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Este libro ha sido debidamente examinado y valorado por evaluadores ajenos a la Universidad de Alicante, con el fin de garantizar la calidad científica del mismo.
ISBN: 978-84-9717-299-8
Esta editorial es miembro de la UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.
Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización
de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún
fragmento de esta obra.
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Prólogo
Este manual de Psicofísica y Percepción Visual constituye la recopilación de muchos años de docencia impartida a los
estudiantes de Óptica y Optometría en la Universidad de Alicante. Para nosotros se trata de un proyecto largamente meditado.
Sabemos desde hace mucho tiempo que la bibliografía disponible en idioma español sobre el tema es muy escasa. Además hay
bastantes libros que, o bien están descatalogados, o bien no se adaptan al nivel y las expectativas del estudiante de optometría.
Ante este panorama, decidimos dar un paso adelante y elaborar este libro. No hemos pretendido hacer un manual definitivo de la
materia, ni con un nivel demasiado elevado: nuestra intención como autores ha sido la de recopilar de una manera sencilla,
ordenada y completa una serie de conocimientos básicos acerca del proceso de la visión y su estudio mediante un enfoque
psicofísico. Esperamos habernos acercado a este objetivo y que este libro sea de utilidad a los estudiantes de Óptica y Optometría.
El proyecto se fraguó en gran medida desde el plan piloto de docencia semipresencial «b-learning» desarrollado en la
Universidad de Alicante. Este proyecto contemplaba la elaboración de materiales interactivos y el empleo de una plataforma web
que permitiera el intercambio de información, consultas, tutorías y otras herramientas que facilitaran el trabajo del alumno. Dentro
de este plan piloto elaboramos una colección de materiales docentes en formato html, disponibles para los estudiantes a través de
la intranet de la universidad. Después del arduo trabajo que supuso la elaboración de estos materiales, el paso lógico era
plasmarlos en un formato accesible a otros estudiantes y posibles investigadores en temas relacionados con la visión humana. Para
ello nos planteamos que no debíamos perder la ventaja que había supuesto el formato web, con las posibilidades de la
reproducción en color, interactividad, enlaces, animaciones, vídeos, etc. La popularización del uso de ordenadores y tablets, así
como del formato e-pub, nos hace pensar que éste es el momento y el formato adecuado para desarrollar este manual.
Queremos mostrar nuestro agradecimiento a todas las personas que de una forma u otra han hecho posible esta obra. De manera
muy especial a quienes han sido nuestros maestros y mentores en la Universidad de Valencia, los profesores José Mª Artigas Verde
y Pascual Capilla Perea. También queremos reconocer la inestimable colaboración de la profesora Mª José Luque Cobija, así como
la de muchos compañeros de nuestra propia universidad y de las universidades de Valencia, Granada, y Politécnica de Cataluña,
que de una u otra manera han contribuido a hacer posible que este libro vea la luz. Finalmente, tampoco queremos olvidar a todos
los autores que han contribuido con sus materiales publicados en internet, a los que siempre hemos intentado referenciar
adecuadamente.
Los autores
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Fase óptica, en la que la luz proveniente de la escena es focalizada sobre la retina. El resultado final es la formación de
una imagen óptica sobre la retina conocida como la imagen retiniana.
Fase fotoquímica, Los fotorreceptores de la retina transforman la señal luminosa en una serie de respuestas neurales,
respuestas eléctricas. O dicho de otra manera, la imagen retiniana se codifica en señales eléctricas.
Fase de representación interna. La combinación de las respuestas de los fotorreceptores (entre ellos en cada ojo y entre
ambos ojos) da lugar a una serie de representaciones internas y a partir de ellas se construye la última fase.
Fase de interpretación. El sistema visual extrae una interpretación de la escena.
El resultado final de todo este proceso visual es la interpretación del mundo exterior.
Hasta mediados del siglo XX, se pensaba que de alguna manera existía en la corteza visual un mapa retiniano único de la
imagen realizado punto a punto y que la información correspondiente a cada punto (color, forma, movimiento, profundidad) se
transmitiría de manera conjunta por la misma vía. Sin embargo los estudios desarrollados durante la segunda mitad del siglo XX
mostraron que esto no sucede así. La información correspondiente a color, forma, movimiento, etc viaja y se procesa por caminos
diferentes. Al menos 32 áreas corticales están involucradas en el procesado de la información visual, 25 en funciones básicamente
visuales y el resto en otras funciones (como la integración polisensorial).
El hecho de que la retina no realice una representación punto a punto de la escena parece lógica, si tenemos en cuenta dos
hechos:
1. La enorme compresión que sufre la información contenida en la imagen retiniana. La imagen retiniana comprende mas de
130 millones de fotorreceptores (125 millones de bastones y 6,5 millones de conos) y el nervio óptico reduce a tan solo 1,2
millones de fibras. Esto supone un importante ahorro en cableado y supone una compresión media de 110 fotorreceptores por cada
fibra del nervio óptico.
2. Por otra parte, el análisis de la agudeza visual (AV) o del umbral de detección luminosa muestran una enorme heterogeneidad
en la retina. La mejor AV se concentra en una pequeña área de la retina, para caer bruscamente en zonas periféricas, mientras que
con el umbral de detección ocurre al contrario. La retina periférica tiene una gran sensibilidad a la luz, mucho más elevada que en
zonas centrales. Es como si en la retina existiesen áreas, específica para detectar distintas cualidades del estímulo: la zona central
se encarga de los detalles finos y la visión cromática, mientras que la periférica se encarga de la detección de pequeñas cantidades
de luz, y la detección de movimientos.
Al estudiar el proceso visual, realmente lo que intentamos establecer es la relación existente entre el estímulo y la respuesta (ver
fig 1.1). El estímulo será la distribución de luz en la escena (intensidad, cromaticidad,…) y la respuesta es la percepción visual.
Figura 1.1: El estudio del proceso visual se basa en la relación entre el estímulo físico y la respuesta del sujeto. La detección del jarrón es posible
gracias a la diferencia de luminancia entre el fondo y el objeto. Esta diferencia de luminancia se debe a su vez a que el jarrón refleja más luz que el
resto de la escena, por las características propias del material. Los fotorreceptores captan la luminancia de las distintas partes de la escena, y en la
misma retina se inician los procesos de detección de bordes, detección de color, velocidad de movimiento, etc.
Esta relación entre una variable física, la luz, y la correspondiente percepción, a pesar de ser algo evidente, no siempre resulta
sencilla de establecer, ya que generalmente la mayor o menor intensidad en la percepción de un estímulo depende de las
condiciones de contorno, o condiciones en las que tiene lugar el acto perceptivo. Por ejemplo, el sonido de nuestros pasos nos
resulta generalmente imperceptible, sin embargo, de noche en una calle desierta percibimos con intensidad ese mismo sonido. Otro
ejemplo, al entrar en una habitación a oscuras no somos capaces de ver nada, pero al cabo de poco tiempo podemos distinguir
algunos objetos, sin que haya cambiado la intensidad de la luz en la habitación. Así, un mismo estímulo físico produce sensaciones
de diferente nivel en función de las condiciones de contorno, por lo tanto, la relación entre la magnitud del estímulo y la
correspondiente sensación es algo variable.
Figura 1.2: Métodos intrusivos en neurofisiología. Mediante un microelectrodo se estudia la respuesta eléctrica de una célula del sistema visual ante un
estímulo luminoso determinado. El cambio en la actividad eléctrica basal implica que existe respuesta ante el estímulo.
Hoy en día existen otros métodos no intrusivos como por ejemplo la tomografía por emisión de positrones (PET) y otras
técnicas de escaneado. En la figura 1.3 podemos ver un esquema típico de funcionamiento, donde apreciamos que tanto el emisor
del estímulo como el detector son externos al paciente. Mediante estas técnicas se determina qué áreas de la corteza visual
responden ante un determinado estímulo. En esta técnica se registra el aumento de flujo sanguíneo en una determinada zona de la
corteza cerebral como resultado de la exposición del individuo ante una determinada escena, por ejemplo, ante una escena en la
que predomina el color, se produce un aumento de actividad en determinadas estructuras y regiones del sistema visual (la zona V4
del área 17 y núcleos Parvocelulares del Núcleo Geniculado Lateral, este aumento de actividad no sucede para escenas en blanco y
negro).
Figura 1.3: Métodos no intrusivos en neurofisiología. Las técnicas de escaneado permiten registrar el aumento de actividad en un área ante un
determinado estímulo, pudiendo relacionarse el área con una función específica. En estas técnicas, tanto el emisor como el detector actúan externos al
paciente.
Finalmente, otra manera de estudiar el sistema visual es mediante la disciplina conocida como Psicofísica. La Psicofísica
consiste en el estudio del proceso visual a partir de la relación entre el estímulo y la respuesta que desencadena, pero siempre
mediante técnicas indirectas. Se plantea al paciente una tarea de manera que ante un determinado estímulo, se obtiene una
determinada respuesta. Ahora el sistema visual es una caja negra y no es posible acceder directamente lo que pasa en el interior, no
se trata de medir el nivel de actividad de un elemento. De la relación entre la entrada y la respuesta del paciente es posible deducir
muchas cosas acerca del funcionamiento del sistema visual. Por ejemplo, al proyectar una luz azul en el centro de la fóvea, el
sujeto responde que ve luz pero no percibe el color. A partir de este experimento se pudo deducir que, en la zona central de la
fóvea no existen conos tipo S. Este descubrimiento sería corroborado años más tarde por estudios anatómicos y fisiológicos.
A partir de un experimento de funcionamiento como el descrito anteriormente para la región central de la fóvea, se puede
establecer un modelo. Posteriormente, ese modelo teórico podrá ser confirmado, modificado o descartado mediante nuevos
experimentos psicofísicos. Las experiencias psicofísicas se pueden realizar encaminadas al estudio de sólo una parte de ese
proceso o de su conjunto.
Generalmente los campos receptivos son circulares, es decir, que una determinada célula responderá ante estímulos luminosos
proyectados sobre una región del espacio de forma circular. Todos los puntos de la misma intensidad que estén situados a la misma
distancia del centro del campo receptivo, producirán la misma respuesta. Pero también existen campos receptivos alargados, o
incluso con formas más complejas.
La luz que incide sobre un fotorreceptor provoca un cambio de su actividad, de manera que cuando se alcanza un valor mínimo
o umbral, se dispara el mecanismo nervioso y si no se alcanza dicho umbral no se dispara la respuesta de la célula. La señal
eléctrica generada pasa a la célula bipolar a la que esté conectada ese fotorreceptor y de ésta llega a una célula ganglionar en el
LGN y así hasta alcanzar la corteza visual (ver fig 1.5).
Figura 1.5: Conexiones entre células visuales. Los círculos representan los somas o cuerpos celulares de las células bipolares, ganglionares, y
corticales. Los rectángulos corresponden a los conos y bastones. Adaptada de Hubel, 1998.
Colocando un microelectrodo a una célula ganglionar y viendo su actividad eléctrica en cada momento, se puede medir la
respuesta de esta célula ante la luz que reciben los correspondientes fotorreceptores a los que se conecta. Lo más llamativo es que
la célula ganglionar en reposo (en ausencia de luz) no está «eléctricamente» inactiva, sino que presenta una actividad basal, de
manera que se produce un número de descargas (o picos de potencial) más o menos constante por unidad de tiempo. Todas las
neuronas de cualquier sistema sensorial o motor, presentan esta característica. La respuesta de una célula ganglionar a lo largo del
tiempo en ausencia de luz puede representarse como vemos en la figura 1.6. Cada segmento vertical corresponde a una descarga
eléctrica de la misma intensidad.
Figura 1.6: Respuesta basal de una célula en reposo. Se representa el potencial de las descargas V (en milivoltios) en cada instante de tiempo t (en
segundos).
En esta situación en la que sólo aparece la respuesta basal se dice que no hay respuesta o que la célula está en reposo. Puede
deberse tanto a que no incide ningún estímulo luminoso como a que la célula no da respuesta a ese estímulo luminoso en
particular.
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Si una célula visual en reposo produce descargas eléctricas, ¿significa que está detectando luz?
Si en un instante t se proyecta una luz sobre el fotorreceptor que está conectado a dicha célula, se produce un patrón de
respuesta característico, que corresponderá un aumento en el ritmo de descargas (Excitación) o a una disminución de dicho ritmo
(Inhibición). En la figura 1.7 se recogen estos dos comportamientos opuestos.
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Figura 1.7: Excitación e inhibición de una célula ante un estímulo luminoso. El segmento horizontal debajo del eje x representa el momento de
aparición y cese del estímulo. Como puede verse, al poco tiempo de desaparecer el estímulo, la célula recupera su actividad basal.
Para poder clasificar los campos receptivos de cualquier célula, es necesario llevar a cabo una exploración de la respuesta de
dichas células mediante diferentes configuraciones de estímulos luminosos. Por ejemplo, sobre un fondo uniforme se sitúa un
estímulo test en distintos puntos del campo (se puede variar el tamaño, el color y la forma: punto, barra etc…). También se puede
introducir como variable la presencia de un estímulo de fondo del color adecuado.
Podemos hablar de dos clasificaciones de los campos receptivos en función de cómo responden a la luz según el punto de
entrada del estímulo y según el color de ese estímulo.
En el campo receptivo no antagónico la respuesta es siempre uniforme y la intensidad dependerá del tamaño de área iluminada.
A mayor área iluminada, mayor respuesta. La figura 1.9 recoge una representación esquemática de la respuesta en función de la
distancia al centro, a lo largo de un corte longitudinal del campo receptivo. La curva de respuesta tiene una forma típica de
campana (o gaussiana):
Figura 1.9: Representación esquemática de la respuesta excitatoria e inhibitoria de un campo receptivo no antagónico, en función de la distancia al
centro del campo.
Los campos receptivos antagónicos corresponden a células que responden de una determinada manera (excitación) cuando el
estímulo luminoso se produce en una zona particular del campo visual, el centro del campo receptivo. Pero si ese mismo estímulo
luminoso se localiza en una zona periférica cercana, se produce la respuesta opuesta (inhibición). En este caso, en el que el centro
del campo receptivo es excitatorio y la periferia inhibitoria se habla de campos receptivos con centro ON. También existen células
con un funcionamiento contrario, en el que el centro es inhibitorio y la periferia excitatoria. Éstas son las células con campo
receptivo con centro OFF. Ambos casos se recogen en la figura 1.10.
Figura 1.10: Campos receptivos antagónicos. La respuesta de la célula será excitatoria o inhibitoria en función de la zona de incidencia de la luz.
Cualquiera de estas células tendrá un ritmo de descargas basal constante y cuando incide la luz este ritmo de descargas se altera;
para una célula de centro ON, cuando hay iluminación central aumenta el ritmo de descargas (excitatoria). Si se ilumina todo el
centro, la respuesta excitatoria es máxima, cuando hay iluminación periférica, disminuye el ritmo de descargas (inhibitoria),
cuando se ilumina toda la periferia la respuesta inhibitoria es mínima, y finalmente cuando se ilumina todo el campo receptivo de
la célula los efectos de ambas zonas se contrarrestan y la célula mantiene su ritmo de descargas basal, o lo que es lo mismo: no da
respuesta.
Es posible representar nuevamente la respuesta en función de la distancia al centro, como vemos en la figura 1.11.
Figura 1.11: Representación esquemática de la respuesta de un campo receptivo antagónico. Adaptada de D. Thomson.
Para entender esta representación, es necesario considerar la superposición de las curvas de campana tanto excitatoria como
inhibitoria de la figura 1.9, centradas en el origen de coordenadas de la célula y de diferentes extensiones según correspondan al
centro o a la periferia. La figura 1.12 muestra la respuesta final de la célula representada por la línea continua, que corresponde a
la suma punto a punto de las dos curvas punteadas.
Figura 1.12: Representación esquemática de la respuesta como suma de gaussianas de un campo receptivo antagónico. Adaptada de Valberg, 2005.
La explicación fisiológica del funcionamiento del campo receptivo antagónico se encuentra en los procesos de inhibición que
ocurren a nivel de las células horizontales de la retina. Una sola célula horizontal contactaría con las células del centro (on) y de la
periferia (off). Cuando la luz incide en la periferia, los conos periféricos se excitan, la célula horizontal recoge estas señales y a su
vez envía una señal inhibitoria a los conos centrales. Como resultado de ello disminuye la actividad en la célula ganglionar
(Inhibición). Este mecanismo de retroinhibición, es muy frecuente en los sistemas neuronales de todos los mamíferos y en el caso
del sistema visual humano contribuye a la detección de los bordes de diferentes objetos en una escena visual.
Si el estímulo luminoso cae dentro de la zona ON o de la zona OFF, la respuesta llevará el signo correspondiente a esa zona. Si
el estímulo es grande, más que el campo receptivo, nos planteamos cómo es la respuesta. Si las células son lineales habrá
sumación de las respuestas de varios campos receptivos, pero en caso contrario no podemos predecir qué ocurrirá.
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La figura 1.13 representa el campo receptivo de una célula ON. ¿Cuál de los cuatro estímulos luminosos situados
concéntricamente sobre el campo receptivo de esa célula producirían una mayor respuesta excitatoria? El estímulo 4, ¿produciría
mayor respuesta que el 3?
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Figura 1.13: ¿Cuál de estos cuatro estímulos produce mayor respuesta en una célula de campo receptivo como la de la figura?
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Iluminamos una célula no antagónica con un estímulo que consiste en una barra luminosa rodeada de oscuridad (ver fig 1.14).
¿Qué ocurre al aumentar progresivamente la anchura de la barra? ¿Cuándo se producirá la respuesta máxima?
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Supongamos ahora una célula que tiene antagonismo (centro ON) y el estímulo en forma de barra situado en el centro del
campo receptivo (ver fig 1.15). ¿Qué ocurre al aumentar progresivamente la anchura de la barra? ¿Cuándo se producirá la
respuesta máxima?
Si el estímulo fuese una red blanco-negro en lugar de una única banda blanca, ¿qué relación hay en ambos casos entre el
tamaño del campo receptivo y la frecuencia de la red para la señal máxima?
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Con los ejemplos anteriores nos hemos dado cuenta que muchas células ganglionares son capaces de interpretar la transición
entre luz y oscuridad, es decir, parece que antes de que la señal alcance la corteza visual ya se está empezando a detectar los
bordes del objeto.
Se dice que la célula es no oponente cuando la respuesta es del mismo tipo –excitatoria o inhibitoria– para todas las
longitudes de onda.
Se dice que una célula es oponente cuando la respuesta es excitatoria para una parte del espectro e inhibitoria para el
resto. La longitud de onda en la que se produce la transición de un tipo a otro de respuesta se denomina punto neutro.
Iluminando un campo receptivo con la correspondiente luz del punto neutro, la célula no dará ninguna respuesta.
Figura 1.16: Cambio del signo de la respuesta en una célula oponente. En los campos no oponentes la respuesta es siempre del mismo tipo.
4. LA RETINA
La retina es en realidad un tejido nervioso, ya que las células ganglionares, bipolares, amacrinas y horizontales son neuronas. A
menudo se considera que la retina es una extensión cerebral y, dado que el ojo se mueve, se dice que «constituye una porción
móvil del cerebro».
Una característica importante de la retina es su falta de homogeneidad espacial. La concentración local de los conos y los
bastones es muy variable de unas zonas a otras. Anatómicamente se distinguen dos regiones muy marcadas: la mácula lútea, que
incluye a la fóvea, con una enorme concentración de conos, y la papila que corresponde a la salida del nervio óptico, constituido
por los axones de las células ganglionares. En la figura 1.17 se muestra el mapa espacial de la retina.
Figura 1.17: Mapa angular de la retina humana. El cruce de los dos ejes corresponde a la intersección con el eje óptico. Este punto se toma como
origen de coordenadas.
En la retina, las primeras células que reciben la señal luminosa son los fotorreceptores, que responden a dicha señal luminosa
enviando una señal eléctrica al resto de capas celulares.
4.1. Fotorreceptores
La capa de fotorreceptores en la retina está formada por dos tipos celulares, los conos y los bastones (ver fig 1.18), dispuestos a
modo de mosaico.
Figura 1.18: Fotorreceptores conos y bastones. Extraída de www.biol3medio.blogspot.com.es.
Conos y bastones no se distribuyen uniformemente a lo largo de la retina. En la periferia la densidad de conos es relativamente
baja (4.000 o 5.000 conos/mm2), mientras que en la zona central de la retina, concretamente en la fóvea, se alcanza una densidad
superior a 150.000 conos/mm2. La fóvea se sitúa en el centro de la llamada mácula lútea, región central de la retina caracterizada
por la presencia de un pigmento carotenoide de color amarillento. Esta área ocupa entre 5.5 y 8 mm. Dentro de la mácula lútea se
sitúa la fóvea con un diámetro angular de 5.2º, el centro de la fóvea o foveola (1.4º) es una pequeña zona donde se sitúan los conos
de perfil más fino.
En cuanto a la concentración de bastones sigue una distribución contraria: es mínima en la fóvea y máxima a unos 20º de
extrafovealidad (entre 150.000 y 300.000 bastones/mm2), decreciendo desde este punto en todas direcciones. La concentración en
la periferia de la retina se mantiene en torno a unos 30.000-40.000 bastones/mm2. En la gráfica de la figura 1.19 se muestra la
distribución de fotorreceptores.
Figura 1.19: Distribución de conos y bastones en retina, según datos de Osterberg, 1935. Entre 10 y 20 grados de excentricidad nasal, se observa una
discontinuidad que corresponde al disco óptico o papila.
Dentro de los conos, se distinguen tres tipos diferentes. Morfológicamente son similares, pero se diferencian por su diferente
curva de respuesta ante la longitud de onda. Se nombran de acuerdo a la zona del espectro donde tienen su máxima respuesta: los
conos L (long) son sensibles a longitudes de onda largas, los conos M (middle) son sensibles a longitudes de onda medias, y los
conos S (short) a longitudes de onda cortas.
Los conos L:M:S en la retina se encuentran en la proporción 10:5:1. Por otra parte, la distribución de conos L y M parece
bastante aleatoria mientras que los conos S parecen seguir una estructura más regular. Otro dato interesante es que en un área de
aproximadamente 20" en la fóvea, no hay conos S.
En la figura 1.20 vemos las curvas de sensibilidad según dos tipos de escalado: normalizando las curvas de cada sistema de
conos a 1 o teniendo en cuenta la proporción de cada uno en la retina.
a)
b)
Figura 1.20: Sensibilidad espectral relativa de los conos L, M y S, según datos de Stockman & Sharpe, 2000: a) picos normalizados a 1 (eje y
semilog), b) picos escalados según proporción en retina (eje y lineal). Extraída de www.handprint.com/HP/WCL/color1.html.
La retina sirve en realidad de soporte para dos sistemas de fotodetección más o menos independientes: el fotópico y el
escotópico (ver fig 1.21). En altos niveles de iluminación funciona el sistema de visión fotópica, actúan plenamente los conos y
podemos disfrutar de la visión de los colores. Por contra, con bajos niveles de luz, en visión escotópica, actúan solo los bastones,
no hay visión cromática y sólo distinguimos niveles de grises. El cambio de un sistema al otro constituye el nivel mesópico.
Figura 1.21: Tipos de visión según la cantidad de luz (cd/m2). Adaptada de Valberg, 2005.
Figura 1.22: Disposición de células en las diferentes capas de la retina. Extraída de retina.umh.es/webvision/spanish/indice.html.
Es característico el hecho de que las células estén orientadas en sentido inverso al de incidencia de la luz, que ha de atravesar
todas las capas de conexiones neurales hasta alcanzar a las células sensibles, los fotorreceptores, que además tienen la zona
sensible a la luz en el lado contrario al de incidencia. En la zona foveal la situación es algo diferente, ya que las conexiones que
debe atravesar la luz se encuentran desplazadas hacia fuera para impedir lo menos posible su paso (ver fig 1.23). Es por esto que
no percibimos ‘sombras’ debidas a las conexiones entre células.
Figura 1.23: La distribución de conexiones celulares en fóvea se encuentra desplazada hacia los laterales. Modificada de Kandel et al, 1991.
Los conos y los bastones establecen sinapsis (conexiones) con las células horizontales y bipolares. Mientras que las células
horizontales y las amacrinas establecen conexiones en un plano transversal, las bipolares y las ganglionares conectan en la vertical,
que es la dirección principal de transmisión.
Las células bipolares y las células ganglionares, son de diferente tipo en función de su morfología y su fisiología.
Se distinguen tres subtipos de células bipolares: en brocha, aplanadas y enanas.
Las células bipolares establecen conexiones con las células ganglionares, de las que existen dos tipos celulares:
Además, de acuerdo a su tamaño, se pueden clasificar en tres tipos celulares que se mantienen a lo largo de la vía visual y van a
demostrar diferentes propiedades (ver fig 1.24): son las células Magno (de gran tamaño), las células Parvo (pequeñas) y las células
Konio, de tamaño variable.
Figura 1.24: Tipos de células ganglionares: Magno, Parvo y Konio, según Shapley y Perry 1986, Polyak 1941, Dacey y Lee, 1994.
Las células Magno (M) y Parvo (P) constituyen el 80% de las células ganglionares. El resto son células Konio (K), cuyas
propiedades no han sido puestas de manifiesto en igual medida que el resto.
Las células P son selectivas a la longitud de onda y a frecuencias espaciales altas, con respuesta sostenida (respuesta tónica).
Las células M no son selectivas a la longitud de onda, pero sí a las frecuencias espaciales bajas, tienen una respuesta transitoria
(respuesta fásica) y alta velocidad de conducción de la señal. Finalmente, las células K son selectivas a la longitud de onda.
Las propiedades de estas neuronas marcan las funciones de las áreas visuales a las que están conectadas y a las que por tanto va
a llegar la información que transportan.
Las dos capas más internas contienen neuronas de mayor tamaño, y constituyen el llamado Sistema Magnocelular, mientras que
las cuatro capas más externas, con células más pequeñas, pertenecen al Sistema Parvocelular. Entre estas capas se encuentra otro
grupo de células con características diferentes, las células Konio, que constituyen el Sistema Koniocelular. Dado que en el
quiasma óptico ha habido previamente un cruce de información de ambos ojos, las capas 2, 3 y 5 reciben información del ojo
correspondiente, mientras que las capas 1, 4 y 6 reciben información del ojo contralateral. Las conexiones se establecen de manera
que en cada capa existe una representación «punto a punto» de la retina, y las seis capas tienen una misma orientación, de modo
que a lo largo de un segmento perpendicular a la superficie del LGN los campos receptivos de las células de cada capa son
idénticos.
El LGN actúa como una estación intermedia en la ruta de la información hacia el córtex visual, pero no modifica esta
información.
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¿Cuáles son las características de cada tipo de célula en cuanto al antagonismo espacial y a la oponencia espectral?
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Podemos representar también las curvas de respuesta de células oponentes. La clasificación de De Valois, Abramov y Jacobs
(1966) en función del punto neutro de cada célula puede verse en la figura 1.27:
Figura 1.27: Clasificación de células en función del punto neutro, según datos de De Valois, Abramov y Jacobs 1966.
6. LA CORTEZA VISUAL
De la misma forma que los axones de las células ganglionares proyectan una representación espacial precisa de la retina sobre
el LGN, éste proyecta una representación similar sobre la corteza visual, en el lóbulo opcipital. Anatómicamente toda la corteza
visual está estructurada en varias capas, en la figura 1.28 puede verse un esquema con las áreas V1 a V5. La región V1 se
denomina corteza visual primaria, también llamada corteza estriada, mientras que el resto de capas reciben el nombre de corteza
extraestriada.
Figura 1.28: Áreas visuales en el lóbulo occipital. Extraída de Valberg, 2005.
Los axones de las neuronas provenientes de los núcleos geniculados laterales hacen en sinapsis en distintos niveles dentro de la
región V1. Esta región está dividida en seis subcapas estratificadas (ver fig 1.29). Las células Parvo entran en V1 a nivel de la capa
4Cβ, desde allí se establecen sinapsis con las capas 2 y 3 y de aquí al área V2. Las células Magno conectan con 4Cα, que envía a
4B y de ahí a V2 y V5. Las células Konio van en su mayor parte a las capas 2 y 3 de V1, en las zonas llamadas blobs. Veremos
esta organización con mayor detalle un poco más adelante.
Figura 1.29: Conexiones entre LGN y la corteza visual primaria V1. Adaptada de Hubel, 1998.
Como esquema general, la información proveniente de LGN es recogida por V1, y desde allí pasará al resto de áreas visuales
superiores a través de V2 y también a otras áreas superiores del cerebro, donde será procesada obteniéndose una percepción visual
como resultado final.
Fisiológicamente, las células de la corteza visual se clasifican de la siguiente manera, en función de su respuesta (ver fig 1.30):
Células estrelladas: reciben entradas desde varias células del LGN y la información proviene de un sólo ojo. Sus
campos receptivos son circulares de tipo ON/OFF.
Células simples: reciben entradas de las células estrelladas y tienen campos receptivos centro-periferia más alargados
que en las anteriores. Responden con mayor intensidad a una línea recta con una orientación determinada. Responden
también a límites o bordes generados por contraste de colores aunque no codifican información del color.
Células complejas: reciben entradas de las células simples y desde ambos ojos, son las primeras células que reciben
información binocular. Tienen campos receptivos mayores y no diferencian demasiado el lugar donde aparece la línea,
a diferencia de las simples. Responden por tanto a una línea con orientación determinada y en movimiento con un
sentido determinado.
Células hipercomplejas: responden a estímulos más elaborados, como bordes y esquinas. Se distinguen varios tipos,
las hipercomplejas de primer orden que responden a estímulos en forma de barra con una longitud, orientación,
velocidad y un sentido de movimiento determinados (son las células tipo Reichardt que veremos en el capítulo 9), y
las hipercomplejas de segundo orden que responden a estímulos formados por dos barras colocadas a 90º, por lo que
representarían detectores de esquinas.
Esta organización fisiológica es la base para la hipótesis de que el proceso visual está jerarquizado de modo que cada nivel
celular responde a estímulos cada vez un poco más complejos que el anterior.
Figura 1.30: Tipos de campos receptivos y estímulos a los que dan respuesta células de corteza visual. Ver texto para las características particulares.
En las capas superiores de V1 se puede diferenciar la existencia de una serie de columnas perpendiculares a la orientación de
las subcapas, son las llamadas columnas de orientación. Cada columna responde a una línea con una orientación diferente, pero
muy similar a la columna adyacente, de forma que se cubren todas las posibles orientaciones en cada parte del campo visual.
Perpendiculares a las columnas de orientación (y a las subcapas también) se organizan las columnas de dominancia ocular, ya que
cada una recibe la entrada de un solo ojo. Dentro de estas columnas se distinguen dos partes que procesan información
complementaria y que van a ser el origen de la separación en dos subsistemas del camino Parvocelular: una parte para el color
(blob) y otra para el detalle (interblob).
Blobs: formados por células no selectivas a la orientación pero sí al color y a la luminancia. Tienen campos receptivos
circulares, antagónicos y oponentes dobles (responden con excitación en una región del campo receptivo e inhibición
en otra). La entrada de células P, que llevan la señal del mecanismo oponente rojo-verde, constituye el subsistema que
se suele denominar P-B (de Blobs). Pero además, reciben la entrada de las células K, que llevan la señal del
mecanismo oponente azul-amarillo. Es la prueba de que existe un sistema separado para el procesado del color.
Interblobs: compuestos de células simples y complejas. Las simples son selectivas a la frecuencia espacial y la
orientación, además de a la textura. Las complejas son selectivas a la dirección y el movimiento. Responden a líneas o
barras pero no al color, además algunas neuronas son binoculares y muestran sensibilidad a la disparidad binocular.
Como los campos receptivos son más pequeños, se encargan de la percepción de detalles espaciales finos, es decir,
agudezas altas. Responden también al contraste de borde acromático, es decir detectan bordes. (Este subsistema se
suele denominar P-I, de Interblobs).
Parece claro que en el córtex visual existen células capaces de detectar ciertas características elementales. Ya en la capa 4B
(células magno), algunas células responden a líneas y barras, otras responden a redes de una frecuencia espacial determinada. O
incluso a la textura: ciertas células responden a ondas sinusoidales o cuadradas de determinada orientación y frecuencia, responden
a la ‘textura’ de un patrón. Como las superficies naturales tienen una textura rugosa, estas células pueden detectar la superficie y su
orientación, contribuyendo a la percepción de la profundidad (debido a los gradientes de textura).
Podemos decir que las células simples y complejas nos dan la percepción de formas independientemente de la localización de la
imagen en la retina, se comportan como detectores de contornos. Incluso algunas células son binoculares y selectivas a la
disparidad retiniana, aunque no interpretan la señal de profundidad estereoscópica (combinaciones de neuronas de V1 parece que
sí pueden hacerlo).
6.2. Área V2
La señal de V1 pasa principalmente a V2, que no presenta un patrón de blobs e interblobs, pero sí un patrón de barras, que se
denominan: Thick (gruesas), Thin (finas) y una región Interbarras. V2 ya no presenta un mapa completo de la retina, sino que
parece organizado en tres mapas visuales según este patrón.
Thick: reciben las proyecciones de las neuronas de 4B (magno), son selectivas a la orientación y movimiento, y
muchas también a la disparidad retiniana. Proporciona un mapa de orientaciones visuales (células M—4B—Tick).
Thin: reciben las proyecciones de los Blobs, no son selectivas a la orientación pero muchas lo son al color (son células
oponentes dobles). Proporciona un mapa de color (células M, P y K—Blobs—Thin).
Interbarras: reciben las proyecciones de las neuronas Interblobs, son selectivas a la orientación pero no a la dirección
ni al color. Es un mapa de disparidades (células P—Interblobs—Interbarras).
6.3. Área V4
Las dos proyecciones P (P-B y P-I) conectan con V4, pero siguen separadas. También recibe la conexión de las células K. De
aquí la señal continúa hacia el córtex inferotemporal posterior.
En esta área parece tener lugar la discriminación de tonos y la constancia del color. Pero hay pruebas de que esta zona no debe
dedicarse sólo al color. En la acromatopsia cerebral se ve perjudicada la discriminación de tonos pero no la discriminación de
formas, mientras que en los experimentos con primates, la pérdida de V4 afecta también a ésta última.
6.4. Áreas V3 y V5
La proyección M conecta con V3 y V5, desde la capa 4B de V1 y a través de las barras Thick de V2. Pero también parece que
debe haber contribución de P y K a través de los Blobs y las barras Thin. De aquí la señal continúa al cortex parietal, que se
encarga de integrar la información de movimiento y profundidad dentro de la representación del espacio.
V1 Es el punto de entrada de la información, distingue el tipo de célula (M,P,K), pero no le hace nada a la señal de
entrada, sólo la transmite a V2. Sabemos que es capaz de distinguir la información de movimiento porque tiene
conexión directa con la región correspondiente al movimiento y le transmite cierta parte de la información a V5 sin
pasar por V2.
V2 Distribuye información a las otras áreas especializadas.
V3 Participa en la detección de formas y profundidad (además procesa cierta información de movimiento: giro o
cambio).
V4 Se encarga de la detección del color (además procesa la orientación de líneas)
V5 (también llamado MT) Se encarga de la detección de movimientos (velocidad y dirección del movimiento global,
independiente de color y forma) y de la profundidad estereoscópica.
La figura 1.32 nos muestra un esquema simplificado de estas áreas de procesado y sus conexiones.
Figura 1.32: Esquema del sistema visual. Modificada de Livingston y Hubel, 1988.
Para que tenga lugar la interpretación final, la información deberá juntarse en algún punto. Desde la corteza visual la
información continúa hacia otras áreas visuales (áreas corticales prefontrales) y recibe otro tipo de contribuciones. Además, parece
aceptado que la memoria debe actuar en algún momento del procesado final. Podemos hablar de dos grandes ‘vías’ o sistemas de
información, que incluyen un gran número de áreas del cerebro, y que responden a dos cuestiones básicas que dan sentido a la
visión: ¿Qué es? Y ¿Dónde está?
QUÉ: identificación del objeto, tiene lugar en el lóbulo temporal. Participa en el procesado del color, tamaño y forma.
Las lesiones en esta área permiten utilizar la visión pero no permiten distinguir entre objetos, por ejemplo:
Agnosia asociativa: lesión cerebral en la que no se reconocen los objetos, pero se es capaz de describirlos y
de dibujarlos copiando.
Prosopagnosia: no se reconocen las caras.
Agnosia del color: no se reconoce ni denomina los colores, a pesar de tener una percepción cromática
correcta.
DÓNDE: posición espacial relativa, tiene lugar en el lóbulo parietal. Participa en el procesado de información
espacial del objeto, el movimiento y la forma derivada del movimiento. Las lesiones en esta área producen problemas
en actividades con juicios de ubicación pero no en la identificación, por ejemplo:
Ataxia óptica: dificultad en movimientos de persecución de un objeto.
Apraxia óptica: se perciben los objetos, pero no se puede mantener la fijación en ellos; no se percibe la
localización en la escena.
Simultagnosia: sólo puede ver un objeto cada vez en una escena compleja.
Cinetoagnosia: incapacidad de ver los objetos en movimiento.
La linealidad es una propiedad muy importante a la hora de estudiar visión, ya que permite tratar a la célula visual como
cualquier otro sistema lineal: la respuesta a una sinusoide de amplitud A es otra sinusoide de amplitud A’, donde A y A’ están
relacionadas mediante una función que describe el comportamiento del sistema, la MTF de la que hablaremos en el capítulo 8.
Como cualquier estímulo luminoso se puede descomponer en sinusoides (espectro de frecuencias), podremos entonces estudiar el
efecto que la célula va a producir sobre el objeto.
Sabemos que en las células lineales hay sumación, pero en las otras no lo sabemos. Por tanto hay sumación en los tres
mecanismos.
En cuanto al Input de bastones, sí que hay entrada de bastones en el Magno y no la hay en el Parvo. Los bastones van a sumar
la información con el fin de tener mayor sensibilidad, pero eso lleva también asociado peor resolución.
Algunas de estas características serán analizadas en los próximos capítulos, vamos a aplazar su interpretación hasta entonces.
Si el mono detecta dónde se ha producido el cambio, realizara un movimiento sacádico en la dirección visual correspondiente y
dicho movimiento puede ser recogido mediante una cámara. Analizaremos a continuación los resultados de algunos de estos
experimentos, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría fueron planteados antes de diferenciar el camino koniocelular.
(Resultados de P.H. Schiller, N.K. Logothetis y E.R. Charles [Schiller et al. (1990)]).
Una lesión en el Magno produce un serio deterioro en la realización de ciertas tareas por el mono. Estas tareas son la detección
de parpadeos de frecuencia relativamente alta y la detección y discriminación de movimientos, es decir, tareas de carácter
temporal. Por contra, una lesión en el Parvo deteriora de forma significativa la sensibilidad al contraste (cromático y acromático),
la capacidad de discriminación de colores, texturas, frecuencias espaciales, así como de ciertas formas elementales y, por último,
la estereopsis de altas frecuencias. Otras tareas, como la discriminación de luminosidades o la estereopsis de bajas frecuencias, no
dan resultados tan concluyentes. A la vista de estos resultados, parece razonable empezar a pensar que el camino Magno-V5
estaría especializado básicamente para el movimiento, en tanto que el camino Parvo-V4-IT lo estaría para el color y la forma. La
estereopsis es probable que esté asociada a ambos caminos.
Un esquema simplificado de este «circuito neural» se muestra en la figura 1.34.
Figura 1.34: Esquema general de procesado de información desde el estímulo físico hasta la percepción final. P. Capilla.
¿Contribuye la memoria? En cuanto a la última contribución del esquema de la figura 1.35, la memoria, debe actuar
en algún momento del procesado, seguramente en áreas superiores. Se ha comprobado mediante técnicas de
resonancia magnética que visualizar una escena mentalmente produce un patrón de actividades básicamente idéntico
que cuando se visualiza realmente.
Aunque no está perfectamente determinado de qué manera ni donde se realiza la integración final de la información,
es evidente que toda esta información debe integrarse posteriormente en una imagen final. Ya hemos visto que la
representación de la información en la corteza visual no se corresponde con un mapa retiniano único sino que es
transmitida a través de diferentes caminos. Parece que la información visual se «rompe» y se procesa en paralelo en
áreas especializadas. En cada zona de la corteza visual se analiza y procesa una parte de la información, que es
enviada a las áreas corticales vecinas y de aquí a otras áreas superiores, pero sin referencia a lo que está ocurriendo al
lado. Además de esta distribución de la información hacia adelante se debe producir un efecto de ‘retroalimentación’
de las áreas superiores a las inferiores. Las conexiones entre áreas deben tener lugar en tres direcciones: hacia adelante
(de áreas inferiores a superiores), hacia atrás (en sentido contrario) y también deben existir conexiones laterales entre
áreas de complejidad de procesado equivalentes.
La información se redistribuye y ahora si que va a haber una interacción entre esos diferentes aspectos que la
componen.
También parece que el orden de importancia entre las facetas de la información es relevante para el proceso de
interpretación. La primera tarea es la de localización y detección (sin reconocimiento) del objeto, y posteriormente se
analiza color, movimiento y orientación.
Parece que según progresamos en el sistema visual, las características del estímulo necesarias para activar una célula
son más precisas, esto supondría que el proceso visual está jerarquizado (cada nivel procesa información más
compleja que en el nivel anterior).
––––––––––––––––––––––
Si el procesado e interpretación es un proceso jerarquizado, ¿existe una célula sintonizada a algo tan específico como por
ejemplo la cara de mi abuela? (ver fig 1.35).
––––––––––––––––––––––
Lo que sabemos con certeza es que un objeto complejo activa áreas superiores e inferiores, por lo que la corteza visual primaria
(e incluso la propia retina) ya contribuye al conjunto de códigos que van a permitir la interpretación; no parece entonces probable
que exista una sola célula involucrada en el reconocimiento de la cara de mi abuela. Pero algunos experimentos parecen demostrar
esta teoría, ya que se han localizado algunas células que dan respuesta máxima a un rostro determinado y no a otros.
Pero esta pregunta nos lleva a plantearnos además otros problemas: al integrar la información de un objeto, ¿cómo se relacionan
los aspectos temporales y espaciales entre ellos? Y si son más objetos, ¿cómo se distingue la información que pertenece a cada
uno?
La percepción no es una simple representación de nuestro entorno, sino más bien una interpretación del mismo. Y nuestra
interpretación puede cambiar basándose en aspectos cognitivos o perceptuales, experiencias pasadas, etc.
CUESTIONES
1. Indica cual de estas características de la retina es cierta:
a. La densidad de conos en retina central es de unos 150.000 conos por milímetro cuadrado de superficie.
b. La zona central de la fóvea donde están los conos más finos ocupa 5 grados y se llama foveola.
c. La máxima concentración de bastones está a 40 grados de excentricidad.
d. En la zona central de la fóvea solamente hay conos S.
5. Señala si es verdadero o falso: La fase de interpretación de la información ocurre exclusivamente en el cortex visual.
a. Verdadero.
b. Falso.
7. Completa la definición: El campo receptivo de una neurona del sistema visual es la región de la [........] en donde un [........]
provoca una [........] o [........] más o menos intensa de esa célula.
8. ¿Cuál o cuáles son las formas mas frecuentes del campo receptivo?
a. Estrellada.
b. Circular.
c. Elíptica orientada en vertical.
d. Elíptica orientada en horizontal.
e. Elíptica orientada en cualquier dirección.
f. No hay una forma típica.
a. Reciben entradas de varias células del LGN provenientes de los dos ojos.
b. Reciben entradas de varias células simples provenientes de los dos ojos.
c. Responden a una línea en movimiento.
d. Tiene campos receptivos alargados ON/OFF.
e. Tiene campos receptivos circulares ON/OFF.
f. Responden a estímulos en forma de L o esquina.
a. V2
b. V3
c. V4
d. V5 (MT)
e. Área Parietal
f. Área Temporal
a. Forma
b. Movimiento
c. ¿Qué es?
d. Distribución
e. ¿Dónde está?
f. Color
16. Señala la o las afirmaciones correctas respecto a las características fisiológicas y especialización funcional del camino
Magnocelular.
17. Señala la o las afirmaciones correctas respecto a las características fisiológicas y especialización funcional del camino
Parvocelular.
18. Señala la o las afirmaciones correctas correcta respecto a las características fisiológicas y especialización funcional del camino
Koniocelular.
1. LA PSICOFÍSICA
En el capítulo anterior se ha definido la psicofísica como el estudio del proceso visual a partir de la relación entre la
especificación física del estímulo y la medida de la respuesta del sistema visual (percepción).
La finalidad de la psicofísica es deducir o plantear un modelo de respuesta sensorial que permita describir el funcionamiento del
sistema visual. Así será posible predecir el comportamiento ante un determinado estímulo sin necesidad de realizar una medida
experimental. El modelo teórico elaborado a partir de este estudio podrá ser confirmado, modificado o descartado mediante
nuevos experimentos psicofísicos.
También hemos adelantado que no todo el proceso visual es fácilmente modelizable mediante experiencias psicofísicas. Existe
una condición particular que sí lo es: cómo actúa el sistema visual en la zona cercana al umbral. Esto es así porque el ojo humano
es un excelente detector de este tipo de transiciones. Estudiaremos esa zona y estableceremos la hipótesis de que en cualquier otra
zona el comportamiento no debe ser muy diferente.
Para llevar a cabo esta caracterización disponemos de la información de entrada y de la respuesta, pero no tenemos acceso al
sistema. Analizando la relación entre ambas se pueden extraer conclusiones sobre el comportamiento del sistema, siempre y
cuando las respuestas cumplan una serie de condiciones ligadas a criterios estadísticos: han de ser repetibles y con desviaciones
estándar pequeñas.
Para simplificar el problema, centremos el problema en la parte espectral. Supongamos que conocemos S(λ) y obtenemos S’(λ)
como una función de la entrada: S’(λ)=f(S(λ))=kλ S(λ). Planteando la hipótesis de que el sistema es lineal, la respuesta general a
una entrada cualquiera será la suma de las respuestas espectrales. Para conocer kλ, hay dos posibles vías:
b) utilizar señales de salida S’(λ) constantes, por ejemplo la detección de un umbral o la igualación con una referencia, y
determinar la variación de las señales de entrada con λ:
donde A es el espectro de acción: inversa de la señal de entrada que produce salida o respuesta sensorial constante.
Generalmente se emplea esta segunda vía para obtener k, porque la primera vía presenta la dificultad de que la entrada es accesible
pero la respuesta no es medible de manera objetiva.
Ejemplo 1) En la curva de adaptación a la oscuridad (o curva del umbral absoluto en función del tiempo), se aprecia una
variación local importante. En la figura 2.1 se representa el umbral en función del tiempo que el sujeto permanece en oscuridad
total:
Figura 2.1. Curva de adaptación a la oscuridad. El cambio de tendencia a partir de unos 12 minutos implica la existencia de un cambio importante en
el sistema de detección. Extraída de Schwartz, 1999.
Este cambio de comportamiento sugiere la hipótesis de que en la retina hay realmente dos subsistemas o soportes fisiológicos
complementarios, con funcionamientos diferentes y más o menos independientes: el sistema fotópico, basado en los conos, y, el
sistema escotópico basado en los bastones. Pero deben darse más pruebas de que existen estos sistemas diferentes y además
relacionarlos con otras pruebas conocidas de la fisiología ocular para poder confirmar la hipótesis, y son varias las pruebas que
apuntan en esa dirección:
Las curvas de sensibilidad espectral del sistema visual en condiciones fotópicas V(λ) y en condiciones escotópicas
V’(λ) son diferentes, como se muestra en la figura 2.2.
Figura 2.2. Curvas normalizadas de sensibilidad espectral fotópica y escotópica. Estas curvas indican la respuesta del sistema visual ante luces de
diferente longitud de onda. El cambio en el máximo de sensibilidad, está relacionado con el efecto Purkinje.
La existencia de un nivel de iluminación mesópico Vm(λ) se puede interpretar como el cambio de un subsistema al otro. Para el
nivel de iluminación mesópico están actuando los conos y también los bastones. Al reducir el nivel de iluminación, unos
comienzan a funcionar (bastones), mientras que los otros están en el límite de funcionamiento (conos).
La aditividad de luminancias siempre se cumple en visión fotópica, pero no siempre ocurre para la visión escotópica
(efecto Helmholtz-Kohlrausch),
El efecto Purkinje indica la variación de la eficiencia luminosa relativa al pasar de visión fotópica a escotópica. Por
ejemplo: dos superficies roja y azul que parecen igual de luminosas durante el día, por la noche no lo son: el rojo se ve
negro y el azul se ve gris.
Ejemplo 2) El funcionamiento del sistema visual bajo diferentes condiciones del estímulo: adaptación, tiempo, tamaño, etc.,
también sugiere la existencia de sistemas independientes. Por ejemplo, si se mide la sensibilidad espectral utilizando un estímulo
monocromático sobre un fondo acromático, se obtienen las tres curvas punteadas de la figura 2.3, que corresponderían a los tramos
excitatorios de tres mecanismos: S+ (células S-(L+M)), M+ (células M-L) y L+ (células L-M). En línea continua fina se representa
la curva de sensibilidad espectral fotópica.
La línea continua gruesa (envolvente de las anteriores) presenta una depresión local en el entorno de 575 nm, el surco de Sloan,
donde la detección se hace sin color. En el resto de la curva el sujeto detecta el estímulo gracias al cambio de color respecto del
fondo. Para ver la influencia del estado de adaptación, se disminuye la intensidad del fondo hasta niveles bajos, obteniéndose que
estos tres picos de la curva desaparecen y la detección se hace sin color en casi todo el espectro.
Figura 2.3. Curva de sensibilidad espectral de umbral incremental, donde se ponen de manifiesto los tres sistemas de conos. Adaptada de Kalloniatis &
Harwerth, 1990.
Ejemplo 3) Si determinamos umbrales con estímulos de color o de luminancia se obtienen resultados diferentes. Este resultado
indica que los sistemas de procesado son diferentes según el tipo de información. Por ejemplo, si se mide el contraste umbral con
redes sólo de luminancia o sólo de color y se representa la sensibilidad, se obtienen tres tipos de curvas (ver fig 2.4). Con redes de
color las curvas son de tipo pasa-baja (máximo en las frecuencias bajas) y con redes de luminancia la curva es de tipo pasa-banda
(máximo en la banda de frecuencias intermedias). Podemos pensar únicamente en el caso de que la frecuencia espacial tienda a 0,
para centrarnos únicamente en las características espectrales del estímulo y no en las espaciales.
Figura 2.4: Curvas de sensibilidad al contraste acromático (Luminance) y cromático (Red-green y Blue-yellow). Extraída de Valberg, 2005.
Ejemplo 4) La experiencia de cancelación de tonos, conocida como la experiencia de Jameson y Hurvich, demuestra la
existencia de dos procesos oponentes cromáticos. Utilizando colores monocromáticos, demostraron que se podían obtener como
mezcla de dos componentes y que es posible cancelar cada una de ellas al añadir la correspondiente luz oponente. Esto nos indica
la existencia de procesos cromáticos oponentes, uno Rojo-Verde y otro Azul-Amarillo (ver fig 2.5).
Figura 2.5. Mecanismos oponentes (rojo-verde y azul-amarillo) como resultado de la experiencia de cancelación de tonos de Jameson y Hurvich, 1955.
Extraída de www.handprint.com/HP/WCL/color2.html).
En definitiva, hay un enorme número de evidencias que prueban la existencia de dos sistemas fisiológicos en la retina: fotópico
y escotópico y también hay muchas evidencias que prueban la existencia de los sistemas de procesado o canales posteriores.
Pero no se puede perder de vista que siempre surgen problemas en los razonamientos: hasta aquí sólo hemos razonado con la
parte espectral del estímulo visual, falta ver si la parte espacial o la temporal añaden algo nuevo. También hemos visto algunas de
las experiencias que se hacen con tareas umbral, lo que no nos asegura el mismo comportamiento cuando el sistema visual no
trabaje en estas condiciones. Asumimos que sí lo hará por simplicidad.
Tabla 2.1. Función psicométrica: experimento de umbral diferencial y cálculo de la probabilidad asociada.
Si se representa la probabilidad de que la respuesta ante la luz B sea mayor que A, frente a la intensidad de A, se obtiene una
curva de tipo sigmoidea, a la que habitualmente se conoce como función psicométrica. El hecho de que la probabilidad adopte esta
forma, tiene su razón de ser. Cuando la intensidad es claramente menor, pocas veces el observador creerá verla más intensa que la
referencia, y por lo tanto P(B>A) será baja. Cuando son parecidas, en ocasiones creerá verla más intensa y en otras ocasiones
menos: es difícil discernir, hay imprecisión, la probabilidad se acerca a 0.5. Finalmente, para valores muy altos se aprecia
claramente B>A y la probabilidad por lo tanto es muy elevada.
El experimento que acabamos de plantear muestra cómo se comporta el sistema visual ante estímulos próximos a la zona del
umbral, en este caso el umbral de discriminación de intensidad luminosa. En muchas otras mediciones de características visuales
se obtienen funciones psicométricas como ésta, es decir, el comportamiento de un detector en la zona cercana al umbral sigue una
función con forma de sigma (ver fig 2.6). Por lo tanto, se define la función psicométrica como una función sigmoidea que describe
el comportamiento de un sistema sensorial en la zona cercana al umbral.
En el punto de inflexión de la curva, la probabilidad de detección corresponde al 50%, y éste es el punto de máxima
imprecisión en la detección: la respuesta es »ni sí, ni no». Es por esto que, generalmente, este punto se considera como el valor del
umbral, aunque en otros experimentos también es usual asignar el valor correspondiente el 75% de probabilidad.
Figura 2.6. Función psicométrica para el umbral absoluto de luminancia. El punto correspondiente a una probabilidad de detección del 50% se asume
como valor umbral (representa el valor límite entre detección y no detección). La curva se ajusta a una función del tipo y=a/(1+b.e-f(x)).
3.1.1 Determinación del umbral de luminancia basado en la función psicométrica. Supongamos un detector sensorial que
responde ante un determinado estímulo físico. El umbral absoluto de la sensación puede determinarse a partir de una serie de
estímulos cada uno de ellos de intensidad constante y que se encuentren situados dentro de un intervalo con extremos en un
estímulo prácticamente imperceptible y en otro estímulo que resulte casi siempre perceptible, aún cuando se trata de un estímulo
levemente supraumbral. Entre estos dos valores se eligen otros valores fijos con intensidades escalonadas entre ambos.
Los estímulos elegidos se presentan al observador por ejemplo 100 veces cada uno, en orden aleatorio. En cada presentación
debe indicarnos si lo percibe o no lo percibe y se anota las veces que percibe cada estímulo. Se calculan las correspondientes
frecuencias y se representa la probabilidad de detección frente a la intensidad del estímulo, como en la figura 2.7. Esto se ajustará
a una función psicométrica.
Los resultados obtenidos se ajustan matemáticamente y se considera como valor de umbral absoluto aquel que proporciona por
ejemplo una probabilidad de detección del 50 %.
Figura 2.7. Determinación del umbral de detección de luminancia mediante el método psicofísico de estímulos constantes. En la función psicométrica
se ha elegido el valor del umbral en el 50% de probabilidad de detección.
En este método se trata de elaborar una escala de sensación en pasos constantes. Se le presentan al observador los dos estímulos
que marcan el intervalo de intensidad a considerar, uno de intensidad máxima y el otro de intensidad mínima, y se le pide que
busque un estímulo intermedio que divida el intervalo en dos mitades iguales. La experiencia se repite n veces, de manera que se
determinan n puntos intermedios entre el máximo y el mínimo.
Veamos como ejemplo la fabricación de escalas de grises. Presentamos dos grises (ver fig 2.8), a uno de ellos se le asigna un
valor 0, y al otro 10, se le pide al observador que elija una muestra de gris que esté a mitad de camino (en intensidad entre uno y
otro). Una vez elegido, ese gris tendrá un valor de sensación 5. Ahora se presentan los grises 0 y 5, y se repite la misma operación:
el observador deberá buscar otro gris con intensidad a mitad de camino entre el 0 y el 5, al que asignaremos el valor 2.5.
Seguidamente presentamos el gris 5 y el gris 10. El observador elige de nuevo uno con intensidad intermedia entre estos dos, al
que asignaremos un valor 7.5. etc. Así se podrá representar la relación entre estímulo y sensación.
Figura 2.8. Método de equisección para determinar una escala de claridad.
En este método se trata de asignar una valoración perceptual a un estímulo definido por sus parámetros físicos. Se establecen
dos referencias a las que se le asigna como valor numérico los dos extremos de la escala sensorial con la que se quiere trabajar. Por
ejemplo, aplicado a una escala de claridad en función de la luminancia, se asigna a la luminancia mínima el valor de C=0 y a la
luminancia máxima el valor de C=10. Ambas referencias deben permanecer dentro del campo visual del sujeto (ver fig 2.9).
Posteriormente se le van presentando sucesivas muestras al observador y este deberá evaluar la intensidad de la sensación que le
produce cada estímulo y asignarle un valor numérico de acuerdo al valor de las referencias. Finalmente se representa, igual que
antes, la intensidad del estímulo frente a la intensidad de la sensación.
Figura 2.9. Montaje para la determinación del umbral diferencial de luminancia mediante el método de estimación de la magnitud.
En este método se trata de determinar el umbral incremental de sensación respecto a una referencia, midiendo dos veces tanto el
límite inferior como el superior, que marcarían la variación necesaria para apreciar cambios en el estímulo de referencia.
Sobre un campo bipartito (campo partido en dos mitades) se proyectan inicialmente dos estímulos iguales. Consideremos por
ejemplo la medida del umbral incremental de luminancia, para lo que utilizaremos dos campos acromáticos y sólo podremos variar
la luminancia entre ellos, dejando siempre fijo uno de ellos para que actúe de referencia (ver fig 2.10).
Figura 2.10. Montaje para la determinación del umbral diferencial de luminancia mediante el método psicofísico de los límites. Los dos semicampos
tienen inicialmente la misma luminancia y sólo variaremos uno de ellos, comparándolo con el de referencia.
La media de las luminancias L1 y L3 corresponden a un extremo del intervalo de igualación, y la media de L2 y L4, corresponden
al otro extremo del intervalo. Hemos determinado por lo tanto un umbral superior y un umbral inferior medidos desde el valor de
referencia L0, y consideraremos el umbral diferencial como la media de los incrementos superior e inferior. Matemáticamente,
todo esto se expresa:
En este método se realiza un proceso de aproximación al umbral mediante una serie de saltos escalonados. Aplicando este
método por ejemplo a la medida del umbral de luminancia (ver fig 2.12), se parte de un valor claramente visible y se va
disminuyendo la magnitud luminancia en saltos constantes mientras el observador contesta positivamente (ve el estímulo). Cuando
la respuesta es negativa (no ve el estímulo), se aumenta el valor de la magnitud en saltos constantes también, pero de menor
tamaño. Se repite la operación hasta que se alcanza un determinado número de transiciones en el tipo de respuesta, o un escalón
mínimo.
Figura 2.12. Representación de una secuencia de escalones del estímulo en el método de escalera. Como puede apreciarse, las variaciones del estímulo
son cada vez menores y van acotándose sucesivamente alrededor del valor umbral.
Los valores de los saltos de bajada y subida pueden establecerse con diferentes criterios, lo que da lugar a modificaciones del
método de escalera. Por ejemplo, cada salto de bajada puede equivaler a disminuir la magnitud a la mitad y cada salto de subida
aumentar un valor √2.
Figura 2.13. Representación de la variación del estímulo en el método de ajuste. Al igual que sucede con el método de escalera, las variaciones del
estímulo son cada vez menores y van acotándose sucesivamente alrededor del valor umbral.
En este método se determina el umbral incremental seleccionando una muestra entre un conjunto finito que se presentan al
observador. La presentación es siempre de un estímulo uniforme, por debajo del umbral, y otro variable que irá cambiando de
magnitud (ver fig 2.14). El observador debe elegir entre ellos cuál es el que percibe porque esté por encima de su umbral, es por
esto el nombre de elección forzosa. La presentación debe ser aleatoria en cuanto al orden y en cuanto a la posición relativa entre
los dos estímulos, con el fin de que el sujeto no tenga pistas sobre dónde o cuándo va a aparecer el estímulo supraumbral.
Figura 2.14. Representación del método de elección forzosa. El sujeto debe elegir la posición en la que aparece el estímulo, sin tener pistas sobre con
qué valor de magnitud va a aparecer ni sobre la posición en la que lo hará.
donde la constante k recibe el nombre de constante de Weber. Esta expresión también se escribe así:
Esta ley indica que el cociente entre el umbral diferencial y la intensidad del estímulo permanece constante, o lo que es lo
mismo, cuanto mas pequeño es el valor del estímulo, mas pequeño es el umbral diferencial, y por lo tanto el sistema sensorial tiene
mas sensibilidad. La Ley de Weber se cumple con buena aproximación para un gran número de característica sensoriales tales
como la intensidad del sonido o la percepción de la intensidad de luz, aunque para niveles muy altos o muy bajos de intensidad del
estímulo suele fallar.
Posteriormente al enunciado de esta Ley de Weber, se han propuesto otras alternativas, que en realidad son pequeñas
correcciones a la ecuación:
Ley potencial de Guilford (1932), donde el umbral diferencial es proporcional a una potencia de la intensidad del
estímulo:
Una ventaja de la representación logarítmica de esta ley potencial, es que la sensación puede caracterizarse fácilmente por la
pendiente y la ordenada en el origen.
CUESTIONES
1. ¿Cuál de todas estas gráficas se corresponde a una función psicométrica? (eje x= estímulo; eje y = respuesta)
2. Los resultados de acuerdo al método de los límites para la medida del umbral diferencial de luminancia con L0=11, son los
siguientes: serie ascendente (L1=10, L2=14) serie descendente (L3=12, L4=8). ¿Qué valor de umbral se obtiene?
a. 22 cd/m2
b. 2 cd/m2
c. 4 cd/m2
d. Faltan datos para hacer el cálculo.
3. ¿Cuál de las siguientes combinaciones de límites para la medida del umbral diferencial de luminancia no es correcta (L0=10
cd/m2, L1 y L2 serie ascendente, L3 y L4 serie descendente)?
4. Cuando se realiza una escala de sensación (claridad) a partir de una magnitud física (luminancia), cabe esperar:
a. que los resultados no se ajusten a ninguna ley matemática, porque no hay una relación directa entre una magnitud
física y una perceptual
b. que los resultados presenten una gran dispersión porque la tarea de crear una escala numérica de sensación no es
trivial para nuestro sistema visual
c. que los resultados se ajusten perfectamente a una ley de crecimiento lineal entre la magnitud física y la perceptual
d. ninguna de las anteriores
5. En el método de oscilaciones amortiguadas para la determinación de una variable, por ejemplo el umbral de discriminación de
contraste, varías el contraste de la imagen del máximo al mínimo en todas las subidas y bajadas, ¿es correcto?
a. No
b. Si
c. Sólo cuando el contraste es superior a la unidad
d. Sólo para frecuencias espaciales intermedias
7. En el método de los límites, los intervalos superior e inferior obtenidos para cada límite:
3. Mecanismos de adaptación
La medida de esa energía radiante puede expresarse de diferentes maneras, en función de cada caso particular, de manera que se
puede establecer diferentes magnitudes radiométricas. En primer lugar, conviene establecer una diferencia en función del tipo de
fuente emisora: las fuentes puntuales, son aquellas cuyo tamaño es pequeño en relación a la distancia de observación (una estrella
es el paradigma de fuente puntual, ya que su tamaño resulta despreciable frente a la enorme distancia a que se encuentra). Por el
contrario, en las fuentes extensas su tamaño no es despreciable frente a la distancia, éste es el caso del sol o de la luna observados
desde la tierra. El límite entre fuente puntual y fuente extensa se fija en un minuto de arco, es decir, una fuente extensa es aquella
que subtiende sobre el ojo un ángulo mayor o igual a un minuto de arco. Evidentemente, la definición de fuente puntual o extensa,
depende de la distancia. Una estrella vista a ojo desnudo es siempre una fuente puntual, pero esa misma estrella vista a través de
un telescopio, presenta mayor tamaño angular, y por lo tanto se trataría de una fuente extensa. Otro punto importante a considerar
es si se mide la energía que produce una fuente o si se mide la energía que recibe una superficie. En cada caso se definirá una
magnitud radiométrica diferente.
Partiendo de la energía radiante (Q), se definen las siguientes magnitudes y sus correspondientes unidades (ver tabla 3.1).
Tabla 3.1: Magnitudes radiométricas.
El ojo humano no es sensible a longitudes de onda extremas (UV ni IR) y no responde de la misma forma en las diferentes
zonas del espectro visible: la intensidad de la respuesta depende de la longitud de onda de la luz recibida. Esta dependencia
respecto a la λ se refleja en la llamada curva de sensibilidad espectral o curva de visibilidad del ojo (Vλ), que representamos en la
figura 3.2.
––––––––––––––––––––––
¿Qué significado tiene que seamos más sensibles a una longitud de onda? Si ponemos la misma cantidad de luz de 550 nm que
de 700 nm, ¿cuál produce mayor respuesta? Si tenemos la misma respuesta a dos luces, ¿dichas luces tendrán la misma energía?
––––––––––––––––––––––
Tabla 3.2: Relación entre magnitudes radiométricas y fotométricas para fuentes puntuales.
Tabla 3.3: Relación entre magnitudes radiométricas y fotométricas para fuentes extensas.
Figura 3.3: Medida experimental de radiancia/luminancia con una fuente extensa. Adaptado de D. Thomson.
Y por último, En ocasiones interesa determinar la cantidad de luz que recibe una superficie o un determinado objeto.
Tabla 3.4: Relación entre magnitudes radiométricas y fotométricas para una superficie receptora.
Figura 3.4: Medida experimental de irradiancia/iluminación sobre una superficie. Adaptado de D. Thomson.
donde F representa el flujo luminoso que entra al ojo, dS’ es un pequeño elemento de la superficie retiniana y τλ representa las
pérdidas globales producidas por la transmisión a través de los medios oculares.
Supongamos una fuente extensa situada a una distancia x de la pupila de entrada del ojo y consideremos un punto M
perteneciente a un pequeño elemento de área dS de la fuente y situada sobre el eje óptico. Para calcular el flujo que alcanza el ojo,
partimos de la expresión matemática de la luminancia L y despejamos F:
donde Sp representa la superficie pupilar. Este flujo luminoso, reducido por el factor de trasmitancia de los medios oculares τλ es
el que forma la imagen de dS sobre la retina, que denotaremos como dS’.
La iluminación en la retiniana será:
En conclusión, de esta ecuación se deriva que la iluminación en la retina es independiente de la distancia de la fuente luminosa
al ojo. Esto puede resultar paradójico, sin embargo, la explicación se encuentra en que tanto la luz que entra a través de la pupila
(F) como el tamaño de la imagen en la retina (dS’) varían proporcionalmente al cuadrado de la distancia, por lo cual ambos
factores se compensan mutuamente. Si acercamos la fuente al ojo hay mayor intensidad luminosa, pero la imagen retiniana se hace
mayor, con lo que la luz se distribuye en un área mayor, ambos factores se contrarrestan y no afectan a la iluminación en la retina.
Por ejemplo: al acercarnos a la pantalla del ordenador no tenemos la sensación de que la iluminación varíe.
Tomando como referencia un modelo de ojo estándar, se asumen valores de n’= 1.336, x’ H’Ret = 24.20-1.91 mm = 22.29
mm, y considerando también un valor de transmitancia ocular medio y constante, [τλ = cte], dado que estos tres factores son
constantes, se eliminan de la ecuación y se define una nueva magnitud fotométrica conocida como iluminación retiniana. La
iluminación retiniana es simplemente el producto de la luminancia por la superficie de la pupila de entrada del ojo. Su valor es
proporcional al valor real de iluminación en la retina:
La unidad de iluminación retiniana es el troland (td). Un troland es la iluminación retiniana producida por un campo de 1 cd/m2
observado con una pupila de 1 mm2
Figura 3.5: Efecto Stiles Crawford: en visión fotópica la efectividad de la luz es mayor en el centro de la pupila. Adaptado de D. Thomson.
La explicación está en que los conos funcionan como guías de onda, sólo determinadas orientaciones de la luz incidente son
recogidas. En la figura 3.6 se representa un mismo cono, y su comportamiento frente a diferentes ángulos de incidencia de la luz
(una guía de onda es cualquier estructura física que canaliza ondas electromagnéticas):
Figura 3.6: Efecto Stiles-Crawford. Comportamiento de un cono como guía de onda. Adaptado de D. Thomson.
De este modo se define la eficiencia de un rayo luminoso en función del punto de incidencia en la retina:
donde L0 representa la luminancia en el punto central de la pupila y Lp en el punto que estemos considerando. La eficiencia,
siempre es mayor para el centro y disminuye según nos alejamos de él, de modo que el máximo valor que puede tomar es uno.
También se han propuesto distintas ecuaciones empíricas, como la propuesta por los propios Stiles y Crawford:
donde a es una constante con valor 0.05 en el nivel fotópico, y r el radio pupilar expresado en milímetros.
Esta ecuación se conoce como la ley de Abney, constituye el postulado sobre el que descansa la fotometría y nos indica que las
luminancias son aditivas. Abney comprobó experimentalmente esta relación lineal entre la energía radiante y la energía luminosa.
En visión escotópica se cumple siempre, pero en fotópica existen situaciones en las que la ley de aditividad falla, como veremos
más adelante al hablar de efectos cromáticos (como norma general, un estímulo cromático siempre parece más luminoso que otro
acromático de la misma luminancia).
De acuerdo a la ley de Abney si proyectamos sobre un área tres luces diferentes: 300 cd/m2 de luz roja, 150 cd/m2 de luz verde,
y 20 cd/m2 de luz azul el resultado es 470 cd/m2 de luz de color X. Las luminancias se suman independientemente de las tres
longitudes de onda proyectadas.
El descriptor perceptual asociado a la percepción de la luminancia, es la luminosidad, definida como el atributo del color por el
cual un área parece emitir más o menos luz.
––––––––––––––––––––––
¿Para radiancias iguales de diferentes luces monocromáticas, tenemos la misma sensación de luminosidad?
––––––––––––––––––––––
Veamos un ejemplo con una serie de colores a lo largo del espectro visible. Todos los colores de la figura 3.7 tienen la misma
radiancia:
Figura 3.7: Los colores de igual radiancia no presentan la misma luminosidad (M.J. Luque y J. Malo).
––––––––––––––––––––––
¿Qué colores te parecen más luminosos? ¿Cómo habría que cambiar las radiancias para igualar ls luminosidades?
––––––––––––––––––––––
En la figura 3.8 representamos el cambio necesario en las radiancias hasta igualar la sensación:
Figura 3.8. Colores con la misma radiancia (izquierda), producen diferente percepción de luminosidad mientras que colores con diferente radiancia
(derecha) pueden producir la misma sensación de luminosidad (M.J. Luque y J. Malo).
3. SENSIBILIDAD ESPECTRAL
La retina es un sistema heterogéneo, ya que presenta dos tipos diferentes de receptores, los conos y los bastones. Ya hemos
visto que los conos son muy abundantes en la zona central, y muy escasos en la periferia, mientras que con los bastones ocurre lo
contrario, son muy abundantes en periferia y prácticamente inexistes en la retina central. También sabemos que con iluminación
elevada los bastones no funcionan y la visión se sustenta en los conos. Por el contrario, con iluminaciones bajas los conos dejan de
funcionar y entonces lo hacen los bastones. Cuando la iluminación es intermedia, funcionan tanto los conos como los bastones,
pero ni unos ni otros están en su zona de rendimiento óptimo. La retina es por tanto un detector doble, en el que conviven dos
sistemas diferentes: sistema fotópico, cuyos receptores son los conos y sistema escotópico, basado en los bastones. La diferencia
entre uno y otro sistema no se limita a los receptores, sino que son sistemas diferentes a otros niveles tanto en la retina como en el
resto de la vía visual. Además, cada sistema está especializado en unas determinadas tareas visuales.
00:00 / 00:00
Figura 3.9: Comparación de colores con un blanco de referencia para la determinación de la curva de visibilidad por el método de comparación
directa.
1. Sobre un campo oscuro y homogéneo se colocan dos muestras cercanas, una siempre será un blanco de referencia con
luminancia Lw y la otra es un color monocromático que iremos variando según el caso. Partimos de un monocromático de 400 nm.
2. Se varía la radiancia del monocromático – no la longitud de onda– hasta igualar la sensación de luminosidad de ambas
muestras. Cuando esto ocurra, se cumple que:
3. Seguidamente se cambia el monocromático por otro (420 nm) y se varía nuevamente la radiancia del monocromático hasta
igualar nuevamente la sensación de luminosidad a ambos lados del campo bipartito. Cuando esto ocurra, se cumplirá que:
Se obtiene una relación entre las Vλ de 400 y de 420 nm. Asignando un valor arbitrario a V400 (por ejemplo V400=1) y conocidas
las radiancias empleadas en la igualación, se obtiene el correspondiente valor para V420.
4. Se repite esta operación para otro monocromático, y así sucesivamente, hasta barrer todo el espectro visible.
Finalmente se representa el correspondiente valor de Vλ frente a λ (la curva de sensibilidad espectral que ya introdujimos en el
primer apartado, ver fig 3.2). Habitualmente se normaliza la curva asignando valor uno al máximo valor de Vλ y se representa en
escala logarítmica. Dependiendo del método psicofísico de medida empleado, los resultados pueden variar ligeramente. En la
figura 3.10 vemos algunos ejemplos.
Figura 3.10: Curva de visibilidad fotópica medida por diferentes métodos psicofísicos, según datos de Wyszecki & Stiles, 1982. Extraída de
www.handprint.com/HP/WCL/color1.html. Puede visionarse un ejemplo de medida en http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/18655.
La curva de sensibilidad ha sido determinada por diferentes autores. Las primeras determinaciones datan de la década de 1920
y, como sucede con todas las características de la visión, existen notables variaciones entre observadores. Para salvar esta
complicación la CIE (Commission Internationale de l’Éclairage, organismo que se encarga de los estánderes en iluminación y
colorimetría) definió en 1924 lo que se llama el observador Patrón de Referencia calculando una curva de visibilidad media a
partir de las medidas efectuadas por diversos autores entre 1918 y 1923. Este observador patrón se calculó a partir de la media
ponderada de los resultados obtenidos por Hartman, Coblentz y Emerson, Hyde et al., y Gibson & Tyndall. Así, se entiende por
observador patrón un observador ficticio cuya curva de visibilidad espectral es la media ponderada de los resultados medidos por
estos autores. Este observador patrón se ha tomado como observador de referencia fotométrico y todas las unidades fotométricas
se han definido respecto a él. La curva patrón muestra un máximo de sensibilidad en 555 nm (luz verde) y la sensibilidad decrece
de forma progresiva tanto en la dirección del amarillo, naranja y rojo como en la del azul y el violeta (ver fig 3.11).
Figura 3.11: Curva de visibilidad fotópica (1924).
El observador patrón CIE1924 ha sido muy criticado por diversos motivos. En primer lugar, el campo utilizado en las medidas
fue de tan solo 2º (zona central de la fóvea). En segundo lugar, la iluminación empleada en su determinación es demasiado cercana
al nivel mesópico. Finalmente, se observan diferencias demasiado marcadas entre los distintos observadores que participaron en
estos estudios, por ejemplo, en los datos de Coblentz y Emerson el máximo en la curva por observadores varía desde 549 nm hasta
570 nm, o en los obtenidos por Gibson y Tyndall, los valores de sensibilidad para la Vλ correspondiente a 430 nm, varían entre
0.014 y 0.064.
Pero lo más significativo, es que distintas determinaciones experimentales posteriores al establecimiento del observador patrón
mostraron que la sensibilidad en la región del azul era bastante más alta de lo que se había medido en principio. En 1951, Judd
propuso una modificación a la función para las longitudes de onda por debajo de 460 nm (ver fig 3.12). A pesar de que se ha
demostrado que con las modificaciones propuestas por Judd se describe mucho mejor la respuesta espectral del observador, la CIE
decidió no modificar la curva original, por una cuestión puramente práctica, puesto que esto supondría volver a definir toda la
fotometría.
En esta representación ambas curvas están normalizadas a la unidad. Sin normalizar, la curva de los bastones V’λ aparecerá
mucho más arriba, porque la sensibilidad de los bastones es mucho mayor que la de los conos (ver fig 3.14).
Figura 3.14: Curvas de sensibilidad escotópica y fotópica relativas (normalizadas al máximo de la curva fotópica), según datos de Kaiser & Boynton
(1996). Extraída de www.handprint.com/HP/WCL/color1.html.
El hecho de que la forma de las dos curvas sea diferente avala el hecho de que los mecanismos involucrados son diferentes. La
curva V’λ representa la respuesta de la retina en condiciones escotópicas y por lo tanto representa la respuesta de los bastones. El
único pigmento de los bastones es la rodopsina y su curva de sensibilidad coincide con la curva de V’λ, corregida para la absorción
del cristalino.
––––––––––––––––––––––
¿Qué información sobre los receptores nos indica este desplazamiento de la curva? ¿Qué pasará cuando el sujeto se haga
mayor? (no tengas en cuenta sólo la retina) ¿Qué pasará si el sujeto es afáquico?
––––––––––––––––––––––
Las medidas de Wald corresponden a 22 observadores con una media de edad de 20 años, y las de Crawford son de
observadores con edades menores de 30 años, es decir, en ambos casos los observadores son muy jóvenes. Dado que el cristalino
amarillea con la edad, la curva de visibilidad escotópica de un observador depende mucho de su edad. El envejecimiento provoca
amarilleamiento del cristalino, que a su vez lleva asociada una menor sensibilidad en la zona de bajas longitudes de onda. Como la
V’λ fue calculada para observadores muy jóvenes, no representa bien la sensibilidad de los sujetos de más de 30 años, sobre todo
para las longitudes de onda más bajas. Crawford propuso una ecuación empírica para compensar esta variación:
válida para longitudes de onda menores a 500 nm, donde A representa la edad expresada en años.
Por otra parte, al eliminar el cristalino en los afáquicos, aumenta la sensibilidad para bajas longitudes de onda (zona del azul, el
violeta y el ultravioleta). Se han llegado a medir valores de V’λ = 0.1 para 350 nm, cuando el valor en un ojo no afáquico de la
misma edad es de 0.0003.
4. MECANISMOS DE ADAPTACIÓN
La adaptación es el cambio de sensibilidad del sistema visual después de una exposición prolongada a un determinado estímulo
o fuente de luz. Existen diferentes mecanismos adaptativos, cuya finalidad última es conseguir que el sistema visual optimice su
rendimiento ante diferentes niveles de iluminación. A continuación se muestran los principales mecanismos de adaptación.
La superficie pupilar varía 25 veces (314 / 12.56 = 25). Sin embargo las variaciones de luminancia a lo largo del día son de más
de siete órdenes de magnitud:
Además el mecanismo no es igual de rápido en un sentido u otro: la dilatación completa de la pupila al pasar de luz a oscuridad
tarda cerca de un minuto, mientras que en el caso contrario, de oscuridad a luz, el proceso es muchísimo más rápido y se reduce a
tan sólo tres o cuatro segundos. Vemos que la apertura pupilar se trata de un mecanismo muy lento en comparación con la
contracción pupilar. El hecho de que la contracción sea tan rápida, nos da a entender que se trata de un primer mecanismo de
defensa para la protección de la retina ante la luz. Pero no se trata del mecanismo principal de adaptación y deben producirse otros
cambios simultáneos que posibiliten la adaptación al nuevo nivel de iluminación.
Deben existir otros mecanismos para controlar estos cambios de luminancia tan grandes, las variaciones de L no pueden ser
compensadas sólo mediante la variación del diámetro pupilar.
donde α es una constante, y Sfot y S’fot representan la sensibilidad de un fotorreceptor ante dos estados de adaptación fotópicos
diferentes. Este factor de cambio se conoce como control de ganancia, y el proceso como mecanismos tipo Von Kries. Este
mecanismo se muestra gráficamente en la figura 3.15.
Figura 3.15: Sensibilidad de un receptor a tres niveles diferentes de iluminación. Al aumentar la iluminación, disminuye la sensibilidad.
La explicación a los mecanismos de control de ganancia está en las neuronas retinianas, las cuales ajustan su sensibilidad en
función de la luminancia media de la escena. Cuando la iluminación media de la escena aumenta, disminuyen su sensibilidad, y
cuando disminuye, hacen lo contrario. De esta forma el sistema visual se ajusta o se adapta al entorno.
Las neuronas de la retina deben mantener su respuesta ante una imagen, independientemente del hecho de que la luz ambiente
pueda variar siete órdenes de magnitud (0,01 a 100000 cd/m2) desde una tarde oscura a un día soleado. Codificar la luz de la
imagen dentro de este rango de variación no resulta fácil, ya que las neuronas aisladas tienen un rango de funcionamiento mucho
más limitado: únicamente dos o tres órdenes de magnitud. Pero las neuronas periféricas del sistema visual solventan este
problema, en parte, porque codifican el contraste local de la imagen en lugar del estímulo absoluto (luminancia absoluta). Lo que
«calcula» cada una de estas neuronas no es la cantidad absoluta de luz, sino la diferencia entre un punto de la imagen y los puntos
cercanos que lo rodean. El rango de contraste, también llamado rango dinámico, permanece constante, a pesar de que el nivel de la
iluminación ambiente varíe y generalmente no varía más de dos órdenes de magnitud. Codificando el contraste en lugar de la
luminancia, las neuronas con poco rango dinámico de variación, pueden funcionar correctamente dentro de un intervalo de
variación luminosa muy grande.
Los mecanismos de control de ganancia son algo más complejos de lo que aquí se muestra, ya que además de variaciones al
nivel de intensidad luminosa, hay control de ganancia ante los cambios de color. Estamos hablando de mecanismos de adaptación
cromática, que se tratarán más adelante.
Estos mecanismos de adaptación existen también para los campos receptivos en el resto de neuronas de la vía visual.
En esta experiencia, Mathey determina el umbral absoluto de luminancia de la siguiente forma: en principio el observador está
adaptado inicialmente a condiciones fotópicas (campo blanco uniforme de luminancia alta (100 cd/m2), seguidamente pasa a
oscuridad total, y a partir de ese instante se determina el umbral de luminancia para un estímulo acromático minuto a minuto. El
umbral se determina por el método directo: partiendo de luminancia cero, el propio observador va aumentando la luminancia del
estímulo, hasta que es capaz de detectarlo. Esta operación se repite a cada minuto durante una hora. La medida se toma siempre a
10º de extrafovealidad, es decir, fuera de la fovea.
Al comienzo del experimento, al estar adaptado el ojo a una luz blanca intensa (100 cd/m2), los bastones están saturados y no
son capaces de funcionar a niveles tan elevados de luz. Al apagar repentinamente la luz y medir el umbral, están funcionando los
conos, pero están diseñados para trabajar con niveles elevados de luz y necesitan que el estímulo sea muy intenso para detectarlo,
por eso el umbral es alto. Con el paso del tiempo los conos necesitan cada vez menos luz porque sus pigmentos tienen cada vez
más moléculas activas y porque suman sus respuestas: se adaptan a la oscuridad y su umbral de sensación disminuye hasta
empezar a alcanzar una zona constante. Simultánea y progresivamente los bastones dejan de estar saturados y son capaces de
volver a dar respuesta. A partir de unos 10 minutos aproximadamente comienzan a funcionar correctamente y, como necesitan
menos cantidad de luz que los conos para responder, el umbral es ahora más pequeño. A partir de ese instante, el umbral
descenderá progresivamente, hasta que al cabo de unos 50 minutos los bastones están funcionando a pleno rendimiento y el
umbral se estabiliza y ya no disminuye más. Podemos ver este comportamiento en la figura 3.17.
00:00 / 00:00
Figura 3.18: El umbral absoluto disminuye al aumentar el área iluminada, pues se produce una sumación espacial de los estímulos provenientes de
varios fotorreceptores contiguos.
Suponiendo que la célula necesita siempre la misma cantidad de energía para dar respuesta, la pregunta es si la energía del
estímulo ha de ser la misma en ambos casos o varía con el tamaño del estímulo. Cuando se determina el umbral absoluto para
diferentes tamaños de test, desde un tamaño pequeño hasta un tamaño grande, se obtiene una variación como la que se muestra en
la figura 3.19. Se representa el valor del logaritmo del umbral en función del tamaño angular A del estímulo.
Figura 3.19: Variación del umbral absoluto de luminancia con el tamaño del test (modificada de Artigas).
Pueden distinguirse dos zonas. La primera zona en la que el umbral desciende progresivamente según aumenta el tamaño del
test: a mayor área, menor es el umbral. A medida que la imagen del test cubre un área mayor en la retina, disminuye el umbral, es
decir, mejora la detección. La explicación está en que los fotorreceptores implicados en la detección luminosa suman sus señales, a
este mecanismo lo conocemos como sumación espacial. Los fotorreceptores vecinos suman las señales que les llegan y como
consecuencia de ello mejora la detección disminuyendo el umbral. Esto ocurre para tamaños menores de unos 60’, es decir un área
circular correspondiente a un diámetro de 0.3 mm en la retina (y’(µm)=4,85*U(min)). Matemáticamente, esta zona corresponde a una
recta con pendiente negativa:
Esta dependencia del umbral con el tamaño de área se ha demostrado para los bastones. Sin embargo, para los conos no parece
claro que exista sumación. En caso de haberla, se reduce a unos 6’ o 7’ en la zona central.
Figura 3.20: Variación del umbral absoluto de luminancia en función de la extrafovealidad, para un test de 5’ (según datos de Stiles-Crawford 1937).
Como puede observarse en la figura 3.20, el umbral desciende desde el centro de la fóvea hacia la periferia y únicamente
aparece una discontinuidad donde el umbral es extremadamente alto. Esta zona es el punto ciego o punto de salida del nervio
óptico, donde la sensibilidad es nula porque allí no hay conos ni bastones. La gráfica de la figura corresponde a un estímulo
blanco, sin embargo, si estudiamos el umbral para diferentes longitudes de onda, el comportamiento cambia, tal como se aprecia
en la figura 3.21.
Figura 3.21: Variación del umbral absoluto de luminancia con la extrafovealidad en función del color del test. Extraída de Wyszecki & Stiles, 1982.
La explicación a esta gráfica, la encontramos en las características propias de conos y bastones, y en su distribución
heterogénea dentro de la retina. Los conos L y M presentan muy baja sensibilidad a la luz azul y además en la zona central de la
fóvea no hay conos S, por eso la curva del azul presenta un pico muy pronunciado en los 2º centrales de fóvea.
Por otro lado, como los bastones son ciegos al extremo rojo del espectro y en la fóvea no hay prácticamente bastones, la curva
correspondiente al rojo presenta el máximo de sensibilidad (mínimo umbral) en el centro de la fóvea.
Antiguamente, los aviadores militares se adaptaban a luz roja antes de salir en vuelos nocturnos. En esas condiciones, durante
las horas de espera eran capaces de ver gracias a sus conos y, en el momento de iniciar el vuelo en oscuridad, ya tenían sus
bastones activos ya que no habían sido estimulados por la luz roja.
La medida del umbral absoluto, ha permitido poner de manifiesto propiedades muy importantes del funcionamiento de la retina,
así sabemos que,
1. La distribución de conos y bastones es heterogénea.
2. Existen importantes diferencias en el funcionamiento de conos y bastones (sumación espacial, respuesta a la luz azul,
intensidad necesaria para la estimulación, etc)
3. La adaptación de la retina determina su respuesta. La retina lleva integrado un sistema doble, el sistema fotópico y el
escotópico y, según el nivel de adaptación, predominará uno u otro.
6. ADAPTACIÓN A LA LUZ: EL UMBRAL RELATIVO
¿Qué ocurre cuando salimos de una habitación en penumbra a pleno sol? De nuevo, en un primer momento no somos capaces
de percibir nada, estamos deslumbrados. ¿Qué ha ocurrido? Nuestra retina está adaptada a un bajo nivel de iluminación
(escotópico), funcionan los bastones ya que los conos necesitan mucha mayor intensidad de luz para empezar a funcionar. Al salir
súbitamente a un ambiente de iluminación muy alta (fotópico), los bastones se saturan inmediatamente y no van a ser capaces de
cambiar su respuesta mientras se mantenga un nivel alto de iluminación. Los conos, que se encontraban inactivos, son los que van
a empezar a responder. Pero se necesita un tiempo mínimo para cambiar el estado de la retina, aunque la adaptación a la luz es
mucho más rápida que la adaptación a la oscuridad.
Cuando nos encontramos en un ambiente iluminado, el umbral diferencial o incremental es la mínima variación en la intensidad
luminosa que el sistema visual es capaz de apreciar. Por lo tanto, el umbral diferencial se define sobre un estímulo de referencia L.
El umbral diferencial de luminancia se denota como ∆L y el cociente ∆L/L es la llamada fracción de Weber, que es constante
dentro de un amplio rango de condiciones fotópicas:
Esta expresión se conoce como la Ley de Weber aplicada al umbral diferencial de luminancia. Cuanto mayor es L, el umbral
diferencial ∆L también va a ser mayor, es decir, que cuanto mayor es el nivel de luz, mayor es la variación que debe hacerse para
poder detectar un cambio en la iluminación (ver fig 3.22).
Figura 3.22: Fracción de Weber para un estímulo luminoso rodeado de un fondo o pedestal de luminancia L. La luminancia del estímulo corresponde a
la del fondo ±∆L. Adaptado de D. Thomson.
La fracción de Weber cambia de valor al modificar las condiciones de observación (ver fig 3.23). Entre los factores que
modifican la fracción de weber nos encontramos el nivel de iluminación, el tamaño de área del estímulo o la luminancia del fondo.
Figura 3.23: Variación de la fracción de Weber con las condiciones de iluminación. Extraída de www.handprint.com/HP/WCL/color2.html.
Al realizar esta experiencia en el laboratorio comprobaremos que el entorno influye en nuestra percepción. De los tres casos
representados en la figura 3.24, en el central es más fácil determinar las pequeñas variaciones de luminancia, el umbral diferencial
es menor. Esta influencia se debe a que el campo circundante es uno de los principales factores que determinan el estado de
adaptación de la retina y en el caso central el nivel de adaptación es óptimo para realizar el experimento. Cada fondo induce un
efecto diferente en el test: los entornos más alejados en luminancia producen el efecto contrario: el claro induce que se perciba
más oscuro y al revés, lo que hace que las pequeñas diferencias entre el test y el campo variable casi no se perciban. El entorno
que se parece al test no induce un cambio, por lo que es más fácil apreciar esas pequeñas diferencias. Un caso particular resulta el
más interesante: cuando el fondo es idéntico al test, ya que entonces la percepción del cambio entre los dos semicampos es
máxima.
Por ejemplo: este hecho se tiene en cuenta a la hora de determinar la iluminación que debe tener la pantalla de un radar en un
submarino, o en la torre de control del aeropuerto.
donde A es el tamaño angular del test. Esta ley se cumple tanto en el nivel fotópico como en el escotópico. En fotópico se
cumple hasta un tamaño angular de 1’ y en el escotópico llega hasta unos 10’ de arco.
Estos factores resultan ser relevantes en el diseño de muchos tests optométricos. Por ejemplo, los campímetros están
construidos con luminancias de adaptación que permitan que se verifique la ley de Weber, ya que así una pérdida global de
transparencia de los medios oculares o una disminución del tamaño de la pupila afectará menos al resultado, y con tamaños en los
que la sumación sea máxima (área crítica).
CUESTIONES
1. Señala la respuesta correcta: los conos S están exclusivamente en el área central de la fóvea.
a. Verdadero.
b. Falso.
2. Señala la respuesta correcta: cuando entramos en un túnel, la curva de sensibilidad de los conos se multiplica por un factor
menor que uno.
a. Verdadero.
b. Falso.
a. La Irradiancia representa la cantidad de energía recibida por cada uno de los fotorreceptores.
b. La unidad es el watio por metro cuadrado.
c. Su magnitud fotométrica correspondiente es la Iluminación.
d. La unidad es el lumen por metro cuadrado.
e. La Irradiancia representa la cantidad de energía recibida por unidad de área.
f. La unidad correspondiente es el Troland.
4. Para pasar de Flujo radiante a Flujo luminoso, ¿qué operación debemos realizar?
5. Señala la respuesta correcta: colocando en un campo bipartito a un lado 700 lúmenes de verde y 300 lúmenes de azul, y al otro
lado 1000 lúmenes de blanco, los dos lados se verán con la misma luminosidad.
a. Verdadero.
b. Falso.
6. Señala la respuesta correcta: colocando en un campo bipartito a un lado 700 watios de verde y 300 watios de azul, y al otro lado
1000 watios de blanco, los dos lados se verán con la misma luminosidad.
a. Verdadero.
b. Falso.
7. ¿En qué consiste la modificación que hizo Judd a la curva de visibilidad fotópica?
a. La sensibilidad al azul estaba mal medida, y la nueva curva es más sensible en el azul.
b. La sensibilidad al azul estaba mal medida, y la nueva curva es menos sensible en el azul.
c. La sensibilidad al amarillo y al verde-anaranjado estaba mal medida, y la nueva curva es más sensible en el azul.
8. Al envejecer, el cristalino se vuelve más amarillo, esto supone que deja pasar menos luz y cambia la curva de sensibilidad
espectral del ojo:
10. La curva de adaptación a la oscuridad, presenta dos fases bien diferenciadas. Se puede afirmar que el sistema de bastones:
Al observar cualquier escena, el sistema visual extrae una percepción visual de los distintos objetos, de manera que determina
una serie de características temporales (duración, persistencia, movimiento) y una serie de características espaciales (forma,
textura, profundidad, color,...). En los próximos temas vamos a estudiar de qué manera trabaja el sistema visual para determinar o
asignar colores a los objetos.
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Si cambias alguno de los factores, ¿cambia el color percibido? Si cambias el tamaño del objeto o el tiempo que miras, o si
utilizas un ojo o ambos, ¿cambia el color percibido?
La respuesta es sencilla si piensas en el efecto que tiene el cambiar el factor: si cambio el iluminante (bombilla blanca o roja),
cambia el color; si cambio el objeto (refleja amarillos o verdes o azules), obviamente cambia el color; si cambio el sistema visual
(normal o anómalo), cambia el color. Matemáticamente podemos pensar que estamos multiplicando esos factores para obtener el
color final.
La variación en cualquiera de estos factores implica necesariamente un cambio en el color. Sin embargo, el sistema visual a
menudo pone en juego mecanismos que tienden a mantener la percepción cromática invariable. Son los mecanismos de constancia
de color, de los que hablaremos más adelante.
En la figura 4.1 hemos señalado el estímulo cromático, en el que solo intervienen dos factores: el iluminante y el espectro de
reflectancia del objeto.
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¿Qué pasaría si el sistema visual es el de una persona con visión de color anómala? Veremos las alteraciones de la visión del
color más adelante, pero en este momento ya nos podemos hacer una idea de la respuesta a esta pregunta.
En determinadas condiciones al mirar dos colores bajo una luz parecen iguales pero con otra luz ya no lo son. Las reflectancias
de los colores de la figura 4.2 no son iguales. Al multiplicar por el iluminante 1 (izq.) y por el iluminante 2 (dcha.), los estímulos
cromáticos en el primer caso son iguales y en el segundo no. La percepción es, por tanto, diferente. Se dice que son metámeros
con el iluminante 1 pero no lo son con el iluminante 2.
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Figura 4.2: La modificación en un factor supone un cambio en la percepción cromática. En este ejemplo, dos muestras que son iguales (metámeras)
bajo un iluminante D65 (luz de día), se perciben diferentes bajo un iluminante A (bombilla de tungsteno). Extraída de Billmeyer & Saltzman, 2000.
Veamos un ejemplo con más profundidad, con espectros de emisión de iluminantes y de reflectancias de objetos. Supongamos
dos iluminantes, D65 y A, cuyos espectros son los de la figura 4.3.
El iluminante D65 blanco corresponde a la luz de día y tiene una emisión alta en la parte de longitudes de onda intermedias. El
iluminante A es amarillento y corresponde a una bombilla incandescente, con una emisión que va creciendo desde bajas a altas
longitudes de onda.
Supongamos dos muestras de color diferentes, M1 y M2, que pueden ser vistas bajo iguales o diferentes condiciones de
iluminación. En la figura 4.4 comprobamos que los espectros de estas muestras se diferencian en la parte de longitudes de onda
medias, donde M1 tiene mucha más contribución que M2.
Figura 4.4: Espectros de las muestras M1 y M2.
Para calcular un estímulo cromático debemos multiplicar cada objeto por cada iluminante. Esto es lo que aparece en la figura
4.5. Todavía falta el factor correspondiente al sistema visual del sujeto, aunque consideraremos que en ambos casos es el mismo,
el lector.
Figura 4.5: La modificación en un factor supone un cambio en la percepción cromática. En este ejemplo, dos muestras que son metámeras bajo un
iluminante A (bombilla incandescente) se perciben diferentes bajo un iluminante D65 (luz solar).
Las dos muestras se perciben como iguales bajo un iluminante A, pero se perciben diferentes bajo un iluminante D65. El
metamerismo es la característica del sistema visual que nos permite apreciar como iguales dos colores que difieren en su
composición espectral. Cuando esto sucede se dice que estos colores son metámeros. Por ejemplo, compramos dos piezas de ropa
que en la tienda parecen iguales, pero al salir a la calle son diferentes. Son metámeros bajo un iluminante pero no bajo el otro.
Aprovecharemos esta propiedad del sistema visual para realizar nuestro estudio del procesado de la información. Uno de los
objetivos de la colorimetría o medida del color es determinar los atributos propios de un color, de modo que claramente se distinga
de los demás colores. Este proceso se conoce como caracterización de color. Pues bien, se puede caracterizar la percepción
mediante experiencias de igualación del color, es decir, igualaciones perceptuales, en las que determinamos si dos colores
colocados uno al lado de otro presentan, o no, el mismo aspecto, es decir, si son metámeros.
2. TRIVARIANCIA VISUAL
Vamos a intentar justificar el número mínimo de variables necesario para caracterizar cualquier estímulo de color.
Para un nivel de iluminación escotópico sólo vemos grises, solamente es necesaria una variable que defina la mayor o menor
intensidad de gris, esto es, la luminancia.
Si cambiamos a un nivel fotópico, y se trata de un color monocromático, además de la luminancia será necesario especificar la
longitud de onda de la luz.
Finalmente, si estamos en nivel fotópico pero se trata de un color policromático (compuesto por muchas longitudes de onda), en
principio cabe pensar que necesitamos, como antes, dos variables para cada λ. Eso nos daría un número muy alto de variables.
Para comprobar que no son necesarias tantas variables planteamos el siguiente experimento (ver fig 4.6). Un color cualquiera A
se ha obtenido mezclando varias luces monocromáticas, en el ejemplo C1(λ1) y C2(λ2). Por otra parte se ha obtenido el color B
mezclando blanco (W) y una cantidad determinada de una luz monocromática, convenientemente elegida, a la que se denomina
longitud de onda dominante λd de ese color B (la necesaria para que A y B se perciban como colores iguales). En primer lugar, A y
B son metámeros. En segundo lugar, siempre es posible hacer esta igualación.
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Figura 4.6: Experimento de igualación de colores. El color A se obtiene como suma de dos monocromáticos, mientras que B es la suma de un
monocromático y un blanco.
Se puede expresar la igualación de la siguiente forma, donde L representa la luminancia, es decir, la cantidad de luz de cada
estímulo:
Por lo tanto, elegido el blanco de referencia podemos caracterizar este color por tres variables: la longitud de onda dominante ld,
la luminancia, L(λ1) + L(λ2) ¡y una cantidad cualquiera que exprese la proporción de mezcla necesaria entre la cantidad de blanco
Lw y la cantidad de luz monocromática Lld. Se emplea el término pureza para referirse a esa proporción de mezcla, de forma que
los colores menos puros son lo que tienen mayor cantidad de blanco y los colores más puros son los que tienen mayor cantidad de
color.
Supongamos ahora un color formado por la mezcla de tres luces monocromáticas. Aplicamos a dos de ellas el mismo
razonamiento anterior, sustituyéndolas por una cierta cantidad de blanco y otra de un monocromático. De nuevo disponemos de
una mezcla de dos luces monocromáticas a las que volvemos a aplicar esta sustitución:
Nuevamente reducimos la mezcla a una suma de blanco más un monocromático. Pero, ¿qué sucede con un color de espectro
continuo? Cualquier color de espectro continuo lo podemos interpretar como la suma de una serie de colores monocromáticos y
hemos visto que, independientemente del número de colores que sumemos, siempre podemos reducir a L(W) + L(ld).
Podemos realizar diferentes experiencias, pero llegamos a la conclusión de que el número mínimo de parámetros que permite
hacer todas las igualaciones es tres. En particular, se puede demostrar que estos tres parámetros pueden ser las luminancias de tres
colores que vamos a llamar primarios y que servirían para igualar cualquier color. Es decir, nuestro sistema visual es trivariante.
A nivel de la retina nuestro sistema visual funciona de forma análoga a la adición de luces, considerando que el sistema de luces
que se suman serían las señales de salida de los conos. Trabajamos de la misma forma que los televisores, los proyectores de
video, etc. Aunque realmente son estos dispositivos los que nos han copiado a nosotros.
En la retina tenemos tres sistemas de conos, lo que en colorimetría se denomina un sistema de tres primarios, porque ellos son
los que van a dar origen al resto de colores percibidos. La combinación de las señales de los tres primarios en las proporciones
adecuadas nos dará la percepción de todos los colores.
El siguiente experimento es muy sencillo y espectacular. Con tres proyectores y unos filtros rojo, verde y azul, o tres focos de
luz de esos colores, podemos obtener mediante la adición de los tres la gama de colores de la figura 4.7.
Figura 4.7: Mezcla aditiva de tres luces o primarios. Extraída de www.kightleys.photoshelter.com.
Linealidad: Si los colores A y B son metámeros y la luminancia de cada uno de ellos se multiplica por una cierta
cantidad K, los colores resultantes también son metámeros: A≡B ⇒ K·A ≡ K·B.
Adición y sustracción: si A y B son metámeros y se añade a ambos una cierta cantidad de otro color C, se cumple que
las mezclas resultantes A+C y B+C también son metámeros: A≡B ⇒ A+C≡B+C. En la sustracción, la resta se
interpreta como la suma al otro lado de la igualdad.
Transitividad: si un color A es metámero de B y éste es metámero de otro color C, entonces A y C también son
metámeros: A≡B y B≡C ⇒ A≡C.
Otra característica importante del sistema visual es su capacidad de sumar colores como suma de dos estímulos situados en
áreas muy cercanas, o bien de estímulos en instantes temporales sucesivos. En ambos casos los estímulos cromáticos de las
componentes son independientes. En el primer caso hablaremos de sumación espacial y en el segundo de sumación temporal.
Sumación espacial o sumación por mosaico: Cuando observamos un tablero de ajedrez a una distancia cercana vemos
los cuadrados blancos y negros. Sin embargo, si lo alejamos a una distancia suficientemente lejana, la imagen en la
retina es lo suficientemente pequeña para que sobre un fotorreceptor se proyecte más de un cuadro del tablero, de
manera que no distingue entre blanco y negro y la señal será un gris de luminancia intermedia. Podemos decir que lo
que se percibe es la mezcla aditiva de toda la luz que incide sobre un fotorreceptor. Esta característica se aprovecha en
las pantallas de televisión, ordenadores, teléfonos móviles, etc, donde la pantalla está formada por píxeles o grupos de
tres luces muy cercanas (rojo, verde y azul). Los colores se forman por suma de los tres en diferentes proporciones. En
arte, también se utiliza con las pinturas impresionistas (puntillismo, ver fig 4.8).
Figura 4.8: Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, de Seurat, 1886. Si nos acercamos, o ampliamos la imagen, vemos las pinceladas que a
mayor distancia parecen un trazo continuo. Extraída de www.manzartistas.blogspot.com.es/2012/11/puntillismo.html.
Sumación temporal o sumación por parpadeo: es la mezcla aditiva debida a la propiedad de latencia temporal del
sistema visual. Por ejemplo: en un rápido parpadeo entre dos colores, percibimos la mezcla de ambos ya que los
fotorreceptores todavía están dando señal a un color cuando aparece el siguiente estímulo. En la figura 4.9 vemos una
simulación de la latencia obtenida mediante fotografía.
Figura 4.9: Simulación de la sumación temporal que tendría lugar en el sistema visual: diferentes imágenes en diferentes tiempos que se mantienen
activas por la persistencia del sistema visual. Foto de M. Saldaño, extraída de www.inclusiondigital.gov.ar/recursos-y-estrategias/el-efecto-
estroboscopico.
Otro ejemplo es la experiencia clásica de sumación mediante la rueda de colores de Newton, que podemos ver simulada en la
animación de la figura 4.10 y en este vídeo:
Figura 4.10: Simulación de la sumación temporal que tendría lugar en el sistema visual: cuando la rueda gira, los diferentes sectores de colores excitan
los mismos receptores, que suman sus señales. El conjunto percibido es la suma de amarillo y azul, es decir, verde.
Puede verse un ejemplo más de sumación para dos colores en el siguiente vídeo, en el que se muestra el parpadeo entre blanco
y negro a diferentes frecuencias. Se puede acceder desde aquí al mismo ejemplo con otras frecuencias de parpadeo para estudiar la
diferencia de percepción.
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¿Puedes razonar que cada parte de la escena se reproduce como la original mediante las mezclas aditivas de las luces? Céntrate
en la segunda línea de fotos, los positivos. La parte clara deja pasar la luz y la parte negra no.
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luminancia L (cd/m2), indica la cantidad de luz. En colorimetría se denota también con la letra Y.
longitud de onda dominante λd, es el estímulo espectral que tiene el mismo aspecto, indica la categoría del color: rojo,
amarillo, verde, azul, etc.
pureza colorimétrica, definida como el cociente pc = Lλd / L, donde L es la luminancia del estímulo C y Lλd es la
luminancia del monocromático necesario para igualar el color C como ya hemos contado anteriormente en el punto 2.
El hecho de que el color sea susceptible de medida ha dado lugar al desarrollo de la colorimetría, definida como la ciencia que
se encarga de la medida del color. Su objetivo es, partiendo del estímulo, obtener una caracterización numérica biunívoca y
sencilla del color. Esto permite identificarlo en lo que llamamos un espacio de representación del color, es decir, una
representación geométrica de los colores en el espacio, generalmente en 3 dimensiones.
5. CARACTERIZACIÓN EN VALORES TRIESTÍMULO: ESPACIOS DE REPRESENTACIÓN
Otra forma de describir físicamente un color es hacerlo a partir de las cantidades de tres primarios que mezclados en la
proporción adecuada igualan ese color. Pensemos en un conjunto cualquiera de tres luces, que vamos a llamar primarios Pi, y que
realizamos mezclas de ellos para igualar el resto de colores. Podemos medir la cantidad de cada primario necesaria para igualar
cada color (no es más que la luminancia de cada primario).
En el sistema o espacio de representación RGB de la CIE la base son tres luces primarias (P1, P2, P3) que corresponden a las tres
líneas de emisión de la lámpara de mercurio (546.1 y 435.8 nm) y una luz roja de 700 nm. Estos primarios se denotan como R, G y
B (red, green & blue, ver fig 4.12).
Cualquier color C se obtiene mediante suma, en la proporción adecuada, de luminancias de los tres primarios, podemos
representarlo como:
––––––––––––––––––––––
El sistema de primarios, ¿puede ser cualquier conjunto de luces? ¿Importa el número de primarios? ¿Importa cuáles son esos
primarios? Para responder es necesario considerar las propiedades matemáticas de las bases en un sistema tridimensional.
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Vamos a considerar que el blanco de referencia es el blanco equienergético (luz con una emisión constante de energía para todas
las longitudes de onda que lo componen) y vamos a llamar unidades tricromáticas a las cantidades necesarias de cada primario
para igualarlo. El valor absoluto dependerá de la luminancia del blanco que se quiera construir, pero la proporción es siempre la
misma. En este sistema RGB, esas cantidades son:
L(R)W= 1.00000
L(G)W= 4.59070
L(B)W= 0.06101
para conseguir 5.6518 unidades de blanco. Nuevamente vemos que las luminancias son aditivas.
En el sistema RGB de la CIE, se denotan los valores triestímulo como R, G y B. En otros sistemas las iniciales pueden cambiar
o utilizarse la nomenclatura genérica (T1, T2, T3).
Representaremos la igualación del color C en función de sus valores triestímulo y los primarios como:
.
Pero realizar una igualación experimental cada vez que se quiera obtener los valores triestímulo de un color no parece un
método económico para trabajar en colorimetría. Por eso se utiliza otra forma de calcularlos que implica conocer unas
proporciones de mezcla para una serie de colores (concretamente para los colores monocromáticos), esas proporciones de mezcla
se conocen como las funciones de igualación del color, que vamos a estudiar a continuación.
Si estudiamos qué cantidad de cada primario es necesaria para igualar un color monocromático, (cada λ con una radiancia
constante E0), obtenemos las funciones de igualación del sistema (ver fig 4.14):
En el sistema RGB de la CIE, se denotan como ̅r ̅g ̅b. De nuevo, en otros sistemas las iniciales pueden cambiar o utilizarse la
nomenclatura genérica.
Figura 4.14: Funciones de igualación de color en el sistema RGB. Estas funciones representan las cantidades necesarias de cada uno de los primarios
para igualar cada uno de los colores monocromáticos.
El valor numérico absoluto de las funciones de igualación depende del valor de radiancia en la igualación, pero se puede
establecer una normalización (ver tema 3). En este sistema, se establece que E0=1/km, de forma que la luminancia del estímulo
espectral sea igual a la V(λ):
Se puede definir entonces la función de sensibilidad espectral V(λ) como la luminancia de cada uno de los estímulos espectrales
Eλ del estímulo equienergético. Además se puede obtener la luminancia de ese estímulo espectral a partir de la unidades
tricromáticas (L(Pi)w) y las funciones de igualación t̄i(λ)):
Cuando se trata de un color C cualquiera, la luminancia se puede expresar a partir de las unidades tricromáticas (L(Pi)w) y los
valores triestímulo (Ti(C)):
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¿Qué significan cantidades negativas en la mezcla de tres luces para obtener un color? Piensa que en el caso de las funciones de
igualación, hay monocromáticos que necesitan una cantidad negativa de uno de los primarios. ¿Cómo se añade una cantidad
negativa de luz? Volviendo a la definición de valores triestímulo, ¿cada vez que necesite calcular los valores de un color, necesito
hacer la medida experimental? Supongamos por ejemplo que tengo el mismo objeto, pero una vez lo ilumino con luz blanca y otra
con luz verde. El objeto es el mismo, el sistema visual también, pero el iluminante no, ¿cambian los valores triestímulo?
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Para no tener que medir experimentalmente el color con su iluminante cada vez que necesitemos conocer los valores
triestímulo, la colorimetría permite otra forma de calcularlos:
donde km vuelve a ser la constante de ajuste de unidades que ya conocemos y P es el flujo radiante que llega al ojo, es decir, la
combinación de la radiancia espectral del objeto (luz que refleja o transmite el objeto) y la del iluminante. De esta forma, sólo es
necesario conocer el espectro del objeto, dado que los iluminantes habituales y las funciones de igualación del observador patrón
son conocidos y están tabulados por la CIE.
Se representa el diagrama cromático (2D) con las dos primeras coordenadas cromáticas: t1 y t2. El paso desde 3D a 2D es
posible porque las tres coordenadas cromáticas son linealmente dependientes, podemos eliminar una sin perder información. La
representación resultante es mucho más sencilla, aunque no debemos olvidarnos tampoco de que falta la tercera dimensión, la
luminancia.
En este diagrama cromático (ver fig 4.15) podemos representar todos los colores posibles, limitados por una curva que
corresponde a los colores monocromáticos (línea azul en la figura). Las coordenadas cromáticas de los primarios ([0,1], [1,0] y
[0,0]) definen un triángulo (línea verde en la figura), dentro del cual están todos los colores que se pueden obtener por mezcla de
esos primarios, mientras que el resto de colores posibles no se podrían reproducir con la mezcla aditiva de esos tres primarios.
Figura 4.15: Diagrama cromático rg. La curva límite corresponde a los colores monocromáticos y se conoce como locus espectral. Los vértices del
triángulo corresponden a los primarios R, G y B.
Figura 4.16: Coordenadas cromáticas rg de los primarios del espacio XYZ. Al ser externos al locus espectral, no son colores que existan en la realidad.
Los nuevos primarios XYZ corresponden a los vértices del triángulo rojo, que como podemos observar, incluye a todos los
colores posibles. Pero estos tres colores sólo tienen sentido matemático, se trata de primarios imaginarios ya que al ser externos al
locus espectral, no pueden obtenerse de ninguna manera.
Para obtener el nuevo espacio de representación, sólo es necesaria una transformación matemática que podemos expresar
mediante la siguiente matriz:
Podemos ver esta transformación en la animación de la figura 4.17:
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Figura 4.17: Animación de la transformación entre el espacio RGB y el espacio XYZ. Extraída de www.pauloporta.com/Fotografia/cor/espacios6.htm.
El aspecto del nuevo diagrama de color se muestra en la figura 4.18, y las funciones de igualación de color calculadas
teóricamente mediante la matriz de transformación se muestran en la figura 4.19.
Figura 4.18: Diagrama cromático en el espacio CIE XYZ 1931.
Figura 4.19: Funciones de igualación del color en el espacio CIE XYZ 1931.
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¿Sigue habiendo coordenadas negativas? ¿Los colores, se siguen obteniendo mediante la mezcla de tres luces primarias?
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En el espacio XYZ, los primarios se han elegido de manera que cumplen dos condiciones: la primera es que evitan las
coordenadas negativas y la segunda es que uno de los valores triestímulo se corresponda con el valor de la luminancia. Por un
lado, el triángulo de primarios ahora abarca a todos los colores posibles, por lo que no hay ningún color que tenga coordenadas
cromáticas negativas. Como contrapunto, también hay colores no reales dentro del triángulo. Por otro lado, el hecho de que los
primarios X y Z se encuentren sobre la línea de luminancia 0 hace posible identificar la luminancia con un único valor triestímulo,
el Y (L=Y). Las unidades tricromáticas en este nuevo sistema son, por tanto, [0 1 0]. La ec 4.9 queda entonces como:
todos los colores monocromáticos se sitúan sobre el diagrama cromático y el resto dentro del mismo.
fuera del diagrama los colores no son reales, o son imaginarios (entre ellos los propios primarios).
la línea recta inferior que cierra el diagrama, llamada línea de los púrpuras, no son monocromáticos, sino que se añade
al diagrama para cerrarlo. En la zona de los púrpuras (violetas, morados) no hay colores monocromáticos.
Las mezclas experimentales de colores deben seguir realizándose mediante primarios reales, por ejemplo en el espacio RGB.
Los datos se convierten matemáticamente a XYZ siempre mediante la matriz de transformación.
Figura 4.20: Al mezclar dos colores, C1 y C2, el color mezcla C en el diagrama cromático está siempre situado en la recta que une los dos colores a
mezclar.
Llamemos [X1,Y1,Z1] y [X2,Y2,Z2] a los valores triestímulo de los colores C1 y C2 y (x1,y1) y (x2,y2) a sus respectivas
coordenadas cromáticas. Si se realiza la suma vectorial de los valores triestímulo para obtener el color mezcla C, entonces se
puede demostrar que las coordenadas cromáticas (x,y) de dicha mezcla se obtienen a partir de la ecuación:
que evidentemente corresponde a la ecuación de la recta que pasa por ambos puntos.
Longitud de onda dominante. La definición de longitud de onda dominante resulta fácil de establecer: es el estímulo
espectral que resulta de unir el color mezcla con el blanco y prolongar la recta hasta que corte al diagrama cromático
(ver fig 4.21). Por ejemplo, la longitud de onda dominante de un rosa es un rojo. En la zona de los púrpuras se utiliza
el estímulo complementario, prolongando la recta hacia el lado contrario del diagrama cromático.
Figura 4.21: Cálculo gráfico de la longitud de onda dominante del color C. Modificada de www.cvrl.org.
Pureza. La pureza indica la proporción de color respecto al blanco, cuanto más cerca del borde diagrama, más puro es
ese color. Matemáticamente su valor estará entre 0 y 1. Aunque hemos definido ya la pureza colorimétrica, sobre el
diagrama cromático es más conveniente utilizar otra definición análoga, que se conoce como pureza de excitación, y
corresponde a la fórmula:
En esta expresión el numerador corresponde a la distancia entre el estímulo y el blanco (calculadas o medidas sobre el propio
diagrama), mientras que en el denominador se introduce la distancia entre el monocromático λd y el blanco (ver fig 4.22).
Se puede obtener la relación entre ambas definiciones de pureza, pero sólo vamos a quedarnos con la idea de que no tienen por
qué ser directamente proporcionales.
Luminancia. En el diagrama de coordenadas cromáticas xy, la luminancia correspondería a diferentes alturas respecto
al plano de la figura, es decir, la tercera dimensión que falta si hablamos sólo en términos de coordenadas cromáticas
(ver fig 4.23).
Figura 4.23: Representación gráfica de la luminancia Y en el sistema XYZ. Cada plano del locus corresponde a un nivel de luminancia constante.
Extraída de www.blc.lsbu.ac.uk/webcreatif/BES/lighting-4/T4-7.html.
CUESTIONES
1. Señala si es verdadera o falsa la siguiente afirmación: el estímulo cromático depende del iluminante, del objeto y del observador
a. Verdadero.
b. Falso.
a. Es una sensación.
b. Permite diferenciar estímulos de igual área, duración, forma y textura.
c. Depende exclusivamente del iluminante y del objeto.
d. a y b son ciertas.
e. a, b y c son ciertas.
4. Señala si es verdadera o falsa la siguiente afirmación: dos colores con diferente composición espectral jamás podrán verse como
iguales.
a. Verdadero.
b. Falso.
5. Si mezclamos 30 lúmenes de color verde y 60 lúmenes de color azul, obtenemos un color azul verdoso, pero ¿la luminancia del
color será de 90 lúmenes?
a. No, debido al efecto Morgan, la luminancia siempre será un poco menor que la suma.
b. Si, de acuerdo al efecto Abney, la luminancia será la suma de ambas.
c. Si, de acuerdo al efecto Stiles-Crawford, la luminancia será la suma de ambas.
d. No, debido al efecto Morgan, la luminancia siempre será un poco mayor que la suma.
e. No, debido al efecto Von Kries, se verá un color rojizo, y la luminancia es la resta de ambas.
f. No, las luminancias no se suman, sino que se restan por el efecto de oponencia.
6. Para caracterizar un color verde de 540 nm en el dominio escotópico, es necesario un mínimo de.......... variables colorimétricas.
7. Cualquier color se puede obtener como una combinación de blanco y un color monocromático, mezclados en las proporciones
adecuadas.
9. La siguiente ecuación:
representa
10. Fíjate en el diagrama, ¿es posible obtener un color rojo mezclando azul y amarillo?
a. No es predecible, hay que realizar cálculos numéricos.
b. Si, debido al comportamiento vectorial del color, en la proporción adecuada cualquier color es posible.
c. No, debido al comportamiento vectorial del color, únicamente es posible generar colores situados a lo largo del
segmento de la recta que une los dos colores a mezclar.
d. Si, debido al comportamiento vectorial del color y visto el diagrama, esta mezcla da rojo.
e. Todas son falsas.
...
Fig 5.1: a) Las dos muestras de color señaladas por las flechas son colorimétricamente idénticas, no obstante no lo parece. b) Al aislarlas de su
entorno, ya parecen iguales.
Al tratarse de colores rodeados de una escena, es el conjunto de la escena lo que determina nuestra percepción. Cuando el color
se presenta aislado, no tenemos referencias a un posible iluminante. En este caso, como toda la carta de la izquierda está en
sombra, los niveles de gris son percibidos de forma relativa y no absoluta, por lo que nunca diremos que el color más claro de la
izquierda pueda ser como el más oscuro de la derecha.
experiencias de igualación simétricas: cuando el estímulo de referencia y el variable tienen un entorno fijo,
experiencias de igualación asimétricas: cuando el estímulo de referencia y el variable tienen un entorno diferente.
El número de variables necesario para la caracterización de la escena depende del planteamiento de la experiencia. Cuanto más
general es la configuración del experimento, más compleja es la caracterización:
Supongamos una igualación simétrica en la que tenemos un estímulo de referencia y otro test para el que permitimos
variar la energía de un primario: en este caso no existe la caracterización ya que no se puede igualar el estímulo de
referencia (salvo que se trate del mismo primario).
Una igualación simétrica en la que permitimos variar la energía de n primarios: como ya hemos visto, se puede igualar
con 3 primarios (mezclando tres colores se pueden obtener todos los demás).
Una igualación asimétrica en la que referencia y test tienen entorno diferente pero uniforme y una configuración
espacial fija: en principio podríamos pensar que hablamos de 6 dimensiones para cada parte (3 para el test y 3 para el
entorno).
En una igualación asimétrica y con entorno no uniforme, el número de variables depende de lo complejo que sea el
entorno.
Por lo tanto, el número de variables necesarias para caracterizar un color parece depender del grado de complejidad del entorno.
Figura 5.2: Variaciones de tono (fila 1), saturación (fila 2) y luminosidad (fila 3).
Estas tres variables perceptuales reciben el nombre de Tono, Saturación y Luminosidad respectivamente. Vamos a definir
correctamente estos descriptores:
TONO (H), es el atributo de la sensación visual por el cual un estímulo parece ser semejante a uno de los colores
percibidos como rojo, amarillo, verde, azul o combinaciones de ellos. La clasificación según el tono establece
estímulos acromáticos (grises) y estímulos cromáticos (el resto de colores).
LUMINOSIDAD (B), es el atributo de la sensación visual por el cual un estímulo parece emitir más o menos luz.
COLORIDO / SATURACIÓN (M / S). Aunque el descriptor perceptual es la saturación, necesitamos definir antes
otro parámetro. El Colorido (M) es el atributo de la sensación visual por el cual un estímulo parece ser más o menos
cromático. La Saturación es el colorido de un test relativo a su luminosidad (S=M/B).
Para comprender mejor el significado de la saturación supongamos que en un campo bipartito colocamos dos luces con valores
de luminancia 60 y 100 cd/m2 del mismo blanco. Seguidamente añadimos a ambos lados luz monocromática de longitud de onda λ
hasta igualar ambos semicampos en sensación luminosa. En esta situación, ambos colores presentan la misma λd y la misma
luminosidad, sin embargo se perciben como distintos, porque la proporción de mezcla blanco/luz monocromática es diferente. Esta
diferencia es la saturación.
Tabla 5.1: Relación entre descriptores físicos y descriptores perceptuales del color.
Pero sabemos que se producen percepciones particulares que no pueden explicarse con estas relaciones tan sencillas. Estas
relaciones de primer orden se van a ver complementadas con unas dependencias en segundo orden entre los diferentes
descriptores. En ocasiones, una variación en uno de los descriptores físicos produce cambios en dos o más descriptores
perceptuales. Los tres descriptores no son totalmente independientes entre sí.
Además, sabemos que se producen otras situaciones donde se demuestra la influencia en los descriptores de otros parámetros
como la configuración espacial del estímulo y el entorno
Veamos un ejemplo clásico donde no parece que se cumpla la relación entre luminancia y luminosidad: las bandas de Mach (ver
fig 5.3). Se trata de una serie de bandas con luminancia constante en cada una de ellas. Sin embargo, en la frontera entre dos
bandas aparece un fenómeno de inducción que produce un resalte de bordes: la zona cercana a una banda oscura se percibe más
clara y la zona cercana a una banda clara se percibe más oscura.
Figura 5.3: Bandas de Mach. En una serie de franjas homogéneas en luminancia, los bordes se perciben con un escalón de luminosidad. El borde
pegado a una franja oscura parece más claro que el resto de la correspondiente franja, mientras que en el borde pegado a una franja clara sucede lo
contrario. Extraída de http://irtel.uni-mannheim.de/cvd.html.
Algunas propiedades o efectos visuales nos van a llevar a la conclusión de que la caracterización trivariante no va a ser
suficiente. No se pone en duda la naturaleza tricromática de la visión del color, pero el proceso de transmisión de tres imágenes
independientes al cerebro es insuficiente para explicar algunos fenómenos visuales (efectos como los de inducción y adaptación,
que veremos más adelante).
Para tratar de explicar estos fenómenos visuales vamos a necesitar apoyarnos en dos ideas: la existencia de colores oponentes y
estas relaciones cruzadas entre descriptores.
a) Colores oponentes. Cuando se le pide a un observador que denomine el tono de una serie de colores mediante los nombres y
las proporciones de los colores que lo componen, comprobamos que nunca se nombra un color mediante la combinación rojo-
verde o mediante la combinación azul-amarillo. Por ejemplo: podemos hablar de un verde azulado o amarillento y también de un
amarillo verdoso o rojizo. Pero no describiremos nunca un color como verde rojizo o como amarillo azulado o incluso
combinaciones como verde azulado-amarillento.
Si consideramos la visión del color como un proceso aditivo de las respuestas de los receptores, nada impediría estas mezclas.
Por tanto, debe haber algún tipo de procesado posterior a los receptores, en el que se combinen esas señales para obtener otras
diferentes. Fue Ewald Hering el que propuso en 1872-74 la existencia de tres procesos oponentes generados en algún lugar del
proceso visual: claro-oscuro, rojo-verde y azul-amarillo.
La idea de oponencia implica que las categorías Rojo-Verde (y de la misma forma Azul-Amarillo y Claro-Oscuro) son los dos
extremos de variaciones de un continuo. Más rojo implica necesariamente menos verde. Pueden combinarse señales de un proceso
con las de otro, pero no dentro del mismo proceso. Lo veremos con más detalle en el capítulo 7.
b) Relaciones cruzadas entre parámetros. Las relaciones entre descriptores físicos y perceptuales no demuestran una
independencia absoluta, sino que existen ciertas interferencias entre ellos. La variación en L, Pc, y λ del entorno del color puede
afectar no sólo al atributo perceptual al que está asociado, sino también a los otros dos. Estos efectos no pueden ser explicados por
un modelo lineal, como ocurre con la caracterización por valores triestímulo o mediante la oponencia. Por tanto sabemos que debe
existir algún proceso posterior y que éste no debe ser lineal.
2.1. Efecto Bezold-Brücke. La variación de la luminancia cambia la luminosidad, pero también cambia el tono: «Una variación
en la luminancia puede alterar el tono, cambiando por lo tanto su apariencia de color». Bezold y Brücke (1873 y 1878)
descubrieron este efecto de manera independiente, y ambos indicaron que a luminancias elevadas, los rojos y los verdes
amarillentos tendían a parecer más amarillos mientras que los violetas y los azules verdosos tendían a parecer más azules.
Además, existen tres tonalidades que no varían, son los tonos invariantes o únicos: amarillo único (571 nm), verde único (506 nm)
y azul único (474 nm).
La figura 5.4 muestra los resultados correspondientes a este efecto. Al variar la luminancia de un estímulo monocromático, no
sólo varía la sensación de luminosidad, también varía el tono (hasta λv). En el experimento las dos muestras parten de la misma
luminancia y la misma λ0, al aumentar la luminancia de la muestra de referencia (desde 100 hasta 1000 Trolands), el observador
percibe un cambio en su tono. Seguidamente ajusta la longitud de onda del semicampo variable hasta igualarlos de nuevo en tono.
La longitud de onda de igualación es λv, y el cambio de tono será Δλ = λ0 - λv.
00:00 / 00:00
Figura 5.4: Efecto Bezold-Brücke. Δλ > 0 implica que, al aumentar L, el tono del color se desplaza hacia longitudes de onda más cortas. Según datos
de Purdy, modificada de Artigas, 1995.
De la figura podemos extraer que los mayores desplazamientos de tono se dan para los rojos. Está representado λ0 – λv (donde λ0
representa un estímulo fijo de 100 td y λv un estímulo de longitud de onda variable de 1000 td), es decir, cómo ha de variar el tono
del estímulo para igualarlo al de referencia. Los valores positivos y negativos indican respectivamente que en la igualación:
2.2. Efecto Aubert-Abney. Al variar la pureza colorimétrica, varía la saturación, pero también lo hace el tono. Aubert (1865) y
Abney (1910) comprobaron de manera independiente que «al añadir blanco a un púrpura o a un monocromático, además de
disminuir la saturación también se producen cambios en el tono». Este efecto se aprecia al representar, en un diagrama cromático
CIExy, las muestras del Atlas de color Munsell (véase capítulo 7) de igual tono y croma creciente. De acuerdo a lo visto en el tema
anterior, sería de esperar que las líneas de igual tono correspondieran a rectas que pasaran por el blanco y el monocromático que
indicara la longitud de onda dominante. Sin embargo no es así y las muestras de igual tono del Atlas se sitúan a lo largo de curvas,
tal y como vemos en la figura 5.5. Por lo tanto al variar la saturación, hay asociada una pequeña variación de tono.
Figura 5.5: Efecto Aubert-Abney. Las muestras Munsell de igual tono y saturación creciente no se disponen a lo largo de rectas. Según datos de
Newhall et al. 1943, extraída de Artigas, 1995.
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¿Cómo explicarías en la figura que cambia el tono al cambiar la pureza? ¿Cómo sería la figura si no cambiase el tono?
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En la figura están representados los colores que resultan de añadir blanco a algunos colores monocromáticos, por tanto, si
partimos del borde del diagrama cromático, esos colores se van situando en el interior del diagrama cada vez más cerca del blanco.
Estamos disminuyendo la pureza, o lo que es lo mismo, la saturación, pero hay que recordar la definición de tono en este
diagrama. Teóricamente deberían ser líneas rectas de λd constante, pero lo que se obtiene es una curvatura mayor cuánto más cerca
están las muestras del locus espectral. De nuevo encontramos excepciones a este comportamiento, en este caso un tono amarillo de
572 nm y un tono púrpura de coordenadas x,y (0.240, 0.035) con λc=559 nm.
También se manifiesta un desplazamiento de las líneas según el nivel de luminancia debido al efecto Bezold-Brücke, excepto
para los tres tonos únicos. Las líneas continuas y discontinuas de la figura 5.5 corresponden a los resultados obtenidos para dos
niveles diferentes de luminancia.
2.3. Efecto Helmholtz-Kohlrausch o variación de la luminosidad con la cromaticidad: «en igualaciones de color
heterocromáticas, a igualdad en la luminancia, la luminosidad o sensación luminosa varía con la cromaticidad del estímulo».
Por un lado, a igualdad de luminancias se cumple que la luminosidad del blanco es menor que la del color cromático (BW < BC).
El estímulo cromático parece más luminoso.
Se puede enunciar este efecto de otra forma: a igualdad de luminosidades, YC<YW. La luminancia del color igualado es menor
que la del acromático, pero los colores se ven igual de luminosos. La relación entre estas luminancias tiende a uno cuanto más
desaturado es el color, obviamente, ya que se tratará de un color más cercano al blanco de referencia.
Figura 5.6: Efecto Helmholtz-Kohlrausch. Todos los colores situados en cada curva presentan la misma luminosidad. El factor de cada curva indica el
valor porcentual de luminosidad respecto al blanco de referencia. Según datos de Sanders y Wyszecki 1963, extraída de Artigas, 1995.
En la figura 5.6 se puede ver el factor por el cual hay que dividir la luminancia para igualar la luminosidad de los puntos
situados sobre cada curva con el acromático de referencia. Es decir, que a luminancia constante no tenemos sensación de
luminosidad constante, esta sensación depende de la longitud de onda y de la cantidad de color.
En el caso de colores monocromáticos los resultados se muestran en la figura 5.7. La gráfica es sencilla de interpretar: cada
longitud de onda produce un efecto diferente de luminosidad aun teniendo la luminancia constante.
Figura 5.7: Efecto Helmholtz-Kohlrausch para colores monocromáticos. (MJ Luque).
Se piensa que el origen de este efecto podría estar en fallos en la ley de aditividad de luminancias de Abney (las luminancias
son aditivas), o también en el uso incorrecto de la Vλ en el cálculo de luminancias. Por otra parte, LeGrand propuso que la
explicación podría estar relacionada con efectos de adaptación cromática temporal. Por ejemplo, la acción prolongada de una luz
verde sobre la retina debilita la respuesta al verde.
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En la imagen de la figura 5.8 hemos generado los dos estímulos con la misma luminancia, ¿te parecen igual de luminosos?
Figura 5.8: Colores con igual luminancia, pero la sensación luminosa es menor en el acromático.
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Utiliza este ejemplo y la gráfica del diagrama cromático (figura 5.6) para interpretar los valores numéricos que hay señalados
en cada curva: supón que este verde está en la curva que aparece marcada con el valor 1.2.
TONO (H): es el atributo de la sensación visual por el cual un estímulo parece ser semejante a uno de los colores
percibidos como rojo, amarillo, verde, azul o combinaciones de ellos.
CLARIDAD (J): luminosidad de una muestra de color relativa a la luminosidad de una muestra que parece blanca y
está iluminada de la misma forma. Si en una escena aumentamos la intensidad del iluminante, la luminosidad cambia
pero la claridad no. Por ejemplo una hoja de papel blanco sobre fondo negro, si iluminamos con una lámpara de baja
intensidad y otra de alta intensidad, la luminosidad de hoja y fondo cambia drásticamente, pero la claridad es la misma
y la hoja siempre parece blanca sobre fondo negro.
COLORIDO / CROMA (M / C): Ya hemos introducido el Colorido como el atributo de la sensación visual por el
cual el estímulo parece ser más o menos cromático. El Croma es el colorido de un estímulo relativo a la luminosidad
de una muestra que parece blanca y está iluminada de la misma forma (C=M/B).
– Contraste simultáneo: Al oscurecer el fondo se percibe un incremento en la claridad del objeto, y viceversa. Un entorno
oscuro induce que un color se vea más claro que ese mismo color con un entorno blanco, y lo mismo sucede al revés (ver fig 5.9).
Figura 5.9: Contraste simultáneo. Extraída de irtel.uni-mannheim.de/cvd.html.
En este punto podemos intentar explicar el efecto de las bandas de Mach que vimos anteriormente. Supongamos que la
información es recogida por células de tipo centro-periferia, con la periferia off. Las células con iluminación uniforme dan una
respuesta constante, pero hay células que tiene parte de la periferia sobre una banda y parte sobre otra (ver fig 5.10). Eso hace que
la inhibición sea menor (izquierda en la figura) o mayor (derecha) y por tanto la respuesta total sea mayor o menor
respectivamente.
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Figura 5.10: Bandas de Mach. La inhibición lateral en los campos receptivos de células centro-periferia hace que la respuesta no sea el escalón
cuadrado en un borde, sino que se produce por inducción un aumento y una disminución a cada lado del borde que dan como resultado un escalón
mayor, es decir, un resalte de borde.
– Efecto Crispening: Este efecto ya fue introducido en el capítulo 3, cuando hablamos de los mecanismos de adaptación.
Supongamos dos muestras de color muy parecidas situadas una cerca de la otra y sobre un fondo también coloreado. Cuando el
fondo es de una claridad similar a la de las dos muestras aumenta la capacidad de diferenciar entre ambas. En la figura 5.11
podemos apreciar este efecto. Dos muestras grises muy parecidas se colocan sobre fondos acromáticos, de forma que el del centro
de la figura tiene una luminancia parecida a la de ambos estímulos. Las dos muestras grises se discriminan mucho mejor sobre el
fondo más parecido a los estímulos. En este ejemplo estamos evaluando realmente el umbral de discriminación de luminancia, que
resulta dependiente de la luminancia del entorno.
00:00 / 00:00
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Este experimento lo puedes buscar también en PXLab, en Color Discrimination-Chevron. Aparece una rueda con sectores de
diferentes luminancias, prueba a cambiar la luminancia del fondo de la pantalla.
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– Mezcla aparente: Ya hemos introducido este efecto al hablar de la sumación espacial que tiene lugar en nuestro sistema
visual en el capítulo 4. Veamos varios ejemplos. Si disponemos de una muestra cromática construida por pequeñas zonas de
colores diferentes, cuando se observa a distancia (para que la frecuencia espacial de la muestra sea suficientemente elevada), no se
perciben los colores por separado, sino que se percibe el color resultante de la mezcla.
En la figura 5.12a hemos ampliado el cursor de nuestro ordenador. Aunque sabemos que en su tamaño natural el cursor siempre
es blanco, en la ampliación vemos que el color se debe a la mezcla de los tres fósforos del monitor, al igual que ocurre con el resto
de colores que es capaz de reproducir nuestro monitor simplemente cambiando el nivel de encendido de cada pixel. El nivel de
encendido también nos proporciona colores más o menos luminosos.
00:00 / 00:00
Figura 5.12: a) Si miramos con lupa el cursor de nuestro ordenador, nos damos cuenta que está formado por pixeles de los tres primarios del monitor
(extraída de www.taringa.net/posts/imagenes/9261153/Mega-post-todo-pixeles.html). b) Mira los estímulos de la figura a bastante distancia. El de la
izquierda se ha fabricado con un color uniforme, pero el de la derecha no. Extraída de irtel.uni-mannheim.de/cvd.html.
En la figura 5.12b la imagen de la derecha está formada por líneas rojas y verdes, mientras que la de la izquierda es un cuadrado
de color uniforme. Este experimento lo puedes buscar también en PXLab (Photometry-Spatial color mixing y en Matching and
spatial mixture).
Para comprobar la influencia de la adaptación al iluminante, vamos a realizar una experiencia utilizando dos iluminantes
diferentes. Tenemos una foto (ver fig 5.13) que hemos filtrado para simular cómo se vería con esos dos iluminantes: luz de día,
con un aspecto blanco-azulado y una lámpara incandescente, con un aspecto anaranjado. Al observar las simulaciones, apreciamos
que cada una ha sufrido un cambio colorimétrico hacia el color del iluminante. La percepción bajo un iluminante luz de día es
azulada y bajo una lámpara incandescente es anaranjada. Si las observamos así, sin adaptarnos a ningún iluminante, las percibimos
completamente diferentes.
Figura 5.13. Influencia del color del iluminante. La luz de día da unos tonos más azulados, mientras que una bombilla de luz amarillenta, como la
lámpara de tungsteno, da unos tonos más anaranjados y rojizos. Extraída de www.freestockphotos.biz/stockphoto/2816. Adaptado de D. Thomson.
Pero adaptémonos a ambos iluminantes, media retina a cada uno, mirando siempre a la cruz central de la figura 5.14a durante
un minuto y miremos de nuevo las dos fotografías, que hemos vuelto a reproducir en la figura 5.14b. Al haber adaptado la mitad
izquierda de cada retina al azul, disminuye la sensibilidad al azul, y al haber adaptado la mitad derecha de la retina al anaranjado
disminuimos la sensibilidad al anaranjado en esa zona. El iluminante ha bajado la sensibilidad del sistema visual a los colores que
predominaban cada escena. El resultado final es que ahora las percepciones se igualan y las dos fotografías se ven iguales.
Figura 5.14. Influencia del color del iluminante. La adaptación selectiva en la retina permite igualar la percepción de ambas fotografías.
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Razona qué fotodetectores están dando respuesta en cada zona de la figura. Intenta pensar en la sensibilidad de los
fotodetectores después de haber pasado un minuto recibiendo la luz de cada uno de los cuadrados coloreados. ¿Qué pasa si miras a
un folio blanco más cercano que la pantalla o una pared blanca más lejana? ¿Cambia algo en la imagen?
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– Efecto McCollough: El efecto McCollough pone de manifiesto la existencia de mecanismos que relacionan visión de color y
visión espacial. Después de una adaptación prolongada (5 minutos) a una red que varia su orientación y cromaticidad (horizontal
roja y vertical verde por ejemplo, ver fig 5.16), se observa un campo en blanco y negro con secciones de redes verticales y
horizontales. La adaptación tiene lugar en la misma zona de la retina, aparece una de las redes durante unos segundos y luego
aparece la otra también durante unos segundos. La parte de comprobación con las redes blanco-negro puede hacerse con cualquier
tamaño y en cualquier punto de la retina. (Puedes realizar el experimento en tu PC en el siguiente enlace: lite.bu.edu/vision-
flash10/applets/Color/McCollough/McCollough.html).
Fig. 5.16: Efecto McCollough. El sistema visual se adapta a una orientación y un color. Cuando miramos redes blanco-negro, nos damos cuenta que
esa información va unida, ya que el post-efecto de color depende de la orientación de la red que estemos mirando. Extraído de lite.bu.edu.
Las partes verticales de la red blanco-negro se ven con una postimagen y las horizontales con la otra, sin importar su
localización espacial, es decir, el mecanismo no responde a las zonas de retina que han sido adaptadas a un color y a otro
simultáneamente, sino que asigna un color a una determinada orientación, independientemente de su posición en el espacio. Si
giramos las redes blanco-negro, el postefecto desaparece. Esto sugiere que existe una adaptación a nivel cortical en el sistema
visual: las áreas de procesado espacial que están sintonizadas a una determinada orientación, también lo están al color.
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Si la información de color y la orientación fuesen analizadas por separado, nuestra percepción del efecto sería diferente. Razona
la postimagen que tiene lugar en cada punto de la imagen total. Las zonas que se adaptan al color rojo, como ya sabemos, nos
darían una postimagen verde. Las zonas que se adaptan al verde darían una roja. Pero ahora viene la parte más curiosa: ¿qué le
ocurre a las zonas en las que la retina se ha adaptado al rojo y el verde (ver fig 5.17)? ¿Y qué ocurre cuando giramos las redes?
Figura 5.17: Zonas de adaptación al rojo y al verde en el experimento McCollough. La parte correspondiente a la adaptación simultánea a rojo y verde,
¿qué percepción debería darnos?
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Sabemos que el color de nuestro automóvil se percibe igual independientemente de que se encuentre estacionado en un parking
subterráneo o en la calle a plena luz del día, o al anochecer iluminado por las farolas de la calle. A pesar de los cambios en el color
debidos al cambio en las condiciones de observación (del iluminante y del entorno del estímulo), somos capaces de reconocer el
color como invariante. Este efecto es mucho más patente si se trata de un objeto propio o familiar. Nuestro sistema visual dispone
de mecanismos que de alguna forma favorecen la constancia del color.
El proceso se denomina descuento del iluminante, ya que lo que trata de hacer nuestro sistema visual es deshacerse de la
información del iluminante para que la percepción del color de los objetos permanezca constante como si estuviera iluminado
siempre de la misma manera (generalmente la situación de referencia habitual sería un blanco como la luz de día). Para poder
llevar a cabo este proceso, el sistema visual necesita una referencia, un ‘punto de anclaje’, algo que le dé una pista sobre el color
que pueda tener el iluminante. Si miramos un campo de color uniforme, no tenemos este tipo de información, por eso es necesario
que se trate de una escena compleja y que podamos comparar los cambios producidos entre los objetos presentes. Esa referencia
necesaria puede ser un único color (acromático) o el promedio de la escena, que por lo general en una situación real será
prácticamente acromática.
Los mecanismos sensoriales del sistema visual no son capaces de una adaptación cromática completa, pero se percibe el color
de los objetos como si hubiese una adaptación completa al color del iluminante: el blanco parece blanco bajo luz de día y bajo
lámpara incandescente. Es una habilidad cognitiva del observador interpretar los colores de los objetos basándose en la
iluminación del entorno.
El resultado final de este proceso es la constancia del color, es decir, reconocer el color como único aunque haya cambiado su
composición debido al iluminante. En muchas ocasiones la eficacia no es completa y la constancia de color que se consigue es
parcial, sobre todo si el cambio de color percibido es demasiado grande. Además del hecho, como hemos dicho, de que depende
de si el entorno es un único color o una escena compleja. En este proceso influyen otros mecanismos cognitivos como la memoria
del color, el reconocimiento a partir de la estructura y contexto del estímulo etc.
Veamos unos ejemplos en la figura 5.19.
Figura 5.19: La foto original (arriba a la izquierda) se ha modificado con filtros verde, rojo y azul, simulando tres iluminantes muy diferentes. En la
vida diaria, ocurren muchos cambios de color por efecto del iluminante y del entorno, no obstante el sistema visual siempre trata de minimizar o de
eliminar estos cambios mediante los mecanismos de constancia de color.
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¿Los colores de los coches son iguales? ¿Parecen iguales? ¿Los reconocerías como el mismo coche? ¿Hay alguna parte de la
escena que pueda servir como referencia a tu sistema visual para descontar el efecto del iluminante? ¿Siempre se va a poder
descontar el iluminante? Piensa en casos concretos, a ver si te parece que siempre se va a poder hacer.
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Si tomamos una manzana roja, y pasamos de verla bajo una luz blanca a verla bajo una luz amarilla (ver fig 5.20), ¿cambia la
luz que llega a nuestros ojos? ¿Cambia la percepción que tenemos del color de la manzana? Imagínate ahora que la manzana es
azul y razona lo que pasaría.
Figura 5.20: Si miramos una manzana bajo dos iluminantes diferentes, se produce un cambio colorimétrico pero nuestro sistema visual es capaz de
descontar el efecto del iluminante sobre el color. Extraída de www2.konicaminolta.eu.
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Veamos unos de los ejemplos más espectaculares de constancia del color. Fíjate en la foto de la figura 5.21 y nombra el color de
la blusa de la chica que tiene los brazos hacia abajo:
Figura 5.21: Nombra el color de la camiseta de la chica que tiene los brazos hacia abajo. Extraída de www.ojodigital.com/foro/tutoriales/306819-el-
balance-de-blancos-que-es-como-se-ajusta-y-por-que-usarlo.html.
Seguramente habrás nombrado el color como amarillo, a pesar de que percibes que toda la foto tiene una tonalidad azulada.
Mira ahora la foto 5.22 y vuelve a nombrar el color:
Figura 5.22: Nombra de nuevo el color de la camiseta de la chica que tiene los brazos hacia abajo.
También amarillo, ¿verdad? Pero ahora sí que percibimos la escena como iluminada por luz natural blanca.
Vamos a completar el experimento cambiando en esta segunda foto sólo la camiseta de la chica por la que aparecía en la
primera foto (ver fig 5.23):
Figura 5.23: La camiseta de la chica en la figura 5.22 se ha sustituido por la de la figura 5.21.
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¿De qué color diríamos que es ahora la camiseta? En estas condiciones, ¿el resto de la escena sirve para realizar algún tipo de
descuento del iluminante? ¿Cuándo ha sido capaz de descontar el iluminante nuestro sistema visual?
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Vamos ahora a realizar un experimento sencillo, pero que requiere salir a hacer la compra. Nos dirigimos a nuestro
supermercado habitual y en primer lugar hacemos un recorrido de exploración. Localizad las zonas con iluminaciones diferentes,
si las hay: pescado, carne, pasillos genéricos. Ahora coged un producto de la zona de carnes y llevadlo a zona de pescadería.
¿Tiene el mismo aspecto?
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A lo largo de este capítulo hemos visto diferentes fenómenos psicofísicos que muestran la complejidad de la percepción del
color para los objetos situados en una escena. El objetivo de cualquier modelo de visión que tenga en cuenta la apariencia del color
es obtener una representación que tenga en cuenta todos estos fenómenos psicofísicos: se busca predecir parámetros perceptivos
del color, obtener pares de colores correspondientes bajo distintos iluminantes, calcular distancias perceptuales entre colores
teniendo en cuenta el entorno, etc. Para ello un buen modelo de color debe incluir la adaptación cromática, un proceso de
oponencia y un cálculo de los descriptores perceptivos.
CUESTIONES
1. Relaciona los descriptores con sus correspondientes definiciones:
a. Tono.
b. Croma.
c. Saturación.
a. Efecto Bezold-Brucke.
b. Efecto Aubert-Abney.
c. Efecto Helmholtz-Kohlsrausch.
4. De acuerdo al efecto Bezold-Brücke, existen unos tonos únicos, que son estos tres:
5. Fíjate en esta figura, ¿cuál de estos efectos cromáticos crees que se encuentra en este cuadro?
a. Contraste simultáneo.
b. Mezcla aparente.
c. Contraste sucesivo.
d. Efecto McCollough.
6. La figura del diagrama corresponde a una representación del efecto Helmholtz-Kohlrausch. Fíjate ahora en la curva marcada
con 1.6, selecciona mentalmente un color de esa línea y responde. ¿Que significado tiene ese 1.6?
a. La relación entre la luminancia del blanco y la de ese color será así: Lw=1.6 Lc.
b. La relación entre la luminancia del blanco y la de ese color será así: 1.6 Lw=Lc.
c. La relación entre pureza colorimétrica del blanco y la de ese color será así: pc(w)=1.6 pc(c).
d. La relación entre la luminancia del blanco y la de ese color será así: Lw=Lc+1.6.
9. Miras una red espacial que varía en su orientación y cromaticidad (red horizontal roja, y al cabo de un segundo red vertical
verde). Si al cabo de 5 minutos te presentamos una red vertical gris y otra red horizontal gris, de acuerdo al efecto McCollough,
¿qué es lo que percibes?
10. La hipótesis de Hering acerca de los colores oponentes sugiere que hay tres diferentes mecanismos:
1. INTRODUCCIÓN
Las teorías y modelos de visión del color intentan explicar el comportamiento del sistema visual, aunque hasta el momento
ninguno explica satisfactoriamente todas las características de la visión del color. Dada la complejidad del sistema visual y del
proceso visual, interesa conocer cada parte individual por separado. Por eso el punto de partida de nuestro estudio es un estado de
visión reducida, correspondiente a los sujetos que tienen uno o dos sistemas de conos en lugar de los tres normales.
Los tres sistemas de conos de un observador normal se designan como: L (sensibles a λ largas), M (sensibles a λ medias), y S
(sensibles a λ cortas).
Cada uno de estos receptores tiene un tipo diferente de pigmento fotosensible el cual va a determinar la respuesta a cada una de
las longitudes de onda del espectro. Las curvas de respuesta de los conos frente a estímulos de igual energía se denominan
sensibilidades espectrales o receptores fundamentales o simplemente fundamentales. En la literatura científica podemos encontrar
curvas con ligeras variaciones según autores, debido a diferencias en los métodos de medida. En la figura 6.1 se representan los
fundamentales de Smith & Pokorny, al lado de las curvas de Stockman & Sharpe que ya introdujimos en el capítulo 1. Se pueden
observar ligeras diferencias de forma y escalado.
Figura 6.1: Curvas de sensibilidad espectral o fundamentales según datos de: a) Smith & Pokorny, b) Stockman & Sharpe.
Las curvas de respuesta de los conos son de espectro continuo, con un máximo muy marcado para cada tipo de conos L, M y S.
Los conos S dan respuesta a la luz de longitudes de onda desde el extremo violeta hasta aproximadamente 520 nanómetros, y los
conos L y M dan respuesta para todo el espectro. Los conos M responden a luces azules, verdes, amarillas, anaranjadas, e incluso
tienen una débil respuesta en el rojo cercano. Y lo mismo sucede para los conos L: la respuesta abarca prácticamente el mismo
rango de longitudes de onda, aunque no con la misma intensidad, ya que la respuesta en el extremo rojo es mucho mayor.
Recordamos también que los bastones daban respuesta en todo el espectro, pero es prácticamente nula para los rojos, como ya
habíamos deducido cuando estudiamos la curva de sensibilidad espectral del sistema visual (la curva se desplaza hacia longitudes
de onda corta).
Tabla 6.1. Clasificación de la visión cromática. Las primas (‘) indican que los conos tienen una curva de respuesta anómala, con el máximo desplazado
respecto a las curvas normales. El guión (_) indica que no existen los detectores de esa clase.
Los sujetos tricrómatas tienen tres tipos de conos, sean normales o no. Los sujetos dicrómatas sólo tienen dos tipos de conos.
Los monocrómatas sólo disponen de un tipo de conos, y los únicos casos reportados corresponden a la existencia de conos S. Los
acrómatas no tienen conos, su visión es únicamente debida a los bastones.
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Figura 6.2: Experimento de igualación de color. El observador modifica la proporción de mezcla de 670 y 546 nm hasta igualar con el tono amarillo
589 nm. La gran mayoría de personas igualan en una proporción similar de rojo/verde, mientras que los anómalos y los defectivos cromáticos emplean
otras proporciones distintas.
Sin embargo, hay otros sujetos que igualan para cualquier proporción de rojo y de verde. Es decir, cualquier cantidad de rojo y
de verde en la mezcla coincide para ellos con el amarillo.
Por otra parte, si en lugar de plantear la igualación anterior, planteamos otra similar en la que sumamos verde y azul para
igualar un verde azulado, nos encontramos que también hay otro pequeño grupo de personas que igualan para cualquier
proporción de azul y de verde.
Este tipo de sujetos son catalogados como defectivos cromáticos, en particular, dicrómatas, ya que sólo disponen de dos tipos
de conos.
Pero también existe otro tipo de sujetos que, en la misma experiencia, dan como resultado igualaciones en las que la proporción
de uno de los componentes de la mezcla es mucho mayor de lo normal. Estos sujetos son los anómalos cromáticos, también
llamados parcialmente ciegos al color.
donde R es la respuesta del fotorreceptor, λ la longitud de onda de la luz incidente, y F es el flujo de fotones incidente (cantidad
de luz incidente). Esto implica que la longitud de onda únicamente va a determinar la mayor o menor cantidad de fotones
absorbidos por el receptor y, por tanto, que la respuesta sea más o menos intensa.
La cantidad de fotones absorbida es diferente en ambos semicampos y por lo tanto, de acuerdo al principio de univariancia, la
respuesta de los conos es distinta a uno y otro lado y este sujeto percibe ambos semicampos como distintos. La percepción no
puede ser cromática, ya que el color vendrá codificado por la comparación entre las señales de los conos, y este sujeto sólo
dispone de la información de un tipo de cono.
Sin embargo es posible igualar las respuestas, lo único que hay que hacer es mantener constante el flujo en uno de los dos
semicampos, por ejemplo el de 440 nm, y aumentar el flujo del otro hasta igualar la cantidad final de fotones absorbidos. Así, si
aumentamos el flujo del estímulo de 490 nm hasta 3250 f/s, obtenemos: Rs490 =0.004*3250=13, es decir, hemos igualado las
respuestas.
Como este sujeto no dispone de ningún otro mecanismo (L o M) que le permita discriminar color, percibirá ambos semicampos
exactamente iguales, a pesar de que presentan distinto color.
En la figura 6.4 podemos ver un esquema de los niveles de respuesta antes y después de aumentar el flujo de fotones de uno de
los estímulos.
Figura 6.4: a) Un observador monocrómata, es capaz de distinguir entre los dos colores λa y λb. b) Sin embargo, si aumenta la intensidad de λb el factor
necesario, ya no apreciará diferencias (Cambiar la intensidad no cambia la curva de respuesta, sólo la tasa de fotones absorbidos, por lo que es como si
la curva fuese más alta o más baja que la original).
Este es el caso de los monocrómatas y acrómatas: únicamente son capaces de percibir diferencias de intensidad, es decir,
diferencias de luminosidad. Su visión cromática se reduce a una escala de luminosidad: grises con límites en el blanco y en el
negro.
Acrómatas y monocrómatas son similares en cuanto a su visión cromática. Sin embargo los acrómatas, al no disponer de conos,
no tienen visión central (hay un número muy bajo de bastones en la fóvea) y como consecuencia presentan problemas adicionales
de baja agudeza visual, nistagmo y fotofobia aguda (los bastones se saturan mucho antes que los conos).
Le presentamos ahora a nuestro paciente una igualación de dos colores monocromáticos a y b (ver fig 6.6), y plantemos igual
que en el caso anterior si los percibirá iguales o no y si será capaz de igualarlos de alguna forma:
Figura 6.6: Niveles de respuesta de los conos M y L de un tritanope a dos diferentes colores.
––––––––––––––––––––––
¿Distingue los colores como diferentes? ¿Podrá igualarlos cambiando la intensidad de alguna de las luces?
––––––––––––––––––––––
Si planteamos la igualación entre dos longitudes de onda (por ejemplo 580 y 620 nm) con flujos de 1000 f/s. Nos encontramos
esta relación:
Como vemos, en los dos semicampos tenemos respuestas diferentes tanto de los conos L como de los conos M. Si intentamos
igualar ambas respuestas vemos que resulta imposible. Para igualar la respuesta de los conos M, dejaríamos igual este semicampo
y tendríamos que aumentar el flujo en la otra mitad hasta 6500 f/s. Así tendremos que para 620 nm:
Hemos igualado la respuesta de los conos M, pero ahora la diferencia para las respuestas de los conos L ha aumentado. No es
posible encontrar una relación general en la que se igualen simultáneamente las respuestas de ambos tipos de conos y por lo tanto
que se vean igual los colores de uno y otro semicampo. Consecuentemente, este sujeto es capaz de distinguir estos dos colores
independientemente de la intensidad que presenten. Esta regla tiene sus excepciones, que nos llevará a colores que pueden ser
igualados variando la intensidad de uno de ellos. Para el sujeto normal, en cualquier caso, también se percibirán como colores
diferentes.
Como la única información que tiene para discriminar color es la de los conos L y M, la igualación la hará cuando L1=L2 y
M1=M2. Como vemos, S podrá tomar cualquier valor:
En el diagrama cromático, los colores que cumplen esta condición se distribuyen a lo largo de una línea recta (un grado de
variación, el valor de S). En la figura 6.7 podemos ver un ejemplo, todos los colores representados en la figura tienen la misma
apariencia para el tritanope.
Si la escena está compuesta por ese conjunto de colores de la figura 6.7, este sujeto no tiene información para distinguir entre
diferentes objetos si la única variación entre ellos se debe al color. Por ejemplo, construimos un optotipo como los que suelen
usarse en los tests de detección de alteraciones de la visión del color. Se trata de una escena compuesta por cuadraditos con una
distribución aleatoria de colores de la recta de la figura 6.7. Pero hay un problema asociado a la reproducción del color, debido a la
precisión en esa reproducción: pequeñas variaciones de luminancia. Para evitar que un ligero cambio de luminancia en la
reproducción de algunos de los colores permita al observador distinguir entre ellos, se produce también en la imagen una variación
aleatoria entre varios niveles de luminancia para cada color. De esta forma evitamos ese posible reconocimiento, ya que la tarea
pasa a ser únicamente basada en el color. En la figura 6.8 hemos diseñado el optotipo E bajo estas condiciones. Para un sujeto
normal, la gama de colores que forman el optotipo E se distingue perfectamente del fondo, pero para un sujeto tritanope toda la
figura corresponde al mismo color, confunde todas las zonas de la imagen y es incapaz de leer la letra.
Figura 6.8: Optotipo diseñado a partir de los colores de confusión de la figura anterior. Un sujeto tritanope muy difícilmente será capaz de ver el
optotipo E (M.J. Luque).
Los colores que son confundidos entre sí por los dicrómatas se sitúan sobre rectas que convergen hacia un punto único (ver fig
6.9). Este punto de convergencia se conoce como el centro o punto de confusión y es característico para cada tipo de deficiencia
(identifica las coordenadas cromáticas del mecanismo de respuesta que falta, aunque en la práctica habría una influencia de la
absorción de los medios prereceptoriales, es decir, cornea, cristalino, humores).
Los puntos de confusión en coordenadas CIExy1931 son:
––––––––––––––––––––––
¿Cómo sería la visión de un sujeto que tuviese el centro de confusión por ejemplo en el punto de coordenadas cromáticas
(0.500, 0.300)? Haz un diagrama para razonarlo.
––––––––––––––––––––––
––––––––––––––––––––––
¿Los colores de la línea de confusión común para protanopes y deuteranopes, permitirían distinguir un comportamiento
diferente entre estos dos tipos de dicrómatas?
––––––––––––––––––––––
Como se puede observar en la figura 6.9, los protanopes y los deuteranopes tienen una línea de confusión común, la que
corresponde al límite derecho del diagrama cromático. Esta recta de confusión común es tangente al locus espectral en toda la
zona desde el verde amarillento hasta el rojo profundo, pasando por toda la gama de amarillos y anaranjados. Por eso, en la
igualación propuesta en el anomaloscopio (Rojo + Verde = Amarillo), estos sujetos igualaban en cualquier proporción de rojo +
verde. Este hecho se aprovechará, como veremos, para diagnosticar estas deficiencias. Como puede comprobarse, los
monocromáticos del anomaloscopio se sitúan sobre rectas de confusión diferentes para el tritanope y por tanto este sujeto es capaz
de distinguirlos.
También resulta interesante conocer qué colores se confunden con el blanco. Para ello, se traza la línea de confusión que une
cada centro de confusión con el blanco y todos esos colores tendrán la misma apariencia que el blanco, incluido el correspondiente
punto de corte en el diagrama cromático. Este monocromático particular que tiene el mismo aspecto que el acromático se
denomina punto neutro, y los valores son diferentes para cada tipo de dicrómata:
La importancia del punto neutro radica en que caracteriza también el tipo de alteración de la visión del color.
Conviene aclarar que se trata de simulaciones con modelos matemáticos que no son perfectos. Además, sólo podríamos estar
seguros de que son buenas simulaciones si encontráramos un sujeto con un ojo dicrómata y otro normal, de forma que él mismo
hiciese la comparación. Pero estos sujetos son muy raros, pues las deficiencias cromáticas son binoculares casi en su totalidad.
En la figura 6.11 podemos ver una simulación de cómo ven los colores de una escena real los diferentes casos de deficientes
cromáticos, frente a un sujeto normal. Dependiendo de la gama de colores de la imagen original, puede que protanope y
deuteranope perciban prácticamente lo mismo, pero siempre habrá alguna diferencia en colores o en la luminosidad.
Figura 6.11: Comparación de gama de colores para diferentes tipos de visión cromática. Extraído de Gegenfurtner-Sharpe, 1999.
En la figura 6.12 vemos un ejemplo práctico que nos indica la dificultad de tareas cotidianas para estos sujetos: distinguir
monedas. En el ejemplo se comparan las monedas de 20 y 5 céntimos, que tiene tamaños parecidos. Para protanopes y
deuteranopes la percepción del color es prácticamente la misma entre ambas monedas, lo que entorpece la tarea de distinguirlas.
Figura 6.12: Comparación del color de las monedas de 20 y 5 céntimos de euro para un sujeto normal, un deuteranope y un protanope (de arriba
abajo). Según datos de Pardo, Pérez y Suero, 2002.
Además de la percepción de colores diferente, en algunos de los ejemplos hemos visto que la percepción de la luminosidad no
es la misma según el tipo de dicrómata. Veamos seguidamente las curvas de sensibilidad espectral de cada uno de estos sujetos
(ver fig 6.13). El sujeto tritanope tiene una curva muy parecida a la del sujeto normal, salvo en la zona de bajas longitudes de onda
donde se aprecia una pérdida de sensibilidad. Con las anomalías rojo-verde no sucede lo mismo, protanope y deuteranope son
claramente diferentes entre sí. Este parámetro también permite distinguir el tipo de dicrómata.
Figura 6.13: Comparativa de las curvas de sensibilidad espectral normal y dicrómatas. Según datos de Stockman, MacLeod & Johnson, 1993 (protan y
deutan) y Wright, 1951 (tritan).
Con los deuteranómalos ocurre algo similar, pero en este caso, es el pigmento M’ el que está anormalmente desplazado hacia el
rojo (ver fig 6.15). El máximo de absorción ya no corresponde a 540 nm (M) sino que se desplaza hacia una longitud de onda más
alta y por lo tanto más cercana al pigmento L. En este caso, existe una menor sensibilidad en la zona de los verdes, como
consecuencia, necesitarán colocar más verde en la igualación.
Figura 6.15: Los sujetos deuteranómalos presentan pigmentos S, M’ y L. En la figura se muestra la diferencia entre un pigmento M normal y el
pigmento M’. M’ es un pigmento con el máximo desplazado hacia el rojo, más cercano al de los conos L, y el sujeto pierde sensibilidad en la zona de
los verdes.
Esta hipótesis de un anormal desplazamiento en el máximo de absorción del pigmento fue confirmada por los trabajos de
Piantanida, Sperlig, o Rushton, quienes identificaron la existencia de pigmentos anormales en los protanómalos y deuteranómalos.
También se han detectado algunos casos, muy pocos, de tritanomalías. En estos casos la causa es siempre patológica, por lesiones
en nervio óptico o retina y no por la existencia de un pigmento anormal.
La variación en la sensibilidad de los anómalos, también se aprecia en su curva de visibilidad (ver fig 6.16). En el caso del
protanómalo hay un desplazamiento hacia el verde, mientras que en el caso del deuteranómalo, el desplazamiento es hacia el rojo,
aunque menos marcado. Recordamos que este comportamiento también se apreciaba en las curvas de los protanopes y
deuteranopes. En cierto modo resulta predecible ese comportamiento similar, ya que al tener los pigmentos L y M unos espectros
de absorción parecidos en cuanto a la forma de la curva, el desplazamiento extremo de la curva de L hacia M o viceversa, equivale
a la ausencia del correspondiente pigmento.
Figura 6.16: Curvas de sensibilidad espectral correspondientes a un observador normal, un protanómalo y un deuteranómalo. Según datos de Wriht
(1946), extraída de Wyszecki & Stiles, 1982.
CUESTIONES
1. Responde cuál o cuáles respuestas son correctas.
a. Los conos L responden exclusivamente a luz roja, y los conos M a luz verde.
b. Los conos M responden exclusivamente a luz roja y los conos L a luz verde.
c. Tanto unos como otros responden en un amplio rango de longitudes de onda, que incluyen luces rojas y verdes.
d. La respuesta a corresponde a protanopes y la b a deuteranopes.
e. Todas son falsas.
a. L’ M S
b. L M S’
c. L’ _ S
d. L _ S
e. _ _ S
f. _ M S.
a. L M’ S’
b. L M S’
c. L’ _ S
d. L _ S
e. _ _ S
f. L’M S.
a. L’ M S
b. L M S’
c. L M’ S
d. L _ S
e. _ _ S
f. _ M S.
a. Protanope.
b. Deuteranope.
c. Tritanope.
d. Acrómata.
e. Monocrómata.
f. Protanómalo.
a. Es el punto de corte con el locus de la recta que pasa por el blanco (aproximadamente 495nm).
b. Es el punto donde confluyen todas las rectas de confusión. En este gráfico corresponde al extremo de 700 nm del
locus.
c. Es el punto marcado con una W, el blanco equienergético.
d. Los protanopes no tienen punto neutro.
e. Los deuteranopes no tienen un único punto neutro.
a. Es el punto de corte con el locus de la recta que pasa por el blanco (aproximadamente 495nm).
b. Es el punto donde confluyen todas las rectas de confusión. En este gráfico corresponde al extremo de 700 nm del
locus.
c. Es el punto marcado con una W, el blanco equienergético.
d. Los protanopes no tienen punto neutro.
e. Los deuteranopes no tienen un único punto neutro.
10. Si el centro de confusión estuviera dentro del diagrama cromático en la zona de los azules:
Establecer un modelo que reproduzca las respuestas de cualquier sistema tiene como objetivo predecir su comportamiento ante
una amplia gama de condiciones.
En nuestro caso, buscamos modelos matemáticos que reproduzcan la sensación visual. Por un lado, para comprender mejor
todo el proceso visual, al que no tenemos acceso directamente, sino a través de experimentos psicofísicos. Por otro lado, para
poder predecir una respuesta sin necesidad de llevar a cabo el experimento. Esto es una gran ventaja, sobre todo si pensamos que
la percepción visual está influenciada por una gran cantidad de factores y que conocer todas las respuestas implicaría un número
inasequible de situaciones experimentales.
Un buen modelo de visión debe reproducir un número aceptable de experimentos de los que sí se conoce la respuesta, por lo
que suele ser una tarea compartida entre investigadores de la comunidad científica. Hay modelos que funcionan correctamente
para una serie de experiencias pero no funcionan para otras. Todavía no hemos encontrado ‘el modelo’. Cuando se haya alcanzado,
la visión artificial no se distinguirá de la real.
Los conos presentan una serie de características que todos estos modelos incorporan:
los conos L presentan un máximo en 565 nm y ocupan todo el espectro,
los conos M presentan un máximo en 540 nm y ocupan casi todo el espectro, pero no responden a las longitudes
largas,
en longitudes de onda largas la respuesta de L es muy superior a la de M,
el cociente M/L es máximo en 465 nm (donde son iguales),
los conos S presentan un máximo en 440 nm y son sensibles sólo para longitudes inferiores a 520 nm.
Esto modelos se denominan genéricamente como espacios LMS, donde L(C), M(C) y S(C) son las respuestas de los tres tipos
de conos al estímulo de color C. Estos receptores fundamentales pueden expresarse como una transformación lineal de los
primarios de la CIE (en los espacios cromáticos RGB o XYZ). Por ejemplo:
donde X, Y y Z son los valores triestímulo del color C. Este es el sistema de representación del color conocido como espacio de
excitación de conos o espacio de McLeod-Boynton (1979). En este modelo, los mecanismos de visión se manifiestan de forma
directa y facilita la interpretación de resultados. De estos valores triestímulo LMS se obtienen las coordenadas cromáticas l, m y s
pero mediante expresiones diferentes a las estudiadas en el capítulo 4 y de forma que l+m=1:
Este tipo de modelos, basados únicamente en la colorimetría triestímulo, permiten caracterizar el color de los estímulos y
predecir el resultado de operaciones sencillas con colores (las leyes de Grassman). Pero no permiten predecir los descriptores
perceptuales de los estímulos, la influencia del iluminante y la influencia del entorno. Por tanto, la colorimetría triestímulo no
puede por sí sola explicar el funcionamiento de nuestro sistema visual.
2. MODELOS ATD
Dado que la mezcla de las respuestas de los tres tipos de conos explica muchos fenómenos de apariencia del color, parece
razonable pensar en un modelo con más de una etapa de procesado, donde una de esas etapas (la primera) fuera esa trivariancia,
pero que además existieran otras etapas de procesado posteriores. Esas etapas posteriores son las que permitirían explicar otros
fenómenos adicionales de la visión del color.
La estructura general de un modelo de visión del color debe incorporar algunos aspectos básicos:
la trivariancia visual,
la existencia de mecanismos oponentes,
la adaptación al nivel de luminancia,
la adaptación al entorno.
Proceso Claro-Oscuro,
Proceso Amarillo-Azul,
Proceso Rojo-Verde.
La idea de oponencia implica que las categorías Rojo-Verde (y de la misma forma Azul-Amarillo y Claro-Oscuro) son los dos
extremos de variaciones de un continuo. Por ejemplo: más claro implica necesariamente menos oscuro. Un color no puede ser al
mismo tiempo claro y oscuro. Lo mismo, por extensión, se aplica a las descripciones cromáticas: más rojo implica menos verde y
más azul implica menos amarillo.
Aparte de no tener ningún soporte experimental, Hering chocó frontalmente con la teoría tricromática establecida y con las
ideas fisiológicas de la época. Según Müller, «una fibra nerviosa es capaz de conducir únicamente un tipo de información
cualitativa». Por tanto, una fibra nerviosa no podía transmitir información de rojo y verde, ya que son cualitativamente diferentes.
Es por esto que sus ideas fueron cuestionadas y no se consideraron correctas hasta muchos años más tarde, cuando se comprobó
experimentalmente la existencia de estos mecanismos oponentes.
Figura 7.3: Experimento de cancelación de tono. Dado un color luz C p. ej. naranja rojizo, añadiendo suficiente cantidad de luz verde se cancela la
componente rojiza y se percibe un amarillo.
Los resultados de este experimento corroboran la idea de oponencia cromática al poder cancelar un tono con su
complementario. Además demuestra que sólo son necesarias cuatro sensaciones básicas para describir cualquier color espectral, ya
que los observadores sólo necesitan las cualidades rojo, verde, amarillo y azul para describirlos, no utilizando nunca las
agrupaciones rojo-verde ni azul-amarillo (por ejemplo, un color rojizo no es descrito al mismo tiempo como verdoso).
Podemos definir la valencia cromática como la cantidad de cada componente de la mezcla y, por tanto, lo que tendremos que
añadir del color complementario para cancelar una parte. La valencia cromática se representa en la conocida figura de Jameson y
Hurvich de 1955 (ver fig 7.4):
Figura 7.4: Curvas de valencia cromática, según datos de Jameson y Hurvich, 1955. Extraída de Artigas, 1995.
––––––––––––––––––––––
Selecciona un color de por ejemplo 450 nm. ¿Qué componentes tiene? ¿Con qué colores se anularía cada una? ¿Todos los
monocromáticos tienen dos componentes en la mezcla? Fíjate en las zonas en que se unen las curvas de rojo con verde y de azul
con amarillo. Esos brazos de cada curva son asíntotas, continúan hacia abajo sin tocarse.
Los monocromáticos de 475 nm (azul), 500 nm (verde) y 575 nm (amarillo) se denominan tonos únicos, y están caracterizados
por tener una sola componente.
––––––––––––––––––––––
Habitualmente se asigna un signo positivo o negativo para destacar el concepto de oponencia, de manera que si se giran las
curvas correspondientes por ejemplo al azul y al verde, se obtienen las llamadas curvas de respuesta de los mecanismos rojo-verde
y azul-amarillo del modelo oponente (ver fig 7.5). Los autores postularon que estas curvas debían ser combinaciones de las
funciones de igualación de color.
Figura 7.5: Curvas de respuesta de los mecanismos cromáticos rojo-verde y azul-amarillo. Según datos de Jameson y Hurvich, 1955.
––––––––––––––––––––––
Fíjate también en las zonas en que se unen las curvas de rojo con verde y de azul con amarillo. En esta gráfica puedes ver que
esos puntos corresponden a ceros de ese mecanismo, por lo que se denominan también puntos neutros del mecanismo. ¿Es más
fácil responder ahora a la pregunta de si todos los monocromáticos tienen dos componentes?
––––––––––––––––––––––
Los modelos ATD de visión del color son cuantitativos, de modo que cualquier cambio en un estímulo cromático pueda
describirse mediante operaciones matemáticas en un espacio de representación. La complejidad del modelo va a depender de la
cantidad de fenómenos visuales que sea capaz de explicar, aunque como ya hemos adelantado no existe ningún modelo que sea
capaz de responder a todas las preguntas.
La estructura general de un modelo de visión cromática (ATD) se basa en la relación entre el estímulo físico y la respuesta del
sistema visual en un nivel fisiológico determinado (conos, LGN, corteza visual etc…). Esta relación puede ser lineal o no, por lo
que distinguiremos en primer lugar dos grandes clases entre los modelos atendiendo a si las operaciones matemáticas para obtener
la respuesta son lineales o no lo son. Además, distinguiremos las diferentes etapas de que conste el modelo, según el nivel
fisiológico al que corresponda.
Aunque la descripción del estímulo físico comienza con los valores triestímulo, para simplificar vamos a considerar como
inicio la etapa de conos en la retina. Sólo faltaría añadir el paso de valores triestímulo XYZ al espacio de excitación de conos
LMS, perfectamente conocido y tabulado. La representación general del cambio desde el espacio de excitación de conos hasta la
salida ATD sería:
Con estos condicionantes la señal acromática es siempre positiva y se garantiza que los canales T y D sean oponentes. T es una
señal oponente rojo-verde y D una señal oponente azul-amarillo.
Dependiendo del modelo, la salida ATD puede estar localizada en el LGN, en la corteza visual, o incluso puede corresponder a
la percepción final del sujeto. En este caso hablamos de descriptores perceptuales L, C y h (Luminosidad, Colorido y Tono) y se
suelen expresar como combinaciones de A, T y D, a las que se llega mediante una transformada (OPATD→LCh) que puede incluir
operaciones lineales o no lineales:
Figura 7.7: Esquema de las transformaciones entre LMS y los descriptores perceptuales LCh.
El canal oponente de cromaticidad amarillo-azul (D) recibe una señal amplificada con signo negativo desde valores
relativamente pequeños del cono S y una señal de longitudes de onda largas desde los conos L y M: (L+M)-S.
Cuando S>L+M, la respuesta del canal es negativa y el color es interpretado en estadios superiores del proceso visual como
azul. Por otro lado, cuando S<L+M, la respuesta del canal es positiva y el color es interpretado como amarillo.
Para longitudes superiores a 520 nm los conos S prácticamente no dan respuesta, por lo que la señal del canal es entonces
positiva y se interpreta siempre como amarillo.
Además, el blanco equienergético W cumple estas dos condiciones: LW=2MW y LW+MW=SW. Esto nos indica que no se percibe
ni rojo, ni verde, ni azul, ni amarillo.
Podemos afirmar que la señal L+M se transmite por fibras nerviosas diferentes a las que transmiten la señal L-2M.
La ecuación de transformación de los receptores LMS a los mecanismos ATD es la siguiente:
Todos los modelos de visión cromática coinciden en grandes rasgos en esta estructura general que acabamos de ver para el
modelo de Boynton: hay dos canales oponentes y hay un canal aditivo no oponente para la luminancia. Sin embargo, existen
ciertos puntos de discrepancia entre unos modelos y otros que aún no se ha logrado aclarar:
Respecto al canal T, siempre hay oponencia T=L-M, pero se discute si existe contribución o no de los conos S. En
caso de que existiera, esta contribución sería del tipo (L+S)-M.
Respecto al canal D, siempre hay oponencia D=L-S, pero se discute si existe contribución o no de los conos M a este
canal. En caso de que existiera, esta contribución sería del tipo (L+M)–S.
Respecto al canal A, siempre es aditivo, A=L+M, pero se discute si existe contribución o no de los conos S a este
canal. En caso de que existiera, esta contribución sería del tipo aditivo L+M+S. La mayoría de resultados
experimentales apuntan a que no existe esta contribución.
Aunque no vamos a razonarlos aquí, los modelos ATD resuelven algunos de los efectos visuales para colores aislados. El efecto
Helmholtz-Kohlsrausch, el efecto Aubert-Abney, el efecto Bezold-Brücke y la apariencia del color para los dicrómatas pueden
explicarse con modelos ATD lineales.
Figura 7.11: Representación esquemática del modelo CIELAB. Se desarrolla a partir de los valores triestímulo XYZ y contempla un iluminante (W) y
un mecanismo de adaptación cromática. Las coordenadas (a*,b*) corresponden a la cromaticidad del estímulo (T y D), mientras que L corresponde al
canal acromático A.
Este modelo se puede considerar como el primer modelo ATD, a pesar de que la salida no se nombra con esas iniciales, sino
como L*, a*, b*. Las expresiones de estos tres parámetros se dan siempre en función de XYZ del color y del blanco de referencia
(ver fig 7.12).
Figura 7.12: Ecuaciones de transformación y representación gráfica del modelo CIELAB
(http://disenoypreimpresionmozadr.files.wordpress.com/2012/03/labsys.jpg).
Este modelo mejora las prestaciones de un modelo lineal. Por ejemplo predice los pares correspondientes como veremos más
adelante. Pero no es capaz de predecir todos los efectos para colores relacionados ya que no introduce información del entorno del
test. Además, no es un espacio uniforme perceptualmente, como también veremos más adelante.
a) El modelo de Derrington-Krauskopf y Lennie (1984), también conocido como DKL, espacio de contraste de conos o de
modulaciones oponentes. Es un modelo lineal que incluye una dependencia del estímulo de fondo adaptador, pero con una
característica que lo diferencia del resto de modelos. Como el comportamiento del sistema visual humano es altamente no lineal,
cuando relacionamos las variaciones de un estímulo C con las variaciones a un nivel fisiológico determinado (conos, LGN), la
relación es sólo lineal en la vecindad de ese estímulo C. Esto nos permite hacer lo que se llama una caracterización diferencial de
cómo el sistema visual responde a condiciones de adaptación de los conos o del LGN.
Si consideramos un fondo definido por (L0, M0, S0) en el espacio de excitación de conos, podemos estudiar las amplitudes (∆A,
∆T, ∆D) asociadas a un estímulo incremental (∆L, ∆M, ∆S), que sería nuestro color sobre ese fondo. La notación matricial es la
siguiente:
b) Modelos más complejos que proponen explícitamente la adaptación y mecanismos de compresión de señales: por ejemplo el
modelo Guth de 1991. No es estrictamente un modelo de visión del color, sino un modelo de adaptación, incluyendo ruido y
control de ganancia a nivel de los conos, así como no linealidades en dos etapas oponentes.
La existencia de una amplia variedad de modelos de visión, así como el hecho de que su desarrollo constituye uno de los
objetivos de muchos grupos de investigación, nos hace darnos cuenta de que todavía no tenemos un modelo ideal que sea capaz de
cubrir todas las necesidades. Para cada problema de visión del color que deseemos resolver, debemos elegir el modelo que
proporciona la máxima información con la mínima complejidad de cálculo.
Supongamos que para una magnitud M el umbral de discriminación es U (discriminar es sinónimo de distinguir, diferenciar).
Cuanto mayor es U, la capacidad de discriminación asociada a esa magnitud ¿es mayor o menor? Dicho de otra forma, cuanto
mayor es U, ¿discriminamos mejor o peor los cambios en esa magnitud, nos daremos cuenta antes o después de que hay un
cambio?
––––––––––––––––––––––
A la hora de preguntarnos por cómo ha de ser de diferente un color para que el sujeto perciba que ha cambiado, podemos pensar
en varias opciones, debido al carácter tridimensional de la descripción colorimétrica. El planteamiento más lógico será el que
incluya todas las variables del color al mismo tiempo, es decir, el umbral de color propiamente dicho. Pero antes de valorar la
diferencia total de color veamos algunos resultados experimentales de las variables por separado.
Por ejemplo, al considerar los descriptores perceptuales, podemos plantearnos umbrales de tono, luminosidad y colorido. Si
pensamos en los descriptores físicos del color, nos plantearemos umbrales de longitud de onda, de luminancia y de pureza. Como
ya hemos hablado de los umbrales de luminancia en temas anteriores, en este capítulo vamos a ver los otros dos tipos.
Figura 7.13: Representación de los umbrales diferenciales de longitud de onda para colores monocromáticos, según datos de Wright y Pitt, 1934.
Extraída de Artigas, 1995.
––––––––––––––––––––––
¿Para qué gama de colores tenemos mayor y menor capacidad de discriminación de longitudes de onda? Si comparamos un
verde de 500 nm y un rojo de 650 nm, ¿para cuál de los dos tendremos que variar más su longitud de onda si queremos distinguir
un color diferente?
––––––––––––––––––––––
El rango de umbrales está comprendido entre 1 y 6 nm, siendo el incremento medio del orden de 2.5 nm, pero no podemos
olvidar que hay muchos colores con incrementos superiores a los 2 nm.
Podemos aplicar estos resultados si queremos diagnosticar algunas patologías. Por ejemplo, en la diabetes hay alteraciones
retinianas que llevan asociada una pérdida de discriminación cromática muy acusada en prácticamente todo el espectro. En la
figura 7.14 se compara la curva normal con la de un paciente diabético. Como podemos ver hay una pérdida de discriminación en
todo el espectro, además de una pérdida más acusada en la zona de cortas longitudes de onda, cuya detección está mediada por el
canal azul-amarillo.
Figura 7.14: Representación de los umbrales diferenciales de tono para colores monocromáticos en un observador normal y otro diabético, según datos
de Marré y Marré, 1986. Extraída de Cronly-Dillon, 1991.
También podemos utilizar este parámetro para diagnóstico, por ejemplo en el caso de diabetes visto anteriormente (ver fig
7.16). Las pérdidas respecto al sujeto normal son más acusadas para altas y bajas longitudes de onda (rojos y azules), pero se
puede considerar normal en las intermedias.
Figura 7.16: Umbrales diferenciales de pureza para un sujeto normal y un sujeto con diabetes, según datos de Marré y Marré, 1986. Extraída de
Cronly-Dillon, 1991.
Figura 7.17: Resultados obtenidos por MacAdam en sus experimentos de discriminación de color. Los ejes de las elipses están ampliados en un factor
10, para su mejor visualización. Este trabajo pone de manifiesto la falta de homogeneidad del diagrama CIExy1931, ya que en un espacio homogéneo,
esas elipses deberían ser círculos. Extraída de Wyszecki & Stiles, 1982.
En primer lugar seleccionó veinticinco colores distribuidos por todo el diagrama cromático. Para cada uno de ellos (x0,y0),
realizó igualaciones a lo largo de diferentes líneas/direcciones radiales en el diagrama cromático, de forma que en cada dirección
se determina el umbral de discriminación respecto al color del punto central. La dispersión de las igualaciones realizadas por el
observador se puede ajustar a elipses. Los resultados nos indican que todos los colores incluidos dentro de cada elipse no son
distinguibles entre sí para el observador.
Hoy en día se conocen como las elipses de MacAdam. Su orientación y tamaño es diferente en cada zona del diagrama
cromático, lo que nos indica que el diagrama cromático xy no es uniforme: un cambio constante en cualquier coordenada no se
corresponde con un cambio igual en la percepción del color.
Las elipses de MacAdam se calcularon en un plano de luminancia constante, pero posteriormente Brown y MacAdam
estudiaron el problema considerando también variaciones en luminancia. El resultado son los elipsoides de Brown y MacAdam
que se muestran en la figura 7.18.
Figura 7.18: Elipsoides de Brown y MacAdam. Extraída de Wyszecki & Stiles, 1982.
En un espacio euclídeo la diferencia de color (∆E) corresponde a una distancia, por lo que aplicaremos la expresión de la
distancia entre dos puntos como la suma ponderada de la contribución sólo de cromaticidad y la de luminancia. Por ejemplo, en
CIELab:
En un modelo general ATD, la diferencia de color entre dos muestras se calcula o bien a partir de las señales de salida ATD o
bien a partir de los descriptores perceptuales LCh:
––––––––––––––––––––––
Aplicando esta definición de distancia al espacio XYZ, dos colores a igual distancia métrica uno de otro en el diagrama
cromático CIExy, deberían mantener la misma diferencia perceptual en cualquier zona del diagrama. ¿Es correcta esta afirmación?
––––––––––––––––––––––
Las diferencias de color tienen una gran importancia económica y comercial. Un producto puede ser aceptado o rechazado por
el consumidor en función de una diferencia de color perceptible. Uno de los grandes retos de la colorimetría está en establecer un
criterio universal de especificación del color y una expresión para evaluar y predecir la diferencia de color, es decir, una fórmula
de diferencia de color. Retomaremos esta idea en el punto siguiente.
Figura 7.19: Determinación de «pares correspondientes» en cabina de iluminación. La tarea del observador consiste en determinar qué muestra de la
derecha, vista con un ojo bajo iluminante A, se percibe igual que la muestra de la izquierda vista con el otro ojo bajo un iluminante D65.
En la figura 7.20 se presentan los resultados obtenidos por Breneman con la pareja de iluminantes D65 (círculos) y A
(triángulos negros) en el espacio CIELUV (espacio de características similares al CIELAB, propuesto en el mismo año por la
CIE). Las muestras no son iguales, pero tienen la misma apariencia en las condiciones del experimento. En la figura también se
muestran las predicciones de un modelo de visión del color (triángulos blancos). El modelo, dado un color del par correspondiente
(círculo) en unas condiciones, calcula cuál debe ser el segundo color del par en las otras condiciones, con la condición intermedia
de que la apariencia sea la misma. Para esto se impone la condición de que la diferencia de color percibida sea nula. Si el modelo
fuera perfecto, los datos experimentales (triángulos negros), y los datos predichos por el modelo (triángulos blancos) deberían
coincidir unos sobre otros.
Figura 7.20: Resultados experimentales para siete pares correspondientes (unidos por flecha), y predicciones de un modelo de visión cromática
(triángulos blancos). Los resultados se muestran sobre un diagrama CIELuv. Extraída de Fairchild, 2005.
En la figura 7.21 podemos ver un ejemplo de las predicciones hechas por los modelos CIELAB y CIELUV:
Figura 7.21: Predicción de la apariencia cromática de los modelos CIELAB y CIELUV. M.J. Luque.
En la fila superior vemos el aspecto que tendrían las nueve muestras coloreadas del ejemplo si las pusiésemos bajo una
bombilla D65 (blanca) y al lado el aspecto que tendrían las mismas muestras bajo una bombilla A (anaranjada). La diferencia entre
las dos imágenes es el cambio colorimétrico que ha tenido lugar al cambiar el iluminante. Pero no era esto lo que queríamos
plantear, sino, saber qué muestras deberíamos escoger de forma que si las mirásemos con la bombilla A tuviesen el mismo aspecto
que las muestras originales bajo la bombilla D65. En la fila inferior de la figura vemos la predicción de la apariencia que hacen los
modelos CIELAB y CIELUV. Aunque la comprobación debería hacerse mirando cada figura con su iluminante correspondiente,
vamos a suponer que estamos en las condiciones necesarias. Si nos fijamos en la figura 7.21, ambos modelos predicen
relativamente bien los colores, ya que se parecen bastante a los originales (arriba-izq). Pero apreciamos diferencias que nos
permiten afirmar que la predicción de CIELAB es más acertada.
Figura 7.22: Izquierda: locus de croma y tono constantes en un diagrama perfectamente homogéneo. Derecha: resultados reales en el espacio CIExy.
Podemos encontrar otros espacios donde los resultados para los locus de croma y tono constante son más homogéneos que en
CIExy. En la figura 7.23 se representan estos locus para distintos espacios: CIELAB, CIELUV y SVF, un modelo no adoptado por
la CIE, sino propuesto por Seim y Valberg, con resultados prometedores.
Figura 7.23: Locus de croma y tono constantes en los diagrama CIELAB, CIELUV y SVF. Como puede verse estos espacios de representación, a pesar
de no ser perfectos, son muchísimo más homogéneos que CIExy. M.J. Luque.
En el espacio SVF las transformaciones matemáticas tratan de ser coherentes con las evidencias conocidas acerca del
funcionamiento de las células del sistema visual. Impone un doble criterio, que el modelo reproduzca los locus de croma constante
del Atlas Munsell y que las transformaciones reproduzcan las respuestas reales de los fotorreceptores y de las diferentes células
del LGN. Se trata por lo tanto de un modelo fisiológico: no solamente considera que el resultado matemático sea correcto, sino
que las ecuaciones deben ser coherentes con el funcionamiento de las células visuales.
Figura 7.24: ¿Qué criterio sería el más adecuado para clasificar un muestrario cualquiera de colores?
Un sistema de ordenación del color, o atlas de colores, es básicamente un criterio para ordenar los colores de acuerdo a sus
atributos y un método de notación que permite la especificación del color. La ordenación se realiza de forma que cuanto más
parecidos sean los atributos de dos colores, más próximos estén sus valores numéricos.
Un sistema de ordenación generalmente está formado por muestras físicas, por tanto están sujetos al deterioro por el manejo y
la luz, a la dependencia del soporte, a la falta de continuidad en la reproducción de parámetros etc. En este apartado vamos a ver
algunos de los sistemas más conocidos de ordenación y de nomenclatura del color.
Es sin duda el más importante y conocido de los sistemas de ordenación para aplicaciones basadas en visión, ya que la
ordenación de las muestras está realizada por observadores reales. Además, por su antigüedad se ha empleado en innumerables
estudios de visión.
Este Atlas (ver fig 7.25) está formado por una serie de muestras coloreadas y grises, ordenadas según criterios perceptivos, es
decir, la distancia perceptiva entre cada dos muestras se mantiene constante en cualquier dirección del espacio. Es por esto que
constituye una base de datos muy usada en visión para testear el comportamiento de modelos de visión del color.
La clasificación de las muestras en el Atlas responde a tres criterios:
Figura 7.26: Atlas de color NCS, en dos ediciones diferentes. Extraídas de www.ncscolour.com.
Este Atlas (ver fig 7.26) está basado principalmente en la oponencia de colores, estableciendo 6 colores elementales y las
proporciones entre ellos (ver fig 7.27):
Figura 7.27: Colores elementales del sistema NCS.
Estos colores están relacionados con una serie de atributos cognitivos, escalados de 0 a 100: blancura w, negrura s, amarillez y,
rojidez r, azulez b, verdor g, y contenido cromático c.
5.3. HSV
Otro sistema de ordenación del color es el modelo HSV (ver fig 7.28), que define los colores en función de los valores de tres
atributos: matiz (H), saturación (S) y brillo (V).
El matiz hace referencia al color como tal, por ejemplo el matiz de la sangre es rojo. La saturación o intensidad indica la
concentración de color en el objeto. La saturación de rojo de una fresa es mayor que la del rojo de unos labios. Por su parte, el
brillo denota la cantidad de claridad que tiene el color (más o menos oscuro).
5.4. PANTONE
Entre los sistemas comerciales de definición de colores, el más conocido es el sistema Pantone (ver fig 7.29). Se basa en la
edición de una serie de catálogos sobre diversos sustratos (superficies a imprimir: brillo, satinado, mate….), que suministran una
codificación estandarizada mediante un número de referencia y un color específico.
Figura 7.29: Catálogos del sistema Pantone. Extraída de www.pantone-espana.com.
Figura 7.30: Ejemplos de colores en notación hexadecimal y el equivalente en niveles digitales. Extraída de www.proyectacolor.cl/aplicacion-del-
color/modelos-de-color/modelo-rgb.
5.6. CMYK
La síntesis aditiva no es la única forma de percibir el color. Cuando hablamos de pinturas o tintes, es la síntesis sustractiva la
que entra en juego.
Cuando la luz solar choca contra la superficie de un objeto, éste absorbe y refleja ciertas longitudes de onda. La relación entre
la parte absorbida y la reflejada es precisamente la causante de los colores de los objetos. Por ejemplo una pintura ‘roja’ actúa de la
misma forma que lo haría un filtro que sólo refleja la parte roja de la luz blanca que incide y absorbe la parte verde y azul, es decir,
se comportaría como un filtro cian (el opuesto del rojo). La cantidad de pigmento rojo aplicada en un papel controlará la parte cian
del color percibido. Es por esto que se denomina síntesis sustractiva.
En esta concepción sustractiva los colores primarios no son rojo, verde y azul, sino el cian, el magenta y el amarillo (ver fig
7.31). A partir de estos tres colores podemos obtener casi todos los demás, salvo el blanco y el negro.
Efectivamente, la mezcla de pigmentos cian, magenta y amarillo no produce el color blanco, sino un color gris sucio, neutro. En
cuanto al negro, tampoco es posible obtenerlo a partir de los primarios, siendo necesario incluirlo en el conjunto de colores básicos
sustractivos, obteniéndose el modelo CMYK (Cyan, Magenta, Yellow, Black). En la figura 7.32 podemos ver un ejemplo de
notación CMYK.
Figura 7.32: Ejemplo de especificación CMYK. Extraída de
datateca.unad.edu.co/contenidos/299210/exe/ContLine_299210/leccin_9_modelos_de_color.html.
CUESTIONES
1. Rellena los huecos correspondientes:
Experiencia de [........]: «Es posible cancelar el tono de un estímulo monocromático mediante la superposición de luz de
longitud de onda opuesta a la que se quiere cancelar. Una luz monocromática naranja (600 nm) tiene como componentes
primarios [........]. Usando un monocromático verde, es posible cancelar el tono [........], resultando un color [........] único. La
cantidad de color verde añadido hasta cancelar el tono será la valencia cromática.
3. Indica cuales de estos efectos no quedan resueltos (no se pueden explicar) con el modelo de Boynton:
a. Efecto Helmholtz-Kohlsrausch.
b. Efecto Bezold-Brücke.
c. Efectos de adaptación del fondo.
d. Efectos de influencia del entorno.
e. Efecto Aubert-Abney.
f. Todas son ciertas.
4. Supongamos un color monocromático de 500 nm y otro de 650 nm. Supongamos que podemos variar su longitud de onda de
nm en nm, fijándote en la gráfica de umbrales de longitud de onda (7.13), ¿cuál de las siguientes afirmaciones es la correcta?
a. 499 y 501 serán colores iguales al color de 500 nm, 646 y 654 serán colores iguales al color de 650 nm.
b. 499 y 501 serán colores diferentes del color de 500 nm, 646 y 654 serán colores diferentes del color de 650 nm.
c. 498 y 502 serán colores diferentes del color de 500 nm, 648 y 652 serán colores diferentes del color de 650 nm.
d. 498 y 502 serán colores iguales al color de 500 nm, 648 y 652 serán colores iguales al color de 650 nm.
a. tenemos dos amarillos exactamente iguales en un campo bipartito y añadimos blanco a uno de ellos hasta
percibirlos como diferentes.
b. Tenemos dos azules exactamente iguales y añadimos blanco a uno de ellos hasta percibirlos como diferentes.
8. La figura representa una hoja de un atlas de color, ¿de que atlas se trata?
a. Atlas Munsell.
b. Atlas Farnsworth-Munsell 28H.
c. Atlas Farnsworth-Munsell 100H.
d. Atlas NCS.
e. Atlas Helmholtz.
f. Atlas Hering.
9. La figura representa una hoja de un atlas de color, ¿De que atlas se trata?
a. Atlas Munsell.
b. Atlas Farnsworth-Munsell 28H.
c. Atlas Farnsworth-Munsell 100H.
d. Atlas NCS.
e. Atlas Helmholtz.
f. Atlas Hering.
10. En el atlas de la pregunta anterior, ¿por qué crees que en cada línea hay diferente número de muestras de color?
8. Visión espacial
Figura 8.1: Una función compleja puede descomponerse mediante el análisis de Fourier en la suma de ondas sinusoidales elementales con diferente
frecuencia y amplitud. Imagen cortesía de «dan» en www.FreeDigitalPhotos.net.
Los objetos más elementales para nuestro sistema visual van a ser esas ondas sinusoidales. En primer lugar será necesario
descomponer la escena para obtener su contenido frecuencial, a continuación esa información será procesada y por último será
necesario volver a componerla.
1.1. Nociones previas sobre ondas y redes
Matemáticamente, una onda no es más que un corte longitudinal de una estructura 2D que se denomina red (ver fig 8.2). La red
está compuesta por un conjunto de bandas claras y oscuras. La onda es en realidad un perfil de la variación de luminancia a lo
largo de la dirección perpendicular a dichas bandas.
Las bandas claras son más luminosas y por tanto incluyen el máximo valor de luminancia de la onda, mientras que las bandas
oscuras son menos luminosas e incluirán el mínimo valor. La transición del máximo al mínimo en una onda sinusoidal no es
brusca sino que es un cambio suave y progresivo de intensidad.
Para definir una red espacial correctamente, hace falta fijar una serie de variables:
Figura 8.3: La frecuencia espacial de una red indica el número de ciclos (sucesión de una banda clara y una banda oscura) por unidad de ángulo visual
(unidad= ciclos/grado). En la figura se representa un ciclo medido de centro a centro de dos bandas oscuras consecutivas.
Amplitud: está relacionada con la variación de luminancia entre el valor máximo y el valor mínimo que toma.
Matemáticamente se expresa así:
Contraste: da una medida de la luminancia de un punto en relación al resto de la escena. Para una red sinusoidal, se
representa así:
Cada persona tiene una mayor o menor capacidad para la visión espacial, en función de distintas características de su sistema
visual, tanto de la parte óptica como de la parte neural. Así, considerando ahora el sistema visual como un detector, podemos
definir el contraste umbral de detección y la sensibilidad del sistema.
Contraste umbral: es el contraste mínimo por debajo del cual no hay detección (no se aprecia la red espacial).
Sensibilidad: es mayor cuanto menor es el contraste que una persona es capaz de detectar. Es por tanto inversamente
proporcional al contraste umbral de detección y se define como:
Cuanto menor es el contraste umbral de detección, mayor es la sensibilidad del sistema visual.
––––––––––––––––––––––
¿Qué significa tener una buena sensibilidad al contraste? ¿Y una buena capacidad de discriminar contrastes? Si la sensibilidad
es máxima, ¿el umbral de detección es máximo o mínimo? ¿Para qué umbrales de contraste –altos o bajos – tendremos la mayor
sensibilidad?
––––––––––––––––––––––
Figura 8.4: Perfil correspondiente a la variación de luminancia de una escena en la que se presenta un estímulo luminoso en forma de barra sobre un
fondo oscuro.
Para analizar la información de este objeto el sistema visual no realiza una única tarea, sino que debe analizar las luminancias
de la imagen punto por punto, los bordes de la barra, su extensión, etc. Las áreas con luminancia uniforme no presentan excesivo
problema, al menos hasta que llegamos a los bordes, donde el cambio es brusco. Las células especializadas en visión espacial de
nuestro sistema visual están preparadas para responder a cambios suaves de luz a oscuridad, pero no a cambios bruscos.
Este objeto con esos bordes tan definidos también se puede entender como la superposición de un conjunto de ondas
sinusoidales elementales de diferente frecuencia y amplitud, esto es lo que predice el análisis de Fourier.
En la figura 8.5 se plantea una suma sucesiva de sinusoides. Partiendo del conjunto de sinusoides de la izquierda, todas ellas
centradas en el mismo punto origen, y añadiendo sucesivamente una sinusoide más, obtenemos las ondas que se muestran a la
derecha. Con la suma adecuada, el resultado final es nuestra rendija luminosa.
Figura 8.5: La suma sucesiva de las ondas sinusoidales de la izquierda produce como resultado el perfil de onda de la derecha. O al revés, el perfil de
onda de la derecha puede descomponerse en la suma de ondas sinusoidales de la izquierda. El número adecuado de superposiciones de ondas nos
reproduce la rendija luminosa.
Al sumar las dos primeras se aprecia que en el centro vamos a obtener un pico más alto, pero a cada lado sigue habiendo
intensidad. Al sumar las ondas representadas en el ejemplo, el centro ya aparece claramente diferenciado y se va aplanando a
ambos lados. Ese aplanamiento va a reproducir la oscuridad fuera de la barra luminosa. Si seguimos sumando términos (el número
adecuado de ondas) llegamos a obtener el perfil original: el máximo ha de resultar plano y no curvado y la caída a cada lado del
máximo ha de ser recta y no inclinada.
Nos damos cuenta que al añadir las frecuencias espaciales más altas es cuando se aprecian los bordes del objeto, el salto brusco
entre luz y oscuridad. Esta relación entre las frecuencias más altas y los bordes de los objetos es siempre así, independientemente
de cuál sea el objeto en cuestión.
Veamos primero la diferencia entre una onda sinusoidal y esta onda cuadrada (ver fig 8.7). Hay que fijarse en los bordes,
mientras que la onda cuadrada presenta un borde brusco con cambio de luminancia de cero a uno, en la onda sinusoidal el cambio
es progresivo y suave.
Figura 8.7: Red cuadrada y red sinusoidal con el mismo contraste y amplitud.
La onda cuadrada se puede obtener sumando ondas sinusoidales, o al revés: se puede descomponer una onda cuadrada en una
serie de sinusoides elementales (ver fig 8.8). Como la onda cuadrada es una función periódica, estas sinusoides se denominan
también armónicos. Aplicando el análisis de Fourier, el primer término que habría que sumar sería una onda sinusoidal de la
misma frecuencia y amplitud que la onda cuadrada (es el armónico fundamental) y el resto de armónicos (N ondas) se van
sumando con una relación de frecuencias en múltiplos impares y amplitudes en divisores del mismo orden.
Figura 8.8: Reconstrucción de una onda de perfil cuadrado a partir del análisis de Fourier.
Al sumar término a término vemos cómo en este caso la sinusoide fundamental se va convirtiendo poco a poco en una onda
cada vez más cuadrada, ya que en lugar de transiciones suavizadas van apareciendo los bordes de cada escalón. De nuevo, las
frecuencias altas son las que nos dan la información de los bordes del objeto original. Este conjunto de sinusoides se denomina
espectro de Fourier del objeto, que representamos esquemáticamente en la figura 8.9.
00:00 / 00:00
Figura 8.9: Representación esquemática de los armónicos correspondientes al espectro de Fourier de la onda cuadrada. El primer armónico tiene la
misma frecuencia y amplitud. A partir del segundo armónico, las frecuencias crecen en múltiplos impares (3, 5, 7, …) y las amplitudes disminuyen en
divisores del mismo orden que las frecuencias correspondientes.
El proceso es invertible, es posible descomponer un objeto en sinusoides elementales y también es posible recomponer un
objeto sumando un conjunto de sinusoides elementales.
Lo que acabamos de ver con dos ejemplos es aplicable a cualquier tipo de objeto dentro de cualquier escena. Sólo es necesario
hacer los cálculos oportunos.
Figura 8.10: Esquema de la determinación de la MTF de una lente. Midiendo el contraste de entrada y de salida para diferentes frecuencias espaciales
se calcula la MTF.
Recordemos cómo se determinaría la MTF de un instrumento óptico cualquiera. En primer lugar se coloca en el plano entrada
una red espacial con contraste alto Ce (generalmente el máximo, C=1). El instrumento óptico funciona como un filtro que reduce el
contraste de la red a la salida: Cs. Se mide el contraste de entrada y el contraste de salida y se define la función MTF, que indica la
pérdida de contraste y que es función de la frecuencia:
El proceso de medida se repite para un conjunto de redes con diferentes frecuencias espaciales y finalmente se representa el
factor de transferencia de modulación MTF(f) frente a la frecuencia espacial (ver fig 8.11).
00:00 / 00:00
Figura 8.11: La función de transferencia de modulación representa las pérdidas de contraste en función de la frecuencia espacial. Los sistemas ópticos
presentan curvas con el perfil característico que vemos en esta figura. El punto de corte con el eje x es la frecuencia de corte o frecuencia límite a
partir de la cual el sistema no transmite. Representa el poder de resolución del aparato.
La MTF indica, para un sistema óptico, de qué manera se atenúa el contraste en la imagen respecto al objeto. La atenuación no
es una constante sino que es mayor conforme va creciendo la frecuencia del objeto (ver fig 8.12). A partir de una frecuencia
determinada, que denominamos frecuencia de corte (fc), el sistema óptico no transmite, es decir, a la salida se obtiene una imagen
con una luminancia constante, no una red. Ese es el límite de resolución del sistema, más allá de esta frecuencia no es capaz de
resolver las líneas de la red, no resuelve detalles tan pequeños.
00:00 / 00:00
Figura 8.12: Espectro de Fourier de salida (rojo) después de atravesar un sistema óptico (negro = espectro de Fourier de entrada). La curva azul
corresponde a la MTF. Multiplicando los valores del espectro de Fourier de entrada por la MTF se obtienen los correspondientes valores del espectro
de Fourier de salida.
––––––––––––––––––––––
Supongamos dos instrumentos cuyas MTFs sean las de la figura 8.13. ¿Cuál de los dos tiene mejor calidad?
Figura 8.13: MTFs correspondientes a dos sistemas ópticos diferentes (Azul = sistema A, Marrón = sistema B).
––––––––––––––––––––––
En el ejemplo de la figura 8.13, el sistema A presenta un menor límite de resolución, sin embargo, presenta una mejor
transmisión de contraste en un amplio rango de frecuencias espaciales. La respuesta dependerá de la utilidad del instrumento.
Hasta el punto de corte de las dos funciones, el sistema A proporciona mejores resultados, transmite mejor el contraste. A partir del
punto de corte, el sistema B proporciona mejores resultados ya que su frecuencia de corte es mayor y por tanto es capaz de
transmitir frecuencias más altas.
––––––––––––––––––––––
¿Dónde se localiza el plano de salida del sistema en el caso del sistema visual? Este plano puede localizarse en la retina,
estaríamos hablando de la MTF del sistema óptico, o en el cortex visual y en este caso sería la MTF del sistema visual completo.
––––––––––––––––––––––
Existen métodos ópticos complejos que permiten medir el contraste de salida en la retina, pero evidentemente no son válidos
para determinar la MTF del sistema visual completo. Para determinar la MTF del sistema visual completo no se dispone de un
método simple, ya que la medida del contraste de salida Cs no es físicamente accesible al tratarse de una percepción del
observador. ¿Habría que colocar electrodos en el cortex visual del observador? Es necesario encontrar otra forma de calcular la
relación entre el contraste de salida y el de entrada cuando hablamos de la percepción final.
La solución a este problema pasa por definir una nueva función para evaluar la calidad del sistema visual en cuanto al
procesado espacial de frecuencias: la Función de Sensibilidad al Contraste espacial (CSF).
Figura 8.14: Representación gráfica típica de la CSF (función de sensibilidad al contraste espacial).
Para darnos cuenta de las diferentes contribuciones a la CSF, óptica y neural, nos fijamos en la figura 8.15. La MTF sólo de la
parte óptica del sistema visual se comporta como un sistema óptico convencional y la CSF del sistema visual completo acabamos
de introducirla. La diferencia entre ambas es la contribución sólo de la parte neural, es aquí donde se produce la caída de
sensibilidad en bajas frecuencias.
Figura 8.15: MTF del sistema óptico del ojo, CSF de sistema visual completo y CSF de la parte neural. Según datos de Campbell y Green, 1965,
extraída de Artigas, 1995.
Como se aprecia en la figura 8.14, el máximo de sensibilidad se obtiene para frecuencias espaciales entre 2 y 6 cpg, mientras
que para frecuencias más bajas o más altas la sensibilidad es menor. La frecuencia de corte aparece habitualmente entre 30 y 50
cpg.
Si reflexionamos sobre el significado del punto de corte con el eje x, llegamos a la conclusión de que está relacionado con el
valor de la agudeza visual, ya que mide el límite de resolución del ojo con contraste máximo. Representa la frecuencia límite para
S=0, es decir, Cu = 1/0. Como el valor máximo del contraste es 1, el límite no sería el infinito sino este valor 1 (lim(Cu)→1, tiende
al valor máximo de contraste).
Pero vamos a pensar ahora en la red sinusoidal equivalente y supongamos un sujeto con una AV =1. El detalle del optotipo para
este sujeto en este caso es de 1’ de arco, mientras que en la red equivalente un ciclo completo equivaldría a 2’ de arco (ver fig
8.17).
Figura 8.17: Un sujeto con AV=1 es capaz de apreciar detalles en la letra de 1 minuto de arco: un ciclo en la red equivalente corresponderá a 2 minutos
de arco.
1 ciclo → 2’
n ciclos → 60’
n=60/2 = 30cpg
Podemos llegar al mismo resultado de otra forma: como el período de esta red es de 2’=(2/60)º, la frecuencia, definida como la
inversa de este período, es de 30cpg.
––––––––––––––––––––––
Si la frecuencia de corte es de 40 ciclos por grado, ¿cuál es la agudeza visual? Planteamos la siguiente regla de tres para obtener
la frecuencia de corte expresada en minutos de arco:
40 ciclos → 60’
1 ciclo → n’
n=60/40 = 1.5’
Como un ciclo incluye dos veces el tamaño del detalle: s=0.75’ y la AV=1/u=1.3.
––––––––––––––––––––––
Tradicionalmente la calidad del sistema visual se ha especificado mediante el límite dado por la agudeza visual o mínimo
detalle que se puede reconocer. Este parámetro es medido con tests de alto contraste, generalmente optotipos negros sobre fondo
blanco. Así, la agudeza visual marca el límite de resolución de detalles para contraste elevado, lo que en óptica instrumental
equivale al número de ciclos que resuelve el instrumento (poder de resolución del instrumento).
Esto justifica en parte que en la práctica clínica el estudio de la calidad óptica del ojo se limite a la determinación de la agudeza
visual, pero no debemos olvidar que esta magnitud se mide en la clínica sólo con contraste máximo y que en una escena real hay
multitud de frecuencias espaciales y contrastes.
––––––––––––––––––––––
Si la medida de la agudeza visual corresponde a la frecuencia de corte, ¿es razonable que la calidad de visión se mida sólo para
esa frecuencia espacial?
––––––––––––––––––––––
Con esta única medida no tenemos información de cómo el sistema visual afecta al resto de frecuencias espaciales que puedan
estar incluidas en la escena. Además, tampoco podremos contestar a una pregunta importante: ¿qué es necesario para reconocer un
objeto complejo? ¿Es necesario que todos los detalles del objeto superen el tamaño mínimo? ¿Reconoceremos mejor si los detalles
tienen contraste alto o no?, etc...
Es importante conocer cómo varía el proceso de detección en función del tamaño del objeto y de su contraste. Pues bien, la CSF
del sistema visual nos indica cómo varía la sensibilidad en cualquier condición.
Desde el punto de vista clínico, se ha puesto de manifiesto que existe una serie de afecciones en donde la agudeza visual es
normal, pero la CSF no lo es. Esto sucede por ejemplo en la esclerosis múltiple, neuritis óptica, enfermedad de Parkinson,
diabetes, glaucoma y en las ambliopías. Estos sujetos pueden tener una buena agudeza clínica pero presentar dificultades para
reconocer escenas normales debido al hecho de que, para ciertas frecuencias espaciales, su sistema visual no es lo suficientemente
sensible.
Luminancia: cuanto mayor es la luminancia media, mejor es la sensibilidad y la agudeza visual (ver fig 8.18). La
posición del máximo se desplaza a frecuencias mayores (desplazamientos menores en visión fotópica que en
escotópica). Con luminancias bajas deja de ser pasa banda para convertirse en una función pasa baja.
Figura 8.18: Curvas de sensibilidad al contraste espacial en función de la adaptación. Al disminuir la luminancia, disminuye la agudeza visual, los
valores de sensibilidad y la frecuencia en la que se produce el máximo. Según datos de Van Ness, extraída de
retina.umh.es/Webvision/KallSpatial.html#spatial.
Perfil de la red: en las mismas condiciones de observación, la CSF es mayor para redes cuadradas que para redes
sinusoidales.
Excentricidad: la medida normal de la CSF se establece para el centro de la fóvea; si la medida se hace en posiciones
extrafoveales, disminuye la sensibilidad. La disminución de sensibilidad es más marcada para las frecuencias
espaciales altas, como puede verse en la figura 8.19, donde se presenta el valor de la agudeza visual para diferentes
excentricidades:
Figura 8.19: Disminución de la AV con la excentricidad. Según datos de Westheimer, extraída de webvision.med.utah.edu/book/part-viii-gabac-
receptors/visual-acuity.
Orientación de la red: La sensibilidad es mayor para redes orientadas en las direcciones vertical y horizontal,
disminuyendo para direcciones oblicuas. Dado que la retina y sus conexiones no presentan cambios significativos por
meridianos, este comportamiento debe tener un origen neural.
Tamaño del test: El tamaño del test utilizado solamente parece influir de manera significativa cuando tiene un tamaño
angular por debajo de 2º.
Color: Se pueden construir redes cromáticas específicas para los mecanismos cromáticos T y D alternando franjas
rojas y verdes o azules y amarillas respectivamente. En estas CSFs puramente cromáticas no hay descenso de la
sensibilidad a bajas frecuencias (ver fig 8.20).
Figura 8.20: Curvas de sensibilidad al contraste acromática (pasa-banda) y cromáticas (pasa-baja). Extraída de Valberg, 2005.
Desenfoque: no afecta a bajas frecuencias. Su influencia es mayor cuanto mayor es la frecuencia espacial considerada,
y obviamente también disminuye la AV (ver fig 8.21).
00:00 / 00:00
Figura 8.21: Influencia del desenfoque en la CSF. Afecta más cuanto mayor es la frecuencia espacial. Adaptado de D.Thomson.
Pupila: La influencia de la pupila viene determinada por la difracción, por lo que sólo influye para tamaños muy
pequeños.
Tiempo de exposición: los mecanismos que procesan las frecuencias dependen del tiempo de exposición. A medida
que el tiempo de exposición se reduce, las curvas de CSF pierden la forma pasa-banda y pasan a ser con un perfil
pasa-baja (curvas con un decrecimiento continuo y, por tanto, el máximo está situado para la frecuencia más baja).
Edad: Al igual que sucede con la agudeza visual y con otras funciones visuales, con la edad se produce una pérdida
progresiva de la sensibilidad para todas las frecuencias, sobretodo medias y altas. La forma de la curva se mantiene,
pero presenta valores inferiores (ver fig 8.22).
Figura 8.22: Influencia de la edad en la CSF. Disminuye la frecuencia de corte y la frecuencia del máximo, además del valor de sensibilidad. Extraída
de www.stonesc.com/pubs/Contrast%20Metrics.htm.
00:00 / 00:00
Figura 8.23: Al adaptar al sujeto a una red de alto contraste con frecuencia F, se observa que la sensibilidad decae únicamente para esa frecuencia
espacial F y para un rango de frecuencias vecinas muy reducido.
Obtuvieron los mismos resultados que la primera vez, excepto en la frecuencia F de adaptación y para un pequeño rango de
frecuencias vecinas. La adaptación del sistema visual, es decir el descenso de sensibilidad ante una estimulación prolongada,
afecta únicamente a un pequeño rango de frecuencias alrededor de la frecuencia de adaptación. Lo que sucede es similar a lo que
ocurría cuando nos adaptamos a una luz intensa, o a un campo con un color determinado: la sensibilidad de los detectores
correspondientes bajaba.
––––––––––––––––––––––
¿Por qué este resultado confirma la existencia de canales independientes por los que viaja la información espacial? Si no
existiesen canales de información espacial, ¿cómo sería el resultado final?
––––––––––––––––––––––
Para explicar este comportamiento, se introduce el concepto de canal de frecuencia espacial y, admitiendo una serie de hipótesis
que vamos a razonar seguidamente, es fácil comprender lo que sucede.
1. Un canal de información está constituido por una secuencia encadenada de neuronas visuales (célula bipolar, célula
ganglionar, célula cortical simple,…) todas ellas con un campo receptivo igual en cuanto a tamaño, forma y
orientación.
2. Existe una serie de canales independientes, cada uno de ellos con un máximo de sensibilidad a una determinada
frecuencia espacial, se dice que cada canal está sintonizado o modulado para una determinada frecuencia espacial.
3. La curva de la CSF es la envolvente de las curvas de respuesta de todos y cada uno de esos canales independientes.
4. Cada uno de esos canales presenta un mecanismo de adaptación propio.
Supongamos un estímulo en forma de red y asumamos que cada detector suma la luz que le llega para dar una respuesta más o
menos intensa, vamos a ver que existe una correlación entre el tamaño de los detectores y la frecuencia de ese estímulo.
Vamos a razonar sólo para el caso de células sin antagonismo espacial. Supongamos una célula visual de centro ON: la
respuesta de la célula es máxima cuando la zona ON de su campo receptivo coincide en tamaño con el ancho de una franja (0,5
ciclos). En estas circunstancias, toda la zona ON da respuesta excitatoria y el campo receptivo total da respuesta máxima.
Podemos hablar de frecuencia de sintonizado para cada célula, como esa frecuencia para la que da su respuesta máxima.
Si el campo receptivo de una célula está ocupado sólo por medio ciclo, el ojo podrá resolver el detalle sin problemas, pero si
está ocupado por más de medio ciclo pueden ocurrir varias cosas:
que no pueda resolver la red debido a que las respuestas de campos receptivos colindantes son iguales y por tanto dan
la misma respuesta,
que las respuestas de campos receptivos colindantes no sean iguales, y por tanto sea posible discriminar, aunque la
frecuencia detectada no coincidirá con la frecuencia real del objeto. Este efecto de percepción de frecuencias
diferentes a la información original del objeto se denomina aliasing.
Figura 8.24: Fenómeno de aliasing. El tamaño de los campos receptivos determina la capacidad de detección de una red espacial. De arriba abajo:
percepción correcta; no hay detección; percepción errónea.
Podemos razonar de forma similar lo que ocurre para células centro-periferia, llegando en este caso a que la respuesta máxima
se da cuando el centro del campo coincida con 0.5 ciclos de la red. Así, para cada una de las redes del ejemplo de la figura 8.25, la
respuesta máxima la produce el canal cuyo tamaño de campo receptivo sea el que se aprecia junto a la red.
Figura 8.25: El tamaño de los campos receptivos explica por qué hay canales sintonizados para una determinada frecuencia espacial. Extraído de
Wandell, 1995.
En definitiva, la información referente al contraste parece ser que no va por un único canal de información, sino que es enviada
a través de diferentes canales. Cada uno de estos canales responde a un rango reducido de frecuencias.
Es como decir que la información espacial circula por ‘mangueras’ de información paralelas e independientes. Si se bloquea
una de esas mangueras, el bloqueo afectará exclusivamente a la información que circula por ella, pero no al resto de la
información que circula por las otras mangueras que no han sido afectadas.
El concepto de canal nos permite interpretar al sistema visual como un conjunto de filtros, cada uno de ellos sintonizado a una
determinada frecuencia espacial (y un pequeño entorno), además de estar sintonizados a la orientación de la red. La curva de la
CSF del sistema representa la envolvente de cada una de las curvas de respuesta de cada canal (ver fig 8.26).
Figura 8.26: Representación esquemática de los canales neurales. La envolvente de los canales representados explica la forma de la curva de la CSF.
Extraído de Schwartz, 1999.
El sistema visual descompone la información espacial de la escena en partes más elementales mediante una descomposición en
frecuencias, de forma que cada parte (frecuencia) pasará por un canal o filtro.
A cada frecuencia le aplica una disminución del contraste que viene fijada por la CSF del sujeto. La adaptación de un
canal/filtro a unas determinadas condiciones implica que disminuye su respuesta y, por lo tanto, la curva de CSF se ve afectada
únicamente en esa región de frecuencias espaciales.
Al final, para recuperar la información, el sistema visual debe realizar un análisis de Fourier inverso: volver a juntar la
información después de la modificación. El sistema visual integra la información correspondiente a diferentes frecuencias
espaciales que han sido tratadas de forma independiente, de modo que una buena agudeza visual (altas frecuencias espaciales) no
implica necesariamente una buena percepción de bultos (bajas frecuencias espaciales). Simplemente indicaría el buen
funcionamiento de uno de estos canales de información.
Ejemplo 1
Recordemos la red cuadrada que hemos visto antes y su espectro de Fourier. De ese espectro vamos a quedarnos sólo con el
armónico fundamental y el tercero (ver fig 8.27).
Figura 8.27: Izquierda: red cuadrada de partida. Centro: primer armónico de la onda cuadrada, es decir, la red sinusoidal de la misma frecuencia y
amplitud. Derecha: tercer armónico de la onda cuadrada. Si nos alejamos a la distancia adecuada para que la frecuencia de corte de nuestro sistema
visual no deje pasar el tercer armónico, entonces la onda cuadrada y la sinusoidal no se distinguen entre sí.
A la distancia de lectura normal, la red cuadrada y la red sinusoidal son claramente diferentes, no tenemos dificultad en
reconocer ambas como objetos distintos. Pensemos ahora en un sujeto con una frecuencia de corte disminuida, de forma que no
perciba las frecuencias más altas. Para simularlo, nos alejamos de la pantalla hasta que dejemos de ver el tercer armónico, es decir,
que se perciba un campo gris uniforme a la derecha. A esa distancia la frecuencia espacial de esa imagen resulta mayor que la
frecuencia de corte del sistema visual, por lo que no se transmite el contraste (no «pasa» información sobre esa red). Como la onda
sinusoidal tiene una frecuencia mucho menor, toda ella será transmitida por el sistema. Pero en el caso de la onda cuadrada, ya no
ocurre lo mismo. Ahora tenemos que pensar en el conjunto de sinusoides que resulta del análisis de Fourier y pensar que sólo se
transmiten las frecuencias que están por debajo de esa frecuencia de corte, es decir, por debajo del tercer armónico. En esa
distancia particular, comprobamos cómo no somos capaces de distinguir la red cuadrada de la sinusoidal. Las componentes de la
onda cuadrada que son transmitidas producen la misma percepción que la onda sinusoidal, no distinguimos un objeto de otro. En
este ejemplo, la presencia de las frecuencias altas sería lo que nos permitiría reconocer la red cuadrada como un objeto diferente a
la red sinusoidal.
Ejemplo 2
Veamos qué ocurre si son otras las frecuencias que faltan en la escena. En el ejemplo de la figura 8.28 vamos a seleccionar
diferentes bandas de frecuencias en una imagen y a comparar los resultados. Podemos pensar por ejemplo en sujetos cuyos
sistemas visuales presentan una bajada de la sensibilidad muy pronunciada en cada una de estas bandas.
Figura 8.28: Selección de la gama de frecuencias de una imagen. De la fotografía original se eliminan respectivamente las frecuencias bajas, medias y
altas.
Obviamente, eliminar bandas de frecuencias hace que en cada imagen dejemos de percibir mucha información. Por ejemplo, los
labios de Lena se reconocen en la imagen derecha y no en la central, pero como la mayoría de los bordes se distinguen en la
imagen izquierda, resulta que aquí también reconocemos los labios.
Eliminando las altas frecuencias, la figura está desenfocada pero es reconocible. En la figura de la izquierda quedan frecuencias
medias y altas, mientras que en la central quedan bajas y altas. El hecho de que en ambas se reconozca parcialmente la figura,
parece indicar que es la ausencia de las altas frecuencias la que menos dificulta el reconocimiento del objeto.
Ejemplo 3
En la figura 8.29 hemos filtrado dos fotografías, una de un bosque y otra de una carta de optotipos. A la izquierda aparece la
imagen original, en el centro se han quitado las frecuencias altas y a la derecha se han quitado las frecuencias bajas.
Figura 8.29: Objetos originales (izquierda), y sus filtrados: centro, sin frecuencias altas y derecha, sin frecuencias bajas. Imagen cortesía de «dan» en
www.FreeDigitalPhotos.net.
––––––––––––––––––––––
¿En qué caso reconoces mejor el objeto?, ¿cuando falta un juego de frecuencias determinado? ¿Qué podemos afirmar sobre el
conjunto de frecuencias que facilitan el reconocimiento del objeto?
––––––––––––––––––––––
La conclusión no es la misma en las dos imágenes que se han usado en este ejemplo. Los árboles se siguen reconociendo a
pesar de quitar las frecuencias altas, sólo están desenfocados. Pero el desenfoque impide que se reconozcan las letras de las
últimas líneas de la carta. En cambio, en la carta se siguen reconociendo las letras cuando se quitan las frecuencias bajas.
Parece que la respuesta a nuestra pregunta es un compromiso: depende del contenido frecuencial de la imagen original. Si
quitamos una banda de frecuencias de las que nuestra imagen tenga un alto contenido, la percepción se verá comprometida.
CUESTIONES
1. ¿Por qué utilizamos el análisis de Fourier para estudiar la visión espacial?
3. Para obtener la curva de la MTF del sistema visual deberíamos medir el contraste de salida de cada red en:
a. Un plano posterior al cristalino, ya que es el último elemento del sistema óptico del ojo.
b. En el plano de la retina, ya que es donde se forma la imagen óptica, pero eso es imposible con instrumentos.
c. En el cerebro, donde se forma la «imagen final», pero eso también es imposible ya que en el cerebro no hay una
imagen óptica.
d. Es imposible tomar esa medida, tendremos que buscar otra táctica.
4. Señala si es cierta la siguiente afirmación: la frecuencia de corte de la CSF no guarda ninguna relación con la Agudeza Visual.
a. Verdadero.
b. Falso.
5. Si la frecuencia de corte en la curva de CSF es de 25 ciclos por grado, ¿Cuál es la agudeza visual?
a. 0,25.
b. 0,83.
c. 0,42.
d. 1.
e. 1,2.
f. 0,60.
6. Vamos a hacer un experimento. En nuestro laboratorio, medimos la CSF a un observador. Posteriormente, le adaptamos a la red
de la figura durante 10 minutos; seguidamente, volvemos a medir su CSF.
a. La CSF es la misma que antes para todas las frecuencias espaciales, a excepción de esa frecuencia espacial, en la
que la sensibilidad habrá aumentado.
b. Nada, la CSF medida es igual que la primera.
c. La CSF es la misma para todas las frecuencias espaciales, a excepción de esa frecuencia espacial, en la que la
sensibilidad habrá disminuido.
d. Disminuye la sensibilidad para todas las frecuencias, y por lo tanto se mantiene la forma de la curva.
a. Verdadero.
b. Falso.
9. La figura representa dos redes de la misma frecuencia espacial proyectadas sobre la retina. Los círculos representan los campos
receptivos asociados a esas áreas retinianas (campos no oponentes). ¿En qué situación piensas que se detecta correctamente la red?
10. Si la información de una determinada frecuencia de un objeto viaja por un canal de información, entonces:
a. La información de esa frecuencia no puede viajar por ningún otro canal porque cada uno está sintonizado para una
frecuencia.
b. La información de los canales contiguos debe ser la misma.
c. La información de los canales contiguos contribuirá también aunque en menor medida.
d. Ninguna de las anteriores.
...
En este capítulo se aborda el análisis de la respuesta del sistema visual ante estímulos con variaciones temporales de
luminancia, es decir, un parpadeo luz-oscuridad, trabajando siempre con estímulos acromáticos. Realizaremos un estudio análogo
a la visión espacial, por lo que hablaremos de la CSF temporal y de manera análoga a la AV, definiremos la frecuencia crítica de
fusión FCF.
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El parpadeo podrá ser periódico o no periódico, según si el ritmo de encendidos y apagados es secuencial o aleatorio. En el caso
periódico, el parpadeo se caracterizará por su periodo temporal o su frecuencia (ciclos por segundo, donde un ciclo corresponde a
un encendido y un apagado, de forma análoga a las redes espaciales vistas en el tema anterior).
Si la variación se establece desde un valor de luminancia L=0 cd/m2 se dice que el parpadeo es intermitente. Por el contrario,
cuando la variación se establece entre dos valores L1 y L2 distintos de cero se habla de parpadeo modulado. En estímulos
modulados e intermitentes, se define el contraste o modulación (m) como el cociente entre la amplitud de la onda y su luminancia
media, es decir, de manera análoga a como se hizo en el tema anterior para redes con frecuencia espacial:
siendo:
1.1. Fases de la respuesta temporal de un fotodetector
Supongamos un estímulo de intensidad constante que se enciende en t=0 y se apaga un tiempo después. La situación previsible
es que la respuesta del fotodetector se inicie con el encendido, se mantenga constante durante la presentación del mismo, y se haga
cero con el apagado del estímulo. Pero esto no es exactamente lo que ocurre. Vamos a razonarlo a partir de la figura 9.2:
En esta figura vemos que la sensación comienza en B y no en A. El tiempo transcurrido entre A y B se conoce como tiempo de
reacción o retardo, ya que representa el retardo en la aparición de la sensación. Este retardo se debe a dos causas:
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En la figura 9.2 sólo aparece el caso de una respuesta excitatoria, ¿existe el caso de una respuesta inhibitoria? ¿Cómo sería la
representación?
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Al seguir aumentando la frecuencia, llega un momento en que se alcanza una situación en la que desaparece la percepción del
parpadeo (la variación de la luminancia deja de percibirse) y el observador ve una luz fija. Se llama Frecuencia Crítica de Fusión
(FCF) a aquella en la que se produce la transición entre estas dos situaciones (ver/no ver parpadeo), es decir, la FCF es la
frecuencia a partir de la cual no se percibe parpadeo.
Ejemplos de la FCF los encontramos a diario en casos como la emisión de luz en un tubo fluorescente, o el parpadeo que se
aprecia en las viejas películas de cine mudo debido al escaso número de fotogramas por segundo, o la velocidad de barrido de los
antiguos televisores basados en la tecnología de tubo de rayos catódicos CRT (<50 Hz).
¿Por qué se produce este fenómeno? Como hemos visto anteriormente, al presentarse un estímulo luminoso existe siempre un
tiempo de retardo desde que se enciende el estímulo hasta que el observador es consciente de él. También existe un fenómeno de
persistencia, y cuando desaparece el estímulo la imagen permanece durante un corto tiempo, aún cuando cerremos los ojos. La
FCF es consecuencia directa de la existencia de este fenómeno de persistencia.
Dada una serie de estímulos, la persistencia provoca que la percepción del estímulo n+1 se solape con la percepción del
estímulo n. Dicho de otro modo, la fusión temporal de luces es consecuencia del solapamiento del estímulo con el período de
persistencia del estímulo anterior a la repetición.
El valor normal que toma la FCF varía con las condiciones de observación, siendo más elevada según aumenta la luminancia
del estímulo. Como valores orientativos podemos decir que varía entre 30 y 40 Hz para un amplio rango del nivel de iluminación
fotópico. Si el test es periódico, la FCF es menor.
Si trabajamos con estímulos de color, los resultados experimentales muestran que la FCF cromática resulta ser menor que la
FCF acromática.
Figura 9.5: Para una frecuencia temporal en la que se perciba parpadeo, vamos disminuyendo el contraste hasta que deja de percibirse el parpadeo.
Cuando se repita esta experiencia para muchas frecuencias espaciales, se podrá representar la sensibilidad frente a la frecuencia
temporal. Esta curva es la TMTF o también MTF temporal. Al igual que razonamos en el caso de la MTF espacial y la CSFe,
ahora también se va a medir la CSFt, es decir, la curva de sensibilidad al parpadeo. De la misma manera que si se disminuye el
contraste espacial llega un momento en que el observador es incapaz de diferenciar la red (determinación de la CSFe), si se
disminuye progresivamente el contraste temporal también llega un momento en que el observador deja de apreciar parpadeo
(determinación de la CSFt, ver fig 9.6).
El proceso sigue siendo el mismo que conocemos, disminuir el contraste implica disminuir las diferencias entre la luminancia
máxima y la luminancia mínima del estímulo, teniendo en cuenta que en este caso una corresponde al estímulo encendido y la otra
al apagado. Siguiendo este proceso para cada frecuencia de parpadeo del estímulo, podremos medir una función análoga al caso
espacial: cuál es el contraste umbral para el que desaparece el parpadeo. Conocido este contraste umbral, su inversa nos
proporcionará la sensibilidad para esa frecuencia.
Para poder determinar la función de sensibilidad al contraste temporal los estímulos deben estar por debajo de la FCF del
sujeto, para estar siempre en la situación de poder percibir el parpadeo temporal al menos con el contraste máximo.
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Figura 9.6. Función de sensibilidad al contraste temporal. La frecuencia de corte representa la frecuencia crítica de fusión.
Como puede verse en la figura 9.6, según aumenta la frecuencia de parpadeo, aumenta la sensibilidad hasta que se alcanza un
máximo que generalmente se sitúa entre 10 y 25 Hz, según las condiciones de observación. Pasado este máximo, la curva
comienza a descender hasta que se alcanza el valor mínimo correspondiente a la FCF (C=1 y S=1). La forma típica de esta función
es pasa-banda.
Iluminación: al aumentar la iluminación las curvas de sensibilidad se desplazan y cambian de forma (de pasa-baja a
pasa-banda), el sistema visual no se comporta linealmente (ver fig 9.7). La frecuencia de máxima sensibilidad
aumenta con la luminancia, así como la FCF.
Figura 9.7: Variación de la curva de CSFt en función de la iluminación retiniana, según datos de Kelly, 1916. Extraída de Artigas, 1995.
Tipo de test: si el test es periódico, la FCF disminuye. Si los bordes no están bien delimitados la atenuación es mayor
a bajas frecuencias, es decir, el pico del máximo aparece más remarcado.
Color: Para longitudes de onda cortas la resolución temporal es menor que para largas, probablemente debido a que
hay mayor sumación temporal para conos S (100 ms) que para el resto de conos (50 ms). Además, las propiedades
temporales difieren entre la visión escotópica y la fotópica. En la curva de sensibilidad al parpadeo cromático no
aparece la típica caída en la zona de bajas frecuencias, la forma de la curva es pasa-baja, lo mismo que ocurría en la
CSFe. Se observa una perfecta analogía entre las propiedades espaciales y temporales del sistema visual.
Excentricidad: los valores de la FCF dependen de la proporción de conos en el área de la retina iluminada. Para
luminancias altas la FCF disminuye hacia la extrafovea (aunque los conos pueden responder, su densidad es baja en
estas localizaciones). Para luminancias bajas ocurre al revés, la mejor FCF se da en extrafovea (mayor densidad de
bastones). Podemos ver este comportamiento en la figura 9.8.
Figura 9.8: Influencia de la excentricidad en la FCF, según datos de Hecht y Verrijp. El comportamiento es diferente para luminancias altas y bajas.
Extraída de retina.umh.es/Webvision/temporal.html#summation.
Tamaño del test: la FCF aumenta conforme aumenta el tamaño del estímulo, debido al menor tiempo de integración
temporal asociado a estímulos grandes (ver fig 9.9).
Figura 9.9: Influencia del tamaño del test en la FCF, según datos de Hecht y Smith. Se produce un aumento de la FCF con el tamaño del estímulo.
Extraída de retina.umh.es/Webvision/temporal.html#summation.
Edad: Como sucede con tantas características de la visión, la FCF disminuye con la edad. Tanto por el deterioro de la
óptica ocular, como por el envejecimiento natural del sistema nervioso.
3. SUPERFICIES DE DETECCIÓN
Una vez estudiadas la CSFe y la CSFt, podemos plantearnos el estudio conjunto de ambas, es decir, determinar el umbral de
detección para redes espaciales con diferente frecuencia espacial y diferente frecuencia de parpadeo. Para ello se presenta una red
espacial de x cpg, parpadeando a una frecuencia de y Hz, y se determina el umbral de detección para esa red. El experimento se
repite para diferentes combinaciones de frecuencia espacio-temporal, y se obtiene una representación en 3D. A cada red estudiada
le corresponderá un valor de sensibilidad (un punto x,y,z, siendo z el valor de sensibilidad). Midiendo un número elevado de
puntos se obtiene una superficie como la representada en la figura 9.10.
Figura 9.10: Superficie de sensibilidad espacio-temporal obtenida para redes acromáticas, según datos de D.H. Kelly, 1972. Extraída de Artigas, 1995.
Esta superficie representa los límites de detección espacio-temporales del sistema visual para redes acromáticas. Cualquier red
acromática cuyos valores de frecuencia espacial y de frecuencia temporal estén por debajo de esta superficie podrá ser detectada
por el sistema visual, mientras que si los valores están por arriba no podrá detectarse.
Podemos establecer dos cortes o secciones a partir de la figura. Si seleccionamos una frecuencia espacial fe constante, el corte
representa una CSft. Si seleccionamos una frecuencia temporal ft constante, el corte corresponde a una CSFe. Si el sistema visual se
pudiese separar, todos los cortes a diferentes fe (o ft) serían idénticos. Como no ocurre esto podemos afirmar que existe una
interacción espacio-temporal.
Una cuestión interesante se plantea en una escena real con variaciones espacio-temporales, en las que hay un patrón espacial y
un parpadeo luminoso, en estas condiciones podemos plantearnos qué es lo que se percibe realmente en el umbral de detección: el
parpadeo sin el patrón espacial, el patrón espacial estático o ambas cosas. A día de hoy, los experimentos realizados demuestran
que existen dos umbrales de detección diferentes, uno de parpadeo y otro del patrón espacial y, por tanto, hay dos curvas de
sensibilidad distinta para cada umbral.
La hipótesis que se establece es la existencia de dos canales distintos para detectar y que cada uno actuará dependiendo de las
condiciones. ¿Podemos identificarlos con los canales transitorio (magno) y sostenido (parvo)? Pues si, el magno es más sensible a
bajas frecuencias espaciales y altas frecuencias temporales (al parpadeo), mientras que el parvo es más sensible a altas frecuencias
espaciales y bajas frecuencias temporales (patrones espaciales). En cuanto al canal konio, los resultados confirman que no
responde a patrones acromáticos.
CUESTIONES
1. Para que un estímulo luminoso se considere un destello o flash, su duración temporal deberá ser:
a. Menor de 1 segundo.
b. Menor de 0,5 segundos.
c. Menor de 0,15 segundos.
d. Menor de 0,005 segundos.
e. Depende de las condiciones fotópicas o escotópicas.
a. El parpadeo puede ser una sucesión temporal de variaciones de luminancia, o cualquier exposición luminosa breve
con una duración superior a 0,15 segundos.
b. El parpadeo es una sucesión temporal de variaciones de luminancia.
c. El parpadeo puede ser intermitente o modulado.
d. Modulado es cuando la variación de luminancia se establece entre L=0 cd/m2 y cualquier otro valor de luminancia.
e. El contraste o modulación vale m=(Lmax-Lmin)/(Lmax+Lmin).
f. El contraste o modulación vale m=(Lmax+Lmin)/(Lmax-Lmin).
3. De acuerdo a la Ley de Pierón, si disminuye la luminancia del estímulo, el tiempo que tardamos en responder a un estímulo:
a. Aumenta.
b. Disminuye.
c. Permanece invariable.
d. Desaparece.
4. Año 1999. Un sujeto tiene una frecuencia crítica de fusión de 55 Hz; al pasar por delante del escaparate de El corte inglés
observa una exposición de televisores CRT de tubo. Las frecuencias de refresco de esos televisores son de 85Hz, 80 Hz, 50 Hz y
35 Hz. ¿En qué televisores apreciará parpadeo?
a. En los de 85 y 80 Hz.
b. En el de 35 Hz.
c. En el de 50 Hz, por ser el más cercano a su FCF.
d. En los de 50 y 35 Hz.
e. En todos, ya que las frecuencias de refresco son próximas al valor de la FCF.
f. En ninguno, la FCF es independiente de la frecuencia de refresco.
5. Recuerda la figura que representa la superficie de detección de estímulos luminosos (con variaciones espaciales y temporales)
para una persona.
Supongamos que a esa persona le presentamos una red de 2 ciclos por grado con un parpadeo de 4 Hz y con una iluminación en la
retina de 200 trolands (td). ¿Esta persona es capaz de detectar ese estímulo?
a. Verdadero
b. Falso
6. En el efecto Broca-Sulzer:
7. Supongamos una luz parpadeando de forma periódica, de la que podemos variar la duración de encendido y de apagado:
a. Si el tiempo de latencia de un encendido se superpone con el inicio de la respuesta del siguiente encendido, vemos
que la luz parpadea.
b. Si el tiempo de reacción de un encendido es muy largo, siempre veremos que la luz parpadea.
c. Si el tiempo de latencia de un encendido se superpone con el inicio de la respuesta del siguiente encendido, vemos
una única luz siempre encendida.
d. Si el tiempo de reacción de un encendido es muy pequeño, siempre veremos que la luz parpadea.
10. Señala las afirmaciones correctas sobre las características de la curva CSFt:
1. INTRODUCCIÓN
En capítulos anteriores, al tratar sobre los caminos visuales, ya se mostró la existencia de una especialización funcional de la
corteza visual, tanto del córtex primario como del resto de áreas superiores. Pero dejamos aplazado el punto correspondiente a la
integración de la información que viaja a cada una de estas regiones para proporcionar la imagen final.
El primer paso a seguir será analizar por separado los cuatro aspectos más importantes de la información de los objetos que nos
rodean: forma, color, profundidad y movimiento. Como ya hemos tratado la visión del color en capítulos anteriores, nos
centraremos en este capítulo en el resto de facetas de la visión.
A pesar de esta especialización, que obliga a separar la información según sus características, al realizar este estudio nos iremos
dando cuenta que hay ciertos aspectos de la información que no pueden separarse, que debe haber una integración de la
información incluso antes de la percepción final.
Al final del capítulo plantearemos la cuestión más importante: si cada parte de la información se analiza por separado, ¿cómo
interpreta el sistema visual qué cosas van juntas y forman parte del mismo objeto?
2. VISIÓN DE PROFUNDIDAD
La visión en profundidad es una característica que depende de la binocularidad. La construcción de la imagen neural parte de
las dos imágenes retinianas. Disponemos de dos imágenes 2D obtenidas en dos sistemas ópticos diferentes, que han de fusionarse.
Esas dos imágenes no son exactamente iguales, lo que conlleva unos requisitos mínimos para poder realizar la fusión en el
cerebro. Una vez realizada dicha fusión, el resultado es una interpretación 3D. Las dos imágenes son muy parecidas, pero no
iguales, y es esa disparidad de las imágenes retinianas a partir de la que se construye la visión espacial.
Los movimientos oculares proporcionarán las condiciones para llevar a cabo la fusión, manteniendo el punto de fijación a la
distancia adecuada. Pero no todo el mundo puede realizar la fusión, hablamos por tanto de diferentes grados de binocularidad:
Vamos a centrar el tema en el grado 3. El hecho de coordinar las dos imágenes monoculares se puede interpretar a través de un
modelo de ojo cíclope que cumple los mismos requisitos. Nuestras dos imágenes retinianas podrán fusionar parejas de puntos que
correspondan a la misma información, lo que se conoce como puntos retinianos correspondientes. Estos puntos se encuentran
organizados alrededor de la fóvea.
Pensemos ahora en dirigir nuestra atención a un punto de una escena cualquiera. Dependiendo de la distancia a la que nos
encontremos de ese punto, el ángulo de convergencia entre los ejes visuales de nuestros ojos puede ser mayor o menor. Si
cambiamos el punto de fijación a una distancia diferente, el ángulo de convergencia también es diferente. A partir de esta
codificación se extrae la información de profundidad de los objetos de la escena.
Esto parece implicar que un sujeto que no tenga dos ojos no podrá tener información de profundidad, pero la verdad es que sí
que puede tenerla a partir de una única imagen. Para ello es necesario que conozca una serie de ‘pistas’ o ‘claves’ monoculares que
le ayudarán a codificar la profundidad, tales como el tamaño de objetos conocidos, la superposición de objetos, etc. De todos
modos, en estos sujetos en los que no existe binocularidad, la percepción de profundidad es más limitada.
Figura 10.1: Pistas monoculares. Los objetos tienen el mismo tamaño real. La mayor distancia, hace que el tamaño de la imagen en retina sea menor.
Extraída de www.cuantaciencia.com/ciencia/tamano-sol.
Constancia de tamaño: los objetos familiares se perciben del mismo tamaño independiente de la distancia, no parecen
ser más pequeños. En la figura 10.2 se observa una percepción anómala de tamaño, producida por un conflicto entre el
tamaño de un objeto conocido y su posición dentro de la escena.
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Figura 10.2: El C3PO repetido en la imagen tiene el mismo tamaño sobre la fotografía, sin embargo, el de la izquierda parece más pequeño, además de
resultar irreal, pues su tamaño debería ser aproximado al de Skywalker, situado a la misma distancia. Extraídas de www.vectorimages.org y
www.freedigitalphotos.net.
Difusión atmosférica: los objetos muy lejanos se perciben azulados por efecto de la atmósfera (por dispersión y
difusión de la luz, ver fig 10.3).
Figura 10.3: Las montañas del fondo tienen un color azulado debido a la atmósfera, incluso la nieve sobre ellas. Extraída de
www.freedigitalphotos.net.
Perspectiva: las líneas imaginarias de perspectiva producen la interpretación de profundidad, ya que habitualmente a
mayor confluencia de líneas, mayor es la profundidad (ver fig 10.4).
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Figura 10.4: La línea roja de la derecha aparenta mayor tamaño debido a la confluencia de las líneas horizontales del muro, que marcan una
perspectiva de profundidad en la parte derecha.
Gradiente de textura: los cambios de textura de un patrón dan idea de profundidad, de forma similar a la perspectiva:
cuanto más cerca estén las líneas entre sí, más alejado parece el objeto (ver fig 10.5).
Figura 10.5: El patrón de bordes de las piedras aumenta su frecuencia con la distancia, dando sensación de profundidad en la imagen. Extraída de
www.freedigitalphotos.net.
Sombreado: las sombras inducen relieve. Como la iluminación habitual viene de arriba, al ver objetos iluminados
desde otra dirección se producen percepciones curiosas (ver 10.6).
Figura 10.6: Camellos vistos desde un plano vertical superior, e iluminados por un sol cerca del horizonte. Las siluetas de los camellos que primero
nos llaman la atención, son sombras. Los animales aparecen a los pies de las siluetas. Fotografía de George Steinmetz, National Geographic.
Interposición: las figuras que se tapan deben estar en diferentes planos (ver fig 10.7).
Figura 10.7: A pesar de que el rectángulo está más lejos, una vez que quitamos la referencia del pie de los objetos parece que está por delante, ya que
tapa al círculo.
2.1.2. Estereopsis
La estereopsis es una propiedad únicamente binocular y está basada en la disparidad binocular (diferente ángulo de
convergencia). Esta percepción nos permite llevar a cabo juicios relativos de posición.
La estereopsis añade mayor complejidad al problema de la percepción de profundidad, ya que ahora nos basamos en la
existencia de dos imágenes en ambas retinas y una disparidad binocular entre objetos a diferentes distancias, es decir la diferencia
del ángulo de convergencia de nuestros ojos al mirar dos puntos diferentes.
Algunas neuronas están especializadas en esta magnitud y su respuesta está sintonizada a una disparidad particular, al igual que
ocurría por ejemplo con las frecuencias espaciales y temporales o el color.
2.2. Estereogramas
Los estereogramas son imágenes diseñadas en 2D para ser vistas de forma binocular y poder extraer la información de
profundidad que falta. Dentro de un patrón de puntos aparentemente aleatorio, se esconden dos imágenes similares pero con cierta
disparidad. La disparidad provoca que al fusionar estas imágenes aparezca una visión en profundidad.
Existen varias técnicas para el diseño de estereogramas. Los más conocidos son los estereogramas de papel pintado, una imagen
que lleva oculta un patrón de disparidades binoculares (ver fig 10.8).
Figura 10.8: Estereograma generado con el software Hidden 3D, C. Pascual.
Para visionar un estereograma sin ayudas ópticas pueden seguirse dos técnicas: visión paralela o visión cruzada. En visión
paralela debe fijarse un punto por detrás del plano del estereograma y en visión cruzada un punto por delante de dicho plano.
Ambas técnicas son complicadas de aprender, requieren cierto entrenamiento al tener que cambiar conscientemente los ángulos de
visión de los ojos.
Otros tipos de estereogramas son las parejas estereoscópicas (ver fig 10.9), que consisten en dos imágenes o fotografías
tomadas desde puntos de referencia ligeramente diferentes, de forma que aparece un patrón de disparidades en diferentes zonas de
la imagen.
Figura 10.9: Pareja estereoscópica. Al observarla a una distancia corta, cada imagen se desdobla en dos y a una distancia particular se consigue
fusionar las dos imágenes centrales, donde aparece el efecto tridimensional. Extraída de heavenwill.deviantart.com.
Los anaglifos son el tercer gran grupo de estereogramas. Consisten en dos imágenes superpuestas con cierto desplazamiento
lateral y que son diseñadas con diferente color o polarización (ver fig 10.10). El valor del desplazamiento es el que permite
codificar la disparidad binocular cuando se visiona.
Figura 10.10: Anaglifo rojo/verde. La diferente posición de la imagen roja y de la verde da mayor o menor sensación de profundidad. Sólo puede
visionarse en forma tridimensional con gafas rojo/verde. Extraída de starwars3d.yolasite.com.
Existen ayudas ópticas para visionar estereogramas. En el caso de los anaglifos se usan gafas coloreadas o polarizadas con el fin
de que a cada ojo llegue una sola imagen, sin cambiar el plano de fijación. Para las parejas estereoscópicas se pueden usar
estereoscopios, que consisten en un sistema óptico que recoge las dos imágenes y las manda a cada ojo también sin necesidad de
cambiar el plano de fijación.
3. VISIÓN DE FORMAS
Hemos visto ya que la visión espacial se basa en el análisis del contenido en frecuencias del objeto y de la transmisión del
contraste. Pero ahora vamos a enfocarlo desde el punto de vista del reconocimiento del objeto, una vez realizado ese análisis.
Para identificar las distintas partes de una escena, uno de los principales factores lo constituye la percepción de los bordes de
separación entre objetos: establecer bordes es el primer paso para identificar objetos diferentes. Se sabe que este proceso ocurre
fundamentalmente en la retina, por fenómenos a nivel de las células ganglionares.
Como la detección de bordes es una tarea prioritaria, el proceso visual puede además usar una estrategia de realce de bordes de
la escena, que generalmente se basa en procesos de inducción y de asimilación. Son variaciones en la percepción visual originadas
por la presencia simultánea de un estímulo luminoso en otra parte del campo visual. Si las variaciones van en el sentido de
aumentar diferencias entre partes de la escena, hablaremos de inducción, y si las variaciones van en el sentido de disminuir
diferencias entre partes de la escena, hablaremos de asimilación.
1. Si sobre una superficie uniforme trazamos un contorno cerrado, el área incluida dentro de este contorno se reconoce como
figura y el resto de la escena como fondo. El efecto será más marcado si además añadimos color, un tono gris o simplemente una
trama de rayas (ver fig 10.11).
Figura 10.11: Un contorno cerrado determina una figura, al igual que si se tratara de una superficie de color.
2. Se suele asignar al objeto un tamaño menor que al fondo, porque es la situación más habitual. Esto se pone de manifiesto en
el experimento llevado a cabo por Oyama (1960), que podemos ver en la figura 10.12. Se tiende a reconocer como objeto aquella
parte que resulte más pequeña, independientemente de que se trate de los sectores negros o blancos. Por el contrario, si los
tamaños son iguales, la elección de objeto y fondo pasa a ser probabilística.
Figura 10.12: Figuras del experimento de Oyama. Los sectores más pequeños se reconocen como figura y los grandes como fondo.
3. También al objeto se le asigna una mayor proximidad al observador. Esto se pone de manifiesto por ejemplo en la figura
ambigua de Rubin (ver fig 10.13), donde unos sectores contienen radios del círculo y otros curvas concéntricas. Aquellos sectores
que destacan como objeto se reconocerán como más cercanos, en este caso son los sectores con radios porque al tener continuidad
las líneas, parecen tapar al resto de la figura. La interpretación de que unos sectores tapan al fondo se debe a que nuestro sistema
visual ha completado información que no está en el objeto (los círculos concéntricos).
Figura 10.13: Figura ambigua de Rubin. Unas secciones (figura) parecen tapar a otras (fondo).
4. Por otra parte, el sistema visual tiende a asignar una mayor luminosidad a aquella parte de la escena que reconoce como
objeto, es el llamado efecto Wolff, y se pone de manifiesto en la figura 10.14 (Kanizsa, 1979). Cuando destacamos una parte de
una escena y la reconocemos como figura, automáticamente esa zona se percibe más luminosa que el resto de la escena, que
interpretamos como fondo.
Figura 10.14: Efecto Wolf. El rectángulo central se identifica como figura (porque parece tapar a alguno de los cuadrados negros que aparecen
recortados) y por eso se percibe más luminoso que el resto del fondo blanco.
5. Finalmente, nuestro sistema visual tomará como figura aquello que además de destacar tenga un sentido o un significado. Por
ejemplo: la figura 10.15 sólo tienen significado si es vista con una orientación, si la presentamos girada 180º no somos capaces de
reconocerla.
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Figura 10.15: La figura no parece tener significado en esta orientación, pero prueba a girarla 180º. Modificada de idibujosparacolorear.com.
Además de resaltar los bordes, el proceso visual agrupa o reúne los distintos elementos de la escena, tal y como puede verse en
la figura 10.16. A pesar de no existir bordes definidos, es posible adivinar la presencia de un perro.
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Figura 10.16: El sistema visual prueba diferentes agrupamientos de las zonas de manchas hasta encontrar un objeto identificable, creando un contorno
subjetivo y una figura con mayor luminosidad que el fondo. Foto de R. C. James.
En este caso nuestro sistema visual ha buscado un contorno subjetivo, conecta las partes de una escena uniendo espacios en
blanco. La presencia de figuras cortadas o incompletas con significado conocido suele favorecer la aparición de contornos
subjetivos. Esto se aprecia perfectamente comparando en la figura 10.17 los dos casos superiores con el ejemplo inferior, donde no
hay ninguna figura cortada o incompleta y, en efecto, no se percibe contorno subjetivo. ¿Son quizás una ilusión óptica?
Figura 10.17: Figuras de Kanizsa (1955). Nuestra percepción añade el contorno subjetivo para completar las figuras. En las dos superiores se completa
un rectángulo blanco porque tapa a un conjunto de figuras geométricas. En la inferior no es posible, ya que las cruces tienen su significado completo.
El agrupamiento de elementos en la imagen fue ampliamente estudiado por un grupo de psicólogos alemanes (la Gestalt) de
principios del siglo XX. Para la Gestalt, existen una serie de principios básicos para el agrupamiento de elementos. Vamos a verlos
con un ejemplo para cada uno de ellos. Piensa cómo describirías la escena a otra persona a través de un teléfono.
Principio de Proximidad. Los elementos de una escena se agrupan en muchos casos en función de la separación entre
ellos. En el ejemplo de la figura 10.18, los objetos se agrupan sin ninguna duda por parejas, al estar más próximos.
Pero aunque la proximidad de cada pareja es igual en horizontal y vertical, la simetría y el mayor número de parejas
hace más probable describirlas como agrupadas en dos filas y no en cinco columnas.
Figura 10.18: La escena está formada por dos filas de cinco parejas de óvalos. El principio de proximidad se aplica a las parejas, que forman una
entidad con mayor significado que un óvalo único.
Principio de Semejanza. Cuando la proximidad es igual para todos los elementos, el sistema visual tiende a asociarlos
por semejanza de formas, de color, por simetría, por orientación o por cualquier otra característica. En el ejemplo de la
figura 10.19, el criterio que gana en la primera agrupación es el de formas, pero con la segunda agrupación nos damos
cuenta que el color tiene más importancia que la forma.
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Figura 10.19: La relación de semejanza más fuerte es la de forma, los objetos se agrupan en columnas. Cuando añadimos color, la relación de
semejanza más fuerte ha pasado a ser el color, los objetos se agrupan en filas.
Principio de mejor continuación. Se relacionan entre sí aquellos elementos que parecen seguir una misma línea
simple.
Figura 10.20: Aplicamos el principio de mejor continuación para intentar completar la información que nos parece oculta, pero nuestra interpretación
puede ser errónea.
Como nuestro cerebro ha de interpretar la información, a veces llega a conclusiones erróneas, como podemos ver en el ejemplo
de la figura 10.20 al intentar continuar el trazado de algunas líneas.
Otro ejemplo lo tenemos en la famosa bandera británica (ver fig 10.21), que interpretamos (incluso los nativos) como dos
diagonales rojas del rectángulo. Pues bien, para que parezcan tener continuidad estas diagonales al desaparecer bajo la cruz roja,
los diseñadores tuvieron que desalinearlas:
Figura 10.21: Para que se perciba una buena continuidad de las diagonales rojas, han de estar ligeramente desalineadas. Extraída de
www.jdawiseman.com/papers/union-jack/union-jack.html.
Principio de destino común. Para elementos en movimiento, se relacionan entre sí aquellos que llevan caminos
paralelos. En el ejemplo de la figura 10.22, el desplazamiento en cualquier dirección del triángulo azul y de las tres
bolitas es interpretado de la misma forma, ligando las bolitas para formar también un triángulo.
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Figura 10.22: Siempre que las bolitas tengan el mismo destino en su movimiento, la interpretación es que deben formar parte del mismo objeto, como
el triángulo.
Principio de conclusión o unidad. Entre varios posibles agrupamientos, tiene lugar aquel que conduce a la percepción
de una figura más completa o compacta (ver fig 10.23).
Figura 10.23: Aunque se pueden percibir varias secciones de las circunferencias, el mayor significado se obtiene si la percepción es la de una unidad
de tres circunferencias.
Estos tres últimos principios se agrupan dentro de un «Principio de mejor configuración», ya que tienen como objetivo común
la búsqueda de una organización lo más completa posible de la escena.
Figura 10.24: Arriba: fachada original que da nombre al efecto Cafe Wall, extraída de www.exploratorium.edu/exhibits/cafe_wall/cafe.html. Abajo:
detalle ampliado. Las franjas horizontales no parecen líneas paralelas.
4. VISIÓN DE MOVIMIENTOS
El análisis del movimiento es primordial para el sistema visual, pues resulta necesario conocer y analizar ese movimiento para
interaccionar con nuestro entorno. Por un lado hay que tener en cuenta que los objetos de nuestro alrededor se mueven y por otro
lado nosotros también nos movemos. Estas dos circunstancias provocan movimientos en la imagen retiniana de los objetos que nos
rodean. Dicho análisis se llevará a cabo en el dominio espacio-temporal, ya que en general las escenas reales son distribuciones
espaciales que se mueven. Por simplicidad, vamos a tratar sólo cambios de posición, no cambios de forma, dirección o velocidad.
Generalmente pensamos en movimientos reales, en los que hay un cambio de la posición de un objeto dentro de la escena. Pero
veremos que hay otro tipo de movimiento, que percibimos aunque no haya un desplazamiento real del objeto. Se trata de los
movimientos aparentes.
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Hagamos un experimento: sostener un dedo cerca de la nariz (unos 10 cm) y mirar un punto distante; al cerrar alternativamente
cada ojo el dedo parece moverse de un lado a otro. ¿Es un movimiento real? Pensemos ahora en otro ejemplo muy común: el cine
o la televisión. ¿Hay un movimiento real del objeto en la pantalla?
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primero porque allí es donde tenemos máxima agudeza visual y máxima sensibilidad al contraste,
segundo, mantener las imágenes más o menos estacionarias para que las frecuencias temporales de los detalles más
finos no sean demasiado altas. Si la imagen no es estacionaria, una cierta velocidad implicaría frecuencias temporales
altas para frecuencias espaciales altas y éstas no se verían por encima de la frecuencia de corte temporal, con la
consiguiente pérdida de detalles, o en otras palabras, de calidad de imagen.
Además, la información sobre el movimiento de los objetos ayuda a la percepción de las formas, ya que ayuda a la tarea de
segmentación (identificación de los bordes), lo que es imprescindible para el reconocimiento de las formas.
Para un observador en movimiento, las velocidades de las distintas partes de la imagen retiniana están relacionadas con la
distancia de los objetos correspondientes y con la velocidad del propio observador. Haciendo uso de tal información, el observador
puede controlar la trayectoria de su propio movimiento en aquellas tareas que lo requieran, por ejemplo, para modificar el tiempo
de impacto contra una superficie.
Se puede interpretar que el observador móvil genera un patrón de movimientos (o de velocidades) de los objetos que están en su
campo visual y ese patrón es lo que utiliza de forma dinámica para ajustar su trayectoria. En la figura 10.25 se muestran dos
ejemplos en los que un sujeto se está desplazando horizontalmente hacia el horizonte y verticalmente hacia el suelo. Los estudios
originales de J.J. Gibson fueron realizados con pilotos durante la II Guerra Mundial, ya que los patrones de flujo eran de gran
importancia durante el entrenamiento.
Figura 10.25: Patrón de vectores velocidad para los puntos de una escena, En un caso con el observador desplazándose hacia el horizonte, en el otro
caso con el observador en caída libre (según datos de J. J. Gibson, 1950).
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Un circulo negro se mueve en el plano (x,y) partiendo de una cierta posición inicial (x0,y0) en el instante t0. A partir de este
instante se toman fotografías cada Δt. El resultado de cada fotografía mostraría el circulo en una posición (x,y) diferente que se iría
desplazando en la dirección del movimiento, es decir, el movimiento aparecerá como cambios entre una imagen y la siguiente.
Al reproducir el conjunto de fotogramas (movimiento aparente), si el intervalo temporal entre ellos es el adecuado, la sensación
que produce es que la bolita se ha desplazado de forma suave y continua. En ese caso el movimiento aparente se percibe como el
real y no podríamos distinguir uno de otro. Pero si el intervalo entre fotogramas no es adecuado (por ejemplo las imágenes 1-6-
12), el movimiento que se percibe es a saltos, no da la sensación de un desplazamiento. En este caso el movimiento aparente no
coincide con el real. Podemos ver ambos ejemplos en la animación de la figura 10.27.
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Figura 10.27: Animación donde se muestra la reconstrucción de una escena a partir de dos muestreos, uno da sensación de movimiento real y el otro
no.
Al plantear experimentos sobre la visión de movimientos es interesante que la frecuencia de muestreo sea muy baja (Δt
grandes), en estos casos se ve claramente la diferencia entre la imagen muestreada y la original (así vemos mejor si el objeto, o
nosotros, se ha movido).
Ejemplo 1: De nuevo pensemos en una sinusoide a la que podemos cambiar la frecuencia (por ejemplo un movimiento
circular) y una frecuencia de muestreo fm fija (ver fig 10.28).
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Figura 10.28: Consecuencias del submuestreo: la velocidad percibida puede no coincidir con la original.
La frecuencia del objeto que marca el límite para la correcta percepción del movimiento es la mitad de la frecuencia de
muestreo y se conoce como frecuencia de Nyquist (fN). Si la frecuencia del objeto aumenta por encima de este valor, la percepción
del objeto no se corresponde con la real, es lo que se conoce como aliasing o submuestreo. La frecuencia percibida irá variando
entre la frecuencia de Nyquist y 0 (lo que implica un objeto estático), como aparece en la figura 10.28.
Podemos ver otros dos ejemplos en la animación de la figura 10.29. Supongamos una bolita que sigue un movimiento
oscilatorio que capturamos con dos frecuencias de muestreo diferentes (los círculos vacíos van a representar la captura de la
información). En la primera el muestreo es suficiente y percibimos el movimiento original, pero en la segunda el muestreo es
insuficiente.
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Figura 10.29: Animación del movimiento oscilatorio de una bolita capturado con dos frecuencias de muestreo para ver la diferencia entre la
percepción correcta y el problema del submuestreo.
Ejemplo 2: Veamos otro ejemplo, una hélice de avión, las aspas del ventilador, la rueda de un coche o de un carro…. En todos
estos casos tenemos aspas o radios que hacen de referencia para nuestro sistema visual, pero que no son distinguibles unos de otros
(hemos pintado uno de diferente color en la figura 10.30 para que podamos ver hacia dónde se movería, pero en realidad no
tendremos esa información).
Figura 10.30: Movimiento real horario en el que haremos un muestreo temporal. Los radios no se distinguen por color, salvo para esta explicación.
Supongamos ahora que el muestreo que hacemos (nuestro sistema visual o el dispositivo que recoja la escena), sólo capta las
imágenes 1 y 2 o sólo las imágenes 1 y 6.
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Razona cómo interpretarías el movimiento viendo sólo esas parejas de imágenes. ¿Cuál de los dos es un muestreo inadecuado y
cual reproduce el movimiento real?
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Si nos planteamos qué ocurre conforme va aumentando la velocidad angular de la rueda, deducimos que tiene lugar un error en
la percepción debido al número limitado de imágenes utilizadas para representar el movimiento (ver fig 10.31). Muchas veces la
frecuencia de giro de los ejes (frecuencia de revolución de la rueda x no ejes) supera la fN, en este caso se percibe como una
frecuencia distinta e incluso con signo cambiado, dando la sensación de que la rueda gira en sentido contrario.
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Podemos ver otro ejemplo en el siguiente enlace, que nos permite experimentar girando una rueda a diferentes velocidades para
darnos cuenta de los cambios en la percepción que se producen. (Puedes realizar el experimento en tu PC en el siguiente enlace
http://lite.bu.edu/vision-flash10/applets/Motion/Wagon/Wagon.html).
Ejemplo 3:
Este enlace es una grabación del efecto del muestreo. La cámara de video trabaja a 24 fps (fotogramas por segundo) y los
autores generan una onda ‘acuosa’ a 23, 24 y 25 Hz. La frecuencia de muestreo es la de la cámara, es decir 24, por lo que la
frecuencia de Nyquist debe ser la mitad: 12 Hz.Si la onda de agua de la escena tuviese una frecuencia menor de 12 Hz, la
reproducción no se vería alterada. Como la onda de agua se ha construido a mayor frecuencia, en todos los casos va a haber
aliasing y, por lo tanto, errores en la reproducción. Para la onda de 24 Hz, que corresponde al doble de la frecuencia de Nyquist, ya
hemos visto que la frecuencia percibida es nula: el agua no parece moverse. Para 25 Hz el agua se mueve hacia abajo, aunque no
lo hará a la velocidad original. Para 23 Hz la frecuencia percibida hace que el movimiento del agua parezca desafiar a la gravedad.
Ejemplo 4: Un ejemplo típico, es lo que conoce como ilusión de la cascada (figura 10.32). Se trata de un post-efecto de
movimiento que se produce cuando miramos a una superficie blanca después de habernos adaptado mirando cómo cae el agua de
una cascada: “parece que ahora el agua sube hacia arriba”. (Puedes realizar el experimento en tu PC en el enlace
lite.bu.edu/vision-flash10/applets/Motion/Waterfall/Waterfall.html).
La interpretación de este movimiento aparente es sencilla. Basta con asumir que existen detectores de movimiento «hacia
arriba» y «hacia abajo». La adaptación, mirando el movimiento del agua de la cascada hacia abajo, reduce la sensibilidad de los
detectores de movimiento en ese sentido (los satura). El desequilibrio que se produce entre los detectores se manifiesta al mirar la
superficie estática, con la percepción de la cascada subiendo hacia arriba. Es exactamente lo mismo que ocurre cuando nos
adaptamos a una luz roja y miramos después a una superficie blanca, que se percibe verde (complementario).
Ejemplo 5: Dentro de los movimientos aparentes, el caso mas conocido y estudiado es el denominado efecto Φ (o efecto
estroboscópico), descubierto por Wertheimer en 1912.
Supongamos un círculo de luz que se enciende durante un instante t1. Un tiempo Δt después de que éste se apague, se enciende
otro círculo de luz durante un tiempo t2. Los dos círculos están separados espacialmente una distancia Δx (ver fig 10.33)
Figura 10.33: Objetos para el ejemplo del movimiento aparente estroboscópico o efecto Φ. Ambos círculos se encenderían dentro del mismo recuadro.
Supongamos que los tiempos de encendido son iguales y además muy cortos en comparación con Δt. Sólo nos queda como
variable el intervalo de tiempo Δt entre ambos. En la figura 10.34 podemos ver las siguientes animaciones:
Si Δt es mayor que 200 ms (los valores son orientativos), los estímulos se perciben sucesivamente, o sea, uno después
del otro. No nos cabe duda de que se trata de dos objetos independientes.
Si por el contrario, Δt es menor que 30 ms, los estímulos se perciben simultáneamente, o sea, los dos al mismo
tiempo. Por tanto, se trata de nuevo de dos objetos independientes.
Entre ambas situaciones, en torno a Δt de 60 ms parece que el estímulo se desplaza realmente de un lado al otro, en
este caso la percepción es de un solo objeto. Es, naturalmente, un movimiento aparente: el movimiento Φ.
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Figura 10.34: Movimiento aparente estroboscópico o efecto Φ. Para cierto Δt entre el apagado de una luz y el encendido de la otra, se percibe como
una única luz que se desplaza de una posición a otra.
En 1915, Korte estableció un conjunto de reglas empíricas que gobernarían este efecto, en función de todos y cada uno de los
parámetros comentados anteriormente. Estas reglas se conocen hoy como leyes de Korte. La manera correcta de abordar este
fenómeno y otros similares, es tratarlo como un problema de muestreo espacio-temporal.
La clave es analizar posiciones (previa identificación del objeto) y medir la velocidad. Pues bien, el sistema visual no debe
trabajar así, aunque este método tendría la ventaja de evitar el problema de los objetos que se ocultan en un momento dado detrás
de un obstáculo. Pero si el movimiento es muy rápido, no daría tiempo para realizar tantas operaciones porque necesitamos
invertir muchos recursos en la tarea de identificación, que no es de bajo nivel sino todo lo contrario.
De hecho, el sistema visual debe realizar ya un análisis del movimiento a bajo nivel, como lo demuestran algunos efectos
interesantes:
a. en el «cuadrado de puntos que se mueve», (ver figura 10.35) es el movimiento lo que ayuda a reconocer que los
puntos que se mueven forman un cuadrado y no al revés. Por tanto, estamos detectando un movimiento sin
identificación previa del objeto, y, obviamente, sin localización espacial alguna de ningún objeto.
Figura 10.35. Cuadrado de puntos que se mueven. Una zona cuadrada se repite en cada fotograma ligeramente desplazada respecto al
fotograma anterior. En cada fotograma no la reconocemos, pero al reproducir la secuencia nuestro sistema visual es capaz de localizarla.
b. En la «ilusión de la cascada» (ver fig. 10.32), tenemos sensación de movimiento sin existir cambio alguno de
posición.
c. En el «efecto Φ invertido» (variante del efecto Φ en el que el movimiento aparente es en el sentido opuesto al del
cambio de posición del objeto), se prueba que la sensación de movimiento no se deriva necesariamente de los cambios
de posición del objeto en la imagen retiniana, sino de los cambios espacio-temporales que se producen en la
distribución de luminancias de la imagen retiniana (Extraído de Stuart Anstis Lab).
Figura 10.36: Modelo de Reichardt para la detección de movimientos. El retardo que introduce el detector A hace posible que lleguen al mismo tiempo
las señales de A y B. Sólo en ese caso se produce una señal en π. Esta unidad está sintonizada para un movimiento de derecha a izquierda a esa
velocidad particular. Para otra dirección/sentido o velocidad, π no dará respuesta.
Supongamos un punto moviéndose hacia la derecha que pasa por encima del detector A en el instante t=0. Un tiempo después
pasará por encima del detector B. Supongamos que la velocidad de conducción de la señal desde los detectores A y B al
multiplicador (Π) es infinita, pero introducimos un retardador en el camino de A. Si el movimiento es muy rápido llegará antes la
señal de B, si es muy lento llegará antes la señal de A. Claro que lo de rápido o lento estará en función de lo que dure el retardador
que frena la señal en el cable que viene desde A. Si la distancia entre los detectores es Δx, entonces, justo cuando la velocidad del
movimiento es Δx/Δt, donde Δt es el retardador, las dos señales llegarán al mismo tiempo y el multiplicador dará una respuesta
máxima. Esta maquinaria, que se conoce como unidad de Reichardt, constituye pues un detector de movimiento sintonizado para
una cierta velocidad y para un sentido del movimiento particular (hacia la derecha).
Con un par de unidades de Reichardt (ver fig 10.37) se puede construir una unidad más sofisticada que permitiría decidir sobre
el sentido del movimiento [Poggio y Reichardt (1973)].
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Figura 10.37: Unidad de Reichardt para la detección de los dos sentidos de un movimiento a una determinada velocidad.
Los multiplicadores de las dos unidades restan sus respuestas, se interpretará que el movimiento es hacia la derecha o hacia la
izquierda según si la diferencia es positiva o negativa.
A partir de estas simples ideas se han propuesto posteriormente modelos mucho más elaborados [Reichardt (1987), Van Santen
y Sperling (1985)].
¿Tiene este tipo de modelos algún sentido desde el punto de vista fisiológico? Ciertamente si, ya que sabemos que existen
células corticales que justamente tienen la propiedad de ser selectivas para la dirección del movimiento: las células complejas
(sólo parte de ellas).
En la primera edición de su libro (Eye, brain and vision), Hubel, adaptando las ideas originales de Barlow y Levick (1966)
propuso un posible circuito neural que funcionaría básicamente como una unidad de Reichardt (ver fig 10.38). Entre las células
simples y las células complejas habría dos capas de células, las grises y las blancas, que añadirían el retardo y la combinación de
las señales:
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Figura 10.38: Modelo de Hubel, Barlow y Levick. Las células blancas llevarían su señal a la misma célula compleja. La célula blanca anula las señales
si llegan al mismo tiempo. Adaptada de Hubel, 1989.
La idea es relativamente sencilla. Supongamos que entre las células simples y las células complejas existen unas células
intermedias (blancas) que reciben inputs excitatorios de una célula simple e inhibitorios de otra célula simple vía una segunda
célula intermedia (grises), que actúa como un retardador. Los campos receptivos de las dos células intermedias son adyacentes.
Finalmente, varias células intermedias blancas están finalmente conectadas con una célula compleja.
Supongamos que el objeto se mueve de derecha a izquierda. Si la velocidad del movimiento es la adecuada, la célula intermedia
blanca recibirá una excitación justo en el momento en el que está también recibiendo una inhibición de la célula intermedia gris
por cuyo campo receptivo acababa de cruzar el objeto. Ambas señales se cancelan y la célula compleja no recibirá señal alguna.
Pero si, por el contrario, el movimiento es de izquierda a derecha, la inhibición llegará demasiado tarde para evitar que la célula
blanca haya ya enviado señal a la célula compleja. La célula compleja tiene por tanto las propiedades de una célula selectiva a la
orientación, está sintonizada a un movimiento y a una velocidad.
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Figura 10.39: Representación gráfica de una red sinusoidal y dos sólidos en movimiento en un espacio de frecuencias.
Los modelos en el dominio de frecuencias espaciales y temporales son matemáticamente mucho mas complicados, por lo que
nos contentaremos con una idea cualitativa sobre como funcionaría un modelo de este tipo para extraer la información de la
velocidad.
Nos apoyaremos para ello en el modelo de Watson y Ahumada (1985). Supongamos un objeto con un cierto espectro espacial.
Supongamos que se mueve con velocidad v a la izquierda. Ya sabemos que este movimiento se representa en el plano de
frecuencias como una línea recta de pendiente v positiva.
Ahora tenemos que asumir algo muy importante, que en el sistema visual existe un cierto número de filtros, cada cual
sintonizado para una banda de frecuencias espaciales y temporales. Trabajaremos con la hipótesis de que la función de sintonizado
espacio-temporal es una gaussiana bidimensional. En este caso la anchura de banda de cada filtro es la misma en frecuencia
espacial que en frecuencia temporal, es decir, los filtros son circulares es el plano (fe, ft). Además, todos los filtros tienen la misma
anchura (esto no es realmente lo que sucede en las células corticales). Con estas ideas, el movimiento considerado se representa
como hemos visto en la figura 10.39 mediante una línea cuya pendiente es la velocidad.
Ya sólo nos queda por admitir que existen patrones de filtros cada cual sintonizado para una determinada velocidad (ver fig
10.40, izquierda). Supongamos para el ejemplo que tenemos 9 filtros que podemos organizar en el plano de frecuencias espaciales
y temporales como una trama de 3x3. Un patrón es un conjunto de repuestas r1.....r9.
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Figura 10.40: Modelo de detección del movimiento de Watson y Ahumada en el espacio de frecuencias. Adaptada de J. Malo.
Por ejemplo, un patrón r1.....r9 sintonizado para la velocidad V3 es aquél en el que los filtros 3-5-7 dan respuesta y el resto no
(ver fig 10.40, derecha). Un pequeño cambio de velocidad puede hacer que los filtros 3 y 7 respondan un poco menos, y si
seguimos cambiando la velocidad en un momento dado comenzarían a responder los filtros adyacentes. De esta forma, tenemos un
continuo de patrones de velocidad y, en definitiva, aquel patrón que dé la máxima correlación con nuestro movimiento será el que
determine cual es la velocidad.
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Quedan muchas preguntas sobre la visión de movimientos, pero se escapan a nuestros objetivos.
¿Hay dos mecanismos para analizar movimientos reales y aparentes? No, los fallos de percepción se deben a un
muestreo insuficiente, pero el sistema visual en principio los trata igual.
¿Vemos cualquier tipo de movimiento aparente? Ya hemos dicho que el muestreo es relevante. Además habría que
tener en cuenta los umbrales de desplazamiento y de velocidad, que pueden impedirnos percibir cualquier tipo de
movimiento.
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5. INTEGRACIÓN DE LA INFORMACIÓN
Este es el momento de plantearse cómo hace el cerebro para decirnos lo que estamos viendo.
Si cada célula de nuestro cerebro (en la zona relacionada con la visión) analizara la información total de un punto de la escena,
sumar todas las células reproduciría la escena entera. Pero eso requiere muchas células y además que estén especializadas en todo.
Si una zona se dañase, aparecería un escotoma porque sólo faltaría parte de la escena. Pero entonces, ¿qué ocurre con las personas
que tienen una agnosia visual (producida por infarto, tumor etc…)? Estas personas ven la escena completa pero sólo pierden una
parte de la información: color, forma, movimiento…
Ya sabemos que en el córtex primario existen células capaces de detectar ciertas características elementales (frecuencia
espacial, orientación, dirección del movimiento, color, etc). La información que se analiza en estas células es enviada a las áreas
corticales vecinas, que envían sus proyecciones a otras áreas visuales superiores, pero sin referencia a lo que está ocurriendo en la
célula de al lado, es decir, en el punto objeto contiguo.
La primera ventaja de este razonamiento es clara: si las zonas del cerebro están especializadas en parte de la información, no es
necesaria una representación punto a punto de la escena. Se puede comprimir la información comprimiendo el número de células.
Claro que esto lleva a otras preguntas. Podemos plantearnos que si la información de un objeto es dividida para ser analizada,
en algún momento ha de ser puesta en común otra vez. Al mezclar la información que proviene de un mismo objeto, la duda que
surge es cómo se las apaña el cerebro para relacionar los aspectos espaciales y temporales entre ellos. Y si son varios objetos,
¿cómo se distingue la información que pertenece a cada uno?
¿Cómo se une la información para dar la percepción final y total del objeto si está siendo analizada por separado y en áreas
independientes? Podemos pensar que los procesos de análisis son paralelos: si tienen lugar al mismo tiempo, entonces deben
pertenecer al mismo objeto. Asumiendo que la información visual se rompe en diferentes componentes y se procesa en paralelo en
áreas especializadas y de forma independiente, las conexiones entre esas áreas pueden tener lugar en tres direcciones:
La información se redistribuye y en este segundo paso es donde va a haber una interacción entre esos diferentes aspectos que la
componen. Esta hipótesis de que se produce una ‘retroalimentación’ desde las áreas superiores a las inferiores nos aseguraría que
la información se une en algún punto. De esta forma, la información que pertenece a un mismo objeto acaba junta en algún lugar
del proceso visual, lo que podemos llamar percepción.
Pero también hay pruebas de que existe una jerarquía en el procesado, ya que cierta información tiene mayor importancia que
otra a la hora de tomar decisiones: localización-color-movimiento y orientación.
Por tanto, no puede ser en retina ni en el córtex primario donde objetos enteros se reconocen, no puede ser donde reside la
percepción. Una prueba de ello es la existencia de escotomas y agnosias visuales. Dependiendo del lugar donde se pierdan las
células visuales, puede aparecer un escotoma (se pierde toda la luz de esa parte de la escena, si por ejemplo estuviera en retina o en
el córtex visual primario, donde todavía hay un mapa de la escena) o la agnosia (se pierde la información que se analiza, por
ejemplo el movimiento si se trata de V5, pero no la luz que llegaba de esa parte de la escena, que está siendo analizada en otras
áreas). Las personas con problemas específicos para la realización de ciertas tareas suelen tener alguna lesión precisamente en
niveles superiores de la corteza visual.
Todas las evidencias nos llevan a que es en los niveles superiores del córtex visual donde, en última instancia, la percepción
parece codificada. La percepción parece ser, más que una representación en nuestro cerebro, el resultado de esta integración de la
información en una imagen final y su interpretación. Y nuestra interpretación puede cambiar.
Los resultados de muchas experiencias demuestran que esto ocurre así, por ejemplo:
El área V5 procesa la información de movimiento global de un estímulo con dos componentes: dos redes con
inclinaciones diferentes moviéndose en dirección perpendicular a sus inclinaciones (ver fig 10.41). El estímulo global
se percibe como un único objeto, una trama con una dirección de desplazamiento diferente a las dos componentes
(que sería la suma vectorial de las dos velocidades). El efecto puede comprobarse en el vídeo 10.41. Las células
selectivas a direcciones del córtex primario responden mejor a cada una de estas redes que a la trama resultante de la
superposición. Células de V5 responden mejor a la trama, al movimiento global.
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Figura 10.41: Dos redes individuales producen respuesta en células de V1, pero el movimiento global sólo produce respuesta en V5. Adaptado de
Stonor y Albright, 1993. Vídeo de M.J. Luque.
Los umbrales de detección de movimientos con redes cromáticas son diferentes a los obtenidos con redes acromáticas.
Esto demuestra que hay una interacción entre la información de movimiento y la de color.
Post-efectos de movimiento: como ya hemos visto en el efecto cascada, se presenta un estímulo moviéndose en un
sentido y después de un intervalo de tiempo se detiene. El observador se adapta al estímulo en movimiento (adapta sus
detectores de movimiento en un sentido) y cuando el estímulo se detiene continúa mirando dicho estímulo estático
pero lo percibe como moviéndose. Las células correspondientes del córtex primario no están activas, pero si que lo
están las células correspondientes de V5.
El área V4 analiza la información de color y el córtex inferotemporal (IT) la de formas complejas, por ejemplo caras
(el córtex estriado responde mejor a barras, bordes y redes). Ambas regiones están muy próximas, pacientes que
sufren prosopagnosia (no reconocen caras) manifiestan frecuentemente acromatopsia (no distinguen tonos).
Experiencias de rivalidad binocular: presentamos por ejemplo dos redes con diferentes orientaciones, una a cada ojo,
con el fin de que aparezca una rivalidad binocular y se produzca una supresión alternante. Los estímulos llegan a la
retina de forma simultánea y cabe pensar que habrá células que sean activadas por un estímulo y simultáneamente
otras por el otro. Pero la percepción final es la de un solo ojo, el que gana en el proceso de rivalidad.
Si estudiamos las células sintonizadas a una de las dos orientaciones (por ejemplo horizontal) y en qué nivel de la
corteza las células se activan, se comprueba que a nivel del córtex primario las células horizontales correspondientes
dan respuesta siempre, independientemente de cuál sea la percepción (con un ojo o con otro). Pero para una célula del
área IT en las mismas condiciones no ocurre esto, sino que sólo se produce respuesta cuando el observador percibe la
orientación a la que está sintonizada (ver fig 10.42).
Figura 10.42: En una experiencia de rivalidad binocular para provocar supresión, la célula de IT activada corresponde a la percepción, mientras que
V1 da respuesta a los dos estímulos. M.J. Luque y M.A. Díez.
Figuras ambiguas: son imágenes con dos posibles percepciones. Las células en niveles inferiores de la corteza
responden a las características físicas del estímulo, mientras que en los centros superiores se refleja cuál de las dos
posibles percepciones experimenta el observador (no consciente o involuntario).
Podemos ver dos ejemplos en la figura 10.43: en el cubo de Necker y la figura reversible cara-copa. Otro gracioso ejemplo
puede verse en el siguiente vídeo.
Figura 10.43: Izq: ilusión cara-copa, extraída de http://dragon.uml.edu/psych/illusion.html. Drcha: cubo de Necker. Nuestra percepción puede cambiar
entre dos objetos o dos profundidades.
Además, hay que tener en cuenta en algún momento de esta etapa final una correlación con la información almacenada en la
memoria. Mediante imágenes por resonancia magnética se puede comprobar que la visualización de una escena mentalmente (una
imagen recordada o por memoria) detecta un patrón de actividades básicamente idéntico que cuando se visualiza la escena
realmente.
Está demostrado que la memoria puede influenciar la percepción, ya que exageramos las características más destacadas de los
objetos cuando tenemos que recordarlos. Es una forma de facilitar el proceso de memorización: los objetos oscuros se recuerdan
más oscuros, los saturados se recuerdan más saturados, etc… Por ejemplo: el color del plátano se recuerda amarillo, sin ninguna
contribución de las pintas marrones características de estos productos en nuestra geografía.
Se puede ver un ejemplo de cómo funcionan estas premisas en la ilusión típica Hollow-Mask, que consiste en la percepción del
volumen de una máscara cuando la miramos por ambos lados, tanto el convexo habitual como el cóncavo. Tenemos un ejemplo en
la foto de la figura 10.44 y en el siguiente video.
Figura 10.44: Máscara en su posición original (convexa) y vista por el lado contrario (cóncava). En ambos casos la sensación es de convexidad.
Extraída de www.sciencephoto.com.
Si se interpreta el volumen de la figura en cada posición, nos damos cuenta de que siempre la percibimos como si fuera
convexa, aún cuando estemos en la parte cóncava de la máscara. Nuestro cerebro asigna el volumen habitual en función de las
sombras que se perciben.
Podemos ver un ejemplo de su uso artístico en una escena de la fachada de la Sagrada Familia de Barcelona, conocida como la
Verónica (ver fig 10.45). Fíjate en la cara del Cristo, que ha sido tallada hacia dentro del plano del paño.
Figura 10.45: La cara dentro del paño de la Verónica ha sido tallada cóncava, pero la percibimos convexa. Extraída de en.wikipedia.org/wiki/File:SF_-
_Ver%C3%B3nica.jpg
Normalmente estas premisas conducen a una correcta interpretación de la escena, pero si se produce el caso de llevar a una
decisión equivocada, el sistema visual es suficientemente crítico como para replantearse sus premisas y cambiarlas. En el ejemplo
Hollow-Mask, cuando la máscara se mueve girando y vemos la transición de convexo a cóncavo, nos damos cuenta de nuestro
error de percepción y podemos conscientemente forzar la percepción correcta.
También puede darse el caso de que no comprendamos las decisiones que ha tomado nuestro sistema visual, y esto es debido a
que el cerebro en su conjunto está utilizando información que excede de los límites del sistema visual. Podemos ver un ejemplo en
la ilusión Ames Room en la figura 10.46 y en el vídeo asociado.
Figura 10.46: Habitación de Ames (Ames Room). Si las personas son de tamaño similar, como cabe esperar, hay una incongruencia con el tamaño de
la habitación. Extraída de www.youtube.com/watch?v=qb_X91HU-Pw.
En este ejemplo, la percepción del tamaño de las personas no cuadra con la información de la habitación, no parece haber un
acuerdo. La clave, claro está, es que la habitación no es lo que parece, está construida para engañar a nuestro cerebro y que
parezca una sala cuadrada cuando no lo es. Si analizamos el vídeo con esta nueva información, encontramos las pistas para
descubrir las verdaderas dimensiones.
Y como último ejemplo de estas ilusiones por errores en la interpretación, podemos ver este video que recoge algunas de las
más famosas.
Ejemplo 1: Cuenta el número de veces que se pasan la pelota los componentes del equipo blanco
Ejemplo 2: Fíjate si hay algo raro en la escena a lo largo de la conversación.
CUESTIONES
1. Señala si es verdadero o falso el siguiente razonamiento. Para facilitar la distinción de figuras sobre el fondo de una escena,
nuestro sistema visual utiliza los mecanismos de inducción y de asimilación.
a. Verdadero.
b. Falso.
a. Siempre se impondrá el que da una información más completa de la escena, que suele ser el que distingue mayor
número de objetos.
b. El color siempre va a tener mayor importancia que la forma o la proximidad.
c. Se dan todos al mismo tiempo, aunque se contradigan.
d. Si hay un conflicto, no se da ninguno.
4. Señala si es verdadera o falsa la siguiente afirmación: si nunca hemos visto antes el objeto a reconocer, la tarea es tan compleja
que puede resultar imposible.
a. Verdadera.
b. Falsa.
5. A partir de los conceptos de ambos tipos de movimientos, señala las afirmaciones correctas:
a. Verdadera.
b. Falsa.
a. La inducción disminuye las diferencias entre partes de la escena y la asimilación aumenta las diferencias entre
partes de la escena.
b. La inducción aumenta las diferencias entre partes de la escena y la asimilación aumenta las diferencias entre partes
de la escena.
c. La inducción aumenta las diferencias entre partes de la escena y la asimilación disminuye las diferencias entre
partes de la escena.
d. Ninguna es correcta.
9. Podemos afirmar que los principios de agrupamiento dentro de una escena tienen como finalidad común:
a. Nuestro cerebro sigue las premisas habituales y extrae una percepción que no va a poder modificar
conscientemente para llegar a una interpretación correcta.
b. Nuestro cerebro sigue las premisas habituales y extrae una percepción que va a poder modificar conscientemente.
c. Nuestro cerebro busca las premisas necesarias para que la interpretación sea siempre contraria.
...
En este capítulo vamos a ver cómo la evaluación de algunas capacidades del sistema visual puede facilitar la tarea del
diagnóstico de ciertas patologías. Para ello es necesario conocer estas capacidades visuales, saber cómo realizar adecuadamente un
experimento visual, establecer un observador patrón de referencia para poder comparar con el sujeto en cuestión, saber realizar un
análisis estadístico, y saber interpretar el resultado del sujeto que se aparta de la normalidad en función del diseño del experimento
realizado.
1. MÉTODOS ÓPTICOS
En este apartado vamos a ver algunos de los métodos ópticos más utilizados.
1.1. Queratometría
La queratometría es una prueba realizada a un paciente en la que se determinan los radios de curvatura corneales. La córnea no
suele ser esférica, sino que presenta una diferencia de curvatura que determina el astigmatismo corneal. El queratómetro permite
medir la curvatura corneal en los llamados meridianos principales, que se corresponden con los meridianos de máxima y mínima
potencia. La potencia del astigmatismo corneal se puede estimar muy fácilmente a partir de los radios de curvatura (r1c=8 mm, P1c=
(n’-n)/r1c=(0,3771)/0,008=47,14D).
El queratómetro es el aparato para medir estos radios de curvatura y es un elemento habitual en cualquier gabinete de
Optometría (ver fig 11.1). El funcionamiento del queratómetro se basa en el análisis de las imágenes de Purkinje en la primera
superficie corneal. El tamaño de las imágenes correspondientes a dos test luminosos («miras») reflejadas en el ojo, dependerá de la
curvatura corneal. Determinando el tamaño, se puede conocer el radio de curvatura.
1.2. Topografía
La topografía corneal es un método de exploración de la córnea mas completo que permite determinar un mapa de alturas de la
superficie corneal completa. Los topógrafos corneales (ver fig 11.2) generalmente están basados en el llamado disco de Plácido:
una serie de círculos concéntricos que se proyectan sobre la córnea. Se recoge la imagen de estos círculos y a partir de las
deformaciones de los círculos en la imagen se calcula mediante un software el mapa completo de la superficie corneal. El estudio
de la topografía, además de determinar los radios y dirección del astigmatismo permite diagnosticar alteraciones morfológicas
locales como el queratocono. Actualmente el topógrafo se utiliza de manera rutinaria en el estudio previo de la cirugía refractiva.
Figura 11.2. Izquierda: Topógrafo corneal (www.oculus.de). Derecha: Mapa de curvaturas (www.optilaser.com.ni). Los colores cálidos indican una
mayor curvatura. Como puede apreciarse, se trata de un ojo astigmático con mayor curvatura en la dirección vertical.
1.3. Oftalmoscopía
Es la técnica por excelencia para el examen del fondo ocular o parte posterior del interior del globo ocular (incluye la retina con
la fóvea y el disco óptico, la coroides y los vasos sanguíneos). En la oftalmoscopía directa este examen se lleva a cabo mediante la
proyección de un haz de luz a través de la pupila, para observar la parte posterior del globo ocular.
El oftalmoscopio directo es un instrumento de tamaño pequeño que incluye un mango y un cabezal (ver fig 11.3). El cabezal va
provisto de una rueda de accesorios (lentes y filtros) que se anteponen al ojo a examinar. Estas lentes se emplean para variar el
aumento de la imagen, mientras que los filtros permiten mejorar la visualización en condiciones determinadas.
La oftalmoscopía se practica como parte de un examen físico de rutina o de un examen ocular completo con el fin de detectar y
evaluar los síntomas de ciertas patologías. Para la retina sana existe una apariencia estándar o normal, mientras que los resultados
anormales pueden revelar enfermedades oculares, como opacidades en el cuerpo vítreo, desprendimientos de retina, problemas del
nervio óptico, degeneraciones maculares, glaucoma, etc. También se pueden detectar hipertensión arterial y muchas enfermedades
sistémicas.
Una variante de la oftalmoscopía es la retinografía, que consiste en fotografiar el fondo de ojo del paciente (ver fig 11.3). Esta
técnica proporciona la misma información de partida que la oftalmoscopía (una imagen de fondo de ojo). Sin embargo, al poder
guardar la imagen, se puede estudiar la evolución en el tiempo de las lesiones detectadas. Actualmente se están utilizando
retinógrafos no midriáticos.
Figura 11.3. Izquierda: Oftalmoscopio directo (www.medicalexpo.es). Derecha: Excavaciones de nervio óptico, del Atlas de Oftalmoscopía de R.
Liebreich (www.oftalmo.com).
2. MÉTODOS NO ÓPTICOS
En este apartado vamos a ver con detenimiento algunos de los métodos no ópticos más utilizados para el diagnóstico del
sistema visual.
Los pacientes de esclerosis múltiple, neuritis óptica, glaucoma, Parkinson, diabetes, ambliopías, presentan pérdidas en
la CSFe.
Las lesiones en la mácula producen pérdidas de sensibilidad en bajas frecuencias, mientras que la pérdida en agudeza
visual es mínima.
Por otra parte, en contactología la medida de la sensibilidad al contraste resulta una importante prueba diagnóstica.
Con lentes de contacto, la CSFe permite evaluar problemas de adaptación, potencia inadecuada, pérdida de calidad
visual por deterioro de las lentes, etc.
A continuación podemos ver otros ejemplos de pérdidas en esta curva, relacionados con diversas patologías. En la figura 11.4 se
muestra, arriba, las CSFs de un paciente con esclerosis múltiple y otro sospechoso de glaucoma, donde se observa una bajada de la
sensibilidad en frecuencias intermedias. En la parte inferior se muestra un paciente con un adenoma hipofisario antes y después de
la intervención, donde vemos que ha recuperado la caída en frecuencias intermedias.
Figura 11.4. Arriba: Curvas de sensibilidad al contraste para un paciente con esclerosis múltiple y un sospechoso de glaucoma. Abajo: Curvas antes y
después de la cirugía de un paciente con un adenoma hipofisario. Según datos de Ginsburg, extraídas de Artigas, 1995.
La CSFe no sólo puede indicarnos el estado de nuestra visión de contraste acromática. Diseñando los estímulos
convenientemente es posible estudiar los canales cromáticos (parvo y konio) de manera aislada. Para ello, tendremos que
seleccionar las bandas de la red o rojo-verde o azul-amarillo. En el caso del glaucoma, por ejemplo, aparece un defecto tipo tritán
que puede ser detectado de manera precoz mediante el estudio de la curva de sensibilidad al contraste azul-amarillo.
Al igual que ocurría con la función de sensibilidad al contraste espacial, la temporal también permite la detección y seguimiento
de algunas patologías. En la figura 11.5 podemos ver un ejemplo de tumor de la pituitaria, con una disminución de toda la curva
pero sólo una ligera disminución de la FCF.
Figura 11.5: Disminución de la sensibilidad al contraste temporal para un paciente con tumos en la pituitaria. La variación en la frecuencia de corte
apenas es relevante, comparada con el resto de la curva. Según datos de Gutowski, Heron y Scase, 1997.
Figura 11.6. Curva estándar de adaptación a la oscuridad, y curva correspondiente a un sujeto con patología que no tiene sensibilidad en bastones. M.J.
Luque.
Una curva de adaptación a la oscuridad anormal puede indicar un comportamiento anómalo de parte del sistema visual (ver fig
11.6). Por ejemplo, lo que le ocurriría a un sujeto que careciese de un sistema de fotodetectores, o que tuviese una anomalía en el
camino visual mediado por esos fotodetectores.
2.3. Campimetría
Consiste en el estudio de la respuesta a la presentación de una serie de estímulos luminosos en diferentes puntos de la retina.
Existen varios tipos de campimetrías, en función de cuántos puntos se estudian, con qué distribución espacial se analizan y cuál es
el estímulo luminoso empleado. El diseño de la prueba determinará qué parte del sistema visual se está estudiando.
La aplicación clásica es la de la medida del campo visual, que permite diagnosticar cualquier pérdida de campo, sea en los
límites o en un hemisferio o la aparición de escotomas, que quedan patentes en las figuras de resultados mediante códigos de
colores para la sensibilidad (ver fig 11.7).
Figura 11.7. Progresión temporal de un glaucoma sin tratamiento. La figura representa un mapa de la retina centrada sobre la fóvea. Cuanto más
oscuros son los grises, mayor es la pérdida de sensibilidad. Extraída de www.aafp.org/afp/2003/0501/p1937.html.
Cuando se utilizan estímulos con determinadas frecuencias espaciales y temporales, o con variaciones cromáticas, también se
pueden estudiar los caminos visuales magno, parvo y konio.
En la campimetría cromática tradicionalmente se han utilizado filtros de color antepuestos a la fuente luminosa que genera el
estímulo. Actualmente se utilizan LEDs, de forma que sólo es posible utilizar la cromaticidad de la lámpara de fabricación. El
principal problema de este tipo de campimetrías es la correcta caracterización fotocolorimétrica, necesaria para poder realizar
comparativas de resultados.
Una de las técnicas más empleadas en la actualidad para la detección precoz del glaucoma es la campimetría azul-amarillo. Esta
técnica permite estudiar el camino koniocelular. El fondo se utiliza de color amarillo para blanquear (saturar) la respuesta de conos
rojos y verdes, pero apenas tiene influencia en la respuesta de los conos azules. El estímulo de color suele ser de 440 nm, para dar
respuesta máxima en los conos azules y, por tanto, en las células ganglionares conectadas a ellos. Este tipo de campimetría ha
demostrado ser más eficaz que la campimetría acromática en la detección precoz. En el ejemplo de la figura 11.8 vemos la
diferencia entre estos dos tipos de campimetría: mientras que en la tradicional no aparecían ligeras pérdidas de campo en el quinto
año, en el primer año ya se había detectado el glaucoma mediante la campimetría azul-amarillo.
Figura 11.8. Resultados para un mismo paciente de la campimetría azul-amarilla (SWAP) y la campimetría convencional W/W (SAP) a lo largo de
cinco años de evolución. Como se aprecia por las zonas negras de baja sensibilidad, el poder diagnóstico es muchísimo mayor para la campimetría
azul-amarilla. Según datos de Demirel y Johnson, 2001.
Se pueden utilizar otras combinaciones de color entre estímulo y fondo con el fin de detectar pérdidas de sensibilidad. Por
ejemplo la campimetría rojo-blanco se utiliza para detectar pérdidas de sensibilidad de los conos, ya que los bastones son ciegos al
extremo rojo del espectro.
A continuación, en las figuras 11.9 y 11.10 vamos a mostrar ejemplos que ilustran cómo una determinada pérdida funcional
(afectando especialmente al mecanismo azul-amarillo en este caso) se puede poner de manifiesto más fácilmente usando un
adaptador particular. Aunque los resultados corresponden a medidas en fóvea, estas curvas pueden ser la base del diseño de
campimetrías particulares.
En el ejemplo de la figura 11.9 vemos los resultados de sensibilidad sobre fondo blanco con un estímulo parpadeante. Mientras
que para el sujeto normal se aprecian tres picos en la curva, que indican una detección cromática, el sujeto con atrofia óptica
presenta un solo pico típico de una detección acromática.
Figura 11.9. Sensibilidad sobre fondo blanco en función de la longitud de onda, para un sujeto normal y otro con atrofia de disco óptico. Extraída de
Cronly-Dillon, 1991.
En el ejemplo de la figura 11.10 vemos los resultados de sensibilidad sobre fondo amarillo. El sujeto con atrofia óptica presenta
una pérdida severa de sensibilidad en las bajas longitudes de onda y una menor en las altas longitudes de onda.
Figura 11.10. Sensibilidad sobre fondo amarillo en función de la longitud de onda, para un sujeto normal y otro con atrofia de disco óptico. Extraída de
Cronly-Dillon, 1991.
2.4. Anomaloscopios
El Anomaloscopio se debe a W. Nagel, fisiólogo y oftalmólogo alemán, que diseñó el primero de estos aparatos en 1907. Desde
entonces se han desarrollado distintos modelos, que difieren en los colores empleados en la mezcla y la manera de obtenerlos, pero
básicamente el principio de su funcionamiento es el mismo.
Un anomaloscopio consiste en un telescopio mediante el que se observa un campo visual con un tamaño comprendido entre 1 y
2 grados. Este campo está dividido verticalmente en dos mitades o semicampos (ver fig 11.11). La tarea del observador consiste en
realizar una igualación cromática entre los semicampos izquierdo y derecho. El principio del anomaloscopio se basa en el empleo
de estímulos de color que están siempre situados sobre una misma recta de confusión.
● Anomaloscopios Rojo-Verde
Para la detección de alteraciones rojo-verde, se dispone en un semicampo un amarillo monocromático (589 nm), y en el otro
semicampo se realiza la mezcla aditiva de rojo (670 nm) y verde (546 nm) hasta llegar a igualar ambos estímulos. Esta igualación
colorimétrica se conoce como la ecuación de Rayleigh.
● Anomaloscopios Azul-Amarillo
Para detectar alteraciones en el mecanismo azul-amarillo, se iguala un verde azulado con la mezcla de verde y azul (para esta
nueva igualación colorimétrica se utilizan las ecuaciones de Engelking-Trendelenburg [470+517=490] y de Moreland
[436+490=480+580test]), o también se puede hacer la igualación de un acromático por mezcla de azul y amarillo (ec. de Pickford-
Lakowski). En la detección de estas anomalías (tipo tritán) la mezcla resulta más crítica, ya que interfieren la variabilidad entre
unas personas y otras del pigmento macular (amarillo), y los efectos del amarilleamiento del cristalino con la edad.
Como la enorme mayoría de las alteraciones ocurren en el canal rojo-verde, nos limitaremos a estudiar éstas. Con el
anomaloscopio, la mayor parte de observadores iguala dentro de un pequeño rango de variación, estableciéndose un criterio de
normalidad o de población normal para la visión del color. Las personas que se salen de este criterio, serán los anómalos y
deficientes cromáticos:
Los protanómalos igualan colocando mucho rojo en la mezcla, mientras que los deuteranómalos igualan colocando
mucho verde en la mezcla.
Los protanopes y deuteranopes, igualan colocando cualquier proporción de rojo-verde.
Es posible distinguir tricrómatas anómalos de dicrómatas, ya que el ajuste de la luminancia no será el mismo y el rango de
igualación tampoco. Si representamos la proporción de luminancias R/G frente a la luminancia del amarillo Y, vemos que los
protanopes igualan la luminancia siguiendo una recta de igual pendiente que sus correspondiente anómalos, los protanómalos,
mientras que los deuteranopes igualan siguiendo la pendiente de los deuteranómalos. Los anomaloscopios representan el único
sistema capaz de diferenciar entre estas dos categorías, anomalías y deficiencias (estudiando el rango de colores que son capaces
de igualar, los anómalos un rango mayor que los normales y los defectivos todo el rango).
También existen otros anomaloscopios, basados en diferentes principios, como el anomaloscopio tipo OSCAR, o
anomaloscopio de sustitución silenciosa. En este caso se alterna rojo y verde a una frecuencia fija de 16 Hz, de manera que la
apreciación de parpadeo depende de la relación de luminosidad entre ambos colores. El observador regula la proporción de mezcla
hasta minimizar el parpadeo. Cuando la sensación de parpadeo es mínima, supone que se ha igualado la sensación de luminancia.
Figura 11.12. Láminas pseudoisocromáticas: Arriba: láminas de Ishihara, Abajo: láminas SPP2. En la figura de la derecha un observador normal ve un
8 mientras que un anómalo o deficiente rojo-verde verá un 3. El patrón de puntos circulares evita que exista un posible reconocimiento de la figura por
los bordes.
Los colores empleados para la figura y el fondo son colores situados sobre una misma recta de confusión, de manera que
mientras el observador normal los distingue perfectamente sobre el fondo, el anómalo o defectivo cromático correspondiente no es
capaz de hacerlo.
Veamos un ejemplo, supongamos que queremos diseñar una lámina para detectar deficiencias de tipo protán, es decir,
protanómalos y protanopes. En primer lugar, dibujamos un patrón de puntos, de manera que no sea posible distinguir la figura del
fondo. Un buen recurso es recurrir a un patrón de puntos de diferentes tamaños.
A continuación seleccionamos dos colores de una recta de confusión del protanope, de manera que uno lo asignamos al fondo, y
otro al objeto. Un observador normal distinguirá la figura, pero un anómalo o un deficiente protán será incapaz de hacerlo.
Es evidente que el diseño debe ser correcto para no facilitar al paciente más información que la de color. Al elegir colores
diferentes para el fondo y el test, puede llevar asociado un cambio de luminosidad entre ambos que permitiría reconocer el
optotipo. Se deben diseñar las diferentes partes de la lámina de forma que incluyan pequeñas variaciones aleatorias de luminosidad
con el fin de que el paciente no reconozca el optotipo más que por el cambio de color.
Las láminas pseudoisocromáticas son pruebas muy sencillas que no requieren casi infraestructura, por lo que son las más
empleadas habitualmente como pruebas clínicas. Sin embargo, presentan serias limitaciones, ya que:
La iluminación es un factor determinante. Si el test no se administra bajo la iluminación original indicada para el
diseño, la percepción de los colores no será la misma, y por lo tanto no corresponden a la misma línea de confusión.
La práctica totalidad de estos tests se diseñan para ser observados bajo iluminante blanco (C o D65).
No se trata de un test cuantitativo. Se puede, en todo caso, determinar el tipo de defecto, pero no se puede cuantificar.
Las láminas amarillean con el tiempo (aunque hoy por hoy, estos test también están en formato informático, aunque en
este caso el problema se traslada a la correcta reproducción del color en pantalla).
Las pruebas de ordenación más conocidas son los llamados test de Farnsworth-Munsell, en sus versiones de 28 tonos (FM28-
Hue) y de 85 tonos (FM100-Hue, ver fig 11.13). Estos tests están formados por fichas de color correspondientes a los colores de
un círculo completo de tono en el atlas Munsell, de manera que todas ellas presentan el mismo nivel de saturación y de claridad.
Al tratarse de tests diseñados sobre soporte físico, es relevante el iluminante bajo el que se observan las piezas. La práctica
totalidad de este tipo de pruebas se diseña para ser vista bajo iluminante blanco (C o D65). Otro iluminante cambia la percepción
de los colores, perdiendo así la fiabilidad de los resultados.
Si representamos estos colores en el diagrama CIE1931xy (ver fig 11.14) vemos que quedan situados sobre una elipse, si ahora
rodeamos esta elipse por las correspondientes rectas de confusión de protán, deután y tritán (tangentes a dicha elipse), ocurre que
cada uno de ellos confundirá los colores próximos a esas líneas de confusión, y tendrá dificultades para realizar la ordenación de
fichas que se le pide (Protan: 17, 64; Deutan: 15, 58; Tritan: 5, 45.5). El análisis de los errores cometidos indica el tipo y grado de
la alteración del paciente.
Figura 11.14. Disposición de las 85 fichas del test FM-100 en el diagrama cromático CIExy. Extraída de webvision.med.utah.edu/book/part-viii-gabac-
receptors/color-perception.
Las fichas se deben situar a 50 cm del observador, de manera que subtiendan un ángulo de 1.5º. La tarea del observador
consistirá en ordenarlas siguiendo un continuo de variación de tono, es decir, se coloca la primera y seguidamente el observador
debe colocar la que más se le parece, y así sucesivamente hasta completar el círculo de color. Realmente, el círculo de color se
divide en cuatro sectores, que corresponden a las cuatro cajas de fichas que pueden verse en la figura 11.13.
Para registrar e interpretar los resultados, cada ficha va numerada por la parte inferior. La secuencia de ordenación se representa
en un diagrama radial (ver fig 11.15), de manera que la confusión entre colores define un eje de ordenación en una dirección
determinada que indica el tipo de deficiencia. La amplitud de los picos muestra el grado de severidad, pero no distingue anómalos
de defectivos.
Figura 11.15. Diagrama radial de representación de resultados para el test FM-100. Los radios coloreados marcan los ejes de confusión protán (rojo),
deután (verde) y tritán (azul).
En el caso de las versiones con menor número de fichas coloreadas la gravedad del defecto se define por el número de errores
cometidos, mientras que en el FM100-Hue el análisis es más completo. En este caso, se calcula el «error» cometido para cada
ficha en función de la diferencia numérica con las fichas anterior y posterior.
Ejemplo: Supongamos que un sujeto ha realizado la siguiente ordenación: 1,2,3,5,4,8,7.
Puntuación para la ficha 2: (2-1)+(3-2)=2 (normal)
Puntuación para la ficha 3: (3-2)+(3-5)=3 (normal)
Puntuación para la ficha 5: (5-3)+(5-4)=3 (normal)
Puntuación para la ficha 4: (4-5)+(4-8)=5 (no normal)
Puntuación para la ficha 8: (8-4)+(8-7)=5 (no normal)
La diferencia, en valor absoluto, indica el grado o intensidad de la desviación cometida (determina la anchura de los picos). Una
ficha bien colocada siempre puntúa 2, por lo que para calcular correctamente los errores de ordenación se debe restar ese valor
para las 85 piezas del test. Eso es lo que se conoce como Total Error Score (TES). Para cada edad el rango de TES varía, como
podemos ver en la figura 11.16:
Figura 11.16. Rangos de TES en función de la edad, según datos de Kinnear y Sahraie, 2011.
Además, si se considera por separado las fichas en los ejes rojo-verde (13-33 y 55-75) y azul-amarillo (1-12, 34-54 y 76-85),
también hay diferencias con la edad. Kinnear define errores parciales para cada eje, que denomina conjuntamente como PTES y
que podemos ver en la figura 11.17:
Figura 11.17. Rangos del TES y de los PTES R-G y B-Y en función de la edad y en función del eje cromático, según datos de Kinnear y Sahraie, 2011.
Como se aprecia en la figura, la sensibilidad azul-amarillo es habitualmente peor que la rojo-verde, y se deteriora más
rápidamente con la edad.
En la figura 11.18 se muestran tres ejemplos típicos de resultados correspondientes a anomalías tipo protán, deután y tritán
respectivamente. Como puede verse, las zonas en que se produce la confusión de ordenación para protán y deután son muy
parecidas, por lo que a veces puede ser difícil la clasificación, la experiencia del clínico que realice la medida será determinante.
En todo caso, los resultados de diferentes pruebas pueden llevar a diagnósticos diferentes. Será el clínico el que establecerá la
prioridad y fiabilidad de dichos resultados.
Figura 11.18. Resultados correspondientes a anomalías tipo protán, deután y tritán respectivamente.
CUESTIONES
1. El queratómetro mide:
a. El astigmatismo de la primera superficie de la córnea.
b. El astigmatismo total del ojo.
c. El astigmatismo debido al cristalino.
d. Todas son falsas.
5. Para evaluar la progresión del glaucoma cuál de estas técnicas es la más apropiada:
a. Campimetría W/W.
b. Campimetría azul/amarillo.
c. Topografía.
d. Anomaloscopía Nagel.
8. En las láminas pseudoisocromáticas es muy importante que el borde de separación entre figura y fondo esté muy bien marcado.
a. Verdadero.
b. Falso.
c. Es irrelevante.
9. El test de ordenación FM-100 consta de cien fichas de colores diferentes que deben ordenarse siguiendo una variación continua
de tono.
a. Verdadero
b. Falso, son 85 fichas
c. Falso, son 28 fichas
Respuestas Correctas
CAPÍTULO 1
1-a, 2-b,d, 3-e, 4-c, 5-b, 6-magno-bipolares-pequeño-magnocelular-parvo-konio, 7-retina-estímulo luminoso-excitación-
inhibición, 8-b, 9-no antagónico-excitatorio-inhibitorio-tamaño, 10-d, 11-a2,b4,c3,d1, 12-1,2-sistema magnocelular-3,4,5,6-
sistema parvocelular, koniocelular 13-b,d, 14-b,c,d, 15-a4,b1,c6,d2,e5,f3, 16-b,e, 17-a,b,c,d,f, 18-a,c,f.
CAPÍTULO 2
1-d, 2-b, 3-a, 4-b, 5-a, 6-a, 7-b, 8-c, 9-d, 10-d.
CAPÍTULO 3
1-b, 2-b, 3-b,c,e, 4-b, 5-a, 6-b, 7-a, 8-c, 9-b,c, 10-a.
CAPÍTULO 4
1-b, 2-a, 3-d, 4-b, 5-b, 6-b, 7-a,d, 8-c, 9-d, 10-c.
CAPÍTULO 5
1-a3,b2,c1, 2-c, 3-a3,b2,c1, 4-c, 5-b, 6-b, 7-Aubert-Abney, tono, croma, longitud de onda dominante, blanco, tono, 8-c, 9-c, 10-
b.
CAPÍTULO 6
1-c, 2-f, 3-f, 4-d, 5-c, 6-a, 7-b, 8-a, 9-a, 10-a.
CAPÍTULO 7
1-Jameson y Hurvich, amarillo y rojo, rojo, amarillo, 2-b,d, 3-c,d, 4-b, 5-d, 6-b, 7-e,f, 8-d, 9-a, 10-c.
CAPÍTULO 8
1-c,d, 2-c,d, 3-c,d, 4-b, 5-b, 6-c, 7-c, 8-b, 9-b, 10-a.
CAPÍTULO 9
1-c, 2-b,c,e, 3-a, 4-d, 5-a, 6-a, 7-c, 8-c,d, 9-d, 10-b,c.
CAPÍTULO 10
1-a, 2-b, 3-a,b, 4-a, 5-c,e, 6-b, 7-b, 8-c, 9-a, 10-b.
CAPÍTULO 11
1-a, 2-d, 3-a, 4-b, 5-b, 6-c, 7-a, 8-b, 9-b, 10-b.
...
Referencias
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