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DANIEL JAMES

SINDICATOS, BUROCRATAS Y MOVILIZACION

1955: tras el derrocamiento de Perón, asume el General Lonardi (presidente de facto). El presidente y sus
partidarios, dentro del gobierno provisional, estaban dispuesto a admitir que los peronistas siguieran controlando los
sindicatos. Por ende, los sindicatos conducidos por los peronistas tendrían un papel crucial en la Argentina
posperonsita como órganos de control social y canales de expresión de la clase obrera. Pero el intento de Lonardi de
llevar a la práctica esta política fracasaría, y sería remplazado por el vicepresidente, el general Aramburu
(antiperonista de línea dura).

El grupo dominante dentro del campo antiperonista consideraba el peronismo como una calamidad que era preciso
exorcizar de todos los sectores de la sociedad argentina. Les preocupaba la autoridad peronista en la clase obrera.
Así, muchos grupos armados antiperonistas se habían apoderado de muchos sindicatos, luego del golpe.

Lo cierto era que, el sector nacionalista del gobierno provisional de Lonardi, no tenía la autoridad suficiente dentro
de la policía o las fuerzas armadas para impedir los ataques antiperonista u oponerse al arresto de una gran cantidad
de funcionarios sindicales peronistas.

Se produjeron huelgas espontaneas, como protesta por la situación nacional en general y ataques antiperonista
contra los sindicatos en particular. Lo que alarmo y fortaleció a los elementos más duros de las fuerzas armadas y sus
aliados civiles e hizo más difícil para Lonardi dar concesiones que tranquilizara a las bases peronistas.

La clase obrera peronista había comenzado a exhibir una forma voluntad de defender sus sindicatos.

GOBIERNO DE ARAMBURU

Presidente Aramburu (profundamente antiperonista), vicepresidente Rojas. Ambos se dispusieron a abordar lo que
para ellos era un problema nacional decisivo: la persistente influencia peronista en todos los niveles de la sociedad
argentina. Esto significaba varias cosas, pero en lo más concreto, las autoridades intentaron proscribir a toda una
generación de funcionarios gremiales peronistas. De manera similar, quedaron proscriptas todas las actividades
políticas peronistas. Es decir, el presidente estableció una política de persecución y proscripción destinada a acabar
definitivamente con el peronismo.

Al mismo tiempo, esta ofensiva antiperonista se extendió a la base fabril. La CGT es intervenida y queda bajo el
control de un interventor militar. Se habían designado interventores militares y antiperonistas en todos los
sindicatos. El sueño del gobierno militar y asesores civiles era que, luego de la etapa de necesaria purga, el terreno
quedara despojado para la elección de dirigentes gremiales verdaderamente “democráticos”.

Se disuelve el partido Justicialista, y se suspenden a todos los delegados gremiales nombrados después de 1952.
Todos los símbolos peronistas deben desaparecer. Pero el sueño se demostraría inrealizable, ya que en 1957 e
gobierno terminaría por reconocer que no había logrado borrar a la influencia peronista.

La dictadura de Aramburu comienza una violenta represión contra el movimiento obrero. A medida que avanza la
represión, para defenderse a sí mismos del ataque, los trabajadores iniciaron el proceso de “la resistencia”. Con
sabotajes, huelgas salvajes y el trabajo desgano en distintos sectores, esta lucha confirmo la dominación peronista
en la clase obrera. No hubo, entonces, un momento de vacilación en lo que se refiere a la lealtad del peronismo. A su
vez, dentro del ejército un grupo de oficiales están decididos a defender la obra del peronismo.

1957, la revolución libertadora intenta crear las condiciones para una posible salida democrática, con ese fin llama a
elecciones, desde el exilio Perón pide a sus seguidores el voto en blanco, el resultado demostró que pese a la
proscripción el peronismo seguía vivo.
Los trabajadores quedan divididos en dos centrales:

- Las 62 ORGANIZACIONES que agrupan a los sindicatos peronistas, esta representaba la primera organización
justicialista legal después del derrocamiento de Perón.
- Las 32 GREMIOS DEMOCRACTICOS que nuclea a los otros gremios.

La creciente división de la sociedad argentina entre peronista y antiperonista, encontraba expresión institucional
dentro del movimiento sindical.

En la conciencia popular peronista la resistencia evocaba desde protestas individuales a actividades clandestinas más
organizadas, hasta el intento de levantamientos militares, con la consigna “Perón vuelve”.

A su vez la UCR, estaba también dividida en dos: la UCR DEL PUEBLO (Balbín) quienes consideran al peronismo como
una enfermedad que debe ser radicada. Y la UCR INSTRANSIGENTE (Frondizi), se lo consideraba cercano al
peronismo.

El punto local de esta tensión se centró en las elecciones presidenciales llamadas por la libertadora, para febrero de
1958. Frondizi (UCR intransigente) busca cercarse a Perón, para obtener su voto. Frondizi había prometido la
reconstitución de la CGT. Este último, se compromete a levantar la proscripción peronista, esta fue la lógica que
Perón acepto al ordenar a sus seguidores que votaran al candidato de la UCR Intransigente en las elecciones. Así
Frondizi se convierte en el nuevo presidente derrotando a Balbín.

FRONDIZI

Al comienzo de su gobierno, disfruto de una tegua inestable con los sindicatos. Las bases peronistas habían salido del
régimen militar, con una gran confianza en sus fuerzas, fundada en la capacidad de sobrellevar la represión militar y
recuperar los sindicatos. Por un lado los militares desconfiaban de él, por el pacto con Perón; los sindicatos lo
presionan permanentemente para que levante la proscripción del partido. La UCR de Balbín, no solo no lo apoya si n
que le juega en contra.

Sanciona la ley de asociación profesionales, que se basaba en el código del Trabajo peronista. Esta ley permitía el
reconocimiento de una sola entidad negociadora en cualquier rama industrial y de ese modo daba por terminada el
intento de régimen de Aramburu de implementar una negociación con varios sindicatos.

Frondizi otorgara, en su primer año de mandato, un aumento de salarios, presenta le plan de inversiones, dicta una
ley para favorecer la radicación de capitales extranjeros en el país, y firma acuerdos de explotación de petróleos en
argentina. Se destaca por ser un gobierno con una política de movimiento desarrollista.

Pero comienzan las tensiones a causa del no cumplimiento de la promesa de levantar la proscripción, por ende su
relación con los peronistas se deteriora rápidamente, y comienzan las huelgas y paros en forma de protestas. La
promesa de estabilidad en el frente laboral que parecían brindar esos primeros meses se disipo rápidamente, por
ello, Frondizi negocio con el FMI, para la obtención de un préstamo de emergencia: anuncio un plan de estabilización
que reducía la protección de aranceles, devaluaba el peso, aumentaba la mayoría de los precios controlados y
prometía un virtual congelamiento salarial. La respuesta del movimiento obrero a estas medidas fueron acciones
totalmente defensivas con huelgas salvajes. Pero los sindicatos tanto peronistas como antiperonista se encontraban
en una situación desventajosa al enfrentarse con un gobierno respaldado por las Fuerzas Armadas y dispuesto a usar
el poder del Estado.

Es así que los sindicatos peronistas experimentaron estos acontecimientos como traición.

El gobierno de Frondizi, se hunde en una crisis política cuando corta definitivamente relación con el peronismo,
también se enfrenta con las Fuerzas Armadas, quienes consideraban que el presidente los obligaba a cargar con la
represión. Por todo ello en suma, Frondizi es detenido en 1962.

El golpe a Frondizi, lo ejercen los militares pero no son ellos quienes asumen al poder, sino que en su remplazo juro
como primer mandatario GUIDO, que formo a continuación un gabinete antiperonista.

El líder que surgió como figura dominante dentro del sindicalismo peronista, fue Augusto Vandor como jefe de la
Unión Obrera Metalúrgica, el sindicato más poderoso del país.
LOS AÑOS VANDORISTAS: APOGEO DE LA BUROCRACIA SINDICAL

Augusto Vandor llego a simbolizar el proceso de integración del aparato sindical al sistema político institucional
Argentino, el vandorismo implicaba el uso del poder y la representatividad que los sindicatos debían a su posición de
fuerza dominante dentro del peronismo a fin de negociar con otros “factores de poder”. Esta representación
contribuyo a fortalecer la percepción de los sindicatos peronistas como una parte fundamental del sistema social y
político.

En enero de 1963 se reconstituyo formalmente la CGT (confederación general de trabajo). Las 62 organizaciones
tenían una clara mayoría frente a los sindicatos no peronistas, controlaban todos los sindicatos industriales salvo uno
de los comités gremiales de la central obrera. Hacía 1962 los 32 gremios democráticos de fuerte militancia
antiperonista prácticamente habían desaparecido. La mayoría de los 32 gremios democráticos se definía ahora como
independiente. El secretario general elegido con la bendición de Vandor fue el líder José Alonso.

El gobierno de Guido, había implementado un plan de estabilización similar al de Frondizi, con parecidos resultados
para la clase obrera: una pronunciada recesión, alto desempleo e inflación en aumento. La primera etapa de aquella
campaña culmino con el lanzamiento del llamado Plan de Lucha. La primera fase de este plan termino con una
semana de protesta contra la política económica del gobierno de Guido. Se realizaron debates y reuniones públicas
con representantes de los estudiantes universitarios, las federaciones patronales y la iglesia, en los cuales se
discutían las políticas económicas sociales y culturales.

En 1963, con nuevas elecciones, entra como presidente Arturo Illia (UCR del pueblo), los protestantes realizaron
varios intentos de presionar al gobierno radical, lo que condujo a la implementación de la segunda fase del Plan de
Lucha en 1964. El principal arquitecto de este plan fue Vandor. A lo largo de cinco semanas la CGT afirmo haber
ocupado más de once mil plantas.

En marzo de 1966 el gobierno de Arturo Illia promulgo el decreto modificatorio de la Ley de Asociaciones
Profesionales. La disposición representaba un ataque en toda la línea contra las facultades de la dirigencia sindical ya
que imponía reglas exigentes en beneficio de la democracia interna debilitaba la capacidad financiera de las
centrales gremiales y también restringida el uso de sus fondos para lo que llamaba propósitos abiertamente
políticos.

Los sindicatos peronistas también cumplían una función. Esto implicaba su participación en lo que se ha llamado el
“doble juego”, consiste en representar a sus afiliados en la lucha por las demandas económicas y el movimiento
peronista en sus conflictos y maniobras con otras fuerzas políticas argentinas, este doble juego había sido
claramente visible en las elecciones de marzo de 1962.

El uso de la “camiseta” peronista les daba un margen considerable de maniobra y cierta independencia en sus tratos
con Perón y los gobiernos, pero no era equivalente a negociar políticamente desde una posición de fuerza sindical
autónoma. Cuando la independencia de los dirigentes sindicales se convertía en amanzana, Perón les recordaba la
naturaleza relativa de su poder. Dentro del sector sindical siempre había rivales que podría movilizar para
contrarrestar a Vandor, como lo hizo con Alonso y otros leales que se separaron de este y fundaron una entidad rival
y las 62 Organizaciones de pie junto a Perón.

El triunfo del candidato de Perón sobre el vandorista oficialmente designado, mostro los límites de la independencia
del poder político sindical y su imposibilidad de crear un partido basado en los sindicatos que relegara a Perón al
papel de una mera figura decorativa.
DIRIGENTES SINDICALES PERONISTAS Y LA REVOLUCION ARGENTINA

En 1966, luego del Golpe militar (REVOLUCION ARGENTINA) que derroca a Illia, todo el poder quedara en manos de
Ongania (líder de las Fuerzas) En un comienzo la conducción sindical había recibido con muchas esperanzas el nuevo
régimen del general Juan Carlos Ongania. Tenían una profunda antipatía hacia el gobierno de Illia, que se
consideraban ilegitimo y hostil a sus necesidades.

El régimen militar hizo dos cosas que quebrantaron el poder de la jerarquía sindical, en primer lugar, suspendió toda
actividad y organización políticas, de este modo esperaba abolir el sistema de negociaciones políticas que intentaban
lograr que el estado satisficieran las demandas de sus integrantes. Al mismo tiempo, el nuevo régimen impuso
fuertes controles a los incrementos salariales y suspendió las negociaciones colectivas habituales.

La dictadura busca alinearse con EE.UU en su guerra con el comunismo.

La juventud habita un mundo propio que no se correspondía con el Orden moral de Ongania, es por esta razón que
los jóvenes se vuelven un grupo social peligroso a los ojos de la dictadura. Así estudiantes y profesores universitarios,
participan activamente en repudio a sus políticas. Ongania impondrá así, un decreto que sostenía intervenir las
universidades nacionales. En julio de 1966, tanto profesores como estudiantes, son echados de las universidades a
golpes, y son detenidos acusados de ser comunistas. Este episodio fue conocido como la noche de los bastones
largos.

En cuanto políticas económicas, Ongania buscaba racionalizar la economía junto a Krieger Vasena, con el intento de
reducir el gasto público, quitar los subsidios y la apertura de la economía al capital internacional.

En 1968, la CGT se dividirá en 2: por un lado estaba la ORTODOXA SINDICAL (líder VANDOR), peronistas que estaban
dispuestos al dialogo de Ongania, y por otro lado, LA CGT DE LOS ARGENTINOS (su líder era ONGARO) que estaban
en confrontación permanente con la dictadura.

Los príncipes sindicatos peronistas agrupados alrededor de Vandor trataron de evitar medidas drásticas. Sostuvieron
la necesidad de adoptar una estrategia cauta, con el objetivo de recuperar la fuerza sindical y mantener abiertos los
canales de dialogo con el gobierno.

Los pronósticos de manipulación social y política en los cuales se fundaba la política de Ongania, cayeron hechos
pedazos en mayo de 1969 cuando el descontento obrero y las tensiones de la sociedad civil se aliaron en una ola de
protestas sociales generalizadas que se inició en córdoba. Si bien las implicaciones del CORDOBAZO fueron
calamitosas para el régimen militar, también fueron fatales para la jerarquía sindical. Los sindicatos de todos los
sectores del movimiento obrero intentaron ponerse a la cabeza de la movilización para restablecer así s credibilidad
y negociar el poder con las autoridades nacionales.

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