantes con cierta precaución. Además, la medición a nivel de
campo de algunos de los índices (volumen de agua corporal, espesor de la grasa subcutá-
nea) se antoja más bien inviable y en cuanto al peso vivo, el más cómodo y sencillo de
obtener, recuérdese el error que puede arrastrar en la estimación en caso de sobrevalora-
ción, más o menos elevada según la cantidad de alimentos presente en el tracto digestivo
de los animales al pesaje.

CONCEPTO Y SIGNIFICADO DE LA CONDICION CORPORAL


Si bien la condición corporal (CC) de un animal puede conceptuarse como la relación
existente en su organismo entre los componentes grasos y los no grasos, a buen seguro
resultan más ilustrativas expresiones como depauperado o enflaquecido, magro, gordo y
obeso, indicativas de un estado manifiestamente deficitario o con predominio de los com-
ponentes proteicos o lipídicos. Para la verificación de la CC en animales vivos se recurre
habitualmente a métodos subjetivos tendentes a la detección de las reservas corporales pre-
sentes en el organismo bajo la forma de grasas y/o músculos, en lo que se ha dado en lla-
mar evaluación de la CC (ECC) y de la que se desprende la asignación de una puntuación
o nota definidora.
No obstante esta explicación, lo cierto es que la ECC como indicadora del estado pro-
teico únicamente cobra sentido ante vacas claramente enflaquecidas cuya pérdida de masa
muscular queda así testimoniada. Excluyendo estas vacas depauperadas y centrándonos en
las que exhiben una condición muscular normalizada, ajena a procesos involutivos, la ECC
se tiene más bien como un procedimiento valorador de la cantidad de grasa almacenada
bajo la piel y, a partir de aquí, como una herramienta más para la determinación del EE de

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los animales, aunque para dar por buenas ambas asunciones han de aceptarse a su vez las
dos premisas siguientes:

– que los depósitos grasos detectados a través de la ECC sean tomados como un fiel
reflejo de la grasa subcutánea realmente existente
– que el nivel de engrasamiento subcutáneo sea aceptado como verdadero indicador
del EE de los animales.

En relación a la primera de las premisas, Garnsworthy (1988), en una revisión de datos


disponibles al respecto, ya confirma la validez de la grasa subcutánea desvelada por palpa-
ción como representativa de la existente verdaderamente bajo la piel según testificación
proporcionada por las imágenes servidas por aparatos de ultrasonido. Más recientemente,
Domecq et al. (1995) reafirman dicha impresión al contrastar sucesivamente en tres regio-
nes corporales distintas de vacas Frisonas (región lumbar, región glútea y área periférica de
la base de la cola o región caudal) las cantidades de grasa subcutánea determinada prime-
ro por palpación y después directamente con aparatos de ultrasonido y comprobar la exis-
tencia entre ambos valores de una elevada correlación.
El refrendo a la segunda premisa lo hallamos en el ya clásico trabajo de Wright y
Russel (1984a,b) sobre composición y condición corporal de vacas adultas y que brinda
información sobre la relación existente entre la CC y la GCT químicamente determinada.
Dado que tales relaciones estuvieron acompañadas en todos los casos de una elevada sig-
nificación estadística, el grado de engrasamiento deducido de la ECC es aceptado por los
autores como un signo previsor de la totalidad de los tejidos adiposos acumulados en el
organismo de vacas adultas. Así y todo, no hay seguramente mejor forma de validar esta
premisa que repasar la evolución del tejido graso a lo largo de su crecimiento diferenciado
durante la fase postnatal tardía en el ganado vacuno (desde los 100-120 kg de peso vivo
hasta su asentamiento a la madurez).
En la especie vacuna, como en la ovina y la porcina, la grasa corporal se acumula en
depósitos grasos cuya denominación particular guarda relación con su localización ana-
tómica. Se habla así de depósitos grasos anexos a la canal, que incluyen la grasa inter-
muscular y la grasa subcutánea (también llamada externa o de cobertura), y de depósitos
grasos abdominales o internos, que engloban la grasa perirrenal y retroperitoneal, la
grasa mesentérica (alrededor de los intestinos) y la grasa omental (alrededor de los pre-
estómagos). En el transcurso del crecimiento postnatal del tejido adiposo, su capacidad
para la acumulación lipídica varía entre depósitos, de forma que el progresivo engrasa-
miento de los animales se acompaña de una presencia incrementada de grasa subcutánea
y abdominal en perjuicio de la grasa intermuscular (Robelin, 1986). Ocurre además que
el crecimiento relativo de la grasa externa es más rápido que el de toda la grasa corporal
en conjunto (Robelin, Casteilla, 1990), todo lo cual confirma que la determinación del
EE de los animales a través de la estimación subjetiva de la grasa subcutánea se confi-
gura como un procedimiento razonablemente seguro (Robelin, Tulloh, 1992). A mayor
abundamiento, téngase también en cuenta que la movilización de reservas adiposas en
casos de balance energético negativo afecta antes que a ninguna otra a la grasa subcutá-
nea (Beranger, Robelin, 1977).
La CC de una vaca, además de desvelarnos la mayor o menor disponibilidad de reservas
corporales, mayoritariamente bajo la forma de tejido adiposo, es válida asimismo como pará-
metro interviniente en la estimación de la GCT mediante ecuaciones de predicción (ver pág.
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6). La elevada significación estadística de la relación entre ambos factores ha quedado docu-
mentada por Wright y Russel (1984a, 1984b), a pesar de lo cual la CC en cuanto variable
independiente cede protagonismo al peso vivo cuando de predicción a partir de un sólo índi-
ce de composición corporal se trata (RSD = 20,7 kg y R2 = 0,902 vs RSD = 19,5 kg y R2 =
0,912, respectivamente) (Wright, Russel, 1984b). Lógicamente la predicción gana en exacti-
tud cuando combina las dos variables (RSD = 15,3 kg y R2 = 0,950) (Wright, Russel, 1984b.
Así las cosas y una vez documentada la validez de la ECC en vacas como alternativa
para la determinación de su EE, procede, en primer lugar, exponer la metodología desarro-
llada para tal fin y, seguidamente, repasar distintas versiones de la misma para el caso ya
concreto de vacas lecheras.

METODOLOGIA BASICA PARA LA EVALUACION


DE LA CONDICION CORPORAL EN VACAS
Puesto que la ECC pretende, a fin de cuentas, determinar la cantidad de grasa subcu-
tánea almacenada por los animales, la primera decisión a tomar a la hora de configurar la
metodología evaluadora es la elección de las regiones corporales sobre las que llevar a cabo
la correspondiente exploración. En este sentido, se acostumbra a operar sobre alguna/s de
las regiones siguientes:

– región lumbar
– región caudal
– región pélvica
– región del costillar.

Fig. 1.–Ritmo de crecimiento (b) de la grasa subcutánea en cada una (Y) de ocho zonas
distintas del cuerpo de las reses vacunas en relación a la grrasa subcutánea total (X), según modelo
de ecuación: log Y = log a + b log X (Butler-Hogg y Wood, 1982)
Relative growth (b) of regions of subcutaneous fat (Y) on total subcutaneous fat (X)
in cattle using model log Y = log a + b log X (Butler-Hogg y Wood, 1992)

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Los resultados de un estudio de Butler-Hogg y Wood (1982) sobre el crecimiento


relativo del tejido graso subcutáneo en diferentes zonas del cuerpo de las reses vacu-
nas (Fig. 1), confirman lo acertado de dicha elección. De las ocho zonas contempladas
en el estudio, sólo en cuatro el ritmo de crecimiento se aproxima a la unidad, lo cual
significa que en ellas la grasa subcutánea crece casi al mismo ritmo que en el cuerpo
como conjunto o, dicho de otra forma, que la grasa depositada bajo la piel de esas cua-
tro zonas constituye un buen exponente del EE general de las reses vacunas.
Descartando las zonas del cuello y vientre, cuyo acceso y manipulación siempre resul-
tan más problemáticas, únicamente restan las dos zonas que, como se indica en la figu-
ra, engloban las cuatro regiones corporales objeto de examen en el transcurso de la
ECC de las vacas.
La exploración implícita en la ECC pone en juego los sentidos del tacto o de la vista y
así se habla de una exploración manual o una exploración “de visu”, aunque también puede
plantearse combinando ambas opciones. La exploración manual admite a su vez otras dos
opciones:

– la palpación, que permite detectar la mayor o menor prominencia y la nitidez del


perfil de las estructuras óseas en función de la cantidad existente de grasa subcutá-
nea, responsable asimismo del grado de deslizamiento de la piel
– la aprehensión de la piel, tanto más fácil y evidente cuanto mayor sea la entidad de
los depósitos grasos subyacentes.

La valoración de los depósitos de grasa subcutánea proporcionada por la inspección


visual se basa en la observación, en las cuatro regiones ya citadas, de sus contornos desde
distintos ángulos y del grado de relleno de las fosas, huecos o depresiones presentes en
ellas.
Finalizada la exploración ha de cuantificarse la CC exhibida por los animales,
asignándoles, de entre las puntuaciones incluidas en una escala modelo, la que mejor
identifique su estado. Algunas de estas escalas tipifican únicamente puntuaciones
enteras de la CC (0, 1, 2, …), mientras que otras, más explícitas, posibilitan una pun-
tuación más atinada al establecer graduaciones intermedias con incrementos de 0,25
puntos.
El primer procedimiento evaluador de la CC en ganado vacuno fue desarrollado en el
Reino Unido por Lowman et al. (1976) para vacas de vientre, adaptando la técnica austra-
liana ideada por Jefferies (1961) para ganado ovino. Como se observa en la Tabla 1,
Lowman et al. (1976) establecieron una escala de puntuación de la CC de 0 a 5, según la
apreciación resultante a la palpación de las vértebras lumbares, aunque para las tres notas
más altas también se tiene en cuenta la grasa subcutánea detectada (al tacto) en torno a la
base de la cola.
Autores interesados en la averiguación de la CC pero en vacas lecheras (Frood y
Croxton, 1978; Wright y Russel, 1984a; Jones y Garnsworthy, 1989) han aplicado, no obs-
tante, el procedimiento evaluador de Lowman et al., (1976) para vacas de carne, lo cual nos
lleva a la siguiente reflexión. Si bien los métodos de exploración son válidos indistinta-
mente para los dos tipos de animales, no parece tan seguro, sin embargo, que una misma
puntuación haya de expresar idéntico EE en ambos casos. En efecto, según han comproba-
do Wright y Russel (1984a), existen importantes diferencias genéticas en cuanto a la dis-
tribución de grasa entre los diversos depósitos adiposos de las vacas, de modo que las de
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TABLA 1
PUNTUACION DE LA CONDICION CORPORAL EN VACAS
DE CARNE, SEGUN LOWMAN et al. (1976)
Body conditions scores for beef cows according to Lowman et al. (1976)

Punto 0: El animal está depauperado. No se aprecia al tacto tejido graso alguno alrededor de las vérte-
bras lumbares, cuyas apófisis espinosas emergen prominentes sobre el lomo y se muestran,
igual que las apófisis transversas, muy puntiagudas.

Punto 1: Las apófisis transversas siguen distinguiéndose fácilmente al tacto y mostrándose puntiagudas.
Continúa, aunque en menor grado, el aspecto prominente de las apófisis espinosas.

Punto 2: Las apófisis transversas pueden aún detectarse por palpación, aunque no tan claramente al estar
recubiertas por una delgada capa de grasa, que explica también el cambio de un contorno pun-
tiagudo a otro más redondeado.

Punto 3: Las apófisis transversas sólo pueden apreciarse con una fuerte presión. Se palpa una ligera
capa de grasa subcutánea alrededor de la base de la cola.

Punto 4: Las apófisis transversas no se notan siquiera con una fuerte presión. La capa de grasa alre-
dedor del nacimiento de la cola se encuentra engrosada, adquiriendo incluso un cierto
relieve.

Punto 5: La estructura ósea del animal no es detectable en absoluto. La base de la cola está práctica-
mente embutida en grasa.

raza lechera (genotipo Frisón) dirigen mayor cantidad de grasa corporal hacia los depósi-
tos internos en perjuicio de los subcutáneos, ocurriendo al revés con las vacas de razas cár-
nicas. Quiere ello decir que para una misma nota de CC las vacas lecheras disfrutan de una
mayor gordura o, en otras palabras, que el grado de adiposidad desvelado por la ECC no
implica el mismo EE en vacas de leche que en las de carne.
Estos precedentes justifican la conveniencia de establecer diferentes procedimientos
evaluadores de la CC según se trate de unas vacas u otras, diferentes no desde un punto de
vista metodológico propiamente dicho, pero sí a la hora de asociar una determinada CC con
su correspondiente puntuación en la escala modelo. Veamos, por tanto, los más representa-
tivos sistemas desarrollados específicamente para vacas lecheras.

MODELOS DE EVALUACION DE LA CONDICION


CORPORAL EN VACAS LECHERAS

Descripción y análisis crítico

De entre todos los criterios posibles para su clasificación, hemos optado por el país en
que han sido desarrollados y donde, por supuesto, han creado escuela, de manera que
vamos a hablar así de los modelos británico, norteamericano y francés.

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Modelo británico

Atribuido a Mulvanny (1977), quien lo desarrolló a partir del sistema ya citado de


Lowman et al., (1976) y del que representa casi un calco. La única diferencia entre ambos
estriba en los criterios de valoración, de manera que Mulvanny (1977) tipifica las seis notas
posibles de CC (de 0 a 5) en función de la apreciación resultante a la palpación tanto de la
región lumbar como de la caudal, si bien concede prioridad a esta última. Amplía así el área
de exploración a efectos de una mejor ponderación de la nota final de la CC (véanse los
coeficientes correspondientes a ambas regiones en la Fig. 1), con la ventaja añadida de que
estando las vacas en su plaza de ordeño se accede más fácilmente a la región caudal.

Modelo norteamericano

Puesto que en este país varias han sido las versiones de la técnica ideada para la ECC
en vacas lecheras, procedemos a su descripción ateniéndonos a su aparición cronológica.
La primera versión corresponde a Wildman et al. (1982), quienes, de resultas de la
exploración visual y por palpación de las regiones lumbar, pélvica y caudal, propusieron
una escala de puntuación de la CC de 1 (severa extenuación) a 5 (acusada obesidad). En la
Tabla 2 se detalla la descripción correspondiente a cada una de las cinco notas de CC así
establecidas.
Pensando seguramente en la mejor especificación posible del estado de carnes de los
animales en cada una de las notas de CC reseñadas, los autores han optado por descripcio-
nes demasiado prolijas que a nuestro juicio, por el contrario, representan más bien una
complicación a la hora, primero, de interpretar tanta información y, después, de integrarla
conjuntamente en una puntuación concreta de la CC, sobre todo tratándose de calificacio-
nes intermedias no contempladas directamente en la escala modelo. Tampoco está exento
este sistema de inconvenientes metodológicos propiamente dichos, dado que el examen por
palpación obliga a inmovilizar los animales, tarea laboriosa, fuera del ordeño, tratándose
de vacas explotadas en pastoreo y tanto más cuanto más numerosos sean los rebaños. En
otro orden de cosas, bien es verdad que la CC así evaluada se muestra independiente del
peso y tamaño de los animales, aunque en realidad ésta es una virtud extensible a los demás
sistemas de ECC, capaces de discriminar condiciones corporales aún entre vacas del mismo
peso vivo.
Un procedimiento evaluador distinto fue desarrollado por Edmonson et al., (1989).
Estos autores basan la exploración de los animales únicamente en la inspección visual y
fijan puntuaciones extremas de la CC también de 1 a 5, pero incorporando fracciones inter-
medias de 0,25 puntos, lo que configura una escala con 17 graduaciones posibles en total.
La asignación a la CC de la puntuación que mejor se ajuste de entre las 17 posibles se hace
una vez examinados “de visu” los ocho caracteres señalados a continuación y cuya locali-
zación en las regiones lumbar, pélvica y caudal es la que sigue:

1ª) Región lumbar (L):

– cobertura tisular de las apófisis espinosas (L1)


– relleno del ángulo diedro formado por las apófisis espinosas y las transversas de
un solo lado (L2)
CÓMO EVALUAR EL ESTADO DE ENGRASAMIENTO DE VACAS LECHERAS 59

TABLA 2
PUNTUACIÓN DE LA CONDICIÓN CORPORAL EN GANADO VACUNO
LECHERO TIPO FRISÓN (WILDMAN et al., 1982).
Body condition scores for dairy cows according to Wildman et al. (1982).

Punto 1:

a) Las apófisis espinosas de las vértebras lumbares se muestran puntiagudas al tacto y observadas conjun-
tamente emergen a modo de cresta dada la ausencia casi total de tejidos adyacentes. Las apófisis trans-
versas resaltan en igual medida, remarcando la profunda oquedad de la fosa paralumbar.
b) Insignificante presencia de tejidos alrededor de las tuberosidades coxal e isquiática, de ahí su aspecto
anguloso y la profundidad de la depresión glútea.
c) Escasa presencia de tejidos alrededor de la base de la cola, que explica, junto con la prominencia de
ambas tuberosidades isquiáticas, la profunda depresión de la fosa isquio-rectal.

Punto 2:

a) La palpación de las apófisis espinosas sigue revelando su forma puntiaguda, aunque el efecto cresta ya
no es tan manifiesto dada la mayor presencia de tejidos blandos, responsable a su vez de la menor pro-
fundidad de la fosa paralumbar.
b) Apariencia todavía angulosa de las tuberosidades coxal e isquiática, aunque con una depresión no tan
severa de la región glútea.
c) Acumulación de tejidos alrededor de la base de la cola que propicia ya un ligero relleno de la depresión
isquio-rectal.

Punto 3:

a) La detección por palpación de las vértebras lumbares sólo es posible aplicando una ligera presión dada
la notoria presencia de tejidos anexos, que también explica la anulación del efecto cresta y que la fosa
paralumbar apenas se perciba.
b) Las tuberosidades coxal e isquiática ofrecen un aspecto redondeado y apenas se aprecia depresión glú-
tea alguna.
c) La depresión isquio-rectal pasa practicamente desapercibida, no apreciándose todavía signos de acu-
mulación grasa.

Punto 4:

a) Presencia evidente de tejido muscular y graso a nivel lumbar, cuyas vértebras son detectables al tacto
previa aplicación de una fuerte presión. El perfil raquidiano de las vértebras se muestra plano o ligera-
mente convexo.
b) Notoria redondez de las tuberosidades coxal e isquiática y apariencia plana de la depresión glútea.
c) Patente acumulación de tejido graso en el área de la base de la cola.

Punto 5:

a) Ninguna de las estructuras óseas anteriores pueden ser detectadas dada la abundante acumulación de
grasa subcutánea. La base de la cola aparece repleta de grasa.

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– cobertura tisular de las apófisis transversas (L3)


– fosa paralumbar (oquedad en la parte alta de los ijares justo debajo de las apó-
fisis transversas) (L4).

2ª) Región pélvica (P):

– cobertura tisular de las tuberosidades coxal e isquiática (P5)


– depresión glútea (P6)
– depresión entre ambas tuberosidades coxales (P7).

3ª) Región caudal (C):

– fosa isquio-rectal (depresión centrada sobre el ano, delimitada por la cola, los dos
ligamentos sacro-tuberales y la arcada isquiática) (C8).

El resultado de la observación de estos caracteres queda plasmado por los autores en


contornos cuyos diagramas, junto con un breve epígrafe descriptivo de los mismos para dis-
tintas puntuaciones de la CC, quedan recogidos en la Figura 2.
La gran virtud de este procedimiento, aparte de no hacer necesaria la sujeción de los
animales, estriba en el papel clarificador de los diagramas a la hora de traducir la apa-
riencia de las vacas en una determinada CC, lejos de las dudas surgidas cuando se trata
de interpretar descripciones escritas. Así pues, podemos afirmar que dentro de la subje-
tividad que caracteriza a todos los sistemas de ECC, éste en concreto tiende a ser algo
más objetivo, como objetivizada se encuentra también la asignación de notas fracciona-
das de la CC.
A nuestro juicio, el sistema de Edmonson et al., (1989) posee una importante limita-
ción, cual es el elevado número de caracteres a valorar. Se nos antoja dificultoso poder
ir reteniendo mentalmente toda la información generada en el transcurso de la inspección
-uno a uno- de los ocho caracteres, no siendo improbable cierto confusionismo que des-
virtúe la asignación de una nota integradora de la CC. Cualquiera que sea el procedi-
miento evaluador que se proponga para su aplicación a nivel comercial ha de ser, además
de sencillo y seguro, fácilmente asimilable y asumible por los ganaderos, condiciones
éstas últimas de difícil alcance cuando, como en el sistema que nos ocupa, se maneja
información en exceso. Es posible que esta adversidad haya sido sospechada, y al mismo
tiempo tratada de solventar, por los propios autores, a tenor de su sugerencia fundamen-
tada de simplificación del procedimiento evaluador acotando la exploración de los ani-
males a sus regiones pélvica y caudal solamente, lo que reduce el número de caracteres
a valorar a la mitad.
La tercera versión norteamericana proviene de Ferguson et al. (1994), autores de
un modelo evaluador basado en la inspección visual de siete rasgos corporales distri-
buidos, como no podía ser de otra manera, entre las regiones lumbar, pélvica y caudal,
inspección tras la cual se califica cada animal con alguna de las notas de CC incluidas
en la Tabla 3. En este caso, la escala de puntuación presenta, por un lado, unos valores
extremos de 2,0 y 4,5 (entre los cuales oscila habitualmente la CC de las vacas en las
granjas comerciales, según los autores) y, por otro lado, fracciones intermedias tam-
bién de 0,25 puntos, de modo que aparecen tipificadas un total de 11 puntuaciones de
la CC.
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CÓMO EVALUAR EL ESTADO DE ENGRASAMIENTO DE VACAS LECHERAS

Fig. 2.–Calificación y tipificación de la condición corporal de vacas lecheras, según Edmonson et al. (1989). (L1, L2, L3, …: véase el texto)
61

Body condition scoring chart for dairy cows according to Edmonson et al. (1989). (L1, L2, L3, …: see the text)
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TABLA 3
CALIFICACION Y TIPIFICACION DE LA CONDICION CORPORAL
DE VACAS LECHERAS, SEGUN FERGUSON ET AL. (1994)
Body condition scoring chart for dairy cows according to Ferguson et al. (1994)

Región pélvica Región lumbar Región caudal


CC Depresión Tuberosidad Tuberosidad Apófisis Apófisis Músculo Ligamento
glútea isquiática1 coxal espinosas transversas2 coxígeo3 sacro·tuberal4

Visible: Fácilmente Fácilmente


2,00 V Angular Angular Puntiagudas
> 0,5 visible visible

Visible:
2,25 V Angular Angular Putiagudas
0,25-0,50
” ”

Angular/
2,50 V Redondeada
Angular Redondeadas ” ” ”

2,75 V Redondeada Angular ” ” ” ”

3,00 V Redondeada Redondeada ” ” ” ”

Visible: Fácilmente Fácilmente


3,25 U ” ” ”
0,10 visible visible

Fácilmente
3,50 U ” ” ” ” Perceptible
visible

3,75 U ” ” ” Inperceptibles Perceptible

4,00 U ” ” ” Inperceptibles

4,25 U ” ” Perceptibles Inperceptibles

4,50 Plana Imperceptibles

1 La diferencia entre una tuberosidad isquiática angular/redondeada y otra angular es detectada por palpación: en

el primer caso se aprecia una ligera capa de grasa, no así en el segundo.


2 Los números indican la porción visible de las apófisis.
3 Identificado antiguamente como el ligamento isquio-coxígeo.
4 Se trata, en realidad, de la porción sacro-tuberal del ligamento sacro-esciático.

La característica diferenciadora de este sistema evaluador, presentado por sus autores


como un sistema de “descriptores principales”, es que, aceptada la existencia de determinados
rasgos corporales suficientes por sí mismos para definir la CC de los animales, basta con que
se compruebe la apariencia de solamente alguno/s de ellos para poder cuantificar la CC. Así
queda plasmado en la Tabla 3, que acompañamos de los siguientes comentarios explicativos:

a) el contorno de la depresión glútea basta para diferenciar, según tenga forma de V ó


U, vacas con una CC media-baja (≤ 3,0) o media-alta (≥ 3,25), respectivamente.
CÓMO EVALUAR EL ESTADO DE ENGRASAMIENTO DE VACAS LECHERAS 63

b) la apariencia de las tuberosidades isquiática y coxal discriminan entre vacas con CC


de 3,0, de 2,75 y de 2,5.
c) las apófisis de las vértebras lumbares permiten distinguir entre vacas con CC de
2,25 o de 2,0.
d) la asignación de una nota u otra a aquellos animales de CC media-alta depende, fun-
damentalmente, del grado de visibilidad del músculo coxígeo y del ligamento
sacro-tuberal.

Aunque cada comentario se proyecta sobre uno de los rasgos en concreto, éstos en reali-
dad deben ser valorados concatenadamente con alguno/s de los otros. Por ejemplo, la distin-
ción entre vacas con CC de 2,25 o de 2,0 estriba en la porción visible de las apófisis transver-
sas de las vértebras lumbares, pero teniendo en cuenta, adicionalmente, que en ambos casos ha
de observarse el mismo aspecto en las regiones pélvica y caudal y la misma apariencia de las
apófisis espinosas lumbares. Todo ello es consecuencia de un hecho claro que sirve, así, de fun-
damento biológico de este sistema evaluador: la acumulación secuencial de grasa sobre las
diversas zonas corporales en las fases ulteriores del crecimiento de los animales adultos.
Siguiendo este procedimiento, la asignación de CC a las vacas lecheras se simplifica vin-
culándola a un número reducido de rasgos corporales, lo que constituye una verdadera ventaja
de cara a su asimilación por parte de los ganaderos o los productores. A nuestro juicio, no obs-
tante, se trata de una simplificación no exenta de riesgo, dado que algunas de las apreciaciones
diferenciadoras entre condiciones corporales resultan demasiado sutiles como para poder ser
detectadas fácil y repetidamente y estar seguros a la hora de adjudicar a los animales una u otra
CC. Esto nos lleva al concepto de repetibilidad, al que más adelante nos referiremos.

Modelo francés

Constituye el resultado del ensamblaje de dos versiones iniciales distintas, aunque


concordantes en esencia, desarrolladas en diversos centros de experimentación en produc-
ción bovina de Francia. Verificada y avalada su validez por especialistas del Institut
Technique de l´Elevage Bovin, ha sido asumida en este país como el modelo oficial para la
determinación del EE de las vacas lecheras y como tal ha sido presentada en un artículo
redactado por Bazin (1984), perteneciente a dicho Instituto.
Propone este modelo la evaluación de los animales en base a criterios visuales, aunque
considera la posibilidad de precisar la nota de CC, así otorgada, en función de las apre-
ciaciones resultantes de la palpación de determinadas zonas corporales de las vacas. El exa-
men visual se plantea a dos niveles, el tercio posterior y el costado, proyectándose en cada
uno de ellos sobre los siguientes caracteres:

1º) tercio posterior:


– base de la cola y punta de las nalgas
– ligamento sacro-tuberal y fosa caudal o isquio-rectal
– espina dorsal

2º) costado:
– tuberosidad coxal
– apófisis transversas y espinosas de las vértebras lumbares.

Invest. Agr.: Prod. Sanid. Anim. Vol. 14 (1, 2 y 3), 1999


64
TABLA 4
CALIFICACION Y TIPIFICACION DE LA CONDICION CORPORAL (CC)
DE VACAS LECHERAS, SEGUN EL MODELO FRANCES
Body condition scoring chart for dairy cows according to the French model

Criterios CC 5 4 3 2 1 0
Base de Base de la cola separada del
la cola Sumidas ambas en una Patente acumulación de cuerpo.
Percepcible toda la tuberosi- Visión nítida de la estructura
auténtica bola de grasa que grasa sólo alrededor de las
dad isquiática. pélvica.
Puntas de las hace imperceptibles. puntas. Ligera cobertura grasa alre- Ausencia de grasa: visión
las nalgas dedor de las puntas. clara de las puntas.

Ligamento Embutido en grasa: imper- Ligamento apenas visible. Bien visible, de aspecto Ligamento visible, con lige- Apariencia laminar. Ligamento laminar muy
sacro-tuber1 ceptible. grueso y redondeado. ra cobertura grasa. enjuto.
Menos rellena de grasa,
Fosa caudal Totalmente rellena de grasa. Prácticamente colmada de paredes planas y contorno Fosa moderada. Fosa profunda. Fosa muy profunda.
grasa. en forma de V.

Línea dorsal irregular, a un


Dorso plano o ligeramente Apenas se deja ver la línea Línea dorsal netamente visi- nivel claramente superior al
redondeado. Línea dorsal marcada y con
Espina dorsal dorsal, envuelta en abundan- ble y más elevada que la de la región lumbar. Cuerpos vertebrales aparentes.
No se percibe ninguna estruc- tes tejidos adyacentes. escasa cobertura tisular.
propia región lumbar. Cuerpos vertebrales inapa-
tura ósea. rentes.
P.J. ALVAREZ NOGAL

Ilion cada vez más promi-


Tuberosidad Ligera apreciación del ílion, Ilion saliente. Cresta ilíaca marcadamente
Imperceptible. nente. Cresta ilíaca visible.
coxal2 que muestra ángulos abiertos. Cresta ilíaca imperceptible. visible.
Cresta ilíaca imperceptible.

Reconocible alguna estruc-


tura ósea. Columna vertebral reconoci- Espina dorsal bien dibujada. Se remarca el perfil de la Línea dorsal irregular.
Apófisis Región lumbar perfectamen- ble. Contorno más bien oblicuo espina dorsal. Acentuación de los rasgos Posible contabilización de
transversas te plana. Región lumbar plana. de la región lumbar. Aspecto anguloso de las apófi- anteriores. las apófisis espinosas.
y espinosas2 Apenas se denota hueco algu- Primeras apreciaciones de los Visión clara de los bordes de sis transversas, que comienzan Posible contabilización de Diferenciación nítida de las
no bajo las apófisis transver- bordes de las apófisis trans- las apófisis transversas aun- a observarse individualmente. las apófisis transversas. apófisis transversas hasta el
sas. versas. que con ángulos abiertos. cuerpo vertebral.

1 Se puede precisar la calificación visual otorgada con estos criterios mediante palpación: aprehensión de más o menos grasa alrededor de la cola (C de 5 a 3) y mayor o menor flexibilidad de la piel que
recubre el ligamento (CC de 2 a 0).
2 Se pueden precisar ambas calificaciones mediante palpación de la última costilla: CC=5 ⇒ Fácil deslizamiento de la piel bajo la mano, detectándose un grueso depósito graso. CC=4 ⇒ No se aprecia

el último espacio intercostal. CC=3 ⇒ Se aprecia el último espacio intercostal. CC=2 ⇒ Se aprecia una ligera capa de grasa subcutánea y la piel flexible. CC=1 ⇒ No se detecta grasa subcutánea; piel
adherida. CC=0 ⇒ piel muy adherida y seca.
CÓMO EVALUAR EL ESTADO DE ENGRASAMIENTO DE VACAS LECHERAS 65

La calificación y tipificación de la CC de las vacas lecheras según este modelo, que


contempla un total de seis calificaciones posibles, de 0 a 5, se presenta en la Tabla 4, con
indicación de los caracteres susceptibles de valoración por palpación para una mayor pre-
cisión de la nota asignada.
Una particularidad de este modelo es que los caracteres a valorar no se observan con-
juntamente, sino repartidos en dos bloques. Se observan en primer lugar los del tercio pos-
terior, en virtud de los cuales se atribuye a los animales una primera calificación parcial
de su CC. Se repite la operación después sobre el costado, de donde dimana la segunda
calificación parcial. Aunque la escala modelo de puntuación de la CC incluye solamente
notas enteras, las calificaciones parciales pueden expresarse con fracciones decimales de
medio punto. Si bien la calificación global debería ser la media de las dos parciales, se
sugiere no obstante dar mayor participación a la nota parcial del costado, porque según los
autores es más representativa del EE general de los animales. Véanse al respecto los ejem-
plos de la Tabla 5.

TABLA 5
PONDERACION DE LA NOTA DEFINITIVA (GLOBAL) DE LA CONDICION
CORPORAL DE VACAS LECHERAS SEGUN EL MODELO FRANCES
Adjustment for the definitive (global) body condition score of dairy
cows according to the French model

Nota de la condición corporal


Vaca
Tercio posterior Costado Media Global

1.ª 3 2,5 2,75 2,5


2.ª 2,5 4 3,25 3,5
3.ª 1,5 2,5 2 2

Como se puede apreciar, la introducción de este sesgo permite, además, eliminar frac-
ciones intermedias de 0,25 puntos en la calificación global, dado que no se considera nece-
sario llegar a un nivel tan conciso pero a la vez tan ilusorio.
En nuestra opinión, la fragmentación del proceso evaluador seguida en este modelo es,
precisamente, la que le confiere un mayor valor aplicativo, no en vano exige a los ganade-
ros un menor esfuerzo de concentración para retener una información parcial que luego han
de integrar en una determinada nota de la CC, cuya calificación global tampoco entraña
ninguna complicación especial.

Valoración global

Puesto que así ocurre con la metodología básica de la cual dimanan, los diferentes
modelos desarrollados para la ECC de vacas lecheras comparten el denominador
común de la subjetividad, de manera que la asignación de notas a la CC de los anima-

Invest. Agr.: Prod. Sanid. Anim. Vol. 14 (1, 2 y 3), 1999


66 P.J. ALVAREZ NOGAL

les queda sometida al criterio interpretativo de los evaluadores. Surgen así las siguien-
tes preguntas:

– ¿son uniformes las puntuaciones dadas por un operador en sucesivas evaluaciones


del mismo animal?
– ¿se reproducen entre distintos operadores las calificaciones por ellos otorgadas?
– hipotéticas variaciones de la CC de una vaca, ¿son atribuibles a cambios reales de la
misma o, por el contrario, al criterio cambiante de los evaluadores?

Es así como entra en escena el concepto de “repetibilidad”, entendido en una doble ver-
tiente: repetibilidad para un mismo operador y repetibilidad entre operadores. Obviamente,
la repetibilidad para un mismo operador alude a la primera pregunta y se define como la
homogeneidad de las puntuaciones dadas al mismo animal y por el mismo evaluador en
momentos diferentes; su cuantificación viene dada por la correlación entre dichas puntua-
ciones. A la segunda pregunta atañe la repetibilidad entre operadores, es decir, la consis-
tencia de las puntuaciones adjudicadas a un mismo animal por jueces distintos, cuantifica-
ble como en el caso anterior.
Los valores aportados por distintos autores para la repetibilidad de los registros de la
CC son bastante parejos. Para un mismo operador, de 0,8 (Evans, 1978) y 0,82 (Agrabiel
et al., 1986). Entre operadores, de 0,7 (Evans, 1978; Edmonson et al., 1989), 0,79
(Agrabiel et al., 1986) y 0,76-0,86 (Ferguson et al., 1994). Estos coeficientes explican
disonancias de ±0,5 puntos entre las puntuaciones dadas por un mismo evaluador o por
evaluadores distintos. Aunque consustanciales a todo procedimiento subjetivo, estas
imprecisiones sistemáticas pueden no obstante reducirse, a cuyo fin Agrabiel et al., (1986)
y Ferguson et al., (1994) recomiendan establecer como nota definitiva de la CC de un ani-
mal la media resultante de 2-3 calificaciones dimanantes de otras tantas evaluaciones lle-
vadas a cabo el mismo día bien por un solo evaluador, bien por 2-3 evaluadores diferen-
tes. Así se consigue rebajar el error a ±0,25 puntos aproximadamente, lo que supone una
precisión en la puntuación sin duda satisfactoria y que imprime mayor seguridad al pro-
cedimiento evaluador, todo lo cual contesta por sí mismo a la tercera de las preguntas
planteadas anteriormente.
Analizada la subjetividad de los sistemas de ECC, se plantea ahora la recomendación
de uno u otro para su puesta en práctica en los rebaños lecheros. Dado que en la elección
deben primar, entre otros, criterios aplicativos, encontramos de sobra justificado excluir
aquellos basados en la exploración por palpación, habida cuenta, como ya se ha dicho, de
que la consiguiente inmovilización de los animales acarrea una problemática cuyo efecto
disuasivo a nadie se le escapa. Centrados pues en los modelos que cuantifican la CC en
base a criterios visuales, y a la luz de los comentarios críticos previamente expuestos, opta-
mos por decantarnos por el modelo francés, sin que ello suponga un desmerecimiento abso-
luto de las dos versiones norteamericanas basadas en los mismos criterios (de hecho, auto-
res de este país interesados en el estudio de la CC de las vacas lecheras y su implicación
sobre la productividad de las mismas, proceden a su evaluación siguiendo siempre alguno
de los modelos ideados por sus compatriotas).
El modelo francés, como el sistema de Lowman et al., (1976) para vacas de carne y,
por extensión, el de Mulvanny (1977) para vacas lecheras, consideran seis notas de CC, de
0 a 5. Una nota igual a cero corresponde a un estado de extrema depauperación, más bien
cercano a la muerte, rara vez observable en condiciones normales de explotación de los
CÓMO EVALUAR EL ESTADO DE ENGRASAMIENTO DE VACAS LECHERAS 67

rebaños, de ahí que tenga sentido prescindir de esa ínfima condición y reconsiderar la esca-
la de puntuación con cinco notas únicamente de la CC, de 1 a 5, en armonía con las ver-
siones del modelo norteamericano y en sintonía también con la clasificación dada por Allen
y Kilkenny (1980) para vacas de carne.
En otro orden de cosas, conviene tener presente a la hora de puntuar la CC de un
animal basándose en apreciaciones visuales que éstas pueden verse distorsionadas por
una serie de circunstancias responsables por tanto de posibles desvirtuaciones de la CC
otorgada (Bazin, 1984). Se refiere a la variabilidad de las masas musculares subyacen-
tes, que pueden ser causa de sobrevaloraciones; a la entidad de los contenidos digesti-
vo y uterino, que pueden alterar el grado de hundimiento de la fosa paralumbar; al esta-
do y aspecto del pelaje del animal, que pueden inducir un cierto grado de error. El
mismo autor señala que en los momentos previos al parto de las vacas, una de las fases
más críticas de su ciclo productivo en lo que a recomendación de la CC se refiere, la
ECC siguiendo criterios visuales quizás resulte viciada dada la normal distensión de
los ligamentos pélvicos en las hembras próximas al alumbramiento (hembras “casca-
das”), de ahí que en esos momentos sea más útil la ECC basada en la palpación.
Indudablemente, todas estas vicisitudes van desapareciendo conforme ganan en adies-
tramiento y pericia los evaluadores, sin olvidarnos, por otra parte, de lo ventajoso de
encuentros periódicos entre ellos a fin de confrontar sus criterios evaluadores y, en
definitiva, de ganar en repetibilidad y seguridad a la hora de puntuar la CC de los ani-
males. Si además de estas dos condiciones garantizamos el carácter aplicativo de las
pruebas, bien podemos avalar su idoneidad de cara a su asunción y puesta en práctica
por ganaderos y/o productores.

CONSIDERACIONES FINALES
Conocida la forma de evaluar en las vacas su CC, en cuanto representativa del EE, no
queremos finalizar sin reconocer su utilidad como indicativa del estado nutritivo de los
animales, del balance final entre los componentes energéticos aportados por la ración y los
utilizados por los animales en función de sus necesidades; en suma, constituye un exce-
lente criterio para juzgar a posteriori lo acertado o no del régimen alimenticio implanta-
do en las explotaciones lecheras. La estimación de las reservas grasas de las vacas a tra-
vés de la evaluación de su CC nos permite, además, utilizar estratégicamente este pará-
metro a la hora de diseñar un determinado programa alimenticio; no se deben racionar de
igual manera durante su período seco vacas cuya CC al iniciarlo sea sensiblemente dife-
rente. Señalar, por último, que un seguimiento regular de la CC de las vacas a lo largo de
su ciclo productivo, aparte de indicarnos la evolución de su estado nutritivo, puede servir
de ayuda también para evaluar otros aspectos como el estado sanitario de los animales, su
grado de bienestar, etc.
Y si todas estas consideraciones se refieren a las vacas adultas, no es menos cierto que
la ECC también resulta beneficiosa en la recría de novillas. En éstas, un exceso de peso
durante la fase prepuberal puede tener consecuencias negativas sobre el normal desarrollo
de su glándula mamaria y convertirlas en malas productoras de leche, de ahí que sea reco-
mendable evaluar y ajustar la CC a los niveles deseables. Recomendaciones similares se
hacen también para los meses de gravidez a fin de garantizar la CC idónea para compagi-
nar el normal desarrollo de la gestación al tiempo que las novillas siguen creciendo, la pre-

Invest. Agr.: Prod. Sanid. Anim. Vol. 14 (1, 2 y 3), 1999


68 P.J. ALVAREZ NOGAL

sentación de un parto normal y la consecución de unos rendimientos lecheros acordes con


su potencial genético.

SUMMARY

Body condition scoring as preferential method for estimating


degree of fatness in dairy cows

We carry out a critical review of the different alternatives found in the literature for estimating the fatness
degree of dairy cows, whose impact on the milk production, reproductive performance and health has been esta-
blished. Firstly we analysed several prediction equations using different indices of body composition as indepen-
dent variables. In spite of their good precision, their unavoidable differed application do generate some doubts that
make the predictions should be taken with caution. Secondly, accepting that degree of fatness is equivalent to body
condition, we examined several body condition scoring systems and we pointed out that which, in our opinion, is
best suited for being performed unber field conditions.

KEY WORDS: Dairy cows


Degree of fatness
Prediction equations
Body condition scoring

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