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Introducción:
Como son las mujeres las que reproducen biológicamente a los niños, son las que
tienen la consecuencia no planeada del sexo heterosexual, que son los embarazos,
lo cual crea problemas especiales para las mujeres en las sociedades patriarcales,
ya que es el matrimonio, la institución que le da los derechos y responsabilidades a
los padres sobre la crianza de los niños.
Cuando las mujeres no tienen el derecho a interrumpir los embarazos no deseados
sus vidas se ven afectadas ya que son consideradas “malas mujeres” por sostener
un embarazo fuera del matrimonio o atraviesan mucha presión social para que se
casen y también están las consecuencias sociales y económicas de ser una madre
soltera.
La falta de apoyo social para las madres solteras pobres, hace que su situación sea
aún más precaria, ya que no tienen un hombre que les provea lo necesario para la
crianza de los niños. Los niños pobres son víctimas de racismo, no tienen los
recursos materiales que tienen que tener y crecen en ambientes que no son sanos.
Esta circunstancia hace que se limite mucho las opciones de las madres solteras
pobres que quieren criar a sus niños dentro de los derechos humanos básicos.
Las feministas radicales y las liberales ponen este problema como derechos
humanos, encuadradas como derechos civiles que invisibiliza la opresión racial y de
clase que quedan naturalizadas. Las feministas negras critican a las feministas
blancas porque ignoran la situación en la que viven las mujeres negras, de extrema
pobreza, de violencia racial policial, de las mujeres solteras que viven en medio
ambientes sumamente tóxicos con imposibilidad de acceder a una buena educación
y a la salud. Lo que piden las feministas negras es que haya una aproximación a la
problemática de la mujer que sea inclusiva, interseccional y de justicia reproductiva,
que aborde tanto la posibilidad de interrumpir los embarazos como de la posibilidad
de tener hijos en buenas condiciones. Es decir, tener los derechos reproductivos
tanto por la negativa como por la positiva; esa sería la forma de tomar la demanda,
que ahora se toma de una manera que está muy marcada por el color de piel de las
feministas.
3- Amor y patriarcado
En el sistema patriarcal la normatividad que establece que mujeres dan afecto y los
hombre lo toman se basa en el principio de que los hombres son los dueños de los
cuerpos de las mujeres a través del matrimonio y del parentesco.
El asalto sexual del hombre o la violación, es una forma legítima de imponer su
poder corporal sobre el cuerpo de las mujeres que no entran dentro del control
masculino por considerarse “malas mujeres”.
El patriarcado construye la idea de la “buena mujer” y de la “mala mujer”, donde esta
última es aquella que no está bajo el control de un hombre, y al no ser propiedad de
un hombre específico, cualquier otro hombre puede tomarla, violarla. Si la mujer no
tiene un protector masculino se justifica la violación que ocurre entre las líneas de la
raza y la clase. Las mujeres sin protector masculino son “mala mujeres”,
“prostitutas”, “promiscuas”, etc.
También se han visto casos de hombres que matan una mujer, en venganza a todas
las mujeres, ya que ellos creen que se les fue negado su derecho a tomar el amor y
la energía sexual de las mujeres.
Por esta razón, en EE.UU ha surgido el movimiento “Me Too”, similar al “Ni Una
Menos” argentino, una nueva ola feminista negra contra la violencia sexual
machista. La esperanza pasa por esta nueva ola feminista negra que protesta contra
las prácticas de la violación. Esta nueva ola es muy diferente a la ola de los 60',
donde las comunidades negras se negaban a que se ponga en discusión la
violencia sexual que ejercen los hombres negros ya que se temía que esto haga
surgir una ola punitivista que solo perjudicaría a las mujeres negras, quienes ya no
contarían con el ingreso de ese hombre negro si cayera preso y les entraba en
contradicción con sus exigencia de derechos civiles.
Ahora la demanda es más interseccional, donde se pone en evidencia que el
capitalismo, el patriarcado y el racismo trabajan juntos para oprimir a las mujeres.
Igualmente muchas feministas negras siguen temiendo al punitivismo del feminismo
blanco que terminan llamando al Estado supremacista blanco que no ayuda. El
movimiento “Black life Matter” que promueve los derechos de los trans, LGBT
negros, demandas que son interseccionales, buscando soluciones más bien
educativas y de justicia restitutiva y no punitivista.
5- El amor romántico
Nuestro sistema patriarcal y capitalista actual le da más poder a las mujeres que en
periodos patriarcales pasados. Esto podría explicar por qué tenemos un conflicto
dialéctico entre las normas del amor y la intimidad con las normas de placer.
El patriarcado ha cambiado, la autora menciona tres momentos: el patriarcado de
los primeros días, donde los hombres controlaban a las mujeres y a los niños, donde
estaba todo centrado en el padre de familia, quien decidía con quién se casaban las
mujeres jóvenes. Un segundo momento, en los siglo XIX y XX, donde las mujeres
podían decidir con quién se casaban y un tercer momento, el actual, llamado el
capitalismo-patriarcal-público, donde el poder está concentrado en los
hombres-capitalistas y los políticos-hombres que controlan la política del Estado.
En este último sistema hay más énfasis en la igualdad de género porque es un
momento histórico más individualista. Pero por la división sexual del trabajo, la
brecha salarial y el trabajo reproductivo no-.remunerado, las mujeres continúan en
una posición desigual.
Se genera una contradicción con el postulado y las normas de la igualdad. Ahora las
mujeres y los niños tienen derecho a ser emocionalmente apoyadas por los
hombres y las mujeres tienen derecho al placer sexual y muchos hombres jóvenes
apoyan estos ideales. Lo podemos llamar “amor recíproco”, pero esto aún no es
posible porque hay un dualismo de género, ya que seguimos educando a las niñas
en la capacidad de brindar apoyo emocional y dar amor y no hacemos lo mismo con
los niños, lo cual termina reproduciendo a las mujeres como dadoras-cuidadoras y a
los hombres como tomadores. Esto entra en contradicción con la idea de que las
mujeres tendrían que ser capaces de alcanzar el placer sexual, ya que si se espera
que las mujeres den cuidado al hombre, el placer femenino no está priorizado, por lo
que las mujeres no están en pie e igualdad para tener placer sexual.
Esto se ve reforzado por el hecho de que los trabajos pagos a los pueden acceder
las mujeres están vinculados a las tareas reproductivas, que requieren empatía,
como la educación y la salud, donde su función es dar, cuidar y no recibir, lo cual
hace más difícil la demanda de placer sexual ya que se percibe como un tomar y no
como un dar.
Estas dos cosas no se pueden obtener al mismo tiempo, son contradictorios. Las
feministas deben rechazar la idea del “amor romántico” y reemplazarla por la idea
de “amor recíproco” pero este no puede ser logrado dentro del capitalismo, debido a
la crisis del cuidado, al racismo, por división sexual del trabajo productivo y
reproductivo y sólo podría alcanzarse dentro del socialismo que se lograría si hay
un movimiento socialista, feminista y antirracista.
Por esto, los partidos de izquierda deben incluir estas demandas, como la lucha
contra el racismo, la objetivización de las mujeres en los medios y en la publicidad,
contra la explotación de los hombres por las mujeres, la brecha salarial de género,
etc, por esto debemos presionar por la inclusión de estas demandas dentro de los
mismos partidos socialistas. Solo de esa forma se lograrán los objetivos de la
justicia de género, racial y de clase.
Ante la problematización de los asistentes a la charla sobre el machismo interno de
los partidos, la autora, lejos de idealizar a los partidos, menciona que ya desde su
militancia juvenil, en los 60', las mujeres debían luchar contra el patriarcado interno,
concurriendo al doble de reuniones políticas que los hombres militantes y buscando
el apoyo de mujeres de afuera del partido para combatir el machismo de los mismos
compañeros, ya que como feminista debes ser autónoma y unirte a otras mujeres, y
como socialista debes militar con hombres.
También los asistente problematizaron el elitismo de las direcciones partidarias,
donde los Comités Centrales1 no están integrados interseccionalmente. La autora
sostiene que los partidos deben dejar de ser tan verticales y diversificar la
composición social de las direcciones para incorporar las demandas de género,
raza, etnicidad y clase de forma más representativa. Esa es la única estrategia que
puede ser exitosa, la única que puede crear el movimiento social capaz de superar
al capitalismo y al patriarcado.
1
El Comité Central es el máximo órgano de decisión entre Congresos de muchos partidos
políticos, especialmente socialistas y comunistas. Se compone de un número de delegados
elegidos en el Congreso del Partido.