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EllagoEdiciones

Ciencia y religión
La ciencia también se expresa mediante analogías
La nueva relación entre las ciencias naturales y la religión

Hans-Peter Dürr

Traducción de Manolo Laguillo

EllagoEdiciones · Colección Las Islas


Índice 
Edición a cargo de Francisco Villegas
Índice general
Colección Las Islas

Título original: Wissenschaft und Religion


© Herder Verlag

Primera edición: abril 2009 Prólogo ............................................................................................................. 11


© del autor: Hans-Peter Dürr
© del prólogo: Marianne Oesterreicher
© de la traducción: Manolo Laguillo Capítulo i
Maquetación: Natalia Susavila Moares Materia, energía, potencialidad......................................................... 17
© de la edición Capítulo ii
Ellago Ediciones, S. L.
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Capítulo iii
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transmitirse de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, de gra-
bación o de fotocopia, sin la previa autorización escrita por parte de la Editorial. Capítulo v
Conversación final...................................................................................... 117
ISBN: 978-84-96720-71-8
Impresión: Imagraf
Depósito legal: - 2009

Impreso en España Títulos de la colección. ........................................................................... 155
Ciencia y religión

Hans-Peter Dürr
Las ciencias naturales clásicas han logrado llegar a una visión impresio-
nante de la estructura de nuestro mundo. Y han transportado a todos los
ámbitos sociales un ideal de conocimiento caracterizado fundamental-
mente por su comprensibilidad y univocidad. Pero esto ha llevado, entre
otras cosas, a que la mayor parte de nosotros ya no confiemos plenamente
en lo que nos parece evidente y en nuestras vivencias internas, a que las
descalifiquemos sin más como algo meramente subjetivo. La física cuán-
tica ha abierto, por otra parte, una puerta de acceso a un mundo total-
mente diferente al de la física clásica. Los físicos cuánticos hablan de una
realidad que se sustrae al pensamiento clásico, el excluyente del esto-o-
aquello, y que se muestra en cambio como un mundo inclusivo, el del
tanto-esto-como-aquello. De estos fenómenos microfísicos que ocurren
en el trasfondo cabe hablar, aparte de con el lenguaje de las matemáti-
cas, sólo mediante analogías. Hans-Peter Dürr, que se ocupa desde hace
cincuenta años de los fenómenos de los procesos microfísicos, nos pro-
porciona un acceso asequible a este mundo. El autor logra conmover al
lego cuando le confronta con la plenitud creativa de la realidad, a la par
que consigue integrar en su pensamiento el fenómeno religioso enten-
dido como complemento de las ciencias naturales. Así queda claro hasta
qué punto es pobre la sociedad que cree poder renunciar a la religión.
La aproximación de un científico a la religión le confiere a este libro su
interés e importancia en unos tiempos necesitados de orientación.
Prólogo
Marianne Oesterreicher 13

Prólogo
por Marianne Oesterreicher

Tuvieron que pasar varios siglos para que las ciencias naturales y la reli-
gión se pusieran poco a poco de acuerdo en tolerarse mutuamente, después
de haber estado enfrentadas largo tiempo, desde los tiempos de Galileo,
como enemigas mortales, y ello de modos que incluyeron tanto la lucha
como la burla y el miedo. Sin discusión se dejaron la una a la otra el ám-
bito en que cada una no se sentía a gusto. La religión se convirtió en un
asunto privado, y los científicos de la naturaleza se hicieron a la idea de que
lo suyo era el conocimiento de lo material, y que no tenían por qué saber
nada de lo relacionado con la vida, el alma y el espíritu.
Esta forma de armisticio funcionó bastante bien a lo largo de mu-
cho tiempo, y aún hoy sigue siendo popular.
Pero la «física moderna» aportó unos conocimientos que ya no per-
mitían trazar una frontera tan nítida como la de antes entre las ciencias
naturales y la vida, el alma y el espíritu. A partir de ella cabe contemplar
la ciencia natural y la religión como principios complementarios y mutua-
mente referidos. Se vio que la «materia» no está hecha de «materia», sino
en último término de «estructuras relacionales», que dada su cualidad de
«inaprehensibles» también cabe llamar «espirituales». En esta situación
el físico, para hacerse entender, incluso para entenderse a si mismo, se ve
obligado, además de las matemáticas, a emplear metáforas. Y de esta ma-
nera penetra en un ámbito donde ya no parece tan imposible entenderse
verbalmente con aquella parte de la humanidad, o de si mismo, para la
que la religión tiene un significado. A la vista de un «fundamento básico»
que todo lo religa, pero que se sustrae a cualquier tipo de conclusiones
finales, empieza a entender que en último término ya no sólo la religión,
sino también las ciencias, se expresan mediante metáforas y analogías.
Hans-Peter Dürr ha trabajado, como físico teórico, durante cin-
cuenta años en el terreno de la física cuántica. En sus conferencias,
14 Prólogo Marianne Oesterreicher 15

especialmente en las que ha pronunciado en la última década, ha in- entre 1995 y 2003. Se aprovechó la oportunidad de usar una selección
tentado una y otra vez acercar a un público amplio una imagen del de textos que ilustraban de una manera en cierta forma anecdótica lo
mundo orientada según los hallazgos de la física moderna. expuesto en los dos capítulos anteriores. Fueron ordenados para que re-
La publicación de partes importantes de esas conferencias desea sa- sultara un texto fácilmente legible.
tisfacer el deseo que muchos tienen de leer o releer sus principales Se le concedió sobrado espacio a la cuestión ecológica, pues esta
puntos. Las conferencias fueron revisadas a fondo y redactadas nueva- tiene, según Hans-Peter Dürr, una relación inextricable con lo que
mente antes de ser incluidas en el presente libro. tradicionalmente se considera «religioso».
Había además otro motivo para hacer este libro. Dürr me ha con- Los temas que trata este libro son tan complejos que hay una serie
tado que en dichas conferencias ocurría con frecuencia la siguiente de afirmaciones que aparecen expresadas de formas diversas en distin-
circunstancia, que él lamentaba: los puntos clave acerca de la relación tos lugares. Tanto el autor como la editora no piensan que ello supon-
entre lo tratado en la conferencia y la religión los tenía apuntados en ga inconveniente alguno. Darles varias vueltas a estos pensamientos
un papel que llevaba en el bolsillo del pantalón, pero por escasez de tan abarcadores es la manera de profundizar en ellos.
tiempo casi nunca llegaba a poder tratarlos de verdad. Mientras trabajaba en la redacción de este libro tuve un extraño
Esa es la razón de que los capítulos cuarto y quinto estén expresa- sueño. Su contexto en el mundo real había sido como sigue:
mente dedicados a este tema. El cuarto consiste en textos reagrupados Durante la tarde anterior me había estado ocupando de los textos
y especialmente redactados para este libro. En el quinto nos hemos to- de las conferencias de Hans-Peter Dürr que versaban sobre los concep-
mado mucho tiempo y en una conversación, que en ocasiones toca as- tos de creencia y saber. A primera hora de la noche escuché la lectura
pectos personales, hemos tratado cuestiones relacionadas con el tema. que hizo mi hija en voz alta de un trabajo suyo para la asignatura de
El primer capítulo expone los fundamentos de la física cuántica so- biología. En él trataba, entre otras cosas, de «animales puente». Se
bre los que se erigen los siguientes capítulos, y fue concebido como trata de animales, como el ornitorrinco, que reúnen las características
un texto continuo en aras de la unidad argumentativa. Su esqueleto es de especies diferentes, como por ejemplo las aves y los mamíferos.
una conferencia conmemorativa pronunciada en el Instituto de Estu- Luego vino el sueño: Estaba con Dürr junto al mar. Sobre una especie
dios del Futuro y de Evaluación de la Tecnología de Berlín en 2001, de bandeja yo llevaba un pez que estaba partido por la mitad. Sobre la
junto con textos sacados de otras conferencias. Hans-Peter Dürr volvió bandeja sólo quedaba la mitad superior, la de la cabeza. La parte inferior
a revisar a fondo este material de partida. Y así surgió un texto com- estaba blanquecina y sanguinolenta. Pero el pez estaba vivo. Ambos está-
plejo y rico, que por un lado proporciona el marco de referencia de los bamos convencidos de que si lográbamos devolverlo al mar volvería a estar
capítulos siguientes, pero también anuncia puntos esenciales de su entero y seguiría vivo. Estábamos sobre una especie de mirador lleno de
temática. gente, gente que me impedía moverme y con la que yo estaba teniendo
El segundo capítulo, que trata de la cuestión de la vida utilizando para demasiados miramientos. Busqué un buen sitio desde el que lanzar el pez
ello hallazgos de la física cuántica, también se basa en numerosos frag- al mar. Pero no llegué suficientemente lejos, y el paz cayó sobre las rocas.
mentos sacados de distintas conferencias. El autor lo revisó igualmente, Estuvimos de acuerdo en volver a intentarlo, cosa que en el sueño
y lo completó hasta darle la forma de un texto ininterrumpido. parecía factible.
El tercer capítulo, titulado Comunicación, Sociedad, contiene, al igual que Nada más despertar pensé: ¡hay que seguir lanzando!
el cuarto, importantes fragmentos de quince conferencias pronunciadas Lo bonito del sueño es que parecía posible estando Dürr presente.
Capítulo i
Materia, energía, potencialidad
Materia, energía, potencialidad 19

Materia, energía, potencialidad

Parece a primera vista asombroso que el vuelco tan profundo en nues-


tro conocimiento de la realidad desencadenado por la física nuclear a
principios del siglo XX siga hoy –a más de cien años de los trabajos
pioneros de Max Planck, y algo después de Albert Einstein– pendien-
te de una adecuada recepción filosófica y epistemológica por parte de
nuestra sociedad y de sus ciencias, y que tampoco haya sido suficien-
temente percibida en el ámbito de la teología. Pero esto no se debe a
un fracaso de la nueva concepción, pues la física cuántica, responsable
de este nuevo desarrollo, ha vivido en los últimos ochenta años, des-
de que Niels Bohr y Werner Heisenberg la formularan, una marcha
triunfal en todos los terrenos de la física, y se ha asegurado la acepta-
ción hasta el día de hoy sin sufrir ataque alguno. Ella ha dado lugar a
desarrollos técnicos imprevisibles que le han imprimido claramente su
carácter a nuestra época, para bien o para mal. ¿Qué serían la química
moderna y las tecnologías actualmente omnipresentes de la comuni-
cación y de la información sin las teorías, basadas en la física cuántica,
20 Capítulo I Materia, energía, potencialidad 21

del átomo y de la molécula, es decir, la microelectrónica y la técnica consecuente hasta el final. A pesar de que reconocieron la inevitabili-
de los semiconductores? ¿No tendría nuestro mundo otro aspecto sin dad de las conclusiones finales, confiaron hasta el último momento en
la técnica, ciertamente amenazante, de las armas nucleares y de los poder encontrar una vía de escape convencional. Fue tarea de los más
reactores atómicos, una técnica que en último término se basa en es- jóvenes de entre los físicos de entonces –Werner Heisenberg, Paul Di-
tos nuevos conocimientos? ¿Cómo entender entonces que todas estas rac, Wolfgang Pauli, entre otros alumnos de Niels Bohr, su respetado
múltiples consecuencias, sorprendentes y tremendas, fueran aceptadas profesor de Copenhague– hacer que el nuevo descubrimiento adoptase
por la ciencia y la sociedad, pero sin que a la vez se asumieran las con- una forma consistente y, hasta cierto punto, convincente. Pero si ob-
cepciones, también altamente sorprendentes, sin las cuales resulta en servamos con atención, sólo unos pocos tomaron la «interpretación de
el fondo imposible entender la nueva física? Copenhague» de la mecánica cuántica, que ellos crearon, como punto
Las razones de esto son múltiples. Pero empecemos con esta: la de partida de una revisión de su concepción de la realidad. Y esto ocu-
rotura que provoca la nueva física en nuestras concepciones es muy rre no como un acto consciente de renuncia, sino más bien como una
grande, y no cabe entenderla sin más como un cambio de paradigma represión inconsciente de lo inconcebible, «pues no puede ser lo que
en el sentido que explica Thomas Kuhn en su libro La estructura de no debe ser».
las revoluciones científicas. Pues esta física alude al hecho siguiente: la Pero este deseo era y es comprensible, sobre todo si se entiende
realidad, sea lo que sea que entendamos como tal, ya no se deja inter- puesto contra el fondo de nuestra civilización occidental, tan fuerte-
pretar de una manera «óntica» a la manera tradicional. La pregunta mente inclinada hacia un hacer creativo individual, hacia la transfor-
¿qué es, qué existe? pierde su sentido. La realidad ya no lo es en el mación, la acción, la consecución y el incremento de poder, de manera
sentido originario, como algo que está hecho a base de cosas (lat. «res» que uno de sus presupuestos básicos es imaginarse la realidad como
= «cosa»). La realidad ya sólo se manifiesta fundamentalmente como algo objetual, una que puede agarrarse y manipularse en beneficio
potencialidad, como algo que aún no ha eclosionado, un hasta cierto propio por haberse materializado y haber adoptado esta determina-
punto indecidido «tanto esto como aquello», un algo que es sólo una da forma de estar en el espacio. Mediante una postura pragmática y
suerte de «posibilidad de poder llegar a» para la realidad que nosotros positivista, que alimenta la voluntad y la capacidad de renunciar a
conocemos, y que puede materializarse en formas de aparición obje- cualquier tipo de «ideología» –entendiendo aquí como «ideología»
tuales y supeditadas a la lógica del «o esto o aquello». La potenciali- todo aquello que trascienda lo directamente aprehensible y lo men-
dad aparece como lo Uno –mejor aún, lo no di-visible–, lo que no se surable cuantitativamente–, se allana intelectualmente el camino de
deja dividir, lo que no se deja fragmentar más. Esto suena paradójico, cara a ignorar los enunciados filosóficos esenciales de la física cuántica,
y en el fondo inadmisible, si lo ponemos contra el fondo de nuestras sin por ello tener que renunciar a sus consecuencias prácticas. De otra
concepciones habituales, que están esencialmente configuradas a par- parte, por suerte se encontraban en el mundo vital acostumbrado, en
tir de la imagen del mundo de la física clásica, pues siempre estamos el mesocosmos que percibimos directamente, alejado en varias dimen-
a la espera de una decisión clara, de un sí o un no (tertium non datur). siones de aquel microcosmos donde la mecánica cuántica se les echaba
El camino hacia las nuevas concepciones fue por lo tanto extremada- encima a los investigadores de una forma muy perentoria. Así sólo
mente arduo y doloroso. Planck y Einstein, los descubridores de la es posible una percepción simplificada y grosera, y esta percepción
nueva física, de la mecánica cuántica, que recibieron por ello el premio parecía que disimulaba eficazmente las paradojas en cuestión. Unos
Nobel, no estuvieron dispuestos a recorrer este camino de una forma conceptos condicionados por la situación histórica y elegidos desde
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una postura defensiva, como por ejemplo «mecánica cuántica», «rela- todas partes y están sujetas a fenómenos de interferencia. Si habíamos
ciones difusas», etc., característicos de la nueva física, se ocuparon de supuesto que la luz es una onda y el electrón una partícula, resulta que
relativizar y enmascarar las novedades fundamentales. ambos pueden aparecer tanto como partícula y como onda: fotón u onda
El concepto de «cuanto» nació en el contexto de una investigación electromagnética la una, electrón y onda de electrones, según la descripción
sobre las propiedades de la luz, que había sido caracterizada unívoca y de Schrödinger, el otro. Las dos descripciones en pugna, «partícula vs.
espectacularmente como fenómeno ondulatorio de un campo electromag- onda», son incompatibles en el marco de la física clásica: la una posee
nético a partir de los famosos trabajos de Faraday y Maxwell, realiza- una acotación espacial, la otra se extiende por todo el espacio. De ma-
dos en la segunda mitad del siglo XIX. Pero a raíz del descubrimiento nera que hay algo en el trasfondo que no es ni partícula ni onda, sino
de Planck y de la interpretación que hace Einstein del efecto fotoeléc- las dos cosas simultáneamente, algo que no podemos construir, y que
trico, la luz recuperó de pronto lo que había sido para Newton, algo tampoco cabe que visualicemos a base de hábilmente «pensar juntas»
hecho a base de partículas, de «cuantos». Esta conclusión de entrada ambas formas de aparición. La ambigüedad se sitúa allende de nuestra
pareció totalmente incomprensible, dada la evidente naturaleza on- capacidad imaginativa.
dulatoria de la luz. Pero quizá también se percibió una cierto alivio Si se contempla con atención también yo, como espectador, me topo
al poderle asignar nuevamente un fundamento real, objetual, espa- con este dilema. La nueva estructura referencial impide que yo pueda si-
cialmente limitado, y por lo tanto «asible», en forma de fotones al tuarme como espectador totalmente fuera del mundo exterior, del mun-
modo de partículas, a este fenómeno incomprensible del campo elec- do observado, pues de acuerdo con la nueva concepción yo me encuentro
tromagnético de Maxwell, que se extendería infinitamente a lo largo en ella indisociable e inseparablemente. En rigor ya no existe el universo
del espacio y del tiempo, y que según Einstein incluso carecería de matérico-energético hecho de múltiples partes, sino sólo un cosmos ca-
todo soporte material (éter). racterizado por estructuras referenciales. Ya ha dejado de ser posible que
El segundo paso de la mecánica cuántica fue por ello aún más sor- me pueda separar de él, no puedo decir: estoy fuera.
prendente, e hizo que se tambaleasen realmente los fundamentos de La aparente contradicción entre las dos imágenes, la de las partícu-
la física. Según el descubrimiento de Louis de Broglie lo material en las y la ondulatoria, la «superó» hasta cierto punto Heisenberg con su
sentido fuerte, tal como se encarna en los átomos y sus constituyentes, formulación de las relaciones de borrosidad (relaciones de indetermi-
se refugia inversamente en este mundo tan incomprensible de lo dilata- nación), pero a costa de un precio, que muchos consideran inaceptable,
do y lo ondulatorio. Se vio, así pues, que tanto la luz como la materia el de una borrosidad esencial. Esta «no definición» suponía para muchos
poseen una naturaleza doble, son a la vez partículas y ondas, algo in- una carencia conceptual, algo que en una ciencia que se caracteriza
aceptable desde el punto de vista de la física clásica. como «exacta» un científico sólo admite en una fase de transición de
La luz como onda electromagnética, por una parte, y el electrón la misma, y que hay que acabar eliminando. Pero aquí es menester
como partícula elemental según la concepción original, por la otra, son contemplar la situación de otra manera. El término «borrosidad» en
por lo tanto entes ambiguos realmente extraños. De un lado se dejan el caso de la mecánica cuántica no deja suficientemente claro que con
asir espacialmente, y entonces los llamamos partículas (esto no acaba esa palabra no se está queriendo subrayar una carencia, sino que, por
de funcionar totalmente con los fotones, pues sólo poseen este carácter el contrario, es la expresión de una relación extremadamente estrecha
cuando se mueven a la velocidad de la luz, en reposo no existen), pero entre todo lo que está espacialmente presente, la consecuencia de que
por otro lado también se comportan como ondas, están presentes en «todo está relacionado con todo» de una forma más global e íntima, y
24 Capítulo I Materia, energía, potencialidad 25

que esto se basa en el hecho de que todo está junto, y que la relación cabezas, y acerca del sentido de su existencia. (…) Pero todo es falso, se equivo-
de todo con todo no es la de interacción recíproca. La «borrosidad» can siempre debido a que el mundo está demasiado alejado de su experiencia cotidia-
expresa la estructura holística, global de la realidad. Toda relación con- na como para poder hacerse con él de una forma inmediata mediante imágenes».
duce inevitablemente a un menoscabo del aislamiento, permitiendo Wilson está, qué duda cabe, en el buen camino cuando afirma lo
éste, a su vez, que se dé la precisión en el sentido de exactitud. En anterior, pero yerra pensando que puede liberarse de esta carencia me-
nuestra vida diaria vivimos esta complementariedad cada vez que inten- diante los «instrumentos» adecuados. Estamos inmersos en una rea-
tamos conjugar la concentración en un detalle con la percepción de las lidad que por principio ya no permite reduccionismo alguno, y así
relaciones y de las formas. En la esfera de lo viviente aparece con gran cualquier análisis lastima y afecta en último término la profunda re-
claridad que el todo es en un sentido muy complejo más que la suma lación subyacente.
de sus partes. La teoría del conocimiento que nace de la reflexión racional llamó
Esta consideración nos muestra que la realidad que vivimos de enseguida la atención sobre el hecho de que un sistema estructura-
manera inmediata se nos revela con una riqueza mucho mayor que do ciertamente puede valorar sistemas subordinados, pero no puede
la experiencia que intentamos comprender racionalmente y conocer valorar sistemas que estén situados por encima de él. Es imposible
científicamente. Esto les resulta evidente a las personas que han tenido que comprendamos de forma inmediata lo que supera la capacidad de
experiencias religiosas y místicas. Pero también es válido de un modo nuestros procesos de pensamiento. De la misma manera que es impo-
mucho más general cuando pensamos en la variedad de experiencias sible que percibamos el punto ciego de nuestro ojo si no es con ayuda
que se nos abre gracias al arte en todas sus formas. Nos volvemos más de un recurso artificial –estamos hechos a él desde que nacemos–, nos
íntima y profundamente conscientes de ello cuando nos sentimos afec- resulta difícil, si no es porque se nos llama especialmente la atención
tados de forma inmediata por eso que resulta tan difícil de asir, y que sobre ellas, reconocer las limitaciones que posee nuestra inteligencia,
entonces simbolizamos con palabras como amor, fidelidad, confianza, aquella a la que estamos acostumbrados. Pero no deberíamos conside-
cobijo, esperanza, belleza. rar que estas limitaciones son obstáculos irritantes: resulta altamente
Por contra, los espectaculares progresos en el conocimiento pro- conveniente para la vida dejar de percibir aquella información que no
piciados por las ciencias naturales habían fortalecido la esperanza, es- resulta esencial para la supervivencia, siendo incluso una condición
pecialmente acariciada por los ilustrados, de que todo en este mundo sine qua non en el caso de una verdadera supervivencia.
estaría, en definitiva y por principio, al alcance del conocimiento hu- Estas reflexiones desean mostrar que es falso e inaceptable equipa-
mano. Lo que ahora parece inalcanzable sólo se estaría sustrayendo a rar nuestra percepción de la realidad con la realidad misma. Pero esto
nuestra inteligencia racional a causa de su mayor complejidad. es lo que ocurre, precisamente, cuando consideramos que el conoci-
Esta postura la expresa por ejemplo el zoólogo norteamericano Ed- miento científico afecta a todo y posee una validez ilimitada. El enten-
ward O. Wilson en su libro reciente Consilience –The Unity of Knowledge dimiento de esta situación está en el meollo de lo que este libro quiere
(La unidad del conocimiento) de la siguiente manera: decir. Me gustaría describirlo con una parábola que usa el astrofísico
«Sin instrumentos los seres humanos están encerrados en una cárcel inglés Sir Arthur Eddington. Gracias a que es muy conocida facilita la
cognitiva. (…) Son como peces inteligentes que (…) se maravillan del comprensión de lo que quiero decir.
mundo exterior. (…) Inventan especulaciones y mitos geniales acerca del Eddington compara a un científico de la naturaleza, en general a
origen del agua que los rodea, acerca del sol, el cielo y las estrellas sobre sus alguien que piensa racionalmente, con un ictiólogo, un experto en
26 Capítulo I Materia, energía, potencialidad 27

peces, que investiga la vida en el mar a partir de pescar peces. Tras haya madurado», y no a explicar el cosmos o a hacer física atómica.
haber hecho múltiples capturas y haber analizado cuidadosamente la Y si, a pesar de todo, hacemos lo segundo, no debemos maravillarnos
gran cantidad y variedad de peces apresados, descubre dos constantes: de que los átomos siempre nos parezcan en último término como pe-
1) Todos los peces miden más de dos pulgadas, y 2) todos los peces queñas manzanas, y las estrellas como unas muy grandes. Todo se nos
tienen agallas. A estas constantes las llama leyes fundamentales, por- aparece como materia asible, porque esta es la única manera en que nos
que se confirman sin excepción en todas y cada una de las capturas. podemos imaginar visualmente la realidad.
Un metafísico, a quien le ha comunicado con alegría su gran descubri- Los filósofos saben desde antiguo que al describir la realidad siem-
miento, le explica que su afirmación acerca de las agallas podría tener pre trabajamos con una red, que necesariamente tenemos que utilizar
muchas posibilidades de ser una ley fundamental, aunque de momen- un sistema de referencia. Saber esto se volvió especialmente relevante
to sólo lo sería con una cierta probabilidad, dado que los experimentos cuando los físicos intentaron entender cómo era la estructura del áto-
han estado limitados temporalmente. La primera constante no sería en mo, en principio considerado indivisible, al descubrir en su interior
cambio una ley fundamental, pues estaría determinada directamente unos electrones aún más pequeños, que según cómo fuese el experi-
por el tamaño de la malla que tiene la red que empleó en sus capturas, mento se comportaban como partículas o como ondas. Es decir, que se-
que es de dos pulgadas. Pero el ictiólogo deja sin validez esta objeción gún el método de medición empleado el mismo «objeto» se manifiesta
afirmando lo siguiente: «En la ictiología vale que todo aquello que yo bajo una u otra forma, resultando de todo punto imposible conciliarlas
no puedo capturar con mi red no es un pez». en el marco de nuestra habitual representación de los objetos. Estamos
Esta parábola sirve para describir la situación de la ciencia, pero habituados, cuando nos ponemos delante de una casa, a encontrarnos
resulta insuficiente. con dos imágenes planas bien distintas según cómo lo veamos, desde
Los científicos usamos siempre una red para llegar al conocimien- el frente o desde el lado. Nos resulta fácil conciliar sin contradicciones
to científico, aunque la mayoría de nosotros no sepa del todo de su ambas visiones mediante una representación espacial del edificio en la
existencia y de qué tipo es. Esta red no sólo simboliza los aspectos que cada imagen se corresponde con su propia proyección. Con una mi-
metodológicos e instrumentales, sino principalmente el utillaje inte- cropartícula, por el contrario, no existe posibilidad alguna de unir la
lectual que usamos los científicos para trabajar. Nuestro pensamien- representación de una partícula y de una onda en una «partonda» o si-
to científico fragmenta y analiza siempre, como cualquier otra forma milar, de manera que nos lo podamos llegar a imaginar visualmente.
de pensamiento. Para investigar y entender tenemos que fragmentar Este ejemplo nos enseña que en último término la metáfora de la
y trocear. Este método también resulta ventajoso y asegura el éxito red de pescar describe sólo parcialmente lo que supone observar. La red
cuando nos enfrentamos a asuntos complicados en la vida de cada día. hace una selección entre los peces («de un tamaño superior a dos pulga-
Nuestra manera de pensar usando el procedimiento de la fragmen- das»), y por ello tiene el carácter de proyección. Quien pesca de verdad
tación no es casual, por supuesto. Ha ido surgiendo lentamente a lo y conoce algo la vida del mar sabe sobradamente que la parábola del
largo de la evolución de la especie, pero no teniendo como motivo el ictiólogo es una analogía muy simplificada de la pesca auténticamente
ejercicio de la ciencia, sino para aumentar nuestras probabilidades de experimentada y vivida. El pescador desgarra al pescar relaciones vita-
supervivencia dadas las circunstancias externas que pueda haber. Di- les existentes en el mundo de los peces, y que quedan absolutamente
cho groseramente: nuestro pensamiento está adaptado a «percibir en fuera de toda consideración en su descripción «científica». Hasta la
el árbol la manzana con la que nos alimentamos, y a agarrarla cuando afirmación de que nunca ha llegado a observar la presencia de peces
28 Capítulo I Materia, energía, potencialidad 29

de tamaño inferior a dos pulgadas en su red puede achacarla cualquier agujereada– que empleemos al final. Pero eso no es cierto si compa-
pescador auténtico a su falta de atención, pues de vez en cuando se ha- ramos el producto final con lo que originariamente le embutimos al
brán quedado algunos peces más pequeños enganchados por las aletas aparato por arriba. El resultado de nuestra observación (los churritos,
a la red, pero habrán vuelto al agua sin que él se diera cuenta mientras etc.) es lo que produce el proceso de observación en su particular ma-
jalaba de la red. Estas pequeñísimas inconsistencias sin embargo ape- nera, sale de nuestra forma de percibir, y de la particular estructura
nas alteran lo que quiere expresar la parábola. Las analogías no sirven epistemológica que hayamos escogido. No es una imagen fiel de la
para describir con exactitud situaciones reales, y jamás deben ser to- «auténtica realidad» que se esconde detrás, y que suponemos. Que
madas al pie de la letra, pues su función es la de destacar los rasgos emplee el ejemplo brutal y desagradable de una trituradora de carne
característicos y que son significativos para nosotros, mostrando cómo no carece de intención. En realidad –esto se verá claramente más ade-
se relacionan entre sí. A la vez se pasan conscientemente por alto los lante– debería comparar la realidad no ya con la estructura altamente
detalles finos. La simplificación para llegar a la «esencia que viene al diferenciada y orgánica de la carne, sino que debería encontrar una
caso» constituye siempre el método insoslayable de hacernos construc- metáfora que también expresase adecuadamente la vitalidad que pre-
tivamente con lo complejo. El quid está en reconocer esa «esencia que side las relaciones en el Cosmos.
viene al caso». Intentamos compensar la inevitable pérdida de conoci- Las conclusiones a las que ha llegado a través de la experimenta-
mientos pescando con el mayor número posible de redes de diferentes ción la física moderna –y ello de entrada en un terreno, la mecánica,
medidas de malla. donde todo era presuntamente muy simple y abarcable, y donde las
Esas redes de diferentes medidas se corresponden en la ciencia a los leyes naturales eran convincentemente sencillas– nos han obligado a
diferentes paradigmas o sistemas de referencia que situamos a la base pensar lo siguiente: todo lo que contemplamos como realidad, de ma-
de nuestra observación. Que no podamos casar entre sí las represen- nera directa mediante la observación o abstrayendo a partir de lo que
taciones complementarias de partícula y onda pone de manifiesto que percibimos, y que describimos en la ciencia natural como realidad ma-
no podemos avanzar más con nuestra metáfora de la red. Necesitamos terial, no debe ser equiparado en esta forma con la realidad auténtica,
una analogía que muestre que el acto de observar supone una intru- la entendamos como la entendamos.
sión aún mayor que el acto de pescar, una intrusión que lleva a una Hablando así utilizamos, es cierto, el lenguaje del idealismo propio
modificación cualitativa del entorno dentro del cual realizamos la ob- de la metafísica. El ictiólogo positivista se blinda frente a él contestan-
servación, que aboca a una deformación de la incomprensible realidad do lo siguiente: «Puede que efectivamente tengas razón, quizá existan
situada detrás. Cuando percibimos conscientemente, más aún, cuando esos peces más pequeños, pero ¿por qué tendrían que interesarme?
hacemos ciencia, no empleamos una red, sino algo que se parece más Es razonable, y además esencial para la comunicación humana entre
bien a una trituradora de carne. Embutimos la realidad por la parte nosotros, que nos limitemos a aquello sobre lo que me puedo entender
superior, le damos vueltas a una manivela y lo trituramos todo hasta objetiva y unívocamente con los demás. Por lo demás, y si lo miro des-
que queda reducido a trozos minúsculos, luego hacemos que esa masa de el lado más práctico, en el mercado donde voy a vender mis peces
pase a través de una pieza redonda agujereada, hasta que salgan por nadie jamás me ha pedido un pez que no puedo pescar». Este último
delante churritos o fideos, según como sea la forma de los agujeros. argumento es especialmente común en la actualidad: la economía sólo
Ingenuamente concluimos a partir de aquí que la realidad consiste en valora en principio aquello que se pueda cambiar o comercializar. Lo
churritos o fideos, dependiendo de la forma de representación –pieza que sólo se experimenta subjetivamente queda asignado a la esfera de
30 Capítulo I Materia, energía, potencialidad 31

«lo privado», que en último término es asunto de la exclusiva incum- de este tenor: un pez es más grande que dos pulgadas. La expresión, en
bencia del individuo. último término, es únicamente: más grande que «dos», que es un número
Desde un punto de vista pragmático resulta ventajoso reducir la en la relación entre un pez y un trozo de madera que hace de patrón de
realidad a lo que se puede constatar de manera objetiva, pues se evi- medición. La expresión «científica» no dice aquí nada acerca de qué sea un
tan las peleas sin final. Pero ello no supone ni mucho menos que lo pez y qué sea un trozo de madera. La ciencia en principio no entiende nada
que es incomprensible por principio, se vuelva (o deba volverse) sin de eso. La expresión se limita al «cómo», a la valoración de una relación,
importancia para nuestra realidad, la que vivimos personalmente. Ya y obvia el «qué», es decir, que se evita cualquier expresión en relación
sabemos que no sólo de pan vive el hombre. Todos vemos a diario con la esencia de la substancia. Gracias a esta limitación se vuelve posible
que nuestra experiencia inmediata es mucho más rica y amplia que lo la cuantificación (la medida mediante números de la exactitud) y, como
que cabe entender y demostrar científicamente. Piénselo usted mismo: consecuencia ulterior, la precisa formulación matemática de las ciencias
¿acaso no son «peces que no podemos capturar» la mayoría de las cosas naturales exactas. Y a pesar de que la ciencia moderna muestre de una
que realmente nos resultan importantes y esenciales? Podemos, por manera impresionante que el «qué» se explica en cierta manera con una
qué no, entender de la manera adecuada esta certeza como expresión combinación de «cómos», no es difícil constatar las razones por las cuales
de un saber más abierto. Se brinda aquí la posibilidad de devolverle un una descripción tan reducida de lo real apenas tiene algo que ver con la
lugar propio a lo religioso y numinoso, a lo que se vive desde la intui- realidad de nuestro día a día.
ción y desde el arte, asignándoles un puesto, en nuestra vida personal Tras estas observaciones, con las que adelantamos lo esencial, deseo
y en el marco de nuestra sociedad, que sea acorde con su significación, entrar más detalladamente en las diferencias entre la física cuántica
y se sitúe junto a lo científicamente demostrable. y la física clásica, para que se vea mejor el carácter revolucionario de la
Muchos discuten la validez de esta manera de ver, y consideran que nueva concepción.
el momento actual es simplemente una fase intermedia dentro de una De acuerdo con la concepción clásica, la mecanicista atomística,
evolución espiritual en aceleración progresiva, para la que, a la larga, el mundo consiste en una gran cantidad de piezas elementales, indes-
no habrá enigma pendiente de desvelar. Puede que esto sea verdad en tructibles, no fragmentables y carentes de estructura, los «átomos».
gran parte, pero no significa que vayamos a encontrar una respuesta Aquí «átomos» no significa átomos en el sentido usual, es decir, los
sensata en el cosmos global a todas las preguntas sensatas que po- componentes de los elementos químicos, sino más bien, de acuerdo
damos plantearnos en el mesocosmos, en el ámbito de nuestra vida. con el sentido original de la palabra, las piezas abstractas, mínimas,
Sin un sistema de referencia es imposible que podamos describir con «indivisibles», de la materia. Como «materia pura carente de forma»
exactitud la realidad, sobre la cual por fuerza sólo hablamos objetiva- representan «objetos» que no cambian en el tiempo, es decir, que son
mente como espectadores exteriores desde una visión externa. Por eso siempre idénticos consigo mismos. En esta representación el tiempo
nos quedamos siempre atrapados dentro de esta limitación. Las redes existe desde el inicio como estructura de ordenación dada de antema-
que hacen posible el saber demostrable definen a la vez los límites que no. Lo que no varía en el tiempo, lo «permanente», juega un papel
por principio tiene ese saber. La ciencia se basa en un pensamiento especial en esta concepción, y entendemos que es una característica
fragmentador. esencial de la «materia». Los componentes elementales de la materia
La ciencia cuantificadora, así llamada exacta, da incluso un paso más que permanecen inalterados en el tiempo, por así decirlo garantizan en
allá. Formula, a la manera de nuestro ictiólogo, expresiones cuantitativas esta concepción la continuidad temporal de nuestro mundo.

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