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Los psicópatas no pueden empatizar ni sentir remordimientos, por eso interactúan con
las demás personas como si fuesen cualquier otro objeto, las utilizan para conseguir sus
objetivos, la satisfacción de sus propios intereses. No necesariamente tienen que causar
algún mal, pero si hacen algo en beneficio de alguien o de alguna causa aparentemente
altruista es sólo por egoísmo, para su único y exclusivo beneficio.
Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo
sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos comunes. Sin
embargo, estas personas sí tienen nociones sobre la mayoría de los usos sociales, por lo
que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las
personas.
Además los psicópatas tienen un marcado egocentrismo, una característica que pueden
tener personas sanas pero que es intrínseca a este desorden. Esto implica que el
psicópata trabaja siempre para sí mismo por lo que cuando da, es que está manipulando
o esperando recuperar esa inversión en el futuro.
Otra nota común es la sobrevaloración de su persona, lo que los lleva a una cierta
megalomanía y a una hipervaloración de su capacidad de conseguir ciertas cosas y la
empatía utilitaria, que consiste en una habilidad para captar la necesidad del otro y
utilizar esta información para su propio beneficio, lo que constituye una mirada en el
interior del otro para saber sus debilidades y obrar sobre ellas para manipular.
Ciertos autores de la corriente psicoanalítica suponen que la razón por la cual una
persona psicópata es una persona perversa es porque se trata de sujetos cuya
personalidad depende en gran medida de mantener el principio de realidad, pero
careciendo de superyo. Esto hace que la persona psicópata pueda cometer acciones
criminales u otros actos cuestionables con total falta de escrúpulos, sin sentir culpa.
A efectos penales, hace mucho que se planteó el dilema sobre si una personalidad
divergente de este tipo es imputable, especialmente cuando se trata de una estructura
psicótica. Debido a que el concepto de enfermedad mental quedó en desuso (ya sea
personas sádicas, violadoras, estafadores, o cualquier otra actividad reprobable que
desarrolle el psicópata), se tiende a sostener que le corresponde punición, dado que la
persona mantiene conciencia de sus actos y puede evitar cometerlos. También influye el
derecho colectivo de la sociedad a protegerse de sus acciones.
En España también se considera imputable a todos los efectos, sin que la psicopatía
oficie de atenuante de delito ante el tribunal. Esto quiere decir que tienen
responsabilidad y plena culpa.
Actualmente se ha desarrollado un escáner que lee la zona del cerebro que contiene
nuestras intenciones, antes de realizarlas, y se baraja la posibilidad de usarla en un
futuro para descubrir nuevos casos de psicopatías. Este escáner o tomografía por
emisión de positrones (PET en sus siglas en inglés) permite leer la actividad del
cerebro ante determinados estímulos. Los estímulos relacionados con las capacidades de
empatía se encuentran ausentes en el lóbulo prefrontal del cerebro en el caso de los
psicópatas, ya que, por lo que sabemos de neurología, el lóbulo prefrontal es la sede
principal de los mecanismos que hacen a nuestros razonamientos morales, y en el caso
del psicópata se halla inactivo ante un estímulo que sugiera empatía hacia terceras
personas.
Para el doctor Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, los criterios que
definen a la personalidad psicopática pueden evaluarse mediante una lista de 20
características denominadas Psychopathy Checklist (PCL). Estas descripciones tuvieron
como base el trabajo de Cleckley para definir la psicopatía a través de una serie de
síntomas interpersonales, afectivos y conductuales. Los síntomas que exhiben los
psicópatas son, según Hare:
En la seducción el psicópata necesita que el otro esté de acuerdo, para lo cual usa la
persuasión y el encanto, por lo que es bidireccional, hay un consentimiento por parte de
la otra persona, a diferencia de lo que ocurre en las relaciones tangenciales donde el
psicópata actúa unidireccionalmente mediante la violencia, que constituye una agresión
desde una posición de poder. Aquella bidireccionalidad pudiera ser debida a que la
mayoría de psicópatas son conscientes de las consecuencias judiciales de sus actos, sin
la existencia de las cuales podrían actuar con total libertad.
En 1809 el francés Philippe Pinel describió el concepto de "Locura sin delirio" para
designar un patrón de conducta caracterizado por la falta de remordimientos y la
ausencia completa de restricciones.
Pinel describió a pacientes que realizaban actos arriesgados e impulsivos, a pesar de ser
racionales y de conservar intactas sus habilidades cognitivas.
En 1835 J.C. Pritchard define la "locura moral" una forma de perturbación mental en
que no parece haber una lesión en funcionamiento intelectual y cuya patología se
manifiesta en el ámbito de los sentimientos, el temperamento o los hábitos.
Este psiquiatra inglés explica que en casos de esta naturaleza los principios morales o
activos de la mente están extrañamente pervertidos o dañados, no hay un poder de
autogobierno y el individuo es incapaz de conducirse con decencia y propiedad en los
diferentes aspectos de la vida.
El psiquiatra polaco Andrew M. Lobaczewski ha estudiado cómo los psicópatas
influyen en el avance de la injusticia social y sobre cómo se abren paso hacia el poder
cuya culminación política es lo que ha venido a denominar patocracia. Lobaczewski es
el inventor de la ponerología, el estudio interdisciplinario de las causas de períodos de
injusticia social, donde el psicópata es un factor clave.
Los niños con rasgos psicópatas mostraron respuestas anormales dentro de la corteza
prefrontal ventromedial (área de Brodmann 10) durante errores de retracción castigados,
en comparación con niños con trastorno de déficit de atención/hiperactividad y con los
niños sanos (P< .05 corregido para comparaciones múltiples). De acuerdo a nuestro
conocimiento, este estudio proporciona la primera evidencia de la sensibilidad de la
corteza prefrontal ventromedial anormal en niños con rasgos psicópatas y demuestra
que esta disfunción no es atribuible al trastorno de déficit de atención
comorbido/hiperactividad. Estos resultados sugieren que los daños en el aprendizaje de
retractación en pacientes con rasgos psicopáticos de desarrollo están relacionados con el
procesamiento anormal de la información de refuerzo[2]
Los psicópatas muestran menos actividad en áreas del cerebro relacionadas con la
evaluación de las emociones vinculadas a las expresiones faciales, señala el estudio
publicado en el British Journal of Psychiatry. En particular, son menos receptivos a los
rostros que expresaban temor, que las personas sanas. Según los expertos, esto pude
explicar -al menos parcialmente- la conducta psicópata.[3]
Murphy, Michael Craig y Marco Catani, del Instituto de Psiquiatría del King’s College
de Londres, encontraron en agosto de 2009 que los psicópatas tienen conexiones
defectuosas entre la parte del cerebro que lidia con las emociones y la que maneja los
impulsos y la toma de decisiones.[4]
[editar] Ética y psicopatía
Teorizar sobre una ética psicópata resulta problemático y polémico, ya que para buena
parte de las tradiciones filosóficas la base de toda moral es la empatía. ¿El psicópata es
un sujeto moral? El psicópata no es capaz de distinguir entre lo "bueno" y lo "malo",
simplemente actúa conforme a sus intereses. La moral, según ciertas tradiciones, se
establece cuando entra en juego el individuo en sociedad, pero al estar el psicópata
incapacitado para empatizar, las sociabilización resulta radicalmente distinta para él que
para el resto de los individuos con una capacidad empática funcional. Para el psicópata
las personas son medios y no fines, por lo que, bajo su percepción, al convivir en
sociedad en realidad entra en relación con objetos y no con sujetos. Bajo una óptica
utilitarista o un individualismo a ultranza la ética psicópata estaría determinada por el
interés propio por sobre todas las cosas, pero aún bajo estas perspectivas se requeriría
un mínimo reconocimiento del otro (al menos como oponente) que el psicópata, al
objetivar sus relaciones, no se permite hacer. No hay en el psicópata lugar para "el
otro", ensimismado como se encuentra en su propia individualidad. No obstante, la
psiquiatría nos enseña que el psicópata sí es conciente de sus actos y por tanto suele
atribuírsele responsabilidad sobre ellos. El problema moral es complicado aquí: el
psicópata no distingue lo "bueno" y lo "malo" para sí, pero conoce los códigos morales
de la sociedad, sabe lo que para otros es malo y bueno, aunque ello no le sirva más que
para influir, manipular, chantajear y crear una imagen propia y opinión pública sobre su
él a su conveniencia. En su conciencia no hay culpa ni responsabilidad. No obstante,
parece que en términos legales el problema es más claro, ya que bajo las normas (al
menos en las occidentales) no se juzga la conciencia sino los actos, de tal manera que
para el psicópata legalmente sí hay culpa y responsabilidad, aún cuando en su fuero
interno el no sea capaz de sentirlos. Es culpable porque infringió la ley, es responsable
porque la ley lo establece y por ello debe purgar la pena como cualquier otro sujeto del
derecho.
[editar] Referencias
1. ↑ http://video.google.com/googleplayer.swf?docId=-
8605098364370180767&hl=es
2. ↑ «Función anormal de la corteza prefrontal ventromedial en niños con rasgos
psicopáticos durante el aprendizaje de retractación. - psiquiatría.com».
3. ↑ «BBC Mundo».
4. ↑ «Los psicópatas tienen conexiones defectuosas entre la parte del cerebro que
lidia con las emociones y la que maneja los impulsos y la toma de decisiones. -
psiquiatría.com