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Son dos programas políticos que casi nacieron juntos, pero que siempre fueron

diferentes. El socialismo y el aprismo entraron en vigencia cuando el civilismo


como expresión política del semifeudalismo entró en grave crisis a partir de la
depresión económica mundial de 1929.
Pero siempre se enfrentaron. El aprismo hizo partido de un frente que lo
encabezaron las clases medias intelectuales, el socialismo se definió científico
a partir de la conducción de las clase obrera.
Haya de la Torre llamó "europeísta" a José Carlos Mariátegui, criticándolo por
sus ideas marxistas y éste respondió estupendamente con que el "socialismo
no será ni calco ni copia, sino, creación heroica". Además, el Amauta dueño de
una genio intelectual insuperable, elaboró "7 Ensayos de la Interpretación de la
Realidad Peruana" el libro más leído en la historia del Perú.
Haya transitó un inicial antiimperialismo que luego abandonó tras explicaciones
de su espacio, tiempo, histórico; Mariátegui en cambio fue hasta la raíz y se
declaró socialista "con una filiación y una fe" es decir profundamente
anticapitalista.
Solamente la muerte del Amauta pudo detener esa inagotable creación
socialista que hubiera permitido al socialismo hacerse de masas y fue el
aprismo auroral, con su combate contra las dictaduras y remanentes del
civilismo, que se hizo popular ante el ejemplo de sus masas cuyo martirologio
ya casi hoy nadie recuerda.
¿Qué quedó del socialismo mariateguista?
¿Qué quedó del aprismo hayista?
El socialismo peruano tuvo tres impactos negativos muy fuertes: la división
interna eterna, la caída del Socialismo Real y el terrorismo del senderismo
fundamentalista. El análisis y la propuesta económica certera y eficaz todavía
son una carencia y una deuda.
El aprismo acusó diversas desviaciones, convivencias, reacomodos, traiciones,
corrupción. De antiimperialistas a socialdemócratas, luego furgón de cola del
neoliberalismo. Nunca tuvieron un programa económico. Son hoy a ultranza
defensores del sistema capitalista y de los ricos. No se puede decir que no
tuvieron oportunidad para la gran transformación, pues el pueblo los llevó al
poder dos veces.
Pero el socialismo nunca dejó de luchar por los pobres y he aquí una diferencia
sustancial e histórica. El socialismo peruano que sobrevive es consecuente con
sus ideas originarias y después del fracaso del capitalismo neoliberal, se
enrumba a un proceso de su refundación con el socialismo del siglo XXI, los
movimientos sociales y la democracia participativa como proyecto político
histórico.
En cambio el aprismo cada vez se parece al civilismo de antaño. En Tumbes
por ejemplo ya no se puede siquiera conversar y debatir con los apristas sobre
los temas políticos serios. Están vacíos de ideas y propuestas. Imagínense que
hoy, sus principales dirigentes tienen al chino Flores como paradigma y
salvación.
Es la más grande degradación política de un partido que ha olvidado a sus
mártires para siempre.

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