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En mi corta pero intensa experiencia en el campo humano del crecimiento, he asistido con demasiada
frecuencia al enorme poder que los condicionamientos previos experienciales y vivenciales, tenían sobre
cualquier abordaje de materia nueva. En Biodanza, como en cualquier otra disciplina, es necesario
abrirse ampliamente a su propuesta vivencial y teórica, ser permeable para poder comprender
realmente sus profundas implicaciones en otro modo de descubrir la esencia humana. Abrir la mente,
abrir el corazón y exponer el alma, el animus a su poder transformador, exige estar muy presentes para
descubrir los comportamientos y sentimientos disociados que nos impiden abarcar con suficiente libertad
y verdadera comprensión el poder ilimitado que a través de la vivencia tenemos para alcanzar el
conocimiento de nosotros mismos. Hemos sido externa y educacionalmente profundamente
influenciados. Nuestro modo de mirar, sentir y pensar el mundo está plenamente compenetrado por los
condicionantes sociales, políticos, ideológicos, vivenciales, filosóficos y los determinismos totalitarios que
más de una disciplina del ser y del espíritu acaba instalando en nuestro inconsciente, en nuestras
propias células y neuronas, sin que nos demos cuenta de la enorme contradicción que supone entender
lo espiritual, lo filosófico, lo político, y lo social, lo trascendente y lo cotidiano, como áreas separadas
entre sí, sin una profunda correlación. Postura esta, que impide una verdadera progresión en la vida.
Esta fue la gran conquista del mecanicismo y cartesianismo de siglos pasados. Hacer creer que la
separatividad era el único camino científico posible, que el atomismo nos aportaba una especialización
fundamental para el progreso, sin saber reconocer los peligros que implicaba la perdida de una visión
mucho más conjuntiva, evitando perder el horizonte en la importante cosmovisión que se requiere para
comprender la totalidad. Para poder progresar en el camino de biodanza, es importante apartar el filtro
interno y los condicionamientos mentales, porque su propuesta teórica aborda la realidad desde ámbitos
y paradigmas nuevos, que las antiguas terapias, propuestas filosóficas o sistemas de transformación
personal no abordaban influenciadas por viejos axiomas. Biodanza es un nuevo abordaje que
complementa muchas áreas de las ciencias humanas y aporta el empirismo vital de la experiencia
vivencial. Para poder realmente experimentar la vivencia que surge de las posturas generatrices, hay
que estar atento a las consignas, hay que respetar unas normas básicas que son las que hacen a las
posturas generatrices operativas y efectivas. Tenemos libertad para expresar y vivenciar a nuestro modo
y manera, pero las consignas aportan la coherencia necesaria para que la curva precisa dentro de la
propuesta cinética de la biodanza pueda expresarse con todo su potencial y así nuestros sistemas,
nuestro humor, nuestras células, puedan recoger y digerir la información que estamos tratando de
redefinir. Repetir viejos esquemas en el laboratorio de vida que es Biodanza, no producirá grandes
cambios en nuestra existencia. Pero abrirse a los retos que presenta biodanza para ser capaces de ver
nuevas perspectivas, operar con nuevas respuestas, empezar a mirar a los otros y a nosotros mismos,
desde otros angulos, apartando el juicio y la sentencia que emite nuestra mente condicionada y
disociada de nuestras emociones y nuestro cuerpo, requiere de entrega, valor y osadía, de sincera
implicación, compromiso y respeto por nosotros mismos, por el otro, y por el grupo.
Para poder vivenciar realmente en una postura generatriz de biodanza, hay que establecer ciertas
condiciones previas que ayudarán a que la vivencia se produzca. Lo primero y más fundamental es
centrar nuestra atención y escucha activa en nuestro cuerpo y nuestro sentimiento y/o emoción. Estar
atento al otro lenguaje no verbal, a la expresión de nuestro cuerpo, del cuerpo de nuestro interlocutor, a
mis emociones y las emociones del otro, a la expresión de la mirada, nos ayudará a dejar caer los velos
de nuestras resistencias y a cejar en el control. El lenguaje esconde, como bien explica PNL y otras
propuestas psicológicas, un buen numero de mecanismos conformadores de nuestra identidad, nuestra
expresión en el mundo e importantes mecanismos de autocontrol, autocensura y de expresión
esclerotizada.
Suprimir el lenguaje verbal nos ayudará a contar con más presencia y/o medios para centrar nuestra
atención en el otro lenguaje, el corporal, el no-verbal, el emocional, el lenguaje del corazón y de la
mirada. Y cabe añadir y reflexionar también seriamente sobre las conexiones existentes entre el papel
del lenguaje como medio de autocontrol, sus conexiones con los centros cerebrales que implican dicho
control y el papel que juega la supresión y estimulo del lenguaje hablado para que la vivencia pueda
darse sorteando dicho control o tensión supresora de la expresión de los instintos o los potenciales
genéticos.
El ser humano como holograma que es presenta posibilidades muy interesantes. Si relajamos la
mandibula antes de iniciar la postura generatriz, probablemente nuestro control inconsciente también
baje y dejemos espacio para que la manifestación de nuestros instintos y otras expresiones reprimidas,
puedan darse durante la vivencia. Terapias desarrolladas como la bioenergética de Alexander Lowen,
importantes trabajos sobre la localización de las corazas de tensión de Reich y otros postulados que
trabajan sobre lo físico para resolver conflictos psíquico-emocionales demuestran la validez de este
camino a la inversa: Trabajando el cuerpo y desde el cambio postural hacemos perder fuerza a los
patrones inconscientes programados y permitimos que se exprese la sabiduría de nuestros instintos.
Si quiera por respeto a los compañeros, evitaremos hablar, ya que he podido personalmente
experimentar lo negativo que ha sido para mí durante la práctica de biodanza, encontrar a personas
hablando. Ello a suprimido mi concentración y ha reducido considerablemente mi implicación, afectando
a mi vivencia.
El miedo a perder el control es un acto natural que se ve minimizado cuando uno en experiencias de
trascendencia toma conciencia de que uno dirije siempre el barco, tiene el timón de la experiencia y
puede manejar ritmos, profundidad y niveles de implicación en la vivencia.
Abrirse a la vivencia requiere no solo de la supresión del lenguaje, sino también de la implicación activa
de nuestra observación y presencia introspectiva, evitando las distorsiones y el ruido que en el contexto
generatriz, puede suponer nuestra mente agitada, siempre consumiendo una cantidad ingente de
energía y dispersando nuestra atención, en comparar, analizar, controlar y ordenar cuanto sucede a
nuestro alrededor, a nivel interno y externo, a mi, a nosotros, al grupo o a la pareja de enfrente. Un
buen truco para evitar que la mente se apropie de toda la expresión y experiencia de la postura
generatriz sería dirigir nuestra atención a la respiración calmándola o simplemente observando su ritmo.
Apoyarse en la escucha activa de la música encargada de deflagar nuestra vivencia, complementa esta
preparación previa, visualizando que esta compenetra todo nuestro cuerpo, todo nuestro ser, que en su
lenguaje, ritmo y melodía encierra un gran poder transformador. Ensayar el ejercicio de abandonarse a la
música es otro paso muy efectivo.
Es importante saber que en las posturas generatrices, encontramos a veces un diseño del clásico ying-
yang, es decir, que dichas posturas presentan papeles activos y pasivos, equilibrios de dar-recibir, y que
en la medida en que sepamos respetar la voluntad del otro y los roles que nos toquen interpretar, las
posturas serán mucho más eficaces. En biodanza no imponemos a nuestro interlocutor hacer nada que
no quiera hacer. No podemos al menos sin antes haber tenido constancia y señales claras de nuestro
interlocutor, permiso para ello, intervenir en su expresión, sea físico-motora o afectivo-expresiva, y
mucho menos aun tratar de dirigir, controlar y exigir al otro un acto concreto, del mismo modo en que
debemos estar muy atentos, al igual que en la vida, a no invadir el espacio del otro, a no obligar a nadie
a aceptar nuestros deseos, o exigir permisividad plena a todas nuestras expresiones.
Es conveniente dejar cuando nos toca el papel pasivo, que la expresión de nuestro interlocutor se dé
por si misma sin condicionarla, siendo también por ello fieles a nosotros mismos, y estableciendo los
limites que consideremos necesarios. Daré un ejemplo grafico, para que se comprenda mejor. Si nos toca
recibir afecto y caricias, cuidaremos mucho el tratar de dirigir el modo de expresión de este afecto de
nuestro coparticipante. En una actividad donde están definidos los papeles, permaneceremos receptivos
cuando toca y activos cuando proceda. Ahora bien, si en sus actos hay algún impedimento por nuestra
parte, del modo delicado y sereno que requiere la expresión de nuestro limite, expresaremos nuestra
necesidad de forma firme y comoda.
La progresividad, la atención plena y la autoregulación se deben dar hacia uno, hacia el otro y hacia el
grupo. La adaptabilidad a los ritmos del otro y del grupo también es de gran ayuda para aumentar el
potencial de nuestras vivencias.
Respetar el espacio del otro implica también saber respetar la vivencia del otro. Biodanza da la
oportunidad de superar el viejo esquema VICTIMA-SALVADOR. La victima adopta a veces de modo
inconsciente este papel para no asumir responsabilidades en la vida, y proyectar sobre el mundo la
causa única y primigenia de todos sus conflictos, problemas y limitaciones. El salvador, desea
experimentar muchas veces el poder que siente sobre el desvalido y posicionarse en otra escala con
respecto a la victima, es un juego de poder inconsciente. Debemos dejar de representar estos viejos
papeles. Es la especie humana representada por el grupo, la que va a estar dando continente a cada uno
de los participantes, pero por profundos principios, no podemos condicionar con nuestra intervención
inoportuna el contenido, la vivencia y en muchos de los casos interrumpirla sacando del trance y de la
experiencia introspectiva a la persona que ha descendido en los océanos interiores para encontrar la
concha, y una vez allí, cuando ya la ha abierto y tiene en sus manos la perla de la vivencia, hacérsela
perder por que quisimos despertarlo de su pesadilla, cuando desconocíamos que se trataba de un dulce,
catártico y liberador sueño.
Cuando en las indicaciones que el facilitador da como consignas a seguir se pide dar continente u otra
por el estilo, conviene intervenir. Es importante darse cuenta que a veces no es ese acto un acto de
consuelo, sino por el contrario un refuerzo deflagador para que la vivencia se intensifique. Pero no
conviene por el contrario, si en el grupo de continente, por poner un ejemplo, alguien comienza a llorar
amargamente tomarle de la mano, porque podemos interrumpir ese desahogo, la lagrima también es
bella, es hermosa, limpia, purifica, nos despoja de muchos pesos, no confundas el agua de las emociones
con el fuego. La lágrima es el agua que apaga el fuego emocional purificando ese sentimiento. ¡ Que
bello es llorar!
Espero desde lo más profundo de mi corazón, que el lector de este articulo, iniciado o practicante
experimentado de biodanza, haya encontrado algunas claves o pistas de su interés y ayuda.