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¿Jóvenes Transformadores del

Mundo o Jóvenes
Domesticados?
IGNACIO ADIEL RIVAS ALBORNOZ

Mucho se puede señalar acerca de los imaginarios que orbitan alrededor del
concepto de juventud. Cuando se busca la definición del concepto en la Real Academia
Española, esta señala que juventud es “la edad que se sitúa entre la infancia y la edad
adulta; estado de la persona joven; conjunto de jóvenes; primeros tiempos de algo;
energía, vigor, frescura” (Real Academia Española, 2001). Bajo esta definición, puede
entenderse de manera incompleta y general. Bourdieu aclaraba hace algún tiempo la
definición de este concepto, entendiendo que “la juventud no es más que una palabra”,
es decir, una categoría construida culturalmente, que permite identificar y etiquetar a
una población con características “comunes”.

La principal característica que los jóvenes poseen, en diferenciación con la


característica adulta, se hace manifiesta en el poder y el control que la mirada
adultocentrica tradicional posee en proporción al poder manifestado por el mundo
juvenil. No es intención del presente texto fundamentar la ausencia completa de poder
en el orden social que el mundo juvenil posee. Por el contrario, existen evidencias
concretas, por ejemplo “la marcha de los pingüinos “en el plano de la educación, donde
el poder ejercido por los jóvenes se hace presente, presentando ciertas reflexiones
acerca de su análisis crítico del pasado, su condición presente y sus expectativas y metas
a lograr en el futuro. Si bien no lograron importantes transformaciones a largo plazo,
consiguieron paralizar todo un país y movilizar el foco de atención hacia el fenómeno
de la educación, y con ello, dar cuenta del poder y la influencia social de esta categoría.

Respecto a lo anterior, se intenta exponer la idea de que si bien, los jóvenes no


son quienes poseen el control acerca de cómo realizar el orden social, existe una
influencia poderosa desde esta categoría, que permite un aporte a la construcción social.
Es como si la sociedad fuera una roca, y diferentes artistas (actores sociales) se
organizaran, jerárquicamente para realizar una obra de arte. Si bien los jóvenes no
estarían al mando de esta empresa (ya que esta sería función de algunos adultos),
seguramente se hallarían en el rol protagónico dentro de los artistas escultores, donde
sus acciones pudiesen condicionar y dejar en evidencia que ciertas intervenciones
pudiesen dirigirse a la transformación de la obra general.

Es así como el presente ensayo propone realizar una revisión respecto a la


paradoja que se presenta en el mundo juvenil de Chile, donde por un lado se podría
señalar un paradigma en que el joven representa cambio, transformación, frescura y
vigor, y por otro, se visualizan con cierto tradicionalismo e integración respecto a la
estructura dominante, presentándose prácticamente domesticables y flexibles a las
transformaciones que se les presenta. Para lograr tal objetivo, se procederá a realizar
una breve reseña acerca de quiénes son los jóvenes y así lograr comprender de quienes
estoy hablando y porque surge esta reflexión.

Los Jóvenes de Chile

Como se señaló anteriormente, cuando se habla del mundo juvenil, es necesario


resaltar el carácter pluralista, respecto a la construcción social de la categoría de
jóvenes. Ello quiere decir que, no es que todos los jóvenes sean iguales, por el contrario,
las condiciones contextuales e históricas han permitido la tendencia hacia la
subjetividad por parte de los jóvenes. Esto se presenta con mucha distancia respecto a
las características que mantuvieron esta construcción social en tiempos pasados, donde
los jóvenes eran una población utilizada como la punta de la flecha respecto a ciertas
políticas de cambio social, sin embargo, no había tan tremenda diferenciación respecto a
la construcción de identidades y sentidos de vida.

En este sentido, hoy más que nunca se puede visualizar a un joven integrado al
sistema en que se presenta, careciendo de esa dirección hacia el cambio y la
transformación con la que muchas veces era asociado este grupo. A continuación se
señalaran 2 mecanismos de integración social, señalados por Daniel Contreras Rivera
(2001) que permiten hacerse una idea de la realidad juvenil chilena y su forma de
integrarse a dicho sistema: la educación y el trabajo.

Respecto a la educación, se puede visualizar un alza en su cobertura, tomando un


rol importante respecto de la construcción de la categoría juventud. Ello porque gran
parte de los jóvenes chilenos actualmente participa en el sistema escolar (un 49,5%
reconoce estar integrado a un establecimiento de educación básica, media o superior
según la sexta encuesta nacional de juventud, 2009). En este sentido, es importante
señalar como el mundo estudiantil puede guardar una estrecha relación con la
construcción de subjetividades por pare de los jóvenes que permiten armar una narrativa
acerca de su identidad.

Sin embargo, es de señalar que a esta construcción de subjetividad se le añade el


componente diferenciador por excelencia de nuestra sociedad actual, las diferencias
económicas. Ello se ve reflejado en la posibilidad de acceso que los jóvenes de colegios
municipalizados de educación media poseen respecto al ingreso de la educación
superior. Esto denota la inequidad respecto a la posición a la cual los jóvenes pueden
acceder a la sociedad de forma equitativa. Aun se plantea el desafío para la educación.

El segundo mecanismo de integración social del que señala el autor es el del


trabajo, presentado como una vía hacia una potencial autorrealización en el sistema
capitalista.

Es de señalar que el 32.4% de los jóvenes se encuentra trabajando. (Instituto


nacional de la Juventud, 2009) Respecto a la inserción laboral de los jóvenes en Chile,
se puede señalar que se encuentra en desventaja respecto a la población adulta, ello
porque en proporción a estos, la tasa de desocupación duplica al mundo adulto
(MIDEPLAN, 2006; en Instituto Nacional de Juventud, 2009).

Estas desventajas para este grupo, se acrecientan en las clases sociales más
vulnerables socialmente, en este sentido, el trabajo para jóvenes en situación de pobreza
es escaso, con pésimas condiciones laborales y bajos sueldos.

Es importante señalar la relación que existe en las diferencias económicas


incidentes tanto en el plano de la educación trabajo, donde los jóvenes de clase social
ABC1 casi en su totalidad accede a la enseñanza universitaria, en las clases medias (C2-
C3) un poco mas de la mitad accede al mundo universitario y la otra mitad de reparte en
centros de formación técnica e institutos profesionales. Los estratos de menores
recursos, el número de estudiantes universitarios con los de educación técnica y técnicas
profesionales se empareja (Instituto nacional de la Juventud, 2009). Es importante
visualizar como se percibe la diferencia económica en el acceso tanto de la educación
como del trabajo, y la importancia que posee el especializarse para acceder al mercado
laboral con competencias que diferencien a los sujetos del común y con ello puedan
acceder a promesas de mejor calidad de vida.

Martin Hopenhayn hace una aproximación apropósito de la relación entre


educación y trabajo, en la Conferencia Latinoamericana Julio Cortázar (2007). En esta
señala la paradoja que a pesar de que las posibilidades de integrarse al mundo de la
educación han crecido enormemente a nivel latinoamericano. En chile, el 79,9% de los
jóvenes de 15 a 19 años está estudiando (Instituto nacional de la Juventud, 2009). Esta
creciente cobertura en el sistema escolar, señala Hopenhayn, no ha sido acompañada de
mejores posibilidades de empleo. En este sentido, los años de escolaridad se prolongan,
en comparación su inserción laboral. En este sentido, se puede observar un
perfeccionamiento del capital humano, sin embargo el acceso a las fuentes de trabajo
también exige mayor perfeccionamiento, devaluándose la oferta educativa.

Otra característica que es posible identificar en la actual juventud, es la baja


participación que poseen en el espacio político. Quizá el indicador más concreto en esta
baja participación en el plano de lo político se puede visualizar en La inscripción en los
registros electorales. En este sentido, Thezá (2003) señala la diferencia que existió en
esta acción respecto de cuando se ejecutó el plebiscito en el año 1988, donde los jóvenes
en ese entonces representaban el 35% de los votantes, en comparación a otros grupos
etarios. Muy por el contrario, en el año 200 la cantidad de jóvenes inscritos en el
registro electoral representa solo un 14,5% de la población. En la actualidad es posible
señalar que un 78,7% de los jóvenes de 18 a 29 años, se absuelve de inscribirse en los
registros electorales, lo cual claramente deja en evidencia una desafección con el mundo
de lo político.

Otro dato muy importante respecto de la relación que existe entre el mundo de lo
político y los jóvenes, es que estos poseen muy baja confianza respecto de las
instituciones, específicamente las instituciones políticas. La Sexta encuesta nacional de
juventud describe a los jóvenes de la siguiente manera:

(Instituto nacional de la Juventud, 2009)

Esto deja en evidencia que las principales asociaciones que convoca a los
jóvenes a reunirse, tienen vinculación con lo lúdico y espacios de diversión, dejando
muy de lado la participación en organizaciones del orden de la política.

La baja inclusión de los jóvenes en el espacio público, principalmente en


espacios políticos, como señala Jara (1999) se efectúa en ejercicios de participación no
tradicionales. Estas nuevas formas de acción se caracterizan por la heterogeneidad del
mundo juvenil y las diferentes subjetividades que surgen en esta población. Es así que
hablar de un proyecto colectivo es prácticamente imposible, dando pie a escenarios que
se inclinan por expresar lo que ellos quieren o lo que los motiva. Esto se suma a una
desafección de esta categoría, donde las estructuras tradicionales no son representativas
de la opinión juvenil.
Respecto a la cultura global que hoy en día se presenta en Chile, se puede
señalar de los jóvenes mantienen una actitud de crítica frente al contexto político, social
y cultural que se les presenta. Ejemplo de ello puede ser el alto porcentaje (53.9%) de
jóvenes que están de acuerdo que la juventud no se siente parte de la sociedad. Por otra

parte, se visualiza mas que nunca a los jóvenes como integrados en un modelo de
sociedad en el que lo tradicional no se representa en desacuerdo con las subjetividades
construidas. Muy por el contrario, los proyectos de vida personales muchas veces son
más conservadores que lo pudieron haber sido los discursos juveniles de hace 20 o 30
años atrás. Ejemplo de ello queda demostrado en las siguientes representaciones
valóricas aportadas por la encuesta nacional de juventud:

(Instituto nacional de la Juventud, 2009)

Una de las Características principales que poseen estos jóvenes en diferenciación


con los de otra época, es que ellos pertenecen a la generación denominada “Nativos
Digitales” Propuesta por Marc Prensky donde se señala como característica principal a
los sujetos nacidos en la era digital, donde han crecido con la red y son permanentes
usuarios de las tecnologías que les permite mantener una habilidad constante a acceder a
los espacios digitales como el internet. Además, se suma otros medios de comunicación
masivos como la televisión y la radio de los cuales el mercado interviene soberanamente
proponiendo ciertas posibilidades de consumo con promesas de placeres que den
sustento a la vida cotidiana de los consumidores. A ello se le añade las nuevas
tecnologías desarrolladas en el plano de la comunicación inalámbrica, donde los
teléfonos celulares cumplen una multifuncionalidad que también fomenta el ejercicio
del consumo. De esta generación de jóvenes, integrados a un sistema neoliberal es que
se plantea la paradoja del rol de los jóvenes como transformadores de un sistema, en
contraposición a jóvenes integrados y domesticados.

En esa época las principales fuentes de ingreso económico de los jóvenes son la
ayuda de los padres (59.3), seguido del trabajo remunerado (35.5) y a pesar de ello, los
jóvenes se integran al mercado laboral sin grandes limitantes. Es más, son capaces de
acceder a instrumentos financieros que les permite introducirse en el mundo del
consumo donde la herramienta por excelencia utilizada es la tarjeta de crédito (4,6%).

Como se señala en la encuesta nacional de juventud, ”la principal aspiración de


consumo por parte de las personas jóvenes es la vivienda (23,6%). Sin embargo, este
anhelo refleja con mayor claridad la posición de segmentos aspiracionales y populares
que busca la realización de su proyecto de vida mediante el acceso a la casa propia”.

En este sentido, se puede dar cuenta de que el mercado permite la venta de


proyectos de vida que impacten directamente en la construcción identitaria de los
jóvenes que están constantemente en búsqueda de una diferenciación que los defina en
su singularidad..
Catells señala “Asimismo, la cultura que emerge con la globalización de los mercados
está preponderantemente orientada por la ‘ideología del mercado’. Cuestión que se ha
presenciado tempranamente en Chile desde la década de los 80 cuando los estudios
sobre juventud estudiantil urbana determinaron las condiciones bajo las cuales
crecientemente la juventud estaba siendo integrada a la sociedad por la vía del mercado,
lo que generaba una tensión hacia la movilidad en el marco de fuertes competitividades,
donde el acceso al mercado de trabajo estaba crecientemente mediatizado por procesos
educativos, de entrenamiento y capacitación” (Ministerio de Planificación y
Cooperación, 2000).
Es así como los destinos del consumo de los jóvenes están principalmente
orientados a suplir necesidades básicas, pero también focalizados a obtener un sello
característico y autentico. La búsqueda de la exclusividad que les permita dar cuenta de
la construcción subjetiva.
(Instituto nacional de la Juventud, 2009)

Bajo este análisis, cabe reflexionar acerca del impacto que el mercado posee
respecto de la construcción de subjetividades juveniles y como ellas orientan al
consumo de los individuos. En este sentido, el foco de la reflexión es que tan importante
es el consumo como constructor de identidades subjetivas que, en definitiva, condiciona
a los sujetos a realizar ciertas prácticas. Desde la construcción estética, hasta gustos
musicales y adquisiciones tecnológicas que impactan directamente en los estilos de vida
de los jóvenes.
A modo de conclusión, es impostante tomar en consideración la reflexión que se
señala en el presente ensayo, principalmente porque plantea un escenario acerca de la
juventud en la que el mercado condiciona la vida y los proyectos construidos por los
sujetos. Es así como nuevamente la brecha económica reaparece y estructura la vida de
los integrantes de la sociedad. Esto no significa que el mercado se convierta en un
elemento que construya homogeneidad en los jóvenes, por el contrario, permite la
posibilidad del consumo “a la medida” de la cual el nivel socioeconómico se convierte
en un limitante de las prácticas subjetivas.
A modo general, es imposible no hacer el paralelo con la tesis presentada por
Igor Goicovic (2000) respecto al control social que históricamente se ha desarrollado en
la relación existente entre el estado y los jóvenes. Sin embargo, en este caso, el control
social no ha sido proclamado desde el estado, sino más bien desde la esfera privada, con
intereses de producir capital. Quizá la gran diferencia entre los jóvenes descritos en el
texto de Goicovic es que los jóvenes históricamente se posicionaron como
transformadores del orden social. Muy por el contrario a lo que hoy en día visualizo, en
que los jóvenes están anestesiados por el consumo. Como perspectiva, esperemos
nuevamente ocurra un fenómeno similar a la “revolución de los Pingüinos” en la que los
jóvenes nuevamente sean aquel escultor rebelde que obre bajo la lógica de la
transformación de una sociedad mejor y es que la energía, el vigor y la frescura aun está
presente nebulosamente. Esperemos se focalice y promueva el proyecto de una nueva
sociedad a la cual no se le pueda poner valor económico, sino que valor humano
transformador.

Bibliografía
Contreras, D. (2001). política Social de Juventud: ¿Excluir o integrar a que?
Última Década , 47-64.

Hopenhayn, M. (2007). La Juventud Latinoamericana: Tensión, Participación


y Violencia. Cátedra Latinoamericana, Julio Cortázar, (pág. 22). Guadalajara,
Mexico.

Igor, G. (2000). Del Control Social a la política Social la Conflictiva Relación


entre los Jóvenes Populares y el Estado en la Historia de Chile. Última
Década , 103-123.

Instituto nacional de la Juventud. (2009). Sexta Encuesta Nacional de


Juventud. Santiago.

Jara, R. (1999). Jóvenes y Espacios Públicos. Última Década Nº 11 .

Ministerio de Planificación y Cooperación. (2000). Los Jóvenes Chilenos:


Cambios Culturales; Perspectivas para el Siglo XXI. Gobierno de Chile.
Real Academia Española. (2001). Vigésima Segunda edición del Dicionario
de la Real Academia Española. Recuperado el 13 de 12 de 2010, de
http://www.rae.es/rae.html

Thezá, M. (2003). Apuntes Para una Resignificación de la Participación


política de los Jóvenes a Partir del Eje Igualdad- Desigualdad. Última Década
, 47-70.

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