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Robert Hand
Los símbolos
del horóscopo
EDICIONES URANO
Argentina - España - México - Venezuela
Título original: Horoscope Symbols
Editor original: Whitford Press, West Chester 1 pennsylvania
Traducción: Marta l. Guastavino
Corrección técnica
y de estilo: Montserrat Torné
ISBN: 84-7953-049-9
Depósito legal: B 23.975-93
Printed in Spain
Indice
Prefacio................................................... 9
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
1. El horóscopo: un mapa de la psique. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
2. Los sistemas simbólicos de la astrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
7
Resumen de los significados esenciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
Los planetas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361
Los otros puntos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
Los aspectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367
Los signos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
Las casas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 375
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
8
Prefacio
Este libro fue concebido como los capítulos iniciales de un texto sobre cómo
hacer la síntesis del horóscopo. Me parecía que para sintetizar, es decir, para lo
grar una lectura coherente y unificada de una carta natal, lo primero que se nece
sita es tener una comprensión cabal de cada uno de sus símbolos por separado.
Sólo si uno domina sus significados esenciales podrá combinar estos símbolos
de la manera creativa e intuitiva que exige la buena astrología.
La sección sobre el simbolismo pronto llegó a ser lo suficientemente amplia
e importante como para independizarse. El proceso efectivo de reunir los sím
bolos ha quedado relegado para otro volumen, La, síntesis del horóscopo, que
aparecerá por separado.
Este libro examina en profundidad cada símbolo de la carta natal. No sólo
incluye los factores que considero indispensables, sino que además analiza y
evalúa la mayoría de los otros factores que se usan actualmente en el horósco
po. Así, es una visión bastante amplia del simbolismo astrológico, en la que se
omiten solamente algunos planetas y puntos sensibles hipotéticos con los que no
he experimentado en absoluto o que considero completamente extravagantes.
Aunque espero proporcionar nuevas ideas a quienes tienen una amplia prác
tica en astrología, he escrito el libro de manera que también el principiante in
teligente y sólo un poco preparado pueda entenderlo. Si el lector ha seguido un
curso para principiantes o ha leído un par de libros básicos, ya puede sacar pro
vecho de su recorrido por Los símbolos del horóscopo.
Quisiera añadir unas palabras referentes a mi manera de abordar el simbo
lismo astrológico. Cuando empecé a estudiar astrología, me impresionó su ri
queza simbólica, pero también me inquietaron algunas de sus características.
Quizá mi principal fuente de inquietud fuera la evidente superficialidad de las
interpretaciones que se hace de muchos símbolos astrológicos. En particular, a
las casas se les asigna un revoltijo de significados aparentemente aleatorios que
tienen que ver con los detalles externos de la vida. No son muchos los autores
9
que parecen haber intentado entender los principios de unificación subyacentes
en estos significados.
Otra cosa que me inquietaba era que muchas de las interpretaciones tendían
a «echar la buenaventura», describiendo los acontecimientos del mundo exter
no con una escasa o nula comprensión de sus raíces psicológicas y del papel
que podía haber desempeñado la persona en su producción. Creo que el valor
principal de la astrología reside en que es una descripción simbólica de la psi
que humana. Para mí, es lo que mejor describe cómo somos por dentro. Se re
laciona con los acontecimientos externos sólo en la medida en que éstos se de
rivan de lo que somos y de cómo nos comportamos. Por estas razones, en este
libro intento:
Al hacerlo así he tenido que echar por la borda gran parte de lo que se ha di
cho recientemente sobre los símbolos astrológicos. Muchos de los modernos
intentos de hacer lo que yo he hecho en este libro han entrado en contradicción
con algunos de los significados tradicionales y han terminado oscureciendo las
cosas en lugar de aclararlas. En general, yo prefiero las antiguas descripciones
porque, pese a su estilo superficial y fatalista, me parecen más próximas a los
arqm¡tipos que, según creo, encarna la astrología. Lo único que hay que superar
es su superficialidad.
Sólo le pido una cosa. Aquí expongo una serie de ideas que pueden parecer ra
dicales. Le ruego que no las juzgue hasta que haya tenido oportunidad de apli
carlas. Mis propias percepciones se han ido transformando en virtud de las ideas
ajenas, y tengo la esperanza de que usted deje que a las suyas les suceda lo
mismo.
No espero que lo que digo en este libro sea considerado la última palabra.
Desde mi punto de vista, ciertamente, no lo es. Mientras uno vive, sus ideas de
berían seguir evolucionando. Desafortunadamente, los libros tienden a inmovi
lizar las ideas y a conservarlas en un determinado estadio de su evolución. Este
libro es el resultado de muchos años de estudio y refleja mi comprensión del
tema en este momento, pero me reservo el derecho de contradecir, en el futuro,
cualquiera de las cosas que digo aquí si nuevos materiales y experiencias me hi
cieran entender las cosas de otra manera.
10
Espero que este libro le anime a hacer esfuerzos similares para comprender
los símbolos básicos de la astrología. De esta manera, podemos llegar a una vi
sión colectiva más profunda y útil que la que tenemos ahora. Aunque tengo la
esperanza de contribuir a ese resultado final, no cuento con que tal resultado se
acerque, siquiera, a la última palabra.
Octubre, 1980
11
INTRODUCCIÓN
1
El horóscopo:
un mapa de la psique
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sucederá a la gente en el curso de su vida. Es un estudio de la vida humana en
su totalidad y de todo lo que tiene que ver con ella: el nacimiento, la infancia,
las relaciones que se tienen a lo largo de la vida, la propia imagen, las imáge
nes que se proyectan sobre los demás, la vocación (tanto en el sentido más ele
vado como en el más mundano de la palabra), los sentimientos, y las pautas de
energía que uno genera a su alrededor. En última instancia, el estudio del ho
róscopo es el estudio de casi todo lo que a uno podría interesarle de los seres
humanos.
No se puede esperar que ningún astrólogo domine por completo todo esto,
pero incluso con cierto grado de especialización la astrología es evidentemente
un estudio que exige un nivel muy amplio y profundo de conocimiento, sabi
duría y experiencia. Pero no se desanime. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa se
proponía hacer con su vida? Además, el conocimiento, la sabiduría y la expe
riencia que se necesitan no se adquieren en ninguna escuela, sino viviendo
conscientemente y con entendimiento. También se pueden adquirir mediante el
estudio de la astrología, que se autoalimenta. Estudiar astrología puede aportar
esas elevadas percepciones que requiere la vida.
Sin embargo, en el trato con los astrólogos se comprueba que en este cam
po hay por lo menos tantas personas ignorantes e inconscientes como en cual
quier otro. Por sí sola, la astrología no conduce al entendimiento. Hemos de
partir de un punto de vista que nos capacite para adquirir una mayor compren
sión de la vida. Y para ello debemos estar dispuestos a dejar de creer en algu
nos de los conceptos que nos han servido para estructurar el mundo, y a ver el
mundo y nuestra manera de implicarnos en él bajo una luz diferente. Debemos
estar dispuestos a abandonar ciertos juegos a los que hemos estado jugando du
rante demasiado tiempo, a tratar con el mundo de la manera más sincera y
abierta posible, y a ampliar la visión que tenemos del ser humano como indi
viduo.
16
como hipótesis de trabajo y viera si tiene sentido para usted y si mejora su com
prensión de la vida. Después de haber estudiado mucha astrología, es posible
que esté o no de acuerdo con lo que voy a decirle, pero el hecho de dejar en sus
penso su actual sistema de creencias sobre quién es usted y qué es lo que cons
tituye a un individuo le permitirá llegar a un nivel de comprensión muy supe
rior al que puede haber tenido antes. En vez de proporcionarle simplemente una
manera nueva de seguir jugando los viejos juegos del ego, su estudio de la as
trología habrá ampliado su entendimiento.
He aquí las ideas básicas que le pido que acepte como hipótesis de trabajo.
Usted, como individuo, es la suma total de todas sus acciones, todas sus experien
cias y todas las cosas y personas que hay en su vida. No hay separación alguna
entre usted y lo que no es usted. Como explicaré más adelante, cualquier sepa
ración o escisión que se pueda sentir cambia de localización en el campo de la
conciencia de acuerdo con el punto hacia donde se ha vuelto la atención y los
tipos de problemas con los que uno se enfrenta. Dicho de otra manera, la esci
sión aparente que usted siente es relativa, no absoluta.
Igualmente importante es un segundo principio: en la totalidad de lo que us
ted es, es el creador y el centro de la energía divina dentro de su universo. Esto
no quiere decir que no haya un Dios superior a usted en cuanto individuo, sino
que el canal por el que la energía de esa entidad llega a su mundo es usted.
Antes de cuestionar esto, piense que usted no experimenta el universo tal
como es en sentido absoluto, sino tal como se canaliza por medio de sus senti
dos y es modificado por la suma total de sus conceptos previos y sus experien
cias pasadas. Por consiguiente, lo que usted cree es realmente su vivencia del
universo, que es suya y únicamente suya.
Ahora viene un punto aún más difícil de aceptar: usted no solamente crea
las experiencias de los acontecimientos que le relacionan con los demás, sino
también las experiencias de los acontecimientos que relacionan a los demás con
los demás. Si esas experiencias no fueran apropiadas para usted en el momento
en que las experimenta, usted no estaría en el lugar que le permite experimen
tarlas. Los acontecimientos de los que no se da cuenta pueden existir en el ni
vel de la realidad absoluta, pero a menos que se dé cuenta de ellos, para usted
no son reales y por lo tanto no existen. Si esta idea le resulta problemática, acuér
dese de que no es más que una hipótesis de trabajo. Incluso a mí me cuesta apli
carla de manera coherente.
Antes de que se pueda enfrentar con la idea de que usted crea los aconteci
mientos, es necesario que comprenda algo más. Decir que usted crea algo, algo
«malo», digamos, no es decir que sea culpable de ello. Debe mirar los aconte
cimientos y las cosas sin hacer juicios de valor, ya sean positivos o negativos.
A usted sólo le conciernen las cosas tal como son en su vida, no tal como debe
rían ser. La mayoría de las personas, en su conciencia normal de la vida, no es
tán preparadas para emitir juicios sobre lo que debería ser.
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Y es aquí donde es útil el horóscopo. Hemos dicho que usted crea su propia
experiencia y es la verdadera fuente de todas las intenciones en su universo. Por
una razón u otra, sin embargo, será frecuente que se le «traspapele» en la con
ciencia alguna verdad referente a su universo, y que se habitúe a no verla más.
Esto se debe generalmente a que reconocer esa verdad le puede plantear un con
flicto con algún otro aspecto de su universo: los acontecimientos que le suce
den o en que participa, o los deseos e intenciones que se han apoderado de su
conciencia. O bien puede haber creado un conflicto de esta clase en el pasado,
y ahora ha perdido la costumbre de afrontar los problemas relacionados con ese
conflicto. Así, puede perderse en su propio universo, y necesitar alguna especie
de mapa o de brújula. Todos los sistemas de adivinación, incluida la astrología,
tienen en realidad el mismo propósito: descubrir dónde se encuentra cada cual
dentro de su propio universo. Entonces podemos volver a ponemos en contac
to con el proceso creativo que representa hacer que nuestro universo funcione.
Ninguna de estas técnicas, trátese de la quiromancia, el tarot, la numerología, la
astrología o cualquier otra, debería usarse para predecir lo que va a sucederle a
alguien, como si las personas no fuéramos más que espectadores pasivos en un
universo que está más allá de nuestro control. Si se predicen acontecimientos,
debe dejar bien claro que éstos resultarán únicamente de las energías que en ese
momento esté manifestando el individuo, en el caso de que estas energías se en
caminaran sin cambio alguno a su conclusión lógica.
Esto nos conduce a otro punto, que a los racionalistas y materialistas puede
sonarles a escurrir el bulto. La astrología y todas las demás técnicas adivinato
rias exigen la participación activa del consultante, de modo que tanto el cliente
como el consejero puedan aplicar los símbolos de la astrología, o de cualquier
sistema que estén utilizando, a la vida del propio individuo. Un buen astrólogo
puede obtener cosas de la carta sin la participación activa del cliente, pero en
realidad no sirve de mucho hacerlo. Son demasiadas las personas que van a un
astrólogo con la esperanza de quedarse ahí sentadas mientras les dicen algo sobre
sí mismas. Generalmente, el astrólogo puede dejar boquiabierto de asombro al
cliente con su capacidad de ver hechos e intuir experiencias, pero sólo con eso
el cliente no recibe beneficio alguno del proceso, excepto el entretenimiento.
Dejando de lado las influencias reales que puedan provenir de los planetas,
un individuo puede obtener beneficios simplemente al concentrarse en los sím
bolos astrológicos. Así como al inventar historias sugeridas por manchas de tin
ta uno puede enterarse de aspectos de su vida que de otra manera no se ponen
de manifiesto, también puede llegar a conocerse mejor estudiando su propio
horóscopo. Evidentemente, la astrología incluye bastantes más cosas que el test
de las manchas de tinta, pero estoy dispuesto a admitir que ciertas partes de la as
trología funcionan únicamente de esa manera. A diferencia del test de Rorschach,
sin embargo, en el que a todos los individuos se les muestran las mismas man
chas de tinta, los horóscopos son peculiares para cada persona. Por la razón que
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fuere (y se han sugerido varias, entre ellas el concepto junguiano de la sincro
nicidad), parece que el horóscopo actúa como un diagrama esquemático de las
intenciones que uno tiene en la vida. Sólo muestra lo que uno va a experimen
tar porque tiene la intención de experimentarlo. No es una descripción de lo que
va a suceder (es decir, del destino), sino de lo que uno es y de la forma que va
a dar a su propia vida. Aunque muchos críticos lo hayan dicho y muchos astró
logos hayan dado la impresión de que es así, la astrología no es en modo algu
no una abdicación de la responsabilidad individual. Lo que hace es, más bien,
reconocer la responsabilidad en el nivel más elevado.
En todo lo que he dicho está implícito lo siguiente: si uno está en contacto
con lo que hace y es consciente de su responsabilidad con respecto a lo que su
cede (y por lo tanto, se encuentra en una posición que le permite elegir), será
más feliz y se sentirá más realizado que si se siente «desconectado» (y cons
tantemente, por lo tanto, víctima de fuerzas que no puede controlar). Uno será
siempre lo que es, en el sentido más profundo del concepto, pero quizá no se dé
cuenta de lo que es, y de lo que como resultado de ello debe hacer en la vida.
No se trata de conseguir que nadie cambie, sino de hacer que cada cual tenga
más conciencia de lo que es en un determinado momento del tiempo.
19
Astrología y religión
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se trata de fuerzas que nos coaccionan, sino de energías psicológicas, espiritua
les y metafísicas que se encuentran tanto dentro de nosotros mismos como en el
interior del universo. En todos los aspectos de nuestra vida manifestamos estas
fuerzas: en nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra manera de vivir, nuestras re
laciones con los demás, e incluso en lo que vemos a nuestro alrededor.
El hecho de compartir estas energías con el universo es lo que nos vincula
a él, nos hace parte de él y nos da la seguridad de que es nuestro hogar. Dentro
de estas pautas, nuestra creatividad y nuestra responsabilidad no se ven dismi
nuidas; solamente reciben una forma de la que pueden emerger infinitas posi
bilidades.
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2
23
-Ascendente, Medio Cielo, Descendente e Imum Coeli- son, con mucho, los
puntos más importantes en la carta.
Los planetas Para los astrónomos modernos, los planetas son los grandes
cuerpos celestes que describen una órbita alrededor de una estrella. No son cuer
pos con luz propia (como las estrellas), ni cuerpos pequeños que describen una
órbita (como los planetoides, los asteroides o los cometas), ni cuerpos que (como
las lunas o satélites) describen una órbita alrededor de un cuerpo mayor sin luz
propia. De acuerdo con esta definición, la Tierra es un planeta, el Sol es una es
trella y la Luna es un satélite.
Sin embargo, para los astrólogos el Sol y la Luna son planetas, igual que
Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. A la Tie
rra generalmente no se la cuenta entre los planetas. Ello se debe a que a la astro
logía no le interesa una imagen astronómica abstracta, sino la forma en que se
ven las cosas desde la Tierra, es decir, desde una perspectiva humana. Los an
tiguos griegos nos legaron la palabra «planeta», derivada de su verbo planetein,
«vagabundear». Para los astrólogos, los planetas son esos grandes cuerpos ce
lestes que -sólo ellos entre los miles de objetos que se ven en el cielo- desde la
Tierra parece como si se movieran contra el telón de fondo de las estrellas fijas.
Cuando se los ve desde la Tierra, todos los planetas se mueven por una fran
ja de cielo bastante estrecha, conocida como «zodíaco». Esto se debe a que,
cuando se los ve desde el Sol, todos los planetas, incluyendo la Tierra y la Luna,
tienen su órbita aproximadamente en el mismo plano. Como los planos orbita
les son prácticamente el mismo, a los astrólogos les resulta conveniente medir
el progreso de todos los planetas a lo largo de un único plano. Con este objeto
han escogido el plano de la órbita de la Tierra alrededor del Sol, que visto des
de nuestro planeta parece ser el recorrido anual del Sol a través del cielo. A este
plano se lo llama «eclíptica». Los términos «zodíaco» y «�elíptica» se suelen
usar como intercambiables, aunque para ser exactos la eclíptica es una línea y
el zodíaco el área que la rodea. Con el fin de medir el progreso de los planetas,
se divide la eclíptica en 360 º o doce signos de 30 º cada uno. El círculo del ho
róscopo que dibujamos en el papel representa el círculo de la eclíptica, y los
grados y minutos de los planetas y otros puntos son grados medidos a lo largo
de la eclíptica, o grados de longitud celeste. (Si queremos medir a qué distancia
está un cuerpo por encima o por debajo de la eclíptica, lo hacemos en grados de
latitud celeste, que están en ángulo recto con los grados de longitud celeste.)
Si usted vive en el hemisferio norte de la Tierra y día tras día observa el Sol
y la Luna a la misma hora, tiene la impresión de que se mueven con un movi
miento constante opuesto al de las agujas del reloj, o de oeste a este, contra el
fondo de las estrellas fijas. El Sol tarda un año en recorrer el zodíaco, mientras
que la Luna tarda unos 28 días. Los otros planetas se mueven principalmente en
sentido opuesto al de las agujas del reloj, pero de cuando en cuando parece como
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si se detuvieran y luego se movieran en el sentido de las agujas del reloj (movi
miento retrógrado) antes de continuar en la dirección en que generalmente avan
zan por el zodíaco. (En el capítulo 3 se dan las razones del movimiento retró
grado.) Cada planeta tarda un tiempo diferente en dar una vuelta al zodíaco, de
modo que la relación espacial entre los planetas cambia constantemente, lo que
otorga a cada día un diseño totalmente individual de la disposición de los pla
netas en el espacio.
Por esta razón, en astrología los planetas representan aquellos factores que
varían a través del tiempo y que por lo tanto se relacionan con los componentes
dinámicos de la vida humana. Los planetas son los símbolos astrológicos más
básicos. Representan las energías de la personalidad, todo lo que es dinamismo
y proceso dentro de la psique, del cuerpo y del entorno. Describen el cambio,
los acontecimientos y las energías vivas que hay dentro de nosotros. Significan
crecimiento y evolución, y son la energía que utilizamos para enfrentarnos a un
determinado conjunto de circunstancias. De hecho, se puede equiparar a los
planetas con los verbos en una oración.
Con frecuencia los astrólogos hablan como si los planetas también pudieran
simbolizar entes específicos, diciendo, por ejemplo, que la Luna representa a
las mujeres y Saturno los objetos duros, los cristales y cosas semejantes. En tér
minos estrictos, esto es erróneo: los planetas no simbolizan entes reales. Pero
en la idea hay algo de verdad. Cuando se activan ciertas energías planetarias,
uno puede atraer a personas, cosas o situaciones que encaman esas energías. En
realidad, los planetas simbolizan las energías, no los entes que las encaman.
Por ejemplo, si una mujer recibe una fuerte influencia de Marte, es probable
que tropiece con hombres fuertes y dominantes. Pero también puede encontrar
se con mujeres dominantes, o ser ella misma una persona dominante, o hallar
en su camino otros entes que encarnen la energía marciana. El problema real
son las energías del ego, no los entes que las encaman. Así pues, aunque ciertos
tipos de entes acompañan generalmente a determinados planetas, las energías
planetarias a menudo se muestran de otras maneras. Esta es una de las cosas que
dificultan la predicción astrológica.
Hay una rama de la astrología en la que se habla rutinariamente de los pla
netas como cosas. Es la astrología horaria, la que responde a preguntas especí
ficas. Es la que más se aproxima a «echar la buenaventura», y se apoya muchí
simo en la intuición del intérprete. Pero incluso en la astrología horaria, los
planetas sólo representan objetos en la medida en que éstos muestran las pautas
de energía propias de los planetas que los simbolizan. Lo que hace que parezca
otra cosa son los hábitos de expresión oral y escrita de quienes practican la as
trología horaria.
Otro punto esencial: los planetas como representaciones de energías no sim
bolizan la realidad objetiva de aquello con lo que tropezamos, sino las energías
tal como las experimentamos. Así si, debido a las condiciones de su carta natal,
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un hombre tiende a atraer a mujeres de carácter fuerte, es probable que incluso
su vivencia de una mujer relativamente débil sea la de alguien fuerte. Y segu
ramente él sea el único que vea así a esa mujer en particular. De este modo, sus
observaciones sobre esa mujer no se verán confirmadas por las de otras perso
nas. En la mayoría de los casos, la experiencia que un individuo tiene de otro
será compartida por otras personas... pero no siempre. La astrología es una guía
de la naturaleza de la experiencia de una persona, y saber en qué consiste esa
experiencia es absolutamente esencial para llegar a comprender psicológica
mente a alguien.
Otros puntos Algunas de las otras categorías de símbolos que son como
puntos se parecen mucho a los planetas. Los asteroides, los planetoides, como el
recientemente descubierto Quirón, e incluso los planetas hipotéticos de la es
cuela uraniana y otras escuelas de astrología se comportan como planetas en
cuanto son cuerpos que describen órbitas contra el telón de fondo de las estre
llas fijas. Como los planetas principales, representan diversos tipos de energía.
Las estrellas fijas, aunque no recorren órbitas, también son cuerpos en el espa
cio. De acuerdo con la mayoría de las autoridades en la materia, son por lo menos
un poco parecidas a los planetas en cuanto al papel que les cabe en el horóscopo.
Pero los puntos como el Ascendente, el Medio Cielo, el Vértice, el Punto
Este, el grado O de Aries y los nodos planetarios y lunares no son cuerpos en el
espacio. Más bien son lugares donde otro plano importante cruza el plano de la
eclíptica. Estos puntos se parecen menos a energías y más a lugares donde pue
den manifestarse las energías. En el capítulo 5 analizo estos símbolos como
puntos, pero más adelante me refiero de nuevo al Ascendente y el Medio Cielo
porque, como las casas, son también indicadores de las posiciones mundanas de
los planetas, o posiciones en relación con un punto específico de la Tierra. El
Punto Este y el Vértice también reflejan la posición mundana, pero sólo se los
estudia bajo el rubro «Otros puntos» porque no son marcadores básicos de po
siciones mundanas de la manera en que lo son el Ascendente y el Medio Cielo.
También hay puntos en el horóscopo que se derivan de las relaciones angu
lares de los puntos ya mencionados. A todos ellos se los puede agrupar bajo el
rubro de «figuras planetarias». Incluyen los puntos medios, las partes arábigas
y los antiscios o puntos de solsticio. Estos puntos también se podrían estudiar
en la sección dedicada a las relaciones angulares, y de hecho es allí (en el capí
tulo 8) donde analizo más a fondo los puntos medios.
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longitud celeste. El horóscopo se suele representar como un círculo, con la per
sona en el centro, y los planetas y los otros puntos a que me he referido se dis
ponen alrededor de la circunferencia. Así cada punto se encuentra en alguna
relación angular con cada uno de los demás puntos de la carta.
A algunos de estos ángulos se los considera significativos y a otros no. Cuan
do el ángulo que separa dos puntos no es significativo, se supone que no hay re
lación entre los símbolos. Cuando dos puntos están separados por un ángulo
significativo, los símbolos interaccionan de alguna manera: dos energías plane
tarias se combinan o entran en conflicto, o bien, cuando un planeta forma un
ángulo significativo con uno de los puntos de cruce que mencioné en el aparta
do anterior, una energía planetaria encuentra una determinada área de la vida en
donde manifestarse.
Hay dos casos en que un ángulo puede ser significativo: cuando es un as
pecto o armónico, y cuando forma parte de una figura planetaria.
Los aspectos Son las relaciones angulares más conocidas y más importan
tes de todas las posibles en un horóscopo. En la actualidad, la mayoría de los as
trólogos consideran que dos puntos están en aspecto entre sí si el ángulo entre
ellos es exactamente, o con unos pocos grados de diferencia, de 180, 150, 135,
120, 90, 60, 45, 30 o O grados. Todos estos aspectos provienen de la división de
los 360 grados de la eclíptica por los números uno, dos, tres, cuatro, seis, ocho
o doce.
También es posible, aunque menos común, dividir el círculo por otros nú
meros enteros, como cinco, siete, once, trece, catorce, quince, dieciséis y así su
cesivamente. Algunos astrólogos, como Johannes Kepler en el siglo xvn y John
Addey en el xx, han considerado válidos estos ángulos menos usados. Como se
explicará en el capítulo 6, todos los aspectos son armónicos del círculo, pero
para distinguirlos entre sí, a las divisiones más usuales del círculo por números
enteros se las llama aspectos, y a las menos usadas, armónicos.
Igual que las otras categorías simbólicas, cada aspecto angular tiene su pro
pio simbolismo. El tipo de ángulo significa la clase de relación entre planetas u
otros factores. El ángulo puede tener un considerable efecto sobre la forma en
que interaccionan dos planetas. Sin embargo, tal como cabía esperar, ciertas
energías planetarias son compatibles o no independientemente del ángulo que
exista entre ellas.
Aunque generalmente nos interesamos por los aspectos entre dos planetas u
otros puntos, también es adecuado hablar de que un signo está en aspecto con
otro o una casa en aspecto con otra. En realidad, como demostraré en los capí
tulos siguientes, tanto los signos como las casas pueden muy bien derivar sus
significados de los aspectos que forman entre ellos. En el caso de las casas, es
tos aspectos no se encuentran en el plano de la eclíptica. Los aspectos pueden
formarse en otros planos, pero con la excepción de los paralelos y los contra-
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paralelos, cuya descripción se da en el capítulo 6, los aspectos no eclípticos es
tán fuera del alcance de este libro.
Los puntos medios y otras figuras planetarias Una relación angular en
tre puntos no tiene, sin embargo, que ser una división del círculo por un núme
ro entero para vincular entre sí los puntos. Un arco de cualquier tamaño entre
dos puntos puede llegar a ser significativo si existe un arco del mismo tamaño
entre dos puntos en algún otro lugar de la carta. Por ejemplo, si los planetas A
y B están separados por 17 º a lo largo de la eclíptica y los planetas C y D tam
bién están separados por 17 º , se considera que los cuatro planetas están vincu
lados, aunque una separación de 17 º no constituya un aspecto. A estas relacio
nes angulares en las que se dan aberturas iguales entre pares de puntos se las
llama «figuras planetarias». Como explicaré mejor en el capítulo 5, las partes
arábigas y los antiscios o puntos de solsticio también son figuras planetarias.
El caso especial de figura planetaria que me parece más útil es la configu
ración de puntos medios, en la que solamente es necesario que intervengan tres
puntos en vez de cuatro. La abertura entre los planetas A y B es la misma que
se da entre los planetas B y C. Dicho de otra manera, el planeta B está en el pun
to medio entre los planetas A y C.
Utilizando sólo los planetas, el Ascendente, el Medio Cielo, los aspectos y
los puntos medios es posible hacer una lectura precisa y detallada de un horós
copo. Trato estos sistemas de símbolos en la primera mitad del libro porque son
fundamentales. Son los que generalmente se expresan con más fuerza y dan los
resultados más fiables, y por esta razón constituyen un buen punto de partida
para la interpretación de la carta.
Sin embargo, hay otros dos sistemas simbólicos muy usados que ayudan a
redondear la interpretación. Son los signos y las casas. En contraste con los sis
temas simbólicos que son como puntos, estos dos son como. campos, es decir,
no son puntos específicos, sino posiciones extensas. Los doce signos son divi
siones de la eclíptica en 30 º , y las doce casas dividen la eclíptica en segmentos
de longitud variable. Los signos y las casas no son energías en el sentido en que
lo son los planetas. Son más bien modificadores de las energías planetarias, o
telones de fondo contra los cuales es posible apreciar las energías planetarias.
Cada uno de estos sistemas simbólicos -el de los signos y el de las casas
se refiere a un tipo diferente de movimiento planetario. Los signos marcan dón
de están los planetas en su �rogreso aparente por el zodíaco, originado por el
movimiento orbital de los planetas y la Tierra alrededor del Sol. Se trata del tipo
de movimiento a largo plazo -principalmente en sentido opuesto al de las agu
jas del reloj- que he descrito antes al hablar de los planetas. Por su parte, las ca
sas marcan dónde están los planetas en su aparente ronda diaria alrededor de la
Tierra, causada por la rotación de ésta sobre su eje. Cuando se lo ve desde el he
misferio norte, este movimiento a corto plazo va en el sentido de las agujas del
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reloj: mirando al sur, se puede ver que el Sol y los demás planetas se levantan
por el este y se ponen por el oeste. En realidad, la razón de que las agujas de
nuestros relojes vayan en el sentido en que van es que están imitando el movi
miento celeste: la aguja pequeña, que representa al Sol, alcanza su punto más alto
al mediodía. En textos antiguos, al movimiento a largo plazo, en sentido opues
to al de las agujas del reloj, se lo llama «movimiento secundario», mientras que
al movimiento a corto plazo o diario se lo llama «movimiento primario». El
movimiento secundario es lo que da a los planetas su posición zodiacal, es de
cir su posición en relación con el comienzo del zodíaco. El movimiento prima
rio es el que les da su posición mundana, es decir, su posición en relación con
el horizonte de un lugar específico sobre la Tierra.
La posición zodiacal
Hay dos maneras de medir el progreso de un planeta a lo largo del zodíaco: usan
do el zodíaco sideral, que es una medida de la relación de un planeta con el fondo
de las estrellas fijas, o utilizando el zodíaco tropical, que es una medida de la
relación de un planeta con el punto del cielo donde está el Sol el primer día de
la primavera. Este punto, al que se conoce como punto vernal, o grado O de Aries
del zodíaco tropical, se mueve en el sentido de las agujas del reloj o hacia atrás
en el zodíaco en relación con las estrellas fijas a una velocidad de aproximada
mente 1 º cada 72 años. Hace unos 2.000 años, los signos del zodíaco tropical
estaban más o menos en la misma parte del cielo que las constelaciones del mis
mo nombre, pero en estos momentos el grado O de Aries del zodíaco tropical ha
retrocedido entre 24 y 25 grados en la constelación de Piscis. Este movimiento
del punto vernal es lo que se conoce como precesión de los equinoccios.
Hay varias razones por las cuales prefiero usar los signos del zodíaco tropi
cal en vez de las constelaciones del zodíaco sideral, que llevan los mismos
nombres pero tienen diferentes ubicaciones. Por un lado, el zodíaco tropical re
fleja las estaciones del año con más claridad que el zodíaco sideral. En el tropi
cal, el grado O de Aries señala el comienzo de la primavera, el grado O de Cán
cer el principio del verano, el grado O de Libra el inicio del otoño y el grado O
de Capricornio el comienzo del invierno. Así, la posición del Sol en los signos
tropicales es un claro indicador del momento del año. Las estaciones son fases
de uno de los ciclos astronómicos más obvios, y tienen un poderoso efecto so
bre la Tierra y sus habitantes.
Otra razón para usar el zodíaco tropical es que su inicio lo constituye un ní
tido hecho astronómico, mientras que el comienzo del zodíaco sideral es moti
vo de debate. El grado O de Aries del zodíaco tropical marca la intersección de
dos planos fundamentales: el de la eclíptica, a lo largo del cual se produce el
movimiento secundario, y el del ecuador, a lo largo del cual se produce el mo-
29
vimiento primario. Tal como la hemos definido, la eclíptica es el plano de la ór
bita de la Tierra alrededor del Sol o, visto desde la Tierra, el plano del recorri
do aparente del Sol contra el fondo de las estrellas fijas. El ecuador, por otra
parte, es el plano de la rotación diaria de la Tierra sobre su eje. El grado O de
Aries del zodíaco tropical marca el comienzo del ciclo anual del Sol: el primer
día de la primavera, el Sol está directamente sobre el ecuador terrestre, a mitad
de camino entre sus declinaciones extremas al norte y al sur. (La declinación, la
medida angular de la distancia de un cuerpo al norte o al sur del ecuador, se es
tudia con más detalle en la sección sobre los aspectos paralelos al final del capí
tulo 6.) El primer día de verano, en el hemisferio norte, el Sol alcanza su declina
ción más septentrional. Es el solsticio de verano, cuando el Sol «se detiene» en
su avance hacia el norte ( «solsticio» proviene de la expresión latina que signi
fica «Sol detenido»). El primer día del otoño el Sol vuelve a estar directamente
sobre el ecuador, señalando el equinoccio otoñal. Y el primer día de invierno, el
Sol llega a su declinación más meridional, marcando el solsticio de invierno.
Este ciclo Sol-Tierra define las cuatro estaciones, cada una de las cuales está a
su vez dividida en tres partes por los signos del zodíaco tropical.
Los signos del zodíaco tropical expresan, pues, algo muy real referente a una
de las principales relaciones cíclicas del Sol con la Tierra. En cambio, no están
tan claramente conectados con los ciclos de los otros planetas, que necesitan
más -o menos- de un año para completar el circuito zodiacal, y que tienen pla
nos orbitales que cruzan el ecuador cerca del grado O de Aries, pero no exacta
mente en él. Sin embargo, la mayoría de los astrólogos usan los grados de los
signos del zodíaco tropical como la escala para medir la posición a lo largo de
la eclíptica no sólo del Sol, sino de todos los demás factores de la carta. Y creen
que cada signo modifica a su manera, según sus propias características, las ener
gías de los planetas y otros puntos que caen dentro de él.
Los signos Los signos del zodíaco tropical son la parte más familiar de la
astrología. Incluso quienes no son astrólogos saben cuál es «su signo», es decir,
el signo en el que tienen al Sol. Esto se debe a que el signo solar se puede de
terminar sin más datos que el día del nacimiento, en general sin necesitar saber
ni siquiera el año. El resultado es un énfasis excesivo en los llamados signos del
zodíaco.
Los textos populares atribuyen a los signos efectos que éstos, simplemente,
no poseen. Por ejemplo, los respectivos signos solares de dos personas no serán
el principal determinante de lo bien o mal que se lleven. El signo solar no es
más que un factor relativamente secundario entre muchos.
Una acertada metáfora compara los signos con las vidrieras de colores del
rosetón de una catedral. El Sol brilla a través de los cristales y la luz adquiere
diferentes tonalidades según la parte de la vidriera que atraviese. Los signos tie
nen ese efecto sobre las energías planetarias que «brillan» a través de ellos. En
30
este sentido, pueden favorecer o inhibir la facilidad con que se expresan las ener
gías de un planeta, pero en lo fundamental, no pueden cambiarlas.
Los signos simbolizan peculiaridades del comportamiento que constituyen
una gran parte de la individualidad de la persona, pero el mero hecho de que un
planeta esté en tal o cual signo generalmente no revela el punto más fuerte o más
débil de un individuo, cosa que sí pueden hacer las combinaciones de ese pla
neta con los demás. Si a los planetas se los puede comparar con verbos, a los sig
nos se los puede comparar con adverbios.
Aunque los signos y los planetas signifiquen cosas distintas, cada planeta
tiene afinidad con ciertos signos, y no funciona tan bien en otros. Esto ha dado
origen a la doctrina de las regencias. Con razón o sin ella, los astrólogos han
ideado un esquema según el cual cada planeta «rige» a un signo, y han usado este
esquema para vincular un planeta con una casa cuando el signo regido por el
planeta se encuentra en la cúspide de la casa. Este procedimiento se analiza con
más detalle al final del capítulo 10.
La posición mundana
La palabra «mundano» viene del latín mundus, que significa mundo, y los as
trólogos la usan en dos sentidos. La astrología mundana (también llamada mun
dial) es la del mundo y los acontecimientos públicos, por oposición a la astro
logía del individuo, que es la que trato en este libro. Por su parte, la posición
mundana es válida para cualquier horóscopo, ya sea público o individual. Es la
parte del horóscopo que se refiere a la rotación de la Tierra (del mundo), por
oposición a la parte celeste, que se refiere al movimiento orbital de los cuerpos
en el espacio. La posición mundana nos dice qué planetas están por encima y
por debajo del horizonte en cualquier punto de la superficie de la Tierra. Des
cribe además en qué etapa de su ciclo diario se encuentra cada planeta: qué dis
tancia ha recorrido entre la salida y la culminación (el momento en que alcanza
su punto más alto en el cielo), entre la culminación y la puesta, entre la puesta
y la anticulminación (el momento en que alcanza su punto más bajo en el cie
lo), etcétera. Como sucede con el ciclo anual, la mayoría de los astrólogos di
viden el ciclo diario en doce partes, que reciben el nombre de casas. Como nos
permite relacionar los hechos celestes con el horizonte local, la posición mun
dana ofrece la posibilidad de levantar una carta astrológica para un aconteci
miento determinado que sucede en la Tierra, ya sea el nacimiento de una nación
o el de un individuo.
La posición mundana implica la interacción de cuatro planos diferentes: el
horizonte del lugar de nacimiento, el meridiano del lugar de nacimiento, el ecua
dor y la eclíptica. De estos cuatro, el principal plano de referencia mundano es
el horizonte. Cada punto de la superficie de la Tierra tiene su propio plano del
31
horizonte. Si usted está de pie, sosteniendo un peso colgado de una cuerda, ésta
apuntará hacia abajo, en la dirección de la gravedad, aproximadamente al cen
tro de la Tierra. El plano del horizonte será perpendicular a la cuerda. El hori
zonte separa la parte de arriba y la parte de abajo. Para usted el cielo que hay
sobre el horizonte es visible, pero la visión del cielo que hay bajo el horizonte
está bloqueada por la Tierra, que es su soporte.
Su meridiano local es perpendicular al horizonte. Va desde el punto que
está al sur de usted en el horizonte, pasa directamente por encima de su cabeza,
desciende por el punto que está al norte de usted en el horizonte, pasa por de
bajo de sus pies, y vuelve al punto sur en el horizonte. Cuando un planeta llega
a la parte superior de su meridiano local, desde su perspectiva ha alcanzado el
punto más alto del cielo. Cuando llega a la parte inferior de su meridiano local,
para usted ha alcanzado el punto más bajo del cielo. El meridiano separa los pla
netas que están ascendiendo de los que están descendiendo.
Su meridiano local también es perpendicular al ecuador, o plano de la rota
ción diaria de la Tierra. De hecho, todos los meridianos son por definición per
pendiculares al ecuador: un meridiano es cualquier círculo máximo que pase
por los polos norte y sur, que están en ángulo recto con el ecuador. Los meridia
nos dividen la esfera de la Tierra y el cielo en partes que son como los gajos de
una naranja. Su meridiano local es el que pasa por encima de su cabeza.
A medida que la Tierra gira en el plano del ecuador, la relación del meridia
no con las estrellas fijas va cambiando. Gracias al movimiento de su meridiano
local en relación con las estrellas fijas y con otros cuerpos celestes, usted pue
de decir que la Tierra gira. El meridiano local es nuestro punto de referencia para
saber qué hora del día es. El mediodía (en latín meridiem) es la hora en que el
Sol está cerca del meridiano, y dividimos el día en AM (ante meridiem, «antes
del mediodía») y PM (post meridiem, «después del mediodía»).
La eclíptica es importante en la medición de la posición mundana, princi
palmente porque, por cuestiones de conveniencia, los astrólugos han preferido
proyectar sobre ella las posiciones mundanas. De esta manera, la posición de
todo lo que hay en el horóscopo se puede expresar en grados de longitud celes
te. Tener una única escala de medición para todos los símbolos simplifica mu
chísimo el trabajo de relacionar los diferentes símbolos del horóscopo entre sí.
Sin embargo, lamentablemente, la proyección de las posiciones mundanas
sobre la eclíptica da por resultado un cierto grado de deformación, debido a que
es raro que el plano de la eclíptica sea perpendicular al plano del horizonte o al
del meridiano.
32
«ángulos del horóscopo», y a los planetas que están cerca de ellos, en cualquie
ra de los dos lados, o en algún punto de la casa inmediatamente posterior a ellos
en el sentido contrario al de las agujas del reloj, se los suele llamar «angulares».
Los ángulos del horóscopo son en parte un recurso para expresar los planos
del horizonte y el meridiano en función de los grados a lo largo de la eclíptica.
El Ascendente y el Descendente son los dos puntos por donde la eclíptica cruza
el horizonte. Los planetas salen, es decir, pasan de la parte de abajo del horizon
te a la parte de encima de éste, en el Ascendente o cerca de él, y se ponen, es de
cir, pasan de la parte de arriba del horizonte a la parte de abajo de éste, en el
Descendente o cerca de él. Estos dos puntos están siempre exactamente a 180 º
el uno del otro.
De modo similar, el Medio Cielo y el Imum Coeli están siempre en oposi
ción exacta. En estos ángulos es donde la eclíptica cruza el meridiano local. El
Medio Cielo (del latín medium coeli) es donde estos dos círculos se cruzan por
encima del horizonte, y el Imum Coeli (que quiere decir «cielo inferior») es
donde se cruzan por debajo del horizonte.
En el caso del Sol, que está siempre exactamente sobre la eclíptica, y de
cualquier otro planeta que esté directamente sobre la eclíptica en el momento
del nacimiento, los ángulos del horóscopo son indicadores precisos de la posi
ción mundana de ese cuerpo celeste. Si la longitud de ese cuerpo en la eclíptica
es de medio grado por encima del Ascendente, el cuerpo estará medio grado por
encima del horizonte. Pero si tiene alguna latitud celeste (es decir, si no está
exactamente sobre la eclíptica), la longitud del cuerpo puede estar por encima
del horizonte mientras que el cuerpo mismo está por debajo, o viceversa. Algo
similar sucede con el Medio Cielo. Si el cuerpo tiene latitud, puede llegar efec
tivamente a su punto más alto en el cielo antes o después de que su grado en la
eclíptica alcance el Medio Cielo.
Cuanto mayor es la latitud celeste de un cuerpo, menos fiable puede ser, en
cuanto indicador de la posición mundana, su relación en la eclíptica con los án
gulos del horóscopo. El peor caso entre los planetas es Plutón, que puede alcan
zar una latitud de más de 17 º . Debido a su longitud en la eclíptica, Plutón pue
de producir la impresión de que está una casa entera por debajo del horizonte
cuando en realidad está encima. Y la distorsión puede ser extrema con las es
trellas fijas, que pueden tener latitudes de hasta 90 º . Las únicas ocasiones en
que esta distorsión no se produce con un cuerpo que tiene latitud son aquellos
momentos ocasionales en que la eclíptica está perpendicular al horizonte o al
meridiano.
Si le interesa el aspecto geométrico de todo esto, puede estudiar la figura 1,
pero no es indispensable que lo haga. Recuerde simplemente que si un planeta
se encuentra cerca de un ángulo o en la cúspide de una casa intermedia, y su la
titud está lejos de la eclíptica, no ha de basar toda su interpretación en el hecho
de que esté en la casa donde parece estar, o donde está realmente, saliendo, lle-
33
gando a la culminación, poniéndose o llegando a la anticulminación. Algunas
efemérides y cálculos de cartas hechos por ordenador enumeran las latitudes
celestes, de modo que es posible verificarlas y decidir hasta qué punto el grado
de un planeta sobre la eclíptica expresa su verdadera relación con el horizonte
o con el meridiano.
Afortunadamente, los ángulos del horóscopo son en la mayoría de los casos
bastante buenos indicadores de la proximidad de un planeta al horizonte o al me
ridiano. Los ángulos, como tales, son sumamente importantes. Los dos puntos
donde un planeta cruza el horizonte (salida y puesta) y los dos puntos donde
cruza el meridiano (culminación y anticulminación) parecen ser cuatro cimas
en el ciclo diario de intensidad de una energía planetaria, y esto lo confirman
tanto la experiencia de incontables astrólogos como los descubrimientos de la
Horizonte
Horizonte
34
investigación formal. Por lo tanto, un planeta próximo a un ángulo puede des
tacarse de entre todos los demás y convertirse en un tema dominante en la vida
de una persona.
En la figura l, la Luna aparece a 29 º de Virgo, pero varios grados al norte
de la eclíptica. Cruza el horizonte cuando el Ascendente está a 23 º de Virgo.
Cuando el Ascendente llega a los 29 º de Virgo, la Luna está bastante por enci
ma del horizonte.
Los ángulos del horóscopo no sólo confieren intensidad a las energías pla
netarias, sino que parecen tener también un efecto cualitativo, que es más fuer
te cuando los planetas están en conjunción con (muy cerca de) los ángulos del
horóscopo, pero también funciona cuando están en otros aspectos con estos án
gulos o tienen una relación con ellos del tipo «figura planetaria». Hasta ahora,
en esta sección me he referido a los ángulos como indicadores de la posición
mundana basados en la eclíptica, pero como recordará de la sección anterior de
este capítulo titulada «Otros puntos», parece que el Ascendente y el Medio Cie
lo también tienen validez por derecho propio en cuanto puntos sensibles a lo lar
go de la eclíptica. Como otras formas de nodos, indican áreas específicas donde
pueden manifestarse las energías planetarias, y como todos los puntos del ho
róscopo, van formando aspectos a lo largo de la eclíptica, de manera aparente
mente independiente de la verdadera posición mundana de los planetas con lps
que está en aspecto.
Estas dos maneras de considerar los ángulos del horóscopo provienen de pi
ferentes escuelas de astrología. En la actualidad algunos astrólogos, sobre todo
los que utilizan el zodíaco sideral, rebajan la importancia de la eclíptica en fa
vor de las verdaderas posiciones mundanas. Para ellos, la «angularidad» es sim
plemente una medida de la fuerza planetaria, y significa cercanía al horizonte o
al meridiano más bien que al punto situado a lo largo de la eclíptica que consti
tuye el Ascendente, el Medio Cielo, el Descendente o el Imum Coeli. Para es
tos astrólogos, la posición mundana no afecta cualitativamente a los planetas, y
por lo tanto no tiene sentido usar las casas.
Sin embargo, la mayoría de los astrólogos tropicales utilizan el zodíaco tro
pical -entre ellos los que pertenecen a las escuelas uraniana y cosmobiológica-,
trabajan casi completamente a lo largo de la eclíptica y consideran que los ángu
los del horóscopo tienen significados específicos. Los seguidores de las escuelas
uraniana y cosmobiológica ven los ángulos del horóscopo casi exclusivamente
como puntos sensibles, y miden la relación de estos ángulos con el resto de in
dicadores de la carta según su longitud en la eclíptica. Tan amplio es el uso que
hacen de las relaciones angulares entre los puntos, que generalmente pueden
obtener suficiente información sin recurrir a las casas. Por su parte, los tradi
cionalistas suelen restar importancia a los ángulos como puntos sensibles, y los
ven principalmente como cúspides de las casas uno, cuatro, siete y diez, y por lo
tanto con el mismo significado que éstas.
35
Tal como veo actualmente la astrología, acepto algo de todos estos puntos
de vista. Me valgo de los ángulos del horóscopo como indicadores aproxima
dos de si un planeta está sobre el horizonte o el meridiano, como puntos sensi
bles que forman aspecto y tienen relaciones del tipo «figura planetaria», y como
las divisiones fundamentales de las que se derivan las casas.
Las casas Los ángulos del horóscopo dividen la carta en cuatro cuadran
tes de manera muy semejante a como los puntos cardinales (O º de Aries, Cán
cer, Libra y Capricornio) dividen el año y el zodíaco en estaciones. Y como en
el zodíaco, cada una de las cuatro divisiones principales del ciclo mundano se
divide generalmente en tres partes, lo que hace un total de doce. En la mayoría
de los sistemas de casas, los ángulos del horóscopo coinciden con las cúspides de
la primera, la cuarta, la séptima y la décima.
A diferencia de las divisiones de los signos, sin embargo, es raro que los
cuatro cuadrantes mundanos y las doce casas mundanas estén separados por un
número igual de grados cuando se los mide a lo largo de la eclíptica. Ello se
debe a que proyectamos las divisiones mundanas sobre el plano de la eclíptica.
Dije antes que puede plantearse el interrogante de si un planeta cuya longi
tud es la misma que la de un ángulo está realmente sobre el horizonte o el me
ridiano, pero por lo menos no es posible cuestionar la localización del Ascen
dente, el Medio Cielo, el Descendente y el Imum Coeli. Sin embargo, se discute
muchísimo la posición de las cúspides de las casas que subdividen los cuadran
tes. Hay literalmente docenas de métodos para dividir la eclíptica de manera
que represente los doce estadios del ciclo mundano, y ninguno de ellos es ideal
desde todos los puntos de vista.
Parece que los ángulos del horóscopo tienen cierta validez como puntos sen
sibles que pueden formar aspectos, pero la mayoría de los astrólogos no tratan
de igual manera las cúspides de las casas intermedias. Las principales excep
ciones parecen ser: l) los astrólogos de la escuela uraniana o de Hamburgo, que
usan los aspectos con las cúspides según el sistema de casas Meridiano, y 2) las
viejas fórmulas para las partes arábigas, en muchas de las cuales intervienen las
cúspides de las casas. Yo prefiero pensar en las casas como indicaciones apro
ximadas de la posición mundana, y usar como puntos definidos únicamente
los ángulos del horóscopo.
Como los ángulos del horóscopo, las casas representan ámbitos de la vida
donde pueden manifestarse las energías planetarias. Aunque en la carta no hay
nada que realmente represente entes reales que puedan experimentarse en la
vida (personas, objetos, etc.), las casas se aproximan a ello un poco más que los
planetas. Su función es parecida a la de los sustantivos en la frase. Las casas re
presentan compartimientos del yo, de la psique, y también simbolizan a nuestro
entorno tal como actuamos sobre él y como lo experimentamos. Representan la
orientación que toman las energías planetarias en la vida del individuo. Descri-
36
ben, por lo menos en parte, dónde aflorarán esas energías. Y además de parecer
se a los sustantivos, también tienen mucho de frases preposicionales que desig
nan desde dónde, hacia qué y por quién puede ser experimentada una energía
planetaria.
El problema es que, igual que los planetas, las casas operan a diferentes ni
veles, y es difícil determinar exactamente cuál de ellos se manifestará. Los
niveles de manifestación tienen que ver, más que con el horóscopo mismo, con
la forma en que el individuo lo maneja. Hablaremos de este tema en los capítu
los 13 y 14.
Ahora pasemos a una investigación más detallada de cada sistema de sím
bolos.
37
LOS PUNTOS DE LA CARTA
3
Los planetas:
introducción
A lps planetas se los puede clasificar en dos grupos principales de acuerdo con
la distancia entre su órbita y el Sol. Yendo en orden desde dentro hacia afuera
a partir del Sol, nos encontramos con Mercurio, Venus, el sistema Tierra-Luna
y Marte. Son los planetas interiores. Más allá de Marte hay una brecha ocupa
da por asteroides (que estudiaremos en el capítulo 5), y después vienen los pla
netas exteriores: Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, que además de es
tar separados de los interiores por el cinturón de asteroides, la mayoría también
difieren muchísimo de ellos en tamaño y composición química. Con la excep
ción de Plutón, los planetas exteriores son muchísimo más grandes que los in
teriores, y mientras que estos últimos son densos y rocosos, los exteriores son
mucho más ligeros, ya que están compuestos de sustancias que en la Tierra se
óan gaseosas o líquidas.
Quizá la diferencia más importante desde el punto de vista astrológico radi
que en el tiempo que necesitan los diversos planetas para completar una vuelta
alrededor del zodíaco. Vistos desde la Tierra, el Sol, Mercurio y Venus com-
41
pletan el circuito aproximadamente en un año, y Marte necesita casi dos, mien
tras que los períodos orbitales de los planetas exteriores van desde los casi doce
años de Júpiter hasta los dos siglos y medio de Plutón.
Los astrólogos generalmente llaman a los planetas interiores «planetas per
sonales». Como se mueven rápidamente, su posición ayuda a distinguir una
carta natal de otra de fecha muy próxima. Cada uno de estos planetas es perso
nal también en cuanto a su simbolismo, que tiene que ver con la evolución del
yo individual. Incluso Venus, el más socialmente orientado de estos planetas,
se relaciona con los encuentros íntimos, que definen y clarifican la posición del
yo en el mundo.
Pese a que el Sol y la Luna son planetas personales, tai:nbién tienen su lado
transpersonal. El Sol dice mucho sobre la evolución del yo individual, pero es
también la energía universal básica de la que los demás planetas son reflejos
particularizados. La Luna, además de simbolizar quizá las partes más persona
les e íntimas de la vida, vincula al individuo con otro tipo de energía funda
mental más profunda que el nivel de la conciencia del yo.
En contraste con los planetas personales, los exteriores se relacionan con el
mundo social y el más allá. Júpiter y Saturno describen la actitud del nativo con
respecto a los colectivos sociales de los que forma parte, y a veces dicen más so
bre el entorno social de una persona que sobre su vida personal. Urano, Neptuno
y Plutón describen la actitud del individuo con respecto al universo en cuanto to
talidad y su relación con los niveles trascendentales de la experiencia humana.
Aunque los planetas exteriores no sean «personales», pueden tener podero
sos efectos sobre los individuos cuando forman aspecto con factores de movi
miento rápido como los planetas interiores, el Ascendente o el Medio Cielo, o
cuando ocupan un punto medio entre ellos. En realidad, con frecuencia son las
claves principales de las pautas de vida que más problemas traen al individuo.
Ello no se debe al hecho de que a todos estos planetas, excepto a Júpiter, se los
suela considerar maléficos, sino a que el mayor problema para la mayoría de la
gente es la integración del propio yo en los diversos aspectos del universo sin
por eso dejar de mantener una individualidad viable.
Incluso cuando los planetas exteriores sólo forman aspectos entre ellos, pue
den afectar al individuo. Por ejemplo, quizá signifiquen un período en la histo
ria, como una guerra, que evidentemente afectará incluso a quienes no tengan
planetas personales conectados con la configuración de los planetas exteriores.
42
El Sol y la Tierra: los centros duales del sistema solar El sistema solar
tiene un centro objetivo que es el Sol, y un centro subjetivo que es la Tierra. El
Sol es el centro desde un punto de vista objetivo porque es el foco dinámico del
sistema solar; de él proviene casi toda la energía radiante y mantiene unido el sis
tema en su poderoso campo gravitatorio. Y desde una perspectiva digamos que
divina, es decir, desde la lejanía del espacio exterior, el Sol está más o menos
en el centro espacial del sistema solar.
Desde nuestro punto de vista subjetivo, sin embargo, el centro es la Tierra.
Tanto la conciencia humana como nuestra capacidad de experimentar el siste
ma solar están centradas aquí y no en el Sol. Toda la energía que emana del Sol
y que los planetas reflejan de diversas maneras la experimentamos nosotros
aquí, en la Tierra. La experiencia, por su misma naturaleza, requiere concien
cia, y la Tierra es nuestro centro de conciencia. Si un árbol se desploma en el
bosque, y no hay nadie que lo oiga, ¿se produce un sonido? Mi respuesta es que
no: un sonido es una experiencia, y si no hay nadie que la tenga, la experiencia
no existe. Si hubiera seres sensibles en otro planeta, éste sería su centro subjeti
vo. La subjetividad, a diferencia de la objetividad, puede tener simultáneamente
varios centros.
El simbolismo del Sol y la Tierra está estrechamente ligado con el simbo
lismo del yang y el yin. El Sol proporciona energía y calor, y la Tierra propor
ciona la materia que la energía del Sol anima, de modo que el sistema solar tie
ne un centro yang y un centro yin. Al Sol también se lo asocia con el padre, y a
la Tierra con la madre.
El significado de los otros planetas deriva de su relación con estos dos cen
tros, y como en breve veremos, entre la Tierra y la Luna hay una relación es
pecial.
43
Pero, a su manera, la Luna también modula. Quizás usted se pregunte por
qué hablo de la Tierra, ya que en el horóscopo tradicional no le cabe ningún lu
gar como símbolo. La presencia de casas en el horóscopo lleva implícita a la
Tierra, sin que no obstante esté explícitamente allí como símbolo, igual que los
otros planetas. Es como si la Tierra formara parte de nosotros hasta tal punto
que nos costara tener conciencia de ella. En astrología, la Luna ha asumido gran
parte del simbolismo de la Tierra: su posición como principal fuerza yin entre
todos los cuerpos celestes, y su conexión con la nutrición, tanto la física como
la emocional, y con la madre. La Luna modula las energías simbólicas de la
Tierra, que forman parte de nosotros, tomándolas y colocándolas fuera y lejos
para que las podamos percibir conscientemente.
Así, Mercurio proporciona a la energía pura del Sol un orden que se puede
percibir, y la Luna convierte la recepción de esa energía por parte de la Tierra
en una forma que se puede percibir. Mercurio modula la energía del Sol, y la
Luna modula la experiencia que tiene la Tierra de esa energía. Si la modulación
de Mercurio convierte la energía en información, la modulación de la Luna pro
duce un contexto sin el cual no se puede recibir esa i:nformación.
Júpiter y Saturno: los planetas sociales Júpiter y Saturno están tan lejos
de ambos centros del sistema solar que sus posiciones vistas desde la Tierra no
son muy diferentes de sus posiciones vistas desde el Sol. Con este par de- pla
netas, la distinción entre sujeto y objeto, entre quien tiene la experiencia y lo
44
que experimenta, ya no es tan importante. Así como los cuerpos celestes desde
el Sol hacia afuera, hasta Marte, tienen que ver con la existencia personal del
individuo y la experiencia personal del universo, Júpiter y Saturno introducen
una área más amplia de la realidad, la del mundo donde vivimos.
Júpiter es un arquetipo del apoyo, y Saturno de la resistencia. Después de
haber alcanzado cierto grado de definición, cuando uno ya sabe quién es, nece
sita integrarse en un sistema más amplio. Tal como Venus nos integra en las re
laciones íntimas, Júpiter nos integra en el mundo. Representa una energía que
hace que crezcamos y abandonemos la matriz infantil en el interior de la cual
nacimos. Júpiter significa una clase de nutrición relacionada con la de la Luna,
pero diferente de ella. Mientras que la Luna apoya lo que somos como indivi
duos, Júpiter apoya lo que podemos llegar a ser, a alcanzar, a hacer con nuestra
vida. El individuo se ve impulsado a -y apoyado en su intento de- convertirse
en miembro del mundo, del orden social, del teatro donde representamos nues
tros diversos personajes en el drama de la vida.
Saturno nos enfrenta con las reglas del drama: nuestras obligaciones, lo que
debemos hacer para conseguir que los demás representen sus papeles con no
sotros en el mismo escenario. Él nos pone a prueba, nos plantea exigencias y en
última instancia define nuestra realidad, por lo menos hasta que estemos prepa
rados para liberarnos de la representación. En lugar de un apoyo en nuestros es
fuerzos por crecer, significa una resistencia que debemos superar para poder
ocupar nuestro lugar en el mundo.
Saturno es el último de los planetas que podemos ver sin telescopio. Por
ello representa los límites de la realidad que es capaz de percibir la conciencia
ordinaria. Después de Saturno tiene que entrar en juego algo más, que trascien
de la realidad cotidiana e incluso la destruye para así posibilitar el nacimiento de
una nueva realidad.
45
vas. Sólo necesitamos entender el papel de la realidad saturnina, sin conceder
le más de lo que le corresponde, y mantenernos flexibles pese a la tendencia de
Saturno a endurecernos. Plutón provoca la crisis que precede al renacimiento, y
lo único que nos exige es que estemos dispuestos a morir para poder renacer.
Estos tres cuerpos celestes simbolizan el hecho de que por más que el Sol
sea una estrella poderosa, hay miles de millones más como ella, y cada una im
plica la promesa de otros modos del ser y de la conciencia. Estos modos nos re
sultan accesibles desde la galaxia, y los planetas trascendentales son sus cana
les. Así como Mercurio modula la energía del Sol, dándole forma, y la Luna
modula la manera en que la experimentamos, los tres planetas exteriores mo
dulan lo que nos viene desde más allá del sistema solar. Por medio de ellos, so
mos potencialmente más que los hijos del Sol y los alumnos de Saturno.
46
planeta que simboliza la actividad que principalmente interesa está retrógrado,
se supone que lo que eso significa es que el asunto no puede llegar a buen tér
mino. Tal cosa puede ser verdad en estas ramas de la astrología, pero no nece
sariamente porque el movimiento retrógrado frustre sin esperanza a ese planeta.
Yo creo que la retrogradación no significa ninguna clase de incapacidad intrín
seca para un planeta, a no ser en la medida en que cualquier cosa que lo afecte
hará que se adapte mejora algunas situaciones que a otras. Ninguna energía as
trológica se adapta bien a todas las ocasiones. Más adelante explicaré por qué
creo que el movimiento retrógrado pued.e afectar de forma adversa al planeta
significador en una carta horaria o de elección.
También rechazo la idea de que la retrogradación debilite las energías pla
netarias o les reste capacidad para manifestarse. Los astrólogos que lo creen se
olvidan de que los planetas exteriores están retrógrados durante una buena pro
porción deHiempo. Por ejemplo, casi la mitad de la población tiene a Plutón re
trógrado. Y cuando el Sol y Júpiter forman un trígono -un aspecto muy positivo
de acuerdo con la mayoría de los astrólogos-, Júpiter está generalmente retró
grado.
Puedo aceptar, sin embargo, la posibilidad de que la retrogradación altere la
energía de los planetas o la desvíe de sus cauces normales. Y me parece razo
nable que un planeta retrógrado no suela manifestarse en un plano externo. Para
ver por qué, es necesario examinar qué es la retrogradación desde el punto de
vista astronómico.
Cuando un planeta está en movimiento retrógrado, en realidad se encuentra
más cerca de la Tierra que cuando está en movimiento directo. Esto es fácil de
comprobar con Mercurio y Venus, cuyas órbitas están entre el Sol y la órbita
de la Tierra. En la figura 2A, Venus �stá al otro lado del Sol. Desde el punto de
vista de la Tierra, da la impresión de estar moviéndose hacia adelante en el zo
díaco, la misma impresión que da siempre el Sol. Venus parece estar en Aries
en el instante 1, en Tauro en el instante 2 y en Géminis en el instante 3. En la fi
gura 2B, sin embargo, Venus está entre la Tierra y el Sol. Como se puede ver, se
está moviendo hacia adelante en su órbita, como siempre, pero desde el punto
de vista de la Tierra parece que fuera hacia atrás contra el fondo de las estrellas
fijas. En esta figura, Venus parece estar a finales de Tauro en el instante 1, en
la mitad de Tauro en el instante 2 y a comienzos de Tauro en el instante 3. Dará la
impresión de retomar el movimiento directo cuando empiece a moverse por de
trás del Sol.
La retrogradación también es fácil de ver con el resto de los planetas, desde
Marte hacia afuera, hasta Plutón.-Como todos estos planetas están más alejados
del Sol de lo que lo está la Tierra, se desplazan por su órbita con más lentitud
que ésta. Cuando la Tierra los alcanza, pasa lo mismo que cuando un coche que
va más rápido que otro lo alcanza en una carretera. Visto desde el coche que se
mueve más rápido, parece que el de movimiento más lento estuviera retroce-
47
Telón de fondo del zodíaco
I
I
I
A. Movimiento directo
1 2 3
B. Movimiento retrógrado
48
diendo, cuando lo que en realidad hace es avanzar más despacio. En la figura 3A,
la Tierra y Marte están en lados opuestos del Sol. Tal como se lo ve desde la
Tierra, parece que Marte estuviera avanzando por el zodíaco, de Aries en el ins
tante 1 a Tauro en el instante 2 y a Géminis en el instante 3. En la figura 3B, la
Tierra está alcanzando y pasando a Marte, de manera que desde el punto de vis
ta de la Tierra parece que, en relación con el fondo de las estrellas fijas, Marte
esté retrocediendo desde finales de Tauro en el instante 1, a mediados de Tau
ro en el instante 2 y al comienzo de Tauro en el instante 3. Observe que Marte
y la Tierra están en el mismo lado del Sol y, por lo tanto, más próximos entre sí
de lo que lo están cuando el movimiento de Marte es directo.
El hecho de que los planetas se encuentren más próximos a la Tierra cuando
están retrógrados hace que parezca absurdo decir que los planetas retrógrados
son más débiles. Si hay alguna remota conexión entre la distancia y la fuerza en
astrología, uno esperaría que los planetas retrógrados fueran más fuertes.
Mis observaciones sugieren, sin embargo, que un planeta retrógrado no es
más fuerte ni está más cerca del centro de una persona. Creo que su proximidad
a la Tierra significa una falta de distancia o de perspectiva de la persona con
respecto al comportamiento que el planeta simboliza. Quien tiene a un planeta
retrógrado es menos capaz de ser objetivo con las energías de ese planeta.
Esta situación tiene sus puntos fuertes y débiles. La ventaja es que uno ve
de cerca las energías del planeta y está profunda, intensa e íntimamente com
prometido con ellas. Pero cuando se está demasiado cerca de algo, es difícil
verlo en perspectiva. Se tiende a tomar en serio lo que es relativamente poco
importante y a pasar por alto lo que a la larga adquirirá un verdadero signifi
cado. Al estar profundamente implicado en algo, se corre el riesgo de perder
la perspectiva, pero para tener una perspectiva adecuada es preciso sacrificar la
proximidad, la experiencia de la intimidad. Obviamente, es necesario lograr el
equilibrio.
No estoy sugiriendo que haya una escisión entre introversión y extraversión.
Creo que tanto las energías planetarias directas como las retrógradas son sus
ceptibles de ser experimentadas como externas o como internas, pero sospecho
que es más difícil tener la vivencia de las energías retrógradas como algo apar
te de nosotros mismos. Incluso si se las experímenta de este modo, representan
problemas tan próximos a nuestros compromisos cotidianos que no es fácil to
mar distancia frente a ellas y tener una visión clara de cómo funcionan. Por el
contrario, es fácil objetivar las energías de los planetas en movimiento directo
y separarse de ellas, y de este modo se tiene más capacidad para controlarlas.
Esta característica es lo que hace de la retrogradación algo tan malo en la
astrología horaria y la de elección. Los indicadores retrógrados del problema en
cuestión sugieren que el individuo no está lo bastante distanciado del asunto
como para tratarlo con un mínimo de habilidad. Si uno está demasiado com
prometido, tiende a actuar más bien como el resultado que como la causa de las
49
Telón de fondo del zodíaco
A. Movimiento directo
B. Movimiento retrógrado
50
energías que lo rodean. Al ser incapaz de ver con claridad, tiende a actuar con
ineficacia.
Al interpretar una carta natal, el astrólogo puede ayudar a su cliente a me
jorar su perspectiva de los planetas retrógrados si explora lo que significan des
de un punto de vista desapegado y objetivo. De esta manera, la persona con un
planeta retrógrado puede combinar el íntimo conocimiento que se basa en la ex
periencia con la sabiduría que proviene de ver con un sentido de la proporción.
Lo que antecede no es más que una hipótesis que me ayuda a explicar mi
experiencia de los planetas retrógrados. Téngalo presente cuando aplique estos
principios, y recuerde siempre que es muchísimo el trabajo que queda por ha
cer con respecto a los planetas retrógrados y sus efectos.
51
4
Los planetas:
significados esenciales
El Sol
Uno de los puntos más importantes de la carta, el Sol, representa la energía que
hace posible la existencia de todo lo demás. Es la energía básica del Ser. Así
como el Sol físico brilla y permite que el resto de los cuerpos de su sistema tam
bién brillen reflejando su luz, el Sol astrológico y simbólico es la energía bási
ca de la que son reflejos especializados el resto de las energías planetarias.
El Sol representa la luz, la conciencia y el día. Es el símbolo planetario
53
esencial del yang, es decir, del principio activo de energía que es la fuente de
todo movimiento. El Sol, como yang, es lo opuesto de la Luna como yin. En el
horóscopo, el Sol y la Luna constituyen una de las manifestaciones más impor
tantes de esta dualidad primaria.
En cuanto yang, el Sol es el arquetipo de la voluntad, el poder y el deseo,
aunque no necesariamente del deseo sexual. Desear aquí más bien significa
«querer hacer». Representa la energía que se ejerce e influye en todo lo que
existe. La energía del Sol no se limita a aceptar, sino que siempre procura cam
biar y, si es posible, mejorar. Por encima de todo, busca espacio para una ex
presión más amplia de sí misma.
El Sol es también la energía que proporciona a un ente su integridad en cuan
to ser. Representa la voluntad de existir, y como tal, contrarresta la presión pro
veniente del entorno, que intenta convertir al ente en algo que no es o destruir
lo por completo.
El Sol es el arquetipo del héroe, que sale al mundo e intenta poner orden a
partir del caos mediante la imposición de su voluntad. Se ve sometido a severas
pruebas para demostrar su fuerza y su valor, especialmente contra los poderes
de las tinieblas. En el crepúsculo, el héroe, como el Sol, desciende al mundo
subterráneo y se enfrenta al reto de los monstruos de la oscuridad. Después de
haber demostrado su derecho a renacer con la aurora, se manifiesta triunfante
en el mundo.
Esto no es solamente poesía. La pauta que acabo de describir se puede ver
en la personalidad de cualquiera que tenga al Sol en un emplazamiento fuerte.
(El concepto de emplazamientos fuertes y débiles se analiza al comienzo del
capítulo 12.) Son personas con una gran vitalidad, incansables tanto en el as
pecto emocional como en el físico, y trabajan con ánimo implacable para que se
imponga en el mundo su visión de lo que debe ser. Pero sus esfuerzos no son to
talmente desinteresados. Siempre tienen una dimensión personal. Los indivi
duos solares trabajan para expresar lo que son e intentan provocar un impacto
según los términos de su propia identidad. Por consiguiente, están en la van
guardia de cualquier actividad donde se los pueda llegar a reconocer: no traba
jan entre bastidores. Las personalidades dominadas por el Sol consiguen que
los demás se fijen en ellas: simplemente por su porte, hacen que, al entrar en
una habitación, las cabezas se vuelvan. Además, son personas que parecen es
tar en el centro de la vida de un cierto número de gente. Como el Sol, propor
cionan luz y energía para que los demás puedan vivir y actuar. Pero el tipo so
lar necesita siempre que se le exprese su reconocimiento por lo que hace.
Por estas razones, tradicionalmente se ha dicho que el Sol «rige» a las per
sonas que ocupan una posición de autoridad, como los empresarios, funciona
rios importantes del gobierno, el gobierno mismo y, ciertamente, los reyes y los
nobles. Pero se ha de tener presente que los planetas no simbolizan personas ni
cosas reales. La relación existe sólo en la medida en que una persona real ma-
54
nifiesta las energías del Sol. No todos los reyes o presidentes actúan de manera
solar.
El Sol también tiene su lado negativo. Las personas solares no son especial
mente modestas. Incluso pueden ser jactanciosas y arrogantes, y estar totalmen
te absorbidas en sí mismas. A veces sobrestiman su propia valía, y sienten que
no es necesario que hagan nada para justificar la elevada opinión que tienen de
sí mismas. Sin embargo, esta actitud no pertenece realmente al carácter del Sol,
que es una fuerza activa concentrada en el logro. Cuando una personalidad so
lar exhibe este tipo de problemas, generalmente alguna otra cosa anda mal.
Con frecuencia es difícil conseguir que las personas solares colaboren con
los demás en un esfuerzo de equipo. Si no pueden estar en primera línea, pre
fieren no tener nada que ver con el proyecto. También está el tipo solar que no
hace nada que pueda comprometer su integridad. Una persona con una fuerte
influencia solar pero que por otra parte tenga indicaciones de una grave debilidad
en su personalidad es quien más probablemente tendrá este tipo de problema.
En el nivel psicológico, el Sol representa la libido junguiana: es decir, la
energía psíquica básica que moviliza todas las funciones psicológicas. Como
la libido, con frecuencia el Sol actúa sin concretar su acción, proporcionando
simplemente la energía a la cual otro símbolo dará una forma específica. En
astrología de predicción, el Sol suele señalar la oportunidad para un aconteci
miento o un progreso en la vida del individuo. Aporta energía a cualquier con
junto de símbolos que represente el acontecimiento, y en estos casos, el simbo
lismo específico del Sol acostumbra a estar ausente.
El Sol representa la energía física, y si se halla debilitado por el contacto
con un símbolo que niegue esta energía, habrá una disminución del nivel de
energía física del individuo. Donde esto se nota más es en los contactos Sol
Neptuno. Las dificultades con la energía solar en la carta pueden indicar perío
dos de enfermedad física. Muchos astrólogos consideran incluso que el Sol re
presenta el cuerpo físico. Aquí volvemos a tropezar con la falacia de considerar
a los planetas como cosas, pero el Sol puede ser, ciertamente, indicio de vitali
dad física.
Desde el punto de vista de los arquetipos, la masculinidad es un aspecto del
yang. Por lo tanto, junto con Marte, el Sol representa la masculinidad. Tradi
cionalmente, se consideraba que tenía que ver con personas del sexo masculi
no, y de nuevo nos encontramos con que se usa un planeta para representar un
ente. Ahora que los papeles de ambos sexos están cambiando, hay un número
cada vez mayor de mujeres con una personalidad solar, y por lo tanto sirven
como representantes de la energía del Sol en la vida de otras personas. Si al
guien tiene como jefe a una mujer, por ejemplo, el papel que ésta desempeña es
tan solar como si fuera un hombre. Y naturalmente, un varón cuyo temperamen
to no sea demasiado yang no manifestará un fuerte simbolismo solar a pesar de
su sexo. La sexualidad arquetípica que manifieste un individuo se relaciona sólo
55
parcialmente con el sexo al que pertenezca. La mayoría de las personas son mez
clas de las dos energías.
Sin embargo, todavía se puede observar que las mujeres como grupo tien
den a tener la vivencia de que sus energías solares les llegan por medio de los
hombres. Es más, una dificultad común que tienen es la de estar desconectadas
de los elementos masculinos de su propia naturaleza, elementos que entonces
proyectan sobre los hombres, privándose a ellas mismas de la iniciativa y la in
dependencia. (Y los hombres, en general, hacen el equivalente de esto con sus
energías lunares.) En la mayoría de los casos, las mujeres pueden manejar me
jor las dificultades que tienen constantemente con los hombres si se ponen en
contacto con el lado masculino de su propia personalidad en lugar de hacer algo
específico con respecto a la relación que tengan con un hombre en concreto. La
tendencia actual va claramente en el sentido de propiciar que las mujeres recu
peren conscientemente, para sí mismas, su masculinidad interior.
Una función masculina clásica que va asociada con el Sol es la paternidad.
El Sol comparte esta función con Saturno, pero uno y otro representan facetas
muy diferentes. La situación del Sol en la carta natal suele relacionarse con la
vi:vencia que tiene el individuo del padre, y no necesariamente de su padre real,
sino de todas las personas que de un modo u otro han desempeñado o desempe
ñan ese papel en su vida. Con frecuencia, la madre cumple de hecho la función
paterna, en cuyo caso será esa la relación simbolizada por el Sol. Un concepto
clave es que el Sol representa la experiencia que se ha tenido del padre y ño la
verdad objetiva sobre él. En realidad, lo que muestra el Sol es la relación con
todas las figuras de autoridad. Como componente del arquetipo paterno, repre
senta la función del padre en cuanto configura la voluntad, particularmente la
voluntad de ser, por derecho propio, una fuente libre e independiente de poder
y energía.
Por lo que llevo dicho, debería estar ya claro que un emplazamiento débil
del Sol en un horóscopo significa poca vitalidad, y de alguna manera la incapa
cidad de defenderse solo. En el nivel psicológico puede indicar un individuo
que está demasiado sometido a la voluntad de otro, o que no puede defender y
proteger lo que valora, por lo menos mediante una confrontación directa. En el
nivel físico, un Sol débil puede indicar debilidad corporal, una tendencia a las
enfermedades y las alergias, o simplemente falta de fuerza muscular. Llegar a
comprender bien al Sol en un horóscopo es un paso importante hacia la com
prensión de la persona.
La Luna
Junto con el Sol y el Ascendente, hay coincidencia en que la Luna es uno de los
puntos esenciales de la carta. Pero cuando se leen las descripciones astrológicas
56
de la Luna, su significado básico es difícil de captar. Se nos habla de sus mani
festaciones superficiales, pero la idea central permanece imprecisa.
La Luna representa dos arquetipos básicos. Primero, es el arquetipo del me
dio o del recipiente o contenedor en el que puede manifestarse una energía. Es
también el arquetipo de la matriz, fuente u origen de todas las cosas. En lo fun
damental, como demostraremos, estos dos arquetipos en realidad son uno.
El símbolo gráfico de la Luna es un tazón puesto sobre el borde, que mira a
la izquierda o a la derecha (según que esté representando la Luna creciente o
menguante). El símbolo se deriva evidentemente de la forma en que aparece la
Luna entre el tercer cuarto y la luna nueva, o entre la luna nueva y el primer
cuarto. La forma de tazón sugiere también un recipiente, que da forma a aquello
que contiene, lo limita y ayuda a definirlo. Esta idea es central para la compren
sión de la Luna, pero debemos entender el concepto de «recipiente» o «conte
nedor» en un sentido amplio. Me refiero a la acción de contener, a la idea de
proporcionar un ambiente, un sitio, un lugar o un entorno, es decir, a un con
junto de circunstancias en las que algo puede tener lugar.
El hecho de contener puede considerarse como puramente pasivo, y en
nuestra cultura la pasividad se valora muy poco. Pero es necesario ir más allá
de los límites de la propia cultura para entender este principio. La Luna es el ar
quetipo planetario del yin, el par del yang, que viene indicado por el Sol. El
principio yin define las circunstancias y condiciones en las que puede manifes
tarse la energía yang. La naturaleza y la situación de la Luna en el horóscopo
pueden limitar y restringir el funcionamiento de las energías vitales, o colabo
rar con él. La forma manifiesta final de cualquier cosa se debe tanto al princi�
pio yin, que la contiene, como a las energías que la impulsan o la motivan. La
naturaleza yin de la Luna da lugar y forma a la acción yang del Sol. Es la raíz y
el cimiento de lo que se puede experimentar, de lo que existe. En sí misma no
significa acción ni vivencia, pero sin ella ninguna de las dos puede existir.
Pero el hecho de contener, de proporcionar un medio para la vida, da origen
a otro factor cuya importancia para la comprensión de la Luna es aún mayor.
Todo ente, especialmente todo ser viviente, pasa por un período previo a la ma
durez, durante el cual se desarrolla y crece, y no está listo todavía para aparecer
y funcionar en el mundo. Durante ese tiempo el ente existe en una especie de
contenedor que lo protege y a la vez le da estructura y forma. Puede ser un hue
vo, un útero, la Tierra o una semilla, por no mencionar más que algunas de las
posibilidades. Este es el principio del contenedor como la matriz que nutre. Es
otro de los temas centrales de la Luna. Por esta razón, se la conecta con todas
las formas de la maternidad, tanto en el sentido literal como en el metafórico.
La posición de la Luna en la carta afecta a los seres humanos con más fuerza
justo antes y después del nacimiento, cuando más dependen de la madre. La Luna
simboliza también, a lo largo de la vida, nuestra vivencia de sentimos «nutri
dos» en todos los sentidos, protegidos y apoyados. Las energías de la Luna no
57
se manifiestan solamente en el hogar donde crecimos, donde vivimos de niños,
sino también en el hogar donde nos refugiamos cada día al anochecer para re
cuperar fuerzas después de las actividades cotidianas.
En un sentido más amplio, el universo físico es en última instancia el medio
en el que tiene lugar gran parte de nuestra vida. (No considero que la intros
pección, la meditación y otras formas de actividad mental, psíquica o espiritual
puramente internas tengan lugar en el universo físico.) Por consiguiente, la po
sición de la Luna en el horóscopo indica nuestra actitud con respecto al hecho
de estar encarnados en el universo físico. Ciertas dificultades con la Luna natal
indican que uno se siente solo, alienado del universo físico y extranjero en él,
con la sensación de no pertenecer a este mundo. Una Luna bien emplazada, por
otra parte, significa un individuo que se siente en su casa en el planeta Tierra.
Si usted tiene a la Luna en mala situación en su tema, es probable que sienta con
frecuencia que lo único que justifica su existencia es lo que hace, no lo que es
o quién es. Expresiones como «Estoy en casa», «Me siento bien» y «Este es mi
lugar» pertenecen a la energía de la Luna.
Esto nos lleva directamente al segundo de los principales significados de la
Luna, que, como enseguida podremos ver, está íntimamente relacionado con el
primero. Es la idea que tenemos del lugar de donde provenimos: la fuente, la
matriz, la Gran Madre. Es nuestro pasado, la niñez, la herencia o la familia (tan
to la presente como la ancestral). Está también relacionada con lo que pensa
mos de nuestro país, de nuestra tierra natal. Y es interesante señalar la tenden
cia común a tratar a la patria como madre: lo demuestran las terminaciones
femeninas de los nombres de muchas naciones.
Con frecuencia, la actitud de un individuo hacia el hogar y la familia de su
infancia está representada en la carta por la Luna. Las personas que tienen a la
Luna mal emplazada tienden a querer alejarse del pasado, a negar y borrar su
influencia en su vida. Muchas veces sienten que el pasado las aplasta con su peso,
las sofoca, las limita y no les deja ser libres. De adultas, es frecuente que ten
gan dificultades con cualquier tipo de intimidad, especialmente si implica un
compromiso.
Los conceptos de contenedor, matriz y fuente dan origen todavía a otra fa
ceta psicológica de la Luna. Mientras que la energía yang es consciente, las li
mitaciones y formas que le impone la matriz o medio en que opera no son ge
neralmente conscientes (a menos, claro, que el individuo haga un esfuerzo por
volver la mirada hacia adentro, hacia la estructura interna de su propio,yo).
Además, la Luna en cuanto principio de nutrición nos afecta con más fuerza en
una época de la vida en que no somos demasiado conscientes. Por ambas razo
nes, la acción de la Luna tiende a ser inconsciente. O bien es una parte de la
estructura del yo que no ha sido examinada (aunque a cada minuto del día in
fluya en nuestro pensamiento y nuestra percepción), o se relaciona con expe
riencias muy tempranas, incluso prenatales, y que por lo tanto no son conscien-
58
tes. La Luna está relacionada con suposiciones inconscientes que hemos hecho
sobre la vida desde el comienzo, con actitudes que sin darnos cuenta hemos
aprendido de nuestros padres, con pautas mentales hereditarias como los ins
tintos y, lo que es muy importante, con pautas psicológicas que se generan en
vivencias infantiles, tanto positivas como negativas.
Aunque no es del todo exacto decir que la Luna es el inconsciente, es verdad
que en buena medida opera de manera inconsciente. No estamos acostumbra
dos a observar nuestros procesos mentales inconscientes y tendemos a pasarlos
por alto o a ser incapaces de percibirlos a no ser que nos entrenemos especial
mente para ello. Ciertamente, nuestros aspectos lunares no se pueden entender
por medios puramente racionales: es preciso captarlos mediante los sentimien
tos y las emociones.
En la mayor parte de la bibliografía astrológica se considera a la Luna como
el principal indicador de las emociones. Vamos a ver por qué. Las emociones
son una de las principales manifestaciones de la parte del yo que es hereditaria
o se estructura a una edad muy temprana. Son uno de los signos más fuertes de
que se está activando algo profundamente guardado dentro de uno mismo, la
parte que más probabilidades tiene de estar dominada por las energías lunares.
Las emociones no aciertan ni más ni menos que la mente racional cuando se tra
ta de emitir juicios. Lo único que pasa es que la mente racional, como no tiene
fácil acceso al poder de las emociones, desconfía de ellas. Y esto es tanto más
válido cuanto más conscientemente se identifica uno con la mente racional. En
alguien que no establezca escisión alguna entre las naturalezas racional y emo
cional, puede haber una capacidad mucho mayor de emitir juicios poniendo en
juego todas las facultades del yo.
Es frecuente que las partes de la mente dominadas por la Luna actúen como
programas de ordenador, es decir, como pautas completamente mecánicas que
se ponen en movimiento automáticamente y de forma completa por la acción
del estímulo adecuado. En el nivel físico, es lo que se conoce como un reflejo.
Pero tenemos también reflejos emocionales, que son difíciles de modificar por
consideraciones racionales. Además, como son instintivos o tienen su origen
muy al comienzo de la vida, su resultado suelen ser comportamientos que no se
consideran apropiados en los adultos.
Y sin embargo, una gran parte de nuestro comportamiento requiere un jui
cio instantáneo y una respuesta rápida. Cuando un coche se nos viene encima,
no tenemos tiempo para pensar qué haremos. De modo similar, no pensamos
qué es exactamente lo que hacemos cuando caminamos: qué músculos move
mos, etcétera. Todo esto son pautas lunares que tenemos en el interior de la
mente. Rigen una porción de nuestra actividad mayor que la gobernada por el
pensamiento racional, y son indispensables. El Sol (y, como veremos, también
Marte) representa la energía que usan los músculos, pero las pautas de esa ener
gía, su forma de trabajar, generalmente son lunares.
59
Hay otra faceta de la Luna que se deriva de su asociación con el incons
ciente. Éste no se ocupa de las pautas y restricciones que impone la conciencia.
En particular, no reconoce separaciones. Todo es uno, y todo tiene lugar en un
continuo. En cierto nivel, las partes lunares de la mente están en contacto con
todo, en todos lados. La Luna, entonces, se convierte en uno de los indicadores
de capacidad «psíquica», un modo de percepción en el que todo está en cierta
manera conectado.
El sexo femenino, por lo menos en su papel tradicional, es más yin que el
sexo masculino. Por consiguiente, a la Luna se la ha asociado siempre con las
mujeres. Y es evidente que la conexión de la Luna con la maternidad y del Sol
con la paternidad hace que se asignen estos planetas a los sexos femenino y
masculino respectivamente. Incluso hoy parece que la Luna simbolizara con
más frecuencia a las mujeres que a los hombres. Creo, sin embargo, que tie
ne más que ver con los papeles que ha desempeñado la mujer (el de esposa y el
de madre) que con ella misma. Ambos sexos llevan dentro elementos psicoló
gicos masculinos y femeninos, y por el momento no está claro en qué medida
la sexualidad de la mujer está condicionada y en qué medida es innata.
En la astrología tradicional se dice que la Luna simboliza a la gente de un
país por oposición a sus gobernantes, de quienes se supone que son solares. Hay
mucho de verdad en esto, incluso en la medida en que un individuo con una
Luna fuerte y bien emplazada puede apelar a grandes grupos de personas y ha
cerles sentir que es uno de ellos. Para políticos y vendedores, esto es una exi
gencia. Pero una parte de la idea proviene también de la suposición de que la
gente es en gran medida pasiva en relación con sus gobernantes. Actualmente
esto es menos válido, aunque lo sigue siendo claramente en épocas de relativa
tranquilidad, cuando los gobernantes encuentran poca resistencia en el pueblo.
Sin embargo, en épocas de disturbios sociales, cuando la gente de un país es
consciente de lo que quiere y se opone a los intereses de sus gobernantes, el
pueblo no es nada lunar.
Para concluir con esta descripción del simbolismo lunar, hay que precisar
un punto importante. Hemos dicho ya que al parecer los astrólogos no han en
tendido a la Luna tan bien como al Sol, y no le han concedido la misma impor
tancia. Esto se debe a algo que en nuestra cultura se ha manifestado como ma
chismo, pero que en realidad constituye una carencia mucho más profunda.
Nuestra cultura ha perdido el contacto con el poder yin. Nos esforzamos por ir
al encuentro del mundo para aferrarlo por la garganta y así dominarlo. No en
tendemos el camino de la espera y el aprendizaje para encajar en el todo y con
vertirnos en partes de él. El único papel que respetamos completamente es el
del dominio: del universo, de la naturaleza, de las circunstancias o de nosotros
mismos. La Luna representa la energía de un sendero alternativo, el de conver
tirse en parte de, el de pertenecer, el de la sumisión creativa a aquello que no ga
naremos nada con dominar. No es suficiente que el sexo femenino alcance la
60
igualdad política con el varón si el principio yin no alcanza también la igualdad
con el yang. Tanto el hombre como la mujer son yin, y los dos son yang. Mien
tras actuemos como si el yin no fuera un principio de la misma categoría que el
yang, afrontaremos la vida como seres a medias, incompletos y fuera de con
tacto con la naturaleza. Mediante el estudio de los símbolos astrológicos es po
sible obtener algún atisbo de lo que significa ser alguien completo.
Mercurio
A este planeta con frecuencia se lo subestima en los escritos astrológicos. En
parte, esto se debe a que no suele ser un motivo obvio de dificultades para la
gente. Y además sospecho que su simbolismo resulta en general menos intere
sante que el de otros planetas. Sin embargo, es un símbolo de una enorme im
portancia. Se relaciona con la mente, especialmente con las capacidades lógica
y de razonamiento, y con todas las formas de comunicación. Además, Mercu
rio (junto con Urano) es el indicador del sistema nervioso, porque los nervios
permiten que los órganos se comuniquen entre sí. En el mundo, Mercurio se re
laciona con todas las formas de transporte y de movimiento; pero, por más im
portantes que sean estas atribuciones tradicionales, no dejan bien clara la im
portancia real del planeta.
La importancia de Mercurio proviene de dos fuentes. La primera es la función
que cumple el planeta, y la segunda el mecanismo por cuya mediación opera el
simbolismo.
Mercurio significa el poder de superar la brecha que existe entre entes se
parados. El mundo tal como lo ve la conciencia humana normal es un mundo de
divisiones. La primera de ellas es la división entre sujeto y objeto, entre yo y tú.
Yo no puedo tener tu vivencia, ni tú la mía. Aunque jamás podemos ponemos
plenamente en el lugar del otro, tampoco estamos totalmente aislados. Pode
mos comunicamos, y la comunicación es una de las principales funciones de
Mercurio.
A medida que vamos saliendo del estado de conciencia infantil en el que nos
parece que todo es más o menos una unidad, tomamos conciencia de que esta
mos separados del universo que nos rodea. Al mismo tiempo, adquirimos la ca
pacidad de hablar, de compartir conocimientos y experiencias, y también de
permitir a los demás que hagan lo mismo. Esta facultad es peculiarmente huma
na. Gracias a ella podemos transmitir nuestra cultura de una generación a otra, sin
tener que esperar a que la naturaleza vaya creando nuevas formas de comporta
miento programado mediante el instinto, que evoluciona muy lentamente.
De esta manera, Mercurio es un aspecto de la conciencia misma: crea la re
lación entre sujeto y objeto, necesaria para que exista la conciencia. El niño em
pieza a hablar (una función mercuriana) en el preciso momento en que su con-
61
ciencia comienza a captar el hecho de que las personas están efectivamente se
paradas entre sí, en particular él y su madre. También es aproximadamente en
esta época -por lo general antes- cuando el niño aprende a caminar, otra fun
ción mercuriana. Al aprender a movernos físicamente entre lo que nos rodea
también aprendemos a superar las brechas que hay entre nosotros y los demás.
La segunda fuente de la importancia de Mercurio es que representa el poder
de inventar símbolos, lo que por extensión incluye todas las formas de transmi
sión de datos.
Todo lo que sabemos, experimentamos, sentimos, creemos o dudamos se
concreta por medio de signos que en nuestra mente representan hechos, expe
riencias o entes reales. Por ejemplo, nuestra impresión visual de un árbol no es
el árbol. Es la forma en que el cerebro experimenta el impacto de un determina
do conjunto de ondas luminosas concentradas en la retina. Lo que vemos como
un árbol no es más que nuestra vivencia de un aspecto de la realidad total del
árbol. Todas las otras impresiones sensoriales también son de este tipo: las
crea el cerebro al recibir los datos de los óranos de los sentidos.
Un hecho notable en lo que se refiere a los impulsos nerviosos es que en ge
neral son idénticos. Lo que varía es la parte del cerebro que recibe cada con
junto de impulsos. O sea que es el cerebro el que crea, experiencias sensoriales
como imágenes visuales, olores, sonidos, sabores, texturas, etcétera. De esta
manera somos, literalmente, los creadores de nuestra propia experiencia. Cada
vivencia sensorial es un signo creado por el cerebro que corresponde (por lo
menos la mayoría de las veces) a una realidad física.
Habitualmente identificamos nuestras experiencias sensoriales con el uni
verso físico, de tal modo que no podemos ni siquiera concebirlo separado de los
signos que el cerebro crea para representarlo. La física moderna nos resulta di
fícil de captar precisamente porque, para relacionarnos con lo que nos muestra,
nos exige que vayamos más allá de los sistemas de signos del cerebro. Lo que
éste percibe tiene una correspondencia fiable, pero no inevitable, con la reali
dad. Se puede crear la vivencia de la luz en la oscuridad total: simplemente
ejerciendo durante un rato una suave presión sobre los párpados cerrados, ve
remos luces. En ello no interviene ninguna radiación electromagnética. No im
porta qué sea lo que estimula los nervios ópticos: si hay algo que los estimule,
los centros ópticos del cerebro lo interpretarán como luz.
Somos nosotros quienes hacemos que los signos que el cerebro crea para
identificar las experiencias representen la realidad física. La vivencia del mun
do exterior, por más profunda que sea, no consiste más que en esos signos: el
mundo exterior como tal está más allá de la posibilidad de experimentarlo di
rectamente. Pero usando los signos que representan las experiencias, creamos
sistemas complejos, mapas mentales a los que llamamos realidad. Si nuestro
mapa nos permite interaccionar eficazmente con el universo, nos comportamos
de manera «realista». Si no, somos víctimas de la ilusión.
62
En este proceso nos ayuda la memoria, que nos permite evocar a voluntad
los signos de las experiencias. Y la memoria cuenta con la ayuda de otro recur
so, el lenguaje, constituido por signos de signos. Si llamamos signos primarios
a los creados directamente a partir de la experiencia, entonces el lenguaje con
siste en signos secundarios, terciarios e incluso de orden mayor. Nosotros tra
ducimos los signos primarios de la experiencia a los signos de orden mayor del
lenguaje, que tienen la virtud de que se los puede poner por escrito. En las so
ciedades no alfabetizadas, la poesía cumplía la misma función (el ritmo, la rima
y el metro servían para ayudar a la memoria).
El lenguaje nos permite también reducir la brecha entre nosotros y los de
más, transmitiéndoles una comprensión parcial de nuestro personal mapa de la
realidad. Evidentemente, en la traducción siempre se pierde algo, porque los
signos primarios de la experiencia son mucho más poderosos que los signos de
orden mayor del lenguaje. Esta es una de las razones de que hayamos creado
algo más poderoso que el lenguaje verbal, algo capaz de transmitir en mayor
medida el poder inmediato de los signos primarios. Ese algo es el arte en todas
sus formas. Aunque no sea tan preciso como el lenguaje verbal para determina
dos fines, es mucho más poderoso para transmitir ciertos tipos de experiencia.
En la medida en que el arte es comunicación, su indicador es Mercurio (aunque
el acto de la creación pertenece a Venus).
La traducción de la experiencia inmediata al lenguaje no se logra sobre la
base de una equivalencia de elementos. Se han de traducir no sólo las vivencias
como tales, sino también las relaciones que hay entre ellas. El propio lenguaje
debe contener las reglas para hacerlo, y esas reglas no se derivan directamente
de la experiencia. Así el lenguaje, como habla y como pensamiento, alcanza en
la mente una vida propia, aparte de la experiencia. Surgen conceptos que no se
derivan directamente de la experiencia, pero que nos ayudan a formarnos re
cuerdos de ella, y a su vez pueden influir en experiencias posteriores. Y crea
mos conceptos de nivel aún más alto, que representan grupos de conceptos y de
vivencias.
Sucede, pues, que constantemente tenemos que traducir ideas y signos de
uno a otro nivel, y creamos varios mapas diferentes de la realidad según que es
temos pensando, hablando, imaginando o simplemente teniendo una experien
cia. La mente debe ser capaz de pasar con rapidez de un nivel de signos a otro,
e idealmente debe ser capaz de comunicarse con otros. En este sentido la inte
ligencia es como la destreza física, que también es mercuriana. Ambas se rela
cionan con manejos rápidos y eficientes que pueden tener que ver -o no- con
un contexto significativo.
La creación de mapas o conjuntos de signos que correspondan a la realidad
o a otros grupos de signos es una función mercuriana. Y con mucha frecuencia,
nos encontramos con que los signos que representan las cosas operan simultá
neamente en varios medios diferentes. Es obvio que el lenguaje oral y el escrito
63
son sistemas de signos que funcionan en estrecho paralelo, pero no lo es tanto
que las ondas de radio modificadas para que puedan transmitir sonidos e imá
genes de vídeo constituyan también un conjunto de signos que pueda ser para
lelo al lenguaje.
La conversión se hace mediante un proceso conocido como modulación. Se
puede considerar modulada cualquier cosa cuyo estado normal haya sido mo
dificado para que se la pueda usar como un medio para la transmisión de datos.
A los dispositivos que transmiten datos de un medio a otro se los conoce en los
lenguajes como traductores, y en términos mecánicos como transductores. La
traducción y la transducción son importantes funciones de Mercurio. El len
guaje hablado traduce la experiencia a ondas sonoras, y el lenguaje escrito la
traduce a pautas visuales, en tanto que un grabador transforma por medio de un
transductor los sonidos en pautas magnéticas y viceversa.
Mercurio no es ni los mapas mismos, ni los lenguajes, ni los medios mecá
nicos en los que se almacenan los datos, ni tampoco ninguno de los signos que
los representan. Es el «proceso» de crear los mapas o los lenguajes, de almace
nar los datos o los signos, y de asegurarse de que cada mapa creado correspon
da al conjunto originario de experiencias, ideas o signos que representa.
Mercurio se manifiesta en la acción de los nervios, que son los canales físicos
por cuya mediación se llevan a cabo estos procesos en el cuerpo, y en la acción
del cerebro, donde tiene lugar la confección de los mapas. (De hecho, el cerebro
se relaciona con varias energías planetarias diferentes. Es solar en cuanto rige
el cuerpo, lunar en cuanto es la sede de sentimientos y pautas de comporta
miento, y de diversas maneras se relaciona también con los otros planetas.)
La inteligencia es la capacidad de manejar todos los procesos y funciones
que se atribuyen a Mercurio. Las personas de inteligencia superior son más ca
paces de tratar con varios niveles de abstracción en cuanto a los signos con los
que opera el cerebro, y son más capaces de hacer traducciones de un sistema de
signos a otro.
La conciencia, por otra parte, es diferente de la inteligencia. La concien
cia se relaciona con la sensatez, en cuanto tiene que ver con mantener la clari
dad mental respecto de lo alejado de la experienciii directa que puede estar un
conjunto de signos. La gente que es inteligente pero que carece de sensatez
o conciencia puede confundir los conceptos de alto nivel con las cosas que re
presentan y permitir que la estructura de sus conceptos modifique la forma en
que se enfrentan con la verdad. La persona sensata siempre tiene presente que
los conceptos no son más que representaciones, y además un tanto arbitrarias.
Una persona puede tener relativamente poca inteligencia, y aun así ser sensata.
En este caso, es menos probable que sus procesos de creación de símbolos se
interpongan en el camino de sus experiencias.
Mercurio está relacionado con los viajes porque viajando completamos los
detalles de nuestro mapa de la realidad. Sin embargo, es el indicador de los via-
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jes habituales, de los cotidianos, no de los viajes largos, que rompen la conti
nuidad con la experiencia normal y por lo tanto expanden la mente.
A Mercurio se lo ha asociado también con la juventud, pero yo no creo que
esta asociación sea intrínseca al símbolo. Probablemente surgió porque los efec
tos más fuertes de Mercurio se dan en los comienzos de la vida, cuando se con
solidan las pautas mentales básicas, y por ello sigue estando mentalmente
conectado con la juventud. De esta circunstan;;ia se derivan también sus carac
terísticas andrógina y presexual.
La naturaleza mercuriana produce con frecuencia inquietud, un apetito de
información. Las energías de Mercurio pueden ser causa de que la mente inten
te pasar a una experiencia nueva antes de haber digerido y asimilado una ante
rior. Por eso, a menos que se disciplinen, las personas de naturaleza mercuria
na corren el riesgo de ser superficiales en su aprendizaje.
Mercurio tiende también a preocuparse por los detalles, un rasgo que pro
viene de su función de incorporar muchos signos a mapas que deben ser tan cla
ros como sea posible. Por lo tanto, los detalles de los propios signos también
tienen que ser muy claros. A veces, este hábito puede convertirse en una exce
siva meticulosidad, en la que la exagerada preocupación por los detalles reem
plaza al interés por la experiencia real. Este aspecto de Mercurio es el que está
más asociado con Virgo. Una persona mercuriana también puede llegar a preo
cuparse más por la elegancia de una idea que por su utilidad, y en esto Mercurio
se acerca más a la naturaleza de Géminis.
En el nivel más elevado, se asocia a este planeta con el Logos o la Palabra,
el aspecto de la divinidad en el que la voluntad de Dios se traduce a las particu
lares formas y estructuras del universo creado. Los ocultistas han considerado
siempre que el universo físico en sí mismo no es más que un conjunto de signos
o un mapa que corresponde a la naturaleza divina. Todo conocimiento y toda
sabiduría vienen por mediación del Logos, cuyo símbolo planetario es Mercu
rio. Así, mientras se reconozca que el proceso del conocimiento es menos im
portante que lo que se llega a conocer, Mercurio es uno de los símbolos más
elevados.
Venus
En el universo hay dos clases de fuerzas que reúnen las cosas. Una de ellas es
coercitiva, intenta reunir los elementos independientemente de su naturaleza
individual o de sus inclinaciones. Una fuerza de este tipo, que opera desde fue
ra, no expresa la naturaleza intrínseca de los elementos que están en juego y
crea un conflicto cuando éstos se resisten a la energía de la coerción impuesta
desde fuera. La fuerza externa debe mantenerse, o los elementos a los que se
obliga a estar juntos se separarán e intentarán recuperar la libre expresión de lo
65
que son. Según las condiciones, este tipo de fuerza coercitiva puede estar re
presentado por diversas combinaciones de Marte, Saturno y Plutón.
La segunda fuerza funciona de otra manera. Brota desde el interior de los
entes que se vinculan como expresión de su naturaleza intrínseca y no de la vio
lación de ésta. Es decir, la unión es voluntaria, no involuntaria. Los entes se
reúnen porque sus diferencias se complementan. Juntos pueden crear una to
talidad nueva que es superior -más perfecta, completa y estable- al estado de
separación en el que antes existían. Éste es el poder que se manifiesta en la
unión de las partículas subatómicas en átomos, de los átomos en moléculas, de
éstas en complejos moleculares, células, organismos y así sucesivamente.
Aunque la esencia de esta energía que une de un modo no coercitivo es
constante en todos los niveles del ser, se manifiesta de diversas maneras. En un
nivel se podría hablar de atracción electrostática, en otro de la energía que man
tiene unidas las moléculas, y en otro de gravitación.
La vivencia que tienen los seres humanos de esta fuerza es el amor. De to
das las fuerzas que reúnen a las personas, el amor es la que produce las uniones
más estables. No me refiero al enamoramiento, que es un estado de embota
miento temporal que se produce cuando dos personas proyectan la una sobre la
otra sus propias creaciones mentales. Me refiero a querer a la gente, a que las
personas nos gusten tal como realmente son. Las uniones producidas por el
amor son estables porque nos permiten expresamos a nosotros mismos mejor
de lo que podríamos hacerlo si no existieran. Este tipo de unión voluntaria man
tiene más estrechamente unida a la gente que cualquier otra basada en la coer
ción, e incluso en el beneficio mutuo.
Venus es el indicador planetario de este segundo tipo de fuerza de unión y
en particular del amor. También representa la belleza y la creación. La belleza
surge cuando un conjunto de relaciones entre diferentes personas les permite
expresarse de forma más completa y ser ellas mismas de un modo más perfec
to. La creación es el acto de combinar elementos separados para formar un todo
que se acerque más a l.a perfección, y que a menudo revela facetas que no se po
nían de relieve cuando esos elementos estaban separados. Un artista es alguien
que ve esas potencialidades y tiene la capacidad de llevarlas a la práctica.
No se debería confundir «bello» con «bonito», aunque a veces lo bello tam
bién sea bonito. Gran parte del arte es bello y a la vez grotesco, como por ejem
plo las gárgolas de las catedrales medievales. El arte verdaderamente bello, sin
embargo, expresa siempre una verdad que no se manifestaba antes, y eso es lo
que lo hace bello. El verso de Keats, «La belleza es verdad, la verdad es belle
za» es literalmente verdadero.
Dondequiera que opere Venus se puede ver claramente la armonía produci
da por algo que se mueve de acuerdo con la naturaleza y consigo mismo. En sus
manifestaciones más elevadas, este planeta expresa siempre una belleza que no
es solamente estética sino también, de algún modo, funcional. Esa función pue-
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de ser algo así como hacer que la gente tome más conciencia de sí misma y que
esté más en armonía con su mundo. Cuando el materialista afirma que todo
debe justificar su existencia siendo útil, sólo se equivoca en cuanto da a la pa
labra «útil» un significado demasiado estrecho. Proporcionar a la gente una sen
sación de armonía con su mundo es tan útil como asegurarse de que no le falten
recursos materiales.
Todas las fuerzas venusianas son vividas como atracciones espontáneas. Por
esta razón, a menudo se asocia a Venus con la atracción misma. Pero este pla
neta sólo rige las atracciones espontáneas que se expresan por sí mismas, y en
las que ninguna de las dos partes tiene que violar su propia naturaleza para par
ticipar en ellas.
Venus y Marte, el próximo planeta del que nos ocuparemos, funcionan como
una polaridad. Mientras que Venus es un planeta de fusión, Marte nos ayuda a
establecer nuestra propia identidad. A menos que tengamos establecido nuestro
propio yo como individuos, Venus no podrá actuar adecuadamente en nues
tra vida. Tenemos que expresarnos, ser lo que realmente somos, antes de poder
amar y ser amados de verdad. Si el amor es una atracción que llega por medio
de la expresión auténtica de uno mismo, lo primero que debe haber es una indi
vidualidad que se exprese. Quienes han renunciado a su individualidad en lo
que ellos creen que es una relación amorosa suelen preguntarse por qué su pa
reja pierde interés en ellos. Es difícil amar de verdad a una p_ersona cuya indi
vidualidad ha quedado sumergida, por más que se haya sumergido en uno mis
mo. A muchos que fracasan en su intento de establecer relaciones amorosas
positivas les sucede eso porque no tienen fe en su propia individualidad. Inclu
so hay quien suele poner en peligro sus necesidades para llevarse bien con otra
persona. Entonces, su verdadera naturaleza se encuentra en conflicto con el pa
pel que ha asumido, y la relación se vuelve tensa. Llegado cierto momento, la
relación tendrá que reajustarse para dejar aflorar la verdadera individualidad de
cada uno de los implicados, o tendrá que terminar.
El simbolismo de Venus es particularmente importante para la astrología
como estudio de la individualidad humana que se esfuerza por lograr que la gen
te entre en contacto con su propio y auténtico ser. Desarrollar bien la propia
energía venusiana es esencial para cualquier tipo de terapeuta, porque su rela
ción con el cliente no sólo debe expresar la naturaleza de ambos, sino que tam
bién debe permitir que cada uno de ellos y su forma de expresarse a sí mismos
se desarrollen del modo más completo posible. Cualquier relación que haga que
la gente se realice más plenamente es venusiana.
Con frecuencia se ha dicho que así como una molécula se compone de áto
mos, y el cuerpo de células y tejidos, la sociedad se compone de individuos.
Creo que esto está implícito en lo que he dicho hasta ahora. Sin embargo, hay
quien proclama que la sociedad es el próximo nivel de la evolución orgánica, y
se vale de esta afirmación para justificar los sistemas totalitarios que reprimen
67
la libertad individual. De acuerdo con esta teoría, el individuo es menos impor
tante que el Estado y debe vivir para servirlo. Espero que haya quedado claro
que esto no es realmente una manifestación de las energías de Venus, y tam
bién que no representa de ninguna manera el tipo de energía evolutiva que ve
mos en la naturaleza. Un Estado que exige del individuo mucho más de lo que
le da es una manifestación del primer tipo de energía a que me he referido an
tes, la energía coercitiva que confía en la fuerza externa para mantenerse. Un
Estado de estas características termina por desintegrarse. Por otro lado, nin
gún Estado se ha aproximado siquiera a la realización del ideal de una unión
creativa de seres plenamente individualizados que se reúnen para realizarse y
gratificarse los unos a los otros. El Estado no es, en modo alguno, un paso ade
lante en la evolución biológica: todavía ha de llegar algo nuevo.
Antes de terminar el análisis de este planeta, quiero referirme a otro punto
importante que se desprende del concepto del amor. A Venus también se lo aso
cia con el amor que nutre y educa proporcionado por la madre. En unión con la
Luna, constituye la parte planetaria del conjunto de símbolos que representan a
la madre. Debido al aspecto de expresión de la propia personalidad que incluye
Venus, no es necesario que alguien sea nada en particular para ser amado. Yo
no te amo porque hagas esto o aquello; te amo simplemente porque existes y
yo existo y está en mi naturaleza amar lo que tú eres. El ejemplo más profundo
de esto, y el que nos proporciona la base para que más adelante en la vida poda
mos dar y sentir amor, es la vivencia de haber sido amados por nuestros padres,
en especial por nuestra madre (aunque esta clase de amor no se restringe en modo
alguno exclusivamente a la madre).
Venus es como la Luna en cuanto no se preocupa manifiestamente por las
distinciones y los detalles. Lo que da, lo da libremente y sin preocuparse por si
es lo apropiado o por si el objeto de su afecto es digno de recibirlo. Esto es bas
tante obvio si nos fijamos en la clase de gente de quien se enamoran algunas
personas.
A Venus se lo ha asociado demasiado estrechamente con Tauro, uno de los
dos signos que tradicionalmente rige. Debido a ello, muchos astrólogos moder
nos suelen pasar por alto la conexión entre este planeta y el amor y lo ven sólo
como la manifestación planetaria del lado negativo de Tauro, como la imagen
de un ser pasivo, excesivamente amante del lujo y la comodidad, y mal dis
puesto a esforzarse. Hay cierta base en esto en cuanto Venus, al ser una energía
yin, no tiende especialmente a autoafirmarse, y en cuanto atrae las cosas hacia
nosotros en vez de hacernos ir en pos de algo que queremos. Además, el amor
venusiano por lo bello puede degenerar en afición por lo chabacano y lo llama
tivo. Sin embargo, esto no es intrínseco en Venus, sino una manifestación per
vertida causada por la interferencia de otras energías planetarias o por el em
plazamiento de este planeta en un signo con el que no armoniza. Aunque hay
evidentemente cierta afinidad entre ellos, yo no estoy del todo seguro de que
68
Venus «rija» a Tauro, y no se debe suponer sin más que sean idénticos. Tauro
es mucho más terrestre y menos acuoso que Venus. (En el capítulo 1 O hablo del
significado de los elementos.)
Normalmente, los venusianos son personas cálidas y afectuosas, dotadas de
mucho don de gentes. Disfrutan al estar con sus seres amados y a menudo se
sienten incómodos en soledad. Más que cualquier otro tipo planetario, el venu
siano reconoce el poder que proporciona, para afrontar creativamente la vida, el
hecho de estar con un ser amado.
Marte
No nos limitamos simplemente a existir; debemos existir como algo o alguien
en particular. Y también ser capaces de mantener nuestra individualidad frente
a las presiones del mundo y de los otros miembros de la sociedad, presiones que
amenazan con violar nuestra auténtica naturaleza e incluso nuestra superviven
cia. Nada existe en la naturaleza sin que la energía de Marte lo capacite para
sobrevivir. Todo mantiene su verdadera naturaleza por medio de la energía
marciana, que es sumamente individualista y nos lleva a subrayar más las dife
rencias que las similitudes. Esta es una de las características que Marte com
parte con Saturno.
Un exceso de energía marciana puede ser causa de que intentemos sobrevi
vir eliminando a nuestros posibles competidores. En este sentido, una persona
con una fuerte influencia de Marte puede ser una am�naza para la energía mar
ciana de los demás. Esta es la fuente del conflicto: la incapacidad de las energías
marcianas de dos personas para operar en el mismo espacio. Un exceso de agre
sividad no es más que una sobreabundancia de energía de supervivencia, que
siente que debe controlar todo lo que tiene alrededor. Como veremos, esto no
es en realidad típico de Marte cuando el planeta funciona de manera sana.
Como el Sol, también Marte es una energía yang que nos permite hacer co
sas. Pero sólo es eficaz cuando trabaja por nuestra propia supervivencia y nuestra
autoafirmación. La energía marciana está centrada en uno mismo, no es altruis
ta, pero se puede transmutar hasta mostrarse desinteresada. En la guerra, por
ejemplo, la gente puede estar dispuesta a sacrificarse por el bien del Estado,
pero para que esto suceda, deben identificar su propia supervivencia y su nece
sidad de ser lo que son como personas con la supervivencia de la nación. Cuan
do la gente toma conciencia de que la guerra se está librando exclusivamente
para beneficio de los gobernantes, ya no pelea con la misma energía desinte
resada.
Esto nos acerca a uno de los atributos más peculiares de Marte, su facultad
de identificación. En su forma más burda, la energía marciana hace referencia
a la supervivencia biológica, pero la mente humana puede ser la metáfora de las
69
funciones puramente biológicas. Se ponen en juego aspectos de la vida que nada
tienen que ver con las funciones biológicas originarias de una pauta energética,
pero que mantienen un paralelismo estructural simbólico con la función origi
nal. Un ejemplo de esto (que no tiene nada que ver con Marte) es la forma en
que la vivencia del éxtasis religioso se convierte en traducción y metáfora de las
energías del orgasmo, relacionadas originariamente con la sexualidad biológi
ca. El éxtasis religioso no es un orgasmo, pero para definir esta vivencia la
mente utiliza la terminología sexual. De modo similar, la mente aplica las ener
gías de Marte a cosas que poco tienen que ver con la pura supervivencia, aun
que quizá puedan relacionarse con la supervivencia en un nivel psicológico.
La mente identifica su existencia con la existencia y la supervivencia de
otros entes que la rodean o con cosas que ella misma puede estar haciendo. En
la guerra, individual y colectivamente, la gente se identifica con el Estado y le
transfiere sus energías marcianas. Por el mismo mecanismo, usted puede trans
ferir sus energías marcianas a sus posesiones, su posición social, su carrera, su
credibilidad, su reputación, etcétera. En cada caso, sin embargo, actúa como si
cualquiera de estas cosas fuera usted, en un sentido concreto y biológico. Es el
aspecto de «como si» que tiene el asunto lo que me lleva a recurrir al término
«metáfora».
Cuando nuestras energías marcianas se ven desafiadas, reaccionamos con el
síndrome de ataque o fuga: se produce liberación de adrenalina, y el Cllerpo em
pieza a reaccionar ante una situación de fuerte tensión en la cual debe defen
derse o escapar. En la mitología antigua, Marte (o Ares, su nombre griego) iba
acompañado por Deimos y Fobos (el temor y el pánico), que son ahora los nom
bres de las dos lunas del planeta Marte. El temor y el pánico son aspectos del
síndrome de ataque o fuga, y por consiguiente atributos marcianos. Observe
mos que lo único que se necesita para activar este aspecto de Marte en muchas
personas es hacer que hablen ante un numeroso grupo de gente. El cuerpo reac
ciona ante la multitud como si ésta fuera un depredador. Este ejemplo deja bien
claro el nivel de primitivismo que puede infiltrarse en nuestras acciones cuan
do las energías de Marte manejan nuestro comportamiento.
Aunque el temor y el pánico sean aspectos de las energías marcianas, no re
presentan su funcionamiento normal. Marte suele atacar y no escapar, y sólo es
probable que su reacción se exprese como miedo si su emplazamiento en una
carta es débil. El miedo proviene de la inseguridad, y ésta se da cuando Marte
o el Sol funcionan mal. Sin embargo, un Marte en apariencia muy fuerte puede
estar encubriendo debilidad. Un comportamiento dominante o prepotente no es
el estilo normal de un Marte adecuadamente fuerte. Los que se emocionan ante
la gloria de la competición y disfrutan poniendo a prueba su coraje son, en rea
lidad, aquellos en quienes Marte es fuerte. Les gusta ver hasta dónde pueden lle
gar en cualquier empeño, y cuánta fuerza tienen en relación con los demás. Pero
los tipos marcianos más fuertes de todos no sienten un gran deseo de campa-
70
rarse con otros; prefieren mejorar su propio rendimiento, perfeccionándose y
fortaleciéndose constantemente.
El tipo marciano es, pues, un individualista. La gente de Marte no quiere
comprometer su propia integridad siguiendo un camino establecido por otros,
de modo que con frecuencia son los primeros en ir por donde nadie ha andado
antes. El verdadero marciano no quiere ni dominar ni que lo dominen, sino que
desea que lo dejen en paz, libre de seguir el camino que él quiera. Por esta ra
zón, sin embargo, puede tener dificultades en sus relaciones, especialmente en
las laborales. En cuanto al amor, son personas que necesitan una pareja que sea
su igual, alguien independiente, capaz de seguir su propio camino cuando es
necesario.
Es frecuente que las mujeres experimenten sus energías marcianas por me
diación de los hombres. Por eso se dice que Marte, como el Sol, rige lo mascu
lino, pero también esto está cambiando en la medida en que las mujeres se po
nen más en contacto con sus energías yang. Además, cualquiera puede tener
la vivencia de Marte por mediación de otras personas que estén asociadas con la
fuerza, la fortaleza y el vigor. Así, Marte alude tradicionalmente a los atletas,
los militares, la policía en su aspecto enérgico, etcétera, y también, de forma
menos obvia, a metales como el hierro y el acero (usados por los militares y en
poderosas máquinas) y a los que trabajan con ellos.
En un cuerpo sano, Marte representa el vigor y la vitalidad del movimiento,
especialmente de los músculos. Pero también puede manifestarse como irrita
ciones, inflamaciones, infecciones y fiebres. Este planeta puede ser uno de los
principales indicadores de operaciones y accidentes, dificultades que sólo se
manifiestan cuando por alguna razón están bloqueados los canales psicológicos
a través de los cuales se expresa normalmente Marte.
Tal como he dicho en el apartado sobre Venus, a Marte le cabe un papel vi
tal en el amor. Es obvio que, en cuanto es el planeta del conflicto, no simboliza
el amor como tal, pero es necesario para el amor: sólo las personas que han
realizado su Marte, que han formado y definido su individualidad y saben man
tenerla frente a la resistencia, pueden verdaderamente amar y ser amadas. El
amor tiene tanto una faceta de autoafirmación como una de fusión con el otro.
En realidad, en muchos animales, entre ellos los seres humanos, hay una fuerte
conexión entre el comportamiento sexual y la pelea. La intensidad de la pasión
sexual es simultáneamente el resultado de la expresión de las energías egoístas
(Marte) y de una experiencia de fusión (Venus). Mantener el equilibrio entre
estas dos energías es una de las dificultades con que nos enfrentamos en las re
laciones sexuales. Los hombres en particular, que tradicionalmente están más
identificados con la faceta marciana de la sexualidad, pueden actuar con egoís
mo en las relaciones amorosas, explotando y usando a las mujeres. Por otra par
te, es probable que a su vez ellas, que tradicionalmente se han identificado con
el aspecto venusiano de la sexualidad, exijan demasiado poco de una relación y
71
se dejen explotar. También esto va cambiando, ya que ambos sexos se están ha
ciendo cada vez más conscientes de la necesidad de experimentar, en su expre
sión sexual, tanto a Marte como a Venus.
Esto nos lleva a un punto importante, que no ha sido aclarado en los textos
antiguos. Ni Venus ni Marte son, cada uno por sí solo, el planeta de la sexuali
dad. Lo que rige la pasión sexual es la combinación de ambos. Y otros planetas,
entre ellos Plutón, también tienen un papel, aunque menor, en este asunto. No
es correcto describir a Marte como sexualidad masculina y a Venus como se
xualidad femenina, a menos que nos refiramos a nociones muy primitivas de la
sexualidad. Idealmente, cada sexo debe manifestar ambas energías. El ser hu
mano completo siempre tendrá un Marte fuerte equilibrado por una Venus fuer
te, y será capaz de evitar ambos extremos, es decir, el conflicto y la pasividad.
Júpiter
72
periencia. Al comienzo, nuestro mundo es la cuna y sus alrededores, la familia
inmediata y sus amigos. Esto no es un problema para el individuo mientras
haya un sentimiento de unidad con el mundo. Es probable que los recién naci
dos no se den cuenta de que son personas diferentes, seres aparte de su madre y
su entorno. Sin embargo, la experiencia no tarda en mostrarles que son seres
aparte y que tienen muy poco control sobre su entorno y la gente que lo integra.
Este esbozo de conciencia de separación y de falta de control debe conducirlos
inevitablemente a un deseo de expandir su propio mundo, de adentrarse en él y
de volver a convertirlo en parte de sí mismos.
Así, en su forma más temprana, Júpiter representa el hecho de «extender
nos» para reincorporar a nuestro propio ser tanto como nos sea posible del mun
do externo, posiblemente para crear de nuevo el sentimiento de unidad que
existía en el primer período de nuestra vida. Esto incluye el deseo y la necesi
dad de crecer, tanto física como psicológicamente.
Las etapas iniciales de la energía de Júpiter consisten, pues, en crecer como
individuos en un nivel físico, salir al mundo y aprender cosas sobre él, alcanzar
control y autonomía y ensanchar el alcance de nuestra acción y nuestra experien
cia. Esta es la faceta de Júpiter que lo asocia con la expansión de la conciencia,
el aprendizaje, el deseo de viajar y el amor por la libertad y la independencia. Es
también el lado de Júpiter donde tiene origen su asociación con el crecimiento
excesivo, la tendencia a dilapidar y el desaliño. En el deseo de crecer, se tiende
a pasar por alto la necesidad de cuidar los detalles y de ocuparse de los aspectos
menores de la vida, o bien a considerarlos indignos de que se les preste atención.
Júpiter se asocia con la incorporación, con el hecho de atraer al propio mun
do cosas que son exteriores a uno mismo y convertirlas en parte del yo. En este
aspecto, hay una fuerte conexión entre la Luna y Júpiter. En el nivel fisiológi
co, por ejemplo, ambos se asocian con la digestión. A Júpiter se lo considera
generalmente como la energía que conduce a la obesidad.
Hay aún otra conexión entre la Luna y Júpiter. Los dos forman parte del sis
tema de apoyo que se necesita para crecer. La Luna, como ya se ha dicho, se re
laciona con la nutrición, tanto la física como la afectiva, y con la creación del
sentimiento de bienestar emocional de un individuo. Mientras que la Luna for
ma parte del conjunto de símbolos referidos a la madre, Júpiter se relaciona más
con los del padre. Es la parte de la función parental en que los padres dan alien
to y apoyo al niño en sus esfuerzos por crecer y expandir su mundo. Cada vez
que el niño se enfrente a un reto en su educación, debería dársele el correspon
diente aliento que le permita creer que puede aprender a superar el obstáculo.
Este es un aspecto de Júpiter como planeta del crecimiento.
A la gente con una fuerte influencia de Júpiter, su aspecto de crecimiento
puede llevarla por dos caminos. Un tipo de personalidad jupiteriana puede vi
vir abriéndose hacia afuera para abarcar y experimentar todo lo que le sea posi
ble del universo. A este tipo de persona le interesa toda clase de aprendizaje,
73
conocimiento y experiencia. La amplitud de la experiencia le impide adoptar
posiciones de estrechez mental basadas en objetivos a corto plazo a expensas de
otros de mayor alcance. Al saber que la mejor manera de favorecer los propios
intereses es favorecer los del mundo del que forma parte y del que tanto ha vis
to y experimentado, este tipo de persona tiene generalmente un fuerte senti
miento de conciencia social.
El otro tipo de personalidad jupiteriana manifiesta el lado lunar de Júpiter y
no puede renunciar a lo que ve y experimenta, intenta adueñarse de todo y lle
gar a ser más importante, imponente y arrogante que nadie. Jamás lo satisface
nada en la vida, y está siempre en movimiento.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? Creo que reside en otras energías que
tienen que ver con la seguridad del yo. Los dos son inquietos y están siempre en
movimiento, pero uno de ellos nunca es feliz, y el otro generalmente sí.
Hay siempre un límite para el crecimiento, y viene impuesto por dos facto
res. Uno es que todo ente tiene cierta capacidad de crecimiento que le es propia,
y cuando se sobrepasa esa capacidad, el crecimiento se detiene. El otro factor
es que el mundo externo sólo puede soportar cierta cantidad de crecimiento. Hay
un límite, por ejemplo, para los alimentos y otros recursos. También se necesi
ta lugar para crecer, y no se puede ir más allá de cierto punto sin invadir dere
chos ajenos. En cualquier caso, el límite lo impone la energía de Saturno, como
veremos en la sección siguiente.
Júpiter, en cuanto energía de integración, se eleva al enfrentarse con los lí
mites de Saturno. Dicho en términos simples, si la medida en que podemos cre
cer, absorber el universo externo y apropiárnoslo es limitada, entonces quizás
haya otra manera de superar nuestra pequeñez, nuestro sentimiento de aisla
miento y de falta de control. Podemos integrarnos en el orden social reinante,
lo cual nos permitirá conectarnos con otras personas y llegar así a formar parte
de ellas. Si no podemos controlar el orden social que nos rodea, quizá podamos
ser sus representantes.
Este lado integrador de Júpiter se relaciona también con el conjunto de sím
bolos del padre, cuya función no es solamente hacer que crezcamos superando
continuamente retos y proporcionarnos el apoyo que nos permita estar a la al
tura de tales retos, sino también ayudarnos a encontrar un lugar en el mundo, un
papel que desempeñar, una esfera en la cual podamos ser útiles.
El lado integrador de Júpiter se expresa de la manera más típica en su asoc
ciación con la religión, que es (o por lo menos eso esperamos) un sistema de ex
pansión de la conciencia. Pero es más aún: un sistema que nos proporciona una
relación con el universo. La etimología más común de la palabra «religión» es
la que proviene del latín religare, «volver a ligar», es decir, volver a vincularse
con el universo. La religión es un poderoso recurso para intentar superar nues
tro sentimiento de separación. Sin embargo, la religión jupiteriana no es la del
asceta, solo en la cima de una montaña, sino la de elaborados rituales sociales
74
en la que todos podemos desempeñar un papel. Es más bien la religión del sacer
dote que la del místico.
La relación de Júpiter con el derecho también es una función de su aspecto
integrador. En la medida en que el derecho es un conjunto de reglas y restric
ciones, es saturnino, pero en la medida en que es la trama de los acuerdos forma
les que consolidan una sociedad, es jupiteriano. Júpiter rige también los acuerdos
informales e implícitos gracias a los cuales funcionamos como sociedad.
A este planeta se lo ha asociado también con la medicina y el poder de sa
nar, con la reintegración del cuerpo después de la enfermedad y con la preven
ción de la desintegración corporal.
También el deseo de la mente de alcanzar una espléndida visión global se
genera en el lado integrador de Júpiter. A la mente jupiteriana le interesa más
ver cómo todo se relaciona con todo lo demás que examinar en detalle cosas
aisladas. Para ella, simplemente, los detalles no son tan importantes como lle
gar a entender qué es lo que integra las cosas. De aquí se deriva su amor por la
filosofía.
Así como un exceso de expansión personal agresiva puede conducir a la arro
gancia, lo mismo puede suceder con un exceso de identificación con aquello
con lo que uno se siente integrado. Podemos sentir, por ejemplo, que en cuanto
representantes del orden social tenemos el derecho de actuar como si en reali
dad fuéramos su encarnación. El resultado en este caso es una arrogancia colo-,
sal, como la que se puede ver claramente en la carta de Adolf Hitler, en la que
la Luna está en conjunción con Júpiter. Este aspecto generalmente es positivo,
pero en el caso de Hitler muestra cómo se puede pervertir el poder de Júpiter.
A la mayoría de las personas les gusta crecer, y también sentir que forman
parte de algo mayor que ellas mismas. Asimismo, disfrutan teniendo abundan
tes oportunidades en la vida. Por todo ello, la mayor parte de la gente disfru
ta con Júpiter, pero eso no es el resultado de una bondad inherente al planeta.
Aunque parece que Júpiter se lleva bien con más energías planetarias diferen
tes que la mayoría de los demás planetas, tampoco es tan excepcional que sus
energías funcionen mal. Es probable que un crecimiento ilimitado no deje lugar
para seguir creciendo. Un exceso de recursos puede llevarnos a dilapidar lo que
tenemos. Y a su vez dilapidar, como se ve con cegadora claridad a estas alturas
de la historia, puede convertirse en una barrera para seguir creciendo. Al mis
mo tiempo, todo organismo debe crecer y ocupar un lugar en el esquema de las
cosas. Todo esto es jupiteriano.
Saturno
75
nales. Como su movimiento es tan lento, su posición en el zodíaco no distingue
muy bien a un individuo de otro. Saturno es una energía que concierne a los co
lectivos, y una de las cosas más importantes que podemos saber de una perso
na es su relación con los aspectos colectivos de la vida.
Hay algo de lo que debemos ocuparnos en seguida. Actualmente se está re
habilitando a Saturno. La mayoría de los astrólogos de hoy en día coinciden en
que no es tan maléfico como se creía. Así como Júpiter, a quien se solía llamar
«el gran benéfico», puede indicar a veces energías difíciles, ahora también se
reconoce que Saturno puede desempeñar un papel positivo. Sin embargo, su
poder de destrucción todavía es grande, no porque el planeta sea intrínsecamen
te destructivo, sino porque en muchos casos no sabemos cómo manejar la ener
gía saturnina. Los que han estudiado las energías planetarias han aprendido a
manejar lo que tradicionalmente se describe como «efectos maléficos de Satur
no», pero no son muchos los que han aprendido que las mayores amenazas de
Saturno a nuestra felicidad se producen precisamente en aquellos momentos en
que parece que funciona de forma positiva. Para comprender esto, debemos en
tender primero los significados básicos de Saturno.
A lo largo de este libro iremos viendo que a Saturno se lo puede interpretar
como el polo opuesto de varias energías planetarias. Es el resultado de la natu
raleza saturnina, que lo impregna todo. Antes de considerar la relación polar de
Saturno con Júpiter, vamos a examinar el concepto de polaridad.
La experiencia del universo que todos compartimos se fundamenta directa
mente en el principio de la polaridad: arriba-abajo, izquierda-derecha, macho
hembra, adelante-atrás, yo-tú, bueno-malo, etcétera. En cada par de opuestos,
el significado de uno de los términos se deriva del significado del otro: ningu
no de los dos tendría sentido por separado. Todos hemos notado que cualquier
cosa, por más placentera que pueda ser al comienzo, en exceso se vuelve em
palagosa e incluso desagradable. Cuando hace demasiado calor nos gusta refres
carnos, y nos abrigamos cuando hace demasiado frío. Y no es solamente cues
tión de encontrar el equilibrio. La mayoría de las personas necesitan por lo
menos cierto grado de movimiento de vaivén para poder apreciar realmente los
dos lados de cualquier pohiridad. Y esto es válido incluso para el bien y el mal.
A la mayoría nos atrae, de vez en cuando, hacer algo que se podría considerar
malo, pero muy poca gente aprecia el mal en estado puro. De modo similar, las
personas demasiado buenas pueden resultar molestas. Yo creo, como las diver
sas escuelas de filosofía oriental, que la polaridad es inherente a la naturaleza
del Universo, y que lo adecuado para la humanidad es seguir las sendas que
transcurren entre los opuestos polares. Ese es el camino del Tao.
La realidad misma obtiene la diversidad de su naturaleza del entretejimien
to de opuestos polares. Sin ellos no habría ninguna realidad con la que pudiéra
mos relacionarnos, ningún hecho, ninguna existencia. Incluso la existencia está
polarizada por la no existencia.
76
En la polaridad Júpiter-Saturno, el individuo que sigue una senda jupite
riana se expande para incorporar tanto como le sea posible del universo. Pero si
lo llegara a hacer por completo, toda la existencia terminaría incorporada al in
dividuo. Y si éste lo fuera todo, tanto en la experiencia como de hecho, nada po
dría experimentar fuera de sí mismo. Sin embargo, la conciencia que tiene un
individuo de sí mismo se da con referencia a aquello que no forma parte de él.
Lo que no es el yo crea la conciencia del yo, y la conciencia del yo crea lo que
no es el yo. Cuando lo único que hay es el yo, el juego de la existencia toca a
su fin.
Por esta razón, el universo se resiste a que el individuo se expanda. Llega un
momento en que dice: «¡No! No puedes ir más allá». Esta es la energía de Sa
turno, la energía que mantiene la realidad tal como la entendemos. Establece las
reglas, impone los límites, crea la estructura y define la naturaleza del juego.
La energía de Saturno afecta a los colectivos porque representa ese aspecto
de la realidad que surge de un consenso entre los seres humanos. No representa
la verdad o la realidad absoluta, sino una realidad socialmente creada, que ope
ra dentro de un universo social y tiene sus mayores efectos sobre los individuos
en un contexto socialmente definido. Los aspectos de la realidad puramente
personales no resultan tan afectados por el arquetipo de Saturno.
Este planeta tiende a dirigir la atención del individuo hacia afuera del yo.
Puede representar las opiniones de otras personas, sus necesidades, sus ideas de
la verdad, su ley o, más precisamente, la ley colectiva, la verdad colectiva, et
cétera.
La dificultad con Saturno proviene de dos fuentes, sólo una de las cuales se
suele entender, y es la que le ha dado su fama de «gran maléfico».
No es agradable, cuando uno se esfuerza por alcanzar algo, que le digan que
es inalcanzable. No es nada grato tropezar por primera vez con las propias li
mitaciones (aunque sí lo sea conocerlas y vivir de acuerdo con ellas, sin resis
tencia). No es agradable tropezar con reglas frustrantes, ni tampoco chocar con
las naturales pero feas consecuencias de los propios errores. A veces los cho
ques con las reglas del juego pueden ser tan violentos como para matar, o al me
nos destruir, lo que uno ha forjado con dolor y esfuerzo a lo largo de años.
Estas conocidas dificultades que implica la energía saturnina resultan de no
entender algo, sean las propias limitaciones o las reglas del juego. Si bien Sa
turno permite e incluso refuerza ciertos aspectos de la realidad personal, ésta no
puede entrar en conflicto con la realidad social, colectiva o consensual. Cuando
esto sucede, las reglas de la realidad colectiva funcionan de manera casi auto
mática, de tal modo que a uno le parece que sólo está sufriendo las consecuen
cias de sus propias acciones. De ahí proviene la idea de que Saturno nos da lo
que nos merecemos, o de que es el Señor del Karma. Este aspecto de Saturno se
puede manejar simplemente tomando adecuada conciencia de la naturaleza de
la situación dada. De hecho, los enfrentamientos con diferentes situaciones son
77
lo que nos hace madurar. Por más que en estas circunstancias Saturno a menu
do provoque dolor, en realidad es muy creativo y necesario en la experiencia
humana. Este lado positivo de las energías saturninas ha sido fuertemente des
tacado en la bibliografía más reciente.
El problema verdaderamente grave con Saturno reside en el concepto de la
realidad misma; a saber, en la equiparación de la realidad con la verdad. La rea
lidad parece inmutable, ordenada y eterna. Sin embargo, la vida es tan breve
que no podemos ver si en algún nivel fundamental las reglas del juego están
cambiando lentamente o no. Pero podría ser. Lo que nosotros, desde nuestra
perspectiva limitada, consideramos la realidad no es necesariamente la verdad.
Sin embargo, necesitamos esta realidad: para la mayoría de nosotros, la ex
periencia de vivir en un universo en donde todo fluyera, no se pudiera contar
con ninguna regla, y lo que hubiéramos entendido ayer no nos diera ninguna
clave para entender algo mañana, sería suficiente para mandarnos al manico
mio. Confiamos en un sistema de la realidad que nos sirve de apoyo, e incluso
cuando no estamos familiarizados con sus reglas, agradecemos su existencia.
La realidad es estructura, como lo es también Saturno. La realidad es limi
tación, igual que Saturno, porque todo está definido tanto por lo que no es como
por lo que es. Si yo tomara una silla y dijera: «Que la esencia de esta silla llene
la habitación», y así sucediera, perderíamos la capacidad de percibir la silla.
Ésta se define, al mismo tiempo, por el hecho de que ocupa el espacio que ocu
pa y por el hecho de que no ocupa el espacio que no ocupa. La realidad se crea
por un proceso de exclusión, de eliminación de otras realidades posibles. Este
aspecto, el de la exclusión, constituye uno de los atributos más importantes de
Saturno.
Sin embargo, el problema no es la existencia de la realidad tal como la he
mos descrito, sino nuestra adicción a la realidad. Creo que hay muchas realida
des posibles, y que el mundo que compartimos no es más que una de ellas. Us
ted puede no estar de acuerdo con esto, pero es obvio que dentro de la realidad
que es el mundo hay muchas situaciones en las que se puede definir la realidad de
varias maneras.
De todos modos, no podemos vivir con ello, y creamos realidades allí don
de no hay ninguna, con el solo fin de tener estructura. Exaltamos nuestros sis
temas de creencias hasta el nivel de la realidad y después perseguimos a aque
llos que no los comparten. Y, lo que es aún más importante para nosotros como
individuos, limitamos innecesariamente nuestra vida y nuestro crecimiento al
excluir posibilidades que podrían aportarnos una vida nueva.
Por eso el envejecimiento está regido por Saturno. A medida que envejece
mos vamos realizando nuestro potencial, y por eso nos queda cada vez menos.
Corremos el riesgo de la rigidez y la muerte prematura. En última instancia, la
muerte se puede entender como el momento en que todo se ha realizado (por lo
menos en esta vida) y ya no queda más potencial. Uno puede aproximarse mu-
78
cho a este estado sin llegar a sufrir realmente la muerte física, y este es el ver
dadero, y muy grave, peligro de Saturno.
La estructura se convierte en rigidez, la disciplina en estrechez, el orden en
una camisa de fuerza, y el exceso de pautas aplasta la espontaneidad. En otro
nivel, la conformidad de una persona con el consenso de cualquier época deter
minada en la historia limita, define y en última instancia ahoga su potencial crea
tivo. Y el potencial creativo es la única esperanza para un futuro progreso de la
cultura. Cada vez que hacemos algo que no es fiel a nuestra verdadera natura
leza, que actuamos no para satisfacer una necesidad auténtica, sino más bien
para no defraudar expectativas ajenas, cometemos contra nosotros mismos un
crimen peculiarmente saturnino. Avanzamos un poco más hacia la muerte, lle
vamos a la práctica una parte de nuestro potencial, y lo que hemos realizado no
�presa lo que somos.
Como todas las energías, la de Saturno tiene su momento y su lugar. Pero
como las cuestiones saturninas son tan básicas para la existencia social, corre
mos el riesgo de aplicar los principios de Saturno en situaciones en que son ina
propiados. Ser una persona madura y capaz de aceptar la responsabilidad es una
característica saturnina, pero también lo es sentirse culpable por las propias in
suficiencias. Tener una imagen definida de quién y qué somos es una caracte
rística saturnina, pero lo es igualmente estar tan aislados de los demás que no
seamos capaces de relacionarnos. La alienación y el sentimiento de tener un yo
diferenciado son la misma energía en grados diferentes y en situaciones distin
tas. Conocer las propias limitaciones es una característica saturnina, pero lo es
igualmente conformarse con demasiado poco en la vida. Ser realista es propio
de Saturno, y también lo es comprometer nuestra integridad y negarnos a ex
presarnos a nosotros mismos por miedo de ver lo que es realmente posible en
el mundo.
En cuanto personificación planetaria de las fuerzas que configuran nuestra
vida y le dan forma en el contexto de un universo social, Saturno está fuertemen
te relacionado con el simbolismo del padre. Es más, el simbolismo saturnino se
ve con la mayor claridad en los mitos referentes a los dioses padres. La repre
sentación mitológica más ajustada de Saturno no es el Saturno-Cronos del mito
grecorromano, sino el Yahvé-Jehová de las partes más arcaicas del Antiguo
Testamento, ese dios que establece los mandamientos y exige que sean obedeci
dos. Es justo y recto, pero con una peculiar rigidez carente de misericordia: para
ese dios, obedecer la ley es más importante que actuar con dulzura y paz.
Un Saturno fuerte indica a menudo una experiencia especialmente podero
sa del principio paterno (personificado a veces, pero no necesariamente, por el
padre biológico), en todas las situaciones que requieren el aprendizaje de unas
reglas o una disciplina o la adaptación a un determinado papel social. La es
cuela es saturnina, así como los maestros, las personas que nos guían y con fre
cuencia nuestro jefe o patrón.
79
Saturno tiende a concentrar nuestras preocupaciones en los ámbitos de la
vida que necesitamos elaborar, no sólo mediante su posición natal, sino tam
bién a través de sus tránsitos por nuestra carta astral, que van destacando diver
sas áreas, en las que se impone la necesidad de madurar. Muchas de las princi
pales crisis de la edad adulta están representadas, por lo menos en parte, por
tránsitos de Saturno. Son las épocas en las que tenemos que tomar decisiones y
renunciar a un camino en favor de otro. De esta manera, las energías de Satur
no realizan nuestra vida y al mismo tiempo limitan nuestras posibilidades futu
ras. Es un proceso necesario, aunque puede tener consecuencias peligrosas.
Saturno sólo se ocupa del tipo de conciencia normal y cotidiana. No puede
prever aquello de lo que no hay precedentes, ni puede trabajar con las energías
mediante las cuales entran en el universo los poderes creativos y una vida nue
va. Si Saturno es demasiado fuerte, llegará incluso a obstaculizar la aparición
de tales energías. En ello reside otro de sus atributos más destructivos. La fun
ción del siguiente planeta del sistema solar -Urano- consiste en desbaratar el
ordenado mundo de Saturno para que así puedan fluir las energías creativas.
Urano
Urano es un antídoto para muchos problemas saturninos, pero, lamentablemen
te, su acción es drástica. Mientras que Saturno crea un universo ordenado y
pulcro, pero a veces opresivo, donde sentimos que sabemos lo que pasa, Urano
se entremete con una energía inesperada y a menudo perturbadora. Las energías
uranianas pugnan por liberarse de las pautas que se han vuelto demasiado rígi
das, aun cuando quizás queramos mantenernos dentro de ellas. O, si hemos re
conocido que algún aspecto saturnino de la vida nos tiene bajo su total dominio,
Urano puede representar el deseo de liberarnos de él. Es una energía que se
esfuerza por mantener un universo flexible desbaratando todo exceso de orden.
Urano representa el elemento aleatorio de mutación que es necesario para la in
novación creativa.
Es el primero de los planetas exteriores que normalmente no se puede dis
tinguir a simple vista, pero se lo puede ver en condiciones ideales cuando está
en oposición con el Sol. La posición de Urano en la periferia de la conciencia
simboliza la forma en que sus energías tienden a asomarse al mundo de la con
ciencia normal, mostrándose a menudo ajenas a sus preocupaciones. Son ener
gías que operan súbitamente y con suma excentricidad. Cualquier cosa a la que
Urano afecte o que simbolice asume la forma de algo excepcional, muy diferen
te del mundo cotidiano. Por lo tanto, en realidad puede provocar más expansión
de la conciencia que Júpiter. Mientras que este último representa una clase de
expansión que implica aventurarse en mundos que son por lo menos similares
a aquellos con los que ya estamos familiarizados, Urano puede hacer que nos
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encontremos con mundos totalmente extraños. Junto con Neptuno, se lo asocia
con estados de conciencia alternativos, y se considera que rige la iluminación.
Es el destello del relámpago que ilumina un paisaje oscuro, un destello totalmen
te discontinuo de la oscuridad que lo precedía.
A Urano se lo interpreta a menudo como maléfico, es decir, difícil. Casi to
dos nos sentimos bastante cómodos en nuestro sistema de realidad, de modo que
no acogemos de buen grado elementos que lo perturben. El problema con Ura
no es estar preparados para recibirlo, y la mayoría de la gente no lo está. En la
medida en que nos domine el lado negativo de Saturno, la vivencia de Urano
nos resultará traumática. Pero si estamos dispuestos a cambiar y enfrentarnos a
experiencias nuevas, Urano nos puede renovar la vida.
Sin embargo, para poder realmente sacar partido de este planeta, hay que
haber madurado hasta cierto punto a la manera de Saturno. Es preciso haberse
creado una estructura en la vida y haber alcanzado cierto grado de madurez.
Para que la alteración de estructuras uraniana sirva de algo, tiene que haber una
estructura para alterar. Si las energías de Urano llegan demasiado pronto en la
vida, pueden producir una personalidad crónicamente voluble, incapaz de madu
rar y de participar en la sociedad. Estas personas son rebeldes automáticos: se
rebelan simplemente por negar el orden, aunque éste sea útil.
No trato de restar mérito a las rebeliones de los jóvenes contra sus mayores,
que son crisis uranianas naturales y adecuadas porque no dejan que ninguna ge
neración llegue a dominar por completo a la siguiente. En alguna medida, cada
generación debe formar una estructura que encarne su propia naturaleza. Urano
ayuda a los jóvenes a liberarse de sus padres para que puedan crear su propio
orden. Todos debemos, finalmente, establecer en nuestra vida algún tipo de or
den que nos permita alcanzar lo que deseamos. Entonces, cuando hemos logra
do nuestros objetivos, el poder de Urano puede volver para transformarnos y re
estructurar nuestra vida. Así los logros no se convierten en fines en sí, sino que
son sólo pasos, parte de un camino más largo. Librado a sí mismo, Saturno hace
que la gente se detenga a cierta altura y se sienta totalmente satisfecha con las
cosas tal como están. Cuando esto sucede, la vida se convierte en un proceso
descendente, y uno empieza a percibirla como algo que es cada vez menos lo
que fue. El individuo que aprende a tratar con Urano puede seguir creciendo
durante toda la vida.
Lo que hace falta para tratar con Urano es desapego. No debemos ligarnos
a nada establecido; hemos de estar preparados para experimentar cualquier
cosa y para renunciar a cualquier cosa. A quienes han renunciado a sus pose
siones, su posición social y sus ideas más preciadas, lo que tienen no los con
vierte en rehenes contra cualquier cambio creativo. La mayoría de las personas
se aferran a una seguridad saturnina aunque les cause mucho dolor y haga que
no se sientan tan vivas. Ante la amenaza de las energías uranianas, se aferran aún
más, y entonces Urano se vuelve todavía más amenazador y doloroso. Cuanta
81
más capacidad tengamos de desprendernos, más fácil nos resultará utilizar po
sitivamente las energías de Urano.
Cuando yo era joven, en mi pueblo natal todo el mundo se quedó asombra
do cuando un hombre que había nacido allí volvió a vivir en él tras haber sido
vicepresidente de una gran empresa. Estaba cansado del mundo de los negocios
y quería hacer otra cosa. Cambió completamente de vida para volver a ponerse
en contacto con el simple hecho de estar vivo. Este es el estilo uraniano.
El desapego puede ser otra fuente de dificultad con Urano, porque este pla
neta no se interesa por las preocupaciones individuales. Urano es una fuerza de
la naturaleza que opera fuera de la cultura humana. Con frecuencia toma la for
ma de revoluciones, desastres naturales y otras perturbaciones que desbaratan
el orden saturnino. Cuando esto sucede, mucha gente sufre. En estas ocasiones
Urano es aterrador, y no se ve nada claro que sea una fuerza vivificadora. La
destrucción parece gratuita, y a la mayor parte de las personas no las beneficia.
Este planeta tiene un lado despiadado: con frecuencia, los uranianos no se pre
ocupan en absoluto de los individuos, sino solamente de un proceso de cambio
revolucionario con el que ellos se han identificado. En esta identificación se
constata el carácter transpersonal de Urano, en la medida en que los individuos
diluyen completamente su condición de tales en una causa.
Lo mejor es no preocuparse ni sentirse resentido por el lado despiadado de
Urano. Es simplemente la forma en que funciona la naturaleza, que no es com
pletamente de fiar ni totalmente previsible, y no siempre coincide con nuestras
expectativas saturninas. Frente a este hecho, hemos de estar preparados para
sacar partido de los poderes uranianos de aniquilación de estructuras, unos po
deres capaces de volver a crear la vitalidad y de restablecer el contacto con ese
centro viviente del yo que la estructura saturnina ha sepultado. Es interesante
observar que en momentos de desastres naturales muchas personas se sienten
más vivas que en cualquier época normal. Enfrentarse con el desastre saca a la
superficie lo que hay de creativo en la naturaleza humana, incluso en medio del
sufrimiento.
Algunas personas encarnan las energías uranianas para la sociedad en su
conjunto. Existen con el fin de cuestionar las estructuras sociales caducas y
producir el cambio. Según cuál sea la orientación de los testigos de ese cambio,
temerán a estos hombres y mujeres como peligrosos revolucionarios o los ad
mirarán como reformadores. Evidentemente, los elementos más saturninos de
la sociedad, los reaccionarios y conservadores, se sentirán amenazados. La so
ciedad puede actuar como el individuo que exacerba una crisis uraniana procu
rando impedir que ésta se manifieste. Si la resistencia social tiene éxito, el ele
mento uraniano pasa a la clandestinidad y espera el momento propicio para
actuar. Entretanto, la cultura pasa por un período de estancamiento, hasta que
se produce una nueva erupción. La peculiar apatía de los años cincuenta se ori
ginó parcialmente en la sofocación de las energías uranianas durante la histeria
82
anticomunista de los primeros años de esa década. Pero las energías uranianas
hicieron erupción luego, con mucha más fuerza, en los sesenta. En los setenta,
otro período de inercia se instaló en Estados Unidos. Cabe preguntarse si tam
bién fue resultado de sofocar las energías de Urano, y si no causará más erup
ciones de violencia en el futuro.*
Desde hace tiempo, los astrólogos han asociado a Urano con las tecnologías
innovadoras como la electrónica, la informática, la aeronáutica y la astronáuti
ca, y también con ciencias como la física, la química y las matemáticas, domi
nios todos que han aportado a nuestro mundo cambios radicales. Pero cuando
los científicos se convierten en portavoces del orden social e intentan determi
nar qué ha de creer o no la gente, cabe preguntarse si aún siguen siendo urania
nos. La ciencia en todas sus formas es a la vez uraniana y saturnina, pero algunos
científicos son predominantemente saturninos. Vale la pena señalar que rara
mente los científicos saturninos han sido los más creativos, y en esos pocos ca
sos han realizado por lo general su obra creativa en la juventud, antes del endu
recimiento saturnino de sus actitudes. Urano representa el destello intuitivo que
conduce al descubrimiento de algo nuevo y al derrocamiento de las viejas ideas,
mientras que Saturno representa el esfuerzo sistemático que implica el hecho de
poner a prueba las nuevas ideas. La ciencia requiere que haya un equilibrio en
tre estas energías.
También otros campos con potencial revolucionario son uranianos. Aunque
individualmente los astrólogos pueden proyectar las energías de Saturno, Nep
tuno u otros planetas, la astrología como tal es evidentemente uraniana, porque
trabaja con relámpagos de intuición obtenidos directamente de un estudio sim
bólico del cosmos. El estudioso de la astrología puede alcanzar un conocimien
to directo de las verdades religiosas, metafísicas y espirituales sin necesidad de
la guía de sacerdotes u otros representantes del orden establecido. Esta es la ra
zón de que, alternativamente, la astrología haya ganado y perdido favor. A di
ferencia de lo que sucede con la mayoría de las ciencias ortodoxas (la propia
palabra «ortodoxia» es saturnina), lo que enseña la astrología tiene profundas
implicaciones sociales, un hecho oscurecido por el conservadurismo de mu
chos astrólogos. En este aspecto, la astrología se parece más a una ciencia so
cial, que con frecuencia afirma cosas discutibles y polémicas sobre el mundo.
Pero en la época en que la astrología perdió el reconocimiento de que gozaba
no se podía hablar aún de ciencias sociales, y dudo de que, en todo caso, hu
bieran sido toleradas. Las ciencias físicas se aceptaron sólo cuando se vio con
claridad que poco era lo que tenían que decir sobre las realidades sociales, y
que además eran útiles para fines militares.
Una de las características esenciales de los campos de estudio uranianos es
que son de orientación muy mental. Urano no afecta a los sentimientos de la
* La primera edición en inglés de este libro data de 1981. (N. del E.)
83
manera que lo hacen, por ejemplo, la Luna, Venus o Neptuno. Aunque no siga
necesariamente los cánones tradicionales de la lógica o de la razón, la mente
uraniana funciona de tal manera que permite que la razón se relacione con ella.
De hecho, las personas uranianas suelen llevar adelante una idea en tina me
dida decididamente inhumana. Este es otro aspecto de la implacabilidad de
Urano. El ingeniero que no puede pensar más que en aumentar el poder de su
tecnología, sin tener en cuenta para nada el coste humano, es un verdadero tipo
uraniano negativo. Las consecuencias positivas de sus actividades deben ser
integradas en la sociedad sin dejar que se dispare incontroladamente el lado ne
gativo.
Urano puede significar la muerte por accidente, heridas o desastres natura
les, pero por lo menos nunca significa la muerte en vida característica de Sa
turno. Así pues, aunque puede ser sumamente difícil convivir con las energías
uranianas, el caos que introducen es esencial para la vida, que es, en gran me
dida, un intento de equilibrar las fuerzas ordenadas de Saturno con las fuerzas
caóticas de Urano. A cada uno le corresponde su lugar, y cada uno necesita que
el otro lo mantenga a raya.
Neptuno
84
to, la idea de que la realidad del universo físico es también la verdad proviene
de Saturno, no de Neptuno. Así Maya, en el sentido filosófico, aparece repre
sentada en sus diferentes aspectos por estos dos planetas.
Las energías de Neptuno son sumamente difíciles de manejar para la mayoría
de las personas, simplemente porque para tener éxito en el nivel mundano, uno
debe ser capaz de tratar eficazmente con Saturno, y es difícil tener una relación
eficaz con ambos planetas a la vez. Saturno representa la realidad manifiesta de
la realidad, es lo que da a lo que llamamos realidad la apariencia de verdad. El
universo de Neptuno dispone de posibilidades ilimitadas; en él no hay reglas a
no ser las creadas arbitrariamente en ciertos puntos del espacio-tiempo para que
pueda tener lugar la danza divina que llamamos realidad.
Es difícil poder manejar simultáneamente a Saturno y Neptuno. Para con
seguirlo, debemos ser capaces de jugar el juego de la realidad por completo y
con total convicción, exactamente como si en última instancia fuera real, y sa
biendo al mismo tiempo, en el fondo de nuestro corazón, que no lo es. Debemos
ser capaces de vivir en el universo de Saturno, de ser responsables y conscien
tes de sus leyes, sin usarlo al mismo tiempo como apoyo. La adicción a la es
tructura de la que hablé en la sección dedicada a Saturno no es admisible con
Neptuno. A esto se lo llama desapego: jugar el juego como si fuera real, pero
sabiendo que no lo es.
No podemos ni siquiera estar apegados a nosotros mismos, porque el ego,
la forma del propio ser que uno llama yo mismo, en última instancia tampoco
es real. Por eso Neptuno es una energía negadora del yo. En presencia de este
planeta, la ilusión del yo se aclara. El engaño no reside tanto en la conciencia
de «tener» un yo como en la ilusión de «ser» un yo. En un nivel inferior, Nep
tuno representa aquellas experiencias que nublan el yo, que, para funcionar, ne
cesita el sentimiento de una realidad final y segura. Así Neptuno simboliza la
ilusión, el misterio, la confusión y las crisis en que el yo se ve gravemente de
rrotado.
Este planeta puede significar a la vez un ideal y una ilusión de lo perfecta
mente ideal. Aunque también Saturno tiene un ideal de perfección, el de Nep
tuno trasciende la realidad física: es positivo cuando lo elevamos a la condición
de algo por lo que hay que luchar, pero ilusorio cuando creemos que es ya rea
lidad en el plano en que vivimos.
Cuando nos encontramos relativamente cómodos con Neptuno, aparecen
las manifestaciones superiores. La conciencia que nos da este planeta -la de
que, en última instancia, uno no es el yo- nos concede la capacidad de sacrifi
carnos por aquello en lo que creemos, por las causas superiores y por la verdad.
La dificultad reside aquí en que, si realmente entendemos a Neptuno, nos da
mos cuenta de que aquello por lo que nos sacrificamos es tan ilusorio como
nuestro propio yo. Lo importante en un caso así es darse cuenta del juego. Sim
plemente, como una especie de declaración sobre lo que podemos ser mientras
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jugamos el juego divino, podemos optar, con plena conciencia de nuestra defi
nitiva irrealidad, por sacrificarnos por aquello en lo que creemos. O bien pode
mos sacrificarnos sin saber nada de esto, y habremos perdido la vida por nada. La
diferencia entre un santo mártir y una simple víctima es difícil de establecer:
ambos son neptunianos.
Por desgracia, Neptuno puede indicar graves debilidades del yo en personas
que realmente tienen que enfrentarse con el universo físico para jugar el juego
de la vida. En casos así, da origen a acciones encubiertas o deshonestas en perso
nas que actúan entre bastidores porque no tienen la fuerza necesaria para afron
tar directamente la vida. El envenenamiento, al que se suele llamar el arma de
los débiles, es neptuniano. Muchos neptunianos padecen una grave falta de con
fianza en sí mismos. Los más desesperados intentarán apartarse de la vida en el
refugio de las drogas o el alcohol, o incluso de la locura, aunque todas estas di
ficultades requieren una considerable contribución de otros planetas, como Plu
tón y Saturno.
Algunas personas que por obra de Neptuno muestran un yo relativamente
débil manifiestan también una característica positiva: al no estar tan prisioneras
del mundo definidamente estructurado que acompaña a un yo fuerte, es proba
ble que sean más sensibles a ciertas energías que otros han excluido de su sis
tema de realidad. Neptuno se relaciona, por consiguiente, con toda clase de do
nes psíquicos.
Este planeta puede ser fuente de grandes dificultades en las relaciones, pues
to que éstas exigen que se tenga una idea clara de lo que uno es, es decir, un yo
claramente definido. Cuando Neptuno afecta a las relaciones no sólo hay una
falta de claridad respecto de lo que puede ser la otra persona, sino que tampoco
está claro qué aspectos de la relación corresponden realmente al otro y cuáles a
uno mismo. Los neptunianos tienden a crear proyecciones en las que no hay co
rrespondencia entre la energía que se proyecta sobre otra persona y lo que ésta
es en realidad. Todas las relaciones se basan hasta cierto punto en la proyec
ción, pero con Neptuno la adecuación entre la proyección y la persona puede
ser realmente muy pobre.
Como sucede con todos los planetas, hay ocasiones en que Neptuno se ma
nifiesta de forma creativa y otras en que es inadecuado. La energía neptuniana
se manifiesta mejor cuando hemos aprendido en alguna medida a jugar el jue
go de la vida, en un momento en que las estructuras que nos hemos creado ame
nazan con destruir nuestro sentimiento de estar vivos. Su forma peculiar de ilu
minación es mejor para las personas ya relativamente avanzadas en años, o que
de alguna otra manera han llegado a adquirir sabiduría y madurez.
Pero muchos intentan pasar demasiado pronto a un estado neptuniano, de
bido generalmente a esa debilidad del yo que ya he mencionado. Muchos jóve
nes se dejan absorber por movimientos espirituales, no porque hayan domina
do el juego de la vida y estén preparados para abandonarlo, sino porque le
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tienen miedo o les disgusta, sin haber llegado realmente a entenderlo. Aquí, la
cuestión es de motivación: ¿por qué escoge una persona abandonar el mundo
ordinario? De su respuesta a esta pregunta dependerá que su búsqueda espiri
tual sea o no adecuada. Para muchos es perfectamente apropiado retirarse de la
rutina de la vida normal para llevar una vida contemplativa y espiritual en un
ashram o en un monasterio. Son personas que desde edad muy temprana com
prenden que, de las diversas realidades, la que crea una determinada sociedad,
con sus leyes, sus costumbres y sus expectativas, es una de las más ilusorias.
(Ni siquiera en un ashram, sin embargo, abandona uno el universo físico, sino
solamente, y en cierta medida, el social.) Es un descubrimiento radical para mu
chos darse cuenta de que no es siempre -ni siquiera generalmente- bueno para
todos seguir el camino espiritual. Estamos aquí para hacer lo que se debe hacer,
y para eso se necesita un yo. En este sentido, Neptuno puede ser bastante dañino.
Junto con Venus, Neptuno simboliza la creatividad artística. Mientras que
Venus representa el aspecto físico de la creación, Neptuno es la inspiración
que debe producirse antes de poder aportar algo al mundo físico. Un individuo
creativo que tiene a Venus fuerte, pero poca influencia neptuniana, es más un
artesano que un artista. Son personas que tienen buen gusto y sentido del dise
ño, pero poca imaginación, que es uno de los beneficios más importantes de
Neptuno. Por la misma razón, el individuo que tiene a Neptuno fuerte, pero
poca influencia de Venus, podrá concebir ideas creativas, pero no destacará a la
hora de llevarlas a la realidad física. Las artes más abstractas son también las
más neptunianas, como la música (principalmente la composición) y la poesía.
La pintura y la escultura necesitan una gran intervención de Venus debido a la
naturaleza física de su creación.
En el esquema de los planetas que presento aquí, Neptuno es la etapa que si
gue a Urano en el enfrentamiento con los aspectos trascendentales de la exis
tencia. Si Saturno representa la realidad normal y la conciencia que se ocupa de
ella, y Urano representa aquellas energías que irrumpen a través de la realidad
normal para impedir que sus estructuras se vuelvan demasiado rígidas, Neptu
no representa la completa negación de todos los principios de la realidad nor
mal. En general se dice de este planeta que simboliza la ilusión, mientras que
de Saturno se dice que representa la verdad. La relación es en realidad la inver
sa: Saturno es la ilusión de que hay una realidad que es verdad; Neptuno es la
verdad de que no la hay. En algunos aspectos, Neptuno es más auténticamente
caótico que Urano, en cuanto puede ser el vacío informe previo a que le sea im
puesta estructura alguna. Sin embargo, tras un examen más detallado, bien po
dríamos decir que Neptuno simboliza el universo en el que toda verdad es si
multáneamente verdadera, ¡ incluso las contradicciones!
He dicho que creamos la realidad saturnina por un proceso de eliminación
y exclusión: la selección se hace a partir del formidable conjunto de realidades
simbolizadas por Neptuno. En sus manifestaciones en la vida ordinaria, este
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planeta puede representar tanto la engañosa ilusión como la iluminación místi
ca, según cuál sea el nivel de evolución espiritual del nativo. Por esta razón,
Neptuno simboliza tanto los aspectos más ínfimos como los más supremos de
la experiencia humana, las emociones más bellas y las más dolorosas. La tarea
que exige el hecho de llegar a dominar las energías neptunianas es una de las
más difíciles, y son muy pocos los que la completan. Sospecho que esto se debe
a que dominar la energía que representa Neptuno exige la capacidad de aceptar
toda su verdad al mismo tiempo. Hacerlo significa que uno no puede realizar
los actos de exclusión y de selección que se requieren para crear -es decir, para
encarnarse en- un universo físico sometido a Saturno. Quien realmente domi
ne a Neptuno, es probable que no se vuelva a encamar en este mundo. El mero
hecho de tal encarnación sugiere que Neptuno no ha sido dominado ni lo será
seguramente en esta vida, excepto en el caso, poco frecuente, del bodhisattva,
que se encama totalmente realizado, con el fin de guiar a los demás hacia la ver
dad. Y no deberíamos lamentarlo, sino simplemente seguir haciendo lo que he
mos de hacer y aprendiendo lo que hemos de aprender.
Es importante aprender que toda la energía que proviene del hecho de estar
vivos se origina en el universo de Neptuno, y que si nos aislamos de la energía
neptuniana con las murallas de Saturno, en última instancia nos estamos aislan
do de la vida. Urano abre la brecha en lo que nos acoraza contra lo que final
mente es real, mientras que Neptuno nos brinda un atisbo de lo que en sí mismo
es fundamentalmente real.
Plutón
En su condición del planeta más lejano de los que conocemos, Plutón simboli-,
za el final del proceso que comenzó Urano: el de desbaratar la estructura de rea
lidad de la conciencia normal. Si Urano quiebra la estructura normal de la reali
dad y Neptuno nos revela lo que en última instancia es real, Plutón simboliza la
transformación radical de la conciencia y el ser que ha de resultar de ello. Es el
arquetipo de la muerte y la resurrección: descompone los entes viejos y des
gastados en las partes que los componen y después vuelve a reunirlas en un ser
nuevo.
Y lo hace en todos los niveles de la vida. Como sucedía con Urano y Nep
tuno, Plutón puede ser experimentado por personas de cualquier nivel de con
ciencia, y también es difícil de manejar si uno está atado de pies y manos en el
universo de Saturno. Plutón opera con un poder extremo, y al ser una fuerza que
trasciende al yo, cuando se manifiesta generalmente hace que sintamos que he
mos perdido el control. Mientras que Urano interrumpe la realidad normal y
Neptuno desorienta nuestra realidad ordinaria exponiéndonos a otras realida
des, Plutón simboliza una crisis total de la realidad ordinaria, que nos obliga no
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solamente a enfrentarnos con una realidad alternativa, sino incluso a construir, a
partir de ella, una nueva realidad cotidiana.
Cuando se enfrenta con las crisis de Plutón, la gente suele recurrir a todas
sus reservas para mantener unido lo que se está desintegrando. Pero esto sólo
dificulta la crisis, e incluso la hace insoportable, y además frustra el nuevo na
cimiento. La enfermedad mental es un ejemplo de ello: se ha observado que en
la vida de muchas personas aparecen episodios psicóticos cuando el poder de
Plutón es fuerte. Llega un momento en que las viejas estructuras mentales ya no
funcionan y en que la única esperanza reside en destruirlas y construir otras
nuevas. Pero la gente que experimenta crisis psicóticas -y con más frecuencia
todavía las personas de su alrededor- tiende a dejarse abrumar por lo doloroso
de la situación. Se dejan ganar por el pánico y recurren a fármacos tranquili
zantes. De este modo se retrasa la crisis, y la confrontación que debía produ
cirse se vuelve imposible. El proceso de reconstrucción se demora o incluso
se frustra. Entonces el enfermo cae en un estado de evolución detenida, a me
dio camino entre la locura y el sano juicio, y nunca llega a la construcción
completa de una estructura que pueda funcionar. Esta es una de las formas tí
picas en que reacciona la gente ante las crisis plutonianas. Sin embargo, lo
mejor es dejar de aferrarse a lo que sea que debe desaparecer, y trabajar ace
lerando el nacimiento de lo nuevo. Como Urano y Neptuno, Plutón requiere
desapego.
A diferencia de los de Urano, sin embargo, los efectos de Plutón no suelen
ser súbitos, porque representa un poder evolutivo incorporado en la naturaleza
de las cosas. Los seres vivientes evolucionan: se desarrollan, mueren, se des
componen y se transforman en otras cosas. Por lo menos por ahora, no hay ma
nera de frustrar este ciclo de evolución. Las cosas no vivientes también evolu
cionan: las olas forman crestas, rompen y vuelven a formarse; las estrellas se
condensan, brillan, se expanden, explotan y mueren; las rocas se forman, se des
gastan y se incorporan a otras rocas. Las culturas se engrandecen, decaen y se
convierten en simientes de culturas nuevas. Sobre la Tierra, las grandes placas
continentales se desplazan y chocan, provocando terremotos y erupciones vol
cánicas, que son plutonianos en la medida en que cambian la faz de la Tierra (y
uranianos por su carácter súbito). En un universo en continua transformación,
nada puede permanecer mucho tiempo sin cambiar, y la mayor parte del cam
bio proviene de la naturaleza misma de lo que cambia. También es inherente al
proceso de crecimiento de la psique humana el hecho de que periódicamente
deba soportar crisis que implican colapsos y renacimientos.
Las personas que manifiestan intensamente las energías de Plutón suelen
actuar como agentes del poder plutoniano en el mundo. Encarnan las fuerzas de
la muerte y la resurrección inherentes a la sociedad. Los tipos uranianos pue
den hablar de la revolución y de la necesidad de cambio, pero son los tipos plu
tonianos los que con frecuencia los ponen en marcha, sacando partido de las
89
energías que se agitan en el seno de la cultura. Los plutonianos, a diferencia de
los uranianos, suelen trabajar silenciosamente, entre bastidores, manejando el
proceso.
Pero la mayoría no son revolucionarios políticos. En general son personas
tranquilas que, sin embargo, atraen o repelen a los demás de una manera extra
ña. De ellos emana una fascinación que muchas personas consideran caris
mática, mientras que otras la encuentran inquietante, repugnante o incluso es
pantosa.
Un aspecto de la muerte y la resurrección plutonianas es la sexualidad. El
objetivo de la reproducción sexual es el mantenimiento de la especie a pesar de
la muerte de sus miembros. Dos individuos producen, cada cual por separado,
células que contienen la estructura genética de cada uno de ellos. En la unión
sexual, estas células se fusionan y pierden sus respectivas identidades hasta na
cer, finalmente, como un ente nuevo. El período de gestación en el útero puede
ser equiparado con el período de descomposición del cuerpo en la tumba, con
la diferencia de que en el útero el cuerpo se forma, mientras que en la tumba se
desintegra. Pero lo importante es que se produce el cambio, lenta y sutilmente,
de un estado a otro, hasta que finalmente se hace visible. Muchos estudiosos del
simbolismo han señalado la conexión entre el orgasmo y la muerte. En el ni
vel fisiológico más simple, el orgasmo es el momento decisivo de un proceso
que transcurre entre la excitación y la relajación. En su forma más completa,
lleva consigo una aniquilación momentánea del yo, seguida por un sentimien
to de renovada vitalidad. Así pues, a los aspectos personales de la sexualidad
que se asocian con Marte y Venus, debemos añadir el aspecto trascendental de
Plutón.
Los plutonianos suelen ser personas dotadas de magnetismo sexual, aunque
no siempre de una manera convencional. Pueden responder o no al tipo de hom
bre o mujer que por lo común se considera físicamente atractivo; su magnetismo
se debe a que encarnan un aspecto de la fuerza contenida en la aparente oposi
ción vida-muerte. La sexualidad plutoniana puede seguir o no las orientaciones
sociales convencionales en lo que se refiere al sexo.
Cuando una persona manifiesta las energías plutonianas, el universo le está
confiando la realización de un propósito cósmico. Si intenta someter la energía
de Plutón a sus propios designios, se encontrará con que en cambio está con
cretando las intenciones originarias de esa energía, las que son inherentes a la
energía como tal, por oposición a las que la persona tiene en mente. Y no sólo
fracasará en el logro de sus objetivos individuales, sino que incluso podría au
todestruirse en el proceso.
Con frecuencia se encuentra gente plutoniana en la actividad política. La
fuerza de la historia necesita individuos que manifiesten el poder de Plutón. Y
los elegidos, los que sienten ese poder, generalmente intentan utilizarlo para
sus propios fines. Como resultado, a menudo alcanzan un gran poder político,
90
aunque retrospectivamente se pueda ver Juego que no lo controlaban. Un ejem
plo de ello es Hitler, con su capacidad para hipnotizar a las masas. Surgió, como
una manifestación de un proceso histórico, de las tensiones que se apoderaron
de Europa después de la primera guerra mundial. Pero creyó que era él, como
individuo, la fuente de ese poder, y lo mismo creyó su pueblo. El resultado fue
la destrucción.
Podemos estar tentados de creer que Hitler y el pueblo alemán quebranta
ron una ley moral y fueron castigados. Pero la energía de Plutón no tiene nada
que ver con la moral ni con la ética. Es una fuerza de la naturaleza que simple
mente es demasiado poderosa para dejarse contener por las limitadas capacida
des del ego. Cualquier intento de ponerla al servicio de los fines del ego da por
resultado una sobrecarga, como en un circuito que transporta más electricidad
de la que está preparado para soportar. Hitler podría haber sido un médium para
la transmisión de energías históricas, pero prefirió tratar de controlarlas. La
consecuencia fue la segunda guerra mundial.
También Richard Nixon intentó usar su gran poder plutoniano para sus pro
pios fines. Sin embargo, a diferencia de Hitler, casi desde el comienzo provocó
una oposición firme y persistente, que se empeñó tan incansablemente en soca
var su poder como él se había empeñado en construirlo. Esta es la respuesta
más común a quienes abusan del poder plutoniano. La oposición se consolida,
generalmente, con más rapidez de lo que sucedió con Hitler. La gente con un
Plutón fuerte debe tener cuidado con la forma en que manifiesta su energía, y
con la reacción de los demás ante su actitud. En el caso de Nixon, los efectos
tanto de su Plutón natal como del emplazamiento de este planeta en el cielo en
la época del Watergate fueron importantes en la determinación de su caída.
(Trato detalladamente este tema en mi libro Planets in Transit.)
Así como Plutón se relaciona con las crisis y la decadencia, también está
conectado con los elementos que las reflejan en la sociedad. Esta es la fuente
de la asociación plutoniana con los bajos fondos, el crimen organizado y la gen
te cuya inserción social es tan débil que representan una amenaza para la so
ciedad. El terrorismo es una manifestación de Plutón; se produce porque el
mundo se niega a afrontar ciertos problemas urgentes. En este momento de la
historia, el derecho de los judíos a tener un Estado propio choca con el dere
cho de los árabes palestinos a la tierra de la que fueron expulsados cuando se
creó el Estado hebreo. El resultado de la mala disposición del mundo a afron
tar este problema ha sido el terrorismo. Las personas socialmente descontentas
no son más que una manifestación del poder de Plutón. Aunque parezca que
son los criminales y los terroristas los que destruyen la sociedad, sólo son los
agentes por intermedio de los cuales se manifiesta el poder destructivo inhe
rente a la situación. No son ellos la fuente de la destrucción, e incluso si se
los eliminara, serían rápidamente substituidos en su condición de agentes de
ese poder.
91
En la vida individual, los períodos plutonianos son siempre épocas de muer
te, pero generalmente no de muerte física. Lo que suele morir es un aspecto de
la propia vida, que deja lugar a algo nuevo. O bien un individuo puede experi
mentar un aumento de poder que transforma por completo su vida. Como ya he
dicho, lo mejor que se puede hacer es someterse al cambio, e incluso colaborar
con él si es posible.
Muy a menudo, las personas con rasgos plutonianos asumen el papel posi
tivo de ayudar a otras que están pasando por transformaciones plutonianas. En
cierto nivel, por lo tanto, Plutón se asocia con los sanadores y los terapeutas,
tanto en el plano psicológico como en el físico, y con las personas que enseñan
técnicas de transformación personal. En otro nivel, los plutonianos pueden pre
sentarse como líderes religiosos que insisten en el renacimiento después de la
muerte, tanto la física como la psicológica. Los terapeutas, sanadores, guros, lí
deres religiosos, etcétera, son los plutonianos más positivos, porque son los que
están más en contacto con el tema central de Plutón: la muerte y el renacimien
to del alma.
Ayudar a los demás con sus transformaciones es una manera constructiva
de utilizar a Plutón, pero no deja de tener sus riesgos. Ayudar de este modo a la
gente implica obtener muchísimo poder, especialmente por el conocimiento
que se llega a tener de los puntos vulnerables de los clientes, y por el estado de
debilitamiento de las personas que pasan por una crisis. Cuando los plutonianos
explotan este poder para sus fines personales, es probable que sufran las conse
cuencias. En la medida en que ayudan a la gente a transformar su vida, los as
trólogos son plutonianos y también tienen esta responsabilidad.
Una disciplina que ejemplifica todos los peligros de Plutón es la magia (no
hay que confundirla con lo que hacen los magos del espectáculo). Incluso cuan
do no se la practica con otro fin que la iluminación, la magia otorga un poder
capaz de corromper. Por lo tanto, los que deseen estudiarla deben purificarse de
todas aquellas consideraciones que pudieran conducirlos a utilizar ese poder
para objetivos personales. Si se abusa de ellas, estas energías pueden destruir al
practicante. Para quienes no lo sepan, diré que la magia no es sobrenatural en el
sentido habitual de la palabra. Es un estudio de las energías psíquicas en su for
ma más elevada. El conocimiento que se obtiene de este estudio es peligroso en
la medida en que el mago no alcance un perfecto equilibrio psicológico. Y esto
sucede con las energías plutonianas en general. Ya sea que se manifiesten en
forma de magia o de alguna otra manera, son energías que no se pueden utilizar
con fines puramente personales.
La bibliografía astrológica tiende a destacar el peor lado de Plutón, su aso
ciación con el poder descontrolado, la decadencia, la corrupción y la muer
te. Sin embargo, este planeta representa algo mucho más elevado. Es el fuego
purificador que debe atravesar un ente para pasar de un nivel del ser a otro. En
última instancia, Plutón purifica y acerca más a la perfección, pero pata conse-
92
guirlo debe empezar por destruir completamente todo lo burdo o imperfecto que
mantiene inmovilizado a un ente en concreto. Al confrontar las energías pluto
nianas, con frecuencia vemos aspectos de nosotros mismos con los que no po
demos contactar porque los hemos enterrado en el proceso de crear nuestro sis
tema de realidad. Entonces, cuando llega una crisis en la que nada auténtico
puede quedar escondido, finalmente tenemos que enfrentarnos a nuestra basu
ra personal, hacer algo al respecto. Sólo entonces podemos seguir adelante. Lo
que se nos aparece como la energía negativa del símbolo de Plutón no es más que
un reflejo exacto de nuestra propia negatividad que nos devuelve fijamente la
mirada.
93
5
Otros puntos de la carta
He dicho ya que los planetas son el punto central de la carta. Portadores simbó
licos de diversas energías, se mueven a través del zodíaco, y además de rela
cionarse entre sí mediante los aspectos, están influidos y condicionados por los
signos y las casas que ocupan. Pero los planetas no son los únicos puntos del
horóscopo; hay otros que también pueden formar aspectos, y muchos de ellos
pueden ser modificados, de manera muy semejante a los planetas, por su posi
ción en los signos y en las casas.
La utilidad de estos otros puntos varía. Algunos tienen efectos obvios, y pro
porcionan información que de otro modo no se podría obtener de la carta; otros
tienen efectos difíciles de discernir y no hacen más que duplicar simbolismos
ya presentes. El Ascendente y el Medio Cielo son absolutamente indispensa
bles; los nodos lunares, el grado O de Aries y los diversos puntos medios aña
den mucho a la interpretación de una carta; ciertos asteroides, las estrellas fijas,
los planetas hipotéticos, el Vértice y el Punto Este prometen aportar elementos
valiosos, aunque yo no los he utilizado demasiado, y también hay otros puntos
que, a mi parecer, no hacen más que crear confusión.
Todos los puntos de la carta, incluso los planetas, pertenecen a una de tres
categorías. Hablaré primero de los puntos de tipo nodo, porque incluyen esos
importantísimos ángulos del horóscopo que son el Ascendente y el Medio
Cielo. Los puntos de tipo nodo se forman por la intersección de dos planos
significativos, e incluyen no sólo el Ascendente y el Medio Cielo, sino tam
bién las cúspides de las otras casas, otros ángulos propuestos recientemente
como el Vértice y el Punto Este, los nodos lunares y planetarios y el grado O
de Aries.
Los puntos de tipo cuerpo son cuerpos celestes, ya sean observados o hipo
téticos. Además de los planetas, incluyen los asteroides, los planetoides, como
el recientemente descubierto Quirón, las estrellas fijas y los planetas hipotéti
cos propuestos por diversos astrólogos.
95
Los puntos de tipo figura planetaria sur-gen de las disposiciones simétricas
de planetas o de otros puntos en torno de un eje único. Estas disposiciones dan
origen a puntos sensibles que adquieren importancia cuando están ocupados.
Las partes arábigas son el ejemplo más familiar para los astrólogos tradiciona
les, pero los puntos medios y los antiscios o puntos de solsticio se basan tam
bién en esta idea. Su nombre proviene de las figuras planetarias de la escuela
uraniana, que incluyen como casos especiales los demás tipos especificados en
esta categoría.
A todos estos puntos se los puede tratar en muchos sentidos como planetas,
aunque no todos son portadores de energías. Los puntos de tipo cuerpo sí lo
son, y los de tipo figura planetaria lo son en la medida en que simbolizan las
energías combinadas de los planetas; pero los puntos de tipo nodo representan
las áreas donde pueden manifestarse las energías planetarias. Así, un aspecto
que afecte, por ejemplo, a Venus y al Ascendente podría significar las energías
venusianas (calidez, armonía, etc.) expresadas en las relaciones del nativo con
los demás (indicadas por el Ascendente).
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Figura 4. Nodos.
Todos los puntos de tipo nodo que se usan comúnmente en astrología están for
mados por la intersección de la eclíptica con otro plano significativo. Para ver
qué nodos son, imaginemos que todo lo que hay en el cielo está proyectado en
96
el interior de una esfera, como si se tratara de la cúpula de un planetario, pero
teniendo en cuenta que nos rodea por todas partes y no solamente en lo alto. Es
la esfera celeste. El centro de esta esfera representa el centro de la Tierra, y to
dos los planos de los que iremos hablando pasarán por este centro. Los lími
tes de los planos estarán en la superficie de la esfera, y así habrá círculos ma
yores (por oposición a los círculos menores, que representan los límites de los
planos que no pasan por el centro de ninguna esfera).
En la figura 4, uno de los círculos mayores es la eclíptica, o el recorrido
anual aparente del Sol a través del cielo. Los puntos N y S son los nodos, don
de se produce la intersección del círculo de la eclíptica con el de otro plano. El
punto N es el nodo norte o ascendente, donde la trayectoria del cuerpo represen
tado por el otro círculo mayor está cruzando la eclíptica, orientada en la dirección
general del polo norte terrestre. El punto S es el nodo sur o descendente, donde
la trayectoria del cuerpo se dirige hacia el polo sur.
La línea de puntos que conecta los nodos N y S es el eje nodal. La intersec
ción de dos planos es siempre una línea recta, y este tipo de nodos están sepa
rados exactamente por 180 ° a lo largo de la eclíptica. De modo que a menos que
estemos hablando de planetas que se encuentran directamente en -o en conjun
ción con- uno de los nodos, cualquier relación angular con uno de los extremos
del eje nodal será igual a su relación con el otro extremo. Por esta razón, gene
ralmente sólo necesitamos considerar los aspectos y otras relaciones angulares
con uno de los integrantes del par, que por convención es, generalmente, el
nodo norte.
97
incluirá también al Descendente, y lo que digamos del Medio Cielo se referirá
también al lmum Coeli.
Cuando se usa el Ascendente y el Medio Cielo como puntos sensibles, han
de tomarse muy seriamente los aspectos que forman, independientemente de la
distancia a que se encuentre de la eclíptica el cuerpo con el que estén en aspec
to. Así, por ejemplo, si Plutón y el Ascendente tienen la misma longitud (o sea,
si están en conjunción) a lo largo de la eclíptica, a los símbolos de Plutón y del
Ascendente-Descendente se los considera vinculados, aunque el planeta no esté
ni siquiera cerca del horizonte (véase página 34). Lo mismo vale cuando Plutón
forma cualquier otra relación angular significativa a lo largo de la eclíptica con
el eje Ascendente-Descendente.
El Ascendente y el Medio Cielo son unos puntos especiales entre todos los
de Ja carta, por dos razones. Una es que, a diferencia de los demás, al derivarse
ambos del horizonte de un punto específico de la Tierra, dependen del lugar de
nacimiento. La otra razón es que son los puntos que con más rapidez se mueven
en el horóscopo. Mientras que los planetas necesitan de uno a varios centenares
de años para dar una vuelta al zodíaco, el Sol un año y la Luna un mes, el As
cendente y el Medio Cielo no necesitan más que un día. Cada uno se mueve a
lo largo de la eclíptica con una velocidad media de un grado por cada cuatro mi
nutos de tiempo. Como indican al minuto tanto el lugar como el momento del
nacimiento, el Ascendente y el Medio Cielo son los puntos que vinculan las
condiciones celestes con un determinado individuo sobre la Tierra.
Por viajar a la velocidad con que lo hacen, están en una relación constante
mente cambiante con todos los demás puntos del horóscopo, destacando en un
momento un grupo de planetas, y unos minutos después otro. Así, el horóscopo
de una persona nacida a las ocho puede ser muy diferente del de otra nacida el
mismo día a las ocho y media.
En los capítulos 12 y 15 describiré detalladamente la forma en que el As
cendente y el Medio Cielo derivan su significado de su posición en el ciclo
mundano. Aquí, sin embargo, basta con bosquejar su importancia valiéndonos
de unas pocas palabras clave.
Un concepto básico para el eje Ascendente-Descendente es «intercambio con
el entorno». Los planetas que se encuentran en una relación angular importan
te con este eje se manifiestan generalmente en las relaciones de la persona y en
su interacción c.on el mundo exterior. El eje formado por el Medio Cielo y el
Imum Coeli, por otra parte, significa cómo se siente uno interiormente (Imum
Coeli) y cómo se expresa exteriormente (Medio Cielo), o de dónde viene en la
vida y hacia adónde va. Aquí, la idea clave es «yo, mí, mío»: este eje tiene me
nos que ver con las relaciones y más con el sentimiento que uno tiene de sí mis
mo. Se encontrarán ejemplos de cómo funcionan el Ascendente y el Medio Cie
lo en combinación con las energías planetarias en los breves esbozos de los
puntos medios entre pares de puntos (capítulo 9).
98
Las cúspides de las casas intermedias Como dije en el capítulo 2, dado
que la posición de las cúspides de las casas que no corresponden a los ángulos
del horóscopo es motivo de continuo debate, no considero los aspectos forma
dos con las cúspides de las casas intermedias ni los uso en modo alguno como
puntos sensibles. Sólo unos pocos astrólogos, entre ellos algunos de la escuela
uraniana, o los que usan sin restricciones las partes arábigas, utilizan las cúspi
des de las casas intermedias como puntos sensibles de la carta.
El Vértice Hemos visto que los ejes del Ascendente y el Medio Cielo se
crean por la intersección del plano de la eclíptica con los planos del horizonte y
el meridiano. El horizonte divide la carta en arriba y abajo, y el meridiano la di
vide en este y oeste (o, si lo prefiere, en izquierda y derecha). Hay también un
plano que divide la esfera celeste en adelante y atrás. Forma un ángulo recto con
el meridiano, al este y al oeste directamente sobre nuestra cabeza y por debajo
de los pies, y se lo llama «la vertical principal».
Teóricamente, los puntos donde este círculo cruza la eclíptica también de
berían tener significado. Así lo postuló hace unas décadas L. Edward Johndro,
un astrólogo neoyorquino técnicamente muy hábil. Su trabajo le llevó a la con
clusión de que la intersección en el oeste es la más importante, y llamó a ese
punto «Vértice» (y «Antivértice» al punto opuesto en el este). Él y sus discípu
los, entre ellos Charles Jayne, han descubierto que el Vértice tiene que ver con
enfrentamientos fatídicos e importantes, ya sea con personas o con circunstan
cias. Yo mencioné el Vértice en mi libro Planets in Composite, y desde enton
ces he continuado investigándolo, pero todavía no tengo una idea clara de su
utilidad. Lo que de hecho se ha comprobado es que su actividad es mayor en si
tuaciones dramáticas o que no son características de la vida normal del nativo.
Esto parece concordar con las ideas de Johndro y Jayne, pero yo no lo encuentro
útil en la mayoría de los casos. Otros astrólogos han tenido experiencias dife
rentes, por lo que, obviamente, es necesario trabajar más en el tema.
99
Los nodos lunares Son aquellos grados del zodíaco donde el plano de la
órbita de la Luna cruza el plano de la eclíptica. Como ocurre con los ejes As
cendente-Descendente, Medio Cielo-Imum Coeli y Vértice-Antivértice, los no
dos son los dos extremos de un eje y están separados por 180º. El nodo norte
(llamado también Cabeza del Dragón o Caput Draconis) es el punto en el que la
Luna cruza la eclíptica cuando va hacia el norte, y el nodo sur (Cola del Dragón
o Cauda Draconis) el punto por donde la Luna cruza la eclíptica cuando va ha
cia el sur.
Los nodos lunares han sido obvios para los astrónomos desde el comienzo,
porque cuando el Sol está cerca de ellos en su órbita aparente alrededor de la
Tierra, la Luna nueva y la Luna llena tienden a formar eclipses. De ahí provie
nen las pintorescas expresiones de Cabeza del Dragón y Cola del Dragón: se
gún la mitología, los nodos están habitados por un dragón que se traga al Sol o
a la Luna cada vez que se le acercaba demasiado. Ahora sabemos, como sabían
también los antiguos astrónomos, que los nodos son lugares donde la Luna y la
Tierra se alinean con el Sol de tal manera que la Luna hace sombra sobre la Tie
rra (eclipse solar) o la Tierra hace sombra sobre la Luna (eclipse lunar). Los no
dos lunares se mueven hacia atrás por el zodíaco a una velocidad de poco más
de 3 minutos de arco por día, y completan una vuelta alrededor del zodíaco cada
18,6 años.
Los nodos lunares no son nuevos en astrología, pero parece que en Occi
dente su uso sólo se ha generalizado en la época moderna. En la India se los uti
liza desde hace mucho más tiempo. Lo que indican es motivo de controversia.
En la astrología hindú se cree que ambos son maléficos, pero en Occidente se
considera que el nodo norte es más fácil y el nodo sur más difícil. Hay quien
compara el nodo norte con Júpiter y el nodo sur con Saturno. Mi propio trabajo
apunta a que hay algo de verdad en esto. Pero sólo cuando hay algún cuerpo en
conjunción con uno de ellos se pueden establecer distinciones claras entre los
dos nodos. De otra manera, cualquier cuerpo que esté en aspecto con uno de
ellos tendrá el mismo aspecto también con el otro.
Algunos autores consideran que los nodos indican encamaciones pasadas.
Tal vez sea así, pero es algo difícil de probar. La astrología kárrnica es, con de
masiada frecuencia, el refugio de quienes no pueden soportar que se pongan a
prueba sus ideas en la práctica.
Un concepto ampliamente difundido y con el que coincido es que los nodos
representan conexiones con otras personas, es decir, que son un eje de la rela
ción. En este contexto, el nodo norte simboliza la unión y el nodo sur la sepa
ración. Como se trata de nodos lunares, es probable que tengan por lo menos
algo que ver con relaciones en las que intervienen los sentimientos. Y como
provienen de la intersección del plano orbital de la Luna y el plano de la órbita
aparente del Sol alrededor de la Tierra, es posible que posean algunas de las ca
racterísticas del punto medio Sol-Luna. He observado que cuando los nodos es-
100
tán destacados en la carta de una persoha, ésta tiende a ser expansiva y muy so
ciable. También he comprobado que cuando hay conexiones importantes entre
los factores principales de la carta de una persona y el nodo norte de la carta de
otra, la relación es más constructiva que si las conexiones se dan con el nodo sur.
No he podido validar otras ideas referentes al significado de los nodos. El hecho
de que los astrólogos estén en desacuerdo respecto a este tema sugiere que son
factores menos poderosos que otros sobre los que hay más unanimidad. Pero
por el momento no recomiendo que se haga caso omiso de los nodos.
Hasta no hace mucho, los astrólogos usaban siempre los nodos lunares pro
medio, que se mueven hacia atrás por el zodíaco a una velocidad uniforme. Pero,
en 1975, Digicomp Research Corporation publicó unas efemérides con el título
de True Lunar Nodes 1850-2000 [Los verdaderos nodos lunares 1850-2000],
basadas en el hecho de que, además de desplazarse gradualmente hacia atrás por
el zodíaco, el plano orbital de la Luna también oscila, de modo que las líneas de
intersección reales avanzan y retroceden. Por consiguiente, no hay coincidencia
en cuanto a la forma de localizar los nodos, porque la posición promedio difiere
de la posición por oscilación en hasta 1 º 45' en cualquier momento dado. Ame
rican Ephemeris da posiciones tanto de los nodos promedio como por oscilación,
que no son más «verdaderos» que los primeros, ya que son, a su manera, un con
cepto no menos abstracto que ellos. No se los debería usar mientras la investiga
ción no haya indicado cuál de los dos conjuntos de nodos es más válido, si es
que alguno lo es. En este tema, todavía no se ha dicho la última palabra, pero
por el momento yo me inclino más a usar los convencionales nodos promedio.
101
consulta astrológica por ordenador que calculan estas posiciones de acuerdo
con el método de Dobyns. Sin embargo, en su libro Astrology of the lnner Space
[Astrología del espacio interior], Carl Payne Tobey da argumentos convin
centes para usar las posiciones heliocéntricas de los nodos en una carta geo
céntrica.
Pero aunque decidamos qué posiciones nodales usar, sigue habiendo un pro
blema. De acuerdo con Dobyns, los nodos planetarios tienen un significado
simbólico similar al de los planetas con los que están relacionados. De hecho,
esto da para cada planeta tres longitudes en la carta: su longitud geocéntrica real
y las longitudes de los dos nodos, lo cual aumenta en gran medida la probabili
dad de resultados aleatorios. Para que los nodos resulten útiles, hemos ideado
criterios que distinguen claramente entre los nodos y sus respectivos planetas.
Insisto: no sugiero que no se haga caso de los nodos, sino que es mejor que,
para usarlos, los principiantes esperen a estar más duchos en la materia.
102
De los tres puntos nodales que afectan a las relaciones, el punto Aries re
presenta los contactos sociales más impersonales, pero también los más am
plios: nuestra relación con el vasto mundo que nos rodea. De ahí que se lo aso
cie con la fama y con una mayor importancia social. Si alguien se hace famoso
o ejerce un importante impacto en la sociedad, fuera del círculo de amigos y
compañeros, esto está indicado por los símbolos que se relacionan con el pun
to Aries.
No obstante, un gran número de aspectos y/o de figuras planetarias o de
combinaciones de puntos medios en los que intervenga el punto Aries no ase
guran la fama. El punto Aries y los puntos relacionados con él sólo nos informan
de las energías de que podemos disponer para impresionar, si es que alguna vez
decidimos intentarlo. Los emplazamientos relacionados con el Medio Cielo y
con la casa diez tienen muchas más probabilidades que un punto Aries activo
de indicar que alguien intentará llegar a ser famoso. La razón es que un Medio
Cielo activo alude a personas con un fuerte ideal respecto de la importancia que
deben alcanzar. En este aspecto, el Medio Cielo está muy vinculado al conjun
to de símbolos del padre, que incluye al Sol, Saturno, Capricornio, la casa diez
y, en alguna medida, a Júpiter. Tampoco se ha de verificar solamente el punto
Aries como tal, sino también los puntos medios que forma con los indicadores
más personales: el Medio Cielo, el Ascendente, el Sol y la Luna.
103
Plutón, que es pequeño (más o menos del tamaño de Mercurio) y además se en
cuentra a una enorme distancia de la Tierra. Todos los demás cuerpos del siste
ma solar que usan los astrólogos o bien son más grandes, o están mucho más
cerca, o ambas cosas. La cuestión con los asteroides es si podemos permitimos,
en términos prácticos, reducir el tamaño límite de los cuerpos que utilizamos en
la carta. Los asteroides son muy pequeños: todos los que conocemos, reunidos,
tendrían una masa menor que la de cualquier planeta conocido. Ni siquiera lle
garían a alcanzar la masa total de la Luna. Si hemos de tener en consideración
los asteroides, entonces lógicamente debemos hacer lo mismo con todos los cuer
pos que realizan un recorrido orbital, sean del tamaño que sean. ¿Puede imagi
narse al astrólogo del futuro diciéndole a un cliente: «Usted tiene los meteoros
de Perseo retrógrados en el Medio Cielo»?
Hay varias maneras de soslayar esta controversia. La primera y la más fácil
sería hacer caso omiso de los asteroides. Pero la experiencia de trabajo con Ce
res, Palas, Juno y Vesta sugiere ya que tienen características observables, que
no repiten el simbolismo de los planetas y que, por lo tanto, añaden información
a la carta. Por tal razón, ésta me parece la solución menos aceptable.
Una segunda vía sería idear alguna manera de tratar a los asteroides y a otros
cuerpos pequeños como un grupo o un conjunto de grupos. Los asteroides, por
lo menos los más pequeños, viajan en familias. Quizá se pudiera usar la resultan
te de los vectores de masa (la posición promedio, por decirlo así) para repre
sentar a un grupo de asteroides. Esto requeriría cambiar el procedimiento actual
de dar a los asteroides el mismo tipo de individualidad que a los planetas.
Una tercera alternativa es continuar simplemente dando a los asteroides el
tratamiento simbólico individual que se les da ya a los cuatro primeros. En la
práctica, lo que yo creo que va a suceder es que se asignará una serie de carac
terísticas individuales a los más grandes y no se tendrá en cuenta a los más pe
queños. Sospecho que habrá un límite de facto más allá del cual no seguiremos
utilizando cuerpos más pequeños.
Una manera de defender el uso de los primeros cuatro asteroides que se des
cubrieron (y no de los cuatro más grandes) es aducir que el efecto de los cuer
pos celestes se relaciona más bien con la conciencia que el ser humano tiene de
ellos que con sus propiedades físicas. Por ser los primeros en ser descubiertos,
es indudable que causaron más impresión que los miles que se habría de obser
var después.
He aquí una breve presentación de los cuatro asteroides comúnmente uti
lizados. Estas descripciones no tienen la pretensión de ser completas; se en
contrará un análisis mucho más profundo de ellos en autores como Eleanor
Bach, Zipporah Dobyns y Emma Bele Donath. Lo que sigue es una combina
ción de mis propios descubrimientos y los de otras personas. (La relación de
estos asteroides con los signos se estudiará al hablar de Virgo y Libra en el ca
pítulo 11.)
104
Ceres, como la Luna, está conectado con el símbolo de la Madre Tierra. Pero
parece relacionarse con la nutrición más bien en un nivel material y práctico
que en uno psicológico. Tiene que ver con el deber, la responsabilidad y las ar
tes domésticas. Yo lo asociaría también con la jardinería y la agricultura.
Palas, como Ceres, Juno y Vesta, es un símbolo femenino, pero muy inde
pendiente. Parece relacionado con la facultad crítica y con una especie de men
talidad aguda e incisiva que disfruta con un buen debate. Le gusta hacer distin
ciones. De las características de los cuatro asteroides, las de Palas son las más
difíciles de discernir, posiblemente porque su órbita es, por un amplio margen,
la que más se inclina sobre la eclíptica (34,8 º ).
Juno se relaciona con el matrimonio y la asociación entre los sexos. Consi
dero que, especialmente en las cartas de mujeres, indica a menudo una ambiva
lencia respecto de si asociarse con alguien o seguir siendo libre. En la carta de
un hombre, describe con frecuencia el tipo de pareja que elegirá.
La órbita de Vesta es la menos inclinada sobre la eclíptica de los cuatro as
teroides (sólo 7,13 ° ), y posiblemente por esta razón es el que muestra más clara
mente sus características. A Vesta se lo puede considerar el equivalente plane
tario de la casa seis, y representa el principio de la negación de la gratificación
a corto plazo en favor de objetivos de largo alcance. Su naturaleza es ascética,
capaz de hacer sacrificios en nombre del deber. Parece que tiende a dificultar
cualquier cosa que tenga que ver con la expresión sexual o con otras activida
des placenteras. Se relaciona a menudo con el celibato, y según algunos auto
res, también con los rituales y la tradición.
105
Por último, existe el mismo problema que con los asteroides, sólo que acen
tuado. Hay cinco o seis mil estrellas fijas visibles a simple vista, y millones más
que no se pueden ver sin telescopio. Si nos limitamos a las estrellas visibles,
¿qué hacemos con los planetas que no se distinguen a simple vista?
Sin embargo, muchos astrólogos coinciden en que algunas estrellas fijas,
principalmente las próximas a la eclíptica, tienen efectos observables, y toman
nota de ellos cada vez que estas estrellas se encuentran cerca de algún punto im
portante en la carta. Generalmente sólo se usan las conjunciones con estrellas
fijas, aunque a veces se tienen en cuenta también las oposiciones. Fixed Stars
and Constellations in Astrology [Estrellas fijas y constelaciones en astrología],
de Vivian Robson, es un buen resumen de lo que se sabe del tema, y también
pone en claro algunas de sus dificultades.
106
jara algo sin investigar, sin estudios ulteriores no recomendaría tampoco que se
pensara seriamente en basar nada sobre los planetas hipotéticos.
Todos los puntos que estudiamos a continuación se derivan de los diversos ti
pos de «figuras planetarias». Es decir que se basan todos en relaciones simétri
cas entre planetas o entre otros puntos de tal manera que hay una distancia igual
entre pares de puntos. A los puntos de tipo figura planetaria se los puede en
contrar ya sea por cálculo, usando las fórmulas que daré más abajo, o, sin recu
rrir al cálculo, utilizando las técnicas de la esfera y el cuadrante que figuran en
el capítulo 8.
107
plicados pueden dar resultados que difieren hasta en 30º de los obtenidos con el
método más familiar, y habrá una discrepancia aún mayor con latitudes terres
tres superiores. Que alguno de los métodos más complicados para calcular la
Parte de la Fortuna y otras partes arábigas sea o no más válido que el método
más sencillo es una cuestión que todavía hay que investigar, y hacerlo excede
el alcance y los propósitos de este libro.
Sea cual fuere el sistema de coordenadas que se utilice para calcular las par
tes arábigas, usarlas de manera extensiva puede crear una colección desconcer
tante, que llegue a varios puntos nuevos por grado. Se corre el peligro de in
ventar partes que demuestren cualquier cosa que uno desee.
Incluso si no se usa más que la Parte de la Fortuna, dudo de su significado,
por lo menos si se la calcula empleando longitudes celestes. Se dice que conce
de al individuo gracia, suerte o favor. Como yo soy bastante afortunado, y tengo
la Parte de la Fortuna en conjunción con Saturno en la casa doce (una combi
nación que normalmente no se consideraría afortunada), soy comprensiblemen
te escéptico.
º
16 ts
(46 ° )
1
1
4:, º �4So
º
1, .......,....._>s o
e 1 D
1 ---;º*
1 --
1 - (331 º O
-29 º +360 º )
108
donde la línea discontinua de en medio representa el eje común (16 º Tauro -
Escorpio) que comparten estos dos pares de puntos. La principal diferencia en
tre las figuras planetarias y las partes arábigas calculadas a lo largo de la eclíp
tica es que los uranianos han extendido sistemáticamente el principio para in
cluir todos los puntos de la carta (aunque generalmente no usan las cúspides de
las casas intermedias). Esto tiene la potencialidad de producir una colección
de puntos adicionales tan grande como el conjunto de las partes arábigas e in
cluso mayor. Pero la mayoría de los astrólogos uranianos se dan cuenta de este
peligro y están tratando de crear un sistema que permita disponer estos puntos
en una jerarquía, de modo que se puedan establecer distinciones claras respec
to de lo que tiene importancia y lo que no la tiene.
En comparación con las partes arábigas, las figuras planetarias uranianas
tienen significados que se deducen mucho más lógicamente de los símbolos im
plicados. Por ejemplo, a la misma combinación que da como resultado la Parte
de la Fortuna, Ascendente + Sol - Luna, los uranianos la interpretan como re
laciones íntimas con otros (Ascendente), el cuerpo o el bienestar físico (el Sol)
y las mujeres (la Luna). Todo junto, esto habla de relaciones de intimidad físi
ca con mujeres en la vida cotidiana.
Con diez planetas, el Ascendente, el Medio Cielo y el nodo norte, el núme
ro de posibles combinaciones de tres factores en una carta es inmenso. Tal
como yo trabajo, prefiero limitar el uso de tales combinaciones a los puntos me
dios, que son un caso especial de las figuras planetarias en el que se forma un
punto sensible al usar otros dos puntos en vez de tres. A mi modo de ver, los
puntos de la fórmula A + B - C = D (en la cual A, B y C son todos diferen
tes) son menos importantes que los puntos medios, y por lo tanto se puede pres
cindir sin peligro de ellos, por lo menos hasta que se creen y se estabilicen las
jerarquías de importancia a las que me he referido anteriormente.
Hay, sin embargo, otro tipo de figura planetaria que puede ser más impor
tante. En ella también intervienen tres factores, pero, como los puntos medios,
tiene sólo dos factores diferentes. Este tipo toma la forma C + C - A = B.
Usando Ccomo eje, miramos el punto del lado opuesto de C a partir de A, pero
separado por el mismo ángulo. Si A es C más el ángulo, entonces el punto sen
sible, B, es C menos el ángulo. (Véase la figura 6.) Yo no he investigado per
sonalmente este tipo de figuras planetarias, pero otros astrólogos las consideran
valiosas.
Los puntos medios Son como las figuras planetarias de tres factores que
acabamos de mencionar, pero esta vez el punto sensible está más bien en el me
dio que a un lado. Para los puntos medios, la fórmula sería A + B - C = C,
donde Ces el factor que hay en el medio. (Véase la figura 7.) Los cosmobiólo
gos lo expresarían como A/B = C.
109
16 º /S
(46 ° )
e
4S" //
'y
/
/
/
/
/
16 º 1:$
(46 º )
e
110
Si se usan trece factores, el número de puntos medios posibies es menor de
cien, y hay reglas para distinguir su importancia relativa (véase página 183)
de manera que a uno no lo sepulten las minucias. En mi opinión, los puntos me
dios añaden información a una carta, y yo normalmente los utilizo. Por ello tra
to con detalle en los capítulos 8 y 9 la base lógica de estos puntos, la forma en
que los uso y cómo definirlos.
Los puntos de solsticio o antiscios Usados por los árabes en la Edad Me
dia, los antiscios han sido modernamente resucitados por dos movimientos in
dependientes: los astrólogos uranianos, que los llaman antiscios, y los más tra
dicionales, que los llaman puntos de solsticio, lo cual es una buena manera de
describir lo que son.
Un antiscio es otro ejemplo del tipo de figura planetaria ya descrito en el
que dos factores crean un tercer punto sensible que no es un punto medio. Pero
aquí el primero de los dos factores es siempre o el grado O de Cáncer o el gra
do O de Capricornio, que son los solsticios de verano y de invierno respectiva
mente. Por lo tanto, todos los antiscios tienen la forma A + B - O º Cáncer = O º
(evidentemente, se puede sustituir 0 ° de Cáncer por O º de Capricornio). Di
cho de otra manera, O º de Cáncer-Capricornio es el punto medio entre cual
quier punto y su antiscio. (Véase figura 8.) Como los puntos medios, los antis
cios tienen la fórmula A + B - C = C, expresada como 270 + 270 - A = B,
O º yj
(270 º )
A es el antiscio de B B es el antiscio de A
Figura 8. Antiscios.
111
270 + 270 - B = A, o A + B - 270 = 270. Los antiscios que se acercan más
a O º de Cáncer tienen las fórmulas 90 + 90 - A = B, etcétera.
Para calcular un antiscio, se convierten primero todas las longitudes de la
fórmula a la notación de 360 º como se explica en la página 170. Así el grado O
de Cáncer se convertirá en 90 º , y el grado O de Capricornio se convertirá en
270° . Entonces, dado un planeta o un ángulo a y º (en notación de 360 º ), su an
tiscio estará a 90 º + 90 º - y º , o a 270 º + 270º - yº . Luego se convierte la no
tación de 360° a la notación por signos para incluir el antiscio en la carta.
De acuerdo con quienes utilizan estos puntos, el significado de un antiscio
es el mismo que el del propio planeta, pero esto no es del todo lógico. Tal como
dije antes, el punto medio entre cualquier punto y su antiscio es el grado O de
Cáncer-Capricornio, que naturalmente está en cuadratura con el grado O de Aries,
del que ya hemos hablado. Como se explicará en el capítulo 8, en astrología
uraniana y en cosmobiología, a los puntos que están en cuadratura o en oposi
ción entre sí se los trata virtualmente como si fueran el mismo punto. De ello se
deduce que, de hecho, los antiscios no son más que parte de ese conjunto de fi
guras planetarias que incluye el punto Aries. Así, los antiscios no sólo recogen
el simbolismo del planeta o del ángulo que está en juego, sino también el del
punto Aries, y se los ha de definir de acuerdo con ello.
Los planetas en tránsito pueden formar aspectos con el antiscio de cualquier
cuerpo. Esto puede sonar raro mientras uno no se da cuenta de que el factor en
tránsito por, o en aspecto con, el antiscio no hace más que formar un punto me
dio sobre el eje de Aries con el planeta cuyo antiscio está en juego. Aunque yo
no uso esos tránsitos, hay abundantes pruebas de que pueden ser importantes.
Sospecho, sin embargo, que lo son menos que los tránsitos directos por los fac
tores natales.
No he usado extensamente los antiscios excepto en la forma de puntos me
dios que pongan en juego al eje de Aries. No los utilizo porque creo que no es
deseable añadir más puntos a la carta a menos que proporcionen información de
otro modo inaccesible. Si se limitan a duplicarla, se debería prescindir de ellos.
112
LAS RELACIONES ANGULARES
6
Los aspectos:
introducción
115
dratura u octil (360 º/8 = 45 º) y la sesquicuadratura o trioctil (3 x 360 º/8 = 135 º ).
Las divisiones por nueve, diez y once se omitieron, pero se introdujo la división
por doce, porque este número es la base de los signos del zodíaco, y con ello se
obtuvieron el semisextil (360 °/12 = 30 °) y el quincuncio (5 x 360°/12 = 150 º).
Entre los astrólogos que contribuyeron a esta expansión de la teoría griega
de los aspectos estuvieron Johannes Kepler (1571-1630), conocido por sus con
tribuciones a la astronomía, y Morinus (1583-1656), el último de los grandes
astrólogos franceses del Renacimiento. Pero la división por siete nunca tuvo
demasiado éxito, y la división por cinco no corrió mejor suerte. Sólo en nues
tros tiempos los astrólogos están empezando a considerar seriamente estas di
visiones y algunas otras.
En nuestro propio siglo, John Addey y sus seguidores han sido los principa
les responsables de la reintroducción de la idea de los aspectos como armónicos
y del renovado interés en dividir el círculo por cinco, siete y otros números. Su
investigación apunta a un vínculo entre el simbolismo de los aspectos y el de
los números, basado en la idea de que el simbolismo de .los aspectos se origina
en el número por el cual se divide el círculo. El simbolismo de los números que
emplean es el de los antiguos pitagóricos y los cabalistas medievales, no el de
la numerología moderna. La tabla 1 .resume los significados de los números se
gún los escritos de Addey y mi propio trabajo:
Tabla 1
El simbolismo de los números
Multiplicar un número por dos, cuatro, etc., produce octavas de ese núme
ro, de la misma manera que en música las octavas se producen multiplicando
116
las frecuencias de los sonidos por dos, cuatro, etc. En términos generales, el nú
mero resultante tiene un simbolismo similar al del número que se duplicó o cua
druplicó, pero también adquiere el simbolismo del número dos o cuatro. Multi
plicar un número por tres, cinco, siete, etc., cambia más aún el simbolismo del
número original que la multiplicación por dos. Véase la página 169.
La interpretación de los aspectos como armónicos sugiere que los fenóme
nos astrológicos pueden estar vinculados con las ondas que estudian los físicos.
Los ciclos de los planetas son matemáticamente idénticos a las ondas de la luz,
el sonido, el océano o las de un péndulo, que difieren de los ciclos astrológicos
principalmente en cuanto son más rápidas. En la naturaleza, siempre que se pro
duce un efecto ondulatorio va acompañado por otras ondas de la mitad de su
longitud, de un tercio, un cuarto y así sucesivamente. Son los armónicos de la
onda principal originaria. Si consideramos los ciclos de los planetas, encontra
mos el de las posiciones que cada par de planetas ocupa de una a otra conjun
ción. Aproximadamente hacia la mitad del tiempo entre una conjunción y otra,
los dos planetas están en oposición; a un tercio del camino, están en trígono; a
un cuarto están en cuadratura, y así sucesivamente. Esto hace pensar que hay al
guna especie de relación entre las ondas y sus armónicos por una parte y los ci
clos planetarios y sus aspectos por otra. Los resultados de este estudio pueden
poner a la astrología directamente en la línea de los estudios de otros fenóme
nos naturales.
117
el simbolismo de todos los demás aspectos, lo cual se puede comprobar de la
siguiente manera: si la conjunción representa (1/1) x 360, también representa
(2/2) x 360, (3/3) x 360, (4/4) x 360 y así sucesivamente.
Los otros aspectos se us.aron raras veces hasta hace poco tiempo, al parecer
porque los astrólogos no sintonizaban con el simbolismo de otros números que
no fueran uno, dos, tres, cuatro, seis, ocho y doce. Clasificar todos los aspectos
como «buenos» o «malos» hace que sea difícil reconocer un símbolo que no es
ni una cosa ni la otra. Además, la práctica habitual de escribir las posiciones
planetarias en función de su posición por signo (por ejemplo, 23º 45' de Gémi
nis) facilita el reconocimiento de aspectos que son divisibles por 30 º y dificul
ta el de todos los demás. La mayor parte del análisis astrológico se sigue reali
zando solamente con la conjunción y las series del dos y el tres, y pasará algún
tiempo antes de que los astrólogos estén tan versados en las otras familias de as
pectos como lo están en éstas. Por lo tanto, en el capítulo siguiente estudiare
mos detalladamente la conjunción, la serie del dos y la serie del tres antes de pa
sar a las series del cinco, el siete y el nueve.
Los planetas que forman un aspecto exacto, del tipo que fuere, están vinculados
con mucha fuerza y se puede contar con que actúen juntos cuando uno de ellos
se ve movilizado por un tránsito o una progresión. Pero tampoco es que pierdan
súbitamente su vinculación en el momento en que se salen un poco de la exac
titud. La medida en que un aspecto puede salirse de la exactitud y seguir tenien
do efecto se llama «orbe». Un orbe se define como el número de grados que el
astrólogo está dispuesto a conceder tanto antes como después del aspecto exac
to en el zodíaco. Así, si se usa un orbe de 5 ° , se está considerando que un pla
neta está en aspecto si se encuentra dentro de los diez grados que tienen como
centro el punto donde dicho aspecto sería exacto.
Como muchas otras cosas en astrología, los orbes han sido objeto de gran
des controversias, porque hasta hace poco tiempo no se disponía de medios para
ponerlos rigurosamente a prueba. Ahora, sin embargo, gracias a los ordenado
res, que son capaces de manejar las enormes cantidades de cartas que es nece
sario someter a un análisis estadístico, podemos empezar a hacer tales pruebas.
Todavía estamos en una situación bastante primitiva en relación con este pro
blema, porque a la mayoría de los astrólogos les falta la formación necesaria
para concebir correctamente este tipo de pruebas estadísticas, pero hay algunos
resultados preliminares que ya es posible enumerar.
En primer lugar, es evidente que algunas ideas antiguas están equivocadas.
Una de ellas es la tendencia de algunos astrólogos a tratar los orbes como si fue
ran interruptores que están o conectados o desconectados, de tal modo que tan
118
pronto como un planeta entra dentro del orbe de otro, el aspecto «se enciende»
súbitamente con toda intensidad, y de manera igualmente brusca «se apaga»
cuando el planeta más rápido sale del orbe por el otro lado. Expresada de forma
tan primaria, dudo de que los astrólogos se tomaran en serio tal idea, pero en la
práctica esta es la manera que muchos de ellos tienen de usar los orbes en su tra
bajo. Es lo que hacen cada vez que emplean un aspecto que está fuera de orbe
para explicar un efecto fuerte observado en la carta y que de otra manera no pue
den justificar. En casos como éste, los astrólogos se limitan a ampliar el orbe
hasta que alcance ese punto y después tratan el aspecto como si su fuerza fuera
plena. Pero generalmente se pueden aducir otros factores para explicar estos fe
nómenos cuando se próducen, como demostraré más adelante.
Tanto la investigación como la experiencia práctica demuestran claramente
que los orbes no funcionan así. A medida que un planeta se aproxima al punto
donde formará un aspecto con otro, la vinculación se va «encendiendo» gra
dualmente, y llega al máximo cuando el aspecto es exacto o casi. Ciertas inves
tigaciones indican que el efecto vinculante culmina un poco antes del punto de
exactitud, mientras que en el trabajo presentado por Gary Duncan, de Califor
nia, en la convención AFA de 1976 se indica que en el caso de las cuadraturas,
por lo menos, la vinculación máxima se da a veces después del punto de exac
titud. Y el trabajo con los armónicos sugiere que es probable que la intensidad
no decline de forma lineal, sino que el efecto vinculante se eleve y descienda en
diversos puntos a medida que el aspecto se va moviendo hasta salir del orbe.
Sospecho que la respuesta precisa depende de la forma en que se plantea la pre
gunta. Afortunadamente, en la práctica astrológica todo esto parece que son su
tilezas de las que se puede prescindir. Sin embargo, deberíamos seguir abiertos
a la posibilidad de que cualquier cosa que se diga aquí -o en otros sitios - pue
da quedar invalidada por una investigación astrológica seria.
La cuestión no es a qué distancia fuera de orbe puede estar un aspecto sin
dejar de ser efectivo, sino más bien qué grado de sutileza en el vínculo está uno
dispuesto a aceptar como importante. La respuesta depende de las técnicas que
cada cual use. Si se reúnen muchos factores pequeños (que es el enfoque adop
tado en este libro), los orbes deben ser pequeños, porque cualquier débil efecto
que tengan los aspectos de orbes amplios quedará sepultado por otro tipo de in
dicaciones, como las derivadas de los puntos medios. Si se utilizan menos ele
mentos simbólicos, entonces a cada indicación tiene que corresponderle más peso
en la evaluación global, y los efectos sutiles de los aspectos de orbes amplios
serán más importantes. La astrología es un lenguaje de la naturaleza que dife
rentes personas pueden leer de distintas maneras. Este tipo de variabilidad de
acuerdo con las inclinaciones del astrólogo es uno de los elementos de la astro
logía que a los científicos les parecen objetables, aunque la mayoría de los psi
cólogos lo entenderían.
El hecho de que se usen pocos o muchos elementos simbólicos determina el
119
tamaño general de los orbes que se emplean, pero el orbe de cualquier aspecto
en particular depende de otras varias consideraciones. Básicamente, hay dos es
cuelas de pensamiento en lo tocante a qué es lo que determina el tamaño de un
orbe: una subraya la magnitud del aspecto, y la otra qué factores lo forman. La
mayoría de los astrólogos tienen en cuenta ambas cosas, pero en proporciones
variables. Algunos también tienen en cuenta si el aspecto es aplicativo (si se
acerca al punto en que será exacto) o separativo (si se aleja de este punto). Lue
go enunciaré las reglas para los orbes que mejor funcionan con mis técnicas, y
cerraré esta sección refiriéndome a algunas excepciones a las reglas generales.
La determinación del orbe por la magnitud del aspecto Hay dos mane
ras de abordar la magnitud del aspecto: clasificar los aspectos en grupos o con
siderar cada uno por separado.
La mayoría de los astrólogos tradicionales los dividen simplemente en as
pectos mayores y menores. A los mayores -oposición, trígono, cuadratura y
sextil- se les otorga un orbe amplio, comúnmente alrededor de 10 ° . A los me
nores, si se los usa, se les da un orbe variable que suele ser de 2 º . El orbe de 10º
es principalmente una supervivencia de la astrología renacentista. Los astrólo
gos modernos tienden a reducir los orbes a 7 u 8 grados, y un número creciente
de ellos los utilizan todavía más pequeños, de 5 ° o menos en los aspectos ma
yores, y de 1° o menos en los menores. Por razones que explicaré en su mo
mento, yo pertenezco básicamente a esta última escuela.
Independientemente del tamaño máximo del orbe que se emplee, hay un
problema con este enfoque. ¿Por qué se forma un único grupo con todos los as
pectos mayores y se les_otorga el mismo orbe? Un sextil es una sexta parte del
círculo. ¿No debería tener una sexta parte del orbe de una conjunción? (Para de
batir esto se ha de considerar que la conjunción es un aspecto de 360°, no de Oº.)
Este es el problema que se aborda en la teoría de Addey de los aspectos como
armónicos, teoría de la que ya he hablado. De acuerdo con las ideas de este as
trólogo, el tamaño de un orbe debe ser directamente proporcional al armónico
en el que se basa el aspecto. Así, si a la conjunción se le otorga un orbe de 10 ° ,
la oposición (el segundo armónico) debe recibir un orbe de 5 ° , la cuadratura
(cuarto armónico) un orbe de 2,5 °, el trígono (tercer armónico) un orbe de 3,33°
y así sucesivamente. Tanto el semisextil como el quincuncio, al estar basados
en un doceavo del círculo, reciben un orbe de 0,83 ° , y la semicuadratura y la
sesquicuadratura, basadas en un octavo del círculo, un orbe de 1,25 º .
Se trata de una idea lógica, pero que no parece concordar con las experien
cias de los astrólogos. No digo que sea incorrecta, sino que habría que de
mostrarla con algún tipo de investigación convincente para que yo estuviera
dispuesto a aceptarla. A mi juicio, agranda demasiado el orbe de la conjunción
y empequeñece demasiado los de la cuadratura, el trígono, el semisextil y el
quincuncio.
120
La determinación del orbe por los factores implicados Sobre este tema
hay dos variaciones básicas. Muchos astrólogos siguen el método de aplicar el
orbe de acuerdo con la magnitud del aspecto, pero aumentan el orbe en los as
pectos en que intervienen el Sol y la Luna. La dificultad está en que la mayoría
de quienes defienden este enfoque dan al Sol y a la Luna orbes de hasta 15 ° ha
cia cada lado, es decir, ¡un signo completo! Mientras el orbe máximo no sea
demasiado grande, la idea me parece defendible, aunque personalmente no la
acepto.
Reinhold Ebertin ha sugerido un enfoque más radical. En su libro Applied
Cosmobiology [Cosmobiología aplicada], divide todos los puntos de la carta que
pueden formar aspectos en tres categorías. Los puntos personales (Sol, Luna,
Medio Cielo y Ascendente) reciben un orbe de 5 ° , los factores de movimiento
rápido (Mercurio, Venus y Marte) de 4 ° , y los factores de movimiento lento (Jú
piter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón y los nodos lunares) de 3 º .
A los puntos personales se les da un orbe mayor debido a su importancia en
la carta, y además porque, a excepción del Sol, son los factores de movimiento
más rápido. Al Sol se lo incluye en esta categoría sólo debido a su importancia
(de hecho, Mercurio y Venus, de la segunda categoría, pueden ir más rápido
que el Sol). El segundo grupo lo integran factores menos poderosos, pero que,
al ser de movimiento bastante rápido, forman aspectos y los deshacen con rapi
dez. Los factores del tercer grupo se mueven con lentitud y permanecen largo
tiempo dentro del orbe de un aspecto. Mucha gente de la misma generación tie
ne en su carta aspectos iguales en los que intervienen dos o más de estos facto
res. Por ello su influencia no es tan directamente personal.
Esta manera de clasificar los aspectos se basa en el factor de movimiento
más rápido de los dos que intervienen. Si uno de los dos puntos está en el gru
po uno, se usa el orbe de 5 ° . Si ninguno está en el grupo uno, pero uno de ellos
está en el dos, se usa el orbe de 4 °. De otra manera, se usa el orbe de 3 ° .
Estos orbes sólo se refieren a los aspectos «duros» o fuertes, los de la serie
del dos. A todos los aspectos de esta serie, incluyendo la semicuadratura y la
sesquicuadratura, se les da el mismo orbe, según cuáles sean los factores en jue
go. En otros trabajos, e independientemente de cuáles sean los puntos afe�ta
dos, Ebertin da orbes de 5 º a todos los aspectos de la serie del dos y orbes me
nores a los aspectos «blandos» o suaves, los de la serie del tres. Evidentemente,
su pensamiento ha ido evolucionando.
121
Es posible que haya una diferencia cualitativa entre los dos. Por progresión,
el aspecto aplicativo aumentará de intensidad en los años después del naci
miento, a medida que el planeta de movimiento más rápido avance hacia el aspec
to exacto. Por tránsito, estos aspectos generalmente llegan a ser exactos en los
días después del nacimiento, representando un momento crítico en la evolución
de una persona.* En especial si son aspectos «duros» o fuertes, es decir, de la se
rie del dos, los aspectos aplicativos significarán energías que se intensifican y
avanzan hacia una crisis. Cuando los aspectos son separativos, la crisis ha ter
minado. Sospecho, aunque no puedo decir que lo haya observado con claridad,
que los aspectos aplicativos de la serie del dos son más turbulentos que los se
parativos. Quizá porque uso orbes pequeños, sin embargo, yo no creo que el
grado de interacción de los dos puntos sea menor cuando el aspecto es separa
tivo, y por esta razón no doy un orbe más pequeño a esta clase de (lspectos.
Tabla 2
Orbes propuestos
Las reglas usadas en este libro para los orbes En general, me adhiero a
la escuela que disminuye el orbe de acuerdo con la magnitud del armónico so
bre el que se basa el aspecto. Asigno el mismo orbe a la conjunción, la oposi
ción, el trígono y la cuadratura porque no puedo aceptar la idea de que la con
junción deba tener cuatro veces el orbe de una cuadratura, pero doy un orbe más
pequeño tanto al sextil como a los aspectos evidentemente menores. Creo que
los orbes que aparecen en la tabla 2 funcionan bien con las técnicas que pre
sento en este libro. Por otro lado, usando los puntos medios y algunos de los as-
122
pectos menores como yo lo hago, orbes mucho mayores que los que propongo
desvirtúan la claridad de la imagen astrológica que emerge de la carta.
Llegué al orbe de 5 ° para los aspectos mayores más o menos por intuición,
posiblemente porque siempre he usado esferas y cuadrantes para medir los as
pectos (véase el capítulo 8) y los orbes mayores de 5 º dan a los aspectos una
apariencia bastante extraña. Pero, más recientemente, el trabajo del australiano
Geoffrey Dean ha confirmado el orbe de 5 ° . Dean usó un cuestionario en el que
se preguntaba a personas que compartían algún aspecto pero con diversos orbes
si podían identificar en sí mismas los rasgos correspondientes a ese aspecto, y
comprobó que la mayor parte de los efectos asociados con un determinado as
pecto importante desaparecían cuando el orbe superaba los 5 º .* Otros autores
consignan hallazgos similares. Cualquiera que sea el orbe que se acuerde, creo
que se puede decir con seguridad que un aspecto muy cercano a la exactitud mos
trará un efecto más fuerte que uno próximo al límite del orbe.
Los orbes propuestos en la tabla 2 no tienen más intención que la orientati
va. Hay varios casos en los que se los puede ampliar sin riesgo.
Excepción 1: Cuando en la carta hay pocos aspectos con orbes pequeños.
Geoffrey Dean observa también (y con ello coincide mi amiga y colega Nancy
MacPhee) que en la consideración del orbe de cualquier aspecto son importan
t�s los otros aspectos de la carta y sus orbes. Si hay varios aspectos con un orbe
i,:educido y otros con uno amplio, los primeros borrarán los efectos de los se
gundos. Es como si cada aspecto hiciera un ruido que contribuyese al sonido
_global de la carta. Cuando los ruidos fuertes sofocan los tonos tranquilos, a es-
tps últimos se los puede pasar por alto. Pero si la carta no tiene muchos ruidos
fu�rtes, los tonos tranquilos serán más importantes. Así, cuando en la carta hay
pocos aspectos de orbe reducido, recomiendo que se vaya más allá del límite
de 5 ° para los aspectos mayores.
Con respecto a esto, se ha de tener cuidado de no pasar por alto los aspectos
menores que no lo son tanto, como la semicuadratura, la sesquicuadratura, el
semi sextil y el quincuncio. Si el orbe de uno de ellos es de menos de 1 °, tendrá,
por un margen considerable, mayor peso que una cuadratura con un orbe de 6 º .
Sospecho también que esto es válido para el quintil y el biquintil, pero no estoy
lo bastante seguro del simbolismo de estos aspectos como para afirmarlo sin lu
gar a dudas. Aparte del quintil y el biquintil, entonces, estos aspectos no son
realmente menores en modo alguno, sino que simplemente necesitan orbes más
pequeños.
Excepción 2: Cuando el aspecto interviene en una configuración. En el caso
de un gran trígono, una gran cuadratura o cruz cósmica, una cuadratura en T u
otra configuración en la que varios aspectos están vinculados por la misma fa-
123
milia de armónicos, también puede uno permitirse un orbe mayor. Lamentable
mente, no hay reglas infalibles que establezcan cuánto mayor, pero casi todos
los astrólogos estamos de acuerdo en esto. Por ejemplo, si generalmente a una
cuadratura se le concede un orbe de 5 ° , entonces a una gran cuadratura, en la que
hay cuatro planetas separados cada uno por unos 90 º en el zodíaco, se le puede
conceder un orbe mayor.
Esto es particularmente válido si el promedio de todos los orbes en la con
figuración se aproxima a 0 ° . Para encontrar el promedio de los orbes, se suma
el número de grados y minutos que separan a cada aspecto de la exactitud, asig
nando valores positivos a los aspectos separativos y valores negativos a los apli
cativos. Al dividir el total por el número de aspectos implicados se obtiene el
promedio de los orbes.
Ya dije que los aspectos que están fuera de orbe no pierden todo su efecto,
sino que éste se va volviendo cada vez más sutil hasta el punto de que no vale
la pena considerarlos. Pero en el caso de configuraciones que vinculan varios
planetas mediante el mismo armónico, el efecto de todos los aspectos es acu
mulativo, y los efectos sutiles de los aspectos de orbe amplio resultan reforza
dos hasta el punto de que vuelven a adquirir importancia. La razón de ello se
pone de manifiesto en la teoría de los armónicos: si los aspectos representan
ondas, entonces varias ondas cuya cima se encuentra en el mismo punto se re
fuerzan unas a otras.
Excepción 3: Cuando un aspecto forma parte de una configuración de puntos
medios. Cuando dos planetas están en aspecto y otro planeta biseca exactamen
te (con un margen no mayor de un grado) el arco que hay entre ellos, el víncu
lo entre ese par de planetas se intensifica. Si están en un ángulo al que ordina
riamente se consideraría fuera del orbe de un aspecto, el efecto de otro planeta
en su punto medio puede hacer que el aspecto tenga la fuerza suficiente para ha
cerse notar. Un planeta que no se encuentre en el punto medio pero forme un as
pecto fuerte con él también puede causar este efecto. Analizo detalladamente
los puntos medios en el capítulo 8.
124
Los aspectos paralelo y contraparalelo
Eclíptica
1 O º'T'
Máx;,,,•decr
norte deJ IIJac;ón
-- So¡
Norte
Sur
125
¿Por qué hay que usar las declinaciones? Bien se podría preguntar, si a
uno le interesan los ángulos verticales igual que los horizontales, por qué no
medirlos en latitud celeste -la dimensión vertical que forma ángulo recto con
la eclíptica- en vez de medirlos en declinación, que forma ángulo recto con el
ecuador. ¿Por qué medir horizontalmente con referencia a un plano, y vertical
mente con referencia a otro? La respuesta es que los aspectos paralelo y con
traparalelo se relacionan, de hecho, con los signos del zodíaco, pero no de una
manera que sea inmediatamente obvia.
Estamos acostumbrados a pensar en los signos como simples divisiones de
longitud a lo largo de la eclíptica, pero realmente su base está en la declinación.
Los signos comienzan en el grado O de Aries, que, como usted recordará de los
capítulos 2 y 5, es uno de los dos puntos donde el plano de la eclíptica cruza el
del ecuador. Esto significa que el Sol tiene O º de declinación cuando está en
el grado O de Aries. Es el equinoccio vernal, cuando el Sol pasa el mismo tiem
po encima que debajo del horizonte, o -dicho de otra manera- cuando el día y
la noche tienen igual duración. El otro punto en el que el Sol tiene 0 ° de decli
nación es el grado O de Libra, el equinoccio de otoño, o segundo punto del viaje
anual del Sol donde la eclíptica cruza el ecuador y el día es igual a la noche.
Pero mientras que en Aries la declinación del Sol aumenta y los días se alargan,
en Libra la declinación disminuye y los días se acortan.
El Sol alcanza sus declinaciones extremas a 0 ° de Cáncer y 0 ° de Capricor
nio. En el grado O de Cáncer está a 23 ° 26' al norte del ecuador, lo que significa
que en el hemisferio norte el Sol pasa su máximo tiempo por encima del hori
zonte y el día alcanza su máxima longitud. En el grado O de Capricornio, el Sol
se encuentra a 23 ° 26' al sur del ecuador, lo que da por resultado el día más cor
to del año para el hemisferio norte. Véase la figura 9.
A los doce signos se los puede ver como subdivisiones de los ángulos entre
estos puntos intermedios y extremos de la declinación. Mientras que ninguno
de los planos orbitales de los demás planetas cruza el ecuador exactamente a Oº de
Aries, todos lo cruzan lo bastante cerca como para dar a los signos del zodíaco
una relación aproximada con las declinaciones de estos cuerpos. Así, si dos
cuerpos están en el mismo signo del zodíaco, tendrán también aproximada
mente la misma declinación y estarán más o menos en paralelo. El «día» o tiem
po que los dos cuerpos pasan encima del horizonte, tendrá más o menos la mis
ma duración, y si dos cuerpos están en signos opuestos, tendrán declinaciones
opuestas y estarán más o menos en contraparalelo. El día del uno será aproxi
madamente de la misma duración que la noche del otro. Dicho de otro modo, la
proporción día-noche de los dos cuerpos será inversa. Todo esto nos permite
ver que en realidad hay una relación entre paralelos y conjunciones por un lado,
y entre contraparalelos y oposiciones por el otro.
126
Declinación cero
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Contraparalelo 11
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11 Contraparalelo ,1
O"�
Declinación cero
127
do O de Libra. Por eso la escuela de Hamburgo considera que los antiscios no
son sólo puntos equidistantes a cada lado de los solsticios, sino también puntos
equidistantes a cada lado de los equinoccios. Un nuevo vistazo a la figura 10
contribuirá a aclararlo.
Los antiscios se encuentran, pues, claramente relacionados con los aspectos
paralelo y contraparalelo, pero la correspondencia sólo es exacta cuando los
dos cuerpos están en el plano de la eclíptica. Por cierto que este no es en gene
ral el caso. La mayor parte de las veces, uno de los cuerpos o ambos (a menos
que se trate del Sol) no estarán exactamente sobre la eclíptica, es decir que ten
drán una latitud celeste diferente de O º . Cuando dos cuerpos tienen latitudes
diferentes de 0 ° , y están en los lados opuestos de los solsticios o de los equi
noccios, no tendrán necesariamente su punto medio en el grado O exacto de
Cáncer, Capricornio, Aries o Libra. Por esta razón, no podemos suponer que los
cuerpos situados cada uno en el antiscio del otro estarán siempre (ni siquiera en
general) exactamente en paralelo o en contraparalelo.
Con esto no quiero decir que los antiscios y los contrantiscios, constituidos
por planetas que forman puntos medios con los solsticios y los equinoccios res
pectivamente y que, como se indica en los capítulos 5 y 9, parecen importantes
puntos sensibles, no tengan valor alguno.
128
Sin embargo, al examinar la figura 11 se descubrirá que cuando la longitud
cambia cerca de los solsticios, la declinación cambia lentamente, mientras que
cerca de los equinoccios, la declinación cambia rápidamente. Esto significa
que es más probable que un cuerpo tenga una declinación alta que una próxima
a O º . Si se usa el mismo orbe en todos los casos, los cuerpos situados cerca de
los solsticios tendrán una probabilidad muchJ mayor de estar en paralelo o en
contraparalelo que los situados cerca de los •�quinoccios.
Debido a ello, una autoridad en este tema, Charles Jayne, recomienda cam
biar el orbe de un aspecto paralelo o contraparalelo de acuerdo con su longitud.
Yo me inclino a coincidir con él, por lo menos en principio. He aquí su método
para determinar qué orbe dar a un aspecto paralelo o contraparalelo:
1. Decidir qué orbe utilizaría para una conjunción o una oposición zodiacal.
2.Tomar la declinación del primer cuerpo que se desee comprobar y, usan
do cualquier año de unas efemérides que den tanto la declinación del Sol como
su longitud, encontrar qué longitud tendría el Sol en esa declinación.
3. Hacer lo mismo para el otro cuerpo.
4. Si los dos cuerpos tienen la misma longitud equivalente dentro del orbe
establecido (o longitudes equivalentes opuestas en el caso de un contraparale
lo), entonces se tiene un paralelo (o contraparalelo) dentro de orbe.
Recuerde que para cualquier declinación dada el Sol tendrá dos longitudes,
una a cada lado del eje solsticial. Para esta prueba, emplee las dos longitudes
equivalentes que están del mismo lado del solsticio. Para los contraparalelos,
verifique las dos longitudes equivalentes de la declinación de cada cuerpo para
ver si alguno de los miembros de cada par está en oposición con alguno de los
otros.
Admito que este procedimiento lleva tiempo. Si usa la tabla 3 (p.131) en vez
de unas efemérides se ahorrará mucho trabajo de girar páginas.He aquí algunos
ejemplos de cómo se usa la tabla.
Ejemplo 1. El cuerpo A tiene una declinación de +22 º 00' y el cuerpo B
una declinación de +22 º 42'. El orbe que usamos para las conjunciones es
de 5 ° .¿Están estos cuerpos en paralelo?
En la tabla localizamos la primera declinación, +22 º 00', en la columna de
la izquierda. Como es una declinación norte, buscamos su longitud equivalente
en una de las columnas que hay debajo del encabezamiento «Declinaciones
norte (+)».Después buscamos en la columna de la izquierda la segunda decli
nación, +22 º 42', y hallamos su longitud equivalente en la columna donde en
contramos la primera. No importa cuál de las dos columnas que hay debajo del
encabezamiento «Declinaciones norte» usemos, siempre que en ambos casos
utilicemos la misma.Esto se debe a que todas las longitudes de una columna es
tán del mismo lado del solsticio.
Para una declinación de +22 º 00', encontramos una longitud equivalente
de l O º 23' de Géminis, y para una declinación de +22º 42', encontramos una
129
longitud equivalente de 16 º 01' de Géminis. Si se concede un orbe de 5 º para
una conjunción, estos dos cuerpos no están en paralelo porque sus longitudes
equivalentes se encuentran a más de 5 º de distancia.
Ejemplo 2. El cuerpo A tiene una declinación de +10 ° 00' y el cuerpo B
una declinación de +11° 00'. La longitud equivalente de +10 º 00' es 25 ° 53'
de Aries, mientras que la de +11 º 00' es 28 º 40' de Aries. Las longitudes equi
valentes están dentro del orbe de 5 ° , y por consiguiente estos dos cuerpos están
en paralelo de acuerdo con casi cualquier criterio.
En el ejemplo 1 las declinaciones sólo diferían 42' y sin embargo las longi
tudes equivalentes estaban a una distancia de 5 ° 38', mientras que en el ejem
plo 2 las declinaciones estaban separadas por un grado pero las longitudes equi
valentes sólo estaban a una distancia de 2 º 47'. Esto ejemplifica cómo la
declinación cambia más rápidamente a medida que la longitud se aproxima a
los equinoccios.
Ejemplo 3. El cuerpo A tiene una declinación de +23° 12' y el cuerpo B
una declinación de - 22 º 48'. Dado un orbe de 5 ° para una oposición, ¿están en
contraparalelo estos dos cuerpos?
En las columnas que hay bajo el encabezamiento «Declinaciones norte» bus
camos las longitudes equivalentes de +23º 12' y obtenemos 22º 08' de Géminis
y 7º 52' de Cáncer. Seguidamente, en las columnas que hay bajo el encabeza
miento «Declinaciones sur» buscamos las longitudes equivalentes de - 22 º 48'
y obtenemos 17º 01' de Sagitario y 12 ° 59' de Capricornio. Como estos pares
de longitudes equivalentes están a un poco más de 5 ° de la oposición recíproca
exacta, los cuerpos A y B no están en contraparalelo.
Tanto si se utilizan unas efemérides como si se emplea esta tabla, queda to
davía una grave dificultad con las longitudes solares equivalentes. La mayoría
de los cuerpos celestes son capaces de exceder el límite de declinación del Sol, de
más o menos 23º 26'. Usando este método es imposible encontrar la longitud
equivalente de una declinación de, digamos, +24 º, porque el Sol nunca llega a
tal declinación.
La solución más simple es tratar estas declinaciones como si de hecho fue
ran de 23 º 26'. El único problema es que teóricamente es posible que ambos
cuerpos se encuentren por encima del límite superior (o por debajo del límite
inferior) y sigan estando apartados más de un grado de declinación. Aunque pa
sarían la prueba, de ninguna manera estarían en paralelo ni en contraparalelo.
Para remediarlo sugiero lo siguiente. Busque en las efemérides cuántos gra
dos de longitud tendría que recorrer cualquiera de los dos cuerpos para alcan
zar la declinación del otro (o la declinación opuesta, en el caso de un contrapa
ralelo). Si ese cambio en longitud está dentro del orbe de la conjunción (o de la
oposición), considere que los dos cuerpos están en paralelo (o en contraparale
lo). Afortunadamente, es raro que ambos cuerpos tengan una declinación supe
rior a 23º 26', y generalmente con la tabla 3 será suficiente.
130
Tabla 3
Longitudes solares equivalentes a las declinaciones dadas
Longitudes solares equivalentes a:
Declinación Declinaciones norte ( + ) Declinaciones sur ( - )
0 ° 00' 0 º 'Y'00' 0 º "'=00' 0 º "'=00' 0 º 'Y'00'
1 ° 00' 2 º 'Y'31' 27 º 1'0'29' 2 º "'=31' 27 º X29'
2 º 00' 5 º 'Y'02' 24 º fQ' 58' 5 ° "'=02' 24 º X58'
3 ° 00' 7 º 'Y' 34' 22 º 1'0'26' 7 ° "'=34' 22 º X26'
4 ° 00' 10 º 'Y'06' 19 º 1'0'54' 10 º "'=06' 19 º X.54'
5 ° 00' 12 º 'Y'40' 17 º fO' 20' 12 º "'=40' 17 º X20'
6 ° 00' 15 º 'Y'14' 14 ° 1'0'46' 15 º "'=14' 14 º X46'
7 °00' 17 º 'Y'51' 12 ° 1'0'09' 17 º "'=51 ' 12 º X09'
8 ° 00' 20 º 'Y'29' 9 º 1'0'31' 20 ° "'=29' 9 º X31'
9 ° 00' 23 º 'Y'10' 6 ° 1'0'50' 23 º "'=10' 6 º X 5 0'
10 °00' 25 º 'Y'53' 4 ° 1'0'07' 25 º "'=53' 4 º X 07'
11 º 00' 28 º 'Y'40' 1 º fO' 20' 28 º "'=40' 1 ° X20'
12 º 00' 1 º "o' 31' 28 º ól29' 1 ° 11\,31' 28 º =29'
13 ° 00 1 4 º "127' 25 º ól33' 4 º 11\,27' 25 º =33'
14 ° 00' 7 ° "128' 22 ° &132' 7 º 11\,28' 22 º =32'
15 ° 00' 10 º "136' 19 º ól24' 10 º 11\,36' 19 º =24'
16 ° 00' 13 º "153' 16 ° 6107' 13 ° 11\,53' 16 º =07'
17 ° 00' 17 º "119' 12 º ól41' 17 ° 11\,19' 12 º =41'
18 ° 00' 20 º "159' 9 º ól01' 20 ° 11\,59' 9 º =01'
19 ° 00' 24 º "157' 5 ° 6103' 24 ° 11\,57' 5 º =03'
20 ° 00' 29 ° "119' 0 º &141' 29 º 11\,19' 0 º =41'
21 °.00' 4 ° )(19' 25 º ®41' 4 º ./19' 25 º '641'
21 ° 06' 4 º )(51' 25 º ®09' 4 ° ./51' 25 º b 09'
21 º 12' 5 ° )(25' 24 º ®35' 5 º ./ 25' 24 º '635'
21 º18' 5 ° )(59' 24 º ®01' 5 ° ./ 59' 24 º '601'
21 º 24' 6 º )(34' 23 º ®26' 6 º ./ 34' 23 º '626'
21 º 30' 7 º )(10' 22 º ®50' 7 º ./ 10 ' 22 ° '650'
21 ° 36' 7 º )(46' 22 º ®14' 7 º ./46' 22 º '614'
21 º 42' 8 °.)(24' 21 º ®36' 8 ° ./24' 21 ° '636'
21 ° 48' 9 ° )(02' 20 º ®58' 9 ° ./ 02' 20 º '658'
21 º 54' 9 º )(42' 20 º ®18' 9 º ./ 42' 20 º '618'
22 º 00' 10 º )(23' 19 º ®37' 10 º ./23' 19 º '637'
22 º 06' 11 ° )(06' 18 º ®54' ll º ./06' 18 º '654'
22 º 12' 11 º )(50' 18 º ®10' ll º ./50' 18 º '610'
22 º 18' 12 º )(35' 17 º ®25' 12 º ./35' 17 º '625'
22 º 24' 13 ° )(23' 16 º ®37' 13 º ./23' 16 º '637'
22 º 30' 14 º )(13' 15 º ®47' 14 º ./13' 15 ° '647'
22 º 36' 15 º )(06' 14 º ®54' 15 º ./06' 14 ° '654'
22 º 42' 16 º )(01' 13 º ®59' 16 º ./01' 13 ° '659'
22 º 48' 17 º )(01' 12 º ®59' 17 º ./01' 12 º b 59'
22 ° 54' 18 º )(06' 11 º ®54' 18 º ./06' 11 º '654'
º
Los aspectos:
significados esenciales
La conjunción
Es el aspecto más fácil de entender, porque significa simplemente la unión de
dos energías planetarias. El aspecto como tal no introduce casi ningún carácter
propio, con una notable excepción que estudiaremos más adelante.
La principal consideración para describir una conjunción es si los dos pla
netas que en ella se combinan son o no compatibles. La tabla 4, «Compatibili
dades planetarias», muestra qué probabilidad de funcionar constructivamente
tiene una conjunción dada. (La tabla también es de cierta utilidad con otros as
pectos, aunque éstos compliquen el cuadro al introducir en él sus propias ca
racterísticas.) De hecho, es posible convertir cualquier combinación de plane-
133
tas en una fuente de fuerza, pero es obvio que algunas energías planetarias son
más compatibles que otras; las que lo son menos tienden a crear dificultades en
la vida de la persona. Sin embargo, se pueden obtener características positivas
de combinaciones difíciles, o estropear por completo otras que generalmente
son buenas.
Tabla 4
Compatibilidades planetarias
»N
�F N �
�F F F Q
d'N D N N
lf F F F F F 1+
hD D N D D N h
)!(N D F D D N N )!(
'fN N D N D N D N
i'N N N N N N D N N
Los aspectos de la serie del dos son más dinámicos que la conjunción. �epre
sentan generalmente una inestabilidad inherente a la personalidad, en la que
134
hay que trabajar para que sus efectos sean positivos. No podemos permanecer
quietos ante las energías de los aspectos fuertes, porque exigen acción y cam
bio. Como con frecuencia se manifiestan en forma de acontecimientos, estos
aspectos son más fáciles de entender que los de la serie del tres, menos pródi
gos en incidentes.
Debemos a Mario Jones, un médico de Cleveland, Ohio, una metáfora es
pecialmente adecuada para mostrar los efectos de los aspectos de la serie del
dos frente a los de la serie del tres. Sus investigaciones en astrología médica
sugieren que los primeros no tienen más tendencia que los segundos a ser indi
cadores de enfermedades, sino que ambas series indican diferentes tipos de tras
tornos. De acuerdo con el doctor Jones, los aspectos de la serie del dos coinci
den con el comienzo de una enfermedad aguda, que aparece súbitamente en un
momento del tiempo y tiene una fase crítica claramente definida. Los aspectos
dela serie del tres coinciden con enfermedades crónicas, que van apareciendo
lentamente y persisten durante largos períodos sin que se sufran crisis defini
das. Esto concuerda con el significado psicológico de ambas series de aspectos:
los de la serie del dos indican acontecimientos que sobrevienen en un momento
determinado, tienen una crisis claramente definida y luego desaparecen, mien
tras que los de la serie del tres indican estados continuos del ser.
Tradicionalmente, a los aspectos de la serie del dos se los ha considerado
maléficos. Incluso cuando asociaban planetas considerados favorables, los as
trólogos del pasado los trataban como fuentes de riesgo. En alguna medida, los
astrólogos modernos se van al otro extremo cuando consideran los aspectos fuer
tes como origen de una tensión generalmente constructiva cuyo resultado es el
crecimiento de la personalidad. Esto puede ser cierto y es, de hecho, una buena
manera de considerar los aspectos de la serie del dos, pero no reconoce su na
turaleza inherentemente difícil en determinadas circunstancias. La verdad está,
como tantas veces sucede, entre ambos extremos. En cuanto los aspectos de la
serie del dos representan pautas energéticas inestables y que exigen un cambio,
provocan dificultades cada vez que el individuo se niega a permitir que éste su
ceda, o si se encuentra en una situación en que el cambio no puede producirse
fácilmente. Estos aspectos suelen ser implacables en su impulso hacia el cam
bio y la desorganización, y es sumamente importante que se les deje margen
para expresarse. No es simplemente cuestión de liberar sus energías de modo
que no puedan hacer daño; si se las libera de la manera adecuada, son el único
recurso real por medio del cual puede producirse cualquier clase de cambio crea
tivo. Las personas cuya carta consiste casi exclusivamente en aspectos de la se
rie del dos han escogido, en esta vida, seguir una senda evolutiva en la que tanto
los riesgos como las recompensas son grandes. Quienes tienen principalmente
aspectos de la serie del tres, han escogido un camino más seguro, con menos
riesgos, pero también con menos recompensas.
Las personas que han elegido la senda de la serie del dos y han alcanzado
135
éxito en ella pueden o no llegar a ser importantes en el mundo. De todas mane
ras han asimilado importantes lecciones psicológicas y espirituales, y los de
más sienten fuertemente su poder y su energía. Son las personas a quienes con
frecuencia describimos como «sabias».
Sin embargo, los que tienen este tipo de carta, pero no dominan la energía,
suelen encontrarse entre los peores perdedores y dan la impresión de ser vícti
mas de todas las desdichas imaginables. Pero, por fortuna, estos casos extremos
son raros. Lo interesante es que las cartas de las personas más dotadas y afortu
nadas suelen ser similares a las de los individuos improductivos y fracasados:
el hecho de tener muchos aspectos de la serie del dos apunta a una situación de
todo o nada.
Igual que en el caso de la conjunción, en los aspectos de la serie del dos son
muy importantes los planetas implicados. Algunas combinaciones son más di
fíciles que otras, ya sea porque las energías de los planetas son intrínsecamen
te conflictivas, o porque sus pautas energéticas se oponen abiertamente a las
convenciones sociales. Ciertas combinaciones planetarias pueden ser más difí
ciles de manejar en unas épocas que en otras. Por ejemplo, es obvio que en la épo
ca victoriana, a aquellos aspectos que, en la carta de una mujer, indicaran una
urgente necesidad de expresión sexual se los habría considerado mucho más ma
léficos que hoy en día.
136
subconsciente está utilizando a la persona, cosa o situación perturbadora a mane
ra de espejo para encararse con una parte de sí mismo que luego intentará hacer
consciente. Es decir que la oposición es un aspecto que, mediante tales con
frontaciones, es potencialmente capaz de elevar el nivel de conciencia. Por ello,
en general sólo funciona bien en aquellas personas que están dispuestas a con
ceder espacio en su vida a las energías de oposición que las desafían. Muchos
seres humanos no se permiten darse cuenta de que ellos mismos contribuyen a
producir todas las confrontaciones en que se ven metidos, ni de que en cada una
de ellas hay algo de sí mismos que es preciso hacer consciente y aceptar como
propio. Por eso siguen empeñados en librar la batalla representada por la opo
sición, sin progresar en absoluto y sufriendo mucho.
Con una oposición, el objetivo es reconocer que ambas energías planetarias
nos pertenecen, y que debemos permitir que las dos dominen para no encon
trarnos una vez más convertidos en víctimas de una fuerza aparentemente ex
terna que encarna esa energía a la que no permitimos expresarse. El objetivo es
un estado de equilibrio perfecto entre las dos energías que intervienen en la opo
sición: representa lo que hay de asociación y cooperación en el aspecto.
Alcanzar el equilibrio no es igualmente fácil con todas las oposiciones. Al
gunas, en las que las energías de los planetas que intervienen son muy contra
dictorias, son más difíciles de resolver que otras. Son las oposiciones a las que
tradicionalmente se considera maléficas, como Luna-Saturno, Saturno-Neptu
no y Marte-Neptuno. A veces, toda una vida se centra exclusivamente en equi
librar tales energías. No.obstante, la energía y el aumento de conciencia que se
obtienen al resolver con éxito una oposición son inmensos. La oposición es un
ejemplo excelente de ese carácter de todo o nada que poseen en diverso grado los
aspectos de la serie del dos. Es el aspecto más poderoso después de la conjun
ción, y lo sigue muy de cerca. Muchos astrólogos la consideran menos podero
sa que la cuadratura, pero según mi experiencia no es así. Simplemente, la cua
dratura puede llamar más la atención porque representa problemas más difíciles
de resolver, posiblemente porque el conflicto en sí es más difícil de definir.
137
vitable fracasar. Simplemente, uno se enfrenta con una cuadratura para ponerse
a prueba. Y del mismo modo que la oposición, este aspecto proporciona una ex
traordinaria energía cuando se lo resuelve.
La resistencia es importante como idea clave en el caso de la cuadratura. Se
trata de un principio cósmico que conocemos en su forma más pura como ma
teria. La ley fundamental de la materia es que dos objetos materiales no pueden
ocupar el mismo espacio al mismo tiempo: cuando alguien trata de forzarlos a
que lo hagan, se resisten. El universo material en su totalidad se podría ver
como un conjunto de resistencias por obra de las cuales una vida se ve limitada en
su libertad y forzada a tomar una forma definida. El lector atento observará sin
duda la similitud de esta idea con el concepto de Saturno. La semejanza no es
accidental, en cuanto Saturno es el planeta de la realidad material, y la cuadra
tura es el aspecto de la realidad material. Así como el primer paso en la crea
ción del universo es tomar conciencia de lo que no es yo (la oposición), el se
gundo paso es crear las resistencias que llamamos materia (la cuadratura). De
este modo, dos planetas vinculados por una cuadratura representan energías
que se resisten la una a 1a otra y se fuerzan mutuamente a adoptar una forma de
comportamiento definida. De alguna manera se limitan la una a la otra, pero
también en gran medida incrementan recíprocamente su individualidad.
El problema es que, en tanto que con la oposición había generalmente una
energía que parecía externa mientras que la otra daba la impresión de provenir
del interior del yo, con la cuadratura el conflicto de una persona puede darse en
tre factores totalmente internos, entre factores totalmente externos o entre facto
res internos y externos. Puede ser, por ejemplo, que dentro de uno haya dos
energías, ninguna de las dos bien comprendida, que estén en conflicto, y éste se
mantiene simplemente porque uno sólo tiene conciencia de la tensión, no de sus
causas. No importa qué forma asuma la cuadratura; generalmente es difícil ver
con exactitud cómo se conectan las energías y qué clase de conflicto hay entre
ellas.
La característica más importante de este aspecto es que sea cual fuere el di- ·
lema que plantee, lo único que lograremos si intentamos luchar contra sus efec
tos reprimiendo sus energías y expresando solamente aquellas que podemos
aceptar es que el mismo problema vuelva a aparecer una y otra vez. Sólo si nos
adaptamos a los cambios a los que conducen los conflictos podremos llegar a
armonizar hasta cierto punto las energías de la cuadratura. De todos modos, este
aspecto genera un cambio continuo, incluso cuando funciona mejor. Puede ha
ber progreso si lo admitimos, pero la cuadratura jamás llega a un punto de esta
bilidad. Si pensamos en este aspecto como resistencia, como materia que se re
siste a la presión, vemos claramente que la única manera válida de afrontarlo es
movernos de acuerdo con las limitaciones impuestas por el universo, y no tra
tar de superar la resistencia atravesándola, del mismo modo que no intentaría
mos pasar a través de una pared en vez de salir por la puerta.
138
La semicuadratura (45 ° ) y la sesquicuadratura (135 º ) Consideramos
juntos estos dos aspectos porque ambos se basan en la división del círculo por
el número ocho (incluso hay quien los llama octil y trioctil). Bien puede ser ver
dad que cada uno representa un modo ligeramente diferente de vincular energías,
pero a estas alturas y sean cuales fueren, las diferencias que hay entre ellos pa
recen demasiado nimias para que valga la pena observarlas.
No son aspectos débiles. Una semicuadratura o una sesquicuadratura exacta
es más importante que una cuadratura de varios grados de orbe, y muchos as
trólogos tradicionales que han hecho caso omiso de estos aspectos supuesta
mente menores se han perdido una valiosa información.
Tanto la semicuadratura como la sesquicuadratura pertenecen a la nueva fa
milia de aspectos descubiertos por Johannes Kepler en el siglo XVII. Ptolomeo no
los reconoció, pero si se lo lee cuidadosamente, queda bien claro que en general
usaba los aspectos de manera muy diferente a la nuestra. Al parecer, los medía
simplemente de signo a signo: es decir que para que dos planetas estuvieran en
cuadratura, simplemente tenían que estar en signos que se encontraran a 90º el uno
del otro. Esto podía hacer que una cuadratura se redujese a 61 ° si un planeta esta
ba muy al comienzo de un signo y el otro muy al final del otro. Un método así, si
milar al que emplean los astrólogos hindúes modernos, oscurecería por completo
la visión de la semicuadratura y la sesquicuadratura. Sin embargo, en el método
moderno de dividir el círculo por números enteros pequeños, la semicuadratura
y la sesquicuadratura se derivan lógicamente de la cuadratura. En realidad, mu
chos astrólogos, entre ellos yo, hemos dado incluso un paso más, dividiendo 45 º
por dos y usando también todos los aspectos basados en múltiplos de 22,5 º .
La naturaleza exacta de estos aspectos es difícil de concretar. Comparten to
das las características de los aspectos de la serie del dos en cuanto representan una
vinculación dinámica entre dos o más energías, que da por resultado inestabilidad
y cambio. Los estudios de la forma en que los ciclos de los planetas en tránsito
afectan a la vida de las personas han comprobado que estos dos aspectos represen
tan momentos de crisis similares a los indicados por la cuadratura, pero general
mente no tan intensos. Como la cuadratura, constituyen retos a algún tipo de afir
mación formulada o de posición tomada por el individuo, y hay resistencias en
juego. Por el momento y desde el punto de vista operativo, es útil considerarlos
�orno si fueran cuadraturas. Lo mismo que pasa con éstas, los factores que partici
pan en el conflicto pueden ser totalmente externos, internos y externos o totalmen
te internos. Generalmente a los múltiplos de 22,5 ° se los trata de manera similar.
La serie del tres se establece dividiendo el círculo por tres y sus múltiplos, ge
neralmente seis y doce. Aunque evidentemente los aspectos generados por la
139
división por nueve pertenecerían a esta familia, los astrólogos están menos se
guros de su naturaleza, de manera que los analizaré más adelante en una sección
aparte, y ahora sólo me ocuparé del trígono, el sextil, el semisextil y el quin
cuncio.
A los aspectos de la serie del tres se los llama «blandos» o suaves porque su
acción es menos dinámica y generalmente menos áspera que la de los aspectos
«duros» o fuertes. Los aspectos de la serie del dos son inestables y tienden a im
poner cambios, mientras que los de la serie del tres producen pautas energéti
cas que no sólo son estables, sino que de hecho se resisten al cambió. Los atri
butos de nuestra vida que provienen de aspectos de la serie del tres son aquellos·
de los que podemos estar seguros de que sobrevivirán a todos los cambios vi
tales.
· Sin embargo, los aspectos de la serie del tres no son realmente estáticos. Su
resultado es, de hecho, progreso y cambio, pero tienen el efecto global de no
producir un cambio neto. Simbolizan un equilibrio dinámico, una situación en
la que dos o más procesos primarios ocurren simultáneamente y cada uno can
cela los efectos del otro.
El mejor ejemplo de equilibrio dinámico es el cuerpo humano. La ingestión
de alimentos y la eliminación de desechos se dan en perfecto equilibrio, con el
resultado de poco cambio neto. Si uno come demasiado, aumenta de peso; si
come poco, lo pierde. Tanto el aumento como la pérdida de peso son signos de
que el equilibrio dinámico del cuerpo está alterado. El cuerpo tiene sus propios
mecanismos que se resisten a los trastornos de su equilibrio dinámico.
Los trígonos, los sextiles y los demás aspectos de la serie del tres tienen la
misma función en la. vida. Una carta en la que estos aspectos escaseen signi
fica a menudo un individuo que tiene dificultades para encontrar el equilibrio y
cuya vida parece hallarse en un estado de cambio constante. Pero el cambio
crea también el potencial de crecimiento, de modo que demasiados aspectos de
la serie del tres pueden constituir de hecho una interferencia en el proceso de evo
lución, tanto espiritual como psicológica. Es lo que yo llamo «la maldición del
trígono». Esta expresión sirve simplemente para señalar que los aspectos «bue
nos», como se solía denominar a los de la serie del tres, pueden tener conse
cuencias negativas. Un predominio de estos aspectos indica que uno ha escogido
una evolución de curso relativamente seguro y con pocos riesgos, pero también
con menos posibilidad de crecimiento. Elegir el camino de los aspectos fuertes
no es ni mejor ni peor que optar por el de los suaves; es simplemente una cues
tión de estilo. La moral, la integridad personal y el coraje no tienen nada que
ver con una ruta evolutiva por oposición a la otra.
Como ya he indicado, un exceso de trígonos, sextiles, semisextiles y quin
cuncios puede crear problemas. Cuando uno está atrapado en una situación en
la que parece necesario cambiar, es probable que no haya energía suficiente para
ponerse en movimiento. Las personas que tienen demasiados aspectos «blan-
140
dos» pueden parecer letárgicas, como si esperasen que el universo tome las de
cisiones por ellas o que las circunstancias las obliguen a seguir un camino de
acción. O bien pueden simplemente reaccionar una y otra vez de la misma ma
nera ante el mismo problema.
Por el lado positivo, un poco de energía rinde mucho con los aspectos de la
serie del tres. En especial con los trígonos, el universo y el ser interior ofrecen
poca resistencia a una actividad apropiada para los planetas que los forman.
Casi parece que la actividad estuviera destinada a suceder. Y sin embargo, ge
neralmente sirve para mantener una situación establecida, no para producir un
orden nuevo como tenderían a hacer los aspectos de la serie del dos.
141
no conducirían al éxito. Ser capaz de seguir adelante en lo que sea sin sensación
de tensión ni de resistencia y sin empeñarse en forzar demasiado las circunstan
cias es una garantía casi infalible de éxito. Se podría establecer una analogía con
las artes marciales, en las que la táctica principal es dejar que las energías del
agresor se autodestruyan no ofreciéndoles resistencia, e incluso colaborando
con ellas. Así es posible volver a encauzarlas en beneficio propio con un mínimo
de esfuerzo. Con frecuencia, los trígonos funcionan de este modo.
Su principal fallo es su pasividad. Cada vez que el entorno Je exige que
cambie o que se adapte, el individuo se encuentra con que le falta energía. Las
viejas pautas indicadas por el trígono persisten, e incluso si temporalmente se
las soslaya, no tardan en reaparecer. Algunos astrólogos han descrito las cartas
con un exceso de trígonos como demasiado fáciles, cuando de hecho pueden ser
difíciles. A veces refuerzan de tal manera los efectos negativos de un aspecto
fuerte que lo hacen casi imposible de cambiar.
Conocí a un hombre que en su carta natal tenía un gran trígono (en el que
tres planetas forman un triángulo equilátero en el zodíaco) formado por la Luna,
Urano y Neptuno. La Luna, además, estaba exactamente en oposición con Plu
tón. Urano y Neptuno juntos se relacionan con estados de conciencia alternativos
(cualquier estado de conciencia -como el trance, el sueño, los estados hipnóticos,
la meditación y, sobre todo, la inconsciencia completa- que difiera de nuestro
estado normal en la vida diaria). La Luna significa el estado emocional interior
y, en la carta de un hombre, aquellas energías que probablemente proyectará
sobre las mujeres. La oposición Luna-Plutón significa enfrentamientos emo
cionales intensos y la probabilidad de luchas de poder con las mujeres. Con la
Luna en trígono con Neptuno y Urano, este hombre se sentía atraído por muje
res idealmente bellas (Neptuno = ideal), y muy fuera de lo común (Urano). Se
enredaba entonces en luchas de poder con ellas mientras intentaba dominarlas
señalándoles todos los fallos que había en su belleza o en su personalidad.
Cuando esto terminaba por volverse intolerable, la mujer lo abandonaba. Aquí
el efecto del trígono es que creaba un estado emocional espontáneo que en su
acción era sumamente inconsciente. Él sabía lo que estaba haciendo, pero no
entendía cómo le sucedía. El mecanismo era completamente inconsciente. Te
nía conciencia de que su madre no le gustaba (oposición = conciencia), pero no
podía ver cómo él mismo transfería este sentimiento a sus relaciones con las
mujeres en general. Y, lo que era más importante, le costaba muchísimo hacer
algo con respecto a este problema. Los trígonos hacían que le fuera fácil conti
nuar con la misma pauta y que le fuera difícil salirse de ella, y la oposición ge
neraba la energía necesaria para crear un conflicto.
Normalmente, la combinación de aspectos fuertes y suaves no crea este tipo
de situación sin salida. Esta es sólo una posible manifestación negativa de la
combinación. Generalmente los trígonos sirven al propósito positivo de pro
porcionar un centro estable a la existencia, capaz de resistirse a la inestabilidad
142
con que lo amenazan los aspectos fuertes y de sobrevivir a ella. En realidad, la
combinación de aspectos fuertes y suaves es lo ideal. En el caso de mi amigo lo
malo era que funcionara negativamente. Si su madre hubiera sabido, cuando él
era un niño, que a causa de su relación con ella su hijo se vería fácilmente so
metido a una programación negativa con respecto a las mujeres, podría haber
lo tratado de otro modo durante su infancia.
El sextil (60 ° ) Como este aspecto se basa en la división del círculo por
seis, es menos intenso que el trígono, y presenta también una ligera diferencia
cualitativa. El número seis es el producto de dos por tres; así pues, el sextil
comparte algunas características con los aspectos de la serie del dos, en cuanto
exige más dinamismo para realizar su potencial. El sextil es al trígono lo que la
oposición es a la conjunción y, como la oposición, el sextil a menudo genera un
aumento de conciencia. Una diferencia aún más importante con el trígono es
que generalmente el sextil representa circunstancias en las que uno tiene que
movilizar cierta energía para sacar provecho de la situación que se le ofrece.
Así como el trígono con frecuencia significa que las cosas se resolverán solas,
con el sextil hay que colaborar. De ahí que la palabra clave básica para este as
pecto sea «oportunidad».
Aunque para realizar el potencial del sextil se requiere un poco más de es
fuerzo que con el trígono, no es un aspecto tan !imitador. No es tan potente en
el sentido de mantener el orden establecido, ni es tan probable que indique que
una persona está atrapada en un equilibrio irrevocable. Pero, al igual que un ex
ceso de trígonos, un exceso de sextiles puede indicar falta de dinamismo en la
vida y la tendencia a adoptar una actitud pasiva ante la existencia. También
como el trígono, el sextil sirve de amortiguador contra el cambio demasiado rá
pido y contra la inestabilidad. El número total de trígonos y sextiles se puede
usar como índice de la capacidad que tiene una personalidad de resistir la ten
sión y la desorganización sin reaccionar exageradamente ni perder la pers
pectiva.
En la práctica, la distinción entre sextiles y trígonos en la carta natal no es
muy importante. Puede serlo más cuando se compara la carta con las posicio
nes de los planetas en un momento dado después del nacimiento (los tránsitos).
En este caso, es probable que los contactos por sextil y por trígono difieran.
143
to llegaban a la conclusión de que esencialmente eran sextiles débiles. Luego no
ha resultado ser así. En realidad, la opinión sobre estos dos aspectos ha cam
biado mucho: de evaluarlos como débilmente benéficos se ha.pasado a consi
derarlos decididamente difíciles.
Lo que mejor simboliza el problema que plantean estos aspectos es el hecho
de que unen puntos situados en signos que no tienen ninguna relación recípro
ca. Los signos que están en oposición, cuadratura, trígono y sextil tienen muchas
similitudes, pero los que están en semisextil y en quincuncio no tienen ninguna
(véanse las secciones sobre los elementos, las cruces o cuadruplicidades y las
polaridades en el capítulo 10).
Sin embargo, la naturaleza de los aspectos no surge de las relaciones entre
los signos. En realidad sucede lo contrario: las relaciones entre los signos se ge
neran a partir de los números que dividen al círculo para formar los aspectos.
Pero, de todas maneras, la naturaleza ambigua de las conexiones basadas en los
múltiplos de 30 º se aclara con esta comparación.
Consideremos el semisextil y el quincuncio como basados en el número doce,
que es igual a cuatro veces tres. Así como el sextil adquiere un poco del dinamis
mo de la oposición debido al hecho de que seis es igual a dos por tres, podemos
esperar que el semisextil y el quincuncio tengan algunas de las dificultades·de
la cuadratura, y de hecho parece ser así.
Los semisextiles y los quincuncios combinan la naturaleza pasiva de la se
rie del tres con la tensión y el sentimiento de incomodidad típicamente asocia
dos con las cuadraturas. Se podría decir que representan conexiones entre entes
que no tienen conexión lógica, y no parece que haya suficiente energía para
cambiar la relación.
La naturaleza de estos aspectos se puede aclarar más aún si señalamos que
el significado de las casas seis y ocho deriva de los quincuncios que forman con
la casa uno. De modo similar, las características de las casas dos y doce pro
vienen de los semisextiles que forman con la casa uno. Todas estas casas, a ex
cepción quizá de la segunda, representan dominios de la vida un tanto difíciles
y ambiguos, en los que muchas personas encuentran dificultades.
Pero las dificultades indicadas por el semísextil y el quincuncio no son de
aquellas de orden cósmico que convierten la vida en una tragedia. Estos aspec
tos representan tensiones y dificultades molestas, pero generalmente demasia
do triviales y entretejidas en la trama de la vida cotidiana para que el cambio
valga la pena. La excepción a esto es que, de acuerdo con muchos investiga
dores, parece haber una conexión entre los quincuncios, las enfermedades y la
muerte.
Un dilema típico de estos dos aspectos es la opción forzada entre dos situa
ciones, que exige desprenderse totalmente de una y adherirse a la otra. Y resul
ta que, cuando intentamos hacerlo, no nos podemos liberar de la alternativa a la
que hemos de renunciar. Un quincuncio o un semisextil entre el Sol y la Luna,
144
por ejemplo, significa que la cooperación entre la conciencia y las emociones
no es fácil, y que los deseos emocionales del nativo a menudo están en conflic
to con lo que éste ha escogido conscientemente como el camino recto. Se tiene
la sensación de tener dentro dos entes completamente diferentes, hasta el punto
de que ni siquiera se pelean entre sí; simplemente, cada uno funciona como si el
otro no existiera.
La única solución que cabe sugerir para estas tensiones es tomar aguda con
ciencia de las pautas de dificultad y desapegarse emocionalmente de ellas de
manera que se las pueda ver con claridad y hacer lo que sea necesario para al
terarlas. El problema usual con estos aspectos es que sus efectos negativos son
tan sutiles y están tan entretejidos en la estructura de nuestro propio ser que no
nos dejan ver con claridad lo que sucede.
La serie del cinco Son aspectos basados en la división del círculo por el
número cinco y sus múltiplos, como diez, quince y veinte. El aspecto básico es
el quintil (72 º o un quinto del círculo). Otros miembros de esta familia son el
biquintil (144 ° o dos quintos), el decil (36 ° o un décimo) y los múltiplos de 36 º,
y el vigintil ( 18 º o un vigésimo) y los múltiplos de 18 º . Al parecer, todos estos
aspectos tienen un carácter que generalmente asociamos con Plutón y con algu
nos rasgos de Venus y Marte. Parece que vincularan los planetas de tal manera
que se produce algún tipo de creación o destrucción concreta. El número cinco
145
está conectado con la vida, la muerte y la mortalidad; el pentáculo o estrella de
cinco puntas es la figura representativa del género humano. John Addey, pio
nero entre los investigadores de los aspectos no tradicionales, cree que la serie
del cinco tiene que ver con la función intelectual y con todos los asuntos que
son peculiarmente humanos. Mis propias observaciones lo confirman, con la
salvedad de que «intelectual» no significa enrarecido, desapegado ni seco. Se
gún mi experiencia, los aspectos de la serie del cinco tienen un intenso carácter
emocional.
Según Addey, como el intelecto es el atributo más característico de la huma
nidad, el número del género humano tiene que ser un número del intelecto. Pero
hay un segundo atributo peculiar de los seres humanos, que es en parte un re
sultado de su intelecto, pero también de algún otro elemento de su naturaleza,
más difícil de precisar. Los hombres han transformado su medio ambiente y la
Tierra en general mucho más que todas las otras especies juntas. Además, nun
ca han llegado a alcanzar un equilibrio estable con su entorno. Aunque algunas
culturas lo han logrado más que otras, generalmente terminan por ser desplaza
das por otra cultura más agresiva. Las culturas se elevan y decaen, y lo único
que parece constante en la historia humana es el cambio. Es como si los cambios
provinieran de lo más profundo del espíritu humano. La mayoría de las culturas
no pueden sobrevivir durante largos períodos sin cambiar. Se atrofian y mueren,
o una revolución las conmueve hasta sus cimientos. Yo asocio esta transforma
ción con la serie del cinco. La vida de la gente que he conocido con muchos de
estos aspectos da la impresión de estar conectada de alguna manera con las
energías fundamentales del cambio. Esto puede aflorar como una preocupación
exagerada por el poder, o por profundas verdades referentes al universo que le
permiten a uno saber de primera mano cómo funcionan las energías de la trans
formación. Del lado negativo, tenemos la carta de Adolf Hitler, cuyo único ras
go destacado es su cadena de aspectos de la serie del cinco. Del lado positivo,
está la carta de Albert Einstein, un hombre que se pasó la vida explorando los
secretos del universo y que -cosa que refuerza la opinión de Addey- tuvo un in
telecto privilegiado.
La otra característica importante de estos aspectos, y la que desde hace más
tiempo se ha observado, es que parecen conceder la capacidad de convertir la
inspiración creadora en productos concretos. Se los ha señalado desde hace tiem
po como aspectos del talento e incluso del genio, pero investigaciones más re
cientes sugieren que, por sí mismos, no aseguran la inspiración creadora.
Un último comentario: el quintil y el biquintil, los dos aspectos más podero
sos del grupo, parecen serlo de forma extrema, quizá más que todos los aspectos
de la serie del tres excepto el trígono. Una razón de que esto no se haya obser
vado antes es que los astrólogos solían limitarse a rotular los aspectos como
buenos o malos, y ni el quintil ni el biquintil entran fácilmente en ninguna de
las dos categorías.
146
La serie del siete La división del círculo por siete produce el septil
(51º 25' 42,9"). Sus múltiplos son 102 º 51' 25,7" (el biseptil) y 154º 17' 08,6" (el
triseptil). Están también el semiseptil, de 25 ° 42' 51,4", y sus diversos múlti
plos. Estos aspectos son los únicos cuyo ángulo no divide uniformemente los 360°
para producir un número entero. Las fracciones decimales y sexagesimales de
estos números se repiten infinitamente, y quizás esta haya sido una de las razo
nes por las que a estos aspectos se los pasó por alto. Cuesta mucho verlos si no
se los mide en una carta con un transportador.
Los aspectos de la serie del siete son difíciles de describir en forma clara y
rigurosa. En parte se debe a que poseen un cierto carácter uraniano-neptuniano,
lo que hace pensar que tienen vinculaciones energéticas que no pertenecen del
todo a este mundo. Por ejemplo, estos aspectos sobresalen en la carta de Ma
dame Blavatsky, la fundadora del movimiento teosófico. También destacan en
las cartas de los poetas. Si la serie del cinco da la capacidad de convertir la ins
piración creadora en productos concretos, la del siete es la que proporciona
la propia inspiración creadora.,Es como si estos aspectos le permitieran a uno
atisbar fuera del universo cotidiano y divisar otro de posibilidades y verdades
expandidas.
También aquí hay peligros. He visto que la serie del siete indica tanto difi
cultades mentales y emocionales como inspiración creadora. Parece que un ex
ceso de estos aspectos provoca una falta de conexión con el universo físico tal
como lo conocemos la mayoría de nosotros. Este es el lado peligroso, o por lo
menos difícil, de la inspiración creadora. La serie del siete aparece también re
lacionada con la religión. En un estudio sobre la posición natal del Sol tanto en
los ministros protestantes de Gran Bretaña como en los de Norteamérica, John
Addey descubrió que sus respectivos emplazamientos solares tendían a agrupar
se en el zodíaco en la proximidad de los vértices de un polígono de siete lados.*
El efecto era más notable con los ministros ingleses que con los de Estados Uni
dos. Se ha sugerido que tal vez esto se deba a que el clero británico se preocupa
más que sus colegas estadounidenses por los aspectos ceremoniales tradiciona
les de la religión. Dejo al lector la consideración de estas conjeturas.
147
los productos finales de la vida, la serie del nueve parece relacionarse con el
significado tradicional del número nueve: consumación y final. En cuanto a su
segundo significado, el del matrimonio, se ha visto corroborado en la astrolo
gía sideral de Occidente, que usa el noviens, un tipo de carta basada en la serie
del nueve, para describir las atracciones sexuales.
Los armónicos más altos Poco se sabe de los aspectos basados en divisio
nes del círculo por números mayores de nueve. Lo único que se puede decir con
seguridad es que pueden ser de considerable importancia. Muchos astrólogos de
la vieja escuela quisieran hacemos creer que, aparte de los aspectos originales
usados por los griegos (la conjunción, el sextil, la cuadratura, el trígono y la opo
sición), nada tiene importancia alguna. Evidentemente esto no es verdad, pero se
necesitaría más investigación para determinar con exactitud cuál es la importan
cia de los armónicos más altos. El único factor de limitación en el uso de armóni
cos más altos es la precisión del horóscopo, ya que cuanto más alto sea el armó
nico, mayor será la magnitud de cualquier error en la longitud de un planeta. En
otras palabras, cuanto más alto sea el armónico, menor será el orbe admisible.
148
A. Aspectos desconectados
d'+'<-Pi+t
onda
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B. Un síndrome armónico
149
Si se lo ve en función de la teoría de los armónicos, es como si dos planetas
en cuadratura formaran una onda de 90 º de largo. Una onda de esta longitud se
repetirá exactamente cuatro veces mientras recorre los 360 º de la eclíptica. Si
en una carta hay cuatro cuadraturas desconectadas,· las cimas de la onda forma
da por una cuadratura se encontrarán en un conjunto de puntos diferentes de los
de las cimas de la onda formada por otra cuadratura (véase figura 12A). Pero
si las ondas están conectadas entre sí por cuadraturas u oposiciones, estarán to
das en fase, y sus cimas se encontrarán en los mismos cuatro puntos de la eclíp
tica (véase figura 12B). Así pues, las cimas reforzarán a las cimas y los huecos
a los huecos, y los aspectos dispuestos de esta manera se intensificarán recípro
camente.
Como ya se ha indicado, sólo es necesario que los planetas estén conecta
dos por la misma familia de aspectos, no por el mismo aspecto. Esto se debe a
que los aspectos de la misma familia se relacionan de la misma manera que la
nota fundamental y sus armónicos en música. Para usar un ejemplo clásico de
los armónicos, al tocar la cuerda de una guitarra, ésta no sólo vibra en el tono
fundamental sino también, al mismo tiempo, en sus armónicos. La figura 13 mues
tra una cuerda que vibra en su totalidad, produciendo el tono fundamental; en
mitades, produciendo la octava o primer-armónico; en tercios, produciendo el
segundo armónico; en cuartos, produciendo la doble octava o tercer armónico,
etc. Aquí lo que más nos interesa son los armónicos de la octava, en los que la
longitud de onda de la nota fundamental se divide sucesivamente por la mitad.
Los armónicos que van más allá de la octava no tienen importancia para este
análisis. Una oposición es la mitad de la longitud de onda de una conjunción,
una cuadratura es un cuarto de la longitud de onda de una conjunción, y así su
cesivamente. Como el tono fundamental que suena al hacer vibrar la cuerda de
una guitarra, la conjunción lleva consigo los armónicos que corresponden a la
oposición, el trígono, la cuadratura, el sextil, etc. De la misma manera, una opo
sición lleva consigo los armónicos de todas las octavas de la serie del dos más
altas que ella. En una configuración de aspectos como la gran cuadratura, los
primeros armónicos de la oposición tienen exactamente la misma forma y están
en la misma posición que las ondas formadas por las cuadraturas. En otras pa
labras, las cimas y los huecos del primer armónico de la oposición estarán exac
tamente en la misma posición que las cimas y los huecos de las cuadraturas, lo
que proporcionará el mismo efecto de refuerzo que proporcionaban todas las
cuadraturas en fase unas con otras.
Una gran cuadratura o cruz cósmica es un ejemplo de lo que me gusta de
nominar «síndrome armónico». «Síndrome» es una palabra griega que significa
literalmente «afluir», «correr juntos», que es lo que hacen los aspectos en una
configuración. En su trabajo heliocéntrico, John Nelson acuñó la frase «armó
nico múltiple simultáneo» para designar este tipo de fenómeno, pero yo creo que
«síndrome armónico» expresa lo mismo con más brevedad y precisión.
150
Figura 13. Los armónicos en una cuerda de guitarra.
151
septiles, si hay varios planetas que participan en un síndrome del séptimo ar
mónico, los septiles serán colectivamente más fuertes que un solo par de plane
tas en cuadratura.
Esto es importante porque con frecuencia sucede que los horóscopos de per
sonas que tienen una vida característica de un gran número de cuadraturas no
tienen cuadraturas. El astrólogo encontrará, en cambio, que tienen muchos pla
netas que participan en un síndrome del octavo, el decimosexto o incluso el tri
gésimo segundo armónico. Hay también horóscopos con una cuadratura que
parece que actuara fuera de toda proporción con el efecto normal de una cua
dratura. Si se fija mejor, el astrólogo verá que la cuadratura está reforzada por
otros planetas vinculados con ella por aspectos del octavo, el decimosexto o el
trigésimo segundo armónico. Para que la vinculación sea significativa, los or
bes tienen que ser pequeños, inferiores a un grado.
2. El síndrome unifica la carta de acuerdo con el principio del armónico. Como
ya he dicho, el máximo común divisor de los ángulos que forman un síndrome
armónico establece el número de este último, y establece también el carácter
simbólico dominante. Así, en un síndrome que contenga trígonos, sextiles y se
misextiles, el carácter simbólico global será el del semisextil o duodécimo ar
mónico. Pero, a diferencia de una serie de sextiles desconectados, el síndrome
del duodécimo armónico traerá también una resonancia de las características del
trígono y el sextil, es decir, de los armónicos tercero y sexto.
3. Como ya se ha dicho, cuando un planeta en tránsito o progresado forma
conjunción con uno de los planetas de un síndrome armónico natal, todos los
planetas de la configuración se movilizan aproximadamente al mismo tiem
po. Un planeta en tránsito o progresado también puede movilizar un síndrome
armónico cuando forma un aspecto que es múltiplo del número armónico del
síndrome. Por ejemplo, un planeta progresado podría hacer un ángulo de 22,5 º
(decimosexto armónico) con uno de los planetas de un síndrome del octavo ar
mónico, movilizando así el primer armónico del octavo armónico y haciendo
que la totalidad del síndrome resuene como una campana. Por lo tanto, cuando
uno está verificando tránsitos o progresiones en relación con un síndrome ar
mónico, no debe pasar por alto los aspectos aparentemente menores que son
múltiplos del armónico en cuestión.
4. Tal como se dijo en el capítulo anterior al hablar de los orbes, se puede
conceder un orbe mayor de lo habitual a un síndrome armónico debido a la forma
en que incrementa la fuerza de los aspectos que intervienen en él. Pero, natu
ralmente, cuanto más pequeño sea el orbe promedio del síndrome armónico, más
poderoso será éste. Tal como señalaré más adelante, un síndrome armónico de
orbe pequeño también difiere de uno de orbe amplio tanto en calidad como en
intensidad.
152
Los significados de los síndromes armónicos
Hasta cierto punto, los síndromes armónicos tienen la misma importancia que
un aspecto aislado del mismo tipo, sólo que más acentuada, pero también aña
den algunas características propias.
Los síndromes del tercer armónico: los grandes trígonos Los astrólo
gos han discutido mucho si el gran trígono es fácil o difícil de manejar. El con
senso es que se trata de una sobredosis de trígono. Muchos sienten que hace que
las energías fluyan con tanta facilidad que el individuo no llega a tener en la
medida suficiente el tipo de crecimiento que sólo se puede lograr enfrentándo
se a la adversidad. Al ser un símbolo de perfecto equilibrio, el trígono no re
presenta absolutamente ningún poder de cambio.
Pero a mí las cosas no me parecen tan simples. En su trabajo heliocéntrico
sobre las tormentas geomagnéticas, John Nelson ha observado que cuando dos
de los planetas de un gran trígono son interiores (desde Marte hacia adentro en
dirección al Sol) esta configuración actúa como un aspecto fuerte, creando in
terferencias en las transmisiones de radio de onda corta. Pero cuando dos de los
planetas implicados son exteriores (desde Júpiter hacia afuera) y sólo el terce
ro es interior, el efecto es como el de un supertrígono en cuanto mejora excep
cionalmente las condiciones para las transmisiones radiofónicas. Quizás se dé
el mismo efecto en la astrología geocéntrica aplicada a los individuos, pero to
davía no lo sabemos con seguridad.
153
A. Conjunciones múltiples
B. Oposiciones múltiples
154
Gran trígono
par de planetas se encuentra en oposición exacta con el tercer factor. Esto con
vierte al gran trígono en una serie de tres oposiciones y le da un carácter más di
námico del que de otro modo tendría. Y algo de este carácter dinámico perma
nece aun cuando el gran trígono no sea exacto, mientras un par de planetas
tenga su punto medio opuesto al tercero. Esto no funciona a menos que el orbe
de la configuración de puntos medios se mantenga pequeño. Yo no tengo en
cuenta los puntos medios que se alejan más de 1 º hacia cada lado, aunque otros
astrólogos usan orbes de 1,5 a 2 º .
Según mi experiencia, los grandes trígonos cuyo orbe es amplio son más es
táticos y es más probable que produzcan dificultades derivadas de la extrema
pasividad o inactividad del individuo. En cambio, los grandes trígonos muy exac
tos poseen en parte la misma energía de los grandes sextiles (véase más ade
lante). Esto significa que habrá energía abundante para cualquier actividad que
se relacione con el simbolismo de los planetas en juego, y que fluirá sin difi
cultades. Puede parecer que a una persona con esta configuración en su carta
simplemente le llueve la suerte, pero es más exacto decir que sabe qué hacer
con lo que parece suerte, y que en realidad ha hecho mucho para atraerla. Lo
que pasa es que el esfuerzo realizado no se ve.
155
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156
ta a la cruz. No estoy seguro de que exista este tipo de diferencia, aunque la idea
es atrayente.
Ciertamente, tanto la cruz cósmica como la cuadratura en T son comunes, y
se las encuentra en las cartas de personas perfectamente normales. Al conocer
las, sin embargo, se nota en ellas una intensidad de la que otras carecen. Es como
si hubiera una energía tremenda al acecho, apenas debajo de la superficie, es
perando a ser liberada. Y por lo común, finalmente lo es, y de una manera cons
tructiva. Mucho, naturalmente, depende de los planetas que intervienen en la
configuración.
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I
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157
Los síndromes del sexto armónico: grandes sextiles, cometas, rectángu
los místicos y grandes trígonos menores Los grandes sextiles, como los gran
des quintiles, son raros: yo no he visto más que uno. Pero otros tipos de síndro
me del sexto armónico son más comunes. Uno de ellos, el llamado «cometa», está
formado por un gran trígono uno de cuyos tres planetas está en oposición con
un cuarto planeta que se encuentra en el punto medio de los otros dos. Otro tipo,
el que Michael Erlewine, de Michigan, llama «rectángulo místico», está com
puesto por dos oposiciones, de tal manera que cada par de planetas en oposición
está exactamente en sextil y en trígono con el otro par. Y hay aún otro tipo, el
«gran trígono menor», que consiste en un trígono bisecado por un sextil.
La consideración más importante con estos síndromes es si incluyen o no
una oposición que dé energía.· Cualquier síndrome de más de dos sextiles debe
incluir también una oposición, porque una oposición implica tres sextiles.
En el gran trígono menor es imposible que haya una oposición, pero aquí un
planeta está en conjunción con el punto medio de los otros dos. Esto añade cier
ta energía a la configuración. De todos modos, en la mayoría de los casos una
oposición hace que un síndrome de sextiles sea mucho más dinámico y esté más
cargado de energía. El efecto del gran trígono menor exacto es como el efecto
del gran trígono exacto. Es decir, la energía fluye sin obstáculos y a gran velo
cidad, pero puede haber problemas si no intentamos salir, con nuestro compor
tamiento, de los caminos trillados en los que se cae fácilmente con los armóni
cos tercero y sexto.
El cometa no contiene más que una oposición. Conocí a una persona con
esta configuración que tenía todas las características de alguien atrapado en la
trampa de un trígono. Es decir, poseía una pauta de comportamiento fuerte
mente definida y le faltaba la energía necesaria para liberarse de ella. Sospecho
que cuantas más oposiciones hay en una configÚración de sextiles, más energía
se posee para prevenir la formación de pautas rígidas, y más fácil es liberarse
de las ya existentes.
La única persona con un gran sextil que he conocido en mi vida -una mu
jer- no es obviamente extraordinaria, a no ser porque no obtiene gran placer de
las cosas buenas que le llueven; no siente satisfacción alguna a menos que se las
haya ganado. Esto es característico de alguien con intensas pautas de aspectos
fuertes: recuerde que un gran sextil no sólo tiene seis sextiles, sino también seis
oposiciones. Pero la pauta trígono-sextil está presente, ya que a esta mujer sue
le resultarle difícil ponerse en movimiento, por más que intelectualmente sepa
que debe hacerlo.
158
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I \
I \
I
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I \
I \
I \
I \
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I
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I
I
159
aquí el duodécimo porque una de sus formas, el yod o dedo de Dios o del des
tino, es una configuración que normalmente se menciona.
Yod
El yod aparece ilustrado en la figura 19. El planeta que está en la punta del
«dedo» forma quincuncios tanto en el sentido de las agujas de.l reloj como en el
opuesto con los otros dos planetas, que están cada uno en sextil con el otro.
Como sugieren sus otros nombres, al yod se lo ha cortsiderado con frecuencia
un aspecto que señala fatalidad, con lo cual supongo que se alude a la probabi
lidad de que los tres planetas indiquen un tema subyacente, constante y relati
vamente inalterado en la vida del nativo. Esto es congruente con lo que ya
sabemos del quincuncio. Pero, la introducción del sextil, ¿cambia el simbolis
mo global? En mi opinión, no demasiado. Un sextil, en cuanto es dos doceavos
del círculo, apenas mitiga la naturaleza de duodécimo armónico de la configu
ración.
Sin embargo, los dos planetas en sextil el uno con el otro tienen su punto
medio justo en el tercer planeta. Esto sí constituye una diferencia, suponiendo
160
que los orbes sean menores de 1,5 °. La configuración de puntos medios direc
tos (véase el capítulo 8) da al yod un carácter dinámico que normalmente falta
en los aspectos de la serie del tres. Esto quiere decir que aunque el yod tenga el
carácter estático y pasivo de la serie del tres, también puede representar crisis a
las que hay que enfrentarse directamente y durante las cuales hay que seguir
cursos de acción específicos para que las energías funcionen de forma positiva.
De esta manera, el yod contiene el germen de su propia resolución de un modo
que no se da en los quincuncios simples. Sin embargo, si el orbe de un yod es
mayor del que se acepta en las combinaciones de puntos medios, esta caracte
rística se pierde.
161
8
Los puntos medios:
introducción
o o
l.j
l.j
163
tre Marte y Júpiter combinaría las características de ambos planetas. Si el pun
to medio está ocupado por otro factor, tenemos una combinación de tres sím
bolos. Si los puntos medios de dos pares de factores caen en el mismo lugar, te
nemos una combinación de cuatro símbolos, y así sucesivamente.
Aquí usaremos combinaciones tanto de puntos medios directos como de
puntos medios indirectos. En una combinación de puntos medios directos, el
factor que ocupa el punto medio está en conjunción o en oposición con el pun
to medio. En una combinación de puntos medios indirectos, el aspecto es una
cuadratura, una semicuadratura o una sesquicuadratura. (Véase figura 20.)
Los puntos medios son una manera de combinar los símbolos en el horós
copo. No sólo podemos tener a un determinado planeta en un signo y una casa
concretos y en aspecto con otros planetas en otros signos y casas, sino que cada
planeta también puede participar en combinaciones de puntos medios. Esto au
menta enormemente el material de que se dispone para la interpretación.
164
El resultado es que podemos dar descripciones detalladas y muy específicas
de las diferentes combinaciones de puntos medios. Y entonces se puede decir si
el horóscopo «funciona», si realmente está dando información útil o el astrólogo
tan sólo trata de que la carta concuerde con el cliente. Cuanto más precisas sean
las afirmaciones que hagamos a partir de una carta, mejor comprobaremos la
eficacia de nuestras técnicas. El hecho de que con frecuencia la astrología con
vencional ofrezca descripciones tan vagas que no llegan a tener valor alguno
es algo en parte inevitable con los seres humanos, pero también se debe a la
desidia.
Si utiliza los puntos medios, el astrólogo puede confiar más en la carta como
tal y menos en la intuición. No es que yo tenga nada en contra de la intuición,
que puede brindar información muy útil, pero creo que ya que se toman la mo
lestia de levantar horóscopos, los astrólogos deberían ser capaces de obtener la
mayor parte de sus datos de la carta. Una técnica sistemática puede hacer que el
astrólogo sea eficaz incluso en los días en que la intuición le falla.
Y además los puntos medios brindan un beneficio adicional. Un análisis de
los puntos medios de una carta para una persona cuya hora de nacimiento se
desconoce puede dar más y mejores datos que la técnica común de usar una car
ta solar (en la que se utiliza como Ascendente la longitud del Sol).
165
Yo tengo en cuenta el emplazamiento de un planeta por signo y por casa
además de los puntos medios en los que interviene, pero no es necesario hacer
lo desde el principio. Cuando se está aprendiendo a sintetizar, se puede tomar
una combinación de puntos medios, formular a partir de ella un juicio completo
y después combinar ese juicio con lo que se obtiene de los emplazamientos por
signo y casa. De esta manera uno no se siente abrumado por el material.
Las técnicas modernas para trabajar con los puntos medios fueron desarro
lladas por escuelas de astrología que se establecieron como alternativas a los
sistemas convencionales, y por eso mucha gente cree que si adopta los puntos
medios debe adoptar todo el sistema alternativo en el que fueron desarrollados.
Pero esto es en gran parte un concepto erróneo: para sacar partido de lo que
pueden dar de sí los puntos medios, no es necesario que renunciemos al siste
ma que utilizamos.
Lamentablemente, muchos astrólogos sólo usan los puntos medios cuando quie
ren explicar algo que hay en la carta y que los desconcierta. Esto equivale a uti
lizarlos como un comodín que le permite a uno obtener de una carta cualquier
cosa que desee. Estos astrólogos sacan los puntos medios del contexto de la car
ta, especialmente de la estructura total de los puntos medios, y exageran la im
portancia de una o dos combinaciones de puntos medios. Si decidimos conside
rar los puntos medios, hemos de tenerlos en cuenta todos, o por lo menos todos
los directos.
Si usamos diez planetas, más el nodo lunar, el Ascendente, el Medio Cielo
y el grado O de Aries, sin embargo, obtenemos un total de noventa y un puntos
medios directos, sin tener en cuenta los puntos medios indirectos ni los aspec
tos fuertes con los puntos medios directos, que también tienen la importancia
suficiente para considerarlos. Está claro que la mera inserción de todos estos
puntos medios en el formulario del horóscopo convencional de doce sectores
iguales que usa la mayoría de los astrólogos, daría como resultado una tremen
da confusión y no nos llevaría a ninguna parte.
El problema es cómo nos las arreglamos con semejante avalancha de deta
lles. ¿Cómo podemos encontrar todos estos puntos sin cálculos tediosos? Y una
vez que los encontremos, ¿cómo seleccionamos los que tienen importancia?
166
do su uso fue codificado hasta convertirlo en un sistema coherente. Este sistema
fue ideado por la escuela de Hamburgo (conocida también como escuela urania
na) de Alfred Witte, y luego simplificado por los cosmobiólogos encabezados por
Reinhold Ebertin y su hijo Baldur. Ambas escuelas se originaron en Alemania,
pero han llegado desde entonces a tener muchos seguidores en otras partes del
mundo. Yo he adoptado mis técnicas principalmente de los cosmobiólogos.
En la escuela uraniana, los puntos medios forman parte de un abanico mucho
más amplio de puntos sensibles obtenidos sumando y restando las longitudes de
los planetas y de otros puntos de la carta. Todas las combinaciones uranianas
son en realidad distintos tipos de puntos medios, pero a diferencia de los que
usamos los cosmobiólogos y yo, el tipo más común de combinación uraniana se
basa en dos pares de puntos que comparten el mismo punto medio, y el punto
sensible suele estar más a menudo en uno de los puntos de los pares que en el
punto medio como tal. Cuando ese punto sensible se encuentra ocupado por un
planeta u otro factor, los cuatro factores quedan vinculados en una «figura pla
netaria» que combina los cuatro símbolos. Así, este sistema se ocupa general
mente de configuraciones de tres planetas que hacen sensible a un cuarto punto.
(Véase figura 5, página 108.)
En contraste, el modelo básico de punto medio que usamos los cosmobió
logos y yo es una configuración de dos planetas que sensibiliza a un tercer pun
to, y el punto sensible es el propio punto medio (véase figura 7, página 110). Evi
dentemente, las configuraciones posibles de dos planetas son muchas menos
que las de tres.
En astrología uraniana, las figuras planetarias pueden consistir en factores
natales, progresados y en tránsito, e incluso en factores provenientes de otro ho
róscopo, todos combinados. Pero en cosmobiología y en el enfoque que yo adop
to no hay pares de puntos medios que deriven de la relación entre un cuerpo na
tal y otro en tránsito, progresado o proveniente de otra carta. Todos los factores
son generalmente de la carta natal (aunque el cuerpo que ocupa el punto medio
está a veces en tránsito o progresado o proviene de otra carta). Además, en cos
mobiología el número de factores con que uno tiene que operar es lo bastante
limitado como para que sea manejable.
Por lo tanto, usando métodos derivados de la cosmobiología es posible exa
minar en su totalidad la estructura de los puntos medios de una carta. Los astró
logos uranianos y los cosmobiólogos nos han legado recursos simples para en
contrar los puntos medios sin necesidad de ningún cálculo: son la esfera (360 º )
y el cuadrante (90 ° ). Además, en los últimos años, las empresas que levantan
cartas por ordenador han empezado a ofrecer listados de puntos medios que se
pueden usar en lugar de la esfera y el cuadrante. Después nos referiremos a to
dos estos recursos. Con cualquiera de ellos uno puede seleccionar las combina
ciones importantes de puntos medios valiéndose de reglas simples cuyas líneas
generales daré en este capítulo.
167
La geometría de los puntos medios
Tanto los astrólogos de la escuela uraniana como los cosmobiólogos usan úni
camente los aspectos con los puntos medios que se basan en múltiplos de 45 º .
Por ejemplo, no tienen en consideración los trígonos entre un punto medio y
otro factor. Los primeros escritos de estas escuelas daban a entender que los trí
gonos, los sextiles y otros aspectos de la serie del tres no son eficaces, pero re
cientemente han modificado esta posición. En una época, yo empleaba habi
tualmente aspectos no pertenecientes a la serie del dos en mi trabajo con los
puntos medios, y los encontraba muy eficaces. Pese a ello, actualmente, al igual
que los astrólogos uranianos y los cosmobiólogos, suelo centrarme en los as
pectos fuertes al trabajar con los puntos medios.
Las razones son principalmente prácticas. Usar sólo los aspectos fuertes sim
plifica las cosas, en cuanto un único carácter colorea todas las combinaciones
168
de los puntos medios. Es indudable que los aspectos fuertes (véanse las pági
nas 134-139) difieren entre sí, pero de todos modos sus similitudes son mayo
res que sus diferencias. Esto se debe a que la división por dos, a diferencia de
la división por tres o por cualquier otro número entero, crea octavas. En músi
ca, el tono más alto de una octava tiene exactamente la mitad de la longitud de
onda del tono más bajo, pero al oído le suena aproximadamente igual. Si dos
personas cantan la misma melodía al mismo tiempo con una octava de diferen
cia, no sólo no hay disonancia, sino que apenas se percibe que están cantando
dos conjuntos de notas. De modo similar, los aspectos de la serie del dos tienen
virtualmente el mismo carácter que la conjunción, ya que se limitan a dividir
por dos, por cuatro, etc., la longitud del arco, de igual manera que se dividen las
longitudes de onda en música para producir octavas.
Por el contrario, las notas relacionadas con la conjunción de la manera
como lo están el trígono y todos los demás aspectos de la serie del tres, son de
sonido muy diferente a la nota original. En el intervalo de quinta, que corres
ponde al trígono, la nota superior tiene un tercio de la longitud de onda del tono
original. Así el trígono (o cualquier otro aspecto que no sea de la serie del dos) in
troduce características adicionales en la combinación de planetas, complicando
una situación ya de por sí complicada.
Los puntos medios relacionados con un planeta o con otro punto mediante
un aspecto fuerte nos dirán mucho sobre la naturaleza de un planeta en una car
ta. Yo no creo que las combinaciones de aspectos suaves se puedan usar exacta
mente de esta manera. Según mi experiencia, no se pierde nada utilizando sólo
los aspectos fuertes entre los puntos medios, siempre y cuando uno supere la
idea tradicional y no demasiado bien fundada de que todos los aspectos fuertes
son «malos».
169
restringirlo a 1 º. Esto hace que la carta sea más clara y por consiguiente más fá
cil de describir.
Tabla 5
La notación en 360 equivalente al O º de cada signo
º
Por ejemplo, para el Sol de Bob Dylan, que está a 3 ° 31' de Géminis, aña
dimos 60 º de Géminis, lo que nos da 63 º 31' en la notación de 360 º. Para su
Luna, a 21 ° 31' de Tauro, añadimos los 30 º de Tauro, lo que nos da 51 º 31'.
2. Sumar las dos longitudes:
63 ° 31'
+51º 31'
114 ° 62' o 115 º 02'
3. Dividir la suma entre 2. En nuestro ejemplo es mejor dejar la longitud ex
presada como 114 º 62' porque 114 es un número par. 114 º dividido entre dos
nos da 57 º , y 62' dividido entre dos nos da 31'. Por lo tanto, el punto medio ex
presado en notación de 360 ° está a 57 ° 31'.
4. Para volver a convertir esta cifra a la notación por signos, busquemos en
la tabla 5 el mayor número de grados (30 º ) que es posible restar de 57 º 31' sin
que nos dé un número negativo. Restamos 30 º de 57 º 31' y obtenemos 27 º 31'
de Tauro como el punto medio entre el Sol y la Luna de Bob Dylan.
En este caso, en que los dos planetas no estaban separados más que por un
signo, obtuvimos el punto medio más próximo. Si estuvieran separados por más
de 180 º , habríamos obtenido el punto medio más alejado.
170
El uso de la esfera y el cuadrante
en el trabajo con los puntos medios
La esfera (360 º )
171
Cómo dibujar la carta de 360 º Para dibujar esta carta, se necesita un
transportador de 360 º o una rueda calculadora de aspectos con un agujero en el
centro exacto. Hay quien prefiere hacer un agujero en la carta con una chinche
ta; otros optan por un agujero más grande donde quepa una especie de tornillo
de presión que se consigue en algunas tiendas especializadas. El centro del pa
pel donde se levanta la carta se atraviesa con la chincheta o el tornillo, que se
usa para sujetar la esfera atravesándola por el centro.
Para levantar la carta se necesita también una regla común, que se coloca
entre el agujero central y el grado correspondiente al planeta que se dibuja, o
una regla especial (como la que se ve en la figura 21) que se adapte a la chin
cheta o al tornillo. Con ella se trazarán líneas cortas sobre el papel desde el bor
de de la esfera hacia afuera, líneas que indicarán la posición de cada factor en
la carta.
Comience por hacer girar la esfera de modo que en lo alto del papel esté el
grado aproximado del Medio Cielo. Ahora encuentre el grado O de Aries y haga
allí su primera marca. Mientras dibuje la carta le convendrá mantener en todo
172
momento la marca del grado O de Aries en la esfera exactamente sobre la mar
ca del grado O de Aries en el papel. Si utiliza un tornillo de presión, puede ajus
tarlo para impedir que la esfera gire; si usa una chincheta, asegúrela para que
mantenga firme la esfera. Ahora, con la seguridad de que todas las líneas que di
buje salen hacia afuera desde el centro exacto de la esfera, trace líneas cortas
que indiquen con la mayor aproximación posible el grado y el minuto zodiaca
les exactos de la cúspide de cada casa y de los demás factores de la carta. Des
pués puede dibujar los símbolos y escribir las longitudes de todos los factores
junto a las líneas que les correspondan, al mismo tiempo que verifica cada línea
para asegurarse de que ha trazado correctamente su posición. La regla que se ve
en la figura 21 está dispuesta para trazar la línea que corresponde a Neptuno en
la carta de Bob Dylan.
La figura 22 muestra la carta de Bob Dylan dibujada de esta manera. La es
fera utilizada es una especialmente buena diseñada por l2Future de Nueva York;
la comercializa Astro-Graphics Services para ser usada en el sistema uraniano,
pero se puede utilizar también en astrología convencional. La flecha empluma
da señala el punto medio entre el Sol y la Luna.
173
IC
a que un punto medio se encuentra partiendo el arco entre dos puntos en dos ar
cos iguales. Si el arco original se incrementa en cierto número de grados, el
punto medio se desplazará la mitad de ese número de grados. Por lo tanto, la di
ferencia entre dos arcos en los lados opuestos de un eje debe estar siempre den
tro del doble del orbe de la configuración de puntos medios.
Vemos que el punto medio Júpiter-Urano está a 1 º del punto medio Sol
Luna, y lo mismo pasa con el punto medio Sol-Saturno. Todos estos puntos me
dios directos se ven claramente si se usa la esfera. Ahora tenemos:
Sol-Luna = Urano = Júpiter-Urano = Sol-Saturno
174
También puede haber puntos medios indirectos en cuadratura, semicuadra
tura o sesquicuadratura con el punto medio Sol-Luna. Para verificar las cuadra
turas, mantenga la flecha emplumada sobre el punto medio Sol-Luna y busque
las dos flechas no emplumadas en cuadratura con el puntero (que tendrán «180»
y «360» escrito sobre sus líneas). Estas dos flechas son los dos extremos de un
eje único que está en cuadratura con el eje directo. Tal como buscó a lo largo
del eje directo los puntos medios directos, busque ahora los puntos medios in
directos a lo largo del eje que hace cuadratura con el eje directo.
Para buscar semicuadraturas y sesquicuadraturas, localice los cuatro puntos
grandes a mitad de camino entre las cuatro flechas. Estos puntos son los extremos
de otros dos ejes, cada uno de los cuales está en semicuadratura-sesquicuadratura
con el eje directo. Busque a lo largo de estos dos ejes si hay puntos medios o fac
tores aislados que estén en semicuadratura-sesquicuadratura con el eje directo.
En la carta de Bob Dylan no hay puntos medios que estén dentro de un orbe
de 1 º en cuadratura con el punto medio Sol-Luna, pero los puntos medios Mer
curio-Plutón y Marte-Saturno están ambos en semicuadratura-sesquicuadratura
con el eje Sol-Luna dentro del orbe de 1 ° concedido para los puntos medios in
directos (véase figura 22). Así pues, podemos mostrar todos los puntos medios
relacionados con el punto medio Sol-Luna de la siguiente manera:
Sol-Luna = Urano = Júpiter-Urano = Sol-Saturno =
Mercurio-Plutón = Marte-Saturno
La suma total de todos los puntos medios y los puntos vinculados con un
punto o un punto medio dado, recibe generalmente el nombre de eje. Acabamos
de ver el eje Sol-Luna en el horóscopo de Bob Dylan. Aunque todos estos puntos
medios están dentro de los orbes de 1,5 ° y 1 º permitidos para formar un aspec
to con el punto medio Sol-Luna, no están necesariamente dentro de orbe los unos
con respecto a los otros. El primer punto de una serie es siempre el centro del
orbe expandido.
Mirar los cuatro ejes separados para encontrar todas las combinaciones de
puntos medios directos e indirectos puede parecer un trabajo pesado, pero en la
práctica vamos a interesarnos principalmente por los puntos medios directos.
Los indirectos los reservaremos para el trabajo detallado. Por lo tanto, general
mente no es necesario controlar todos los aspectos en punto medio para un pun
to dado. Por otro lado, como ya he dicho, el cuadrante simplifica muchísimo la
tarea de encontrar los puntos medios indirectos.
El cuadrante (90 º )
La figura 23 (p. 177) muestra la carta de Bob Dylan dibujada con un cuadran
te, que en lugar de tener 360 °, como la esfera, tiene 90°, es decir, una cuarta
175
parte de la esfera, por lo cual los grados son cuatro veces más grandes; de ahí su
mayor precisión. Así hay lugar para que en cada grado se puedan marcar divisio
nes de 5' de arco, con líneas más largas para las subdivisiones de 15' y 30'.
La flecha emplumada en la parte alta representa el grado O de Aries, y el zo
díaco continúa a partir de este puntero en el sentido opuesto a las agujas del reloj.
Los grupos de 5º están destacados por la alternancia de zonas blancas y negras
en el anillo interior. A un cuarto del recorrido en círculo hay un punto grande
que destaca los 22,5 º ; a un tercio del recorrido circular hay una línea que va has
ta el centro y señala los 30° ; a la mitad del camino circular hay una flecha sin
plumas que señala los 45 º ; a dos tercios del camino circular hay otra línea que
va hasta el centro y marca 60 º , y así sucesivamente, hasta llegar a la flecha em
plumada de arriba, que esta vez representa los 90º .
Observe además que en el cuadrante no aparecen más que tres signos. El
primer tercio está marcado con el símbolo de Aries, el segundo con el de Tau
ro y el tercero con el de Géminis. Se ha hecho así simplemente para indicar que
todos los signos cardinales (Aries, Cáncer, Libra y Capricornio) caerán en el
primer tercio del cuadrante; todos los signos fijos (Tauro, Leo, Escorpio y Acua
rio) en el segundo tercio, y todos los signos mutables (Géminis, Virgo, Sagitario
y Piscis) en el tercero.
Lo que hace el cuadrante es dividir el zodíaco en cuatro partes: la primera
desde 0 ° de Aries a 29° 59' 59" de Géminis; la segunda desde O º de Cáncer has
ta 29º 59' 59" de Virgo; la tercera desde 0 ° de Libra hasta 29º 59' 59" de Sagita
rio, y la cuarta desde O º de Capricornio hasta 29 º 59' 59" de Piscis, y después
colocar las cuatro partes una encima de la otra. Por eso dos planetas en cuadra
tura (digamos, uno situado a 7º de Aries y el otro a 7º de Cáncer) o en oposi
ción (uno a 7 ° de Aries y el otro a 7 ° de Libra) aparecerán en la carta de 90°
como si estuvieran en conjunción: Cáncer, Libra y Capricornio están situados
directamente encima de Aries.
Por razones similares, todas las semicuadraturas y sesquicuadraturas pare
cen oposiciones, pero son fáciles de ver, porque si la flecha emplumada está so
bre un determinado planeta, el planeta en semicuadratura o en sesquicuadra
tura con él estará siempre en la flecha opuesta sin plumas. De manera similar
(aunque esto no es tan importante en el trabajo con los puntos medios), todos
los aspectos que son múltiplos de 30 ° -trígono, sextil, semisextil y quincuncio
parecerán trígonos en el cuadrante, y se los podrá ver con bastante facilidad,
porque si la flecha emplumada está sobre un planeta, el planeta en un aspecto
múltiplo de 30 ° con él estará en una de las otras dos líneas que se extienden has
ta el centro del cuadrante.
176
Figura 23. La carta de 90 º de Bob Dylan.
te para que no gire y con la regla trace una línea larga en el papel a partir de la
flecha emplumada. Marque la línea con el símbolo de Aries. Esto representará
no sólo el grado O de Aries, sino el grado O de todos los signos cardinales. Aho
ra vaya hasta un tercio del cuadrante en sentido contrario al de las agujas del re
loj, a la siguiente línea que se extiende hasta el centro, alárguela en el papel y
márquela con el símbolo de Tauro. Y tras recorrer un tercio más del círculo has
ta la otra línea que llega al centro, alárguela también en el papel y márquela con
el símbolo de Géminis.
Ahora ya está en condiciones de trazar las líneas que indican las posiciones
de los planetas, el nodo lunar, el Ascendente y el Medio Cielo (habitualmente
yo no marco las cúspides de las casas intermedias en la carta de 90 ° ). Es más fá
cil tomar las posiciones en el orden zodiacal, empezando por las de Aries, si
guiendo por las de Tauro, etc. Cuando llegue a Cáncer, estará otra vez en el
177
punto cardinal O º y empezará a recorrer de nuevo el cuadrante. Verifique todas
las posiciones comenzando por Aries: compruebe que las líneas estén en los
grados correctos y dibuje los símbolos de los planetas. Se puede marcar el As
cendente con «ASC» y el Medio Cielo con «MC». No es necesario escribir en
la carta de 90 ° el grado y el minuto de cada posición, pero si usted indica en qué
signo está cada factor le resultará más fácil distinguir las conjunciones de las
cuadraturas y oposiciones.
Para ver cómo se traduce la carta de 360 º a la de 90 º , compare las figu
ras 22 y 23.
Es posible obtener listas de los puntos medios de tal manera que puedan com
plementar o incluso hacer innecesarias las cartas de 360 º y 90 º . Usar la esfera
178
Figura 24. Los puntos medios en la carta de 90 ° de Bob Dylan.
179
se puede dibujar fácilmente, ya sea a mano o con un ordenador. Además, los lis
tados dan todas las posiciones con una exactitud de minuto de arco, lo que ayuda
a juzgar con precisión los orbes (algo especialmente importante en el trabajo de
investigación) y a determinar los tránsitos y las progresiones. La desventaja de los
listados se ve principalmente cuando queremos comparar la carta natal con trán
sitos o progresiones para varias ocasiones diferentes en la vida de alguien; aun
que se pueden encontrar maneras de que los ordenadores lo faciliten, el uso de la
esfera y el cuadrante es generalmente el método más conveniente en este caso.
180
recorrer la lista, pero generalmente lleva menos tiempo consultar primero el lis
tado zodiacal, en la parte superior de la figura 25. Localizamos el punto medio
Sol-Luna en el listado zodiacal tal como se ha explicado y comprobamos que
está a 27º 31' de Tauro. Nos valemos de las reglas de la tabla 6 para traducir el
número de grados a que se encuentra el punto medio en su signo a una posición
de la clasificación de 45 º . Como 27 º 31' de Tauro está en la segunda mitad de
un signo fijo, le restamos 15 º , y obtenemos 12 º 31' en la clasificación de 45º,
lo que indudablemente es el punto medio Sol-Luna.
Tabla 6
La traducción de longitudes zodiacales
a longitudes de la clasificación de 45 °
Ahora podemos ver instantáneamente todos los puntos medios y otros fac
tores que están en algún aspecto fuerte con el eje Sol-Luna. Simplemente, nos
fijamos en todos los factores que están por encima y por debajo de «So-Lu» en
la lista, deteniéndonos cuando llegamos al final de nuestro orbe de 1 ° para los
puntos medios indirectos. Al leer hacia arriba desde «So-Lu», encontramos
«As-Vr» (Ascendente-Vértice, ya que este programa de ordenador incluye el
Vértice, que aquí no usaremos), «So-Sa» (Sol-Saturno) y Urano. Seguimos le
yendo hacia arriba por otros 30' para encontrar cualquier punto medio que pue
da ser directo y por consiguiente admisible dentro de nuestro orbe de 1,5º para
los puntos medios directos. Encontramos «PI-As» (Plutón-Ascendente). Para ver
qué clase de aspecto fuerte forma Plutón-Ascendente con Sol-Luna, necesita
mos verificar el número de grados en sus signos de ambos puntos medios en el
listado zodiacal, donde encontramos Sol-Luna en «27Tau31» y Plutón-Ascen
dente en «11Lib21». Esto es una sesquicuadratura, de modo que descartamos
Plutón-Ascendente porque está demasiado fuera de orbe para un punto medio
indirecto.
Al leer hacia abajo desde «So-Lu», tenemos «Me-Pl» (Mercurio-Plutón),
«Ma-Sa» (Marte-Saturno), «Ju-Ur» (Júpiter-Urano) y «Me-Vr» (Mercurio
Vértice), que no usaremos, dentro de nuestro orbe de 1 º para los puntos me
dios indirectos. Al mirar hasta 30' más abajo (hasta 14 ° 01') dentro de nuestro
orbe de 1,5 º para los puntos medios directos, encontramos «Ne-PI» (Neptuno-
181
BOBDYLAN
Puntos medios
So Lu Me Ve Ma Ju Sa Ur Ne
So 103Gem31
Lu 1 27Tau31 21Tau31
Me j 13Geml7 07Geml7 23Gem03
Ve 108Geml7 02Geml5 18Gem02 13Gem00
Mal 19Lib45 13Lib45 29Lib31 24Lib29 05Pis59
Ju 101Gem36 25Tau36 l1Gem22 06Gem20 17Lib50 29Tau41
Sa 1 26Tau48 20Tau48 06Gem34 01Gem33 13Lib02 24Tau53 20Tau05
Ur 100Gem04 24Tau04 09Gem51 04Gem49 16Libl8 28Tau09 23Tau22 26Tau38
Ne 1 29Canl4 23Canl4 09Leo00 03Leo58 15Sag28 27Canl9 22Can31 25Can47 24Vir57
PI 1 02Can57 26Gem57 12Can43 07Can41 19Escl1 01Can02 26Geml4 29Gem30 28Leo40
No j 01Leo02 25Can02 l0Leo48 05Leo46 17Sagl6 29Can07 24Canl9 27Can35 26Vir45
As j l1Vir55 05Vir55 21Vir41 16Vir40 28Cap09 I0VirO0 05Virl2 08Vir29 07Ese38
MCI 10Leo41 04Leo41 20Leo27 15Leo26 26Sag55 08Leo46 03Leo58 07Leol5 06Lib24
Vr j 03Can29 27Gem29 13Canl6 08Canl4 19Ese43 01Can34 26Gem47 00Can03 29Leol2
Ar j 01Tau45 25Ari45 l1Tau32 06Tau30 17Vir59 29Ari50 25Ari03 28Aril9 27Gem28
PI No As MC Vr Ar
PI 1 02Leo22
No j 00Vir27 28Vir32
As j l1Lib21 09Esc26 20Sag20
MCI 10Vir07 08Libl2 19Ese05 17Lib51 1
Vr 1 02Leo55 0IVirO0 11Lib54 10Vir401 03Leo28 I
Ar j 0IGeml1 29Geml6 I0Leol0 08Can561OI Gem44 j 00Ari00 j
182
Plutón) y «Lu-Ma» (Luna-Marte). Volvemos a consultar el listado zodiacal
para ver si estos factores están directa o indirectamente vinculados con el eje
Sol-Luna. Neptuno-Plutón está en «28Leo40», en cuadratura con Sol-Luna, y
Luna-Marte está en «13Lib45», en sesquicuadratura, de modo que ninguno de
estos puntos medios es aceptable. Ahora ya estamos en condiciones de poner
por escrito los puntos medios conectados con Sol-Luna.
Sol-Luna = Sol-Saturno = Urano = Mercurio-Plutón =
Marte-Saturno = Júpiter/Urano
El principio de la clasificación de 45º se puede usar para destacar aspectos
que son múltiplos de cualquier ángulo. Se podrían obtener clasificaciones de
30 º , de 22,5 º (que usan a veces los astrólogos uranianos en Estados Unidos),
de 15 º o de lo que fuere. Estas clasificaciones serían especialmente valiosas para
encontrar múltiplos basados en quintos o séptimos de círculo, muy difíciles de
examinar con el modo convencional de representación.
183
entre ellos son más intensos y sensibles. Se deben tener en cuenta incluso los
aspectos relativamente menores, y también aquellos a los que normalmente se
consideraría fuera de orbe. Creo que este fenómeno explica los amplios orbes
que muchos astrólogos se permiten con los aspectos mayores. En una cuadra
tura en T, un gran trígono, una cruz cósmica u otra configuración que lo sea
también de puntos medios, es frecuente que los orbes sean mayores de 5 ° , y no
obstante parecen ejercer un fuerte efecto. Invariablemente me encuentro con que
el punto medio de uno o más de los pares de planetas implicados está exacta
mente en aspecto, en un ángulo difícil, con uno o más de los otros factores. Esto
los vincula de una manera que no podría hacerlo ningún aspecto mayor de orbe
amplio. Debemos verificar siempre las configuraciones de aspectos mayores
para determinar si los puntos medios que forman están o no exactamente en as
pecto con uno o más de los factores que integran la configuración.
4. Con los puntos medios, al igual que con cualquier otra técnica valiosa, un
tema se ha de repetir varias veces en una carta para que merezca que nos lo to
memos en serio. Posiblemente la única excepción a esta regla sean las combi
naciones de puntos medios directos, pero estos datos, lo mismo que cualquier
otra indicación, se han de cotejar con el resto de la carta.
184
9
Breves significados
de las parejas planetarias
Ahora, usted conoce ya el significado básico de cada planeta y de todos los de
más puntos principales de la carta. En este capítulo ofrezco breves descripcio
nes de todas las parejas posibles formadas por los diez planetas, los nodos lu
nares, el Ascendente, el Medio Cielo y el grado O de Aries. Incluyo los factores
que no son planetas porque la experiencia me ha demostrado que sus puntos me
dios son importantes y que se los puede tratar de la misma forma que a los pun
tos medios que afectan solamente a planetas.
Las descripciones que ofrezco en este capítulo se pueden utilizar de varias
maneras. Primero, explican brevemente cómo interaccionan dos factores que
forman aspecto. Segundo, al consultarlas, usted se hará una idea de cuáles son
los ejes de puntos medios que ha de mirar para responder a preguntas especí
ficas referentes al horóscopo. Tercero, cuando haya un factor en el punto medio
entre otros dos factores, puede usar este capítulo para describir esa combina
ción de tres factores. Por ejemplo, si tiene Sol-Luna = Urano, consulte los apar
tados Sol-Luna, Sol-Urano y Luna-Urano. Estas tres descripciones le darán una
idea de lo que significa esa combinación de tres planetas. También puede em
plear este método para las configuraciones de aspectos que incluyen tres facto
res, como el gran trígono, la cuadratura en T, el gran trígono menor y el yod, e
incluso lo puede aplicar a las configuraciones en las que intervienen más de tres
factores.
Este compendio de significados no se basa solamente en combinar las pa
labras clave de cada factor, sino también en otras indicaciones descubiertas
por diversos investigadores, entre los que me incluyo: significados que no
siempre son deducibles de forma obvia de las ideas clave de los planetas, por
lo menos mientras no los hayamos estudiado con mayor profundidad que la
habitual.
185
Parejas con el Sol
Sol-Luna El equilibrio dentro de la psique de lo masculino y lo femenino,
que se expresa en función de las relaciones con el sexo opuesto. Equilibrio psi
cológico interior. En ocasiones, también puede relacionarse con la vivencia que
se tiene de la madre y el padre como pareja.
Sol-Mercurio La expresión mental y verbal de la voluntad. El deseo de
comunicarse, conocer y comprender. Lo que se piensa de la propia autoexpre
sión. Una forma de pensar muy personal. Expresión de los propios pensamientos.
Sol-Venus La voluntad de relacionarse, amar o crear. Se asocia con la crea
tividad artística si otros factores lo apoyan. Felicidad y gratificación en la vida
privada, comodidad, el hecho de sentirse bien. Tanto para los hombres como para
las mujeres, este punto puede ayudar a lograr lo que se espera del sexo opuesto.
Sol-Marte Voluntad, vitalidad, energía (especialmente para la autoexpre
sión), la parte masculina de la persona, la energía personal y la autoafirmación.
La capacidad de actuar y de tomar la iniciativa. Especialmente en la carta de
una mujer, este punto puede simbolizar sus expectativas con respecto a los hom
bres, y también sus conflictos con el sexo masculino.
Sol-Júpiter La voluntad de crecer, expandirse y experimentar todo lo que
se pueda del universo. Bienestar físico y salud. Apertura y liberalidad, pero
también posiblemente libertinaje. Puede expresarse tanto en el plano espiritual
como en el material.
Sol-Saturno La expresión activa de los propios principios sobre el bien y el
mal, lo verdadero y lo falso. La experiencia de las estructuras y de la limitación
personal. La vivencia del padre o de otro guía y de las figuras de autoridad. El
sentido de la disciplina personal, y también la represión y la inhibición. Limi
taciones del libre albedrío.
Sol-Urano El deseo de una autoexpresión única. Rebelión y excentrici
dad. El anhelo de liberarse de la limitación y las restricciones del pasado. Ori
ginalidad en la autoexpresión. Persona poco convencional e inconformista.
Sol-Neptuno La sensibilidad del individuo con respecto a las fuerzas su
tiles del exterior. Esto puede ser vivido como debilidad y falta de capacidad para
hacerse valer. Inclinación a la indagación espiritual o mística. Pasividad, falta
de iniciativa, tendencia a dejarse controlar por los demás. Se puede ser un mé
dium para las energías ajenas.
Sol-Plutón La voluntad de destruir, transformar, ser eficaz y regenerar.
El deseo de poder. También la experiencia del poder, la destrucción y la rege
neración. Energías carismáticas dirigidas hacia uno mismo o hacia el mundo.
Sol-nodos El anhelo de establecer contacto, de relacionarse con los demás
o de conocer a alguien (generalmente un hombre). Formar un grupo. El deseo •
de hacer cosas en grupo y de trabajar en equipo. La vivencia del deseo y la vo
luntad de agruparse.
186
Sol-Ascendente Algo parecido a lo que pasa con Sol-nodos, pero implica
relaciones más íntimas. El deseo de conocer intensa e íntimamente a otras per
sonas, ya sea para asociarse o para competir. En las cartas tanto de uno como
del otro sexo puede significar una estrecha vinculación con un hombre.
Sol-Medio Cielo Una parte del conjunto de símbolos del ego. El impulso
de encontrar un curso especial para la propia vida, y la conciencia de esa direc
·ción. Se relaciona a menudo con la vivencia que se tiene del padre. El senti
miento de individualidad.
Sol-Aries El deseo de comunicarse con el mundo entero, de darse a cono
cer en público y de causar impresión en todas partes. Puede indicar fama si otros
factores de la carta lo apoyan. La influencia pública del nativo, o por lo menos
su influencia fuera de la esfera personal.
187
Luna-Neptuno Extrema sensibilidad y sujeción a energías e influencias
externas. Tendencia al autosacrificio o al martirio. Pasividad. Tendencia a la
evasión, fantasías, fuerzas inconscientes que influyen en la imaginación. Ilusio
nes engañosas creadas por deseos o energías subconscientes que se originan en
el pasado.
Luna-Plutón Transformación emocional, poderosos sentimientos, deseos
intensos, fanatismo emocional. La conciencia dominada por energías incons
cientes. Luchas por el poder emocional. En la carta de un hombre indica difi
cultad con las mujeres. La persona manipula inconscientemente a los demás o
es manipulada por ellos.
Luna-nodos Conexiones con personas del pasado, basadas principalmen
te en la emoción. Contactos con mujeres. Grupos familiares, relaciones de pa
rentesco, enfrentamientos domésticos, encuentros con personas con quienes se
tiene una fuerte afinidad.
Luna-Ascendente Relaciones de intimidad con mujeres, intensas relacio
nes emocionales, estrechas relaciones con personas a quienes se conoce desde
hace mucho tiempo. Hábitos en las relaciones. Relaciones domésticas. La ex
presión de las emociones se da en el entorno inmediato.
Luna-Medio Cielo Los propios sentimientos y actitudes, especialmente
aquellos más condicionados por las primeras experiencias, la familia y la he
rencia. La relación de la persona con el pasado, y los efectos de éste en su desti
no y en la dirección de su vida. Probablemente contribuye también a la vivencia
que se tiene de la madre.
Luna-Aries La persona es conocida por sus cualidades maternales o fe
meninas o por su naturaleza emocional. Relaciones con el público. La capacidad
de ser aceptado por los demás como uno de ellos.
188
Mercurio-Saturno Pensamiento cuidadoso y considerado. Cautela y con
servadurismo. Mentalidad unidireccional. Depresión, pensamientos de tristeza
y separación. Preferencia por lo concreto y lo práctico más que por lo abstrac
to. Enfoque metódico de la solución de problemas.
Mercurio-Urano La mente•funciona como un rayo; tendencia a la disper
sión y a ponerse nervioso con las prisas. Decisiones o pensamientos súbitos.
Necesidad de estímulo de la mente y de intereses intelectuales, gusto por lo ex
cepcional. Se relaciona con frecuencia con la capacidad para las matemáticas, la
ciencia o la tecnología o con un interés por las técnicas ocultas, como la astro
logía.
Mercurio-Neptuno Imaginación e inspiración. Posibilidad de confusión,
de pensamiento desordenado o irracional. Debilidad de los nervios o agotamien
to nervioso. Interés por ideas e ideales espirituales. La necesidad de trascender
las pautas de pensamiento normales.
Mercurio-Plutón El deseo de influir en los demás y de moldear su pen
samiento. Transformaciones y crisis intelectuales. La habilidad para ser un ora
dor o maestro convincente. Tendencia a enzarzarse en luchas de poder mental.
Pensamiento profundo, que percibe agudamente la motivación y la psicología
humanas. La capacidad de investigar.
Mercurio-nodos Contactos y conexiones mentales. El establecimiento
de relaciones mediante la comunicación. El hecho de conocer a otras personas.
Correspondencia, el deseo de intercambiar ideas. La capacidad de realizar un
trabajo mental en grupo.
Mercurio-Ascendente La expresión verbal y mental de la propia perso
nalidad, y también la capacidad de escuchar a los demás. Hablar. La recepción
de datos provenientes del entorno valiéndose de los órganos de los sentidos.
Mercurio-Medio Cielo Las ideas de la persona, su punto de vista. La
planificación de su dirección en la vida, pensando en los objetivos. Lo que sabe
o piensa de sí misma. Cómo considera su propia individualidad.
Mercurio-Aries La persona es conocida por su intelecto o porque está re
lacionada con la comunicación o los transportes. Colabora en los medios de co
municación o participa en la creación de la opinión pública. Escribe, especial
mente para publicaciones.
189
tica u otro tipo de capacidad creativa. Disfrute de la comodidad y el lujo, con
frecuencia habiendo de tomar la iniciativa. Amor protector y afectuoso.
Venus-Saturno El deseo de comodidad disciplinado o restringido por
consideraciones prácticas. Frialdad, incapacidad de expresar amor, represión
sexual, perversión del amor. El arte o la creatividad se orientan hacia fines
prácticos o comerciales.
Venus-Urano Relaciones súbitas, excepcionales o inestables. Deseo de li
bertad en las relaciones o de relaciones excitantes. Formas de creatividad poco
usuales.
Venus-Neptuno El ideal abstracto de la belleza. Gusto por el arte y crea
tividad artística. Ideales románticos en las relaciones, ilusiones sobre el amor
que generalmente conducen a decepciones. Amor platónico. Amor por perso
nas en situación mucho mejor o peor que la propia, incluidas aquellas que cui
dan del nativo o necesitan que éste las cuide.
Venus-Plutón El poder de transformación del amor, el amor usado como
recurso para lograr la transformación. Luchas por el poder en el amor. Actitu
des intensamente emocionales hacia el amor, con frecuencia sumamente sensual
y sexualmente intenso. El amor como vehículo para transformar la conciencia
que se tiene del mundo cotidiano.
Venus-nodos Encuentros amorosos. Contactos con amigos o con personas
maravillosas. Encuentros felices con los demás. Trabajo con artistas o con gen
te creativa o para alcanzar algún objetivo creativo.
Venus-Ascendente La habilidad para proyectar los propios atractivos,
para hechizar a los demás. El hecho de obtener amor de las personas. La capaci
dad de tener relaciones amorosas estrechas y de suscitar compromiso y armonía
en el entorno.
Venus-Medio Cielo El amor y la felicidad de la persona en las relaciones.
Su creatividad y su amor por la belleza. Admiración de la propia personalidad.
Con frecuencia indica creatividad artística.
Venus-Aries La persona es conocida como artista, por su creatividad o
por su relación con la belleza, la decoración o las artes. De una manera u otra es
conocida por su amor o su belleza.
190
la capacidad de realizar un trabajo cuidadoso. En las cartas de ambos sexos, a
menudo indica relaciones difíciles con el padre. En las de mujeres, suele signi
ficar dificultades con los hombres en general.
Marte-Urano Rebelión, inconformismo, dificultades con la autoridad, im
pulso hacia una independencia absoluta. Lucha por la libertad. Extrema excen
tricidad personal. Acciones físicas súbitas que suelen provocar accidentes. A
menudo se asocia con la cirugía.
Marte-Neptuno Debilidad, parálisis, sentimientos de inferioridad o inca
pacidad de arreglárselas. Acciones secretas. Se asocia con alergias, problemas
con las drogas y enfermedades infecciosas. También indica actividad espiritual
y trabajo cuyo objetivo es el beneficio espiritual más que el físico.
Marte-Plutón Esfuerzo, trabajo duro. Lucha en circunstancias difíciles
de la que a menudo se sale airoso. Brutalidad y conflicto. Ambición, impulso im
placable, el deseo de lograr a toda costa los propios objetivos.
Marte-nodos Contacto con otras personas mediante una actividad co
mún, ya sea de cooperación o de oposición. Interés por los deportes.
Marte-Ascendente Competitividad, conflictos, la capacidad de resistir la
oposición del entorno. Enfrentamientos con los demás.
Marte-Medio Cielo Autoafirmación o afirmación de los propios objetivos.
« Yo actúo.» Las propias acciones. Despliegue de una gran energía personal. Con
ciencia y afirmación de la propia individualidad con respecto a los demás.
Marte-Aries La persona es conocida por su agresividad o su autoafirma
ción. Es una persona de acción. Sus intenciones influyen en el mundo que la
rodea. Es alguien a quien se conoce por su energía o sus hazañas físicas, como
un atleta.
191
Humanitarismo idealista, el deseo de trabajar para el bien de todos con poca
consideración del logro personal.
Júpiter-Plutón El impulso de mejorar, de crecer en la vida personal, y por
lo tanto de éxito y logro. También el riesgo de conflictos con personas en posi
ciones de poder o que podrían sentirse amenazadas por los logros del nativo.
Júpiter-nodos El hecho de contar con otras personas para el crecimiento
y el beneficio mutuos o para el estudio de temas religiosos o filosóficos. La ca
pacidad de establecer conexiones afortunadas con otros o de conocer a quienes
pueden brindar ayuda; la habilidad para producir una buena impresión.
Júpiter-Ascendente Relaciones estrechas que ayudan a la persona, rela
ciones afortunadas que permiten su crecimiento y su expansión en muchos ni
veles. Negativamente, arrogancia en las relaciones, o capacidad de atraer a gen
te arrogante. La habilidad para producir una impresión favorable en el contacto
íntimo con los demás.
Júpiter-Medio Cielo Crecimiento personal, esfuerzo para alcanzar los
propios objetivos, movimiento hacia los propios fines. Obtención de autoridad
personal o del respeto de los demás. Contentamiento personal, a veces arro
gancia.
Júpiter-Aries Éxito en ámbitos amplios. Persona conocida por su relación
con la religión, el derecho, la filosofía y actividades afines. Persona de éxito,
que llega a ocupar una posición de respeto o autoridad.
192
Saturno-Ascendente Separación de alguien con quien se tenía una rela
ción de intimidad. Dificultad para entablar relaciones íntimas. Pocas relacio
nes, pero profundas. Preferencia por personas mayores. Relaciones disciplina
das, restrictivas o establecidas por necesidad.
Saturno-Medio Cielo La propia peculiaridad. Un fuerte sentimiento de
quién se es, un sentido precisamente definido de la propia dirección en la vida.
Dificultad para transigir cuando se trata de la, propias ideas o ideales. Aliena
ción y soledad. Una persona que se siente o que es muy diferente de los demás
y que necesita estar sola.
Saturno-Aries Una persona conocida por su disciplina o su rigidez, posi
blemente un profesor. Vivencia de grandes dificultades en la vida. Éxito obte
nido sólo gracias a un gran cuidado y mucha autodisciplina. Experiencia de se
paraciones a gran escala.
193
Parejas con Neptuno
194
Parejas con los nodos lunares
195
LA POSICIÓN ZODIACAL
10
Los signos:
introducción
De todos los sistemas simbólicos que hay en astrología, los signos del zodíaco
son los que tienen la estructura interna más bien definida. En la primera parte
de este capítulo esbozaré las diferentes maneras tradicionales o no tan tradicio
nales de clasificar los signos: la división en los cuatro elementos, las tres cua
druplicidades o cruces, las seis polaridades y así sucesivamente. También ana
lizaré los diversos intentos de hacer coincidir los elementos con los cuatro tipos
psicológicos de Carl Jung.
Al final del capítulo examinaré los conceptos de regencia o domicilio, de
trimento o exilio, exaltación y caída. También evaluaré su uso en la delineación
del horóscopo.
A los griegos, a quienes debemos la forma actual del zodíaco, les gustaba mu
cho esquematizar, y disfrutaban con la pulcritud y la simetría. Por consiguien
te, organizaron un zodíaco compuesto por doce segmentos iguales en diversas
secuencias de energías que se repiten varias veces dentro de los signos de tal
modo que cada signo está relacionado con cada uno de los otros de una manera
ordenada y geométrica. En gran medida, las características de cada signo se de
rivan del hecho de que sea una combinación única de los componentes de estas
secuencias. Por lo tanto, una comprensión cabal de estos principios hará que se
vean más claros los significados internos de los signos.
Nos ocuparemos de cuatro secuencias. La primera es la de los cuatro ele
mentos o triplicidades, así llamada porque a cada elemento se le asignan tres sig
nos. A partir de Aries, la secuencia de los elementos -que se repite tres veces
en el zodíaco- es: fuego, tierra, aire y agua. Así, los signos de fuego son: Aries,
199
Leo y Sagitario; los de tierra: Tauro, Virgo y Capricornio; los de aire: Géminis,
Libra y Acuario, y los de agua: Cáncer, Escorpio y Piscis.
La segunda secuencia es la de las tres cruces o cuadruplicidades, llamada
así porque a cada una de ellas se le asignan cuatro signos que forman una cruz
en el zodíaco. A partir de Aries, la secuencia de las cruces es: cardinal, fija y
mutable. La cruz cardinal está formada por Aries, Cáncer, Libra y Capricornio;
la cruz fija por Tauro, Leo, Escorpio y Acuario, y la cruz mutable por Géminis,
Virgo, Sagitario y Piscis.
La tercera secuencia es la de la polaridad. Volvemos a empezar por Aries y
vemos que la secuencia es: signo positivo y signo negativo, y que se alterna seis
veces en los doce signos del zodíaco. Los signos positivos son los de fuego y
aire: Aries, Géminis, Leo, Libra, Sagitario y Acuario. Los signos negativos son
los de tierra y agua: Tauro, Cáncer, Virgo, Escorpio, Capricornio y Piscis.
La cuarta secuencia es la de los signos individuales (la primera mitad del
zodíaco, desde Aries a Virgo) frente a los signos sociales (la segunda mitad
del zodíaco, desde Libra a Piscis). Aunque ésta no es una de las clasificaciones
antiguas de los signos, vale la pena estudiarla en este capítulo.
Los cuatro elementos -fuego, tierra, aire y agua- son conocidos popularmente
porque a la mayoría de la gente le han enseñado que los antiguos creían que to
das las sustancias se componían de ellos. Nosotros, hoy, nos enorgullecemos de
saber que la materia no se compone de cuatro, sino de casi un centenar de ele
mentos.*
Sin embargo, si la vieja doctrina de los elementos nos suena a tontería, es
porque los modernos no comprendemos exactamente lo que querían decir los
antiguos. A ellos no les interesaban tanto como a nosotros los elementos quí
micos, porque no estaban tan ocupados en establecer la realidad objetiva de la
naturaleza como algo distinto de la experiencia humana. Más bien concebían
la realidad y la experiencia humana como una sola cosa, como un continuo. El
mismo tipo de análisis simbólico que podríamos aplicar hoy a la comprensión
de la psique humana se aplicaba igualmente a la naturaleza. Así, los antiguos se
interesaban más por las modalidades de la existencia, por los factores que tie
nen que ver con las características del comportamiento de una cosa, y (aunque
* Lo interesante, sin embargo, es que la ciencia moderna haya llegado a algo muy si
milar al fuego, la tierra, el aire y el agua en su consideración de los cuatro estados físicos
de la materia. La tierra corresponde a los sólidos, el agua a los líquidos, el aire a los gases
y el fuego a los plasmas (estados de la materia altamente cargados de energía en los que los
átomos están despojados de sus electrones).
200
ellos no lo formularan de esta manera) por los diferentes modos en que las per
sonas pueden experimentar la esencia de una cosa.
Si se experimentaba algo como caliente, vivaz, activo y poseedor de una
marcada individualidad, unidos estos rasgos a un dinamismo y una especie de
inestabilidad inherente, se lo concebía como algo que tenía la naturaleza del
elemento fuego. Si la vivencia de otra entidad era la de algo sólido, constante,
material, capaz de ofrecer apoyo y perdurable, se pensaba que tenía el carácter
del elemento tierra, y así sucesivamente. Si le hubiéramos preguntado a alguien
de aquella época si pensaba que una persona de temperamento fogoso llevaba
realmente dentro de sí una mayor cantidad de fuego, la respuesta sería que sí,
pero su idea de lo que significa contener fuego habría sido muy diferente de la
que podemos tener actualmente. El concepto de sustancia ha cambiado. En el
Renacimiento, los occidentales empezamos a adquirir una noción más próxima
a la moderna de lo que son las sustancias. En términos simples, cuando una per
sona de hoy en día pregunta de qué elementos se compone algo no está hacien
do la misma pregunta que un antiguo. La mentalidad moderna pregunta cuál es
la realidad objetiva de la estructura de una sustancia, en tanto que los antiguos
preguntaban cuál es su realidad subjetiva, es decir, cuáles son los componen
tes de la experiencia que uno tiene de una sustancia. El fuego o la tierra descri
ben la vivencia que tenemos de una sustancia, no su naturaleza química. Esta
manera de pensar en los elementos ha sobrevivido inalterada en la astrología
moderna. Así, cuando hablamos de un temperamento fogoso, nos referimos a
las características esenciales de un comportamiento y a la vivencia que éste pro
voca en los demás. Nadie que esté en su sano juicio creería que una personali
dad fogosa contiene realmente más cantidad de la sustancia fuego.
201
cualidades de proceso, cambio y evolución. El fuego se eleva: no puede perma
necer mucho tiempo en el mismo nivel, y esto da a la gente de fuego un carác
ter intensamente dramático. Son personas que no disfrutan con la inmovilidad.
Cuando las circunstancias les obligan a soportar una situación estática, ello les
provoca depresión y una sensación de estancamiento. A menudo tratan de forzar
los acontecimientos antes de que estén maduros, lo que puede dar como resul
tado que las cosas se estropeen a causa de una acción prematura, o que tengan
éxito mientras los demás esperan el momento adecuado.
El fuego es un elemento emocional, pero tiende a las emociones más acti
vas y dinámicas: cólera, júbilo, exaltación y entusiasmo. Le cuesta más enfren
tarse con la tristeza, la depresión o el tipo de, sentimientos que provienen de la
tranquila contemplación de las circunstancias. Las personas con este tempera
mento generalmente demuestran su amor y sus afectos, aunque no siempre ex
presen estas emociones de una manera sensible, teniendo en cuenta las reaccio
nes de los demás. A la gente de fuego no le gusta mostrar tristeza ni dolor: su
respuesta típica es tomar a broma su propia infelicidad. Incluso cuando están
deprimidos, suelen ser capaces de hacer que los demás se sientan mejor. Pero
como no son muy sensible& a los sentimientos ajenos, corren el riesgo de herir,
sin darse cuenta, a quienes sí lo son.
Al ser una energía positiva y extravertida, para el fuego no es fácil asumir
un papel pasivo. A estas personas les resulta difícil escuchar, percibir en silen
cio o reflexionar. Con frecuencia, la energía que se vuelca hacia afuera es de
masiada para dejar margen a que les llegue la energía de otras personas. En la
gente de fuego, la fuerza tiene una connotación masculina. Por lo tanto, es fácil
que les disguste la debilidad en los demás, especialmente si refleja debilidades
propias. Hay que decir que las personas de este elemento que son más cons
cientes no exigen a los otros más de lo que se exigen a ellas mismas, pero aun
así pueden exigir muchísimo.
202
dad material en el mismo momento. Así la materia, y por mediación de ella el
símbolo tierra, significa los límites impuestos a nuestra libertad (en razón de lo
cual el elemento tierra se relaciona con el planeta Saturno). No podemos hacer
todo lo que quisiéramos ni ir a cualquier lugar que nos apetezca porque estamos
limitados por nuestra propia materialidad y la del mundo que nos rodea. Por más
intensamente vinculados que estemos con fantasías, ideales o abstracciones, siem
pre debemos tener en cuenta la tierra y lo que le atañe. Es el escenario final don
de se manifiestan nuestros actos, y dado el trato que generalmente tenemos con
el mundo, nada es real a menos que incida de alguna manera en el universo
físico.
No se ha de pensar, sin embargo, que la tierra sea algo que limita y estruc
tura solamente de manera negativa. Es también un apoyo y una fuente de amor
y cuidados. Con frecuencia hablamos de la Madre Tierra como el origen de toda
vida. Hay un aspecto de fertilidad en la tierra que permite que los entes que en
ella crecen asuman una forma que los hace perceptibles. El agua es también un
elemento fértil, pero no suele manifestar su fertilidad como algo tangible.
A diferencia del fuego, la tierra es estable, el más estable de todos los elemen
tos. También a diferencia del fuego, es pasiva: necesita que una energía exter
na actúe sobre ella y le dé forma. Para que las personas de tierra sean realmen
te productivas, debe haber una energía positiva y autoafirmativa proporcionada
por las combinaciones planetarias que haya en su carta, porque de no ser así, la
personalidad terrestre permanece pasiva.
La tierra tiende a resistirse al cambio, y puede configurar estructuras que se
quiebran cuando se las somete a presión, porque carecen de la flexibilidad ne
cesaria para adaptarse. La tierra representa con frecuencia un conservadurismo
obstinado, en el que la preocupación excesiva por lo que es «real» en cualquier
momento dado bloquea la capacidad de dejar pasar a primer plano una nueva
realidad. Así, este elemento puede convertirse en una barrera incluso para la
función que se supone que debe cumplir, o sea, dar forma y sustancia a lo que
se va creando. Se ha de tener en claro que el fuego y la tierra son compañeros; ac
túan de maneras antagónicas, pero cada uno necesita del otro para producir un
efecto.
El fuego desea cambiar las cosas, mientras que la tierra intenta generalmen
te sacar el mejor partido posible de lo establecido. Ser de tierra significa arre
glarse con lo que se tiene. Las personas de tierra son muy hábiles para ocuparse
de los detalles que hay que atender en la realidad cotidiana con el fin de que las
cosas funcionen con eficacia. El fuego puede proporcionar la motivación, pero
la sustancia la da la tierra.
La tierra es efectiva. para la realización, para convertir los sueños en reali
dad. A veces los compromisos adquiridos con la realidad son demasiados para
el soñador, pero en el mejor de los casos la tierra sólo aceptará los compromi
sos que hagan posible una cosa. Ciertamente hay también tipos terrestres que en
203
sus esfuerzos por realizar algo destruyen por completo el ideal subyacente. A
veces una falta de visión o una preocupación excesiva por los aspectos secun
darios de la realidad oscurece la comprensión de la totalidad que suele tener la
tierra y es causa de que estos nativos actúen más bien por miedo que por inte
rés por la realidad práctica. Más que las de cualquier otro tipo, las personas de
tierra necesitan una educación que amplíe su perspectiva. Si la tienen, pueden
ser muy eficaces, mientras que una estrechez de miras puede hacer que sean
muy negativas.
Al ser un elemento relativamente pasivo, la tierra percibe mejor que el fue
go. Generalmente, las personas de tierra están muy en contacto con sus reac
ciones viscerales ante la vida. Cuando se sienten mejor es cuando pueden actuar
según su propia experiencia y sus percepciones, cuando no tienen que confiar
en lo que les dicen otras personas. Entonces muestran su especial habilidad para
ir directamente al centro del asunto y percibir lo que hay que hacer. Pero debi
do a su limitada capacidad para manejar las abstracciones, es improbable que
una persona de tierra que actúe según conceptos basados en la experiencia aje
na llegue a entender bien una situación.
La tierra es muy consciente de los asp€ctos del mundo exterior que se pue
den experimentar por medio de los sentidos, pero no tiene una conciencia tan
clara de las consideraciones emocionales, que son más abstractas, menos tangi
bles y mucho más personales. El temperamento de tierra adjudica menos valor
a la experiencia interior, porque sus percepciones tienden a estar enfocadas ha
cia el exterior. Especialmente Virgo y Capricornio se inclinan a sacrificar las
necesidades emocionales cuando les plantean conflictos con su visión de la rea
lidad. En ocasiones, la preocupación por lo práctico se interpone, de hecho, en
el camino que conduce a los logros prácticos. Esto puede· suceder cuando uno
desdeña las emociones de aquellos con quienes colabora, a pesar de que las
emociones forman parte del entorno con el que hay que tratar en no menor me
dida que sus aspectos materiales. De esta fuente provienen los «expertos en efi
ciencia» cuya preocupación por la eficacia es tan grande que crean un ambien
te donde nadie puede trabajar. Si se la lleva demasiado lejos, la preocupación
por lo que es real en un sentido estricto y material puede volverse completa
mente irracional.
204
go se eleva mientras que el viento se mueve horizontalmente. El fuego pugna
por ir hacia arriba, alejándose de la realidad ordinaria en busca de un ideal o una
abstracción, mientras que el aire se mueve horizontalmente, relacionando todo
lo que encuentra a su paso en el mundo físico con todo lo demás. Debido a su
asociación con el movimiento horizontal, el aire se vincula principalmente con
la transmisión de ideas, pero también con el transporte de objetos.
Como el fuego, el aire puede enredarse hasta tal punto en abstracciones que
pierde el contacto con la realidad física y las consideraciones prácticas. Pero
a diferencia del fuego, se mueve justo encima de la superficie de la Tierra, de
modo que aunque le gustan las abstracciones, las suyas están más próximas a la
realidad física que las del fuego.
El aire se asocia con el pensamiento y la lógica, y como tal es menos perso
nal que el fuego, que generalmente se relaciona con el impulso personal y vital
o con la voluntad, y cuyas abstracciones son personales. El aire, que tiene una
concepción social y externa de la verdad, se inclina más a las abstracciones que
tienen poco que ver con el individuo. En esto es parecido a la tierra: a ambos les
interesa principalmente la realidad externa al yo. Al fuego y el agua les impor
tan más las formas personales e íntimas de la verdad.
Las personas de aire están tan dispuestas a reformar y cambiar el mundo
como las de fuego, pero no suelen hacerlo como una expresión personal. El aire
siempre tiene un carácter fuertemente social. Los tres signos de aire se refieren
a las relaciones con los demás: Géminis con el mundo inmediato por medio de
la mente y el habla, Libra mediante el logro de un equilibrio perfecto en una rela
ción de persona a persona, y Acuario por medio de la conciencia de grupo y la
interacción. Al aire le falta la capacidad del fuego para llegar a ser quien realmen
te es. Puede parecer que esto se contrapone fuertemente a la imagen popular de
Acuario como signo de la revolución, pero el hecho es que Acuario (véase la
sección sobre este signo en el capítulo siguiente) se relaciona con los movi
mientos revolucionarios, no con los individuos inconformistas. Un revoluciona
rio acuariano desea la libertad para imponer sus ideales a la totalidad de la so
ciedad, mientras que los tipos de fuego sólo quieren la libertad para ser ellos
mismos. Los signos de aire tienen muchas más probabilidades de adaptarse a la
sociedad que los signos de fuego, pero de todos modos necesitan mucha más li
bertad que los signos de tierra.
Aunque el aire es muy social, en ocasiones es incapaz de manejar bien la
verdadera intimidad. Esto se debe a que opera de manera extensiva más bien
que intensiva, procurando cubrir tanto terreno como le sea posible para así ob
tener una visión general de la totalidad. Una relación de intimidad e intensa
mente emocional puede nublarle la percepción e interferir en su vivencia de la
totalidad. Además, comprometerse profundamente con alguien de una forma
intensiva obstaculiza su necesidad de compartir vivencias con muchas perso
nas. Libra es el único signo de aire en el que el impulso a tener relaciones per-
205
sonales íntimas es fuerte, pero incluso aquí hay un cierto desapego y una falta
de intimidad, disimulados a menudo por la facilidad de este signo para triunfar
en la vida social.
Si la gran fuerza del aire es su visión clara y objetiva, su punto débil es su
incapacidad de comprender las emociones y la sensibilidad extremas. Esta de
bilidad se acentúa cuando el típico signo de aire ni siquiera ve que esto sea un
problema. Una personalidad de aire necesita desarrollar su sensibilidad hacia
los aspectos internos y emocionales de otras personas para igualarla con su com
prensión de los aspectos objetivos y externos.
El intelecto del aire no sólo es desapegado y objetivo; también es superficial
y rápido. La mente de un signo de aire puede tratar más datos con mayor rapi
dez y más eficiencia que ningún otro elemento. Es excelente para observar, pla
near y organizar, así como para el pensamiento original y creativo. El aire está
menos atado al orden establecido que la tierra, pero se preocupa más que el fue
go por la eficacia en el mundo real. De ahí que pueda combinar lo mejor de es
tos otros elementos y signifique un pensamiento innovador realmente eficaz. Así,
todos los campos de es.tudio que implican el desarrollo de técnicas, métodos y
prácticas nuevas pertenecen al elemento aire, que también se relaciona con los
campos de estudio sumamente técnicos y abstractos que sin embargo tienen una
cierta incidencia en el mundo real, como la ciencia y la astrología. ¿Qué puede
ser más abstracto que el estudio de conceptos no materiales como son en astro
logía los elementos, los planetas, las casas y los signos? Y sin embargo, cuan
do los usamos para entender a seres humanos reales, ¿qué puede ser, al mismo
tiempo, más práctico? Esta combinación de carácter abstracto y aplicación prác
tica es una característica esencial del elemento aire.
206
establecen diferencias: la antítesis del aire. Como pasa con el fuego, el estilo
del agua es captarlo todo como totalidad. Tanto el fuego como el agua represen
tan funciones no racionales, pero el fuego se relaciona más con una manera de
comprender súbita como el rayo, mientras que el agua tiene una forma de enten
der sutil y afectiva que no se manifiesta en un momento determinado, sino que
más bien parece que haya existido siempre. Aunque cuando se trata de factores
discontinuos el agua ve menos que cualquier otro elemento, es el mejor para
sentir las relaciones y las formas en las que cada cosa interacciona con cada una
de las otras. El agua puede ver y entender de una manera que es difícil de cap
tar para los demás elementos, especialmente para el aire, pero ve muy bien.
A menudo la mejor forma de comunicarse, para el agua, es el arte, espe
cialmente la poesía y la música. No es que este elemento tenga el monopolio de
lo artístico, pero los artistas en cuya carta predomine el agua tienen suerte, por
que cuentan con un medio de comunicación apropiado.
Otro factor que a veces levanta una barrera entre los otros elementos y el
agua es que la vivencia de ésta es muy personal. En este sentido, el agua está
más próxima al fuego y más distante del aire y la tierra. La experiencia perso
nal de la gente de agua puede ser tan vívida, que al lado de ella la realidad ex
terna pasa a ser insignificante. Este es el origen de la manifiesta tendencia de
las personas de agua a retirarse a los mundos privados de su fantasía. Aunque
sus observaciones sean muy personales, los demás deberían tomarlas en serio.
Incluso la vivencia más personal tiene, en algún nivel, importancia para la hu
manidad.
Así como el fuego se eleva, el aire se mueve horizontalmente y la tierra per
manece inmóvil, el agua tiende a hundirse y a penetrar. Se mueve hacia abajo
hasta rodear las raíces de todas las cosas. Por eso es un símbolo de empatía.
Empatía es la capacidad de sentir lo que siente otra persona como si uno fuera
ella (por contraste con simpatía, que significa simplemente tener un sentimien
to de afinidad con otra persona). Por lo tanto, la gente de agua necesita vivir en
un entorno psíquico relativamente limpio. Si están rodeados de personas per
turbadas, los tipos de agua sintonizarán con la perturbación como si las energías
se originaran dentro de ellos mismos, y de este modo se pueden sentir física y/o
psicológicamente enfermos aunque en realidad estén muy bien.
Por el lado positivo, una persona de agua entiende los sentimientos y emo
ciones mejor que otra de cualquier otro elemento, y es capaz de una gran pro
fundidad emocional y de sentir compasión por los demás. El agua es un símbolo
de tierno respeto, protección y ayuda. Cáncer, especialmente, tiene una fuerte
vena maternal, pero este rasgo también es visible en Escorpio y en Piscis. Aun
que el agua es en algunos sentidos primitiva comparada con los otros elemen
tos, no representa una función inferior, aunque nuestra cultura, por causa de un
accidente histórico, tienda a considerarlo así. Los hombres en particular tienen
un problema con las partes de agua de su naturaleza, porque las características
207
del agua están en total desacuerdo con la masculinidad tal como la define nues
tra cultura. Tanto consciente como inconscientemente, sabemos que nuestros
ancestros vinieron del mar, y consideramos el agua como el símbolo de la ma
triz divina de la que ha nacido la naturaleza entera. La tierra puede ser la sus
tancia de la que está hecha la realidad cotidiana, pero el agua es la sustancia del
universo primordial, y existía antes de la formación de la materia sólida. Más
que cualquier otro elemento, el agua se asocia con el alma: el telón de fondo
eterno e inalterable que existe desde y para siempre, y delante del cual se re
presenta el drama de la vida individual.
Como el agua es el símbolo de la matriz de la que se ha originado toda vida,
las personas de agua tienden a mantener un fuerte vínculo con esta matriz, mu
cho más que las de otros elementos. De ahí su mayor énfasis en las emociones
y el alto grado de capacidad psíquica que se observa en muchas personas de agua,
que además suelen tener vínculos más fuertes con el pasado, y un compromiso
más intenso con personas, lugares y situaciones familiares. El agua tiende a ser
conservadora, como la tierra, pero mientras que el conservadurismo de ésta pro
viene de su excesivo interés por el mundo material, en el caso del agua se ge
nera en la necesidad de contar con la seguridad emocional que da lo que es fa
miliar. Cuanto más inseguro pueda ser psicológicamente alguien con una fuerte
influencia de este elemento, peor será el problema. Si la persona de agua es
fuerte, ya hemos dicho que será protectora y maternal; si es débil, puede vol
verse posesiva y caer en el aferramiento emocional.
La metáfora de hundirse en el agua pesa aún de otra manera sobre la psicolo
gía de los signos de agua. A menos que tengan alguna clase de energía positi
va, proveniente de su interior o del entorno, las personas de agua son propensas
a la depresión y a la melancolía, y no intentan ocultarlo, como hacen las de fue
go y las de aire. Casi parece, en cambio, que se regodeasen en esas emociones,
lo cual puede ser angustioso para quienes las rodean, aunque quizá el problema
no sea tan grave como parece. Para una persona de agua, la depresión o la me
lancolía son preferibles a la insensibilidad emocional, que indica de alguna ma
nera una desvinculación de la fuente de la vida. El agua tiene, como el fuego, la
necesidad de hacer de sí misma un drama; pero a diferencia del fuego, también
está dispuesta a tomarse en serio las emociones de los demás. Aunque al fue
go le gusta dramatizar, es frecuente que se impaciente cuando son los demás
los que lo hacen; la coherencia no es uno de los puntos fuertes de la naturaleza
humana.
La imaginación creadora es el lado positivo de lo que en ocasiones es mera
fantasía. Estar en contacto con la matriz primordial da al nativo de agua la ca
pacidad de extraer de ella algo y darle nacimiento. Aunque para concretarlo en
la realidad se requiere un poco de tierra, la verdadera creatividad exige tam
bién la capacidad de ver una existencia posible allí donde todavía no hay nin
guna. Las personas de agua pueden aportar nuevas intuiciones a la naturaleza
208
humana, y proporcionarnos a todos la capacidad de entendernos mejor. Cuan
do los nativos de agua se refugian en la fantasía privada, eso es creatividad sin
la tierra necesaria para convertirla en algo tangible, o intuición sin la capacidad
del aire para comunicarla.
Los elementos en los planetas Como sucede con todas las descripciones
en astrología, las que acabo de esbozar sobre los elementos son de tipos relati
vamente puros, que casi nunca se dan en el mundo real. No sólo la mayoría de
las personas tenemos en el horóscopo signos dominantes que pertenecen a va
rios elementos, sino que también hay otro factor, además de los signos, que de
bemos considerar antes de caracterizar a una persona según el predominio de
los diversos elementos en su carta. Ese factor son las fuerzas relativas de los
planetas.
Aunque representan energías que los signos no hacen más que modificar,
los planetas tienen, como los signos, características propias de los diversos ele
mentos, pero de forma más mezclada. Si un planeta cuyo carácter corresponda
a cierto elemento es fuerte en una carta (por ejemplo, si está cerca del horizonte
o del eje del meridiano, o en aspecto con el Sol o con la Luna, o es de algún otro
modo el foco de una configuración de aspectos o de puntos medios) esto puede
alterar completamente, en cuanto a los elementos, las características de la carta
que se derivarían de contar simplemente los planetas que hay en cada signo.
Entre las autoridades en la materia no hay acuerdo con respecto a la canti
dad y la proporción precisas de los elementos en los símbolos planetarios, pero
lo que sigue es una aproximación bastante cercana al consenso. Para mí no es
siempre seguro suponer que el elemento predominante de un planeta es exacta
mente el mismo que el del signo o signos que se considera que rige (en las pá
ginas 219-230 se encontrará un análisis de las regencias).
Fuego. Los planetas de fuego incluyen incuestionablemente al Sol y a Mar
te, aunque éste puede tener también un toque de tierra. Muchos consideran que
Urano posee también algo de fuego, y estoy de acuerdo, aun cuando me inclino
a considerarlo principalmente de aire. Júpiter, un planeta difícil de caracterizar
en cuanto a su elemento, es una mezcla de fuego y agua, con algunas resonan
cias de tierra.
Tierra. El planeta más puramente de tierra es Saturno. Mucho de lo que ya
he dicho de la tierra -su interés por la forma, la estructura y la solidez- podría
haber sido tomado igualmente de una descripción de Saturno. Pero este plane
ta no es totalmente de tierra, porque carece del carácter fértil de ésta. Quizá se
lo pudiera describir como materia estéril que espera la llegada de las energías
del agua y el fuego, que dan vida. Venus tiene algo de tierra, pero mezclada con
agua, aire y un poco de fuego. Lo único que se puede decir con seguridad de
Venus es que los elementos yin (la tierra y el agua) predominan sobre los ele
mentos yang (el fuego y el aire).
209
A Mercurio se lo describe a menudo como un planeta con un lado terrestre,
probablemente porque según la tradición es el regente de Virgo, signo de tierra.
Pero en mi opinión esto es falso. Mercurio no es de tierra, y probablemente no
debería estar asignado a Virgo. Expongo mis razones en la sección sobre Vir
go, en el capítulo 11.
Aire. Mercurio es, en cambio, el único planeta puramente de aire. El sim
bolismo del aire y el de Mercurio están completamente entretejidos. Los dos
son móviles y cambiantes, y están fuertemente asociados con el transporte, el
pensamiento, la planificación y la deliberación. Ambos participan en el esta
blecimiento de relaciones, por lo menos en las superficiales pero necesarias pri
meras etapas.
Urano, como ya he dicho, también está fuertemente vinculado con el aire,
aunque su manera de actuar, súbita, brusca e inesperada es más característica
del fuego. Evidentemente es una mezcla.
Agua. La Luna y Neptuno son casi puramente agua. Aunque con frecuencia
Neptuno se parece más a un vapor que a un líquido, no llega a ser de ningún
modo como un símbolo de aire. Cada uno a su manera, la Luna y Neptuno nos
conectan con la matriz fundamental del ser. Ambos están ligados con el in
consciente y las emociones; la principal diferencia reside en que la Luna no es
tan mística como Neptuno. Cualquiera de los dos planetas en un emplazamien
to fuerte en una carta puede indicar una personalidad de agua.
Como Plutón es el regente de Escorpio, muchos astrólogos lo consideran de
agua, pero otros le adjudican la regencia de Aries, un signo de fuego. Aunque
yo no estoy de acuerdo con esta asignación, siento que refleja algo que es real
en Plutón. Este planeta tiene características de ambos elementos: variabilidad
emocional (agua) y la tendencia a glorificar la fuerza y el poder (fuego). Yo di
ría que pertenece a ambos elementos en proporciones más o menos iguales.
Los elementos y los tipos psicológicos de Jung Los elementos son una
tipología cuádruple, igual que los cuatro tipos de temperamentos del psicólogo
Carl G. Jung. De ahí que sea tentador el intento de conectarlos. Jung creía que
estaban relacionados, pero nunca especificó exactamente cómo, y por ello los
astrólogos de orientación psicológica siguen discutiendo apasionadamente qué
elemento corresponde a cada tipo psicológico. Los que aceptan que hay una re
lación concuerdan generalmente en que la tierra se equipara con la sensación y
el aire con el pensamiento.* Pero con respecto a la forma en que el fuego y el
agua se relacionan con el sentimiento y la intuición, están más divididos. Parte
del problema reside en que es difícil llegar a definiciones del «sentimiento» y
* Por lo menos una astróloga, sin embargo, relaciona el aire con el sentimiento. Véa
se Karen Winterburn, «Archetypally Derived Tipologies: Air As Feeling», Journal of
Geocosmic Research Monograph, núm. 1, 1980.
210
de la «intuición» con las que todos estén de acuerdo. Tales definiciones deben
ser el primer paso para entender cualquier relación con los elementos. Por lo
tanto, antes de ver si se debe establecer una relación entre los elementos y los
tipos junguianos, vamos a ver de qué manera definía Jung estos términos.
Jung usa el término sensación en el sentido habitual: es la función que opera
mediante la percepción por vía sensorial. No formula juicios, se interesa sola
mente por lo que es así en el mundo exterior de acuerdo con los sentidos. Como
la sensación por sí misma no intenta organizar ni juzgar lo que percibe, Jung la
consideró una función irracional.
El pensamiento es una función muy parecida a lo que cabe esperar. Es un
proceso de ordenamiento que confiere sentido a lo percibido. Por consiguiente,
es una función racional.
El sentimiento informa al observador sobre si algo es bueno o malo, pla
centero o no. Es una facultad-que juzga, y como de acuerdo con sus criterios tie-
ne una función ordenadora, como el pensamiento, Jung consideró al sentimiento
una función racional, lo cual poco tiene que ver con la idea habitual del senti
miento como emoción.
La intuición nos da la sensación de entender algo por un medio no racional
y en su mayor parte subconsciente. Súbitamente, nos damos cuenta de qué es lo
que hemos percibido. Como la sensación, la intuición no juzga ni ordena lo que
entiende, y por lo tanto es una función irracional.
Es fácil ver los problemas que esto plantea. Primero, está el uso fuera de lo
común que hace Jung de los términos «sentimiento» y «racional». Se aparta del
uso popular de «racional» como sinónimo de «lógico» o de «razonable», pero
utiliza correctamente la palabra en uno de sus sentidos. El uso que hace del tér
mino «sentimiento», sin embargo, no se corresponde con ninguno de los signi
ficados comunes de la palabra. La tendencia a juzgar el valor o la valía de una
cosa es diferente de la tendencia a tener una reacción emocional ante aquello
con que uno se encuentra. La primera es efectivamente racional, como dice Jung,
mientras que la segunda no lo es.
Después hay otro problema. En la forma en que Jung concibe los cuatro ti
pos, el sentimiento se opone polarmente al pensamiento y la sensación a la in
tuición. Es decir que las dos funciones racionales se oponen la una a la otra, y
lo mismo sucede con las dos funciones irracionales. En el esquema de Jung uno
no puede ser una persona en quien dominen al mismo tiempo el pensamiento y el
sentimiento; tampoco puede ser alguien en quien la sensación y la intuición do
minen a la vez. Una persona tiene que ser o bien un tipo puro o bien una mezcla
de tipos adyacentes como pensamiento-intuición, sensación-pensamiento, senti
miento-intuición, etcétera. En astrología, sin embargo, uno puede ser cualquier
mezcla de dos o más elementos. Esto ha de constituir una advertencia inmedia
ta de que no hay una manera simple de equiparar las dos tipologías.
Pero hay más problemas. Primero, así como los cuatro tipos psicológicos
211
junguianos se refieren principalmente a la percepción, los cuatro elementos as
trológicos se relacionan tanto con maneras de percibir como con maneras de ac
tuar. En segundo lugar, la coincidencia entre cada elemento y cada posible tipo
psicológico correspondiente varía entre buena y no convincente. Estudiemos
cada caso, para ver qué dificultades se plantean.
A muchos, el fuego les sugiere la función intuitiva. Esto se debe a que tien
de a percibir en imágenes, y a tener una captación instantánea de una situación.
No razona ni piensa en ningún sentido clásico del término: o entiende o no en
tiende. Por eso la gente de fuego puede ser sumamente creativa, y sin embargo
no servir para el razonamiento lógico. Tanto el fuego como la intuición no son
racionales, en cualquier sentido que se quiera dar a esta palabra. Pero el tipo de
percepción psíquica de los tonos emocionales que también coincide con el uso
que hace Jung del concepto «intuición» no es tan característico del fuego. Las
percepciones psíquicas se relacionan generalmente con algún aspecto oculto de
la verdad, ya sea en una realidad externa o interna. La captación intuitiva del
fuego se relaciona más a menudo con algo que todavía no existe: un ideal, un
concepto original o simplemente una intención que tiene el individuo de dar exis
tencia a algo que todavía no la tiene. El aspecto psíquico de la función intuitiva
de Jung es más característico del agua que del fuego.
Por estas razones, muchos astrólogos han asignado, en cambio, el fuego a la
función del sentimiento, pero este elemento no tiene mayor propensión que cual
quier otro a formular juicios en términos de bueno-malo. Por eso creo que ningu
no de los cuatro elementos tiene nada en común con el tipo psicológico que
Jung llamó «sentimiento».
A la tierra se la equipara generalmente con la sensación. Aquí la correspon
dencia es buena, pero sigue habiendo problemas. Es verdad que los signos de
tierra son los que más relacionados están con la percepción de una realidad fí
sica externa. Pero a la tierra no sólo le interesa percibirla, sino también orde
narla de la forma más eficaz para una situación dada. En el sentido junguiano de
la palabra, la tierra es sumamente racional, mientras que la sensación, en cuan
to función, no lo es. Virgo y especialmente Capricornio necesitan hacer juicios
sobre el bien y el mal, y a Tauro le preocupa mucho lo agradable y lo desagra
dable. Según las definiciones de Jung, la tierra se interesa casi tanto por el sen
timiento como por la sensación.
Al aire se le adjudica en general el pensamiento, y probablemente sea esta
la menos defectuosa de tales atribuciones. Pero este elemento también incluye
algo más que el análisis racional de la percepción. Como el fuego, el aire pue
de estar más interesado por cosas que todavía no son reales, que son abstractas
y no se relacionan con una realidad determinada. Además, otra connotación del
aire es una inquietud en el comportamiento, una voluntad que sale al mundo
para enfrentarse con él, en vez de apoltronarse pasivamente en su asiento para
poner orden en aquello que percibe.
212
El agua es el elemento que presenta mayor dificultad. Es casi seguro que se
relaciona con lo que se entiende popularmente por «sentimiento», pero aunque
pueda sentirse bien o mal con mucha mayor rapidez y sensibilidad que los de
más elementos, no es más dada a formular juicios sobre si algo puede ser bueno
o malo, agradable o desagradable. Y, a diferencia de la función psicológica que
Jung llamó «sentimiento», no es, en ningún sentido de la palabra, racional. Tal
como he dicho en relación con el fuego, si la intuición significa una percepción
no racional ni lineal, entonces el agua está por lo menos tan relacionada con la
intuición como el fuego.
Lo que sugiero es que de hecho los cuatro elementos se relacionan con cua
tro modos del conocimiento, como también con otros ámbitos de la vida, pero
que estos cuatro modos cognoscitivos sólo tienen un parecido aproximado con
los cuatro tipos junguianos. He aquí un resumen de la forma en que yo asocia
ría los modos cognoscitivos con los cuatro elementos.
El fuego percibe mediante imágenes y destellos súbitos de intuición. Una
persona de fuego estudiará algo durante largo tiempo sin entenderlo, y después
su importancia se le aclarará en un instante. El fuego tiende a complicarse con
abstracciones y -a menudo en un esfuerzo por concretarlas- con cosas que no
pertenecen todavía al mundo real, por lo menos a lo que normalmente se en
tiende por realidad. En la manera de percibir del fuego hay siempre una fuerte
mezcla de voluntad o deseo y de necesidad de transformar. El fuego suele ser
«psíquico», en el sentido esotérico del término.
La percepción de la tierra está menos influida por el deseo personal que la
del fuego. Se interesa mucho más por la realidad objetiva. Quiere saber lo que
es realmente así, y define sus criterios de acuerdo con lo que puede ser percibi
do y experimentado por todos. No demasiado interesada en las abstracciones, la
tierra puede incluso impacientarse con ellas. Le interesa mucho, en cambio, per
cibir el orden en el mundo y convertirlo en algo más eficaz y manifiesto. Como
el tipo psicológico que Jung denominó «sensación», y a diferencia del fuego, la
tierra es muy racional en su funcionamiento.
El aire se preocupa tanto como la tierra por la relación de las cosas en el
mundo exterior, pero está más interesado en las abstracciones. Le importa me
nos el orden implícito en la materia que observa, y más el que la mente puede
imponer a la materia. Mucho más que la tierra, el aire tomará los simples datos
sensoriales para edificar sobre ellos complejas estructuras intelectuales que con
frecuencia lo apartarán de los datos iniciales. El aire es muy racional, tanto en
el sentido junguiano como en el que popularmente se da a la palabra.
El agua obtiene información de percepciones teñidas de emociones y que
quizá no le lleguen por vía sensorial. Mientras que el fuego tiende a pensar en
imágenes, el agua percibe por mediación de los sentimientos. El agua es senti
miento en el sentido convencional del término, más bien que en el junguiano.
Como el fuego, percibe de una manera muy personal, y le preocupa menos lo
213
que llamamos realidad que la experiencia personal. El agua es incluso más
«psíquica» que el fuego, pero para ella es mucho más difícil traducir sus per
cepciones en palabras. Sin lugar a dudas es irracional en todos los sentidos de
la palabra.
Lo que hemos visto en esta sección es un ejemplo entre muchos de los in
tentos de los astrólogos de hacer una traducción unívoca de un sistema simbó
lico (la psicología junguiana) a otro (la astrología). Con frecuencia esto se hace
con el fin de legitimar la astrología, pero el intento es desafortunado, porque
ésta, entendida como un sistema psicológico por derecho propio, tiene un marco
de referencia simbólico mucho más poderoso que cualquiera de la psicología
ortodoxa. No sería realista esperar que un hombre, en el lapso de una vida, pue
da elaborar un entendimiento de los símbolos tan profundo como el de la astro
logía, que se ha ido elaborando durante milenios.
214
de la tierra reciben su ímpetu de Capricornio (el signo cardinal), están sosteni
das por Tauro (el signo fijo) y se transforman, se alteran y en ocasiones se vuel
ven trascendentales mediante el simbolismo de Virgo (el signo mutable). Más
específicamente, Capricornio desea construir y lograr en el plano material;
Tauro desea tener, retener y además disfrutar de la estabilidad material resul
tante de la acción de Capricornio, y Virgo desea cambiar y hacer más eficaces
los productos del mundo material creados por Capricornio y mantenidos por
Tauro.
En el elemento agua, el signo cardinal, Cáncer, simboliza el hecho de po
nerse en contacto con los sentimientos y las emociones, el deseo de contactar
con el mundo a un nivel emocional. Cáncer también busca crear y alimentar una
nueva vida. El signo fijo, Escorpio, prefiere habitar profundamente en el inte
rior del mundo de la emoción para experimentar y comprender este reino tan a
fondo como pueda. El sigpo mutable, Piscis, utiliza esta comprensión para ori
ginar una transformación del yo mediante la disminución del ego y la entrega
del alma.
En el elemento aire, Libra, el signo cardinal, genera un entendimiento del
tipo más simple de relación, la de persona a persona, y simboliza el comienzo
de la conciencia mediante la creación de una relación entre uno mismo y el otro.
Acuario, el signo fijo, simboliza el esfuerzo de entender la relación de cada
cosa y cada ser con cada uno de los demás, sin centrar ese entendimiento en el
yo ni limitar la vivencia a las relaciones entre dos personas. (Este punto de vis
ta acuariano conduce lógicamente a algunos conflictos con la visión popular del
signo.) El signo mutable, Géminis, toma el entendimiento de la relación de todo
en el universo e intenta edificar sistemas de comprensión sobre los cimientos
establecidos por Libra y Acuario.
En el elemento fuego, Aries, el signo cardinal, representa el empuje inicial de
la Voluntad en el universo. En muchos sentidos es éste el signo cardinal esen
cial. El signo fijo, Leo, representa la voluntad ahora establecida dentro del uni
verso, que se observa a sí misma y a la vez es observada por los demás. En el
signo mutable, Sagitario, esa misma voluntad intenta re-crear y transformar
el mundo basándose en sus propios deseos y en su comprensión interior.
Estas descripciones de los signos teniendo en cuenta solamente el elemento
y la cruz son limitadas, porque hay factores adicionales que acaban de redon
dear sus significados individuales. Algunos de estos factores, como las polari
dades y los signos individuales frente a los signos sociales, son bien conocidos
y los estudiaremos en este capítulo. Otros no lo son tanto, y su presencia sólo
puede deducirse de la manera en que las manifestaciones efectivas del signo se
apartan de las fórmulas aquí esbozadas.
Las cruces y las estaciones Lo que sigue no es una prueba ni una justifi
cación de las características de las cuadruplicidades. Es simplemente una ilus-
215
tración de las relaciones de éstas con un fenómeno natural, el cambio de las esta
ciones en las zonas templadas del mundo.
El primer tercio de cada estación es un signo cardinal: en este período las
características de esa estación se afirman con fuerza. Es una etapa de cambio
dinámico durante la cual la nueva estación se adueña de un hemisferio de la
Tierra. Con frecuencia, la nueva estación está en conflicto con la que la prece
día, pero finalmente triunfa.
El segundo tercio de cada estación es un signo fijo. Aquí tenemos las ca
racterísticas de esa estación estabilizadas y representadas en su forma más per
fecta. El tiempo se ha asentado y es razonablemente previsible.
El último tercio de cada estación es el signo mutable. Aquí, las características
de la estación van cediendo el paso a las de la siguiente. De nuevo hay dinamis
mo, pero es el de algo que cede el paso a otra cosa, no el de algo que se hace valer.
216
Signos fijos. Como ya he dicho, los signos fijos tienen la función de pre
servar y sostener. Pero la fijeza no es conservadurismo; satisface más bien la
necesidad de una actividad que se ha de practicar diariamente de manera previ
sible y fiable. Acuario, aunque decididamente fijo, no es en modo alguno un
signo conservador. Los acuarianos pueden llegar a conclusiones radicales sobre
el mundo, pero una vez formadas, sus ideas no cambian. (Véase en el capítulo
siguiente la sección sobre Acuario.) Tauro, por otra parte, es auténticamente
conservador, mientras que Escorpio y Leo pueden ocupar cualquier lugar en el
espectro.
La característica más obvia de los signos fijos es su obstinación y su persis
tencia. Lo que el signo cardinal empieza, el fijo lo continúa. Los signos fijos
dan a la existencia un cierto grado de estabilidad. La dificultad está en el hecho
de que tal vez no permitan el cambio cuando se hace absolutamente necesario.
En este punto, la fijeza se convierte en una barrera al progreso.
Signos mutables. Exactamente como su nombre indica, los signos mutables
están comprometidos con el cambio, la transformación y la adaptación. Simbo
lizan la flexibilidad necesaria para permitir que las estructuras sobrevivan en
medio de las realidades cambiantes. Como consecuencia, las personas en quie
nes dominan los signos mutables son más adaptables y menos resistentes al cam
bio. Quizá no lo inicien siempre, pero coexisten bien con él. Y en cierto modo,
efectivamente lo inician: son capaces de tomar cualquier cosa que haya sido
creada y sostenida por las otras dos cuadruplicidades y transmutarla de modo
que pueda operar en un nivel superior.
Lo interesante es que los cuatro signos mutables tienen que ver con algún
aspecto del conocimiento o de la conciencia. Géminis es la conciencia y el pen
samiento comunes; Virgo es el conocimiento del mundo físico, que nos permite
utilizarlo con más eficacia; Sagitario es la amplia visión general que nos posi
bilita ensamblar todas las partes en un todo, y Piscis es el conocimiento que so
lamente llega cuando el intelecto se entrega a la vivencia de la Unidad.
Las polaridades
217
Sobre la base de la experiencia astrológica se puede decir con seguridad que
los signos positivos están, generalmente, orientados de forma más objetiva y
son más extravertidos, capaces de hacerse valer y de interesarse por lo que su
cede a su alrededor. Los signos negativos tienden más a la introversión y a inte
resarse por las vivencias subjetivas. El problema principal no es la pasividad; al
gunos signos positivos son en realidad más pasivos que algunos negativos. Por
ejemplo, los signos negativos Capricornio y Escorpio no son especialmente pa
sivos, mientras que Libra, un signo positivo, lo es con frecuencia. La clave en
cuanto a ser positivo o negativo reside en si la atención y las energías del nati
vo se concentran principalmente en las experiencias y los asuntos externos o
bien en los internos.
Por lo tanto, la polaridad de los signos es uno de los factores que se han de
verificar cuando se determina si un individuo es principalmente introvertido o
extravertido.
218
cesidad es la del género humano como un todo en relación con el universo. La
necesidad a la que debe rendirse es más abstracta, y la entrega más completa.
Se pueden hacer comparaciones similares con los otros signos. No lo he he
cho porque si se realiza de manera simplista, se violenta el simbolismo básico
de los signos individuales. La pauta existe, pero se la ve con más claridad en al
gunos pares de signos que en otros.
Tabla 7
Dignidades y debilidades planetarias
Regencia
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Exaltación o J) lj t' 't' 'i' h )¡(' el' 'i'
Caída h )¡(' el' 'i' o J) lj t' 't' 'i'
* Exaltaciones y caídas modernas.
219
aunque lamentablemente la perfecta simetría de su esquema se descalabró con
el descubrimiento de los planetas que se encuentran más allá de Saturno.
Ptolomeo empezó por Cáncer y Leo, porque es en ellos donde se encuentra
el Sol en la parte más septentrional de su recorrido, en el verano del hemisferio
norte, cuando hace más calor. Asignó la Luna a Cáncer porque es un signo fe
menino, y el Sol a Leo porque es un signo masculino. Después tomó los signos
opuestos, Capricornio y Acuario, y se los asignó a Saturno, porque el paso del
Sol por estos signos señala la época más fría del año, y Saturno, el planeta visi
ble más alejado del Sol, es para los astrólogos de naturaleza fría. Luego asignó
los dos signos siguientes a cada lado de Capricornio y Acuario -Sagitario y Pis
cis- a Júpiter, el planeta siguiente en dirección al Sol. El par de signos que si
guen, Escorpio y Aries, los asignó a Marte; Libra y Tauro a Venus, y el último
par, Géminis y Virgo, a Mercurio, cuya órbita es la más cercana al Sol.
De hecho Ptolomeo estaba disponiendo los planetas en el orden de la dis
tancia de sus órbitas a partir del Sol, aunque él, por supuesto, creía que giraban
alrededor de la Tierra. Se limitó a observar el tiempo que tardan en dar una
vuelta completa al zodíaco (cuanto más alejados del Sol están, más tardan). En
el caso de Venus y Mercurio, que vistos desde la Tierra dan la impresión de que
tardan más o menos un año, lo que él observaba era que Venus nunca parecía
estar a más de 46 º del Sol y Mercurio nunca parecía alejarse de éste más de 28 º .
Aunque Ptolomeo analizó hasta cierto punto las similitudes de los signos
y los planetas que los regían, por su tipo de análisis queda claro que su prin
cipal preocupación no era la similitud del simbolismo, sino la pulcritud del es
quema.
Todo anduvo bien durante unos 1. 700 años, hasta el descubrimiento de Ura
no a fines del siglo XVIII, que alteró completamente el esquema de las regencias
tal como las había descrito Ptolomeo, y a partir de aquella época se produjo un
cambio en el principio que gobierna las regencias. Mientras que antes el esque
ma era la base para asignar los planetas a los signos, a partir de entonces la base
fue la similitud entre los signos y sus respectivos planetas regentes. Por razones
que para mí no están del todo claras (véase la sección sobre Acuario en el capí
tulo siguiente), Urano fue asignado a Acuario, en ocasiones como corregente
con Saturno, y a veces desplazando por completo a este último. Entonces, cuan
do se descubrió Neptuno, se lo asignaron a Piscis. Finalmente, cuando se des
cubrió Plutón, los más interesados en mantener un esquema pensaron que la
progresión debía continuar y quisieron que fuera asignado a Aries, pero fueron
más los que tenían la sensación de que el simbolismo de Plutón es más escor
piano que ariano, con lo cual me inclino a coincidir.
Hay también otra razón -que, por lo que yo sé, no ha sido mencionada en
ninguna parte- para que Plutón fuera asignado a Escorpio. Los planetas exte
riores están más relacionados con energías transpersonales y colectivas, de ma
nera muy semejante al segundo grupo de seis signos, desde Libra a Piscis. Por
220
eso se me hace difícil relacionar a Plutón con un signo que representa una fun
ción tan básica, primitiva e individual como Aries. Escorpio, en cambio, está en
la mitad colectiva del zodíaco y tanto sobre esa base como sobre la del simbo
lismo es mejor candidato.
El esquema de las regencias se ha seguido complicando por la presencia de
cuerpos adicionales, en especial los asteroides Ceres, Palas, Juno y Vesta, que
o bien han sido asignados en bloque a Virgo, o bien se los ha repartido, asignan
do Ceres y Vesta a Virgo, y Palas y Juno a Libra. Creo que es coherente asignar
los asteroides a esta parte del zodíaco, puesto que la localización de sus órbitas
entre Marte y Júpiter los colocaría lógicamente en el límite entre la primera y la
segunda mitad del zodíaco.
Está claro que los criterios ptolemaicos para establecer las regencias de los
signos están en crisis y que no se los puede mantener. Y con la adición de los as
teroides y de planetoides como el recientemente descubierto Quirón, es proba
ble que terminemos por tener más cuerpos que signos. Esto crea un problema
grave para el concepto tradicional de la regencia de los signos, aunque no para
la totalidad de sus partes.
221
exaltación de Saturno, está en trígono con Acuario, regido por Saturno; y Ca
pricornio, exaltación de Marte, está en sextil con Escorpio, del que Marte es co
rregente. Pero Libra también está en cuadratura con Capricornio, el otro signo
de Saturno, y Capricornio en cuadratura con Aries, de modo que la observa
ción de De Vore no constituye una base lógica convincente.
La de Ptolomeo no es mucho mejor. De forma bastante razonable, asignó el
Sol a Aries, porque en este signo el día empieza a hacerse más largo que la no
che. Pero después otorgó Saturno a Libra porque este signo está en oposición
con Aries, así como Acuario, regido por Saturno, está en oposición con Leo, re
gido por el Sol. Esto es puro afán de esquematizar, de asignar las relaciones
sólo en función de su aparente elegancia. Ptolomeo asignó los demás planetas
a sus exaltaciones basándose en los cambios estacionales y el clima de la antigua
Grecia, muy diferentes de los de cualquier otra parte. Su razonamiento tiene una
sospechosa apariencia de observación después del hecho, como si él hubiera he
redado un esquema complejo cuyo sentido estuviera tratando de encontrar, exac
tamente lo mismo que han intentado hacer los astrólogos modernos.
En la astrología occidental hay otra tradición para la cual las exaltaciones y
caídas de los planetas no son meros signos, sino grados específicos, como se
muestra en la tabla 8, y quizás aquí pueda encontrars'e una clave de su origen.
Estos grados sugieren al principio que las exaltaciones son una especie de ho
róscopo. Pero esto no es posible, porque la exaltación de Mercurio está a más
de 28º de la del Sol. Sin embargo, siguiendo una línea de razonamiento similar,
el sideralista irlandés Cyril Pagan ha elaborado una teoría interesante.
Tabla 8
Grados de exaltación y caída
En el año 786 a. C., los asirios construyeron un nuevo templo a Nabu, su dios
de la astrología. Ese año, según los cálculos de Pagan, todos los planetas tradi
cionales se levantaron helíacamente en o muy cerca del grado de su exaltación
en un zodíaco sideral. Se dice que la salida de un planeta es helíaca cuando éste
hace su primera aparición después de haber estado en conjunción con el Sol; es
222
la fecha de la primera salida del planeta al amanecer tras haber estado oculto
por los rayos del Sol mientras se encontraba en conjunción con éste.
El trabajo de Fagan no ha sido verificado utilizando las posiciones más
exactas de los planetas -generadas por ordenador-, pero es probable que las ta
blas que usó sean lo suficientemente precisas para sus propósitos. Su trabajo ha
sido cuestionado, pero pienso que es probable que algo de lo que sugirió sea ver
dad. Si las exaltaciones son los grados de las salidas helíacas en el año de la con
sagración de un templo, es probable que podamos hacer caso omiso de ellas en
cualquier zodíaco. En las obras de Fagan se encontrará más información sobre
el tema.*
223
expresión de un planeta, pero prefiero considerar la relación lógica del simbo
lismo de éste con el signo en el que está emplazado. Reconozco que parece que
un planeta emplazado en el signo que rige parece funcionar con más facilidad
que en otras partes, pero los planetas no se debilitan de manera uniforme por
estar emplazados en el signo opuesto al que rigen. Por lo que se refiere a las exal
taciones, algunas expresan verdaderas afinidades entre los signos y los plane
tas, pero otras no. En el capítulo siguiente se verá cómo afectan los signos a los
planetas emplazados en ellos, con especial atención a los planetas que resultan
más reforzados o más interferidos por cada signo. Esto se basa exclusivamente
en su afinidad simbólica, y no en horóscopos antiguos que posiblemente no ten
gan nada que ver con la gente de hoy en día.
Para conectar los planetas con las casas El segundo uso de las dignida
des, en orden de importancia, se vale de los signos como intermediarios para
conectar los planetas con las casas. De acuerdo con la tradición, hay seis prin
cipios en virtud de los cuales un planeta puede afectar a una casa. De ellos, sólo
los tres últimos recurren a las dignidades, pero con el fin de evaluar el uso de las
dignidades de esta manera es necesario que examinemos los seis principios.
Principio 1: El planeta puede estar en la casa. Aquí no interviene afinidad
alguna entre signo y planeta, y las dignidades no desempeñan ningún papel en
el establecimiento de la conexión. Los astrólogos que usan las casas coinciden
de forma unánime en que un planeta en una casa indica una fuerte conexión en
tre ambos.
Principio 2: El planeta puede estar en aspecto con un planeta emplazado
en otra casa, y así afecta a esta casa. Este principio tampoco depende de las
dignidades. La mayoría de los astrólogos coinciden en que, así como dos pla
netas en aspecto se afectarán el uno al otro, cada uno afectará también a la casa
donde está el otro. Y si un planeta forma aspecto con algunos otros, como mu
chas veces pasa, afectará a más de una casa, aparte de la suya.
Principio 3: El planeta puede estar en aspecto con la cúspide de la casa.
Tampoco esto tiene nada que ver con las dignidades. Muchos astrólogos creen
que el hecho de que un planeta esté dentro del orbe de un aspecto con la cúspide
de una casa le otorga una importante influencia sobre esa casa. Evidentemente,
esto es cierto para los planetas que forman aspecto con el Medio Cielo, el As
cendente, el Imum Coeli o el Descendente, que en la mayoría de los sistemas de
casas son también las cúspides de las casas diez, uno, cuatro y siete, y que en un
horóscopo determinado caen en el mismo lugar independientemente del siste
ma de casas que se haya usado. No es tan seguro que esto funcione con las cús
pides de las otras casas, cuya posición varía de acuerdo con el sistema de casas
que se use.
Principio 4: El planeta puede regir el signo que está en la cúspide o un sig
no que esté dentro de la casa. Este es el tipo principal de vínculo planeta-casa
224
basado en las dignidades o en las afinidades planeta-signo. A modo de ejemplo,
si una parte cualquiera de Leo está dentro de la tercera casa, entonces se consi
dera que los aspectos, la casa y la posición por signo del regente de Leo -el
Sol- ejercen influencia en los asuntos de la casa tres. O bien, al determinar
el efecto de los padres sobre un individuo, un astrólogo no sólo verificará los
planetas que hay en las casas cuatro y diez (las que simbolizan la vivencia que
uno tiene de sus padres), sino también los planetas que rigen los signos com
prendidos en las casas cuatro y diez, que así se convertirán en regentes de estas
casas.
Las cosas se vuelven generalmente más complejas al haber más de un sig
no en cada casa. Como en todos los sistemas, salvo en el de casas iguales, éstas
pueden ser mayores o menores de 30 º , puede suceder que dos o tres signos (y en
las latitudes más elevadas, donde el tamaño de las casas se vuelve muy irregu
lar, incluso más) estén en parte o por completo dentro de una sola casa. (De los
signos que están completamente contenidos en una casa se dice que están «in
terceptados». Muchos astrólogos -entre quienes no me incluyo- consideran que
la intercepción indica cierto grado de dificultad para el regente de ese signo y
para cualquier planeta que esté en él.)
En los casos en que hay más de un signo en una casa, es preciso verificar los
regentes de todos los signos incluidos en ella. Sin embargo, normalmente se
considera que el regente del signo que está en la cúspide es el más importante.
Pero el regente del segundo signo de la casa se convierte en el más importan
te: 1) si la cúspide de la casa se encuentra al final de un signo, de modo que la
mayor parte de la casa está en el signo siguiente, o 2) si no hay planetas en la casa
dentro del signo que está en la cúspide, pero sí los hay en el segundo signo.
Los astrólogos que emplean de esta manera las regencias usan también los
principios 1 y 2, y con frecuencia el 3. Generalmente coinciden en que los pla
netas emplazados en una casa influyen en ésta con más fuerza que los planetas
que la rigen. Pero cuando no hay ningún planeta en una casa, conceden mayor
importancia a los regentes de los signos que están en ella.
Principio 5: El planeta puede estar en exaltación en el signo que ocupa la
cúspide o en un signo que esté dentro de la casa. Este principio no es de apli
cación tan amplia como el 4, pero muchos astrólogos afirman que es importan
te. El mecanismo es el mismo que para un planeta que rige la cúspide de una
casa o un signo situado dentro de ella.
Principio 6: La casa puede estar conectada con un signo, y por lo tanto con
el planeta que lo rige, mediante el «Zodíaco natural». En el zodíaco natural se
considera a los signos como un sistema universal de casas, de tal modo que
Aries es la primera casa, Tauro la segunda, Géminis la tercera y así sucesiva
mente. Esto significa que los planetas que rigen estos signos tienen una relación
permanente con las cuestiones asociadas con las casas que corresponden a sus
signos. Por ejemplo, muchos astrólogos consideran que Venus, regente de Tau-
225
ro, el segundo signo, está conectada con asuntos de la casa dos, como el dinero
y las posesiones. O piensan que Mercurio, regente de Géminis, el tercer signo,
tiene que ver con los asuntos de la casa tres, como los viajes cortos, los herma
nos, las hermanas, los vecinos y los familiares. Es innegable que hay ciertas
afinidades. Júpiter, que rige a Sagitario, el noveno signo, tiene efectivamente
muchas connotaciones de la casa nueve. Por lo tanto, es tentador guiarse por
este principio.
La figura 26 ilustra cómo, usando los principios enunciados, un único as
pecto, Saturno en Leo en la casa dos en trígono con Mercurio en Sagitario en la
sexta, puede afectar a casi todas las casas. Es evidente que, en virtud de los prin
cipios 1 y 2, están en juego la segunda y la sexta casas, ya que contienen a los
dos planetas en cuestión. Y si admitimos que Saturno está dentro del orbe de un
quincuncio con la cúspide de la casa diez, el principio 3 pone en juego a la dé
cima casa.
El principio 4 incluye seis casas más. Mercurio rige a Géminis, el signo que
está en la cúspide de la duodécima, y a Virgo, que está en la cúspide de la cuar
ta. Virgo tiene también una amplia presencia dentro de los límites de la tercera.
Figura 26. La conexión de los planetas con las casas mediante las regencias.
226
Saturno rige a Capricornio, el signo que está en la cúspide de la séptima, y mu
chos dirían que es el corregente de Acuario, en las cúspides de las casas ocho y
nueve (las cúspides están bastante próximas entre sí en esta parte del zodíaco
cuando Cáncer es el signo ascendente, como en esta carta). Nos hemos limita
do a añadir las casas tres, cuatro, siete, ocho, nueve y doce.
El principio 5, al poner en juego la exaltación de Mercurio en Virgo y de
Saturno en Libra, se limita a repetir la participación de las casas tres y cuatro,
pero si usáramos el sistema de casas de Plácido y no el de Koch, tendríamos a
Libra, la exaltación de Saturno, en la cúspide de la quinta, con lo que entraría
en juego una casa más.
Y, como si necesitáramos la intervención de más casas para confundirnos
un poco más, el principio 6, el del zodíaco natural, no sólo repite la intervención
de la tercera, la sexta y la décima (Mercurio rige a los signos tercero y sexto,
Géminis y Virgo, y Saturno al décimo, Capricornio), sino que también incluye
a la undécima (Saturno es corregente de Acuario, el undécimo signo). Ahora te
nemos un único aspecto que pone en juego a todas las casas excepto la primera.
Un razonamiento como éste nos da tanta información que en realidad no nos
da ninguna. Si lo utilizamos retrospectivamente, podemos sacar de un horósco
po casi cualquier cosa que se nos ocurra, pero usándolo por adelantado es im
posible separar la información válida del océano de posibilidades. Es obvio que
no podemos emplear todos estos principios sin sumergirnos en una confusión
sin límites: necesitamos hacer una selección de las maneras más fiables de re
lacionar los planetas con las casas y de establecer algunas líneas de orientación
para usarlas.
Principio l. Si se utilizan las casas, es incuestionable que los planetas que
hay en ellas se vinculan con la casa donde están. Sin embargo, con frecuencia
he visto que un planeta indica circunstancias que nada tienen que ver con la
casa donde está emplazado (ni con la casa que rige), y que su significado pro
viene más bien del simbolismo del propio planeta. Por ejemplo, un contacto
Venus-Saturno puede indicar inhibiciones en la capacidad del individuo para
relacionarse con los demás, incluso aunque ninguno de estos dos planetas se en
cuentre en -o rija- una casa que tenga que ver con las relaciones. Pero si Venus
y Saturno tienen contactos con alguna de estas casas, se incrementa el efecto.
Yo diría que aunque es probable que el principio de los planetas en las casas
tenga prioridad sobre todos los que he mencionado antes, el simbolismo intrín
seco propio de un planeta, unido con el simbolismo intrínseco de otros planetas
que estén en aspecto o en combinación de puntos medios con él, tiene prioridad
sobre el simbolismo de su posición por casa. Se ha de considerar la importancia
propia del planeta independientemente de la casa en la que esté, incluso cuan
do se considera importante la posición del planeta por casa.
Principio 2. Tengo la clara sensación de que los planetas en aspecto con otros
que se encuentran en otras casas están vinculados con éstas, y considero que
227
esta técnica es particularmente fiable (con las precauciones que recomiendo to
mar en el principio 1).
Principio 3. Sería un concepto útil, si los astrólogos pudieran ponerse de
acuerdo sobre los sistemas de casas, tratar las cúspides de éstas como puntos
sensibles que tienen el mismo significado que la propia casa. Yo uso el sistema
de Koch, en parte porque efectivamente sus cúspides parecen funcionar como
puntos sensibles. Pero este concepto debe investigarse en profundidad. Con la
excepción de los planetas que están en aspecto con el Medio Cielo, el Ascen
dente, el Imum Coeli y el Descendente (que son límites más definidos que las
cúspides de otras casas), por el momento debo considerar poco fiable esta téc
nica para vincular los planetas con las casas.
Principio 4. Creo que al recurrir a las regencias para conectar los planetas
con las casas se puede incrementar de manera grotesca la cantidad de casas que
hay que tener en cuenta, y además este principio es mucho menos fiable que el 1
y el 2. He cometido mis mayores errores por usar planetas en casas en las que
no se encuentran, sólo por el hecho de que las rigen, y he observado que cuan
do otros astrólogos utilizan este principio, sus lecturas ganan en vaguedad más
bien que en información fiable.
Si se desea usar este principio, se puede alcanzar cierta claridad si se dife
rencia entre los planetas que están en una casa y los que están relacionados por
regencia con ella. De acuerdo con Morinus, el gran astrólogo renacentista, la casa
regida por un planeta indica condiciones que causan o que preceden en el tiem
po a las condiciones que significa la casa donde está emplazado el planeta. Por
ejemplo (para emplear algunos significados anticuados de las casas que yo pre
fiero no usar), si Saturno (obstáculo, estorbo) está en la casa décima (ascenso
social) y rige a la duodécima (condiciones ocultas que funcionan en contra de
uno), sugiere que nuestro avance social está obstaculizado por condiciones o
individuos ocultos, y no que Saturno obstruya ni el ascenso social ni las condi
ciones ocultas. Los símbolos de la duodécima casa producen un efecto en la dé
cima. Muchos astrólogos modernos no distinguen entre los planetas en las casas
y los planetas como regentes de las casas, de manera que la imagen de la carta
resulta excesivamente confusa.
Principio 5. Dada la falta de firmeza de la doctrina de las exaltaciones, to
das mis consideraciones sobre la poca fiabilidad de la influencia de los plane
tas en las casas ocupadas por los signos que rigen se aplican por partida doble
a los planetas en las casas ocupadas por sus signos de exaltación.
Principio 6. Creo que el principio del zodíaco natural es totalmente indigno
de confianza. Muchos astrólogos lo usan principalmente de forma retrospecti
va para explicar un rasgo de carácter o un acontecimiento cuando todo lo demás
les falla. Se basa en dar significados idénticos a los planetas, los signos y las ca
sas, a lo cual me opongo.
228
A modo de resumen: de las seis maneras de conectar los planetas con las
casas, las menos fiables son las tres que establecen la conexión por intermedio
de sus dignidades o de su relación con los signos. El principio 3, que puede co
nectar una casa con un planeta mediante el aspecto que formen éste y la cúspi
de de la casa, también es por lo menos parcialmente sospechoso. Esto nos deja
sólo con los principios 1 y 2 como fiables.
Muchos astrólogos objetarán que los cuatro principios que acabo de dese
char son los únicos que nos permiten definir las casas desprovistas de planetas.
Pero, como dije antes, los planetas tienen su propio simbolismo intrínseco y se
relacionan entre sí por aspectos y combinaciones de puntos medios. Aunque no
haya una correspondencia unívoca entre el simbolismo planetario y el de las ca
sas, los dos se superponen en la medida suficiente como para que con sólo las
combinaciones planetarias ya se puedan dar indicaciones sobre las áreas de la
vida indicadas por las casas vacías. Otra clave del significado de las casas va
cías se encuentra en los aspectos mundanos (no eclípticos) que forman entre sí
las casas, un tema en el que nos extenderemos en las páginas 342-348.
229
carta con regencias zodíaco-siderales, un astrólogo hindú llegará generalmente
a los mismos resultados que obtiene un astrólogo occidental que usa el zodíaco
tropical. Esto significa, o bien que las regencias de las casas no desempeñan
más que un pequeño papel en uno de los dos esquemas o en ambos (lo cual es
patentemente falso por lo menos con el hindú), o que los astrólogos en cuestión
se limitan a pensar que los planetas regentes de las casas son importantes en su
esquema, mientras que de hecho obtienen sus resultados de manera intuitiva. Si
cualquiera de las dos explicaciones es válida, entonces la regencia planetaria de
las cúspides de las casas según el signo que ocupen no es una técnica de fiar si
no va respaldada por la intuición. En ambos sistemas, parece que la regencia
planetaria de los signos situados en las cúspides de las casas alcanzara su ma
yor utilidad en las explicaciones posteriores a los hechos. Si una técnica sólo
sirve después de haberse producido el hecho, esto es una buena señal de que en
realidad no sirve para nada.
230
11
Los signos:
significados esenciales
Cada una de las siguientes descripciones se inicia con un análisis general del
simbolismo del signo, que muestra los rasgos de personalidad que éste sugiere
y la forma en que se relaciona con el resto del ciclo zodiacal. Después estudio
la forma, próxima o remota, en que el simbolismo del signo se parece al de su
regente planetario, y cierro cada descripción mostrando de qué maneras especí
ficas colorea el signo a los diversos planetas.
Aries
Elemento: fuego
Cuadruplicidad: cardinal
Polaridad: positivo
Regente: Marte
Aries es el comienzo del ciclo del Sol a través del zodíaco. Por extensión, se lo
considera el inicio de todos los ciclos planetarios. Por eso, más que cualquier
otro signo, simboliza los comienzos.
Es primitivo más en el sentido de «ser el primero» que de «tosco» o «bur
do». Pero es rudimentario en la medida en que es un signo de energía primaria,
indómita, que todavía no tiene dirección alguna ni una clara aplicación. Es una
energía del impulso del ego, que expresa «quiero llegar a ser lo que soy», pero
que todavía no es lo que podría ser. Es un signo voluntarioso, pero su voluntad
todavía no está estabilizada. Su intención puede cambiar rápidamente: sea lo que
fuere lo que quiera, es importante ahora, pero es probable que mañana desee al
guna otra cosa.
Aries es una fuerte energía yang en busca de algo que fertilizar, de algo que
pueda manifestar su fuerza en un nivel concreto. Para encontrarlo, debe apren-
231
der a adaptarse a la presencia, las presiones y las necesidades de otra persona.
Este es el reto fundamental, y no es frecuente que Aries responda a él. Para este
signo es más fácil resguardar su individualidad en el aislamiento, retrocedien
do ante la confrontación y la recíproca adaptación con el otro. Por eso puede ser
asocial, e incluso antisocial.
Cuando se relaciona con los demás, a Aries le gusta ser el líder. Pero lo que
en realidad le interesa no es dominar a los otros, sino simplemente poder hacer
lo que quiere sin que los demás le planteen exigencias.
Su deseo de ser quien es en sus propios términos significa también que ne
cesita mucho menos respaldo social que otros signos, un rasgo que lo capacita
para ser el que sienta precedentes, el que abre caminos. Siempre que los demás
estén dispuestos a dejarle hacer lo que quiere, a Aries no le preocupa demasia
do su aprobación.
En realidad, su naturaleza de fuego lo capacita para actuar sin preocuparse
mucho de que la acción sea razonable, prudente, oportuna, práctica o al menos
eficaz, mientras sea una adecuada expresión de sí mismo. Como no tiene que ser
práctico, Aries puede vivir y trabajar en un alto nivel de abstracción, pero ésta
debe reflejar sus necesidades y deseos personales.
En cuanto signo de fuego, para Aries es más fácil sacar la energía hacia afue
ra que absorberla: con frecuencia, es mejor conversador que oyente. En cuanto
«signo seco», con poca agua en su estructura, no se le dan bien las demostra
ciones de emoción, salvo cuando se trata de mostrar entusiasmo, de hacerse va
ler y en ocasiones de encolerizarse. Su cólera es de corta duración: una vez que
la energía se ha expresado, asunto concluido. Alimentar resentimientos no per
tenece a la naturaleza del signo.
Frecuentemente se impacienta y le faltan persistencia y resistencia. Su es
tilo es más bien el de dar golpes frecuentes y ligeros que el de llevar a cabo
un ataque firme y sostenido. Sin embargo, su nivel de energía puede ser sufi
cientemente alto para conseguir el mismo impacto que un esfuerzo más sos
tenido.
Uno de los efectos secundarios más bellos de la necesidad ariana de ser fiel
a sí mismo es su mala disposición a comprometerse en falsedades o engaños, no
tanto porque tenga objeciones morales contra el engaño como porque su nece
sidad de fidelidad a sí mismo no cuadra con los falseamientos.
232
hay entre un planeta y un signo. Y también hay una diferencia de grado. Marte,
como símbolo de autoafirmación, es mucho más poderoso, pero esto es válido
para cada caso en que un planeta es similar a un signo.
Que haya quien asigne a Plutón la regencia de Aries no es tan extraño como
puede parecer. Este planeta, como indicador de transformaciones importantes y
como índice de preocupación por el poder, tiene más relación con Escorpio.
Pero en la medida en que se relaciona con el renacimiento, tiene lógicamente una
afinidad con Aries, el signo de la primavera y del renacer de la naturaleza. Por
otra parte, el simbolismo de Plutón y el de Aries son demasiado diferentes para
que se pueda considerar a Plutón como regente de este signo.
Tauro
Elemento: tierra
Cuadruplicidad: fijo
Polaridad: negativo
Regente: Venus
233
al cual la energía simbolizada por Aries puede manifestarse en el plano físico.
Y como el continente es necesario para la manifestación del contenido, es tan
valioso como lo que contiene. No se puede hacer ninguna distinción de valor.
Cualquier medio en el que se manifieste la energía afecta a la naturaleza de
ésta, y por ello adquiere un potencial creativo propio. La energía para la crea
ción puede provenir de otra fuente, pero el estilo y la naturaleza de la creativi
dad se generan en aquello que la recibe.
Tauro es el remedio de casi todas las deficiencias de Aries, a cuyas irregu
lares energías confiere estabilidad, constancia y persistencia. Puede limitar y
concentrar las energías arianas dispersas. A Tauro le interesa la realidad del uni
verso físico, y lleva las energías abstractas de Aries al ámbito de los efectos rea
les y experimentables.
Además, mientras que Aries es fogoso y rudo, Tauro es refrescante y suave
(aunque de los signos de tierra sea, con mucho, el más cálido; pensemos una
vez más en la tierra que se calienta en primavera). El fogoso Aries es un poco
estéril; en cambio Tauro, la tierra fecundada, trae la fertilidad.
Tauro es terrenal en el sentido popular de la palabra: disfruta del mundo fí
sico. No lo ve ni como un escenario donde él ha de actuar ni como un instru
mento. Más bien quiere formar parte de él, estar comprometido con él, y espe
cialmente, tener la vivencia de la maravilla del mundo físico.
Al igual que Aries, no es especialmente social. Aunque carece del agresivo
individualismo ariano, Tauro se siente bien cuando está solo, relacionándose
con el mundo a su manera. No tiene especial necesidad de aplauso.
En cambio, disfruta con el sexo opuesto, ya que por medio de él puede te
ner la vivencia de la sexualidad física. Aunque se suele considerar a Escorpio
como el signo de orientación más definidamente sexual, es Tauro, el sensualis
ta, el que más se ajusta a esa imagen.
En el zodíaco, Aries y Tauro forman la primera pareja de signos positivo
negativo, y aunque contrasten, al ponerl-0s juntos forman un todo. Juntos son el
cuerpo viviente, animado por el fuego de Aries y configurado por la tierra de
Tauro. De todas maneras, es un cuerpo todavía sin conciencia de su relación con
los demás: necesita desarrollar su conciencia, y este proceso se completará en los
restantes signos del zodíaco.
234
tividad y el arte; y aunque evidentemente sea una energía favorable a la fertili
dad y a la agricultura, no parece que sus principales intereses sean éstos.
De entrada, parece que no tengamos ningún planeta con un simbolismo que
pueda corresponder claramente a Tauro, y sin embargo lo tenemos: el único
planeta cuyo simbolismo en el nivel planetario coincide perfectamente con el
de Tauro en el nivel de los signos es la Tierra. El más terrestre de todos los sig
nos de tierra es Tauro. Todo lo que asociamos con las diosas de la Tierra, todo
lo que se relaciona con adjetivos como «terrenal», pertenece a Tauro. La Tierra
tiene mucho en común con Venus, pero jamás podría ser el indicador del amor
romántico, que es demasiado irreal, no lo suficientemente sensual, y está de
masiado alejado de los asuntos del mundo cotidiano para que una persona de
Tierra lo considere importante.
Puesto que el horóscopo está centrado en la Tierra, ¿de qué manera pode
mos localizar a la Tierra en la carta como un punto con una longitud y una lati
tud definidas? He aquí una sugerencia. Aun cuando por razones astronómicas
tratamos el horóscopo como si fuera geocéntrico (como si estuviera centrado en
el centro de la Tierra), en realidad es topocéntrico (está centrado en un punto de
la superficie de la Tierra). La línea que nos conecta a nosotros, que estamos en la
superficie, con el centro de la Tierra va directamente hacia abajo. Si proyecta
mos esa línea sobre la eclíptica, de tal modo que podamos expresar su posición
en los términos del zodíaco, la longitud de la línea que va del topocentro al
geocentro es el Imum Coeli del horóscopo, la cúspide de la casa cuatro.
En realidad, la Tierra jamás ha estado ausente del horóscopo, porque las ca
sas representan nuestra relación con el planeta en el que vivimos. La Tierra
ocupa la mitad de la carta, desde el Ascendente en el este pasando por el Medio
Cielo hasta el Descendente en el oeste. Si su orbe se extiende a 180 º , ¿cómo po
dría no afectarnos tremendamente?
El Imum Coeli o cúspide de la cuarta casa es el foco de esta relación, y su
correspondencia simbólica con la Tierra no es mala. De acuerdo con la tradi
ción, la casa cuatro representa los bienes inmuebles, nuestra tierra, nuestro ho
gar y a quien nos dio nacimiento. No sé si ésta es la respuesta al problema de la
regencia de Tauro, pero es una idea que vale la pena considerar.
La cúspide de la cuarta casa simboliza tanto asuntos terrenales como lunares,
y quizá la similitud entre estos campos de la experiencia pueda explicar la razón
de la tradición según la cual la Luna está exaltada en Tauro. Es obvio que hay
una afinidad entre el simbolismo de la Tierra y el de la Luna, pero también
hay una diferencia importante. La Luna se relaciona con la seguridad emocio
nal y el sentimiento de pertenencia, mientras que la Tierra tiene más que ver
con la seguridad práctica y física, con la posesión efectiva de lo que necesita
mos para sobrevivir con comodidad. En este aspecto, Tauro es más como la
Tierra que como la Luna.
235
El efecto de Tauro sobre los planetas Como el más terrestre de los sig
nos de Tierra, y el más fijo de los signos fijos, Tauro es el signo más lento del
zodíaco. Pero no se ha de equiparar lentitud con torpeza. El resultado final de
la actividad de los planetas en Tauro puede ser tan inteligente, preciso, claro y
penetrante como en cualquier otro signo, pero se llega a él de manera cuidado
sa, metódica y con gran atención a la seguridad de que el trabajo tenga importan
cia práctica. Toda acción planetaria en Tauro se hace más lenta y se orienta hacia
objetivos prácticos.
Los únicos planetas que realmente pueden resentirse por esto son aquellos
en los que la rapidez en la acción es intrínseca.
Entre los más afectados se cuentan Mercurio y Urano. Mercurio en Tauro
puede experimentarse como una desventaja, porque la mayoría de la gente es
1
pera que las energías mercurianas sean rápidas, y Mercurio en Tauro no lo es.
Si se le da la ocasión de funcionar a su propio ritmo, sin embargo, este planeta
es exactamente tan eficaz aquí como en cualquier otro signo.
Urano en Tauro es difícil, porque el carácter revolucionario, rebelde e instan
táneo de este planeta no se adecua a la naturaleza lenta y gradual del signo. Un
signo como Géminis permite que Urano libere sus energías en una serie de bre
ves descargas que impiden un estallido, pero la naturaleza de la tierra se resiste
a la electricidad de Urano de tal manera que cuando la energía se libera, lo hace
bajo la forma de una tremenda explosión.
Se considera que también Marte en Tauro es difícil, porque el ritmo natu
ralmente lento de este signo tiende a hacer que la energía marciana quede rete
nida en vez de liberarse. Esto hace que la energía se acumule de tal manera que
cuando estalla puede ser destructiva. Pero si al nativo no se lo provoca insisten
temente, es probable que su energía nunca estalle. Por el lado positivo, Marte
en Tauro puede tener una gran firmeza y mucha persistencia una vez que se
pone en marcha.
Géminis
Elemento: aire
Cuadruplicidad: mutable
Polaridad: positivo
Regente: Mercurio
236
dad es inherente al aire. Como el viento, la naturaleza de Géminis consiste en
moverse rápidamente de un lugar a otro, abarcando todo lo que encuentra, pero
quizá con demasiada rapidez para obtener una impresión profunda de algo. Gé
minis -que precede a Cáncer, el primer signo de agua- no tiene todavía con
ciencia de que hay otros aspectos de la realidad más profundos y que no son in
mediatamente accesibles mediante la lógica y el análisis racional. Es un signo
que entiende con rapidez, pero no comprende empáticamente. Aprende deprisa,
pero no cultiva ese profundo sentimiento de comprensión del mundo que per
mite a algunas personas vivir hábilmente sin que en realidad tengan que pensar.
La forma que tiene Géminis de compensar esto es su mezcla de rapidez y
curiosidad. Es el primer signo que se interesa por las relaciones de los diversos
elementos que hay en su entorno. No es que las evalúe, ni que le preocupe es
pecialmente su propia relación con ellas. Simplemente, quiere saber qué pasa
ahí fuera. En este aspecto, Géminis, el tercer signo, se relaciona a menudo con
la casa tres. Y la relación es muy estrecha. Sin embargo, yo cuestiono seria
mente la idea de que Géminis tenga algo que ver con hermanos y hermanas, e
incluso que la constelación Géminis represente unos gemelos (por cierto que
actualmente esta constelación ocupa el signo de Cáncer).
Se trata de un signo generalmente muy sociable que disfruta estando con gen
te. Tiene un nivel de energía bastante alto, que a otras personas les resulta esti
mulante, aunque no es tan elevado como para dejar exhaustos a los que son de
temperamento más lento. Géminis puede hacer que incluso el más trivial de los
contactos sociales resulte interesante, pero tiende a resistirse cuando se trata de
conexiones más profundas. Considera que un apego intenso es algo que limita,
y siente que esta clase de vínculos interfiere en su necesidad de vagabundear
sin trabas en busca de experiencia.
Como es mutable, Géminis tiende, como el viento, a rodear los obstáculos
en vez de encararlos de frente.. Si se ve sometido a una presión muy fuerte, sim
plemente cambiará. La coherencia y la constancia pueden ser difíciles para este
signo, que pierde interés con rapidez.
Un aspecto de Géminis que no se ha destacado en la bibliografía astrológi
ca es que se trata de un signo que disfruta con los juegos y los trucos. Le en
cantan los juegos de cartas y los de mesa de orientación mental; también le gus
tan los juegos en el sentido de complicadas maniobras sociales. Las tretas de
Géminis no tienen la intención de engañar ni de tergiversar; son más bien acti
vidades mentales en las que este signo se complace. Lamentablemente, su falta
de empatía y de verdadera comprensión de los sentimientos puede ser causa de
que lastime a los demás sin la menor intención de hacerlo.
237
exacta que se pueda encontrar en una pareja planeta-signo. Ambos representan
el mismo impulso hacia la búsqueda intelectual que intenta establecer conexio
nes entre el yo y su entorno, necesarias para establecer vínculos comunes con
los demás y una relación con el medio en general. Tanto el signo como el pla
neta son predominantemente mentales y muy cambiantes. A ambos les interesa
más descubrir una idea que encontrarle un uso práctico. Las personas con un
Mercurio fuerte suelen parecerse a las que tienen al Sol en Géminis. Yo tengo
al Sol en conjunción exacta con Mercurio y, aunque no me parezco a un Gémi
nis, es mucho más frecuente que la gente piense que lo soy y no que crea que
soy un Sagitario (que es mi signo solar) o un Cáncer (mi ascendente). Así como
Géminis es el perfecto signo de aire, Mercurio es el perfecto planeta de aire.
También es característico de este planeta el gusto por los juegos y las tretas.
Cáncer
Elemento: agua
Cuadruplicidad: cardinal
Polaridad: negativo
Regente: la Luna
Cáncer completa la evolución del individuo como tal con el despliegue de las
facultades emocionales. Y lo hace volviéndolo a poner en contacto con su pro
pia fuente, con sus raíces, con el origen de todo ser.
Cáncer no es meramente sentimiento, sino que es el sentimiento de formar
parte de algo. Así como Géminis es la conciencia intelectual de la relación,
Cáncer es la conciencia emocional, que puede ser incipiente, no estar formu
lada y ser demasiado profunda para que pueda hallar una expresión simple y
racional. Particularmente, Cáncer es la conciencia de la relación con el pasado:
238
con la infancia, con la familia (especialmente con la madre), con la comunidad
e incluso con la tierra natal. No es, en cambio, la conciencia de la propia rela
ción con otros individuos en general, ya que esta función pertenece a los signos
de aire.
Como sus necesidades son tan fundamentales, la interferencia en su satis
facción puede tener efectos particularmente malos para Cáncer, que simboliza
la necesidad de seguridad emocional, de sentir que su existencia encontrará
apoyo en el entorno y de sentirse afectivamente nutrido por quienes lo rodean.
Si estos aspectos de la energía funcionan de manera adecuada, Cáncer simboliza
también la necesidad de apoyar y de nutrir afectivamente a los demás, de brin
darles lo que él ya ha recibido. Pero si sus necesidades no se ven satisfechas, es
frecuente que el nativo se quede atrapado en pautas de comportamiento infan
tiles que lo llevan a aferrarse y a ser emocionalmente posesivo por miedo a per
der a los seres que ama. Su amor, entonces, puede ser sofocante. Además, es
posible que las posesiones materiales se conviertan en símbolos de seguridad
emocional para las personas con problemas cancerianos, que se rodearán de co
sas en un esfuerzo por obtener de los objetos físicos el apoyo emocional que real
mente necesitan. Los rasgos que en ocasiones han dado mala reputación a Cán
cer no son propios del signo; aparecen sólo cuando sus necesidades vitales no
se han visto satisfechas.
Por el lado positivo, Cáncer simboliza pautas esenciales para el bien social.
En todos los grupos debe haber personas que apoyen a los demás, les brinden
afecto, se ocupen de los necesitados y tranquilicen a los inseguros. Si Cáncer no
se manifestara, todo sería puramente funcional, racional, frío; todo estaría muer
to. En realidad, la desintegración actual de la familia y la creciente dependencia
del Estado para que se ocupe de los jóvenes, los viejos y los enfermos, represen
tan una tendencia a la destrucción de estos elementos cancerianos tan necesarios
para la cohesión social. La necesidad de raíces y de comunidad de Cáncer cho
ca con la necesidad geminiana de moverse, tener experiencias y ser libre: lo que
actualmente predomina en nuestra cultura. Se ha de señalar que, astrológica
mente hablando, en el desarrollo del individuo, Géminis representa una función
más primitiva que Cáncer.
239
La principal diferencia es que la Luna es un planeta y Cáncer un signo. Ade
más, la Luna es uno de los cuerpos que más fuertemente influyen en la carta in
dividual, mientras que Cáncer forma parte de un conjunto de relaciones gene
rales que puede o no afectar intensamente a un individuo. Por ejemplo, tener a
Saturno en Cáncer indica que uno ha nacido en un período de debilidad general
del principio de nutrición afectiva, pero tener a Saturno en conjunción con la
Luna es una manifestación personal muy fuerte relativa a la experiencia indivi
dual de la nutrición afectiva.
El efecto de Cáncer sobre los planetas Los planetas con los que Cáncer
está mejor son los intensamente emocionales, como la Luna, Venus y posible
mente Neptuno y Plutón (aunque la combinapión de Plutón con el grupo de
símbolos maternales puede conferir tanta intensidad a este planeta como para
generar dificultades). Júpiter se ve favorecido en Cáncer, no porque tenga un
carácter emocional, sino porque comparte con este signo un sentimiento de pro
tección y el deseo de apoyar a quienes todavía están creciendo.
Los planetas de aire como Mercurio y Urano lo tienen más difícil en Cán
cer: el agua, que es personal y subjetiva, interfiere en la claridad de la observa
ción mental y el desapego en el juicio característicos del aire.
Con frecuencia, las fuertes energías del ego de Marte tienen dificultades en
el ámbito de la experiencia canceriana (las relaciones con el hogar, la madre y
la familia), que debe estar relativamente libre de ese tipo de tensiones. De modo
similar, Saturno crea dificultades en Cáncer porque pone barreras en ese mismo
ámbito, que debería contarse entre los pocos en donde las energías emociona
les pueden fluir libremente y sin obstáculos. Uno no tendría que sentirse forza
do a actuar con un alto grado de excelencia para conseguir que su familia lo
acepte. En el ámbito familiar nadie tendría que sentirse constantemente juzga
do por los demás ni exigido a ser aquello que no es. Saturno en Cáncer puede
implicar este tipo de problema, pero el largo tiempo que este planeta permane
ce en un signo hace que por lo común sus efectos sean más bien generacionales
que personales.
Leo
Elemento: fuego
Cuadruplicidad: fijo
Polaridad: positivo
Regente: el Sol
240
en sí mismo, con una fuerte necesidad de expresarse y de que lo admiren, e in
transigente en cuanto a su integridad personal.
Muchos problemas con los que ya se enfrentó Aries reaparecen en Leo, pero
con importantes diferencias. Mientras que Aries es un signo lleno de potencia
lidades que intenta vigorosamente realizar, Leo es un signo en el que el poten
cial ya se ha realizado. Aries dice: «Quiero llegar a ser lo que soy»; Leo dice
simplemente: «Yo soy».
Leo representa el ente completo en su estructura básica, pero el individuo
sigue estando socialmente incompleto; todavía tiene que ocuparse de su rela
ción con los demás. Es como el niño que acaba de lograr algo nuevo y que no
es feliz mientras los adultos que lo rodean no se den cuenta. Aunque a lo largo
de la historia todos los seres humanos hayan logrado eso mismo, para el niño el
logro es nuevo y fascinante. Esta es la psicología básica del principio leonino
(aunque, naturalmente, la mayoría de los Leo adultos ya han dejado de ser tan
primitivos al respecto).
Sin embargo, Leo siente una auténtica fascinación por sí mismo, y desea
que los demás estén igualmente fascinados por él. Pero esta pauta sólo aflora,
en forma de egotismo o de comportamiento exhibicionista, en las personalidades
fuertemente leoninas pero de un modo anormal. En la mayoría de los Leo adul
tos aparece como un deseo de impresionar y una necesidad de reconocimiento
personal y de control del propio destino. El deseo de impresionar implica, por
lo común, el anhelo de ser de verdad así, es decir, de ser una persona realmen
te importante y no sólo de parecerlo. Leo, como Aries y por las mismas razo
nes, es un signo sincero.
La metáfora que expresa la madurez de Leo es la del rey o el Sol. Este sig
no desea ser una fuente de energía, el abastecedor no solamente de sus propios
logros sino también de los ajenos. Así como el Sol hace que los planetas brillen
porque reflejan su luz, la personalidad Leo desea ser un centro de luz para que
los demás puedan calentarse con ella y reflejar su esplendor.
Todo lo que antecede tiene un potencial de arrogancia, y esta característi
ca es el defecto más común de los Leo. Sin embargo, la personalidad leonina
es relativamente simple, con necesidades claramente definidas. Si éstas se ven
satisfechas, se puede contar con que Leo se comporte enérgicamente y con
respeto.
Hay otras diferencias importantes entre Aries y Leo. En primer lugar, este
último es un signo fijo, mientras que Aries es cardinal; por lo tanto, al contra
rio que éste, Leo es persistente e incluso puede ser obstinado.
En segundo lugar, la conciencia social de los dos signos es muy distinta. A
Aries le gusta que lo dejen solo, en libertad de hacer lo que quiera. Cuando toma
conciencia de sus interacciones, es con un matiz en gran parte competitivo. En
cambio Leo comienza a tener conciencia de los demás como parte regular de su
ambiente. Sin embargo, sólo está dispuesto a tratar con ellos en la medida en
241
que le permitan ocupar el centro del escenario. Todavía estamos en el primer
tercio del zodíaco; el individuo aún se busca a sí mismo en relación consigo
mismo. Sólo cuando lleguemos a Virgo descubrirá que es preciso tener en con
sideración la realidad externa, y habrá que llegar a Libra para que se dé cuenta
plenamente de la necesidad de llevarse bien con los demás. La autoexpresión
sigue siendo el principal objetivo de Leo, y cuanto más perfectamente pueda ser
él mismo, y más sienta que lo aceptan como es, mejor se siente.
La única forma en que Leo depende realmente de los demás es que necesi
ta muchísimo su reconocimiento. De ahí que, a diferencia de Aries, no pueda
florecer en el vacío, y que a pesar de su necesidad de autoexpresión pueda ser
coaccionado por los demás: lo único que tienen que hacer para conseguirlo es
no expresarle su aprobación. Pero sentirse coacpionado es dañino para Leo, que
sabe que sólo siendo quien es puede ser eficaz.
Por más infantiles que puedan parecer ciertos aspectos de este signo, Leo está
fundamentalmente en lo cierto con respecto a sus necesidades, y cuando consi
gue lo que necesita -es decir, cuando se le permite ser total, completa y autén
ticamente él mismo-, es uno de los tipos humanos más admirables.
El efecto de Leo sobre los planetas Como todos los signos fijos, Leo tiene
una influencia estabilizadora. Tiende a hacer que las energías de los planetas
emplazados dentro de su ámbito funcionen de manera constante e inexorable:
no se puede esperar que una persona fuertemente leonina abandone con facili-
242
dad. Sin embargo Leo, signo fijo de fuego, no es lento y calmoso como Tauro,
signo fijo de tierra.
Debido a la fuerte orientación de Leo hacia el ego, es más probable que los
planetas emplazados en este signo estén preferentemente al servicio de sí mis
mos (siempre que no sean, como Neptuno, incapaces de tomar esa dirección).
Seguramente los problemas relacionados con los planetas en Leo pertenezcan a
ámbitos en los que interviene el orgullo o el sentimiento de autoestima. Por ejem
plo, Mercurio en Leo indica que el nativo expresa con energía su juicio o pare
cer, que se enorgullece de su capacidad mental o (en el peor de los casos) que
no es capaz de ver más que su propio punto de vista. La persona con Saturno en
Leo puede sentirse muy orgullosa de ser disciplinada, cuidadosa y honrada. Y así
sucesivamente.
Virgo
Elemento: tierra
Cuadruplicidad: mutable
Polaridad: negativo
Regente: Mercurio y diversos asteroides
Pocos signos adyacentes hay que sean tan diferentes como Leo y Virgo. Y sin
embargo, como en todas las parejas positivo-negativo, el segundo signo es un
cumplimiento y un completamiento del que lo precede. Virgo representa el in
dividuo completo, no -como Leo- alzándose solo y vanagloriándose de sí mis
mo, sino más bien enfrentándose tanto al universo físico como al social y pro
curando ponerse de acuerdo con ellos. Virgo aborda el universo físico como un
obstáculo al que debe adaptarse, un marco de referencia por medio del cual
puede aprender a ser eficaz, y una realidad a la que es preciso servir. De la mis
ma manera encara el universo social. De la arrogancia del Leo negativo pasa
mos a la sumisión del Virgo negativo. Del intento de ser autosuficientes en Leo
pasamos al de ser totalmente eficientes en Virgo, que justifica su existencia en
función de su eficacia para moverse en el mundo de la mejor manera posible. El
énfasis en la individualidad total ha desaparecido.
Virgo es un tipo astrológico que necesita poco reconocimiento social de la
calidad de su trabajo: su sentimiento del logro se basa en la seguridad de haber
hecho bien su tarea. Al enfrentarse a la realidad del universo exterior, tanto fí
sico como social, Virgo ha adquirido por lo menos cierto grado de cautela y
quizá se muestre incluso algo temeroso frente a aquello con lo que tiene que tra
tar. Es casi como si fuera el resultado del egotismo y la exuberancia infantil de
Leo tras haberse enfrentado con su primera derrota grave: una vez escarmenta
do, se vuelve cuidadoso. Y aunque el nativo de Virgo no necesite que los demás
243
reconozcan la calidad de su trabajo, no está del todo seguro de sí mismo como
individuo, y por lo tanto no es muy capaz de resistirse a presiones externas. Con
respecto a su comportamiento, cuando está sometido a presión social Virgo
puede ser uno de los signos más conformistas del zodíaco. No necesita que lo
traten como a la realeza, pero sí que los demás lo acepten por lo que es.
No quiero decir que todos los Virgo sean tímidos, inseguros o conformistas.
Simplemente trato de situar a este signo en el esquema del desarrollo de la perso
nalidad que describe el zodíaco. Virgo es el individualismo de Leo atemperado
por el enfrentamiento con las necesidades y obligaciones externas, y es tan capaz
como cualquier otro signo de ser fuerte y tener éxito. Virgo influye en la mane
ra de alcanzar el éxito, no en el éxito en sí.
Este signo no dispone de una abundante confianza en sí mismo para seguir
adelante, ni intentará jamás engañar a nadie haciéndole creer que es lo que no
es. Procura hacer una evaluación realista de sí mismo, y en todo caso pecará por
humildad. Es tan honrado como Leo y está igualmente mal dispuesto a com
prometerse en falsedades o engaños. Virgo intenta concretar sus logros domi
nando los instrumentos que le ofrece el mundo y creando una relación de orden
y confianza con su entorno.
Aunque su enfrentamiento con el mundo físico lo escarmiente, no lo des
truirá. En realidad, se esfuerza por alcanzar lo que algunos Leo están convenci
dos de poseer: la perfección. La autocrítica y el autoanálisis son las claves de la
perfección, y Virgo puede ser despiadado al juzgarse a sí mismo cuando fraca
sa (y a veces también lo es cuando fracasan los demás).
Aquí tenemos la clave de Virgo como signo mutable. A diferencia de Tau
ro, que la mayoría de las veces se enfrenta con el mundo tal como es, Virgo in
tenta cambiarse y, en última instancia, cambiar el mundo. Quizá las personas de
este signo no disfruten haciendo público su trabajo, pero el éxito en el logro
de cambios es importante para ellas.
A Virgo no le interesa ser jefe, pero necesita sentirse eficaz. Sin embargo,
el mundo físico no es un lugar del todo fiable: incluso con el mejor de los pla
nes, las cosas pueden salir mal, y esto molesta y preocupa a Virgo más que a la
mayoría de los signos. Así, en un esfuerzo por llegar a controlar la situación no
dejando que nada se le escape, tiende a concentrarse en los detalles. Esto hace
que sea un signo bueno para el análisis, pero no tanto para obtener una visión
general. Es posible que los árboles no le dejen ver el bosque.
Su preocupación por el orden puede también ser causa de que Virgo se vuel
va sumamente pulcro en sus hábitos personales, pero si no puede conseguir un
orden perfecto, es probable que renuncie totalmente a él. Por lo demás, el signo
es moderado en la mayoría de las cosas.
Virgo tiene normas estéticas muy exigentes. Es el signo de la artesanía, en
la que la función va unida a la forma, de tal modo que se completan mutua
mente y no se quitan nada la una a la otra. Pero Virgo no es especialmente pa-
244
ciente con la belleza que no es funcional; dada su condición de signo práctico,
cree que todo debería servir para algún propósito.
245
leza es constante y cautelosa. Sea o no Mercurio el regente de Virgo, su empla
zamiento en este signo es favorable. A Venus no parece irle bien en Virgo des
de un punto de vista sexual, porque este signo, como su nombre indica, tiende
a ser sexualmente modesto. Pero Venus en Virgo tiene más éxito en el terreno
creativo, especialmente en la artesanía.
Como le interesa tener un trato eficiente con el universo físico, Virgo pue
de mostrarse cambiante cuando percibe nuevas contingencias a las que hay que
enfrentarse. Además, su falta de confianza en sí mismo puede ser causa de
que cambie de acuerdo con las presiones a que se ve sometido. Por consiguien
te, el hecho de tener unos cuantos planetas en Virgo tenderá a aumentar tanto la
mutabilidad como la terrenalidad del horóscopo.
Libra
Elemento: aire
Cuadruplicidad: cardinal
Polaridad: positivo
Regente: Venus y diversos asteroides
Con Libra entramos en la segunda mitad del zodíaco. En la primera, los signos
trazaban la formación del individuo, partiendo de la primera afirmación de la
individualidad en Aries para llegar al individuo completo en Leo y concluir en
Virgo con la primera toma de conciencia de una necesidad externa a la que debe
someterse de alguna manera la desenfrenada individualidad.
En la segunda mitad del zodíaco el individuo aprende a relacionarse con la
realidad y el orden social que lo trascienden y a integrarse en ellos. Esta mitad
del ciclo va desde Libra (que significa la primera y la más simple de las rela
ciones interpersonales, la confrontación íntima de dos personas) hasta Piscis
(donde el individuo socialmente integrado se enfrenta con algo que trasciende
la sociedad y la realidad tal como normalmente se las concibe: la unidad místi
ca del universo).
Hasta cierto punto, cada signo de la segunda mitad es un paralelo de su sig
no opuesto en la primera mitad, y lleva a la práctica en un nivel social aquello
que comenzó su signo opuesto en un nivel personal. Pero no debemos dejarnos
entusiasmar por esta idea. Cada signo posee además una individualidad propia
que en muchos casos no da la impresión de que se derive del hecho de ser el
complemento social de su signo opuesto.
Así sucede con Libra. Aunque es el signo donde el individuo se acomoda
por primera vez a otro en una relación de persona a persona, también es un sig
no de evolución estética, con un fuerte amor por la belleza y la armonía. Tam
poco es tan inmaduro con respecto a la integración social del individuo como lo
246
es Aries con respecto a la formación del individuo. Tenemos que recordar que
Aries es el primer signo de fuego, mientras que Libra es el segundo signo de
aire. Así pues, en el ciclo de evolución del aire, Libra está más lejos que Aries
en el ciclo del fuego. Libra es hábil para tratar con los demás, tiene un conoci
miento muy desarrollado del arte de desenvolverse bien, y con frecuencia es ca
paz de salirse con la suya mientras da la impresión de estar cediendo. Se nota a
menudo que es el signo de Venus, la diosa de la dulzura y la belleza, pero no se
muestra con tanta frecuencia como un signo cardinal y positivo. Es un maestro
cuando se trata de tomar la iniciativa de tal manera que los demás no se den cuen
ta de que alguien la ha tomado.
Al ser el signo de la más sencilla de todas las relaciones, la que se establece
entre dos personas, a Libra le resulta difícil concebir otras maneras de relacio
narse. Ve las cosas en forma de polaridad: yo frente a ti, esta persona frente a
aquélla, nosotros frente a ellos. Y con mucha frecuencia, el «frente a» se puede
sustituir por <�unto con». La idea central es que Libra no puede concebirse en
un vacío. El yo sólo evoluciona en contacto con otro yo. Libra necesita a alguien
con quien mantener un diálogo. Pero no por ello tiene la necesidad de someter
se a otra persona; es más, incluso puede ser dominante.
Como le hace falta el contacto con los demás para llegar a comprenderse y
a realizarse, tiende siempre a mantener una relación de intimidad. Tan pronto
como una se acaba, otra comienza. Las personas de Libra pueden valer para las
profesiones en donde son básicos el contacto y el asesoramiento de persona a
persona, como el derecho, la psicología y cualquier otro dominio en el que se
actúe como consultor. Sin embargo, estas profesiones también requieren fuer
tes indicaciones provenientes de otras partes de la carta.
Libra completa un proceso que se inició en Virgo, en donde uno toma con
ciencia de las necesidades externas e intenta acomodarse a ellas, mediante una
actitud de servicio, siendo útil y aprendiendo a funcionar con la mayor eficiencia
posible en este sentido. En Libra, el individuo se enfrenta al otro como un igual.
La clave es la interdependencia, más bien que un servicio unilateral; la igualdad
en lugar de la sumisión.
El aspecto más venusiano de Libra es su interés por la belleza y el arte. Este
signo no indica necesariamente capacidad artística, pero parece que los Libra
tienen más necesidad del arte que otras personas. Les gusta la belleza, y es
posible que no sepan apreciar un arte que sea tormentoso, intensamente per
sonal, dramático y emocional si estas características tienen primacía sobre la
belleza. Si no ha aprendido a manejarse con el contenido emocional del arte,
Libra puede quedarse simplemente en el gusto de lo bonito. Es un signo de
aire, y por consiguiente, en todos sus encuentros con el mundo, tanto en el arte
como en las relaciones, tiene dificultad para enfrentarse con los sentimientos
intensos.
247
La relación de Libra con Venus y los asteroides Ya hemos estudiado
los problemas que plantea el intento de relacionar a Venus con Tauro. Si bien
yo prefiero a este planeta como regente de Libra, debo reconocer por lo menos
una dificultad. Venus es un planeta claramente negativo, yin, mientras que Li
bra es un signo positivo, yang. En este sentido, Venus parece más adecuado para
Tauro, un signo negativo, yin. Pero no es nada excepcional que un signo tenga
un regente de diferente polaridad: pocos astrólogos dudarían al asignar a Saturno
la regencia de Capricornio, y sin embargo aquí tenemos un planeta claramente
masculino (aunque sea el más yin de los planetas yang) asignado a un signo fe
menino (aunque con toda probabilidad sea el más yang de los signos yin). Todo
esto significa que no se puede identificar completamente a los signos con los
planetas que los rigen.
Así como Capricornio es un signo negativo sumamente yang, también Li
bra es un signo positivo sumamente yin. En realidad estos dos signos desento
nan tanto con sus supuestas polaridades que llegan a poner en tela de juicio el
concepto mismo de polaridad. Sin embargo, yo creo que éste es válido. Lo que
pasa es que la polaridad se refiere a un atributo bastante específico del signo, y
no a la suma de todos sus atributos.
Como ya he dicho, Zipporah Dobyns asigna los asteroides Palas y Juno a
Libra. La diosa Palas Atenea es una luchadora y podría representar a este sig
no, cuyas confrontaciones íntimas de persona a persona asumen la forma de pe
leas. Pero yo no he visto a muchos Libra que obren de esta manera, salvo los
que tienen una fuerte influencia de Marte o de Plutón, y sospecho que en ellos
las características de Libra han sido anuladas.
El caso de Juno es mejor, ya que entre otras cosas esta diosa era la patrona
del matrimonio y de las esposas. El matrimonio es decididamente una relación
de Libra, pero la diosa Juno no encama algunos de los rasgos de este signo, ta
les como el amor a la belleza, el arte y la armonía. Tradicionalmente signo de
paz, Libra no casa bien con la naturaleza astuta de Juno (o, para el caso, con la
agresividad de Palas Atenea). Pero los argumentos tomados de la mitología son
peligrosos si no los avala la experiencia. Por eso se ha de permitir que su reso
lución se derive de la observación de los efectos astrológicos.
El efecto de Libra sobre los planetas Es obvio que los planetas en Libra
incrementan las características aéreas y cardinales de una carta. Además, este
signo es más favorable para los planetas orientados hacia las relaciones y que son
de naturaleza generalmente pacífica. Libra funciona peor con los planetas indi
vidualistas, como Marte, que en este emplazamiento no sabe si andar en solita
rio y vivir a su manera o si intentar entenderse con los demás al estilo de Libra.
Indica alguien que probablemente establecerá relaciones personales de intimidad
de tipo combativo.
Aunque es bastante extraño que Libra sea el signo tradicional de la exalta-
248
ción de Saturno, en ello hay algo de apropiado. Saturno no es, por supuesto, un
planeta muy predispuesto a las relaciones, pero tampoco es tan individualista.
Su papel consiste en recordarle a uno su conexión con el mundo social en sen
tido amplio. Saturno se relaciona con Libra en la medida en que representa las
obligaciones y los deberes en una relación. Hace desaparecer los aspectos frí
volos de Libra, y deja los serios.
Los tránsitos recientes de Neptuno (1941-1956), Urano (1968-1975) y Plu
tón (1970-1984) por Libra parecen simbolizar los cambios que se han ido pro
duciendo en nuestro concepto del matrimonio. Neptuno creó una idealización
casi irrealizable de la relación de pareja al tiempo que eliminaba muchas de las
restricciones sociales asociadas con ella. La generación que tiene a Neptuno en
Libra es la responsable de la difundida aceptación social de la convivencia ex
tramatrimonial, así como de la creciente respetabilidad de las relaciones homo
sexuales. Urano y Plutón han estado en Libra durante la época adulta de los na
cidos con Neptuno en este signo, y esto describe bien la realización de lo que se
anunció durante el tránsito de Neptuno por Libra. Urano, que simboliza la re
volución, y Plutón, que simboliza la ruptura, apuntan a las crecientes cifras de
divorcio y a la tendencia a contraer varios matrimonios. Claramente, de estos
tránsitos está surgiendo una nueva visión de las relaciones humanas.
En general, los planetas en Libra encaminan los problemas relacionados con
ellos hacia las relaciones y la armonía con los demás. Al mismo tiempo, tien
den a funcionar de una manera más ligera y no tan seria como en otros signos
(especialmente en Escorpio, el signo siguiente).
Escorpio
Elemento: agua
Cuadruplicidad: fijo
Polaridad: negativo
Regente: Plutón (tradicionalmente, Marte)
Escorpio es uno de los signos peor entendidos del zodíaco, y uno de los que tie
nen peor reputación. Por más que tenga que ver con asuntos muy serios, no se
merece la mayoría de las cosas negativas que se han dicho de él. Y en realidad,
puede ser muy positivo.
En cuanto a la polaridad con su signo opuesto, parece que Escorpio tuviera
muy poco que ver con Tauro. En cierto sentido, es más bien una prefiguración de
Piscis. Representa el primer enfrentamiento del ego con la muerte. Completa el
proceso que se inició en Libra, donde el individuo entraba en un diálogo con otra
persona, pero ambos seguían siendo entidades aparte. En Escorpio los dos se fun
den en uno en el nivel emocional, y esta es la primera forma de muerte del ego.
249
Aunque lo dicho sitúe a Escorpio en el esquema de los signos, no constitu
ye su esencia, que es la transformación, una transformación inherentemente
mística. No es el misticismo cristiano, que es sobre todo espiritual, ascético y
negador del propio yo, sino un misticismo que ve el poder de la transformación
operando en la realidad cotidiana. En vez de negar el universo físico para tras
cenderlo, Escorpio se sumergirá en su condición física e incluso se anegará en
ella para así trascenderla.
Es el primer signo que tiene conciencia de las alturas y los abismos del uni
verso. Como siente la naturaleza relativa de todas las cosas, declarará sin res
tricciones que no hay diferencia entre el bien y el mal, y el resultado será que se
lo interprete mal. Escorpio ve la vida como una serie de muertes y resurreccio
nes, y en vez de empeñarse en evitar estas vivencias, se precipita de cabeza en
ellas para experimentar la revivificación que producen.
En un nivel ordinario, esto se manifiesta como la vocación de Escorpio por
vivir intensamente. Nada se ha de hacer de forma superficial. Es mejor tener
una vivencia completa de algo que una superficial de muchas cosas. Es obvio que
es un signo dramático, al que le fascina la emoción, aunque tome la forma del
dolor provocado por sus propias vivencias. Para Escorpio es mejor sentirse mal
que no sentir nada.
Además, le encantan los misterios. Disfruta excavando en las profundidades
de un problema o de una persona para ver qué sucede dentro. Como consecuen
cia, se asocia a este signo con la investigación, la indagación y la psicoterapia,
y con la última por dos razones: ahondar en lo psíquico y tener la oportunidad
de ayudar a los demás a transformarse interiormente.
Ya sea con ánimo crítico o por envidia, se dice con frecuencia que Escorpio
es un signo sumamente sexual. Pero si uno se refiere al simple placer del sexo,
Escorpio no va necesariamente por esa vía. Más aún, es capaz de privarse com
pletamente de actividad sexual, y sin embargo, hay una relación entre este sig
no y la sexualidad. No es la búsqueda del placer lo que lleva a Escorpio a lo se
xual, sino la búsqueda de trascendencia. El orgasmo ofrece una de las pocas
experiencias de muerte del ego y trascendencia del yo accesibles al ser humano
común y corriente. Y también es una de las pocas experiencias en las que se tie
ne la vivencia simultánea de la muerte y la suprema gratificación del ego, algo
característico de Escorpio, que no siente tanto como los otros signos la necesi
dad de establecer una separación entre las dos. Para un escorpiano, por más
atractiva y sexualmente atrayente que sea su pareja en otros aspectos, el amor
que no contiene elementos dramáticos y de intensidad emocional no durará.
Aunque este retrato es fundamentalmente fiel a la naturaleza del signo, no
es una imagen del todo exacta del Escorpio típico. Más que la mayoría de los
otros nativos, los de Escorpio tienden a tener un aspecto común y corriente, y
es fácil pasarlos por alto... mientras no haya una confrontación. Entonces uno
descubre que, a muy corta distancia de Tauro, Escorpio es el segundo signo más
250
fijo del zodíaco, y es el único signo de agua que se avendrá a pelear. En reali
dad, gozará incluso con la pelea, porque es otra manera de disfrutar de una ex
periencia cumbre. La guerra continúa existiendo en parte porque permite que la
gente viva al máximo de sus capacidades, algo que al Escorpio le gusta espe
cialmente. Como buen signo de agua es sensible, y es fácil que lo hieran, pero
a diferencia de Cáncer y Piscis, cuando se sienta herido peleará, a menudo con
fiereza.
La dificultad más destacada de Escorpio con los demás está en la altura y la
profundidad de su entendimiento. Las emociones que siente suelen ser suma
mente primitivas y no se prestan a la comunicación verbal ni al análisis intelec
tual. Además, gran parte de su conocimiento no es fácil de comunicar porque
va más allá de la comprensión de la mayoría de la gente. Con frecuencia, cuando
Escorpio trata de comunicar lo que ve, entiende o siente, los demás lo interpre
tan muy mal, de modo que tienden a guardar silencio porque el malentendido
resultante en este caso es mejor que el que se origina en un fracaso de la comu
nicación. Los Escorpio poco seguros de sí mismos pueden reaccionar ante las
malas interpretaciones culpándose y llegando a la conclusión de que, interior
mente, algo anda muy mal en ellos. Bajo la carga de un sentimiento de deca
dencia y corrupción internas, no se dan cuenta de que los «malos» pensamien
tos que ellos albergan también los tienen muy a menudo los demás, aunque no
tan intensamente. De ahí la fama de reserva de este signo.
Todo esto puede dar como resultado que Escorpio parezca meditabundo e
inmerso en sí mismo. Como se trata de un signo fijo, en él ni los sentimientos
positivos ni los negativos se extinguen rápidamente, y por ello muchos astrólo
gos lo han descrito como un signo vengativo, que cultiva durante mucho tiem
po sus resentimientos. Pero también es lento para enojarse. Si no lo hieren re
petidas veces o no lo hacen objeto de insistentes insultos, Escorpio no es más
vengativo ni más rencoroso que cualquier otro signo.
251
Marte era el regente tradicional de Escorpio antes de que se descubriera a
Plutón, pero esta es una de las peores afinidades entre signo y regente. Marte es
fogoso, extravertido y abierto; Escorpio es sutil y reservado. Ambos símbolos
indican agresividad, pero la de Marte es una confrontación directa, mientras que
probablemente la de Escorpio será tortuosa. Marte libera rápidamente su ener
gía, y Escorpio lo hace con lentitud.
Pero además parece que desde la antigüedad haya habido algún cambio en el
significado de Escorpio. En los textos antiguos, especialmente en el Astronomi
con de Manilio, se describe a Escorpio como más marciano de lo que es ahora.
No es necesario que aceptemos el zodíaco sideral para darnos cuenta de que los
signos tropicales pueden cambiar lentamente de significado a lo largo del tiempo.
Lo único que necesitamos es reconocer que las· diferentes culturas ven los símbo
los de distinta manera. Escorpio es ahora mucho más plutoniano que marciano.
Sagitario
Elemento: fuego
Cuadruplicidad: mutable
Polaridad: positivo
Regente: Júpiter
Con Sagitario entramos en la etapa del desarrollo simbolizada por los cuatro úl
timos signos. Como usted recordará, los signos que van de Aries a Cáncer se
252
relacionan con la evolución del individuo como tal, y los que van de Leo a Es
corpio, con la evolución del individuo frente a los demás en las relaciones per
sonales.
Los cuatro últimos signos describen la integración del individuo en la so
ciedad como un todo. Aquí el término «sociedad» tiene un significado mucho
más abstracto que en el segundo grupo de signos. El individuo se relaciona no
sólo con las personas a quienes conoce, sino también con la trama misma del
orden social, de la que no siempre es posible tener una vivencia personal.
El concepto clave de Sagitario es el del individuo que se enfrenta con un
contexto social y aprende a entenderlo y a expresar en él su voluntad. Es el más
avanzado de los signos de fuego, y la expresión de la voluntad en él debe tras
cender la expresión puramente personal de sí mismo. Sin embargo, por ser el
primero de los cuatro signos sociales, es el más ambivalente en su relación con
el orden social. Valora la libertad personal y la expresión de sí mismo tanto como
cualquier otro signo de fuego, y por lo tanto puede tener problemas para adap
tarse a las restricciones del orden social en sentido amplio. Sin embargo, es un
signo incapaz de eludir su relación con la sociedad, y por eso busca un papel so
cial que le permita expresarse al máximo y al mismo tiempo hacer algo social
mente útil. Sagitario está asociado con el idealismo, con las personas que no
pueden aceptar el orden establecido y quieren reformar la sociedad. Pero, ambi
valente como es, simboliza también a aquellos que actúan como portavoces del
orden social y lo mantienen intacto.
En cualquiera de los dos casos, la relación del individuo con la sociedad es
bastante abstracta. A Sagitario le interesan más los principios y las pautas gene
rales que los detalles de su puesta en práctica. Recuerde la relación de Aries con
Tauro, en la que Aries funciona como la voluntad abstracta e incorpórea que re
cibe su cuerpo físico en Tauro, el signo de tierra. Sólo mediante el encuentro
con el principio de tierra puede manifestarse la voluntad de Aries. De modo si
milar, Sagitario enuncia los principios de cohesión social aunque él mismo sea
ambivalente respecto de su relación con la sociedad, y luego Capricornio bus
ca la manera de llevar a la práctica tales principios.
Como a otros dos signos mutables, en la bibliografía más antigua a Sagita
rio se lo solía considerar un signo dual. La dualidad no es un concepto espe
cialmente fecundo para explicar a Géminis o a Piscis; lo es más con Sagitario,
que se siente ambivalente con respecto a su emplazamiento en el esquema del
zodíaco, y por eso hay dos tipos distintos de sagitarianos. (En los viejos libros
se asociaba a estos tipos con la primera y la segunda mitad del signo, pero yo
no considero fiable esta asociación.)
El primer tipo es una personalidad clásica de signo de fuego, amante de la
libertad. Este Sagitario está ávido de espacio para moverse y de libertad para
expresarse. Generalmente es exuberante y simpático, pero no del todo fiable
cuando se trata de mantener acuerdos. Tampoco es demasiado coherente, sino
253
sumamente mutable. Aunque este signo va mucho más allá que Libra, se resis
te a atarse en sus relaciones, y no porque prefiera estar solo, sino porque desea
ser libre de relacionarse con quien sea, donde sea, sin límites impuestos por la
convención social. Le encanta encontrarse con experiencias nuevas y no se sien
te especialmente atado a la tradición.
El segundo tipo de Sagitario se integra con éxito en el orden social y le preo
cupa la trama de este orden. Tiene necesidad de estudiarlo todo en el mundo
para poder relacionar cada parte con todas las demás. Así, es probable que le
atraigan las ciencias, la filosofía, la religión o cualquier otra disciplina que re
vele la recíproca conexión de todas las cosas. Le interesa la sabiduría, y la pre
fiere al mero conocimiento: una idea es buena sólo en la medida en que ayuda
a entender el mundo y nos permite vivir con más eficacia en él. Pero (y esto es
válido para ambos tipos de Sagitario), es probable que sus ideas sigan siendo
abstractas. Ninguno de los dos tipos disfruta trabándose en lucha con los deta
lles que implica llevar a la práctica lo que entiende, pero el segundo está más
dispuesto a hacerlo. Aunque este tipo es también muy mutable, en la medida en
que se adapta a la adversidad en lugar de enfrentarse con ella, es mucho más
coherente que el otro.
Ambos tipos disfrutan de los viajes, a los que ven como una forma de ex
pandir la conciencia, y a la vez como una liberación de las restricciones de la
vida cotidiana. También ambos son idealistas, pero al segundo le resulta más
fácil separar lo real de lo ideal.
No hay manera de saber a partir del horóscopo con qué tipo estamos tratan
do, porque en realidad son dos fases en el desarrollo de un tipo único. El Sagi
tario de la primera clase puede evolucionar hasta convertirse en el segundo si
las influencias ambientales lo permiten. Un Saturno fuerte puede ser causa de
que el primero se convierta tempranamente en el segundo.
254
El efecto de Sagitario sobre los planetas Los planetas en Sagitario in
crementan la cantidad general de mutabilidad y fuego en una carta, e indican un
deseo de libertad. Sagitario se lleva muy bien con Marte, Urano y el Sol, que
actúan con rapidez, son enérgicos y no se resisten al cambio. Mercurio, que tra
dicionalmente está en detrimento en Sagitario, no parece estar tan mal allí; su
principal dificultad es que pierde la capacidad de obrar con precisión y de ocu
parse del detalle.
Evidentemente, Sagitario tiene cierta incompatibilidad con Saturno. Hace
que éste intente interesarse por ideas amplias y globales, que de todas maneras
siguen generándose en el minucioso y detallado enfoque saturnino. Pero esto
no es un problema grave a menos que Saturno ocupe un lugar muy destacado en
la carta.
Los planetas con un fuerte componente emocional quizá no tengan dificul
tades en Sagitario, pero no operan de manera totalmente acorde con su natura
leza. Venus, por ejemplo, se muestra renuente a establecer relaciones vinculan
tes. No es que no se interese por lo sexual, pero tiende a preferir la amistad a un
vínculo sexual más convencional. La Luna funciona bastante bien, pero no pa
rece mucho una Luna: por ejemplo, no hay tanto gusto por la tradición ni el
mismo contacto con las propias raíces.
Neptuno, que está en Sagitario cuando escribo esto (1980), ha estimulado
más allá de todo límite el aspecto idealista del signo. En coincidencia casi exac
ta con su llegada a Sagitario, en 1970, se inició el florecimiento de gurus y cul
tos característico de esa década.
Capricornio
Elemento: tierra
Cuadruplicidad: cardinal
Polaridad: negativo
Regente: Saturno
255
figuras de autoridad y a la de quienes pretenden tener un conocimiento univer
salmente aplicable (es decir, objetivamente real). Tiende a poner bastante poco
énfasis en su punto de vista subjetivo. Sin embargo, y aquí hay una manifiesta
contradicción, evita las abstracciones que no es posible llevar a la experiencia.
A Capricornio le interesa tener una idea objetiva de la verdad, pero que al mis
mo tiempo se pueda experimentar. De este modo llega a una idea de la verdad
a la que confiere una realidad absoluta.
Y la verdad debe ser operativa, lo cual significa que Capricornio, además de
aceptar lo que la sociedad considera real, se dispone a ser eficaz en forma prác
tica. La eficacia es algo que los capricornianos desean sobre cualquier otra cosa.
La idea de depender de los demás y de no estar bajo su propio control les ate
rroriza. Prefieren ser ellos quienes controlen, aunque generalmente tienen de
masiado sentido de la responsabilidad para enloquecerse por el poder.
Capricornio desea emplear las normas que le han enseñado sobre el mundo
exterior lo mejor que pueda para erigir un monumento a su propia existencia.
Quiere poder decir al mundo: «Yo hice eso, yo lo construí». Y lo que constru
ya debe ser importante no sólo para él, sino también para el mundo cuyas nor
mas ha intentado dominar.
No sólo durante la juventud está Capricornio particularmente sometido a la
autoridad en la determinación de sus opiniones sobre la realidad; más adelante
se convierte en la encarnación misma de esa autoridad. De nuevo tenemos la
asociación entre Capricornio y el arquetipo paterno: la energía que dice al niño
que no sólo debe estar interesado en su propia vida, sino que también debe lle
gar a entenderse con lo que existe fuera y más allá de él. Así como Cáncer es el
signo que manifiesta el sistema de apoyo del niño, Capricornio es el signo que
manifiesta la energía que lo empuja a salir del hogar y aventurarse en el mundo.
Tanto Sagitario como Capricornio pueden adoptar el papel de representantes
del orden social, pero difieren en la forma de hacerlo. A Sagitario le interesan
los principios unificadores de la sociedad y las teorías de la integración social.
Es frecuente que desee entender sin otra meta que la expansión de su propia
conciencia (por más que no le fascinen, como a Géminis, las ideas solamente en
cuanto tales). A Capricornio, en cambio, no le interesan tanto los principios como
su puesta en práctica. Quiere saber lo que es «realmente real», no lo que es teó
ricamente verdad. Le importan más los detalles del orden social que su carácter
general.
Podríamos considerar que Sagitario es el filósofo académico del orden so
cial y Capricornio el hombre de negocios. Una vez más, el signo de tierra que
lo sigue facilita la manifestación en el plano físico de los principios del signo
de fuego.
Es obvio que Sagitario y Capricornio deberían formar equipo. Sin embargo,
su psicología es tan diferente que les cuesta llevarse bien. A Sagitario le mo
lesta lo que para él es el tosco materialismo de Capricornio, y a éste le molesta
256
la tendencia de Sagitario a perderse en aéreas abstracciones evitando la respon
sabilidad de tratar con el mundo «real». Sin embargo, cuando consiguen llevar
se bien, la combinación del entendimiento de Sagitario con la efectividad prác
tica de Capricornio es verdaderamente impresionante.
El único problema grave de Capricornio es que está tan empeñado en ser
eficaz en el mundo «real» que no le resulta fáci: jugar. Para él, una actividad sólo
es justificable si es importante. Esto lo lleva 1 ser exageradamente serio y a ra
cionalizar. Puede haber algo que Capricornio haga con verdadero placer, pero
si sólo es placentero no le basta. Tiene que estar seguro de que, además de pla
centero, es socialmente importante. Por lo tanto -tal es su razonamiento- él tiene
más derecho a lo que le proporciona placer del que tienen otros a sus diversio
nes menos «importantes». A Capricornio le gusta darse palmaditas en la espal
da por «cumplir con su deber» cuando en realidad sólo está haciendo algo que
le gusta. Con frecuencia, identifica el juego con el trabajo.
A pesar de su naturaleza seria, este signo ha producido una abundante co
secha de humoristas. El humor es generalmente de un tipo seco y autocrítico más
bien que juguetón, y esta es probablemente la manera que tiene Capricornio de
mantener un sano equilibrio ante su tendencia a buscar lo importante.
257
tario. Es frecuente que a Júpiter le encante prestar atención al logro de una im
portante posición social.
Algunas autoridades en la materia opinan que Júpiter en Capricornio puede
significar problemas con el padre. Pero yo no creo que Júpiter, que permanece
un año en cada signo, pueda echar a perder todo un año de relaciones de los hi
jos con sus padres por el simple hecho de estar en Capricornio. Por supuesto
que la relación padre-hijo puede tensarse si Júpiter en Capricornio es dominan
te también en otros aspectos. Mi propia sensación es que se trata de una de esas
discusiones tan sutiles que no es posible zanjarlas.
De Marte se dice que está en exaltación en Capricornio. Esto no es del todo
coherente, ya que nadie podría esperar que la combinación de las energías mar
cianas con las saturninas de Capricornio fuera fácil. Sin embargo, parece que en
este signo la energía marciana se viera más bien disciplinada que bloqueada. En
Capricornio, la energía de Marte se aparta de su estrecha orientación hacia el
ego y recibe una base social más amplia, de modo que es más probable que los
demás respeten sus intenciones.
Los planetas sumamente emocionales no funcionan bien en Capricornio, por
que este signo tiende a reprimir la emoción en aras de la disciplina. La Luna se
encuentra aquí en una situación particularmente difícil, porque Capricornio no
le permitirá que disfrute dependiendo de los demás, un modo de relación que en
algún momento de la vida es absolutamente esencial para la Luna.
Tampoco es el mejor lugar para Venus, porque es probable que sus criterios
emocionales a la hora de elegir se encuentren subordinados a criterios prácti
cos. Venus en Capricornio puede indicar también una atracción por las perso
nas mayores, que pueden servir tanto de figuras de autoridad como de amantes.
Sean cuales fueren las inclinaciones normales de un planeta, en Capricornio
se ven sometidas a consideraciones prácticas y deben ponerse al servicio de la ne
cesidad de eficacia del signo. Si esto no se consigue, su forma de funcionar es
ambigua y por lo tanto tensa. ¡Cómo debe ser, pues, Neptuno en Capricornio!
Acuario
Elemento: aire
Cuadruplicidad: fijo
Polaridad: positivo
Regente: Urano (tradicionalmente, Saturno)
Con Acuario entramos en el último par de signos, que completa la evolución del
individuo arquetípico. En Aries empezamos por la afirmación más puramente
individualista del yo. Tras haber ido construyendo los diversos aspectos del yo,
y luego socializándolos, llegamos a Acuario, donde la socialización se completa.
258
Acuario es el signo del individuo como unidad cooperativa del grupo. Es un
signo en el que, al menos teóricamente, el ego individual y sus necesidades se
subordinan a las de la unidad social más amplia de la que el individuo forma par
te. Digo teóricamente porque lo que en realidad sucede suele ser muy diferente.
Es verdad que Acuario está en su elemento formando parte de alguna clase
de grupo social, así como Libra lo está formando parte de una pareja. Los acua
rianos son gregarios y disfrutan con las interacciones sociales. Valoran las amis
tades y respetan lo que se puede lograr mediante el esfuerzo del grupo. Es como
si para ellos ninguna actividad tuviera sentido si no posee una dimensión social.
Pero así como Libra tiende a ser la persona dominante en una relación, Acuario
tiende a ser el miembro dominante en un grupo. Como los nativos de Libra, los
de Acuario necesitan la interacción social para definirse, pero son individuos
fuertes y con tendencia a dominar.
Para poder entender a Acuario, hay que recordar que su signo opuesto es
Leo, el signo del individuo completo, fuerte y que confía en sí mismo y en sus
propias fuerzas. El ego está totalmente desarrollado, incluso en exceso. Acuario
es el signo de la completa socialización del ego, un ego tan fuerte como el de
Leo, pero mientras que éste deriva su sentimiento del yo de una conciencia ex
clusiva de sí mismo, la conciencia de sí que tiene Acuario proviene del grupo,
cuyos intereses identifica como propios. Leo dice: «Yo soy grande y magnífico
en mí mismo», y Acuario dice: «Yo no soy nada más que la encarnación de lo
que quiere la sociedad». Dicho de otra manera, cuando Leo es egotista lo es
abiertamente; en cuanto a Acuario, es más probable que sea un egotista encu
bierto. Esto no quiere decir que todos los nativos de este signo sean egotistas,
sino simplemente que los acuarianos derivan su sentimiento del yo de una iden
tificación con algo exterior a ellos mismos.
Paradójicamente, este signo de orientación social puede producir pensadores
radicales o innovadores que parecen sumamente individualistas y autosuficien
tes, y que dan la impresión de no necesitar para nada la aprobación de la socie
dad. Pero de hecho, aun cuando el radical o el reformador acuariano no nece
site estar vinculado con la sociedad como un todo, necesita siempre algún tipo
de grupo con el cual identificarse. Generalmente, ese grupo se considera, como
encarnación de la sociedad, más válido que el orden social vigente. Además, la
mayoría de los ideales radicales de Acuario tienen consecuencias sociales. Este
signo no se conforma simplemente con perfeccionarse; su deseo es perfeccio
nar a toda la sociedad. Ama intensamente la libertad, pero se trata de la libertad
de cambiar la sociedad entera para que se convierta en lo que él piensa que debe
ser. No es feliz dejando que los demás sean libres si la idea de libertad de ellos
difiere de la suya. Después de todo, es un signo fijo, y por más radicales (o, para
el caso, por más convencionales) que sean sus ideas, una vez que ha llegado a
ellas no es fácil que las cambie.
Uno de los verdaderos problemas de Acuario proviene a la vez de su orien-
259
tación social y de su condición de signo de aire. Los acuarianos tienden a tener
fuertes ideales sociales respecto de cómo debe ser la gente, pero no se relacio
nan fácilmente con los demás como individuos, salvo quizás en la medida en
que éstos encarnen problemas sociales. Acuario es el signo del humanitario que
ama a toda la humanidad, pero a ningún ser humano individual. Por ser un sig
no de aire, no se encuentra especialmente cómodo en el dar y recibir emocional
que implica una relación personal de intimidad. Los acuarianos se sienten más
a gusto con la amistad que con el amor.
Me he detenido en los aspectos problemáticos de Acuario para contrarres
tar la propaganda en la bibliografía astrológica más reciente sobre la inminen
cia (o la presencia, según a quién leamos) de la Era de Acuario, en la cual todos
los males sociales de la Era de Piscis se repararán milagrosamente. Si la era que
se avecina es realmente acuariana, puede ser una época en la cual se arranquen
despiadadamente y de raíz las consideraciones individuales, los vínculos de amor
emocional y los lazos de la tradición, en favor de diversos órdenes utópicos
concebidos por completo en la mente y donde no tenga nada que ver el corazón.
Sin embargo, Acuario posee muchos puntos fuertes. Al ser un signo de aire,
tiene una visión de las cosas desapegada e imparcial. Se preocupa auténtica
mente por el bien de todos, y no sólo por el propio. Es un signo idealista, con
un fuerte compromiso con sus creencias. Además, está excepcionalmente libre
de restricciones impuestas por el pasado y por la tradición (un atributo que tie
ne sus lados buenos y malos).
El principal fallo de Acuario es que se compromete con la sociedad, algo
que de hecho no es más real que el individuo. En realidad, es menos real: la so
ciedad no es sino un grupo organizado de individuos. Y el nivel de organización
existente no es aún lo bastante complejo para que alguna sociedad llegue a te
ner una existencia orgánica propia. Es decir que una sociedad no es un ente vi
viente de la misma manera que lo es un individuo. Si consideramos la sociedad
como una entidad válida necesaria para el mantenimiento de la vida humana, la
identificación del acuariano con alguna forma de orden social es válida. Pero si
la vemos como una entidad abstracta sin ninguna existencia orgánica real, esta
identificación es dañina. Corresponderá a Piscis lograr la verdadera y univer
salmente válida identificación con algo que va más allá del yo.
260
hacia las ideas radicales e innovadoras. Los dos tienden a ser despiadados e in
sensibles en su persecución de lo correcto, y ninguno es un símbolo especial
mente emocional ni cálido.
Hay también un lado saturnino en Acuario. Saturno, su regente tradicional,
es mucho más fijo que Urano. De una manera que en éste no se da, Saturno está
más orientado hacia la sociedad, por oposición al individuo. Igual que Acuario
y Urano, no se entiende bien con las emociones. Pero Saturno es por lo demás
muy terreno, y no se complace en las abstracciones en la misma medida que
Acuario y Urano. Parece como si el simbolismo acuariano reflejara una mezcla
de Saturno y Urano, en vez de ser un reflejo del uno o el otro.
El efecto de Acuario sobre los planetas Este signo es más benéfico para
las energías planetarias que son de aire y/o tienen una orientación social. El aé
reo Mercurio y el socialmente orientado Júpiter están bien emplazados en Acua
rio, así como Saturno, por las razones que ya he expuesto.
Aunque el Sol está tradicionalmente en detrimento o exilio en Acuario, no
parece que se encuentre aquí con ningún problema grave, aunque por supuesto
no se le permite una expresión tan centrada en sí mismo. Lo mismo vale para
Marte, que aunque no está especialmente mal emplazado en Acuario, sí tiene en
este signo una expresión más social que en otros emplazamientos.
Los planetas emocionales como Venus y la Luna tienen más dificultades en
Acuario. Venus tiende en este caso a la camaradería más que al amor, y la Luna
se ve presa de una pugna entre su emotividad natural, su apego al pasado y a lo
que es familiar, y la sequedad emocional del signo. Una Luna en Acuario pue
de o no estar perturbada, pero no es casi nunca una Luna típica.
Piscis
Elemento: agua
Cuadruplicidad: mutable
Polaridad: negativo
Regente: Neptuno (tradicionalmente, Júpiter)
261
El problema no reside en que sea un signo débil, insulso o falto de energía,
sino en que simboliza la etapa más difícil de la evolución humana, la trascen
dencia del yo. En este aspecto, Piscis continúa el proceso que se inició en Acua
rio, pero con una diferencia.
En Acuario el yo está sumergido en -o, dicho con más precisión, identi
ficado con- el grupo social, lo que con frecuencia da como resultado un ego
envanecido que se disfraza de humilde. Y, tal como he señalado al hablar de
Acuario, es cuestionable que el grupo social al que uno pertenece sea una enti
dad superior a uno mismo.
Piscis no se subordina a un grupo social, sino al universo mismo y a lo que
lo mueve. Sea lo que fuere lo que uno sienta sobre Dios, hay algo que hace que el
universo (en latín, lo «convertido en uno») sea una Unidad. El ego -nacido, evo
lucionado, completado y socializado a lo largo de los demás signos- se entrega
ahora, en Piscis, a algo superior. Los sistemas personales de la realidad, las ideas
personales del bien y el mal, han de subordinarse ahora a Lo Que Es. En el len
guaje del misticismo, Piscis simboliza la entrega del alma a Dios. Sin embargo,
son pocos los individuos que lo logran. Es algo difícil de realizar a medias, y
una entrega incompleta de sí mismo puede llevar al desastre.
Hay otro aspecto de Piscis que es preciso entender: es a la vez un final y un
comienzo. El zodíaco no es un círculo, sino una hélice, de modo que cada vez
que uno lo rodea ha cambiado además de nivel. Piscis es la última fase de cada
giro de la hélice, pero es también la fase que precede a Aries. En cuanto tal, re
presenta la etapa previa al nacimiento de un ser nuevo. De hecho Piscis, al tér
mino de un ciclo que indica una entrega del yo maduro, es un preludio del re
nacimiento en un nivel superior en el próximo encuentro con Aries. Por eso se
lo puede considerar tanto como el estado de conciencia que precede al ego como
el que le sigue.
En la estructura del ego se genera la naturaleza del sistema de realidad de
cada cual. Así podemos ver que Piscis es un signo que o bien todavía no ha lle
gado a desarrollar un sistema de la realidad, o acaba de trascenderlo (esto es lo
que condiciona el carácter altamente imaginativo del signo).
El símbolo de Piscis son dos peces que nadan en direcciones opuestas, y
como sucede con Sagitario y Géminis, a Piscis se lo considera tradicionalmen
te como un signo dual. En él hay dos tipos de nativos: el avanzado (Piscis en la
última etapa de la evolución del ego o yo arquetípico) y el primitivo (Piscis
como simplemente la etapa previa a un nuevo comienzo en Aries).
En ninguno de los dos tipos se encuentra un ego tan fuertemente definido
como en otros signos. Por lo tanto, es menor el deseo de hacerse valer, de ser
algo en particular. Ambos tipos de Piscis son sumamente receptivos. En el tipo
primitivo esto conduce a la pasividad y la inacción, y a una actitud de víctima
porque el nativo no está dispuesto a asumir responsabilidades. En el tipo avan
zado, es causa de un deseo de conocer la verdad en un nivel espiritual profun-
262
do, e incluso de sacrificarse por ella. Se trata de una manifestación del mártir, en
el verdadero sentido de la palabra, en cuanto opuesto a la víctima.
Como ya he dicho, o bien el sistema de la realidad no está fuertemente de
sarrollado en el tipo primitivo, o bien el nativo se desprende de él en el tipo
avanzado, y esto le da la capacidad de contactar con realidades alternativas, de
ver aspectos del ser que otras personas consideran imposibles. El tipo primiti
vo suele quedarse simplemente en la confusión.
Ambos tipos pueden atisbar cosas invisibles para la mayoría. Piscis está co
nectado con la capacidad psíquica (aunque se necesita mucho más que una fuer
te influencia de este signo para que alguien tenga dotes psíquicas, y tampoco es
necesario ser un Piscis si las otras indicaciones son fuertes). En la mayoría de
la gente de este signo, la tendencia psíquica se expresa como una sensibilidad
ante las personas que los rodean, que les permite captar con facilidad energías
e impresiones. Como Piscis tiende a tener la vivencia de estas energías como si
fueran propias, cuando son muy negativas ambos tipos tienden a debilitarse.
Para ninguno de los dos las cosas son tan claramente distintas unas de otras
como podrían serlo para otro signo. Las categorías están debilitadas. El Piscis
avanzado ve en el universo mucha más unidad que la que otros pueden percibir
de forma inmediata, mientras que, también en este aspecto, el tipo primitivo sólo
llega a sentirse confundido.
Atrapado en un mundo donde todavía no está del todo dispuesto a entrar, es
probable que el tipo primitivo busque cobijo en la fantasía, e incluso el tipo
avanzado se refugia con frecuencia en un mundo privado en el que muy pocos
son admitidos. El aire de lejanía de muchos Piscis es, en realidad, la conse
cuencia de su hipersensibilidad.
Debido a su carencia de énfasis en el ego, es frecuente que el tipo Piscis se
sienta atraído por los servicios sociales, como cuidar de los enfermos físicos o
mentales, o de otras personas que necesitan que se las atienda. Esto puede pa
recer similar al idealismo social de Acuario, pero en Piscis no se da la identifi
cación del yo con el grupo que puede dar como resultado un envanecimiento
encubierto del ego. En Piscis el yo está más auténticamente subordinado.
Pero hay un peligro en la clase de servicio de este signo. Un Piscis primiti
vo puede tratar de fortalecer un ego vacilante ocupándose de quienes a él le pa
recen menos afortunados. El problema está en que, para mantener su posición
de primacía, estos nativos tienen que asegurarse de que las personas a quienes
están «ayudando» jamás mejoren. Esta clase perniciosa de egotismo encubier
to es también un peligro con Neptuno.
La mayoría de estos nativos no son tipos primitivos ni avanzados, sino mez
clas en diversos grados. Un individuo puede ser sensible y compasivo, y sin
embargo, al mismo tiempo, la víctima de las energías negativas de su entorno,
o tener conciencia de las posibilidades infinitas que hay en el universo y, no
obstante, sentirse al mismo tiempo confundido por ellas. Ya sea que se consi-
263
dere a los Piscis como seres que entran en el mundo o que salen de él, en todo
caso nunca están completamente aquí. Deben llegar a entenderse con los siste
mas convencionales de la realidad cuando de hecho ellos pueden tener algo su
perior: este es el dilema central del signo.
264
LA POSICIÓN MUNDANA
12
Los ángulos del horóscopo
Hemos visto de qué manera los aspectos y los puntos medios indican la inter
acción de las energías planetarias, y cómo la posición zodiacal señala si el am
biente cósmico de las energías planetarias favorece o no su buen funciona
miento. En esta última parte del libro estudiaremos de qué manera la posición
mundana de las energías planetarias simboliza la orientación de éstas en la vida
y la estructura psicológica del individuo.
En el horóscopo, los indicadores fundamentales de la posición mundana son
los llamados «ángulos», es decir, el Ascendente, el Medio Cielo, el Descenden
te y el Imum Coeli. Como usted recordará, en el capítulo 5 estudiamos los án
gulos del horóscopo en cuanto puntos sensibles a lo largo de la eclíptica. Como
tales, pueden formar aspectos y figuras planetarias con los planetas, y de esta
manera su simbolismo se combina con el simbolismo planetario.
En este capítulo me ocuparé de los ángulos del horóscopo bajo una luz li
geramente diferente: como indicadores, con base en la eclíptica, de las etapas
más importantes del ciclo diario. Primero nos fijaremos en cómo el hecho de
estar cerca de los ángulos fortalece a las energías planetarias. Después mostra
ré de qué manera los cuatro ángulos forman un marco de referencia simbólico
que es básico para entender cómo están estructuradas las energías planetarias
en la vida de una persona. Esto nos conducirá a un análisis de las casas, divisio
nes ulteriores del ciclo diario, en los capítulos restantes de este libro. Como los
detalles técnicos esenciales en lo que respecta a los ángulos del horóscopo ya
fueron considerados en los capítulos 2 y 5, aquí me centraré sobre el simbolismo.
La importancia de la angularidad
Hace tiempo que los astrólogos advirtieron que un planeta próximo a uno de los
ángulos del horóscopo se manifiesta con gran fuerza, pero sólo recientemente
267
esta observación ha contado con el respaldo de una investigación sistemática.
El propósito inicial del estadístico francés Michel Gauquelin era desautori
zar la astrología. Tras haber realizado muchas pruebas con resultados negati
vos, se encontró con el informe de una prueba realizada muchos años antes que
parecía demostrar que los planetas más próximos a los ángulos tienen un efec
to fuertemente determinante en la profesión. Debido en especial al hecho de que
en esta prueba había errores de procedimiento, Gauquelin esperaba los mismos
resultados negativos que había encontrado en sus otros experimentos con la as
trología. De ahí que se sorprendiera cuando, incluso tras haber eliminado los
errores de procedimiento, la correlación siguió siendo válida. Utilizando gran
des muestras de personas que destacaban en diversas profesiones, comprobó
que, ciertamente, Marte tendía a estar próximo a un ángulo con una frecuencia
significativamente mayor que la aleatoria en las cartas de los campeones depor
tivos, Júpiter lo estaba en el caso de los actores, Saturno en el de los científicos,
y así sucesivamente, tal como lo esperarían los astrólogos.
Pruebas ulteriores indicaron que lo que al parecer determinaban los planetas
angulares no era la profesión, sino ciertos rasgos psicológicos dominantes, que
a su vez predisponían a la gente a tener éxito en determinadas profesiones. Así,
la biografía de los famosos con un Marte angular contenía con gran frecuencia
palabras como «activo», «impaciente», «temerario», «valiente», etc.; a los que
tenían a Júpiter en posición angular se los caracterizaba como «joviales», «agra
dables», etc.; las personas con Saturno en un ángulo eran «reservadas», «escru
pulosas», «organizadas», etc. Estas correlaciones, que se han mantenido a lo lar
go de repetidas verificaciones, se cuentan entre las confirmaciones más firmes
de la astrología.
Sin embargo, hay un detalle de los resultados de Gauquelin que desmiente
la tradición astrológica. En la astrología tradicional, las llamadas casas angula
res -la primera, la cuarta, la séptima y la décima, situadas precisamente des
pués de cada ángulo en el sentido opuesto al de las agujas del reloj- han sido
consideradas como los emplazamientos más fuertes para cualquier planeta. Con
gran frecuencia, cuando un texto astrológico habla de un «planeta angular» se
refiere a un planeta emplazado en una de estas casas, esté o no muy próximo al
ángulo. Pero el trabajo de Gauquelin demostró que los puntos de mayor fuerza
están unos grados hacia el otro lado de los ángulos, en las casas doce, tres, seis
y nueve, las llamadas casas cadentes, que se encuentran precisamente antes de
los ángulos. Esto se podría explicar en parte suponiendo un sesgo sistemático
en la consignación de la hora del nacimiento, lo que de hecho es posible en vis
ta de la experiencia de la gente relacionada con los hospitales. Pero incluso si
los nacimientos tendieran a producirse algunos minutos antes de la hora con
signada, de modo que las cimas (o apogeos) de los planetas estuvieran más pró
ximas a las casas «angulares», las casas cadentes seguirían siendo muy fuertes,
no débiles como se las consideraba tradicionalmente.
268
El trabajo de Gauquelin, sumado al de John Addey y otros, indica que un
planeta se vuelve especialmente fuerte cuatro veces al día, en los momentos
exactos en que sale, culmina, se pone y anticulmina. Las cimas que se producen
a la salida y a la culminación, o próximas al Ascendente y al Medio Cielo, pa
recen más fuertes que las de la puesta y la anticulminación. Y así corno hay cua
tro cimas de fuerza planetaria, parece que hay también cuatro áreas débiles,
cada una aproximadamente a mitad de camino entre los ángulos del horóscopo
en los cuatro cuadrantes; hablaré de ello en el capítulo siguiente, cuando estu
diemos las cuadruplicidades de las casas. Después, en el capítulo 15, veremos
de qué manera se adecuan estos descubrimientos al simbolismo de las casas.
Por el momento, sin embargo, me limitaré a indicar qué es lo que significan para
la intensidad planetaria en los ángulos del horóscopo.
Para la mayoría de los fines, por lo menos mientras nuevas investigaciones
no demuestren lo contrario, creo que se puede dar por sentado que un planeta es
angular, y por lo tanto particularmente fuerte, si está dentro de los 7,5° a cual
quiera de los dos lados de un ángulo del horóscopo. Evidentemente, corno dije
en el capítulo 2, si un planeta tiene una latitud celeste considerable (es decir, si
no está próximo a la eclíptica), es probable que no esté tan cerca del horizonte
o el meridiano como podría hacernos creer su grado sobre la eclíptica. Pero, en
general, para todos los planetas, excepto Plutón y el asteroide Palas, los ángu
los del horóscopo darán una aproximación adecuada de si el planeta está o no
cruzando el horizonte o el meridiano, que es lo que al parecer lo fortalece.
Así, a los planetas que están a no más de 7,5 º de un ángulo del horóscopo
se los ha de considerar generalmente corno los más importantes de la carta, y
cuanto más cerca estén del ángulo, más importantes serán. Aunque la falta de
planetas así emplazados no parece indicar una carencia de nada en la carta, cuan
do están presentes tiñen toda la personalidad del nativo y se los puede descubrir
en casi cada forma de comportamiento o de actividad que sea importante para
él. Con frecuencia estos planetas indican la elección profesional, pero sólo en
la medida en que las personas estén adaptadas a su mundo y sean capaces de ser
ellas mismas. Los inadaptados y los que se sienten forzados por las enseñanzas
o vivencias de su infancia a ocultar a los ojos del mundo gran parte de su ver
dadera personalidad no seguirán una profesión característica de un planeta an
gular, sino que intentarán en cambio manifestar de otras maneras la función de
éste. Los resultados, con frecuencia, no llegan a ser satisfactorios.
Desde los inicios del simbolismo humano, el círculo ha sido el símbolo de una
totalidad perfecta. Ha significado siempre realización, plenitud y totalidad. En
la antigüedad, el círculo se usaba para simbolizar el universo cuando la totali-
269
dad del ser se encontraba en un estado de potencialidad y nada estaba todavía
manifiesto. El círculo es además un símbolo del yo completo.
Ahora bien, la existencia tal como la conocemos debe consistir en el juego
recíproco entre la acción y la experiencia. Debe haber algo para que lo perciba
mos y sobre lo cual podamos actuar, aunque no se trate más que de una arbitra
ria división en el interior del yo. Por lo tanto, en la base misma de la existencia
debe haber una dualidad entre sujeto y objeto, una persona que actúa y algo so
bre lo que actúa, una experiencia y alguien que la experimenta. No hay con
ciencia, tal como nosotros la conocemos, que sea capaz de funcionar sin esta
distinción. Incluso cuando pensamos en nosotros mismos, nosotros pensamos
en nosotros mismos. Es decir que nos dividimos en un sujeto y un objeto ima
ginarios con el fin de reflexionar sobre nosotros mismos: yo y «yo mismo», o
nosotros y «nosotros mismos». Pero en algún rincón de la conciencia sabemos
que en realidad yo y yo mismo somos uno, y que nuestra división• no es nada
más que un recurso cómodo que nos sirve para formarnos conceptos. Creo que
esto también es válido para el universo en su totalidad, que la división del uni
verso en sujeto y objeto no es más que una ilusión creada con el fin de tener un
trato consciente con el universo. Esta es la base de mi creencia, enunciada en el
capítulo 1, de que somos uno con lo que experimentamos. Por el momento, sin
embargo, lo único que tenemos que hacer es coincidir en que esta división del
mundo en sujeto y objeto es un aspecto fundamental de nuestra experiencia de la
vida. Toda frase tiene un sujeto y un objeto o predicado. La mayor parte de nues
tro lenguaje tiene como objetivo definir nuestra relación con algo externo a no
sotros: «Estoy aquí», «Hice esto», «Vi aquello»... Todas estas frases son enun
ciados normales de la conciencia humana.
En astrología, la escisión sujeto-objeto se simboliza de múltiples maneras. En
los capítulos 3 y 4, mencioné las dicotomías Luna-Sol, yin-yang. Los ecos de
esta escisión resuenan en las divisiones básicas de la esfera celeste.
Para que tenga una idea de aquello a lo que me refiero, imagínese que está
tendido en un campo, boca arriba, con los pies apuntando hacia donde estaría el
Sol a mediodía (en el hemisferio norte, hacia el sur). Los planetas saldrían por
el este, a su izquierda, y se pondrían por el oeste, a su derecha. Cuando el Sol
estuviera exactamente al sur de usted, se encontraría justo a mitad de camino
entre el lugar de su salida y el de su puesta, y por lo tanto en la parte superior
del círculo trazado por el meridiano. A medianoche, si pudiera ver a través de
la Tierra, se daría cuenta de que el Sol está detrás de usted, debajo del horizon
te exactamente en dirección norte, a mitad de camino entre su puesta y su sali
da, y por consiguiente en la parte inferior del círculo del meridiano. El horós
copo es un diagrama esquemático de esta visión de la esfera celeste.*
* En el hemisferio sur la situación se invertiría. El Sol estaría hacia el norte del ob
servador. Si usted estuviera mirando al norte, el Sol seguiría saliendo por el este, que esta-
270
El horizonte divide la esfera celeste en un hemisferio superior y otro inferior.
En el horóscopo este límite está representado por una línea horizontal, el eje
Ascendente-Descendente, que corta el círculo de la eclíptica en dos partes iguales.
En función de la posición mundana, esta es la división fundamental entre sujeto
y objeto. Pero entre ellos hay también una división secundaria: el meridiano di
vide la esfera celeste en un hemisferio oriental y un hemisferio occidental. Este
límite es el que representa, en el horóscopo, el eje Medio Cielo-lmum Coeli.
El horizonte es una línea que divide dos ámbitos. Por encima de él, los planetas
son visibles; por debajo, la masa de la Tierra impide que se los pueda ver. Esto
simboliza la escisión que sentimos entre lo interior y lo exterior, lo subjetivo y
lo objetivo. Si usted vuelve a visualizarse tendido en el campo, el horizonte re
presenta sus ojos o su piel. Todo lo que está por encima del horizonte está fren
te a sus ojos o fuera de su piel. Puede ver objetivamente lo que está «ahí fuera»;
lo percibe como algo diferente de sí mismo. Pero lo que está por debajo del ho
rizonte se halla detrás de sus ojos o dentro de su piel. No puede verlo; sólo puede
deducir su presencia. Excepto que haga un esfuerzo, es algo de lo que no tiene
conciencia, hasta tal punto forma parte de usted.
El horizonte puede ser la frontera entre lo interno y externo tal como los
percibimos, pero -como demostraré con las casas al terminar el capítulo siguien
te- también se lo puede interpretar como el límite entre muchas otras clases de
ámbitos. Eso depende de cuál sea el nivel de la realidad del que se esté hablan
do. El horizonte puede actuar como una frontera entre tú y yo, nosotros y voso
tros, lo mío y lo tuyo, o incluso entre los aspectos personales del mundo y los
no personales. O, sin salir de la propia psique, puede ser el límite entre la men
te consciente y la inconsciente.
El hemisferio superior En general, la parte del horóscopo que está por en
cima del horizonte se asocia con aquellos aspectos de la vida que son menos
personales y más sociales. Representa lo que no es yo, el yo exterior, los demás,
el mundo social, la mente más consciente, el propio papel en la sociedad, tú,
ellos y el futuro.
ría entonces a su derecha. Daría la impresión de moverse en sentido contrario al de las agujas
del reloj hasta su culminación, y se pondría en el oeste, a su izquierda. El horóscopo tal
como se suele dibujar para el hemisferio sur es una imagen especular de la representación
correcta. De este modo los astrólogos, educados en el punto de vista del hemisferio norte,
no necesitan pensar en función de planetas que salen y se ponen en sentido contrario al de
las agujas del reloj y que transitan por el zodíaco en el sentido de éstas.
271
El hemisferio inferior La parte que está por debajo del horizonte es más
personal y menos social. Simboliza lo que sí es yo, el yo interior, los familiares
y compañeros más próximos, la mente menos consciente, la concepción que
uno tiene de sí mismo, yo, nosotros y el pasado. Uso adjetivos más bien com
parativos que absolutos para que quede claro que la escisión superior-inferior
es más bien relativa que fija.
272
la de los demás están definidas con menos claridad que en una relación per
sonal.
Con la división del horóscopo en una mitad oriental y otra occidental por obra
del meridiano, nuestro círculo inicial tiene ahora una cruz en su interior. El ho
róscopo se convierte así en un mandala, un antiguo símbolo de la integridad
que, sin embargo, es capaz de enfrentarse con el carácter ilusorio de la división.
El hemisferio oriental Los planetas salen por el este. Esto significa que
las energías planetarias se apartan del polo inferior y más personal de la carta
para aproximarse al superior, el polo más social. Esta mitad simboliza, pues,
aquello sobre lo que actúa el yo interior (aunque no siempre con éxito, como
veremos con la duodécima casa). Las energías situadas en esta mitad tienen que
ver con la forma en que el yo percibe al mundo, y se las considera como las más
activas y las más sometidas al control personal.
De acuerdo con muchos autores, el hemisferio oriental de la carta está aso
ciado con la autodeterminación, es decir, con ser la fuente de la mayoría de
las iniciativas en la propia vida. Una persona con muchos planetas en esta mi
tad será alguien que emprende la acción, la clase de individuo que yo llamo «ac
tor» (que actúa), por oposición al «experimentador» (que experimenta).
De las personas del tipo «actor» suele decirse que controlan su destino, que
rara vez se sienten acosadas por la falta de seguridad en sí mismas. Se supone
que asumen la iniciativa sin esperar a los demás, que lo suyo es la acción, nun
ca la reacción. Pero yo creo que lo único que se puede decir de este tipo de per
sonas es que tienden a actuar primero y a observar después. Esto no las hace ne
cesariamente más eficaces ni más dueñas de su vida, como se suele afirmar.
Para ser eficaz, uno no sólo debe emprender la acción; también debe actuar
conscientemente, con una idea clara de las consecuencias y de la forma en que
pueden reaccionar los demás. Dicho de otra manera, para asumir el control no
basta con emprender la acción; también hay que observar a los demás. Las per
sonas del tipo «actor» que no lo hacen tienen tan poco control de su propio des
tino como cualquier otra.
Aunque parece que una gran reunión de planetas en este hemisferio, en es
pecial si están en la primera casa, haya de significar este tipo de personalidad, se
necesita cierta cautela para identificar a un «actor». Los planetas en el este no
deben ser de los que, como Saturno, tienden a frustrar la acción o, como Neptu
no, debilitan la base sobre la que habría que actuar. Saturno tiende a hacerlo a
uno muy cauteloso y dependiente de los sentimientos, necesidades y opiniones
de los demás como para que pueda actuar con precipitación. Neptuno es un pla-
273
neta de influencia debilitadora sobre todo aquello que requiera hacerse valer y
tener confianza en sí mismo. Cuanto más próximos estén estos planetas al As
cendente, mayor será su tendencia a cancelar los efectos de la acentuación del
hemisferio oriental.
Los planetas que tienden a reforzar el temperamento de «actor» son el Sol,
Marte, Júpiter, Urano y Plutón. Los planetas yin, como la Luna y Venus, tien
den a debilitar esta clase de temperamento, aunque no en la misma medida que
Saturno o Neptuno.
También pueden debilitarlo los planetas emplazados en la casa doce. Las
razones de esto se verán en la sección sobre la duodécima casa, en el capítulo
14. Aunque la gente puede superar a los planetas que tiene en la casa doce, la
mayoría no lo consigue por completo, por lo menos en lo que se refiere a utili
zar las energías planetarias para tomar la iniciativa. La mayor parte de las perso
nas han de considerar cautelosamente las energías de la duodécima casa antes
de permitirles que se manifiesten.
274
Igual que para determinar el tipo «actor», para evaluar al «experimentador»
se necesita algo más que contar los planetas emplazados en el hemisferio occi
dental. Cuando están en el oeste, y especialmente cerca del Descendente, los
planetas muy yang, como Marte y el Sol, y a veces Plutón y Urano, pueden in
dicar más bien la forma en que la gente actúa respecto de los demás que las
energías que reciben de los otros. Las personas con estos emplazamientos pue
den conducirse más bien como «actores». Aquí, la Luna, Neptuno y Venus in
crementan la tendencia a ser un «experimentador». Saturno no parece tener
mucho efecto ni en un sentido ni en el otro. Si es dominante reforzará siempre
la cautela y retardará el comienzo de la acción, pero tanto da que esté en el oes
te o en el este.
Así como la casa doce parece anómala en relación con el hemisferio orien
tal, la quinta lo es en el occidental. Como veremos en los capítulos 13 y 14, la
casa cinco es principalmente una casa de liberación de energía y de autoexpre
sión. Poco hay en la quinta que sugiera que está predominantemente orientada
a la experiencia más bien que a la acción. Y sin embargo, algo en ella muestra
su orientación occidental: las actividades de la casa cinco suelen llevar consigo
el estar con otras personas, y si bien el énfasis se pone principalmente en el yo,
tiene que haber una conciencia de los demás que no se suele encontrar cuando
está acentuada la primera casa. Sin embargo, un fuerte énfasis planetario en la
quinta no indica en general un tipo «experimentador» clásico.
275
Quizás el atributo más importante del Medio Cielo sea que ayuda a identificar
lo que necesitamos hacer con nuestra vida para crecer.
276
13
Las casas:
introducción
Las casas son uno de los sistemas simbólicos básicos que usamos para dibujar el
horóscopo, y sin embargo, al mismo tiempo son una de las mayores fuentes de
dificultad para la astrología. Su idea central es simple: que los planetas afectan a
las diferentes áreas de la vida, la acción y la experiencia de acuerdo con el sitio
donde están emplazados respecto del horizonte del lugar de nacimiento. Esta for
mulación del efecto de las casas es poco discutida, y de hecho tal efecto se apo
ya en buenas pruebas estadísticas a partir de los trabajos de Michel Gauquelin.
Los problemas se plantean a la hora de llevar a la práctica el principio de las
casas. Hay apasionadas controversias sobre qué criterio geométrico usar para
dividir la esfera mundana, sobre dónde comienzan las casas e incluso sobre si
en realidad éstas tienen límites nítid�mente definidos.
En este capítulo, primero intentaré aclarar en lo posible estos puntos. Des
pués explicaré en términos generales las maneras tradicionales de clasificar las
casas, y cerraré el análisis considerando sus diversos niveles de interpretación.
Hay múltiples maneras de dividir el ciclo diario en doce partes, y no parece que
nadie haya descubierto el método ideal. Es fácil dividir el zodíaco en secciones
iguales, pero cuando estamos trabajando en varios planos oblicuamente incli
nados, ¿qué es lo que en realidad dividimos? ¿La eclíptica (como en el sistema
de las casas iguales y en el de Porfirio)? ¿El ecuador (como en el sistema del
meridiano y en el de Regiomontano)? ¿El horizonte (sistema horizontal)? ¿O al
guna otra cosa (el de Plácido, el de Campano, el de Koch)?
Ni siquiera el número de las casas está bien definido. Por lo menos un autor
moderno ha propuesto un sistema de veinticuatro casas. Y el astrólogo sideral
irlandés Cyril Fagan ha desenterrado antiguas referencias al oktotopos, una di-
277
visión en ocho numerada a partir del Ascendente en el sentido de las agujas del
reloj y no en la forma en que estamos acostumbrados a hacerlo. Para empeorar
las cosas, las ocho primeras casas de nuestros sistemas de división en doce tie
nen significados similares a las ocho casas (generalmente llamadas «vigilias»)
del oktotopos, aunque sólo parte de la quinta casa de los dos tipos de sistema
coincida en el espacio.
Una vez que decidamos el número de las casas y la forma de dividirlas, si
gue habiendo el problema de cómo considerar tales divisiones. El simbolismo
de las casas, ¿se mantiene con una intensidad uniforme a lo largo de toda una
casa, y se convierte bruscamente, en la cúspide, en el simbolismo de la casa si
guiente? ¿O los significados de las casas se van difuminando gradualmente el
uno en el otro? Si las casas tuvieran fronteras bien definidas, a mí me parece
que a estas alturas los astrólogos habrían llegado a un acuerdo sobre el sistema
más eficaz para dividirlas. Pero se sigue usando una multiplicidad de sistemas de
casas, lo que indica que los astrólogos continúan estando en desacuerdo respec
to de dónde se encuentran los límites. Esto, a mí, me lleva a creer que en realidad
no hay fronteras firmes entre las casas.
Si concedemos que el simbolismo de una casa no se mantiene con la misma
intensidad en toda su extensión, la cuestión siguiente es dónde se da con mayor
fuerza. Es un problema diferente del que se refiere simplemente a la fuerza pla
netaria en relación con los ángulos. Muchos astrólogos modernos suponen que
la cúspide de una casa es, a la vez, el punto donde ésta se inicia y en el que se
manifiesta con más fuerza. Pero tanto la antigua tradición griega como la astro
logía hindú moderna afirman que aunque las cúspides sean las cimas de intensi
dad de las casas, no están localizadas en su comienzo. Los griegos situaban las
cúspides ligeramente después del inicio de las casas, y los hindúes las empla
zan lisa y llanamente en el medio. Así, la primera casa de la astrología hindú se
extendería desde la mitad de nuestra casa doce hasta la mitad de la primera. Y
nos quedamos con esta cuestión: la mayor intensidad de una casa, ¿se encuen
tra en la frontera, en el medio o en alguna otra parte?
Todavía hay otras dificultades con las casas, que se suman a las controversias
sobre la situación de sus límites y de sus cimas de intensidad. En el capítulo 12
mencioné, y vuelvo a hacerlo más adelante en éste, cómo los estudios de Gau
quelin han llevado a cuestionar las ideas tradicionales referentes a las casas an
gulares. También está el hecho de que, de todos los sistemas simbólicos de la
astrología, el de las casas tiene los significados más ingenuos y más fácilmente
orientables a la adivinación, y estos significados son motivo de confusión y es
torbo para cualquier astrólogo de orientación psicológica o filosófica.
278
Frente a todas estas dificultades, algunos astrólogos han echado, lisa y lla
namente, las casas por la borda. El astrólogo sideral Arthur H. Blackwell cali
fica la división en casas de «heavenly surreal-estate»* y, como muchos otros
sideralistas, no usa más que los ángulos del horóscopo. En Alemania, los Eber
tin también han creado un sistema que prescinde de las casas y funciona bas
tante bien.
Aunque yo todavía no las rechazo, si el camino se despeja estoy preparado
para volver a interpretarlas de tal manera que equivaldría a rechazar la doctrina
de las casas tal como ahora existe. Estoy sumamente dispuesto a aceptar la idea
de que no hay ni doce ni ningún otro número de casas discontinuas. Lo que pa
rece más probable es un continuo en el que la significación va cambiando gra
dualmente.
Por el momento, sin embargo, sigo usando las casas, por las siguientes ra
zones:
La primera es que está claro que la posición de los planetas con respecto al
horizonte es muy importante. Actualmente, aparte de las casas no hay ningún
significado tradicional para encarar este problema. Aunque quizá las casas no
den una imagen totalmente exacta de las relaciones planetarias con el horizon
te, constituyen una aproximación útil.
En segundo lugar, como espero demostrar en los dos próximos capítulos, en
los significados tradicionales de las casas se puede encontrar la suficiente co
herencia como para llegar a entender con bastante profundidad a los seres hu
manos.
279
Posteriormente recibí la influencia de Edith Wangemann y del uso que ella
hace del sistema de Koch. Aunque no estaba del todo convencido de que fuera
geométricamente válido, en sus manos daba resultados que no he visto con nin
gún otro sistema. Además, y este factor fue decisivo, me aclaró algo referente a
mi carta que no se me había aclarado con el sistema de Plácido. Mientras que
según éste tengo el Sol en la sexta casa, según el de Koch mi Sol es una mezcla
de las casas sexta y quinta que cuadra mejor con mi experiencia.
Desde que adopté el sistema de Koch he modificado mi uso de las cúspides
de las casas. Ahora sigo la antigua idea griega de que la cúspide es la culmina
ción de la energía de la casa, aunque no sea su comienzo. Tampoco se encuentra
en el medio de la casa, sino, al parecer, de 3 a 7 º después de su inicio; el número
concreto de grados depende de la longitud de la casa anterior. Cuanto más lar
ga es ésta, más adentrada en la siguiente está la cúspide. Sin embargo, no es im
portante determinar el comienzo real de la casa, porque también tengo bien cla
ro que la transición no es repentina, sino gradual. Así mi Sol, que está unos 4 º
antes de la cúspide de la sexta casa, se encuentra en la zona limítrofe y es una
mezcla de la quinta y la sexta.
Es importante que este principio se aplique de forma coherente. No estoy de
acuerdo en que se haga retroceder unos cuantos grados el comienzo efectivo
de una casa cada vez que a uno se le ocurre, o con. el afán de salvar una teoría
que nos parece valiosa. Semejante cambio de reglas en mitad de la travesía es
la ruina de la técnica astrológica.
Igual que con los signos y con todos los demás sistemas simbólicos, hay ciertas
pautas generales que pueden ayudarnos a entender las casas. Primero está la di
visión del horóscopo en hemisferios, a la que ya me he referido en el capítulo 12
y sobre la que me extenderé en la segunda parte del 15. Hay también agrupa
mientos tradicionales de las casas que corresponden a los de los signos en ele
mentos y en cruces.
280
Como dije antes, las casas no son energías, como los planetas, ni modifican
la manifestación de las energías tal como lo hacen los signos. Las indicaciones
que provienen de los elementos de los planetas y de los signos nos hablan del
estilo de comportamiento de un individuo, mientras que las casas representan
los problemas con que éste se encuentra en la vida. Las casas describen en qué
ámbitos de la vida podemos expresar o experimentar las energías planetarias.
Un planeta emplazado en una casa considerada de agua puede o no actuar de ma
nera acuosa, pero se enfrentará con problemas que tienen que ver con el agua.
Por lo tanto, hacer caso omiso del signo que hay en la cúspide de una casa o de
los planetas emplazados en ella, y usar en cambio las características del elemen
to de la casa en cuanto tal es cambiar el propósito al que sirven los elementos
en la delineación del horóscopo.
Y además, despista. Por ejemplo, a juzgar por el número de planetas impor
tantes que tengo en la segunda y en la sexta, yo debería tener, desde este punto
de vista, un énfasis bastante fuerte en tierra. Pero, por otro lado, mi influencia de
este elemento es tenue: ni un planeta en los signos de tierra. Si alguna caracte
rística terrestre tengo, proviene de una oposición Sol-Saturno. Ahora bien, mi
estilo de comportamiento, ¿es de tierra? Los astrólogos que me señalan cuali
dades de tierra dicen que soy un pensador razonablemente ordenado, y cuida
doso en mi trabajo. Pero estas cualidades son de aire, no de tierra. Una persona
con un fuerte énfasis en tierra se impacienta con el exceso de actividad mental,
y yo no soy propenso a ello, con Mercurio en conjunción con el Sol. Me entre
go mucho a las abstracciones, algo para nada característico de la tierra. Lo que
hacen mis planetas en las «casas de tierra» es negarme el lujo de hacer caso
omiso de los asuntos prácticos, pero yo personalmente preferiría ignorarlos.
Aunque no sean lo mismo que las triplicidades de signos, las de casas cons
tituyen una pauta muy fuerte. Por ejemplo, el hecho de que la quinta casa se rela
cione con la primera por pertenecer a la misma triplicidad de casas parece tener
más influencia que el hecho de que la quinta se encuentre en el lado «experi
mentador» de la carta. De la misma manera, que la casa doce esté relacionada
con la cuarta es más importante que su localización en el lado «actor» de la car
ta. Sin embargo, pese a la influencia obvia de las triplicidades de casas, no he
comprobado que sean tan importantes como las de signos en cuanto a obtener
una visión global de la carta. Para ver el ciclo de las casas como un todo es útil
organizarlas en triplicidades, pero en su descripción prefiero tratarlas como en
tidades individuales más que como miembros de grupos.
Sean cuales fueren las características de las casas según su elemento, no tie
nen la misma importancia que los elementos de los signos y planetas. Por lo
tanto, aunque en las descripciones que siguen estén presentes, yo no doy los
nombres de los elementos a las triplicidades de las casas.
Las casas personales son la uno, la cinco y la nueve. La primera, que signi
fica la liberación de la energía personal en el mundo, da la tónica de esta tripli-
281
cidad, y tiende a ser eficaz en el mundo. La quinta continúa el tema de la libe
ración de energía personal, pero se orienta más bien en el sentido de la recreación
y la diversión. La novena significa la capacidad de percibir lo que es el mundo
exterior y de convertir el entendimiento resultante en parte de la propia vida y
en un instrumento para aumentar la propia eficacia en el mundo. Esta triplici
dad corresponde a los signos de fuego.
Las casas prácticas son la dos, la seis y la diez. Quizá no sea este el mejor
término para designarlas, pero es más exacto que llamarlas casas de tierra. Tal
vez lo mejor sea considerarlas como las casas de lo que podríamos llamar sen
tido práctico. Los problemas de estas casas pueden ser causa de que uno sacri
fique la gratificación a corto plazo o la expresión de la propia voluntad con el
fin de tener una buena relación con la realidad social, no con la física. Esta es
la razón principal por la que no es adecuado hablar de «tierra». Aquí la casa que
da la tónica es la décima, que representa la posición, el papel y el prestigio so
ciales, es decir, lo socialmente definido. Es difícil tener prestigio social en el
vacío. El dinero, al que en general se asocia con la segunda, no es más que pa
pel. Su valor proviene totalmente del contrato social. La sexta, en cuanto signi
fica el trabajo que hacemos para otros o que otros hacen para nosotros, también
es social. La significación de casa de la salud que se le atribuye no está, sin em
bargo, tan claramente asociada con la naturaleza general de esta triplicidad.
Las casas sociales son la tres, la siete y la once. Mientras que las casas prác
ticas están socialmente definidas, las casas sociales significan relaciones en el
sentido convencional. La tercera representa las relaciones casuales y cotidianas
(como con parientes y vecinos), que son tan rutinarias que por lo común no
afloran como problemas que haya que afrontar en la vida. La séptima tiene que
ver con las relaciones de persona a persona en las que el individuo debe, por lo
menos hasta cierto punto, tener conciencia del otro y darse cuenta de lo que se
necesita para hacer que la relación funcione. La undécima se relaciona con la in
teracción del individuo con los grupos (y además, con lo que espera de la vida).
En la medida en que se asocia al aire con la función social, a estas casas se las
puede considerar de este elemento, pero el aire también simboliza la actividad
cerebral, y sólo la tercera casa tiene algo que ver con la mente.
Las casas inconscientes son la cuatro, la ocho y la doce. Tienen que ver con
procesos mentales inconscientes o con las emociones. La cuarta y la duodéci
ma son casas del inconsciente; la cuarta representa el nivel más profundo que
nos ata a nuestras propias raíces y a nuestros orígenes, y la duodécima es el in
consciente personal. La octava no tiene vínculos obvios con el inconsciente,
pero las cuestiones con ella asociadas parecen intensamente emocionales. Tiene
una conexión con el destino y la melancolía, y su asociación con la muerte la
conecta con la más intensa de todas las transiciones hacia la inconsciencia. O por
lo menos eso les parece a quienes rodean al moribundo. A estas casas se las po
dría llamar casas de agua, a no ser que a la octava se la suele asociar con em-
282
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283
tas en la fecha de nacimiento de personas que expresaban fuertemente estas
energías planetarias, encontró con una frecuencia mucho mayor que la aleato
ria la presencia del planeta apropiado en las casas nueve y doce, con cimas o pi
cos menos notables en la tercera y la sexta. En contradicción directa con las en
señanzas tradicionales, las áreas más fuertes se encontraban en el medio de las
casas cadentes, entre las cuales la doce era sumamente fuerte.
Los datos de Gauquelin demuestran también que las fuerzas planetarias no
son uniformes en el interior de una casa. Y por más que parezca haber un cuá
druple ritmo de fuerte y débil en el ciclo diario de un planeta, no hay ninguna
tendencia especial a una división por doce. En este libro conservo la división
por doce como una aproximación conveniente, más bien que como un esquema
de doce espacios claramente definidos.
De hecho, no toda la tradición va en contra de los hallazgos de Gauquelin.
A las casas tres y nueve se las ha considerado tradicionalmente en Occidente
como mucho menos débiles que a las otras casas cadentes. Además, como ya he
dicho antes en este capítulo, en la astrología hindú las casas angulares rodean a
los ángulos del horóscopo, yendo desde el medio de nuestras casas cadentes
hasta el medio de nuestras casas angulares. De esta manera incluyen aproxima
damente la mitad de cada una de las áreas terminadas en pico de Gauquelin.
Hasta ahora me he referido solamente a las fuerzas planetarias en las casas,
que es también de lo único que habla Gauquelin. Pero la tradición considera que
las casas angulares no sólo son fuertes, sino también afortunadas, y que las ca
dentes, o por lo menos la seis y la doce, no sólo son débiles, sino también difí
ciles. Yo no acepto que las casas cadentes sean débiles, pero es muy frecuente
que señalen problemas en la vida de una persona, .por razones que detallaré lue
go y a las que volveré a referirme al final del capítulo 15.
Lo que sigue es un resumen de algunas de las ideas que se han sugerido so
bre las características de las cuadruplicidades de las casas.
A las casas cadentes -tres, seis, nueve y doce- se las ha llamado tradicional
mente «casas mentales». En ello hay cierta verdad, pero es difícil aplicárselo a la
casa sexta. La tercera significa la rutina de la mente, los procesos cotidianos;
la novena, el esfuerzo orientado hacia afuera para captar y abarcar el mundo;
y la duodécima, los miedos y fobias (entre otras cosas) que pueden condicionar
las respuestas de la mente. Parece que las casas seis y doce fueran críticas, en
cuanto los planetas emplazados en ellas representan problemas vitales que de
ben ser bien manejados para que no se conviertan en fuentes importantes de difi
cultad. Las razones para ello no se aclaran en modo alguno a partir de las visio
nes tradicionales de las casas; sin embargo, se las verá con algo más de claridad
en el capítulo 15.
A las casas sucedentes -dos, cinco, ocho y once- se las suele describir
como las de los recursos. Esto es bastante claro para la segunda y la octava, y
se lo puede ver en menor medida en la undécima, pero no tiene mucho sentido
284
para la quinta. Un concepto tradicional definidamente válido es que un empla
zamiento planetario en las casas sucedentes es una influencia estabilizadora.
Las energías planetarias con sede en estas casas no suelen ser fuentes impor
tantes de crisis (aunque una combinación de planetas que afecte a estas casas y
sea lo suficientemente conflictiva puede resultar difícil).
Las casas angulares son la uno, la cuatro, la siete y la diez. Aunque no ocu
pan exactamente la posición predominante que les asigna la tradición, no dejan
de ser muy fuertes. Zipporah Dobyns ha sugerido que estas casas representan
cuatro tipos de relación: la primera, la independencia o la no relación; la cuar
ta, la dependencia o la relación determinada por la necesidad del cuidado de
quienes lo brindan; la séptima, la interdependencia o la relación entre iguales;
y la décima, la dominación o la relaciórt entre quien ejerce la autoridad y sus su
bordinados. Sin embargo, estas relaciones no son lo mismo que las definidas en
las casas sociales de las triplicidades. Las relaciones a que se refieren las casas
angulares no son necesariamente relaciones sociales, ya que significan las cua
tro orientaciones principales entre uno mismo y cualquier otra cosa.
En vista de los datos de Gauquelin, es difícil reconocer la correspondencia
que generalmente se establece entre las casas angulares y los signos cardinales,
y entre las casas cadentes y los signos mutables. Tenemos con esto un ejemplo
más de la necesidad de mantener alguna distinción entre casas y signos. Exa
minaremos mejor esta correspondencia en el capítulo 15. Los términos «angu
lar», «sucedente» y «cadente» se relacionan con una visión de las casas que ya
no parece válida, pero que seguiremos usando porque se ha vuelto familiar.
Los significados tradicionales de las casas nos han llegado en una extraña mez
cla de niveles. Por ejemplo, la cuarta casa se relaciona con los aspectos más
personales de la vida, la familia, el hogar y los bienes inmuebles. Muchos as
trólogos consideran que se relaciona también con el inconsciente. Algunos de
estos significados tienen que ver con la psique individual, otros con las relacio
nes interpersonales y otros con las condiciones del entorno. Al considerar todo
285
esto, se tiene la impresión de que las casas son bolsas en donde se puede meter
la mano para agarrar los significados más diversos, metidos allí sin orden ni
concierto. Esta es una de las razones por las que los astrólogos más radicales
han preferido no prestar ni la menor atención a las casas.
Sin embargo, hay un concepto que nos ayudará a encontrar el orden subya
cente en los significados de las casas. Se trata del concepto de la relatividad de
los significados de las casas, y lo estudiaremos más adelante.
286
el mundo externo. O la tercera puede significar la mirada dirigida hacia el mun
do inmediato, y la novena la consideración del mundo más alejado de la expe
riencia personal. Casos similares se dan también para los otros pares de casas
opuestas. Las casas pueden funcionar en varios niveles, y el horizonte es la lí
nea divisoria para cualquier nivel que sea operativo.
Los tres niveles Cualquier división de los niveles en que operan las casas
es arbitraria en alguna medida, pero para aclarar el concepto de nivel me ha pa
recido conveniente usar un triple esquema. El nivel más fundamental, que yo
llamo interno, funciona puramente dentro del individuo. El nivel medio o de re
lación abarca las interacciones entre uno mismo y los demás. Y el nivel exter
no se refiere a cosas que parecen estar completamente fuera de uno.
El nivel de manifestación interno, intrapersonal o intrapsíquico es el nivel
primario en el que operan todas las energías de la casa. Es decir que de hecho
todas las energías del horóscopo funcionan creando dentro del yo efectos que
en su momento pueden verse reflejados en los otros dos niveles. Expandir la
propia conciencia quiere decir tomar conciencia del origen interno de los otros
niveles. Al saber quiénes y qué somos en ese nivel, entendemos nuestras relacio
nes y nuestro entorno en la fuente misma, y somos más capaces de controlarlos.
En el nivel interno, el horizonte significa la frontera entre lo que es más in
consciente y más difícil de entender, y aquello de lo que se puede tomar con
ciencia más frecuentemente y con mayor facilidad. Las energías que están más
cerca del lmum Coeli son las más inconscientes, y las más próximas al Medio
Cielo, las más conscientes. Pero como el horizonte es un límite móvil, habrá ve
ces en que todas las casas, incluso en el nivel interno, operen conscientemen
te, y ocasiones en que todas, y en especial la casa doce, funcionen inconsciente
mente.
Lo que hacen las energías de las casas en el nivel interno establece el estilo
básico de su manifestación en todos los niveles. Las manifestaciones en los
otros dos niveles son una proyección de las energías interiores del yo, que lite
ralmente son «arrojadas fuera». Esto abarca incluso circunstancias ambientales
sobre las que aparentemente uno no tiene control.
En el nivel de relación o interpersonal, uno se da cuenta de que está tratan
do ya sea con una circunstancia externa o con otro individuo. Hay una percep
ción de un juego de vaivén de las energías entre el yo y el otro, de tal modo que
uno tiene conciencia de su propia participación y de la medida en que actúa so
bre -y tiene la vivencia de- las circunstancias o del otro individuo.
En este nivel el horizonte significa la frontera entre lo que es más personal
y lo que está más asociado con el otro. Las energías más próximas al lmum Coe
li son las más personales, y las más próximas al Medio Cielo las menos perso
nales. Pero tampoco aquí constituye el horizonte un límite fijo, de modo que la
localización de cada casa en el continuo que va de uno mismo al otro es relati-
287
va, no fija. Cualquier casa puede pertenecer principalmente a nuestro propio pun
to de vista en una interacción entre nosotros y el otro, y cualquier casa puede
simbolizar principalmente la experiencia del otro. Tradicionalmente, sólo a las
casas tres, cinco, siete y once se las ha considerado como casas de relación.
En el nivel externo, social o ambiental, las casas también se refieren a las
relaciones, pero en el sentido más amplio del término. Uno no puede tener con
ciencia de algo si no tiene alguna relación con ese algo. Sin embargo, en este ni
vel no tenemos tanta conciencia de nuestra propia posición en la relación. En
este nivel las entidades del mundo externo dan la impresión de tener una reali
dad objetiva, una realidad aparte de nuestra relación con ellas. Es el nivel en el
que las casas simbolizan cosas específicas, como el dinero en la segunda, los
amigos en la undécima o el cónyuge en la séptima. Es también el nivel de mani
festación de las casas donde más se confunden los astrólogos respecto de las rea
lidades de la astrología. Ellos mismos se engatusan con la idea de que las ener
gías de la casa describen realidades objetivas referentes a las circunstancias o a
las personas que rodean al individuo cuya carta están examinando. Pero, en rea
lidad, una casa sólo enuncia la relación del individuo con los problemas que re
presenta. Este es el nivel en que con más frecuencia la astrología se convierte
en predicción.
El nivel externo es el más alejado de la fuente de las pautas energéticas, es
decir, del propio individuo. En él las energías básicas están más enmascaradas
y son más difíciles de discernir. Por Jo tanto, el intento de manipular los aspec
tos externos de la propia vida sin llegar a sus condicionamientos psíquicos gene
ralmente no tiene éxito. Cambiar las circunstancias de nuestra vida sin cambiar
nosotros mismos no sirve más que para hacer que las antiguas circunstancias
vuelvan bajo nuevas formas.
En el nivel externo, las energías más próximas al lmum Coeli simbolizan
aquellas circunstancias externas más íntimamente relacionadas con nosotros
mismos. Las más cercanas al Medio Cielo simbolizan las circunstancias y per
sonas que están más alejadas de nosotros o que se relacionan con nuestros pa
peles sociales menos íntimos. Tampoco aquí la relación exacta.de las casas en
tre sí es fija, sino relativa.
La importancia de los niveles Todas las casas funcionan en los tres ni
veles simultáneamente. Lo que hace parecer que la energía de una casa opera
sólo en un nivel es el carácter cambiante de nuestra conciencia. La importancia
de este concepto reside en que nos obliga a buscar la dimensión interior en to
dos los acontecimientos de la vida. Al hacerlo podemos tomar conciencia de
cómo funciona una energía en nuestra vida, de lo que hace por nosotros, de Jo
que nos hace y de por qué actúa de ese modo. Entonces, por nuestra parte, po
demos asumir la responsabilidad de nuestra vida, Jo que constituye el primer
paso para poder controlarla.
288
La astrología tradicional era implícitamente fatalista en la medida en que
consideraba el horóscopo como una descripción de factores ajenos a nuestro
control que influían en nuestra vida e incluso la determinaban totalmente. Así,
las casas, hasta el día de hoy la parte de la astrología que más orientada está ha
cia la predicción, tienen principalmente significados proyectados, que no se re
lacionan con un ser totalmente consciente de los acontecimientos que están en
juego. Pero, como se ha demostrado, todas las facetas de la carta provienen de
la estructura íntima de la psique. La astrología no ha prestado la suficiente aten
ción a esto, y debido a ello a las casas les ha faltado siempre una dimensión. Por
esta razón, en muchos casos las descripciones de las casas del capítulo siguien
te parecerán nuevas y raras. Pero con un poco de reflexión se advertirá que el
funcionamiento de las energías en este nivel da fácilmente origen a las mani
festaciones más familiares que antes caractericé como de relación o externas.
289
14
Las casas:
significados esenciales
Para cada casa, empiezo por resumir los significados tradicionales y después
procuro deducir de ellos los significados esenciales, aparentemente sin relación
alguna entre sí. Indago en la tradición para hallar su significación psicológica
más profunda. A ello le sigue una interpretación moderna de los significados de
la casa, dividida en los niveles interno, de relación y externo definidos al final
del capítulo 13. Cada uno de los análisis termina con una indicación sobre cómo
tienden a comportarse los planetas en esa casa.
La primera casa
La propia personalidad, la forma en que uno se presenta ante los demás, la apa
riencia física. El cuerpo, la salud, la vitalidad. Tradicionalmente asociada con
la esperanza de vida por mediación de los planetas emplazados en la casa y del
regente del Ascendente.
Todos los significados tradicionales que acabo de citar parecen funcionar
en la interpretación de la carta, aunque, como es habitual, no se ve fácilmente
por qué.
La primera casa es el espacio del cielo que ocupa el Sol durante las dos ho
ras, aproximadamente, que preceden a su salida. En función de los ciclos bio
lógicos humanos, este período es el punto bajo del día. A partir de ello, es obvio
que, aunque sea potente, la primera casa no puede serlo en la medida en que tra
dicionalmente se le ha atribuido.
La casa uno es la última que ocupa cada cuerpo celeste antes de salir. Re
presenta, por lo tanto, energías que, aunque sigan operando principalmente en
el hemisferio personal del horóscopo, determinan también la relación del área
personal de la vida con el área social. La primera casa es una frontera entre dos
ámbitos de la existencia, y regula el flujo de las energías entre uno y otro. Por
291
ello corresponde a todos los puntos de conexión que tienen que ver con la trans
misión de energía desde dentro del yo hacia afuera.
En el nivel psicológico la primera casa corresponde a la personalidad, es de
cir, al conjunto de pautas psicológicas que regulan el flujo de energía desde el
interior de nosotros mismos hacia el mundo exterior. «Personalidad» se deriva
de persona, una palabra latino-etrusca que significa «máscara». La personali
dad es la cara que presentamos al mundo.
La casa uno tiene mucho que ver con la autoexpresión individual, pero es
también una casa de relación. La expresión del yo que significa se da siempre
en relación con los demás. En los asuntos de la primera casa no se obra en el va
cío: se es la persona activa en relación con las demás. Si en la casa uno hay una
tensión planetaria grave, ésta afectará a las relaciones íntimas del nativo con
tanta intensidad como las tensiones existentes en las casas llamadas «de rela
ción», como la séptima y la undécima.
En el nivel fisiológico, la primera casa corresponde al cuerpo, en especial la
piel y la apariencia física. Ciertamente, de acuerdo con la tradición, son muchos
los factores que afectan a nuestra apariencia: no sólo los planetas en la casa uno,
sino también los que forman aspecto con planetas emplazados en la primera, los
que están en aspecto con el Ascendente y así sucesivamente. No se pueden es
tablecer correlaciones simplistas entre los signos o planetas en ascenso y la apa
riencia física, y se han de considerar también las características raciales. Es más
probable que el simbolismo de la primera casa, por planeta y por signo, afecte
a la impresión que nuestro cuerpo produce en los demás, y no simplemente a la
apariencia que tenemos.
La salud también es una cuestión de la casa uno, en cuanto el cuerpo es el
medio con que contamos para transmitir al mundo nuestras intenciones, nues
tra voluntad y nuestros deseos. La enfermedad no es únicamente incomodidad,
sino también la incapacidad de influir en el mundo que nos rodea tan vigorosa
mente como quisiéramos. La enfermedad nos convierte en seres desvalidos y
dependientes en diversos grados.
El cuerpo es también un receptor de las energías que nos llegan del mundo,
y la enfermedad puede ser el resultado de un fracaso en nuestra adaptación al
mundo exterior. Pero esta captación de energías pertenece más bien a la sexta
casa que a la primera, que tiene más que ver con el envío de las energías hacia
afuera.
292
El nivel de relación La mayor parte de los significados tradicionales de
la casa uno se encuentran en el nivel de las interacciones entre el interior y el
exterior: la personalidad, la apariencia física, uno mismo en cuanto opuesto a los
demás... La primera casa representa nuestro sentimiento de estar polarizados en
relación con alguien o algo que forma parte del entorno. Somos nosotros mis
mos en cuanto agentes activos en relación con otras personas: en este nivel la
casa no tiene significado alguno aparte de nuestra relación con los demás.
La segunda casa
El dinero y los bienes muebles (por oposición a los bienes inmuebles). Los va
lores, la actitud hacia la riqueza y la propü;dad.
293
La antigua interpretación de esta casa como la del dinero y los bienes mue
bles funciona bastante bien en la descripción práctica del horóscopo, pero está
claramente orientada hacia la adivinación y nos deja en la oscuridad en lo que
se refiere a un significado interior que esclarezca la psicología del individuo. Los
autores más recientes se acercan más a una interpretación psicológica de la se
gunda casa, ampliando su significado para referirlo a los valores del individuo
y a su actitud hacia las posesiones. Pero, tal como están las cosas, esta interpre
tación tiene dos fallos.
En primer lugar, para demasiados astrólogos ha dado como resultado una
alteración del simbolismo de Venus y de Tauro, ambos identificados común
mente con la segunda casa, de modo que de ellos también se afirma que rigen
los valores y la actitud hacia la riqueza. Esto parece formar parte de la tenden
cia general a olvidar que Venus es principalmente el símbolo del amor, el afec
to y el arte.
En segundo lugar, el concepto de «valores» como idea central de la segun
da casa está mal definido. ¿Se alude con ello a los valores morales? La segunda
casa, ¿es la de cualquier cosa que podamos valorar? ¿Incluye la propia repu
tación, la posición social, los seres queridos? Si es así, el significado de la casa
se expande mucho más allá de lo que estaba implícito en el antiguo significado,
más simple aunque fuera adivinatorio. Nociones tan amplias hacen que la casa
dos se superponga de forma grotesca con otras. Es necesario mantener la mayor
nitidez posible en los símbolos astrológicos, porque de otra manera lo que hay
que interpretar es una masa amorfa. De una casa podemos sacar casi cualquier
cosa que nos permita explicar algo que ya sabemos, pero no hay manera de ta
mizar las múltiples posibilidades para descubrir algo nuevo.
Sin embargo, si precisamos y aclaramos un poco las cosas, la asociación del
concepto «valores» con la segunda casa no es del todo inoperante. En vez de
considerarlos como algo que tenemos, veámoslos como cosas que hacemos.
¿Cuál es la función que cumplen? ¿Por qué las hacemos? ¿Por qué la preocu
pación de mucha gente por el dinero va bastante más allá de su necesidad de se
guridad material?
Valorar es un proceso de identificación. Cuando valoramos algo, extende
mos nuestro ego hasta ese algo y lo consideramos como parte nuestra. Imagí
nese que tiene un coche nuevo y alguien se lo destroza con un martillo. ¿Cómo
se sentiría? Probablemente, su sensación sería muy semejante a la que le produ
ciría un ataque personal. Cuando a alguien le entran ladrones en casa, el afecta
do dice que se ha sentido personalmente violado. Cuanto más nos identificamos
con algo como parte de nosotros, más lo valoramos y más semejante a ésta es
nuestra reacción. Si usted no responde intensamente cuando le roban o rompen
algo de su propiedad, es que no lo ha hecho parte de sí mismo. En otras pala
bras, no lo valora.
La identificación de algo externo a nosotros con nosotros mismos, por lo
294
menos en un nivel psicológico inconsciente, es un proceso de apego. Los bu
distas dicen que esta es la causa del sufrimiento humano, lo que nos mantiene
en la rueda de la vida, encarnándonos y reencarnándonos. Creo que en esta idea
reside el verdadero significado de la casa dos. Los planetas y los signos empla
zados en la segunda simbolizan aquellas energías mediante las cuales nos afe
rramos al universo que hemos elegido.
A diferencia de algunos místicos orientales y occidentales, yo no creo que
nos encarnemos como resultado de un error cósmico, una tragedia o un acci
dente. Aunque en general no estamos en contacto con la parte de nuestro ser
que toma tales decisiones, creo que nos encarnamos intencionadamente, por ne
cesidad de enfrentarnos con ciertas experiencias. El hecho de que nos encarne
mos no es afortunado ni desafortunado: simplemente, decidimos hacerlo por
nuestras propias razones.
Al decidir encarnarnos, y al acceder a jugar de acuerdo con las reglas del uni
verso que hemos escogido, debemos apegarnos a ese universo. Al hacer nues
tra una parte suya, nos comprometemos en él. Este es el proceso que simboliza
la segunda casa. Indudablemente, si no nos apegamos eliminamos mucho su
frimiento, pero cuanto menos apegados estamos, menos comprometidos nos
sentimos con cualquier cosa que suceda en nuestro universo. El truco está en
comprometernos, pero dándonos cuenta de que el compromiso es simplemente
una elección nuestra y por lo tanto podemos cambiarla. Dicho de otra manera,
debemos ser los amos de nuestros compromisos, en vez de dejar que ellos nos
dominen. La tragedia de la gente excesivamente posesiva es que se convierten
en los objetos de sus apegos: la mayor parte de su individualidad es prisionera
de lo que valoran.
Hay algunos entes a los que nos apegamos y que no pertenecen propiamen
te a la segunda casa. Los seres queridos son un ejemplo. Aunque se los puede
tratar como si fueran posesiones, transformándolos así en cosas de la casa dos,
al hacerlo los privamos de su individualidad y los convertimos en simples ex
tensiones de nuestra propia identidad. Por más que valoremos a nuestros seres
queridos, si de verdad los amamos no intentaremos arrebatarles su independen
cia ni su identidad aparte. El amor es la recíproca valoración de dos personas,
sin que el yo de ninguna de las dos se extienda hasta invadir el de la otra. En el
amor, dos personas pueden identificarse la una con la otra sin por eso destruir
mutuamente sus identidades. Se trata de un proceso recíproco, a diferencia de
los que se dan en la segunda casa, que se limita normalmente a los objetos físi
cos, porque la mayoría de las personas estamos de acuerdo en que éstos no tie
nen identidad propia.
El honor y la posición y el prestigio sociales también son cosas que valora
mos y que no corresponden a la casa dos. No son cosas hasta las que nuestro
ego pueda extenderse, sino que forman parte de nuestro ego. Son aspectos de
nuestro sentimiento del propio valor, tal como los experimentamos en nuestras
295
interacciones sociales. Nuestro yo no está jamás en la segunda casa: por defini
ción, uno no se puede «poseer» a sí mismo.
Tampoco admito que los valores morales pertenezcan a la casa dos, porque
también ellos son aspectos del propio ego, no entidades externas sobre las que
proyectamos nuestro ego. No hay un solo símbolo para los valores morales: Jú
piter significa el honor, la integridad y la franqueza; el Sol, la propia valía y la
integridad; Saturno, la responsabilidad y el mantenimiento de los compromisos;
la casa nueve, los valores filosóficos y religiosos, y la décima, el honor social y
el prestigio que se adquiere en función de la propia moralidad. La moral en lo
que se refiere a las relaciones está simbolizada por los planetas, signos y casas que
afectan a nuestras relaciones, y así sucesivamente.
296
ducen el grado del apego. La gente que tiene aquí a Urano tiende a querer libe
rarse de los apegos en el plano físico, porque limitan su libertad de movimien
to. Evidentemente, Urano en la segunda también puede indicar que se tienen
posesiones uranianas, es decir, cosas que permiten al nativo llevar una vida
nada convencional.
Júpiter, si forma aspectos que destaquen su amor a la libertad, también pue
de tener este efecto. Pero si está asociado con otras energías posesivas, puede
incrementar muchísimo el instinto de posesión del nativo.
Marte puede ser causa de que se actúe de forma temeraria con los recursos.
Quizá parezca que éstos no le importan, pero no es más que una apariencia. Lo
que está haciendo en realidad el nativo es demostrar su propio control sobre los
recursos, al disponer de ellos de cualquier manera que se le ocurra.
La tercera casa
La mente inferior, es decir, la que opera en el nivel normal y cotidiano. La inter
acción rutinaria con los demás. La comunicación. Los viajes y desplazamien
tos cortos. Los hermanos, las hermanas, los vecinos y los familiares, a excep
ción de los padres.
La casa tres simboliza un número mayor de conceptos aparentemente sin
relación entre sí que cualquier otra casa, salvo la quinta. El hilo mediante el que
la mayoría de los astrólogos modernos han intentado conectar estos conceptos
lo constituyen «las interacciones con el entorno inmediato». La única dificultad
con esto es que se trata de una descripción puramente externa de una casa que,
al estar por debajo del horizonte, debería tener una dimensión interna particu
larmente fuerte.
El significado tradicional de esta casa como «la mente inferior» sugiere, sin
embargo, un simbolismo interior, personal y psicológico. Pero, ¿qué es exacta
mente «la mente inferior»? En ninguna época de la astrología se ha aludido con
esta expresión a que la mente esté dominada principalmente por las emociones
y la irracionalidad. Ni tampoco es nada parecido al «ello» freudiano, una con
ciencia animal que nos motiva para hacer sólo aquello que queremos en el más
primitivo de los niveles. El resultado de la mente inferior son generalmente ac
ciones más o menos razonables, aunque no se trate del nivel de conciencia que
reflexiona y juzga. Su función es el trato con la existencia cotidiana.
La mente de la casa tres puede ser consciente. Se puede reflexionar sobre
ella a voluntad. Si así lo decidimos, podemos observar nuestra actitud y nuestra
disposición mental en cualquier situación dada para ver lo que sucede. Mientras
hablamos, con lo cual ejercitamos una función de la tercera casa, podemos se
leccionar y escoger cuidadosamente nuestras palabras, si así lo deseamos. Lo
más probable, sin embargo, será que miremos al mundo sin tener conciencia de
297
nuestra actitud ni de nuestra disposición anímica. Nuestras palabras seguirán
las pautas que hemos empleado rutinariamente durante toda la vida y que en ge
neral parecen suficientes. La tercera casa es un nivel de la mente que la mayoría
de las veces funciona de forma inconsciente, pero que puede hacerse conscien
te cuando así lo decidimos. No es inconsciente porque no podamos mirarlo,
sino porque normalmente no nos decidimos a hacerlo. Yo llamo mente inferior
al nivel de la conciencia que no se reconoce.
La mente inferior es una capacidad importante. Es como un piloto automá
tico. La interacción normal con el mundo no requiere ninguna atención espe
cial; es algo que se puede atender de manera rutinaria. En realidad, debemos
atenderlo de este modo: no podemos permitirnos el lujo de consumir nuestra
energía consciente examinando todo lo que hacemos y decimos durante el día.
Ocasionalmente podemos encontrarnos en alguna situación en la que no poda
mos funcionar en este nivel. Quizás nos hallemos en un entorno que descono
cemos, sintamos que alguien está juzgando cada uno de nuestros movimientos
o estemos en alguna situación de tensión que nos obligue a ser conscientes de
todo. Cada vez que algo así sucede, nos damos cuenta de que necesitamos una
tremenda concentración. Son pocas las personas que tienen la energía necesa
ria para funcionar durante largo rato en este nivel de conciencia. A todos nos
hace falta contar con algún tiempo durante el cual podamos relajarnos y fun
cionar automáticamente sin ser conscientes de nosotros mismos.
Hay actividades en las que el pensamiento consciente estorba. Habilidades
físicas como caminar o ir en bicicleta sólo se dominan cuando se las ha apren
dido tan bien que los procesos que las integran se vuelven inconscientes (en este
punto se vuelven parte de la mente lunar). Uno puede optar por ser consciente
de estos procesos, pero si trata de dirigirlos fundamentalmente mediante un in
tento consciente, lo más probable es que los desbarate. Para que algunos proce
sos funcionen, es preciso integrarlos en las pautas inconscientes del cuerpo, por
más que se hayan iniciado en la mente consciente.
La comunicación es una parte importante del funcionamiento semiconscien
te de la tercera casa. Como las habilidades físicas, el uso del lenguaje se vuelve
en buena medida inconsciente. Cuando hacemos un pedido a una tienda por te
léfono no es el momento de reflexionar sobre el mecanismo del habla. Además,
normalmente la comunicación es el acto de establecer conexiones con nuestro
entorno inmediato para concretar interacciones rutinarias. Cuando en la comu
nicación interviene una expansión o un salto de la conciencia, la actividad per
tenece más bien a la novena casa que a la tercera.
Los viajes cortos son una proyección de la función de la tercera casa sobre
el plano físico. Se trata simplemente de moverse en el mundo cotidiano. Son
viajes que no nos sacan del mundo con el que estamos familiarizados en nues
tra experiencia diaria. Si un viaje nos lleva a un mundo nuevo y desconocido
que nos exige una gran cantidad de reflexión y consideración conscientes para
298
poder enfrentarnos con él, no es una vivencia de la casa tres, por más corta que
sea la distancia física. Durante mucho tiempo, para distinguir los viajes de la
tercera casa de los que pertenecen a la novena, los astrólogos trataban de medir
el tiempo empleado o la distancia recorrida. Y o creo que el criterio es cómo nos
aleja del ámbito de la experiencia cotidiana el viaje. Quienes en los años sesen
ta experimentaron con LSD tuvieron la vivencia de viajes de la casa nueve sin
haberse levantado siquiera de su asiento; no por nada llamaron a esa experien
cia trip, es decir, «viaje».
Más difíciles de encajar en el esquema de la «mente inferior» son los herma
nos, las hermanas y los familiares. Aquí nos vemos envueltos en un problema
común en astrología. Aunque con frecuencia parece que las casas simbolizaran a
otras personas y entidades, ya he señalado que en realidad sólo simbolizan nues
tra vivencia de ellas. Dicho de otra manera, las casas simbolizan, en el nivel in
terpersonal y ambiental, nuestras relaciones con estas personas y entidades. La
tercera casa no representa a nuestros hermanos, hermanas y familiares, sino que
indica nuestra relación con algo que ellos tienen en común, es decir, que son
personas de nuestro entorno con las que tratamos de forma más o menos auto
mática. Nuestras relaciones con ellos no son especialmente conscientes ni han
sido conscientemente escogidas, como la pareja en la casa siete o los amigos en
la once. Simplemente, están ahí formando parte de nuestro mundo. Además, es
tas relaciones no implican ningún tipo de interacción que pueda situarlas en las
casas cuarta o décima.
Esto implica que si hemos tenido hermanos, hermanas u otros familiares
que no formaron parte de nuestro entorno en la niñez, o con quienes no hemos
llegado a establecer el tipo especial de relación íntima e inconsciente que gene
ralmente tenemos con los parientes, estas personas no estarán simbolizadas por
la tercera casa. Y sin embargo, aun cuando nunca los hayamos visto antes, es
frecuente que al conocer a un hermano, una hermana u otro familiar, la relación
asuma un estilo particular. Recuerdo que cuando conocí a algunos de mis pri
mos sólo necesitamos una hora para tener un contacto familiar, y no de perso
nas extrañas que acaban de conocerse. Un vínculo común de intimidad, como
los genes, puede permitir que uno se relaje y actúe de forma automática.
Los vecinos, como los parientes, forman parte de las interacciones humanas
diarias a las que me he referido más arriba. Lo importante no es la proximidad
física, sino el hecho de que la relación sea lo bastante familiar como para que
pueda darse con un mínimo de consideración consciente.
299
vivencia de la realidad cotidiana. La tercera casa es así, junto con la cuarta, uno
de los dominios determinantes de los hábitos. La parte que corresponde a la casa
tres es la configuración de la energía psíquica que estructura el hábito, es decir,
los procesos psicológicos que de hecho suceden cuando actúa .el hábito. Algo
muy semejante a la estructura de un programa de ordenador, por oposición a su
propósito. La casa cuatro representa el hábito como respuesta a las condiciones
o al condicionamiento al comienzo de la vida.
300
Luna, cuyo carácter emocional puede interferir en las funciones de la casa tres
en cuanto nubla y confunde la comunicación. Lo que se dice puede ser tan emo
cional y tan personal que ni siquiera los más próximos al nativo pueden relacio
narlo con su contenido.
Neptuno presenta problemas similares. En este caso no es el carácter perso
nal de la comunicación lo que dificulta el contacto con los demás, sino más bien
su oscuridad. En general, las energías de la tercera casa funcionan de forma li
neal, es decir que una idea, una acción o una percepción sigue secuencialmente
a otra. Con Neptuno, la secuencia puede ser oscura y difícil de seguir. Con fre
cuencia, esto se debe a que el planeta abre la mente a un tipo de percepción que
no es fácil de comunicar en términos lineales.
La cuarta casa
El hogar. La vida más personal e íntima. La propia familia, tanto en la infan
cia como en la vida adulta, el padre y la madre, los antepasados, la tierra natal.
El pasado y la relación con la tradición. Los bienes inmuebles y las tierras. El
final de la vida.
El significado esencial de la casa cuatro se aclara un poco a partir de las in
terpretaciones tradicionales. Es una casa de vida interior y personal, por oposi
ción a las preocupaciones externas y sociales.
Es también la casa de todo aquello que sirve de apoyo para la propia existen
cia, tanto en el nivel físico como en el emocional. Se trata de un apoyo diferente
del que ofrece la segunda casa. El dinero y los recursos materiales constituyen
un apoyo para nuestra existencia, pero lo esencial de la casa dos es el apego a
los recursos como extensiones de nosotros mismos, no como apoyo. La casa
principal del apoyo es la cuarta.
Sin embargo, el simbolismo esencial de la casa cuatro es aún más profundo.
Para hallarlo tenemos que considerar el significado de la cúspide de la cuarta
casa, el Imum Coeli, que, como dije en la sección sobre Tauro, es la dirección
de la Tierra desde nuestro propio lugar de nacimiento, en la medida en que tal
dirección se puede mostrar en el zodíaco. Y la Tierra es la base de todo apoyo
de la vida que hay sobre ella. En el sentido más literal, es donde apoyamos los
pies. En un sentido más amplio, es el último soporte de nuestra existencia físi
ca. Es la Gran Madre: de su sustancia proviene nuestro cuerpo, y después nues
tros alimentos, nuestra ropa y nuestro hogar. Se puede demostrar que todo el
simbolismo de la cuarta casa se genera en este tipo de imágenes de la Tierra.
Nuestro hogar, tanto físico como emocional, es nuestro trozo de la Tierra, don
de nos asentarnos y arraigarnos. Es el lugar de la vida personal e íntima donde nos
refugiamos después de un día de enfrentamientos con el mundo externo, con la"
sociedad. Nuestra familia la constituyen, o por lo menos así debería ser, personas
301
con quienes no sólo tenemos raíces comunes, sino que también nos brindan apo
yo emocional, como nosotros a ellas. Nuestra comunidad es una extensión de la
familia, como lo es nuestra tierra natal. Y no se trata de un gobierno ni de un or
den político, sino de la propia tierra como lugar físico al que pertenecemos.
El concepto de pertenencia es importantes para distinguir la cuarta casa de
la segunda. Lo relacionado con la casa dos nos pertenece, pero nosotros perte
necemos a lo que simboliza la casa cuatro.
Los bienes inmuebles son nuestro trozo privado de la Tierra, son la tierra
sobre la que construimos nuestro hogar. Pero dudo de que la cuarta casa tenga
nada que ver con la tierra que se compra para especular; ésta más bien parece
caer dentro de la quinta, que se relaciona con la especulación, o de la segunda,
que tiene que ver con las posesiones.
El aspecto más discutible de la casa cuatro es su conexión con uno de los
padres. ¿A cuál de ellos debemos asignarla, al padre o a la madre? Por razo
nes que para mí no son nada claras ni teórica ni empíricamente, la mayoría de
los astrólogos sitúan al padre en la cuarta y a la madre en la décima. Pero hay
una tradición casi igualmente fuerte que invierte este orden.
Yo considero que tanto el padre como la madre pueden estar simbolizados
por la casa cuatro, dependiendo del papel que cada cual desempeñe a los ojos
del niño. La cuarta casa simboliza a aquel de los padres que proporciona el sis
tema de apoyo en los primeros años de vida, mientras que la décima simboliza
al que aparece como la figura autoritaria que impone disciplina. Ambos, en di
versos momentos, asumen la función de la cuarta casa. De acuerdo con el papel
que nuestra cultura todavía sigue atribuyendo a cada sexo, generalmente es
el padre quien proporciona el apoyo físico, mientras que por lo común la madre
ofrece apoyo emocional y se ocupa de forma más efectiva del cuidado de los hi
jos. Y en la medida en que ambos padres hacen respetar la disciplina, los dos
son figuras de la décima casa.
Para mí, brindar afecto y atención y proporcionar un sistema de apoyo son
las actividades que configuran el aspecto maternal de la función parental, mien
tras que enseñar e imponer disciplina constituyen el aspecto paternal. Pero es
tas dos facetas de la función parental no están necesariamente vinculadas con el
sexo biológico de los padres. Creo que a esto se debe que haya confusión sobre
cuál de los dos está simbolizado en cada una de estas casas.
Encerradas en el seno de la Tierra están las huellas de nuestro pasado: es
tratos rocosos de remotísimas edades, vestigios de antiguas civilizaciones. De
manera semejante, la cuarta casa significa nuestro pasado y nuestra relación con
la tradición. Simboliza las estructuras físicas, las pautas psicológicas, las actitu
des y los recuerdos que heredamos de la raza humana, de nuestros antepasados
y de la vida en y más allá del útero.
Y lo más importante es que la cuarta casa representa lo que está sepultado
en el sentido psicológico: el inconsciente. No nos referimos tanto a la noción
302
freudiana de un inconsciente personal como a la idea junguiana de un incons
ciente colectivo, que es común a toda la humanidad por el simple hecho de que
todos somos biológicamente similares. No se origina en la experiencia indivi
dual, sino que nos llega ya sea mediante la herencia ya sea en virtud de expe
riencias que son absoluta e inevitablemente comunes para todos nosotros, con
independencia de las variaciones culturales o individuales. Se genera en proce
sos cerebrales que tienen lugar por debajo del nivel de la conciencia, de modo
que aunque queramos no podemos hacerlos conscientes. Algunos de ellos son
funciones del sistema nervioso autónomo; otros son simplemente aspectos del
funcionamiento del cerebro de los que jamás tomamos conciencia como no sea
por mediación de pautas simbólicas en nuestros sueños, fantasías y mitos. Los
símbolos de la astrología funcionan en este nivel: cada planeta representa un
conjunto de símbolos en el inconsciente colectivo.
El inconsciente colectivo sirve, entre otras cosas, para conectarnos a todos
los unos con los otros, y esta es su relación con la cuarta casa. Aunque Jung no lo
afirmó claramente, en la astrología y en los sistemas del ocultismo está implí
cita la idea de que en algún nivel del jnconsciente todos somos en realidad una
única entidad, y de que no hay fronteras que separen a los individuos y, posi
blemente, ni siquiera a las especies. Lo único que no nos permite ver nuestra
conexión con la unidad de la vida es nuestra confianza en la mente consciente.
En cierto nivel estamos siempre conectados con todo, tenemos siempre nuestro
hogar en todas partes. El inconsciente colectivo, simbolizado por la cuarta casa,
es el cordón umbilical que nos conecta con la totalidad de la vida.
La casa cuatro, en cuanto final de la vida, también está claramente simboli
zada por la Tierra. No sólo nacemos de ella; en la muerte le devolvemos nues
tra sustancia física. La tierra es a la vez útero y tumba. Y como veremos en el
capítulo siguiente, a la cuarta casa se la puede ver al mismo tiempo como el co
mienzo y el final del ciclo de las casas.
El nivel interno En el nivel más íntimo, la cuarta casa simboliza las fun
ciones psíquicas que nos conectan con el resto de la vida. Rige los sentimientos
de pertenencia, de «sentirse en casa en» y de estar conectado. Es nuestro víncu
lo con el inconsciente colectivo, con las pautas psicológicas que compartimos
con todos los seres humanos. Simboliza también las estructuras psicológicas
que forman parte de nuestra herencia genética o que se generan en los primerí
simos días de la vida, que son de adquisición preverbal y están tan ligadas a lo
que somos que es imposible verlas directamente: sólo las deducimos a partir de
sus productos, como pueden ser los sueños o algunas formas extrañas de com
portamiento. Estos aspectos de la psique son como la Tierra, de la cual, en cuan
to astrólogos, somos en buena medida inconscientes. Probablemente porque la
Tierra es hasta tal punto parte de nosotros, quizá porque es el planeta más pró
ximo, nos olvidamos de ponerla en la carta.
303
El nivel de relación En el nivel de nuestra relación consciente con otros
seres, la cuarta casa simboliza nuestros vínculos más íntimos, que incluyen a la
familia y a otras personas que nos apoyan y nos nutren afectivamente, y en eta
pas posteriores de la vida a aquellos a quienes nosotros apoyamos y nutrimos
afectivamente. La casa cuatro nos muestra así los aspectos más personales e ín
timos de nuestra existencia social, los que generalmente no ven las personas
que no forman parte de nuestro círculo más íntimo.
Como la cuarta casa simboliza este tipo de relación de intimidad, se relacio
na con vivencias infantiles o incluso prenatales cuyas consecuencias son incons
cientes y que se convierten en parte del nivel interno de la casa. Son experiencias
que pueden -o no- ser fuentes de dificultad cuando en la vida adulta afloran
como hábitos y pautas de comportamiento cuya función no es clara. Así como
los hábitos de la casa tres son pautas que una vez fueron conscientes y cuyo ori
gen olvidamos cuando están profundamente arraigadas, el origen de los hábitos
de la casa cuatro nunca llega a ser consciente.
304
siente que el afecto que se le brinda es limitado o reducido. Urano significa que
el flujo es irregular, imprevisible, o que se da de maneras poco comunes. Nep
tuno suele proporcionar el sentimiento de que el afecto que se recibe es débil,
falto de vitalidad, o que se da en un nivel abstracto y no físico. Plutón en la cuar
ta no restringe especialmente el caudal de energía; es más, puede incrementarlo
hasta el punto en que el nativo se encuentre atrapado o limitado por sus efectos,
lo que da como resultado la persistencia de problemas de la infancia o de un
comportamiento infantil en la vida adulta.
La quinta casa
El juego y las diversiones. La, autoexpresión y la creatividad. La,s aventuras
amorosas. La natalidad y los hijos. Los juegos de azar, la especulación y las
inversiones.
Esta mezcla de ideas no permite distinguir fácilmente ningún significado
esencial para la quinta casa, y sin embargo hay uno que se deriva de los signi
ficados tradicionales de «juego» y «autoexpresión». El juego y las diversiones
es la interpretación más antigua dada a la quinta casa; la autoexpresión es una
manera moderna de decir esencialmente lo mismo, pero así se le confiere dig
nidad. Además añade a la idea de «juego» un elemento que en realidad es inhe
rente a la palabra, pero que se ha perdido en nuestras actitudes modernas. Para
mucha gente de hoy, el juego es trivial: una actividad de la que todos disfruta
mos, pero que no nos tomamos en serio. En la última parte del siglo xx, sin em
bargo, se considera a la autoexpresión casi con tanta seriedad como al trabajo.
En realidad, somos muchos los que trabajamos duro para alcanzarla, lo cual es
absurdo si nos paramos a pensarlo. Como el juego y la autoexpresión constitu
yen la esencia de la casa cinco, los analizaremos con un poco más de atención.
Para subsistir, generalmente hemos de cumplir ciertas funciones: ganarnos
el pan, asegurarnos el techo, etcétera. También hacemos muchas cosas para sa
lir adelante o simplemente para sobrevivir en sociedad. Lo que todas estas acti
vidades tienen en común es que no se practican como un fin en sí. Se las hace
solamente por necesidad (real o imaginaria) o para servir a algún otro fin dis
tinto de la actividad misma.
Pero hay algunas actividades que practicamos por sí mismas. Las hacemos
sólo porque queremos hacerlas, nos gusta hacerlas y decidimos hacerlas. Son
actividades que no sólo liberan nuestras energías, sino que también dicen algo
sobre quiénes somos y lo que nos proponemos. Sin embargo, su propósito no es
enunciar nada; lo importante de estas actividades es que constituyen su propio
objetivo y son autosuficientes.
Podemos explorar los misterios del universo simplemente porque queremos
saber lo que hay; podemos desarrollar nuestras habilidades atléticas para dis-
305
frutar de la exuberancia de nuestro cuerpo; podemos crear obras de gran belle
za o de un profundo significado: el arte por el arte. Hay incluso quienes viven
su vida como una obra de arte.
Evidentemente, se trata de formas de autoexpresión, y además son activida
des lúdicas. Se practican por sí mismas. Y aunque de forma subsidiaria puedan
hacerlo, en un sentido primario no sirven a ningún otro fin.
La ciencia -es decir, la ciencia pura por oposición a la tecnología- es esen
cialmente un juego. Por más recursos retóricos que se prodiguen sobre la utili
dad de expandir nuestro conocimiento (lo cual a menudo es útil), en su origen la
ciencia es la actividad de personas que se divierten haciéndose preguntas sobre
el universo. Muchos astrólogos, yo entre ellos, tenemos la misma motivación.
Tanto la ciencia como la astrología nos exigen que trabajemos, pero el trabajo
está puesto al servicio de la actividad fundamental, que es el juego.
En realidad, el papel del trabajo en general consiste en ayudarnos a jugar.
Optar por vivir es, en sí, la decisión de jugar al juego de la vida. E incluso si,
como enseña el cristianismo, el propósito de la vida es glorificar a Dios, en rea
lidad se está al servicio de un Dios que juega.
El juego no es ni trivial ni insignificante. De hecho, es lo que es el ser. El
trabajo, aunque sea necesario, es secundario: está al servicio del juego. Toda
actividad debe ser su propia motivación, o bien debe servir en última instancia
al propósito de otra actividad que es su propia motivación.
La quinta casa se relaciona estrechamente con la primera, que forma parte
también de la triplicidad personal de las casas. Pero, a diferencia de la primera,
la quinta no implica una realidad exterior en la que se libera la energía. Es sim
plemente el dominio de aquellas energías inherentes al yo que quieren liberarse
porque sí. La fuerza de estas energías puede ayudar a un individuo a canalizar
energía hacia el mundo por mediación de la casa uno, pero las energías de la
quinta no son inherentemente sociales.
Esto nos lleva a hablar de las aventuras amorosas, de las que se podría espe
rar que pertenecieran a una casa orientada hacia las relaciones. Entonces, ¿cómo
es posible que estén asociadas a una casa de autoexpresión personal, con una
mínima dimensión social? La respuesta es que la casa cinco se relaciona sola
mente con un aspecto de las relaciones amorosas: el del simple disfrute, la di
versión, una actividad que se practica por sí misma, sin pensar a dónde nos con
duce. En su forma pura, no contaminada por otras consideraciones, el amor
romántico es complacerse en una situaci�n sin otro motivo que lo bien que se
siente uno en ella.
E idealmente, el amor estimula la autoexpresión. A través de los ojos de una
persona enamorada, se descubren nuevos aspectos del propio ser, aspectos que,
al ser apreciados por el otro, florecen. Una enorme proporción de nuestras ma
nifestaciones artísticas ha nacido de la autoexpresión de los enamorados.
La casa cinco significa encuentros amorosos y cortejo, con el placer y la di-
306
versión consiguientes. Es la etapa en que cada una de las dos personas disfruta
simplemente de ser ella misma y de estar con la otra, y en que poco piensan en
esforzarse seriamente por funcionar como pareja, lo cual es del dominio de la
casa siete. Una relación de la quinta es menos seria y menos comprometida y no
significa un contacto tan íntimo de persona a persona.
Una generación atrás, el acto legal del matrimonio establecía la transición
de una relación predominantemente de la quinta cása a una que pasaba a ser
principalmente de la séptima. Pero entre mucha gente joven ya no hay un acto
definitivo que marque este paso. Irse a vivir juntos puede ser como un matri
monio legal, pero también se puede hacer de forma tan casual que la relación
todavía no ha pasado de verdad a la casa séptima.
Evidentemente, el carácter de una relación amorosa no es de forma tajante
de la quinta o de la séptima: todas son una mezcla. El más recíprocamente de
dicado de los matrimonios puede tener este aspecto de dos personas a quienes
simplemente les gusta estar juntas, y en la más casual de las relaciones entre
dos personas se produce algún intercambio dialéctico.
Otro significado quizá difícil de relacionar con la autoexpresión y el juego
son los hijos, una fuente innegable de responsabilidad. ¿Cómo puede ser «jue
go» tener un hijo? Es obvio que no lo es en un sentido trivializado. Pero sí lo es
en cuanto actividad que es un fin en sí misma y la liberación de una energía in
terior que expresa qué y quién es uno.
Para la mayoría de las personas, tener un hijo no sirve a ningún fin práctico,
un hecho que se ha subrayado últimamente en gran parte de la bibliografía ad
versa a que se los tenga. Y sin embargo la gente se decide a tener hijos. Incluso
muchachas adolescentes que no deberían tenerlos a causa de su edad y de su in
madurez los tienen con frecuencia porque significan algo para ellas, algo que
no se puede expresar fácilmente en términos prácticos. Se puede afirmar que te
ner hijos es una forma de autoexpresión, mediante la cual las personas crean va
riaciones sobre sí mismas y transmiten además algo de lo que son. Además, por
mediación de los hijos restablecen el contacto con la tendencia lúdica y la for
ma exuberante de autoexpresión de su propia niñez.
Tener hijos es inequívocamente juego en el sentido expandido, pero no es
pura diversión. Como pasa con cualquier otro juego, lleva consigo un trabajo
(piense en el entrenamiento de un atleta, que también es un trabajo subsidiario
del juego), y con frecuencia incluso dolor, empezando por los dolores del par
to, que son los dolores de la creación, que las madres y los artistas comparten.
Sacar del yo lo que ha de ser expresado no es siempre fácil, ni lo que se expresa
es siempre hermoso: los hijos no siempre salen bien, y las tragedias como Hamlet
son otra forma de juego [en inglés, play significa a la vez juego y representa
ción teatral].
Hasta el siglo xx, en astrología natal, la quinta casa no era la única que sim
bolizaba a los hijos, ni siquiera la principal. En los ljbros antiguos las casas dé-
307
cima, undécima, cuarta y quinta, en ese orden, representaban a los hijos. Tanto
la cuarta como la décima significan variantes de la actividad parental, y en
cuanto tales se relacionan también con aquellos con quienes desempeñamos ese
papel. La undécima significa relaciones con todo tipo de grupos, y la propia fa
milia es el principal ejemplo de uno de ellos. La quinta casa significa concreta
mente el acto creativo de traer hijos al mundo. Esta antigua manera de considerar
a los hijos a través de los horóscopos del padre y la madre abarca la condición
parental como un proceso de múltiples aspectos, y me parece mucho más com
pleta que limitarse sólo a mirar la quinta casa.
Los significados restantes de esta casa son los juegos de azar, la especula
ción y las inversiones. Todos ellos son esencialmente juegos de azar (yo limi
taría las inversiones de la quinta casa sólo a las especulativas), y en cuanto ta
les, tienen cabida en la quinta casa como formas de diversión.
Cabe preguntarse si el elemento aleatorio que hay en los juego de azar se re
laciona con el significado central de la quinta casa. Quizás. Ciertamente, hay un
elemento aleatorio en la creación de un hijo: qué espermatozoide llega primero
al óvulo no deja de parecerse a una carrera de caballos o a una jugada en la ru
leta. Y ni el artista ni los futuros padres pueden estar seguros de cuál será el pro
ducto de su autoexpresión creativa. Como el jugador, uno echa sus energías al
mundo con cierta temeridad y sin poder estar nunca del todo seguro de las ga
nancias.
308
El nivel externo En este nivel se da nuestra experiencia de aquello que
pertenece a la vez al mundo externo y a la quinta casa, como los lugares de di
versión, los juegos de azar y la especulación. Y también en este nivel se halla el
componente perteneciente a la quinta casa de la vivencia que tenemos de nues
tros hijos.
La sexta casa
El servicio, la servidumbre, los sirvientes. El trabajo, los empleados. La, enfer
medad. La, higiene, la nutrición. Los animales pequeños.
La servidumbre y el trabajo están entre las cosas que niegan al individuo una
gratificación inmediata en favor de una necesidad inmediata. Así como la quin
ta es una casa de autoexpresión, a la sexta se la puede considerar como una casa
de autonegación en lo que se refiere al deseo del ego de tener algo ahora mis
mo. La casa seis simboliza todas las actividades que el nativo no realiza por sí
mismas (como las de la quinta), sino en aras de alguna otra cosa, que tanto pue
de ser una necesidad externa que no ha elegido conscientemente como deter
minadas circunstancias que limitan su libertad de elección.
El significado de la sexta casa no suele ser placentero; pero, como la ener
gía de Saturno, es necesario para la felicidad humana. Cualquier actividad que
se haga sin más interés que ella misma debe contar con el apoyo de otras que co
laboren en su funcionamiento. En la sección dedicada a la quinta casa mencio
né al atleta que se somete a un entrenamiento riguroso para disfrutar de la prác
tica de un deporte. Al tener presente la actividad placentera que ese trabajo les
proporciona, la mayoría de los individuos son capaces de negarse a breve plazo
la gratificación inmediata con el fin de obtener un mayor beneficio más adelante.
La gente tiene problemas con la casa sexta cuando la actividad de apoyo, es
decir, el trabajo, está demasiado alejada de la actividad placentera a la que sir-
309
ve de apoyo. Entonces el trabajo se vuelve opresivo, se convierte en una nega
ción del juego en vez de constituir uno de sus apoyos. Este es un problema co
mún en una cultura que respeta más el trabajo que la autoexpresión. Tendemos
a considerar el trabajo como un fin en sí mismo y a perder de vista el hecho de
que finalmente todo trabajo, de forma directa o indirecta, sirve a la libre auto
expresión del individuo, que es el objetivo último del trabajo. Cuando la rela
ción de una actividad con su sentido o propósito se oscurece, la actividad pierde
sentido. El juego y la autoexpresión siempre tienen sentido; la única actividad
sin sentido es el trabajo que, en última instancia, no sirve a ningún propósito de
autoexpresión.
Aquí cabría plantear una objeción. ¿Qué hay del autosacrificio, del altruis
mo, de las personas que trabajan en beneficio de otras? El autosacrificio volunta
rio es una opción libre que hace un individuo como acto de expresión de sí mis
mo. Si yo le doy a alguien algo mío para su beneficio, aunque yo no parezca
obtener de ello beneficio alguno e incluso quizás me provoque un daño, de esa
manera afirmo quién soy y cuál es el sentido de mi vida. El propósito al que sir
ve la acción es el hecho de hacer una afirmación puramente por sí misma, quizá
por algo en lo que creo, lo cual, después de todo, es un aspecto de lo que soy.
Lo mismo puede decirse de algunas personas que dan la impresión de tra
bajar constantemente. Para ellas, eso no es realmente trabajo. Algunas de las
personas más trabajadoras que conozco tienen muy marcada la quinta casa, no
la sexta, porque para ellas Jo que otros pueden considerar trabajo es su forma de
jugar. Pero la gente con un Saturno fuerte o una casa seis muy acentuada, con
frecuencia se siente compelida a dar a los demás la impresión de que trabaja,
porque el trabajo parece una actividad más noble; son los pequeños juegos a los
que todos jugamos.
Los antiguos llamaban a la sexta la casa de la esclavitud. Al hacerlo apun
taban a su principal patología, es decir que las actividades de esta casa pueden
llegar a perder su carácter de apoyo del yo y de su autoexpresión. La esclavitud
es, por definición, obligar a la gente a trabajar incesantemente por fines que no
les sirven de nada a ellos, sino siempre a algo o alguien más.
El hecho de que la sexta se relacione con empleados y sirvientes nos revela
algo más sobre esta casa. Es no sólo la casa de las propias actividades labora
les, sino también la de recibir los beneficios del trabajo de otras personas. Di
cho de otra manera, es la casa de nuestra relación con el trabajo y el servicio en
general.
La enfermedad es otra de las cosas que atañen principalmente a la sexta
casa. Así como la primera tiene más que ver con la fuerza y las características
físicas del cuerpo, la sexta se relaciona más con los factores que interfieren en
el buen funcionamiento corporal. Algunos astrólogos relacionan la enfermedad
con las otras funciones de la sexta, y la llaman la casa de la eficiencia; según su
razonamiento, la salud es simplemente la eficiencia del cuerpo. Creo que con
310
esto se pierde de vista lo esencial de la casa seis, es decir, los factores en la vida
interior o exterior del individuo que niegan la autoexpresión. La enfermedad no
sólo inhibe la autoexpresión física, sino que puede surgir cuando la autoexpre
sión, en cualquier nivel, se ve frustrada.
Para entender más a fondo esta idea, recuerde que las actividades de la casa
seis no siempre tienen un fin o propósito claramente definido. Lo que no se sue
le reconocer en la bibliografía astrológica moderna es la posibilidad de que la
sexta casa describa factores que aparentemente interfieren de forma gratuita en
la autoexpresión. Es obvio que incluso la enfermedad puede tener un propósito
en el contexto de la totalidad de una vida (o hasta de vidas pasadas, si se quie
re). Pero la conciencia normal del ego generalmente ve la enfermedad como in
necesaria. Si adoptamos este estrecho punto de vista, puede parecernos que los
asuntos de la sexta casa interfieren inútilmente en nuestra vida.
Aquí es importante la relación de una actividad de la sexta casa con su pro
pósito. Si hay un propósito, siempre se ha de tratar de entender su relación con
la actividad de la casa seis. Si no lo hay, es necesario crearse uno, porque, de no
hacerlo, el resultado puede ser la enfermedad, que generalmente se instala en
un cuerpo dañado por una clase de actividad inadecuada o por un estado psico
lógico que lo debilita. Por ejemplo, la enfermedad puede resultar de un trabajo
(también asunto de la sexta casa) que no sirve a los intereses del individuo o
que le exige demasiadas energías para el beneficio obtenido. Con frecuencia,
cuando la persona entiende las razones de la enfermedad, puede mejorar enor
memente su estilo de vida.
Algunos de los que practican la astrología médica han llegado a la conclu
sión de que la relación de la sexta casa con la enfermedad es, en el mejor de los
casos, limitada si se la compara con la octava. Ciertamente, esta última casa
-tradicionalmente la de la muerte- tiene más relación con las enfermedades que
ponen en peligro la vida. Aunque considero que la sexta tiene que ver con las
enfermedades, también creo que intervienen en ello la octava y la primera.
Parece que la nutrición y la higiene se relacionan con la salud y la enferme
dad, y en cierto sentido -en cuanto mantienen la salud- es ciertamente así. Pero
en lo fundamental son actividades subsidiarias, necesarias para el mantenimiento
del cuerpo y la mente de modo que el individuo pueda funcionar y autoexpre
sarse. En cuanto tales, se relacionan más bien con el aspecto laboral de la sex
ta que con el sanitario.
El último significado que nos resta de esta casa, los «animales pequeños»,
es probable que provenga de los días en que se tenían animales pequeños como
perros y gatos principalmente para cazar alimañas o guardar la propiedad. En la
medida en que estos animales son como sirvientes pertenecen a la sexta, pero
en cuanto animales de compañía (es decir, cuando se los tiene sin otro propósi
to), están mejor simbolizados por la quinta.
311
El nivel interno La sexta casa simboliza los factores psicológicos que nos
permiten aplazar la gratificación. Este es probablemente el equivalente más pró
ximo a Saturno en el nivel de la casa.
Como la primera, la sexta está justo debajo del horizonte. Situada en el he
misferio inferior, que corresponde en el nivel interno a la parte interior de la
psique, se encuentra, sin embargo, en el lugar inmediato al hemisferio superior.
Por ello, está influida por la conciencia de las situaciones externas. Representa
la parte del inconsciente que absorbe energías e influencias que desde la expe
riencia consciente descienden al yo interior. Es la casa donde la experiencia se
incorpora a la psique.
Ello constituye, indudablemente, una de las bases para que sea una casa de
la enfermedad, puesto que ésta puede ser un síntoma de las energías que se in
corporan al yo interior y que a la mente o al cuerpo le resulta difícil manejar.
312
se valga para dar un significado a su vida, independientemente de que le repre
sente o no un ingreso.
La séptima casa
El matrimonio, las asociaciones. Los enemigos y conflictos manifiestos, los pro
cesos jurídicos. Las relaciones con consejeros.
El hecho de que tanto el matrimonio como los enemigos manifiestos estén
simbolizados por la séptima es una clave para la comprensión de esta casa, que
representa cierta especie de relación que es común tanto al matrimonio como a
dos personas trabadas en combate.
Para entender de verdad la séptima casa tenemos que contrastarla con su
313
opuesta, la primera. Ambas simbolizan la relación entre yo y el otro, pero mien
tras que la primera pone el acento en el yo, la séptima enfatiza al otro, y en parti
cular al otro en cuanto íntimo, con quien el individuo establece un tipo de víncu
lo de intimidad que convierte, en la medida de lo posible, a dos personas en una.
En la casa uno el yo proyecta la energía hacia afuera, en el mundo; en la siete
su vivencia es, de forma tan íntima como sea posible, la del mundo que devuel
ve esta energía al yo. La séptima casa está a la vez por encima del horizonte y
en el hemisferio occidental, factores que hacen de ella una casa que representa
la vivencia de los demás. Esto nos lleva a un punto importante, que ya está im
plícito en lo que llevamos dicho, pero que ahora hemos de expresar de forma
explícita.
La bibliografía astrológica tradicional da la impresión de que la séptima
casa describe a nuestra pareja o a nuestro oponente. Pero todas las casas que
dan la impresión de describir a otras personas describen en realidad las energías
cuya vivencia uno tiende a tener por mediación de ellas, no la realidad objetiva
de las personas en sí. Es más, es probable que los planetas emplazados en la casa
siete describan tanto las energías que uno aporta a las relaciones íntimas como
las que recibe de ellas. La diferencia entre la séptima y la primera reside en que
generalmente las energías de la casa uno se transmiten al mundo en su totalidad
tal como el individuo lo percibe, mientras que las de la casa siete se vuelcan sólo
en las relaciones de intimidad.
Si se parte exclusivamente de la carta natal, no es posible decir si una per
sona manifestará las energías de la séptima casa en función de la acción o de la
experiencia. A la mayoría de las personas, la vivencia de las energías de la sép
tima parece que se les da a través de otras personas, pero esto es algo que el as
trólogo no puede dar por supuesto. Se trata de una de las situaciones en que
acierta más si pregunta que si intenta descifrarlas.
Algo que muchos textos antiguos no aclaran es que no todas las facetas del
matrimonio tienen su indicador en la casa siete. El matrimonio es un conjunto
de energías relacionadas con la séptima casa y unidas con otras que, tanto psi
cológica como físicamente, se relacionan con la sexualidad del individuo. El
concepto de asociación se aproxima más al matrimonio que el significado esen
cial de la casa siete.
En una relación de la casa siete, dos personas establecen una dialéctica ín
tima, un intercambio en el que se usan recíprocamente como puntos de referen
cia para autodefinirse ante sí mismas, o bien se valen de la relación para crear
una unidad. El primer tipo de dialéctica incluye el conflicto y las relaciones con
consejeros; el segundo, la asociación y el matrimonio. En ambos casos, las dos
personas sienten que están cara a cara en todos sus contactos mutuos. A partir de
esto se debería ver con claridad que dos personas trabadas en una competición
directa también tienen una relación de la casa siete, y de ahí los significados de
«los enemigos y conflictos manifiestos» y «los procesos jurídicos».
314
La séptima se distingue de la undécima en que esta última es principalmen
te una casa de las relaciones de uno con mucha gente. Cuando indica una amis
tad, en ésta no hay la sensación de que las dos personas sean una, ni de que se
encuentren cara a cara. Si la hay, la amistad se ha convertido en una relación de
la casa siete.
En las relaciones con consejeros, ya se trate de psicólogos o de astrólogos,
nos valemos de otra persona para que nos ayude a definir nuestra propia posi
ción. Por medio de la mirada penetrante del consejero, al vemos a través de sus
ojos, llegamos a tener una idea más clara de dónde nos encontramos. Una vi
sión objetiva del propio yo por mediación de un enfrentamiento íntimo con otra
persona es un concepto importante de la casa siete, simbolizado por el hecho de
que la séptima y la primera estén en oposición, que es el aspecto de la confron
tación y de la toma de conciencia.
La faceta más importante de la séptima casa se origina en la naturaleza mis
ma de las relaciones, que son oportunidades de tener la vivencia de partes de
nosotros mismos que hemos preferido no ver interiormente. Para que hayamos
tomado tal decisión hay dos razones.
A veces, ciertas partes de nosotros mismos nos dan miedo. Al considerarlas
malas o indeseables, optamos por enterrarlas, y así acaban aflorando en nues
tras relaciones. (Volveremos a referimos a este tema en la sección dedicada a la
casa doce.)
La otra razón es que el juego de la vida exige que tengamos tanto la viven
cia del objeto como la del sujeto. La conciencia requiere que haya una dialécti
ca entre nuestro yo interior y nuestras experiencias externas: si no hay algo de
lo que podamos tener conciencia, no puede haber conciencia. Al mismo tiem
po, poblamos el ámbito de las experiencias posibles con nuestras propias ener
gías, porque verlas como algo externo a nosotros al mismo tiempo que somos
ellas es una poderosa manera de establecer contacto con lo que somos. Sólo
cuando negamos nuestra contribución a la llamada realidad «objetiva» nos con
vertimos efectivamente en víctimas de lo que en realidad son aspectos de noso
tros mismos. La séptima casa es el más íntimo de los enfrentamientos entre su
jeto y objeto. En su nivel más alto, esta casa es el símbolo de la dicotomía
sujeto-objeto, en la que ambos de hecho son uno.
315
capaces de hacer en comparación con ella. Aun cuando generalmente experi
mentamos las energías de la séptima como algo que proviene de otras personas,
esta casa es casi tan importante como la primera para indicar la naturaleza de la
propia personalidad.
El nivel externo En este nivel confundimos nuestra vivencia del otro con
su realidad objetiva, de modo que la casa siete da la impresión de que descri
biera la naturaleza de nuestro cónyuge, de nuestro socio, de nuestros enemigos
o de cualquiera con quien hayamos decidido competir.
Una vez que establecemos cualquier tipo de relación de la séptima casa, ten
demos a considerar a la otra persona como la causa de nuestra propia experien
cia. Muchos que han tenido un mal matrimonio tras otro culpan al sexo opuesto
en su totalidad, pasando por alto el hecho de que es probable que sus parejas
funcionen muy bien en ese tipo de relaciones. Lo que hay que recordar es que,
sea cual fuere el modelo que se repite una y otra vez en nuestras relaciones ín
timas, en realidad nos dice algo sobre nosotros mismos.
En las relaciones plurales, así como la primera casa es «nosotros», la sépti
ma es «ellos». Esto sólo es aplicable cuando se tiene la sensación de un enfren
tamiento directo entre «nosotros» y «ellos»; es decir, que en el sentido plural
«ellos» deben ser «vosotros». En vez de significar adversarios personales, en
este caso la séptima casa significa los que se oponen a un grupo con el que uno
se identifica.
316
der los que la equiparan con Libra y Venus. Este planeta se refiere en efecto a
las relaciones, pero sólo a las que son afectuosas y cálidas, y la casa siete no tie
ne ninguna conexión inherente con el amor.
La mayoría de los planetas en la séptima sólo significan los tipos de energías
que se experimentan por medio de las relaciones, pero Neptuno y Saturno pue
den alterar el estilo normal de esta casa. Neptuno nos puede nublar la concien
cia de tal modo que no tengamos, por mediación de las relaciones, una imagen
más clara de nosotros mismos. La naturaleza de la interacción entre los dos par
ticipantes en la relación es probable que sea completamente incierta. Además,
Neptuno puede perturbar el equilibrio entre ambos participantes. En general,
una relación de la casa siete se da entre iguales, pero cuando interviene Neptuno
puede suceder que uno se sienta muy por encima o muy por debajo de su com
pañero. Además, es probable que elija a personas neptunianas.
En la séptima, Saturno puede simbolizar relaciones poco frecuentes. Esto se
debe a que el nativo siente un tremendo abismo que lo separa de los demás, o a
que se siente abrumado por un sentimiento de responsabilidad hacia el otro en
sus relaciones, y le resulta más fácil no comprometerse. Otra alternativa es que
la persona con quien se establece la relación sea saturnina, o que uno de los par
ticipantes sea mucho mayor que el otro.
La octava casa
La muerte. Las herencias. El dinero de los demás.
El principal significado tradicional de la casa ocho es un remanente de la era
en que la astrología formaba parte de las artes adivinatorias, y en que a los as
trólogos les preocupaba mucho el cuándo y el cómo de la muerte de sus clien
tes. Actualmente, y por diversas razones, la predicción de la muerte se ha con
vertido en un tabú. En primer lugar, supone que el destino es algo fijo, cosa que
hoy pocos astrólogos están dispuestos a admitir. En segundo lugar, como mu
chas personas piensan en la muerte con miedo, el astrólogo corre el riesgo de
darle literalmente un susto de muerte a su cliente por el hecho de predecírsela.
Las investigaciones modernas sobre la muerte y los moribundos han compro
bado que el hecho de que quienes rodean a la persona esperen su muerte puede
ser un importante factor que la precipite.
Es obvio que sólo con sus significados tradicionales, la casa ocho es de uti
lidad limitada para los astrólogos modernos. Pero a la luz de su significado esen
cial, asume una importancia vital.
Esencialmente, la octava es la casa de las transformaciones, de las que la
muerte no es más que una clase y no aquella con la que más a menudo se tro
pieza. Es indudable que la energía de la casa ocho puede ser fuerte cuando al
guien muere, pero la mayoría de las veces una energía fuerte de la octava apun-
317
ta a otros tipos de transformación. En estas ocasiones muere algo, pero en ge
neral no alguien.
La octava no es solamente una casa de muerte, sino también de resurrección.
Se extingue un orden antiguo y se inicia uno nuevo; hay tanta renovación como
destrucción. Existen razones para tener esperanzas cuando nos encontramos
con un fuerte simbolismo en la casa ocho, porque con frecuencia indica que
algo que ha dejado de ser útil desaparece de la vida, lo que asegura al individuo
una nueva libertad.
Al estar encima del horizonte, es probable que la vivencia de la octava casa
se dé en relación con otras personas. También está en oposición con la segun
da, lo que implica que la casa ocho es para el otro lo que la segunda es para
el yo. De ello proviene uno de los significados de la octava: el dinero de los
demás. Pero otra de las cosas que nos dice es más importante: que las transfor
maciones del individuo relacionadas con esta casa se producen mediante la dia
léctica entre el yo y lo que no es el yo. Igual que con la séptima, nos encontra
mos con energías que reflejan aspectos internos del yo que hemos preferido no
experimentar interiormente. Si la segunda es la casa de los apegos, entonces la
octava significa los factores que tienden a liberarnos de aquello a lo que esta
mos apegados. Veamos ahora esta idea en relación con la muerte y la transfor
mación.
El mundo físico es inflexible por naturaleza: la materia se resiste al cambio.
Decimos que algo perteneciente al mundo físico es material cuando nos ofrece
resistencia si intentamos atravesarlo con la mano. Incluso el aire ofrece cierta re
sistencia. Por lo tanto, cuando nos apegamos a cualquier cosa en el mundo ma
terial y, por extensión, a cualquier cosa que no es material, hasta cierto punto
nos molesta y limita nuestra capacidad de cambiar.
Necesitamos ciertas ataduras que nos sirvan de anclaje, y algunas, como el
dinero, que nos permitan obrar con eficacia en el universo físico. Pero en últi
ma instancia las ataduras nos sirven más de limitación que de apoyo, especial
mente cuando se resisten a los cambios que acompañan al crecimiento. Somos
como cangrejos que, cuando el caparazón les resulta insuficiente, deben des
prenderse de él para seguir creciendo. Esta es la acción de la octava casa. Pue
de que sea nuestro propio poder lo que nos obliga a deshacernos de lo que ya no
necesitamos en la vida, pero más común es que sean las circunstancias exter
nas, en especial las relaciones. Autores como Zipporah Dobyns han observado
la conexión entre esta casa y las relaciones de intimidad. Pero el encuentro en
tre yo y el otro, mientras que en las relaciones de la casa séptima nos permite
definir lo que somos, en las de la octava es causa de transformación.
Muchos astrólogos han relacionado la casa ocho con la sexualidad, pero no
es la única que tiene tal relación. Como una actividad placentera que puede
buscarse como un fin en sí, la sexualidad pertenece a la quinta casa, y en cuan
to nos ayuda a fortalecer una relación interpersonal se conecta con la séptima.
318
Pero en el orgasmo hay una pérdida momentánea de conciencia y una sensación
como de muerte que en realidad pertenece a la octava.
Las energías de la casa ocho son intensamente emocionales. Parecen miste
riosas, extrañas, y sobre todo tienen un carácter de predestinación. A ello se
debe que, aunque puedan afectar a las consideraciones materiales, funcionen en
última instancia en un profundo nivel interior cuya vivencia es, generalmente,
emocional.
La octava casa se asocia también con el ocultismo y la videncia. El poder
que nos capacita para transformar nuestra propia vida puede capacitarnos tam
bién para transformar el mundo que nos rodea, como por arte de magia. Pero en
cuanto es una casa que deshace los apegos o ataduras que establece el ego, la
octava niega a este último. Generalmente, parece que la voluntad consciente no
pudiera controlar las energías de la casa ocho, y es difícil poner estas energías
«mágicas» de transformación al servicio de las intenciones del ego. Sólo es po
sible usarlas si nos convertimos en el vehículo de las energías que trascienden
al ego dentro del yo. En este aspecto, la casa ocho se parece mucho a la doce.
Volvamos a la octava como la casa del dinero de los demás o, tal como la
he descrito, la de los apegos de los demás. Esto proviene en parte del significado
de la casa ocho como los factores que nos obligan a desprendernos de nuestros
apegos, en cuanto estos factores suelen pertenecer al mundo exterior, pero no
completa del todo la asociación. La razón principal para que este significado
esté asociado con la casa ocho proviene de que, por oposición a un significa
do intrínseco de la casa, éste es derivado. La transformación y el renacimiento
son el significado intrínseco; el derivado proviene de que la octava es la segunda
casa (el dinero) a partir de la séptima (la pareja, el otro). En la astrología tradi
cional todas las casas tienen tanto significados derivados como intrínsecos, pero
sólo en la octava se considera de forma tan destacada un significado derivado
como uno intrínseco. Esto se debe probablemente a que la muerte, el significa
do intrínseco tradicional de la casa ocho, no es aplicable en la mayoría de los
casos. Sin embargo, es común que en la vida nos encontremos con el significa
do de la octava como transformación y renacimiento, y creo que en la mayoría
de los casos este significado es preferible al derivado. En el capítulo 15 estudio
con más detalle las interpretaciones derivadas de las casas.
Los significados derivados e intrínsecos se combinan en la casa ocho en
«las herencias», es decir, el dinero de otra persona que nos llega por causa de
su muerte. Es probable que la octava se refiera a las herencias, pero no se pue
de dar por sentado que signifique necesariamente una herencia. Primero es
preciso establecer que tal herencia es posible.
El nivel interno La octava casa se relaciona con todas las energías inte
riores que obligan al individuo a avanzar hacia el crecimiento y el cambio. Den
tro de la persona están las fuerzas psicológicas que pugnan por salir a tener la
319
vivencia del mundo. Estas fuerzas interiores son la causa de que nos despren
damos de cualquier cosa que hayamos asumido, y que restrinja nuestra expe
riencia y el crecimiento resultante. Esto se refiere especialmente a las ataduras
físicas cuando comienzan a limitarnos.
Estas energías son irresistibles porque se originan en nuestra propia diná
mica interior. No provienen de un destino externo, sino de nuestro plan de cre
cimiento: resultan de nuestras opciones vitales. Si las energías de la casa ocho
parecen predestinadas, se debe en parte a que nuestras experiencias más inevi
tables son el resultado de nuestras opciones más firmes. Y también a que rara
vez se trata de opciones conscientes, y con frecuencia sentimos nuestros aspec
tos inconscientes y trascendentales como si no nos pertenecieran.
320
La novena casa
La mente superior. La filosofía, la religión, el derecho. Los viajes largos.
La mejor forma de entender la casa nueve es considerar su oposición con la
tercera. Como vimos, la casa tres simboliza la parte de la mente que se ocupa
de las cosas rutinarias y cotidianas. Aunque pueden ser conscientes, estas fun
ciones mentales actúan generalmente en un nivel inconsciente.
Por contraste, la casa nueve simboliza aquellas funciones mentales que se
ocupan de todo lo que no es rutinario ni cotidiano. Es la casa por cuyo interme
dio nos llegan las ideas, percepciones y formas de pensamiento nuevas: una
casa de expansión de la conciencia. Para ser eficaces, estos procesos deben fun
cionar en un nivel consciente. Siempre que tenemos conciencia de que estamos
pensando en algo, esto pertenece a la casa nueve.
El estilo de percepción de la casa nueve no sólo es consciente; es más bien
sintético que analítico. Se esfuerza por percibir lo que relaciona las partes con
un todo y cuál es la pauta que organiza cualquier grupo de entidades. No se
satisface con percibir simplemente un hecho: también le interesa su significa
do. Le importa lo que está «ahí fuera» y la relación del yo con lo que está «ahí
fuera».
La novena casa simboliza la religión, la filosofía y el derecho porque todas
estas actividades no sólo se interesan por las pautas de relación de las cosas en el
universo externo, sino también por la forma en que el individuo encaja en ellas.
La religión se ocupa de lo que relaciona al género humano con el universo. Las
filosofías, por lo menos las de antaño, describen la organización del universo
sobre bases no sólo naturales, sino también morales y éticas. El derecho es un
estudio del contrato social mediante el cual los seres humanos rigen las rela
ciones que tienen los unos con los otros.
La novena casa posee un fuerte carácter social, en cuanto los factores ex
ternos o las otras personas suelen ser fuentes de ideas nuevas. Pero no es una
casa de relaciones en el sentido convencional de la palabra: no buscamos en ella
cómo relacionarnos con los demás, a no ser de la más indirecta de las maneras.
Es más bien una casa a la que le interesa entender de qué forma las cosas se in
tegran en sistemas. En el nivel de las casas, corresponde a Júpiter. Aunque care
ce del aspecto jupiteriano de amante de la libertad, comparte con este planeta su
interés por la verdad.
La casa nueve se asocia tradicionalmente con los viajes largos, por oposi
ción a los viajes cortos de la tercera. Los viajes largos nos ponen en una si
tuación que no nos es familiar, y por eso nos expanden la conciencia. Tal como
dije al hablar de la casa tres, la diferencia esencial entre los viajes de ésta y los
de la nueve no depende de su duración, sino de la medida en que nos saquen de
nuestro ambiente normal y cotidiano. Es probable que la distinción original en
tre los viajes de la tercera y los de la novena se haya generado en una época en
321
que recorrer una distancia, la que fuere, significaba inevitablemente entrar en un
mundo extraño. Incluso las comarcas adyacentes solían ser muy distintas. Pero
en la actualidad es posible recorrer miles de kilómetros sin salir de la homoge
neidad de una cultura industrial que abarca la mayor parte del planeta.
En su mejor expresión, las energías de la casa nueve aportan una visión anti
cipada. Al proyectarse en la distancia para ver mucho más allá de las preocupa
ciones ordinarias del individuo, estas energías pueden detectar anticipadamente
lo que se está aproximando desde el mundo exterior. Esto permite que no nos
dejemos atrapar por sorpresa cuando los acontecimientos se aproximan lo sufi
ciente como para afectar a nuestra vida íntima y cotidiana.
Aunque la novena sea una casa dirigida hacia lo externo y situada por enci
ma del horizonte, sus energías pueden en ocasiones orientarse hacia adentro en
un intento de autocomprensión. Desde el punto de vista de la conciencia nor
mal, nuestro ser interior puede resultamos tan ajeno como alejado está el mun
do exterior de la experiencia ordinaria. A menos que las energías de los plane
tas y signos de la casa nueve permitan otra cosa, sin embargo, la comprensión
obtenida por el hecho de indagar en el interior de esta casa puede ser puramen
te intelectual. Se necesitan diversas funciones planetarias para traducir las in
tuiciones de la casa nueve al nivel de comprensión visceral que se necesita para
sacar utilidad de tal información.
A la novena se la suele considerar la casa de la educación superior, y a la
tercera la de la escuela elemental y secundaria. Esto no es necesariamente así.
En la medida en que actúa expandiendo la conciencia de un individuo, toda edu
cación pertenece, por naturaleza, a la casa nueve. En la medida en que la educa
ción no sirve más que para imponer disciplina a un individuo y para inculcarle
las costumbres de la sociedad sin expandir su conciencia de la verdad, no per
tenece a la casa nueve. En ese caso es una mezcla de las funciones de la diez
(imposición de disciplina), la sexta (trabajo), la cuarta (cuidado de los niños) y
la tercera (programación). Esto ejemplifica el principio de que las casas no sig
nifican absolutamente nada en el mundo real: sólo significan las funciones que
el individuo puede experimentar, y las relaciones que establece con las cosas
que percibe en el mundo externo.
Por más adecuado que pueda parecer considerar la casa nueve como la de la
inteligencia en el sentido del coeficiente intelectual, este significado no es nada
seguro. El coeficiente intelectual es una medida de la capacidad para resolver
bien las pruebas que se realizan para medir el coeficiente intelectual. Aunque pue
da tener cierta correlación con el éxito académico, no demuestra necesariamen
te capacidad para triunfar en el mundo. Quizá la verdadera inteligencia tenga
más que ver con la capacidad de crear, innovar y profundizar en la propia vida.
Como en realidad no sabemos lo que es la «inteligencia», sugiero que no se
asigne este término a la novena casa. Yo prefiero considerarla, en cambio, una
casa (y no la casa) de la sabiduría. Creo que la sabiduría es saber lo que es ver-
322
dad para nosotros y para el mundo y actuar de tal manera que otorguemos a
cada cosa lo suyo y no más. Los sabios no están constantemente abrumados por
señales interiores que los urgen a hacer cosas que, a juzgar por los resultados,
son inadecuadas.
El nivel interno La novena y la décima son las dos casas más relaciona
das con la mente consciente. Pero mientras que la décima tiene que ver con su
acción sobre el mundo, la novena simboliza la mente consciente que percibe,
experimenta y comprende lo que percibe. Aunque lo que principalmente le con
cierne no es la acción, la casa nueve tampoco es totalmente pasiva: sus energías
hacen que queramos abrirnos a la percepción del mundo que nos rodea. Si los
planetas y los signos conectados con esta casa no se oponen a tal apertura, exis
te el deseo de tener tantas experienci3:s como sea posible.
Como casa de la experiencia activa, la novena es el hogar de aquellas pau
tas psicológicas que modifican nuestras percepciones e influyen en ellas. Nadie
observa pasivamente el mundo; la estructura de nuestra conciencia condiciona
lo que percibimos y cómo lo percibimos. Por medio de las energías de la casa
nueve nos construimos un marco que nos sirve para organizar la experiencia:
una filosofía, una visión del mundo, incluso un sistema de la realidad.
El nivel externo En este nivel, la casa nueve significa todas las entidades
que parecen alejadas de la experiencia cotidiana: los países extranjeros; las fi
losofías, religiones y formas de vida que en ellos se encuentran, o las personas
de formación extranjera o cuyos puntos de vista o estilo de vida son muy dife
rentes de los nuestros. En este nivel la novena simboliza también a los maes
tros, más bien en el sentido del que enseña, del guru, que de quien impone dis
ciplina. He aquí un excelente ejemplo de cómo la manifestación de una casa en
el nivel externo es siempre una proyección de las energías del nivel interno: en úl
tima instancia, nuestro maestro no es nada más ni nada menos que la vivencia
externa de una energía que llevamos dentro.
323
conciencia, como la religión, la filosofía y el derecho, o bien optan por viajar
mucho en el plano físico más bien que en el mental.
Los planetas emplazados en la casa nueve influyen en la forma en que ve
mos la vida y en nuestro trato con las ideas. Por ejemplo, Urano en la novena
indica una persona que se siente cómoda con las ideas nuevas y radicales y que
tiende a rechazar lo tradicional. Neptuno en la misma casa puede indicar alguien
a quien atraen las percepciones y los conceptos religiosos y espirituales, y tam
bién, posiblemente, a una persona cuya filosofía de la vida no es clara. Saturno
en la novena podría indicar un individuo cuyas ideas son definidas, fijas y de
naturaleza práctica, y Venus a alguien cuyas ideas están más influidas por la es
tética que por la lógica. Cada planeta puede imponer el sello de su propia energía
al estilo de concepción del mundo del nativo.
La décima casa
324
riencia, la décima es la casa de la función paternal, pero ésta no siempre está re
lacionada con el padre biológico.
Aquellos a quienes en los primeros años uno siente como figuras de la casa
diez son, ciertamente, figuras de autoridad, y la vivencia que se tiene de ellas
da la pauta para la vivencia de todas las figuras de autoridad posteriores. Esta
es la razón por la que la décima casa representa a las personas que ejercen au
toridad sobre nosotros, e incluso la relación que tenemos con el gobierno como
un todo.
Las figuras de la casa diez ayudan también a encontrar los propios objetivos
en la vida: algo que llegar a ser, un papel que desempeñar. Mientras que la cuar
ta significa un modo de ser que está fundamentalmente satisfecho consigo mis
mo, la décima significa a menudo un estado al que se aspira, pero que todavía
no se ha alcanzado. Así, el tema de la insatisfacción con el lugar donde nos en
contremos en la vida es inherente al simbolismo de la casa diez. De modo si
milar, mientras que la cuarta es una casa en la que sólo tenemos que existir sin
necesidad de demostrar que valemos, la décima está fuertemente asociada con
la idea de realización, de hacer algo y de desempeñar un papel por el que poda
mos ser identificados.
. Generalmente, a la pregunta: «¿Tú qué eres?», la gente responde con una des
cripción de lo que hace para vivir. De esto viene la asociación de la décima casa
con la carrera o la profesión. Aquí no se trata del trabajo de la sexta, que reali
zamos simplemente para ganarnos la vida, sino del trabajo que proporciona un
papel social, con el que podemos identificarnos y por el cual nos identifican.
Si el trabajo no proporciona este sentimiento de identidad, es probable que
lo obtengamos en algún otro ámbito. Por ejemplo, podría ser que alguien se ga
nara la vida como funcionario de correos y que fuera nacionalmente conocido
como coleccionista de sellos. Si esta afición le proporciona un sentimiento de
identidad, y es el principal rasgo por el cual se lo conoce, entonces la actividad
de la casa diez es la de coleccionista, no la de funcionario de correos.
Por todo ello debería ser evidente por qué la décima casa significa la posi
ción social, el honor y la reputación de una persona. En realidad, la astrología
ponía antaño más énfasis en la casa diez como signo de posición social que
como determinante de la carrera.
En esto está implícito, aunque no se lo precise en la bibliografía existente
referida a la casa diez, algo que para mí es sumamente importante. La décima
casa puede ser la clave para entender nuestro modo de autotrascendencia: es de
cir, en qué dirección debemos evolucionar para llegar a vivir y expresar en su
nivel más alto y consciente el simbolismo de nuestro propio horóscopo, con to
das las diversas energías que componen el yo integradas recíprocamente en el
grado más elevado posible.
¿Por qué ha de ser así? Llegar a establecer una interacción con el mundo ex
terior es algo que pertenece a la naturaleza de nuestra pauta evolutiva. Así es el
325
juego de la encarnación en el universo físico. A partir de la matriz vamos pa
sando al hogar y a la familia, a la escuela, al mundo, y después a desempeñar un
papel social propio, y no es necesario que nos detengamos ahí. ¿Por qué, si cuen
tan con el apoyo del entorno, estas mismas energías de la décima casa no ha
brían de conducirnos a mundos que trascienden el universo social? Si la Tierra
es la matriz de la existencia física, y la casa décima simboliza las energías que
nos hacen salir del útero, entonces esta casa también ha de simbolizar lógica
mente las energías que nos guían a adentrarnos en el entendimiento trascen
dental. Mientras que la novena significa el maestro interior que nos lleva a sa
lir fuera y a entender más, la décima simboliza nuestra búsqueda de un papel
que desempeñar en el mundo guiados por nuestro maestro. La casa diez puede
ser una profesión que trascienda el mero trabajo con que nos ganamos la vida.
Como es natural, en términos prácticos la décima casa se limita generalmen
te al papel social. Pero considero que si se mira su simbolismo desde un punto
de vista metafísico, se pueden obtener datos válidos sobre cómo podemos cre
cer tanto en el plano espiritual como en el mental. Por lo menos, la casa diez nos
puede guiar para hacer que nuestro trabajo sea más eficaz y gratificador.
Así como otras casas significan la vivencia que tenemos de los demás cuan
do cumplen con su papel, la décima significa también la forma en que desem
peñamos las funciones de la casa diez para los demás: nuestra manera de hacer
de guía o de figura autoritaria o que impone disciplina. Como dije en relación
con la quinta casa, antiguamente la décima solía ser una de las cuatro casas que
representaban a los hijos. Así como significa la vivencia que tenemos de la per
sona que ha desempeñado en nuestra vida el papel de padre, también puede in
dicar nuestra propia capacidad para asumir ese mismo papel con nuestros hijos.
(Tenga presente que cualquiera de los dos progenitores puede desempeñar el
papel de padre según las circunstancias.)
326
riorización de nuestra propia vivencia del padre: la figura paterna, independien
temente de quién haya sido, se convierte en un aspecto de nuestra propia men
te. De este nivel proviene el superyó freudiano, que corresponde aproximada
mente a la conciencia, el árbitro interno que decide entre el bien y el mal.
327
Neptuno en la casa diez puede indicar a alguien que tiene dificultades para
hallar su papel o su dirección en la vida. Con frecuencia, la mejor resolución
para este problema está en interesarse por algo que trascienda la propia impor
tancia individual, y que puede ser una causa, una búsqueda espiritual o simple
mente ayudar al prójimo. Piscis en esta casa tiene un efecto similar.
Urano en la décima puede indicar a alguien que se siente incómodo con la
idea general de la casa, y con frecuencia se expresa como una vocación o una
orientación vital fuera de lo común.
La undécima casa
Los amigos y el círculo social. Las esperanzas, los deseos y las ambiciones del
nativo.
Hay dos temas distintos en los significados tradicionales de la casa once, y
la relación entre ambos no es obvia. «Los amigos y el círculo social» se puede
entender a partir del hecho de que la undécima casa está por encima del horizon
te, en oposición con la quinta. Pero el origen de «las esperanzas, los deseos y
las ambiciones» es oscuro. Esperanzas, deseos y ambiciones (o, colectivamen
te, aspiraciones) están en una casa situada por encima del horizonte, pero no se
ve enseguida con claridad de qué manera se relacionan con el contacto social,
o qué sentido tienen en función del hecho de que la undécima está en oposición
con la casa del juego. Sospecho que parte del misterio viene de que al hablar
de «aspiraciones» se usa el término en un sentido demasiado amplio. Es proba
ble que la casa once no indique aspiraciones en general, sino más bien una espe
cie particular de aspiración que sí se adecue a su otro significado central. Tras
haber considerado éste, es probable que se aclare cómo es que las aspiraciones
tienen que ver con las relaciones sociales.
Que la undécima casa esté en oposición con la quinta hace pensar que cons
tituyen alguna clase de polaridad: que la casa once es de alguna manera el otro
polo de la autoexpresión personal y el juego u otra actividad que se persiga como
un fin en sí. Pero generalmente no pensamos en los amigos como algo que se
opone al juego; en realidad, es frecuente que amigos y juego vayan juntos.
La polaridad existe en la idea de autoexpresión personal. La quinta casa está
casi completamente centrada en sí misma. Incluso cuando tiene que ver con aven
turas amorosas, se relaciona con el disfrute personal de estos amoríos y con la pro
pia capacidad de ser uno mismo cuando se está con el otro. Igual que la quinta, la
undécima es una casa sumamente autoexpresiva, pero la expresión está sociali
zada; es decir, ocurre en un contexto social, y la autoexpresión se ve modificada
por las exigencias que impone la relación con los demás. La casa once no nos
exige en general que reprimamos nuestra propia identidad; más bien, ésta se in
tegra en la identidad de un grupo, y con frecuencia se expresa como parte de ella.
328
Así como la séptima casa simboliza las relaciones de persona a persona, a
la undécima se la puede considerar como símbolo de las relaciones de un indi
viduo con muchas personas. Esto incluye a las amistades, porque aunque sólo
se suele tener una pareja, generalmente se tienen varios amigos. La séptima
casa significa una intensa confrontación cara a cara; en cambio, la undécima es
más casual e indirecta.
Además de las amistades, la casa once significa relaciones como las que se
dan al participar en sociedades, organizaciones y otros grupos sociales. Por ejem
plo, la relación que tenemos con los otros miembros de una sociedad a la que
pertenecemos estará significada por la undécima casa.
Lo que hay que recordar es que esta casa describe nuestra capacidad de ma
nejar cualquier situación en la que hayamos de relacionarnos con varias perso
nas simultáneamente y donde sea necesario modificar nuestro propio compor
tamiento para salir adelante. Al mismo tiempo, los amigos o el grupo deben en
cambio apoyar al individuo.
La casa once está por encima del horizonte, indicando su naturaleza social,
y es también una casa sucedente, lo que significa que tiene algo que ver con los
recursos. Es útil considerarla como una casa de los vínculos sociales, por con
traposición con la segunda, que es una casa de vínculos personales y con fre
cuencia físicos. Así como la segunda nos proporciona un anclaje en el universo
físico, la undécima nos lo ofrece en el universo social. La idea de la casa once
como expresión de vínculos sociales tiene sus raíces en la astrología hindú, que
usa básicamente los mismos significados de las casas que nosotros, pero con al
gunos añadidos y supresiones. La versión hindú de la undécima significa cómo
se gana uno el dinero. La segunda se convierte entonces en la casa del dinero
que uno tiene y no de la forma en que lo ganó. Ganar dinero y obtener recursos
es una función directa de nuestra integración social, y para conseguirlo es ne
cesario que haya interacción social.
Volvamos ahora a la casa once en su sentido de esperanzas, deseos y ambi
ciones o, tal como lo sintetizamos, aspiraciones. Primero, creo que la mayoría
de las interpretaciones de la «ambición» no pertenecen propiamente a la undéci
ma casa. Si la definimos como la necesidad de ser eficaz en general, la ambición
pertenece a la primera, la casa por medio de la cual incidimos en nuestro entor
no inmediato. El indicador de la ambición profesional es generalmente la décima.
La ambición social o el deseo de ser una persona importante pertenece también
a la décima, según la tradición la casa de la posición social y el honor. Proba
blemente, no se debería usar «ambición» como palabra clave para la casa once.
Hablar de «esperanzas y deseos» implica ideales, y de ahí que a la undéci
ma se la llame frecuentemente la casa de los ideales. Estoy de acuerdo en que
hay ideales asociados con esta casa, pero yo no la considero en primer término
como una casa de ideales. Prefiero asignar los ideales intelectuales y filosóficos
a la novena, y los morales y espirituales a la duodécima.
329
Pero nuestros ideales y aspiraciones están sujetos a la influencia de nuestro
círculo de relaciones, nuestra clase social, nuestros amigos y nuestros socios en
cualquier tipo de actividad. De hecho, formar realmente parte de un grupo sig
nifica compartir los ideales y aspiraciones de ese grupo. Por lo menos, signifi
ca tener ideales y aspiraciones compatibles con las del grupo. Uno pertenece a
grupos para colaborar en aquello en lo que todos sus integrantes creen. Así, la
casa once se convierte no en una casa de ideales y aspiraciones en general, sino
de ideales y aspiraciones compartidos, que resultan influidos y modificados por
los grupos a los que pertenecemos. Esto no modifica tanto como se podría creer
la forma habitual de entender esta casa, porque los ideales y las aspiraciones rara
vez se dan en el vacío; generalmente están condicionados en mucha mayor me
dida de lo que creemos por las relaciones de grupo.
330
El nivel externo En este nivel, la casa once significa las personas y los
grupos con quienes nos relacionamos. Como ocurre en todas las casas que fun
cionan en el nivel externo, estas personas encaman energías que provienen de
nuestro interior.
331
La duodécima casa
Autonegación, sacrificio, karma. Secretos, enemigos ocultos. Hospitales, insti
tuciones de confinamiento o prisiones.
Hay pocas interpretaciones tradicionales de la casa doce que podamos con
templar con auténtica esperanza. Esta casa no sólo tiene reputación de maléfi
ca, sino que además es tradicionalmente la más débil, de modo que se supone
que cualquier planeta emplazado en ella de poco o nada sirve al individuo. Sin
embargo, por las dificultades que tiene la gente con los planetas en la duodéci
ma, ya se ve que no es una casa débil. Los planetas emplazados en ella signifi
can con frecuencia las dificultades más graves con que el nativo tropieza, lo que
no podría suceder si estuvieran debilitados.
En épocas más recientes, el trabajo de Gauquelin ha demostrado que como
indicador de la profesión y del temperamento, por lo menos, la casa doce es uno
de los dominios más fuertes de la carta. Es obvio que se impone la necesidad de
alguna especie de reevaluación de esta casa, y eso es lo que intento hacer aquí
y en otras partes de este libro.
Como mostraré en el capítulo siguiente, podemos considerar las casas como
una secuencia de etapas evolutivas no sólo en el orden tradicional opuesto al
movimiento de las agujas del reloj, empezando por la primera, sino también en
el mismo sentido de las agujas del reloj, comenzando por el Imum Coeli y re
trocediendo a partir de ahí a la tercera, la segunda, la primera, la duodécima...
y así sucesivamente hasta regresar a la cuarta.
Planteo desde ahora este punto porque, de todas las casas, la duodécima es
la que más se aclara gracias a este esquema. Los planetas pasan a ella desde la
primera, después de haber cruzado el horizonte en el este. La casa doce es el
lugar donde está el Sol inmediatamente antes del amanecer. Este hecho no
cuadra con la visión tradicional de la duodécima como una casa oscura, ocul
ta y secreta. ¡La aurora no es oscura! Pero sí es el primer intento de manifes
tación de la energía que acaba de asomar desde el hemisferio interior y per
sonal que está debajo del horizonte. La duodécima es la casa en donde por
primera vez sacamos nuestras energías al mundo. Cierto que son energías in
maduras, inexpertas, vulnerables y fáciles de derrotar, pero su efecto sobre la
personalidad no es débil. Por el contrario, están en un punto crítico y por con
siguiente su efecto es fuerte, aunque a veces esté oculto. Si estas energías se
convierten en el foco de una crisis temprana en la vida, las consecuencias ne
gativas de esta crisis pueden ser especialmente graves. Veámoslo de la siguien
te manera.
Consideremos que las recién emergidas energías de la casa doce son los pri
meros intentos vacilantes del individuo por proyectar algo hacia afuera, hacia
el mundo. Como vulnerables e inexpertos que son, tales intentos son fácilmente
contrarrestados por energías más establecidas y con frecuencia se ven frustra-
332
dos. En ese caso, ya sea consciente o inconscientemente, el individuo reprime
dentro de sí mismo estas energías de alas aún débiles y sin plumas.
Cuando una persona decide conscientemente no expresar una de estas ener
gías, la convierte en uno de sus secretos individuales. Pero lo más común es que
no pueda aceptarla como parte de sí misma, y la reprima en el inconsciente.
Sin embargo, inaceptables o no, las energías deben manifestarse. Si la men
te consciente está mal dispuesta a aceptarlas o no es capaz de hacerlo, sólo les
quedan otros dos lugares para aflorar a la superficie: el cuerpo, en cuyo caso la
duodécima se convierte en una casa de enfermedades similar a la sexta, o el en
torno, y entonces las energías se manifiestan en otros individuos que encarnan
aquello que tememos. Dicho de otra manera, los aspectos del mundo que actúan
en contra de nosotros -los enemigos secretos u ocultos, tanto individuos como
circunstancias- no son más que encarnaciones de aspectos nuestros que hemos
rechazado. Lo que los hace malignos no es su naturaleza intrínseca, sino el he
cho de que los rechacemos, un fenómeno que ha sido observado por los estudio
sos de la psicología profunda. Cualquier aspecto de nuestra energía psíquica
que no se integra en la totalidad del sistema de energías psíquicas que constituye
nuestro ser se emancipa, volviéndose autónomo y ajeno. Entonces la vivencia
que tenemos de él es o bien la de algo interior que sentimos como externo (por
ejemplo, la de estar poseídos por un espíritu), o bien la de algo que vemos como
totalmente externo (una circunstancia o una persona).
La duodécima, en la medida en que es una casa de energías reprimidas y por
consiguiente no integradas, es una casa de lo inconsciente, del inconsciente per
sonal, de nuestro propio y privado montón de basura. No se trata del incons
ciente de la casa cuatro, el inconsciente colectivo, que es el aspecto de la psique
que es inherentemente inconsciente, y no inconsciente debido a la represión.
Las energías que se han visto sometidas al proceso de represión de la casa
doce forman parte del yo, pero no de la identidad consciente. Nos limitan por
que se oponen a que nos expresemos. Socavan el ego porque éste las niega. Mien
tras estemos apegados a nuestro propio ego (o, más exactamente, mientras sea
mos un ego en vez de tenerlo) y consideremos que nuestra identidad social es
lo que verdaderamente somos, las energías reprimidas de la duodécima funcio
narán en contra de nosotros. Sólo si podemos llegar a desprendernos del ego,
nos será posible conseguir que estas energías operen en nuestro favor. Desde el
punto de vista del ego, se trata de un verdadero sacrificio.
En términos prácticos, esto quiere decir que para tratar con las energías de
la casa doce que han sido fuente de dificultades, puede ser necesario trabajar
con ellas de una manera en la que no hay lugar para honores ni recompensas.
Esto significa un trabajo altruista, hecho por el bien de otros o por una causa
que trasciende a cualquier individuo. Si trabajamos en un nivel superior al que
puede entender la conciencia ordinaria, esta actividad integrará en nuestra vida
las energías de la casa doce, engrandeciendo y fortaleciendo nuestro ser. Por
333
esta razón muchos astrólogos asocian la duodécima casa con el sacrificio, el
trabajo espiritual e incluso la iluminación.
De la misma fuente deriva el karma como uno de los significados de la casa
doce. Creo que cualesquiera que sean las energías que puedan restar de vidas
anteriores, las pautas con ellas asociadas se replantean desde muy temprano en
esta vida. Si es un karma difícil, es probable que estas pautas se den asociadas
con algún tipo de dificultad en la casa doce.
Quisiera aprovechar esta oportunidad para condenar lo que se ha llamado
«astrología kármica». Muchos de los que la practican se han aficionado a inter
pretar la duodécima casa en función del karma negativo, es decir, de las condi
ciones que limitan y estructuran esta vida sin que el individuo pueda hacer otra
cosa que soportar las consecuencias. Y con demasiada frecuencia se conside
ra que una limitación en esta vida es un castigo por pecados cometidos en una
vida pasada.
Esta práctica tiene varias consecuencias perniciosas. La primera, que por lo
común es una proyección sobre el cosmos de la propia -y en general primitiva
moral judeo-cristiana del astrólogo, quien se expresa como un virtuoso profeta
que transmite al cliente la «palabra de Dios». Esto hace que el cliente se sienta
malo e incapaz, y de hecho empeora los problemas asociados con la casa doce,
que es, para empezar, la casa de los aspectos rechazados del propio yo.
En segundo lugar, como no hay manera fiable de validar una encarnación
anterior, se pone a los clientes en la situación de tener que creerse o no lo que
les ha dicho. Si no se lo creen, todavía puede acosarlos alguna duda que debili
tará su capacidad para enfrentarse con el problema. Si se lo creen, se ven priva
dos de la posibilidad de hacer nada para resolverlo, ya que, después de todo, ¿qué
se puede hacer con el castigo divino? Además, si está preocupado por causas
kármicas, es menos probable que esté en contacto con experiencias de esta vida
que más adelante puedan arrojar luz sobre el problema y permitirle hacer algo
al respecto. Los astrólogos existimos para ayudar a la gente que quiere entender
su vida y hacer algo positivo con ella, no para dispensar juicios divinos.
La mayor parte de lo que he dicho supone que las energías de la casa doce
se han visto derrotadas en crisis resultantes de la represión y la alienación del
yo por el yo, pero no siempre es así. En muchas personas, las energías de la
duodécima casa se convierten en fuente de fuerza y no de dificultades, y llegan
a volverse dominantes en su personalidad y en su vida. Esto explica por qué
puede ser una casa que determine la profesión y, lo que es aún más importante,
ciertas características psicológicas dominantes, como han demostrado las inves
tigaciones de Gauquelin.
334
en fuente de derrotas o victorias, cualquiera de las cuales puede llegar a domi
nar nuestra trayectoria vital. Cuando se las frustra, se convierten en parte de
nuestro yo reprimido o desautorizado, y su falta de integración en el yo cons
ciente puede ser causa de que actúen contra nosotros y afloren, por lo tanto,
como nuestros miedos. A nosotros, estos aspectos del yo nos parecen malos
o, en el mejor de los casos, los vemos como debilidades. Con frecuencia, ni si
quiera los vemos, sino que apenas los podemos deducir de nuestro comporta
miento o de las circunstancias que atraemos.
Para resolver los problemas de la casa doce, suele ser útil que el ego se sa
crifique de una manera simbólicamente apropiada a las energías que están en
juego. Entonces el individuo puede integrarlas en el yo en un nivel superior al
del ego. Así, la duodécima casa puede decirnos tanto como la décima sobre la
autotrascendencia. La casa diez puede significar la dirección que tome ésta, mien
tras que la doce puede decirnos lo que tenemos que hacer para avanzar en esa
dirección.
335
casa doce. Tales entidades incluyen los hospitales y otras instituciones que nos
cuidan cuando tenemos problemas con nosotros mismos. Incluyen también a
los maestros y las instituciones espirituales. Por medio de ellos podemos ven
cer nuestras dificultades con la casa doce aprendiendo a trascender nuestro ego,
a recuperar las partes perdidas de nosotros mismos y a expandirlas para ser ca
paces de digerir y asimilar energías que una vez fueron inaceptables.
336
casa doce, sumado a los estereotipos sexuales dominantes, duplica la probabi
lidad de que una mujer se encuentre alienada de su propia energía marciana, y
de que en cambio la viva a través de los hombres a quienes atrae, y que pueden
ser fuertes, dinámicos e independientes, o -lo que es más probable- ásperos,
dominantes y arrogantes. Por lo común las características marcianas vividas de
esta manera son negativas, porque así lo marca la represión que la casa doce
simboliza. Para los hombres, la Luna o Venus en la duodécima pueden ser difí
ciles, por lo menos en sus relaciones con mujeres, también porque las tenden
cias represivas de una casa doce negativa refuerzan el condicionamiento social
que deja a los hombres fuera de contacto con su parte femenina.
337
15
Las casas:
dos enfoques alternativos
Tras haber expuesto las maneras más comunes de considerar las casas, antes de
terminar quisiera estudiar de un modo más profundo la razón por la cual las ca
sas tienen los significados que tienen.
Creo que, básicamente, los significados de las casas se derivan de dos fuen
tes. Una es la relación de aspecto que tienen entre sí las casas. Ya me he referido
a la forma en que una casa puede obtener por lo menos una parte de su significa
do de su posición en relación con las otras casas. En la primera mitad de este ca
pítulo expondré tanto lo que, a mi modo de ver, tiene de abusivo esta manera de
deducir los significados de las casas como lo que creo que es su uso adecuado.
Probablemente, la fuente más importante de los significados de las casas es
la relación de éstas con los círculos del horizonte y el meridiano. Cerraré este
capítulo con una demostración de la forma en que se aclaran los significados de
las casas cuando vemos cómo se originan en un avance en el sentido de las agu
jas del reloj de una a otra de estas divisiones fundamentales.
Tal como vimos en el capítulo anterior, cada casa tiene varios significados, la ma
yoría de los cuales se puede deducir de un único significado esencial. Pero en
mi análisis de la casa ocho mencioné que por lo menos algunos de sus signifi
cados provienen de la relación de la octava con las otras casas. Por ejemplo, su
significado de «el dinero de los otros» se puede derivar del hecho de que la oc
tava es la séptima casa (los otros) a partir de la segunda (el dinero). O puede ser
que el hecho de que sea «el dinero de los socios» se derive de que la octava es
la segunda casa (la del dinero) a partir de la séptima (las asociaciones). Estos
significados no son un resultado directo del significado esencial de la casa ocho,
sino significados derivados, por oposición a los intrínsecos.
339
Aunque los significados derivados no provengan directamente de los esen
ciales, mi impresión es que en cierto modo éstos se derivan en última instancia
de la relación recíproca de las casas. Al fin y al cabo, las casas son etapas del
ciclo diario, y la naturaleza de cada etapa de un ciclo proviene de su peculiar re
lación con cada una de las demás. Me he referido a la relación recíproca de las
casas en la sección «La clasificación de las casas» del capítulo 13 y en las des
cripciones de las casas del capítulo 14. En esta parte del libro me gustaríamos
trar de forma más explícita cómo el significado de una casa puede derivarse del
hecho de estar en oposición, cuadratura, trígono, sextil, semisextil o quincuncio
con una de las otras once casas. Mostraré no sólo cómo al derivar los significados
de las casas de sus relaciones por aspecto se puede tener una visión y una com
prensión nuevas de ellas, sino también de qué manera esto nos puede ayudar a
interpretar las casas vacías. Sin embargo, creo que antes de llegar a esto es ne
cesario que nos liberemos de una manera común, y a mi entender totalmente
equivocada, de derivar los significados de las casas.
340
Pero así como yo cuestiono el enfoque adivinatorio en astrología natal, no ad
mito tampoco que se lean las casas de esta manera. Los significados de las ca
sas derivados de este modo funcionan mejor en una astrología que intente ser
precisa sobre acontecimientos futuros, y eso implica que no es posible cambiar
tales acontecimientos. Pero ni yo ni la mayoría de los demás astrólogos actua
les creemos que el futuro sea inmutable.
Estos significados solamente funcionan bien con las interpretaciones simplis
tas de casas concretas. Con los significados psicológicos esenciales a partir de
los cuales se originan estos otros más superficiales, sólo funcionan, en el mejor
de los casos, de forma poco airosa. Decir que el significado derivado de la quin
ta casa es «el dinero de uno de los padres», aunque no sea filosóficamente pro
fundo, por lo menos es claro. Pero cuando se reinterpreta la quinta casa como la
segunda a partir de la cuarta en función de su importancia psicológica básica, el
enunciado se convierte en «los apegos al mundo físico de las energías asocia
das con nuestra experiencia de la nutrición emocional». Aunque llegáramos
a encontrar algún sentido a esta frase, su relación con el concepto esencial de la
quinta, «las actividades que realizamos por sí mismas», sigue siendo oscura.
Basar las interpretaciones derivadas de las casas en los significados esen
ciales puede producir desatinos, pero basarlas en los significados adivinatorios
implica que los significados superficiales son más fundamentales que los psi
cológicos y los filosóficos. Y eso no puede ser. Si fuera así, significaría que
la casa diez no es la vivencia de las energías paternas, sino literalmente el pa
dre como persona objetivamente real, y que cada una de las otras casas no des
cribe nuestra vivencia de la realidad, sino la realidad misma. Si es así, ¿qué pasa
con dos hermanos, uno con Saturno en conjunción con Neptuno en la décima y
el otro con Júpiter en la décima en trígono con el Sol? Los dos tuvieron el mis
mo padre, y sin embargo su vivencia de la relación difiere. Es obvio que el
simbolismo no describe la realidad del padre o de las figuras paternas, sino la
vivencia que el nativo tiene de ellos. Cualquier otro sistema de significados
esenciales tendría el mismo problema con los significados derivados de las ca
sas, mientras estuviera basado en la idea de que las casas no describen realida
des objetivas, sino energías que modifican la experiencia.
Mi otra objeción a que en astrología natal se usen significados de las casas
derivados al estilo de la astrología horaria es similar a la que planteo en el ca
pítulo 1 O al uso de las dignidades planetarias para conectar los planetas con las
casas: que aumenta las posibilidades de interpretación hasta el punto de que una
sola casa puede significar casi cualquier cosa. Para dar un ejemplo, una indica
ción en la quinta casa, ¿se relaciona con el hecho de que uno tiene hijos (signi
ficado intrínseco), con las finanzas de los padres (segunda a partir de la cuarta),
con la muerte de un progenitor (octava a partir de la décima) o con uno de los
otros nueve significados posibles? ¿Cómo hemos de juzgar cuál de ellos es el
que importa? En astrología horaria, las posibilidades se reducen en función de
341
la pregunta formulada, pero en astrología natal las cosas que podríamos decir
sobre una persona son casi infinitas. Un conjunto tan amplio de posibilidades
sin ningún parámetro que permita establecer cuál es la más fuerte sólo puede
crear confusión cuando lo que se intenta es encontrar sentido a una situación.
Lo mismo que sucede con otras técnicas sospechosas, ésta es útil principalmen
te cuando un astrólogo a) tiene dotes «psíquicas» o b) está tratando de explicar
un acontecimiento después de que éste ha sucedido.
342
cada aspecto puede relacionar a un par de casas. Estos significados se derivan
de los significados de los aspectos presentados en el capítulo 7.
La oposición. Cada una de las casas opuestas crea conciencia y entendi
miento de los problemas de la otra. Cada una tiende a contrarrestar o equilibrar
los excesos de la otra, identificando lo que es preciso hacer cada vez que un
problema asociado con su casa opuesta amenaza con volverse dominante. La
principal característica de la oposición es la polarización, que en ocasiones pue
de generar conflictos.
Ejemplos: Si el nativo es una persona centrada en sí misma (primera casa
excesivamente desarrollada), una relación íntima (séptima) ayudará a corregir
este rasgo. Una relación de la casa siete también puede ayudar a que afloren as
pectos de la personalidad (primera casa) que de otra manera podrían permane
cer ocultos.
De modo similar, una manifestación extrema de la casa cinco, tal como ha
cer todo lo que a uno se le ocurre sin tener en consideración a los demás, puede
ser corregida por actividades con amigos y grupos de personas, propias de la
casa once.
Si uno se deja esclavizar demasiado por sus posesiones (segunda casa), tro
pieza a menudo con circunstancias que le obligan a renunciar a ellas (octava), y
que pueden asumir la forma de un robo, impuestos o incluso la muerte (la renun
cia a los propios bienes y al cuerpo físico). Excepto (hasta donde sabemos) en
el caso de la muerte, el resultado es frecuentemente un aumento de la conciencia.
Lo que corrige la preocupación excesiva por la realidad cotidiana (tercera
casa) son los asuntos de la casa nueve, que alejan nuestra atención de ese mun
do para concentrarla en perspectivas más amplias.
De modo similar, el hecho de refugiarse excesivamente en el círculo perso
nal e íntimo de la casa cuatro se contrarresta con los asuntos de la casa diez, que
nos llevan a la dimensión del mundo en la que hemos de funcionar como adul
tos. Pero si la vocación o la carrera (décima casa) adquieren demasiada fuerza,
podemos refugiarnos en el entorno hogareño y familiar (cuarta) para recuperar
energías.
El trígono. Las casas en trígono indican áreas de la vida que se relacionan
de las maneras presentadas en la sección del capítulo 13 que trata de las tripli
cidades de las casas. Se refuerzan recíprocamente creando sistemas de energía
que se conectan con facilidad y que normalmente colaboran de manera armo
niosa, o por lo menos congruente.
Ejemplos: Todas las llamadas «casas personales» -uno, cinco y nueve- son
ámbitos donde liberamos nuestra energía en el mundo. El efecto general que
cada cual ejerce sobre su entorno (primera casa) resulta reforzado y promovido
por la forma en que se expresa (quinta) y por viajes largos y frecuentes (nove
na). O bien su eficacia en el mundo (primera casa) se ve favorecida por su ca
pacidad de divertirse (quinta) y de ver las cosas en conjunto (novena).
343
Entre las «casas prácticas», las actividades laborales y la vocación, repre
sentadas por la seis y la diez, hacen posibles las posesiones que significa la casa
dos. A la inversa, posesiones tales como instrumentos o herramientas facilitan
el trabajo de la casa seis. Idealmente, nuestro trabajo de todos los días (sexta
casa) favorece nuestro propósito en la vida (décima). Y con frecuencia las po
sesiones que tenemos (segunda casa) determinan nuestra posición social o es
tán determinadas por ella (décima).
Entre las «casas sociales», es frecuente que el tipo de relación que tengamos
con nuestra pareja (séptima casa) se parezca mucho al tipo de relación que te
nemos con las personas de nuestro mundo diario (tercera) y con los amigos (un
décima). Aunque nuestros amigos reales y concretos puedan estar en conflicto
con nuestra pareja o nuestros hermanos, el tipo de relación de cada casa com
plementa los de las otras dos.
Las partes ocultas de la psique simbolizadas por las «casas inconscientes»
también se realimentan y se refuerzan entre sí. La vida hogareña de la infancia
y el sentimiento de haber sido aceptado y querido (cuarta casa) tienen mucho
que ver con las energías reprimidas que tienden a ser nuestra perdición (duodé
cima). Los sentimientos sobre la sexualidad y la muerte y sobre el hecho de legar
nuestras posesiones a otras personas (octava casa) son otra fuente de represión
en la casa doce. Y con frecuencia la represión se supera en el curso de una «muer
te» y una «resurrección» psicológicas. Además, nuestro sentimiento de haber sido
afectivamente nutridos y protegidos de niños (cuarta casa) tiene mucho que ver
con la sensación de estar en libertad de renunciar (octava) a las posesiones, el
ego, el cuerpo o lo que fuere que nos hace sentir seguros en la vida adulta.
La cuadratura. Las casas en cuadratura indican áreas de la vida que se ponen
a prueba mutuamente, obligando a que los problemas relacionados con cada
una de ellas se definan con mayor claridad y asuman significados más precisos.
Con frecuencia, un enunciado simbólico en la vida del individuo tomará una
forma concreta. Es probable que haya conflicto entre las dos áreas, pero el con
flicto es necesario.
Ejemplos: Una personalidad infantil, renuente a aventurarse lejos de la at
mósfera protectora del hogar (cuarta casa) no puede tener una influencia eficaz
(primera) sobre el mundo. Uno debe crecer para ser capaz de enfrentarse con el
mundo como una personalidad con derecho propio.
La casa diez, indicadora de la función paternal, pone a prueba nuestra capa
cidad para el trato con el mundo, como por ejemplo cuando el padre dice al hijo
cómo ha de comportarse. O bien la interacción eficaz con el mundo exterior
(primera casa) nos exige que sepamos cuáles son nuestros objetivos (décima).
O puede haber un conflicto entre nuestra expresión personal (primera) y nues
tro sentimiento del deber hacia la sociedad (décima).
Una cuadratura segunda-quinta puede significar un conflicto entre nuestros
apegos en el mundo y la pura autoexpresión de energía. Por ejemplo, ganar di-
344
nero puede exigirnos tanto tiempo que no nos quede margen para el placer; o
podemos pasarnos tanto tiempo jugando que no nos quede el suficiente para
ganarnos la vida.
Una cuadratura octava-undécima puede significar el conflicto entre una trans
formación del yo (octava casa) y los compromisos sociales de la casa once.
El sextil. Las casas relacionadas por sextil representan actividades que se
apoyan recíprocamente, aunque su relación no es tan estrecha como la de las ac
tividades significadas por las casas en trígono. Es necesario algo más de esfuer
zo y de atención para integrar tales actividades en una relación de cooperación.
Ejemplos: Con frecuencia, los compromisos sociales (undécima casa) son
útiles para que causemos impresión en el mundo que nos rodea (primera). De la
misma manera, generalmente los amigos pueden contar con nosotros para que
los ayudemos cuando es necesario.
El sextil primera-tercera funciona de manera similar: basta con sustituir los
amigos de la casa once por los familiares y vecinos de la casa tres. Además, la
conciencia semiautomática de esta casa, que se ocupa de los aspectos ambienta
les cotidianos, libera la mente, permitiéndonos ser más eficaces en nuestro trato
con los demás y en la proyección de nuestras energías hacia el mundo.
La seguridad física (segunda casa) es una de las cosas que hacen más proba
ble el logro de la seguridad emocional (cuarta). O bien los recursos financieros
de que se dispone determinan la calidad del lugar donde se vive. O las propias
posesiones generalmente se guardan en casa.
El semisextil. He aquí una relación que a veces es ambigua, en cuanto a me
nudo los asuntos de casas adyacentes no parecen tener ninguna relación entre
sí, e incluso parecen totalmente opuestos. Y sin embargo, cada casa queda en
cierto modo completada por la que le sigue. Esto es especialmente cierto si se
toman las casas de número impar como las primeras de cada pareja.
Ejemplos: Una actividad que realizamos como un fin en sí (quinta casa) debe
contar con el apoyo de otras que practicamos con miras a algo más (sexta). Si
queremos mantenernos físicamente en forma para los deportes y otros placeres
(quinta), debemos comer con sensatez y hacer ejercicio (sexta); si tenemos una
cita amorosa (quinta), nos duchamos y nos arreglamos (sexta) antes de salir,
y ganamos el dinero necesario para las vacaciones (quinta) trabajando (sexta).
La novena y la décima ejemplifican de qué manera las casas adyacentes nos
conducen la una a la otra, y también nos hacen ver la tensión que se produce en
tre ellas. Si se vale de la afinada conciencia del mundo externo obtenida en la
casa nueve, uno puede saber cómo abrirse camino más eficazmente en la casa
diez. Pero las tendencias filosóficas e idealistas de la nueve pueden ser difíciles
de reconciliar con las preocupaciones prácticas de la diez.
El quincuncio. La relación establecida por el quincuncio es similar a la del
semisextil, salvo que la ambigüedad es mayor y la medida en que las dos casas
se integran menor. Con frecuencia parece que las casas en quincuncio se limi-
345
taran recíprocamente, creando una especie de equilibrio negativo en el que nin
guna de las dos puede operar con eficacia. A diferencia de la cuadratura, que
obliga -de manera quizá desagradable, pero muy útil- a poner a prueba y a con
cretar los asuntos de las casas que afecta, el quincuncio puede llegar a un estan
camiento en el que ninguna de las dos casas puede funcionar con eficacia y no
se hace ningún progreso. Sólo un tremendo esfuerzo de autoconciencia puede
revelar el hilo que une las dos casas, y para que la relación pueda ser útil, es pre
ciso encontrar ese hilo.
Ejemplos: Los casos clásicos son los quincuncios primera-sexta y primera
octava. Si se ve la casa uno como nuestra capacidad para influir en nuestro en
torno, la seis muestra las limitaciones que impone la necesidad a nuestra liber
tad de hacerlo, y la ocho es el abandono del ego que amenaza con desbaratar
nuestra manera habitual de enfrentarnos con el mundo. Es fácil ver cómo las re
laciones entre estas casas pueden desembocar en un callejón sin salida. Posi
blemente habrá limitaciones que nos molestarán a menudo sin llegar a detener
nos, y el miedo de fracasar puede, de hecho, hacer que nos limitemos a maneras
ineficaces de enfrentarnos con el mundo.
De la misma manera, si la casa uno es el cuerpo físico, entonces la seis, en
su aspecto de enfermedad, limita las actividades del cuerpo, pero al mismo tiem
po es un intento de restablecer su equfübrio. A menos que se lo vea de este modo,
es fácil llegar a quedarse atascado en pequeñas dolencias crónicas que frenan y
limitan en alguna medida a un cuerpo que constantemente trata de recuperarse.
Éste, a su vez, puede desaprovechar una transformación importante (octava casa)
que lo liberaría, pero que destruiría al mismo tiempo su manera establecida de
interaccionar con el entorno.
346
portantes que encontrar una relación que funcione. O bien, si consideramos la
séptima casa como asociaciones no conyugales (comerciales, por ejemplo), ve
remos que el énfasis en la diez indica a una persona demasiado preocupada por
sus propios logros como para adaptarse bien a la reciprocidad de una relación
definida por la igualdad. No es necesario usar los significados derivados que
utiliza la astrología horaria para deducir también, de una casa décima cargada,
algo referente a los problemas de todas las demás casas. Este método funciona
aun cuando entre las casas en cuestión no haya planetas en aspecto.
Por dar otro ejemplo, supongamos que tenemos una casa once densamente
poblada y la siete vacía. Estas casas están en trígono mundano, lo cual indica
que los problemas de las dos casas se apoyan recíprocamente, o por lo menos
interaccionan de una manera regular y continua que nunca provoca crisis en
ninguna de las dos casas. Esto hace pensar en relaciones de persona a persona
más fáciles, pero en vez de ser auténticamente íntimas, estarán siempre más en
el nivel de amistades: serán menos intensas y no tendrán tan acentuado el ca
rácter dialéctico que caracteriza a la casa siete. Ello se debe a que la manera de
relacionarse del individuo está determinada más bien por la casa once, cargada,
que por la séptima, que está vacía.
Supongamos ahora que un par de planetas forman un trígono entre la casa
siete y la diez. Dicho de otra manera, que hay un trígono zodiacal que pone en
juego casas que están en cuadratura mundana. Esto hace pensar que a la persona
le resulta relativamente fácil conectar sus relaciones de intimidad con su carre
ra. Por lo menos, no hay una vivencia de los dos ámbitos como no relacionados
ni como conectados por una relación tensa. El matrimonio u otras asociaciones
pueden favorecer la carrera, o la intimidad matrimonial puede verse enriqueci
da por los intereses profesionales compartidos con la pareja. El trígono es un
vínculo que fluye con facilidad, pero sus resultados no son necesariamente
constructivos. El trígono que pone en juego a la séptima y la décima también
puede indicar a alguien incapaz de mantener clara la distinción entre las rela
ciones personales y la carrera.
Invirtamos ahora la pauta para estudiar las casas que están en trígono mun
dano y contienen planetas que forman una cuadratura zodiacal. En el caso de la
undécima y la séptima, tenemos una indicación de una posible tensión entre re
laciones de grupo y relaciones íntimas. Esto puede asumir la forma negativa de
amistades que perturban el matrimonio o la pareja, o puede obligar al nativo a
establecer claramente la distinción entre las exigencias y obligaciones de los ami
gos y las de la pareja con quien comparte su intimidad. A diferencia del trígo
no, la cuadratura le exige a uno que dé forma concreta a las energías que están
en aspecto. No hay margen para incertidumbres ni vaguedades; los problemas de
las dos casas se ponen recíprocamente a prueba. En este ejemplo, uno se ve forza
do, o por lo menos obligado, a poner las dos clases de relación en compartimien
tos aparte, para que no se superpongan y, por lo tanto, no entren en conflicto.
347
Los aspectos mundanos entre las casas son los más útiles cuando hay que
considerar casas vacías. Cuando las casas están ocupadas, creo que los aspectos
zodiacales entre los planetas nos dicen más sobre la interacción de las casas
afectadas. Así como los aspectos mundanos entre las casas muestran la relación
inherente entre los problemas de esas casas, los aspectos zodiacales de los pla
netas muestran de qué manera la perspectiva del individuo cambia esa relación.
348
corresponde al comienzo de Capricornio, el solsticio de invierno en el hemisfe
rio norte, la época en que el Sol alcanza su declinación más baja. Es el punto
más bajo del año, el momento en que toda vida está aletargada. Del mismo
modo, el Imum Coeli, que es el lugar que ocupa el Sol a medianoche, la parte
más baja del ciclo diario, está conectado con el solsticio de verano, la culmina
ción del ciclo estacional en el hemisferio norte.
El simbolismo no es mejor para el hemisferio sur. Ciertamente, el comienzo
de Capricornio es el punto culminante del ciclo estacional en este hemisferio,
lo que lo hace análogo al mediodía, el punto culminante del ciclo diario. Pero
la primavera en el hemisferio sur comienza con Libra, un signo que asociamos
con la casa séptima, no con la primera. La primavera significa que el Sol cruza
el ecuador y su declinación aumenta, mientras que en la cúspide de la casa sie
te el Sol u otros planetas cruzan el horizonte y su altura disminuye.
Algunos astrólogos, entre ellos los de la escuela uraniana, han intentado cam
biar esto haciendo que el Medio Cielo se corresponda con el comienzo de Cán
cer, y el Imum Coeli con el de Capricornio. Pero esto hace que la primera casa
quede asociada con Libra, no con Aries. Otra vez, igual que con el ejemplo del
hemisferio sur, el aumento de la altura se asocia con una disminución de la de
clinación.
A pesar de estas diferencias, entre los signos y las casas existen ciertamente
similitudes reales. Es natural que haya paralelismos entre dos divisiones de ci
clos en doce fases. Y de hecho las progresiones, en que un día equivale a un
año, se basan en el paralelismo entre el ciclo diario y el ciclo anual. Pero no de
bemos dejamos engañar por la idea de que estos dos ciclos son idénticos. Al
concentramos demasiado en sus similitudes, tendemos a pasar por alto el hecho
astronómico evidente de que el movimiento planetario dentro de las casas se
produce en el sentido de las agujas del reloj.
Para ver hasta qué punto funciona bien el simbolismo de las casas en el sen
tido de las agujas del reloj, empecemos por volver de nuevo al simbolismo de
los ángulos y los hemisferios del horóscopo.
Los dos polos del ser Parece ser que hay dos fuentes de energías que sen
timos como separadas de nuestro ser consciente. Estas energías son la causa, en
nuestra vida, de acontecimientos que nos parece que están más allá de nuestro
control. La primera y la más obvia de estas fuentes es el mundo exterior, cuyas
circunstancias configuran nuestra vida al parecer sin ninguna colaboración nues
tra. La otra son las profundidades de nuestra vida interior. También aquí a la
mente consciente le parece como si los impulsos que emergen del inconsciente
se originasen en una fuente externa. Es más, muchas culturas han atribuido a
dioses o demonios la aparición de estos impulsos.
En última instancia es probable que, sin saberlo, seamos nosotros mismos
la fuente de tales energías. Pero en el nivel en que se juega el juego de la vida,
349
da la impresión de que estamos a mitad de camino entre los dos polos, ningu
no de los cuales sentimos, realmente, como parte nuestra. Nuestro libre albedrío
parece limitado a una zona intermedia en donde las dos fuentes de energía es
tán más o menos en equilibrio.
Esta zona intermedia está representada en el horóscopo por el horizonte. La
Tierra es nuestro soporte, y el horizonte es el nivel en el que vivimos. Profun
damente oculto debajo de nosotros está el Imum Coeli, que representa el polo
interior de las energías, y en lo más alto, tenemos el Medio Cielo, que repre
senta el polo exterior.
Cada día, todos los planetas se elevan desde el Imum Coeli, y, moviéndo
se en el sentido de las agujas del reloj, pasan por el Ascendente rumbo al Me
dio Cielo. Después descienden, pasan por el Descendente y regresan al Imum
Coeli.
Por consiguiente, en el hemisferio oriental de la carta las energías planeta
rias proceden del polo interior y van hacia el polo exterior. Este hemisferio está
principalmente bajo la influencia de las energías internas. Representa las ac
ciones que se originan en nosotros o en nuestra vida interior, como los impul
sos emocionales.
En el hemisferio occidental de la carta, las energías van desde el polo exte
rior hacia el interior. Por lo tanto, este hemisferio está bajo la influencia de las
energías externas. Representa las acciones de los demás, nuestra experiencia
del mundo exterior y cómo la integramos en nuestro ser interior.
350
por la energía que fluye del polo interior. Indica nuestra acción personal en el
mundo externo y nuestra incorporación a él.
El cuadrante III (casas nueve, ocho y siete) es un cuadrante externo domi
nado por la energía que fluye del polo exterior. Indica las energías que nos llegan
desde afuera, nuestra vivencia de ellas y aquellos aspectos externos de nuestra
vida que no parecen estar bajo nuestro control o nuestra influencia personales.
El cuadrante IV (casas seis, cinco y cuatro) es un cuadrante interno domi
nado por la energía que fluye del polo exterior. Sugiere aquellos aspectos de
nuestro mundo personal que resultan más afectados por las energías externas, y
la incorporación de éstas a nuestro ser interior.
351
Descendente, mientras que la seis y la doce forman quincuncio y semisextil con
este eje vital del enfrentamiento con el mundo.
2. Incorporación y fijación: Esta fase corresponde a las casas sucedentes.
Se trata de una fase de asentamiento. Las energías planetarias se reajustan y al
canzan su punto de máxima integración en el nuevo cuadrante. A medida que
se aproximan a este punto, se estabilizan y dejan de estar sometidas a tensiones
importantes. Una vez han llegado a él, tienen poca influencia, por lo menos des
de el punto de vista de la evolución dinámica de la personalidad. Esto puede ex
plicar los descubrimientos de Gauquelin en el sentido de que parece que los pla
netas se manifestaran con menos fuerza cuando están en esta parte de los
cuadrantes.
3. Preparación: Esta fase corresponde a las casas angulares. Ahora las ener
gías planetarias se preparan para entrar en un nuevo cuadrante y, por lo tanto,
en una nueva etapa de crisis, y se ocupan de poner los cimientos para el cam
bio. Tras la inmovilidad de la fase de incorporación, las energías planetarias co
mienzan nuevamente a activarse. Pero todavía no han alcanzado la culminación
de la actividad, a la que llegarán en la fase de crisis. Esto parece correlacionar
se con el nítido movimiento ascendente que parecen cobrar las fuerzas planeta
rias, según los hallazgos de Gauquelin, cuando los planetas se aproximan a los
ángulos desde las casas angulares.
Los signos y los otros planetas que se encuentran en la fase de preparación
determinan si, al ingresar en el cuadrante siguiente, la energía lo hará con faci
lidad o con dificultad.
352
comunicaciones y todos nuestros tratos cotidianos con el mundo. Por lo común
no experimentamos esta energía como algo crítico, a no ser que habitualmen
te no controlemos demasiado lo que hacemos, y esto puede ser causa de di
ficultades cuando las pautas son inapropiadas. ¿Cuántos tenemos realmente
conciencia de nuestra programación mental más profunda y de cómo afecta a
nuestros más secretos procesos mentales? Aunque podamos llegar a ser cons
cientes de ello, generalmente no lo somos.
En la segunda casa, la corriente de energía proveniente del interior se estabi
liza. Como en todas las secciones intermedias o casas sucedentes, este proceso
de estabilización, fijación e incorporación consiste en llegar a apegarse a algo.
En la casa dos, el problema es el apego como tal. Para sentirnos seguros, cons
truimos dentro de nosotros mismos estructuras que nos preparan para lanzarnos
al mundo exterior. En el nivel externo, esto se manifiesta como apego a las po
sesiones, que hacen que nos sintamos más seguros, eficaces, independientes y
capaces de afrontar aquello con lo que nos encontremos.
En la primera casa reunimos nuestras energías interiores a fin de ejercer in
fluencia en el mundo exterior a través del Ascendente. Por lo tanto, esta es la casa
que más afecta a la forma en que los demás ven nuestras energías. Así, la casa uno
describe nuestra personalidad, entendida como la cara que presentamos al mun
do exterior.
Me parece que el significado de la primera casa se vuelve mucho más claro
cuando se lo ve dentro del marco del movimiento en el sentido de las agujas del
reloj. Al ir en el sentido contrario, partiendo de la casa uno, nos movemos ha
cia el polo interior, pero al ir en el sentido de las agujas del reloj nos movemos
hacia el área más exterior y pública de la vida, que es precisamente hacia don
de se dirige la personalidad.
Cuadrante /l. La energía atraviesa ahora el Ascendente. Al cruzar y aden
trarse en el hemisferio superior, la corriente de energía proveniente del interior,
que parece un poco ajena a la tercera casa, ahora es completamente nuestra. Este
cuadrante representa la energía interior con que intentamos obrar en el mundo.
La duodécima casa es una de las más importantes de la carta. Es donde
nuestras energías interiores afrontan el primer desafío en su encuentro con el
mundo exterior. Como se trata de energías primarias y sin experiencia, el en
frentamiento no suele tener éxito.
La casa once es un área de estabilización, fijación e incorporación. Como en
todas las otras secciones intermedias, desaparece el sentimiento de estar separa
do. En la doce sentimos que el mundo exterior se nos resiste, pero esta sensación
se desvanece en la once. Aquí, nuestra energía interior se establece y se integra
en el mundo exterior. La undécima es, pues, el ámbito en que nos integramos en
grupos. La segunda casa representa el apego a las posesiones, y la undécima el
apego a nuestro lugar en la sociedad.
En algunas escuelas de astrología hindú, la casa once se relaciona con la
353
forma en que ganamos el dinero, mientras que la segunda se relaciona solamen
te con nuestra manera de manejar el dinero que ya tenemos. Esto se adapta bien
a nuestro esquema, porque ganar dinero tiene que ver con cómo nos presenta
mos ante el mundo exterior y actuamos en él. En su nivel más profundo, la se
gunda casa no significa tener dinero, sino la forma en que nos apegamos a los
entes de nuestra vida personal. La undécima es el proceso de establecer un ape
go con algo externo o social. El dinero siempre proviene de fuentes externas.
Tanto en el esquema basado en el movimiento en el sentido de las agujas del
reloj como en el contrario, la segunda casa (tener dinero) precede a la undéci
ma (ganarlo), de modo que parece que el efecto preceda a la causa. Sin embargo,
ello no representa ningún problema cuando se recuerda que, aunque podemos
hablar de que la energía se inicia en uno u otro de los polos, en realidad esta
mos hablando de movimiento en torno de una rueda, que no tiene comienzo ni
final. La energía no se limita a ir de un polo al otro, sino que es transportada por
completo alrededor de la rueda, una y otra vez. Nuestras experiencias (la mitad
occidental de la carta) son consecuencia de nuestras acciones (la mitad oriental)
y viceversa. Nuestra vida interior surge de nuestras circunstancias externas, y
nuestras circunstancias externas surgen de nuestra vida interior.
La décima casa es la fase en que la energía planetaria alcanza su mayor pro
yección hacia afuera, y puede manifestarse como la carrera, la vocación o nues
tra manera de trascendemos a nosotros mismos. Aquí podemos enseñar el ca
mino a otros que nos siguen, y por eso esta casa representa el aspecto paternal
de la función parental.
Igual que las otras casas, la décima no siempre trabaja en el nivel externo.
Al contrario de lo que creen muchos astrólogos, una casa diez densamente po
blada no significa necesariamente un individuo preocupado por la posición social
o por la fama. Es probable que quien tenga una casa décima fuerte opte en cam
bio por manifestarla en el nivel interno o en el de relación. Suelen ser personas
socialmente retraídas, pero que escogen actuar como guías con aquellos que in
tegran su mundo personal, y es probable que sean maestros, ya sea en un nivel
profesional o informal.
Cuadrante III. Al cruzar el Medio Cielo pasamos de un dominio interesado
principalmente en la acción de lo interior sobre lo exterior a un área donde lo
exterior es la fuente principal de energía. Pero, como ya he dicho, la energía
también proviene del otro lado, y se manifiesta como nuestra experiencia de las
cosas que surgen en el mundo exterior como consecuencia de nuestras propias
acciones.
Así como en la tercera casa la energía del polo interior deja su sello en nues
tra conciencia interna, en la novena la energía del polo exterior lo deja en nuestra
conciencia externa. Al estar aquí por encima del horizonte, tratamos con un tipo
de pensamiento mucho más consciente. Así, la casa nueve simboliza nuestra
capacidad de ver desde lejos cómo las energías se van acercando a nuestra vida,
354
mucho antes de que puedan afectarnos íntimamente. En la novena tenemos la
perspectiva necesaria para ver el gran cuadro y las pautas que integran las cosas.
Con frecuencia, estas energías nos parecen extrañas y ajenas porque se ori
ginan demasiado lejos de nuestra vida íntima. Para comprender lo que vemos
necesitamos hacer el esfuerzo de modificar nuestra conciencia, de expandirla,
lo cual puede obligarnos a dejar ambientes familiares por otros distantes. Por
eso la novena se asocia con los viajes largos y con el extranjero.
La octava casa es una área de fijación, estabilización e incorporación. En la
novena, las energías del exterior se encuentran en muchos sentidos demasiado
distantes y hace demasiado poco que han llegado a nuestra vida como para po
der afectarnos, excepto en el nivel de la conciencia en expansión. En la octava,
estas energías se consolidan y comienzan a echar raíces en nuestro mundo, de
modo que pueden llegar a ser eficaces con respecto a nosotros mismos. Aquí te
nemos a la octava casa como opuesta a la segunda. En el nivel externo, los ape
gos de la casa ocho son propiedades y recursos físicos, pero los de otras perso
nas, no los nuestros. En el nivel interno, esta casa significa cómo se apega a
nosotros el mundo exterior, apartándonos de las preocupaciones y los apegos
personales que nos limitan. Así nos ayuda e incluso nos fuerza a crecer. De este
modo llegamos a los conceptos de transformación y muerte. En el esquema or
ganizado en el sentido de las agujas del reloj, la casa octava nos aparta de nues
tra propia estructura de apegos para llevarnos hacia algo externo -y a veces su
perior- a nuestros propios niveles del ser, personales e íntimos.
La séptima casa significa la energía de lo externo que se prepara para entrar
en el mundo personal, interior. La energía externa se vuelve tan íntima como pue
de serlo mientras no está todavía dentro de nosotros. Así, la casa siete represen
ta nuestra vivencia de la intimidad del otro, de nuestro complemento polar en el
mundo externo, que puede ser tanto un enemigo personal como un amante.
Vista bajo esta luz, la séptima casa significa también lo que percibimos como
la «personalidad» del mundo externo, lo que esperamos de los demás, especial
mente de las personas próximas a nosotros. Es el polo opuesto obvio de la prime
ra casa en cuanto personalidad. Pero así como la casa uno es nuestra expresión
del yo en un nivel de intimidad con respecto a los demás, la siete es general
mente nuestra vivencia de los otros en un nivel de intimidad.
Cuadrante IV. Cuando la energía cruza el horizonte se produce otra crisis.
A la sexta casa siempre se la ha considerado difícil, porque a medida que las
energías del hemisferio exterior van penetrando en el interior, éste se resiste a
ellas. En la casa seis nos esforzamos por admitir y asimilar la energía del exte
rior, pero ésta es extranjera en ella, igual como la energía interior es extranjera
en la casa doce.
La sexta es una casa de la salud por la gran medida en que nuestra salud de
pende de la forma en que reaccionamos ante lo que recibimos. Las enfermeda
des psicosomáticas se generan a menudo al recibir, en el nivel psicológico,
355
energías que no somos capaces de elaborar. Entonces manifestamos en el nivel
físico un símbolo de nuestro rechazo de tales energías.
En el nivel psicológico, en la sexta casa tenemos la vivencia de cómo ener
gías impuestas desde afuera configuran nuestra vida personal. Nuestra voluntad
puede sentirse constreñida por las limitaciones provenientes de fuera que nos
imponen el trabajo, el deber y la responsabilidad. Sin embargo, como pasa con
la casa doce, si vencemos las limitaciones que experimentamos en la sexta, po
demos hacer que las energías funcionen a favor de nuestros propios fines. Por
eso esta es una área que no sólo se relaciona con el trabajo que realizamos para
los demás, sino también con las personas que trabajan para nosotros.
En la casa seis, la vivencia que se tiene de las energías externas es la de algo
ajeno, la de una intromisión. Se sigue percibiendo una separación entre nuestra
vida interior y las energías que provienen del exterior.
La quinta casa, sin embargo, completa la asimilación. La energía de lo ex
terno se integra en lo interno, tal como en la undécima la energía de lo interno
se integra en lo externo. En la casa cinco ya no nos resistimos a la energía ex
terior. Lo que hemos experimentado ya es nuestro. Podemos dejar de luchar con
tra ello, y utilizarlo. Esto, sumado al hecho de que la quinta casa está en trígo
no mundano con la primera, nos hace sentir que es una casa de autoliberación.
Nuestro trabajo con las energías de lo exterior ya no es un trabajo, es decir, una
actividad regida por una necesidad impuesta desde fuera. Ahora es la expre
sión, dentro de la parte interior del yo, de energías que originariamente prove
nían de la parte exterior del yo. (Se ha de tener presente que en realidad no ha
blamos nunca de energías que sean verdaderamente externas, sino más bien de
energías que son vividas como externas.) Por eso, aunque la quinta casa sim
boliza el juego tanto en su aspecto más elevado como en el más trivial, en ella
generalmente los juegos se juegan y se inventan con la ayuda de otras personas.
En mi análisis de la quinta, en el capítulo anterior, mencioné el hecho de
que tener hijos es una actividad que constituye un fin en sí, que en general tener
los no sirve a ningún propósito especial. Sin embargo, al considerar las razones
por las que la mayoría de las personas tienen hijos, parece como si el profundo
impulso interior que les conduce a procrear se originase en una necesidad so
cial. Con frecuencia, las actividades de la casa cinco son expresiones personales
espontáneas de impulsos originados en el polo exterior.
La cuarta casa es donde la energía de lo externo se introduce más profun
damente en lo interno y se convierte en parte del marco de referencia más pri
vado del individuo. La casa cuatro simboliza la experiencia que se tuvo del úte
ro, y del afecto familiar y el sistema de apoyo recibidos durante la infancia, pero
todo esto proviene en última instancia del polo exterior. Para completar el con
cepto de la dialéctica entre lo externo y lo interno, lo que somos interiormente
es en gran medida lo que nos dieron las personas que nos precedieron en el
mundo exterior. Y lo que experimentamos es el resultado de lo que nosotros
356
aportamos al mundo. El ciclo de la energía es continuo. No hay verdadera dis
tinción entre las energías internas y las externas, a no ser la que proviene de la
escisión de nuestra experiencia. El final de la cuestión es el comienzo.
Si se comienza en el Imum Coeli y se va rodeando la carta en el sentido de
las agujas del reloj, la cuarta casa es la última. Aun si hubiéramos nacido fuera
de la Tierra, en definitiva nuestra madre, en la muerte retomamos a ella. En el
curso de la vida vamos del polvo al polvo, o de la Tierra (el lmum Coeli) a la
Tierra..., presumiblemente sólo para volver a empezar el ciclo.
La relación entre las dos visiones de las casas Tengo la sensación de que
el modelo en el sentido de las agujas del reloj es mejor para obtener los signifi
cados de las casas. Sin embargo, me doy cuenta de que hay años de tradición y
de práctica que se oponen a que este modelo sea generalmente aceptado. Tam
poco estoy convencido de que el modelo opuesto no tenga validez alguna, pues
to que de hecho los planetas van atravesando las casas en el sentido de las agu
jas del reloj en su movimiento primario y principalmente en el sentido opuesto
en su movimiento secundario o zodiacal. De este modo, es inevitable que las
pautas de cambio cíclico que emergen al observar los ciclos sean coherentes en
cualquier dirección que se mire.
Creo que obtendremos los mejores resultados si abandonamos nuestros pre
juicios y consideramos las casas de ambas maneras. Eso nos ayudará a entender
mejor los significados esenciales de las casas, y nos liberará de la comprensión
superficial de ellas que quizás hayamos tenido en el pasado.
A quienes estén completamente cerrados para este enfoque bidireccional,
me gustaría señalarles que los signos también son bidireccionales. Los nodos
lunares, por lo menos, transitan por los signos en orden inverso, es decir, en el
sentido de las agujas del reloj. Fácilmente se podría derivar un modelo en el sen
tido de las agujas del reloj para el ciclo de los signos, que nos daría una visión
nueva de los signos y de su simbolismo. En realidad es lo que ha hecho ya Carl
Payne Tobey en su libroAstrology ofthe Inner Space. Pero un análisis de los sig
nos en el sentido de las agujas del reloj no es tan esencial. Si he tratado aquí la
interpretación de las casas en este sentido es porque, contrariamente a la per
cepción general, resulta que el movimiento más importante de los planetas a
través de las casas se produce en el sentido de las agujas del reloj.
357
RESUMEN DE LOS
SIGNIFICADOS ESENCIALES
Los planetas
El Sol
La Luna
Mercurio
361
Venus
Marte
Júpiter
Saturno
362
Urano
Neptuno
Lo real en última instancia, lo que contiene todas las polaridades pero ninguna
distinción; el nirvana; la percepción mística de la divinidad y de la verdad; el
desapego. Maya (con Saturno). La creatividad artística (con Venus), la imagina
ción, las artes más abstractas. Los ideales; la ilusión de perfección; el sacrificio
por causas superiores (tanto mártires como víctimas); la irrealidad, las quime
ras, el misterio, la confusión, la negación o derrota del ego. Actividades encu
biertas o deshonestas, como el envenenamiento; (con otros planetas) la huida
de la vida buscando refugio en el alcohol, las drogas o la locura.
Plutón
363
Los otros puntos
El Ascendente
Un punto de automanifestación donde las energías del yo pasan del ámbito in
terior al exterior y se manifiestan en el mundo. Rige el efecto o la impresión que
uno causa o el tipo de acción que ejerce sobre el mundo exterior; de ahí que se
relacione con la personalidad y el cuerpo físico.
El Medio Cielo
Un eje de relación. Las relaciones con los demás en las que intervienen los sen
timientos, quizá con características atribuidas al punto medio Sol-Luna. Cuan
do están acentuados hay una tendencia a ir activamente en busca de gente. Los
dos nodos son difíciles de distinguir salvo cuando hay conjunciones, pero el
nodo norte puede tener un carácter de acercamiento que lo asemeja a Júpiter,
mientras que el nodo sur puede tener un carácter de separación similar en algu
nos aspectos a Saturno. Algunos astrólogos relacionan los nodos lunares con
encamaciones pasadas.
365
El punto Aries
366
Los aspectos
La conjunción
La unión de energías planetarias. Los efectos pueden ser evidentes para los de
más, pero para el nativo son difíciles de evaluar. Tiene un carácter dinámico y
es más bien una pauta de acción (acontecimientos o cambios) que un estado pa
sivo. Casi sin coloración propia, su significado específico se deriva de las com
patibilidades planetarias.
La oposición ( 180º )
367
La cuadratura (90 ° )
Las energías funcionan en desacuerdo, de tal modo que el logro de uno de los ob
jetivos obstaculiza la consecución del otro; una prueba de la validez de estos
objetivos. La recíproca resistencia de las dos energías da como resultado una
mayor individualidad; la resistencia de la realidad material. Las energías en jue
go y la relación existente entre ellas suelen ser difíciles de percibir con claridad.
La inestabilidad de la cuadratura conduce a un crecimiento continuo hacia ni
veles nuevos, excepto cuando, debido a la resistencia de la persona, el conflicto
se repite continuamente en el mismo nivel.
El trígono ( 120 º )
Tranquilidad en la acción, sin dificultad cuando el nativo opta por actuar den
tro de un orden establecido y de acuerdo con las naturalezas respectivas de las
energías combinadas. Restablece la homeostasis (equilibrio) después de un es
tado de desequilibrio. Participación pasiva o receptiva en los acontecimientos,
con optimismo y un mínimo esfuerzo, como en las artes marciales (en el mejor
de los casos), o bien atascamiento en el sendero trillado (en el peor).
El sextil (60° )
368
neralmente representa circunstancias que requieren cierto gasto de energía para
cosechar beneficios; de aquí viene que signifique «oportunidad». Preserva la ho
meostasis (equilibrio), pero no en una medida que imponga tanta limitación como
el trígono.
Características similares a las asociadas con Plutón, con algunos rasgos de Venus
y Marte: se efectúa algún tipo concreto de creación o destrucción. Las funcio
nes intelectuales (sin excluir la emoción) y todos los asuntos específicamente
humanos. El cambio que transforma. La capacidad de expresar una inspiración
creadora (debida a otros factores) en creaciones concretas.
El novil o nonil. Conclusiones, finales; lo que produce la vida a la larga; las ne
cesidades y capacidades en las relaciones y en el matrimonio.
369
Los signos
Aries
Los comienzos. Primitivo (ser el primero), crudo (energía pura, no dirigida),
obstinado de manera inestable y cambiante. Puede ser asocial o antisocial; quie
re libertad frente a las exigencias ajenas; no depende de la aprobación social y
por ello es un pionero; pero tampoco le interesa ser razonable, prudente, oportu
no, práctico y ni siquiera eficaz, de ahí que se abstraiga, centrándose en sí mis
mo. Sus emociones son principalmente entusiasmo, necesidad de hacerse valer
y enojos de breve duración; a menudo compensa su impaciencia y su falta de
persistencia y de tesón con un alto nivel de energía. Franco por naturaleza, es
una influencia vitalizadora.
Tauro
Un recipiente o matriz que manifiesta de forma tangible las energías de Aries;
posee una fecunda creatividad: desarrolla las energías que recibe y las configu
ra, imponiéndoles su propio estilo. Estable, constante, persistente, !imitador y
restrictivo; terrenal y sensual; no especialmente social. Su influencia es lenta
y deliberada.
Géminis
Rápida exploración mental, entendimiento rápido pero sin empatía, aprende con
rapidez pero sin una profunda comprensión, siente curiosidad por su entorno
aunque no lo evalúa en términos personales; sociable, pero se resiste a adquirir
vínculos profundos que lo limiten; adaptable, evita las confrontaciones, pero
también es inconsecuente e inconstante. Le gustan los juegos y las tretas. Una
influencia aceleradora que lleva las energías planetarias a un nivel más alto y
abstracto.
371
Cáncer
Leo
Un ego bien desarrollado y una gran confianza en sí mismo, con una fuerte ne
cesidad de expresarse, para lograr la admiración de los demás y también por
una intransigente integridad personal que surge tanto de la fascinación que ejer
ce sobre sí mismo como del deseo de que los demás la compartan. Una necesidad
de reconocimiento personal, de impresionar, de controlar su propio destino, de
ser una persona auténticamente honorable e importante. La imagen de Leo es el
rey o el Sol, fuente de energía y de inspiración para los demás. Puede ser arro
gante si estas necesidades básicas no están satisfechas. Persistente y obstinado.
Una influencia estabilizadora.
Virgo
372
Libra
Escorpio
Sagitario
373
Capricornio
De fuerte orientación social, se siente más cómodo coincidiendo con el con
senso social sobre lo que es real, importante y aceptable. Fuertemente influido
por las figuras de autoridad. Necesita controlar y ser eficaz en los aspectos prác
ticos. Como representante del orden social, le interesa más la puesta en prácti
ca de la realidad consensual que los principios abstractos en sí. Excesivamente
serio, justifica el juego y racionaliza el placer sólo por su aporte social; su ex
traño sentido del humor tiende a ser autorreprobador. Actúa como influencia
para la realización en conformidad con la realidad consensual.
Acuario
Completa la socialización de los diversos aspectos del yo que se han ido cons
truyendo a lo largo de los signos precedentes. El individuo como miembro co
operativo del grupo; gregario, disfruta de las interacciones sociales, valora las
amistades, respeta el esfuerzo colectivo; necesita la interacción social para au
todefinirse, pero después tiende a dominar el grupo; obtiene su sentimiento del
yo de la identificación con el grupo o con las necesidades sociales. Es amante
de la libertad en cuanto libertad para cambiar la sociedad con objeto de ade
cuarla a sus ideales fijos y a su concepto de la perfección. Se encuentra más có
modo con la amistad que con el amor. Una influencia social mentalmente acti
va, pero emocionalmente árida.
Piscis
374
Las casas
PRIMERA
La persona (la máscara), lo que La personalidad; la apariencia Nosotros frente a Ellos; el pro
media entre el yo y el mundo; física. El sentimiento de estar pio grupo o «lado» (pero sólo en
la imagen que tenemos de no polarizado con respecto a algo relación con un grupo externo).
sotros mismos y la que presen o alguien externo; uno mismo
tamos a los demás. como agente activo.
SEGUNDA
La parte del ego que desea fluir La actitud ante las posesiones y La riqueza, las posesiones físi
más allá de los límites del cuer los apegos; la autovaloración cas y los recursos; los objetos
po para vincularse con entes ex y su expresión en el comporta concretos a los que estamos
ternos y convertirlos en parte miento. Lo mío frente a lo tuyo. apegados.
del propio ser. La conciencia y la vivencia del
apego frente al desapego.
TERCERA
La parte de la mente que hace El «piloto automático» de la Las personas, los lugares y las
que las funciones mentales y mente, que mantiene nuestra situaciones que participan es
físicas aprendidas consciente relación con el mundo cotidia trechamente en nuestro mundo
mente funcionen de forma au no, por ejemplo mediante el íntimo y personal: hermanos,
tomática. La base inconsciente habla y las comunicaciones de hermanas, otros familiares, ve
de la disposición mental fun rutina. La expresión de las ac cinos, el supermercado del ba
damental que más influye en titudes y los programas bási rrio, etc. Los viajes cortos y
nuestra experiencia de la reali cos de conducta; la vivencia de otras maneras de establecer co
dad cotidiana. Los procesos psi las actitudes y los programas nexiones de rutina en nuestro
cológicos (configuración de la básicos de conducta de los de mundo personal.
energía psíquica) que se pro más en el entorno inmediato.
ducen cuando actúa un hábito.
CUARTA
Las funciones psíquicas que Las relaciones que más apoyo y El progenitor que nos nutrió
nos conectan con el resto de la alimento afectivo nos brindan, afectivamente y otras personas
375
Nivel interno Nivel de relación Nivel externo
vida, con sentimientos de per los aspectos más personales e con quien se tiene este tipo de
tenencia, de «sentirse cómo íntimos de nuestra existencia relación (en que se da y se re
do en», y de estar conectado; social. Nuestras experiencias in cibe apoyo a la vez); la propia
nuestra línea de comunicación fantiles y prenatales, con sus casa, el hogar, la familia de la
con el inconsciente colectivo. consecuencias en nuestra con niñez y de la edad adulta, la co
Las estructuras psicológicas he ducta inconsciente. munidad, el pueblo natal, la na
redadas. ción, etcétera.
QUINTA
Aquellos aspectos de la psique Las relaciones que se forman Los lugares de diversión, los
que quieren expresar la natu principalmente por placer o por juegos de azar y la especula
raleza del yo; el impulso a re necesidad de expresarse; las ción. La vivencia que tenemos
presentar el papel que hemos aventuras amorosas. Nuestra de nuestros hijos en cuanto a
escogido, o a crear, que nos relación con los productos de la autoexpresión y la creativi
proporciona el sentimiento de nuestra actividad creativa es dad.
estar vivos y de ser únicos. pontánea; el hecho de tener
hijos.
SEXTA
Los aspectos de la psique que Las necesidades que se originan La experiencia que tenemos de
posibilitan la gratificación di en circunstancias externas; el los jefes y los empleados. Las
ferida. La parte inconsciente de trabajo y otras actividades que tareas reales y cotidianas de la
la mente que incorpora a la psi no se practican con miras a la profesión. Nuestro trabajo si
que las energías e influencias autoexpresión. Las relaciones sólo es un medio de ganarnos
provenientes de la vivencia de subordinación o las estable la vida y no satisface nuestro
consciente. Nuestra actitud ante cidas por necesidad, deber o propósito vital. Las enferme
la necesidad y el servicio. responsabilidad. dades (debidas a que se incor
poran energías que a la mente
o al cuerpo le resulta difícil ma
nejar).
SÉPTIMA
Los aspectos de la psique que Los encuentros entre dos per La vivencia que tenemos de
se manifiestan durante los en sonas y nuestra manera de nuestra pareja, nuestros socios
frentamientos con el mundo abrirnos a los demás para esta en los negocios, nuestros ene
externo y que tiñen nuestra vi blecer relaciones íntimas de per migos o competidores. Ellos
vencia de -o nuestras reaccio sona a persona. frente a Nosotros (en enfrenta
nes ante- lo que parece ser la mientos directos).
realidad externa. El uso de las
relaciones con terceros para de
finirnos ante nosotros mismos.
OCTAVA
Las energías interiores que quie Los encuentros con circunstan Nuestra vivencia de los acon
ren acercarse al mundo y expe cias externas que reflejan nues tecimientos y circunstancias en
rimentarlo, que nos obligan a tra propia dinámica interior ha que debemos enfrentarnos con
desprendernos de los apegos cia el cambio. Las relaciones la transformación o con el ape
que las traban y que de esa ma intensas; el orgasmo y otras vi go, propio o ajeno, a aquello que
nera nos empujan a seguir vencias de muerte y renací- se transforma: la muerte de los
376
Nivel interno Nivel de relación Nivel externo
avanzando hacia el crecimien miento. Nuestra capacidad para demás; la ruptura, la decaden
to y el cambio. usar la experiencia como guía cia y el renacimiento; el dinero
para el cambio. y los recursos de los demás, es
decir, sus apegos.
NOVENA
Las energías de la mente cons Nuestra relación con el mun Todo lo que parece alejado de
ciente que se encauzan hacia do en vivencias que configuran la experiencia diaria: las nacio
afuera para experimentar y per nuestra visión de la realidad, nes, formas de vida, filosofías
cibir tanto como sea posible en particular los viajes que ex y religiones extranjeras; los ex
del mundo, y entender lo que panden la conciencia y otras tranjeros u otras personas con
se percibe. Las pautas psicoló experiencias que nos sitúan en un estilo de vida y una visión
gicas (filosofía, visión del mun un ambiente no familiar. del mundo muy diferentes de
do o sistema de la realidad) que las nuestras. Los maestros, en
modifican nuestras percepcio el sentido de gurus.
nes e influyen en ellas. La ma
yor conciencia posible de lo
que no es el yo.
DÉCIMA
Las energías de la mente cons Las relaciones de desigualdad Nuestra vivencia de los guías,
ciente que se encauzan hacia entre nosotros y los demás, en las figuras de autoridad o que
afuera para actuar en el mundo que la persona dominante en imponen disciplina, los jefes,
externo, centradas en los in seña o guía a la otra. los patrones, los funcionarios
terrogantes: «¿Quién soy?», gubernamentales, etc., que de
«¿Qué hago?» y «¿A dónde riva de nuestra vivencia de la fi
voy?» dentro del propio marco gura paterna al comienzo de la
social. La interiorización de vida.
energías que previamente fue
ron externas, como por ejemplo
la función paterna; el superyó
freudiano. La mayor concien
cia posible del yo.
UNDÉCIMA
La necesidad de salir de noso Las amistades, la pertenencia a Las personas con las que nos
tros mismos, de establecer con grupos y otras relaciones me relacionamos y los grupos con
tacto con los demás e integramos nos íntimas que las de la casa los que nos identificamos.
en un grupo. Las aspiraciones siete.
y los ideales compartidos. La
capacidad de identificamos con
los demás y de convertir la
identidad del grupo en parte de
la nuestra.
DUODÉCIMA
Las energías que sacamos efec La proyección de aspectos ocul Las circunstancias y situaciones
tivamente al mundo, y que si tos de nosotros mismos en nues sociales que son difíciles por
en los años de juventud fueron tras relaciones íntimas. Las re- que sentimos que nos desgas-
377
Nivel interno Nivel de relación Nivel externo
fuente de derrotas y no se inte laciones de devoción y servicio tan. También las entidades y
graron en el nivel consciente que trascienden el ego. circunstancias sociales que nos
pueden dar la impresión de que ayudan a superar las consecuen
funcionan contra nosotros como cias de las energías de la casa
fuerzas dañinas o como debili doce: hospitales y otras institu
dades que nos dan miedo. La ciones semejantes, maestros y
solución puede llegar por la vía empresas espirituales.
del sacrificio del ego de una
manera simbólicamente apro
piada.
378
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Critica[ Review, 1900-1976, Analogic, Subiaco (Western Australia), 1977. Una
compilación amplia y exhaustivamente documentada de investigaciones y puntos de
vista sobre todos los problemas principales de la astrología (casas, orbes, signos, etc.).
Aunque lo desmerece la miopía de algunas evaluaciones de varios conceptos, es una
guía única y sumamente valiosa en lo que se refiere a la validez de diversos princi
pios astrológicos. Se prepara una edición corregida y aumentada.
DeVore, Nicholas, Encyclopedia of Astrology, Philosophical Library, Nueva York,
1947. Reimpreso en rústica, Littlefield, Adams, Totowa (New Jersey), 1977. No es
completo, pero sí una mina de información.
Digicomp Research Corporation, True Lunar Nodes, 1850-2000, Digicomp, Ithaca
(Nueva York), 1975. Introducción y prefacio informativos. Las efemérides propor
cionan las posiciones diarias. Las primeras ediciones, sin embargo, presentan un día
de diferencia: si la posición que se da para el 1 de enero del 2000 es 3 Leo 54 en vez
de 3 Leo 58, léase la posición para un día antes que el deseado.
Dobyns, Zipporah Pottenger, The Asteroid Ephemeris, 1883-1999, prefacio de Eleanor
Bach, programación de Rique Pottenger, cálculos de Neil Michelsen; TIA Publica
tions, Los Ángeles, 1977. Las efemérides más completas y actualizadas de Ceres,
Palas, Juno y Vesta, con la longitud de cada día y las declinaciones con intervalos de
cuatro días. El prefacio de Bach es breve. La introducción de Dobyns es mucho más
larga y presenta sus puntos de vista e investigaciones sobre los asteroides.
The Node Book, ed. rev., programa de ordenador de Mark Pottenger y Rique Potten
ger, TIA Publications, Los Ángeles, 1979. [Hay traducción al castellano: El libro de
los nodos, ed. Sirio, Málaga, 1985.] Dobyns se muestra partidaria de los nodos geo
céntricos de los planetas. Además de las efemérides de estos nodos, hay mucho ma
terial introductorio sobre los significados y la base astronómica de los nodos, y un
análisis de los nodos de los asteroides y de la Luna.
Donath, Emma Belle, Asteroids in the Birth Chart, distribuido por APA, Gemini Insti
tute, 1976. Un buen análisis de los significados de Ceres, Palas, Juno y Vesta.
Ebertin, Reinhold, Applied Cosmobiology, traducido por Heidi Langman y Jim ten Hove
y editado bajo la supervisión de Charles Harvey, Ebertin-Verlag, Aalen (Alemania
Occidental), 1972.
The Combination of Stellar lnfluences, traducido por Alfred Roosedale y Linda
Kratzsch, Aalen (Alemania Occidental), 1972. Descripciones breves y precisas de
todas las combinaciones de tres factores en el horóscopo lo convierten en un instru
mento de referencia inapreciable, pero hay que estar atento al tono negativo de las
descripciones de Neptuno y Plutón. Incluye el nodo norte, el Medio Cielo y el As
cendente, material sobre manifestaciones médicas de las energías planetarias y una
introducción a los principios generales de la cosmobiología.
Pagan, Cyril, Astrological Origins, Llewellyn Publications, St. Paul (Minnesota), 1971.
Pagan es el padre del moderno movimiento sideral en astrología. Este volumen y los
dos siguientes plantean su razonamiento y sus métodos.
The Solunars Handbook, Clancy Publications, Tucson (Arizona), 1976.
Zodiacs Old and New, Anscombe, Londres, 1951.
Gauquelin, Michel, The Cosmic Clocks: From Astrology to a Modern Science, prólogo
de Prank A. Brown, Jr., Regnery, Chicago, 1967. La primera obra de Gauquelin que
se leyó ampliamente en Estados Unidos. Una presentación popular de sus investiga
ciones anteriores.
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Cosmic lnfluences on Human Behavior, traducido por Joyce E. Clemow, Stein &
Day, Nueva York, 1973. Presentación popular de los hallazgos más recientes de
Gauquelin.
Hawkins, John Robert, Transpluto: Or Should We Call Him Bacchus, the Ruler of Tau
rus?, Hawkins Enterprising Publications, Dallas, 1976. Ideas estimulantes sobre el
planeta hipotético propuesto por los Ebertin y por Theodor Landscheidt. Contiene, en
el estilo de Ebertin, descripciones de los aspectos y los puntos medios de Transplutón.
Holden, Ralph William, The Elements of House Division, L. N. Fowler, Romford
(Essex), 1977. Uno de los diversos buenos libros que explican las diferencias entre
los diferentes sistemas de casas.
Hutcheon, Roger, Planetary Pictures in Declination, ATS Press, Cambridge (Massa
chusetts), 1976. Cómo usar la esfera y el cuadrante para trabajar con la declinación.
Jacobson, Roger A., The Language of Uranian Astrology, Uranian Publications, Franks
ville (Wisconsin), 1975. Una bien escrita introducción a los métodos de la escuela
uraniana, con buenas descripciones de los planetas hipotéticos uranianos.
Jayne, Charles A., Parallels: Their Hidden Meaning, Astrological Bureau, Monroe
(Nueva York), 1978. Las declinaciones explicadas por una autoridad.
The Unknown Planets, with Ephemerides, Astrological Bureau, Monroe (Nueva York),
1974. Las efemérides de los planetas hipotéticos Pan, lsis, Hermes, Osiris, Midas y
León, con pruebas de su validez y un análisis de su significado. Estudia también
otros planetas hipotéticos, entre ellos Vulcano, Rex, Sigma, Jasón, Isis, Morya y los
de la escuela uraniana.
Jung, Car! G., Psychological Types, traducido por H. G. Baynes y revisado por R. F. C.
Hull, vol. 6 de The Collected Works of C. G. Jung, Princeton University Press, Prin
ceton (New Jersey), 1971. La clasificación de las personalidades humanas en tipos
regidos por la sensación, el pensamiento, el sentimiento y la intuición que ha lleva
do a los astrólogos a establecer paralelos con los cuatro elementos astrológicos,
arrastrándolos a un debate que se prolonga hasta hoy.
Lorenz, Dona Marie, Tools ofAstrology: Houses, Eomega Grove Press, Topanga (Cali
fornia), 1973. Una explicación legible y generalmente exacta de diversos sistemas
de casas. El fallo está en los errores de programación informática que restan preci
sión a algunas tablas.
Manilius, The Five Books of Manilius, Londres, 1697, reimp., National Astrological Li
brary, Washington, DC, 1953. Una traducción inglesa del siglo xvn del Astronomi
con de Manilio. [Hay traducción al castellano del original latino: Astronomicon, Ba
rath, Madrid, 1982.]
Morinus, Astrosynthesis: The Rational System of Horoscope Interpretation According
to Morin de Villefranche, traducido por Lucy Little, con una introducción de Zoltan
Mason, Emerald Books, Nueva York, 1974. Una pequeña parte de las obras de este
gran astrólogo renacentista publicadas con amoroso cuidado por uno de sus propo
nentes modernos.
Neely, James, y Eric Tarkington, Ephemeris of Chiron, /890-2000, editado por Mal
colm Dean, con la colaboración de Michael Campbell para el proceso electrónico
de datos y una introducción de Tony Joseph, Phenomena Publications, Toronto,
1978. Unas efemérides elegantes y precisas, publicadas poco después del descu
brimiento del planetoide. Las sugerencias de Tony Joseph sobre lo que podría sig
nificar este nuevo cuerpo celeste están tomadas de los mitos griegos referentes a
Quirón.
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Nelson, John H., Cosmic Patterns: Their lnfluence on Man and His Communication,
American Federation of Astrologers, Washington, D.C., 1974. Nelson relata cómo,
cuando trabajaba para la RCA, empezó a usar los aspectos planetarios heliocéntricos
para predecir interrupciones en las transmisiones de radio de onda corta. Algunas de
las pruebas más convincentes del efecto astrológico.
The Propagation Wizard's Handbook: Coping with Our Occult Sun and lts Meddle
some Satellites, 73 Inc., Peterborough (New Hampshire), 1978. La investigación
más reciente de Nelson.
Ptolomeo, Tetrabiblos, editado y traducido al inglés por F. E. Robbins. En el volumen
Manetho; Ptolemy, de Loeb Classical Library, Harvard University Press, Cambridge
(Massachusetts), 1940. La mejor edición del Tetrabiblos de Ptolomeo, con el texto
griego original contrapuesto a una traducción con notas. [Hay dos traducciones del
latín al castellano: Tetrabiblos, Barath, Madrid, 2.• ed., 1987; y Mil y una, Madrid,
1981.]
Robson, Vivian E., The Fixed Stars and Constellations in Astrology, 1923; reimpresión,
Samuel Weiser, Nueva York, 1969. Una compilación del saber tradicional sobre
111 estrellas fijas. [Hay traducción al castellano: Las estrellas fijas y constelacio
nes, Sirio, Málaga, 1988.)
Tobey, Carl Payne, Astrology of lnner Space, Ornen Press, Tucson (Arizona),1972. Una
recopilación de ideas no tradicionales, pero bien razonadas, sobre los nodos, las re
gencias, los signos en el sentido de las agujas del reloj y muchas otras cuestiones.
Wilson, James, A Complete Dictionary of Astrology, Londres, 1819; reimpresión, Sa
muel Weiser, Nueva York, 1969. Subtitulado «En el cual se explica minuciosa y
correctamente cada término técnico y abstruso perteneciente a esta ciencia y los di
versos sistemas y opiniones de los autores más autorizados [...] despojados de su
extravagancia, sus contradicciones y sus absurdos», lo que constituye un buen resu
men. Sigue siendo una obra inapreciable.
Witte, Alfred, y Hermann Lefeldt, Rules for Planetary Pictures: The Astrology of To
morrow. traducido por Curt Knupfer, Ludwig Rudolph/Witte-Verlag, Hamburgo,
5.• ed., 1974. Breves descripciones de todas las combinaciones de tres factores en el
horóscopo, incluyendo los planetas conocidos, los planetas hipotéticos uranianos,
el Ascendente, el Medio Cielo, el nodo norte y el punto Aries. Contiene una intro
ducción explicativa.
Witte, Alfred, y Hans Niggemann, Rules for Planetary Pictures (Uranian System),
Adaptedfrom the Teachings of Alfred Witte as Original/y Dictated to his Students, of
Whom the Author had the Honor and Privilege of Being One, ed. corregida y aumen
tada, Hans Niggemann, Nueva York, 1959. Esencialmente las mismas descripciones
de la versión de Witte-Lefeldt antes citada.
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