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No es que no hayan empleos es que la gente prefiere vivir de los subsidios

El subsidio en sí se concibió como una medida de apoyo temporal en la que un Estado


ayuda a un grupo poblacional determinado a superar una necesidad básica insatisfecha
cuando éste no puede hacerlo por medios propios. Sin embargo, esa realidad socio-
económica no se refleja de forma proporcional en la cantidad y el monto de las ayudas que
se continúan destinando, en una porción de gasto oficial que ya se volvió inflexible, en
donde una tercera parte del presupuesto anual se destina a subsidios de asignación directa o
indirecta. Hay que recordar que el gasto en subsidios sociales durante 2017 ascendió a
$118,46 billones. Según el Ministerio de Hacienda, dicha suma representó 12% del
PIB. [ CITATION lar19 \l 9226 ] En el país operan unos 62 programas de subsidios sociales,
cuyas destinaciones de recursos representan cerca del 10 por ciento del producto interno
bruto (PIB). Solo las asistencias que otorga el Estado por servicios públicos (agua, luz, gas)
rondan los 5 billones de pesos por año, según cifras oficiales. [ CITATION elt19 \l 9226 ]
Hay muchas personas que continúan recibiendo esta clase de ayudas del Estado pese a que
por su nivel de ingresos, patrimonio y necesidades básicas satisfechas no deberían hacerlo.
Al revisar los datos, en 2002, cuando cerca del 50% de la población vivía bajo la línea de
pobreza, el 58% de las familias vivían en estratos 1 y 2. Hoy, cuando la pobreza no es más
del 30% de la población, el 56% de los hogares viven en los estratos 1 y 2. Lo anterior deja
ver que estamos frente a una “trampa de pobreza o de subsidio”: “si voy a pagar más, ¿para
qué cambio de estrato?”[ CITATION cam19 \l 9226 ]
El exceso de subsidios tiende a generar un efecto perverso, en el sentido de que muchas
personas se acostumbran a un Estado de corte asistencialista. En muchos municipios y
veredas que con tal de no perder las ayudas oficiales en materia de salud, educación,
servicios públicos, pensiones, alimentación, transporte, asistencia a la tercera edad y otros
rubros, hay personas que no se esfuerzan por progresar, emplearse de manera formal,
acceder a planes de vivienda o incluso mejorar su calidad de vida. Esto bajo el entendido de
que si lo hacen, ya no podrán ‘vivir de los subsidios’.
Para ello es clave, por ejemplo, que continúe la depuración del Sisbén, que es la base de
datos multidisciplinaria que las entidades oficiales utilizan como herramienta clave para
clasificar a las personas según su nivel de necesidades básicas insatisfechas y sus
principales vulnerabilidades. Muchos colados han sido sacados de los listados pero la
corrupción y la politiquería impiden un mayor control.

Lo importante, en todo caso, es que esa revisión de la estructura de subsidios se haga de


forma objetiva, realista y bajo la premisa de que en un Estado Social de Derecho es viable
que se entreguen ayudas y asistencias a los sectores más pobres. Pero también  que las
mismas se vayan disminuyendo a medida que mejora su situación económica y social. No
puede Colombia volver permanente la política asistencialista ni paternalista. No se trata de
‘eternizar’ la pobreza ni la dependencia endémica de los recursos oficiales. El modelo
socioeconómico debe generar por sí solo las dinámicas de progreso en calidad de vida de la
mayoría de la población y el Estado solo intervenir para solucionar los desequilibrios en
cuanto a los más vulnerables y desamparados para ayudarlos a salir de la crisis no para
perpetuarlos en la misma.[ CITATION eln18 \l 9226 ]

Posibles alternativas
Para María Clara Duque, presidenta de la Federación Colombiana de Lonjas de Propiedad
Raíz (Fedelonjas), la estratificación mide las condiciones de una vivienda o el uso de un
inmueble, pero en realidad no tiene en cuenta el ingreso de la familia que vive en este.

“Tal vez sería más equitativo asignar los subsidios de acuerdo con los ingresos familiares y
no con las condiciones físicas del predio, para que realmente les lleguen a los más
necesitados”, dice.
Una de las propuestas en el Plan de Desarrollo, para llegar a “una política social moderna
conectada a los mercados”, es la que habla del Sisbén IV. El inicio de la cuarta
actualización de esta base de datos, para depurarla, se anunció a finales de 2017 y se
estableció el 2019 como fecha para completar 11,5 millones de encuestas (4 millones más
que en el Sisbén III).[ CITATION elt19 \l 9226 ]

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